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Iria Marañón: “En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, serán libres”

Entrevista/05 Marzo 2019/Autor: Adrián Cordellat/elpais.com

La autora de ‘Educar a un niño en el feminismo’ centra su atención en la educación de los niños, en masculino, con el fin de detectar las injusticias que repetimos inconscientemente

Educar en el feminismo (Plataforma Editorial) de Iría Marañón se convirtió desde su lanzamiento en un manual de referencia para crear una sociedad más justa e igualitaria desde la infancia. Ahora la editora y filóloga madrileña ha dado un paso más con un nuevo libro, Educar a un niño en el feminismo (Plataforma Editorial), que centra su atención en la educación de los niños, en masculino, con el fin de detectar y cambiar muchos de los errores y de las injusticias que repetimos inconscientemente y que perpetúan los roles y los estereotipos de género; y de que los hombres del futuro se sumen, desde sus propios espacios, a una revolución feminista que es y debe ser un movimiento de mujeres. En ese sentido, Marañón, que dice no creer en la figura de los hombres “aliados” del feminismo (“lo que implica ser mujer solo lo sabemos las mujeres”), aboga por la abolición del género, porque en su opinión solo cuándo desaparezca el género desaparecerán todas las desigualdades entre hombres y mujeres: “En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, en que niños y niñas sean completamente libres, y en que las personas adultas rompamos con el género, se acabaron los privilegios”, afirma convencida de que el reto está al alcance de nuestras manos.

PREGUNTA. Dices en Educar a un niño en el feminismo que la primera pregunta en cualquier diálogo político con los hombres debería ser: ¿Qué pueden hacer ellos por nosotras? Me gustaría empezar devolviéndote de vuelta la pregunta: ¿Qué podemos hacer?

RESPUESTA. A mí me parece importante dejar claro que el movimiento feminista es un movimiento de mujeres y, por lo tanto, los hombres tenéis que buscar la manera de ayudarnos, pero siempre desde fuera del movimiento feminista. Creo que en vuestros espacios sociales, laborales, familiares y políticos tenéis una buena oportunidad para crear vuestros propios espacios feministas. Para mí es una gran aportación que podéis hacer.

P. A mí se me ocurre otra aportación: no tergiversar el movimiento feminista con ese argumento simple y ramplón de que el feminismo odia a los hombres.

R. Eso por supuesto. El feminismo no odia a los hombres, aunque es verdad que el sistema patriarcal y el machismo no brotan de las plantas, sino que hay personas que los perpetúan y esas personas sois los hombres. Pero eso no significa que odiemos a los hombres. Todo lo contrario, tenemos que entendernos. Pero sí que es importante identificar este hecho y que los hombres seáis conscientes de que sois vosotros los que estáis generando esta situación y los que tenéis que cambiarla.

P. En el libro afirmas que niegas que hoy en día puedan existir hombres aliados de la causa feminista. A más de uno le vas a dar una mala noticia, ya que viste mucho ponerse esa etiqueta en la bio de Twitter…

R. Dudo mucho que existan los aliados feministas. Y no porque tenga nada en contra de los hombres que se ven a sí mismos como aliados, pero hay una cosa que está clara: lo que implica ser mujer solo lo sabemos las mujeres. Toda la presión que nosotras sufrimos, solo la conocemos nosotras. Vosotros podéis, a través de la empatía y la solidaridad, intentar entendernos y apoyarnos, pero nunca vais a saber lo que significa ser una mujer. Por eso creo que no puede haber aliados feministas, ya que seguro que hay muchas cosas de las que pedimos y reivindicamos que vosotros no entendéis porque habéis sido socializados para no hacerlo.

P. La sensación que tengo yo es que muchos, más que aliados feministas, somos lo que me decía el escritor peruano Renato Cisneros: feministas en construcción. Es decir, machistas por estructura que intentamos erradicar en nosotros las taras machistas con las que crecimos. ¿Dirías que se ajusta más esta definición a la realidad?

R. Desde luego, porque los hombres habéis sido socializados para ser como sois, así que está en vuestra mano revertir todo eso, deconstruir vuestra masculinidad. Más que construiros en el feminismo, que insisto en que es un movimiento de mujeres, lo que tenéis que hacer es deconstruir vuestro género. Y lo mismo nosotras. Lo que pasa es que vuestro género oprime, así que la deconstrucción tiene que ser mucho más profunda.

P. Y qué difícil resulta erradicar esas taras, deconstruirse.

R. Es que es muy difícil, porque a todos y a todas nos han educado así, han construido nuestro género en función de una cultura machista. Por eso insisto tanto en el libro en la necesidad de abolir el género, porque solamente cuando desaparezca el género desaparecerán todas las desigualdades.

P. Nosotros hemos crecido en unas familias y una sociedad machista, así que algunos estamos en plena reforma interior, intentando reconstruirnos. Con nuestros hijos, sin embargo, tenemos la oportunidad de empezar desde cero gracias a esa mayor conciencia feminista que existe hoy en día. No obstante, como dices en el libro, seguimos haciendo cosas mal. ¿Qué sigue fallando?

R. Mi sensación es que no terminamos de identificar dónde están las desigualdades. Se sigue perpetuando el género sin que nos demos cuenta. Muchas veces ni siquiera somos conscientes de que estamos fomentando los estereotipos. Y eso pasa prácticamente a diario con cada palabra, con cada referencia que le llega a nuestras hijas e hijos. Todo lo que nos rodea va construyendo su género y ni siquiera lo percibimos. Ahí está el problema.

P. Es que hemos dado una especie de paso adelante con las niñas: “dejamos” que se disfracen de superhéroes, les compramos ropa en los “pasillos de chicos” de las grandes superficies comerciales, las animamos a jugar al fútbol o a otros deportes tradicionalmente vinculados al género masculino. Sin embargo, si nuestro hijo quiere disfrazarse de princesa, llevar tutú, pintarse las uñas o comprarse una sudadera rosa… ¡Ay!

R. Claro, porque la masculinidad tiene muchos más privilegios que perder. ¿Por qué la sociedad no acepta que un niño se salga de lo que es la masculinidad? Porque está hecha para perpetuar ese sistema de géneros y de roles. Con lo cual se castiga más a un niño que se viste de princesa o que se pinta las uñas que a una niña que se pone ropa “de chico”. Pero oye, también nos ha costado a nosotras nuestra lucha poder llevar pantalones, pero llevamos 300 años de feminismo y bastante hemos avanzado en la deconstrucción de nuestra feminidad y de nuestro género. El problema es que el género de los chicos sigue intocable, no se puede cambiar, porque es un tema de privilegios y de poder. En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, que niños y niñas sean completamente libres, y que las personas adultas rompamos con el género, se acabaron los privilegios. Y eso a muchos les cuesta aceptarlo.

P. ¿Ves ese objetivo de abolición del género viable hoy en día?

R. Por supuesto, pero hay que hacer mucha pedagogía. Si yo no creyera que la agenda feminista se puede cumplir, no estaría aquí hablando contigo de estos temas. Hay una cosa fundamental que dice Andrea Dworkin, que el movimiento feminista no es reformista, sino revolucionario. Aquí no venimos a cambiar cuatro cositas, sino que el objetivo es cambiar el sistema. Y sí, creo que se puede abolir el género.

P. Mientras llega esa sociedad sin género que señalas como objetivo del movimiento feminista, ¿qué valores dirías que son importantes que transmitamos desde casa para educar en el feminismo a nuestras hijas y, fundamentalmente, a nuestros hijos?

R. Es importante educar en la empatía, la generosidad, la asertividad, el saber escuchar, el respeto a niñas y mujeres. También poner ejemplos de niñas y mujeres referentes. Y, sobre todo, evitar las desigualdades: no hay juguetes de niños y de niñas, no hay ropa de niños y de niñas, no hay nada que sea de niños o de niñas. Eso lo tenemos que tener súper claro. Solo si rompemos con todas esas desigualdades los niños serán libres.

P. Como explicas en el primer capítulo del libro, educar a nuestros hijos en el feminismo no solo tiene beneficios para las mujeres, sino también para los niños, hombres y el conjunto de la sociedad. ¿Qué beneficios destacarías en ese sentido?

Hay una lista brutal, pero si pensamos en los hombres, te puedo dar datos que reflejan que el feminismo es bueno también para vosotros. De hecho, dedico un epígrafe en el libro que he titulado “hombres contra ellos mismos”.

P. Quiero escuchar esos datos.

R. Para que te hagas una idea, los hombres tenéis el doble de riesgo de sufrir lesiones medulares que las mujeres, tenéis tres veces más probabilidades de suicidaros, cuatro veces más de ser personas sin hogar; según la DGT sois más arriesgados al volante, sufrís más accidentes y estos son más graves que los que ocasionamos las mujeres. También tenéis más posibilidades de consumir drogas. En 2019 el 86% de los ahogados durante el verano en espacios acuáticos no vigilados fueron hombres. El 92% de los presos de nuestro país son hombres, el 62% de los homicidios son de hombres a manos de otros hombres, el 89% de los delitos homicidas son perpetrados por hombres… Y así podría seguir hasta el infinito.

P. Son demoledores los datos.

R. Obviamente el movimiento feminista vela por nosotras, las mujeres, que tenemos mucho que perder, pero es que vosotros también estáis perdiendo mucho por el camino por culpa de la construcción del género. Todo esto ocurre por cómo os construyen a los hombres: tenéis que ser más arriesgados, más valientes, emocionalmente inaccesibles, etc. Sé que esta no es la forma de convenceros, pero desde luego es un argumento para derribar la masculinidad y abolir el género.

P. Muchas veces, sin querer, como decías antes, somos los propios padres, y hablo en masculino, los que transmitimos estos valores machistas del género masculino a nuestros hijos varones. ¿Qué les dirías a los padres para que cambien el chip y piensen en esto cuando ejercen como tales?

R. Lo fundamental es que os miréis a vosotros mismos, hagáis autocrítica e identifiquéis aquellos rasgos de la masculinidad que estáis trasladando a vuestros hijos. Al final, por ejemplo, si vosotros no sois responsables de los trabajos domésticos y de los cuidados, ellos van a aprender que los hombres no se responsabilizan de estos temas y lo van a seguir perpetuando generación tras generación.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/27/mamas_papas/1582815100_655532.html

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El 8-M no es una fiesta, sigue la lucha

Por: Carmen Domingo

El feminismo no es un alegre festejo del orgullo de ser mujer. Es un movimiento que lucha por el pleno acceso de las mujeres, sí, mujeres, al ejercicio de sus derechos, tantas veces pisoteados

Habrá que recordar todo esto, digo, porque parece que la posmodernidad capitalista quiere sustituir las reivindicaciones de las trabajadoras y luchas feministas por una celebración despolitizada de la identidad de las mujeres. Sus orígenes no pueden por menos que evocarnos a todo lo contrario.

Porque el feminismo no es un alegre festejo del orgullo de ser mujer, ni siquiera lo es del orgullo de pertenecer a alguna de las recién proclamadas diversidades, tan de moda hoy en día. El feminismo es un movimiento que lucha por el pleno acceso de las mujeres, sí mujeres, al ejercicio de sus derechos, tantas veces pisoteados. Por eso sorprenden varias de las reivindicaciones que en estos días, previos al 8M, se han sucedido. La primera es que hayan sido numerosas las convocatorias vinculadas a la celebración del 8M en las que en sus carteles ni siquiera se menciona la palabra mujer. Como si pasáramos a ser un ente invitado de nuestra celebración, como podían ser las gallinas o las tortugas. Nadie se imaginaría el día del Orgullo gay sin los gays. Pues parece que sí que nos imaginamos, o eso quieren, un 8M sin mujeres.

La segunda, que estos días, en aras de la posmodernidad y con intención de engrosar las filas del feminismo (parece ser el 51% de la población es suficiente), hayamos asistido a cómo, desde colectivos supuestamente feministas, se ha llevado a cabo la defensa e inclusión en el movimiento feminista de las participantes de prácticas que oprimen a la mujer: la prostitución, los vientres de alquiler, o lo que han dado en llamar binarismo de género apelando a su libertad para decidir. Argumentos amparados en la “inclusión” y el orgullo afirmativo de la capacidad de decisión que tenemos las mujeres justo en unos temas que para el feminismo han sido percibidos, desde siempre, como una vulneración de los derechos de las mujeres.

Ya me perdonarán, pero hace falta tener muy poca vergüenza para hablar de derecho de la mujer a elegir en libertad poder ejercer la prostitución, mientras millones de mujeres están siendo explotadas sexualmente. Hace falta tener muy poco respeto por las mujeres a las que compran sus hijos para defender el “deseo” de terceros — me da igual por parte hombres que por mujeres— a tener un hijo, por delante del derecho de esa mujer y de ese niño a estar y saber quién es su madre y a vivir y crecer a su lado. Hace falta muy poco conocimiento de la biología para pedir que se reconozca un género cambiante cuando justo el género es el constructo social por el que nos oprimen a las mujeres y que las feministas llevamos tiempo tratando de eliminar, porque es una invención. Las mujeres no queremos acabar desapareciendo en aras de no binarismos, géneros fluidos, agéneros y diversidades varias.

Habrá que empezar en el ayer, digo, para que no nos olvidemos del hoy y terminemos convirtiendo la lucha feminista en una lucha de todos y para todos. Es la lucha de las mujeres y para las mujeres, y en ella queremos: mostrar nuestra agenda política; reivindicar nuestra lucha contra la explotación reproductiva; reafirmarnos en nuestro firme convencimiento a negarnos a aceptar la explotación sexual de mujeres y niñas; mantenernos firmes en nuestra lucha contra la precarización, la discriminación laboral, la explotación económica y el abuso sistemático que seguimos sufriendo las mujeres en estos tiempos. Por eso el 8M es nuestro, de las mujeres, y en él reivindicaremos nuestros derechos.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/ccaa/2020/02/25/catalunya/1582634497_799074.html

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Adriana Guzmán desde Bolivia: “Este golpe es para escarmentar al gobierno de un indio»

Por Claudia Korol

Adriana Guzmán forma parte de los movimientos Feminismo Comunitario Antipatriarcal de Bolivia y Feministas de Abya Yala. Se reconoció en esa lucha con otras compañeras en la Guerra del Gas en 2003. Suele decir que aprendió en la calle de qué se trata el patriarcado y por qué el feminismo es una herramienta fundamental para crear otras formas de vida.

Compartimos esta entrevista realizada por la educadora popular Claudia Korol

¿Cómo caracteriza al golpe?

Hay un dolor profundo frente al triunfo de este golpe cívico, militar, fundamentalista, empresarial. Estas movilizaciones empezaron después de las elecciones del 20 de octubre, cuando se acusó de fraude al proceso electoral en el que Evo Morales obtuvo un 10% más de votos frente al segundo candidato Carlos Mesa. Había un descontento en sectores de la sociedad por la repostulación del Evo. Como Feministas Comunitarias Antipatriarcales hacemos una autocrítica ahí. Creemos que habría que repensar esa postulación del Evo. Pero por otro lado, había un montón de imposiciones de los otros partidos. Por ejemplo Carlos Mesa, siendo genocida, coautor de la Masacre del Gas, estaba yendo a las elecciones como candidato.

—¿Quiénes son los protagonistas del golpe?

—Por un lado está la oposición que en términos democráticos se habría visto afectada por el supuesto fraude, encabezada por Carlos Mesa. Fue vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Losada, coautor de la Masacre del Gas, y la última cara que tuvo que utilizar la oposición de los partidos políticos, una oposición anacrónica, sin propuesta, sin rostros, que había quedado destrozada con estos años del proceso de cambio. Partidos que ni siquiera existen ya sus siglas, se juntan y ponen a Carlos Mesa como su candidato. Esa sería la oposición política.

El otro es el grupo de derecha fascista encabezado por el Comité Cívico de Santa Cruz, donde está Luis Fernando Camacho como Presidente. Es una instancia que inventan los empresarios para participar en decisiones, en la elaboración de leyes para defender sus intereses. Representa a los empresarios, oligarcas y a los terratenientes socios de las transnacionales, del Oriente boliviano. El Oriente boliviano está tomado por los terratenientes, que han obtenido sus tierras del regalo de la dictadura, y que han sometido ahí a los pueblos indígenas, a migrantes de La Paz, de otros departamentos, migrantes aymaras y quechuas, para su servicio, como sus peones. Es la oposición económica que ha encabezado este golpe de estado. Luis Fernando Camacho está vinculado además a los carteles del narcotráfico. Es hijo de un paramilitar que ha estado al servicio de la dictadura. Eso es lo que representan quienes ha encabezado este golpe de Estado.

Hay sectores políticos que no nombran este momento como un golpe de estado ¿Por qué ustedes lo caracterizan así?

Primero, porque se ha buscado la desestabilización social, política, sembrar terror con grupos armados en diferentes lugares. Armados con armas de fuego, con cascos, con escudos. Se ha articulado a grupos universitarios, paraestatales, paramilitares, grupos fascistas, racistas, que ya había desde el 2008, como la Unión Juvenil Cruceñista. Sembrar el terror, desestabilizar políticamente, es la primera característica del golpe. Aliarse con la policía después, que se amotina. Convocar a los militares que se suman supuestamente a defender al pueblo. ¿Cuál pueblo? El que encabeza Luis Fernando Camacho. Todas esas son características de un golpe. Finalmente, lo vemos hoy, cuando en vez de que entre Carlos Mesa al Palacio de Gobierno después de la renuncia de Evo, no lo hace él. Lo hace Luis Fernando Camacho, representante de estos empresarios, de la Iglesia, del peor fundamentalismo del país. Impone la bandera, la Biblia y convoca a una Junta cívico militar, donde estarían militares, y personajes “notables”, que son ellos.

Este golpe de estado ha tenido por un lado características tradicionales, como la presencia de los militares, de la policía, pero también características distintas, promoviendo el enfrentamiento entre vecinos, lo que se ha logrado gracias a la profundización del racismo. Han salido vecinos a decir que “basta del gobierno de indios, de ladrones”. Todos los que tenemos cara de indios somos señalados como parte del MAS. Especialmente las que somos mujeres originarias indígenas. El golpe de estado es también un golpe a las mujeres, a las organizaciones sociales. Por el amedrentamiento, por la humillación. Es un doble golpe. No es solamente al Estado, al gobierno, sino también a las organizaciones sociales.

Como Feministas Comunitarias Antipatriarcales ¿qué valoración hacen del gobierno de Evo?

Como Feministas Comunitarias Antipatriarcales hemos sido parte de este proceso de cambio, lo hemos construido. Se ha parido este feminismo en el proceso de cambio. Los principales debates han estado en la Asamblea Constituyente. Lo plurinacional, el reconocimiento de los pueblos, el ejercicio de nuestra autonomía, de nuestra autodeterminación. Hoy hay autonomías originarias, indígenas, campesinas. Con muchas limitaciones, sí, pero se están construyendo, se está haciendo el camino de la reconstitución del territorio, que era lo que queríamos como pueblos. Las cosas que dice la Constitución: el estado de base comunitaria, la economía comunitaria. El artículo 338, que habla del trabajo impago de las mujeres, que el trabajo del hogar produce riqueza, y debe ser contabilizado en las arcas del Estado. Esos debates se han traducido en leyes, que se han traducido en programas, posibilidades, acciones concretas.

Sin embargo, también hay críticas al gobierno de Evo Morales en relación al extractivismo ¿verdad?

Principalmente en el área económica tenemos las críticas. No se ha transformado la matriz capitalista del sistema, no se ha afectado a los intereses de los empresarios, de los ganaderos, de los madereros. Eso es cierto. También había contratos de 100 años de duración. No ha habido la decisión política para nacionalizar por ejemplo la minería, que era uno de los pedidos que hacíamos. Sin embargo, ha habido muchos logros en término del reconocimiento de los pueblos originarios, de ir construyendo haciendo camino, para nuestra propia educación, nuestra propia organización política. Cambios que hemos ido haciendo, incluso más allá del Estado, incluso a pesar del Estado.

¿Se puede, como feminista, defender a un presidente al que se caracteriza como machista?

Como feministas tenemos muchas críticas a Evo Morales, por la matriz económica, por el extractivismo. Hemos cuestionado su machismo. Pero entendemos también que tener un presidente en el cual nos miramos, aunque sea un presidente machista, no es lo mismo que tener un presidente blanco, empresario, oligarca… como Macri. Entendemos la diferencia. La entendemos en el cuerpo, no sólo racionalmente. Para nosotras era importante que Evo sea presidente. Era paralelo al proceso que hemos hecho las organizaciones sociales de transformación cotidiana, de poder mirarnos al espejo, reconocernos, nombrarnos. Contra todo esto viene el golpe de estado. Por eso la humillación. Por eso el escarmiento. Por eso la quema de la whipala.

¿Qué significa el racismo como componente estructural del golpe de estado?

En el proceso se ha planteado una descolonización desde la educación, en diferentes políticas públicas, tanto en el Estado como en las organizaciones. No sólo en la recuperación de prácticas ancestrales, sino en la recuperación epistemológica de pensar de otra forma, de gestionar el poder de otra forma. Sin embargo, a pesar de esa descolonización, no habíamos profundizado el racismo. ¿Por qué? Porque el racismo es un ejercicio de privilegios. La forma de acabar con el racismo, era acabar con esos privilegios que vienen del mundo económico principalmente. Los privilegios que tienen los oligarcas, los terratenientes, no se han afectado como hubiera sido necesario.

Además, el racismo es transversal, no corresponde a un sólo espacio o partido político…

Una muestra de este racismo, está también en las prácticas de la izquierda y de ciertos feminismos. Una izquierda colonial que asume que las organizaciones originarias, campesinas, sirven para tirar piedras, para hacer bloqueos, y no para decidir cómo queremos vivir. Esa ha sido la pugna en la Asamblea Constituyente, y la pugna entre feminismos burgueses, blancos, clasemedieros, y el feminismo comunitario. Y por blanco, por burgués, me estoy refiriendo específicamente a las feministas que intervienen desde sus privilegios, desde su clase, desde su casa, su trabajo consolidado, su dinero, su apellido. Han juzgado al gobierno no sólo por sus errores políticos. Lo han juzgado por indios. En esta coyuntura, primero se han pronunciado denunciando el fraude, pero sin cuestionar que Carlos Mesa, el otro candidato, es un genocida. En medio de las movilizaciones, han planteado esta disputa como un enfrentamiento de machos, sin mirar el racismo. Para continuar, han deslegitimado nuestras denuncias de racismo, diciendo que hablar de racismo era una campaña que estaba haciendo el gobierno. Como si éste no hubiera sido un país colonizado por los españoles, invadido y violado sistemáticamente. Como si se pudiera borrar por un partido, el Movimiento Al Socialismo en este momento, estos años de colonización y de racismo.

¿Qué pierden las mujeres y el pueblo con este golpe?

¿Qué estamos perdiendo con este golpe al Estado Plurinacional, para imponer la República católica, cristiana? Este golpe es para escarmentar al gobierno de un indio, y poner seguramente una junta militar integrada por militares y personajes notables. Ahí está el colonialismo. Suplantar al indio por militares y notables. Este golpe es contra el gobierno indígena, originario, acompañado de las organizaciones campesinas y los movimientos sociales. Es un escarmiento para que no se nos vuelva a ocurrir que es posible vivir fuera del capitalismo, que el vivir bien pueda ser una posibilidad, que no se nos vuelva a ocurrir la autodeterminación, que podamos autogobernarnos, auto organizarnos. Que aceptemos este sistema capitalista, neoliberal, patriarcal, colonialista. Ése es el mensaje.

¿Cómo crees que puede cambiar la vida de las comunidades indígenas, originarias? Especialmente en el caso de las mujeres.

Va a haber un retroceso absoluto en todos los derechos logrados. Ya se habla que se van a derogar leyes, como la Ley 348 que asegura una vida libre de violencia, que reconoce el feminicidio, una ley con la que nunca han estado de acuerdo los fascistas. Se va a ir en contra de los derechos conquistados, de estos logros simbólicos y reales. También se van a atacar las universidades indígenas. En este proceso de cambio, y no en otro, y por la lucha de las organizaciones sociales, tenemos universidades indígenas, donde van jóvenes que estudian lo que necesita su comunidad, y que después de estudiar eso vuelven a servir a su comunidad. No universidades que producen empresarios y desclasados para el mundo, como son las universidades en las ciudades. Lo que perdemos es la posibilidad de haber hecho este proceso de transformaciones con el acompañamiento del Estado. Pero no perdemos la esperanza. No perdemos la convicción, no perdemos los sueños, no perdemos la urgencia de hacer otro mundo posible. Es mucho más difícil en un estado fascista, pero nosotros, nosotras, vamos a seguir haciéndolo.

¿Cuál es la situación en este momento, mientras Evo Morales ya está fuera de Bolivia?

Los golpistas están tomando los canales. Están tomadas las radios comunitarias. Desde los medios de comunicación tomados todos por los golpistas, se denuncia que se están haciendo saqueos, sembrando el terror a nombre del MAS. Se dice que son hermanas y hermanos que vienen de las comunidades, y no es así. Hacen estas denuncias para deslegitimar nuestra Resistencia. Las organizaciones sociales no están haciendo ningún saqueo, porque son parte del pueblo en resistencia. Se quiere desprestigiar nuestra Resistencia. Las organizaciones sociales han convocado al cerco de La Paz, se ha cortado el agua en la Paz. Vamos a recuperar La Paz, y nos vamos a ir reorganizando.

¿Qué necesita el pueblo en resistencia de los pueblos de otros territorios? ¿Qué necesitan ustedes de los feminismos transnacionales?

Nuestra convocatoria, hermanas y compañeras, más allá de las fronteras: Nos conocemos, nos hemos mirado. La primera es la confianza en la palabra nuestra, porque la información que está circulando es que aquí no hay ningún golpe, que todo está bien. Lo cierto es que están los militares y los policías apoyando a los golpistas, amedrentando a las organizaciones. Esto es un golpe. Necesitamos que lo digan. Necesitamos que compartan nuestra indignación, nuestro dolor, y que compartan también nuestro miedo, frente a lo que están generando estos grupos armados. Nuestra convocatoria es también a cuestionarnos como feministas. Este análisis reducido de pensar que todos son los mismos, que el Evo era lo mismo que los otros, o que es solo una disputa entre machos, no nos deja ver cómo disputa el patriarcado, el capitalismo, las variables económicas, coloniales, del sistema. No nos deja ver que con el fascismo no se dialoga. El fascismo no escucha. El fascismo no retrocede. El fascismo elimina. Con las humillaciones están tratando de eliminar nuestras luchas. Las convocamos a denunciar esto, y a construir un feminismo que sea comunitario, popular, piquetero, desde estos territorios, que no esté más allá del bien y del mal, que no sea funcional a la derecha finalmente.

Fuente: http://vocesenlucha.com/entrevista-a-adriana-guzman-por-claudia-korol/

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Celeste McDougal: “Presentaremos el proyecto de ley del aborto en Argentina hasta que se apruebe”

Por: Marta Martínez. 

El Senado argentino rechazó el año pasado el proyecto para legalizar el aborto hasta la semana 14 que había aprobado la Cámara de Diputados. Ese fue un día de desilusión, pero también demostró la fuerza de la campaña a favor del aborto legal en las calles. La interrupción voluntaria del embarazo ha dejado de ser un tabú en Argentina, se ha colado en las casas y ha llenado calles. La marea verde se ha convertido en un referente y ha inspirado a otros movimientos en el continente y en el mundo. Celeste McDougall, historiadora, profesora en educación sexual y una de las referentes de la Campaña por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito en Argentina, ha visitado Bilbao para dar a conocer esta lucha.

Este mes se ha celebrado en La Plata un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres. Esta cita es cada año más multitudinaria. ¿Cómo ha sido su evolución y por qué está creciendo tanto?

-El primer encuentro fue en 1986, entonces eran 1.000 mujeres. Fue aumentando progresivamente, 3.000, 4.000, 5.000 cada año, pero pegó un salto muy importante en 2001, que es un año de mucha crisis en Argentina, llegamos a ser 20.000. ¿Por qué sucede eso? Porque en las situaciones de crisis, las más afectadas siempre son las mujeres. Después conforme fueron pasando los años fue aumentado hasta que se dio otro pico muy importante en 2017, cuando se reunieron en Rosario alrededor de 100.000. Ese fue tan grande porque veníamos de todo el proceso de Ni una menos, que hizo que las mujeres salieran a la calle. Para mí se explica por momentos de necesidad de salir y de una construcción sostenida con los años que se va construyendo masividad.​

Este año, en la marcha de La Plata han participado 200.000 personas. ¿Qué demandas hacen al próximo gobierno (Argentina celebra elecciones este domingo)?

-Un poco de todo, lo que tienen los encuentros nacionales es que van mujeres de todos los sectores políticos, no hay una única dirección ni una única intencionalidad política. No hay una hegemonía, no hay quien lleve la voz cantante. Respecto a las demandas, hay de todo, desde grandes consignas y consignas que nos aúnan a todas como el aborto legal, pasando por mujeres que están pidiendo el reconocimiento de sus corporalidades como no patológicas, que son todas las compañeras que hacen activismo gordo, pasando por las pibas de fútbol feminista. En definitiva, hay grandes tópicos que nos aúnan y después hay algo de la experiencia de lo que nos pasa a cada una de las mujeres.

¿Por dónde pasa ahora la lucha por la legalización del aborto?

-Presentamos un nuevo proyecto el 28 de mayo, hicimos una movilización muy grande, nos juntamos 500.000 mujeres;cuándo y cómo se va a tratar ya no depende de nosotras, depende del Congreso nacional, de hecho, este año casi no funcionó el congreso porque están todos y todas en campaña nacional. Nosotras seguimos exigiendo a los poderes ejecutivos y legislativos que debatan y sancionen el proyecto de ley. Durante este año o el año que viene se debería poder tratar y, si no, lo vamos a volver a presentar, así hasta que se apruebe. Mientras tanto, seguimos haciendo acciones de visibilización, de concientización, de garantía del derecho de los abortos que ya son legales en el sistema de salud, de educación.

¿Y qué dicen los candidatos?

-De los cinco candidatos que han pasado, uno es de izquierda revolucionaria y toda la lista está a favor del derecho al aborto;en la lista de lo que va a ganar, el peronismo con sectores del kirchnerismo, el candidato principal (Alberto Fernández) dijo que estaba de acuerdo, después le puso un poco de paños fríos y dijo que solamente había que avanzar en la despenalización y después ver, pero en la lista hay alternadas personas antiderechos y personas proderechos de las mujeres;en el oficialismo, el candidato del gobierno se pronunció en contra pero a favor de habilitar el debate, que fue lo que hizo el año pasado, cosa que no había hecho el kirchnerismo durante 12 años. También en la lista del oficialismo hay candidatos proderecho y candidatos que no, y después las otras dos listas son directamente fascistas que están en contra de cualquier derecho. El panorama no es muy alentador, la balanza está más para el no que para el sí. Eso a nivel político, porque a nivel social logramos un nivel de adhesión muy importante.

El campaña por el aborto legal se ha convertido en un gran movimiento social en Argentina que se ha dado a conocer en todo el mundo. ¿A qué atribuyen ese éxito?

-Para nosotras el “éxito” lo habremos logrado cuando ninguna mujer muera más por aborto clandestino y ninguna mujer tenga que someterse a prácticas inseguras. ¿Por qué hemos tenido repercusión y masificación? Me parece que lo que se generó fue un alto nivel de organización, logramos que se autoorganizaran diferentes colectivos al calor de la lucha por el derecho al aborto, desde el colectivo de las actrices, que son las más famosas, hasta escritoras, músicas, cirqueras. Eso nos dio mucha visibilización en los medios. Sucede en nuestra sociedad que lo que no se nombra, lo que no se dice, no sucede. Se empezó a hablar, empezamos a salir en los diarios. El poder que tienen los medios de comunicación para convocar, para construir sentido es muy fuerte. Y nosotras lo pudimos utilizar muy bien, y también las redes sociales. Logramos un nivel de repercusión muy grande.

Lograron que el debate llegara a las calles y a las casas…

-En un momento se hizo un redazo del ‘Yo aborté’, entonces todas contaban sus abortos, fue muy fuerte.

¿Qué retos tiene el movimiento feminista en Argentina?

-Lo que tiene de interesante el movimiento feminista en Argentina es que aborda una gran multiplicidad de temas. En el encuentro hubo 174 talleres con diferentes temáticas, desde mujer y sindicalismo, a mujer y gordofobia, pasando por mujer y sexualidad, abuso sexual en la infancia… ¿Yo te podría decir cuál de esos temas es el prioritario? No, en realidad para la mujer, la lesbiana, la travesti, la trans que fue a ese taller, ese tema es el fundamental. A la vez te diría, el tema del derecho al aborto es central, pero ya logramos masificación y difusión, necesitamos que otros temas tengan la misma masificación y difusión. Hay temas como el abuso sexual en la infancia que son clave.

¿Cuáles son las cifras del aborto en Argentina?

-Cifras exactas no tenemos porque es clandestino. Se calcula que hay entre 450.000 y 500.000 abortos por año en Argentina, de los cuales la gran mayoría son inseguros. Nosotras exigimos también que haya estadísticas oficiales, cifras.

las claves

“El panorama no es muy alentador a nivel político, porque a nivel social logramos un nivel de adhesión muy importante”

“ El tema del derecho al aborto es central, pero ya logramos masificación y difusión, necesitamos que otros temas tengan lo mismo”

Fuente de la entrevista: https://www.deia.eus/2019/10/27/mundo/presentaremos-el-proyecto-de-ley-del-aborto-en-argentina-hasta-que-se-apruebe#Loleido

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Entrevista a Valérie Rey-RobertV: “En Francia denunciar las agresiones sexuales nos convierte en traidoras a la nación”

Redacción: Rebelión

Al menos 85 mujeres asesinadas por su pareja o expareja. Es el número de feminicidios en Francia entre enero y principios de agosto. Una cifra que alarma cada vez más a la opinión pública francesa. El reconocimiento y la denuncia de la violencia de género parece abrirse paso en un país antaño referente del feminismo, pero en el que en los últimos tiempos movimientos como el #Metoo u otras movilizaciones feministas han encontrado una mayor resistencia o desapego. Valérie Rey-Robert es una de esas mujeres que lucharon contra viento y marea ante la invisibilización de los abusos sexistas.
Autora del influyente blog Crêpe Georgette, estuvo entre las víctimas de la Liga del Lol, un grupo de hombres periodistas y publicistas que se dedicaban a acosar en las redes sociales a militantes feministas. Ha publicado este año el libro Une culture du viol à la française (Una cultura de la violación a la francesa).
En este sugerente ensayo cuestiona los prejuicios sexistas que originan las violencias sexuales. Un sexismo presente desde los relatos bíblicos hasta Juego de Tronos. Pero también imperante en el patrimonio cultural de Francia, cuna del amor cortés y de la galantería y el libertinaje rococós.
“Cuando las feministas francesas denuncian las violencias sexuales, se les responde que no son abusos, sino una forma de entender las relaciones amorosas que se fundamenta en una cierta dominación masculina”, asegura Rey-Robert. En esta entrevista en una cafetería en Bourg-la-Reine, en la periferia sur de París, analiza el concepto de cultura de la violación, los estereotipos predominantes sobre los agresores sexuales y el retraso de la causa feminista en Francia.
¿En qué consiste la cultura de la violación? 
La cultura de la violación es el conjunto de ideas recibidas sobre la violación, sus víctimas y los autores. Estas sirven para reducir la responsabilidad de los violadores y culpabilizar a las víctimas e invisibilizarlas. Hablamos de cultura de la violación porque estas ideas están impregnadas en toda la sociedad y se transmiten de generación en generación. Por este motivo, creo que es importante utilizar el término cultura.
A menudo la idea predominante en la sociedad de qué es una violación no se corresponde con la realidad…
Cuando hablamos de las violaciones de forma abstracta, todo el mundo se opone a ellas. Pero cuando se trata de un caso concreto en el que está implicado uno de nuestros directores de cine preferidos, un político o una persona de nuestro entorno, entonces el discurso cambia completamente y, en lugar de creer a las víctimas, las culpabilizamos. La violación es uno de los pocos delitos en los que sucede esto. Lo que dificulta que se reduzca el número de agresiones. Hasta que no logremos contradecir los prejuicios predominantes no podremos avanzar.
¿Cuáles son los principales lugares comunes sobre los autores y las víctimas de violaciones?
Sobre los autores de las violaciones, que estos son personas desconocidas por la víctima, con una mala vida sexual, feos, desgraciados, pobres, de origen extranjero… También que estas agresiones se producen sobre todo durante la noche y que sus autores amenazan a la víctima con un cuchillo. Pero todo esto es falso, ya que en el 90% de los casos las víctimas conocen a los autores de la violación. Estos pertenecen a todas las clases y categorías sociales. Respecto a las víctimas, los estereotipos siempre sugieren que estas lo han buscado. O bien porque son demasiado guapas y han provocado al violador, tan feas que no puede ser que no hayan consentido la relación, bebieron demasiado… No hay una buena víctima de una violación y estas siempre son juzgadas por sus reacciones.
De hecho, uno de los prejuicios más habituales es que las mujeres suelen mentir cuando denuncian una violación… 
Sí, exacto, pero los estudios realizados en países occidentales nos muestran que solo entre un 6% y el 8% de las denuncias de violación resultan falsas. En Estados Unidos, se llevó a cabo un amplio informe sobre la criminalidad durante los últimos diez años en el que se demostró que hay más hombres condenados injustamente por un homicidio que por haber violado. Por desgracia, uno de los prejuicios machistas más habituales es que las mujeres mienten.
Encontramos esta idea desde la literatura mitológica, con la Biblia y los mitos grecorromanos, pero también en la cultura contemporánea, por ejemplo, en el cine negro estadounidense con la figura de la femme fatale. El tópico de la mujer mentirosa ha estado presente en más de mil años de historia occidental.
 
EXISTE UNA ESPECIFICIDAD FRANCESA, QUE UTILIZA –Y MANIPULA– LA HISTORIA Y EL ARTE PARA JUSTIFICAR A LOS VIOLADORES
 
Como explicas en Une culture du viol à la française, el concepto de cultura de violación aparece primero en Estados Unidos a principios de los setenta. ¿Cómo surgió? 
Los movimientos feministas no empezaron a concentrarse en la denuncia de las violencias sexuales hasta la década de los setenta. Antes sus principales reivindicaciones habían sido el derecho a voto, al aborto o la contracepción.
Pero a principios de los setenta empiezan a utilizar el concepto de cultura de la violación en Estados Unidos para denunciar que las agresiones sexuales están presentes en todas las capas de la sociedad y que no se trata de un fenómeno extraño como se creía entonces, cuando predominaba el tópico de que había pocas agresiones sexuales y estas eran protagonizadas por hombres monstruosos y padecidas por mujeres con malas costumbres.
En tu ensayo hablas de una “cultura de violación a la francesa”. ¿Hay alguna especificidad francesa?
 
Al utilizar este concepto, no quiero decir que Francia sea más permisiva con las violaciones que otros países europeos. También debe haber una cultura de la violación a la española. Pero en el caso de Francia existen algunas especificidades sistemáticas. Cuando feministas francesas denuncian las violencias sexuales, se les responde que no son abusos sino una forma de entender las relaciones amorosas que se fundamenta en una cierta dominación masculina.
Y se asegura que no hace falta cambiar nada ya que forma parte nuestro patrimonio cultural. Cuando en 2011 y 2015 se destaparon los escándalos sexuales de Dominique Strauss Kahn [exdirector del Fondo Monetario Internacional], los tertulianos franceses solían repetir frases como: “No serán los estadounidenses los que nos enseñen cómo se hace el amor, dado que nosotros somos especialistas en ello”. Existe una especificidad francesa, que utiliza –y manipula– la historia y el arte para justificar a los violadores.
 
¿A qué te refieres cuando hablas de cultura francesa? ¿Al amor cortés desarrollado por la literatura de los trovadores? ¿A la galantería y el libertinaje del arte rococó? 
A la cultura francesa en un sentido amplio. Es decir, nuestra forma de percibir la violencia sexual, las leyes votadas en el pasado sobre esta cuestión… Pero también la cultura artística, como el libertinaje del arte rococó o el amor cortés. En Francia, consideramos las obras de arte clásicas como sagradas. Si decimos que en un cuadro como La résistance inutile (La resistencia inútil) de Jean-Honoré Fragonard o en libros como Les liaisons dangereuses (Las amistades peligrosas) de Pierre Choderlos de Laclos se describe una escena de violación, se nos dirá que ensuciamos estas obras. Estas son utilizadas asimismo para justificar que en las relaciones entre un hombre y una mujer hay una cierta violencia y que estas relaciones heterosexuales forman parte del patrimonio francés.
Entonces, criticar la cultura de la violación es percibido como un ataque a la cultura francesa… 
Sí, este es uno de los grandes problemas. Cuando a finales de 2017 emergió el movimiento Balance ton porc (Denuncia a tu cerdo) –el equivalente francés de #MeToo–, las mujeres que denunciaron abusos sexuales fueron comparadas con los franceses que delataron a judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Estas críticas se produjeron en varias ocasiones. Con ellas se insinuó que denunciar las violencias sexuales nos convierte en traidoras a la nación. Para algunos, criticar la cultura de la violación resulta sinónimo de atacar la cultura francesa.
 
A diferencia de España o Estados Unidos, el movimiento #MeToo ha tenido un impacto más bien débil en la sociedad francesa. ¿Cómo explicas este retraso del feminismo en Francia, un país referente durante la segunda ola del feminismo en los sesenta y setenta?
Como apuntan las feministas estadounidenses Joan Scott y Christine Delphy, esto refleja la incapacidad del movimiento feminista francés de cuestionar la heterosexualidad. Cuando se produjo en 2011 el caso de Strauss Kahn –acusado de haber violado en el Sofitel de Nueva York a la limpiadora Nafissatou Diallo–, varios tertulianos franceses dijeron que los estadounidenses no comprendían nada, que eran demasiado puritanos.
Entonces, la socióloga francesa Irène Théry publicó un artículo en el que reivindicaba el encanto del coito robado. Era un discurso muy extraño para una intelectual que se reivindica como feminista. Scott le respondió con otra tribuna en la que aseguraba que en Francia existe una dificultad en el seno del feminismo para hablar del sexo y las violencias sexuales. Resulta prácticamente una cuestión tabú.
 
De hecho, sorprendió la tribuna publicada en 2018 en Le Monde en la que conocidas actrices como Catherine Deneuve o escritoras como Catherine Millet reivindicaban la “libertad de importunar” de los hombres…
 
Esta respondía al mismo prisma de la cultura francesa. Es decir, el elogio de la galantería. Algunas de las autoras de la tribuna defendían la idea de que las violencias sexuales cometidas por los hombres de una determinada clase social no son tan graves. Cuando defienden la libertad de importunar, no reivindican la de un hombre mayor que huele mal en el metro, sino la de un hombre rico. Se trata de una posición clasista.
 
¿La cultura de la violación también se fundamenta en el racismo?
 
  Sí, porque tendemos a ver al violador como el otro. Su estereotipo no se corresponde con el hombre de bien, aburguesado, sino con el inmigrante de la banlieue [barrios populares con elevados porcentajes de población de origen extranjero]. Durante el periodo colonial, se construyó en Francia la imagen del hombre magrebí como un violador por esencia, que abusaba de las mujeres al tener unas pulsiones sexuales muy fuertes.
Este imaginario estaba tan presente que cuando se cerraron los prostíbulos en Francia en 1946, esta nueva legislación se aplicó en todo el territorio francés excepto en Argelia y en el barrio de la Goutte d’Or en París, en el norte de la capital francesa, en el que había una gran presencia de población argelina.
HAY QUE SER MÁS CONTUNDENTE CON LAS FEMINISTAS XENÓFOBAS Y DECIRLES QUE EL RACISMO ES INCOMPATIBLE CON EL FEMINISMO
En definitiva, en Francia predomina la imagen de los árabes y los negros como hombres más proclives a cometer delitos sexuales al sentirse especialmente atraídos por las mujeres blancas. A principios de los 2000, empezó a hablarse de las tournantes [rotatorias] para designar las numerosas violaciones colectivas que se producían en las banlieues, aunque los sociólogos pusieron en duda que este fenómeno fuera específico de los barrios populares.
Cuando la Nochevieja de 2015 se produjeron las agresiones sexuales en Colonia, mucha gente se mostró preocupada por las violencias sexuales y aseguró que su naturaleza era distinta cuando sirios o iraquíes cometían estos actos en lugar de hombres blancos.
Pero también hay numerosos ejemplos de violaciones colectivas protagonizadas por hombres occidentales, como el famoso caso de la Manada en España. 
Sí, en la Oktober Fest en Baviera (Alemania) suelen producirse tantas agresiones sexuales que tuvieron que crear un espacio específico para las mujeres para que estas pudieran sentirse seguras. En los Sanfermines en España sigue habiendo violencias sexuales. Sin embargo, casos como el de la Manada no aparecen en las portadas de la prensa francesa, como sí sucedió con las agresiones en Colonia.
Cuando surgió el movimiento #MeToo, el caso que tuvo un mayor eco mediático en Francia fue el de Tariq Ramadan, un famoso teólogo musulmán inculpado por dos presuntas violaciones. Entrevistaron a varios especialistas sobre el islam, lo que daba a entender que, si había violado, era en relación con su confesión musulmana. Pero en realidad parece ser el típico caso de abuso sexual, poco tiene que ver con el islam.
¿Cómo se debería hacer frente a estos prejuicios xenófobos y al pinkwashing que algunos partidos de ultraderecha utilizan para apropiarse del feminismo?
Tenemos que ser más precisos con las cifras y recordar que los datos nos muestran que las agresiones sexuales son cometidas por todo tipo de hombres, de cualquier clase social. En Francia no disponemos de estadísticas étnicas, pero sí en Estados Unidos donde observamos que el número de negros condenados a penas de prisión por casos de violación es superior al de los blancos.
Pero esto se debe sobre todo a disfunciones de la justicia. Porque si nos fijamos en el tipo de mujeres que son violadas, esto nos muestra que los negros no violan más que los blancos. También hay que ser más contundente con las feministas xenófobas y decirles que el racismo es incompatible con el feminismo.
¿Cómo hay que combatir la cultura de la violación? ¿Hacen falta nuevas leyes?
 
La legislación actual me parece suficiente, pero sí que hay que hacer grandes esfuerzos para educar de otra manera. Hace falta poner en duda todos los prejuicios sobre las violencias sexuales. Mientras la justicia siga formando parte de la cultura de la violación, no sirve para nada aprobar leyes más duras. Lo pudisteis comprobar en España con el caso de la Manada en el que uno de los jueces de la Audiencia de Navarra pronunció un voto particular absolutamente increíble. Así pues, hay que educar a todas aquellas personas susceptibles de estar en contacto con víctimas de agresiones, como los jueces, policías o profesionales de los servicios sociales.
¿Qué piensas del movimiento feminista español?
 
Me genera cierta envidia. Se ha convertido en todo un ejemplo por su gran capacidad de movilización. A menudo se describe España como un país más machista que Francia, pero creo que es todo lo contrario. Siento una gran admiración por las feministas españolas.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259516&titular=%93en-francia-denunciar-las-agresiones-sexuales-nos-convierte-en-traidoras-a-la-naci%F3n%94-

 

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Estas mujeres no quieren que les digan cómo ser feministas

18 Julio 2019/Fuente: El país

Cuatro mujeres de distinto origen, religión, raza, identidad de género y orientación sexual explican por qué creen que el movimiento no incluye sus reclamos

Hay algo que une a las cuatro protagonistas de esta historia: todas son feministas, pero no sienten que el movimiento las represente. O al menos no por completo. En su vida diaria no las discriminan solo por ser mujeres, sino también por ser migrantes, no ser blancas o tener una orientación sexual diferente. Consideran que el feminismo debe tener en cuenta estas cuestiones para abarcar las problemáticas de todas las mujeres. “No se nos escucha y se nos dice cómo tiene que ser nuestro feminismo”, dice la profesora Zenib Laari.

El debate no es nuevo. Ya en los años 80, la activista Angela Davis publicó el libro Mujeres, raza y clase que criticaba cómo el movimiento feminista dejaba sistemáticamente fuera a las mujeres afroamericanas y de clase baja. Y en las últimas semanas el fraccionamiento del feminismo ha vuelto a estar de actualidad en España. Durante unas charlas organizadas por la escuela feminista Rosario Acuña en Gijón, la filósofa Amelia Valcárcel afirmó que la teoría queer es un “troyano” que puede destruir la lucha por la igualdad de las mujeres. En seguida, la FELGTB la acusó de marginar a las mujeres transexuales de la lucha feminista. Días después, la secretaria de Igualdad del PSOE y vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, aseguró que el feminismo «no» es de «todas» sino que está vinculado al pensamiento socialista.

La interseccionalidad es una forma de abordar este problema. El término, acuñado por la profesora de la Universidad de Columbia (EE UU) Kimberlé Williams Crenshaw, contempla que una mujer puede estar oprimida por distintos elementos. La profesora lo ejemplifica con una imagen muy concreta. Para ella, el racismo, el sexismo, el clasismo o la homofobia son ejes que atraviesan nuestra cultura. “Pensad en calles que van del norte al sur y del este al oeste y que el tráfico es la discriminación que las atraviesa. Algunas personas viven en esas intersecciones”. El problema se agrava cuando los movimientos sociales que apelan a esas personas solo tienen en cuenta una de esas intersecciones y obvian las demás.

Hay un momento clave en el que el feminismo se fraccionó, para la artista y miembro de Afrogalegas Artemisa Semedo. Cuando a principios de los años veinte las sufragistas lograron el derecho a voto para la mujer en EE UU, las afroamericanas quedaron fuera. “Ese voto solo lo lograron las mujeres blancas y de clase media. Cuando las feministas negras aún estaban luchando por el reconocimiento de sus derechos básicos”, afirma Semedo. Y tuvieron que esperar 45 años más para que se eliminara la limitación del derecho a voto de los negros. Para retratar ese comienzo del afrofeminismo, la publicista Georgina Marcelino emplea la célebre frase de la activista negra Sojourner Truth: “¿Acaso no soy yo una mujer?”.

Tanto Georgina como Semedo creen que esa división sigue presente en el feminismo. Ninguna de las dos acudió a la manifestación del 8 de marzo porque sintieron que su presencia era requerida por distintos grupos feministas de una manera superficial. “Nos invitaron a participar a última hora, para darle un toque de color a la marcha, pero no nos escucharon”, explica Semedo. A Artemisa le habría gustado explicar que no se enfrenta a los mismos problemas una mujer española de clase media que una mujer migrante, negra, de clase baja, que no es heterosexual. Y a Georgina, que hace unas semanas moderó una mesa de debate en el Festival Antirracista que trataba este tema, le habría gustado entender por qué, mientras algunas mujeres iban a la marcha, muchas de las que limpiaban sus casas y cuidaban a sus hijos no pudieron hacer paro.

Ana María Pérez del Campo, feminista pionera durante el franquismo y la transición, cree que el feminismo lucha contra la desigualdad con independencia de que la mujer sea pobre, rica, blanca o negra. «Las mujeres tenemos la lucha perdida desde que nacimos. Y dar la batalla es tener la capacidad de unirnos». Admite que el feminismo aún no ha conquistado derechos al mismo nivel para todas las mujeres. «Ahí esta la razón para seguir luchando por la igualdad», remata. Para Lola Pérez, sexóloga y feminista, la crítica de las mujeres pertenecientes a las minorías es lícita. «Las feministas que están en el poder están muy cómodas en sus sillones y a veces no les interesa tener en cuenta a otras mujeres», explica.

Zenib Laari, hija de marroquíes, señala que el feminismo hegemónico no da cabida a las mujeres árabes y/o musulmanas. “No nos escuchan y nos dicen cómo tiene que ser nuestro feminismo”. Un punto de controversia entre ambos feminismos es el uso del hiyab o velo islámico. Algunas feministas, como la argelina Wassyla Tamzali, creen que llevar velo y ser feminista es incompatible. Y para Zenib, existe más de un único motivo para portar el velo. “Muchas veces, en Europa, las mujeres musulmanas lo usan como un símbolo de identidad por el que sufrimos discriminación pero que dice qué somos y qué queremos ser”. Aunque Zenib no lo usa normalmente, fue con velo a la marcha del 8M para demandar un feminismo interseccional.

Otro de los motivos que la llevó a reflexionar sobre el alejamiento entre el feminismo y la comunidad árabe fue el caso de la denuncia de abuso sexual y explotación laboral de las temporeras marroquíes en los campos de la fresa de Huelva. «No se le dio la importancia que debía porque eran mujeres analfabetas, migrantes y pobres», sentencia.

Fabiana Castro, una migrante mexicana y transexual, explica que su activismo se centra en buscar aliadas. Pese a que denuncia que en múltiples ocasiones ha sido excluida por no ser considerada mujer, o no se ha tenido en cuenta su realidad como mujer latina y migrante, cree firmemente en la sororidad como motor de progreso en los derechos de todas. “Si se usan nuestras interseccionalidades como pretexto para apartarse, muy difícilmente vamos a cambiar el mundo”.

Las cuatro coinciden en que el techo de cristal es un concepto que no les atañe a las mujeres ‘racializadas’ porque para poder llegar a puestos de responsabilidad, primero tienen que resolver asuntos básicos como el acceso a la vivienda, a un puesto de trabajo o a una regularización administrativa. Fabiana Castro cuenta que las mujeres transexuales tienen una tasa elevada de paro. Aunque ella estudió Ciencias de la Comunicación en su país, en España trabaja esporádicamente como limpiadora y en alguna ocasión se ha visto obligada a ejercer la prostitución. “Algunas mujeres blancas, frente al techo de cristal, están en el suelo. Nosotras estamos una serie de sótanos por debajo del suelo”, concluye Marcelino.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/07/15/actualidad/1563209191_774437.html

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Declaración de las mujeres argelinas en lucha por la igualdad y la emancipación

Redacción: Rebelión

 

Traducido por Alberto Nadal

 

Las abajo firmantes, mujeres y argelinas,

Tenemos conciencia de pertenecer a una larga historia de mujeres que han permitido la existencia de Argelia a través de los siglos y de las vicisitudes de la historia. El combate que llevamos desde hace decenios no puede ser abandonado sin que hayamos conseguido todos nuestros derechos.

El movimiento popular del 22 de febrero ha sorprendido al conjunto de las y los argelinos por su inmensidad, su diversidad y su inteligencia colectiva. Ha crecido, evolucionado de un viernes al otro y rechazado las tentativas de recuperación y de división realizadas por el régimen como respuesta a sus reivindicaciones.

La masiva presencia de mujeres en las manifestaciones ha extrañado a quienes no se habían dado cuenta de nuestra progresión en la vida pública. Presencia que en sí misma es un avance en nuestro combate. En el curso de este movimiento se han movilizado múltiples colectivos y asociaciones de mujeres; otros han nacido en todo el territorio nacional para expresar nuestra visión de una Argelia nueva, democrática y plural. Una Argelia que tenga en cuenta nuestras preocupaciones, nuestra exigencia de dignidad y de emancipación y nuestra reivindicación de igualdad. En una palabra, nuestro feminismo.

Las reivindicaciones feministas defendidas en el hirak han despertado resistencias retrógradas y provocado agresiones e intimidaciones en contra nuestra. Como consecuencia la movilización de las mujeres se ha fortalecido aún más.

Por todo ello, las abajo firmantes, mujeres representantes de 17 asociaciones y colectivos de mujeres así como independientes, de varias provincias, nos hemos reunido del 20 al 22 de junio de 2019 en Tighremt, a fin de movilizarnos como fuerza política feminista y autónoma para contribuir a la instauración de una nueva República basada en la justicia social para todas y todos y contra toda forma de discriminación.

Reivindicamos la igualdad entre los sexos, a la que se refieren las sucesivas Constituciones argelinas, que debe permitir a las mujeres tener acceso a los mismos derechos que los hombres, en los planos político, civil, económico, cultural, personal, social y jurídico, sin ningún tipo de discriminación. Esta igualdad implica poner término a las violencias físicas, económicas, sexuales, psicológicas y simbólicas contra las mujeres, la derogación del código de la familia y una participación libre y efectiva de las mujeres en todas las esferas de la sociedad.

Queremos manifestar también que las luchas que realizamos desde hace decenios han permitido conquistas que, hoy, deben encontrar una aplicación real y una transcripción efectiva en el derecho a una igualdad ciudadana plena y entera.

Por tanto, hemos decidido hacer oír nuestras voces e inscribir nuestras reivindicaciones en lo que está en juego hoy en día desde el punto de vista de la exigencia democrática.

No daremos nuestro apoyo a ninguna fuerza que nos ignore. Llamamos a todas las mujeres y grupos de mujeres a sumarse a esta movilización.

Tighremt, 21 de junio de 2019

– La Collective féministe d’Alger

– Femmes algériennes pour le changement pour l’égalité (FACE)

– Réseau Wassila/Avife

– Habiba Djahnine

– Collectif Assirem N Yellis N Djerdjer de Tizi Ouzou

– Association femmes action et développement de Annaba (AFAD)

– Association nationale femmes en communication (FEC)

– Lynda Mahieddine

– Fatma Oussedik

– Collectif pour l’émancipation des femmes (AEF)

– Collectif des femmes libres de Bouira

– SOS Femmes en détresse

– Femmes algériennes revendiquant leurs droits d’Oran (FARD)

– Collectif de femmes d’Amizour

– Association femmes rurales (AFUD)

– Association Rachda

– Cherifa Bouatta

– Collectif libre et indépendant des femmes de Béjaïa

– Rassemblement algérien des femmes démocrates (RAFD)

– Fondation pour l’égalité/ Ciddef

– Espace de résistance féminine d’Alger

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=257684

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