Documentar la prostitución y la trata para combatirla: «Las mujeres hemos carecido de épica»

Redacción: Valencia Plaza

Decía la filósofa española Amelia Valcárcel que las mujeres hemos carecido de épica. Es decir, de héroes, de figuras a las que admirar y a las que querer representar. ¿Y eso por qué? La cineasta y activista Mabel Lozano comentaba ayer en su paso por la UJI que esta ausencia de roles femeninos se debe, en parte, a «la no épica que ha fomentado el cine». «Las mujeres somos para él, las hermanas, las esposas, la víctima, las amantes…No somos las protagonistas de nada», manifestaba de forma rotunda. No obstante, no sería justo atribuirle toda la responsabilidad a la industria cinematográfica y, en efecto, la visita de la misma directora se enmarcaba dentro del Congreso Internacional Feminismes. Desafiaments en temps d’amor i còlera que la Universitat Jaume I inauguró este miércoles y que todavía celebra hoy.

L’Institut Universitari d’Estudis Feministes i de Gènere Purificación Escribano celebra una década de trabajo, si bien su trayectoria se remonta a hace 27 años cuando se creaba la propia universidad. Para ello, su aniversario no podía ser otro que el de reflexionar, dialogar y debatir sobre la situación del feminismo en la actualidad, abordando para ello aspectos tan heterogéneos como la trata y prostitución, la mujer en el periodismo o la mujer en el arte. «Sin duda parece que es una buena época para el feminismo, por los progresos que se están haciendo en políticas de igualdad y por la propia aceptación del feminismo. Ya no da miedo reconocerse como tal, por eso es tiempo de amor. Lo que ocurre es que también es tiempo de cólera, porque las noticias dolorosas sobre mujeres no cesan y porque futuros representantes políticos hablan de la violencia contra las mujeres poniendo en duda las propias políticas contra esa violencia», explicaban las directoras del congreso Sonia Reverter y Sora Sales.Igualmente, la rectora de la UJI, Eva Alcón, aseguraba que «la muerte de todas las mujeres es una derrota social». «Hemos de decir basta, no podemos permitir esta lacra. Eso no es amor», reiteraba.

Precisamente, Mabel Lozano empezaba su discurso citando a Lily, una mujer de 30 años que falleció en el Raval de Barcelona a manos de su proxeneta, tras cinco años sometida a la prostitución y con solo 30 años de vida. «Lily no pudo hacer nada porque nadie le ayudaba. Vivía con la coacción de que sus hijos estaban secuestrados y amenazados en su hogar de origen. Terminó cansada, hinchada por los golpes y con una enfermedad terminal. Ha sido asesinada por el sistema prostitucional que la compraba cada día a pesar de su cara amoratada. ¿Qué es lo que veían los prostituyentes? Carne fresca, putas». La cineasta insiste en lo importante que es, en este sentido, no marcar una diferencia entre la trata y la prostitución, puesto que ambas se retroalimentan.

«Soy cineasta y como cineasta entiendo este arte como una herramienta de transformación social. Suelo mostrar realidades como la trata y la prostitución. Mi lucha es además continúa para tratar de llegar, especialmente, a los más jóvenes». Mabel Lozano empezó a dedicarse al audiovisual desde que en 2007 diera un giro a su vida para comenzar una carrera como documentalista por los derechos humanos, centrada sobre todo en el tráfico y la explotación sexual de mujeres. «El cine es una industria más de esta sociedad y como una industria más, como sabéis, está masculinizada. Las mujeres en el cine somos menos de un 38% del total de profesionales. Y aunque es cierto que se hacen contenidos muy buenos y hay directores que quieren romper con esta invisibilidad, lo cierto es que estamos viendo un cine tuerto, un cine solo por un ojo. No se corresponde con una sociedad que es plural. Todavía falta perspectiva de género, ya que se aborda con total complacencia temas como la prostitución, la trata o la violencia machista», denuncia la profesional.

El cine enfocado a la mujer víctima

Para trazar su propio cambio en la sociedad y el imaginario de la misma, Mabel Lozano publicó un primer documental en 2005 centrado en el rostro y la voz de las mujeres sometidas a la prostitución: #EXIT, el cual formaba parte de una campaña de La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP). A través del él, la cineasta y sus testimonios tratan de combatir la idea de que tras la prostitución hay mujeres independientes que escogen voluntariamente este como su trabajo. «Muchas de las mujeres no se reconocen como víctimas porque dijeron que sí y parece que por ello deban aceptar las amenazas y palizas. Pero estas consintieron este trabajo porque son pobres, porque no tienen recursos o porque tienen hijos. No hay voluntad, hay consentimiento», señalaba Lozano, la cual apuntaba que la situación por la que pasan las víctimas de trata es tal que -según afirmó una fiscal de Madrid- «estas representan las mismas secuelas, psicológicas y físicas, que los judíos que sobrevivieron al holocausto».

Con ello, el objetivo de su reportaje es visibilizar las pocas posibilidades que estas mujeres tienen de escapar del burdel o «calle» en la que viven, y es que a muchas de ellas las han colocado en este mercado sus propias familias o parejas. «Hay que vestirlas de derechos, pero nuestra legislación es muy laxa, no tenemos siquiera una ley integral contra la trata, sino simples planes. Cuando hace falta una ley con perspectiva de género, porque sí, es un crimen que va contra las mujeres por el simple hecho de serlo», expone Lozano.

El cine desde la corresponsabilidad del prostituyente

Sin demanda no hay oferta, suena frívolo pero es así. Desde el documental Escúchame (2014), esta vez Mabel Lozano pone el foco en la relación que los clientes tienen con las mujeres prostituidas. Un mercado que, inexplicablemente, cada vez más es frecuentado por jóvenes. «La prostitución no es el mito de Pretty Woman, es mucho más sórdido. En cambio, los jóvenes se han incorporado al sexo de pago porque la pornografía se ha democratizado, la ven desde sus móviles. Vale que es difícil poner puertas al campo, pero aunque sea unas vallitas… hablamos de un cine violento que plasma la sumisión de la mujer. Y los jóvenes se incorporan a este ambiente porque es barato, afectivamente y económicamente. A última hora de la noche si un proxeneta quiere, vende el cuerpo de una mujer por cinco euros. Cuando vale esto tu cuerpo, tu vida no vale nada».

Tras su rodaje, la cineasta fue catalogada como una «directora minimalista» por la forma con la que grabó las imágenes del documental. Sin embargo, es importante entender el porqué el reportaje fue grabado sin que apareciese el rostro y el cuerpo de las mujeres: «Si hubiera puesto la cámara arriba, mostrando cómo la mujer es violada por diferentes prostituyentes se hubiera visto el cuerpo desnudo uno y otra vez. Hubiera hecho pornografía de su sufrimiento, se habría visto la desnudez de su cuerpo. Pero poniéndola abajo me centro en la desnudez de sus derechos».

Escúchame refleja con ello la involución en una sociedad que cree absolutamente en la libertad sexual. «Pero esto no tiene nada de libertad ni de sexualidad», tal y como apostilla Lozano. Optar por ir a un club en la despedida de un amigo es normalizar «la mujer en propiedad» e ir de fiesta en fiesta por ‘camisetas mojadas’, puede terminar en futura clientela. «Nadie les ha creado un pensamiento crítico cuando eran pequeños porque no se habla de la sexualidad en las casas. Estos creen que forma parte de su divertimento, buscando que les hagan lo que no les hará sus novias. Pero esto denota ignorancia absoluta hacia la trata, no conocen la realidad o la conocen a medias y no quieren saber más. Y los dueños de los burdeles necesitan el relevo generacional».

El cine en los ojos del proxeneta

Con El Proxeneta. Paso corto, mala leche (2018), Mabel Lozano apunta en el discurso hacía la voz que origina todo este puzzle. Miguel ‘El músico’, fue proxeneta y dueño de algunos de los más importantes macroburdeles de España. Fue condenado y sentenciado a 27 años de cárcel, aunque solo cumplió tres años de condena a pesar de traficar con más de 1.700 mujeres (incluidas mejores). Es decir, estuvo menos de medio día por mujer. Pero, en el documental explica cómo ha evolucionado la prostitución en España y en el mundo, y cómo a finales de los años 80 surgió el negocio de la trata y se empezó a secuestrar mujeres de “deuda”, cuya única salida era la prostitución. Así mismo, tras su ingreso en prisión y al enamorarse de una mujer prostituida, Miguel empezó a colaborar con la policía para desarticular redes del Este y dio una vuelta en su vida. Una parte que materializa en este reportaje con el que, según alerta Lozano, «se juega la vida».

Es en efecto la parte más ardua de todas ya que se pone al descubierto todo el sistema que hay detrás de la trata y de la prostitución, cómo se blanquea el dinero, la falta de legislación que hay y la «complicidad» que existe entre empresarios y ayuntamientos. «Literalmente para ellos las mujeres son basura, por eso contar cómo las captaban o las trasladaban les da igual», explica la directora. El mismo citado afirma en el documental que su delito «no estaba mal visto, a pesar de hacer más daño que un violador». Por ello, es importante poner al descubierto el sistema que hay tras los burdeles. «Hemos hecho un trabajo endogámico con las nuevas generaciones. Esta es una oportunidad para que vean que los necesitamos como compañeros. Salid de la manada y reconoced lo que está mal», ha concluido Mabel Lozano, en su vista.

Fuente: https://valenciaplaza.com/DocumentarlaprostitucinylatrataparacombatirlaLasmujereshemoscarecidodepica1

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