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El país donde dar a luz por cesárea supone un estigma para la madre

Por: BBC mundo

Cuando Alice Ogbara reveló los detalles de su cesárea a un grupo de mujeres, no estaba simplemente compartiendo su experiencia entre amigos: estaba haciendo algo que muchos considerarían arriesgado.

Y es que Ogbara hablaba de una cirugía que algunas mujeres se niegan a aceptar aunque sepan que les puede salvar la vida.

«Cuando entré [en el quirófano] y vi todo el material que iban a usar, me puse a llorar», dijo Ogbara.

Explicó que tenía miedo de que le quedaran secuelas irreparables.

Le pusieron una sábana sobre el vientre. «Lo siguiente que oí fue el llanto de mi bebé», recordó, lo que desencadenó un aplauso por parte de las mujeres que la rodeaban.

Bebé.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption«Una cesárea es solo otra manera de dar a luz», explica la nigeriana Alice Ogbara.

Fuera de este patio en Lagos (Nigeria), es posible que Ogbara no esté tan predispuesta a compartir su historia.

Y es que en este país las cesáreas estén estigmatizadas. ¿Por qué? Por las dudas sobre la seguridad de la cirugía y por factores religiosos y sociales.

Esto hace que muchas mujeres se resistan a aceptar la cesárea, o la oculten cuando se someten a una.

Ogbara incluso ocultó su cesárea a los miembros de su familia.

La reunión a la que asistió para explicar su experiencia estaba dirigida por una organización nigeriana sin fines de lucro llamada Mamalette, que apoya a las mujeres embarazadas y lucha para reducir las tasas de mortalidad materna en Lagos.

Jemelleh SaccohDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionJemelleh Saccoh, de Sierra Leona, aquí en brazos de su tía, rechazó una cesárea. Más tarde tuvieron que someterla a una cesárea de emergencia y murió por las complicaciones que surgieron.

Parte de ese esfuerzo consiste en abordar los estigmas alrededor del parto que obstaculizan el acceso de las mujeres a una asistencia que les puede salvar la vida.

En todo Nigeria unas 58.000 mujeres mueren en el parto cada año. Se trata de la cuarta tasa de mortalidad materna más alta del mundo.

Parte del problema es la baja tasa de cesáreas que se practican en el país: solo un 2%, mientras que la tasa global es del 21%.

Además, en Nigeria solo hay un médico por cada 6.000 personas.

El objetivo de Mamalette es proporcionar a las mujeres lo que unos trabajadores de la salud con escasos recursos a menudo no pueden: educación sanitaria y la disposición a escuchar sus preocupaciones.

Y aunque está teniendo éxito, esta pequeña organización se enfrenta a unos retos considerables.

Diferencias entre países

En un contexto global en el que la tasa de cesáreas que se realizan aumenta rápidamente, las cifras de Nigeria sorprenden.

Entre los años 2000 y 2015, el número de cesáreas casi se duplicó en todo el mundo. En países como República Dominicana, las mujeres se someten a esta cirugía en más del 50% de los casos. En América del Norte, lo hace el 32,6%, y en Reino Unido, el 26,2%.

Sin embargo, en África Occidental solo el 4,1% de los nacimientos se dan por cesárea, y en Nigeria esta tasa baja a la mitad.

Para prevenir la mortalidad materna, la tasa de cesáreas de un país no debería estar por debajo del 5%, según la Organización Mundial de la Salud.

Y es que las cesáreas son esenciales para solucionar el parto obstruido en los casos en los que la pelvis de la mujer es demasiado pequeña y también si el bebé viene en posición de nalgas o es demasiado grande para salir por el canal de parto.

Ante estas complicaciones, si no se interviene el bebé puede romper el útero o causar desgarros que deriven en hemorragias.

Pros y contras de las cesáreas

«Creo que las cesáreas son el indicador de salud con más disparidad entre un uso excesivo y un uso insuficiente», afirma Carine Ronsmans, epidemióloga de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y autora de informes recientes sobre el aumento global de las cesáreas.

Que se practique un número muy alto de cesáreas puede ser preocupante porque esta cirugía puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades como la placenta previa, que puede causar hemorragias severas.

Pero, al mismo tiempo, «muchas mujeres todavía mueren por no tener acceso a la cesárea», explica Ronsmans. «Y no podemos permitirnos el lujo de olvidar a estas mujeres».

En Nigeria los obstáculos para acceder a la cesárea son especialmente altos en las zonas rurales, donde aproximadamente el 58% de los partos se llevan a cabo con parteras no calificadas.

En los centros urbanos, donde hay más hospitales, el costo y el estigma que conlleva son las principales barreras para aceptar la cesárea.

El estigma se debe a la creencia de que el parto vaginal forma parte de la condición de mujer mientras que las cesáreas no, una idea que es común también en países como Reino Unido.

Y en Nigeria esta idea se ve reforzada por la religión: para las mujeres cristianas dar a luz por vía vaginal como una «mujer hebrea» es un signo de fortaleza.

Celebración religiosa en NigeriaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa religión es una parte importante de la sociedad en Nigeria y puede incluso afectar a la forma en que las mujeres dan a luz.

Este concepto nace de un pasaje de la Biblia que cuenta la historia de mujeres hebreas «vigorosas» que dan a luz estoicamente sin parteras.

Esa capacidad mítica de dar a luz por vía vaginal -y sin atención médica- se ha mantenido como un símbolo de la virtud materna en Nigeria.

«Se trata de un país profundamente religioso, y todo está muy espiritualizado», explica Adepeju Jaiyeoba, fundador de la Fundación Brown Button de Nigeria, que trabaja para reducir la mortalidad materna.

Los hospitales se encuentran habitualmente con mujeres que, por temor a avergonzar a sus familias, rechazan la cesárea.

Además, a menudo las mujeres tienen un control limitado sobre su propio parto.

Un estudio de un hospital nigeriano reveló que en el 90% de los casos las mujeres creían que eran los hombres los que debían firmar el formulario de consentimiento para la cesárea, lo que implica dejar la decisión en manos masculinas.

El derecho a elegir

Mujer con su hija bebé.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn África Occidental solo se practican un 4,1% de cesáreas en los partos, por debajo de la tasa recomendada por la Organización Mundial de la Salud, que es del 5%.

También en otros países, como Reino Unido y Estados Unidos, las mujeres aún son víctimas del estigma si se someten a una cesárea, aunque la situación no es tan extrema.

Además, una atención obstétrica de alta calidad no se traduce necesariamente en unas condiciones idóneas para las mujeres embarazadas.

En 2018, Birthrights, una organización benéfica por los derechos maternos, descubrió que casi tres cuartas partes de los hospitales públicos de Reino Unido no tienen una política clara que permita a las mujeres solicitar cesáreas planificadas, lo que contraviene las pautas médicas del país.

Según Amy Gibbs, la directora ejecutiva de la organización, esto tiene un efecto estigmatizador, especialmente cuando las mujeres tienen razones específicas para evitar el parto vaginal, como un historial de agresión sexual o problemas de salud mental.

«Las mujeres deberían ser las encargadas de tomar las decisiones sobre el parto. El derecho a elegir lo que le sucederá a tu cuerpo es fundamental», añade Gibbs.

Y eso es por lo que lucha Mamalette en Nigeria.

Defensores de la salud

Justo al lado de una transitada y caótica calle se encuentra la tranquila oficina de Mamalette, donde está Anike Lawal. La sede está situada en el tecnológico vecindario de Yaba, en Lagos.

Lawal, con voz suave, explica que lanzó Mamalette como una comunidad online donde las madres se pudieran apoyar entre ellas.

«No me propuse intentar salvar la vida de nadie», asegura. Pero esa comunidad de mujeres le hizo ver el riesgo que corren las madres, incluso en zonas urbanas, durante el parto.

«Cuando se habla sobre la mortalidad materna, nunca se piensa en mujeres que viven en ciudades, en mujeres que tienen smartphones y Facebook», añade.

Hospital Nigeria.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionUn estudio de un hospital nigeriano reveló que en el 90% de los casos las mujeres creían que eran los hombres los que debían firmar el formulario de consentimiento para la cesárea.

En 2017 Lawal comenzó a buscar madres para que ayudasen a las mujeres de sus comunidades durante el embarazo.

Actualmente estas mentoras, que reciben formación de matronas, enfermeras y médicos, trabajan en 20 comunidades urbanas pobres de Lagos y en una de la ciudad de Ibadan, y atienden a más de 300 personas en visitas domiciliarias.

Se aseguran de que las mujeres asistan a las clases prenatales y se registren en los hospitales para dar a luz en vez de recurrir a las parteras tradicionales.

Además, Mamalette también crea espacios seguros donde las mujeres pueden hablar de temas tabú sobre el parto, como las cesáreas.

En las comunidades en las que trabajan a menudo son la única referencia para las mujeres que quieren compartir sus inquietudes.

«Mamalette es como un intermediario entre el sistema de salud y la gente», dice Blessing Kolade, una antigua mentora que ahora trabaja en el equipo directivo de Mamalette.

«El sistema de salud está tan colapsado que los trabajadores no tienen tiempo para desglosar la información. Las mujeres no pueden abrirse, no pueden hacer ninguna pregunta», asegura.

Eso significa que en la práctica siguen vigentes algunos conceptos erróneos y que no se abordan los estigmas. De hecho, muchas mujeres que necesitan una cesárea se lo plantean por primera vez cuando ya están de parto.

Kamara en un hospital de Sierra Leona.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn Sierra Leona, que tiene la tasa de mortalidad materna más alta del mundo, Kamara tuvo que someterse a una cesárea de emergencia. Ella sobrevivió, pero su bebé nació muerto.

En ese momento es menos probable que acepten la cirugía, ya que pesan las arraigadas creencias de que avergonzarán a sus familias.

«Por culpa de este estigma puedes ver a alguien a punto de morir y que sigue negándose a aceptar la cesárea, porque no quiere pasar por todo eso», dice la mentora Oluchi Anumni.

Mamalette intenta abordar estos problemas antes de que llegue el momento del parto.

Las mentoras, especialmente entrenadas para desmentir los conceptos erróneos en torno a las cesáreas, explican claramente los motivos por los cuales las mujeres pueden necesitar esta cirugía, como tener una pelvis pequeña o afecciones médicas como la preeclampsia.

Esto elimina la vergüenza de la ecuación y proporciona a las mujeres unos datos que les dan munición contra las críticas que podrían recibir.

El valor del ejemplo

En Mamalette han notado que las miembros de su grupo son mucho más receptivas a las cesáreas.

La mentora Adenike Lasisi-Opaleye dice que invita a mujeres que se sometieron a cesáreas a mostrar a las mujeres sus cicatrices abdominales para disipar mitos.

«Su percepción era que las cesáreas eran muy peligrosas. Ahora se les informa de que no son una sentencia de muerte«, dice Lasisi-Opaleye.

La información que recopila Mamalette también muestra que la mayoría de las mujeres bajo su cuidado ahora dan a luz en centros sanitarios, según Lawal.

«Puedo decir con orgullo que muchas mujeres evitaron la muerte gracias a lo que aprendieron», agrega Anumni.

Soluciones complejas

Hospital en Reino UnidoDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionUn informe sacó a la luz que las cesáreas planificadas estaban prohibidas en el 15% de los hospitales de Reino Unido.

Pero cuando se trata de salud materna, no solo hay que luchar contra los estigmas culturales y sociales que conllevan las cesáreas.

Unas investigaciones recientes revelaron que, en África subsahariana, las cesáreas son hasta 50 veces más mortales que en los países con ingresos altos.

Eso se debe principalmente a hemorragias no tratadas y a anestesias fallidas, según Salome Maswime, obstetra, ginecóloga y profesora de la Universidad de Witwatersrand, que participó en la investigación.

«Como médico, creo que el acceso a una buena atención sanitaria es lo primero que hay que garantizar. Pero no es lo único que hay que cambiar», dice Maswime. «Necesitamos prestar atención a la calidad de la atención quirúrgica que tienen las mujeres».

Maswime cree que si la atención mejorase, también disminuirían los estigmas asociados con la cirugía: «No creo que sea tan simple como asesorar a las mujeres», dice Maswime. «Se trata de un problema complejo que requiere soluciones complejas».

El costo de la atención médica también es un obstáculo para acceder a la cirugía en Nigeria. De hecho, algunos países como Malí y Benin trataron de mejorar este aspecto haciendo que las cesáreas sean gratis. Y en Nigeria se están produciendo cambios similares.

Hay algo más que hay que cambiar, según los expertos: escuchar a las mujeres.

En Reino Unido, un enfoque similar está ayudando a los hospitales a aumentar el acceso de las mujeres a las cesáreas planificadas.

En lugar de prohibir totalmente las cesáreas planificadas, como Birthrights descubrió que era sorprendentemente común en el 15% de los hospitales británicos, algunos centros dicen ahora que si las mujeres cuentan con la información necesaria, su decisión de tener una cesárea planificada se respetará.

La mujer, protagonista

Ya sea en Nigeria o Reino Unido, el problema y la solución fundamentales son lo mismo, dice Amy Gibbs, de Birthrights. «A menudo, se pierde el derecho de la mujer a elegir lo que le sucede», asegura. «La manera de hacerlo bien es poner a las mujeres en el centro de las decisiones sobre su salud».

En Mamalette reconocen que la tarea a la que se enfrentan es demasiado grande para una organización pequeña que trabaja solo en unas cuantas comunidades. Pero creen que empoderando a las mujeres están contribuyendo a un tipo de cambio más duradero.

«Intentamos que las mujeres sepan que tienen que defenderse y ser atrevidas. Que no dejen que la sociedad las defina», dice la ex mentora de Mamalette Olamide Ekpenyong.

Alice Ogbara dice que su perspectiva cambió. Ahora su hija tiene 1 año y ya no es tan cautelosa al explicarle a la gente cómo dio a luz.

«Se lo cuento a la gente que me rodea, comparto mi experiencia con ellos», cuenta. Es prudente y aconseja a las mujeres que, si necesitan una cesárea, vayan solo a hospitales de confianza, por ejemplo.

Pero también las anima. «Una cesárea no es algo malo», le dice a la gente. «Es solo otra manera de dar a luz».

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-48941162

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ONU Mujeres: Una de cada cinco mujeres en el mundo sufrió alguna agresión física o sexual en 2018

Redacción: Los 40

Una de cada cinco mujeres en el mundo declaró ser maltratada, física o sicológicamente por su pareja o expareja en 2018, eso reveló el informe realizado por ONU Mujerespresentado este martes.

Las mujeres consultadas tenían entre 15 y 49 años, y quienes reportaron más casos fue Oceanía, dado que el 34,7% de las mujeres afirmó ser víctima de violencia de género. Por otro lado, el menor porcentaje lo tuvo Europa y Norteamérica, en donde una de cada 16 mujeres vivió esta situación.

Tratándose de la diversidad de familias que viven en el mundo, el informe ofrece recomendaciones para garantizar las políticas públicas que protejan a las mujeres y las niñas, dado que en algunos países, la violación en el matrimonio no está tipificada como delito.

Este informe recomienda “poner en marcha leyes familiares basadas en la diversidad e igualdad de oportunidades, asegurar la equidad de género y servicios de alta calidad y accesibles de apoyo a familias y garantizar el acceso a las mujeres a una renta independiente”.

Otra de las recomendaciones del documento es que “la mayoría de los países podrían implantar el paquete de políticas propuesto por un costo inferior al 5% de su PIB, por lo que la organización llamó a avanzar en ese sentido y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible en términos de igualdad entre hombres y mujeres”.

Fuente: https://los40.cl/2019/onu-mujeres-una-de-cada-cinco-mujeres-en-el-mundo-sufrio-alguna-agresion-fisica-o-sexual-en-2018-27108.html

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Camerún: Planchado de senos. Una tortura a las niñas para que no lleguen a mujeres

África/Camerún/25 Julio 2019/Fuente: El país

Es una práctica tradicional apenas investigada que se realiza a adolescentes de África occidental para evitar la atención masculina. ¿Soluciones? Camerún ha logrado un modo de reducir su incidencia

«Yo iba al colegio en aquel entonces. Una mañana mi madre me despertó y me pidió que fuera a su dormitorio. Me dijo que ahora que me habían empezado a crecer a los pechos había una práctica para evitar que fueran enormes. No sabía lo que me esperaba». Este es el testimonio de Bettina Codjie, de 25 años y nacida en Lomé, capital de Togo. Ella es estudiante por las mañanas y trabaja como encargada de redes sociales en una empresa de comunicación digital por las tardes. También fue una de las niñas que sufrió el planchado de pechos al inicio de su pubertad.

Múltiples son las violencias que sufren las mujeres a lo largo de su vida: violaciones, mutilación genital, matrimonios precoces, explotación sexual y asesinatos quizá sean las más mediáticas, las más denunciadas. Pero no las únicas. Uno de los maltratos invisibles es el planchado de senos. Según la definición de las Naciones Unidas, es «la práctica dolorosa de masajear o golpear los pechos de las niñas con objetos calientes para suprimir o revertir el crecimiento de estos». En algunos lugares se opta por los vendajes compresivos.

Se practica fundamentalmente en Camerún, pero también en otros países africanos… y hasta a Europa ha llegado. A principios de 2019, el diario británico The Guardian descubrió varios casos en el Reino Unido y que unas mil niñas migrantes y de la diáspora se encontraban en riesgo, lo que obligó al Gobierno a emitir un comunicado recordando que se considera una violencia contra los menores ilegal y perseguida por la ley.

Naciones Unidas ha calificado el planchado de senos como una de las cinco violencias contra la mujer menos documentadas del mundo. Diversos informes mencionan que unos 3,8 millones de adolescentes africanas la han podido padecer y citan a la ONU como fuente de esta estimación, pero no existen datos contrastados. «Es probable que más de cuatro millones de niñas hayan sido sometidas a esta práctica. Actualmente resido en Togo, donde recopilamos datos con 3.045 madres en la región de Kara y al 12% de ellas se les había realizado. Sé que también se hace en Nigeria, Costa de Marfil, Burkina, Guinea Conakry o en Sudáfrica, pero [la incidencia] no se ha documentado con estudios», advierte el antropólogo Flavien Ndonko.

Bettina Codjie, estudiante y bloguera de Togo que sufrió el planchado de senos en su pubertad y hoy advierte a otras jóvenes de la peligrosidad de esta práctica.
Bettina Codjie, estudiante y bloguera de Togo que sufrió el planchado de senos en su pubertad y hoy advierte a otras jóvenes de la peligrosidad de esta práctica. INSTAGRAM DE BETTINA CODJIE

Ndonko fue uno de los autores del único recuento de casos realizado hasta la fecha. Tuvo lugar en Camerún en 2005 a iniciativa de la agencia de cooperación alemana (GIZ) y la Asociación Renata, una de las pocas en el mundo que ha investigado y ha trabajado en campañas de sensibilización. Ellas bautizaron esta práctica con el nombre por el que se conoce y aportaron unos resultados que revelaron que el 24% de las casi 6.000 niñas y mujeres encuestadas habían sido sometidas a ella y que otros 2,3 millones se encontraban en riesgo en este país. En algunas provincias la prevalencia ascendía al 53%.

Es un asunto tabú que se realiza en secreto en el hogar, relegado a la intimidad de la relación madre-hija. «La gente tiene dificultades para hablar de ello porque es como una cosa oculta que no deberíamos divulgar. Las personas que lo practican están en las aldeas. En mi caso, sé que no fue iniciativa de mi madre, sino de sus tías que están en el pueblo», indica la estudiante Codjie.

La razón de esta tortura es lograr que los pechos de las niñas no llamen la atención para evitar que los hombres se sientan atraídos por ellas, retrasar al máximo el inicio de la vida sexual de las chicas, prevenir el acoso, los embarazos no deseados… Aunque no se sostiene esta teoría: en Camerún, los últimos datos disponibles del Fondo de la Población de la ONU (UNFPA) revelan que el 30% de las mujeres se quedan embarazadas antes de los 18 años.

Betty Codjie no cree que haya relación entre el planchado de senos y la prevención de embarazos no deseados, tal y como sostiene la creencia popular. «Estos tienen que ver más con la falta de acceso a métodos anticonceptivos», afirma la chica. Las jóvenes como ella saben que deben conseguirlos si van a mantener relaciones sexuales, pero les echa para atrás porque el sexo está mal visto si se trata de una mujer soltera. De hecho, solo el 13% de las mujeres entre 15 y 49 años utiliza métodos anticonceptivos modernos, según la UNFPA. «Te preguntan si es que te vas a acostar con un tío… Todavía hay una cierta moral de que no debes tener relaciones sexuales. Para pedir las píldoras anticonceptivas aún necesitas mucho coraje, y las chicas al final se quedan embarazadas».

En la mayor parte de casos, el planchado lo realizan las madres y los objetos más utilizados son piedras lisas, espátulas, palos de escobas o similares, e incluso cinturones para atar alrededor del pecho. «Mi madre fue a buscar un bastón y me explicó que tenía que golpearme todas las mañanas, al amanecer. Me pareció un poco raro, no lo entendía. Cuando los pechos empiezan a crecer, duele. Así que cuando te golpean, es peor…», afirma la joven. Codjie fue advertida de niña de que cuando le empezaran a crecer los senos, los hombres la mirarían. Que su desarrollo era una manera de provocarlos.

Philomena, de 39 años, usó esta piedra calentada al horno para planchar los pechos de sus hijas. Imagen tomada en Yaundé, Camerún, en 2007.ampliar foto
Philomena, de 39 años, usó esta piedra calentada al horno para planchar los pechos de sus hijas. Imagen tomada en Yaundé, Camerún, en 2007. VERONIQUE DE VIGUERIE GETTY IMAGES

El martirio le duró a Codjie casi un mes con sesiones de 10 minutos cada mañana, pero acabó por rebelarse y dejó de acudir a su sesión matutina de golpes. No tuvo más problemas con su madre. «Ella se dio cuenta de que no me gustaba», reflexiona. Codjie piensa que en su caso no ha tenido consecuencias para su físico, pero en otros casos sí que se presentan problemas físicos y psicológicos a posteriori. Los primeros incluyen dolor, quistes, abscesos, cicatrices, daño permanente en los conductos de la leche, infecciones, fiebre severa, dolor intenso, quemaduras, deformación, reducción o agrandamiento del tamaño de los senos, caída prematura, e incluso la desaparición completa de uno o ambos.

Desde el punto de vista psicológico, se producen sentimientos de baja autoestima y la creencia entre las menores de que no deberían tener senos. «Todas las víctimas que hemos registrado padecían al menos un daño físico y/o psicológico», asevera Catherine Aba Fouda, portavoz de Renata. «Algunas han reportado tener dolores de cabeza, no pueden soportar que su pareja toque sus senos durante su intimidad y otras se han negado categóricamente a amamantar a sus bebés porque el simple contacto con el pecho les produce dolor». Coincide Codjie con esas sensaciones negativas: «No me gusta tocar mis senos o verlos. Simplemente no los encuentro bonitos».

Desde la ley hasta la educación sexual

En el año 2015, el Gobierno de Camerún desalentó la práctica al incluir una disposición en el nuevo Código Penal; en concreto el Artículo 277 establece que quien, de cualquier manera, interfiera con un órgano para inhibir su crecimiento normal, será castigado con prisión de seis meses a cinco años, multas de 100,000 a un millón de francos CFA (entre 170 y 1.700 dólares). «Pero aún no se ha aplicado, varias personas continúan ejerciendo libremente esta barbaridad sin ninguna preocupación», denuncia Aba Fouda.

«La solución es muy simple: abrir un diálogo sobre sexualidad y romper los tabúes al informar a los adolescentes sobre las manifestaciones y los cambios en la pubertad», propone Aba Fouda. Esto es, de hecho, la razón de ser de Renata. «Hicimos sensibilizaciones a través de charlas educativas en escuelas, iglesias, medios de comunicación, comunidad y asociaciones tradicionales interesadas; las estrategias de intervención varían según el entorno y el objetivo. Llevamos a cabo acciones de promoción ante los responsables de la toma de decisiones y esto produjo un resultado alentador».

Tras el escandaloso resultado de 2005, Renata y sus socios técnicos y financieros lanzaron una campaña de sensibilización internacional. Para ella se valieron de quienes llaman cariñosamente aunties, tías en inglés. Son en su mayoría las madres adolescentes que han sido víctimas del planchado a las que formaron para expandir su mensaje en contra de esta forma de violencia en los hogares, las iglesias y los medios de comunicación. Después de muchas intervenciones, realizaron otro estudio en 2012 y vieron que las cifras se habían reducido a un 12%.

Las noticias son bastante satisfactorias en los últimos tiempos porque las familias están comprendiendo la gravedad del fenómeno, y gradualmente abren el diálogo y la comunicación en torno a la sexualidad. «Esperamos continuar con nuestras acciones y deseamos realizar una nueva evaluación, pero carecemos de apoyo financiero», dice Aba Fouda. «Aproximadamente, 1,2 millones de niñas estaban en riesgo en 2013.  Pero desde entonces, esta cifra probablemente habrá disminuido dada la excelente campaña de sensibilización liderada por Renata», abunda el antropólogo Ndonko.

Codjie es también bloguera de moda y cosméticos, y se ha dado a conocer en la comunidad de Instagram de su país. Pero su labor de influencer no se queda solo en las compras. Ya más mayor, decidió compartir su experiencia después de leer en Facebook a una chica contando su caso y recuerda que hasta sus amigas se sorprendieron. «Es muy importante hablar abiertamente porque la mayoría de la gente no sabe de esto», indica. Su objetivo es evitar que otras jóvenes se dejen hacer lo mismo.

Y condena la práctica, desde luego. «No está bien. Como mujer, te van a empezar a crecer los senos y no veo la razón de detener ese proceso o de impedir que el desarrollo prosiga de forma natural; no podemos ir en contra de nuestra naturaleza y el hecho de que sea más por el placer de los hombres me molesta. Es machista, es una forma de opresión para la mujer. Es nuestro cuerpo».

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/07/09/planeta_futuro/1562676612_984314.html

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Colombia: Rajados en equidad: Apenas la tercera parte de los rectores son mujeres

América del sur/Colombia/18 Julio 2019/Fuente: Semana

A pesar de que ellas componen la gran mayoría de los profesores de los colegios, muy pocas tienen la posibilidad de ser las jefes. Los maestros preferirían más capacitación, por encima de aumentar su salario. Resultados de la encuesta Talis 2018.

Según la Encuesta Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje (Talis, por sus siglas en inglés), el 89 por ciento de los maestros en Colombia piensan que la prioridad en política pública educativa debería ser invertir en su formación continua. 

Este estudio internacional, realizado cada tres años por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), lo presentaron 2.398 docentes y 141 rectores nacionales el año pasado. Era la primera vez que el país participaba en este análisis, quizás el insumo más grande a nivel mundial sobre el estado de la docencia en el mundo.

Esta es la voz de los maestros. Nos permite aterrizar en los establecimientos educativos y saber cómo mejorar las prácticas de aula y la políticas públicas”, dijo María Figueroa, directora del Icfes, entidad que encabezó el Talis en el país, en el evento de presentación de los resultados en Colombia.

Sorprendentemente, contrario a lo que pasó con las últimas pruebas Pisa, a los educadores colombianos les fue bastante bien en diversos temas, como el nivel de autoconfianza, la pertinencia de su formación inicial y la relación con sus estudiantes.

84 por ciento de los docentes aprendieron pedagogía en su formación inicial (más que el 79 por ciento promedio en los países de la Ocde), 98 por ciento cree que controla bien la disciplina en el aula (frente a 85 por ciento en promedio de la Ocde) y 96 por ciento de los docentes dicen llevarse bien con sus estudiantes.

Esto es llamativo pues Colombia es de los países donde los docentes reciben mayor porcentaje de estudiantes de condiciones socioeconómicas vulnerables. Alrededor de 76% de los docentes de Colombia reportan que trabajan en escuela con una alta concentración de estudiantes vulnerables, frente a un 20% de promedio en toda la encuesta.

 “En escuelas con estas características existen ciertos desafíos en mantener el orden en el aula y existe mayor probabilidad de que haya comportamientos disruptivos dentro del aula. Eso representa ciertos desafíos para el contexto colombiano”, señaló Pablo Fraser, analista de primera infancia y establecimientos escolares de la Ocde.

Por otro lado, hay temas donde todavía le falta mejorar al país, como la equidad de género. A pesar de que la mayoría de profesores son mujeres, solo 37 por ciento de los rectores son del género femenino. En el resto del mundo el desequilibrio es similar, aunque menos pronunciado.

También el país debe invertir más en formación docente. Aunque 9 de cada 10 dice haber realizado algún tipo de capacitación el año pasado, seguimos por debajo del promedio internacional (94 por ciento) y solo 59 por ciento lo hace mediante cursos y seminarios. “La mayoría de profesores se forma a través de libros. Muy pocos en cursos formales”, agregó Figueroa.

Lo interesante en este sentido es que a la gran mayoría de maestros les interesa mucho aumentar sus conocimientos asistiendo a cursos de formación continua. Si pudieran decidir en qué invertir los recursos públicos del sector educativo, 89 por ciento lo haría en esto. Eso comparado a un 81 por ciento que prioriza aumentar los sueldos.

“Esto, sumado a que 90 por ciento de los profesores ya participan en actividades de formación continua,  quiere decir que hay un profesor interesado en su desarrollo, en saber más y aprender más”, indicó Fraser.

En cuanto al tipo de formación que requieren, los maestros colombianos son muy claros en que necesitan más educación en el uso pedagógico de tecnologías de la información (34 por ciento), en enseñar en escenarios multiculturales (45 por ciento) y en educar estudiantes con necesidades especiales de aprendizaje (55 por ciento).

Este último llama la atención pues, después de Brasil, Colombia es el país donde más reportan esta necesidad. Eso podría tener que ver con el decreto 1421, que desde 2017 obliga a todas las escuelas públicas y privadas a recibir a cualquier menor con una discapacidad y adaptar el currículo y las evaluaciones a sus necesidades particulares.

Esto implica una alta demanda de tiempo para el maestro y una gran necesidad de maestros de apoyo. El 68 por ciento de los directores reportan que la calidad en su escuela  se ve obstaculizada por la escasez de docentes capacitados para enseñar a estudiantes con necesidades educativas especiales (en comparación con 32 por ciento en promedio en los 48 países que presentaron la encuesta).

Sobre esto, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, expresó: “Los maestros en esta encuesta nos piden que los apoyemos más desde el gobierno con formación para integrar al aula a todos los niños. Para esto, en septiembre tendremos el Foro Mundial de Inclusión de la Unesco en Cali y vamos a socializar una política que hemos venido desarrollando sobre formación de docentes inclusivos, instituciones educativas inclusivas y lineamientos curriculares inclusivos”.

Poco tiempo de enseñanza

Otro resultado importante es el tiempo de clase que emplean los profesores efectivamente enseñando. Este ha bajado en los últimos tres años en casi todos los países encuestados. Es decir que los maestros pasan cada vez más tiempo de clase en labores administrativas y controlando la disciplina de los estudiantes y menos educando en su materia.

En Colombia no hay comparativo histórico, por ser la primera medición, pero el porcentaje de tiempo de clase enseñando es bastante bajo: 75 por ciento, frente a un 78 por ciento en el promedio mundial y un 85 por ciento en los sistemas más exitosos, como Singapur, Japón o Estonia.

Una posible explicación es que los docentes están mucho tiempo de la semana en el aula y poco tiempo planeando la clase. “En sistemas donde el horario de trabajo es muy intensivo, es decir, donde la gran parte del horario semanal el profesor se dedica a estar en clase, no va a tener suficiente tiempo para planificar. Significa que va a perder tiempo en su instrucción. La planificación es fundamental para maximizar el tiempo dentro del aula”, explica Fraser.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/encuesta-talis-2018-apenas-la-tercera-parte-de-los-rectores-son-mujeres/623518

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Estas mujeres no quieren que les digan cómo ser feministas

18 Julio 2019/Fuente: El país

Cuatro mujeres de distinto origen, religión, raza, identidad de género y orientación sexual explican por qué creen que el movimiento no incluye sus reclamos

Hay algo que une a las cuatro protagonistas de esta historia: todas son feministas, pero no sienten que el movimiento las represente. O al menos no por completo. En su vida diaria no las discriminan solo por ser mujeres, sino también por ser migrantes, no ser blancas o tener una orientación sexual diferente. Consideran que el feminismo debe tener en cuenta estas cuestiones para abarcar las problemáticas de todas las mujeres. “No se nos escucha y se nos dice cómo tiene que ser nuestro feminismo”, dice la profesora Zenib Laari.

El debate no es nuevo. Ya en los años 80, la activista Angela Davis publicó el libro Mujeres, raza y clase que criticaba cómo el movimiento feminista dejaba sistemáticamente fuera a las mujeres afroamericanas y de clase baja. Y en las últimas semanas el fraccionamiento del feminismo ha vuelto a estar de actualidad en España. Durante unas charlas organizadas por la escuela feminista Rosario Acuña en Gijón, la filósofa Amelia Valcárcel afirmó que la teoría queer es un “troyano” que puede destruir la lucha por la igualdad de las mujeres. En seguida, la FELGTB la acusó de marginar a las mujeres transexuales de la lucha feminista. Días después, la secretaria de Igualdad del PSOE y vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, aseguró que el feminismo «no» es de «todas» sino que está vinculado al pensamiento socialista.

La interseccionalidad es una forma de abordar este problema. El término, acuñado por la profesora de la Universidad de Columbia (EE UU) Kimberlé Williams Crenshaw, contempla que una mujer puede estar oprimida por distintos elementos. La profesora lo ejemplifica con una imagen muy concreta. Para ella, el racismo, el sexismo, el clasismo o la homofobia son ejes que atraviesan nuestra cultura. “Pensad en calles que van del norte al sur y del este al oeste y que el tráfico es la discriminación que las atraviesa. Algunas personas viven en esas intersecciones”. El problema se agrava cuando los movimientos sociales que apelan a esas personas solo tienen en cuenta una de esas intersecciones y obvian las demás.

Hay un momento clave en el que el feminismo se fraccionó, para la artista y miembro de Afrogalegas Artemisa Semedo. Cuando a principios de los años veinte las sufragistas lograron el derecho a voto para la mujer en EE UU, las afroamericanas quedaron fuera. “Ese voto solo lo lograron las mujeres blancas y de clase media. Cuando las feministas negras aún estaban luchando por el reconocimiento de sus derechos básicos”, afirma Semedo. Y tuvieron que esperar 45 años más para que se eliminara la limitación del derecho a voto de los negros. Para retratar ese comienzo del afrofeminismo, la publicista Georgina Marcelino emplea la célebre frase de la activista negra Sojourner Truth: “¿Acaso no soy yo una mujer?”.

Tanto Georgina como Semedo creen que esa división sigue presente en el feminismo. Ninguna de las dos acudió a la manifestación del 8 de marzo porque sintieron que su presencia era requerida por distintos grupos feministas de una manera superficial. “Nos invitaron a participar a última hora, para darle un toque de color a la marcha, pero no nos escucharon”, explica Semedo. A Artemisa le habría gustado explicar que no se enfrenta a los mismos problemas una mujer española de clase media que una mujer migrante, negra, de clase baja, que no es heterosexual. Y a Georgina, que hace unas semanas moderó una mesa de debate en el Festival Antirracista que trataba este tema, le habría gustado entender por qué, mientras algunas mujeres iban a la marcha, muchas de las que limpiaban sus casas y cuidaban a sus hijos no pudieron hacer paro.

Ana María Pérez del Campo, feminista pionera durante el franquismo y la transición, cree que el feminismo lucha contra la desigualdad con independencia de que la mujer sea pobre, rica, blanca o negra. «Las mujeres tenemos la lucha perdida desde que nacimos. Y dar la batalla es tener la capacidad de unirnos». Admite que el feminismo aún no ha conquistado derechos al mismo nivel para todas las mujeres. «Ahí esta la razón para seguir luchando por la igualdad», remata. Para Lola Pérez, sexóloga y feminista, la crítica de las mujeres pertenecientes a las minorías es lícita. «Las feministas que están en el poder están muy cómodas en sus sillones y a veces no les interesa tener en cuenta a otras mujeres», explica.

Zenib Laari, hija de marroquíes, señala que el feminismo hegemónico no da cabida a las mujeres árabes y/o musulmanas. “No nos escuchan y nos dicen cómo tiene que ser nuestro feminismo”. Un punto de controversia entre ambos feminismos es el uso del hiyab o velo islámico. Algunas feministas, como la argelina Wassyla Tamzali, creen que llevar velo y ser feminista es incompatible. Y para Zenib, existe más de un único motivo para portar el velo. “Muchas veces, en Europa, las mujeres musulmanas lo usan como un símbolo de identidad por el que sufrimos discriminación pero que dice qué somos y qué queremos ser”. Aunque Zenib no lo usa normalmente, fue con velo a la marcha del 8M para demandar un feminismo interseccional.

Otro de los motivos que la llevó a reflexionar sobre el alejamiento entre el feminismo y la comunidad árabe fue el caso de la denuncia de abuso sexual y explotación laboral de las temporeras marroquíes en los campos de la fresa de Huelva. «No se le dio la importancia que debía porque eran mujeres analfabetas, migrantes y pobres», sentencia.

Fabiana Castro, una migrante mexicana y transexual, explica que su activismo se centra en buscar aliadas. Pese a que denuncia que en múltiples ocasiones ha sido excluida por no ser considerada mujer, o no se ha tenido en cuenta su realidad como mujer latina y migrante, cree firmemente en la sororidad como motor de progreso en los derechos de todas. “Si se usan nuestras interseccionalidades como pretexto para apartarse, muy difícilmente vamos a cambiar el mundo”.

Las cuatro coinciden en que el techo de cristal es un concepto que no les atañe a las mujeres ‘racializadas’ porque para poder llegar a puestos de responsabilidad, primero tienen que resolver asuntos básicos como el acceso a la vivienda, a un puesto de trabajo o a una regularización administrativa. Fabiana Castro cuenta que las mujeres transexuales tienen una tasa elevada de paro. Aunque ella estudió Ciencias de la Comunicación en su país, en España trabaja esporádicamente como limpiadora y en alguna ocasión se ha visto obligada a ejercer la prostitución. “Algunas mujeres blancas, frente al techo de cristal, están en el suelo. Nosotras estamos una serie de sótanos por debajo del suelo”, concluye Marcelino.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/07/15/actualidad/1563209191_774437.html

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No tenemos más remedio

Por: Elena Simón

La cultura de la violación no apela al deseo sexual masculino irresistible, sino que engarza con las relaciones desiguales de poder entre los sexos. Y ello no está erradicado, ni mucho menos.

Estamos en verano y eso significa sobre todo y en España FIESTA: fiestas locales y patronales, playeras, discotequeras, conmemorativas, conciertos, concentraciones humanas en las calles, etc. Fiestas de cuerpo, de música, de pérdida de mesura y de conciencia, a veces.

Nos acabamos de dar cuenta de que la cultura de la violación como fiesta masculina está instalada con «normalidad» en todas partes y es posible que algunos chicos extranjeros vengan aquí de vacaciones atraídos por estas fiestas veraniegas que, además de ser muy divertidas, son también permisivas respecto a los actos de violación contra las que viven y hacen fiesta aquí, en cualquier pueblo o ciudad, en cualquier calle o plaza.

Estamos en julio y recordamos qué pasó en Sanfermines hace tres años, pero no debemos olvidar que después de tres años de injusticia, por fin tenemos una sentencia que califica de horrendo el acto de violación colectiva intencionada, no de banal, divertido o inconsciente.

Como vivimos desde siempre en una cultura de la violación, donde los hombres se pueden permitir sentir deseo indiscriminado por cualquier cuerpo sexuado de cualquier mujer y ejecutarlo en solitario o en grupo, con o sin testigos presenciales; los hombres, hasta ahora, creían que eso era un simple ataque contra el honor (de las mujeres siempre estuvo en entredicho) y no un atentado contra las personas y su libertad sexual. Como los chicos siguen creciendo y viendo escenas sexuales violentas normalizadas, lo que quieren es repetirlas, pensando que las víctimas de su crimen no sienten ni sufren ni padecen, no sólo asco y dolor físico, sino consecuencias psicológicas y confusión mental, que arrastran durante buena parte de sus vidas, ante la permanente duda de si, en último extremo, consintieron.

El asunto de la violación es cosa de hombres y son ellos los que han de posicionarse claramente en contra, colectivamente y con toda clase de instrumentos a su alcance: manifiestos, libros, artículos, audiovisuales, publicidad, acciones colectivas visibles y hasta simples conversaciones entre amigos, conocidos o familiares.

Es cierto que muchos hoy día no son sujetos activos de violaciones, pero muchos más son sujetos pasivos y cómplices: no se pronuncian, no reaccionan, no hacen ni dicen, miran para otro lado o, incluso, sospechan de la palabra denunciante de las mujeres víctimas.

La verdad es que hay que romper drásticamante una acción patriarcal que tenía patente de corso: en las familias, en el vecindario, en los entornos ciudadanos o familiares y profesionales, en los gimnasios, en las playas.

Que las mujeres hayan adoptado formas de estar, vestirse y presentarse atrevidas y, en otros tiempos llamadas “descaradas”, no quiere decir en absoluto que vayan anunciando jornada de puertas abiertas por doquier. La mayoría de las jóvenes adoptan una estética de desnudez que, al ser tan generalizada, no habla de ninguna actitud sexualmente provocadora, sino de una moda para el verano.

Y otra cosa es que tenemos que conseguir desterrar esa idea masculina y aceptada socialmente de que el sexo “un poquito” forzado tiene más gracia y procura más placer. Las adolescentes y las jóvenes son objeto de deseo masculino, sin discusión, pero también lo son mujeres de otras edades, por el mero hecho de ser mujeres. Y, por ello, los chicos y los niños tienen que aprender que sus iguales, las chicas y las niñas, tienen unos genitales penetrables por los genitales penetradores, que son gobernados por ellas mismas.

La cultura de la violación no apela al deseo sexual masculino irresistible, sino que engarza con las relaciones desiguales de poder entre los sexos. Y ello no está erradicado, ni mucho menos.

Mientras tanto, vamos poniendo parches, inundando nuestras fiestas de puntos violeta y whatsapps de ayuda, poniendo carteles y logos y apelando a la solidaridad ciudadana para parar estos actos criminales, para crear conciencia.

¿Podemos hacer algo más al respecto?

Ir arrinconando, denunciando y condenando la frivolización de las violaciones, aislar a los sujetos, afear esas conductas, contrarrestar la única visión pornográfica que se divulga: mujeres sometidas a todo tipo de penetraciones y vejaciones, fingiendo deseo y placer.

Es verano, hay muchas fiestas, la gente sale y entra, se mueve por lugares sin normas y -yo diría- sin derechos, todo vale.

NO TENEMOS MÁS REMEDIO que empezar a actuar desde la justicia y el buen trato. Los hombres no tienen una condición humana superior que los convierta en impunes.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/07/15/no-tenemos-mas-remedio/

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Portugal acaba con la discriminación en el divorcio entre mujeres y hombres

Europa/Portugal/18 Julio 2019/Fuente: El país

Desde 1966, las portuguesas tenían que esperar 300 días para volver a casarse y ellos solo, 180

Si nada lo impide, el Parlamento portugués aprobara en su última sesión de la legislatura el fin de la discriminación de género para poder volver a casarse.

Desde 1966 el Código Civil hacía una distinción para que el hombre y la mujer que habían disuelto su matrimonio pudieran volver a casarse. El hombre tenía que esperar 180 días y la mujer, 300. La diferencia se justificaba por la presunción de paternidad –concepto jurídico que atribuye automáticamente al marido la paternidad del bebé–. De hecho, la mujer podía casarse en el mismo plazo que el hombre si presentaba un informe médico atestiguando que no estaba embarazada.

En un parecer enviado al Parlamento por la anterior fiscal general del Estado –en el largo trámite parlamentario ha habido relevo en el cargo–, Joana Marques Vidal señala que “actualmente existen mecanismos médicos legales que permiten la asignación rigurosa de la paternidad”. Para la jurista, “el plazo internupcial es discriminatorio y como tal injustificado e inadmisible”.

Desde hace dos años, el Partido Socialista más el Bloco de Esquerda intentaban modificar la ley, pero a la iniciativa no se sumaba el Partido Comunista (PC),fundamental para que la reforma siguiera adelante. También se oponían los grupos de centroderecha, Partido Social Demócrata (PSD) y Partido Popular (CDS). Finalmente, se ha llegado a un consenso con PC y el PSD y en el último pleno de la legislatura, el día 19, se pondrá fin a la discriminación de la mujer en este capítulo.

Para llegar al consenso de todos los partidos, excepto CDS, se han eliminado los plazos. Cualquiera de los dos miembros del matrimonio podrá volver a casarse un minuto después de haber firmado los papeles del divorcio. Es la solución inicial que había ofrecido el único diputado del PAN (Personas Animales Naturaleza), pues el Bloco proponía igualar el plazo en 180 días mientras que el PS lo igualaba en los 30.

Pese a la opinión de la exfiscal Marques Vidal, se mantiene en el texto la presunción de paternidad por exigencia del PC y así ampliar el consenso de la reforma del Código Civil, que puede entrar ya en vigor en septiembre.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/07/12/actualidad/1562944412_806176.html

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