La batalla contra la violencia se gana con educación

Por: Edgardo Néstor De Vincenzi.

La sociedad argentina de hoy asiste al triste espectáculo, casi cotidiano de ver como la violencia y especialmente entre los jóvenes, toma ribetes cada día más deshumanizados. Los ataques tienen un peligrosa y preocupante convergencia de características que la hacen cada vez más grave.

Se efectúan en grupo o patota, son cada vez más enardecidos y muestran un nivel de crueldad y falta de empatía con el prójimo realmente impresionante. Este problema para ser resuelto requiere un diagnóstico adecuado, pero más aún necesita que debatamos el origen, la raíz, el origen de semejante violencia en nuestros jóvenes.

Una cuestión muy compleja, multidimensional, social y flagelante, pero sin dudas un mal que puede ser derrotado por el hombre en sus roles sociales. La batalla contra la violencia se gana con educación. Pero no solo la educación formal y escolar, sino fundamentalmente con la educación desde el hogar, desde la familia, en el rol de saber ser padres.

En primer término, desde el punto de vista de la formación en las escuelas, hace falta de manera urgente un cambio, dejando de lado la educación enciclopedista que confunde educación con instrucción. En la era de la revolución tecnológica, con solo apretar un botón en una computadora o en un celular, hay más información que la que puede tener el más estudioso, a lo largo de su vida.

Para darnos cuenta con claridad que el modelo de educación enciclopedista está caduco, vale preguntarse: ¿Sirve un sistema educativo en el que un docente de hace 80 años pueda ser el mismo, que dicta clases hoy? La respuesta es una sola y revela que hace falta de manera urgente, avanzar hacia una educación reflexiva, crítica, creativa y resiliente, donde los niños y jóvenes aprendan a aprender y emprender, en forma y a tiempo.

Las conductas sociales y la violencia en nuestros jóvenes revelan en cierto aspecto un cruel resultado: la educación formal tal como está llevándose adelante hoy, mucho aporta a la deshumanización, al disvalor, y como es lógico y nada es casual el resultado, es la triste realidad de jóvenes convertidos en menos que bestias, atacando al indefenso y matando a plena conciencia y a sangre fría.

Este problema no es patrimonio ni de la educación de gestión pública o privada, en ese aspecto no hay diferencia de quién la lleva adelante. Se trata de una cuestión conceptual, de fines, métodos y modos. La educación, es el fin que califica a una sociedad democrática, porque forma nada más y nada menos que a las personas que la integran: los ciudadanos.

Pero sin dudas, la solución al planteo aquí expresado, debe darse en primer término, en el seno de las familias. Allí, es donde se forjan los valores éticos y morales, los límites y libertades, con amor, respeto, convencimiento, consenso y profesionalidad.

Deben formar a sus hijos con una ética y una moral de amor y humanismo, que sólo es posible con una sólida formación de padres; siendo el fin último de esta etapa formativa, brindar autonomía y libertad, necesarias para que los hijos realicen su camino de manera independiente y responsable.

Ser padres, también, es estar preparados para dar un paso al costado, para dejar a los hijos en la libertad que necesitan para buscar sus propios rumbos, que serán de acuerdo a los valores que, desde la familia, hayan recibido e internalizado.

Para ello, la Escuela para Padres es un recurso imprescindible, para calificar el comportamiento de nuestros hijos, como personas y ciudadanos de una sociedad democrática desarrollada.

Es innegable el papel que cumple la educación en el desarrollo de ciudadanos, que puedan sostener y fortalecer la democracia y, a la vez, lograr los mayores niveles de competencia para el desarrollo.

El buen conductor formará pensadores libres y felices. Será un educador que provoque en sus “alumnos”, un estado de inestabilidad crítica, a fin de lograr, conciencia de su responsabilidad y rol protagónico, como garantes del bien común.

Generar tranquilidad y conseguir transformar las crisis y amenazas en oportunidades, son dos de las cualidades que distinguen a los auténticos líderes. Para ello, es necesario el ejercicio permanente de la autoevaluación, para que cada uno se analice en su proyecto de vida cotidiano, a corto, mediano y largo plazo.

Todos las mujeres y todos los hombres, deben lograr ser líderes de su propia vida y dirigentes en situaciones sociales, en un contexto signado por las posibilidades de obrar, convenciendo y consensuando.

Sin dudas, la familia es el principal y primer ámbito educativo y desde ella, debe promoverse la pertenencia al mundo, como marco globalizador del desarrollo humano. Familia, escuela y valores, quitarán de nuestra sociedad el flagelo de la violencia, que cada día parece avanzar un paso más.

Se trata de desarrollar la personalidad individual de la ética y la personalidad social de la moral, cual es ser buen padre, ser buen profesional y buen ciudadano.

No olvidemos que “para enseñar hay que saber y para educar hay que ser”. Para enseñar, NADIE puede superar al robot, ya que es perfecto (enciclopedismo); y para educar, hay que desarrollar la personalidad de la PASIÓN INTELIGENTE.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/batalla-violencia-gana-educacion_0_F7ZAiU4Q.html

Comparte este contenido:

‘Proyectos felices’, la felicidad como oportunidad de aprendizaje

Por: Educación 3.0.

Observando y aprendiendo de sus estudiantes, Pedro Mundéjar, docente de Educación Infantil y Primaria, logró forjar las bases de una nueva metodología educativa en la que prima la felicidad con el fin de cumplir objetivos y llegar al éxito. Él mismo nos cuenta en qué consiste y cómo se puede llevar a cabo en el aula.

Después de muchos años leyendo libros e intentando buscar el verdadero secreto de la educación, comprendí que lo había tenido siempre delante de mis ojos: mis estudiantes. Gracias a ellos he aprendido muchas cosas y me han ido modelando para aprender a superarme hasta convertirme en el docente que soy hoy en día. Conforme aprendía de ellos, en mi cabeza se iba formando un nuevo concepto: ‘Proyectos Felices’, una metodología que se basa en el uso de la felicidad como oportunidad de aprendizaje. Si hay algo que he aprendido en todo el tiempo que llevo en la docencia es que el hecho de tener estudiantes felices dentro de las aulas, nos asegura una mejor enseñanza ya que la motivación es la herramienta base para aprender cualquier cosa de manera correcta y sencilla. Por ello, siempre he considerado que tener un alumnado feliz, es una inversión a largo plazo en lo que a educación se refiere.

Valorando al estudiante

Esta nueva metodología valora al estudiante como persona en todas sus dimensiones; no de forma cartesiana, sino como ser completo que tiene su propia entidad multidimensional. Por ello nosotros somos herramientas de compensación de desigualdades, pues muchos de nuestros alumnos, algunos conscientes y otros inconscientes de ello, necesitan ser felices y sentirse queridos, aunque solo sea por unas horas. Además, motivación y optimismo, dos de los fuertes de la felicidad, se incluyen tanto en la figura del estudiante como en la del docente.

Proyectos felices

Saber que la felicidad se consigue con voluntad, tal y como afirman los estudios de las bases cerebrales, nos abre un gran camino al saber. El conocimiento que pone en marcha estos circuitos permitirá activarla en nuestro beneficio. La cantidad de estructuras involucradas con las sensaciones placenteras pone de manifiesto la complejidad del circuito neuronal responsable de este tipo de emoción.

Tres pilares para lograr la felicidad

Como toda metodología, también requiere de una planificación para poder ponerla en práctica dentro del aula. En ella prima, sobretodo, que el docente esté seguro de cada paso y de todo lo que tiene que hacer. Por ello, está pensada también para todos los profesores que se enfrentan por primera vez al camino de la enseñanza. Planificar de forma adecuada, significa asegurarse un trabajo bien hecho y la tranquilidad del docente, ya que a través de la planificación que se ofrece, podrá controlarlo todo y estar seguro de su actuación. La misma se secuencia teniendo en cuenta tres grandes partes: diseño del proyecto; programación curricular del proyecto; y parte práctica del proyecto, en la que se incluyen las actividades propuestas.

Fuente de la reseña: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/proyectos-felices-felicidad-oportunidad-aprendizaje/108195.html

Comparte este contenido: