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Libro(PDF): «Ecuador. La insurrección de Octubre»

Reseña: CLACSO

CLACSO reúne un conjuto de textos breves y ensayos producidos para contribuir a una lectura en diferentes tiempos y desde diferentes perspectivas sobre la insurrección de la sociedad ecuatoriana en octubre de 2019. Nos mueve un doble propósito: aportar en la construcción de una vía para interpretar los acontecimientos que marcaron la historia con temporánea de nuestros pueblos y efectuar un aporte a la memoria de las luchas por sociedades más justas e igualitarias.

Autores (as):  Camila Parodi. Nicolás Sticotti. [Editores/as]

Adoración Guamán. Adrián Bonilla. Alfredo Serrano Mancilla. Tobar Bayardo. Boaventura de Sousa Santos. Denis Rogatyuk. Emilio Cafassi. Fernando Vera Cabrera. Francisco Hidalgo Flor. Guido Leonardo Croxatto. Guillaume Long. Isaac Bigio. Isaías Campaña C.. Iván Mora Manzano. Jorge Majfud. Katu Arkonada. Leonardo Parrini. Lucrecia Maldonado. Luis Herrera Montero. Magdalena Gómez. Magdalena León T.. Manuel Castells. Marcelo Colussi. Marcelo Varela. Marco Teruggi. María Iglesias. Milena Almeida. Nicolás Oliva Pérez. Noam Chomsky. Pablo Ospina Peralta. Pedro Pierre. Raúl Zibechi. Ricardo Restrepo Echavarría. Santiago Ortiz. Soledad Stoessel. Stalin Herrera. Víctor Hugo Torres Dávila. Virgilio Hernández. Lissette Fossa. Guido Vassallo. Mónica Mancero. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-608-9

Descarga: Ecuador. La insurrección de Octubre

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2057&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1396

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Entrevista a Diego Sztulwark: “Habría que ver si somos capaces de entender que este no es un tiempo de emergencia, sino un punto de inflexión”

Por: Patricio Lobos en Amargas Sales -. (*) 

Conversamos con Diego Sztulwark, politólogo, docente y coordinador de grupos de estudio. Integrante además, de la editorial Tinta Limón y responsable del blog Lobo Suelto, Sztulwark formó parte durante muchos años del Colectivo Situaciones, espacio con el que publicó varios libros que marcaron una época de la militancia autónoma en la Argentina post 2001. En soledad, publicó “La ofensiva sensible. Neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político” (2019, Caja Negra), que nos ocupa particularmente en esta charla.
En La Ofensiva Sensible Sztulwark se mete directamente con dos conceptos en disputa: el de síntoma, para referirse a aquello que no cuaja en nuestras vidas dentro del neoliberalismo y el de lo plebeyo,  para entenderlo como el movimiento que desborda todo orden normalizador. En el fondo, el concepto de crisis, con su valor cognitivo y epistemológico, permea todas las practicas sociales y políticas.
Hay algo que no cuaja en nuestras vidas en el capitalismo contemporáneo, algo que no es posible de integrar absolutamente al mercado. Ese síntoma se expresa en nuevos malestares y angustias que no operan en el campo de lo político como representación, sino que son más bien su reverso. Como enseña La Ofensiva Sensible, la investigación política debería partir por poner el ojo en esas experiencias y detectar la potencia que tienen para resistir un presente que tanto agobia. A continuación la entrevista completa:
Hace casi dos décadas venimos siguiendo tus producciones colectivas e individuales. Particularmente en tu último libro La Ofensiva Sensible, pones en el centro del análisis el concepto de síntoma, que por ahí tiene una tradición más psicoanalítica, para entender, creemos, que sus determinantes son políticas. ¿Es esa una de las ideas del libro?
Absolutamente, lo lees perfecto. El síntoma tiene un uso fuerte a partir de Freud en el psicoanálisis y antes habrá tenido algún uso médico. La idea es que hay algunas señales que anuncian que hay unas fuerzas que están trabajando invisiblemente sobre el cuerpo, a esas señales se las llama síntoma. Por la década del 60 se da un  encuentro entre las corrientes del psicoanálisis francés y las corrientes marxistas estructuralistas, sobre todo en la figura de Althusser, que en unos de sus libros más conocidos, “Para leer el capital”, hace un comentario introductorio sobre cómo leía Marx, y decía que Marx tenía una lectura sintomática. Allí la noción de síntoma, abandona la clínica y pasa a ser un rasgo de una cierta manera de leer propia de la crítica de economía política. Es decir, Marx logra ver lo que no podía ver la economía burguesa. ¿Que logra ver?, acepta que para darle cabida a ciertos datos de la experiencia hace falta trastocar los esquemas. Y ahí el síntoma anuncia que la estructura no está funcionando bien. Que la estructura de comprensión, de vínculo debe ser transformada. A partir de ahí me parece que la noción de síntoma puede empezar a aparecer en un tercer momento que me llega a mi a partir de la lectura que hago de un filósofo amigo, contemporáneo, un poco mayor que yo, que vive en Barcelona y se llama Santiago López Petit. Para mi es una influencia muy grande y me interesa particularmente su último libro, “Hijos de la Noche”. Ahí es muy claro que el síntoma pasa a ser una señal en el cuerpo y que es el propio cuerpo el que no puede cuajar en la globalización capitalista. Así, se abrió un conjunto de malestares, de padecimientos, de nuevas enfermedades, que van del estrés, a ciertas parálisis, ataques de pánico, síntomas muy difíciles de rastrear, que nos anuncian que no estamos cuajando en esta exigencia ultra-productiva, ultra-exigente de la valorización de la vida en el mercado.
Me interesaba pensar que lo que no encaja en esta invitación capitalista no tiene que quedar necesariamente en lo privado, terapeutizado, sino que podía conectarse alimentando el problema de la política, que es el problema que a mi siempre me interesó. Es decir, cómo construimos potencia política. Entonces, me pareció que los malestares y los síntomas podían ser leídos ya no simplemente como eso que el neoliberalismo llama a superar para volvernos cada día más productivos. Por una u otra razón no cuajamos en este mundo cómo se nos invita a habitarlo. Podríamos tomar este punto de partida para nuevas estrategias colectivas, nuevos discursos, nuevos afectos.
¿También es posible pensar que lo que no cuaja en una estructura, en realidad no cuaja en ninguna?. ¿Puede ser una crítica a todas las estructuras?, ¿Se puede pensar la caída de los regímenes de Socialismo de Estado en Europa por estos motivos?
Yo lo que hago en el libro es ocuparme por la coyuntura actual que la veo muy determinada por el neoliberalismo. Me parece que el neoliberalismo es un balance del Socialismo Real. Eso lo explicó bien Foucault con la biopolítica. Es decir, el socialismo fue un intento de gobernar a las personas a partir de ciertos textos de Marx y Lenin, pero ese intento fue bastante pobre en término de la experiencia de la libertad de las personas. De hecho el neoliberalismo puso la libertad en el centro, una libertad complementamente perturbada y perversa de hacer lo que puedas en el mercado. La obligación a descubrir tu libertad en un mercado desigual y jerarquizado. Puso la libertad en el centro y superó etapas anteriores del capitalismo y el socialismo.
Hay que decir también, que el pensamiento de Mayo del 68, como lo llama Maurizio Lazzarato en su último libro “El capital odia a todo el mundo”, particularmente el pensamiento de Deleuze y Guattari, ya habría sido superado porque ese pensamiento fue una tentativa de organizar una determinada coyuntura en la que el capitalismo se oponía a la revolución socialista. Lazzarato dice que esa coyuntura ya pasó, en cierta medida tiene razón, en el sentido que la crítica a la revolución socialista de los 60 tenía que ver con el socialismo que se ofrecía como amenaza al capitalismo y como alternativa, al tiempo que coexistía de manera pacífica con el capitalismo y ofrecía un modo muy insatisfactorio de existencia. Pero me parece que no es más nuestra realidad hoy donde el neoliberalismo no tiene una suerte de desafío y amenaza. Creo que es la primera vez de la “Comuna de París” para acá, que nos encontramos con una o dos décadas donde el capitalismo no se encuentra amenazado por un proyecto social de envergadura que lo obligue a producir reformas.
Entonces mi idea fue pensar al interior de las coyunturas, donde el socialismo no presenta un desafío, no tanto en el sentido de cuál es el diseño de sociedad a construir, sino en cómo podemos construir una fuerza diferente que por lo menos pueda ponerle un límite serio al neoliberalismo entendido como un acto de guerra contra la población con el objetivo de optimizar las ganancias.

“Me interesaba pensar que lo que no encaja en esta invitación capitalista no tiene que quedar necesariamente en lo privado, terapeutizado, sino que podía conectarse alimentando el problema de la política, que es el problema que a mi siempre me interesó. Es decir, cómo construimos potencia política”.

Nos interesa el trabajo que haces sobre el concepto de lo plebeyo, que también tiene una fuerte tradición, esta vez en el pensamiento nacional, popular, ligado al peronismo. Ahí te metes con otro concepto complejo, en disputa. Lo plebeyo no se trata de un sujeto ni de una clase. Incluso no es orgánico. Es decir, haber si es correcta la lectura, síntoma y acción plebeya, no implican necesariamente una organización política del malestar. 
Exactamente, lo lees muy bien, porque lo plebeyo en Argentina se vincula con el peronismo. Yo lo que tomo es la figura que a mi me fascina que es la de John William Cooke y ahí aparece una especie de plebeyismo. Pero ese plebeyismo no es exactamente nacional-popular. Yo hago la diferencia entre plebeyismo y populismo, y digo hay un plebeyismo como reverso del populismo y hay un populismo como reverso del neoliberalismo. No existe régimen de dominación que no tenga un régimen de plebeyismo, tal como viene de la revolución francesa, la figura de la antigua Roma, donde los plebeyos eran los esclavos libertos, los migrantes, y muy paradójicamente se definían por ser los únicos que no tenían ningún titulo de propiedad. Es decir, no tenían título para participar de la propiedad pública, porque la propiedad privada no existía prácticamente. Es como los orígenes de la burguesía. Pero lo que me interesaba era que los plebeyos eran los que no tenían títulos, apellido, se les decía “hijos de la tierra”.
Aplicado a la Argentina tenía el sentido de decir que llamamos momento plebeyo al momento donde sectores sociales de cualquier clase no aceptan una regulación en términos de modos de vida, impuesta por el mercado y el estado. Se sustraen de ella o la desbordan. Esos desbordes populares plebeyos, tienen en la historia argentina un ritmo de aparición muy significativa si vamos a octubre del 45, que es pre-peronista, vamos al 69 con el Cordobazo, al propio surgimiento de Las Madres de Plaza de Mayo, el movimiento piquetero de 2001, el movimiento del feminismo popular. Me parece que existe una tradición plebeya que no tiene una traducción política simple y directa, no tiene un programa ni se define como fragmento de clase, no se corresponde estrictamente con una categoría sociológica, ni se podría decir que tiene un horizonte político consistente. Por incapturable, deja irrumpir y determinar momentos sociales y políticos importantes en el país, yo diría los más importantes.
Justamente la potencia es la de no dejarse atrapar…
Claro, uno puede caer en la idea de vamos a construir el partido de los plebeyos, pero su fuerza viene de su imposibilidad. Eso puede generar insatisfacción porque esta idea puede ser comprendida como la renuncia a la traducción en los hechos. La inscripción de este reverso de lo político, tal vez nos sirve para construir un concepto de lo político más interesante. No creo que lo hayamos logrado, pero es un poco el proyecto.

“Llamamos momento plebeyo al momento donde sectores sociales de cualquier clase no aceptan una regulación en términos de modos de vida, impuesta por el mercado y el estado. Se sustraen de ella o la desbordan”.

Hoy hablabas de la idea de construir una fuerza. Pensaba en el concepto de la potencia y de la fragilidad, sobre el que haces hincapié en el libro. Permitirse habitar esa fragilidad. Recordamos una frase de León Rozitchner que soles citar, “si el pueblo no se mueve, la filosofía no piensa” y vos planteas que la política siempre va detrás, por eso las nuevas sensibilidades son su reverso. Es una especie de juego de potencias e impotencias, del lado de las subjetividades y del propio sistema. Porque el capitalismo tampoco es aquello que lo puede todo. 
Hay dos cosas que me importan muchísimo y me alegro que las hayas visto en el libro. La primera es la vulnerabilidad de las fuerzas que nos interesan. Nos interesan fuerzas que son vulnerables. Hoy cuando la idea de fuerza es apropiada por el neo-fascismo de manera creciente por movimientos y gobiernos, y se toma la idea de fuerza como clásicamente y patriarcalmente bélica, nos interesa la idea de fuerza que se define tanto en su capacidad de afectar como de ser afectada. Hay una larga tradición de la filosofía estoica, spinozista, que toma la fuerza en esta doble faz. Osea que hay una vulnerabilidad fundamental de esas fuerzas que me puedan parecen interesantes. Con fuerza no hablo de un poder de choque sino de una sensibilidad. El síntoma es parte de la fuerza. Es obvio que el aporte del feminismo puede ser muy grande aquí.
Otra parte que señalas muy bien, es que me resisto a creer que el capital es contundente e indestructible, este realismo capitalista que nos invade a todos. Una cosa que me interesaba mucho de Horacio Verbitsky es esta posición de mantenerse una y otra vez, como una suerte de guerrero imperturbable. No darse el derecho a asumir que el relato del enemigo es la realidad. De vuelta cito a López Petit: hay dos clases de verdad. La verdad evidente, el capital no deja de triunfar y la verdad por desplazamiento, que es la que se crea. Para eso hace falta crear afectos, ideas, estrategias. Ese es un mundo construido a partir del concepto de crisis, de la imposibilidad de tener controlado todo siempre.
Ahora me metería en la coyuntura, y diría que esta pandemia, nos muestra lo que le pasa al capital cuando los trabajadores se quedan en sus casas, su desesperación por no tener la capacidad de producir los modos de vida neoliberales. Probablemente vuelva a ganar esta batalla, y esto se resuelva incluso por un neoliberalismo peor, pero yo no hago predicciones y nunca soy optimista histórico. Pero sí puedo decir que estamos en una situación privilegiada, porque podemos ver el desastre que ocurre en la mentalidad de estas personas cuando los cuerpos no trabajan. Esta situación nos permite entender más la gigantesca potencia de esta vitalidad, que los neoliberales dicen que no existe, porque sólo existe el dinero, el intercambio y que las personas se adaptan a eso. Lo que pienso es al revés, que el mundo sea una mierda es una evidencia, y nosotros estamos acá pensamos cosas, interpretando, somos un desplazamiento que ocurre. Nuestra responsabilidad es pensar desde ahí.
Hoy se piensa mucho en si esta pandemia tiene algún sentido de novedad absoluta. Desde lo político-económico, la discusión por una renta universal, un ingreso ciudadano, etc, ha ingresado al debate en nuestro país. Incluso el Ingreso Familiar de Emergencia -IFE- puede ser entendido como un ingreso al sector precario, aunque solo se piensa en momentos de excepcionalidad, pandemia, crisis. Es un tema que se viene hablando en las teorías políticas europeas hace décadas. Recuerdo “Imperio” de Negri, y hay algo allí que se llama “un salario social y un ingreso garantizado para todos”, como propuesta política.  ¿Crees que es una novedad este debate?. ¿que opinión tenes de ese concepto de ingreso ciudadano y del debate?. 
Bueno, el libro de Negri-Hardt que ya tiene veinte años, fue un hito para algunos de nosotros. Porque más allá de que sus tesis se siguen discutiendo, fue un antes y un después en términos de imaginarios activistas. Colocó de manera definitiva la idea de un espacio global, y nos permitió pensar unos sujetos políticos que no eran la vieja clase obrera, sino la clase ampliada, atravesada por procesos subjetivos, recompuesta. Me parece que es un libro extraordinario, muy importante. En los mismos años en que se escribía Imperio, ocurría en Argentina un fenómeno muy importante y es que el movimiento piquetero en sus luchas, llegó a ser una experiencia de administrar planes sociales. Desarrollaron una actividad de movilización desde abajo que permitió generar un mínimo de infraestructura popular, de inteligencia colectiva, de red social, en el medio del desastre absoluto que era ese mundo.
O sea que el plan social, nace de arriba y nace de abajo. De arriba porque fue diseñado por organismos internacionales de crédito, el estado, pero también de abajo como forma de organización y lucha. Me parece que por un lado es muy interesante pensar formas colectivas del salario, como se paga el salario de aquellas personas que no están dentro de un empleo formal, de dependencia, que son desocupados, precarios. Me parece muy interesante toda esta tradición europea de discutir renta básica, renta cuarentena. Pero hay otros dos elementos. El primero es ¿que se paga cuando se paga?. ¿Se le paga a una clase social porque se la considera peligrosa?, ¿se paga por caridad o se paga porque se reconoce una productividad popular?. Esto me parece importante. Primero que se pague, segundo que ese pago reconozca productividad social y tercero, que no sea por un tiempo, que no sea excepcional, y entramos aquí al tema de fondo que se discute hoy: primero el lenguaje. Alberto Fernández en la primera extensión de la cuarentena dice que prioriza la salud de los argentinos contra los que priorizan la economía. Ahí se da una disputa, porque los neoliberales responden, que no es posible la salud y la vida sin la economía. Cuando hacen eso, están señalando una elemento clave: el materialismo en el que se sostienen los enunciados. Fernández no puede plantear que prioriza la vida si no es capaz de disputarle a los neoliberales el sentido mismo de la palabra economía. Si no lo hace, si no plantea que la economía es otra cosa, implica movilizar otros sectores, modificar estructuralmente las formas de producción, los neoliberales tendrán razón. Tenemos que disputarle a los neoliberales la palabra economía.
También hay que decir que en torno a la salud, surge un protagonismo de los cuidados, de lo público, formas comunitarias, yo diría, y  allí empezamos a reeler Imperio, desde abajo y anunciamos, claramente, que si nos interesa la economía, solo que nuestra idea de la economía se reorganiza en torno a los cuidados, la salud, la vida. Ahí pienso que en torno al lenguaje se da una de las dos disputas centrales del materialismo: no podemos dejarle a los neoliberales la materialidad de la vida. Esta crisis es una crisis profunda. La otra cuestión es el tiempo. Los neoliberales están completamente de acuerdo con todos nosotros en que en este momento hace falta hacer una serie de modificaciones. Por ejemplo, es posible que haya que poner más plata en impuestos, se admite que el estado pueda emitir moneda, se acepta perfectamente que el estado tiene que tener un crecimiento, lo que pasa es que para ellos ese desarrollo tiene que dirigirse a salvar empresas. Acá hay un tema que es el clamor por un estado protector y un problema con la noción de tiempo. Porque lo que ellos consideran excepcional, yo creo que debería ser la nueva época, un rasgo durable, una inscripción definitiva, como dijimos, la excepción se vuelve norma para nosotros. Si somos capaces de pensar que el tiempo no es un tiempo de emergencia, sino un punto de inflexión, entonces las fuerzas que se movilizan hoy no se movilizarán por un tiempo nada más. Tenemos que discutir de qué fuerzas hablamos cuando hablamos de estado protector, ¿proteger que?, ¿proteger como?. Estamos preguntándonos de manera desesperada como discutir el lenguaje, el tiempo y la economía.

“Alberto Fernández no puede plantear que prioriza la vida si no es capaz de disputarle a los neoliberales el sentido mismo de la palabra economía. Si no lo hace, si no plantea que la economía es otra cosa, implica movilizar otros sectores, modificar estructuralmente las formas de producción, los neoliberales tendrán razón. Tenemos que disputarle a los neoliberales la palabra economía”.

Antes del coronavirus, había una serie de fuerzas que estaban poniendo en disputa algunos sentidos neoliberales, de nuevo. Pienso en Argentina y el triunfo del Alberto, las revueltas en Chile, el movimiento indígena en Ecuador. Lo de Bolivia es muy opaco y oscuro. ¿Como pensás esos antagonismos, esas disputas pos-cuarentena?. En este marco, como ves la posibilidad de una nueva relación entre movimientos populares y estado en Argentina.  
Son preguntas muy difíciles de responder. Primero porque implican predecir, y ahí no sabría donde mirar. Lo que tiendo a ver es que en la historia reciente argentina nos encontramos con una secuencia que es básicamente está: después del 2012-2013 hay una derrota de la conducción política de parte del movimiento popular que la ejercía el kirchnerismo. Y el neoliberalismo construye muy rápido una alternativa que triunfa electoralmente en 2015. Pero desde el 2013 en adelante hubo muchos avisos. El momento en que Bergoglio es electo Papa, el momento en que Nisman denuncia al gobierno por el pacto con Irán, el momento en que Massa rompe el peronismo y le gana a Cristina la provincia de Buenos Aires, la incapacidad de Cristina de gobernar el dólar, la aparición de los cacerolazos en defensa la propiedad privada. Hubo mucha información en relación a que el kirchnerismo ya no estaba en condiciones de gobernar el proceso político, de comprender las mutaciones que había producido la sociedad, y no era capaz de ganar una elección. La llegada del macrismo en 2015 supuso una capitalización de todo aquello que el proceso populista no había sabido ver en su propia base social y articuló eso de manera voluntarista. Desde el otro lado creían que la derrota del kirchnerismo dejaba al movimiento popular inerte e incapaz de defenderse de una ofensiva como la que ellos planteaban. Eso pareció que podía cuajar. Durante el 2017 hubo un momento de represión social altísimo: el intento de poner carpa blanca por parte de los docentes, la represión en el verano a los mapuche, la represión a las primeras marchas de mujeres, Pepsico, una serie de actos represivos que iban acompañando la idea de que los que no se adaptasen a la vida neoliberal iban a ser borrados, como la vieja escoria de corrupción, mafia, piqueteros, todo lo mismo borrado en nombre de la forma empresa.
La muerte de Maldonado y el asesinato de Nahuel, nos dejaban con la sangre helada porque esa movilización no alcanzaba a frenar ese proyecto. Ese año Macri gana las legislativas, pero a fines de ese año todo se complica, cuando ellos anuncian que se van a acelerar una serie de reformas. Cuando intentan hacer la reforma jubilatoria, que era la primera de una serie de ellas, hubo una jornada memorable de lucha en el Congreso de la Nación, cacerolazos y el gobierno de Macri entró en crisis. A poco tiempo la respuesta es una huida de capitales, una crisis económica muy fuerte, y Macri decide anclar la conducción política del país en el Fondo Monetario Internacional como forma de preservarse y llegar a las próximas elecciones, y evitar así, que un gobierno populista o de otro tipo vuelva al gobierno.
En 2017, en provincia de Buenos Aires Cristina hace la mejor elección que un dirigente haga en cualquier región del país. Es decir, Cristina queda como electora privilegiada de la alternativa. No se pudo sacar a Macri en las calles, pero se logró limitar ese poder sin liderazgo político, sin que el kirchnerismo lo liderara, y en las primarias de agosto, donde hay una paliza de Alberto a Macri, podemos ver como ese odio callejero, esa necesidad urgente de poner un límite a Macri se inscribe en las urnas.
¿Que tenemos después de eso?. Tenemos una disputa por entender si la coalición que desplazó a Macri es antineoliberal, o es simplemente una coalición nacional para renegociar la deuda. Mi opinión es que es lo segundo. No cuajó una coalición anti neoliberal. Todo esto se complica mucho con esta coyuntura.
Para mi la relación entre movimientos sociales y gobierno, tiene dos posibilidades. O una posibilidad de precarización del movimiento social, descomposición, como réplica de lo que fue el peor momento del kirchnerismo o una presencia activa del movimiento social que desde afuera o adentro de la alianza presione para una política no neoliberal. Qué cosa sea una política no neoliberal, es una cosa hoy muy incierta. Si vemos la coyuntura latinoamericana, como Piñera retomó el control en Chile, el golpe de estado en Brasil y el fascista de Bolsonaro en el gobierno, el golpe en Bolivia, además de lo que pasó en Argentina, deja este escenario más abierto.
Del otro lado lo que vemos es que el neoliberalismo no es una política económica. No es solamente el partido de Macri, o los que dicen que hay que liberar el mercado. El neoliberalismo es la presión del capital para conseguir ganancia a cualquier costo sin reparos en el uso de la violencia. En la medida en que la tasa de ganancia el capital se la garantiza por la fuerza, viene la pregunta: ¿simplemente con un discurso antineoliberal alcanza?, ¿o bien su salida implica generar mucha fuerza colectiva para intentar frenar la violencia del capital y preguntarse por formas de reproducción social que no dependan de esa voracidad del capital?. Eso está abierto y la gran noticia es que se vuelve visible la importancia de la organización comunitaria, de los trabajadores de la salud, los cuidados comunitarios, es ahí donde uno podría ver las imágenes de esas fuerzas. Otra relación con la economía, con el tiempo, con la ciudad, con lo comunitario, pero no me animo a decir que esas fuerzas van a poder desarrollarse. El optimismo histórico me parece un peligro, si me parece bien el ontológico.

“Si somos capaces de pensar que el tiempo no es un tiempo de emergencia, sino un punto de inflexión, entonces las fuerzas que se movilizan hoy no se movilizarán por un tiempo nada más. Tenemos que discutir de qué fuerzas hablamos cuando hablamos de estado protector, ¿proteger que?, ¿proteger como?. Estamos preguntándonos de manera desesperada como discutir el lenguaje, el tiempo y la economía”.

No es la disputa entre el partido de las formas de vida contra el de los modos de vida 
Claro, tendríamos que admitir que hay una zona de ambigüedades muy grandes entre modos de vida y formas de vida y que no tenemos en este momento un concepto de lo político que nos permita organizar una comprensión y una forma de acción clara y definida. Más bien, diría que las izquierdas entraron, como dice Bifo Berardi, en un crisis cognitiva, la racionalidad de la izquierda no está funcionando. Cuando las izquierdas llegan a los gobiernos son muy impotentes, sino traicionan directamente como en Europa, entonces la pregunta es como escuchar los movimientos indígenas, feministas, de jóvenes, que en el plano sensible van mucho más avanzados en el sentido de recomponer una inteligencia, de construir un marco cognitivo, de reconstruir un tiempo de lucha y una inteligencia colectiva. Ahí no me animo a hacer pronósticos, solo se de que lado estoy.
(*) Lic en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional del Comahue- CURZA
Fuente e imagen:  http://lobosuelto.com/un-punto-de-inflexion-entrevista-a-diego-sztulwark/
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OVE entrevista a Luis Miguel Cisneros Villanueva: “La historia como posibilidad al construir un tipo de educación endógena y pertinente”.

Entrevista realizada por Luis Miguel Alvarado Dorry en exclusiva para Otras Voces en Educación.

Conocimos a Luis Miguel Cisneros Villanueva en una de las clases del Instituto McLaren de Pedagogía Crítica con sede en la Ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México; una persona seria, tranquila, pero con una gran energía por querer transformar las condiciones desfavorables en la que viven los excluidos, los oprimidos, los ninguneados, los acallados y los invisibles, a partir de una educación propia (endógena) y no impuesta (exógena).

Tiene un Posdoctorado en el área de especialidad de Investigación Aplicada en Educación con Énfasis en Diseño y Construcción de Proyectos de Educación Popular (2015), Doctorado en Pedagogía Crítica y Educación Popular (2014) y Maestría en pedagogía crítica y proyectos educativos (2017) por parte del Instituto McLaren de Pedagogía Crítica; Maestría en Docencia en Ciencias Sociales (2009)  y una Licenciatura en Pedagogía por parte del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación “José Ma. Morelos”.

El Doctor Luis Miguel Cisneros Villanueva es originario de la comunidad indígena de Sicuicho, Municipio de Los Reyes, Michoacán. Es maestro rural de Telesecundaria, asesor de maestría en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) unidad 162 y catedrático del Instituto McLaren de Pedagogía Crítica de Ensenada, Baja California, México. Su compromiso y vocación lo ha llevado a ser un estudioso de la pedagogía, buscando y construyendo caminos para mejorar prácticas y concepciones educativas. Diseñó e impartió los diplomados: “La comunidad de diálogo: una alternativa en la escuela”, “Por una escuela creativa, crítica y solidaria” y, “El Jardín de Niños pensante, creativo y ético”. Es fundador del Colectivo Pedagógico “Paulo Freire”, cofundador del programa de radio comunitario denominado “La voz del magisterio democrático” transmitido en la región Los Reyes. Creador del programa “Las alternativas educativas” transmitido por Facebook y Youtube.

Es coautor del libro: “Grandes Educadores Latinoamericanos” (2014). Autor del libro: “Las Alternativas Educativas desde la Pedagogía Crítica y la Educación Popular” (2016). Coordinador del libro: “Pedagogías Emancipadoras: Experiencias Pedagógicas del Valle Esmeralda y la meseta P´urhépecha” (2017). Autor del libro: “Pensamiento Pedagógico del maestro Rafael Ramírez en la época de oro de la educación mexicana” (2018). Ha impartido talleres sobre el pensamiento crítico, la creatividad, la pedagogía crítica y la comunidad de diálogo.

Para ser un gran maestro, en primer lugar, se tiene que ser un gran ser humano y, en segundo, una gran persona, Luis Miguel Cisneros Villanueva engloba todas estas características; es un maestro comprometido con las sociedades oprimidas que busca con maestras y maestros, entre todes, construir una educación diferente, más humana y humanizante, surgida desde lo glocal con base en los intereses y necesidades del contexto y, en la participación dialéctica y dialógica de todes, con el hito de luchar y resistir los embates del capitalismo salvaje en su fase neoliberal.

 

Luis Miguel, cuéntenos un poco su historia de vida, ¿Cómo llegó a la educación crítica y contestataria?

Primeramente agradecer al portal “Otras Voces en educación” por esta entrevista, recuerdo que en mis inicios como maestro rural de Telesecundaria hubo una frase que marcó mi opción política, ética y pedagógica. Fue en un seminario político sindical donde observé que un compañero tenía un libro sobre Simón Rodríguez, después de cruzar algunas palabras le pedí prestado ese texto, ya en la casa lo leí hasta terminar. Lo que más me impresionó fue el planteamiento de Rodríguez: “¿Dónde iremos a buscar modelos? O inventamos o erramos”. Esta frase me conflictúo bastante pero al final entendí que para dejar de copiar concepciones educativas es necesario construir alternativas educativas. Por cierto y a pesar de mi rebeldía yo no lo hacía, en ese momento me di cuenta que en realidad era un rebelde pero sin causa. Así, en mi posición de “crítico” rechazaba y cuestionaba -en automático- los planteamientos de la autoridad. Sin embargo, más que crítico era un criticón. Entonces, a partir de la lectura de Simón Rodríguez comprendí que cuando se protesta o denuncia es obligado construir propuestas, soluciones o alternativas.

Ahora bien, para la construcción de alternativas educativas ocupamos analizar permanentemente la política y práctica educativa. Esta reflexión colectiva incluye diálogos de saberes con las y los otros para construir, deconstruir o reconstruir una educación a la medida de cada contexto.

Cuando entendí que debía dar dirección a mi práctica me adentré en lecturas sobre pedagogías críticas y educaciones populares que por cierto no conocía, aún y cuando ya había estudiado una licenciatura en pedagogía y una maestría en docencia. Así, conocí lecturas de Peter McLaren, Henry Giroux, Michael Apple, Joe Kincheloe, Paulo Freire, José Martí, Rafael Ramírez, Sergio Quiroz, Marco Raúl Mejía, Luis Bonilla, María Shirley Dos Santos, Jesús Pastor Brigos, Carlos Díaz Marchant, Alicia Minujin, Carlos Razo, Rosa María Romero y otros que sin duda marcaron definitivamente mi trabajo docente y comunitario. Esto ayudo a comprender que la escuela puede ser un lugar de reproducción o de contestación. Fue la última opción la que adopté porque devela y elimina todo tipo de opresiones. Sin embargo, no quise que el planteamiento se quedara en un simple discurso, por consiguiente repensé mi práctica para que esta fuera consecuente con mi opción política. Cuando retomé las pedagogías revolucionarias deje de reproducir recetas exógenas descontextualizadas, asimismo eliminé programas sobrecargados de contenidos porque no generan aprendizajes significativos y mi clase ya no se basó en la educación bancaria y memorística. En suma y después de escuchar a Marco Raúl Mejía en Ensenada BC. resolví dejar de ser un idiota útil al sistema.

Luis Miguel ¿Cuáles considera que son los elementos más significativos de la crisis educativa en México?

Creo que son muchos, yo solamente intentaré ubicar algunos. Uno es la política educativa dictada e impuesta desde el extranjero, esta situación presiona -en gran medida- a las y los maestros porque deben lograr que sus estudiantes alcancen los estándares fijados, el problema con esta visión es que exalta la memorización, fragmenta el conocimiento y prioriza la enseñanza de las matemáticas y la lecto-escritura dejando fuera otras áreas del conocimiento. ¿Se puede formar integralmente a los sujetos con aprendizajes utilitarios, parcelados y estandarizados? Otra realidad de este enfoque exógeno es que plantea una educación desconectada de la vida, por tanto existe en las y los estudiantes apatía, -y en algunos casos- aborrecimiento a la escuela, a sus docentes y a sus contenidos. Aquí surge otro problema fundamental, las y los maestros se convirtieron en simples operarios de currículos. La actual política educativa desmotivó considerablemente al magisterio pues en lugar de que, las y los maestros, prepararán y presentarán clases creativas se enfocaron en depositar contenidos utilitarios, insignificantes y en muchos casos obsoletos, pues como dijimos el único objetivo es que los y las estudiantes pasen las pruebas estandarizadas. Así, el trabajo instrumental generó malestar en las y los maestros porque los redujo a operar y reproducir la política educativa deshumanizante. El malestar docente se agudizó con el desprecio constante hacia ellas y ellos, su posición desechable y las agresiones -de todo tipo- de las que son objeto. ¿Cómo aspirar a un país mejor con maestras y maestros sobreexplotados, amenazados, violentados y señalados constantemente? Entonces, es urgente la dignificación y valorización del magisterio en los hechos y no en discursos vacíos.

 Asimismo, la escuela actual se encuentra en crisis porque no ha cambiado mucho respecto a su creación, sigue vigente las formas de organización, los objetivos, los contenidos, los  reglamentos, las relaciones interpersonales y otros. Una tarea pendiente de la educación es desarrollar el pensamiento crítico, creativo y solidario en las y los estudiantes, esto no se logra porque nuestra educación es excesivamente cognitiva y reproductora del darwinismo social y pedagógico, es decir, la educación actual forma en y para el individualismo, exalta la memorización de contenidos, limita la creatividad, la expresión de emociones, no permite los cuestionamientos “incomodos” y reprime la autonomía en el pensar y actuar. Por lo expuesto, urge la refundación de la escuela.

 

Luis Miguel, como pedagogo crítico ¿considera que la formación de les futuros docente se corresponde a las necesidades del país y los desafíos pedagógicos del siglo XXI?

Lamentablemente la formación docente está condicionada por imposiciones de organizaciones internacionales que exaltan la formación docente instrumental y utilitaria. Esta visión aceleró la despedagogización del magisterio con la introducción de un lenguaje, conceptos y categorías ajenos a la educación, además, en muchos espacios formadores se aceptó de forma pasiva la mercantilización de la educación. La despolitización vigente impidió los cuestionamientos freirianos como: ¿Qué contenidos enseñar, a favor de qué enseñarlos, a favor de quién, contra qué y contra quién? Así, la gran maquinaria educativa neoliberal formó maestras y maestros obedientes a los procesos de reforma y los redujo a simples operarios de currículos estáticos, aburridos y descontextualizados. Esta concepción educativa responde a las necesidades del sector empresarial trasnacional pero de ninguna manera a los problemas y aspiraciones del pueblo mexicano.

La pobre formación pedagógica, política y ética del magisterio (herencia del sistema educativo neoliberal) afianzó la repetición, la memorización de contenidos y la explicación única del mundo y de las cosas. Lo anterior, es absolutamente cuestionable si recordamos que nuestro México, es una nación de naciones. Entonces, ¿Por qué convertir a la escuela en un lugar de entrenamiento para “pasar pruebas” diseñadas desde el pensamiento único-occidental? ¿Hasta cuándo cesará la violencia (directa y simbólica) en contra de las comunidades educativas?

Ahora bien, ¿Qué hacer para replantear la formación y actualización docente? Yo creo que debemos repensar colectivamente a la y el maestro que se ocupa hoy en día. En este sentido urge desintoxicar la agenda en la formación y actualización docente enfatizando algunos ejes:

  • Recuperar la politicidad en la agenda formativa para hacer que lo pedagógico sea más político y lo político más pedagógico.
  • Formar para y en la concientización, la mística y el compromiso con los sectores oprimidos.
  • Promover y formar para el activismo pedagógico constante y consciente.
  • Formar para la descolonización de la educación de tal suerte que se construyan colectivamente los cimientos para la buena educación.
  • Erradicar de la práctica educativa la pedagogía de la respuesta y en su lugar trabajar desde la pedagogía de la pregunta.
  • Un elemento clave para refundar la formación y actualización docente es enseñar a sistematizar la práctica para que ésta sea la base de la transformación educativa necesaria y urgente.
  • Una vez que las y los maestros sistematicen su práctica se deben crear los espacios para la difusión, socialización y construcción de la buena educación. De este modo, iniciar expediciones pedagógicas de escuela a escuela, a nivel región y Estado, para finalmente llevar a cabo -periódicamente- grandes expediciones pedagógicas nacionales.

Por último y para acompañar la formación y actualización magisterial se ocupa una gran cruzada por la educación emancipadora para romper definitivamente con las visiones educativas promotoras del darwinismo social y pedagógico. Esto implica la revalorización -en todo sentido- del magisterio nacional, pero esto como dijimos no debe ser un discurso, sino un planteamiento claro y consecuente.

¿Qué ha significado el Coronavirus en lo educativo? ¿Considera que las medidas educativas tomadas en el contexto de la pandemia afectan al derecho a la educación?

Creo que como se ha dicho en muchos espacios la pandemia es una oportunidad para repensar y repensar-nos no sólo en el ámbito educativo sino en la vida misma, sin embargo, muchos discursos -incluso en sectores de la izquierda- son vacíos, demagógicos y repetitivos porque se ha discursado sobre el tema pero no se observan propuestas que refunden totalmente la escuela y las relaciones que se dan dentro de ella. Aquí vale recordar una frase de Marco Raúl Mejía que dice: “nunca más protesta sin propuesta”. Cuanto nos hace falta validar este pensamiento porque efectivamente, después del análisis y la crítica corresponde construir alternativas, por tanto, creo que es fundamental aprovechar la coyuntura actual para refundar la escuela tomando en cuenta los nuevos contextos que la pandemia dejará.

El reto es eliminar -de una vez por todas- los elementos obsoletos de la escuela original y construir otra escuela posible que coadyuve a la solución de viejas y nuevas problemáticas. Pero, ¿Quién refundará la escuela? ¿Los gobiernos? ¿Las y los intelectuales? Sin duda, esta es una tarea de los sectores magisteriales-populares formadores de nuevas subjetividades fuera del capitalismo. La tarea no es sencilla, sin embargo no se inicia de cero porque ya existen en el país experiencias pedagógicas emancipadoras como el PTEO en Oaxaca, el PDECEM y PEPOMICH en Michoacán, las escuelas altamiranistas en Guerrero, la educación zapatista en Chiapas, el proyecto alternativo del movimiento de resistencia de Baja California, las experiencias educativas desde la Comunalidad y otras. Asimismo, tenemos saberes populares y cosmovisiones de pueblos originarios que humanizan. Estos elementos se deberían aprovechar para construir, deconstruir y reconstruir alternativas educativas en múltiples espacios. Lo imprescindible en esta tarea es que exista claridad política, ética y pedagógica para eliminar todo tipo de opresiones, para formar en la solidaridad y fundamentalmente para reconectar a los sujetos con todas las formas de vida incluida la madre tierra. No obstante, es esencial que esto no sea un discurso hueco sino propuestas basadas en la praxis pedagógica emancipadora.

En relación a las acciones educativas que el gobierno ha tomado en el contexto de la pandemia me parece que son precipitadas, descontextualizadas y por tanto erróneas. Sin embargo era lo que se podía esperar de funcionarios conservadores como Moctezuma Barragán (Secretario de Educación Pública) que al igual que sus antecesores evidenciaron  desconocimiento de las realidades educativas del país. ¿Por qué plantear como única opción el programa “Aprende en Casa”? ¿Por qué no se consideraron otras opciones tomando en cuenta un sistema educativo destruido por políticas educativas neoliberales? Es claro que no se consideró el acceso a los medios tecnológicos, tampoco la grave desigualdad en el país y mucho menos la falta de conocimiento en el manejo las plataformas educativas. Si bien es cierto que una parte de la población tiene acceso a la tecnología esto no significa que la usen más allá de las redes sociales que poco o nada tienen que ver con “educativo”.

Pero hagamos un ejercicio imaginativo, pensemos en un escenario ideal donde se tiene acceso a las tecnologías, se utiliza de forma correcta las plataformas y se terminan los programas de estudio (esto último parece ser la única y gran preocupación de los gobiernos pero también, de madres y padres de familia, tutores y un gran sector magisterial). Las preguntas serían: ¿Esto es educación? ¿Humaniza o deshumaniza esta actividad? ¿Por qué se enfatiza terminar programas por encima de aprendizajes significativos y humanizantes? ¿Qué tipo de subjetividades se forma con las clases en línea? ¿Se promueve el diálogo y el cuestionamiento? ¿La clase en línea es una forma de educación bancaria? Son muchos los cuestionamientos que se pueden hacer al respecto, lo alarmante es que en muchos espacios no se hacen este tipo de preguntas -en voz alta- por temor a represalias o por quedar bien con los sectores privilegiados de la escuela y sobre todo porque es más fácil simular que repensar y repensar-nos en este contexto de crisis.

 

Amigo y tocayo Luis Miguel, desde las alternativas educativas ¿cuáles serían algunas de las propuestas que considere importantes para iniciar un proceso de transformación radical del sistema educativo?

Interesante pregunta tocayo, primero recordar que la educación no fue, no es, ni será nunca neutra porque siempre responde a cierta ideología, por tanto, las alternativas educativas deben ser contextualizadas, humanizantes, integrales, a favor de las y los oprimidos y principalmente pensadas y construidas por la comunidad educativa. Lo anterior, porque existen algunas propuestas “alternativas” pensadas e impuestas por intelectuales que se creen iluminados, uno se pregunta: ¿Pensar y decidir por las y los otros no es una característica de los sectores conservadores? Para no cometer estas contradicciones se ocupa fundar espacios para dar voz a quienes históricamente se les ha negado. Es decir, se ocupa un auténtico diálogo de saberes colectivo para recoger las aspiraciones de las comunidades, así como el aporte de experiencias o pedagogías de la insurrección. Otra tarea de las alternativas educativas es hacer un frente común para disputar -en todos los sentidos- la educación, incluida la producción de saberes para que estos sean a favor de las mayorías, resuelvan problemáticas y sobre todo, construyan nuevas subjetividades.

Como lo mencioné anteriormente, en la actualidad se están construyendo alternativas educativas, todas con sus particularidades, avances y retos. Unas con más dificultades que otras, algunas han encontrado -en el proceso de disputa- un ataque (a veces velado y otras veces abierto) de sectores conservadores y de gobiernos retrógrados que buscan mantener el statu quo a toda costa. No obstante, la resistencia, la lucha, la organización y el sueño colectivo han permitido la construcción de alternativas incluso en espacios donde parecía imposible. La lección aquí es que las y los oprimidos superaron la visión fatalista impuesta y, asumieron la historia como posibilidad al construir un tipo de educación endógena y pertinente. Los proyectos y programas alternativos han encontrado en sus procesos de reflexión-acción-liberación distintos tipos de opresión y, por tanto, su programa contempla estructuras pedagógicas específicas para la liberación. En otras palabras, luchan contra las opresiones de tipo racial, de clase, de género y con las que van surgiendo o develando. Esta condición es gracias a que las alternativas educativas se repiensan todo el tiempo, nunca se asumen como propuestas acabadas o estáticas sino en movimiento, en permanente construcción, deconstrucción o reconstrucción. Esta perspectiva dialéctica consolida la buena educación porque se nutre de la sistematización de las y los maestros críticos, que ciertamente son ellas y ellos los protagonistas de la transformación educativa necesaria y urgente.

Lo expuesto demuestra que hay esperanza y que los colectivos que todavía no construyen alternativas educativas deben hacerlo ya desde lo inédito viable (propuestas concretas). En este orden de ideas, nuevamente cobran significado las palabras de Simón Rodríguez “o inventamos o erramos”. Nuestra opción es dejar de copiar concepciones que nada tienen que ver con las aspiraciones del pueblo y en su lugar inventar-construir alternativas a partir de recuperar la capacidad de soñar, de crear y fundamentalmente de hacer y pensar pedagogía. En palabras de Freire, luchar por el derecho a ejercer la belleza del acto educativo. Lo anterior se logrará con dosis de rebeldía colectiva, rebeldía para negar y combatir la educación estandarizada reducida a simples técnicas de adiestramiento. Ser rebeldes significa desmitificar al sistema capitalista como la única opción para ser, estar y pensar el mundo, por tanto es urgente desafiarlo -en muchos frentes- porque es claro que sólo ha agudizado la desigualdad, la miseria, las relaciones de poder, la estandarización de la cultura, la mercantilización de los servicios sociales, la cosificación y deshumanización del ser humano. Es precisamente esta realidad impuesta la que obliga a refundar y democratizar la escuela, pero no desde cualquier teoría o moda pedagógica sino desde las alternativas educativas formadoras de otras subjetividades, desde las pedagogías latinoamericanas y desde las experiencias educativas emancipadoras. Estas concepciones educativas deben servir como líneas generales para el debate, la acción y la lucha por sociedades más humanizadas.

Estoy convencido que las y los maestros sólo tenemos de dos sopas: reproducir el estado de cosas o contribuir a la formación de otras subjetividades que en el corto plazo resistan la barbarie vigente, posteriormente construyan alternativas para que estas -en el mediano y largo plazo- coadyuven en la refundación de la sociedad y la vida. Porque justamente, se trata de transformar la sociedad enferma, intolerante y opresora y no adaptarse a ella. En suma: las alternativas educativas deben servir para curar y reparar el planeta, el ser humano y las relaciones vigentes. Sabemos que la educación es un pilar clave en la concientización política, ya lo dijo Paulo Freire, la educación por sí sola no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiarán el mundo. Esa es la tarea, hagámosla realidad.

MUCHAS GRACIAS

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¿Qué será la normalización?

Por: Elisabeth de Puig

Esperamos todos la llamada “normalización” y miramos, esperanzados, las tentativas de salida de crisis en los países que nos han precedido en la cuarentena con la conciencia de que cada gobierno ha tenido su gestión nacional de la pandemia dentro de los parámetros de la OMS y que cada país sale del confinamiento según su propia idiosincrasia.

Ayer habló el presidente de una reapertura gradual que, de primera impresión, deja las puertas abiertas a algún nivel de confusión. Si no hemos sido capaces de controlar las medidas de aislamiento social y el toque de queda a cabalidad, ¿qué posibilidad tendremos de controlar la “covidianidad” sin dar pie a un cierto caos?

El encierro en casa ha provocado que una gran parte de la población ha tenido que habituarse a una realidad desconocida. Una situación nueva a la que se le está haciendo frente y a la cual la sociedad dominicana ha respondido de manera diferente según los estratos sociales y las diferentes condiciones de vida.

Este confinamiento ha desencadenado graves preocupaciones sobre el futuro de la economía local y global, a la par de las angustias sanitarias.

Estos temores no se acabarán con la llamada normalización y parte de ellos tienen que ver con el peligro real que seguirá existiendo en ausencia de una vacuna y de remedios efectivos contra el COVID-19.

Al salir a la calle no sabremos si la persona que está cerca está contagiada o si un objeto que estamos agarrando ha estado en contacto con el virus.

En el futuro inmediato por forrados que estemos con lentes, viseras, máscaras y guantes, y aunque guardemos el distanciamiento físico de dos metros, lo que se vislumbra es que encararemos a los demás con algo de paranoia o, por lo menos, con temor y desconfianza.

Esto ha conllevado que en España y Francia se hable en estos días del “síndrome de la cabaña”, que hace que la gente en el momento de la liberalización tenga miedo a hacer contactos con otras personas fuera de la casa, a trabajar fuera del hogar, a relacionarse, etc. y muchos prefieran quedarse encerrados todavía.

Pero cuando hablamos de normalización, lo que más nos debería interpelar es saber hacia dónde nos dirigimos con esta nueva etapa.

¿Será posible volver a la misma vida que teníamos hace dos meses, a una sociedad regida por un capitalismo puro y duro, a un individualismo despiadado y a un modelo neo liberal de sálvese quien pueda, o se vislumbrará la posibilidad de establecer una sociedad que tendrá como ejes la cooperación y la solidaridad de todos con todos, donde no se estigmatice por rumores infundados y no se discrimine por motivos de nacionalidad, religiosos o étnicos?

Como lo señaló el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al conmemorar el aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de las Naciones Unidas, el mundo debe «recordar las enseñanzas de 1945 y, unidos, buscar la forma de acabar con la pandemia y de construir un futuro de paz, seguridad y dignidad para todos».

La crisis del Covid 19 nos recuerda que la atención médica es un derecho humano universal que no podemos desatender como es lo característico en los modelos neo liberales, que los estados deben regular los mercados, y que debemos hacerle frente a la racionalidad económica con un sentido social y ecológico.   

¿En qué mundo queremos vivir cuando todo esto termine? Esa es la pregunta clave. La pandemia nos ha permitido darnos cuenta en tiempo real de nuestra interdependencia planetaria: ricos, pobres, blancos, negros, jóvenes y ancianos, así como de nuestra fragilidad individual y colectiva.

A este respecto, he recogido aquí y allá algunas ideas sueltas que dejo para la reflexión.

Recordemos que, si partimos de los derechos humanos, esto nos ayudará a responder a las prioridades inmediatas mientras desarrollamos, al mismo tiempo, estrategias con visión de futuro.

No es encerrándonos en nuestras ideas preconcebidas que contribuiremos al cambio social, sino abriéndonos y participando con voluntad de servicio.

Coloquemos la solidaridad por encima de la eficiencia, obviando un consumo desenfrenado que, al destruir el planeta, conduce a la pérdida de la humanidad. 

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8819108-que-sera-la-normalizacion/

Imagen: Mircea Iancu en Pixabay

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Libro(PDF): «Octubre y el derecho a la resistencia. Revuelta popular y neoliberalismo autoritario en Ecuador»

Reseña: CLACSO

Entre defensivo y anticipatorio, el Paro Nacional repuso al pueblo en el campo político. La vía neoliberal, abierta sorpresivamente desde 2017, había conseguido asentar cierta idea del Estado austero como única forma de reparación social y ética ante los «excesos del dispendioso y corrupto gobierno populista» (sic.). En su progresiva implantación, sin embargo, la austeridad combinó el desfinanciamiento de sectores de provisión de servicios públicos masivos, política de precarización del trabajo y recurrentes exenciones tributarias para grandes grupos económicos. Dicho combo de políticas fue ratificado con el Decreto 883. Quienes comparten más o menos similares experiencias de injusticia o entornos de privación como efecto de tales políticas se encontraron en Octubre.

De la Introducción de Franklin Ramírez Gallegos

Autor (a):  

Franklin Ramírez Gallegos. [Editor]

Daniel Andrade. Matthieu Le Quang. Nila Chávez Sabando. Daniel Vizuete. Santiago Ortiz Crespo. Ernesto Vivares. Jahiren Noriega. Gonzalo Criollo Galván. Adoración Guamán Hernández. Andrés Chiriboga Tejada. Leonardo A. Arias. Jonathan Báez. Christian Pino Garrido. Soledad Stoessel. Rodrigo Iturriza. Isabel Díaz. Adriana Mejía Artieda. Jorge Daniel Vásquez. Valeria Coronel. David Chávez. René Unda Lara. René Ramírez. Analía Minteguiaga. Jacobo García. Eduardo Soria. Paco Salazar. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-607-2

Descarga: Octubre y el derecho a la resistencia. Revuelta popular y neoliberalismo autoritario en Ecuador

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2056&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1395

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El Apagón Pedagógico y la No Sociedad. Entrevista a Luis Bonilla-Molina

Redacción: Tatuy TV

En esta entrevista para Tatuy TV, el profesor e investigador venezolano Luis Bonilla advierte sobre las corrientes neoliberales en el sector educativo que tienen algunos Estados, en especial hacía la pedagogía. Aunque la entrevista se hizo en el 2018, evidencia ciertos elementos que están actualmente en la mesa de discusión. El Covid-19 ha generado a nivel mundial un confinamiento masivo, apresurando la migración de los procesos educativos de las aulas de clase a las casas. Pero, ¿quiénes tienen acceso a la educación en línea? ¿Cuáles son los límites que generan estos modelos de educación en casa? Luis Bonilla defiende que el neoliberalismo no busca privatizar la educación al mismo estilo de la década de los 90. ¿Entonces qué forma tomará esta privatización?

Entrevista

En el marco del mes del maestro y la maestra, TatuyTv recibe a Luis Bonilla-Molina, investigador, militante, Coordinador del Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docente, y candidato a la secretaria general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). En esta ocasión nos advierte del neoliberalismo y sus planes hacia la educación y en especial hacia la pedagogía, al servicio del lucro y la dominación.

En Venezuela, en el marco de la Revolución Bolivariana, se han cumplido las metas históricas planteadas desde la consagración de la constitución en el año 1999: el derecho a la educación gratuita nos ha permitido a través de las misiones sociales la promoción de una educación de calidad y al servicio de toda la población en sus distintas escalas, logrando así ganar la batalla a la privatización de la educación, punta de lanza del proyecto al servicio del capital.

Bonilla nos advierte que el neoliberalismo en su nueva etapa busca aprovechar la revolución científico tecnológica para ahorrar costos y en consecuencia dar comienzo a la virtualización de la educación. Para entender ese proyecto nos recomienda indagar en la propuesta de Korsewil el director de proyectos tecnológicos de Google que plantea entre otras cosas que en las próximas décadas a corto plazo la nube puede conectarse con la neo-corteza cerebral, lo que nos habla de la dimensión de la neuro-política en la dominación global del capitalismo.

Bonilla identifica mutaciones que viene sufriendo el sistema capitalista: la primera es de orden económico: a partir de lo que conocemos como segunda guerra mundial, el capitalismo comenzó un proceso de inversión de carreteras, puertos y aeropuertos para llevar sus mercancías a lo más cercano de quien consume. Esto muta hacia un modelo de sociabilidad donde se ha trasladado el nicho a la casa, logrando así con el conjunto de redes sociales que el espacio virtual se convierta en el nuevo elemento de sociedad. El avance tecnológico apunta en la misma dirección: todos los dispositivos que están en uso son para no estar en la calle, son para reducir a la población a sus casas. Algunos gobiernos en Latinoamérica hacen reformas de ley para aumentar las horas de trabajo y así reconfigurar el espacio de producción de mercancía inmateriales. El ingreso de la virtualidad en la casa, su valoración como un espacio de trabajo lleva consigo fuertes implicaciones para la edificación de una educación que en tanto colectiva, es y será liberadora.

 

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Ecuador: Trabajadores, maestros y estudiantes protestan en Ecuador contra medidas económicas

Redacción: Mundo Sputnik

Trabajadores de empresas públicas, maestros y estudiantes realizaron plantones y marchas en varias ciudades de Ecuador en contra del paquete de medidas económicas anunciadas por el presidente Lenín Moreno.

«Los empleados de Tame pedimos explicación de por qué el gobierno deja morir irresponsablemente a la aerolínea de los ecuatorianos, además de regalar el mercado aéreo ganado para entregarlo a empresas extranjeras», dijo un comunicado de los empleados Tame, aerolínea estatal que será eliminada junto a otras nueve empresas públicas, por orden del presidente.

La aerolínea mantiene pérdidas de al menos 400 millones de dólares en los últimos 5 años.

En Quito, los participantes se concentraron en las afueras del edificio matriz de Tame, en el centro norte de la ciudad.

Lenín Moreno, presidente de Ecuador
© AP PHOTO / DOLORES OCHOA

Como medidas de seguridad para evitar el COVID-19, usaron mascarillas y visores, además se colocaron a dos metros de distancia entre ellos.

Los trabajadores de Correos del Ecuador, otra de las empresas que será liquidada por decisión del Gobierno, también se manifestaron en Quito y Cuenca.

A su vez, por segundo día consecutivo, los trabajadores de la empresa Ferrocarriles del Ecuador protestaron contra su cierre, concentrándose en varias estaciones ubicadas a lo largo de la línea del tren que une la región Costa con la Sierra, a lo largo de 965 kilómetros.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/202005221091515737-trabajadores-maestros-y-estudiantes-protestan-en-ecuador-contra-medidas-economicas/

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