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¿Qué colegio quiero para mi hijo?

Por: Marta Gil

Marta Gil, pedagoga y subdirectora del colegio Caxton College, defiende la investigación en las aulas desde edades tempranas.

Recientemente el Massachussetts Institute of Technology –MIT-, entre las cinco mejores universidades del mundo, publicó unas cifras muy reveladoras. El 60% de sus alumnos se convierten en investigadores desde el primer año de carrera. Si tenemos en cuenta que la investigación académica en España se fomenta a partir de los cursos de posgrado, la diferencia entre ambos sistemas es llamativa. ¿Y qué es lo que tiene este factor educativo para condicionar la evolución de la enseñanza de un alumno? En principio, la ventaja distintiva es que la investigación lleva consigo innovación y creatividad, dos activos imprescindibles en la sociedad actual.

“El MIT tiene ese alto número de investigadores porque cuando los alumnos llegan a la universidad han pasado por un modelo educativo que pone el acento en el fomento de la investigación”, confirma Marta Gil, pedagoga y subdirectora del colegio Caxton College, quien asegura que “conducir al alumno por el ese terreno le va a reportar un futuro académico y profesional reflexivo, crítico, perseverante y dinámico, ya que estos son valores integrados en el hábito de la investigación”.

Ciertamente el sistema anglosajón ayuda al alumno, desde la etapa infantil, a desarrollar una mente curiosa que de por sí ya tienen los pequeños. Los profesores les empujan a que exploren su entorno para que busquen recursos e ideas más allá de lo esperado. Este método de estudios se va incrementando y complicando conforme avanzan las etapas educativas en las que se sigue incentivando el interés por el conocimiento.

 
“La neurodidáctica nos dice que un niño necesita emocionarse para aprender. Si al alumno, desde pequeño, se le incita a que se divierta investigando, explorando, buscando… se sentirá protagonista de su propia experiencia educativa. Además, mediante este proceso de aprendizaje motivador, se capta su atención y memoriza los contenidos docentes de un modo mucho más significativo que con una metodología tradicional basada en clases magistrales”, explica Marta Gil, quien desde su centro educativo aplica este sistema con resultados relevantes.

“Es muy importante facilitar el interés por descubrir cosas en los más pequeños. Pueden empezar jugando, con dinámicas pedagógicas de “outdoor learning” -de aprendizaje al aire libre-, y enfocar la enseñanza como si se tratara de una aventura, de un juego que le permite interactuar e inspirarse con su propio hábitat”, confirma Gil.

Todos los padres desean el mejor centro educativo para sus hijos. Sin embargo, la amplia y diversa oferta educativa hace cada vez más difícil la elección. Por ello, un sistema que haga hincapié en la investigación como recurso educativo para que el alumno adquiera unas cualidades que le van a ser beneficiosas en el futuro puede ser un factor decisivo.

“Por mi experiencia, los padres buscan un colegio donde el niño sea feliz y esté seguro pero cada vez más se interesan por cómo va a ser el camino educativo que le ayude a obtener éxito académico y profesional. Por eso creo que es importante conocer las metodologías del colegio y, como no, los resultados que ofrece cuando se gradúan”, concluye la especialista de Caxton College.

Fuente: http://www.abc.es/espana/comunidad-valenciana/abci-colegio-quiero-para-hijo-201711022109_noticia.html

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José Ramón Gamo: “La neurodidáctica nos ayuda a tomar decisiones”

20 de septiembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

José Ramón Gamo

¿Qué es la neurodidáctica?
La neurodidáctica es la incorporación a la educación de los conocimientos que aporta la neurociencia. Esto nos indica cómo se producen los procesos naturales de aprendizaje y cómo podemos tomar decisiones con respecto a la didáctica, para diseñar los procesos que llevamos a cabo en la enseñanza y que van a incluir cuáles son los objetivos. Sobre todo desde el punto de vista de las competencias que tenemos, qué hay que estimular y qué hay que generar en los chavales para que puedan tener un buen desenvolvimiento en su vida adulta.

¿Cuáles han sido los principales descubrimientos de la neurodidáctica?
Aún son pocos, ya que estamos todavía en pañales. Los principales descubrimientos son los dispositivos básicos de aprendizaje. Hay 3 grandes dispositivos básicos de aprendizaje: la motivación, toda la red atencional donde están contempladas la atención involuntaria o inconsciente (que es cuando las cosas llaman tu atención y tú no tienes que esforzarte para aprender), y luego la atención consciente, que es lo que la gente conoce como concentración. Luego están las memorias, en las que hay 3 grandes marcos.

¿Cuáles son estas 3 grandes divisiones de la memoria?
Pues son la memoria implícita, que es la que vas a tardar mucho en que se afiance la información en ella, y una vez almacenada la información nunca te vas a olvidar ni tienes que recordarlo; la memoria explícita, que es otra memoria a largo plazo, pero más compleja, como un desván en el que vas almacenando cajas a lo largo de tu vida; y la memoria a corto plazo, y dentro de ella, la memoria operativa o la memoria de trabajo. Esta última es la única en la que tomas conciencia de lo que sientes, de lo que piensas, de lo que vas a hacer y la consecuencia que esto tiene, y por tanto te permite dialogar internamente. Esto hace que puedas hablar contigo mismo, regularte y corregir la conducta.

¿Y cómo se activan estos dispositivos básicos de aprendizaje?
Para activarse es necesario que las amígdalas indiquen que hay que liberar neurotransmisores que pongan en marcha estas funciones. Y sabemos que eso ocurre en 4 situaciones: cuando está en riesgo nuestra vida, cuando el cerebro sufre un factor de curiosidad, cuando hay factores de motivación y cuando estamos en actividad aeróbica.

¿Qué puede aportar a la educación saber estos hechos?
Tomar decisiones, ya que para que un aprendizaje sea significativo tengo que tener los dispositivos de aprendizaje básicos con un nivel muy potente de activación. Es decir, hay que aumentar la actividad aeróbica, y tenemos que generar situaciones de curiosidad y de motivación.

¿Podría concretar un poco más?
Cuando haces el diseño metodológico, habría una primera fase que siempre va a ser la motivación. En esa fase tienes que generar acciones motivadoras con el niño o niña para provocarle curiosidad o interés por lo que va a aprender. Dentro de esa misma fase de motivación habría un segundo paso, que es el testeo. Testear significa identificar qué niveles de conocimiento previo hay sobre la información o competencia novedosa que vamos a trabajar.

¿Y por qué es importante saber el conocimiento previo que tiene el alumnado?
Si no tienes ningún nivel de conocimiento previo y estás leyendo un texto, cuando metes la información novedosa y llega a tu memoria consciente pero no llegan datos con los que puedas razonar o asociar la información, no vas a entender nada. Sin embargo, si lo vives en lugar de leerlo, al entrar la información por diferentes canales además del lingüístico, vas a poder entenderlo. Aprenderlo no, pero sí entender. Entonces el nivel de conocimiento previo es determinante, ya que, si es muy bajo, la transmisión de información en la siguiente fase tiene que ser a través de otras herramientas como audiovisuales, visual thinking o experiencias concretas.

¿Qué papel puede jugar la tecnología digital en el enfoque que aporta la neurodidáctica?
La tecnología digital no es relevante en absoluto para la transformación en la educación ni para la neurodidáctica. No tiene un papel relevante. No es determinante para el proceso de transformación de la educación. Pero, eso sí, es una herramienta potenciadora y de generación de oportunidades muy interesante.

¿Qué puede hacer un docente o un grupo de ellos que quieran optimizar el aprendizaje de sus estudiantes teniendo en cuenta la neurodidáctica?
Bajo mi punto de vista, lo primero y más importante es estar motivado. Es la clave porque forma parte del proceso. Lo segundo es no querer abarcar mucho. Es mejor hacer pocas cosas, manejarlas bien y tener destrezas para hacerlas. Es preferible especializarse en algún aspecto que intentar adquirir un alto grado de conocimiento en un amplio espectro de cuestiones.
Y quien esté interesado en el conocimiento del cerebro para tomar decisiones estratégicas sobre el proceso de enseñanza tiene cosas inspiradoras ahora mismo, como el blog Escuela con cerebro, donde comparten conocimientos de neurociencias y lo traducen en formatos gráficos, sobre cómo se puede hacer una transferencia de este tipo en el aula.

Respecto al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), ¿podría explicar brevemente lo que es?
Es un trastorno del neurodesarrollo, una disfunción cerebral donde lo que está afectado es la función ejecutiva y que afecta a las memorias operativas. A la capacidad de inhibición rápida de los impulsos, la capacidad de organización, la capacidad de convertir los objetivos en metas y dirigirse hacia ellos perseverantemente, la capacidad para concentración y la capacidad para la regulación emocional. Todas estas funciones sufren disfunciones siempre que el individuo tenga unos niveles bajos en la activación cerebral. Cuando los chavales que padecen esta disfunción neurológica están en situaciones de alta activación cerebral se dispara la liberación de dopamina y regulan bien estas funciones.
El TDAH es un problema de carácter adaptativo. El hecho de tener esta peculiaridad neurológica, si no te provoca un problema de adaptación al aprendizaje ni a las normas sociales en las que estás metido, no te produce ningún trastorno.

¿Hasta qué punto implican alumnos con TDAH un esfuerzo extra para los docentes?
Hasta todo punto. El TDAH es posiblemente uno de los grandes retos dentro de una escuela ordinaria con una metodología ordinaria. Porque este método genera una gran dificultad adaptativa a un niño con problemas en la función ejecutiva. Es un reto para un profesor que está en ese marco. Y va a ser una sobrecarga, porque requieren de una atención más individualizada.

Entonces, ¿cómo deben los maestros hacer frente a estos casos?
Dentro del marco de una metodología tradicional, deben tener claro cuáles son las adaptaciones metodológicas por un lado. Y luego ayuda mucho el vínculo emocional. Dedicarles a estos niños muchas horas de tutorías donde se establezca un buen vínculo. Porque si un estudiante con TDAH tiene una buena relación con el adulto, su respuesta va a mejorar infinitamente.

¿Qué papel juegan las familias en el desarrollo de estos jóvenes?
Es determinante. Tienen un papel vital en la supervisión de los estudios, en su realización y planificación, en la supervisión de la rutina y en saber manejar el comportamiento. También deben cuidarse mucho personalmente, suelen sufrir altos niveles de estrés por las situaciones que se provocan, y tienen que saber manejarlo para no ser detonantes. El rol de las familias de los alumnos con TDAH es determinante. Es uno de los predictores de riesgo o de prevención.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/jose-ramon-gamo-la-neurodidactica-nos-ayuda-tomar-decisiones/

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Utilizamos solo el 10% del cerebro y otras falsas creencias en educación

Por: Ana Torres Menárguez

Expertos en neurodidáctica desmontan algunas concepciones erróneas relacionadas con el aprendizaje.

En los últimos años la neurodidáctica, que estudia cómo aprende el cerebro, está transformando la educación. El gran avance es que gracias a las máquinas de neuroimagen se puede ver la actividad cerebral mientras se realizan tareas y así detectar cuáles con los métodos de aprendizaje más eficaces. Pero esta revolución conlleva un peligro: la mala interpretación por parte de los educadores de algunos hallazgos científicos. “Se conocen como neuromitos y el problema es que algunos centros educativos están basando sus nuevas pedagogías en estas falsas creencias”, explica Anna Forés, profesora de la facultad de Educación de la Universidad de Barcelona y coautora del libro Neuromitos en educación (Plataforma Editorial).

Forés junto a un grupo de médicos, genetistas, psicológos y pedagogos es la impulsora de los dos másteres en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos y de la UB, lanzados en los útimos dos años. En 2015 algunos de ellos decidieron investigar los 12 neuromitos más extendidos entre la comunidad educativa y reunirlos en una publicación. “Nuestro objetivo es desmontar esas creencias con datos reales obtenidos en investigaciones neurocientíficas”, cuenta Forés, que cree que la desesperación de los centros por cambiar la forma de enseñanza les lleva a implantar métodos que no están probados.

“La educación necesita aire fresco porque las pedagogías de los últimos cincuenta años ya no funcionan, pero hay que llevar cuidado”, apunta. Estas son tres de las falsas creencias que se recogen en el libro:

– Aprendemos mejor cuando recibimos la información acorde con nuestro estilo de aprendizaje: visual, auditivo o cenestésico (falso). Howard Gardner, psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, revolucionó el mundo de la educación con su teoría de las inteligencias múltiples. Fue el primero en proponer que existen ocho tipos de inteligencias (lingüística, lógico-matemática, cinético-corporal, musical, espacial, naturalista, interpersonal e intrapersonal), independientes entre sí, y que cada persona destaca en el manejo de una o de varias. “Supuso un gran avance porque desde ese momento se dejó de clasificar a los niños como listos o tontos; si no se te dan bien las matemáticas no eres menos inteligente que los demás”, indica Anna Forés.

Sin embargo, más allá de esa teoría, algunos centros educativos, explica Forés, comenzaron a diseñar nuevas metodologías centradas en explotar las habilidades que por naturaleza se nos dan bien: la visual, la auditiva o la cenestésica -relacionada con los movimientos corporales-. “Se dio por hecho que los alumnos visuales aprenden mejor con mapas o vídeos, los auditivos con podcast o debates y que los cenestésicos necesitan manipular objetos”, apunta en el libro Jesús Guillén, profesor de la UB y autor del blog Escuela con cerebro.

Según el estudio Learning styles: concepts and evidences, publicado en 2008 por el investigador de la Universidad de California Harold Pasher, dentro de la “abundante” literatura sobre estilos de aprendizaje solo tres estudios utilizaron un diseño experimental adecuado y de ninguno de ellos se puede deducir que la enseñanza basada en estilos de aprendizaje sea beneficiosa. “El funcionamiento natural del cerebro, que mantiene conectadas diversas regiones en permanente actividad, imposibilita que nos centremos en una única modalidad sensorial”, señalan en el libro.

Una muestra de lo arraigada que está esa creencia en el entorno escolar es una encuesta en la que se preguntó a 932 profesores de Reino Unido, Holanda, Turquía, Grecia y China si creían que las personas aprenden mejor cuando reciben la información en su estilo de aprendizaje preferido. El 95,8% de ellos respondió que sí. “Según las últimas investigaciones en neurociencia sobre la plasticidad cerebral, facilitamos el aprendizaje cuando los materiales curriculares se presentan en múltiples modalidades sensoriales”, apunta Guillén.

– Utilizamos solo el 10% de nuestro cerebro (falso). “La neurociencia ha demostrado que en la realización de tareas utilizamos el 100% de nuestro cerebro”, apuntan en el libro José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil y director del Máster en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos, y Carme Trinidad, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Tecnologías como la resonancia magnética han aportado luz en cuanto a los niveles de activación cerebral y han demostrado que solo cuando se ha sufrido una lesión cerebral y esta provoca daños graves se observan áreas del cerebro inactivas”, destacan. También se ha demostrado que incluso cuando dormimos todas las partes de nuestro cerebro presentan algún nivel de actividad.

En un intento por identificar el origen de esa creencia (la de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro) los autores se refieren a la afirmación del profesor de Harvard William James, que a principios del siglo XX defendía que solo usamos una pequeña parte de nuestros recursos mentales y físicos. También a “malas interpretaciones” de algunos estudios neurocientíficos de finales del siglo XIX y principios de XX. Según explican, en uno de ellos se afirmaba que solo el 10% de las neuronas están “encendidas” en determinados momentos y en otro que solo se habían podido mapear un 10% de las funciones cerebrales.

– Escuchar la música de Mozart nos hace más inteligentes y mejora nuestro aprendizaje (falso). Es una experiencia contrastada que la formación musical comporta un mayor rendimiento cognitivo: el aprendizaje de un instrumento desarrolla la audición, la motricidad, la intuición y el razonamiento espaciotemporal. Ahora bien, “de ahí a afirmar que la audición de una pieza de música clásica, y en particular de Mozart, puede hacer que el niño sea más inteligente al aumentar alguna de sus funciones ejecutivas -capacidades relacionadas con la gestión de las emociones, la atención y la memoria que permiten planificar y tomar decisiones adecuadas- y que por ello alcance un mayor dominio de las asignaturas como la lengua y las matemáticas hay una notable diferencia”, explica en el libro Félix Pardo, profesor del Posgrado de Neuroeducación de la Universidad de Barcelona.

La consagración del efecto Mozart pareció llegar con el artículo Musical and spatial task performance, publicado en Nature en 1993 y realizado por investigadores del Centro de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la Universidad de California. Tras un experimento de cinco días con estudiantes de secundaria, sugirieron que escuchar a Mozart “organiza la actividad de las neuronas en la corteza cerebral, reforzando los procesos creativos y la concentración”. Sus conclusiones fueron malinterpretadas y simplificadas por políticos estadounidenses y por parte de la comunidad educativa, remarcan en el libro Neuromitos en educación. En 1998 el gobierno del estado de Florida aprobó una ley que emplazaba a las guarderías públicas a escuchar al menos una hora de música clásica al día y ese mismo año diferentes escuelas públicas del país informaron de mejoras en la atención y en el rendimiento académico por el hecho de poner música clásica de fondo en sus clases.

Mozart se colocó en las listas de superventas. Una de las autoras del artículo Musical and spatial task performance manifestó su malestar por el marketing comercial y político en torno a su estudio y recalcó que no existía ninguna evidencia de que la audición de Mozart incrementara el coeficiente de inteligencia.

Investigadores de la facultad de Psicología de la Universidad de Viena analizaron en 2010 40 investigaciones publicadas sobre el efecto Mozart, con cerca de 3.000 participantes, y concluyeron que no se habían encontrado mejoras significativas en las habilidades cognitivas de los expuestos a la música de Mozart, así como ninguna mejora en el coeficiente de inteligencia. «No hay ninguna duda: escuchar a Mozart no te hace más inteligente», zanja Félix Pardo.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2017/04/07/actualidad/1491560365_856557.html

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Cómo estimular cerebros en el aula

Por: Mariana Otero

Expertos aseguran que la actividad cerebral en una clase tradicional es casi nula. Para lograr el conocimiento, se necesita la emoción. La neurodidáctica da algunas pistas, pero también genera inquietudes entre quienes piden complementarla con la psicología y la pedagogía. El adiós a las clases magistralesUn interesante camino por recorrer

¿Cómo aprende el cerebro? ¿Es posible utilizar todo el potencial que tiene para mejorar el rendimiento y, de paso, dejar en el olvido las clases magistrales?

La pregunta se repite en todo el mundo donde comienza a aparecer la neurodidáctica (la disciplina que estudia cómo aprende el cerebro) como una posibilidad de cambio. Para la neuroeducación, entre otras cosas, el cerebro necesita emocionarse para aprender.

Pero no todos están de acuerdo en incorporar las neurociencias en las escuelas ya que, sostienen, es necesario que se complementen con la psicología educacional y la pedagogía. Además, todavía la fusión entre pedagogía y neurodidáctica es incipiente, y hay un largo camino por recorrer ya que supone un cambio en el paradigma tradicional educativo.

A las puertas de un nuevo año escolar, ¿es posible imaginar cambios basados en la neurociencia? ¿Se corre el riesgo de caer en una mirada biologicista que deje de lado la historia personal, el contexto socioeconómico y la dinámica áulica a la hora del aprendizaje? ¿Qué aporta la neurodidáctica?

“Se sabe que debido a los procesos de neurogénesis estamos en constante aprendizaje. Según estudios neurológicos, la capacidad de aprender se basa en la plasticidad del cerebro, la cual puede estimularse con el uso. Por tanto, la única manera de mantener la salud mental es estar atentos y curiosos a nuevos aprendizajes”, explica Marilina Rotger, neuro­psicoeducadora y maestra de primaria.

Para Rotger, la sorpresa, la motivación, la emoción, el deporte, la buena alimentación, la novedad o el trabajo en equipo son indispensables para favorecer el conocimiento. “No aprendemos al memorizar sino al experimentar, al involucrarnos y poner el aprendizaje ligado con la experiencia propia, los intereses y los ambientes que sean compatibles con nuestro cerebro”, indica Rotger.

MIRÁ. El adiós a las clases magistrales

Profunda

Así, la información novedosa se almacena en el cerebro de manera más profunda. “Diferentes estudios demuestran que la actividad cerebral registrada durante una clase es similar a la encontrada viendo televisión, es decir, prácticamente nula. El cerebro necesita emocionarse para aprender. Cuando adquiere información novedosa la procesa en el hemisferio derecho, afín con la intuición, las imágenes y el pensamiento creativo”, plantea Marilina Rotger.

Por tanto, el lenguaje y el discurso de tipo académico, dice la especialista, “no juegan un papel significativo en el aprendizaje”. Por el contrario, enfatiza: “Fomenta que los estudiantes lleven su atención hacia otros intereses, dado que no perciben nada del contexto que les cause placer”.

Magdalena Cáceres, médica especialista en neurología, explica que el ambiente y las demás personas ejercen una gran influencia en el desarrollo del cerebro.

“Es un órgano excepcionalmente plástico; es decir, capaz de cambiar estructural y funcionalmente frente a las experiencias, modificando los circuitos neurales existentes o creando nuevos”, indica Magdalena.

Y agrega: “El aprendizaje pone al descubierto esta posibilidad del cerebro humano de modificarse a sí mismo para adaptarse, aprender, adquirir habilidades y responder al ambiente. A este fenómeno se lo llama neuroplasticidad”.

Rotger insiste en que para entender cómo aprende el cerebro es importante conocer cómo siente; cómo procesa y almacena información.

“Los docentes pretendemos llegar a las redes cognitivas racionales con la información que damos a nuestros estudiantes, pero antes la información debe pasar por redes instintivas emocionales, por su cerebro emocional”, plantea. “Existen neurotransmisores que favorecen y ayudan en estos procesos si sabemos activarlos en los estudiantes”, remarca Rotger.

Para lograrlo, dice, los alumnos deben alcanzar el “circuito de recompensa”, que se conoce con las siglas DAS: la “D” es dopamina, la “A” es noradrenalina y la “S” serotonina.

“Si logramos motivar y emocionar a nuestros estudiantes en una clase, se activarán sus neurotransmisores del placer, la dopamina. Esta activará el neurotransmisor de noradrenalina, preparándolos para la acción que los motivó y, luego de realizar el proceso, se generará serotonina, volviéndolos al estado normal”, sostiene.

ANÁLISIS. Un interesante camino por recorrer

Escuchar más

En una entrevista publicada por el diario El País , de Madrid, Francisco Mora, doctor en Medicina y uno de los máximos referentes de la neuroeducación en España, explica: “Sabemos que, para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga”, insiste. El cerebro no aprende sobre la base de discursos.

“Más vale asistir a 50 clases de 10 minutos que a 10 clases de 50 minutos”, puntualiza Mora.

En la misma línea, Jesús Guillén, profesor de la Universidad de Barcelona y uno de los creadores de “Escuela con cerebro” –un blog sobre neurociencia aplicada a la educación–, plantea que, en promedio, entre el 70 y el 80 por ciento del tiempo en el aula transcurre con un profesor que habla.

Sin embargo, sostiene, investigaciones revelan que, cuando se cede protagonismo al alumno, el rendimiento aumenta.

Ciclo lectivo. Cuántos alumnos estudian en Córdoba.

Nivel inicial. 123.183 alumnos: 87.159 en escuelas estatales y 36.024 en privadas.

Primario. 347.736 alumnos: 251.325 en estatales y 96.411 en privadas.

Secundario. 318.540 alumnos: 189.564 estatales y 128.976 en privadas.

Especial. 7.221 alumnos.

Adultos. 57.423 alumnos.

Fuente: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/como-estimular-cerebros-en-el-aula

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El cerebro necesita emocionarse para aprender

Por:  Ana Torres Menárguez

Los nuevos experimentos en la enseñanza vislumbran el fin de las clases magistrales. Una de las tendencias es la neurodidáctica.

En el año 2010 un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT), en Boston, colocaron a un universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas durante siete días. El experimento arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión; prácticamente nula. Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.

“El cerebro necesita emocionarse para aprender”, explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil y director del Máster en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos. En el último lustro, en España han aparecido diferentes corrientes que quieren transformar el modelo educativo y una de ellas es la neurodidáctica. No es una metodología, sino un conjunto de conocimientos que está aportando la investigación científica en el campo de la neurociencia y su relación con los procesos de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el comportamiento de los alumnos, pero ahora gracias a las máquinas de neuroimagen podemos ver la actividad cerebral mientras realizan tareas”, añade Gamo. Esa información sirve a los profesores y pedagogos para decidir qué métodos son los más eficaces.

Gamo, que estudia las dificultades de aprendizaje de personas con dislexia o TDAH desde hace más de 20 años, observó que en la mayoría de los casos esos problemas no estaban relacionados con esos síndromes, sino con la metodología escolar. Él y su equipo identificaron que el 50% del tiempo de las clases de primaria en España se basan en transmitir información a los estudiantes de forma verbal, algo que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en bachillerato casi el 80%. “Indagamos sobre lo que estaba sucediendo en las aulas y queríamos saber qué decía la ciencia al respecto, si ese método estaba justificado”.

Basándose en diferentes investigaciones científicas y en las suyas propias, concluyeron que para la adquisición de información novedosa el cerebro tiende a procesar los datos desde el hemisferio derecho -más relacionado con la intuición, la creatividad y las imágenes-. “En esos casos el procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos faciales, corporales y el contexto desempeñan un papel muy importante. Otra muestra de la ineficacia de la clase magistral”, explica Gamo.

Por ello, la neurodidáctica propone un cambio en la metodología de enseñanza para sustituir las clases magistrales por soportes visuales como mapas conceptuales o vídeos con diferentes apoyos informativos como gráficos interactivos que requieran la participación del alumno. Otra de las apuestas es el trabajo colaborativo. “El cerebro es un órgano social que aprende haciendo cosas con otras personas”, añade.

En los últimos cinco años, Gamo ha formado en neurodidáctica a docentes de una treintena de colegios públicos en diferentes comunidades autónomas. El principal problema, en su opinión, es que las escuelas no están tomando la decisión sobre hacia dónde quieren innovar, a lo que se suma que nadie les acompaña en la implementación de las nuevas metodologías. “La direcciones de los centros están enrocadas en los métodos tradicionales basados en clases magistrales, memorización y exámenes escritos”.

En ese escenario conviven cientos de profesores y entre ellos hay quienes no se conforman con lo establecido. Chema Lázaro, de 34 años, da clase a alumnos de sexto de primaria en un colegio concertado de Moralzarzal y desde hace dos años y medio aplica la neurodidáctica en el aula. “Mis alumnos siempre me decían que yo molaba mucho, pero que mis clases eran una porquería”, cuenta. Empezó a investigar sobre metodologías alternativas y creó el blog Pizarras abiertas, que en 2013 le valió el premio nacional sobre las TIC en el aula del Ministerio de Educación. Lázaro buscaba una base científica que apoyase su apuesta: hacer que sus estudiantes aprendiesen para toda la vida sin memorizar.

El 50% del tiempo de las clases de primaria en España se destina a que hable el profesor. En bachillerato es casi el 80%

“Mi método respeta el proceso por el que el cerebro aprende: primero va la motivación, luego la atención y por último la memoria. En ese orden”. Para explicar el antiguo Egipto intenta captar el vínculo emocional de los chavales. A través de su canal de YouTube les plantea jeroglíficos en vídeos con formato de tráiler cinematográfico. “Con ese material se motivan y así tengo alumnos atentos”, continúa. Utiliza la gamificación y las capitales se aprenden ganando puntos en la plataforma Kahoot. Para ver las pirámides, vista desde un dron o Google Earth.

Una de las plataformas de educación online basada en la neurodidáctica es Neurok. El director de la compañía, Agustín Cuenca, empezó a explorar el mundo educativo hace 10 años, cuando a su hijo de cinco años le diagnosticaron hiperactividad. “Partimos de que la formación online no funciona, solo un 10% de los que se apuntan a un MOOC -cursos online masivos y gratuitos- lo termina”. En una plataforma tradicional se encuentran contenidos, mientras que en Neurok hay debates.

Cuenca y un equipo de 10 pedagogos y profesores de universidad y primaria han aplicado los formatos de Twitter y Facebook a la educación. “Antes siempre sabías a quién pedir los apuntes. Ahora decides a quien seguir en esta red social en la que todos los alumnos comparten contenidos y debaten sobre diferentes temas. El profesor hace de guía y aporta criterio sobre qué contenidos son de calidad”, explica Cuenca. Lo más difícil de este modelo de aprendizaje, reconoce este informático, es la participación. El sistema cuenta con hashtags, menciones o notificaciones en el móvil, entre otros servicios. La idea de Neurok es ser utilizada como una plataforma de apoyo a las clases presenciales o directamente como el esqueleto de un curso online.

Eso es lo que sucede con el Máster en Neurodidáctica de la Rey Juan Carlos, un curso blended en el que el 80% del contenido se imparte en la red. Hasta ahora, también han usado Neurok en la UNED y en la Universidad de Extremadura, con la que están colaborando en una investigación para medir la calidad de los contenidos compartidos por los alumnos y su nivel de interacción en la plataforma.

“Todavía hay mucha gente que desconfía de estos métodos, pero en unos 15 años se empezarán a ver los resultados”, comenta Cuenca, que ya ha asesorado a más de 30 colegios públicos de diferentes comunidades autónomas a través de su consultora educativa Niuco. Para todos aquellos que busquen evidencias científicas de la neurodidáctica, el profesor de la Universidad de Barcelona Jesús Guillén recopila en su blog Escuela con cerebro las últimas investigaciones realizadas en diferentes partes del mundo.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/07/17/actualidad/1468776267_359871.html

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