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México: CNTE bloquea vías del tren y oficinas de gobierno en Michoacán; exige plazas para normalistas

Michoacan / 04 de octubre de 2017 / Por: FRANCISCO CASTELLANOS J. / Fuente: http://www.proceso.com.mx

Con la exigencia de que se contrate a los normalistas egresados de las generaciones 2015 a 2017, integrantes de la Sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) bloquean vías del tren en este municipio y en la capital estatal. También mantienen protestas en las oficinas de la Secretaría de Educación del estado.

En Morelia, la disidencia magisterial se encuentra en las inmediaciones del puente vehicular Trespuentes donde colocaron piedras y mantas de protesta.

A la par de este bloqueo, miembros de la CNTE tomaron la sede de la Secretaría de Educación estatal. Se trata de oficinas que habían liberado el pasado viernes.

La jornada de movilizaciones para exigir la contratación de normalistas se replica en Zitácuaro, Arteaga, Caltzontzin, Yurécuaro, Nueva Italia, Coróndiro, Pátzcuaro y Zacapu donde pasa el tren de carga de la empresa Kansas City Southern. De acuerdo con los manifestantes, la jornada de protestas durará 12 horas.

Integrantes de la CNTE explicaron que además de la contratación de normalistas, el gobierno michoacano no ha cumplido con 21 peticiones que le fueron planteadas y que aceptó; entre ellas, el pago de bonos.

El magisterio disidente amenazó con realizar más bloqueos el jueves si sus demandas no son cumplidas.

Fuente noticia: http://www.proceso.com.mx/505992/cnte-bloquea-vias-del-tren-oficinas-gobierno-en-michoacan-exige-plazas-normalistas

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Oaxaca: nueva normalidad sindical

Por:  Carlos Ornelas

El lunes 17, la Conferencia Nacional de Gobernadores y la Secretaría de Educación Pública dieron a conocer a la opinión pública la existencia de más de 44 mil plazas docentes que no se justifican.

El director general del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, Germán Cervantes Ayala, declaró que, en ese estado, dada la beligerancia de la Sección 22, no se ha podido realizar la auditoría de la nómina educativa. Pero asegura que hay más de seis mil plazas irregulares. Más se tardó el director del IEEPO en asentar su dicho que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en brincar a la arena.

La S-22 declaró que no entregará documentación al IEEPO ni dará información de las plantillas docentes e impedirá la entrada de personal ajeno a la sección a los planteles. Incluso, sus voceros aseguraron que los seis mil puestos irregulares son aviadores extraños al movimiento. Aprovecharon el asunto para venir a la Ciudad de México. El jueves 20 unos cientos de ellos marcharon por el centro para exigir al gobierno federal la abrogación de la Reforma Educativa y la reinstauración de la mesa nacional de diálogo en la Secretaría de Gobernación.

Regresaron a su demanda central, pero utilizan sus armas para emplazar a la SEP y al IEEPO a que reinstalen en sus plazas a los más de 600 maestros despedidos por participar en los movimientos de oposición a la reforma, aunque en realidad el cese fue por ausentarse de las escuelas. El levantamiento no tuvo mucho eco; las vacaciones también tienen sus modos: desmovilizan hasta a los más aguerridos.

En el otro flanco también hace aire. Un personaje sui géneris, Humberto Alcalá Betanzos (HAB), insiste en que nació para ser líder sindical. Fue secretario general de la S-22 después de haber recorrido varios puestos en la jerarquía.

En 2006, al calor del movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, organizó una escisión de la S-22, obtuvo el apoyo de Elba Esther Gordillo (EEG) —que de ninguna manera fue gratuito—

y formó la Sección 59 del SNTE. En 2006, los disidentes de la disidencia, con apoyo de padres de familia y comunidades, se apoderaron de alrededor de 500 escuelas. La S-22 recuperó unas 400 a los pocos meses. Sin embargo, la S-59 era ya una punta de lanza de EEG contra la S-22.

Diarios regionales reportan, en diversos tiempos, que HAB pronto adquirió dotes de cacique. Colocó a familiares en la nómina y, cuando dejó de ser secretario general, ocupó otra cartera en el comité seccional. También formó un grupo tipo paramilitar denominado La Fraternidad.

El diario local Oaxaca Político publicó una foto de HAB despachando en una asamblea de la población de Santiago Laollaga escoltado por militantes de La Fraternidad, encapuchados y armados con fusiles. No pudo negar la veracidad de los hechos, pero dijo que se preparaban para defender a sus escuelas de los embates de la S-22. A partir de 2013, Alcalá Betanzos se transformó en una carga para el SNTE.

Sin embargo, él no se rindió. Se postuló de nuevo para secretario general de la S-59. Como no gozaba del apoyo de Juan Díaz de la Torre y sospechaba que no tendría mayoría, organizó una asamblea alterna a la oficial, en enero de este año. Acuso al Comité Nacional del SNTE y al IEEPO de intervención, pero su moción no prosperó.

La persistencia tiene beneficios y Humberto Alcalá es persistente; además, tiene experiencia. Organizó otra escisión, esta vez de la S-59, y conformó el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de México (SITEM) sección Oaxaca. Él es el secretario general. El Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje lo reconoció y le otorgó la toma de nota hace dos semanas.

Oaxaca ya tiene tres sindicatos en el sector educativo. Ésa será la nueva normalidad.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/oaxaca-nueva-normalidad-sindical/

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México: Lleva CNTE 18 horas de bloqueos en Oaxaca en apoyo a normalistas

Oaxaca / 12 de julio de 2017 / Fuente: http://www.noticiasmvs.com

Son tres bloqueos en la ciudad de Oaxaca que se mantuvieron durante toda la noche de este lunes.

La ciudad de Oaxaca amaneció este martes sitiada por tres bloqueos que inició la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en apoyo de los normalistas desde este lunes.

Son tres bloqueos en la ciudad de Oaxaca que se mantuvieron durante toda la noche de este lunes, puntos en los que instalaron barricadas y quemaron llantas. Hasta el momento permanecen cerradas las calles y las corridas en la terminal de Autobuses de oriente (ADO) están suspendidas.

Los tres puntos donde se mantienen son la calzada Niños Héroes de Chapultepec, la cual divide a la zona norte de la ciudad de Oaxaca y el centro, lo que provocó severos problemas de movilidad para los habitantes y turistas que ya se encuentran aquí debido a las festividades de la Guelaguetza 2017.

En esta avenida también se encuentra la terminal de autobuses de primera clase ADO lo que provocó que las personas con boleto para viajar hacia la Ciudad de México y otros destinos estén varadas en ese lugar.

Para cerrar las calles, los manifestantes retuvieron a unos 10 autobuses que colocaron en los cruceros de Netzahualcóyotl, Emilio Carranza y Amapolas. La tarde de este lunes sus bloqueos incluyeron el crucero del estadio de béisbol y la avenida San Felipe, sin embargo al iniciar la noche los levantaron pero se quedaron cerrando estos tres puntos que mantienen hasta la mañana de este martes.

Los normalistas iniciaron estas movilizaciones desde el sábado pasado pero solo por algunas horas a diferencia de esta ocasión en la que llevan 18 horas de bloqueos. Piden que les den respuesta a su pliego de demandas entre las que mencionaron plazas automáticas a los egresados y el pago de un presunto adeudo de más de 20 millones de pesos de los gobiernos federal y estatal a la Escuela Normal Superior Federal de Oaxaca (ENSFO).

Fuente noticia: http://www.noticiasmvs.com/#!/noticias/lleva-cnte-18-horas-de-bloqueos-en-oaxaca-en-apoyo-a-normalistas-749

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Los normalistas, la educación pública y México

Por: Francisco Lemus 

Una de las muy escasas oportunidades para salir de la marginación la representan las escuelas Normales rurales, que para muchas familias campesinas son la posibilidad de que sus hijos puedan aspirar a una vida mejor. Primero despojados de oportunidades en la marginación del campo, ahora en las aulas de clase gracias a las contrarreformas neoliberales.

La historia de las Normales rurales en México ha estado marcada por la lucha social, desde su nacimiento, con el proyecto de educación socialista, hasta el auge de las acciones guerrilleras en la década de los 70.

Esto las convierte en una amenaza viviente para el Estado que preferiría que los Normalistas se integraran a la apatía que caracteriza en este momento a la mayor parte de los estudiantes.

Pero aún en los momentos en que los estudiantes han buscado hacerse escuchar hay algo que distingue a los normalistas. El ejemplo más notable es el del movimiento #YoSoy132, al que bastó una acción represiva por parte del gobierno federal el 1º de diciembre de 2012 para desmovilizarlo y sumarlo a las luchas del pasado.

Una historia de lucha no se puede subestimar tan fácilmente, y a pesar de sus errores tácticos y estratégicos, hay que reconocer que los normalistas han tenido el temple de salir una y otra vez después de las acciones represivas del Estado, ya sea mediante el gobierno federal, estatal y a veces hasta municipal.

El gobierno federal sabe que tiene en ellos y en los profesores sindicalizados a sus adversarios más fuertes en su plan de llevar a cabo una contrarreforma que le ponga fin de una vez por todas a la idea de educación pública que México ha tenido hasta ahora, para entonces poder seguir con otros contrincantes menores en número y en organización: los estudiantes y profesores universitarios.

La educación pública y gratuita tenía un fin en la era del modelo de sustitución de importaciones, generar mano de obra capacitada para inversionistas nacionales o extranjeros, ahora que es más negocio vender servicios, se ha decretado que la educación, aún esa que genera obreros, debe ser un bien de mercado, y quien “se esfuerce” debe ser quien acceda a ella.

El normalista asume, hoy más que nunca, que para poder sobrevivir tendrá que enfrentarse al Estado para el que es un estorbo. No sólo reconoce que es el heredero de una lucha de casi 100 años, también reconoce que para el Estado sus padres y abuelos fueron instrumentos y ahora son estorbos, que si no luchan van a desaparecer no sólo figurativamente, también físicamente.

El problema es que el resto de la sociedad se niega a aceptar que si los normalistas desaparecen, y con ellos el modelo de educación pública, las repercusiones en el aumento del costo de la vida y los retrocesos en la vida democrática del país no se harán esperar, afectando a los sectores más precarios que, vale aclarar, son ya más del 60 por ciento de los mexicanos.

La retirada del Estado mexicano de sus obligaciones sociales sólo puede dar pie a pensar que prefiere tener un país cada vez más desfragmentado, con altos índices de pobreza y delincuencia, que empezar a reconstruir condiciones para un verdadero desarrollo nacional.

Fuente:  http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc25390

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Los normalistas, la educación pública y México

Por: Francisco Lemus

Una de las muy escasas oportunidades para salir de la marginación la representan las escuelas Normales rurales, que para muchas familias campesinas son la posibilidad de que sus hijos puedan aspirar a una vida mejor. Primero despojados de oportunidades en la marginación del campo, ahora en las aulas de clase gracias a las contrarreformas neoliberales. La historia de las Normales rurales en México ha estado marcada por la lucha social, desde su nacimiento, con el proyecto de educación socialista, hasta el auge de las acciones guerrilleras en la década de los 70. Esto las convierte en una amenaza viviente para el Estado que preferiría que los Normalistas se integraran a la apatía que caracteriza en este momento a la mayor parte de los estudiantes.

Pero aún en los momentos en que los estudiantes han buscado hacerse escuchar hay algo que distingue a los normalistas. El ejemplo más notable es el del movimiento #YoSoy132, al que bastó una acción represiva por parte del gobierno federal el 1º de diciembre de 2012 para desmovilizarlo y sumarlo a las luchas del pasado.

Una historia de lucha no se puede subestimar tan fácilmente, y a pesar de sus errores tácticos y estratégicos, hay que reconocer que los normalistas han tenido el temple de salir una y otra vez después de las acciones represivas del Estado, ya sea mediante el gobierno federal, estatal y a veces hasta municipal.

El gobierno federal sabe que tiene en ellos y en los profesores sindicalizados a sus adversarios más fuertes en su plan de llevar a cabo una contrarreforma que le ponga fin de una vez por todas a la idea de educación pública que México ha tenido hasta ahora, para entonces poder seguir con otros contrincantes menores en número y en organización: los estudiantes y profesores universitarios.

La educación pública y gratuita tenía un fin en la era del modelo de sustitución de importaciones, generar mano de obra capacitada para inversionistas nacionales o extranjeros, ahora que es más negocio vender servicios, se ha decretado que la educación, aún esa que genera obreros, debe ser un bien de mercado, y quien “se esfuerce” debe ser quien acceda a ella.

El normalista asume, hoy más que nunca, que para poder sobrevivir tendrá que enfrentarse al Estado para el que es un estorbo. No sólo reconoce que es el heredero de una lucha de casi 100 años, también reconoce que para el Estado sus padres y abuelos fueron instrumentos y ahora son estorbos, que si no luchan van a desaparecer no sólo figurativamente, también físicamente.

El problema es que el resto de la sociedad se niega a aceptar que si los normalistas desaparecen, y con ellos el modelo de educación pública, las repercusiones en el aumento del costo de la vida y los retrocesos en la vida democrática del país no se harán esperar, afectando a los sectores más precarios que, vale aclarar, son ya más del 60 por ciento de los mexicanos.
La retirada del Estado mexicano de sus obligaciones sociales sólo puede dar pie a pensar que prefiere tener un país cada vez más desfragmentado, con altos índices de pobreza y delincuencia, que empezar a reconstruir condiciones para un verdadero desarrollo nacional.

Fuente noticia: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228543

Fuente imagen: http://amqueretaro.com/wp-content/uploads/2013/07/educación.jp

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Malestar de las normales y de los normalistas

21 de junio de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx/

Por: Carlos Ornelas

Los hechos que inquietaron a Aguascalientes la semana pasada son el síntoma de una desazón mayor. Las alumnas de la Escuela Rural Justo Sierra Méndez, de Cañada Honda, protestaron contra el gobierno local y la Secretaría de Educación Pública por dos causas. Primera, las autoridades limitaron la convocatoria de inscripción a 100 candidatos, cuando era de 120. Segunda, la quieren hacer una escuela mixta, cuando, por tradición, es para mujeres.

Brigadas de estudiantes de otras escuelas rurales se manifestaron junto con sus compañeras, desquiciaron el tráfico en una ciudad ya congestionada y rechazaron la oferta de diálogo con el gobierno. Los estudiantes de la Normal Rural de Tenería, Estado de México, retuvieron más de 40 autobuses y usaron unos cuantos para trasladarse a Aguascalientes. Otros, de la Normal Rural de Tiripetío, se enfrentaron con la policía, que arrestó a alrededor de 25 de ellos porque el autobús que habían secuestrado se impactó contra una patrulla y otro automóvil particular. Tras esos hechos, ganaron las normalistas, el gobierno cedió.

Otros resienten la caída de la matrícula como un efecto de una maquinación destinada a disipar a las normales del panorama. Rogelio Alonso, un maestro de Colima, manifiesta: “…al inicio del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, durante el ciclo escolar 2012-2013, se registró una matrícula de 131 mil 25 alumnos en todas las escuelas normales del país. Para el ciclo escolar 2016-2017, disminuyó a 93 mil 766 estudiantes, es decir, 37 mil 259 (28.5%) menos que en 2012”. Relata que la decadencia de la matrícula “pudo haber sido motivada por las campañas de desprestigio hacia la figura del docente y la precarización de las condiciones laborales magisteriales a partir de la promulgación de la Ley General del Servicio Profesional Docente en 2013”. Educación futura, 2 de junio.

Además, seguido escucho quejas de maestros —involucro a algunos de mis estudiantes que cursaron su licenciatura en escuelas normales— sobre las relaciones con los alumnos y sus padres. Ven como un desafío de titanes imponer algo de orden en ciertos grupos; los directores los conminan a no emplear ningún método disciplinario y, si lo usan, se arriesgan a sufrir maltrato por parte de papás o mamás que toleran las faltas de sus hijos. Incluso, sufren amenazas de recurrir a las comisiones defensoras de derechos humanos. Hoy, acusan, los niños tienen derechos, los maestros no. Se sienten víctimas. Ellos también padecen de violencia escolar.

A graduados de escuelas normales no les agrada que egresados de universidades u otras instituciones de educación superior compitan con ellos por las plazas docentes de primaria, que es donde los normalistas tenían el monopolio hasta 2015. En secundaria, desde la fundación de las primeras escuelas, imparten clases profesionales de otras disciplinas ajenas a la pedagogía.

Manuel Navarro Weckmann reclamó: “No se trata de ver con ojos lastimeros la profunda crisis en que la profesión está cayendo de manera intencional por el actual gobierno federal, se trata de exigir, en cada espacio y en cada oportunidad, el respeto por la profesión docente que le ha dado a México las más valiosas, representativas y profundas raíces de su historia nacional y de su pueblo”. Educación futura, 7 de junio.

En resumen, aunque también hay maestros que apoyan la Reforma Educativa, identifico un descontento del gremio con los cambios y con el gobierno de Peña Nieto. La reforma atacó santuarios del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, puso orden en un sistema caótico, impuso límites a la herencia, venta y renta de plazas docentes y hoy los egresados de universidades compiten con ellos por puestos que antes eran de su “propiedad”.

La moral de los normalistas va a la baja, no nada más la matrícula. Los compromisos del gobierno, planteados desde 2014, de diseñar y poner en marcha un programa de fortalecimiento de las escuelas normales se pospone a cada rato. El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación emitió en 2015 cuatro directrices para la formación inicial de docentes, pero no hay noticias de que se pongan en práctica.

Aunque la autocrítica no se da entre los normalistas descontentos —no ven las fallas de su subsistema, la culpa siempre es de otros, del gobierno en particular—, no extraña que el malestar cunda entre sus filas y alimente posturas contra la Reforma Educativa. ¡Se sienten los objetivos de un ataque demoledor!

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/06/14/1169631

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El tiempo de Ayotzinapa, nuestro tiempo

Luis Hernández Navarro

De pie, delante de un librero, vestido con suéter azul marino, un joven de 87 años sostiene una pancarta con ambas manos, en la que envía un mensaje directo: Mi solidaridad con las familias de los normalistas de Ayotzinapa y de los sacerdotes asesinados y desaparecidos en Guerrero. Nos faltan 43 y más.

El hombre solitario que aparece en la foto del cubículo académico se llama Noam Chomsky. Es, a un tiempo, uno de los más prominentes lingüistas y uno de los más destacados intelectuales públicos del mundo.

Una distinguida dama de 84 años, pelo color platino y chaqueta roja, muestra un cartel con las fotos de los 43 normalistas desparecidos, y la consigna: ¡Vivos se los llevaron! ¡Con vida los queremos ya! Está acompañada de familiares de los muchachos y por estudiantes de la Raúl Isidro Burgos. He recordado mi misma historia, la historia de mis compañeras las abuelas, que con lágrimas de no saber qué hacer empezamos la búsqueda, dice a los asistentes a un acto de solidaridad.

La mujer que defiende a los desaparecidos mexicanos es Estela Carlotto, la presidenta de la asociación argentina Abuelas de Plaza de Mayo. Sabe de qué habla. Durante 36 años buscó a su nieto, después de que su hija fue desaparecida y asesinada por la dictadura militar. Finalmente lo encontró.

El 8 de octubre de 2014, un pensador de 82 años, con pantalón y camisa de mezclilla se retrató en la Piazza Cardusio de Milán, Italia, rodeado de un grupo de unos 40 hombres y mujeres que enarbolan una bandera mexicana y varios carteles escritos a mano con exigencias en español e italiano. Uno reza: Basta de violencia en nuestro México. Protegido del frío otoñal por una larga chamarra café, carga una bolsa llena de libros y papeles.

El personaje de la fotografía es el semiólogo Umberto Eco. Año y medio más tarde falleció. La protesta en la que aparece fue convocada para exigir la presentación con vida de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala. Allí, el autor de El nombre de la rosa leyó cada uno de los nombres de los normalistas.

En otra instantánea, un escritor argentino de 89 años, rodeado de plantas, con sus lentes y un vaso con un poco de vino sobre una mesa a su costado, muestra una cartulina escrita a mano con colores diferentes que dice: Nos faltan… 43.

La figura de la fotografía es Osvaldo Bayer, autor de un libro de culto: La Patagonia rebelde. Perseguido por los militares golpistas de su país, perdió todos sus bienes y tuvo que exiliarse en Alemania durante ocho años. Otros amigos suyos, como Haroldo Conti y Rodolfo Walsh, no pudieron hacerlo.

Estos cuatro retratos de Chomsky, Carlotto, Eco o Bayer, con sus rústicas cartulinas manuscritas no dicen que faltan 43 estudiantes. Afirman que NOS faltan 43. Nos faltan a todos.

Ese NOS (así, con mayúscula) es parte de una historia excepcional, que va más allá del compromiso individual de estos cuatro grandes pensadores contemporáneos: la de cientos de miles de personas en todo el planeta a las que la tragedia de Iguala sacudió y conmovió. Hombres y mujeres que, a pesar de hablar en los más diversos idiomas y vivir en los lugares más remotos, han vencido la maldición de la Torre de Babel para decir a los familiares de los muchachos desaparecidos que no están solos en su búsqueda, que ellos los acompañan en su dolor y en su lucha.

Se trata de una historia de indignación y rabia, de solidaridad y fraternidad, a un tiempo perdurable y entrañable. De una historia que hoy, gracias al libro El tiempo de Ayotzinapa, de Carlos Martín Beristain, puede comprenderse mucho mejor.

A contracorriente de la narrativa oficiosa que busca difundir y legitimar la verdad histórica, El tiempo de Ayotzinapa esclarece lo que verdaderamente sucedió con los normalistas la noche del 26 de septiembre y los días siguientes. Ante el camuflaje y la falsificación de los hechos promovidos desde el poder, el libro ordena y da sentido a la información disponible.

La tarea es doblemente compleja. Primero, porque de por sí esos son los modos de los encargados de la procuración de la justicia en el país. Y segundo, porque estamos ante un caso de desapariciones forzadas. Y, como advierte el autor, la misma desaparición forzada es una estrategia de confusión, en la que se oculta no sólo el destino del detenido, sino el propio hecho. Una estrategia en que la verdad se convierte en territorio en disputa como en ningún otro lado, en una especie de arena movediza.

El tiempo de Ayotzinapa habla desde la aflicción de las víctimas. “Sin entender el dolor de la desaparición forzada –escribe Carlos Beristain–, no hay investigación posible, ni relación con los familiares que la acompañe”. Lo hace escuchando a las víctimas y confiando en su palabra. “Para mí –dice al describir tiempos de confusión– está claro que los estudiantes dicen la verdad”.

El tiempo de Ayotzinapa es un libro de libros, en el que discurren y se engarzan diferentes relatos organizados alrededor de un eje común: el de la noche de Iguala. Es una crónica sobre lo sucedido el 26 y 27 de septiembre de 2014, sobre la que se monta una nueva Divina comedia, que nos conduce a través de los círculos del infierno de la desaparición forzada en México.

El tiempo de Ayotzinapa hace el milagro de traducir los términos supertécnicos de informes forenses y expedientes judiciales a un lenguaje comprensible. Lo hace dejando en claro la responsabilidad en los hechos y en el ocultamiento de la información de muy poderosos funcionarios públicos, sin estridencias ni denuncias flamígeras.

A pesar de ser un relato sobre el dolor y de que el libro duele, no hay en El tiempo de Ayotzinapa signo alguno de literatura plañidera. Beristain es capaz de encontrar esperanza en la tragedia, optimismo en el infortunio. Nombrando lo intolerable, cuida poner siempre por delante la extraordinaria capacidad de resistencia creativa de padres y estudiantes. El resultado final es conmovedor y entrañable.

La lectura de El tiempo de Ayotzinapa puede ser una forma altamente provechosa de celebrar los 91 años de la Normal Raúl Isidro Burgos, de recordar nuestro tiempo.

Fuente del Artículo:

http://www.jornada.unam.mx/2017/04/25/opinion/017a2pol

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