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Reapertura de escuelas, educación hibrida y nueva normalidad

Por: Juan Carlos Castellanos Ramírez/Shamaly Alhelí Niño Carrasco

Preparando la reapertura de escuelas 

A un año del cierre de escuelas por la pandemia COVID-19 se ve una ligera luz al final del túnel que, entre otras cosas, anuncia un pronto regreso a las aulas. El escenario de reapertura de escuelas inició el pasado 20 de abril con la aplicación de vacunas a los trabajadores del sector educativo (Gobierno de México, 2021): profesores, directivos, administrativos y personal de servicios.

Aunque todavía se desconoce el detalle sobre cuándo y en qué condiciones se regresará a las aulas, es un hecho que la reapertura se hará de manera progresiva intentando salvaguardar el bienestar físico, emocional y académico de los estudiantes. Como se ha visto en China, Corea del Sur, Austria, Italia, Francia, Bélgica, España o Rusia (UNESCO, 2021), la nueva normalidad escolar implicará la reducción de grupos/clase al 30% de su capacidad y se combinarán métodos de enseñanza-aprendizaje presenciales con actividades educativas en línea, es decir, se transitará a lo que técnicamente se conoce como educación híbrida.

Sin duda, la reapertura de escuelas viene acompañada con una serie de temores e interrogantes por parte de los profesores y padres de familia sobre ¿cómo será la nueva organización escolar?, ¿qué medidas de seguridad se implementarán para evitar los contagios al interior de las aulas?, ¿qué tan difícil será la implementación de una modalidad híbrida?, ¿qué tan probable es que la combinación de clases presenciales y clases en línea termine desencadenando un exceso de trabajo para todos?

Hasta el momento, los reflectores se han centrado en los protocolos que deben adoptar las escuelas para garantizar el retorno seguro a las aulas como, por ejemplo: toma de temperatura al ingresar a las instalaciones, uso obligatorio de cubrebocas, administración de gel antibacterial antes de ingresar a las aulas, sanitización de calzado, grupos reducidos de estudiantes, distancia mínima de un metro y medio entre las butacas, clases escalonadas y horarios reducidos, limpieza constante de salones y zonas comunes, contar con jabón y agua suficiente para el lavado de manos, señalizaciones para la circulación en un mismo sentido, entre muchos otros aspectos (Secretaría de Educación Pública y Secretaría de Salud, 2021). Como se ve, poco o nada se ha dicho sobre cómo se llevará a cabo la implementación del modelo híbrido durante los próximos meses y, aunque probablemente muchos profesores ya estén asociados, en mayor o menor medida, con el término de educación híbrida, para algunos estudiantes y padres de familia el tema es aún poco conocido, lo que podría provocar miedos y ciertas resistencias al cambio.

Qué es y en qué consiste la educación híbrida

Ante la nueva normalidad educativa debe considerarse, primero,  que la educación híbrida es solo una medida temporal que se implementará hasta que el 70% de la población mexicana esté vacunada o se logre la inmunidad colectiva.

En segundo lugar, es importante precisar que la educación híbrida no es modo alguno una novedad dentro de los servicios educativos. De hecho, el origen de la educación híbrida se remonta a finales de los años 90 en el marco de propuestas educativas semiescolarizadas en el nivel superior; esta surgió como una estrategia para el fortalecimiento de actividades escolares presenciales que exigían un mayor tiempo de estudio fuera del aula, para la comprensión y profundización del conocimiento que por restricciones de tiempo no alcanzaba a desarrollarse de manera presencial (González et al., 2011).

En este sentido, la educación híbrida consiste en la combinación de secuencias didácticas que permiten, bajo un mismo objetivo, movilizar los aprendizajes de los estudiantes en el marco de dos escenarios educativos complementarios: i) por un lado, las clases presenciales que requieren una coincidencia física y temporal entre profesor y estudiantes; y ii) por otro lado, la realización de clases en línea a través de un entorno tecnológico (ya sea por computadora, televisión o radio) que posibilita la comunicación e interacción entre profesor y estudiantes, a pesar de la distancia física.

Expectativas sobre la educación híbrida en el contexto de la pandemia

Según las experiencias vividas hasta hoy, tal parece que la etapa más difícil ya está pasando, que comprendió fundamentalmente el cierre de escuelas y la adaptación de programas educativos presenciales para su impartición en la modalidad en línea. Ahora, con los avances que se tienen en el esquema de vacunación de la población, se ha dado paso a una etapa de respuesta y reconstrucción de los servicios educativos, en donde la modalidad híbrida ayudará a que los profesores tengan un mayor margen de maniobra para la enseñanza y, sobre todo, permitirá un mayor grado de significatividad en los aprendizajes de los estudiantes.

Las expectativas sobre los potenciales beneficios de implementar una educación híbrida en el contexto de la pandemia están relacionadas con las primeras experiencias y prácticas educativas desarrolladas en dicha modalidad (Ustun y Tracey, 2020) y con los avances en el ámbito de la tecnología educativa; tanto es así que en el 2015 un grupo de  académicos recopiló cerca de 800 estudios realizados en diferentes partes del mundo para comparar las valoraciones y preferencias que estudiantes y profesores tienen sobre las modalidades educativas presencial, híbrida  y en línea (Siemens et al., 2015). Dentro de los resultados más importantes se destaca que los modelos híbridos suelen valorarse como más favorables para mejorar la calidad de los aprendizajes adquiridos y la enseñanza, prácticamente en el 80% de los estudios.

Las investigaciones recientes también reconocen que el grado de efectividad de un modelo educativo híbrido varía según las características de los diseños pedagógicos y recursos tecnológicos disponibles para su implementación (Ustun y Tracey, 2020), por lo que es posible hablar de diversos modelos de operación que, en la práctica, pueden incidir favorablemente en menor o mayor medida sobre los procesos de enseñanza y de aprendizaje dependiendo del contexto en el que se aplican.

Educación híbrida: formas de aplicación en la nueva normalidad escolar

De acuerdo con las declaraciones oficiales, la reapertura de escuelas estará sujeta al semáforo de riesgo epidemiológico propuesto por la Secretaría de Salud y las decisiones que tomen los Comités de Salud Escolar en cada institución educativa. En este sentido, lo más probable es que la reapertura de escuelas no suceda de manera uniforme en el país o, incluso, al interior de los estados.

Estas decisiones marcarán una dinámica de cambios intermitentes entre modalidades educativas, ya que se transitará de la enseñanza totalmente en línea a la enseñanza híbrida,  de la enseñanza híbrida a la enseñanza presencial o, incluso, de manera inversa, de lo híbrido a la totalmente en línea cuando surjan pequeños brotes al interior de las escuelas.

Como ilustra la figura anterior, según se ha desarrollado el primer año de pandemia, mientras el semáforo epidemiológico de la región se encuentre en color rojo o naranja, las clases seguirán impartiéndose en la modalidad totalmente en línea. Incluso, los cambios constantes en el semáforo podrían obligar a que los profesores tengan que pasar de manera frecuente de la enseñanza híbrida a la enseñanza en línea y, en consecuencia, este cambio debe considerarse dentro de sus planeaciones como un posible escenario de enseñanza; por lo tanto, es importante que los profesores tengan preparados los materiales, actividades y evaluaciones de manera digital para continuar con el plan de enseñanza en línea en caso de cierres escolares intermitentes.

Al activarse el color amarillo en el semáforo epidemiológico, los profesores transitarán de una enseñanza en línea a una enseñanza híbrida de predominancia tecnológica. En esta modalidad se atiende solo a estudiantes en condiciones vulnerables y se recomienda que el 70% de las actividades académicas se desarrollen a través del uso de la tecnología, mientras que las sesiones presenciales se utilicen como mecanismos de apoyo para la solución de dudas o incomprensiones identificadas en los estudiantes, sobre temas puntuales. De acuerdo con los comunicados oficiales de la Secretaría de Educación Pública, las sesiones de trabajo presencial tendrán una duración máxima de 40 minutos.

Cuando el semáforo epidemiológico pase a color verde, la recomendación es aplicar un modelo de enseñanza híbrida de sistemas nivelados, que implica una combinación equilibrada entre actividades realizadas a través de la tecnología y actividades realizadas en el aula. En este sentido se requiere una integración armónica de recursos, estrategias y actividades que permitan una secuenciación lógica de los dos escenarios (en línea y presencial) para la complementariedad de los aprendizajes de los estudiantes. En las sesiones presenciales se debe priorizar el aprendizaje sobre temas complejos difíciles de abordar en la modalidad en línea, además de la retroalimentación sobre las tareas realizadas por los estudiantes. El propósito de las sesiones presenciales es profundizar o reforzar los aprendizajes de los estudiantes, sin necesidad de llegar a repetir de manera literal los contenidos que se han abordado en línea.

Según la estabilidad del semáforo en color verde se recomienda pasar a una enseñanza híbrida de predominancia presencial. Esto implica que el 70% de las actividades académicas se desarrollen en las aulas, sin descuidar en ningún momento las medidas de salud. Básicamente se propone que los recursos tecnológicos sirvan como repositorios de contenido, para que los profesores suministren información de apoyo para la realización de tareas, reciban las tareas realizadas por sus estudiantes y refuercen la comprensión sobre determinados temas a través de material digital interactivo. Por su parte, en las clases presenciales se recomienda priorizar la explicación de los temas, facilitar los aprendizajes, resolver dudas y retroalimentar las tareas realizadas por los estudiantes.

Finalmente, es probable que las clases presenciales (en su totalidad) se retomen hasta que los brotes comunitarios desaparezcan o hasta que se logre una inmunidad colectiva. Al llegar este momento, se espera que la educación presencial en general y la enseñanza en particular se fortalezcan como resultado de esta experiencia, revalorando la importancia de la incorporación de las TIC en los procesos educativos y, sobre todo, aprovechando las potencialidades que los recursos tecnológicos nos brindan para el fortalecimiento de los aprendizajes de los estudiantes.

Referencias

Gobierno de México. (10 de mayo de 2021). En total se protegerán contra el #COVID19 a los más de 3 millones de trabajadores de la educación del país [Video]. Facebook. https://fb.watch/5pJPcnC4el/

González, K., Padilla, J. E., y Rincón, D. (2011). Teorías relacionadas con el b-learning y el papel del docente. Revista Educación y Desarrollo Social, 6(2), 98-111. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5386236

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO]. (10 de mayo de 2021). Experiencias de reaperturas de escuelas: 13 recomendaciones y lecciones desde diversos países. https://es.unesco.org/news/experiencias-reaperturas-escuelas-13-recomendaciones?fbclid=IwAR3OC_q3GJIEqZA69Mk4GnvwWflv-16kfcUub6kR_42MWMHHhZeegUulp_49

Secretaría de Educación Pública y Secretaría de Salud. (2021). Guía de orientación para la reapertura de las escuelas ante COVID-19. https://educacionbasica.sep.gob.mx/multimedia/RSC/BASICA/Documento/202009/202009-RSC-xm9IC0eqLX-05.GUIASEP-SALUDseptiembre.pdf

Siemens, G., Gašević, D., y Dawson, S. (2015). Preparing for the Digital University: A Review of the History and Current State of Distance, Blended and Online Learning. Athabasca University Press. https://research.monash.edu/en/publications/preparing-for-the-digital-university-a-review-of-the-history-and-

Ustun, A.B., y Tracey, M. W. (2020). An effective way of designing blended learning: A three phase design-based research approach. Education and Information Technologies, 25, 1529–1552. https://doi.org/10.1007/s10639-019-09999-9

Reapertura de escuelas, educación hibrida y nueva normalidad

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OIT: anticiparse a la crisis, los signos de la nueva normalidad

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó sobre la necesidad de que los países pongan en marcha sistemas de seguridad y salud en el trabajo (SST) sólidos y resistentes, a fin de mitigar los riesgos que corren todas las personas en el mundo del trabajo frente a futuras emergencias sanitarias.

El informe Anticiparse a las crisis, prepararse y responder – Invertir hoy en sistemas resilientes de SST ,  publicado en el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, examinan la prevención y la gestión de riesgos relacionados con la pandemia, y se abordan otros riesgos de salud y seguridad asociados a la modificación de las pautas de trabajo, como consecuencia de la adopción de medidas de control del virus.

Según el mismo, es necesario que los países pongan en marcha sistemas de seguridad y salud en el trabajo (SST) sólidos y resistentes, para lo cual será necesario invertir en infraestructuras de estos sistemas e integrarlas en planes generales de preparación y respuesta frente a crisis a escala nacional, con objeto de velar por la seguridad y la salud de los trabajadores y facilitar la continuidad de la actividad empresarial.

«No cabe una demostración más clara de la importancia que reviste contar con un entorno de seguridad y salud en el trabajo sólido y resiliente. La labor de recuperación y prevención requiere la mejora de las políticas y los marcos institucionales y normativos a escala nacional, así como su adecuada integración en los marcos de respuesta frente a la crisis«, señaló Guy Ryder, Director General de la OIT.

Desde que surgió la pandemia de Covid-19, los trabajadores de sectores específicos, en particular los de atención en caso de emergencias, la sanidad y la asistencia social, se han encontrado en una situación particularmente vulnerable frente al riesgo de infección.  Según el informe, 7.000 trabajadores sanitarios han fallecido desde que surgió la crisis, y 136 millones de trabajadores de los servicios sanitario y de asistencia social corren el riesgo de contraer el Covid-19 en el trabajo.

Las presiones y los riesgos que ha afrontado el personal sanitario durante la pandemia también han afectado adversamente a su salud mental: uno de cada cinco trabajadores sanitarios en todo el mundo ha mostrado síntomas de depresión y ansiedad.

Se han producido brotes de Covid-19 en muchos otros sectores, no sólo en el sanitario y el asistencial, especialmente donde los que los trabajadores se encuentran en entornos cerrados o a poca distancia entre sí, así como en situaciones en las que se comparte alojamiento o medios de transporte.

Al analizar los problemas sanitarios relacionados con el enorme aumento del teletrabajo a lo largo de la pandemia, el informe señala que, si bien ha sido primordial para limitar la propagación del virus así como para mantener el empleo y la continuidad de la actividad empresarial y ofrecer a los trabajadores mayor flexibilidad, ha dificultado asimismo la delimitación entre horario laboral y vida personal.

El 65% de las empresas encuestadas por la OIT y la Red de SST del G20 manifestaron que los trabajadores tuvieron dificultades para mantener el ánimo durante el teletrabajo.

Según los resultados del informe, las pequeñas empresas y las microempresas han tenido dificultades con frecuencia para cumplir los requisitos oficiales en materia de SST, habida cuenta de que muchas de ellas carecen de los recursos necesarios para hacer frente a los retos planteados por la pandemia.

Gran parte de los 1.600 millones de trabajadores que desarrollan su labor en la economía informal, en particular en los países en desarrollo, han seguido trabajando pese al confinamiento y las restricciones de desplazamiento e interacción social, entre otras medidas aplicadas.  Debido a ello, han corrido un elevado riesgo de contraer el virus, y la mayoría de ellos carece de protección social fundamental, por ejemplo derecho a baja o a remuneración por enfermedad.

La destrucción y sus consecuencias

Este es el momento de examinar más de cerca esta “nueva normalidad”, y para comenzar la tarea de forjar una normalidad mejor, no tanto para los que ya tienen mucho, sino para las mayorías que tienen demasiado poco.

Esta pandemia ha revelado de la manera más cruel, la extraordinaria precariedad y las injusticias de nuestro mundo laboral. Se trata de la destrucción de los medios de vida de la economía informal –en la que según la OIT, se ganan la vida seis de cada diez trabajadores– la que ha provocado las advertencias del Programa Mundial de Alimentos sobre la pandemia de hambre que se avecina.

Se trata de los agujeros enormes de los sistemas de protección social, incluso de los países más ricos, que han dejado a millones de personas en una situación muy precaria. Se trata de la falta de garantías de seguridad en el trabajo, que cada año condena a casi tres millones de personas a morir debido al trabajo que realizan.

Y se trata de la dinámica incontrolada de la creciente desigualdad que hace que, si bien en términos médicos el virus no discrimina entre sus víctimas, en su impacto social y económico, discrimina brutalmente a los más pobres y vulnerables.

Lo único que debería sorprendernos en todo esto… es que estamos sorprendidos. Antes de la pandemia, la falta de trabajo decente se manifestaba principalmente en episodios individuales de desesperación silenciosa. Ha sido necesaria la irrupción del Covid-19 para sumarlos al cataclismo social colectivo que el mundo afronta hoy. Pero siempre se supo, siempre estuvo presente: sencillamente, optamos por desconocerlo.

En general, las decisiones políticas, por acción u omisión, más que aliviar el problema, lo agravaron. Hace 53 años, en un discurso a los trabajadores sanitarios en huelga, y en vísperas de su asesinato, Martin Luther King recordó al mundo la dignidad inherente a todo trabajo.

En la actualidad, el virus ha vuelto a poner de manifiesto la función siempre esencial, y en ocasiones épica, de aquellos que trabajan en primera lineal  de esta pandemia. Son personas por lo general invisibles, ignoradas, infravaloradas, incluso ninguneadas, que con demasiada frecuencia figuran en la categoría de trabajadores pobres y en situación de inseguridad: los trabajadores de la salud y de los servicios de prestación de cuidados, el de limpieza, las cajeras y cajeros de supermercados, el del transporte.

Hoy, negar la dignidad a estos y a otros tantos millones de personas, es el símbolo del desprecio de la clase política y de nuestras responsabilidades futuras. Pero tendremos ante nosotros la tarea de forjar un futuro del trabajo que resuelva las injusticias que la pandemia ha dejado al descubierto, junto con otros retos permanentes, imposibles de postergar: la transición climática, digital y demográfica.

Esto es lo que define “una normalidad mejor” que ha de ser el legado perdurable de la emergencia sanitaria mundial. La combinación de todos estos retos tienen repercusiones más generales para la justicia y la paz social. Por lo tanto el aumento de la inseguridad y la incertidumbre dan pábulo al aislacionismo y al populismo: por ende al repliegue de las sociedades cohesionadas erosionando la confianza, dando paso al resurgimiento del fascismo.

Fuente: https://rebelion.org/oit-anticiparse-a-la-crisis-los-signos-de-la-nueva-normalidad/

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Las mujeres inmigrantes mantienen unida a la sociedad durante la pandemia

Las mujeres inmigrantes mantienen unida a la sociedad durante la pandemia

El año pasado se produjeron varios confinamientos como resultado de la pandemia, lo que repercutió profundamente en la educación, el empleo y la forma en que trabajamos a nivel mundial. Estos factores han tenido un efecto especialmente marcado para las mujeres.

 

Las escuelas, para más de 168 millones de niños en todo el mundo, estuvieron cerradas durante casi todo un año, lo que según UNICEF les obligó recurrir al aprendizaje a distancia desde casa. Durante los confinamientos, en la mayoría de los hogares,l as mujeres han sido las que han soportado la mayor parte de la carga de la educación en el hogar.

Mientras tanto, incluso cuando trabajar desde casa se ha convertido en la nueva normalidad, la pandemia ha provocado la pérdida de 24,7 millones de puestos de trabajo, según una estimación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Es probable que la desigualdad económica empeore, advierte la OIT, ya que la crisis del empleo afecta de manera desproporcionada a las mujeres y a los inmigrantes. En América Latina las frecuentes restricciones y confinamientos han marcado la vida durante la pandemia, cuyo impacto social ha recaído de manera desigual sobre las mujeres. Esto ha llevado a muchas mujeres a dejar la vida laboral debido a la creciente presión ejercida sobre ellas para cuidar a sus familias, especialmente porque la brecha salarial de género significaba que era posible que no fueran las principales aportadoras del hogar.

En los casos en los que las mujeres intentan conservar sus empleos, al tiempo que asumen la mayor carga de las tareas domésticas en comparación con los hombres, a veces, la única opción disponible, si pueden permitírsela, es contratar a un trabajador del hogar para que realice los diversos tipos de cuidados como cocinar, limpiar, cuidar a niños o a los ancianos, algo que no puede ser realizado fácilmente por una mujer que trabaje. Según datos proporcionados por la ONU en Mujeres en 2016, una de cada seis trabajadoras del hogar es una inmigrante; de estos trabajadores, el 73,4 por ciento son mujeres. Así que el trabajador del hogar es casi por norma una mujer inmigrante.

Debido a la naturaleza precaria de los trabajos del hogar y al insuficiente poder político de las empleadas del hogar, sus condiciones laborales son espantosas. Según datos proporcionados por Alliance for Solidarity, el 57% de quienes se dedican al trabajo doméstico carece de un horario laboral fijo. Eso significa que estas empleadas del hogar no controlan cuánto tiempo trabajan al día ni cuándo pueden salir de sus lugares de trabajo, tampoco controlan sus descansos ni el horario de sus comidas.

Empleadas del hogar

Durante la pandemia empeoró la situación de las trabajadoras del hogar. Y tuvieron que afrontar decisiones difíciles: o se quedaban en la casa de su empleador mientras durara el confinamiento y descuidaban por ello a sus propias familias, o elegían viajar y arriesgarse a perder sus trabajos porque sus empleadores temían que pudieran llevar el virus a sus hogares. Los sindicatos de las trabajadoras del hogar han protestado contra esta terrible disyuntiva. Pero sus voces no aparecen en los medios de comunicación, en gran parte porque estas mujeres se encuentran marginadas y son tratadas como partes invisibles de la sociedad. Las trabajadoras domésticas forman parte de una gran comunidad de trabajadoras informales, muchas de las cuales han mantenido unida a la sociedad durante esta pandemia. Son estas trabajadoras informales las que han estado atendiendo la distribución de alimentos, limpiando espacios públicos y trabajando en pequeñas tiendas de alimentación y otros comercios. Corren un alto riesgo de infectarse no solo por la naturaleza de su trabajo, sino también por sus largos desplazamientos en transporte público. En América del Sur, estos trabajos están en gran parte ocupados por mujeres migrantes, muchas de las cuales tienen un estatus de residencia inseguro.

«No tenemos derechos laborales, solo condiciones laborales»

Angélica Venega se fue de Perú a Chile para ganar más dinero y poder sufragar la educación de su hija. Un familiar la puso en contacto con Sinducap, un sindicato de trabajadores del hogar y de empleados en actividades afines. Sinducap, fundada en 1988, forma parte de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar. Sinducap, me dijo Venega, le permitió negociar las condiciones de trabajo claramente definidas para el hogar donde trabaja. Estos términos de empleo incluían las horas de trabajo, el suministro de comidas y dinero para el transporte, el pago de la seguridad social, el requisito o no de llevar uniforme así como la especificación de las labores a realizar durante las horas de trabajo.

Emilia Solís Vivano, presidenta de Sinducap, me dijo que hay más de 300 personas en el sindicato. Los miembros del sindicato no son solo trabajadores del hogar, sino que también tienen cabida los limpiadores, proveedores de catering, jardineros y limpiadores de ventanas. Estos trabajadores ayudan a mantener una mejor forma de vida para sus empleadores. Desafortunadamente, no es aplicable lo mismo para ellos. La situación de las trabajadoras, ya de por sí precaria antes de la pandemia, ha empeorado en los últimos meses. “Debido a la estigmatización de las trabajadoras del hogar como posibles [portadoras] del virus”, me dijo Venega, “muchos empleadores nos piden que vivamos en su casa para evitar usar el transporte público. Ésta no es exactamente una oferta. Si no aceptas esta oferta quedas despedido. Te despiden, pero como te hacen una oferta que rechazas lo llaman renuncia. Si renuncias [no] hay beneficios legales. En una pandemia no tenemos derechos laborales. Solo tenemos condiciones». La exigencia de que los trabajadoras del hogar vivan en su lugar de trabajo, dijo Venega, no es solo por la pandemia, el miedo a las enfermedades y los protocolos de salud. La pandemia, dijo, está siendo utilizada por los empleadores para extender la jornada laboral a cambio de un salario menor. Cuando vives en la misma casa donde trabajas la jornada laboral puede terminar siendo dictada por la conveniencia y las condiciones laborales fijadas por los empleadores, quienes pueden exigir más atención una vez que llegan a casa del trabajo, durante los fines de semana al recibir visitas, o a tenor del horario de sus hijos. Estas son condiciones, me dijo Venega, que los empleadores de los trabajadores del hogar no tolerarían en sus propios lugares de trabajo donde están empleados, pero no dudan en imponer condiciones tan terribles a los propios trabajadores del hogar. Los empleadores a menudo reducen los salarios de los trabajadores del hogar alegando que sus propios salarios se han visto reducidos debido a la pandemia. Si una trabajadora está infectada por la covid-19, es despedida de forma fulminante. Y en ese caso las propias trabajadoras son las responsables de pagar por su tratamiento médico y donde pasan el período de cuarentena. Esto es aún más terrible para una inmigrante que tal vez no tenga una casa a la que ir o una familia donde refugiarse. Ser despedida podría significar la deportación.

La nueva normalidad, me dijo Venega, no es tan nueva. Es parte integral de cómo eran las cosas incluso antes de la pandemia. «Lo que se está volviendo normal, dijo, es la codicia».Taroa Zuñiga Silva es coeditora con Giordana García Sojo de Venezuela de Vórtice de la Guerra del Siglo XXI (2020)Es miembro de la Secretaría de Mujeres Inmigrantes en Chile. También es miembro de la Mecha Cooperativa, un proyecto del Ejército Comunicacional de Liberación

 

Fuente de la Información: https://vientosur.info/las-mujeres-inmigrantes-mantienen-unida-a-la-sociedad-durante-esta-pandemia/

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Covid-19, nueva normalidad, viejas dudas,falsas ilusiones

Por: Eduardo Camín*

En esta época marcada por la Covid- 19 nuestro gran reto es encontrar la forma de protegernos del virus, a nosotros, a nuestras familias, y a la vez conservar nuestros empleos. Para los responsables políticos, esto se traduce en superar la pandemia sin causar, paralelamente, daños irreversibles a la economía. Mientras tanto, en búsqueda de las mejores soluciones, los gobiernos continúan escuchando a la ciencia, sin contemplar las evidentes ventajas de una mayor cooperación internacional podría dar una respuesta más adecuada, a la crisis.

Con la batalla contra la Covid-19 sin ganar aún, se ha instalado la idea de que lo que nos espera tras la victoria es una “nueva normalidad” en la forma de organizar la sociedad y en la forma de trabajar. Aunque esta noción no es nada tranquilizadora. Y no lo es porque nadie sabe explicar a ciencia cierta en qué consistirá esta nueva normalidad, que parece que será dictada por las limitaciones impuestas por la pandemia y no por nuestras elecciones y preferencias.La nueva normalidad: un viaje de cambios sociales | RTVE

Pero ya hemos oído esto antes. Lo oímos en la crisis de 2008-2009 cuando nos dijeron que, una vez inoculada la vacuna contra el virus de los excesos financieros, la economía mundial sería más segura, más justa y más sostenible. Y no fue así. Se restableció la antigua normalidad, castigando duramente a la población más desfavorecida, y dejándola en peor situación.

Los símbolos de la ineficacia

 Este es el momento de examinar más de cerca esta nueva normalidad, y para comenzar la tarea de forjar una normalidad mejor, no tanto para los que ya tienen mucho sino para los que tienen demasiado poco. Esta pandemia ha revelado de la manera más cruel la extraordinaria precariedad y las injusticias de nuestro mundo laboral. Se trata de la destrucción de los medios de vida de la economía informal –en la que según la OIT, se ganan la vida seis de cada diez trabajadores– la que ha provocado las advertencias del Programa Mundial de Alimentos sobre la pandemia de hambre que se avecina.

Se trata de los agujeros enormes de los sistemas de protección social, incluso de los países más ricos, que han dejado a millones de personas en situación muy precaria. Se trata de la falta de garantías de seguridad en el trabajo, que cada año condena a casi tres millones de personas a morir debido al trabajo que realizan. Y se trata de la dinámica incontrolada de la creciente desigualdad que hace que, si bien en términos médicos el virus no discrimina entre sus víctimas, en su impacto social y económico, discrimina brutalmente a los más pobres y vulnerables.

Noticias coronavirus | Cepal pide una 'normalidad mejor' en cambio de una 'nueva normalidad' | Internacional | PortafolioLo único que debería sorprendernos en todo esto es que estamos sorprendidos. Antes de la pandemia, la falta de trabajo decente se manifestaba principalmente en episodios individuales de desesperación silenciosa. Ha sido necesaria la irrupción de la Covid-19 para sumarlos al cataclismo social colectivo que el mundo afronta hoy. Pero siempre se supo, siempre estuvo presente, sencillamente, optamos por no preocuparnos.

En general, las decisiones políticas, por acción u omisión, más que aliviar el problema, lo agravaron. Hace 52 años, en un discurso a los trabajadores sanitarios en huelga, y en vísperas de su asesinato, Martin Luther King recordó al mundo la dignidad inherente a todo trabajo.

En la actualidad, el virus ha vuelto a poner de manifiesto la función siempre esencial, y en ocasiones épica, de los héroes que trabajan en primera linea de esta pandemia. Son personas por lo general invisibles, ignoradas, infravaloradas, incluso ninguneadas, que con demasiada frecuencia figuran en la categoría de trabajadores pobres y en situación de inseguridad: los trabajadores de la salud y de los servicios de prestación de cuidados, el personal de limpieza, las cajeras y cajeros de supermercados, el personal del transporte.

Hoy, negar la dignidad a estas y a otros tantos millones de personas, es el símbolo del desprecio de la clase política y de nuestras responsabilidades futuras. Pero tendremos ante nosotros la tarea de forjar un futuro del trabajo que resuelva las injusticias que la pandemia ha dejado al descubierto, junto con otros retos permanentes, imposibles de postergar: la transición climática, digital y demográfica. Esto es lo que define “una normalidad mejor” que ha de ser el legado perdurable de la emergencia sanitaria mundial de 2020.

Mercados: pagar para vivir

Mientras tanto se nos repite hasta el cansancio que los ‘mercados’ son el mejor regulador de la economía. Una mentira interesada, un fake ideológico. En realidad cabria preguntarse  ¿Qué han hechos los mercados con la pandemia? Subir los precios de los materiales imprescindibles para hacerle frente y multiplicar los beneficios de las empresas/élites.Desempleo y EU presionan a México para regresar a la "nueva normalidad"....

El ‘regulador’ ha decidido enriquecerse antes que salvar vidas. El mercado internacional de materiales médicos está controlado por pocas empresas, que ponen condiciones draconianas ante la demanda, eso si,  bajo el manto legal de la libre empresa promovido por la Organización Internacional del Comercio (OMC ). A la vez, los estados, sometidos a los mercados, no se atreven ni a confiscar unos stocks imprescindibles para la vida, ni mucho menos a nacionalizar unas empresas que especulan con el precio de la muerte.

Los precios de los respiradores imprescindibles para evitar la muerte de pacientes, en especial los mayores, se han multiplicado por ocho en algunos casos. Se trata de convertir la enfermedad  en un negocio, de hacer crecer el capital a costa de vidas humanas, ahora y siempre. El lucro, la especulación, la economía en negro, obligar a pagar las deudas antes de invertir en bienestar, las necropolíticas que ya están aquí,son los males mortales del capitalismo.

Debe ser la atención primaria –que no sólo se debe mantener abierta sino que debería reforzarse incluso ahora para contener a los enfermos que están en casa, controlarlos y evitar, si es posible, que lleguen al hospital-, la medicina preventiva, la clave del sistema sanitario y no los hospitales, caros, peligrosos e insostenibles. Y menos aún, los hospitales privados, creados para dar beneficios a sus accionistas y corporaciones propietarias.

Había y hay que prevenir. Y no son mayoría los profesionales que han recibido la formación suficiente para detectar a tiempo estas enfermedades emergentes. Alguien pensará: ¿cómo se puede prevenir algo de lo que no se sabe nada? No es exactamente así.

En septiembre de 2019, la Junta de Vigilancia Mundial y Prevención, integrada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial ,en un dictamen para Naciones Unidas (El mundo en peligro Informe anual para la preparación de las emergencias sanitarias), advertía: Nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio».

«Se transmitiría a través de gotas procedentes de la respiración. Podría infectar a un gran número de personas y en poco tiempo matar a entre 50 y 80 millones, dado que con 36 horas se puede viajar a cualquier lugar. Y sería capaz de destruir casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esta escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad, e inseguridad en todas partes. Sería el resultado de una convergencia sin precedentes”, añadía.

El informe dice que sería una crisis de carácter ecológico, político, económico y social, como el crecimiento demográfico, la progresiva urbanización, la integración mundial de la economía, la aceleración y generalización de los desplazamientos, los conflictos, las migraciones y el cambio climático.

El mundo, aseguran, cada vez sufre más brotes de enfermedades infecciosas.Se parece demasiado a lo que está pasando. Sabían que podía pasar y describen las posibles causas. No se ha hecho nada efectivo para prevenirlo y hacerle frente. Vivimos al día, Carpe Diem, como enseñaba el poeta Horacio “ aprovecha el dia de hoy confía lo menos posible de mañana”

Así estamos ahora mismo. Con la pandemia atacando con más dureza los lugares y los barrios más pobres, donde la población vive en pisos con más gente por metro cuadrado, a veces amontonados, mal alimentados y con peores estándares de salud. Con la Covid-19 haciendo más daño donde encuentra más desigualdades y precariedad y la atención primaria está más debilitada.

Con el aislamiento, que es más duro para las personas que viven en pisos más reducidos, sin terrazas. Y con menos capacidad de acceder a internet, la única puerta abierta, aunque sea virtual, a la cultura y el ocio. Con las niñas y los niños que viven en estos inmuebles sufriendo una prisión, que por mucho que sea por su bien, no deja de ser una radical restricción de sus necesidades de moverse y relacionarse.EL TRABAJO INFORMAL. | regencia

Con trabajadores manteniendo los servicios esenciales a cara descubierta, sin los equipos necesarios porque no se ha hecho prevención. Sin haber preparado los y las profesionales de la salud para que dispusieran de datos para poder entender el futuro que se acercaba.

Al fin y al cabo, sólo era una posibilidad expresada por científicos.No lo decían ni las élites, ni los economistas ortodoxos, que, incompetentes, nos maltratan con falsas verdades. Y los políticos que gobiernan y los que dicen controlar, y nunca han sentido la obligación de informarse ni de actuar. Ni a mirar el futuro, preocupados como están por los tiempos electorales. Y si alguien lo advierte, le marginan, le tapan la boca.

Y no son ajenos los medios de comunicación, públicos y privados, sometidos a la corriente del pensamiento dominante. No hablamos de los periodistas, que bastante tienen con mantener el trabajo. Lo hacemos de la propiedad y de sus lacayos. Así se descompone la sociedad. Así se pierde la confianza. El sistema está tocado, pero sigue siendo el terrible monstruo mitológico de la quimera como ilusión.

*Periodista uruguayo miembro de la ONU en Ginebra Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Fuente e imagen:  http://estrategia.la/2020/11/23/covid-19-nueva-normalidad-viejas-dudasfalsas-ilusiones/

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Educación Híbrida

Por: Darío Balvidares

No son pocas las voces que se han escuchado promover la educación híbrida en el escenario de la pandemia mundial, pero gracias al shock producido por el covid-19 en las poblaciones, la estrategia de la hibridez educativa parece instalarse como permanente.

Lo que llamábamos educación a distancia, como una cuestión excepcional o privativa del mundo de la educación superior; ahora se naturaliza, porque la “normalidad” estalló en crisis, pero no como “educación a distancia”, sino como híbrida.

Sin embargo, lo que parece semejante, educación a distancia y educación híbrida, no lo es. En el primer caso no está en cuestión el modelo educativo, sobre todo si hablamos de universidades públicas; en el segundo, sí se cuestiona el modelo educativo, es más, se lo somete a otra crisis.

La educación híbrida, con carácter universal y no excepcional (sólo para la emergencia), encubre el papel, no neutral, de la tecnología en un “nuevo” modelo educativo en el que “lo tecnológico” adquiere mayor relevancia que los propios actores del hecho educativo, incluso sustituyendo la acción pedagógica por tecnologías del aprendizaje.

De la “normalidad” a la “nueva normalidad”

Es cierto que lo excepcional de la pandemia ha dejado aun más al descubierto las venas abiertas de América Latina, con el aumento desmedido de la pobreza y desproporcionalmente, el aumento desmedido de la riqueza.

Por cierto, el último informe de UNICEF para Argentina indica los nuevos números de la pobreza infantil y juvenil y el crecimiento anualizado.

“Las nuevas estimaciones del organismo alertan que, entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, la cantidad chicas y chicos pobres pasaría de 7 a 8,3 millones (…)  en diciembre de este año, el porcentaje de niños y niñas pobres alcanzaría el 62,9%…”[1]

En ese marco, otro dato importante revelado por el propio Ministerio de Educación de la Nación, nos muestra que la realidad dista mucho de los discursos sobre la posibilidad concreta de la educación híbrida, puesto que fragmentaría aún mas lo que ya está estallado.

“El 53% (de los alumnes) no cuenta con una computadora liberada para uso educativo. El piso tecnológico de los hogares que asisten a escuelas del sector privado duplica al de los que asisten al sector estatal”[2]

Esa es la fotografía de la “normalidad”, heredada, corregida y aumentada por la “nueva normalidad”. Lo que queda demostrado es que desde hace muchísimos años las políticas públicas sólo debilitaron el tejido social y las áreas estratégicas como salud, vivienda y educación, transformados en grandes mercados especulativos.

Una personalidad, integrante del propio sistema, como Philip Alston, que fuera relator de la ONU entre 2014 y 2020 en un interesante artículo, sentenció lo siguiente:

“El coronavirus no ha hecho más que destapar una pandemia de pobreza que venía de antes. La COVID-19 llegó a un mundo en el que crecían la pobreza, la desigualdad extrema y el desprecio por la vida humana. Un mundo en el que las leyes y las políticas económicas se conciben para crear y mantener la riqueza de los poderosos, no para acabar con la pobreza. Esta es la elección política que se ha hecho…[3]

Y justamente hablando de concentración de la riqueza, vemos que los “ricos tecnológicos”, en algunos casos disfrazados de “filántropos”, son los 7 multibillonarios que se encuentran en los primeros 15 puestos de la revista Forbes (julio 2020) y que entre los 7 tienen una fortuna personal que sumada da 476 mil millones de dólares, frente a la mitad de la población mundial que vive con 5,50 dólares al día y aproximadamente un tercio de ellos sólo con 1,9 dólares.

Estos son solo datos objetivos que muestran que muy lejos están de hacer “filantropismo” a pesar de las máscaras son los mismos que en el Foro Económico Mundial de este año, hacen subir sus acciones promocionando como única posibilidad de educación, la tecnología.

“El COVID-19 ha provocado el cierre de escuelas en todo el mundo. A nivel mundial, más de 1.200 millones de niños están fuera del aula.

Como resultado, la educación ha cambiado drásticamente, con el aumento distintivo del aprendizaje electrónico, mediante el cual la enseñanza se lleva a cabo de forma remota y en plataformas digitales.

La investigación sugiere que se ha demostrado que el aprendizaje en línea aumenta la retención de información y toma menos tiempo, lo que significa que los cambios que ha causado el coronavirus podrían estar aquí para quedarse”[4]

Por supuesto que estás afirmaciones son totalmente incentivadas por los propios organismos internacionales desde hace muchos años, entre otros, la OCDE y la UNESCO; es decir, las oficinas globales que redireccionan nuestras políticas coloniales, ahora con el nombre de “nueva normalidad”, en la que los “protocolos” son las nuevas “leyes de indias”.

De la pedagogía colonial del siglo XXI y el vaciamiento de contenidos críticos

Andreas Schleicher, Director de Educación y Habilidades de la OCDE y asesor de la editora Pearson PLC, la que realiza el gran negocio de las pruebas Pisa, dijo:

“Los sistemas escolares necesitan encontrar formas más efectivas de integración, la tecnología en la enseñanza y el aprendizaje para proporcionar a los educadores entornos de aprendizaje que apoyen las pedagogías del siglo XXI y proporcionen a los niños las habilidades del siglo XXI que necesitan para triunfar en el mundo del mañana.  (…)  La tecnología es la única forma de ampliar drásticamente el acceso al conocimiento. Para cumplir las promesas que ofrece la tecnología, los países deben invertir de manera más eficaz y asegurarse de que los docentes estén a la vanguardia del diseño y la implementación de este cambio”[5]

De donde surgen las habilidades del siglo XXI, que no es más que lo que dieron en llamar, la educación por competencias, una educación basada en cálculos, resolución de problemas, compresión lectora, conocimientos básicos de ciencia, colaboración y, ahora con la “nueva normalidad”, todo eso depende de las habilidades para las tecnologías del aprendizaje,

En síntesis, estos son los caballitos de batalla para imponer un modelo escolarizado, carente de contenidos y tendiente a la estandarización del mundo escolarizado.

Obvio que Schleicher, cuando dice que las habilidades del siglo XXI son las “que necesitan para triunfar en el mundo del mañana”, no hace más que un eslogan publicitario, puesto que 3.400 millones de personas, casi la mitad de la población mundial, vive con 5.50 por día y 736 millones con menos de 1.9 dólares.

Así que más de la mitad de la población mundial no ha podido “triunfar”, producto de las políticas que esos mismos organismos estimulan.

Aquí es importante mostrar la influencia de la pedagogía de la obediencia, puesto que México, justamente, es miembro de la OCDE, junto con Chile que tiene el sistema más privatizado de Latinoamérica.

Un interesante artículo aparecido en el diario La Jornada en junio del corriente da cuenta de las “recomendaciones” de la OCDE.

“Como en muchas otras partes del mundo, la pandemia ha sido un escenario perfecto para la expansión operativa de grandes corporaciones dedicadas a la tecnología educativa, como Microsoft, Google y Discovery Education. En pocos meses, dichas firmas han logrado mejorar sustancialmente su situación presente al tiempo de construir condiciones más favorables hacia el futuro. Por un lado, han sumado millones de usuarios nuevos a sus plataformas, como efecto del seguimiento de trabajo y clases a distancia y, por otro, han podido expandir su influencia en sistemas educativos públicos de todo el mundo, con lo cual buscan garantizar el desarrollo de una posterior fuerza de trabajo joven, quienes llenará(n) la cartera de candidatos potenciales para unirse a nuestras empresas un día, según el liderazgo de Discovery Education. La irrupción de dichas empresas en el campo educativo ha provocado que la educación a distancia, mediada por el software provisto por ellas, se convierta en un elemento esencial de los sistemas educativos en el mundo, lo cual se está cocinando ya en México”[6]

Así las cosas, ya se “cocinó”, tres meses más tarde de este artículo que ya adelantaba lo que iba a suceder… ¡sucedió!

El titular de la Secretaría de Educación Pública de México, Esteban Moctezuma Barragán en la Reunión Anual de Industriales adelantó la hibridez educativa.

“Cuando los estudiantes regresen a clases tras haber superado la pandemia del Covid-19, existirá un modelo multiplataforma, el cual estimulará las competencias de la educación 4.0 con las clases presenciales…

Estamos en un periodo de cambio educativo que no esperábamos se diera de manera tan intensa y veloz, dijo al recordar que la migración las plataformas digitales, las video conferencias y otras formas de educación a distancia se dieron con altibajos”[7]

En esa misma línea, Audry Azoulay, Directora General de la UNESCO, también afirma que:

“La educación en nuestro planeta se ha convertido en algo virtual (…) la magnitud de este desafío exige innovación, cooperación y solidaridad (…) aprendamos de la crisis para el futuro de la educación…”[8]

Lo que dice la directora de la UNESCO es en el marco del video de la presentación de la Coalición Mundial para la educación COVID-19, compuesta por miembros de la ONU; Organizaciones de la Sociedad Civil (ong y fundaciones corporativas); Empresas de Comunicación y de Tecnologías de la Información.

Negocio redondo por una parte, e imposición de un modelo educativo global que imprime el imperativo de las tecnologías del aprendizaje para el desarrollo, en nuestros niñes y adolescentes, de las  “habilidades del siglo XXI”.

¿Y en Argentina qué?

En Argentina, también, porque la “nueva normalidad” ya lo ha impuesto, pero una cuestión es la emergencia en la que por supuesto no hay que exponer a les estudiantes, ni a les docentes, pues no se trata de desafiar al virus, como intentan algunos gobernadores de algunas provincias que han tenido que recular, o como pretende la Ciudad de Buenos Aires con sus “deseos” contrahechos de la realidad.

Ni la hibridez del gobierno nacional, a través de su ministro de educación, que cada vez queda más expuesto con un ministerio que en definitiva no tiene más sentido que el de continuar las políticas que se deciden en los organismos internacionales, como lo demuestra su participación en la Reunión extraordinaria de jefes de Estado y de gobierno[9] convocada, otra vez, por la UNESCO, para seguir bajo el manto de la política colonial del siglo XXI y poder recibir ayuda económica.

Como vimos durante el recorrido del artículo, las políticas de hibridez educativa, no son neutrales, existen múltiples intereses en la educación híbrida, pero tal vez la estrategia mas radical sea la de ir desplazando al docente en el mediano plazo, “readecuando” el estatuto que regula su actividad (puesto que también es una de las recomendaciones OCDE 2017 para Argentina), es decir, flexibilizando derechos, a la vez que se imponen nuevas obligaciones.

Vimos que en México el anuncio de la educación híbrida se realizó en una reunión de industriales, no con les docentes.

Lo más categórico de estas “nuevas normalidades” de la educación, es que se deciden sin la presencia de los docentes y por lo tanto, prescindiendo de su consulta.

Algo parecido a lo que sucedía con la lectura del “Requerimiento de Obediencia”, cuando Colón desembarcó de este lado del océano; se leía en el monte, en plena noche y sin interprete, en presencia del notario y ningún indio[10].

[1] https://www.unicef.org/argentina/comunicados-prensa/segunda-encuesta-rapida-pobreza

[2] https://back.argentina.gob.ar/sites/default/files/resumen_de_datos_informes_preliminares_directivos_y_hogares_0.pdf

[3] https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/coronavirus-destapado-pandemia-beneficia-ricos-pobreza_129_6104077.html

[4] https://www.weforum.org/agenda/2020/04/coronavirus-education-global-covid19-online-digital-learning/

[5] http://www.oecd.org/education/new-approach-needed-to-deliver-on-technologys-potential-in-schools.htm

[6] Mauro Jarquín Ramírez. https://www.jornada.com.mx/2020/07/26/opinion/018a2pol

[7] https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/10/28/regreso-a-clases-puede-seguir-modelo-de-educacion-mixta-sep-9817.html

[8] https://www.youtube.com/watch?v=LGbqjso8BlA

[9] https://es.unesco.org/news/reunion-extraordinaria-jefes-estado-y-gobierno-auspicios-unesco-reafirma-compromiso-educacion-y

[10] Eduardo Galeano. Espejos. Siglo XXI. Buenos Aires 2008.

Artículo enviado por el Autor a Ediciones OVE

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Un «call center» de profesores para la enseñanza a distancia en Filipinas

Asia/Filipinas/Octubre 2020/panorama.com.ve

La iniciativa no es solo una solución a la actual crisis de covid-19, sino que será una pieza fundamental en nueva normalidad pospandemia en ese país asiático.

Filipinas ha cerrado sus aulas hasta que la vacuna contra el covid-19 esté lista y ha impuesto un modelo de enseñanza a distancia lleno de retos para miles de familias con pocos recursos, pero un «call center» con 70 profesores está disponible de lunes a viernes para resolver por teléfono o chat las dudas de los estudiantes.

«Este curso va a ser muy difícil para los maestros, pero sobre todo para los alumnos. Con este programa tratamos de facilitar las cosas y atendemos preguntas de cualquier alumno del país de primaria o secundaria», explica a EFE Rochel Gumangan, una profesora de 26 años contratada para participar en este proyecto bautizado Tele-Aral, iniciativa del ayuntamiento de Taguig, una de las ciudades más ricas de las 17 que conforman el área metropolitana de Manila.

Curso de retos

Después de retrasar el inicio del curso dos veces -debería haber comenzado en junio-, Filipinas retomó las clases el pasado 5 de octubre de forma no presencial, con un sistema «online» que ha dejado a 3 millones de niños en riesgo de abandono escolar porque no disponen de dispositivos electrónicos o conexión a internet.

Tele-Aral fue concebido inicialmente solo para los alumnos de Taguig, pero ante los desafíos que plantea este curso para los 24,6 millones de estudiantes filipinos matriculados en primaria y secundaria -22,5 millones en escuelas públicas y 2,1 millones en privadas-, el Departamento de Educación solicitó a ese ayuntamiento que extendiera el servicio a todo el país.

«La mayoría de las consultas tienen que ver con matemáticas», señala Rochel después de haber explicado por videollamada con una pequeña pizarra la resolución de una ecuación a una alumna de séptimo grado.

Su compañera Janine atiende principalmente dudas de la asignatura de inglés, «gramática y ortografía sobre todo», y explica que la mayoría del millar de consultas que reciben diariamente son por Facebook, ya que muchos hogares en Filipinas no tienen conexión wifi, pero sí disponen de un plan de datos en el teléfono que permite conectarse a esa red social.

No en vano, Filipinas es el país del mundo que más tiempo pasa conectado en Facebook.

Capital «call center»

Como muchos de los maestros de Tele-Aral, Rochel y Janine trabajaron durante la carrera en un «call center», ya que Manila se convirtió hace una década en la capital mundial de esos centros de atención al cliente de diferentes multinacionales, sector que antes de la pandemia empleaba a más de un millón de filipinos y acaparaba el 11% del PIB de Filipinas.

«No solo tienen formación en educación, sino que la mayoría tienen experiencia en atención al cliente por teléfono e internet», remarca George Tizon, director de Educación del Ayuntamiento de Taguig y promotor de Tele-Aral.

Las medidas de seguridad son fundamentales: chequeos de temperatura a la entrada, mascarilla y pantalla facial obligatoria, mamparas de separación y distancia social entre los trabajadores para evitar contagios de covid-19 en el país que lidera las infecciones en el Sudeste Asiático -unos 345.000 casos y más de 6.300 muertes- con Manila como principal foco.

El «call center» está instalado en el colegio Renato Cayetano y utiliza los ordenadores de los laboratorios de informática de las diez escuelas públicas de secundaria de Taguig.

Pero Tele-Aral no es solo una solución a la actual crisis de covid-19, sino que será una pieza fundamental en nueva normalidad pos-pandemia, incluso cuando haya vacuna disponible.

«Queremos implantar un sistema mixto. En Taguig ya no volveremos al aula tradicional, sino que vamos a aprovechar este experimento durante la pandemia para elevar el nivel de nuestra educación con esos programas de innovación», explicó Tizon.

Los marginados

Pese a iniciativas como Tele-Aral, el Departamento de Educación estima que unos 3 millones de menores se han quedado sin escolarizar respecto al año anterior y muchos de los matriculados tendrán que superar grandes dificultades para seguir las clases en este nuevo modelo.

En otras partes de la capital -donde un tercio de sus 14 millones de habitantes vive bajo el umbral de la pobreza-, miles de familias han tenido que hacer un gran esfuerzo económico para adquirir dispositivos y conectividad a la red.

«Me he gastado 5.000 pesos (más de 100 dólares) es comprar un teléfono para que mis dos hijos puedan sumarse a las clases online y comunicarse con los profesores», cuenta Christine Gamboa, que trabaja como empleada del hogar en varias casas de Manila.

A pesar de su empeño, es consciente de que sus hijos de 8 y 6 años no van a aprender este curso tanto como si acudieran todos los días a clase, pero se conforma con que no pierdan el curso y está mucho más tranquila teniéndolos en casa frente a la amenaza del covid-19.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.panorama.com.ve/novedades/Un-call-center-de-profesores-para-la-ensenanza-a-distancia-en-Filipinas-20201017-0007.html

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América Latina: Carta de la Verdad. Disputas semióticas en los territorios de la Realidad

Carta de la Verdad. Disputas semióticas en los territorios de la Realidad

Fernando Buen Abad

“¿No es el primer deber del que busca la verdad dirigirse directamente a la verdad sin mirar a diestra o siniestra?” K. Marx

Conquistar la verdad es un trabajo… es una lucha. La verdad no es una moneda que pueda darse y recibirse, sin más, en el mercado de la información. No nos cuenten que la verdad es “incognoscible”, o subjetiva, porque el estado actual del conocimiento esté limitado, mientras fabrican escondites, o mentiras retorcidas, para dificultar el camino del saber. La verdad se alcanza, y se defiende, con el esfuerzo militante del pensamiento y la acción organizados. Se alcanza en la dialéctica tensional entre el error y la certeza. En el debate capital-trabajo. Al margen de reduccionismos. El problema de la verdad (tanto como la mentira) es un problema humanista de nuestro tiempo. Sólo se resuelve en la praxis.

Para nosotros es fundamental una concepción totalizante, e indisoluble, de la especie humana y el universo, en función, objetiva y subjetiva, transformadora del mundo. Para nosotros es fundamental un método crítico de toda información (sentido amplio) que produce la sociedad en que vivimos; por tanto, en función de esa crítica, como resultado de ella, necesitamos un plan de acción superadora, con un programa de transformación revolucionaria, para la creación de un tipo nuevo de relaciones entre los seres humanos hacia un nuevo orden mundial de la información y la comunicación. Con un punto de no retorno lógica y políticamente. La verdad al alcance de todos. La mejor contribución al proceso revolucionario es la crítica inspirada por la lealtad, la crítica científica que empodera a la razón de la lucha para profundizarla. La crítica sin complacencia, sin torpeza. La que alimenta a la revolución y esmerila al capitalismo. La verdad sea dicha.

Empeñarse en la búsqueda de la verdad, sobre una base semiótica concreta y científica es, en más de un sentido, un cambio histórico que revoluciona a la historia misma. Transforma a la búsqueda, y sus métodos, en un instrumento magnífico. No esperemos “bienvenidas” por parte de los poderes hegemónicos expresados en sus trincheras políticas, económicas ni académicas. La bienvenida deben darla, si se ofrecen resultados potentes, las bases en pie de lucha. Quienes asumen el deber de estudiar y defender el problema de la verdad, trabada en las luchas de clase que se verifican en sus entrañas, deben desarrollar métodos, hipótesis y teorías correctas capaces de ascender a la praxis correcta que no es otra más que la praxis emancipadora dirigida desde las bases.

Las premisas de una semiótica científica están íntimamente vinculadas al desarrollo histórico, a las condiciones objetivas de la economía y de la vida material determinadas por leyes objetivas y cargadas, a su vez, de significación histórica, aunque sea imperfectamente, explicado en su praxis misma. La base del carácter científico de la semiótica que debemos desarrollar exige, desde su definición, capacidades predictivas (y preventivas) sobre el destino marcado por el modo de producción de sentido que interesa a las clases dominantes y sus componentes esenciales. ¿Cómo están pensando y proyectando la “manipulación simbólica”?

Falsificar la realidad es una actividad sistémica del capitalismo, una religión en la que las falacias son esencia y necesidad vital para poner, fuera de la vista de la clase trabajadora, los modos y los medios de hurto contra el producto del trabajo. No sólo invisibilizan la plusvalía, además nos embriagan con ilusiones o espejismos que hacen de las víctimas cómplices solidarios de sus verdugos. La producción de embrutecimientos, borracheras y anestesias simbólicas tiende a expandirse y a producir mutaciones aberrantes, afamadas porque son muy rentables. A cualquier costo. No nos cansaremos de repetirlo.

Es una necesidad imperativa prever a dónde quiere llevarnos la maquinaria fabricante de falacias. Identificar sus horizontes, sus métodos, sus recursos y sus consecuencias. Es crucial la tarea de producir anticuerpos y desplegar de inmediato fuerzas para la defensa y para la vanguardia en el estudio de la realidad y la búsqueda de la verdad. Sin los relativismos tóxicos de las filosofías con sordina, sin las baratijas ideológicas de los individualismos ni las metafísicas del cangrejo. Ya está en el horno “el nuevo orden”, la “nueva normalidad”, el “happytalism” (capitalismo feliz y progre). Matrices teóricas y “categorías nuevas” de donde se desprenderán cifras y paisajes para anestesiarnos a golpes de silogismos espurios y “entretenimiento familiar”.

Hoy, la “clase dirigente” sabe bien lo que necesita para darse sobrevida y prepara lo necesario para frenar a las fuerzas revolucionarias que se mueven desde abajo. Es tarea de la semiótica emancipadora, luchar en cualquier frente de disputa simbólica para descubrir, explicar y combatir, toda forma de esclavitud. El cuento de que tanto la realidad como la subjetividad, son incognoscibles e impredecibles, debe combatirse con herramientas científicas que permitan probar cómo operan las herramientas de dominación económico-ideológicas y explicar cómo derrotarlas. La verdad, que no es propiedad privada, es un espacio de trabajo y lucha permanentes donde debe desplegarse una creatividad metodológica capaz de generar información correcta, con rigor ético, y sin esclavitudes mercantiles. La verdad no es un ente intocable ni místico, es una construcción social que reclama intervención colectiva, debate y consenso. Es una responsabilidad colectiva. Requiere fuerza científica y vigilancia irrestricta, sin amos, sin reformistas, sin oportunistas ni sectarios. Cultiven el santoral que cultiven.

No debemos temerle a la verdad, ni a los mitos fabricados para desfigurarla, ni a sus acólitos. No temerle a la verdad, mejor aún interrogarla, socializarla, democratizarla, re-politizarla y hacerla patrimonio de la humanidad bajo una práctica de acción directa y organización revolucionaria. Desatar todos los velos que la cubren y encierran, desmentir todas las falacias que la acorralan, desarticular los templos y los calabozos que la encierran. Emancipar a la verdad y combatir a las falacias, vengan de donde vengan, valgan lo que valgan, beneficien a quién beneficien. La verdad es un organismo social vivo, es dinámica y pertenece a todos. Hay que conocerla. ¿Por qué las mentiras de unos cuantos han de valer más que las verdades de millones?

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/bloggers/Carta-de-la-Verdad.-Disputas-semioticas-en-los-territorios-de-la-Realidad-20201008-0001.html

 

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