Las nuevas cárceles

Escrito por: Luis Miguel Alvarado Dorry

“La realidad no es así, la realidad está así. Y está así no porque ella quiera, ninguna realidad es dueña de sí misma, esta realidad está así porque de este modo sirve a determinados intereses del poder” (Freire, 2006, pág. 71)

Actualmente las realidades y necesidades de les estudiantes, docentes y familias se enfrentan a la incertidumbre laboral, sea formal e informal y, resguardarse para evitar el contagio del coronavirus COVID-19, aunado a esto, el encierro, la falta de interrelación y socialización, y las exigencias de las autoridades educativas mexicanas en construir y distribuir cuadernillos (virtuales y físicos) con actividades escolares, planeaciones, evidencias, entre otras, con el fin de cubrir lo más posible el currículo para salvar el ciclo escolar, minan los espacios de confinamiento e incrementan los niveles de estrés de les protagonistas educativos.

En este artículo hago unas reflexiones y evidencio otras a partir de pequeños acontecimientos de nuestras neocotidianidades y neoconvivencias que dan cuenta cuán importante son las escuelas como espacios físicos de socialización y con-vivencias.

 

Una breve narrativa

Un sábado de abril, me levanté de la cama luego de despertarme, me dirigí al espejo y me vi la gran melena que tenía, esta, provocada por el tiempo. A casi un mes de confinamiento, evitamos salir lo más posible por el temor al contagio, a su vez, contagiar a nuestra familia y, solo para poder cortarme el cabello no lo vi tan necesario.

Recordé que tenía una máquina para cortar cabello que me había regalado hace tiempo mi madre, en seguida,  coloqué un espejo grande encima de una mesa, con el fin de verme en el reflejo a la hora de cortarme el cabello, conecté una extensión para poder conectar la rasuradora y, dispuse a raparme.

Mi compañera de vida me apoyó con la parte trasera donde mi vista no podía llegar, detallando el corte, no fue hasta que, mi hijo de cuatro años, me dijo que él también quería cortarse el cabello como yo. Era mi primera experiencia en el corte de cabello y, una vez que terminó mi compañera de vida de dar los últimos retoques, me dispuse a cortarle el cabello a mi hijo.

En ese escenario, recordé algunas películas sobre reclusorios, celadores y recluses, en donde les recién llegades a las cárceles para cumplir su condena, les rapan como medida de higiene, disciplina y, una vez homogenizades, para evitar fugas. En ese momento, sentí y me vi en los zapatos de un recluso al observar que, encerrades hace casi un mes a causa de la contingencia sanitaria provocada por el coronavirus COVID-19, el corte de cabello homogenizado con mi hijo por la falta de habilidad al respecto y, solamente movernos hacía la cocina, sala, recámaras, patio y garaje sin poder ver ni salir hacia las calles, con la añoranza de que todo esto transcurra lo más pronto posible para poder visitar a nuestres seres queridos.

Por lo anterior, ¿qué delito cometimos para estar encerrades y, al parecer, todavía no existe sentencia alguna? Nuestros hogares se han convertido en nuestras nuevas cárceles y, no me refiero a no querer estar y permanecer en ella, sino que, el temor, nos obliga a permanecer y evitar el encuentro con nuestras familias, amigues y compañeres de escuela y de trabajo.

Las nuevas cárceles y les nuevos recluses empezamos a sufrir angustias e incertidumbres, principalmente, por el bienestar de nuestras familias y amigues y, por la impotencia de no poder ayudar a las demás personas; nuestras convivencias con les otres se han reducido a una llamada telefónica, escribir mensajes de textos o una videollamada en su caso. Mandar besos, abrazos, caricias y expresar todo tipo de emociones y sentimientos a través de un dispositivo. Esto, se ha convertido hoy en día en los nuevos modos de convivencia, la tan mencionada digitalización-virtualización de nuestra cotidianidad.

Mientras que, les más pequeñes, aun explicándoles sobre el tema y de nuestras condiciones, a diario preguntan ¿hasta cuándo podremos salir a la calle? Cada lunes me preparo para salir de casa a comprar frutas, verduras y agua, con las medidas de seguridad pertinentes; cuando mi hijo me ve, me dice rápidamente “quiero ir contigo” y en mi negativa, observo la tristeza en sus ojos.

Un día me pide subirme a su resbaladilla (deslizadero o rampa) que le compramos hace un par de años, mi respuesta fue “no, porque estoy muy grande y pesado y, al subirme, puedo quebrarla”, empezó a caminar pensando en qué jugar, se vuelve a dirigir a mi preguntándome “¿papá puedes subirte a mi triciclo?, tú te subes al rojo y yo en el azul” volví a responderle lo mismo.

Ante esto, mi hijo empezó a caminar y pensar, su aseveración fue “creo que necesitamos otro niño o niña”, en consecuencia, asevero acerca de la importancia que tiene la escuela como espacio de coexistencia con les otres, de socialización, de con-vivir, es decir, de vivir con otres, a este proceso Rubén Reinoso [1] afirma que “el cerebro, es el único organismo que se termina de desarrollar producto de la interacción social, hay un fenómeno biológico llamado neotenia”. En este sentido, investigaciones del historiador Yuval Noah Harari (2014) menciona que, este hecho, fue causado por la evolución humana de hace aproximadamente 2.5 millones de años, en donde la crianza y educación de les niñes no solo estaba en manos de la madre o el padre, sino que era necesario el apoyo de la familia y otres miembros del grupo, por lo tanto, “la evolución favoreció a los que eran capaces de crear lazos sociales fuertes” (pág. 22), es pues, la escuela, un lugar importante para el desarrollo integral de las capacidades de los seres humanos en presencia física de les otres.

En esta este contexto, el acelerado interés del sistema capitalista neoliberal que aprovecha el confinamiento, espacio otorgado por la pandemia, que denominé en mi artículo anterior como prueba piloto del capitalismo en el advenimiento de la cuarta revolución industrial [2], intenta destruir los imaginarios colectivos de encuentro y con-vivencias cara a cara con el hito de crear sociedades totalmente virtualizadas, individualistas y con ideologías autosuficientes y aisladas. La pandemia evita, en este tiempo, nuestras relaciones sociales físicas confinándonos a nuestras nuevas cárceles, mientras que, el capitalismo tecnológico y cognitivo, pondera la virtualización de las relaciones interpersonales y del acto educativo, con ello fragmentar las cosmovisiones colectivas.

 

La vocación obligada

Por lo que respecta a niñes, jóvenes y adultes, ensayan y construyen, en sus nuevas cárceles devenidas de la contingencia sanitaria, neoconvivencias y neocotidianidades, es decir, pasan mayor tiempo en la digitalización-virtualización, unes por la excesiva carga curricular virtualizada para salvar el ciclo escolar presionades por sus docentes y, estos a su vez, por las autoridades, pero les han preguntado siquiera ¿cómo están emocionalmente?¿disponen de al menos un dispositivo electrónico y conectividad para hacer sus tareas? Y para aquellos que no cuentan ni siquiera con luz eléctrica ¿quiénes les resolverán sus dudas? ¿sus familiares? ¿y si estos no cuentan con los conocimientos adecuados? A las autoridades no les importa, al parecer, solo les interesa salvar el ciclo escolar, pero ¿cómo se evaluarán? O ¿qué evaluarán? ¿aprendizajes, conocimientos o información? ¿dónde queda la evaluación formal e integral? ¿Cómo se evaluarán las subjetividades de les estudiantes? Interrogantes que las organizaciones gremiales del magisterio, docentes de izquierdas, las pedagogías críticas y educaciones populares deben plantearse y entrar al debate para poder protegerse de la peligrosa instrumentalización de la razón en donde, las subjetividades, se reducen a la lectura de instructivos preestablecidos que reducen la libertad del pensamiento, con el hito de la construcción de seres explotados cognitiva-corporalmente y de consumo.

Otres grupos de niñes, jóvenes y adultes, solo se la pasan entretenidos con los dispositivos diversos como la TV, teléfonos inteligentes, computadoras, videojuegos entre otros, pertenecientes al complejo industrial cultural (Bonilla-Molina, 2018), ambos consumen acríticamente informaciones de todo tipo, por lo tanto, quedan expuestos a la alienación de los intereses del neoliberalismo salvaje, les excluides solo se la pasan sobreviviendo y añorando regresar a las aulas.

En este sentido, ¿les estudiantes están más interesados en regresar a la escuela para cubrir el currículo? O quisieran regresar para jugar, para rozarse, abrazarse, contarse todo lo que hicieron en casa y de sus añoranzas que tuvieron. Si las pedagogías, las educaciones y nuestras prácticas docentes están dirigidas con base a los intereses de les estudiantes, por lo tanto, hay que dejarles hacer lo que quieran hacer, cuidando que todo esto, este bajo el marco del respeto, sin embargo, las autoridades educativas distan de estos intereses y, su único hito es, cubrir lo más posible el currículo del programa para poder salvar el ciclo escolar, se observa entonces que, el modelo educativo neoliberal, dista de los intereses de les estudiantes e impone sus propios.

Por lo anterior, las autoridades inmediatas en Chiapas, México han dictado a manera de cascada en la estructura vertical para que, les Asesores o Auxiliares Técnico Pedagógico y docentes frente a grupo, construyan cuadernillos de actividades que emanen de los planes y programas de estudio o bien se apoyen en unos que ellas mismas construyeron para distribuirlos vía digital para los que cuenten con al menos un dispositivo y conectividad, les demás, donde no existe ni siquiera electricidad, mucho menos señal telefónica, se espera e invita a que les docentes por «vocación», a mi perspectiva más por obligación, a distribuir casa por casa o bien escuela por escuela esos cuadernillos.

En este contexto, las autoridades educativas están más preocupados no por salir de la crisis sanitaria, sino por la manera de evaluar los «aprendizajes» y salvar el ciclo escolar, dan instrucciones para distribuir los cuadernillos con el fin de que les estudiantes repasen los contenidos, a mi parecer, estas acciones van en contra de uno de los derechos fundamentales como la salud, de les docentes, familias y estudiantes, por lo tanto, a su derecho de vivir, exponiendo a todes al contagio, sin embargo, les docentes debemos exigir y buscar las maneras de manifestarnos contra este tipo de acciones, pues, cerca de que les estudiantes aprendan, se pondera aún más la instrumentalización de la razón y el contagio.

Contrario a estas acciones en donde, las autoridades educativas de Chiapas, México, llevan a cabo desde el 20 de abril en la reanudación de las clases virtuales y la distribución de cuadernillos en nuestras nuevas cárceles, Vigotsky (1979) asevera que, el aprendizaje y el desarrollo cultural se construyen en presencia e interacción con les otres.

Lo que debemos hacer y exigir primero les docentes, es esperar a salir de la crisis sanitaria, para luego, buscar los caminos no para cubrir los currículos y atiborrar de contenidos y tareas a les estudiantes, sino atiborrarles de juegos, de presencia, de existencia, de con-vivencias, de encuentros, es decir, de otredad.

Para mitigar el encierro obligatorio en nuestras nuevas cárceles varios artículos digitales invitan a establecer rutinas, hora de despertarse, de asearse, de desayunar, comer y cenar, de jugar, de hacer deporte, de charlar con les compañeres de encierro, de descanso, y al otro día lo mismo ¿qué dista de la vida en un reclusorio? O ¿de un “panóptico?  (Foucault, 2008, págs. 88-89), estas megacárceles se han reducido en minicarceles llamados «casa», «hogar» o domicilio y, dentro de ellas, todes nosotres, los recluses.

Si bien es cierto que, en muchos espacios familiares en este confinamiento, se fortalecen los lazos familiares que tanto habíamos anhelado, pero por nuestras vidas apresuradas y falta de tiempo no podíamos construirlas, otros tantos, se ha incrementado las violencias intrafamiliares, exclusiones, acosos, etc. Es decir, para el segundo grupo, el confinamiento, se ha convertido en verdaderas neocárceles.

En los reclusorios, las autoridades penitenciarias imponen tareas a los recluses para su readaptación, mientras que, las autoridades educativas mexicanas en educación básica, imponen cuadernillos de actividades, ver videos de hasta 50 minutos, entre otras actividades virtualizadas, con el fin de “entretener” y “readaptar” los tiempos y modos de les estudiantes y docentes, más no para desarrollar el proceso dialéctico de enseñanza-aprendizaje, porque para esto, se necesita de la presencia física e interacciones cara a cara de todes les actores educativos, en las escuelas.

Por lo anterior, las educaciones populares, pedagogías críticas y el magisterio en resistencia no debemos dar las espaldas a las tecnologías, sino que las tres primeras, debemos repensar en la construcción de una estrecha relación dialéctica con las segundas con el hito de humanizarlas, es decir, las tecnologías humanizadas, las pedagogías críticas, las educaciones populares y el magisterio en resistencia, colaboremos en la construcción de sociedades justas, con respeto a la diversidad y a nuestra Madre Tierra, más humanas y humanizantes.

 

Las bondades, la entrega

El capitalismo cognitivo y tecnológico está tratando por todos los medios de apoderarse de los sistemas educativos en todo el mundo, con el hito de construir, a partir de esta prueba piloto, neosociedades y neoconvivencias, confinados en nuestras nuevas cárceles. Ante esto las grandes corporaciones y emporios digitales-virtuales como Google, Microsoft, Facebook, GSM, Weidong, Zoom, KPMG, Coursera, entre otros no menos importantes, dueñas de un cúmulo sobre contenidos escolares, técnicos educativos, base de datos, inteligencias Artificiales (IA), entre otras innovaciones, ofrecen de manera gratuita espacios educativos virtuales, sin embargo, a mi perspectiva, detrás de esas bondades se oculta las enormes informaciones de transferencia no solo de la base de datos de estudiantes y docentes, sino que también de todo el proceso educativo.

De lo anterior, en esta prueba piloto del capitalismo cognitivo y tecnológico, nosotres les docentes, no le daremos los contenidos a los emporios de innovaviones científicos-tecnológicos y  a sus IA, porque ellos son los dueños de estos, empero, les otorgaremos en cada clase virtual de manera gratuita e inocente, nuestras prácticas, nuestras formas de organizar el grupo, nuestras actividades, el tiempo, las maneras de convivencia y motivación hacia nuestres estudiantes, las formas de relacionarnos, es decir, les daremos toda nuestra subjetividad y nuestra esencia, esto les servirá con el fin de dar los últimos ajustes a las Inteligencias Artificiales para su perfeccionamiento, lo que provocará, en un tiempo no muy lejano, seamos reemplazades [3].

Sin duda, estas aseveraciones no van en contra del uso de las tecnologías en las escuelas, en las aulas y en la vida escolar, pues somos seres tecnológicos, en este sentido, Noah Harari (2014) menciona que “en comparación con otros animales, los humanos nacen prematuramente” (pág. 22) sin garras, grandes colmillos, sin olfato, oído y vista aguda, pero fuimos recompensado con el enorme cerebro, sus diversas funciones y capacidades que nos dotó la evolución. El mismo historiador da cuenta de sus hallazgos en donde se encontraron “utensilios líticos” hace aproximadamente 2.5 millones de años, mientras que hace 300,000 años, el hombre ya había “domesticado” (pág. 26) al fuego, hoy se viaja a la luna, se desarrolla la inteligencia artificial, entre otras innovaciones tecnológicas. Sin embargo, estas innovaciones tecnológicas deben estar bajo las cosmovisiones de la ética, estética y lo más humanamente posible con el fin de beneficiar a todas las poblaciones sin exclusión alguna.

Las sociedades exigen conectividad y dispositivos tecnológicos en todos los territorios, mientras que les docentes exigimos capacitaciones como mero “adiestramiento”, los gobiernos nos lo darán, será el as bajo la manga del sistema capitalista bajo la premisa «construir las necesidades, para luego poner las soluciones a disposición» con el hito de apoderarse de toda las infraestructuras construidas y otorgadas por los gobiernos corruptos, con el fin de llegar hasta lo más recóndito del planeta, no para cerrar las brechas, sino para alienar la mayor cantidad de subjetividades, apoderarse de los territorios, privatizar la educación y, obtener la mayor ganancia posible a costa de la explotación salvaje de nuestra madre tierra y de la vida de las personas, con estas exigencias, aceleraremos nuestras sentencias a una cadena perpetua en nuestras nuevas cárceles.

 

A modo de cierre

Por todo lo anterior, Freire (2006) asevera que “La realidad no es así, la realidad está así. Y está así no porque ella quiera, ninguna realidad es dueña de sí misma, esta realidad está así porque de este modo sirve a determinados intereses del poder” (pág. 71), en este marco, el problema y uno de los grandes retos del magisterio en resistencia es la deconstrucción de nuestras concepciones que tenemos sobre la educación (presencial y virtual) y, de su peligrosa instrumentalización de la razón, esto debido a que docentes, estudiantes y familias estamos alienados a la espera de instrucciones para poder llevar a cabo las actividades escolares en este confinamiento, en donde, cerca de generar aprendizajes, dista mucho de ello y provoca una acumulación de información acrítica que evita el libre pensamiento.

En efecto, mientras no haya instructivos o manuales, les actores educativos nos mantenemos siempre como espectadores, a la espera que otres, desde otros contextos y realidades los construyan bajo sus particulares intereses, ente esto Freire (2005) menciona que “[…] el único modo correcto de pensar, desde el punto de vista de la dominación, es evitar que las masas piensen” (pág. 118), del mismo modo advierte que “el problema radica en que pensar auténticamente es peligroso” (pág. 54) peligroso en el sentido que, las masas, exigiremos dar cuenta de nuestras condiciones miserables en las que nos encontramos.

En este sentido, desde nuestras particularidades y contextos, el magisterio en resistencia tenemos que exigir-nos, con base en la relación dialéctica individual-colectivo y lo presencial-virtual, la construcción de alternativas educativas en las que luchemos juntes  y entre todes,  en palabras de Freire por “una educación que enseñe a pensar y no por una educación que enseñe a obedecer”.

Del mismo modo, el magisterio en resistencia debemos exigir a los gobiernos la construcción de plataformas educativas digitales-virtuales con la participación de nosotres les docentes, nuestres estudiantes y las familias, estas plataformas serían propias de la nación sin ofertarles nuestras subjetividades y base de datos a las grandes corporaciones antes mencionadas que acechan a nuestro sistema educativo nacional con miras a privatizarlo, sino que esta, sea de carácter nacional, pública, gratuita, inclusiva, de calidad y popular.

Una vez construidas, estas, nuestras plataformas, educarnos en ella desde la presencialidad no como meros centros de acopio, sino que nos problematice a nosotres docentes, a les estudiantes y familias, con el hito de construir unas educaciones y escuelas diferentes, unas educaciones y escuelas tecnológicamente humanas y humanizantes, unas educaciones y escuelas glocales.

Termino con algunas aseveraciones y exigencias de mi hijo al preguntarle del por qué le gusta ir a la escuela, su respuesta fue contundente “porque ahí hay niños y niñas y, porque me gusta jugar y aprender, correr, tocarlos y verlos”.

Palabras Claves: Educación, Neoconvivencia, Neocotidianidad, Con-vivir, Niñes, Socialización, Razón Instrumental, Alienación, Virtualización, Nuestras Plataformas, Inteligencias Artificiales, Capitalismo Cognitivo y Tecnológico, Pedagogías Críticas, Educaciones Populares.

Referencias

Bonilla-Molina, L. (2018). Mafaldas o Zombis. El complejo industrial cultural en el siglo XXI. Caracas: Ediciones OVE.

Foucault, M. (2008). Nacimiento de la biopolítica: curso en el Collage de Francia: 1978-1979. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI editores S.A. de C.V.

Freire, P. (2006). El grito manso. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI.

Harari, Y. N. (2014). De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Ciudad de México: DEBATE.

Vygotski, L. S. (1979). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Crítica.

[1] https://www.youtube.com/watch?v=-HHITyfdscM

[2] http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/343543

[3] http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/344408

Fuente: El autor escribe para OVE

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