Page 24 of 28
1 22 23 24 25 26 28

Una pedagogía contra el aislamiento

Por: Juan Carlos Yáñez Velasco

La educación es el tercer tema mundial de debate y reflexión en tiempos de pandemia, después de la salud y la economía. La profusión de seminarios web, conferencias en línea, encuentros virtuales, entrevistas con expertos, documentos de organismos nacionales e internacionales y libros vuelve imposible la intención de leerlos o presenciarlos todos.

Entre los documentos más provocadoras están las “Once tesis urgentes para una pedagogía del contra aislamiento”, redactado por “Pansophia Project”, disponible en “Panorama. Portal de política educativa en Iberoamérica” (panorama.oei.org.ar).

Sigo las actividades de Pansophia Project en redes sociales desde hace tiempo por Mariano Narodowski, uno de sus integrantes e inspiradores. Se define como “un colectivo de pensamiento, experimentación, investigación y formación dedicado a comprender los procesos de disrupción creativa que se están operando globalmente en el campo educativo. Sin ataduras ni prejuicios, asumimos la historia de lo escolar y trabajamos en el presente y en los futuros posibles de la educación, incluso los improbables”.

A su horizontalidad aunan diversidad de formaciones, posiciones políticas y ocupaciones, virtud imprescindible y escasa en momentos de intolerancia e incertidumbre. Con esa perspectiva, lo que sucede hoy en Argentina, México o el mundo es material precioso para sus actividades, que realizan suelen realizar a través de las ZIP, Zona de Intercambio Pansophiano (ZIP), “espacio de reflexión sobre temas claves de la agenda pansophiana, en los que personas de diferente formación e inquietudes dialogan simétricamente e integran perspectivas”, y del Instituto para el Futuro de la Educación.

Su nombre, Pansophia, del griego “saber para todos”, rinde tributo a uno de los más grandes exponentes de la pedagogía, Juan Amos Comenio, autor del texto fundacional “Didáctica magna” y del bellísimo “Orbis sensualium pictus”, publicado en México por Porrúa como “El mundo en imágenes”, el primer libro ilustrado para niños, según mis referencias.

Frente a la pandemia y sus repercusiones en los sistemas escolares, las once tesis son una invitación a la reflexión e intercambio que debemos efectuar los maestros sobre presente y futuro de las escuelas. Enseguida, por el espacio de esta columna, solo resumo algunas de las once, o enfatizo particularidades, con la invitación a su lectura.

Tesis 2. La pedagogía es lo contrario del aislamiento. La mirada pansophiana postula que “todo el saber humano debe ser para todos los seres humanos”, hecho que pudo ser posible gracias a las escuelas, el mejor mecanismo diseñado para el fin, que convoca a la presencia y el encuentro en torno al conocimiento, pero que abarca también lo emocional y corporal.

Tesis 3. La casa es lo contrario de la escuela. La casa corresponde al ámbito privado, las escuelas a lo común para todos. La disposiciones físicas, las reglas y funciones no pueden homologarse.

Tesis 4. De nada sirve pretender normalidad frente al encierro: “Frente al encierro, nuestra respuesta inicial fue performativa y eficientista. El desconcierto inicial se manifestó en hiperactividad y se tradujo en agobio. Quisimos darle naturalidad a una normalidad tambaleante sin considerar que estamos frente a un escenario de emergencia, que conforma una interrupción en sí mismo”.

Tesis 5. El aislamiento profundiza las desigualdades que las escuelas no habían podido resolver. Es innegable el impacto de la escuela como tecnología para la distribución del conocimiento, pero no llega igual a todos, ni en condiciones mínimas. La conclusión de la tesis llama a la acción pública: “La distribución social de la tecnología será injusta si no se abren los grifos de la red para enseñar y aprender.  Y en esta situación, quedará patente lo que antes se negaba: no son los estudiantes los que abandonan a la escuela sino la escuela la que los abandona.”

Tesis 6. El teletrabajo docente no es trasladar la escuela a la casa del docente: “Los enfoques de educación a distancia/virtual/digital/online implican cambios en los contenidos, en los ritmos y hasta en los actores involucrados, contando por ejemplo con el soporte de tutores u orientadores para asegurar el seguimiento de cada alumno. Se trata además de propuestas diseñadas y planificadas cuidadosamente, en forma sistemática, con tiempo y con cierta previsibilidad”.

Tesis 7. La tecnología ayuda, el solucionismo tecnológico embrutece: “El solucionismo embrutece cuando damos una respuesta allí donde solo hay preguntas: ¿Soluciona la tecnología los problemas educacionales que plantea el aislamiento? O, en todo caso, ¿en qué situaciones y en qué medida lo hace?”.

Tesis 11. Cuando la experiencia no alcanza hay que pensar el presente. Hoy la experiencia no es suficiente y tampoco hay recetas universales, menos para contextos tan heterogéneos e inequitativos. Contra el aislamiento, todo está por pensarse y hacerse, pero no cualquier cosa; es imperativo para los educadores, porque la educación representa la posibilidad del pensamiento.

La pansophia, el saber para todos, representa el ideal que nunca como ahora se convierte en punto de referencia para orientar decisiones políticas del más alto nivel, pero también las acciones cotidianas que emprendemos los educadores en los salones de clase y, por ahora, al otro lado de las pantallas. La pansophia es innegociable.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/una-pedagogia-contra-el-aislamiento/

Comparte este contenido:

Entrevista a Eric Mazur: “La educación formal acaba con nuestra motivación intrínseca por aprender”

Entrevista/04 Junio 2020/Autor: Nacho Meneses/elpais.com

Eric Mazur, experto en innovación educativa, apuesta por un aprendizaje interactivo que se aleja de los modelos tradicionales basados en clases magistrales y memorización de datos

Escuchar, tomar notas, memorizar y reproducir información en exámenes que, más allá de la pandemia, apenas han cambiado con el paso del tiempo: así son las líneas generales de muchos de los sistemas educativos actuales y pasados. Pero ¿cuánto recordamos, a medio y largo plazo, de lo que aprendemos en una clase? La respuesta, en la mayoría de los casos, es que poco, y gran parte de la culpa tiene que ver con la manera en que se transmite ese conocimiento: “La educación es uno de los sectores que más innovación necesitan, porque básicamente seguimos enseñando de la misma manera en que lo hacíamos hace cientos de años”, afirma Eric Mazur, catedrático de Física y Física Aplicada en la Universidad de Harvard, y creador del método interactivo denominado Peer Instruction, o instrucción entre pares.

Un sistema perfeccionado a lo largo de 30 años que, ante todo, se aleja de las sempiternas lecciones magistrales que tienen al profesor como protagonista: aquí, los estudiantes se preparan el material antes de acudir a clase, y esta se articulará después a través de las preguntas del profesor y del debate de los propios estudiantes, de manera que se priorice la comprensión por encima de la memorización. Mazur, asesor del Simposio de Educación del Programa Académico Internacional de la Universidad Autónoma de Madrid, ha compartido ya su peer instruction en más de un millar de charlas alrededor de todo el mundo.

Pregunta. ¿De qué manera se diferencia la instrucción entre pares de una clase tradicional?

Respuesta. Enseño a través de las preguntas para ayudarles a desarrollar modelos mentales y a que extraigan información de ellos. Cuando empecé a implementar este método, no teníamos ningún tipo de tecnología; yo solo hacía una pregunta y les pedía a mis alumnos que, usando sus dedos en el pecho (más tarde empezamos a usar dispositivos contadores), escogieran de entre varias opciones la que ellos creían que era la correcta. Ahora, con las clases virtuales, ellos escriben su respuesta en la plataforma.

Intentaba formular mi pregunta para que, aproximadamente, la mitad de los alumnos acertaran la respuesta. Luego les pedía que buscaran un compañero o compañera cerca que tuviera una distinta, para intentar convencerle de que la suya era la buena. Por unos minutos, todo se volvía muy caótico, y después les pedía que votaran otra vez. Con el paso del tiempo, llegué a la conclusión de que debíamos alejarnos del auditorio; y en mis clases de ahora los estudiantes se sientan en grupos de cinco, alrededor de una mesa, y yo facilito sus debates.

P. Usted sostiene que la pandemia de coronavirus es también una oportunidad. ¿En qué sentido?

R. Con respecto al cambio y a la innovación. Al principio de mi carrera, me di cuenta de que los estudiantes no estaban aprendiendo realmente nada de mis clases, porque lo único que sacaban de ellas eran unos apuntes que intentaban memorizar y luego regurgitar en los exámenes, pero que nunca podían traducir en conocimientos en ningún otro campo. Si les proponía un problema que no habían visto antes, no eran capaces de resolverlo; y el motivo era que me había centrado exclusivamente en la transferencia de conocimiento, más que en hacer que este tuviera sentido. Y la educación ha de comprender ambos pasos.

En el siglo XXI, cuando la información es abundante y ubicua, ¿por qué no dar a los estudiantes la responsabilidad sobre la parte fácil, que es la transferencia de información, y en clase enseñar por medio de preguntas y proyectos, trabajando para que tenga sentido, con la guía del profesor? La pandemia ha dejado claro que este es el mejor momento para el cambio: cuando los profesores empezaron a dar clase con programas como Zoom, vieron que solo un 40 % de los estudiantes las sigue en directo, porque pueden verla en otro momento que quizá sea más conveniente para ellos. Ello demuestra que la interacción entre el profesor y el alumno no necesita ser síncrona, porque el profesor puede dar la clase y mandar después el enlace; si no estás muy interesado en algo, puedes avanzar en la grabación o reproducirla más rápido; o verla de nuevo si, por el contrario, te interesa mucho. Y no puedes hacer nada de esto en directo.

La pandemia proporcionó el momento perfecto para pensar en tres cosas: una, si el foco ha de situarse en el educador o en el estudiante; dos, si deberíamos trasladar todo lo que podamos del proceso educativo a actividades asíncronas, para hacer un mejor uso del tiempo síncrono; y tres, si el instructor ha de fijar el ritmo de las actividades, o si cada alumno debería marcar su propio ritmo, y decidir si quieren hacer algo más despacio o más rápido. Lo que hemos visto en estas circunstancias es que cuando más nos movamos hacia lo asíncrono, hacia un enfoque centrado en el alumno en el que este marque su propio ritmo, más mejoramos la educación.

P. ¿Qué tiene de malo la memorización?

R. Memorizar nunca funciona del todo, porque tendemos a recordar las cosas que usamos, no las que memorizamos. Hay muchas investigaciones que muestran que, si optamos por memorizar algo, usando flashcards o cualquier otra técnica, acabamos por recordarlo bien durante unos pocos días, pero al dejar de usarlas y de reciclar esa información, esta desaparece. En mi opinión, no solo debemos cambiar la forma de enseñar, sino también la de evaluar los contenidos. La mayoría de las evaluaciones – exámenes en particular – fuerzan a los estudiantes a memorizar y regurgitar, lo que no sirve para absolutamente nada. Y aquí es donde tenemos otra oportunidad, porque con todos los estudiantes online, es muy difícil dar un examen, porque lo hacen en sus ordenadores, y tienen acceso a Google.

Piensa en ello: cualquier pregunta para la que puedas encontrar la respuesta en Internet no es una pregunta auténtica de evaluación, porque no estás midiendo si un estudiante puede resolver un problema real; solo mides si el estudiante puede memorizar algo. Por otro lado, más que esforzarnos en que la gente no copie, habría que hacerlo por conseguir que los exámenes sean más significativos, de manera que reflejen el tipo de habilidades que nosotros queremos que los estudiantes desarrollen para el siglo XXI.

P. ¿Qué papel debe jugar la tecnología?

R. Me encanta la tecnología, pero, cuando se trata de la educación, me vuelvo muy escéptico, porque muchos de sus usos en educación son como poner vino viejo en odres nuevos; nuevas formas de hacer lo de siempre. Muchas compañías que desarrollan tecnología educativa estudian primero lo que hace típicamente un profesor y se preguntan si pueden hacer lo mismo digitalmente. En mi opinión, más que de tecnología, se trata de pedagogía, de si hay una aproximación al aprendizaje que no se haya dado antes.

P. ¿Dónde queda la pasión por aprender?

R. En el prólogo de su libro Who Owns the Learning?, el autor Alan November escribe lo que le ocurrió al inicio de los años 80, cuando enseñaba en Secundaria. Él estaba a cargo del aula de informática, que por aquel entonces era una novedad, y recibió una llamada un domingo por la mañana, diciéndole que alguien se había colado en el aula, y que si podía ir a la escuela. Cuando llegó, vio que las ventanas no estaban rotas, las puertas no estaban forzadas y que no faltaba ningún equipo. Solo había una cosa extraña: un alumno sentado frente a uno de los ordenadores. Se dirigió a él: “¡Gary! ¿Qué haces aquí?”, y este le respondió: “Quiero aprender a programar un ordenador”. Y en ese momento se dio cuenta de que, si alguien quiere aprender algo de verdad, hará lo que sea necesario, incluso incumpliendo la ley. Y que, más que castigar al alumno, debía recompensarlo.

Cuando los niños tienen dos, tres o cuatro años, se mueren por conocer el porqué de las cosas. El cerebro humano ansía esos momentos de aprendizaje; hay una necesidad intrínseca, en la manera en que nuestros genes están programados para entender el mundo que nos rodea… Si acaso, la educación formal acaba con nuestra motivación intrínseca por aprender. Y en vez de responder con el porqué, decimos: “Tienes que aprender esto porque, si no, te voy a castigar”. Solo cuando finalizamos la educación formal, redescubrimos la belleza del aprendizaje, y lo que aprendemos lo hacemos porque queremos, ya sea sobre historia, cocina o fotónica. Y aprendemos mucho mejor.

P. ¿Cómo hacer que los estudiantes redescubran esa pasión por aprender?

R. Yo tengo alumnos de Ingeniería, Medicina o Ciencias Biológicas, y muchos de ellos no quieren realmente aprender Física; solo la cursan porque es un requisito [de sus grados]. Solía intentar motivarles diciéndoles que esas habilidades les serían útiles en sus carreras profesionales. Pero decidir dejar el libro aparte, y en su lugar trabajar en proyectos realmente interesantes, en los que incluir algún componente de empatía o bien social y que, en algún momento, requieren de la física.

Por ejemplo, uno de los proyectos en mi clase tiene que ver con El Sistema (un movimiento que empezó en Venezuela en 1965 con el economista José Abreu, para dar educación musical a los niños de barrios pobres, después de la escuela, y mantenerles alejados de las actividades delictivas; Gustavo Dudamel es un ejemplo de este programa). En grupos de cuatro o cinco, los estudiantes tienen que construir para ellos instrumentos musicales a partir de componentes reciclados, y usar su conocimiento de la física para mejorarlos. Cuando están realmente enganchados con el proyecto, entonces sí les digo: “Quizá os vendría bien mirar este libro; puede que os ayude con el proyecto”.

Más que hacer que el contenido sea el principal objetivo del curso, lo convierto en un vehículo con el cual los estudiantes podrán llegar a un objetivo que tenga un significado mayor para ellos. Y eso ha transformado radicalmente mi clase, porque ahora los alumnos están involucrados en proyectos que les gustan, y para hacerlo bien en esos proyectos, para conseguir instrumentos baratos para esos niños pobres de Venezuela, necesitan aprender la física, y saber cómo se genera el sonido. Al final, tendrán que presentar el instrumento a un panel de jueces, y explicar cómo usaron la física para que el instrumento sonara bien. Es increíble cómo aprenden los estudiantes de esta manera, sin las evaluaciones tradicionales.

P. Trabajando en común, alcanzarán un objetivo significativo para los propios estudiantes.

R. Sí, bajo la orientación del profesor. Mi papel como educador no es el del hombre sabio que está al frente de la clase, sino más bien el de un entrenador que les orienta acerca de cómo mejorar. Piénsalo: un entrenador escolar de fútbol, por ejemplo, no se pondría a jugar haciendo que los estudiantes vieran cómo juega; son los alumnos que quieren aprender los que practican el deporte, bajo la guía del entrenador. De la misma manera, no aprendes a tocar el piano yendo a un auditorio y escuchando a un concertista; tienes que tocarlo tú mismo.

P. ¿Qué otras ventajas presenta la instrucción entre pares?

R. En Estados Unidos y otros muchos países ha habido, durante bastante tiempo, un estereotipo que dice que las ciencias son para los hombres, y no para las mujeres, y por tanto estas tienden a estar menos seguras y a tener menos confianza, lo que al final redunda en un menor rendimiento. La instrucción entre pares aumenta el rendimiento de ambos géneros, aunque el de ellas crece mucho más, hasta el punto de anular cualquier diferencia hacia el final del semestre.

Ello, en parte, se debe a que las mujeres tienden a ser mucho más verbales que los hombres, y a que suelen rendir peor en un entorno normalmente competitivo como el de las asignaturas de ciencias, donde los estudiantes quieren sacar las mejores notas y poder así acudir a las mejores facultades de Ingeniería o Medicina, por ejemplo. Pero con la instrucción entre pares, los estudiantes hablan, trabajan y se enseñan unos a otros, ya sean hombres o mujeres, y eso elimina la competitividad. Por otro lado, al centrarse en la comprensión más que en la memorización, se facilita la retención del conocimiento a medio y largo plazo.

P. ¿De qué manera puede esta forma de aprender impactar el bienestar personal de la persona, a lo largo de su vida?

R. Estoy convencido de que la sociedad mejoraría considerablemente si enseñáramos a las personas a ser mejores pensadores. De hecho, uno de los objetivos del peer instruction es enseñar a la gente a pensar, no a recordar y regurgitar algo que alguien más dijo. En el fondo de mi corazón, creo que una mejor manera de pensar nos llevaría a una sociedad mejor y a unos seres humanos mejores.

Además, la educación está completamente enfocada en el individuo. Vas a la escuela, te sientas y miras al profesor, y aunque hay otros sentados alrededor tuyo, no interactúas con ellos; así que, en esencia, estás solo. Te vas a casa y haces tus tareas (a menudo solo), y finalmente, en el examen, te sientas, y estás completamente aislado de los demás. También se te evalúa individualmente: rendimiento individual, comportamiento individual, evaluación individual. Y, si luego vas a la universidad, todo esto continúa. Pero cuando las personas se incorporan a la sociedad, descubrimos que lo que de verdad importa no es el rendimiento de cada uno, sino el cómo se trabaja con los demás. Eso provoca grandes problemas, porque la gente nunca ha aprendido a trabajar con otros que tienen opiniones distintas, piensan o creen de diferente manera, o tienen una apariencia distinta. Y en esto debe cambiar también la educación.

Fuente e imagen: https://elpais.com/economia/2020/06/03/actualidad/1591148852_706097.html

Comparte este contenido:

Año sabático para universitarios en Irak por covid-19 y manifestaciones

Asia/Irak/04 Junio 2020/semana.com

El 1 de octubre pasado estalló una revuelta popular liderada por los estudiantes. Luego vino la pandemia y, a causa del confinamiento, las universidades están cerradas.

Basma Haitham ya tenía todo preparado. Desde comienzos del año académico ya había comprado el vestido que pensaba lucir en la ceremonia de su graduación. Sin embargo, en este año universitario en Irak nada será como estaba previsto.

El 1 de octubre pasado estalló una revuelta popular encabezada por los estudiantes. Luego se desencadenó la epidemia de coronavirus, y a causa del confinamiento las universidades están cerradas. 

Por lo tanto, Basma al igual que otros 150.000 estudiantes iraquíes censados por el Ministerio de Educación Superior, tuvo que olvidarse del baile de graduación y reprogramar su futuro inmediato, ya incierto en un país en el que el 36 % de los jóvenes están desempleados.

«Desde que entré a la universidad soñaba con el día en que recibiría mi diploma. Inclusive, compré un vestido de color salmón para la fiesta de graduación», se lamenta esta joven de 23 años.

«No tengo la menor idea sobre cuándo podré lucirlo», continúa esta estudiante de literatura inglesa en la universidad Al Mustansiriyá de Bagdad, quien estaba a punto de solicitar un visado para finalizar sus estudios en el exterior.

Sistema al borde de la asfixia

Incluso graduados, los jóvenes abandonan un país que vive de sus ingresos petroleros, en caída libre desde hace meses, y cuyo sector público desmesurado es ineficaz.

Con el 60 % de los 40 millones de iraquíes con menos de 25 años y una de las poblaciones con crecimiento más acelerado del mundo, el sistema actual ha implosionado.

Aunque se multiplican las jubilaciones de funcionarios públicos, los jóvenes saben que no pueden contar como sus padres con un puesto «automático» en este ámbito, puesto que en 17 años la corrupción ha fagocitado un tercio del erario, fruto del oro negro.

Es por esto que, al igual que Basma, decenas de miles de estudiantes se lanzaron en masa a las calles para protestar contra dirigentes que tildan de «ladrones» e «incompetentes».

 

«¿Dentro de un año»?

La universidad postergó los exámenes del primer semestre del año académico y organizó cursos en línea. Pero, por la epidemia de covid-19, al no realizarse los exámenes, el segundo semestre nunca comenzó. Y, ya nadie cree en las promesas ministeriales de un calendario para los exámenes de fin de año.

«El ambiente festivo de los últimos días en la facultad no lo disfrutaremos», se lamenta Ranine al Jalili, una estudiante de ingeniería de 25 años, de una facultad privada de Bagdad. 

Y no sólo este año está comprometido. La embajada estadounidense en Bagdad esperaba que entre 200 y 250 estudiantes se inscribieran en universidades del país norteamericano durante el verano (boreal). Pero la pandemia dejó a los aviones en tierra, poniendo fin a los sueños de expatriación de estos jóvenes.

A sus 23 años, Mayada Mohamed, quiere ingresar al taller de escultura de la facultad de Bellas Artes, a pocos pasos de su casa.  Hace dos meses que la casa de estudios cerró y su proyecto de final de carrera, esencial para graduarse, está a la espera. «Hace poco nos dijeron que podríamos reanudar nuestros trabajos en el curso próximo y que nos graduaríamos en un año», dijo la joven a la AFP.

Año anulado, pero pago…

«Pero algunos de nosotros no disponemos de medios para estudiar otro año más, debemos trabajar», añade Mayada. En Irak, la tasa de pobreza, que ya era del 20 %, podría duplicarse con la actual crisis económica.  Desde hace años, la familia de Sajad Matar esperaba este verano de 2020, para que este estudiante de medicina de 22 años comenzara a ganarse la vida.

Esperaba obtener un salario de algo más de 530 euros para ayudar a su familia en Nasiriya, su ciudad natal (sur). Pero, ahora, en lugar de aportar este nuevo ingreso, Sajad ha tenido que pedirle más dinero a su padre. Además, «la universidad nos reclama las matrículas del segundo semestre», unos 1.350 euros, añade con amargura.

«Este año se nos ha escurrido entre los dedos», lamenta Mayada, quien, no obstante, estaba muy entusiasmada con la «revuelta de octubre». Ese mañana tan esperado no llega. Cuando tenemos electricidad e internet, «sólo miramos las series de Netflix» para intentar olvidar el largo confinamiento, apostilla.

Fuente e imagen tomadas: https://www.semana.com/educacion/articulo/decretan-ano-sabatico-para-universitarios-en-irak-por-covid-19-y-manifestaciones/674532

Comparte este contenido:

Chile: Cuarentena. 49 % de docentes siente que no logra que los estudiantes aprendan

América del sur/Chile/04 Junio 2020/semana.com

Una encuesta aplicada a profesores en Chile reveló que solo un 9 % considera que sus alumnos cuentan con hábitos para estudiar de forma autónoma.

Dos meses después del inicio de la cuarentena queda claro que nada reemplaza al profesor y a las clases en las aulas. El gremio docente tuvo que adoptar repentinamente las clases a distancia y replantear su profesión casi desde los cimientos debido a la crisis sanitaria generada por el nuevo coronavirus.

Si para un profesor no era tarea fácil lograr captar la atención de al menos 25 estudiantes en un salón de clase, adelantar las materias mediante vías tecnológicas, o incluso sin supervisión directa del docente, se ha convertido en todo un desafío tanto para los colegios, como para las familias.

La encuesta ‘Docencia durante la crisis sanitaria: La mirada de los docentes‘ buscó analizar cómo se está adelantando, arrojando una conclusión preocupante: los profesores sienten que los alumnos no están aprendiendo. El 49% de los encuestados consideró que debido a la pandemia no están logrando que sus estudiantes aprendan lo necesario.

E
n el estudio participaron 3.176 docentes de colegios públicos y privados de Chile, a quiénes se les indagó cómo se están abordando las clases a distancia producto del coronavirus. En ese sentido, uno de los hallazgos es que solo un 9 % de los profesores considera que la mayoría de sus estudiantes cuenta con hábitos para estudiar de forma autónoma y el 75 % piensa que sus alumnos y alumnas no poseen las habilidades necesarias para utilizar aplicaciones para estudiar a distancia.

“Estos resultados corresponden a las primeras estrategias y soluciones que los docentes y sus comunidades educativas pudieron desarrollar durante el inicio de la educación remota. Por ello, esperamos que al mostrar los aciertos, alertas y riesgos los actores del sistema de Educación de Chile y de otros países puedan diseñar e implementar estrategias y políticas para apoyar a los docentes de las escuelas y liceos en la tarea de enseñar en el contexto de la crisis sanitaria”, indica el informe.

Si bien un 62 % de las y los profesores declara que se ha comunicado de forma frecuente con sus estudiantes, sólo han logrado hacerlo con la mitad de ellos. Asimismo, solo un 27 % de las y los profesores reconoce utilizar frecuentemente las plataformas sugeridas por el Ministerio de Educación.

«Con el cierre de escuelas el derecho a la educación de muchos estudiantes se está viendo fuertemente vulnerado, dado el bajo acceso efectivo a Internet, redes de apoyo y servicios sociales”, explicó el profesor de la Universidad de Cambridge, Javier González, uno de los autores.

Precisamente, los datos reflejan que sólo la mitad de los docentes (42%) dice haber recibido acompañamiento pedagógico para planificar clases a distancia y un tercio declara recibir apoyo para el uso de recursos digitales (32%).

En relación al método de trabajo, el estudio reveló que, principalmente, está basado en el envío de guías (81%) y tareas a los estudiantes (75%). Por el contrario, las actividades menos desarrolladas son aquellas que suponen estrategias interactivas, ya que menos del 20% de los docentes declara organizar grupos de trabajo entre los estudiantes (11%) o realizar videoconferencias para hacer clases (16%).

«Todo lo anterior indica que las condiciones para poder trabajar de nuevas maneras y usar nuevos materiales son difíciles dada la dificultad de acceder e interactuar con sus estudiantes”, concluyó la directora del Observatorio de Prácticas Educativas Digitales (Oped) y académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Chile, Magdalena Claro.

El estudio, llevado a cabo en todo el país entre el 20 y 30 de abril, fue realizado por el Instituto de Informática Educativa de la Universidad de La Frontera; el Observatorio de Prácticas Educativas Digitales de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile; SUMMA – Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe; el Centro de Desarrollo Profesional Docente de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales y el Centro Costadigital de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/mitad-de-docentes-siente-que-no-logra-que-estudiantes-aprendan-en-cuarentena/674307

Comparte este contenido:

Islas Galápagos y Costa de Ecuador inician curso escolar virtual

América del sur/Ecuador/04 Junio 2020/prensa-latina.cu

Las regiones costa y Galápagos de Ecuador comienzan el nuevo curso lectivo 2020-2021, bajo la modalidad virtual, debido a la situación sanitaria que vive este país sudamericano, por la pandemia de Covid-19.
El principal desafío es lograr que la docencia llegue a todos los estudiantes, teniendo en cuenta la necesidad de recursos tecnológicos y de conectividad para acceder al nuevo mecanismo dispuesto por el gobierno nacional.

Son alrededor de dos millones 500 mil los alumnos que iniciarán las actividades académicas en las instituciones educativas públicas, fiscomisionales, particulares y municipales, de acuerdo con el cronograma establecido por el Ministerio de Educación.

El nuevo modelo pedagógico se denomina ‘Plan Educativo: Aprendemos Juntos en Casa’, con énfasis en el apoyo emocional.

Para garantizar un adecuado proceso docente-educativo, las autoridades habilitaron un sitio digital que contiene actividades pedagógicas en casa organizadas por día, asignatura, textos escolares digitalizados, lineamientos y protocolos para estudiantes, familias y docentes ante la emergencia.

Asimismo, hay más de 30 plataformas y portales complementarios por nivel y subnivel, así como acceso a cursos de formación docente en otras plataformas.

Los estudiantes que carecen de conectividad podrán contar con acceso a guías pedagógicas impresas, así como a espacios televisivos a través de los cuales se transmitirá el programa ‘A-prender la Tele’, y de ‘Educa Radio’, en numerosas emisoras.

El periodo lectivo se desarrollará en dos quimestres, el primero desde esta jornada hasta el 8 de octubre de 2020 y el segundo desde el 15 de ese mismo mes hasta el 12 de marzo de 2021.

Mientras, el curso escolar 2019-2020 está en su etapa final en las regiones Sierra y Amazonía, que abrieron el modo virtual de clases el pasado mes de marzo, cuando se declaró emergencia sanitaria en esta nación andina, una de las más afectadas por la nueva cepa de coronavirus en América Latina, con tres mil 358 muertes oficiales por la enfermedad.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=370466&SEO=islas-galapagos-y-costa-de-ecuador-inician-curso-escolar-virtual
Comparte este contenido:

Educación interrumpida, educación reconstruida

Por: Andreas Schleicher

Entramos con el director de educación de la OCDE a las aulas del futuro. Más foco en ayudar a los alumnos a pensar por sí mismos y a comprender los límites de la acción individual y colectiva serán algunas claves.

A medida que el mundo está cada vez más interconectado, los riesgos a los que nos enfrentamos también lo están. La pandemia de covid-19 no se ha detenido en las fronteras nacionales y ha afectado a las personas independientemente de su nacionalidad, su nivel educativo, sus ingresos o su sexo. Sin embargo, no sucede lo mismo con las consecuencias, que han sido más graves para los más vulnerables. Esto vale también para la educación. Los estudiantes privilegiados consiguieron sortear rápidamente las puertas cerradas de los centros y encontrar vías hacia oportunidades de aprendizaje alternativas apoyados por sus padres y deseosos de aprender; los de familias desfavorecidas se quedaron fuera cuando las escuelas cerraron.

En cierto sentido, esta crisis ha puesto al descubierto las numerosas deficiencias y desigualdades de nuestros sistemas educativos, desde la banda ancha y los ordenadores necesarios para la educación por Internet hasta la incapacidad de atraer a los profesores más competentes a los grupos de alumnos más problemáticos, pasando por los entornos favorables, imprescindibles para centrar la atención en el aprendizaje. Pero, puesto que en esta época de crisis las desigualdades se amplifican, el momento ofrece también la posibilidad de no instalarse otra vez en el antiguo estado de cosas cuando todo vuelva a la “normalidad”. La naturaleza de nuestras respuestas colectivas y sistémicas a las perturbaciones será lo que determine cómo nos afectarán. Allí donde sea necesario cerrar los centros educativos durante un tiempo, podemos mitigar los efectos del cierre para los estudiantes, las familias y los educadores, en particular para los de los grupos más marginados. Tenemos la posibilidad de colaborar a escala internacional a fin de compartir de manera recíproca los recursos docentes disponibles en Internet y las plataformas digitales de aprendizaje, y animar a las empresas tecnológicas a que se unan a la iniciativa. Asimismo, podemos mejorar rápidamente las oportunidades digitales de aprendizaje de los profesores y fomentar la colaboración de estos más allá de las fronteras. Y lo que quizá sea más importante: está en nuestras manos emplear la energía del momento para adaptar los planes y los entornos docentes a las necesidades del siglo XXI.

Educar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado. Vivimos en un mundo en el que lo que es fácil de enseñar y evaluar también se ha convertido en fácil de digitalizar y automatizar. El reto del futuro consiste en armonizar la inteligencia artificial de los ordenadores con las capacidades cognitivas, sociales y emocionales y los valores de los humanos. Nuestra imaginación, nuestra conciencia y nuestro sentido de la responsabilidad serán los que nos ayuden a sacar partido de la tecnología para crear un mundo mejor. Actualmente, el éxito en la educación tiene que ver con la identidad, la capacidad de intervención y las metas. También con el fomento de la curiosidad abriendo las mentes y de la compasión abriendo los corazones, así como con el valor y con la movilización de nuestros recursos cognitivos, sociales y emocionales para actuar. Estas serán, al mismo tiempo, nuestras mejores armas contra las principales amenazas de nuestra época: la ignorancia, la mentalidad cerrada, el odio, la dureza de corazón y el miedo, enemigo de la acción.

Para ir por delante de los avances tecnológicos hay que perfeccionar nuestras cualidades

En nuestra época, los algoritmos que hay detrás de las redes sociales nos clasifican en grupos de individuos afines, creando burbujas virtuales que a menudo amplifican nuestra manera de pensar, pero nos aíslan de las perspectivas que difieren de las nuestras, homogeneizando opiniones y polarizando nuestras sociedades. En consecuencia, las escuelas del futuro tendrán que ayudar a los estudiantes a pensar por sí mismos y a sumarse a los demás con empatía en el trabajo y en la sociedad, así como a desarrollar una conciencia fuerte de lo que está bien y lo que está mal, una sensibilidad a las demandas que nos hacen los demás y la comprensión de los límites de la acción individual y colectiva. En el trabajo, en casa y en la comunidad, vamos a tener que conocer en profundidad cómo viven los demás en diferentes culturas y tradiciones, y también cómo piensan, ya sean científicos o artistas. Independientemente de cuáles sean las tareas en las que las máquinas puedan sustituir al trabajo humano, las demandas para que contribuyamos de manera significativa a la vida social y ciudadana con nuestros conocimientos y capacidades seguirán aumentando.

La complejidad cada vez mayor de la vida actual para los individuos, las comunidades y las sociedades implica que las soluciones a nuestros problemas también serán complejas. En un mundo desequilibrado desde el punto de vista estructural, la necesidad imperativa de reconciliar en escenarios locales diferentes perspectivas e intereses que a menudo tienen repercusiones mundiales significa que tenemos que mejorar nuestra manera de abordar las tensiones y las disyuntivas. A la hora de lograr el equilibrio entre demandas contrapuestas —equidad y libertad, autonomía y comunidad, innovación y continuidad, eficacia y proceso democrático—, rara vez nos encontraremos solamente ante dos opciones, o incluso ante una única solución. Tenemos que pensar de una manera más integrada que reconozca las interconexiones. Nuestra capacidad de sortear la ambigüedad se ha vuelto fundamental.

Un profesor de música con sus alumnos.
Un profesor de música con sus alumnos. JEAN-LUC LUYSSEN GETTY IMAGES

La cuestión de fondo es que, si queremos ir por delante de los avances tecnológicos, tenemos que descubrir y perfeccionar las cualidades únicas de nuestra condición de seres humanos, las cuales, antes que competir con las capacidades que hemos creado en nuestros ordenadores, las completan. Las escuelas tienen que crear seres humanos de primera clase, no robots de segunda.

El problema reside en que desarrollar estas capacidades cognitivas, sociales y emocionales exige un enfoque muy diferente del aprendizaje y la enseñanza, y una nueva categoría de enseñantes. En los contextos en los que el propósito de la enseñanza es impartir conocimiento prefabricado, los sistemas educativos se pueden permitir una baja calidad del profesorado. Y cuando esta es baja, los Gobiernos suelen decir a sus enseñantes exactamente qué hacer y cómo quieren que se haga, utilizando una organización industrial del trabajo para obtener los resultados deseados. El reto es convertir la docencia en una profesión de trabajadores del conocimiento avanzados que desempeñen su función con una gran autonomía profesional y dentro de una cultura de la colaboración.

Pero esta clase de personas se negarán a trabajar como piezas intercambiables de sistemas educativos organizados como talleres tayloristas basados principalmente en formas administrativas de responsabilidad y sistemas burocráticos de mando y control para dirigir su actividad. Para atraer a las personas precisas, los modernos sistemas de enseñanza tienen que transformar la forma de organización del trabajo en otra en la que las normas profesionales de control sustituyan a los procedimientos de control burocráticos y administrativos. En el pasado, el saber se recibía; en el futuro tiene que generarlo quien vaya a utilizarlo.

Antes, la educación era básicamente temática; en el futuro deberá basarse más en proyectos, en construir experiencias que ayuden a los estudiantes a pensar más allá de los límites de las disciplinas temáticas. El pasado era jerárquico; el futuro será colaborativo y reconocerá que tanto los enseñantes como los estudiantes son recursos y cocreadores.

Las escuelas tienen que crear seres humanos de primera clase, no robots de segunda

En el pasado se enseñaba de la misma manera a estudiantes diferentes. En el presente, los sistemas de aprendizaje tienen que abrirse a la diversidad con enfoques docentes diferenciados. Los objetivos del pasado eran la normalización y la docilidad. Los estudiantes se organizaban por grupos de edad, seguían el mismo programa estándar y se evaluaba a todos al mismo tiempo. En el futuro habrá que desarrollar la formación a partir de las pasiones y las capacidades de los alumnos, ayudarlos a personalizar su aprendizaje y su evaluación de manera que se fomente su interés y su talento. Se tratará de animar a los estudiantes a ser ingeniosos.

El pasado también estaba dividido. Los profesores y los contenidos se repartían por temas, y los alumnos se separaban en función de las expectativas relacionadas con sus futuras perspectivas profesionales; los centros de enseñanza estaban diseñados para que los que estudiasen se quedasen dentro y el resto del mundo fuera; no había relación con las familias y sí renuencia a asociarse con otros centros. El futuro tendrá que ser integrado y conceder importancia a la interrelación de los temas y la integración de los estudiantes. También tendrá que estar conectado, de manera que el aprendizaje guarde una relación estrecha con los contextos del mundo real y los temas contemporáneos y abierto a la riqueza de recursos que hay en la comunidad.

Utilizar ventajosamente la tecnología. La tecnología será parte inseparable del futuro de la enseñanza. Con ella no solo es posible cambiar los métodos de enseñanza y aprendizaje, sino también elevar la función de los docentes de transmitir conocimiento recibido a trabajar como cocreadores de conocimiento, como formadores, mentores y evaluadores. La tecnología puede permitir que los profesores y los estudiantes accedan a material especializado mucho más allá de los libros de texto, en múltiples formatos y de maneras capaces de salvar el tiempo y el espacio. La tecnología ofrece la posibilidad de formar comunidades de estudiantes que hagan el aprendizaje más social y divertido, así como comunidades de enseñantes para compartir y enriquecer los recursos y las prácticas docentes, y colaborar en el crecimiento profesional y la institucionalización del ejercicio de la profesión. España acertó cuando, en la primera fase de la crisis, dio impulso al aprendizaje por Internet. Pero imaginemos una plataforma gigante de colaboración abierta distribuida en la que los profesores, los pedagogos y los expertos en política españoles colaborasen para supervisar los contenidos y las prácticas pedagógicas más relevantes a la hora de cumplir los objetivos educativos, y en la que los alumnos de cualquier lugar del país tuviesen acceso a las experiencias educativas mejores y más innovadoras.

Una profesora da clases por ordenador desde un aula vacía en Alemania.
Una profesora da clases por ordenador desde un aula vacía en Alemania. KAY NIETFELD GETTY IMAGES

No obstante, mientras que muchos centros de enseñanza están equipados al menos con el mínimo de tecnología necesaria para el aprendizaje por Internet, uno de cada cinco directores de colegios españoles denunciaba que la escasez o la deficiencia de la tecnología digital obstaculizaba el aprendizaje bastante o mucho. A esto hay que añadir que las ventajas de la tecnología dependen de que esta se utilice bien. Según la Encuesta Internacional de Enseñanza y Aprendizaje (TALIS, por sus siglas en inglés), el 51% de los profesores españoles permiten frecuentemente o siempre que sus alumnos utilicen las tecnologías de la información para los proyectos o el trabajo en clase. En Dinamarca o Nueva Zelanda el porcentaje es del 80% o más, y en Finlandia, Israel o Rumania las cifras se han duplicado con creces en los últimos cinco años.

Dar autoridad a los enseñantes y posibilitar la innovación. Pero la esencia del aprendizaje no es la tecnología, sino la pedagogía y la titularidad. Ni siquiera el mejor ministro de Educación puede hacer justicia a las necesidades de millones de estudiantes, cientos de miles de enseñantes y decenas de miles de centros educativos. El desafío consiste en apoyarse en la experiencia de los profesores y los directores de las escuelas, y captarlos para que hagan frente a los retos. Podemos fijarnos en Estonia y Finlandia, los países con mejores resultados en el informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), cuyos sistemas educativos están construidos totalmente desde la base. En parte, los candidatos a profesores se seleccionan en función de su capacidad para transmitir su fe en la misión decisiva de la educación pública y se forman básicamente en los centros de enseñanza. La preparación que reciben está diseñada para desarrollar una mentalidad de responsabilidad individual en la enseñanza y el bienestar de los alumnos a su cargo. El nivel de confianza que la comunidad en general extiende a sus escuelas genera un fuerte sentimiento de responsabilidad colectiva en el éxito de cada estudiante. A su vez, el alto nivel de coherencia de las políticas, gracias a la cual las decisiones se mantienen a través de los ciclos electorales y las Administraciones políticas, hace que los enseñantes finlandeses y estonios confíen en sus líderes en materia de educación, que por su parte cuentan con la capacidad de los enseñantes para poner en práctica lo que les dicen. No menos importante es que estos sistemas logran ajustar los recursos a las necesidades y reconciliar equidad con calidad (lo cual, en la crisis actual, constituye un reto aún más formidable), consiguiendo así que la escuela más cercana sea siempre la mejor.

El mayor riesgo de la crisis es que se fracture el tejido social creado en y por las escuelas

Mucha gente me dice que no podemos dar más autonomía a los enseñantes y a los líderes educativos porque no tienen la capacidad ni la experiencia para estar a la altura, pero limitarse a perpetuar nuestra visión prescriptiva de la enseñanza no funcionará en este momento de crisis, que exige de los profesores no solo que reproduzcan sus clases en otro medio, sino que descubran respuestas totalmente nuevas a qué, cómo, dónde y cuándo se aprende.

Mantener el tejido social de las escuelas y las comunidades. Tal vez el mayor riesgo de la crisis es que se fracture el tejido social creado en y por las escuelas. El aprendizaje no es un proceso transaccional en el que los estudiantes son consumidores pasivos de contenidos; las escuelas, proveedores de servicios, y los padres, clientes. El aprendizaje siempre tiene lugar a través de la interacción y en un entorno de bienestar y percepción de la propia eficacia tanto para los alumnos como para los profesores. Un factor determinante de los resultados que obtengan los estudiantes en las próximas semanas y meses, en particular los de grupos desfavorecidos, es el mantenimiento de una relación estrecha con sus profesores. En esta crisis, los centros de enseñanza tienen que facilitar maneras de que los docentes sigan estando socialmente próximos en la distancia física. TALIS muestra que esto es algo que los profesores hacen de manera natural: 9 de cada 10 declararon que ejercían la docencia para ayudar a cambiar la vida de los niños, y tres cuartas partes se refirieron expresamente a la posibilidad de favorecer a los socialmente desfavorecidos. La función de los sistemas educativos es apoyar a los enseñantes en esta misión.

Por importante que sea que los enseñantes sigan conectados con sus alumnos, la crisis actual pondrá aún más de relieve la necesidad de que los profesores sigan conectados entre ellos. Sabemos que esto es difícil incluso en épocas de normalidad. La media de profesores españoles que observan con regularidad las clases de sus compañeros y comparten con ellos sus observaciones es tan solo del 5%, mientras que los que participan en sesiones de aprendizaje profesional colaborativo al menos una vez al mes o dan clases en equipo como mínimo mensualmente se limita al 21%. Sin embargo, son precisamente estas actividades las que guardan relación con unos niveles más altos de percepción de la propia eficacia entre los docentes. Las grandes diferencias en el tiempo y entre países demuestran que la situación puede ser diferente. En Vietnam, el 78% de los profesores se preocupan de observar otras clases con regularidad; en Shanghái, el 70% participan en el aprendizaje profesional colaborativo, y en Austria, Italia y Japón la enseñanza en equipo es habitual.

El aprendizaje no es un proceso donde el estudiante es un consumidor pasivo

Redefinir el liderazgo. Tal vez lo que esta crisis haya puesto más de relieve es la necesidad de un liderazgo eficaz a todos los niveles del sistema educativo. En las épocas de gran incertidumbre, las personas buscan algo a lo que asirse que sirva para restaurar el orden. En la educación, los líderes de los centros de enseñanza serán los que den respuesta a las necesidades inmediatas de los alumnos, las familias, el personal y las comunidades mientras se preparan para los cambios que tendrán lugar en el mundo del aprendizaje y la enseñanza. Esta tarea no parece fácil ni siquiera en épocas de paz. En TALIS, tan solo una media del 37% de los directores de centros educativos declararon que el año anterior a la encuesta habían colaborado con los directores de otros centros a la hora de abordar tareas complejas. Nos enfrentamos a un desafío extraordinario, y no es momento de oponer lo público a lo privado, sino de que ambos colaboren.

Otro aspecto no menos importante es que el momento requiere líderes de sistemas capaces de enfrentarse a las estructuras institucionales construidas demasiadas veces en torno a los intereses y hábitos de adultos más que de los estudiantes; líderes comprometidos con el cambio social, imaginativos a la hora de diseñar políticas y capaces de emplear la confianza que se ganan para ser artífices de un verdadero cambio. En este momento de crisis, no se pregunten cuántos profesores siguen sus instrucciones, sino cuántos son capaces de participar activamente en una colaboración eficaz.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/26/eps/1590510443_831577.html

Comparte este contenido:

Argentina: La odisea de garantizar las viandas escolares para los niños más pobres

América del sur/Argentina/04 Junio 2020/elpais.com

La suspensión de clases presenciales en Argentina obligó a diseñar estrategias inmediatas para hacer llegar a las casas los alimentos que las escuelas daban a diario a los alumnos que no tienen qué comer

Hace más de 70 días se suspendieron las clases presenciales en las escuelas argentinas por la covid-19. Para muchos niños y niñas, el cierre no solo impacta en su educación y sociabilización, sino también en el acceso a una comida saludable. Las viandas escolares son esenciales para muchas familias en situación de vulnerabilidad.

La norma que suspendió las clases estableció la continuidad de la provisión de viandas para quienes dependen de la escuela para alimentarse. En la ciudad de Buenos Aires, donde la cuarentena sigue de manera más estricta, el Gobierno está ofreciendo 420.000 canastas escolares en más de 1.340 centros educativos, los cuales abren sus puertas para entregar los alimentos. De todas formas, la coordinación logística de las entregas se ha encontrado con muchos obstáculos.

El 20 marzo, el día que comenzó el aislamiento social obligatorio, Gisela Quintana, una vecina de 35 años de la Villa 31, tuvo que ir hasta el colegio de sus hijas, de nueve y tres años, para retirar las viandas para transportarlas a su casa. Para llegar hasta allá tenía que tomar un colectivo y caminar varias cuadras. De por sí, era complicado salir del barrio porque las fuerzas de seguridad no lo permitían sin un salvoconducto. Además, debía exponer su salud en el transporte público.

“Fui dos veces a la escuela Indira Gandhi a retirar las viandas. Como a muchas familias se les complicaba llegar hasta ahí, con un grupito de madres esperábamos hasta la tarde y traíamos al barrio lo que sobraba para repartirlos con otros chicos que asisten al centro. Si no, se tiraba”, cuenta Quintana.

La presidenta de la cooperadora de la escuela Indira Gandhi, Paola Rocha Matto, también es vecina de la Villa 31 y ella insistió mucho para que las entregas se pudieran realizar en el barrio. Ella reconoce que era complicado para los chicos ir a buscarlas. Allí, asisten 184 alumnos de la Villa 31.

“El primer lunes que se decretó la cuarentena, fui a la escuela y la directora me mostró la olla de guiso que se tuvo que tirar porque muchas familias no pudieron llegar. Después se entregaron sandwiches y si no los venían a recoger antes de las 14, había que tirarlos a la basura. Algunas veces pudimos coordinar con un colectivo que se desvió del recorrido y nos acercó las viandas al barrio. Yo esperé al chofer para recibirlas y avisé a las familias por Whatsapp para realizar la entrega. Se hizo de manera improvisada e informal”, dice Rocha Matto.

Las primeras comidas que se ofrecieron consistían en un sándwich, una fruta y una barrita de cereal. A partir del 1 de abril, el Gobierno cambió la metodología y comenzó a ofrecer bolsones de alimentos para 15 días. Ahora, las canastas contienen productos para el desayuno, almuerzo y refrigerio. Se entregan para que las familias puedan cocinarlos en sus hogares. Las diputadas Myriam Bregman y Alejandrina Barry, del Frente de Izquierda, familias y docentes denunciaron que los bolsones no alcanzaban y no eran saludables.

Una mujer camina por el barrio 31 de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), uno de los lugares con más casos de covid-19.
Una mujer camina por el barrio 31 de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), uno de los lugares con más casos de covid-19. JUAN IGNACIO RONCORONI EFE

“Ahora estamos peleando justamente para que el contenido mejore en cantidad (que consideramos es insuficiente), variedad (para que haya más equilibrio entre los seis grupos de alimentos) y calidad (ya que no cumple con los valores nutricionales de la ley de alimentación saludable)”, dice Eric Soñis, abogado del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH).

Para el desayuno y el refrigerio se ofrece prácticamente lo mismo: dos litros de leche, cinco saquitos de té y cinco de mate cocido, cinco frutas, cinco envases individuales de galletitas y cinco barras de cereales. Para 15 almuerzos, se brinda un paquete de arroz, uno de fideos, uno de azúcar y uno de queso rallado. También, una caja de puré de tomate, una botella de aceite, una bolsa de lentejas, una lata de arvejas y pescado en conserva. Las verduras: zanahoria, calabaza y cebolla. De postre, una caja de flan o gelatina y cinco unidades de frutas.

Como quedó en evidencia la dificultad de las familias para llegar a las escuelas, que estaban lejos de los barrios, tuvieron que acercar los bolsones hacia ellas. Pero así y todo, la desorganización permaneció. “Yo estoy embarazada, a una semana de tener familia, y me daban puntos de retiro distintos para cada una de mis hijas. Me recorrí la villa de punta a punta para buscar los bolsones”, dice Gisela Quintana. La Villa 31 es uno de los principales asentamientos informales de la Ciudad.  Ahí viven más de 40.000 personas.

Además de las canastas escolares, Quintana asiste a un comedor barrial. Asegura que no le alcanzan los productos que le entregan. Ella es mamá soltera y por el momento no está trabajando. En cinco de cada 10 hogares de villas y asentamientos se dejó de comprar algún alimento por no tener dinero, según una información que denunció Unicef. En el 17% de los hogares algún miembro de la familia acudió a algún comedor comunitario a retirar viandas o alimentos. La última vez que Quintana fue a retirar los bolsones había mucha gente. Cuenta: “Tuve que hacer dos filas. La gente no cumplía el distanciamiento social. Estaban todos amontonados. Algunos con el barbijo y otros no”.

En este momento, uno de cada tres casos confirmados del nuevo coronavirus en Buenos Aires se registra en villas y asentamientos. El Gobierno porteño confirmó más de mil casos de covid-19 en los barrios vulnerables de la Ciudad. Los más afectados son: Barrio 31 con y Barrio Padre Ricciardelli (1-11-14).

Romina Pérez (nombre ficticio por pedido de la entrevistada) también tuvo problemas para retirar las viandas escolares de sus hijos de once y cinco años. La mujer de 35 años había retirado los alimentos de los niños en la Escuela María Elena Walsh, cercana a su domicilio en la Villa 31. Recientemente, se acercó para retirar nuevos bolsones y el personal del colegio le avisó que a ella le habían cambiado el punto de retiro. Le dijeron que debía consultar en otro centro que se encuentra fuera del barrio.

A ella le resulta imposible salir del distrito para ir a retirar las viandas. Explica que este se encuentra cercado debido a las medidas de emergencia dispuestas por la cuarentena y que además no cuenta con ninguna persona que pudiera quedarse al cuidado de sus hijos mientras ella sale de su casa. A todo esto, agrega que ha sido víctima de violencia de género y que cuenta con una medida de restricción vigente y con botón anti pánico. En lo que se refiere a sus ingresos, dice que en épocas normales se desempeña en una cooperativa y que cobra una suma mensual aproximada de 6.000 pesos argentinos, unos 82 euros. Pero en este contexto, solo percibió la Asignación Universal por Hijo, la transferencia del estado para menores de 18 años en situación económica vulnerable. El monto de la asignación es de 3.100 pesos (42.5 euros)

Mariana García (nombre ficticio) vive en la Villa 31 bis y tiene ocho años. Su madre solicitó una vacante escolar en tercer grado de educación primaria y la pandemia la encontró en lista de espera. Como Mariana no obtuvo su vacante no pudo ser considerada para solicitar una beca alimentaria. En los casos como el de Mariana, los chicos no solo no acceden a las viandas, sino que tampoco tienen clases a distancia.

Mientras en muchos barrios vulnerables, tras muchos obstáculos y trabas logísticas, se  logró acceder a bolsones de comidas, en Saldías, un asentamiento lindero a la Villa 31, todavía no llegó ninguna entrega, a pesar de formar parte de la Comuna 2, uno de los distritos con más recursos de la Ciudad de Buenos Aires. Durante el ciclo escolar, niñas y niños de este asentamiento viajan más de dos kilómetros a pie para asistir a la escuela, pero en este contexto se les hace imposible ir hasta allí.

Varias madres se organizan para recoger las canastas de alimentos de las escuelas.
Varias madres se organizan para recoger las canastas de alimentos de las escuelas. F. T.

La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) viene acompañando el reclamo del barrio Saldías para que se cumplan sus derechos y las comidas lleguen hasta las familias y los menores de edad sin exponerlas a riesgos sanitarios. Se ordenó establecer mecanismos para facilitar el acceso a quienes viven lejos de las escuelas y para algunas familias la solución es retirar los bolsones de alimentos en otros centros educativos o instituciones públicas cercanas a sus domicilios, pero en Saldías no hay ninguna.

Ante la intimación judicial para resolver esta situación, el Gobierno de Buenos Aires propuso un punto de entrega a un kilómetro de distancia, cuyo acceso supone atravesar avenidas no urbanizadas y el cruce por un camino solo transitado por camiones hasta la Villa 31. “Con los contagios en la Villa 31, las familias no están dispuestas a movilizarse hasta allá”, comenta Francisco Rodríguez Abinal, integrante del área de Derechos Económicos Sociales y Culturales en ACIJ.

Según Carmen Ryan abogada y coordinadora del área Derechos Económicos, Sociales y Culturales de ACIJ, es importante que las entregas sean en puntos accesibles para las familias. Dice: “A veces cerca de las casas es un centro comunitario o una escuela. Pero cuando no están estas posibilidades, el Estado tiene que acercarse con una camioneta y generar un nuevo puesto de distribución”. En este sentido, Rodríguez Abinal agrega: “Hay que reconocer que las formas de entrega son deficitarias. Mejorar la logística implica brindar más posibilidades para las familias, ser más flexibles y dar más horarios para evitar la concentración de personas”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/22/planeta_futuro/1590152244_351695.html

Comparte este contenido:
Page 24 of 28
1 22 23 24 25 26 28