La crisis acentúa las carencias de la educación en España

Europa/España/Noviembre 2020/lavanguardia.com

El paro juvenil vuelve a desbocarse en España mientras las empresas no encuentran perfiles para sus necesidades

“El problema no es encontrar licenciados en Economía o en Derecho con buenos currículos a los que además ya sigues formando en la empresa, sino a gente que sepa explicar en público lo que está haciendo. Cada vez vemos más cómo las nuevas generaciones no tienen capacidades de comunicación, de trabajo en equipo, de resiliencia… Porque posiblemente nadie se ha ocupado de ello”. La reflexión de Ramón García Espeleta, gerente de la Plataforma Virtaula CaixaBank, revela uno de los problemas que se encuentran hoy en día tanto las empresas españolas de cualquier sector como las promociones que salen cada año de la educación secundaria, la formación profesional o la universidad para tratar de adentrarse en el mercado laboral sin un rumbo fijo.

No se trata ya de tener las competencias profesionales que exige cada sector y que la pandemia ha hecho evolucionar a un ritmo desaforado –que también–, sino de unas capacidades habilidades que se dan por descontadas o que, simplemente, el modelo educativo no tiene en consideración, pero que acaban marcando la diferencia.

Son la que explican, en buena medida, la paradoja del mercado de trabajo en España, el país de la OCDE con la mayor tasa de desempleo juvenil –un 43,9% de parados entre los menores de 25 años, el triple de la media de la UE–, el que registra un mayor nivel de sobrecualificación de la UE entre los jóvenes que han conseguido encontrar trabajo –un 36,8% según el último Informe CYD–, a la vez que es el que tiene más jóvenes infracualificados –casi un 30% sin más estudios que la ESO– y el segundo por detrás de Grecia en ninis, con un 22% de jóvenes que ni estudian ni trabajan frente al 15% de la OCDE. La anterior crisis elevó este porcentaje al 26% en el 2009.

Una protesta de estudiantes en la Facultat de Medicina de Valencia contra la precariedad en la enseñanza
Una protesta de estudiantes en la Facultat de Medicina de Valencia contra la precariedad en la enseñanza (Jorge Gil / EP)

“Nos encontramos ante un problema grave, estructural y bien ­conocido, pero que nunca se ha abordado con la convicción y el liderazgo político necesario. Es evidente que el actual sistema educativo no funciona y apenas tiene en cuenta las necesidades de la empresa. Y el problema añadido con el que nos encontramos ahora es que la salida de esta crisis tiene que apoyarse en una nueva generación de profesionales”, considera Jordi Canals, exdirector general de IESE-Universidad de Navarra y coautor del estudio editado por la propia escuela de negocios Las competencias profesionales del futuro: un diagnóstico y un plan de acción para promover el empleo juvenil después de la Covid-19 .

Elaborado mediante exhaustivas encuestas a responsables de 130 empresas de diferentes sectores representativas de la economía española, este estudio incide tanto en los conocimientos y capacidades formativas que ha impulsado la actual crisis, ya apuntados antes de la irrupción de la pandemia, sin que el sistema educativo haya tenido la agilidad de ofrecer una respuesta suficiente y adecuada, como en esas otras habilidades conocidas como sotf skills que requiere la empresa.

Carencias

El déficit es tanto de conocimientos específicos como de capacidades y actitudes

“El sistema educativo no ha podido responder con la funcionalidad y la velocidad deseables a los retos planteados. El 83% de los empleadores consideran que afrontan problemas serios al incorporar candidatos a ciertos puestos debido a las limitaciones de sus perfiles profesionales. Las empresas indican que no encuentran de manera generalizada las competencias necesarias. Estas dificultades afectan tanto a los conocimientos como a las capacidades y actitudes de los candidatos. Para los empleadores, cubrir la brecha de competencias es una responsabilidad compartida de centros educativos, gobiernos, empresas y familias”, indica el estudio.

Entre esos nuevos conocimientos requeridos, estimulados por la digitalización de la economía y la denominada revolución industrial 4.0, destacan la gestión y el análisis del big data, el desarrollo y la aplicación de la inteligencia artificial, el manejo de robótica o el marketing digital, ámbitos en los que según este estudio hasta un 90% de las empresas que precisan especialistas no los encuentran o tienen serias dificultades para ello.

Aunque dentro de estos conocimientos no adquiridos o no completados en la etapa formativa destacan también los idiomas, especialmente en los candidatos procedentes de la FP, y la cultura general, también en el caso de los universitarios. Respecto a las capacidades que quedan fuera de planes de estudio y proyectos curriculares, el mismo informe apunta las principales carencias que las empresas encuestadas encuentran entre sus aspirantes: resiliencia, iniciativa, visión de conjunto, habilidades comunicativas, emprendimiento, liderazgo y negociación.

Empleo

El 83% de los empleadores dice tener dificultades para encontrar candidatos

“España está en las últimas posiciones del ranking comunitario en cuanto a las capacidades alcanzadas en la enseñanza y su adaptación a las necesidades del mercado. El paro juvenil contrasta con las plazas que quedan vacantes y en un momento de crisis como el actual debemos colocar la educación como un elemento clave en la recuperación y acabar de una vez por todas con las deficiencias del sistema que cada vez se hacen más evidentes”, señala Silvia Miró, directora de Polítiques d’Ocupació i Formació de Pimec. En este sentido, la representante de la patronal catalana de las pymes reclama unos planes de estudio que cuenten con la implicación de los agentes sociales y el tantas veces proclamado y siempre aplazado desarrollo de una FP prestigiada y en contacto directo con el mercado laboral. “No tenemos un modelo de orientación integrado ni las herramientas que permitan conocer las necesidades, presentes y futuras, del mercado laboral. La burocracia va mucho más lenta que la tecnología, que es la que marca el ritmo del mercado”, añade.

Desde el propio ámbito de la formación profesional, Rodrigo Plaza, docente y responsable de la Federación de Educación de CC.OO. en Catalunya, insta al despliegue y dotación de leyes específicas que, como la catalana, llevan años aprobadas y alerta de la brecha que se está abriendo entre el modelo público y el privado en ámbitos como la formación online. En Catalunya sólo hay un centro público que ofrece este modelo, frente a los 37 privados, con un crecimiento que ha alcanzado en pocos cursos el 15.500% en los grados superiores. Asimismo, algunas academias forman en apenas semanas y también a distancia a programadores y desarrolladores que suelen acceder al mercado laboral con más éxito que los alumnos de especialidades de FP.

Alumnos en un centro de Formación Pofesional
Alumnos en un centro de Formación Pofesional (Àlex Garcia)

“Las empresas tienen muy claro que necesitan personas cualificadas y nosotros somos quienes se las podemos ofrecer. Debemos ir hacia un modelo de una única formación profesional que cuente con la implicación de la empresa y tener la capacidad de orientar a los chicos y chicas con inquietudes en nuestros ámbitos antes de que decidan cursar Bachillerato por inercia, a veces porque se imparte en el mismo centro donde cursan la ESO”, señala Àngel L. Miguel, director del instituto Pere Martell de Tarragona, centro pionero en la FP dual.

En educación superior destaca la puesta en marcha de iniciativas como el Libro Blanco de Reinvención Profesional que impulsa EAE o, en el mismo mundo de los negocios, los programas post-Covid de EADA, la Executive Education de la Barcelona School of Management-UPF, o nuevas especialidades como el Bachelor in Transformational Business and Social Impact de Esade-URV, ideado por Mònica Casabayó y dirigido por Xavier Ferràs, con un programa innovador que combina tecnología, humanidades y negocios con el objetivo de que el alumno desarrolle sus propias capacidades multidisciplinares.

“Los conocimientos no tienen nada que ver con los de hace 10 o 20 años, un ingeniero de telecomunicaciones graduado en los años 90 no sabía nada de telefonía móvil. El alumno tiene herramientas propias que no tenía antes y es el momento idóneo para hacer un cambio disruptivo en un modelo educativo, que viene del siglo XII. Ya no hacen falta ni clases, ni asignaturas, ni contenidos. Hay que formar capacidades más que contenidos explícitos”, señala Ferràs.

Los claroscuros de las prácticas

Las prácticas en empresas se han convertido en la principal vía de acceso al mercado laboral de los estudiantes del modelo dual de la Formación Profesional, en el que el centro de trabajo asume también una función formadora, si bien la integración en la empresa de los alumnos en prácticas de la FP convencional y los estudios universitarios sigue siendo minoritaria en muchas especialidades. De ahí que Administración y agentes sociales aboguen por este primer modelo, si bien sus lagunas son considerables.

Alumnos durante unas prácticas en una escuela de hostelería, en una foto de archivo
Alumnos durante unas prácticas en una escuela de hostelería, en una foto de archivo (Agustí Ensesa / Archivo)

Los sindicatos mayoritarios del sector denuncian que muchas empresas que se suman al modelo dual lo utilizan como una vía de reclutamiento y que muchos estudiantes no pueden acceder a las prácticas que eligen como primera opción porque es la empresa quien realmente escoge. La patronal, por su parte, apela al coste que supone para la empresa asumir parte de la formación, sin ningún incentivo más que la contratación de futuros empleados.

A día de hoy se calcula que sólo un 1% de las empresas españolas tiene alumnos en prácticas, si bien la mayoría de ellas son grandes empresas, cuando las pymes representan casi el 90% de la economía.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/economia/20201103/49118143651/educacion-espana-crisis-empleo-trabajo-jovenes-universidad.html

Comparte este contenido:

Francés vs. árabe: Marruecos libra la batalla definitiva por su identidad

Por: Rebeca Hortigüela. Rabat.

El francés, la lengua colonial, se impone al árabe y al amazigh en la educación de ciencias y aviva el debate sobre la pérdida de identidad nacional marroquí

Marruecos dejó de ser protectorado francés hace más de 60 años. Y sin embargo, el francés sigue siendo el idioma dominante. No solo las universidades imparten sus clases en la lengua de la antigua metrópoli, sino que es requisito obligatorio para acceder a la mayoría de los empleos, incluso no cualificados. El debate sobre si educar en francés o en las otras dos lenguas oficiales -el árabe y el amazigh de los bereberes norteafricanos- lleva tiempo cocinándose a fuego lento. Pero la polémica ha terminado de estallar con la promulgación de una ley de educación que obliga a los colegios e institutos a impartir este curso las asignaturas de ciencias, matemáticas y tecnología en francés.

Sus detractores la califican como «una ley absurda» inventada por y para beneficiar al ‘lobby’ francés y todavía muy presente en las instituciones. De hecho, la mayoría de los marroquíes se comunican en una variante local del árabe clásico y apenas un 35% tiene algún nivel de francés. Mientras, los pocos expertos que se posicionan a favor creen que esta nueva legislación puede reducir el galopante paro juvenil y facilitar que más jóvenes completen con éxito sus carreras universitarias, impartidas en francés y en las que nueve de cada diez alumnos abandonan antes de obtener el título en las disciplinas científicas (más del doble que en el resto de carreras).

Pese a la arabización del país y la construcción de identidad nacional tras su independencia, la realidad es todavía tozuda: el francés es el idioma de los negocios, del propio gobierno y de las élites. Para acceder al 70% de los puestos de trabajo se exige el perfecto dominio de esta lengua, vista por muchos como una «lengua colonial».

REBECA HORTIGÜELA. RABAT

¿Encontrar profesores? ¡Imposible!

De momento, su implantación de la ley en las aulas marroquíes de primaria y secundaria está siendo difícil. No hay libros de texto de las asignaturas científicas traducidos al francés y está costando encontrar profesores de ciencias capacitados para impartir sus clases en el idioma de Victor Hugo.

«Tenemos problemas para encontrar profesores de francés y reemplazar a los que se están jubilando. ¡Cómo vamos a encontrar profesores de matemáticas o de ciencias naturales puedan dar las clases en francés! Es prácticamente imposible», expresa Mostafa Ouzir, responsable del departamento de estudios hispánicos en la Universidad Mohamed V de Rabat y coordinador de la formación de profesores de primaria.

«Antes de aprobar, de forma unilateral, una ley como esta, que afecta en primer lugar a profesores, padres y alumnos, podían haber tenido en cuenta nuestra opinión. La asociación de padres y madres de alumnos está en completo desacuerdo y rechazó esta ley en el momento de la consulta», se indigna Khadiya, madre de una alumna de secundaria y miembro del colectivo.

Entre los críticos con esta ley está también el exprimer ministro Abdelilah Benkirane, del partido islamista Justicia y Desarrollo (JDP) que además de las críticas a la «frenchificación» de la educación y la sociedad añade el duro golpe para el árabe clásico, que en Marruecos solo se encuentra en los libros del colegio, los medios de comunicación y el Corán. «El árabe es un tema de principios. Es una desgracia que el partido con una referencia islámica (el JDP) renuncie al idioma árabe en la educación y la reemplace con el lenguaje del colonialismo».

IGNACIO CEMBRERO

Para Ouzir, la implantación del francés en las escuelas, un idioma que costó mucho sacar precisamente de la educación durante la arabización de Marruecos tras a la recién inaugurada independencia, se produce por intereses económicos y políticos. «Por un lado, se quiere seguir alimentando la hegemonía francesa y sus privilegios. Por otro, esta ley es una forma de posponer el debate de cómo educar a nuestros chavales en las dos lenguas oficiales reconocidas en la Constitución de 2011: el árabe y el amazigh», continúa explicando el doctor y profesor a El Confidencial.

El amazigh se incorporó a la Constitución como lengua oficial en 2011, después del 20F, la primavera árabe marroquí. Pero lo cierto es que en la práctica en muy pocos colegios se imparte, a pesar de que una gran parte de la población marroquí –entre un 40% y un 60%– ha sido criada en esta lengua y un 27% de los marroquíes solo se expresan en ella. Hablamos de regiones tan extensas como el Atlas, el Rif y el sur de Marruecos.

Según la línea de los que se manifiestan en contra de la enseñanza en francés en los colegios públicos, Marruecos debería hacer un cambio total del sistema educativo y esta ley es solo una forma de distraer la atención y no reparar en que el sistema de educación marroquí, derivado del sistema francés, no se ajusta a la nueva era.

«Los medios son obsoletos, los alumnos ni siquiera disponen de ordenadores y otros aparatos tecnológicos e informáticos en las aulas, los métodos son anticuados, las cifras de absentismo escolar son alarmantes. ¿Se está trabajando en una ley de educación que pretendan arreglar todo eso? Pues claro que no. Todo lo contrario», sigue narrando Mostafa.

Niñas marroquíes en una 'madrasa'. (Reuters)
Niñas marroquíes en una ‘madrasa’. (Reuters)

Según su testimonio, las consecuencias de esta decisión serán un mayor abandono escolar por parte de todos aquellos alumnos que hayan recibido una educación en amazigh o en árabe y que en las asignaturas científicas no entiendan absolutamente nada y «una falsificación importante de los resultados, ya que, según los expertos, ni la mitad de las escuelas del reino van a poner en práctica esta ley y los auditores no tendrán otro remedio que falsificar las estadísticas».

¿Por qué no en inglés?

Fouad Lakchour es ingeniero industrial. Él se posiciona a favor de esta medida. Estudió la educación primaria y secundaria en árabe, pero en cuando llegó a la Universidad tuvo que cursar su carrera en francés. «No sé si esta ley es la mejor forma de hacerlo, pero estudiar las asignaturas científicas en árabe en el colegio y en la universidad hacerlo en francés no tiene ningún sentido porque los alumnos que vienen de un entorno francófono tienen mucha más facilidades durante el periodo universitario», explica haciendo referencia a que esta ley es una buena medida para eliminar las barreras sociales.

Sin embargo, Mostafa Ouzir no está de acuerdo porque es consciente de que está ley es precisamente lo contrario: una forma de conservar la hegemonía política y económica del ‘lobby’ francófono. «¿Por qué no se estudia en inglés, un idioma mucho más universal?», se pregunta. «Ahora todos los jóvenes de Marruecos quieren hablar inglés. Se esfuerzan por hablar inglés. De hecho no les interesa en absoluto el francés. En Marruecos solo habla francés un minoría muy pequeña, pero esa minoría controla todo el poder económico, y los que tenemos más de 65 años que fuimos educados durante el protectorado», se indigna.

Esa fue la pregunta que se hicieron en la vecina Argelia, también excolonia francesa. Allí, las escuelas dan clases en árabe mientras las universidades lo hacen en francés. Pero en el deseo de alejarse de la influencia de la exmetrópoli, así como la preponderancia del inglés a nivel global, a principios de este año el Gobierno pidió a las 77 universidades y centros de enseñanza superior del país que empezaran a elegir el inglés sobre el francés. «El idioma francés no nos lleva a ninguna parte», declaró el ministro de Educación Superior e Investigaciones Científicas Tayeb Bouzid. Una decisión similar tomó Ruanda, excolonia francesa en África Central, con algunos problemas en su aplicación.

EVA CATALÁN. LOS ÁNGELES

«Se habla mucho de que esta medida es muy positiva para evitar la barrera social en cuanto al acceso a los puestos de trabajo en Marruecos, pero todos sabemos como se accede a los puestos de trabajo en este país. Por mucho que se impartan las asignaturas de ciencias en francés, el idioma de la élite, un chaval de la medina o de un pueblo del atlas o del Rif no va a tener las mismas oportunidades para acceder a los ‘buenos puestos de trabajo’. Esos, en la mayoría de las ocasiones están reservados para los que vienen de la educación privada y, normalmente, vienen de una familia francófona. Es independiente del idioma que se utilice en su educación”, sentencia Ouzir.

Pérdida de identidad nacional

Por otro lado, los expertos marroquíes muestran su preocupación por la pérdida del los idiomas oficiales en la cultura, las artes y la ciencia. «El Estado ha ejercido durante décadas políticas lingüísticas dañinas con todas las lenguas nacionales: árabe, dialecto marroquí y amazigh (bereber)», reconoció el ministro de cultura en 2017 con motivo de la Semana del idioma árabe. Ahora los intelectuales temen que todas esas «políticas lingüísticas dañinas» estén pasando factura a Marruecos y todo este contribuya a perder la identidad de un país que trabajó mucho por recuperarla después del periodo colonial.

«El marroquí está abierto a los idiomas desde siempre. No tienen que venir los políticos ni las leyes a decirnos que tenemos que aprender idiomas. Solo hay que darse un paseo por la plaza de Jamma El Fna o por la medina de Fez para apreciarlo. Sabemos que necesitamos aprender idiomas y los aprendemos», sostiene Mostafa.

Y añade: «Lo que necesitamos es un buen sistema de educación en las escuelas públicas para que las familias de bajos recursos, la mayoría de familias del país, que no pueden permitirse una educación privada para sus hijos tengas las mismas oportunidades que los demás. Y eso no se consigue dando las clases de ciencias en francés. Eso se consigue cambiando el sistema educativo desde cero. Y formando a buenos profesores en francés, en inglés y en español, un idioma que habla más gente en Marruecos que el francés, para que les den clases de idiomas desde el principio, para que enseñen las gramáticas a la perfección no solo la terminología científica»

Fuente del artículo: https://www.elconfidencial.com/mundo/2019-12-08/frances-arabe-libran-batalla-escuelas-marruecos_2353039/

Comparte este contenido:

Hablemos de educación

Por: Antonio Argandoña.

«Mal momento para hablar de educación -me dice el lector-, ahora que todos estamos de vacaciones…» Bueno, yo diría que siempre es un buen momento para hablar de educación, porque hay muchas cosas en juego en este tema: el bienestar presente y futuro de unos cuantos millones de personas, el crecimiento futuro del país, nuestra capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos y demográficos, el futuro de las pensiones o, más en general, del Estado del bienestar, o sea, pensiones, salud, educación, dependencia y otras muchas cosas.

Mezclo dos noticias de la prensa de hace pocas semanas. Una: la tasa de abandono escolar temprano es, en España, mucho mayor que la media europea, lo mismo que la tasa de paro juvenil y el porcentaje de ninis, que no estudian ni trabajan. Otra: el mercado laboral tendrá un déficit de más de 100.000 empleos de jóvenes cualificados en el plazo de 10 años. Y añado dos detalles más, estos de mi cosecha. Una: la culpa es nuestra. Dos: la solución es posible.

Empiezo por la tecnología. Cuando un estudiante salga al mercado laboral se encontrará con demandas bien pagadas, contratos a largo plazo y buenas expectativas de futuro. No sé si esas demandas serán muchas o pocas: solo sé que los expertos dicen que unas 100.000 se quedarán sin cubrir. Y después nos quejaremos de que los inmigrantes nos roban los buenos puestos de trabajo, o de que las empresas españolas se llevan sus departamentos innovadores a otros países, porque aquí no tienen trabajadores cualificados suficientes.

Y luego quedan los empleos basura, con sueldos bajos, contratos temporales y muy pocas expectativas de futuro, a los que aspirarán los jóvenes que no estudian (no labran su futuro) ni trabajan (no siguen aprendiendo, que esto es lo más importante cuando se tiene un empleo en esas edades); y tampoco podrán aspirar a ese puesto los que están en el paro y los que han abandonado sus estudios prematuramente. Y a nadie se le oculta que regalarles el diploma de la enseñanza secundaria no es la solución, aunque resulta atractiva para los políticos. O sea: hacer trampas puede dar una satisfacción inmediata al joven sin futuro, pero no le resolverá su problema.

Este no es el lugar para explicar cuáles son las soluciones. Pero se me ocurren algunas ideas. Una: movilicemos a la sociedad civil, es decir, a empresas, sindicatos, universidades, centros escolares y asociaciones de padres y madres, para que, dos, pongan a trabajar a los expertos, a los que saben de esto, que son muchos, para que, tres, hagan planteamientos magnánimos, casi utópicos, de lo que habría que hacer, de modo que, cuatro, esos planes vuelvan a los lugares donde se reúnen escuelas, universidades, familias y empleadores, para que ayuden a los expertos a bajar a la realidad, que no quiere decir devaluar aquellos planes, sino hacerlos viables, con números, plazos y recursos necesarios, que, cinco, llevarán a los políticos para decirles: «La sociedad civil propone esto; ustedes, los responsables de que esto salga adelante, ¿qué piensan hacer?». Y si, como hasta ahora, no dicen nada serio, hacer presión hasta que lo hagan.

HABRÁ QUE hacer planes parciales. Por ejemplo, para reducir el paro juvenil, los salarios de miseria y los contratos basura, que son tres patas del mismo problema, porque contratar a un chico o una chica joven, no preparado y mal estudiante sale muy caro a las empresas, cuando se suma el salario mínimo, más la seguridad social, más los costes de acabar el contrato y de buscar otro trabajador. Claro que se les puede obligar a hacer un contrato caro, pero entonces seguiremos sin resolver el problema del paro juvenil.

Otro plan será para los estudiantes que necesitaremos para aquellos empleos relacionados con las tecnologías nuevas. Aquí hay que poner a trabajar a las empresas con las escuelas y los expertos: qué necesitan saber, cómo pueden hacer prácticas en esos temas de futuro, cómo se puede organizar el reciclaje frecuente que necesitarán…

No basta saber cómo funciona internet: hay que enseñarles a desarrollar la tecnología que mueve todo eso. Y eso es caro. Por eso hace falta que las empresas se involucren, poniendo tiempo de sus expertos y dinero, con la esperanza de encontrar mañana los trabajadores que necesitarán, y desarrollando también una colaboración fructífera con las escuelas y las universidades. Y todos saldremos ganando.

Fuente del artículo: https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/hablemos-educacion_1380383.html

Comparte este contenido: