España: La educación, la gran olvidada de esta pandemia

La educación, la gran olvidada de esta pandemia

Son pocas las familias que no han sufrido los problemas experimentados por alumnos/as y profesores/as para sacar adelante el curso, afectados por la pandemia de la COVID-19 y el consecuente periodo de confinamiento. Y ahora nos asomamos con incertidumbre y preocupación al inicio del nuevo curso académico que se avecina.

La lectura del libro La utilidad de lo inútil. Manifiesto, del profesor y filósofo Nuccio Ordine, deviene paradójica e irremisiblemente en una reflexión sobre lo útil. Ordine, apoyándose en pensadores clásicos, desgrana la utilidad de aquello que se considera en primera instancia como inútil.

El valor del conocimiento

Nos interesa resaltar aquí el valor o utilidad del conocimiento, particularmente en estos tiempos en que la COVID-19 está afectando de un modo dolorosamente explícito no solo a la salud de la población y a la economía.

Llegado el momento de un primer intento de vuelta a la normalidad, aflora el daño que ha sufrido la educación en todos sus niveles, desde infantil a la universidad. Y que, sin duda, seguirá padeciendo en el inicio del próximo curso.

No debiera ser necesario recordar el valor –la “utilidad”– de la enseñanza. No solo es el medio para adquirir los conocimientos y destrezas que permiten desenvolverse como persona y como ciudadano. Como señala Ordine, la enseñanza y la cultura son partes constitutivas del “líquido amniótico ideal en el que las ideas de democracia, libertad, justicia, laicidad, igualdad, derecho a la crítica, tolerancia, solidaridad y bien común pueden experimentar un vigoroso desarrollo”.

Hay que agradecer al pensador italiano por recordarnos el discurso que Victor Hugo pronunció en la Asamblea Constituyente francesa en 1848. Su objeciones, en palabras de Ordine, mantenían una “apabullante actualidad” en 2013, fecha de la primera edición de su obra. Y la recobran si cabe con mayor vitalidad siete años más tarde con motivo de la pandemia de la COVID-19.

No recortar en cultura en momentos inadecuados

El escritor, político e intelectual francés argumentó ante la Asamblea lo perjudicial e ineficaz de recortar la financiación de la cultura. Particularmente en un momento equivocado, cuando el país necesitaba, por el contrario, potenciar las actividades culturales y la enseñanza pública.

Nos interesa centrarnos aquí en esta última, en la enseñanza pública, cuando –como en aquel 1848– es más necesaria que nunca –y lo seguirá siendo en el futuro inmediato–. En unos momentos en que debemos protegerla con especial atención para evitar el riesgo de que la sociedad caiga en el abismo de la ignorancia.

“¿Cuál es el gran peligro de la situación actual? La ignorancia. La ignorancia aún más que la miseria”, clamaba Victor Hugo defendiendo las instituciones de enseñanza que tienen precisamente como objetivo expreso “perseguir, combatir, destruir la ignorancia”.

Los problemas de la educación que se han agudizado

Las dificultades que el distanciamiento social plantea para este nuevo curso ya están sobre la mesa. Y se unen a los problemas estructurales de la enseñanza en España, agudizados por la pandemia.

Basándonos en diagnósticos y propuestas realizadas por expertos sin duda más cualificados, cabe hacer una recapitulación de los mismos:

  1. Desigualdades en función del origen de las familias.
  2. La brecha de acceso y uso de recursos digitales en algunos hogares, que aumenta la desigualdad frente a la educación no presencial.
  3. Algunos problemas endémicos como el fracaso escolar.
  4. Las desigualdades en organización, gobernanza y modelos educativos entre las distintas comunidades autónomas, que han hecho más evidentes las deficiencias del Estado autonómico en materia educativa.
  5. El debilitamiento del papel de los ministerios de Educación.
  6. La frágil situación de las universidades españolas, atenazadas por sus problemas internos, la falta de recursos y su escasa relevancia en asuntos públicos de importancia.

Durante la COVID-19, la enseñanza ha estado relegada en las medidas de mantenimiento y desarrollo, en las estrategias de superación y recuperación. No se le ha prestado la debida atención en las agendas políticas e informativas, más centradas en el debate entre la vida y la economía.

La pandemia ha desencadenado un enorme esfuerzo por preservar la salud de la población, la economía del país, la supervivencia de las empresas y los sectores económicos, el empleo y la economía de los trabajadores.

No hay recuperación sin prestar atención a la enseñanza

Pero ninguna sociedad puede recuperarse plenamente de los efectos de esta pandemia y volver a una normalidad, al menos no más injusta y desigual que la anterior, sin prestar una atención preferente a la enseñanza. Si es cierto que no queremos que nadie quede atrás, debemos defenderla con todos los medios a nuestro alcance, al igual que hemos hecho con la asistencia sanitaria y con la economía y el empleo.

Es irrenunciable cuidar las necesidades educativas inminentes y responder estratégicamente al futuro que se plantea tras la pandemia. Atender no solo al “pan de la vida”, sino también al “pan del pensamiento, que es también el pan de la vida”. Como propuso Victor Hugo, es imprescindible e ineludible atender a las necesidades para el estudio de los niños y jóvenes.

La imaginación, el voluntarismo y el esfuerzo de profesores, alumnos y familias han contribuido decisivamente a que el curso académico no se perdiera. Pero no es suficiente. Al menos no para afrontar el próximo, cuyo progreso no puede descansar únicamente en ellos. Son necesarios voluntad, esfuerzo y coordinación institucional para integrar esos elementos y potenciarlos.

El inminente comienzo del nuevo curso académico impone una mirada cercana. Pero no deben olvidarse la planificación y la estrategia necesarias para abordar la solución de los numerosos problemas estructurales que sufre la enseñanza.

La educación también tiene necesidades

Muchos ciudadanos no podrán disfrutar de vacaciones estivales este año por motivos de salud o económicos. Por eso, es momento de dar una respuesta social y solidaria que incorpore la educación, la cultura y la ciencia, el ejercicio comprometido de la(s) ética(s) y el trabajo en pro de un futuro sostenible. La pausa estival no puede ser una excusa; no en este momento y en esta situación.

Al igual que hemos hecho un esfuerzo por levantar y ampliar infraestructuras y plantillas de los centros sanitarios, hemos empoderado a otras profesiones igualmente relevantes, y hemos incorporado la iniciativa y colaboración ciudadana para responder a la emergencia de la vida, debemos hacerlo también para atender las necesidades de la enseñanza.

No caigamos en un error deplorable dejando de lado la enseñanza. Iluminemos la ruta poscovid con las luces de la Ilustración.

Fuente de la Información: https://theconversation.com/la-educacion-la-gran-olvidada-de-esta-pandemia-141145

 

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“La clave del trabajo en red es la interdependencia, nos necesitamos para educar” Entrevista a Jordi Collet. Sociólogo

Europa/España/05 Abril 2018/Autora: Sandra Vicente/Fuente: El diario la Educación

Hablamos con el sociólogo Jordi Collet sobre la idea de la educación a tiempo completo y el papel que tienen la administración, el territorio, las familias y los mismos maestros. «Tenemos un problema de base y es que los profesores de educación física no se consideran educadores»

Garantizar el acceso a la educación, generar proyectos educativos que impliquen a todos los actores y, sobre todo conocer quienes están implicados en el proceso de aprendizaje como garantía de una educación transversal y participativa. Estas son alguna de las claves que Jordi Collet resalta en una entrevista que realizamos justo terminado el XXVII Foro Local de Educación en el que el sociólogo ha moderado dos de las tres mesas redondas en las que se atacaron los retos para una educación a tiempo completo y la importancia del territorio en este modelo educativo que reclama alianzas.

En la primera de las mesas ha planteado los seis retos para alcanzar una educación a tiempo completo. ¿Cuáles son?

Todavía tenemos que ver cómo se articula esto, cómo podemos hacer que proyectos como Eduació360 funcionen. El primero del que nos damos cuenta es que hay un vínculo fortísimo entre el municipio y las escuelas, que aún no está logrado. Esta relación es necesaria para tener continuidad en los temas y los espacios educativos, pero el problema es que esta relación depende mucho del contexto de cada municipio: a veces el intercambio es muy fluido y a veces ni se hablan.

También tenemos un reto de transversalidad interna, y es que mucha gente no se considera educadora: los profesores de educación física, los de servicios sociales o la gente de cultura, que no se la mira desde el punto de vista educativo. El tercer reto nos remite a la participación y el empoderamiento. Hacemos políticas para la gente, pero no con la gente: cuando abrimos espacios participativos, en realidad estamos abriendo espacios consultivos. Pedimos a la gente que venga, les explicamos cómo ha ido todo, tal vez les pedimos la opinión y luego nos olvidamos.

Después nos enfrentamos al reto de tener gobiernos locales más horizontales, relacionales y que trabajen en red. Todos los municipios dicen que lo hacen pero no es verdad. El quinto reto sería el de generar un proyecto educativo compartido, global, coherente y orientado y, por último, lograr verdaderamente la igualdad de oportunidades. Ahora mismo, esta igualdad trabaja sólo el acceso pero debemos plantearnos la equidad en el acceso, en el proceso y los resultados también.

Hablamos de la transversalidad y el empoderamiento de todos los actores en el sistema educativo. Las familias, las criaturas y los maestros a menudo están alejados del proceso de elaboración de políticas. ¿Cómo se establece el vínculo con las administraciones?

La pregunta que nos debemos hacer es cómo hacemos las cosas. Debemos tratar las relaciones de poder, que es un tema que históricamente no se ha planteado mucho en educación. Pero cuando hablamos de centros o participación, hablamos de relaciones de poder. Es muy complejo afrontar el poder de manera diferente y lo vemos, por ejemplo, en los lenguajes. Es muy fácil ir a un espacio de decisión o participación sobre la escuela o sobre políticas educativas y no entender nada, que nos hagan sentir como extranjeros, que utilicen el discurso del nosotros y el ellos.

Así que, o hay un cambio en las relaciones cotidianas, en cómo hablamos y nos relacionamos entre los actores educativos, o acabaremos enfrentando proyectos y retos de manera abstracta, vinculándonos a elementos virtuales y sin impregnar las políticas cotidianas. Pensamos el patio como una parte de la escuela, pero no pensamos en las criaturas ni en las familias.

Cambiar las relaciones de poder y pensar más en las familias también es importante para la igualdad de oportunidades. Hay soluciones concretas, como las becas, pero se nos escapan elementos más personales como la conciliación familiar.

Nancy Fraser dice que trabajar para una sociedad justa es eliminar las fronteras de la justicia. Estas barreras simbólicas, lingüísticas o económicas deben ser identificadas. Pero no es una tarea fácil ni común. Como dices, a menudo tenemos, como mucho, políticas de becas, pero no son garantía de nada, porque puedes no haber interpelado a determinados colectivos con estas becas. Y es que las barreras económicas no son las únicas y diría que tampoco son las más relevantes.

Los encargados de detectar estas barreras y hacer la interlocución con las administraciones suelen ser los educadores y los centros. ¿Qué limitaciones tiene?

La primera es que no sabemos para qué trabajamos. Orientar las políticas educativas es muy importante, pero al final sólo nos centramos en evaluar. Y normalmente las administraciones evalúan de manera cuantitativa: hemos dado 500 becas. ¿Para qué han servido? No tenemos ni idea, pero las hemos dado. Y esta pregunta es muy importante en el mundo local: ¿para qué hacemos algo? Pero cuesta mucho erradicar la lógica tradicional e introducir nuevas concepciones.

Para hacer estas evaluaciones no cuantitativas hace falta, pues, la participación de las familias. ¿Cómo se las debe interpelar?

Creo que la gente participa en lo que les interesa. Invitar a todo el mundo es no invitar a nadie. Decir que ‘venga quien quiera’ es como decir que no hace falta que venga nadie. La pregunta es: ¿sabemos que tenemos delante? ¿Quiénes son estas familias, dónde trabajan o qué horarios tienen? ¿Qué les interesa? No tenemos ni idea y es información importante, porque no podemos plantear políticas educativas que pasan por la relación escuela, administración y familia si no sabemos quiénes son.

¿Empoderar a las familias pasa por conocerlas?

Y preguntar qué les interesa y qué saben hacer. No se lo preguntamos nunca porque estamos en una concepción individualista en la que tú no necesitas al otro. La clave del trabajo en red es la interdependencia, tener presente que nos necesitamos para educar. Pero la escuela siente que no necesita a nadie para enseñar mates y lengua. Pero la realidad es que la escuela, sin la familia, no puede, la familia sin la escuela no puede y la familia y la escuela sin el ocio no pueden. El mundo es muy complejo y plantear la educación desde un solo actor es condenarse al fracaso.

No ponemos fácil a las familias que se acerquen: ponemos entrevistas a las 10 de la mañana y si pueden venir bien, si no, pasando. Reuniones aburridísimas… si no cambiamos esto será difícil reconocer al otro como alguien con quien tengo que trabajar. Cuando hablamos de empoderarse hablamos de reconocer las capacidades y los saberes de los demás y es un ejercicio muy importante porque, si no, seguiremos pensando que son ineptos o baldíos y que debemos salvar a los chicos de sus familias. Lo hacemos mucho: intentamos salvarlos de la pobreza, de la ignorancia, de una familia desestructurada. No podemos cambiar la familia, por lo tanto tenemos que darles el máximo poder.

¿Esta condescendencia también se traslada a los niños? ¿Tendemos a dejarlos de lado a ellos y no contemplar las capacidades que se escapan de los currículos?

Debemos trabajar pensando en paliar el fracaso escolar, pero sin olvidar que las acreditaciones que da el sistema educativo todavía son útiles y las puertas que se cierran para los no graduados. Así que debemos tener intentar mantener la escuela mínima 0-18 mientras reconocemos las capacidades diversas sin terminar usando los que se escapan del estándar de manera instrumental. Y eso es difícil en una escuela que es evaluada en función de los resultados.

¿Contemplar los diversos ritmos no podría ser una manera, al final, de mejorar resultados?

Estoy de acuerdo, pero cuenta que no acabamos traduciendo esto en expectativas bajas para unos cuantos. Tenemos el riesgo de terminar diciendo que, mientras unos van como un cohete, con los demás hacemos trabajo emocional. Debemos prestar atención a los territorios desfavorecidos en los que hay buenos resultados académicos. ¿Esto implica trabajo emocional? Seguro. ¿Y trabajo con las familias? ¡Imprescindible! Pero no debemos reproducir que el trabajo en red y emocional es para pobres porque con los de clase alta hacemos orquesta o robótica.

¿Considera que el trabajo en red en la educación a tiempo completo apelará a las clases altas?

Hay un porcentaje de gente que vive en otra dimensión, que se ha independizado del resto de la sociedad. En estos ni lo pienso. Pero sí me parece muy importante la idea de la mezcla porque las actividades, las amistades o los barrios son cada vez más segmentados. Plantear espacios de encuentro es muy importante. Sobre todo teniendo en cuenta que las inversiones de la clase media en educación han subido mientras que las de las clases altas han bajado.

Esto es muy bestia; hay gente que invierte mucho en educación porque es la base material de su vida. Si no tienes propiedades el único legado es el capital cultural. Por eso hemos de generar espacios de encuentro de clases diferentes, donde los elementos económicos no sean un impedimento.

¿El aumento en inversión denota desconfianza hacia las ofertas públicas?

No necesariamente, si son de calidad las clases medias están todas. Es más bien miedo a la mezcla: cuando la gente elige escuela básicamente está eligiendo compañeros. Buscamos espacios donde haya gente como yo, o más bien, donde no haya gente que no es como yo. No hay que culpabilizar las familias, simplemente juegan a un juego en el que las reglas ya están marcadas.

¿Es el ocio, pues, la clave de esta mezcla?

Uno de los lugares más heterogéneos es el deporte pero no lo tenemos orientado educativamente. ¿Tenemos una asignatura de educación física pero luego tenemos extraescolares? El debate es saber si sacamos nioñs o metemos recursos y ahora mismo lo que hacemos es sacar niños: los sacamos de hacer música en la escuela y los llevamos a la escuela de música, sin pensar en buenos aprendizajes en las aulas. ¿Y si la escuela de música entrara en el centro y fuera para todos? Esta es la idea del aprendizaje a tiempo completo: hacer menos tiempo lectivo, quizá sólo con las instrumentales, y el resto de horas vincularlas al territorio, haciéndolas equitativas para todos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/04/04/la-clave-del-trabajo-en-red-es-la-interdependencia-nos-necesitamos-para-educar/

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“Hay muy pocos proyectos educativos que posibiliten una atención a la diversidad real” Entrevista a Eva Bretones Peregrina. Profesora de Pedagogía e investigadora

Europa/España/Autora: Saray Marqués/Fuente: El diario la educación

“La comprensión de la diversidad cultural no es un acto espontáneo, es un acto de responsabilidad que requiere de un esfuerzo por parte de los profesionales”.

Profesora de Pedagogía e investigadora en el Laboratorio de Educación Social de la UOC, Eva Bretones problematiza la participación del alumnado a partir del análisis de las prácticas docentes. Todos los profesionales, explica, coinciden en que la familia y su modelo educativo influyen en las aspiraciones y las estrategias escolares del alumnado. La diferencia está en cómo interpretan su papel en la gestión de dicha influencia: una mayoría –un 85% de los profesionales entrevistados– opina que la implicación parental en la vida escolar de los hijos, su actitud y expectativas son determinantes en la participación escolar de estos, y que están, además, fuertemente vinculadas a su modelo cultural. Para el 15% restante, en cambio, el éxito del alumnado depende tanto del papel de la familia como del suyo como profesionales al servicio de la ciudadanía, de sus estrategias educativas y del lugar que estas ocupan en los proyectos de los centros. Al mismo tiempo, consideran clave otorgar un lugar a las familias a la hora de desarrollar estas estrategias y proyectos. Son profesionales que reconocen y aceptan la diversidad –cultural, social, individual– presente en sus aulas como resultado de un continuo proceso de formación y reflexión en espacios colectivos.

¿Por qué de repente gira su foco y deja de fijarse en los alumnos para hacerlo en los docentes?

Entiendo la escolarización como derecho de ciudadanía, y mi trayectoria como investigadora me ha llevado a cuestionar a lo largo de estos últimos 20 años las condiciones que la posibilitan desde diferentes perspectivas, a fijarme en los factores que influyen en que un determinado tipo de alumnado tenga éxito en la escuela y promocione educativamente. Uno de estos factores son los profesionales, y de ahí que en mi última investigación me centrara en analizar cómo sus representaciones culturales influían en sus relaciones con las familias, en concreto con las familias gitanas. Me interesaba entender cómo los profesionales percibían las funciones parentales de las familias para ver el lugar que éstas ocupaban en su práctica profesional. Como docente en la universidad, me parecía un tema especialmente relevante para la formación inicial de maestros y educadores.

Y se adentró en las relaciones que se daban en diferentes centros de Cataluña.

Sí, la investigación culminó el año pasado. El trabajo de campo se desarrolló en diferentes centros caracterizados por su diversidad cultural y social. En algunos de ellos sorprendía constatar una ausencia de discusión en torno a los contenidos educativos que se debían transmitir. Destacaba, sin embargo, una centralidad en las dificultades del alumnado, las cuales se explicaban básicamente desde un punto de vista psicobiológico, que reduce las dificultades escolares a factores de déficit o sociales. Esta perspectiva destapaba, asimismo, el olvido de las realidades personales, familiares, contextuales, sociales y culturales diversas y desiguales presentes en los centros escolares, pero también el olvido de las responsabilidades públicas y políticas en la generación o perpetuación de dichas realidades.

¿Tiende a olvidar el profesional la mochila con la que llega el alumno o, por el contrario, suele caer en el fatalismo y creer que con esa mochila le será muy difícil avanzar?

Depende. En ocasiones los profesionales –evidentemente, no todos– olvidan que quien participa en la escuela no es solo alumno. Este es un sujeto con su propia realidad y con capacidad de tomar decisiones. Cuando lo olvidan, caen en las generalizaciones, en los estereotipos, condicionando –cuando no determinando– la escolarización y la participación de las familias.

¿Hay distintos perfiles de docentes por cómo se posicionan ante esta diversidad?

Sí, el abanico es muy amplio. Destacan, sin embargo, dos perfiles por su impacto en la escolarización del alumnado. Aunque son muchas las variables que intervienen en la participación escolar y no todas dependen de los profesionales, solo una minoría de estos busca incansablemente que la escuela tenga sentido para las familias, un sentido que permite el aprendizaje en contextos escolares.

Si un 30% de la sociedad es racista, ¿un 30% de los profesores lo serán?

Digamos que es lo fácil. La comprensión de la diversidad cultural no es un acto espontáneo, es un acto de responsabilidad que requiere de un esfuerzo por parte de los profesionales. Este esfuerzo pasa necesariamente por el cuestionamiento y el análisis de las prácticas profesionales. Visibilizar la dimensión sociocultural y socioeconómica de toda realidad y desarrollar un abordaje atento a la complejidad de los fenómenos implica aprehender y analizar las acciones profesionales como fenómenos vinculados a cuestiones sociales y culturales. Sólo cuando los profesionales analizan y reflexionan en torno a las estrategias que entran en juego en la participación escolar del alumnado, y que están ligadas a factores sociales, culturales, históricos y subjetivos tanto de las personas como de su grupo y de la comunidad en las que se inscriben como de las suyas propias como profesionales se ponen de manifiesto las lógicas de poder subyacentes a todo proceso social y se rompe con visiones reduccionistas y claramente racistas.

¿Hay algunos rasgos distintivos de esa minoría de profesionales que no se desanima fácilmente?

Al principio, cuando empecé en 2009, me topaba principalmente con mujeres. Lógico, por otra parte, pues mi trabajo de campo se centraba sobre todo en centros de educación primaria. Con el tiempo y la diversidad de contextos educativos observados he podido constatar que no depende del género, ni de la edad, ni de la trayectoria. Hablamos de hombres y mujeres que consiguen vincularse al alumnado y a sus familias desde el reconocimiento de la propia vulnerabilidad, desde la humildad. Este reconocimiento les permite tejer lazos entre sujetos diversos para convertirlos en mutuamente comprensibles. Son profesionales que reflexionan y cuestionan los procesos de desigualdad social, que se responsabilizan socialmente y que cuestionan duramente un sistema educativo injusto y muchas veces violento con quienes presentan dificultades de participación social, que creen en la escuela como espacio de participación y de corresponsabilidad. Críticos, muy críticos, con la buena voluntad o la beneficencia que naturaliza los fenómenos de desigualdad, intentan romper, a través de sus prácticas profesionales, con procesos de normalización, disciplina y generalización.

¿Su pasión es contagiosa?

Es contagiosa, visiblemente, para el alumnado. Entre profesionales la situación es más compleja. Eso sí, cuando estos profesionales forman parte de los equipos directivos el impacto puede ser significativo. Cuando no es así, cuando hablamos de profesionales aislados o minoritarios en un centro, el contagio se da en el aula, entre el alumnado, pero es muy difícil arrastrar a otro tipo de perfiles profesionales más asentados.

¿Debería haber una formación más específica para atender a la diversidad?

Sí, falta formación, pero también repensar la existente. Nos estamos acostumbrando a un tipo de formaciones encapsuladas y descontextualizadas, muy vinculadas a la innovación y a los entornos digitales, que olvida cuestionar aquello que se está haciendo: cómo, por qué, qué principios laten detrás. Nos estamos olvidando de la educación.

¿Y en formación inicial?

La investigación pone de manifiesto cómo la formación inicial de los profesionales en el ámbito social y educativo, la descripción de sus pautas de actuación y relación, se asienta, en términos generales, en modelos diseñados por y para una sociedad que no es necesariamente con la que se encuentran en los centros. A menudo están desarrollados para un alumno-tipo, sin particularidades asociadas al origen, al género o a realidades económicas o sociales para entender y atender a los mensajes del profesional y que comparte, básicamente, sus mismos códigos culturales y se identifica con el mismo sistema. La investigación refleja, sin embargo, cómo los profesionales ejercen en contextos heterogéneos y cómo a menudo se encuentran con que esos parámetros no siempre tienen validez para todos los implicados y/o no les permite interpretar lo que ocurre en toda su complejidad. Se hace necesario, por tanto, en la formación inicial de los profesionales, una perspectiva que incorpore no sólo las aportaciones de las diferentes disciplinas que sustentan las acciones profesionales (pedagogía, antropología, sociología, psicología, etc.) sino también que centre su atención en un análisis constante sobre las condiciones en las que operan esos saberes –en los individuos y en los grupos–. Entiendo que esta perspectiva aportaría una posición ética, moral y política en relación a las personas que permitiría la generación de renovados fundamentos en el desarrollo de los modelos que guían las prácticas profesionales en contextos educativos.

¿Hablamos todos de lo mismo cuando nos referimos a la atención a la diversidad?

Es evidente que no. Hay muy pocos proyectos educativos que posibiliten una atención a la diversidad real. Atender e incorporar la diversidad a nuestros proyectos precisa de una previa, de cuestionar nuestros referentes culturales para que el otro deje de serlo y pase a ser un nosotros que no sólo deberemos entender, con sus saberes, sus realidades, sino también sostener como parte constitutiva e imprescindible de nuestros proyectos educativos y de nuestra realidad profesional.

Por muy palpable que sea, en mi opinión, que las pautas culturales acompañan a toda persona –incluidos los profesionales–, sus conductas y percepciones, si los profesionales no las reconocen no serán capaces de identificarlas ni de valorar adecuadamente su impacto. Las consecuencias son conocidas: dificultades de comunicación, desconfianza mutua, rechazo hacia la escuela, actuaciones erróneas o poco adecuadas por bienintencionadas que sean… Es muy importante que los profesionales reconozcan, no tanto cada uno de los contenidos culturales, múltiples y diversos, de los sujetos que participan del sistema, algo que por otra parte sería imposible, pero sí su existencia, su importancia en la vida cotidiana de las personas y en las conductas relacionadas. En este sentido, si hay algo que pone de manifiesto la investigación es la necesidad de que los profesionales reconozcan la existencia de estas pautas culturales que acompañan a todo alumno, a toda familia, su importancia en sus expectativas y comportamientos ¿Cómo? Desde la formación.

Que un profesional tenga unas altas expectativas, ¿hasta qué punto puede repercutir en las de la familia?
Depende. Depende de si los profesionales son capaces, previamente, de ganarse el respeto de las familias. Ganarse el respeto de las familias pasa por conocer sus circunstancias particulares y respetar los procesos y las decisiones que toman, también en relación a la escolarización de sus hijos. Es el reconocimiento de las dificultades de las familias lo que posibilita generar la confianza necesaria para actuar como profesionales, esto es, el vínculo educativo. Cuando la escuela tiene sentido para las familias y los profesionales son reconocidos como tales, las expectativas en el hijo/alumno se alinean.

A veces la participación de las familias puede generar recelo en los docentes.

Sí, este es un recelo muy habitual. De ahí que a menudo, el derecho que tienen los padres y las madres a participar en la vida escolar de sus hijas e hijos sea entendido sólo como el derecho que tienen las familias a recibir información y a ser consultadas sobre decisiones ya adoptadas previamente por el tutor y/o el equipo docente y/o por la dirección. Son pocos los profesionales y los centros educativos que entienden el derecho de participación de las familias como el derecho de las familias a ser copartícipes en todas aquellas cuestiones y decisiones (organizativas, curriculares, etc.) que afectan a la escolarización de sus hijas e hijos.

Fuente de la información e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/03/19/hay-muy-pocos-proyectos-educativos-que-posibiliten-una-atencion-a-la-diversidad-real/

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Decálogo para impulsar la participación de las familias

Por: Jaume Carbonell

Diez propuestas para avanzar hacia una participación más democrática y eficiente.

Las familias no forman parte del problema sino de la solución; y, por tanto, familia-escuela están condenadas a entenderse. Mal andamos si no partimos de estas dos premisas. Ello exige alianzas, sinergias y complicidades para compartir, cooperar y participar en todo aquello que contribuye al bienestar de la infancia, a la mejora de la enseñanza y a la transformación educativa. Para ello tienen que buscarse formas para conocerse mejor y para ponerse en la piel del otro. Hay centros que lo facilitan o se resisten a ello. Veámoslo con un ejemplo sobre las entradas y salidas. Hay situaciones en que las familias aguardan a sus hijos en la calle, tras la verja del patio. En otras se alcanza franquearlo y llegar hasta la entrada del edificio. Y las hay que incluso pueden permanecer un rato en el aula y a menudo se les invita a colaborar en distintas tareas complementarias y de acompañamiento. ¿Y por qué no tienen derecho a disponer de un espacio propio, al igual que existe la sala de profesores? ¿Acaso ello no enriquecería el contacto entre las familias y con el centro? Diversas investigaciones muestran que los vínculos, con frecuencia, se refuerzan más en momentos y espacios no formales que en las reuniones al uso.

Son varias las razones que explican las dificultades de la participación por parte de los diversos actores educativos. Una tiene que ver con estas preguntas: ¿Mi participación será efectiva? ¿Podré intervenir en la toma de decisiones? ¿Y lo que se decida, será importante? El tiempo es escaso y a nadie le satisface perderlo sintiéndose como un convidado de piedra o un comparsa de lo que otros deciden. Pongamos que hablamos, por ejemplo, de los consejos escolares o de otros órganos de representación formal en que padres y madres -por no hablar del alumnado- perciben que los debates ya han tenido lugar en otras instancias y que los acuerdos ya han sido prácticamente cerrados: solo se les pide su ratificación. Y poco más. La disyuntiva es clara: ¿Se sigue apostando prioritariamente por meros organismos de representación formal o estos u otros logran transformarse en organismos vivos de participación sostenible y de profundización democrática?

¿Cómo avanzar hacia esta necesaria colaboración familia-escuela mediante esta nueva dinámica democrática? A título ilustrativo mencionamos diez puntos que afectan de lleno al porvenir de las escuelas.

  1. 1.A favor de la inclusión y contra toda segregación. Es responsabilidad de todos los actores de la comunidad educativa velar por que se haga efectiva la igualdad de oportunidades y la equidad; para evitar que el centro se convierta en un gueto o que promueva la estigmatización y clasificación del alumnado; y para combatir cualquier discriminación en razón de sexo, etnia o ideología con el objeto de garantizar el pluralismo y la inclusión.
  2. Calidad de la enseñanza. Un principio que tiene que ver con las ratios en las aulas, el tamaño del centro, con los diversos equipamientos, servicios y recursos. También con la suficiente dotación y formación del profesorado y de otros profesionales para atender las crecientes necesidades psicosociales del alumnado.
  3. Educación a tiempo completo. La enseñanza no se reduce al currículo sino que incluye el conjunto de las llamadas actividades extraescolares o complementarias. Todo ello forma parte del derecho a la educación y la comunidad tiene la responsabilidad de hacerlo efectivo en todos los centros escolares, y de modo especial en los que optan por la jornada continua.
  4. Expansión del proyecto educativo a todo el territorio. Porque, en cierto sentido, también este forma parte del aprendizaje situado que conecta con la realidad. De ahí la importancia de movilizar todos los espacios, servicios, actores y oportunidades educativas. Que no son pocas.
  5. Intercambio de conocimientos. Se basa en la idea de trueque y en el principio de reciprocidad en el que se intercambian tiempos, saberes y habilidades entre docentes, alumnos, padres y madres y cualquier vecino mediante una red territorial en la que se cubren necesidades y ofertas. Al propio tiempo también se modifican los roles.
  6. Deberes y tareas compartidas. Se trata de compartir en casa y en familia lecturas, visionados de películas y documentales, diarios de viaje, libros de vida e historias familiares, preguntas y consultas en torno a proyectos u otras actividades escolares. Siempre con el propósito de hacer partícipes a los padres del proceso de enseñanza y aprendizaje.
  7. Espacios más ricos y diversificados. Pensar en una escuela más verde y sostenible, con energías renovables, una alimentación más sana con productos de proximidad y una mayor presencia de la naturaleza. En este sentido convine una transformación radical de los patios para optimizar sus posibilidades como espacio de juego, aventura, encuentro y aprendizaje.
  8. Escuela de madres y padres. Promover su formación permanente para establecer puentes entre la educación escolar y familiar a través de espacios de debate sobre cuestiones relevantes, dinámicas grupales, servicios de asesoramiento y orientación y otro tipo de ofertas en colaboración con las entidades del territorio.
  9. Comunicación virtual y presencial. Hacer un buen uso de los canales de de las redes sociales no solo para facilitar información sino también para intensificar la comunicación. Y, al propio tiempo, buscar nuevas fórmulas atractivas para las reuniones presenciales, complementadas con manifestaciones artísticas o presentación de nuevos materiales y trabajos escolares.
  10. Comisiones mixtas. La mejor forma de trenzar vínculos entre familia-escuela es la de compartir espacios de debate, propuestas y toma de decisiones en torno a los más diversos ámbitos del centro: actualización del proyecto educativo, programación de actividades, gestión del comedor, inventario de necesidades y mejoras, transformación del patio escolar,…

Pueden ser estas diez u otras veinte. En cualquier caso, lo imprescindible es potenciar la democracia participativa y compartida de los actores educativos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/03/21/decalogo-para-impulsar-la-participacion-de-las-familias/

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Chile: La discriminación, principal base de las agresiones en las escuelas

América del Sur/Chile/13 de septiembre de 2016/Fuente: elmorrocotudo

Más allá del Simce y excelencia académica, el buen trato también es fundamental cuando hablamos de educación de calidad, así lo explicó Rosa Lozano Riquelme, directora regional de la Superintendencia de Educación.

Videos de escolares golpeándose viralizados en redes sociales o «bromas» al compañero extranjero que lo hacen buscar otro colegio, son algunos de los casos de maltrato escolar que abundan en la prensa. Casos que revelan la forma que como sociedad chilena tenemos para entendernos en la diversidad.

Al escuchar la demanda de la educación de calidad, generalmente lo asociamos a altos puntajes de Simce, excelencia académica y cuanto número asegure que las y los estudiantes egresarán con las mejores condiciones. Sin embargo, dejamos en segundo plano el ámbito de desarrollo de habilidades emocionales, sociales y comunicacionales, como si estos no importaran en la formación del ser humano.

«Cuando queremos un mejor trato al interior de los establecimientos también aseguramos a que los niños sean felices, crezcan y se desarrollen y aprendan en paz, sin ser maltratados sino que siendo bien tratados. Una educación de calidad no sólo es acceso a la educación, sino que también si son bien tratados en el lugar que le dan acceso a ese derecho», explicó Rosa Lozano Riquelme, directora regional de la Superintendencia de Educación.

En este sentido, la Superintendencia desarrolló la campaña en redes sociales «Juntos por un buen trato y una mejor convivencia»,  iniciativa que buscó invitar a las comunidades educativas de todo el país a convivir en las escuelas, en ambientes de respeto entre todos sus miembros: estudiantes, familias, docentes, asistentes de la educación y directivos.

Cifras del maltrato

De acuerdo a las cifras entregadas por la Superintendencia de Educación , el maltrato a estudiantes a nivel nacional aumentó en 28% respecto al mismo períodio (enero-junio) del años anterior.

Especial atención merece la discriminación que en gran cantidad de casos están a la base de las agresiones. En este sentido, Lozano explicó que las denuncias surgen porque no existe una buena comunicación entre los diferentes actores de la comunidad escolar, al mismo tiempo existe un grado de discriminación y prejucio de unos con otros.

Con respecto a las cifras regionales, aumentó en 5 casos más, en específico el año 2015 se registraron 38 denuncias, mientras que el 2016, de enero a junio arrojó 43 casos. «Hemos tenido una crecida en denuncia en términos generales. Sin embargo, si comparamos del 2013 al 2016 en porcentaje de denuncia por maltrato, ya sea psicológico o físico a un estudiante, se registra un porcentaje igual, que es entre el 37 al 40%», dijo la autoridad regional.

Este aumento se entiende porque hay mayor consciencia social y menor tolerancia frente a situaciones de maltrato, entonces se denuncia más. «Hay una situación que es relevante destacar,que tiene que ver con los instrumentos de gestión que han ido mejorando al interior de las escuela, que son conocidos como el reglamento de convivencia escolar, donde es importante establecer los derecho de década uno y las funciones, y como nos vamos a relacionar entre nosotros, Si eso sucede están los canales establecidos y la comunicación será mucho mejor», mencionó Lozano.

Agregó que la familia es crucial en el buen trato al interior de la escuela, por lo que hizo un llamado a la familia a participar en la revisión del reglamento de convivencia escolar.

Desafío

Lozano, que es profesora de profesión, enfatizó que hay gran responsabilidad de los adultos en aprender a incluir más y no discriminar. «El actual marco normativo pone hincapié en que la educación es un derechos social, por eso todas y todos , no importando la condición, deberíamos tener derecho a esa oportunidad,  y no sólo debe resguardarla el Estado, sino que también son correponsanbles la familia y sociedad en general. Implica vamos a reuniones de apoderados, participemos en las decisiones de las escuelas para mejorar el clima en su interior. Y también respetemos a los estudiantes desde lo que nos quieren decir».

«Es un gran desafío, no solo para mejorar la calidad educativa, sino que para democratizar nuestro país, para hacerlo más justo, para vivir mejor, para heredar una sociedad mejor para los niños.Creo que los padres y profesores cuando partimos la jornada lo único que queremos es que los estudiantes sean felices y mejores cada, por eso llamo a la participación, conversación, discusión y considerar a los estudiantes en lo que ellos tienen que decir».

Fuente: http://www.elmorrocotudo.cl/noticia/sociedad/la-discriminacion-principal-base-de-las-agresiones-en-las-escuelas

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