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Lo que el patriarcado le debe a Evita

Por: Ilka Oliva Corado

La historia que ha sido ultrajada desde la edad de  la humanidad,  por seres patriarcales, misóginos, homofóbicos, racistas, clasistas, xenofóbicos  y; en el caso particular de Latinoamérica seres de  mentes colonizadas, se han encargado de invisibilizar a mujeres como Evita, que nunca calzaron en el yugo patriarcal y que jamás se durmieron en el ronroneo de las mieles del poder, que por el contrario: fueron sus más grandes críticas.

Evita, es la poesía de la rebelión de los pueblos. El patriarcado que carece de ideología la coloca en la historia como un ser pasional, jamás la ha visto como un ser intelectual con un raciocinio de pocos y con unas agallas únicas. Los de la izquierda dicen que es el alma y el corazón del Peronismo, porque Perón fue la intelectualidad y la cordura. Nada más alejado de la realidad, y es que las cosas hay que decirlas como son: No hay  Perón sin Evita. Ni Perón ni el Peronismo existirían sin Evita.

Entonces sin el patriarcado y sin una historia ultrajada por la misoginia, lo que ahora conocemos como Peronismo debería llamarse Evitismo o Evitista, algo así por el estilo para hacer justicia y reivindicar  a quien fue la propulsora. Para ser justos, Perón tuvo suerte de encontrar en su camino a una mujer como Evita,  que lo inmortalizó al sensibilizarlo y acercarlo al pueblo y al dar su palabra y respaldarlo ante los parias, porque sin el respaldo de Evita, Perón  hubiera sido un presidente más.

Y eso que es visto en las mujeres como pasional, como alma y corazón, en los hombres es visto como intelectualidad y agallas, como voz de mando y estabilidad emocional,  así es el  patriarcado. Entonces Evita, de las grandes mentes de Latinoamérica, avanzada a su edad y a su época es vista así, como el alma y el corazón del Peronismo, nada más injusto porque hay que ver sus pronunciamientos ante el pueblo, su manera de actuar, leer sus textos para comprender su genialidad para convertir lo complejo en algo completamente entendible para los obreros, que como ella no tuvieron oportunidad de asistir a una universidad y empaparse de libros y de la educación superior y de las oportunidades de desarrollo que por ejemplo tuvieron personajes como  Perón,  que facilita el camino de la compresión de la política. (No siempre).  Entonces si el alma y el corazón son tan importantes, ¿por qué el patriarcado, que repito, no tiene ideología no dice que Evita era la intelectual y Perón el pasional?

Porque lo hermoso y grandioso de la intelectualidad de Evita, es que es natural, su sensibilidad viene de la pobreza y la miseria, de su origen de paria y ella aún con todas las carencias de las facilidades para aprender, pudo pensar  y sentir lo que muchos egresados de universidad con maestrías y doctorados no pueden. No se quedó ahí, ese análisis lo escribió en numerosos textos y lo dio a conocer en sus pronunciamientos y sus acercamientos al pueblo argentino. Pasó de la pasividad a la acción y es lo que necesita todo el mundo que hagamos los seres humanos. Evita no se convirtió en Evita al casarse con Perón, ya lo era y es ésa la deuda del patriarcado. Que piensan que Perón la convirtió al tener la “misericordia”  de verla y casarse con ella y darle un apellido y una posición económica. Repito, el patriarcado no tiene ideología.

El día que logremos erradicar el patriarcado y la misoginia, mujeres como Evita serán reconocidas por su enorme aporte a la lucha de los derechos humanos y a las políticas de desarrollo de los pueblos del mundo. Era tan pero tan adelantada a su época, que jamás pensó en hombres y mujeres,  o en géneros, si no en seres humanos con los mismos derechos.

El patriarcado es el enemigo más grande que tenemos, parece imposible vencerlo pero lo podemos erradicar, y entonces podemos volver a reescribir la historia y hacerle justicia a tantas mujeres que han luchado por la libertad de  sus pueblos y han sido invisibilizadas por la sombra de sus esposos, compañeros, amantes, padres, hermanos y sus apellidos.

La historia y el patriarcado están en deuda con Evita. Algún  día ella será reconocida como el alma, el corazón y la intelectualidad del una era que cambió la historia de la mujer en la política argentina, latinoamericana y mundial.

Ya es hora…

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Lo-que-el-patriarcado-le-debe-a-Evita–20180507-0005.html

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¿Por qué lo llamamos amor si es acoso sexual?

Por María Acaso

Imagina que estás tumbada o tumbado tranquilamente en el espacio público. Tus ojos están cerrados, tus brazos reposan a ambos lados del cuerpo, estás quieta, eres vulnerable. Puede que estés dormida o dormido, o puede que no. Pero, evidentemente, estás en un proceso de introspección. De repente, sin tu consentimiento, un desconocido o una desconocida te besa en la boca… ¿Cuál sería tu reacción?

En mi caso, desde luego, la primera reacción sería de perplejidad, seguida de la furia que nace de la indignación. Me sentiría absolutamente indignada si un ser humano, sea del género que sea, se tomara la libertad de ejercer en mi cuerpo un gesto que, en la cultura a la que pertenezco, se entiende como un signo de máxima intimidad que inicia el proceso del ritual sexual y autoriza la continuación hasta el coito; un gesto muy diferente al de un beso en la frente o en la mejilla, ya que frente y mejilla no son orificios, y la boca sí.

Un beso en la boca es un acto sexual; un beso en la mejilla o en la frente no lo es. Culturalmente, para la mentalidad europea, el inicio de muchas relaciones sexuales se sella con un beso en la boca. Por lo tanto, si un desconocido, sin mi autorización explícita (me pregunto cómo voy a rechazar algo explícitamente si estoy dormida), me besa en la boca, estamos hablando abiertamente de acoso sexual, entendiendo el acoso sexual, según la RAE, como el «Tipo de acoso que tiene por objeto obtener los favores sexuales de una persona cuando quien lo realiza abusa de su posición de superioridad sobre quien lo sufre». Además, mi quietud se entiende como disponibilidad, y la ausencia de resistencia (recordemos que estoy con los ojos cerrados) impide que el acto sea calificado de violento. ¿Os suena?

No es ninguna justificación que el cuento de Blancanieves sea del siglo XVIII ni que la película de Disney se estrenase en 1937: los temas que tratan tanto el cuento como la película son absolutamente actuales y están en conexión con los hechos de #lamanada que están removiendo profundamente las conciencias patriarcales de nuestro país.

En realidad, todo el cuento de Blancanieves (qué casualidad este nombre, ligado por dos veces a la pureza, máxima virtud femenina en la cultura judeo-cristiana) gira en torno a los diferentes periodos del ciclo sexual femenino. Recordemos que la madrastra (que no ha tenido hijos y es, por lo tanto, una reina inútil casada en segundas nupcias con un padre ausente, un tema muy interesante que dejamos para otro post) está entrando en la menopausia y perdiendo a la vez su belleza y su fertilidad, muriéndose de celos ante las transformaciones de Blancanieves, quien está entrando en su periodo fértil y ha tenido su menarquia (su primera regla, para los que desconocen este término).

En el momento en que Blancanieves, la legítima heredera del trono, es capaz de engendrar descendencia, ha de ser recluida en un lugar seguro donde no pueda ser fecundada por alguien que no pertenezca a su clase social. Por esa razón, su existencia se ve reducida a vivir con siete «enanitos», seres aparentemente asexuales que la protegen de la cultura de la violación en la que todas nosotras vivimos y en la que los cuentos nos educan para que nos defendamos en vez de dedicarnos a erradicarla entre todos y todas.

La entrada de nuestra protagonista en coma, debido a las pérfidas estrategias de la madrasta menopáusica, solo finaliza cuando un desconocido, sin su consentimiento, la besa en la boca, lo que produce su despertar y su entrada en un matrimonio heterosexual monógamo con alguien de su clase y raza. Fin de la historia.

Blancanieves recibe el beso en la boca de un extraño que se considera legitimado para llevar a cabo un gesto que debemos empezar a identificar como acoso, porque lo es. Realmente, la función de la cultura popular es sostener el statu quo político en cuestiones de género, raza y clase. Por lo tanto, el problema es que no identificamos este gesto como un acoso precisamente por el proceso de normalización que han desplegado los cuentos populares, primero, y las películas basadas en dichos cuentos, después.

Esta secuencia del cuento de Blancanieves o la aparición del lobo en el de Caperucita Roja (cuento que normaliza la cultura de la violación, enseñando a las niñas a tener miedo de los varones desconocidos una vez que han tenido su primera regla, representada en su capa roja) son representaciones que poco a poco, gota a gota, cuento a cuento, visionado tras visionado de películas de Disney, generan procesos que, cuando los deconstruimos, los descontextualizamos y los analizamos, empezamos a entenderlos como lo que son: micro acosos sexuales (como los piropos o los chistes) que consiguen, con la fuerza irrebatible de la repetición, que el caso de #lamanada haya concluido con una sentencia de abuso y no de agresión.

Esta cadena de normalización de los #microacosos nos lleva a normalizar los #macroacosos (es decir, las agresiones y las violaciones), a quitarles importancia y a soportar una cultura de la violación que es la base del patriarcado y del sistema capitalista, puesto que provoca el miedo que nos sitúa a las mujeres en unos lugares determinados.

Pero vayamos a lo que ocurrió el pasado sábado 12 de mayo. Ese día tenía la responsabilidad de dar una charla ante mil profesoras (90%) y profesores (10%) de Castilla-La Mancha. Empecé por visibilizar que, debido a que en la sala había un mayor número de mujeres, hablaría en plural femenino; después visibilicé que, en el vídeo de bienvenida al congreso, ninguna de las grandes frases sobre educación que se habían escogido pertenecía a una mujer; y, para terminar, también hice notar que el ponente que me había precedido, de las cuarenta figuras que expuso en su presentación, solo visibilizó a cuatro mujeres, y para situarlas a todas en situación de mofa.

Una vez explicada mi posición, continué mi charla defendiendo el papel crucial de las artes en la educación, especialmente en lo relativo al desarrollo del pensamiento crítico visual, y analicé la imagen del beso del príncipe a Blancanieves como ejemplo de acoso sexual.

Tras mi charla, una congresista pidió a la organización el micrófono para, desde el escenario, elogiar y defender la charla del ponente anterior, lo cual provocó una gran ovación en la sala. Cuando otro congresista cogió ese mismo micrófono para hacer la réplica, ya no le dejaron seguir.

El sujeto patriarcal no tiene sexo: puede ser un hombre o una mujer, y en este caso fue lo segundo. Yo había desarrollado mi deconstrucción de la presentación del docente anterior desde el máximo respeto, simplemente citando la evidencia de las cantidades y la selección de esas cuatro mujeres en situación de mofa. Pero cuando las mujeres visibilizamos estas cosas siempre se entienden como agresiones.

Todo lo que ocurrió el sábado merece ser leído y deconstruido en el contexto que estamos viviendo. De los miles de artículos que han tratado el tema de #lamanada, hay uno que me llamó poderosamente la atención, el publicado por eldiario.es el 2 de mayo. En él podíamos leer que dos mil psicólogos y psiquiatras habían criticado la sentencia y habían firmado una carta para mostrar su apoyo a la víctima, al tiempo que reclamaban formación en perspectiva de género. La carta firmada por estos profesionales terminaba de la siguiente manera: «Por último, añadimos la urgente necesidad de la prevención, incluyendo desde la infancia una educación sexual no patriarcal, con perspectiva de género, transversal y estructural».

De la misma manera que, tras muchos años de trabajo en la intersección de las artes, la cultura visual y los feminismos, he sido capaz de detectar en el discurso visual de mi compañero ponente un discurso invisible que muestra a las mujeres en una posición que las ridiculiza, o que problematizo (como muchas otras teóricas, y no tan teóricas) el beso de Blancanieves mirándolo desde una perspectiva situada y no tan amable, creo que es urgente y necesario que la educación artística vuelva a ser obligatoria en la educación primaria.

Hacer desaparecer del currículum oficial el único grupo de asignaturas que son capaces de desarrollar de manera profunda el pensamiento crítico visual es una decisión claramente política para que sigamos pensando, todas y todos, que ciertos actos no son acoso sexual, sino amor verdadero.

Fuente_ http://www.mariaacaso.es/lo-llaman-amor-acoso-sexual/#more-1904

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[Audio] Los orígenes del patriarcado: del desvanecimiento de las diosas al exterminio de las brujas

Por Barrio Canino

Esta semana buceamos en la antropología humana para hablar del origen y la historia del patriarcado, de la familia, y por qué no, también de la invención de la propiedad privada y del Estado. Nos acompaña en el estudio Cruz Invertida, colaborador de la revista Contrahistoria.

Más allá del gusto por lo gótico y lo oscuro, y de aquellas referencias que nos evocan nuestra niñez cuando veíamos a la Bruja Avería en la Bola de Cristal y nos estremecía gritando aquello de ¡Viva el mal, viva el capital!, la cuestión de la brujería es clave a la hora de comprender la reorganización social de las sociedades sedentarias, el surgimiento y desarrollo del patriarcado y el sometimiento de la mujer a lo largo de la historia.

En los tiempos más ancestrales de la humanidad predominaba una la visión animista que concebía el cuerpo como un receptáculo a través del cual ejercer la magia, sobre todo con finalidad curandera. Los rituales animistas, oficiados por curanderos, tienden a la sanación del paciente, por medio de ritos tendentes a la extracción del espíritu pernicioso que posee al enfermo. Estos ritos han estado presentes durante el 95% de la historia de la humanidad, siendo los que más han perdurado. Los ritos animistas y chamánicos están presentes en grupos de cazadores recolectores en los que se ejerce un liderazgo natural. En estos grupos hay figuras indistintamente masculinas o femeninas que practican la magia propiciatoria para favorecer la caza y las cosechas, en un papel que no se dedica a tiempo completo, alejado de la casta sacerdotal que se impone posteriormente en sociedades más sedentarias.

Estos grupos practican la exogamia, los hombres se reproducen con hembras de otros clanes, y la filiación es solo por línea materna, por la imposibilidad de establecer la paternidad con certeza. Es lo que conocemos como ginecocracia o heterismo.

El establecimiento de las sociedades humanas de forma sedentaria no solo acaba con la Edad de la Madres, sino que provoca el establecimiento de familias, y nace el concepto de propiedad privada. En este sentido se desarrolla la idea de patrimonio, que son todos aquello bienes que detenta el hombre, incluída la mujer y los hijos. La figura del pater familias domina los grupos. Y siembra el camino para que el trabajo por cuenta ajena, y posteriormente las religiones panteístas certifiquen el subyugamiento final del género femenino. La figura femenina, hasta ahora ensalzada como madre Gea, dadora de vida, es demonizada, relegada a aspectos negativos y rodeada de símbolos serpentiformes. Es tratada como ser imperfecto, inferior al hombre, y reprimida por los siglos bajo este naciente patriarcado.

No acaba aquí la cosa. Son acusadas de brujería, perseguidas y reprimidas hasta la muerte todas aquellas mujeres independientes apegadas a tradiciones paganas, sanadoras, curanderas, instructoras, que conservaban las tradiciones y las cosmogonías de los ritos ancestrales, que se practicaban antes de que el tema curativo cayese en manos de los médicos y después de la casta eclesial. Las mujeres que cultivaban conocimiento botánico, sobre astrología y naturaleza, sobre sexualidad femenina, tratando embarazos, asistiendo partos y practicando abortos, eran perseguidas por su modo de vida, y por la clase a la que pertenecían. No por fornicar con el diablo ni por elaborar amargos ungüentos con las entrañas de niños y otros seres vivos.

Las tradiciones, el imaginario popular, y más recientemente las novelas y el cine, han perpetuado la imagen de la vieja con caldero que nos viene a la mente cuando hablamos de bruja. Y de la perpetuación del patriarcado ya mejor no hablamos.

Soy concubina del diablo
instructora del mal
sierva de Satanás
como tantas otras antes
soy antiheteropatriarcal
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Entrevista a la Psico Woman: “El sistema sexo-género que nos contaron ya está obsoleto”

España/14 de Abril de 2018/El Salto Diario

La sexóloga y youtuber utiliza dos “armas de comunicación masiva”—Instagram y Youtube— para llegar a su objetivo: la adolescencia.

Isa Duque se ha propuesto educar derribando los mitos del sexo y rompiendo los esquemas que el heteropatriarcado ha construido sobre el género y las relaciones de pareja. Utiliza dos “armas de comunicación masiva”—Instagram y Youtube— para llegar a su objetivo: la adolescencia. Esta psicóloga, sexóloga y dj feminista se ha convertido en referencia para miles de jóvenes, que encuentran en La Psico Woman las respuestas que no les brinda la comunidad educativa de sus institutos.

¿Por qué adolescentes?
Porque cuando se crea un espacio seguro y de confianza hablan sin postureo. La gente adulta hemos aprendido el discurso de la igualdad, lo que hay que decir… y cuando eres adolescente sale muy claro todo: las actitudes machistas, los comentarios homófobos… tienen una plasticidad cerebral súperpotente que me da envidia, porque reflexionan y le dan la vuelta a todo. Están llenos y llenas de vida, tienen un potencial enorme y muchas ganas de que les escuchen. Y a mí me encanta escucharles y aprender de esta generación encontrada, no ponerles el típico powerpoint que les llena de teoría, pero no llega a sus entrañas.

¿Están cambiando las relaciones de pareja?
En mis talleres de amor 3.0 les pregunto “¿qué os está rayando?”, “¿qué os preocupa?”. Y sus dudas son del tipo “¿cuál es la diferencia entre arromántico y arrobamiento?”, “¿qué hago si me apetece tener una relación poliamorosa y mi pareja se muestra muy resistente?”. Últimamente me preguntan mucho por la asexualidad y, en general, me preguntan por la diversidad relacional y las relaciones no hegemónicas. Eso antes no pasaba.

¿Cómo crees que está digiriendo la sociedad la visibilización de los nuevos géneros?
Des – pa – cito [risas]. La gente está mu pegá. La realidad es diversa, y lo único que tenemos que hacer ante una persona no binaria es preguntarle cómo quiere que le hablemos. También sucede con la expresión de género, veo mucho en los institutos gente cis hombre que se pregunta por qué no pueden tener acceso a lo que se supone que es “femenino”. Esto puede tener una respuesta homófoba por parte del alumnado, que hay que saber gestionar desde el equipo docente. El problema es que en muchos casos los comentarios más LGTBQIA+ fóbicos vienen por parte del profesorado. Ahora hay referentes como Oto Vans o Jedet, que son cis hombres y transgreden el género. Me parece una revolución total y es que el sistema sexo-género que nos contaron ya está obsoleto.

¿Cuál es la importancia del lenguaje?
En los vídeos, donde tengo cinco minutos para transmitir algo, me pregunto ¿cómo hago para que el lenguaje sea súper inclusivo? Por un lado, intento utilizar palabras incluyentes, por ejemplo, en vez de “los y las jóvenes” digo la juventud, y además utilizo la “e” cada vez que puedo, para visibilizar a personas no binarias. Lo que también hago con el lenguaje, que para mí es muy interesante, es darle la vuelta a palabras que tienen carga negativa. Muchas veces digo en los institutos: si ser zorra o ser guarra es hablar de sexualidad, vestir como quieras o bailar como tú quieras, entonces yo soy una zorra, pero una zorra suprema. Hago lo mismo en la charla de “Empoderándonos desde nuestros coños”, dándole valor a palabras que nos han dicho que son feas.

¿Son el el twerk, el trap y reguetón armas de empoderamiento?
La cuestión del reguetón es que hay mucho prejuicio, mucho clasismo y mucho racismo. El heteropatriarcado está en todo, por lo que decir que el reguetón es machista, poniéndolo por debajo de cualquier género musical o literario que salga del Estado español, a mí me parece cuestionable. Con el twerk igual, el neoliberalismo ha cogido referentes como Miley Cyrus, “blanca adinerada”, y ahora parece que el twerk es eso, y no. Si das con profes que puedan crear la energía originaria es una pasada: te vienes arriba, y nos ves a todas moviendo el culo, con celulitis, pelos y sin ningún tipo de complejo. He ido a muchas fiestas de trap, y cuando veo que pasan las horas y no escucho a ninguna mujer trapera me acerco al dj y le digo, “eh, ¿puedes poner alguna mujer?” y me miran con cara rara, por eso he vuelto a pinchar.

¿Cómo se habla de porno?
El problema no es el porno, sino que la construcción del discurso pornográfico mainstream es un reflejo de la sociedad racista, lesbófoba y patriarcal. Además, desde el campo de batalla que representan las aulas, sabemos que tienen acceso a ello —aun sin querer— desde edades muy tempranas. En los talleres de educación sexual integral y de calidad, si les adolescentes ven porno, tienes que hablar de porno y tienes que desmitificar lo que les llega.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/pista-de-aterrizaje/psico-woman-sistema-sexo-genero-obsoleto#

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El patriarcado no es un señor viejo que me mira raro

Por Maria Acaso

Si en las escuelas pudiésemos analizar la realidad desde una perspectiva crítica, cuestionaríamos todos los mitos con los que nos seduce el romanticismo patriarcal. El objetivo es que nos creamos todo el cuento, y nos entretengamos en soñar un paraíso individual con el que olvidarnos del mundo.

Coral Herrera

Un buen día, mi hija de diez años me preguntó quién era el patriarcado. Me preguntó: «¿El patriarcado es un señor muy viejo que es cascarrabias y te mira con ojos raros?», y yo le dije que no, que el patriarcado éramos nosotras, porque había que diferenciar entre el patriarcado[1] y el sujeto patriarcal, ese sujeto que, tenga los genitales y las preferencias sexuales que tenga, subroga su tiempo de cuidados hacia aquellos que se ven en la obligación de cuidar, y que dispone de más tiempo y privilegios que quienes cuidan.

Estos días resuenan en los medios de comunicación, en las ciudades y también en nuestros cuerpos, los ecos de la lucha contra el proyecto patriarcal hegemónico. Voces como Yayo Herrero, Joan Tronto o Coral Herrera reivindican la educación como un eje fundamental para llevar a cabo esta lucha. Pero, dentro de este consenso, echo en falta el papel de la educación artística como una herramienta clave.

La educación artística es necesaria por varios motivos. Para empezar,es necesaria para aprender a trabajarnos el amor romántico y ser capaces de deconstruir los estereotipos sociales que nos rodean. Es necesaria para poner en funcionamiento procesos de autocrítica constructiva que nos lleven a detectar, analizar y transformar los relatos que construyen el ideal del amor romántico, como los cuentos populares, las letras de la música pop, el cine mainstream o la prensa del corazón, por citar solo algunos. La educación artística es la única asignatura del currículum formal que incluye objetivos relacionados con la alfabetización visual, razón por la que se ha visto reducida en la ESO y ha pasado de obligatoria a optativa en primaria.

En segundo lugar, para identificar los cuidados como un valor universal, y no como un valor exclusivamente femenino(http://www.eldiario.es/catalunya/barcelona/Cuidar-natural-mujeres-privilegio-hombres_0_564493953.html). En el terreno de la educación artística, especialmente en las instituciones culturales, es difícil encontrar puestos de trabajo ocupados por hombres heterosexuales, y esta realidad tiene que ver con lo que las anglosajonas llaman la continuación del caring and sharing, es decir, el erróneo entendimiento de la educación artística como un lugar donde se prolonga el cuidado infantil. Este error surge porque, en el imaginario social, la educación artística no se asocia con lo intelectual: son niños pintando, atendidos por una mujer o un hombre gay, que fabrican una obra de arte en 45 minutos. Desestabilizar el patriarcado pasa por reducir este desequilibrio y, sobre todo, por transformar un imaginario social que nos dice que es preferible que las profesiones poco intelectuales y sin consideración social −como las relacionadas con la educación− las ejerzan las mujeres.

En tercer lugar, una de las herramientas que ha utilizado el patriarcado para conservar sus privilegios es la invisibilización de los logros femeninos. Las mujeres poderosas siempre aparecen como las malas de la película y las malas de la clase: un niño inteligente y motivador es un líder; una niña inteligente y motivadora es una mandona (https://www.ted.com/talks/sheryl_sandberg_why_we_have_too_few_women_leaders?language=es). La educación artística nos enseña, desde el pensamiento crítico visual, a desenmascarar esta doble moral relacionada con el poder, y nos alienta a darle la vuelta.Porque si los trabajos en educación son mayoritariamente femeninos, ¿por qué los ganadores de los últimamente famosos «Nobel de la Educación» siguen siendo hombres?

En cuarto lugar, el sujeto patriarcal no necesita cosificarnos, ya nos cosificamos nosotras mismas. Somos nosotras las que nos ocupamos de depilarnos, de andar con tacones, de teñirnos y de pintarnos las uñas; de hacer dietas interminables y levantarnos cada mañana esperando perder esos cinco kilos que siempre nos sobran; de impedirnos respirar con unos vaqueros que nos asfixian y de pasar frío con una ropa que no nos abriga pero que nos sienta bien. Tenemos tan naturalizados estos sacrificios patriarcales que los vemos como gestos comunes, lógicos y razonables. Solo los procesos educativos que recuperen el cuerpo como un espacio de libertad, que identifiquen estos actos de autocosificación y los subviertan podrán llevarnos a la igualdad.

Y, en quinto lugar, otros imaginarios de la sexualidad son necesarios. El porno mainstream es la herramienta del sujeto patriarcal que, desde las políticas de la vergüenza, suprime la posibilidad del placer femenino. Un placer que empieza a tornarse en un sentimiento vergonzoso en la adolescencia de las mujeres, mientras que, en la adolescencia masculina, es alentado y está bien considerado. ¿Dónde están las mujeres que visibilizan su placer y que demuestran su deseo? Es urgente y necesaria una programación curricular que incluya la deconstrucción del porno e incorpore el posporno y otros imaginarios de las sexualidades.

Además de como contenido, la educación artística es necesaria como metodología, dado que las artes ofrecen una forma de hacer que las convierte en la herramienta metodológica perfecta para despatriarcalizar la educación. Incorporan el pensamiento divergente frente al pensamiento lógico, positivista, convergente, y sus lógicas heredadas del sujeto patriarcal. Las artes llevan de fábrica el pensamiento crítico, ese que nos invita a reflexionar sobre lo establecido, sobre lo duro, sobre lo que siempre hemos pensado que tiene que ser.

La artes, desde la importancia que otorgan a la experiencia estética,demandan el placer, el extrañamiento, procesos de adquisición del conocimiento cargados de retórica, de ficciones, de subjetividades, desde la intuición y lo poético, y se encuentran en otros lugares alejados de aquellos normalizados por el sujeto patriarcal, tan defensor de la ciencia y de las demostraciones científicas.

Las artes se producen desde lo común, lo colaborativo y la sororidad; huyen tácitamente de lo individual, que es uno de los sinsentidos del proyecto de la genialidad masculina, un proceso de creación que nos creemos que no necesita de nada ni de nadie, que emerge mágicamente en determinados sujetos virtuosos y que imposibilita las prácticas artísticas a todas las demás, cuando todas sabemos que la inteligencia es colectiva, la creatividad es social, y el remix es la única forma de creación de conocimiento.

El patriarcado no es un señor viejo que nos mira raro, el patriarcado somos nosotras, las ideas que nos construyen, la cultura que nos moldea. Solo si aprendemos a desaprender seremos capaces de derribarnos, de construir otras ideas y otras culturas dentro de nosotras. La educación es la herramienta clave para avanzar en nuestra lucha, y la educación artística −el área más arrinconada y menospreciada de la educación−, la herramienta de trabajo más potente y transformadora para llevarla a cabo.

[1] El «Patrix», como lo llama Rosario Hernández Catalán en el prólogo del libro Maternidades subversivas de María Llopis.

*Todas las fotos de este artículo representan diferentes experiencias de la Escuela de Art Thinking 2017/18 y están realizadas por Borja Llobregat

Fuente: http://www.mariaacaso.es/patriarcado-no-senor-viejo-me-mira-raro/

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Entrevista con George Ciccariello-Maher y Trevor Aaronson: La supremacía blanca, el patriarcado y las armas de fuego

Entrevista con George Ciccariello-Maher y Trevor Aaronson
Por: Amy Goodman
El atacante de Florida tenía antecedentes de amenazas de muerte y violencia contra mujeres.

Diecisiete personas fueron asesinadas y al menos otras quince resultaron heridas el pasado miércoles en la Escuela Secundaria Stoneman Douglas del condado de Broward, Florida, en uno de los ataques con armas de fuego en escuelas más trágicos de la historia estadounidense. Nuevas pruebas indican que el atacante, un joven de 19 años de edad ex estudiante de la escuela llamado Nikolas Cruz, tenía un rasgo en común con muchos otros hombres que perpetraron ataques masivos con armas de fuego: antecedentes de maltrato y amenazas a mujeres.

El jueves, miembros del grupo de odio del nacionalismo blanco Milicia de la República de Florida también declararon que el atacante era un miembro de esa organización y que se había entrenado con la milicia. Más tarde, sin embargo, el líder del grupo desmintió los dichos. Los ex compañeros de Cruz sí lo describieron como alguien políticamente extremo que manifestaba posturas racistas.

Para saber más de este tema, hablamos con George Ciccariello-Maher y Trevor Aaronson. Ciccariello-Maher es profesor visitante de Hemispheric Institute en la Universidad de New York y autor del libro “Decolonizing Dialectics” (La descolonización de la dialéctica). Aaronson es director ejecutivo y cofundador del Centro para un Periodismo de Investigación de Florida y escribe para el sitio de noticias The Intercept.


Transcripción: Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN : El jueves el FBI confirmó que había recibido una advertencia sobre los comentarios en Internet de alguien que decía llamarse Nikolas Cruz. Se trata del nombre Nikolas escrito con K, N-I-K-O-L-A-S, algo inusual. El FBI fue notificado por un usuario de YouTube después de que Cruz dejara un comentario amenazante en un video. Este al agente especial del FBI Robert Lasky.

ROBERT LASKY : En 2017, el FBI recibió información sobre un comentario hecho en un canal del sitio YouTube. El comentario simplemente decía: “Voy a ser un tirador escolar profesional”. El comentario no incluía ninguna otra información que indique el tiempo, la ubicación o la verdadera identidad de la persona que hizo el comentario. El FBI realizó revisiones de bases de datos y chequeos pero no pudo identificar a la persona que realmente hizo el comentario.

AMY GOODMAN : Mientras tanto, han surgido nuevas pruebas que demuestran que el autor del tiroteo en la escuela de Florida, Nikolas Cruz, compartía un rasgo común con muchos otros hombres que han llevado a cabo tiroteos masivos: tenía un historial de abusos y amenazas hacia mujeres. Un estudiante le dijo al periódico The New York Times que Nikolas Cruz fue abusivo con su ex novia y que fue expulsado después de tener una pelea con el nuevo novio de ella. Otro estudiante le dijo a The New York Times que había sido amigo íntimo de Cruz hasta que Nikolas empezó a perseguir y amenazar a una amiga suya. Y el exprofesor de matemáticas de Cruz le dijo al Times que se sentía atraído por otra estudiante a la que había llegado a acosar.

Otros compañeros de la escuela también dijeron que Cruz era conocido por tener opiniones políticas extremas. El jueves, un grupo nacionalista blanco llamado La Milicia de la República de Florida afirmó que el autor del tiroteo era miembro del grupo y que se había entrenado con su milicia. Aunque después el líder del grupo negó esa afirmación. Los ex compañeros de clase de Cruz lo describieron como políticamente extremista. Un joven de 17 años llamado Ocean Parodie le dijo a The Daily Beast que Cruz “degradaba a las personas de religion islámica llamándolos terroristas”, además de afirmar que lo había visto vistiendo una gorra en apoyo a Trump.

Cruz una vez publicó una fotografía en Instagram usando una máscara y una gorra roja con la consigna “Make America Great Again” (Hagamos a EE.UU. grande de nuevo). CNN también transmitió imágenes que muestran a Cruz sin camisa, usando la misma gorra y disparando un arma en el patio de su casa. El video fue grabado por un vecino. Un joven de 16 años llamado Josh Charo que estuvo con Cruz en el JROTC, el programa de entrenamiento militar para niños de escuelas secundarias, dijo que Cruz solía expresar creencias racistas. Charo le dijo a The Daily Beast: “Siempre hablaba de cómo sentía que los blancos eran algo superiores que el resto, diciendo cosas como: ‘Mi gente está aquí industrializando el mundo y comenzando cosas nuevas, mientras tu gente [es decir, negros y latinos] simplemente están ocupando espacio’”. En un comentario que publicó en un video de YouTube, Nikolas Cruz también se refirió a los manifestantes antifascistas, conocidos como Antifa, y amenazó con asesinarlos en masa. Su comentario decía: “Voy a ver cómo caen las ovejas, f****** antifa, quiero matar a todos los que pueda”.

Nos acompañan ahora dos invitados. Desde Filadelfia, está con nosotros George Ciccariello-Maher, profesor visitante del Instituto Hemisférico de la Universidad de Nueva York, autor de “Decolonizing Dialectics” (Descolonizando la Dialéctica). Y desde Florida, nos acompaña Trevor Aaronson, el director ejecutivo y cofundador del Florida Center for Investigative Reporting, una organización de periodismo sin fines de lucro. Aaronson también colabora con The Intercept. Trevor, empecemos con usted. ¿Qué es lo que debemos entender en este momento sobre lo que ocurrió en Florida?

TREVOR AARONSON : Lo cierto es que hubiéramos tenido más información de la que hemos tenido hasta hoy si el nombre de Nikolas Cruz fuera Mohammed Mohammed.

En ese caso la pregunta hubieras sido: ¿Cuál fue la falla de inteligencia del FBI en esto?

Lo que quiero decir es que si recuerdas la respuesta de los medios y la protesta pública que siguió al tiroteo de Omar Mateen en Orlando, la gran pregunta entonces era: ¿cómo se nos pasó por alto esta amenaza? ¿Cómo pudo el FBI pasar esto por alto?

Y creo que lo que estamos viendo es que el FBI tiene ciertos mecanismos, a través de los procesos llamados evaluaciones de amenazas, para llevar a cabo investigaciones de amplio alcance sobre personas que puede representar una amenaza para la sociedad o la seguridad pública, y que en el caso de Omar Mateen vimos dos de esos mecanismos puestos en marcha porque alguien había mencionado al FBI que Omar Mateen conocía a los terroristas de la maratón de Boston.

Eso justificó una investigación en la cual el FBI entrevistó a Mateen y miró en detalle sus antecedentes. Por el contrario, en el caso de Nikolas Cruz, él hizo declaraciones amenazantes en Youtube. Dada la ortografía inusual de su nombre, y dado que él usó su nombre real en los comentarios de las redes sociales, es un poco difícil de creer que el FBI no logró encontrar algo de información en los registros, incluidos los registros de compra de armas. Eso les hubiera permitido al menos tener un motivo para continuar con la investigación.

Así que creo que lo que queda en este caso es realmente la pregunta de qué sabía el FBI y de si debería haber continuado con el caso de manera más agresiva. A partir de lo que hemos visto en otras investigaciones anteriores, creo que si ellos hubieran creído que Nikolas Cruz estaba involucrado en algún tipo de ideología radical, involucrando con el Islam, con ISIS o al-Qaeda, habrían hecho una investigación mucho más vigorosa de la que se hicieron, de acuerdo a lo que el FBI ha presentado hasta ahora sobre su investigación de Nikolas Cruz.

AMY GOODMAN : El sospechoso, Nikolas Cruz, según los informes, comentó en YouTube, “Voy a ser un tirador escolar profesional”, con su nombre, con la ortografía particular de su nombre. Y desde el año 2010, la policía local visitó 39 veces a su familia ante llamados por violencia doméstica o por tener a un individuo mentalmente enfermo en la casa, según CNN . Sus vecinos hablan de que la policía estaba constantemente en su casa. Eso es serio. Y, sin embargo, el FBI dice: “No podemos empezar una investigación con algo así”.

TREVOR AARONSON : Sí, creo que es importante recordar que después del 11 de septiembre de 2001 el gobierno creó una serie de entidades, o reforzó una serie de entidades, cuya labor era permitir un mayor intercambio de información e inteligencia entre los departamentos de policía y las agencias federales. Una gran parte de eso fue la creación de fuerzas de trabajo conjunto contra el terrorismo en todo el país. Y uno de los equipos más grandes de la nación está en el sur de Florida, y eso facilita el intercambio de información, de datos de inteligencia, entre la policía local y los oficiales de las fuerzas federales.

Hay una forma en la que se supone que el sistema debe funcionar. El sistema fue diseñado, en gran parte, para encontrar a los atacantes del siguiente 11-S, por así decirlo. Pero también fue diseñado para encontrar personas como Nikolas Cruz, quienes pueden ser una amenaza significativa a la seguridad pública. Y se supone que el sistema está diseñado para identificar amenazas, como el comentario de YouTube que hizo Cruz, con su propio nombre, sin usar un alias, y aparentemente sin usar una VPN para proteger su dirección IP.

Este tipo de información debería haberse procesado a través de algo así como estas JTTF (siglas de las fuerzas conjuntas contra el terrorismo), lo cual podría haberlo relacionado con las visitas de la policía a su casa en el condado de Broward. Creo que es importante reconocer eso. Por supuesto que es fácil juzgar a posteriori y decir: “Esto es lo que el FBI pasó por alto”. Pero también creo que es importante señalar que ese era realmente el trabajo del FBI . A partir del 11-S su objetivo principal ha sido encontrar amenazas antes de que sucedan.

Y eso no solo involucra a las personas que están inspirados por ISIS y al-Qaeda. También involucra a personas que están inspiradas por otras ideologías radicales, o quiénes son, francamente, como señaló Donald Trump, enfermos mentales. Es decir, el objetivo debe ser, sin importa cuál es la ideología o el propósito, que si alguien representa una amenaza significativa, se deben poner en marcha estos procesos de intercambio de información que se supone que pueden ayudar al FBI a identificar a la persona antes de que cometa un crimen.

AMY GOODMAN : Quiero pasar por un momento a un invitado que tuvimos recientemente. Poco después del tiroteo en el club nocturno Pulse en Orlando, en junio de 2016, no muy lejos de donde el tiroteo de Parkland acaba de suceder. Democracy Now! habló con Soraya Chemaly, y le pregunté sobre esta conexión que usualmente es pasada por alto entre la violencia doméstica y los tiroteos masivos.

SORAYA CHEMALY : Lo que podemos ver repetidamente en estos casos de violencia masiva, cuando cuatro o más personas son asesinadas, es que el perpetrador tenía antecedentes de haber atacado a un compañero íntimo, a una pareja. Sucedió en la masacre de Boston. Sucedió en Sandy Hook.

Y entonces, para muchos de nosotros, cuando ocurren estos sucesos de alguna manera sabes que una información así va a salir a la luz. Así que nos preguntamos: ¿Por qué es que este tipo de comportamiento no es visto como un elemento esencial para comprender la mortalidad en la violencia pública? Si tienes una persona que vive en tu comunidad que es violentamente abusiva hacia su familia, eso es una preocupación para la comunidad en general.

En el caso de Orlando, parece que no hay ningún reporte hecho a la policía, algo que a menudo ocurre, lo cual significa que como sociedad estamos inhibidos de tomar medidas adicionales. Entonces, el atacante, por ejemplo, fue completamente capaz de ir y obtener armas legalmente. Tenemos una ley federal que debería haber prohibido eso siendo que, por ejemplo, él había tenido una orden de alejamiento en su contra. Pero más de 50 estados no tienen leyes que respalden eso.

AMY GOODMAN : Esa era la periodista Soraya Chemaly. Y nuevamente, solo para reiterar, un estudiante le dijo a The New York Times que Nikolas Cruz fue abusivo con su ex novia y que fue expulsado después de tener una pelea con el nuevo novio de ella. Otro estudiante le dijo al Times que había sido amigo íntimo de Cruz hasta que comenzó a perseguir y amenazar a una amiga suya. Un profesor de matemáticas dijo que estaba molestando a otra alumna hasta el punto de acosarla. George Ciccariello-Maher, dénos su opinión.

GEORGE CICCARIELLO – MAHER : Lo que sabemos es que este tirador, quien es aparentemente un supremacista blanco, también ha sido violento con las mujeres. Esto es algo que se sabía. Y no es una sorpresa. Estas cosas van de la mano porque la supremacía blanca y el patriarcado son estructuras violentas de poder que llevan a responder a una frustración u obstáculo con violencia. Y sin embargo, cada vez que hablamos de esto en los medios, una y otra vez, la situación es tratada como si fuera la primera vez que ocurre.

Y todos los datos y la información que tenemos a nuestra disposición nos están diciendo claramente que eso es lo que ocurre. Por ejemplo, se habló de este tema, de esa conexión, después del tiroteo en Las Vegas, cuando se dio a conocer que el tirador había sido, en público, violentamente agresivo hacia su propia pareja. Esto es algo que sucede repetidamente en casos como este. Y es realmente frustrante tener que decir una y otra vez que esta correlación existe, que esa violencia hacia las mujeres, y en ese caso también violencia hacia los animales, ese tipo de respuestas violentas y de agresiones a lo largo de la vida de la persona, tienen algo que ver con esos sentimientos de dominación expresados en lo que es aparentemente una ideología de supremacía blanca.

AMY GOODMAN : Para hablar más al respecto del tema de la conexión con la ideología de la supremacía blanca volvamos a escuchar a Trevor, y luego seguiremos con George. Trevor Aaronson, hablando de esta conexión, ¿hay una persona de un grupo de supremacía blanca de Florida que dijo que Nikolas Cruz se entrenó con ellos, pero ahora se retractó?

TREVOR AARONSON : Sí. Inicialmente, teníamos algunos informes que surgieron inicialmente de una investigación que hizo la Liga Anti-Difamación y que vinculaba a Nikolas Cruz a un grupo con base en Tallahassee llamado la República de Florida, un grupo nacionalista blanco que dice que está tratando de crear un estado de Florida solo para blancos. Y lo que dijo el líder de ese grupo, Jacob Jered, fue que Nikolas Cruz se había entrenado con ellos y que era un miembro de su grupo. Y, de hecho, en una entrevista posterior con The Daily Beast, Jacob Jered dijo que ellos habían comprado un arma para él y también que se entrenó con ellos en Tallahassee.

Luego, en Gab, que es una plataforma de redes sociales similar a Twitter hecha para proporcionar un hogar a los supremacistas blancos que han sido expulsados ​​de Twitter por sus puntos de vista odiosos, Jacob Jered, el líder de la República de Florida, se desdijo. Básicamente, él indicó: “Bueno, tenemos varias personas llamadas Nikolas, y me confundí”. Entonces, es difícil saber si Jacob Jered solo estaba usando este caso como una estrategia para dar a conocer el nombre de su organización. Y si ese es el caso, ciertamente funcionó. También es posible que Nikolas Cruz tuviera algunas ideas a favor de la supremacía blanca.

Las fuentes en este momento son un poco vacilantes y es difícil de saberlo con precisión. Basándome en algunos de los comentarios que hizo contra Antifa, por ejemplo, se puede decir que ciertamente tenía alguna ideología política de derecha, pero al mismo tiempo pienso que no es del todo claro si él fue realmente parte de un grupo de supremacía blanca o si se identificaba con una ideología de supremacía blanca.

AMY GOODMAN : Y, por supuesto, tienes a sus amigos afirmando que era islamofóbico, y que él decía que los blancos eran superiores a los negros y los latinos. Continuemos con este tema de la conexión entre este tipo de racismo y su misoginia.

TREVOR AARONSON : Sí, volvamos a ese punto que estaba señalando antes acerca de cómo el sistema de evaluación de amenazas del FBI está diseñado para establecer este tipo de señales de advertencia y reunirlas y armar un perfil de quién podría ser peligroso, y luego asignar recursos en consecuencia, ya sea para ir a la casa de Nikolas Cruz, entrevistarlo y tal vez asustarlo directamente, o para construir un caso, reunir toda la información que podría darte razones para sospechar que podría ser peligros en un futuro.

Sin duda, los comentarios que hizo en YouTube y sin duda el tipo de comentarios racistas que él había hecho, en una evaluación de amenazas, por ejemplo, podría llevar a entrevistar estudiantes y amigos. Ese es el tipo de proceso podría haber desenterrado las cosas que los medios de comunicación ya han desenterrado, que es que Nikolas Cruz parecía tener algunas creencias de derecha que pueden haberlo llevado a tomar acciones violentas. Si el FBI hubiera investigado esto, como los ves investigar casos de posible extremismo islámico, creo que es razonable pensar que lo que el FBI hubiera sabido sobre Nikolas Cruz hubiera sido mucho más de lo que ellos sabían cuando ocurrieron los disparos. Lo que básicamente sabían sobre Nikolas Cruz en el momento del ataque es muy poco, según el FBI ha admitido, o tal vez nada.

AMY GOODMAN : Nikolas Cruz estuvo involucrado con JROTC (los entrenamientos militares para niños en escuelas), George Ciccariello-Maher, ¿podría hablar sobre sus preocupaciones en cuanto a eso? También una de las mujeres jóvenes que fue asesinada había sido miembro de JROTC.

GEORGE CICCARIELLO – MAHER : Creo que deberíamos estar muy atentos a todos estos factores. Es difícil enfocarse en su participación en un programa de entrenamiento militar que en realidad está muy extendido en el país. Sin embargo, sí debemos ser conscientes, en realidad, de que estos son programas de entrenamiento militar para un gobierno de Estados Unidos que está involucrado en la violencia masiva en el exterior. Entonces, no siempre deberíamos sorprendernos de ver como esa violencia se ve reflejada en nuestro país.

Creo que en este caso deberíamos enfocarnos en cuanto a su participación en la organización de la supremacía blanca. Sé que hay muchos datos yendo y viniendo al respecto. No me sorprendería que el fundador de esta organización nacionalista blanca se retractara de sus comentarios por miedo al escrutinio público que iba a recibir. Como yo lo entiendo, también fue confirmado por ABC , a partir de testimonios de varios compañeros de clase, que él había estado involucrado en este grupo. Y creo que debemos ser conscientes de que el año pasado hemos visto un aumento dramático en las expresiones públicas de supremacía blanca, de violencia nacionalista blanca.

Sabemos que estas son organizaciones violentas. Sabemos que están generando violencia. Lo hemos visto en Charlottesville. Lo hemos visto cuando los partidarios de Milo Yiannopoulos abrieron fuego contra sus opositores, entre otros casos. Y partidarios de Richard Spencer han alentado la violencia en las protestas. Al mismo tiempo, nos dicen que estas son solo ideas en el gran mercado de las ideas para ser debatidas y discutidas. Pero lo que necesitamos es darnos cuenta de que uno no puede discutir la supremacía blanca. No la pones en debate. La destruyes. La desarmas. Y eso es algo que tenemos que hacer en un nivel mucho más amplio, mientras estamos tratando de lidiar con lo que está pasando en esta instancia, porque vemos que hay gente que se está volviendo radical.

Por supuesto, si fueran, por algún caso, musulmanes, la pregunta sobre dónde adoptaron esas ideas radicales se vuelve un meme, algo viral, y sin embargo, no nos hacemos esta pregunta cuando se trata de estos jóvenes blancos radicalizados, quiénes están involucrados en esta violencia masiva, están en grupos de discusión. Si es verdad que Cruz estaba vinculado con ideas de supremacía blanca, se trata del segundo tiroteo escolar de extrema derecha en dos meses. El último fue en Nuevo México, perpetrado por alguien que participó activamente en The Daily Stormer, uno de los sitios web de extrema derecha y antisemita más violentos.

Esta relación resulta directa. Sin embargo, Trump eliminó casi todo el escrutinio o el control hacia los grupos de supremacía blanca. Incluso Obama había estado recortando el financiamiento para este fin. Entonces, sabemos que el gobierno no tiene ningún interés en enjuiciar y socavar las organizaciones de supremacía blanca, y que las organizaciones en el terreno van a necesitar hacer eso ellos mismos.

AMY GOODMAN : Bueno, vamos a terminar aquí. Quiero agradecerles a los dos por estar con nosotros. A Trevor Aaronson, que nos acompañó desde San Petersburgo, y trabaja en Center for Investigative Reporting de Florida y en The Intercept. Y a George Ciccariello-Maher, académico visitante en el Instituto Hemisférico de la Universidad de Nueva York, que nos habló desde Filadelfia. Esto es Democracy Now! 

Fuente: http://www.democracynow.org/es/2018/2/16/white_supremacy_patriarchy_and_guns_fl

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=238317

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Las Teologías del Sur son poscoloniales y decoloniales

Reseña:

Pretenden liberar a Dios del fundamentalismo, del imperialismo y de la violencia religiosa.

Las teologías del sur han surgido en el seno de los países oprimidos por el colonialismo, que sigue vivo y activo en todos los campos. Son teologías emergentes, poscoloniales y decoloniales, que cuestionan el sujeto teológico único falsamente universal. El objetivo de estas teologías es liberar a Dios del fundamentalismo, del patriarcado, del mercado, del imperialismo, del antropocentrismo y de la violencia religiosa.

l término Teología ha evolucionado hacia una ampliación de su sentido original, de manera que el concepto precisa de otros términos que concreten la acepción que se le pretende dar. En esta ocasión, se trata de las teologías surgidas en el sur, en contraposición a la del norte, radicada especialmente en Europa, de donde sus ideas de la divinidad se trataron de implantar forzadamente en los territorios que colonizaba. Conocer estas teologías meridionales desde una base norteña no es tarea fácil ni cómoda, pues supone el desprendimiento de paradigmas previos para abrirse a otros nuevos.

Esta es la tarea que se impuso Juan José Tamayo quien, tras años de diálogo y reflexión, ha reunido el fruto de su experiencia en un interesante libro: Teologías del Sur. El giro descolonizador (Editorial Trotta, Madrid, 2017). Un libro que recoge, de entrada, una introducción de muy obligada lectura ya que, además de sintetizar el recorrido intelectual del autor hasta culminar en esta publicación, aporta un completo panorama del satatus quaestionis, muy útil para la comprensión del fenómeno que analiza y, también, para obtener un marco adecuado para la mejor comprensión del contenido del libro.

Ya el título que encabeza esta introducción es más que significativo: Cambio de paradigma en el relato teológico. Los cambios de paradigmas surgen hoy por doquier, ya que lo que llamábamos cambios de mentalidad son tema habitual; se habla de un nuevo paradigma de la realidad, o de otro paradigma de la ciencia o de la filosofía.

Es decir: nos enfrentamos no al cambio de una disciplina concreta, sino al cambio de las premisas, hasta ahora bien asentadas, que nos permiten la comprensión y utilización de esa disciplina. En otras palabras, hablamos de una nueva óptica con la que interpretar lo que ocurre en nuestro entorno. Y es lo que nos ofrece Tamayo; hasta ahora, la teología era monolítica, dogmática, inamovible; ahora, surgen nuevas maneras de entenderla, de comprenderla, de criticarla y de modificarla.

Esta nueva visión se hace “en el horizonte de la liberación desde la opción por los pueblos oprimidos, con el reconocimiento de las diversidades culturales y en actitud crítica del capitalismo. Se trata de una teología histórico-crítica ubicada en el ancho mundo de la marginación y la exclusión, que intenta responder a los principales desafíos de nuestro tiempo, en diálogo con las ciencias sociales, las ciencias de las religiones y los nuevos climas culturales del Norte y del Sur”. No se trata, por tanto, de una teología abordada como una actividad académica, sino que hunde sus raíces en la praxis de la liberación como parte de la metodología y del propio contenido teológico.

Es significativo que Tamayo destaque tres centros entre todos los que ha visitado para ofrecernos su trabajo: el DEI (Departamento Ecuménico de Investigación), la CETELA (Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoamericana y Caribeña) y UBL (Universidad Bíblica Latinoamericana). Y, también, que resalte su investigación en el proyecto ALICE-Espejos extraños, lecciones imprevistas, que pretende definir para Europa un modo nuevo de compartir las experiencias del mundo.

ALICE detecta que Europa y el Norte global experimentan una sensación de cansancio intelectual y político, con una manifiesta incapacidad para dar una respuesta creativa a los desafíos de la justicia social, medioambiental y cultural que definen a nuestro mundo. Y, al propio tiempo, constata que el Sur global vive un esperanzador momento de innovación en todos los campos en los que el Norte global muestra agotamiento: económico, social, político, institucional, cognitivo. Esto, evidentemente, pone de manifiesto la presencia de un nuevo paradigma de comprensión de esta realidad.

La lección más importante

En su actividad, Tamayo reconoce la importancia que, dentro de los múltiples diálogos interreligiosos e interculturales que mantiene, alcanzan sus contactos con las personalidades del mundo musulmán, que le han llevado a desarrollar un proyecto complejo como es el de la teología islamo-cristiana de la liberación. Y expresa su experiencia y convicción: “La lección más importante que he aprendido en este diálogo crítico y autocrítico es que el futuro de la humanidad y de las religiones no se puede construir en contra, por encima o al margen del islam, sino en diálogo crítico y autocrítico con él, y que el futuro de las religiones no pasa por el anatema, sino por el diálogo de experiencias y saberes sin prejuicios ni jerarquizaciones apriorísticas”.

Es el propio autor quien ha recorrido el cambio de paradigma, pasando de un sueño dogmático a una nueva comprensión de su vida, de su pensar la religión y de hacer teología, basada en un proceso dialéctico de desaprender-reaprender. Un camino cargado de desafíos de los que advierte a quienes pretendan seguirlo o, al menos, comprenderlo.

Afirma Tamayo que las religiones son un constructo humano, surgido en un momento determinado para responder a los desafíos de esa época. Y como tales creaciones humanas son objeto de estudio por diferentes disciplinas: filosofía de la religión, fenomenología de la religión, psicología de la religión, antropología de la religión, historia de las religiones, etc. Y si  ellas, las religiones, pretenden tener una presencia significativa en este tiempo, han de estar atentas a las nuevas preguntas y nuevos desafíos que se presentan.

Tales desafíos no se producen de manera aislada, sino interrelacionada e interdependiente; por ello han de ser estudiados interdisciplinariamente: por ejemplo, no se pueden analizar las relaciones políticas sin tener en cuenta las relaciones económicas; así las cosas, nos ofrece el autor una lista de los retos más destacados que ha seleccionado para este ensayo.

De entre ellos y para este libro, ha elegido centrarse en el desafío del colonialismo, el neocolonialismo, los movimientos descolonizadores y las teorías poscoloniales y descoloniales. Y, junto al desafío, su alternativa: el giro descolonizador que están llevando a cabo las religiones y sus correspondientes teologías del Sur global.

Porque para él, el colonialiosmo sigue vivo y activo en todos los campos, retroalimentándose y reforzándose con otros sistemas de dominación, tales como el patriarcado, el capitalismo global, el desarrollo científico-técnico de la Modernidad, el antropocentrismo depredador de la naturaleza y los diferentes fundamentalismos. Y la tarea de descolonización afecta de manera especial a Europa, que desde siglos constituye el centro del colonialismo moderno.

Surgen así los estudios poscoloniales, un discurso que Tamayo define, citando a Beltrán, como “un conjunto de esfuerzos, principios, actitudes, fuerzas y procesos que buscan transformar la posición marginalizada de sujetos y sociedades dentro de una perspectiva global […] Es un discurso antisistémico, no teleológico, ni necesariamente oposicional, cuyo interés radica en deconstruir binarismos, interrogar linearidades y facultar sujetos marginalizados”.

Y nos ofrece las líneas principales por las que discurren dichos estudios: crítica del eurocentrismo en las ciencias sociales, la crítica del colonialismo (con especial mención a los subaltern studies), crítica de la colonialidad y del capitalismo constitutivos de la modernidad, junto a la aparición de la transmodernidad, del giro descolonizador, las epistemologías del Sur, la crítica contra la ideología colonial del orientalismo,  los feminismos periféricos, etc.

Cierra Tamayo esta obligada introducción a su obra con una guía para acometer su lectura. Introducción que, como se ha apuntado, es necesario conocer, porque sintetiza, de manera muy clara, el recorrido que ha seguido hasta el momento de presentarnos el fruto de su estudio.

Relaciones hegemónicas

Siguiendo la guía de lectura que nos propone Tamayo, nos encontramos con un primer capítulo en el que analiza las religiones hegemónicas desde una perspectiva histórico-crítica; unas religiones que, partiendo del abandono del pluralismo en su marcha hacia la uniformidad, niegan la diversidad religiosa y cultural, imponiendo un sistema único de creencias. Han sido a lo largo de la historia fundamentales agentes del colonialismo, el patriarcado, la eliminación de la diversidad cultural, religiosa, epistemológica y la biodiversidad. Y el autor nos ofrece su visión de seis paradigmas religioso-epistemológicos.

Nos habla, en primer lugar, del giro monoteísta, cuando se pasa de un politeísmo generalizado a la creencia en un único dios; un giro que impidió que los dioses existentes hasta entonces, que transitaban de una creencia a otra con un simple cambio de nombres, vieran interrumpida su traductibilidad. La divinidad única se erige como verdadera y considera enemigas a todas las otras deidades, generando diferentes tipos de violencia para establecer y consolidar su hegemonía.

Con tal sustrato, no es extraña la aparición de un nuevo paradigma, el católico romano medieval que se ha extendido hasta fechas nada lejanas. Su principal característica es la vinculación que establece con el poder político, al que apoya y sustenta a cambio de su exclusividad y en el que las mujeres solo alcanzan un papel de total subordinación. Que se produjeran reacciones contrarias es una respuesta lógica, manifestada en movimientos tales como el catarismo, el franciscanismo, el movimiento valdense, etc. Este paradigma se extendió hasta el pontificado de Juan XXIII y la realización del Concilio Vaticano II.

Pero esta realidad no permaneció en Europa, sino que acompañó a los conquistadores de América Latina, donde la imposición del cristianismo actuó como instrumento de control religioso, dominación política, mantenimiento del orden social y hegemonía cultural. Un cristianismo que no pasó de ser una copia y sucursal del catolicismo hispano romano: un cristianismo antimoderno, antiliberal, contrarrevolucionario, patriarcal y colonial. A esta primera oleada siguió otra, ya en el siglo XX capitaneada por un clero católico empeñado en modernizar su Iglesia. También este paradigma tuvo sus detractores, críticos con la colonización y defensores de las comunidades indígenas.

Tras América, África. Con certeras palabras nos expone Tamayo este paradigma: “En el siglo XIX se produjo un cambio religioso y cultural en el continente africano a través de las misiones cristianas, que supuso el tránsito de las religiones ancestrales y originarias al cristianismo eurocéntrico colonizador, dogmático, uniforme y legitimador de los imperios europeos”.

Porque el imperialismo, un capitalismo en expansión, la colonización del continente y misiones cristianas son una constante en la historia africana. Esto supuso el intento de eliminar las culturas y espiritualidades originarias, a las que se calificaba de paganas e inferiores y la imposición de un imperialismo cultural y espiritual. Aunque el autor reconoce el papel desempeñado por las escuelas cristianas en la oposición a las conquistas coloniales, el fomento de valores africanos y la formación de muchos de sus líderes.

Lo sucedido en Asia no difiere mucho de lo que se ha venido exponiendo. Desde su llegada al continente, el cristianismo impuso un proceso de occidentalización en todos los órdenes de la vida, fue irrespetuoso con las culturas y religiones asiáticas, sin tener en cuenta que es una religión de tardía arribada a este continente y que  cuenta con un escaso número de seguidores. La alternativa ha sido una teología indígena que no sigue la tradición greco-occidental ni, incluso, la teología euroamericana, ambas alejadas de su realidad asiática.

En un paso más, el autor, por sus características especiales, deja a un lado la ubicación geográfica para centrarse en un mundo mucho más complejo como es el musulmán. Acusa a Occidente de pensar a Oriente partiendo de clichés ideológicos etnocéntricos que responden a los intereses y estrategias del poder dominante. Y nos ofrece unos a modo de destellos, a modo de ejemplos, que ilustren su planteamiento. Nos habla, así, de la sumisión cultural que se produjo en el tránsito de la Turquía del imperio otomano a la República laica; pero esto no es óbice para reconocer que los estados islámicos fundamentalistas no se distinguen, precisamente, por su respeto a los derechos humanos, aportando el ejemplo de la República Islámica de Irán, algunas actitudes de los Hermanos Musulmanes, etc.

Más sutil es la cristianización y occidentalización del concepto de religión. Palabras de Tamayo: La concepción de la religión ha sido elaborada por la tradición religiosa y cultural de Occidente conforme al cristianismo, que ha servido de referencia para la definición de religión y para la valoración, con frecuencia negativa, del resto de las religiones”. Y ofrece una serie de características que atribuye a la teología católica, tales como la trascendencia frente a la inmanencia, el proyecto de salvación metahistórica, el desprecio del cuerpo, la institucionalización jerárquica, etc.

Finalmente, Tamayo aborda la tipología hegemónica de las religiones que lleva el sello del centralismo, con un desigual reconocimiento y una jerarquización. Y nos ofrece varias tipologías, todas ellas marcadas por criterios imperiales y coloniales, tales como la que distingue entre religiones universales y religiones locales o minoritarias, la tipología que distingue entre religiones monoteístas y religiones politeístas, o entre religiones reveladas y religiones naturales.

En definitiva, nos ofrece el autor un panorama bastante duro de una realidad que, afortunadamente tiene visos de cambio.

Teologías emergentes

“El capítulo segundo se centra en el análisis de las teologías emergentes, poscoloniales y decoloniales, que cuestionan el sujeto teológico único falsamente universal y toman conciencia de la emergencia de los otros-as en todos los terrenos de la existencia humana, también en la vida y el discurso de las religiones”. Son estas las palabras con las que Tamayo nos introduce, según el itinerario que nos propuso, en tan apasionante tema.

Parte de la premisa de que, en la Modernidad europea, la teología cristiana fue una disciplina irrelevante en el concierto de saberes; sin argumentos, se opuso tenazmente al clima cultural y filosófico del momento; se opuso a los avances científicos y a las revoluciones sociales, aunque muchas de ellas tenían como base el Evangelio. Fue conservadora en el campo político, defendiendo el orden establecido y rechazando las libertades y los derechos humanos.

De esta situación comenzó a salir lentamente en los siglos XIX y XX, con el recurso a los métodos histórico-críticos y a los sociológicos de la antropología, abandonando  una teología que estaba alejada de la realidad humana, centrada en cuestiones celestiales. Una teología que “apenas motivaba el pensar de la fe, alejaba la experiencia religiosa, de la reflexión sobre Dios y, por supuesto, del compromiso y del testimonio de la fe”.

Ese avance que se apuntaba lleva a la teología a una etapa de madurez, que se caracteriza por una gran creatividad y un amplio pluralismo, y cita el autor a cinco movimientos que señala Gibellini: 1) El de la teología liberal, que propugna una teología científica entendida como saber histórico y reflexión crítica; 2) el de la teología dialéctica, continuado por la teología de la palabra; 3) la teología del giro antropológico, cuyo horizonte es el ser humano, y que se despliega en varias tendencias: la teología existencial, la hermenéutica, la de la cultura y la trascendental; 4) el de la teología centrada en las relaciones entre cristianismo, Modernidad, secularización y liberación y que se despliega en tendencias tales como la teología de las realidades temporales, de la secularización, de la revolución, de la esperanza, teología política, teologías de la liberación y teología feminista; y 5) el de la teología intercultural, interétnica, interreligiosa y ecológica.

Así, pues, la teología se abre lentamente a nuevos horizontes, como el hermenéutico, el intercultural, el interreligioso, el feminista, el ético-práxico, el ecológico, el anamnético, el utópico, el simbólico, el económico-político, el decolonial, el de la liberación, el de la misericordia y el de las ciencias de las religiones, a todos los cuales dedica certeras explicaciones. Por lo que frente a aquella teología monolítica e inamovible, “la teología hoy ha de caracterizarse por la provisionalidad y el tanteo, la búsqueda y la interrogatividad, la imaginación y el riesgo, la autocrítica y la sospecha permanente”.

Pues bien, en este contexto de creatividad teológica es donde han de situarse las teologías emergentes, entendiendo por tales los discursos religiosos que se desarrollan con nuevos sujetos teológicos, rompen con los estereotipos de un sujeto supuestamente universal, pero en realidad local, parcial, excluyente. Son, por consiguiente, teologías que desnormalizan, desnaturalizan, desacralizan y desdivinizan, dando lugar a nuevos discursos teológicos.

Ejemplos de tales nuevos discursos son las teologías de la liberación por parte de los seres humanos empobrecidos, las teologías feministas, las teologías indígenas de la liberación por parte de los pueblos originarios, las teologías afrodescendientes de la liberación, las teologías de los colectivos lgtb, la teología del diálogo intercultural e interreligioso, la teología ecológica, la política y la económica, así como las teologías poscoloniales.

Se trata, en definitiva, de la emergencia del otro, de los otros, de la otra, de las otras; una emergencia que ha provocado activa oposición y condena por parte de los poderes conservadores e integristas. Ahora, las personas consideradas subalternas pasan a ser el sujeto privilegiado de la revelación y de la teología.

El objetivo de estas teologías es liberar al mismo Dios de las estructuras ideológicas de la opresión que el cristianismo ha construido históricamente, en otras palabras, fruto de la reflexión del autor, “liberar a Dios del Dios del fundamentalismo, del patriarcado, del mercado, del imperialismo, del antropocentrismo y de la violencia religiosa”.

Foto: Bilder_meines_Lebens

Teologías poscoloniales

Las teologías poscoloniales figuran entre las emergentes que comentamos, unas teologías caracterizadas por la deconstrucción de los paradigmas religiosos-epistemológicos coloniales y la recuperación del variado universo cultural, ético, religioso y epistemológico de las tradiciones religiosas y culturales y de las experiencias de vida de las comunidades originarias.. Nacen y se desarrollan muy vinculadas con los movimientos sociales de colectivos oprimidos.

Tamayo nos ofrece, seguidamente, un extenso análisis de los trabajos que se llevan a cabo en materia de teología poscolonial, centrándose en los que realizan dos centros de referencia, la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo (ASETT) y el Foro Mundial de Teología y Liberación (FMTL). Estas páginas suponen un resumen de los trabajos que se llevan a cabo en este orden y en los que el propio autor participa activamente y que, en varios sentidos, constituyen elementos utilizados en la elaboración de esta interesante obra.

Tras estos primeros capítulos que sirven de referencia, Juan José Tamayo desciende (o asciende) al terreno de lo concreto, planteando, en primer lugar, el tema de las teologías africanas. No puede sentirse orgullosa Europa y en menor medida América del papel que ha jugado en este continente.

Con referencias a Luis de Sebastián, el autor cita diez plagas que han marcado el paso del norte por África: el subdesarrollo, enfermedades, guerras, hambre, maltrato a las mujeres, falta de democracia, corrupción, explotación, deuda externa y marginación e insignificancia. Triste herencia. Porque, junto a la pobreza estructural, los africanos sufren la pobreza antropológica, causada por el colonialismo que ha provocado la pérdida de sus culturas e idiomas, el debilitamiento de su capacidad creativa, la destrucción de sus valores autóctonos, sus creencias y símbolos religiosos.

África cuenta con una rica variedad religiosa que va desde las religiones originarias hasta el islam y el cristianismo, siendo aquellas frecuentemente menospreciadas y minusvaloradas. El cristianismo, por su parte, ha realizado un proselitismo violentador de las conciencias para imponer su paradigma, mientras que tradicionalmente margina a las comunidades locales de los centros de poder eclesiástico.

“En ese contexto viene desarrollándose desde hace varias décadas un cristianismo descolonizador y una teología de la liberación que integra los elementos fundamentales de la antropología africana”. Se trata de una teología no hecha a imagen y semejanza de la europea, sino que nace en su propio contexto. En este recorrido hay varias etapas que el autor analiza.

Así, nos habla de una recuperación de la identidad cultural africana con un primer paso centrado en la revista Présence Africaine y en el primer Congreso Internacional de Escritores y Artistas Negros. Un segundo escalón se produce con la aparición del libro Des prêtres noirs s’interrogemt, firmado por un grupo de sacerdotes africanos y que se considera como el acta de nacimiento de la teología poscolonial negra africana, defendiendo la indigenización del catolicismo. En la etapa siguiente se produce la aparición de dos enfoques, uno pluralista que considera la autoridad casi exclusiva de la cultura occidental como una traición a la personalidad africana; y el enfoque universalista, que pone el acento en el carácter universal del cristianismo y su teología.

Ocupa varias páginas un serio comentario sobre los congresos africanos de teólogos del tercer mundo, en uno de los cuales, el celebrado en Accra, se definen las características de una teología africana: contextual, de la liberación, inclusiva de las mujeres, que compagine la reflexión bíblica con el análisis interdisciplinar y teología desarrollada en medio de la conflictividad histórica.

Esta teología emergente busca anular las estructuras religiosas llegadas de la mano de la colonización, buscando la creación de pequeñas comunidades insertas en la cultura africana con una organización mínima y flexible, implicando un diálogo interreligioso, intercultural e interétnico.

Para Juan José Tamayo se dan varias tendencias en la teología y el cristianismo africano. Enumera y presenta, así, la teología culturalista, que acentúa el elemento de la identidad en torno a la categoría “negritud”; la teología africana de la liberación, que va más allá de la culturalista, creyendo necesario hacer un análisis más amplio de la realidad que tenga en cuenta, además de los aspectos culturales y étnicos, los económicos, políticos y sociales; la teología de la reconstrucción, que busca un nuevo paradigma para la reflexión y organización concreta de la vida de las iglesias; la teología feminista, que intenta dar expresión literaria a las aspiraciones religiosas de las mujeres africanas y reformular sus relaciones con Dios en el contexto de la cultura africana; en definitiva, no hacer teología como si fuesen europeos de piel negra, sino buscar la apropiación africana del cristianismo.

Por sus especiales características de lucha sudafricana contra el apartheid, el autor ofrece información sobre su peculiar manera de hacer teología, bajo el signo de la dignidad en un sistema de desigualdad, dedicando especial atención a la filosofía ubuntu nacida entre los bantúes y que subraya los vínculos y las relaciones entre las personas en busca de la armonía cósmica.

Sin abandonar la teología negra, hay un capítulo especial dedicado a la concreta de los Estados Unidos, que surge en un intento por entender la identidad de la comunidad de color, en su mayoría cristiana, buscando la compatibilidad entre ser negro y cristiano en una sociedad blanca, cristiana y racista. Una teología que nace de las experiencias de opresión y esclavitud multiseculares, que ha contado con ilustres representantes, en diferentes campos, como Martin Luther King o Mancolm X, y que tiene una fecha de fundación fijada en el manifiesto de los obispos negros del 31 de julio de 1966.

Es importante lo que nos explica Tamayo: “La clave hermenéutica de la teología de las minorías negras en Estados Unidos era le negritud, pero no entendida como el simple hecho del color de la piel, sino como la conciencia de pertenecer a una comunidad de personas oprimidas de la misma etnia y como una manera distinta de ser, de vivir y de pensar el mundo; como símbolo de la opresión, al tiempo que de solidaridad con todas las personas y pueblos oprimidos, y de la esperanza en la liberación”. Tres estadios hay en su desarrollo: 1) nacimiento, de 1966 a 1969; 2) la elaboración sistemática, de 1970 a 1976-1977; y 3) la búsqueda de espacios de diálogo y vinculación con otras teologías de la liberación, de 1977 en adelante.

Teologías asiáticas

Tras África, Asia. A juicio del autor, su análisis constituye una de las aportaciones más innovadoras de este libro y que consta de una gran complejidad como corresponde a la realidad de este continente.

Constata la presencia de diversas identidades en el continente, debida a una visión plural de la realidad y a un ethos transversal de la comprensión del otro, pues el yo no se entiende sin referencia a la colectividad. Un ethos que no aspira a reconciliar las diferencias para alcanzar la concordia y la armonía, sino que la unidad se logra avanzando juntos en la búsqueda común. Se trata, entonces, de promover un diálogo interreligioso, que parte del pluralismo de las religiones existentes en Asia como un imperativo para la convivencia.

Tamayo nos ofrece una panorámica de la situación, detallando el contexto socioeconómico de la región, que guarda las cicatrices del colonialismo, provoca la presencia de unas élites occidentalizadas que imitan los modelos coloniales y donde las mujeres mantienen una posición subalterna. Y en el campo de la religión, resalta la presencia de una enorme diversidad cultural, lingüística, religiosa y política.

Nos ofrece el nuevo paradigma de las teologías asiáticas, que “se aburren con cualquier doctrina en términos de sistemas y expresan sus sospechas hacia los excesos de verbalización occidental”. Todas estas teologías, en las que se detiene en un pormenorizado detalle, parten de las experiencias de opresión y colonización vividas entre la conformidad y la resistencia y orientada hacia la propia liberación. Se están desarrollando conforme a ciertas claves: el pluriverso lingüístico, religioso y cultural; el diálogo intercultural, interreligioso e intercosmovisional; el encuentro con los grandes sistemas religiosos; las espiritualidades populares ancestrales y la ubicación en el lugar de los pobres.

Estas teologías asiáticas de la liberación integran algunas de las líneas de las metodologías  latinoamericanas y Tamayo nos ofrece los puntos de referencia de su actividad: los congresos de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo, para seguidamente detenerse en algunas de las más significativas teologías: la dalit, nacida en los sectores más bajos de la sociedad india, busca su liberación social y cultural, preparando a estos dalit a la lucha por su liberación, dando más importancia, por tanto, a la sociología que a la filosofía; curiosamente, Jesús de Nazaret es presentado como dalit.

La teología minjung nació en Corea a partir de la participación de los cristianos en su lucha contra la dictadura militar que gobernaba el país en la década de los setenta; minjung significa pueblo, utilizado aquí no en sentido étnico sino sociopolítico y económico, con el significado de oprimidos, empobrecidos y marginados.

En Filipinas nace la teología de la lucha, una reflexión de los cristianos en favor de la justicia social, contra la dictadura y en protesta por la militarización del país; en ella se nota la influencia de la teología latinoamericana de la liberación, como reflexión del pueblo en las comunidades de base. Su fundamento espiritual es la lucha contra el sufrimiento, cuyo paradigma es Jesús de Nazaret, una provocación para el compromiso y la lucha.

En cuanto a la teología islámica de la liberación, nos dice Juan José Tamayo que en el islam asiático esta teología se desarrolla en torno a unos ejes temáticos: la crítica del monoteísmo intolerante, el fundamentalismo; la recuperación de los más bellos nombres de Dios, que remiten a experiencias de solidaridad, justicia, compasión, …; la ética como teología primera; la recuperación del sufismo y, finalmente, la lectura feminista del Corán.

En la India, la teología de la liberación se cultiva y desarrolla en el hinduismo, en el que brilla con luz propia Gandhi. Y, por lo que respecta al budismo, nos avisa de que en esta corriente existen principios y prácticas que tienden a la transformación de la sociedad, viviendo una espiritualidad socialmente comprometida, muy alejada del estereotipo que considera al budismo como una religión pasiva ajena a la realidad. En cuanto al confucionismo, destaca su visión de buscar la felicidad personal y su bienestar, pero no aisladamente, sino con los demás, aunque advierte de una serie de desviaciones que se han producido a lo largo de la existencia de esta creencia.

También se estudia la teología judía de la liberación, haciendo un detallado análisis y comentario del libro fundamental en este sentido de Marc H. Ellis, Hacia una teología de la liberación. Se trata de una teología que revisa críticamente la imagen violenta de Dios de frecuente presencia en la Biblia, recuperando el monoteísmo ético y la tradición del Dios de la esperanza y del futuro; todo ello, en torno a dos principios: la esperanza como virtud para hacer el camino hacia la utopía del nuevo cielo y la nueva tierra y, por otro lado, la memoria subversiva de las víctimas.

Cercana en muchos sentidos a esta última teología, se sitúa la palestina, que también cuestiona la imagen exclusivista y violenta de Dios y elabora una cristología del Siervo Sufriente como alternativa a la del Hijo de David; como otras teologías de la liberación, su metodología se orienta hacia un análisis de la realidad sufriente del pueblo palestino, juicio ético y denuncia, hermenéutica crítico-liberadora de los textos bíblicos y estrategias de acción no violenta en favor de la paz en el conflicto palestino-israelí.

Dicho todo esto, el autor nos enfrenta a un nuevo paradigma de la teología de las religiones en Asia, ante la perspectiva de la extrema pobreza en muchas regiones, la pluralidad religiosa, la poca presencia del cristianismo y el diálogo entre las grandes cosmovisiones orientales; se trata de un paradigma que descubre dimensiones liberadoras en las grandes tradiciones culturales, religiosas y espirituales en torno a tres presupuestos apenas tenidos en cuenta por la teología occidental: el reconocimiento de un tercer magisterio, el de los empobrecidos, la ubicación social en las comunidades humanistas de base y la intencionalidad liberadora. Aquí desarrolla el planteamiento de Pieris en su libro Liberación, inculturación, diálogo interreligioso, destacando el importante papel que puede jugar el marxismo y, especialmente, el feminismo asiático, un movimiento que no es coyuntural, y el papel crítico de las mujeres contra la androcracia ginefóbica.

Plantea una más que interesante pregunta: ¿hay lugar para Cristo en Asia? Rotundamente no a los cristos que se ha pretendido exportar desde occidente; allí es precisa una cristología guiada por una intencionalidad liberadora bajo el imperativo ético de la opción por los empobrecidos.

Por lo que respecta a la teología feminista en Asia, Tamayo destaca que su peculiaridad radica en su ubicación en contextos multirraciales, multilingüísticos, multirreligiosos y multiculturales, así como en su diferenciación de la teología feminista occidental y de la teología de la liberación elaborada por hombres.

Se trata, en definitiva y como ya se ha apuntado, de un capítulo troncal de esta obra, en el que se recorre las múltiples realidades de este vasto continente, con el desarrollo de las acciones que se están llevando a cabo por entidades y personalidades para construir su propia teología de la liberación, con la aproximación a los autores y pensadores que son de referencia para conocer este tema.

Foto. Sasint

Teologías latinoamericanas

Y no menor importancia tiene, lógicamente, el bloque en el que se estudian las teologías latinoamericanas, que tanto han dado que hablar, dialogar, condenar, reprimir, etc.

A fin de ofrecernos una panorámica sobre este aspecto particular, Tamayo nos plantea una pregunta: ¿ha muerto la teología de la liberación? Una cuestión que cobra sentido ante el aparente silencio que se ha extendido sobre ella en las últimas décadas. Lo ocurrido es que se la ha sometido a un acoso permanente, no solo por parte de la Iglesia Católica, sino, también, por parte de las administraciones de algunos países. ¿Qué ocurre, pues? ¿Nos encontramos ante una anciana moribunda?

Rotundamente no: “ni la globalización ha logrado someter a la teología de la liberación a su lógica excluyente, ni el pensamiento único ha conseguido domesticar la función de crítica de dicha teología, ni su suerte estuvo nunca asociada a la del socialismo real”. No está fenecida una teología que ha desenmascarado los efectos destructivos de la globalización neoliberal en economía, política, social y ecología, siempre crítica con el socialismo real apostando por el humanista.

Hay que tener en cuenta que esta teología de la liberación latinoamericana es un ente vivo, en constante recreación y refundación, que no se mueve en el campo de la razón pura, sino en el de la razón práctica.

A más abundamiento, se añade la actitud del actual pontífice Francisco, que pasa del anatema de sus predecesores al diálogo, del silenciamiento a la escucha, del ocultamiento a la visibilidad y del alejamiento a la proximidad, con un análisis dialéctico de la realidad, alejado del ingenuo e idealista.

Tiene esta teología que afrontar no pocos desafíos, como, por ejemplo, luchar contra la cultura de la apariencia, de lo superficial; el deterioro de las raíces culturales; la proliferación de nuevos movimientos religiosos, incluso fundamentalistas; la reducción de la iglesia al ámbito privado; la superficialidad en el planteamiento de cuestiones morales; la crisis de la familia; el individualismo posmoderno; etc. ¿Cuál sería la alternativa? Una educación crítica y en valores.

Esta teología latinoamericana de la liberación no es una sucursal de la elaborada en el Norte global; se ubica en el mundo de la marginación y de la exclusión, en el contexto de la filosofía de la liberación de Paulo Freire, en el paradigma de una democracia participativa y en el horizonte del socialismo humanista. En este sentido, una de las principales aportaciones que ha traído es el método de historización de los conceptos filosóficos y teológicos de Ignacio Ellacuría, que se explica detenidamente en esta obra.

Dentro de esta teología se han producido cambios en varias direcciones, que se hallan en la base de la teología feminista, con especial incidencia en la referida a la mujer negra latinoamericana y caribeña; de la ecoteología, en la que figuran las contribuciones de la encíclica Laudato si; de la teología indígena; de la afronegra en América Latina y el Caribe; de la teología económica de la liberación, trasnversal a todas las teologías particulares, que constata que la economía neoliberal opera como un sistema de creencias y que, incluso, posee unos presupuestos teológicos; de la teología del pluralismo religioso, fruto del mosaico de culturas y religiones de la región, con especial referencia a los cinco volúmenes del libro coral Por los muchos caminos de Dios; y de la teología queer, que recupera el sujeto sexual plural.

Sin ser una corriente dentro de esta teología, cabe destacar lo que se ha dado en llamar la teopoética de la liberación, un género literario que expresa los contenidos utópicos y liberadores a ritmo de poesía, en el que destacan figuras como Ernesto Cardenal, místico y poeta revolucionario, Pedro Casaldáliga y su poesía encarnada en la revolución, o Rubem Alves, la imaginación hecha carne.

Una nueva pregunta nos plantea Tamayo: ¿ha sido la teología latinoamericana de la liberación una teología posdecolonial, lo son las corrientes actuales? No hay fácil respuesta. Lo que sí se constata es que hay una doble ruptura con la teología europea, en el campo político y en el epistemológico; así como con dos teologías del Viejo Continente, con la de la esperanza, de Moltmann, y la política del primer Metz.

Un apartado especial dedica el autor a Sumak Kawsay y la teología indígena, por ser la más antigua que enlaza con los pueblos originarios. Tras hacer un recorrido histórico por los avatares que sufrió durante y después de la conquista, nos explica que se trata de una cosmovisión, una ética, un estilo de vida y un modo de relación armónica con la naturaleza, el cosmos, los ancestros, las otras comunidades y todos los seres humanos; es, en definitiva, un modelo que crea bien-ser, bien-estar y felicidad para todos los seres humanos y el planeta.

En la actualidad tiene importantes y creativas reformulaciones para responder a los nuevos desafíos, que detalla el autor. Y destaca la correspondencia entre el paradigma ético del Sumak Kawsay y la Declaración Universal del Bien Común de la Madre Tierra y de la Humanidad de la ONU, así como con la encíclica Laudato sidel papa Francisco.

Siendo la teología más antigua, distingue tres etapas en su desarrollo: 1) la originaria, previa a la conquista; 2) la violenta agresión de los conquistadores; y 3) la actualidad, caracterizada por una pluralidad de teologías. Lógicamente, tiene que hacer frente a determinados riesgos, tales como refugiarse en la propia identidad religiosa evadiéndose de los problemas reales; la tendencia al arqueologismo o fundamentalismo; el reducirla al elemento ritual; su desintegración al contacto con otros discursos teológicos; y, sobre todo, el propiciar un cierto mesianismo que convierte al pueblo indígena en el elegido para la salvación de los demás pueblos. Siendo el obispo Leónicas Proaño uno de sus más destacados referentes, dedica Tamayo varias páginas a analizar su pensamiento.

Fuente: https://www.tendencias21.net/Las-Teologias-del-Sur-son-poscoloniales-y-decoloniales_a44321.html

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