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Misoginia en la Normal

Por: Miguel Ángel Casillas

En solidaridad con Rosío Córdova

La resistencia de las instituciones de educación superior para enfrentar una reforma con perspectiva de género es fortísima, el pacto patriarcal se reproduce cotidianamente y las mujeres siguen siendo víctimas frecuentes de agresiones y discriminaciones. Como si estuviéramos en la Edad Media o sujetos a los rigurosos criterios de la Inquisición, en las instituciones de educación superior todavía siguen vigentes disposiciones arbitrarias en las que descansa la dominación masculina.

Es inaudito que en pleno siglo XXI, en la Benemérita y centenaria escuela normal veracruzana, una institución históricamente feminizada, con órganos de gobierno integrados mayoritariamente por mujeres, con muchas mujeres en cargos directivos, sigan vigentes criterios que castigan a una estudiante embarazada. Es el caso de Karla, una chica de octavo semestre, que sufre discriminación y le han dado de baja administrativa.

Karla se embarazó, tuvo una amenaza de aborto y los médicos le prescribieron dos semanas de reposo absoluto. Por tanto, faltó a unas clases prácticas, tramitó su incapacidad y aunque tenía justificado faltar dos semanas sólo lo hizo durante cinco días. En la BENV se la aplicaron, por acumulación de faltas fue dada de baja.

Ha ocurrido un uso absurdo de la reglamentación, que ya debería de haber sido reformada con una perspectiva de género para eliminar cualquier sanción y discriminación a las chavas por ser mujeres, por embarazarse, o por tener hijos. La falta de actualización de las reglamentaciones universitarias es prueba de la resistencia misógina, como también lo es lo absurdo y rígido de su aplicación. Los reglamentos escolares de las instituciones de educación superior fueron elaborados desde la perspectiva masculina y están plagados de referentes que sostienen su dominación; su reforma democrática es una asignatura pendiente y no habrá pleno respeto a los derechos humanos si no se transforman a profundidad. Sin embargo, la reforma legal sólo cobrará sentido cuando se cambien las conciencias y las creencias de los agentes de la educación.

Pues también ocurre un trato discriminatorio cuando secretarias, funcionarios, profesoras y profesores coinciden en sancionar, despreciar y condenar a una chica por haberse embarazado. Predomina en la institución un sentido común, una creencia compartida y una representación social dominante claramente discriminatoria hacia las mujeres que rompen o desafían los estereotipos establecidos. En la Normal, el sector dominante de la institución, integrado sea por hombres o mujeres, comparte una visión ideológica conservadora sobre la mujer que se impone durante la socialización y se reitera cuando se castiga a quien disiente.

En lugar de ser un espacio para reivindicar la independencia, la libertad, la creatividad y el derecho al conocimiento como base de la emancipación social, en la Normal predomina una visión anticuada que se opone a la liberación femenina. En la socialización escolar se impone un currículum oculto de carácter misógino que está orientando la formación de maestros. En efecto, Karla y otras estudiantes no son las únicas víctimas que están siendo afectadas por la discriminación y la dominación masculina; pues si estamos hablando de maestros en formación, tendríamos que reconocer que los efectos de la dominación son más amplios y trascenderán a las prácticas profesionales de los maestros en funciones.

La denuncia de Karla corre a cargo de la Comisión de derechos humanos, porque los órganos colegiados de la BENV no pueden resolver el caso de discriminación de que ha sido objeto. Es deseable que su demanda sea atendida, que le permitan terminar y acreditar sus cursos al tiempo que tiene a su hijo. Sin embargo, la Normal debería tomar medidas para que estos problemas no se repitieran y se garantizaran plenamente los derechos humanos de los estudiantes. A la BENV y a otras escuelas normales les vendría bien reconocer que su diseño institucional corresponde a un pasado que ya pasó y que sus reglamentaciones deben estar acordes con la Constitución y con la Ley general de educación superior; que les urge una reforma con perspectiva de género que ponga por encima la emancipación y liberación femenina, y que haga de las maestras y maestros un ejemplo de renovación de las relaciones entre hombres y mujeres.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/misoginia-en-la-normal/

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Rita Segato: el enfoque postcolonial en América Latina

Por: M.Phil. Heidi Venegas

El patriarcado es central para sostener todas las formas de desigualdad. Estamos experimentando una vuelta atrás, viviendo una guerra que se focaliza en el cuerpo de las mujeres, muy a pesar de que las mujeres no somos el antagonista bélico. Estamos cayendo en una trampa, nos dice Rita Segato, al ser interpelada a referirse al género como una ficción.

¿Cómo hacemos para cambiar esto? ¿Cómo hacemos para mover esto? Ese mandato femenino que es histórico, universal. ¿Por qué la historia no se ha movido? Y nos dice Rita, porque el Estado como forma institucional tiene el ADN patriarcal. Si queremos cambiar la historia, tenemos que volver la mirada hacia la voz de las mujeres. Es decir, tenemos que hacer política de otra forma. Recuperando formas de politicidad que la vida de las mujeres tenía y que perdió en el tránsito de la colonial-modernidad. Y muy importante tenemos que tomar en cuenta que es una forma no burocratizada, es decir, no es burocrática, como su principal característica.

Pensar en una humanidad de personas sería el ideal. El problema es cómo hacer ese camino cuando nuestros países son por ejemplo extremadamente racistas. En el Brasil del que tengo conocimiento de causa, los antagonistas de proyecto histórico, nos dijeron, pero para qué pedir cuotas (lucha por reserva de cupos) para los estudiantes negros en las mejores universidades públicas, si la raza no existe. No obstante, la raza es una representación que tiene un impacto en la vida de las personas. Lo mismo es con el género, tienen exactamente la misma estructura. La raza es la atribución de una biología a una desigualdad. El género es lo mismo sólo que con diferentes profundidades históricas.

Género y raza, tienen un impacto en la vida de las personas, en el acceso a recursos, a derechos, a educación, a salud, a vivienda. Entonces, cómo hacer ese balance entre nombrar sin consolidar esas asimetrías. Brasil es el país más africano después de Nigeria, mas de 80 millones de personas tienen ese trazo visible de la afrodescendencia pero ese trazo no se ve en la universidad. Si uno va a las universidades públicas de prestigio no se ve esa representación. Ahora está cambiando gracias a esa lucha que hemos dado por cuotas, por acciones afirmativas.

Entonces, nuestros antagonistas de proyecto histórico nos decían que no se debe nombrar la raza, porque si la nombramos hacemos nombrar algo que no existe. Pero si no la nombramos no podemos producir políticas públicas y hasta leyes capaces de transformar la realidad. Estamos frente a una trampa, evidentemente el género es una ficción, los tejidos con iguales —en mujeres y hombres-, los mismos y el cerebro igual, lo único diferente es la próstata.

La política es de los hombres, puede haber excepciones, pero ha sido un campo masculino. En la naturaleza no, en los primates por ejemplo puede ser una hembra la que lidera el grupo, hay transitividad.

Entonces, ¿cómo hacer para salir de la política patriarcal? Esa política que castiga todo lo que percibe como un desacato y que en nuestro continente se manifiesta de forma letal.

Fuente de la información e imagen: https://www.diarioextra.com

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Nadia Ghulam: «Las mujeres en Afganistán son un objeto de intercambio, no tienen voz y para tenerla necesitan acceso a educación»

La activista y escritora da una conferencia en la UV y pide agilizar la burocracia para garantizar la enseñanza a todas las personas refugiadas con el fin de ser un «puente para el desarrollo de la paz en el país de origen»

Nadia Ghulam (Kabul, Afganistán, 1985), activista y escritora afgana refugiada en Cataluña, cumplirá pronto los 37 años y todavía se pone tiritas en la cara a diario para aliviar el picor de las quemaduras que sufrió tras el ataque de una bomba a su casa cuando apenas tenía ocho años. Son cicatrices físicas de una guerra que no se van. Las del interior tampoco.

Ha venido a València a dar una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universitat de València (UV), (que impulsa una red para acoger a alumnas y profesoras afganas) y contar su historia vital, aunque duela recordarla. Una historia que empieza en Kabul y continúa en Barcelona, donde vive desde hace quince años como refugiada.

Durante diez años, Nadia Ghulam se hizo pasar por su difunto hermano para poder trabajar y mantener a su familia

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Charla con Levante-EMV sobre su llegada, su adaptación, la crisis humanitaria mundial y la necesidad de proporcionar un acceso a la educación real a todas las personas refugiadas por igual para que puedan construir puentes y establecer la paz en su país de origen. Nadia Ghulam no fue Nadia durante diez años. Tras aquella bomba de la que salió con vida, perdió a su hermano y su padre se encontraba muy débil de salud.

Era 1991 y los talibanes tomaron el país. Nadia se hizo pasar por su hermano difunto para poder trabajar y llevar un trozo de pan a casa para su familia. Dice que no fue una decisión consciente. «Era una niña, tenía diez años, pensaba que eso sería un día, que mañana volvería a ser Nadia, pero ese día se convirtió en diez años». Lo cuenta en su libro El secreto de mi turbante, escrito junto a Agnès Rotger.

«Todas las personas de mi país tienen un sueño: que llegue la paz. Lo sueñan, lo piden, lo imaginan; pero nunca lo viven»

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¿Cuándo empezó la guerra para ti? Le pregunta este periódico. «Nací en guerra, crecí en guerra y hasta que no llegué a España no supe lo que era la paz. No soy la única. Todas las personas de mi país tienen un sueño: que llegue la paz. Lo sueñan, lo piden, lo imaginan pero nunca lo viven«, dice la escritora. La guerra no dura un día o un mes, señala. «Un día de guerra son diez años de traumas, la mayoría de personas nunca recuperan su vida anterior o su capacidad psicológica de estar tranquilas. Viven con miedo, preocupación, violencia. Siempre en alerta», relata.

«La semilla de la paz es la educación»

Nadia dice que ha aprendido a vivir con dolor. Y que transforma su depresión en acción para cambiar las cosas a través de la asociación que fundó, Ponts per la Pau, una entidad «muy pequeña pero con objetivos muy grandes» que ayuda a niños y niñas afganas para proporcionarles «la semilla de la paz, la educación«. Dice que aspira a ser la nueva Organización de Naciones Unidas (ONU) para tender puentes por la paz, pues esta organización «ha fracasado«.

«Parar la venta de armas, concienciar o educar en valores son algunas de las soluciones para crear un proyecto de paz mundial»

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«Lleva desde los años cuarenta diciendo que quiere acabar con las guerras. Estamos en 2022 y sigue muriendo mucha gente en conflictos armados. No solo se trata de firmar un documento, sino de pasar a la acción«. ¿Cómo? «Parando la venta de armas, concienciando a la población, proporcionando educación en valores. Todo esto haría que se erradicaran las guerras y las personas trabajaran por un proyecto de la paz de verdad», dice Nadia Ghulam. Aunque apunta que la gente la llama utópica, «desde todo mi corazón y mi mente estoy convencida, y después de salir de debajo de una bomba, de que la paz es posible».

«Nos hablan de derechos como en mi país hablan de Dios. Allí justifican la violencia con Dios, aquí si no se puede convalidar estudios o acceder a enseñanza superior, es por las leyes y la burocracia»

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Pide a las instituciones que agilicen los trámites burocráticos para las personas refugiadas y recuerda su llegada a España. «No sabía ni lo que era una refugiada o si tenía algún derecho. No conocía los derechos porque no tenía. No supe que tenía el derecho a pedir asilo y las personas de la administración tampoco lo sabían ni les importaba. Al inicio no me trataron como refugiada y estuve cinco años sin permiso de trabajo y sin poder estudiar«. Por eso, en su labor como educadora social, ejerce una misión clave. La sensibilización. «Una de las cosas que hago ahora es insistir a las personas que trabajan en organizaciones o en migración que no nos traten como números, sino como seres humanos», dice la escritora.

«No quiero certificados ni títulos, quiero conocimientos»

«Nos hablan de derechos como en mi país hablan de Dios. Allí justifican la violencia con Dios, aquí si no se puede convalidar estudios o acceder a enseñanza superior, es por las leyes y la burocracia«, denunciaY recuerda que su país «que no tiene interés en la educación, no envió el título para convalidar sus estudios y poder continuarlos en España» y por ende, no podían aceptarla en la universidad. Un error. Un obstáculo para la paz, añade. «Como inmigrante no quiero certificado. Quiero conocimiento. Tengo hambre de conocimiento, quiero que abran las puertas de universidades a las personas refugiadas para poder estudiar», sentencia.

«Si nos cierran la puerta de la enseñanza prefiero morir, porque si las mujeres de mi pueblo no tienen posibilidad de recibir una educación, yo no puedo vivir tranquila»

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«Las instituciones tienen que garantizar un acceso fácil a la educación a los refugiados. Eso es lo que hace que nosotros podamos ser un puente para el desarrollo de nuestro país de origen«. Tener un futuro mejor a través de la educación es, señala, «la única esperanza que tenemos». «Si nos cierran esta puerta prefiero morir, porque si la gente, las mujeres de mi pueblo no tienen posibilidad de recibir una educación, yo no puedo vivir tranquila«.

Diez meses en pausa

Nadia Ghulam se rompe cuando relata las trabas burocráticas que ponen en pausa la vida de las personas refugiadas. Su hermana está en un centro de refugiados en Salamanca y no puede irse con ella a Barcelona hasta que no se resuelva su condición como tal. Algo dolorosísimo para la activista y escritora. «Mi sobrino me dice que estaba triste porque llegaron los talibanes y no podía celebrar su cumple, yo le dije que no se preocupara que lo celebraríamos y él me preguntó si en mi casa. Ojalá que sí». Además, relata cómo una chica joven recién llegada como refugiada estudiaba su tercer curso de periodismo en Afganistán y ahora ve su vida parada. «Me dice, ‘aquí no soy nadie, no puedo hacer nada'». «Ella pensaba que en diez meses habría acabado la carrera, habría empezado a trabajar. Es doloroso para mí que una persona que quiere estudiar no tenga la posibilidad». Tenga, al fin y al cabo, la vida en pausa.

A pesar de que Afganistán ya no ocupa el foco mediático, la vida allí sigue bajo el régimen talibán desde que el pasado agosto las tropas americanas abandonaran el país. «La violencia va aumentando mucho. La comunidad internacional mira hacia otro lado, la ayuda no llega, no hay comida, ni medicamentos, las mujeres están encerradas en sus casas sin salario y toda esta situación hace que la violencia aumente», dice Nadia Ghulam.

«La gente está muriendo de hambre, las familias venden a sus hijas para mantener al resto o las matan para tener una boca menos que alimentar, incluso hay familias enteras vendiendo sus órganos para sobrevivir». La situación, sentencia, es de desesperación absoluta. Y en ese contexto, las mujeres no existen. No tienen voz. No tienen voto. Viven en la sombra.

«Una mujer es un objeto de intercambio ahora mismo. Se la puede comprar, vender o hacer lo que quieran con ella»

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«Una mujer es un objeto de intercambio ahora mismo. Se la puede comprar, vender o hacer lo que quieran con ella. La mujer no tiene voz y para que la tenga es necesario acceder a la educación y la vida pública«. Critica que Estados Unidos entró en el país para «ayudar a las mujeres y niñas» y ahora se ha ido. «¿Ahora ya no hay mujeres o qué?», se pregunta. Sigue habiendo pero viven atemorizadas.

Además, señala al error de poner a Kabul como ejemplo de todo el país. «Afganistán es muy grande, si te vas a otro pueblo es como si te fueras a otro país» y lamenta que a las provincias no llegaron ni las escuelas ni los hospitales, pero sí la guerra. Lo que ha hecho que la población de los municipios haya sufrido muchísimo durante todos estos años. «Ahora estos jóvenes que vivieron la guerra de niños son talibanes personas que han crecido en la violencia, que tienen armas (que no se cultivan en la tierra, alguien se las ha dado)».

«Los afganos sufren de la misma forma que sufren los ucranianos»

«Solo porque no tenemos el mismo color de piel ni la misma religión, no se trata igual a los refugiados ucranianos que a los que vienen de otros países en guerra», dice Nadia. Eso le duele. Primero aclara una cosa: la ayuda a Ucrania «es una verdadera maravilla». Una que «querríamos de manera igualitaria para todas las personas refugiadas». Comenta que en las fronteras de Polonia y países limítrofes con Ucrania hay «miles de personas de Afganistán, Siria o partes de África a las que «no se les está dejando pasar». Aboga por una atención y ayuda humanitaria igualitaria. Sin discriminar por el color de piel, la religión, el origen. «Los afganos sufren de la misma forma que sufren los ucranianos», sentencia.

Ghulam lamenta que la tierra afgana está quemada. Literal y metafóricamente. Ya no cultiva verduras, hortalizas, alimentos. Las bombas y los productos químicos de guerra han destrozado todo. El país es una cicatriz enorme de una quemadura que no se acaba de curar. Y lo peor es que no se da valor a la educación.

«El valor de la educación solo lo saben los que la han recibido. Los niños de la guerra le dan valor a las armas pero no a los bolígrafos, sencillamente porque no saben usarlos»

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Nadia Ghulam comparte con este periódico un refrán que dicen en Afganistán: «El valor de una joya solo lo sabe el joyero«. «El valor de la educación solo lo saben los que la han recibido. Los niños talibanes le dan valor a las armas pero no a los bolígrafos, sencillamente porque no saben usarlos».

Por eso, Ghulam lanza un mensaje. «Dar la posibilidad a las personas refugiadas afganas en las fronteras de aprender, de formarse en valores, de ser atendidas por psicólogas. Todo eso revertirá en hacer puentes de desarrollo con nuestro país«. «Vamos a construir nuestro país con la paz. Con todo lo aprendido. No las hagamos desgraciadas en el exilio. Eduquémoslas para construir un mundo mejor», concluye. Nadia Ghulam sueña con volver a su país. Y para eso trabaja. Por ella, por su pueblo. Y también sueña con algo que muchas personas afganas nunca han conocido: la paz.

Fuente: https://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2022/04/27/nadia-ghulam-mujeres-afganistan-son-65396539.html
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“Hay un retroceso en el sistema de garantías de derecho de las mujeres”, dice abogada Fátima Ortiz

Por: Wiliam A. Hernández / @walexhernan

Todos los 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que algunos aprovechan para reflexionar y analizar sobre el rol de la mujer en la sociedad salvadoreña. Otros, simplemente son indiferentes.

Hay una realidad en El Salvador y es que, pese a existir una serie de normas y leyes para proteger a la mujer salvadoreña, sigue existiendo una gran deuda de la sociedad y seguimos viendo casos de violencia, feminicidios, acosos, ataques en redes sociales y otras acciones en contra de ellas.

El Diario de Hoy habló con Fátima Ortiz, una feminista, abogada y defensora de derechos humanos sobre el avance o retroceso que ha tenido el país en materia de protección de los derechos de la mujer. Estas fueron sus respuestas:

¿Qué tanto ha avanzado El Salvador en materia de respeto a los derechos de la mujer?

Después de la aprobación de la LEIV (Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres) y Ley de Igualdad más que avances hay retrocesos en asignación de presupuestos asignados al sistema de garantía de los derechos humanos de las mujeres, además que se mantienen los feminicidios, desapariciones de mujeres.

La situación de las mujeres no ha mejorado.

Por los casos de femicidio, de mujeres desaparecidas, abusadas y por los índices de inseguridad contra ellas, cientos de salvadoreñas alzaron su voz durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer

¿Ha disminuido la brecha entre mujeres y hombres?

No, al contrario, se ha acrecentado, agravada por la pandemia donde muchas mujeres tuvieron que abandonar sus trabajos remunerados y cargar además con los cuidados del hogar donde al no ser compartidos, no les permite su desarrollo académico y laboral.

¿Qué significa el 8 de marzo?

Es un día para reivindicar los derechos conquistados en la historia, exigir su cumplimiento y además acompañar las luchas actuales de las mujeres, sus demandas, sus exigencias como es el caso de las madres de las personas desaparecidas, víctimas de trata, trabajadoras despedidas injustificadamente y que son cabezas de familia.

Desde que se aprobó la Ley de Violencia contra la Mujer, en lugar de disminuir los casos de violencia y feminicidios, vemos más. ¿Qué está pasando?

El sistema patriarcal, desigual para las mujeres no ha cambiado, la cultura machista y violenta persiste de ver a las mujeres como objetos y no somos sujetas de derechos.

Mantiene algunas como las que ejecuta ISDEMU pero que no llegan a ser suficientes, las que se mantienen son las que tienen que ver con la atención a casos de violencia.

¿Hay programas de apoyo a favor de las mujeres?

¿Qué hacer ante un caso de agresión a una mujer?

Primero apoyar a las mujeres, no juzgarlas y acompañarlas si desean denunciar, además que pueda ir a atención psicológica para superar la crisis, las organizaciones de mujeres tienen estos servicios gratuitos. También acudir directamente a la Fiscalía General para la denuncia y muy recomendable acudir también a la Procuraduría de Derechos Humanos, a la Unidad de la Mujer.

“La actual primera Dama tiene una visión limitada y tradicional de los problemas que tenemos las mujeres, no basta su iniciativa de “Nacer con cariño” que tiene una visión de familia tradicional y además romantiza la maternidad”. Fatima Ortiz, .

¿Qué opina del rol que está desarrollando la primera Dama de la República?

La figura de la Primera Dama en El Salvador como en otros países del mundo está mal utilizada, automáticamente llegan a administrar fondos púbicos, programas y políticas solo por ser esposas de los presidentes sin contar con preparación técnica y sin estar incluidas en la administración pública.

La actual Primera Dama tiene una visión limitada y tradicional de los problemas que tenemos las mujeres, no basta su iniciativa de “Nacer con cariño” que tiene una visión de familia tradicional y además romantiza la maternidad en un país donde hay número alarmante de embarazos en adolescentes por violación.

¿Espera algo de ella?

Tiene una gran responsabilidad de hacerlo, está, aunque no quiera en un puesto privilegiado cerca del poder y además maneja fondos públicos para financiar proyectos estratégicos para las mujeres, después de unos años se arrepentirá de no hacer algo por la mayoría, ella no es una aliada para nosotras.

Fatima Ortiz

Preparación:

Abogada, defensora de derechos humanos y feminista.

Cargos:

Coordinadora Nacional del eje de “Atención a Víctimas“ de las políticas de Justicia, Seguridad Pública y convivencia (2009-2019) y del Plan El Salvador Seguro.

Fundadora de la Dirección de Atención a Víctimas del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública.

Directora de Atención a Víctimas, Ministerio de Justicia y Seguridad Pública (2009-2019).

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/abogada-fatima-ortiz-hay-un-retroceso-en-el-sistema-de-derecho-las-mujeres/933923/2022/

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Entrevista a Rita Segato: “México se ha juarizado”

Por: Carmen Moràn Breña

La antropóloga feminista afirma que las prácticas violentas sobre el cuerpo de la mujer se han extendido por todo el país como forma de conquista

Las grandes cabezas del feminismo mundial van saliendo a la calle después de un largo encierro pandémico. Nueve meses sin cruzar la puerta de su casa ha estado Rita Segato, en 2020, para espantar el fatídico virus que hacía distingos con los cuerpos mayores. A sus 70 años, la antropóloga argentina dice sentirse “cansada”, pero su mente sigue amasando estudios de interés. Lo que ahora le ocupa es definir una nueva politicidad de cuño femenino, formas de gestión e intervención públicas alejadas del diseño masculino imperante, de la burocracia y la solemnidad impostada. De visita en México, ha recogido el premio Daniel Cossío Villegas en el Colmex. México es un país bien marcado en su trayectoria académica: los salvajes feminicidios en Ciudad Juárez, años atrás, ocuparon buena parte de sus estudios, en los que detalló la conquista de los territorios plasmada en el cuerpo de las mujeres. Años después, la feminista detecta un panorama terrible en este país norteamericano donde matan de promedio 10 mujeres al día: “México se ha juarizado”.

Pregunta. Defiende usted los feminismos, con ese final. Dice que el pluralismo es lo que le da fuerza al movimiento. En un momento de insultos cruzados y fronteras difusas, ¿no cree más bien que lo están destrozando?

Respuesta. Esos insultos cruzados entre unos sectores y otros creo que afectan más a España y un poco en México pero es algo muy español. Yo en Argentina, por lo menos, veo divergencias, pero ese faccionalismo bélico no lo he detectado.

P. Más que español, europeo, vea por ejemplo el caso de la autora de Harry Potter, J. K. Rowling, que recibió ataques innumerables.

R. Sí, es verdad. Pero en Latinoamérica yo creo que los intereses de las mujeres entran en colisión, sin embargo, con la izquierda convencional, como la conocíamos hasta hace poco tiempo. A la izquierda le falta una pata importante, la comprensión del patriarcado.

P. ¿No lo ha comprendido todavía?

R. Vea el caso de Maradona, por ejemplo, que recibió la denuncia de abusos sexuales por parte de una mujer cubana, Mavys Álvarez Rego. Futbolista, héroe nacional y una persona de izquierdas, que se autoidentificó como leal y devoto de Fidel… Cuando llega a la superficie el caso, los abusos se justifican: ‘bueno… crímenes de tipo sexual… bueno, pero esos son de la intimidad’. La izquierda tiene una gran dificultad para aceptar eso. Yo di una conferencia en el Centro Cultural Kirchner donde leí fragmentos de la carta de Zoila América, [la hija de Rosario Murillo que denunció los abusos continuados de su padrastro, el líder sandinista nicaragüense Daniel Ortega] y es la misma cuestión: ‘Yo te creo’, pero cuando las denuncias tocan a las grandes cabezas de los que considerábamos revolucionarios, ahí ya no, ‘ya no te creo’. Esos son más nuestros temas, el resto de rencillas son más propias del feminismo europeo o español.

P. Sostiene usted que el hombre es la primera víctima cronológica del orden político que es el patriarcado. El hombre que está atrapado en el mandato de masculinidad que le impone la sociedad, el hombre obligado a ser viril, a no llorar, a demostrar su hombría mediante la violencia. Si tanta crueldad soporta el hombre en su proceso de masculinidad impuesto por el patriarcado, ¿por qué hay tan pocos cambios en su propia conducta, por qué no se rebelan masivamente contra eso?

R. Es verdad, está siendo demasiado lento ese proceso, pero está ocurriendo. Me consta por la cantidad de hombres que me hablan, me saludan, me dan las gracias. Y siempre la pregunta habitual. ¿Cómo podemos ayudar al movimiento feminista? Les digo: es al contrario, somos nosotras las que los estamos ayudando a liberarse de aquello que les hace morir antes de tiempo en todos los países de mundo. Es el feminismo quien les ayuda a liberarse de esas masculinidades. Si ese mandato de masculinidad cae, si se produce finalmente ese viraje, el mundo cambiará de era. Los movimientos feministas no luchan por las mujeres, sino por toda la sociedad. Por el mundo.

P. Pero ese apoyo del feminismo al cambio de los hombres ¿no descarga de nuevo sobre las mujeres las tareas de la educación y los cuidados? Si ellos son tan exitosos en sus trabajos ¿por qué no lo son para acercarse al feminismo, para leer libros como los de Rita Segato y tratar de comprender?

R. Mis libros son muy leídos por los hombres. Tengo en las conferencias tantos hombres como mujeres. Qué comprensión tienen de esos libros, es difícil evaluarlo. Es muy importante que ellos abandonen, que se deslicen hacia una desobediencia del mandato de masculinidad, creo que eso está sucediendo y en fin, no veo problema. Pero no somos iguales, no vamos a proceder con el mismo egoísmo, no vamos a comportarnos como un hombre, no vamos a ejercer el poder de la misma manera, ni a buscarlo, no vamos a organizarnos corporativamente como ellos, nuestra meta no puede compartir la episteme ni los objetivos ni el paradigma del patriarcado. No es mi preocupación hasta cuándo vamos a seguir cuidando, no forma parte de mi horizonte. Para transformar el mundo es necesario dar un tanto de grandeza, hay que pensar fuera de los mismos esquemas con que piensa el varón convencional

P. ¿Y eso no es pedir un extra de generosidad a las mujeres?

R. No, para nada. Como soy pluralista digo, si alguien tiene esa preocupación, pues que la tenga. No es la mía.

P. En todo este proceso y esta lentitud que observamos en los cambios, ¿no se ha sentido un poco harta alguna vez?

R. Es que no hay tal lentitud, la única es en la cuestión de la violencia feminicida y violadora, ahí sí que no estamos consiguiendo éxitos, pero en otros aspectos ocurre un cambio de paradigma. Sobre todo, cuando vemos las niñas, las chiquitas y chiquitos, con algunas nociones sobre sexualidad, por ejemplo, cambios en la vida, formas de representación, vocabulario, palabras que ahora circulan y antes de ninguna manera, se está viendo un cambio en los hábitos.

P. ¿Cómo es posible que pasen tantos siglos y sigamos en el mismo punto de violencia, aunque sea distinta?

R. Sí, eso sí, es gravísimo. Las violencias. Tenemos que preguntarnos sobre un activismo feminista que se ha dejado secuestrar por el Estado. El Estado es importante, sin duda, pero observo que en América Latina hay una especie de credo, una fe estatal que nos llevó a pensar en las leyes, las políticas públicas, que crear instituciones iba a conseguir controlar la violencia, descenderla. Y no, por ese camino no lo hemos conseguido. Hay que pensar en otras formas. Hay hombres que saben que si matan pasarán 30 años en la cárcel y aun así matan. La ley no les asusta. Hay algo más fuerte. El valor del título de prestigio, de estatus, de ser viril, vale más que su propia vida. Es fundamental para él. Por eso hay que trabajar contra ese mandato de masculinidad.

P. En todo caso, el culpable de que siga habiendo esta violencia no será el feminismo que se ha dejado secuestrar por el Estado, sino el propio Estado.

R. A veces el Estado juzga y encarcela, pero el hombre sigue matando, no sacrifica su titularidad de hombre, no procesa la frustración, el límite a su interés y a su propósito.

P. ¿Cómo se cambia eso?

R. Hay que encontrarle la vuelta. Las leyes son importantes, pero no suficientes, necesarias pero no suficientes. La lucha de las mujeres no es por ellas, es por todos, por la vida, y por el mundo. Yo no puedo compartir esa idea de ‘ay, por qué estoy haciendo tanto yo’; no se me ocurriría jamás en la vida, lo hago porque he entendido algunas cosas y tengo que devolverle a la vida y a la gente lo que he entendido, no voy a medir cuánto doy y cuánto recibo, eso me parece una posición realmente miserable. Entendí cosas y las escribí para ver si se podían desarmar muchas violencias. Nunca pensé en el esfuerzo que hacía. No, más bien le agradecía la vida que ese esfuerzo pueda ser útil para mucha gente, no es mi feminismo el que se preocupa por cuánto da.

P. ¿Qué debemos entonces pedirle al Estado? ¿O no le pedimos, nada, o no salimos a tocar en su puerta?

R. Yo creo que el Estado es un actor fundamental e indispensable, pero no nos podemos quedarnos solo con eso. El cuerpo a cuerpo es fundamental. Pensar en comprender cómo es la politicidad de cuño femenino, en clave femenina, que no es lo mismo. Lo vemos en las marchas en las calles, mujeres de varias generaciones, juntas. La ocupación del espacio público en esas marchas políticas de las mujeres es muy diferente a la que se da en las de los sindicatos o partidos de cuño masculino. Nosotras tenemos otra forma de politicidad, de gestionar, que no es utópica, sino tópica, pragmática. Es necesario garantizar la vida, incluso la fiesta y la risa. Es muy distinto de cómo el hombre concibe la política en la historia del Estado. Es necesario marcar esa diferencia, espacio masculino y femenino son diferentes, con acumulación de experiencias diferentes que se entrecruzan todo la historia. El lado femenino de la sociedad, la historia de la feminidad, es distinta. Hay que explorarla mejor y ver cómo hacer política de esa forma. Pero la certeza es que la política de cuño femenino es próxima, sin burocracia, cuerpo a cuerpo.

P. Fiesta, risa… Plantea el feminismo como una reivindicación de la alegría.

R. Yo creo que nosotras tenemos una posibilidad de alegría, de risa, nuestro humor es totalmente diferente del humor de los hombres. El humor masculino es con víctimas sacrificiales, el hombre se ríe de alguien y nosotras podemos reírnos de nosotras mismas, tenemos otra forma de humor. Un estudio del humor de las mujeres y el de los hombres sería muy interesante. Y yo sí creo que nosotras somos más felices, tenemos más capacidad de alegría y felicidad que los hombres, es algo que ellos se pierden.

P. ¿Por qué no se anima con ese estudio sobre el humor?

R. Tengo un límite, estoy muy cansada [ríe].

P. Usted ha escrito sobre esas nuevas guerras, que ya no son por un territorio con fronteras o configuración política, sino que los territorios son otra cosa, incluido el cuerpo de la mujer como conquista. Esto en México es dramático, ¿podríamos decir que México está inmerso en una guerra?

R. Total, total. México se ha juarizado. Lo que fue un experimento [de la delincuencia] en el norte, en una jurisdicción pequeña, Ciudad Juárez, se ha extendido a una gran parte del país, sin duda. Con una diferencia: las guerras clásicas se declaraban y se terminaban en armisticio, en un acuerdo. Pero ha habido una discontinuidad desde aquellas guerras tribales o las de Estado, en las que se tomaba un territorio y el cuerpo de las mujeres también como parte de él, por su afinidad al territorio. El último territorio que le queda al sujeto es su cuerpo cuando no tiene más nada, la última propiedad y soberanía es sobre su territorio-cuerpo. Pero ahora no es así, ha habido un cambio que hay que entender, yo lo tomo de la jueza Elisabeth Odio, de Costa Rica, en su ensayo que se llama La guerra y las mujeres. Ella, como fue jueza en el tribunal de la antigua Yugoslavia, dice que hay un cambio en la guerra y una forma de crueldad sobre el cuerpo de las mujeres que no son características de las guerras clásicas. En aquellas, la apropiación del cuerpo de la mujer era un daño colateral, hoy la guerra se hace en el cuerpo de las mujeres y su destrucción. No se trata de la apropiación de cuerpo como territorio, sino de su destrucción. De otra forma no se podría explicar el grado de crueldad que hemos visto, por ejemplo, en el genocidio guatemalteco, en las maras salvadoreñas, en México…

P. El último territorio es el cuerpo para el que no tiene nada, dice. Desde ese punto de vista, ¿cuál es su opinión sobre los vientres de alquiler? Porque en ellos también se detecta ese ejercicio de poder entre los blancos y los que no lo son, entre los pobres y los ricos. ¿No es eso también la apropiación de un territorio-cuerpo?

R. Sí. Ese no es un tema en el que yo me haya asomado a pensar, he escuchado y conversado con españolas, también sobre el abolicionismo de la prostitución. Pero yo le temo a la ley cuando la ley es capaz de producir más clandestinidad y más abusos. O sea, vemos que la ley a veces está teniendo efectos perversos cuando trata estos temas, la apropiación de los vientres y la prostitución. Yo creo que el debate debería transitar de otra manera. Podemos legislar todo lo que queramos, pero si la ley no alcanza una eficacia simbólica, si no alcanza a persuadir y disuadir, no tendrá un efecto sobre la vida. Es estúpido pensar que ley tiene efecto sobre las prácticas, es un error, no voy a participar de eso. El ejemplo es el aborto, nadie nunca ha dejado de hacer abortos, ni en El Salvador, tan severo en la punibilidad. En ese caso el aborto está prohibido por ley, pero esta no tiene relación causa efecto sobre la realidad. La trata también está tipificada como crimen, ¿y? ¿Qué hacemos? Sigue ahí, pensemos un poco más que en la idea de crear leyes.

P. Bien, pero si las leyes no dan resultados ¿qué mecanismos serán eficaces? Porque lo demás sería tirar la toalla, ¿verdad?

R. Hay otras formas de acción. Por ejemplo, identificar los lugares de la prostitución forzada, de la trata, hagamos escraches, demostraciones, acciones en esos espacios. Eso tendrá más resultados.

P. Se refiere por ejemplo al poder de Lastesis, una canción, una coreografía contra la violación, que surte un efecto mundial.

R. Ahí está el poder, en el cuerpo a cuerpo, con los pies en el suelo. Porque leyes ya hay muchas pero si el derecho no significa nada para la gente nunca alcanzará eficacia material.

P. Sobre el patriarcado y Europa. Dice que la Colonia es binaria, la Colonia enseña a violar, la Colonia cosifica los animales, los vegetales. Da la sensación de que el patriarcado lo han inventado lo europeos, ¿eso cree?

R. No, no no. Ahí diverjo entre mi feminismo decolonial y el de una autora que acaba de fallecer, a la que admiré, María Lugones, ella tiene un texto maravilloso en el que afirma la inexistencia de un patriarcado precolonial y lo coloca como una invención británica en Nigeria. Encontré contradicciones. Ella pensaba que el patriarcado es una invención colonial, yo creo que es un sistema político de gran antigüedad, que se va transformando, pero que ya existía, aunque de forma diferente. Sí creo que la jerarquía, las formas de poder y la letalidad se exacerban con la conquista y la colonización

P. ¿De qué modo?

R. Porque el hombre en el mundo tribal o de estructura comunal es el intermediario con el mundo de afuera. Es el hombre quien va a negociar algo o a luchar, primero con el frente ultramarino, con los conquistadores, y después con el estatal, que es una continuidad. Al hacerlo, es el primero que aprende la mirada del blanco sobre la vida, el paisaje, la tierra y los cuerpos. Es el primero en el cual se inocula la mirada del conquistador, del colonizador. Y entonces retorna a su mundo emasculado por esa relación con el vencedor, y le queda solo la violencia para preservar su masculinidad perdida. Por lo tanto, si no hubiera existido el patriarcado originario la propia conquista habría sido imposible. En otras palabras, el primer colonizado es el hombre.

Fuente de la informaciòn e imagen: elpais.com

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Yayo Herrero, antropóloga: «El patriarcado nos da el papel de cuidadoras sin preguntarnos». España

 

  • Yayo Herrero, antropóloga, está especialidazada en la economía de los ciudadanos y ecofeminismo​
  • Las mujeres sufren más el cambio climático y tienen un 14% más de posibilidades de morir en un desastre natural
  • Puedes ver la entrevista en el programa Objetivo igualdad, este lunes a las 00’30h en el Canal 24 horas
Por: NURIA VERDE

Antropóloga, educadora social, ingeniera agrícola y referente en España en ecofeminismo y economía de los ciudadanos. Hablamos de Yayo Herrero. La cita es en el parque Fuente del Berro en Madrid. Yayo Herrero llega puntual y nos cuenta que ella iba al colegio de niña muy cerca del parque por el que siente una especial querencia.

De repente, mientras los cámaras montan el set de la entrevista a Herrero, nos damos cuenta de que tanto el operador como yo hemos estudiado o estudian en colegios de la FUHEM (Fundación del Hogar del Empleado) de la que la entrevistada es expresidenta. ¿Qué tal trabajar por proyectos? ¿Qué tal hacer asambleas en clase? ¿Cómo funciona la comida ecológica implantada en el colegio Montserrat? La conversación fluye por ese nudo gordiano de casualidades y coincidencias.

Como seres humanos tenemos cuerpos que vulnerables que necesitan ser cuidados y atendidos

-¿Qué es lo que tenemos que poner en el centro como sociedad?

-La conservacion de la vida, fundamentalmente, porque esa vida está en riesgo. Por precisar un poco mas, yo recordaría que los seres humanos tenemos dos relaciones de dependencia insoslayables. A la primera, yo la llamaría ecodependencia. El ser humano es un animal especial pero un animal al fin y a cabo que se inserta en una trama de la naturaleza de la que fomamos parte. No hay posibilidad de mantener la vida si no es dependiendo de la naturaleza. No hay economía que no dependa de materias primas o recursos. El destino de los seres humanos va ligado a los cambios de la naturaleza. Por otro lado, como especie viva estamos insertos en cuerpos que tienen que ser atendidos y cuidados. Vivimos en sociedades que no colocan esas relaciones de codependencia en el centro. Pero esas no son las prioridades actualmente.

-¿Y cuales son?

El crecimento económico, la generación de tasas de ganancias para el capital. Son prioridades distintas. No siempre a la economía le interesa o importa mantener vidas dignas, a la economía le interesa el crecimiento, los beneficios. Estas dos prioridades están contrapuestas en este momento.

A la economía no le interesa mantener vidas dignas sino el crecimiento y el beneficio

-¿Qué tiene que ver la ecología con el feminismo?

-Tienen muchísimo que ver. En primer lugar, somos seres humanos que tenemos un cuerpo que tiene que durar y quienes han cuidado de los cuerpos durante los últimos cientos de miles de años son las mujeres, en todas las sociedades. Hablamos de cuidados en la infancia, de cuidados en la vejez, que es otro periodo de la vida en el que si no te cuidan, no sobrevives; de cuidados de los enfermos y dependientes.

Obligación y miedo

-¿Por qué somos las mujeres casi siempre las cuidadoras?

-Bajo mi punto de vista, no porque estemos mejor dotadas para ocuparnos de los cuidados sino porque vivimos en sociedades patriarcales que nos asignan, de manera no libre, el cuidado, la atención cotidiana y generacional de esa reproducción de los cuerpos. Esa asignación no libre se produce por varias cosas que el feminismo se ha encargado de denunciar desde hace mucho tiempo. Hay un proceso de socialización de las mujeres en el que interiorizamos esa especie de servicio familiar obligatorio al que estamos sujetas, una idea sobre el amor ligada a la renuncia de nosotras, al sacrificio o al miedo.

Las mujeres interiorizamos un servicio familiar obligatorio 

-El miedo está muy presente.

Hay mujeres que siguen cuidando en relaciones violentas por puro miedo. En una sociedad no patriarcal, el cuidado tendría que estar repartido entre las personas y las instituciones, porque tendría que estar repartido en la sociedad y no como ahora, que el cuidado recae, con tremendas dificultades y en medio de una crisis económica, en las mujeres.

Hay mujeres que están en relaciones violentas y siguen cuidando por puro miedo

Mujeres y cambio climático

-¿Tiene el cambio climático una perspectiva de género?

-Sí. Muchos de los conflictos medioambientales recaen en las mujeres. Por ejemplo, las mujeres sufren más el cambio climático. Cuando hay inundaciones, en muchos casos, las mujeres anteponen las vidas de los otros a las propias. Tanto el cambio climático como los extractivismos están destruyendo territorios, impidiendo que las mujeres trabajen en una agricultura de subsistencia.

-Las mujeres rurales impulsan luchas feministas

-Tenemos cerca el caso de las jornaleras de la recogida de la fresa y fruto rojo en Huelva, donde mujeres migrantes procedentes del norte de África, junto con mujeres jornaleras del territorio nacional se implican en luchas, con una base feminista impresionante. Luchan contra la ley de extranjería, contra una forma totalmente insostenible de producir alimentos, y luchan por la garantía de los derechos.

-¿Queda mucho por hacer? 

-Y mucha deuda que pagar. Hay una deuda ecológica que tienen contraída los países ricos, con los empobrecidos, por el desigual uso de recursos, y por el desigual impacto de la contaminación. Pero también hay otra deuda de cuidados del patriarcado con las mujeres, por la desigualdad de tiempos dedicados a sostener la vida.

Fuente: https://www.rtve.es/noticias/20211205/objetivo-igualdad-yayo-herrero-patriarcado-da-papel-cuidadoras/2234680.shtml

 

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El sistema judicial de España no protege a los niños de padres abusivos, afirman expertos de la ONU

Un grupo de relatores asegura que el sistema judicial español tiene un “sesgo discriminatorio contra las mujeres” y a menudo favorece a los varones en casos de custodia incluso aunque haya antecedentes de violencia doméstica. Los expertos piden al Gobierno que tome medidas.

Los menores en España están expuestos a la violencia y los abusos sexuales por un sistema judicial que no les protege de los padres abusivos, dijeron expertos de la ONU* que pidieron al Gobierno “garantizar que sus tribunales superen los prejuicios contra las mujeres y aplicar un enfoque centrado en los niños y de género”.

“Aún en los casos en los que existen antecedentes de violencia doméstica o pruebas de maltrato, las decisiones judiciales a menudo favorecen a los padres varones, incluso en aquellos casos en los que existen motivos razonables para sospechar que abusan hacia los niños y sus madres”, sostuvieron.

“Una de las causas fundamentales de este problema es la existencia de un sesgo discriminatorio contra las mujeres, que hace que su testimonio se perciba como menos creíble que el de los hombres», dijeron. «Las mujeres tienen aún menos probabilidades de ser creídas cuando denuncian la violencia física y sexual cometida por los padres contra ellas y sus hijos».

Los expertos se mostraron especialmente preocupados por el caso de Diana García M., que recientemente perdió la custodia en primera instancia de su hija de 6 años tras ser acusada de obstaculizar la relación entre la niña y su padre. A pesar de los antecedentes de violencia doméstica y de las pruebas que apuntaban a que había cometido abusos sexuales contra su hija durante años, el padre obtuvo la custodia completa en el juzgado de Pozuelo de Alarcón.

«A pesar de las claras directrices en sentido contrario de la Convención sobre los Derechos del Niño, los tribunales siguen determinando que el interés superior del niño y de la niña es siempre mantener el contacto con uno de sus progenitores, incluso cuando éstos son violentos o abusivos», afirmaron los expertos.

Los relatores aseguran que a lo largo de una década han estado en contacto con el Gobierno para transmitirle sus preocupaciones, pero aún así siguen recibiendo información de nuevos casos de madres que pierden la custodia de sus hijos a manos de padres maltratadores.

La teoría de la “alienación parental”

Las mujeres son acusadas de dificultar el contacto de los padres con sus hijos —fenómeno conocido como «alienación parental»— y son castigadas por los tribunales en lugar de conseguir protección.

La teoría de la alienación parental, aunque carece de apoyo científico creíble, refleja la idea de que cuando un niño teme o evita a su padre o madre, se debe a la influencia del otro progenitor, más que a las propias experiencias del niño.

“Aunque están prohibidas por la reciente legislación española, las teorías sobre la ‘alienación parental’ parecen seguir desempeñando un papel en las decisiones judiciales en España”, aseguraron los expertos que explican que tales teorías “aprovechan las actitudes patriarcales arraigadas en el sistema legal”, así como una “creciente oleada de críticas contra la igualdad de género” en varios países donde los grupos anti-derechos han retratado los derechos de las mujeres como «anti-familia.»

«Guiados por teorías pseudocientíficas y regresivas, como la alienación parental, los tribunales de España y otros países no están garantizando el derecho de los menores a estar libres de violencia, ni el derecho de las mujeres a la no discriminación», dijeron los expertos. Esta “preocupante tendencia” se ha detectado también en otros países de Europa, América Latina y otras regiones.

«España debe hacer más, para que su legislación sea operativa y para que todos los funcionarios del sistema de justicia apliquen un enfoque sensible al género y centrado en el niño en los casos de custodia de los hijos y de violencia doméstica, además de tomar medidas efectivas para prevenir estos actos de violencia que pueden constituir tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, o incluso tortura», dijeron los expertos. «El Gobierno debe cumplir con su responsabilidad de garantizar que los niños, las niñas y las mujeres puedan vivir y prosperar libres de violencia».

* Las y los expertosReem AlsalemRelatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuenciasMelissa Upreti (Presidenta), Dorothy Estrada Tanck (Vicepresidenta), Elizabeth BroderickIvana Radačić y Meskerem Geset TechaneGrupo de Trabajo sobre la discriminación contra las mujeres y las niñasTlaleng MofokengRelatora Especial sobre el derecho a la salud física y mentalNils MelzerRelator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

Los Expertos y las expertas forman parte de lo que se conoce como los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos. Los Procedimientos Especiales, el mayor órgano de expertos independientes del sistema de derechos humanos de la ONU, es el nombre general de los mecanismos independientes de investigación y supervisión del Consejo que se ocupan de situaciones de países específicos o de cuestiones temáticas en todas las partes del mundo. Los expertos de los Procedimientos Especiales trabajan de forma voluntaria; no son personal de la ONU y no reciben un salario por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u organización y prestan servicios a título individual.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2021/12/1501202

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