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¿Por Qué Debemos Enseñar Estudios De Género?

Por: Sofía García-Bullé

No sabemos nombrar ni describir los desequilibrios sociales ejercidos sobre las mujeres y otros grupos de minoría social.

En Estados Unidos, miembros de la prensa describen a una candidata presidencial como “grosera”, “mala” e iracunda, por confrontar a un rival que expresa violencia racial y misoginia en su discurso y a un presidente que se burla de la herencia cultural de esa misma candidata. En México, un director de escuela culpa a las alumnas del acoso que se comete contra ellas. En Brasil, el presidente electo le declara la guerra a cualquier filosofía que se pronuncie a favor de los derechos de las mujeres y las minorías. El problema está muy claro: necesitamos Estudios de Género en las escuelas.

La perspectiva de género, como la define Susana Gamba, especialista en Estudios de Género, es la concepción epistemológica que se aproxima a la realidad a través de las miradas propias de cada género y su relaciones con el poder. Esta perspectiva es la base de la que parten los Estudios de Género.  Explicado de esa forma parece algo complejo y netamente académico, pero la perspectiva de género es algo simple, necesario y que nos atañe a todos como académicos, profesoras investigadoras  y responsables tanto de la producción como la distribución de conocimiento.

Perspectiva y Estudios de Género 101

La ideología de género es un término que ciertamente prende conversaciones acaloradas a todos los niveles, desde familiares y laborales en conversaciones casuales, académicos tratando de definir fenómenos sociales o hasta políticos cuya agenda es pronunciarse en contra o a favor. El tema es tendencia, y es algo de lo que hablamos constantemente, ¿pero sabemos qué significa?

La ideología de género es un conjunto de principios en las que académicas expertas en Estudios de Género han encontrado consenso, es la base del discurso de la perspectiva de género. Si queremos entender la ideología de género hay que hablar primero de los estudios que producen el conocimiento en el que se apoya esta ideología.

El concepto de género como plataforma social de la que se desprenden los roles atribuidos a cada sexo, comenzó a ser estudiado a finales de los años 40. La filósofa Simone de Beauvoir fue una de las primeras académicas que comenzó a conceptualizar la idea de género y cómo esta influye en la forma en que se construye socialmente a la mujer. Uno de los postulados más importantes del discurso de Beauvoir es que nadie nace mujer, sino que se hace mujer, refiriéndose no al sexo biológico de las mujeres, sino a la simbología social de la que que se desprende el cómo entendemos los modelos de comportamiento y jerarquía social de quien nace con el sexo biológico femenino.

En 1968, Robert Stroller, profesor e investigador de psiquiatría conocido por sus teorías sobre el desarrollo de la identidad de género, extendió el entendimiento de estos conceptos puntualizando la diferencia entre sexo biológico, el género y los roles propios de cada uno. Estos conceptos forman una estructura social compuesta de símbolos, representaciones, normas, valores y prácticas que se elaboran no solamente con base en las diferencias anatómicas, sexuales y fisiológicas, sino en los atributos que les asignamos. Esto es enteramente social y da sentido a las relaciones entre las personas sexuadas.

A raíz del trabajo de Stroller, los estudios de la mujer, posteriormente llamados Estudios de Género, comenzaron a hacer presencia en el currículum de las instituciones de educación superior. ¿Pero qué se enseña en las clases de Estudios de Género? La materia es muy amplia y quienes la estudian pueden aprender conceptos muy diversos relacionados con el género y cómo se dimensiona a nivel social, económico y político. En términos generales, casi todas las instancias que pretenden enseñar la disciplina lo hacen sobre la definición del género, sus diferencias y vínculos con el sexo biológico, así como las construcciones filosóficas, antropológicas y sociales con las que nos formamos la idea de masculinidad y feminidad.

Estos cursos también examinan las intersecciones del género con la raza, la etnicidad, la nacionalidad, la clase socioeconómica, el capacitismo, la sexualidad y otras dimensiones que establecen diferencias en la conceptualización y jerarquización de las personas en la escala social. El objetivo de un grado académico en Estudios de Género es que los estudiantes aprendan a identificar, articular y analizar prácticas culturales y nociones institucionalizadas que giran en torno al género, la sexualidad y la orientación sexual. Así como entender la forma en que el género es un factor influyente en la vida de las personas desde el punto de vista social, político y económico.

Este conocimiento es valioso si quieres adentrarte en la explicación de cómo las diferencias de género juegan un papel importante en el micro y macrocosmos de la sociedad. Pero hay valor en la idea de que los Estudios de Género necesitan dejar de ser una materia electiva e inyectarse en el tronco común de los planes de estudio en general. La razón es simple: no sabemos nombrar ni describir los desequilibrios sociales ni los ejercicios de invisibilización, a veces hasta de manera involuntaria, que ejercemos sobre las mujeres y otros grupos de minoría social.

La necesidad de una educación con perspectiva de género

En artículos anteriores hemos hablado sobre cómo las dinámicas sociales que atañen al género, la etnicidad o la raza, afectan negativamente el acceso a la educación, las oportunidades de trabajo, la validación y la producción de conocimiento de las mujeres en la academia. Aún dentro de la comunidad académica y científica existen casos de mujeres y personas de minorías raciales y LGBT que no tienen derecho al discurso, a la publicación de su trabajo y al debate, sin poner en riesgo su posición laboral, su integridad física o su permanencia en sus países.

La situación para los estudiantes es igual de preocupante. En Alaska, una adolescente fue descalificada de una competencia de natación por un accidente común con su traje de baño provisto por la misma escuela. El incidente fue acentuado por un juicio de carácter sexualizante por parte de los espectadores adultos. En el resto del país, 53% de las escuelas públicas tienen códigos de vestimenta que afectan desproporcionadamente a la población estudiantil femenina. En México, un grupo de estudiantes de secundaria tuvieron que manifestarse contra su propio director, quien justificó instancias de acoso sexual hacia ellas por parte de estudiantes masculinos, responsabilizándolas del incidente.

Bajo este contexto, es patente la urgencia de una intención educativa hacia una idea de género que nos permita liberar la conceptualización del género femenino como anómalo y secundario al masculino, así como inherentemente sexuado. Y el lugar para empezar no son las universidades, son las escuelas.

¿Estudios de Género y educación básica?

Las escuelas son el mejor lugar para hablar de la idea de género y sus implicaciones sociales de una forma amigable que ayude a los niños y jóvenes a formarse una concepción más igualitaria de cómo construimos lo que entendemos como masculino y femenino. No tienen que ser ideas complejas ni lecturas que involucren temas que podrían considerarse sensibles, como los que manejan de Beauvoir o Stroller. Un simple experimento como el realizado por la organización de Lifting Limits en cinco escuelas de Reino Unido, ha marcado la pauta de cómo se puede educar desde edad temprana para la equidad.

Acciones pequeñas, como cuestionar la cantidad de literatura de ficción disponible en las que las niñas tienen agencia y peso en la narrativa; los libros de texto y espacios en la institución que mencionan los logros históricos y científicos de mujeres a la par de la de los hombres; una intención consciente de liberar los discursos docentes de estereotipos que sean derogativos para los estudiantes femeninos o limitantes para los masculinos.

Estos son el tipo de medidas que preparan a niños y jóvenes, no solamente para tener una visión del mundo más balanceada y justa en lo que respecta al género, sino que los ayuda a construir las estructuras cognitivas para que en niveles educativos más avanzados, sean capaces de comprender los conceptos y temas que manejan los Estudios de Género, así como los problemas que esta disciplina pretende analizar, examinar, visibilizar, comunicar y, eventualmente, resolver.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/estudios-de-genero

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Por una universidad con perspectiva de género

Por: Roberto Rodríguez.

En los últimos meses la problemática de la violencia de género, en sus distintas vertientes, ha sido objeto de expresión y protesta en varias universidades del país. De especial visibilidad el caso de la UNAM porque la movilización de las estudiantes ha implicado la suspensión de actividades en varios de los planteles de la institución. El pasado 12 de febrero el Consejo Universitario aprobó reformas al Estatuto General de la Universidad para establecer que la violencia de género se considere una falta “especialmente grave de responsabilidad”. Se autorizó también la ampliación del número de vocales permanentes en el Tribunal Universitario para garantizar la paridad y promover un mejor tratamiento de los casos que se denuncien ante ese órgano.

En la misma sesión del Consejo, posteriormente en declaraciones de las autoridades universitarias, se reconoció que la respuesta normativa es apenas un primer paso, que es necesario seguir explorando y diseñando fórmulas para enfrentar la problemática, y que una política general e integral que atienda a las diversas desigualdades de género debe formar parte de una agenda de “transformación estructural” de la UNAM.

Hasta ahora, la respuesta de las organizaciones de mujeres involucradas en el proceso ha sido más bien de cautela. Se registra como una victoria de la movilización, pero también se advierte la necesidad de incorporar medidas normativas y prácticas adicionales, así como la de atender a las demandas específicas de las organizaciones de mujeres estudiantes en los planteles del bachillerato y las facultades universitarias. Por ahora ese es el estado de la cuestión. No es fácil anticipar su horizonte y desenlace, sobre todo por su intersección con expresiones de protesta mucho más violentas, centradas en la ocupación de espacios universitarios.

En tal contexto, es de interés la pregunta ¿la violencia de género es la única y principal expresión de las desigualdades entre hombre y mujeres en el ámbito universitario? La respuesta, desafortunadamente, es negativa. La desigualdad de género tiene múltiples dimensiones y se expresa en prácticamente la totalidad de los aspectos de la vida universitaria. Más aun ¿qué se está haciendo para avanzar hacia una nueva condición, en la cual la distribución de las oportunidades para el desarrollo de las estudiantes y las académicas sea en efecto equitativa? En realidad, muy poco.

Un objetivo a la vez deseable y factible propondría una universidad con perspectiva de género. Al decir “universidad” se engloba aquí tanto a las instituciones universitarias propiamente tales como al resto de las instituciones de educación superior, lo que incluye a las de vocación tecnológica y a las correspondientes al sistema privado. ¿Cómo abordar la cuestión si se acepta el propósito general?

Una de las vías de acceso al tema es considerar la experiencia internacional en la materia. A partir de la Conferencia Internacional de la Mujer celebrada en Nairobi en 1985 se adoptó la denominación “gender mainstreaming”, traducida como transversalización de género, enfoque integrado de género, y convencionalmente como perspectiva de género. El enfoque correspondiente, según la propia declaración de Nairobi, implica que la formulación de políticas públicas y acciones institucionales toma en cuenta los intereses y preocupaciones de mujeres y hombres con respecto a determinado ámbito social, económico, político, educativo o cultural. Con base en dicho enfoque varias universidades, algunas del mundo desarrollado y otras de países de desarrollo intermedio, han planteado agendas de transformación que vale la pena tomar en cuenta, no solo desde el punto de vista de su orientación social, sino también de las experiencias y resultados logrados.

Un reporte sintético del tema, centrado en el área europea, se publicó recientemente con el título “Promoting gender balance and inclusion in research, innovation and training”, como uno de los reportes finales del proyecto “Promoting gender balance and inclusion in research, innovation and training” (PLOTINA). Este proyecto fue financiado con fondos de la Unión Europea al corresponder al programa general Horizonte 2020 y consistió en la formación de un consorcio universitario integrado por ocho instituciones: la Universidad de Bolonia (Italia), coordinadora del proyecto, la Universidad de Warwick (Reino Unido), Mondragon Unibertsitatea (Euskal Herria), Instituto Superior de Economia e Gestao (Portugal), Kemijski Institut (Eslovenia), Ozyegin Universitesi (Turquía), Zentrum fur Soziale Innovation GMBH (Austria), Jump Forum (Bélgica), Centro Studi Progetto Donna e Diversity MGMT (Italia) y Elhuyar (Euskal Herria). El objetivo del mismo consistió en desarrollar una diversidad de proyectos enfocados, todos ellos, al diseño e instrumentación de herramientas para apoyar, en el terreno de las prácticas, las políticas institucionales respectivas en favor de la equidad de género.

Las áreas de exploración del proyecto fueron: Órganos de gobierno, actores clave y tomadores de decisiones; reclutamiento, progresión profesional y retención; integración laboral y de la vida personal; investigadores e investigación: igualdad de género y perspectiva de sexo y género; integración de la dimensión sexual y de género en el currículo universitario.

En este marco, destaca la política institucional de la Universidad de Bolonia en la materia. Esta universidad la más antigua del mundo, decidió en 2014 convertirse en una institución con perspectiva integral de género. Como primera medida formó el Comité de Garantía para la igualdad de oportunidades, el bienestar de los trabajadores académicos y la no discriminación laboral (CUG). Las medidas adoptadas -normativas, prácticas y de renovación de procesos- han sido múltiples, comprenden las áreas de ingreso y trayectoria de alumnos, bienestar estudiantil, paridad de género en el gobierno universitario, la administración y los órganos de evaluación del trabajo académico. Los reportes anuales del programa están disponibles en la página web de la institución.

 

¿A poco no valdría la pena hacer algo equivalente en nuestro contexto?

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/por-una-universidad-con-perspectiva-de-genero/

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Libro: Herramientas básicas para integrar la perspectiva de género en organizaciones que trabajan derechos humanos

Autor Principal: Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH)
Formato: Libros
Lenguaje: esp
Publicado: San José, Costa Rica2018
Materias:
Acceso en línea: http://repositorio.dpe.gob.ec/handle/39000/2166

Resumen: El Instituto Interamericano de Derechos Humanos a través de este documento proporciona elementos teóricos y metodológicos para una aplicación adecuada de la perspectiva de género y efectúa un análisis de como las construcciones sociales y culturales de la distribución del poder entre mujeres y hombres, afectan de manera directa la forma en que las personas se relacionan en todos los ámbitos. Contiene herramientas conceptuales y prácticas para ser implementadas en procesos de promoción, protección y cumplimiento de los derechos humanos de las mujeres.

Fuente: https://www.bibliotecasdelecuador.com/Record/oai:localhost:39000-2166#description

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Mali: Mujeres que plantan árboles para evitar que los hombres les arrebaten la tierra

Redacción: Mundo

A nivel mundial, las mujeres representan el 43 % de la fuerza de trabajo agrícola, pero su rendimiento es inferior por el acceso a las semillas.

El mero hecho de plantar árboles está ayudando a las agricultoras africanas a reclamar el acceso a unas tierras que les son negadas por costumbre y que, en el Día internacional de las mujeres rurales, ven como el primer paso para su desarrollo.

Fatoumata Diallo, representante de la Federación de mujeres rurales de Malí, lo dijo alto y claro este martes durante el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU que se celebra en Roma: “Necesitamos ver a la mujer rural como solución a la inseguridad alimentaria y tener acceso a medios de producción como la tierra, el agua y el crédito agrícola”.

A su lado, la vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Cornelia Richter, le daba la razón tras afirmar que en África subsahariana cerrar la brecha de género supondría un aumento del 7 al 19 % en la productividad de los cultivos.

Las subsaharianas, responsables de hasta un 80 % de los alimentos básicos que se producen en sus países, están excluidas por lo general del derecho de propiedad de la tierra, pues esta recae en los hombres, explicó a Efe Cécile Ndjebet, fundadora de la Red de mujeres africanas para la gestión comunitaria de los bosques (Refacof).

Las normas sociales les autorizan a emplear las tierras de sus maridos o hijos varones, pero sin poseerlas. Durante décadas, esta camerunesa ha intentado influir en los procesos para reformar la tierra, a menudo lentos y opacos, y ha fomentado la gestión comunitaria de los bosques, de propiedad estatal, como una puerta por la que las mujeres puedan acceder a esos terrenos.

“Algunas han empezado a plantar frutales, lo que supone una garantía a largo plazo. Por tradición, una vez que se plantan árboles en esas tierras, los hombres no pueden reclamarlas”, detalló. Así se ha abierto una rendija por la que las africanas pueden ejercer nuevos derechos de tenencia, claves para “alimentar a sus familias y comunidades”, subrayó la activista.

Otras veces su organización les ayuda a revitalizar las tierras degradadas con técnicas agroforestales para asegurarse el acceso y la cosecha, con permiso de las autoridades. Ndjebet también negocia con los líderes tradicionales y les hace firmar contratos escritos para que en el futuro no se despoje de las tierras a las mujeres, que siempre las gestionan en grupo, nunca a título individual, conscientes de que no pueden venderlas o cederlas.

La fundación Cadasta trabaja con los más vulnerables, en su mayoría mujeres, para apoyarles con la documentación de sus tierras. “La tenencia de la tierra puede verse como una barrera o un facilitador del desarrollo”, apuntó la responsable de esa ONG Amy Coughenour, quien explicó que en ocasiones tienen que rellenar los formularios en papel y digitalizar después la información cuando los beneficiarios encuentran dificultades al usar la tecnología.

A nivel mundial, las mujeres representan el 43 % de la fuerza de trabajo agrícola, si bien sus rendimientos son hasta un 30 % inferiores a los de los hombres, ya que ellos suelen contar con mayor acceso a semillas, fertilizantes, equipamiento, crédito, tecnologías, educación, mercados y espacios políticos.

A las tareas intensivas en el campo, centradas en la pura subsistencia, se unen las del hogar en condiciones penosas. Todavía las subsaharianas dedican 40.000 millones de horas al año solo para recoger agua. Aletheia Donald, experta en género del Banco Mundial, sostiene a raíz de su experiencia en el subcontinente que los proyectos deben diseñarse con perspectiva de género porque, si no, las desigualdades crecen.

Y recalca que esas mujeres también necesitan formación para emprender negocios, afrontar los obstáculos y manejar los recursos. “En Togo hemos visto un incremento de sus beneficios en un 30 % con esa clase de entrenamiento”, argumenta.

Fuente: https://www.lainformacion.com/mundo/mujeres-agricultura-feminismo-tierra-arrebaten-hombres-exito-rural/6515319/

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América Latina: Revista de la RED de Trabajadoras de la Educación aborda temas de migración y movilizaciones en la región

Revista de la RED de Trabajadoras de la Educación aborda temas de migración y movilizaciones en la región

Revista RED Nº 6: Migración y movilización en América Latina.

La RED de Trabajadoras de la Educación de la Internacional de la Educación América Latina (IEAL), lanzó el sexto número de su revista RED, con movilizaciones y migración como temas centrales.

La Revista RED 2019, Migración y Movilización en América Latina, está disponible en el apartado de publicaciones del sitio web de la IEAL, y la versión impresa será distribuida entre las personas asistentes a las actividades de la RED de Trabajadoras de la Educación a lo largo del segundo semestre del año.

“En esta edición de RED, discutimos estos temas que aún siguen teniendo repercusiones en los países y en la región”, señaló Gabriela Sancho, Coordinadora Regional de la IEAL, en el texto de presentación de la revista. Sancho resaltó que el abordaje a los temas de migración y movilizaciones se hace desde una mirada sindical, con perspectiva de género y conciencia de clase.

Contexto regional

Hugo Yasky, Presidente de la IEAL, destacó en la introducción el papel de la revista RED, como un instrumento político para socializar la realidad de América Latina desde la mirada de las mujeres y las lideresas sindicalistas. Además reivindicó la defensa de la educación pública y las movilizaciones como estrategia para garantizar el bienestar de las poblaciones, evitando la expulsión de los sectores más desfavorecidos.

Fátima Silva, Secretaria General de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación de Brasil (CNTE) y Vicepresidenta del Comité Regional de la IEAL, denuncia los esfuerzos de los gobiernos neoliberales en América Latina para desmantelar los derechos de la clase trabajadora. Silva destaca además el papel de las mujeres en la lucha social frente a los retrocesos en materia de derechos.

Movilizaciones

El caso de la huelga de 2018 de la Asociación Nacional de Educadores de Costa Rica (ANDE), es expuesto en la revista por Carmen Brenes y Amalia Vargas, Secretaria General y I Vicepresidenta de la organización, respectivamente. Brenes, quien además es Vicepresidenta de la IEAL por la subregión, acompañó la movilización de las mujeres de ANDE durante los más de tres meses de huelga contra un proyecto de ley de impuestos, regresivo en materia de derechos.

La situación de Brasil y la resistencia ante el autoritarismo y las políticas neoliberales de su gobierno es abordada por Juçara Dutra Vieira, quien presidió la CNTE y fue Vicepresidenta de la IEAL. “El proyecto de Bolsonaro tiene tres pilares de base: política económica ultra liberal, desmantelamiento del Estado y de las políticas de protección social, así como implantación de una cultura fascista”, señala el texto de la brasileña.

La experiencia de la movilización universitaria en Colombia en 2018, es compartida por la profesora Gloria Arboleda, de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios de Colombia (ASPU). Las masivas movilizaciones estudiantiles y sindicales obligaron al gobierno de Iván Duque a firmar acuerdos.

Migración

Las situaciones de migración en América Latina son abordadas en una entrevista con el sociólogo centroamericano Carlos Sandoval, quien explica algunos de los motivos que fuerzan a la población a migrar. La productora audiovisual Ivannia Villalobos explica en un artículo el proceso de creación del documental “Casa en tierra ajena”, sobre la migración centroamericana hacia Estados Unidos.

La revista RED cierra con un breve artículo sobre la autora y maestra chilena Gabriela Mistral, reconocida en 1945 con el Premio Nobel de Literatura.

Consulte en este enlace la versión digital de la Revista RED 2019.

Fuente de la Información: https://www.ei-ie-al.org/noticias/revista-de-la-red-de-trabajadoras-de-la-educacion-aborda-temas-de-migracion-y

 

 

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La Ley Micaela: Tomarse en serio la educación para la equidad de género

 

Por: Isabel C. Jaramillo Sierra.

 

El 9 de abril de 2017 fue encontrado por las autoridades argentinas el cuerpo sin vida de Micaela García. La joven de 21 años era activista del movimiento “Ni Una Menos”, que ha reunido a las mujeres argentinas en torno a la causa del feminicidio y más recientemente del aborto. Su asesinato se le atribuye a un violador serial que fue juzgado y condenado a nueve años de prisión pero dejado en libertad antes de terminar de cumplir su condena.

El cuerpo sin vida de Micaela fue encontrado varios días después de su desaparecimiento. El dolor que causó su muerte entre sus familiares y amigos, y entre sus compañeras del movimiento, fue procesado a través de una propuesta para transformar las actitudes y conocimientos de los funcionarios públicos en materia de género. La Ley Micaela fue aprobada por el Congreso argentino en diciembre de 2018 como parte de un paquete de 12 leyes encaminadas a lograr mayor equidad de género.

Es verdad que no es del todo novedoso que un Congreso ordene que se “eduque”. En el caso colombiano, varias leyes recientes sobre equidad de género han tenido elementos “educativos”. La ley 581 de 2000, ley de cuotas, por ejemplo, incluía la posibilidad de que se evaluara qué tan adecuados eran los textos escolares en materia de perspectiva de género y se impidiera la circulación de aquellos que obraran en contra del propósito de la equidad de género. La Corte Constitucional declaró inconstitucional esta manera de intervenir en la educación. La ley 1257 de 2008, ley de violencia de género, adoptó otra perspectiva: ordenó al Ministerio de Educación Nacional hacerse cargo de vigilar que en las instituciones educativas, incluyendo las universidades, enseñaran a los estudiantes nociones básicas de derechos humanos, derechos sexuales y reproductivos y equidad de género. Como profesora de universidad y madre de hijas que atienden el colegio, no he visto que esta orden tanga mucho impacto. El Ministerio de Educación tampoco ha rendido cuentas al respecto. La obligación consignada en la ley es vaga y general al punto que casi parecería imposible obligar su cumplimiento por medio de acciones legales. La ley 1761 de 2015, ley Rosa Elvira Cely, por su parte, ordenó también que se incluyera el tema de perspectiva de género en los currículos en todos los niveles de educación y que se capacitara a los funcionarios públicos relacionados con el tema de atención, protección y prevención de la violencia de género, en materia de derecho internacional humanitario, derechos humanos y perspectiva de género. No es claro qué pasó con la orden perentoria que se le dio al Ministerio de Educación de cumplir el mandato en seis meses, pero ciertamente después de 3 años de aprobada la ley no es claro que se estén realizando las acciones de capacitación necesarias.

La ley Micaela es innovadora en varios sentidos que merecen nuestra atención. En primer lugar, la ley fue entendida como respuesta directa a la terrible situación de la muerte de una activista. Es verdad que el derecho argentino ya cuenta con leyes que desde 2012 castigan duramente el causarle la muerte a una mujer por ser mujer. Pero en lugar de exigir solamente que dichas leyes se cumplieran, ignorando el contexto que las hace ineficaces, se tomó en cuenta el aprendizaje de las activistas de Ciudad Juárez y la lección de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su sentencia Campo Algodonero. En este caso, que involucró el desaparecimiento y muerte de más de 500 mujeres por razones que aún hoy no se conocen cabalmente, la Corte Interamericana encontró que a la raíz del problema está la ineficacia estatal para investigar estos delitos y que en buena parte dicha ineficacia se vincula a los estereotipos de los funcionarios públicos sobre las razones por las que las mujeres dejan sus hogares y sobre el valor de la vida de las mujeres jóvenes. Así, señaló la Corte, no basta con tener leyes que sancionen el delito si los funcionarios no son capaces de prevenir, investigar y sancionarlo porque no pueden “ver” el peligro y el daño que se causa a las mujeres.

En segundo lugar, la ley se dedicó solamente al tema de la capacitación y fue más allá de los funcionarios que podrían estar principalmente involucrados para ordenar que TODOS los funcionarios de la rama ejecutiva sean capacitados. Esto hace que el tema del cambio de actitudes y adquisición de conocimientos nuevos reciba la importancia que se merece y no aparezca como una adenda o detalle adicional, como una buena intención que sería bueno que se diera pero no es tan importante. En tercer lugar, la ley recibió el apoyo de más de veinte académicas. Estas son mujeres que han venido trabajando desde distintas instituciones (El Observatorio de Género de La Ciudad de Buenos Aires, la Universidad de Buenos Aires, la Defensoría Pública, entre otras) en identificar fallas en el funcionamiento del estado y maneras de resolverlas. El apoyo de las académicas fue reconocido por las congresistas de manera explícita en su motivación para la ley y muestra un respeto mutuo en el trabajo necesario para adelantar las reformas que se necesitan. Es difícil realmente pensar que cambios en el nivel de la educación van a llevarse a cabo sin involucrar a las Universidades y cuerpos dedicados a la capacitación en distintas entidades públicas. En cuarto lugar, la ley establece que se apropiarán los recursos para la capacitación y, lo que es más importante, ordena que se cree una página web en la que los ciudadanos puedan consultar el nivel de cumplimiento de la ley por parte de cada una de las instituciones. De manera que no solamente se crearon obligaciones ciertas con recursos asignados, sino que se ordenó entregar a los ciudadanos la vigilancia de un tema que le concierne directamente. Finalmente, debe resaltarse la gestión decidida y el compromiso claro de las congresistas argentinas que hacen parte de la “Multipartidaria” con la agenda de la equidad de género. Este grupo de congresistas fue responsable de la aprobación en la Cámara de Representantes (Cámara de Diputados) de la ley que despenalizaba el aborto. Ahora está trabajando para que la ley llegue a ser aprobada también por el Senado. Tomar riesgos en un tema tan importante como es el del aborto muestra su fuerza, convicción y capacidad estratégica. Sería realmente “grande”, con dicen los argentinos, que nuestra propia bancada de mujeres lograra acuerdos similares para avanzar con paso cierto y sin titubeos en los temas de importancia para todos.

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