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¿Regresar a clases presenciales significará la recuperación de aprendizajes?

Por: Claudia Santizo 
Profesora-investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa 

 

Nadie podría dudar de la pérdida de aprendizajes de los estudiantes en este periodo con más de un año de confinamiento por la COVID-19. Sin embargo, debemos preguntarnos cuál es el significado real de regresar a clases presenciales en agosto de 2021. Restablecer una “normalidad” implica regresar a una situación previa con resultados educativos cuestionables pero acompañada de riesgos e incertidumbre por las secuelas que causa la COVID-19.

La “normalidad” en los aprendizajes 

Colocar a los aprendizajes como el motivo para regresar a las clases presenciales no resuelve el problema del rezago escolar. Consideremos la situación previa a la pandemia que describe la prueba PLANEA aplicada en 2018 a los estudiantes de 6º grado de primaria. Cabe recordar que PLANEA ubica sus resultados en 4 niveles. El INEE da una interpretación de esos niveles de logro en la materia de lenguaje y comunicación los cuales sintetizo de esta manera: en el nivel I los alumnos son capaces de leer, en el nivel II los alumnos leen y comprenden, en el nivel III leen, comprenden y sintetizan y, en el nivel IV, además, reflexionan (por ejemplo pueden “…distinguir entre hechos y opiniones…”).  Si el propósito actual de la educación es que los estudiantes aprendan a aprender, entonces podemos establecer como un requisito que se desarrollen capacidades de síntesis y reflexión.

PLANEA 2018 ubicó a los estudiantes según sus habilidades para el lenguaje y la comunicación como sigue: 49% en el nivel I, 33% en nivel II, 15% en nivel III, y 3% en nivel IV. Es decir, el nivel I indica que al concluir su educación primaria la mitad de los estudiantes reconocen lo básico del lenguaje pero no lo comprenden. En el nivel II los estudiantes comprenden lo que leen pero es limitada su capacidad para sinterizar y reflexionar sobre lo que están leyendo. El diagnóstico de la situación en matemáticas es similar con 59% de estudiante que se encuentran en un nivel insuficiente de dominio de la materia.

La situación de 2018 con toda seguridad se deterioró por la pandemia; no hay porque suponer que no es así. En esta situación cabe preguntarse qué significaría el regreso a clases presenciales, ¿cuál es el nivel de aprendizajes que se necesita recuperar? Por ejemplo: si la situación se deterioro ¿neceistamos que 80% de los estudiantes que terminan la primaria vuelva a ubicarse en los niveles I y II? Que es en donde estaban antes de la pandemia. Suena políticamente incorrecto formular un objetivo de política que establezca que: “vamos a recuperar el nivel I de aprendizajes que tenían los estudiantes donde reconocen lo básico del lenguaje aunque no lo comprendan”.

Si el objetivo del regreso a clases presenciales es la recuperación de aprendizajes entonces se necesita saber cuáles son las estrategias pedagógicas que se aplicarán o desarrollarán para recuperarlos, tanto los bajos aprendizajes previos a 2019 como los profundizados por el encierro por la COVID. La solución de uno y otro va junta.

Además, el regreso a clases presenciales no implica regresar a la ”normalidad” previa. Sabemos que hay una afectación de la convivencia social y el confinamiento está causando problemas psicológicos. ¿De que magnitud es el problema?, no lo sabemos. Hay que agregar la deserción. Se necesita considerar estos problemas adicionales para que los docente tengan el apoyo de personal especializado, trabajadores sociales, psicólogos, además de recursos económicos que permitan mantener condiciones de higiene, entre otros.

Regreso a clases presenciales y el riesgo e incertidumbre por la COVID

El regreso a clases presenciales revela o hace evidente un dilema moral para la política educativa.  La COVID-19 introduce incertidumbre en las decisiones desde que inició la pandemia. Apenas hace un año se consideró que era solo una gripa, ahora sabemos, de mala manera, el alto riesgo de dolor y muerte y todavía peor, no sabemos el alcance de las secuelas, su profundidad, duración y la afectación a la salud y, como consecuencia, a la calidad de vida futura que tendrán las personas recuperadas. Por ejemplo, se conocen el caso extremo de trasplante de pulmones de una persona. Otras preguntas surgen como ¿cuáles son los efectos de largo plazo en las personas que se contagiaron de manera “leve”? Para las personas, de cualquier edad, es altamente incierto lo que puede pasar con su salud en el futuro, a largo plazo, en caso de contagiarse ahora.

¿Qué puede pasar con la salud de niñas, niños y adolescentes que tengan la mala fortuna de contagiarse y tengan secuelas de incierta gravedad y duración? Las posibles secuelas en la salud por la COVID son un factor adicional a los múltiples factores socioeconómicos y familiares que afectan los aprendizajes. ¿Es esto una exageración? No lo sabemos, y sólo los estudios de los especialistas en salud pública podrán proporcionar respuestas.

Las autoridades de educación, y los docentes, directores y las familias, enfrentan el problema de tomar decisiones con alta incertidumbre sobre los daños presentes y futuros que puede causar la COVID-19; incertidumbre sobre la temporalidad o la permanencia de los daños. Por ejemplo, el riesgo de contagios por gripe se acompaña de un grado de certidumbre de recuperación completa con los debidos cuidados. Con la COVID el riesgo de contagio se acompaña por la alta incertidumbre de una recuperación completa sin daños, así como el tipo de daños que puede haber en los órganos del cuerpo, sin dejar a un lado la posible pérdida de la vida. La incertidumbre alcanza a personas de cualquier edad y condición socioeconómica, incluyendo a los niños y jóvenes estudiantes. No hay que dejar de anotar que las personas con mayores recursos también tienen mayor posibilidad a una atención medica temprana y acertada.

Las reglas para la toma de decisiones en política educativa

Las decisiones de política siguen ciertas reglas para tratar problemas con tantas aristas y alta incertidumbre. En un sentido peyorativo las reglas se convierten en recetas, pero consideremos que las reglas permiten sintetizar e identificar los elementos que se consideran en las decisiones de gobierno y muestran la perspectiva de las autoridades educativas. Ello no significa que las decisiones sean pertinentes.

La reglas más utilizada es la que nos hace pensar que ”algo es mejor que nada”. Con base en esa regla se tomó la decisión de las clases por TV. Se entiende que por la urgencia no había mejores opciones para tratar de sostener un proceso de educación masiva. Después de un año es menos justificable tomar acciones basadas en esa regla.

Otra regla es la del “bien mayor”. En esta regla se consideran beneficios, costos y riesgos. Se consideran argumentos como los siguientes: si bien hay riesgos por el regreso a clases es mayor el costo social por la pérdida de aprendizajes y el deterioro de la convivencia social. En un lenguaje económico es una regla que tiene como base un beneficio neto positivo.

Una de las virtudes de esta regla del ”bien mayor” es que hace evidentes los elementos que se toman en cuenta y los que se omiten o deliberadamente se minimizan. En los contagios se necesita considerar el riesgo y la incertidumbre de sus consecuencias a largo plazo. Como se anotó, los riesgos de contagio de la COVID se acompañan de una alta incertidumbre por las secuelas y los daños al cuerpo en el largo plazo.

La implicaciones éticas de las decisiones de gobierno

Las reglas del ”bien mayor” y  la de “algo es mejor que nada” tienen  implicaciones éticas y morales para el gobierno. La responsabilidad moral es un elemento de la gobernanza, es decir de las relaciones que se mantienen entre el gobierno y la sociedad a través, en este caso, de la política educativa.

Omitir el riesgo de daños permanentes a la salud: El regreso a clases presenciales considerando que los daños a la salud por la COVID no son elevados o bien son temporales implica omitir la incertidumbre por las secuelas y los daños a futuro. ¿Cuáles son los servicios que se necesitan y los costos que representará atender las secuelas por la COVID? Este es el valor de omitir la incertidumbre. Son costos futuros que se omiten en el presente, pero es una decisión que adquiere una mayor dimensión cuando consideramos que la omisión de daños futuros afecta la vida futura las personas. En el peor de los casos, omitir riesgos implica dar un valor de cero a la muerte de una persona. Son decisiones y resultados éticamente cuestionables para cualquier gobierno.

Una consideración del tipo el “bien mayor” es que si la COVID causa daños, incluso decesos, éstos se presentan sólo en algunas personas, no son masivos.  En ese sentido los daños y los decesos no se pueden evitar y no se pueden prever o no son una consecuencia de las acciones de gobierno. Sin embargo, apenas se está conociendo cómo la COVID se desarrolla y afecta a las personas. En ese caso, la alta incertidumbre implica establecer una política cautelosa, o bien riesgosa al omitir o minimizar la incertidumbre.

Sin una contención de la pandemia, la regla del ”bien mayor” que expresa el mayor beneficio de reanudar el proceso educativo, está omitiendo o minimizando los efectos de largo plazo de la COVID que significan tener de manera permanente una menor calidad de vida.

Pérdida de aprendizajes: El regresos a clases presenciales debido al argumento de las pérdidas de aprendizajes no está considerando que hay pérdidas previas a la pandemia, son pérdidas sistémicas o provocadas por la estructura y las reglas del sistema educativo. Las sucesivas pruebas, ENLACE,  PLANEA, PISA, señalan la pobreza de los resultados educativos. Hacer omisión de esta situación, y plantear el regreso a clases, incluso de manera escalonada, implica un regreso al status quo.

Varios analistas de la educación proponen medidas para recuperar aprendizajes como son tutores, ampliar horarios, mantener el uso de tecnologías de información y comunicación para las clases a distancia. Por ejemplo, se puede considerar que en el nivel de primaria se duplique el horario de 4 horas. Sería un intento de recuperar el tiempo, pero aún en ese caso, si se utiliza más tiempo y se reproducen las prácticas de enseñanza usuales, la medida sólo conduciría a restaurar un status quo de bajo aprendizaje. La regla de “algo es mejor que nada” no resuelve el problema de recuperar los aprendizajes perdidos antes de la pandemia.

Las reglas de decisión tienen virtudes para conocer cuáles son los elementos que se están considerando en las decisiones de gobierno. La regla de ”algo es mejor que nada” tienen cierta racionalidad en situaciones de emergencia como la que ocurrió en marzo de 2020. Después de ese momento es menos justificable su aplicación. En este momento es una regla conservadora del status quo, la cual omite explicar y resolver viejos problemas y los nuevos problemas causados por la COVID, esto último será un factor adicional que afecte los aprendizajes de los estudiantes.

En este periodo de confinamiento la autoridad educativa centró su atención en las clases por TV a distancia. Fua una solución de emergencia con efectividad limitada para sostener el proceso educativo. Incluso hay una consecuencia no deseada por ser discriminatoria porque profundiza la desigualdad educativa entre los hogares con más y menos recursos económicos, culturales y sociales.

En conclusión, la vacunación universal parece ser la única opción real para contener los contagios y posibles daños permanentes a la salud. Hay noticias de la aprobación de vacunas para jóvenes y es posible que se apruebe la aplicación en niños.

Las autoridades de educación están en una trampa. Regresar a clases presenciales con los recursos y métodos previos a la pandemia no resuelve el problema de la pérdida de aprendizajes y coloca a todos en situación de riesgo por los efectos inciertos para la vida futura de adultos y estudiantes. Incluso, en una situación con vacunación universal el regreso a clases no resuelve el problema de los aprendizajes. Para salir de esta trampa se necesitan soluciones novedosas, pensar fuera de la caja. Para ello se requiere un proceso de diálogo y análisis en donde participen los figuras educativas que se encuentran al frente de grupos escolares y de las escuelas.

En este periodo de confinamiento con el cierre de las escuelas y la suspensión de las clases presenciales se conocieron iniciativas individuales de diversa naturaleza. Algunos docentes acondicionaron, incluso con Internet,  sus autos o camionetas para llevar educación a estudiantes. Se dio a conocer que en algunos municipios se acondicionaron las instalaciones para ofrecer computadoras e  internet a estudiantes. La CNTE en Michoacán expresó que los maestros estaban visitando a sus alumnos.  Cabe preguntar si ¿éstas y otras actividades se sostuvieron durante un año? y ¿cuáles fueron los resultados? no los conocemos, pero destaca que la autoridad de educación no haya considerado otras formas, más allá de las clases por TV,  para acercar el proceso educativo a los estudiantes. Es posible considerar que las iniciativas individuales que hemos conocido durante el confinamiento puedan inspirar ideas para un nuevo tipo de proceso educativo.

Fuente de la información e imagen:  Educación Futura 

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El creador del informe PISA: “La educación en España prepara a los alumnos para un mundo que ya no existe”

Andreas Schleicher, director del área educativa de la OCDE, respalda la reforma del Gobierno y ve “impresionante” cómo la escuela española ha resistido la pandemia

El alemán Andreas Schleicher es el padre del informe PISA, la mayor y más influyente prueba educativa internacional, organizada por la OCDE. PISA mide los conocimientos en matemáticas, ciencias y lectura de los alumnos de 15 años y ofrece una gran radiografía comparada de los sistemas educativos: en 2018 participaron 79 países. La siguiente prueba, aplazada este año por la pandemia, será en la primavera de 2022. Nacido en Hamburgo hace 56 años, titulado en Física y Matemáticas y especializado en estadística, Schleicher continúa coordinando PISA, dirige el área de Educación de la OCDE y sigue de cerca la reforma educativa en España, desde un modelo basado en saber repetir contenidos a otro que aspira a que los alumnos sepan aplicar sus conocimientos. De pelo muy blanco y ojos muy azules, Schleicher responde a la entrevista por videollamada desde París, donde está la sede del organismo.

Pregunta. ¿Qué le parece la reforma educativa española?

Respuesta. La orientación que está adoptando está muy en línea con lo que estamos viendo en muchas partes del mundo. Hoy, la evaluación de los jóvenes no consiste simplemente en pedirles que reproduzcan lo que saben, sino en decirles: ¿puedes darle sentido a lo que sabes?, ¿puedes aplicar tus conocimientos?

P. En España supone un gran cambio desde el actual currículo (el sistema de aprendizaje y evaluación), que suele describirse como enciclopédico, con centenares de ítems muy específicos de cada asignatura que los alumnos deben aprender y los profesores evaluar.

R. El actual currículo en España tiene, digamos, un kilómetro de amplitud y un centímetro de espesor, y creo que no es bueno para los estudiantes. El futuro para España debería pasar por enseñar menos cosas, pero de forma más profunda, generando más compresión. Apilar por ejemplo muchos contenidos de Física y Química por sí solo no va a resultarte de gran ayuda. La cuestión es: ¿puedes pensar como un científico, diseñar un experimento?, ¿entiendes el concepto de causa y efecto? Eso es lo más importante. Y lo mismo sucede con la Historia. Recordar todos los nombres y lugares no te ayuda. La cuestión es: ¿puedes pensar como un historiador, entender cómo ha emergido y evolucionado la narrativa de una sociedad? El mayor éxito de la escuela es dar a los jóvenes estrategias y actitudes para que cada día puedan aprender y puedan también desaprender y reaprender cuando el contexto cambia.

P. En España, una parte de la sociedad teme que la reforma empobrezca la educación de los alumnos.

R. Cambiar el currículo siempre exige mucha valentía. Todos nos ponemos muy ansiosos cuando nuestros hijos dejan de aprender lo que solía ser importante para nosotros. Y nos ponemos todavía más ansiosos cuando empiezan a aprender cosas que ya no entendemos. Es un fenómeno habitual. Pero el mundo a nuestro alrededor está cambiando. Las cosas que eran fáciles de enseñar y evaluar son también fáciles de digitalizar, automatizar y externalizar, y están desapareciendo de nuestro entorno.

P. Una de las críticas al cambio sostiene que perjudicará especialmente a los alumnos de aquellas familias que no tienen la cultura o el dinero necesarios para proporcionarles conocimientos adicionales fuera de la escuela.

R. Hay mucha gente en España que completa titulaciones universitarias avanzadas y tiene dificultades para encontrar un buen trabajo. Y al mismo tiempo, los empleadores españoles dicen que no encuentran a las personas con las habilidades que necesitan. Ese es el problema fundamental. Tienes al sistema educativo preparando para un mundo que ya no existe y no haciéndolo para el mundo que estamos viendo emerger. Es duro para los padres aceptar que el mundo de nuestros hijos es diferente a la imagen que tenemos del nuestro. Pero en eso consiste la educación. En preparar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado.

Alumnos de la ESO en el colegio El Espartidero de Zaragoza.

P. Un sector de los docentes también rechaza el nuevo modelo educativo.

R. Es duro, si siempre has enseñado de determinada manera, cambiar tus hábitos, planteamientos y creencias. Creo que es muy importante apoyar bien a los profesores en el cambio. No puedes decir simplemente: cambiamos el currículo, arréglatelas. El sistema debe invertir para ayudarles y prepararlos. De otra manera, los cambios no desarrollan raíces profundas.

P. Algunas autonomías españolas han puesto en marcha el aprendizaje por ámbitos de conocimientos, la mezcla de asignaturas, por ejemplo Lengua e Historia o Matemáticas y Tecnología, para hacer el aprendizaje menos compartimentado y más aplicado. ¿Qué opina?

R. Es muy importante que los estudiantes sean capaces de pensar más allá de los límites de las asignaturas. La innovación hoy no consiste en ser muy, muy bueno en un aspecto muy restringido, sino en ser capaz de conectar los puntos. Así que me parece muy prometedor. Pero es muy difícil hacerlo bien. Si quieres que los estudiantes piensen más allá de los límites de las disciplinas, los profesores tienen que colaborar más allá de esos límites. El profesor de Historia y el de Lengua deben trabajar juntos para implementarlo bien. Es una idea sencilla y buena, pero hacerla bien requiere mucha capacidad.

P. Ha habido una gran diferencia en la duración de los cierres escolares, incluso entre los países desarrollados. En España los colegios se han mantenido siempre abiertos este curso, pero en otros lugares los cierres han durado más de un año. ¿A qué lo atribuye?

R. El caso de España ha sido muy impresionante. Cuando se produjo el cierre escolar el país también fue muy rápido a la hora de establecer una alternativa digital. Las autoridades lo han hecho bien. Las diferencias tienen que ver con la prioridad que da a la educación cada sociedad. ¿Cierras primero los centros comerciales o las escuelas? Suecia nunca cerró las escuelas primarias. Incluso cuando la situación de la pandemia era muy grave lo consideraron una prioridad. También tenían la capacidad. Depende mucho de tener profesores que puedan manejar bien la pandemia en la escuela.

P. ¿Espera que el impacto de la pandemia se refleje en la próxima edición de PISA?

R. Sí. Para los alumnos de entornos desfavorecidos, que no han podido beneficiarse mucho del aprendizaje digital, no tienen mucho apoyo en casa o profesores que se conectaran con ellos me temo que puede ser bastante dramático. Pero dependerá del contexto, es difícil generalizar. Para algunos estudiantes puede haber tenido efectos interesantes al impulsarles a aprender más por su cuenta, desarrollar autodisciplina, utilizar nuevos recursos… Creo que variará dependiendo de la preparación previa de los estudiantes, y que amplificará la desigualdad.

P. En España, los gobiernos autonómicos prevén prescindir de buena parte de los 35.000 docentes incorporados con motivo de la pandemia. La comunidad educativa y el propio Ministerio de Educación piden mantenerlos para mejorar la calidad del sistema. ¿Está de acuerdo?

R. Es difícil. Esa fue una medida en respuesta a una crisis y en algún momento tenemos que reajustar. Y no creo que la calidad de la educación dependa tanto del número de personas. Si yo estuviera en España no solo contrataría a más gente, sino que también invertiría más en su formación, en el entorno en el que los alumnos aprenden… La calidad del aprendizaje tiene más que ver con cómo de bien están preparados los profesores, qué clase de apoyo reciben, cómo de bien colaboran o la relevancia del currículo.

Fuente: https://elpais.com/educacion/2021-06-18/el-creador-del-informe-pisa-la-educacion-espanola-prepara-a-los-alumnos-para-un-mundo-que-ya-no-existe.html

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PISA, como equipo

Por: David Calderón

La participación de México en PISA se libró de morir por inanición y por incuria, gracias a la vigilancia de la sociedad civil y a la insistencia de los medios de comunicación…

El Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) tendrá su siguiente edición en 2022; participarán 87 países –37 miembros de la OCDE y otros 50 más– para tener un referente en los aprendizajes que pueden desplegar y aplicar los alumnos de 15 años cumplidos, en pensamiento científico, comprensión lectora y habilidades matemáticas.

Un año antes del gran operativo nacional es importante ejecutar la ‘prueba de campo’: un proceso de piloteo que permite identificar y resolver aspectos que garanticen las condiciones de confiabilidad. Se revisan costos y tiempos en la logística; que lleguen en tiempo y forma las computadoras que se usan (la evaluación se resuelve en pantalla); que los tiempos de respuesta de los cuestionarios estén bien calculados… incluso sirve para revisar que la redacción de los ejercicios sea adecuada para las y los jóvenes diversos que en 2022 serán los evaluados.

Se encendió la alarma en días pasados cuando se hizo público el retraso y la falta de comunicación de las autoridades educativas mexicanas sobre el avance en el pilotaje. En los titulares quedó plasmado “se suspende”, “se cancela”. Con más sensatez, la misma OCDE afirmó que no había ninguna comunicación que indicara la supuesta salida, pero invitaba a reconocer el valor de la prueba para México.

En paralelo, un colectivo de organizaciones de sociedad civil, encabezado por los representantes en el Sistema Nacional de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, emitió un posicionamiento ponderando el valor de PISA como uno de los elementos que permite confirmar avances en el mandato del artículo tercero constitucional, al respecto de propiciar el máximo logro de aprendizaje, y emplazó a la Secretaría de Educación Pública (SEP) y a la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) a confirmar “…que México estará listo a participar en el operativo de PISA en 2022 y que hay un compromiso de plena transparencia para el fondeo, ejecución y difusión social de los resultados”.

Cuestionado en su conferencia matutina, el 3 de mayo el presidente afirmó que no tenía porqué no continuar… “si me van a preguntar: ‘¿va a continuar México permitiendo que se hagan pruebas para que mejore la calidad de la enseñanza?’, digo: Sí”. El vocero de la administración, Jesús Ramírez, afirmó en un tuit: “La Prueba PISA continuará en México. El retraso en la aplicación de las pruebas de estudiantes se debió a la pandemia…”. En el curso del día, la SEP y la MEJOREDU reiteraron la afirmación de que PISA va.

La participación de México en PISA se libró de morir por inanición y por incuria, gracias a la vigilancia de la sociedad civil y a la insistencia de los medios de comunicación. En todo este episodio se evidenció la falta de coordinación entre SEP y Mejoredu, así como la malquerencia ideológica y la falta de compromiso de esta última para hacer un trabajo sistemático con las evaluaciones internacionales, lo que ya cobró la retirada injustificada, unilateral y opaca de nuestro país de ERCE, la evaluación latinoamericana coordinada por UNESCO.

Pero, ¿hay dinero para esto? ¿Es costoso? Las respuestas son: no es muy costoso; y sí hay dinero. Al Presupuesto de Egresos de la Federación le recortaron en muchos rubros, pero en la bolsa E003, etiquetada “Evaluaciones de la calidad de la educación” hay 110 millones de pesos, casi tres veces lo que cuesta PISA, y eso sin tocar los 313 millones asignados a Mejoredu.

Quedó claro también que la acción de la sociedad civil es crucial para que los instrumentos de diagnóstico puedan servir para ajustar las intervenciones pedagógicas, que los resultados se vinculen al contexto y se ponga foco en lo que permite superar la inequidad y la exclusión. Que identifiquemos dónde estamos no es “más presión” –como refiere, en el colmo del adultocentrismo y la justificación, la Mejoredu– sino que, tras la pandemia, marca la responsabilidad para atender con urgencia las lagunas y desajustes que implicó el recurrir a la limitada educación a distancia. Bien señaló la secretaria Gómez que PISA favorece la reflexión y ajuste que pueden hacer las y los maestros como educadores para apoyar mejor a sus estudiantes.

La transparencia y rendición de cuentas, la posibilidad de reorganizar el currículum, la gestión y los métodos no se sacan del aire; se apoyan en la evidencia. PISA no debe ser ni la única ni la principal pieza para saber qué nos pasó en el oscuro túnel de 14 meses y contando de escuelas cerradas. Pero prescindir de su diagnóstico sería irresponsable. Más: son profundamente conservadoras la opacidad y falta de datos, pues favorecen que permanezcan la injusticia y la desigualdad.

Más por la deriva de los hechos que por plena voluntad de los involucrados, PISA 2022 se hará; ahora vale la pena que todos le sumemos, desde el presidente hasta Mejoredu, la prensa y la sociedad civil, la SEP y los docentes. Acá vamos a estar todos; mejor esforzarse en que PISA resulte trabajo de equipo.

Fuente: https://profelandia.com/pisa-como-equipo/

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PISA: el mal enfocado escándalo educativo.

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz*

Después de información que apuntaba hacia la ausencia de México en la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, por sus siglas en inglés), el coordinador general de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas, a través de su cuenta de Twitter, expresó que nuestro país continuaría aplicando el examen. Entre las casi quinientas respuestas al mensaje, la mayoría reclamos y algunos insultos, se encontraba la de un profesor, señalando: “en las dos primarias en las que trabajo no tenemos biblioteca ni sala de cómputo”. El sencillo mensaje, muy diferente al resto, hace reflexionar sobre la cercanía del debate educativo en torno a lo que sucede cotidianamente en las escuelas. ¿Por qué un episodio como éste genera tanto escándalo mientras otros, igual o más graves, pasan inadvertidos?

No es negar la importancia de la evaluación a gran escala, ni promover ir a ciegas. No es pedirle a la prueba PISA que sea perfecta, ni minimizar la importancia de los resultados que proporciona. Ni siquiera discutir si la confirmación, por parte del vocero de la presidencia, de la participación de México en PISA es una reacción a conveniencia derivada del abundante repudio. Pero pareciera que la indignación en el tema educativo a veces está mal enfocada.

Que cada quien se indigne por lo que quiera, no es ni necesario pedirlo. Pero es extraño que no haya causado en la opinión pública ni entre los académicos tanta irritación, como la suscitada en este episodio, que una niña de San Luis Potosí haya tenido que llegar hasta el poder judicial para obligar a las autoridades de su entidad a que le proporcionaran una escuela con baños decentes. Tampoco que las condiciones laborales de los profesores de inglés en Educación Básica sean cada vez más precarias, ni que tengan que hacer malabares para lograr un poco de atención pública hacia su situación. No se habló en tantos programas de televisión o de radio, con semejante fuerza, sobre el recorte presupuestal a las Normales. Ya no es noticia que se sigan inaugurando escuelas sin techos dignos o servicios básicos, pero si lo fue la posibilidad de que México no participara en la prueba internacional. Pareciera pues a veces difícil seguir la lógica del escándalo educativo.

Desde luego que no se busca desestimar la importancia de evaluaciones a gran escala, como lo es PISA. La información que ofrece permite tener un panorama sobre algunas habilidades básicas de los estudiantes mexicanos, específicamente del área de la comunicación, el razonamiento matemático y el pensamiento científico. No obstante, deben tenerse en cuenta múltiples inconvenientes de esta prueba, tal como su orientación hacia lo laboral, ignorando otras esferas del aprendizaje, así como su descontextualización al estar diseñada sobre todo para contextos urbanos y de países desarrollados.

Tienen razón los que insisten en que “lo que no se puede medir, no se puede mejorar”, pero también quienes se preguntan por qué después de tanto medir no termina por llegar la mejoría. De la misma manera quienes piden “no ir a ciegas”, pero igualmente quienes se desconciertan ante constantes tropiezos después de tanta luz que nos dan este tipo de evaluaciones, en las que se ha vuelto casi una tradición escandalizarnos cada tres años porque los estudiantes mexicanos, situados en las últimas posiciones de la tabla de resultados desde hace dos décadas, casi no entienden de ciencia y con dificultades pueden comprender lo que leen.

Parecería lógico pensar que la mejoría no radica totalmente en la prueba misma: es el diagnóstico y no el tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, no debe perderse de vista que una de las formas de validez de las pruebas de este tipo tiene que ver con sus consecuencias (Martínez-Rizo, 2016). No se deben soslayar los efectos adversos que este examen ha tenido, ya sea por su naturaleza o por el manejo que se le ha dado. Al respecto, Martínez-Rizo (2016) advierte las consecuencias que la atención excesiva hacia esta prueba ha traído: banalización del debate público (centrado en los rankings y no en el fondo de los resultados), empobrecimiento del currículo (enfatizar la enseñanza hacia lo que cabe en una prueba), cansancio y desaliento en escuelas y empobrecimiento de las políticas públicas (buscar soluciones fáciles para grandes problemas).

No es que no se deba exigir entonces que México fortalezca sus prácticas evaluativas y cuente con información confiable sobre la situación educativa, pero el debate debería de ir más allá de PISA: si se saben sus limitaciones, tendrían que reforzarse otras prácticas evaluativas a niveles regional o nacional, tal como la agónica prueba Planea, mucho más cercana al currículo nacional y que ofrecía una mejor retroalimentación a los centros escolares. Desde luego, la evaluación más efectiva, la del aula, tiene que ser centro de atención de las políticas educativas. No es deseable el abandono de un ejercicio de evaluación como PISA, pero el debate en torno al mismo debería ser mucho más profundo que el escándalo que cada tres años provoca ese ranking cuya cima ya nos acostumbramos a verla desde muy lejos.

*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía. 

Twitter: @proferoger85

REFERENCIAS

Martínez-Rizo, Felipe (2016). Impacto de las pruebas en gran escala en contextos de débil tradición técnica: Experiencia de México y el Grupo Iberoamericano de PISA. RELIEVE, 22 (1), art. M0. DOI: http://dx.doi.org/10.7203/relieve.22.1.8244

Fuente e imagen: http://proferogelio.blogspot.com

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México: Prueba piloto de PISA se reprogramó por contingencia sanitaria, no se canceló: Mejoredu

La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) informa que reprogramar la prueba piloto establecida para 2021 no significa que México haya cancelado su participación en PISA,  y considera que en virtud de las restricciones que plantea la contingencia sanitaria por Covid-19 y las condiciones bajo las cuales continúan las tareas educativas desde casa, y en tanto el proceso de regreso presencial a las escuelas no se estabilice, los protocolos de aplicación de la prueba PISA no son viables ni pertinentes, debido al riesgo sanitario que implican y a la posibilidad de generar sesgos importantes que podrían restarle validez y confiabilidad.

Ante esta situación, la comisión recomienda aplicar la fase piloto en algún otro periodo del año o generar un mecanismo para subsanar la aportación de México en esta etapa, de acuerdo con lo que el propio consorcio internacional de PISA tiene establecido para estos casos y estar en condiciones de participar en la aplicación definitiva prevista para el año próximo.

Destaca que en ambos casos la decisión habrán de tomarla coordinadamente las autoridades educativas responsables del desarrollo de la aplicación, en coordinación con las autoridades sanitarias, y será indispensable considerar los recursos físicos, humanos y materiales que se precisan para una evaluación externa de esta magnitud.

Mejoredu  también señala que, de acuerdo con diversos estudios e investigaciones realizados durante la pandemia, el grupo de alumnos que participan en esta prueba –15 años de edad, en tercero de secundaria y primero de educación media superior– constituye el segmento de población para el que las condiciones de educación a distancia han sido las más difíciles, razón por la cual  considera que desarrollar una evaluación externa de cualquier tipo para estos estudiantes resulta inapropiado y conlleva el riesgo de aumentar la presión que para ellos ha significado enfrentar la contingencia sanitaria y continuar con sus actividades escolares.

La comisión da a conocer que el consorcio internacional que coordina PISA había programado la aplicación internacional de sus pruebas para el año 2021, con una fase piloto antecedente en el 2020. Sin embargo, debido a la emergencia sanitaria que afectó a todos los países participantes decidió reprogramarla para el año 2022, a condición de que las circunstancias y los efectos de la pandemia en los sistemas educativos permitieran su aplicación, previendo la fase piloto para el 2021.

Mejoredu colaborará con la Secretaría de Educación Pública para compartir información y asesoría técnica para que desarrolle la aplicación de las pruebas PISA, tanto en su fase piloto en 2021 como en su aplicación definitiva en 2022.  Asimismo,  en el ámbito de sus atribuciones, una vez que se estabilice el regreso presencial a las aulas, llevará a cabo una estrategia de evaluación para la mejora de los aprendizajes -independientemente  de PISA-, en coordinación con las autoridades educativas del país, y presentará resultados al inicio del próximo ciclo escolar para retroalimentar el trabajo de docentes, estudiantes y padres de familia, y ofrecer información acerca del Sistema Educativo Nacional para la toma de decisiones en materia de política educativa del país.

El mandato constitucional de Mejoredu de realizar evaluaciones diagnósticas, formativas e integrales orientadas hacia la mejora continua de la educación, y la necesidad de reconceptualizar la evaluación y desarrollar propuestas que apoyen las decisiones de los distintos actores de las comunidades escolares, permitirá avanzar en la consideración de la complejidad y la diversidad de los procesos, contextos y necesidades educativas del país, en especial de la educación que se ofrece a las poblaciones en condición de mayor vulnerabilidad.

Fuente e imagen: educacionfutura

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Descarta suspensión de prueba PISA en México

México sí aplicará la evaluación educativa PISA a estudiantes de México, aclaró la Secretaria de Educación.

La secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, informó que no será suspendida la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), por sus siglas en inglés, y que para el próximo año está programada la aplicación internacional, con una fase piloto que sirva de antecedente, para ser aplicada este año.

Recordó, durante la gira de trabajo que realiza en el estado de Jalisco, que originalmente se tenía programada la prueba para el presente año, con su respectiva fase piloto a desarrollarse en 2020, pero por la emergencia sanitaria sería adecuado aplicar la fase piloto en otro periodo del año.

Detalló que la pandemia obligó al cierre de las escuelas en prácticamente todos los países y, en México, se tiene un segundo ciclo escolar a distancia a través del programa Aprende en Casa.

Puntualizó que es voluntad de la dependencia a su cargo continuar con la aplicación de la prueba PISA, y reconoció la importancia que tiene la evaluación para las maestras y maestros como un diagnóstico para detectar las fortalezas y debilidades que contribuyan a un plan de trabajo con base en los resultados que se obtengan.

La titular de la SEP indicó que para aplicar la prueba PISA las y los estudiantes deberán estar en las escuelas, por lo que ya se analizan los mecanismos que permitan su realización.

Asimismo, indicó que se está revisando, junto con otras dependencias, la forma de ajustar el costo de la prueba y que ésta se pueda llevar a cabo.

Comentó, además, que se debe considerar la complejidad y la diversidad de la realidad nacional en materia educativa, así como las distintas poblaciones y grupos de mayor vulnerabilidad, por lo que, expresó, es necesario entender las evaluaciones como un instrumento de apoyo en la toma de decisiones de los diversos actores educativos.

Con independencia de la prueba PISA, anunció que se realizarán evaluaciones diagnosticas para conocer el estado en que se encuentra la educación de los educandos.

Descarta Educación suspensión de prueba PISA en México

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¿Qué sigue en la política educativa después del COVID19?

 Por: Claudia Santizo

Claudia Santizo, profesora-investigadora en la

Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Cuajimalpa

Aprende en Casa fue una solución de emergencia para sostener la educación en el ciclo escolar 2019-2020, y seguramente continuará durante el ciclo 2020-2021. El país, en general, no estaba preparado para esta contingencia y el sistema para proveer educación no es la excepción. Por ello, es necesario discutir los escenarios para el regreso de los estudiantes, tal vez en algún momento  del ciclo escolar 2021-2022, y para los siguientes años.

La Sectetaría de Educación Pública (SEP) señala como un éxito la cobertura alcanzada con el programa Aprende en Casa. Podemos congratularnos sin ser complacientes. No fue una cobertura de 100% y no está de más recordar que el acceso a la educación no se convierte de manera automática en equidad en los aprendizajes.

La emergencia sanitaria expuso muchas de las fallas del sistema educativo:  a) no se toman en cuenta las diferentes condiciones materiales de los estudiantes y sus familias, b) no se consideran las diferencias culturales y los ambientes para el aprendizaje de los estudiantes, c) los métodos de enseñanza no consideran la Educación en Casa como complemento de lo que se desea que ocurra con la Educación en el Aula, y d) no se considera el papel de la familia más allá de revisar o monitorear las tareas y trabajos de los estudiantes. Un aspecto muy obvio es que la educación virtual, a distancia, sólo puede ser aprovechada por las familias con mejores condiciones materiales.

Me parece que hay una opinión amplia de que Aprende en Casa no fue la mejor solución sino la que estaba disponible para dar continuidad a la educación con la mayor cobertura posible. No se necesitan estudios para mostrar que se afectaron los aprendizajes de los estudiantes, es previsible que en mayor proporción salgan afectados los estudiantes cuyas familias no tienen recursos.

Para conocer la magnitud en que se afectaron los aprendizajes se necesita una valoración que por el momento no puede realizarse. Una evaluación precisa daría la pauta para considerar una operación, de precisión quirúrgica, que permita la recuperación educativa y no se constituya en una pérdida definitiva que generé consecuencias durante la vida escolar.

Un enfoque de política pública que acepte tácitamente que la pérdida de aprendizajes es irrecuperable, como un evento de la naturaleza que debemos aceptar estoicamente, está pidiendo implícitamente esa misma actitud estóica de la población con menos recursos. Esto porque los grupos sociales en mejores condiciones tienen los medios para recuperar los aprendizajes perdidos.

Desigualdad educativa

Podemos estar de acuerdo en que el sistema de educación pública reproduce la desigualdad social. Las deficiencias en aprendizajes la sufren en mayor medida los estudiantes en condiciones socioeconómicas y culturales desventajosas. La magnitud de esa desigualdad la revelan los resultados de las pruebas PLANEA y PISA. Muchos critican la validez de esas pruebas, o las rechazan, pero los resultados de las pruebas dimensionan el problema de la desigualdad educativa.

La prueba PLANEA en lengua y comunicación, aplicada en el ciclo 2017-2018, que presentaron estudiantes de 6º de primaria en escuelas públicas generales señaló que 50.7% de los estudiantes mostraron un aprovechamiento insuficiente y 33.9% tenían apenas conocimientos básicos[1]. Los resultados son peores para estudiantes del subsistema de educación indígena y comunitaria. Estos resultados no sólo deben considerarse de 6º grado, sino que son la evaluación de la formación que recibieron en primaria los estudiantes de la generación que inició sus estudios en 2012 y los concluyó en 2018; es la educación primaria en el sexenio de Peña Nieto.

La prueba PISA aplicada a jóvenes de 15 años, de igual manera, evalúa la formación proporcionada por la educación básica, primaria y secundaria. Los resultados de 2018 colocaron a los estudiantes de México en el segundo grupo, de aprovechamiento medio, de entre tres grupos de países. Esta prueba evalúa el sistema educativo en 3 años del sexenio de Calderón Hinojosa y 6 años de Peña Nieto.

Por las relaciones políticas y económicas entre los Estados Unidos y México es pertinente la comparación de sus resultados educativos. En la prueba PISA 2018 los estudiantes de Estados Unidos se ubican en el grupo de países con mayor aprovechamiento en lectura; éstos tuvieron un puntaje 1.20 veces mayor al puntaje de estudiantes de México. Un aspecto que llama la atención es que los resultados de la prueba de lectura, aplicada cada tres años, de los estudiantes de EE.UU. y México no muestran una tendencia de mejora desde 2000 hasta 2018[2], en otras palabras la educación en México y en Estados Unidos ha mantenido la misma brecha en educación básica a lo largo de 18 años. Esto no puede ser motivo de orgullo.

Inversión por alumno

El monto de la inversión en educación es el que mejor aproxima el interés de la política educativa en la mejora de los aprendizajes de los estudiantes que reciben educación pública.

En México, el gasto por alumno en escuelas primarias públicas no muestra cambios importantes en los últimos 6 años, 4 años del gobierno de Peña Nieto y dos del gobierno de López Obrador. Ese gasto aumentó en promedio 3.5% anualmente, pero hay que descontar la inflación; es decir, propiamente, no aumentó el gasto por alumno, o mejor dicho no aumenta la inversión pública para la educación de los niños y las niñas en edad de recibir educación primaria.

 Ciclo escolar 2014-15 2015-16 2016-17 2017-18 2018-19 2019-20
Miles pesos corrientes por alumno [3] 15.3 16.5 17.0 17.0 17.6 18.2

Comparando a México con Estados Unidos, en ese país en 2016 el gasto por alumno en educación primaria pública fue 4.47 veces mayor al gasto por alumno en México[4]. Se puede argumentar que esto refleja la diferencia del ingreso entre Estados Unidos y México, pero entonces consideremos el gasto por alumno en escuelas primarias privadas en México. En 2016 el gasto privado por alumno fue 1.7 veces mayor al gasto por alumno en escuelas públicas. Si la política educativa busca nivelar el campo de juego, al menos en el monto de inversión, se necesita aumentar 70% el gasto de la educación pública en primaria. Un ejercicio similar se puede hacer con otros niveles y modalidades educativas.

Planear las acciones para los siguientes años

En este sexenio la política educativa establece su objetivo alrededor de la propuesta de una Nueva Escuela Mexicana. Además, el secretario Esteban Moctezuma señala que después de la pandemia la educación no será la misma y se mantendrá la educación a distancia. Se puede concordar con esa perspectiva, pero no se puede obviar que la actual dinámica de la educación pública conduce a los resultados que muestran las pruebas PLANEA y PISA. Es una dinámica que reproduce desigualdades; es decir, no conduce a la igualdad de aprendizajes de los estudiantes que se encuentran en condiciones de desventaja social, económica y cultural.

En las condiciones de aprendizaje de los estudiantes en México es válido hacer las siguientes preguntas: ¿Será diferente el grado de aprendizajes obtenido para los estudiantes que entraron a la primaria pública en 2018 y concluirán en 2024?, ¿se puede esperar que se recuperen los bajos aprovechamientos de los estudiantes que estarán terminando, de manera sucesiva, sus estudios en primarias públicas durante este sexenio?, ¿Cómo se podrán recuperar los efectos negativos en los aprendizajes causados por la enfermedad COVID19 en los ciclos escolares 2019-2020 y 2020-2021? Las mismas preguntas son válidas para los estudiantes de secundaria.

¿Cómo cambiar la dinámica educativa que reproduce las desigualdades en los aprendizajes? Hay dos factores que considerar:

Un primer aspecto son los métodos y la organización de la enseñanza para atender el rezago escolar. La pregunta es ¿cuáles son los métodos pedagógicos apropiados para acelerar la recuperación de aprendizajes? Esta pregunta  la necesitan responder los expertos en el tema, y los docentes y directores de las escuelas públicas.

El segundo aspecto se refiere a la política educativa nacional. Nuevos criterios y perspectivas se han discutido desde hace años. Pongo a su consideración los siguientes:

i.- Definir el rezago escolar en términos de las deficiencias en los aprendizajes de acuerdo con el grado escolar que cursan y la edad de los estudiantes[5]. Atender este problema requiere otros métodos y organización de la enseñanza en el aula y la escuela.

ii.- No es suficiente una política compensatoria. Se necesita una política de discriminación positiva que atienda las necesidades de aprendizaje y los métodos de enseñanza para estudiantes de menores recursos, tomando en cuenta capacidades individuales y el ambiente educativo donde crecen, aprenden y se desarrollan[6].

iii.- La responsabilidad de la enseñanza no sólo es del docente, también es de la escuela y del sistema educativo. Hay necesidades de capacitación profesional, pero en un nuevo estilo de organización basado en el trabajo colectivo de los docentes y un servicio de carrera que fomente el trabajo en equipo en las escuelas[7].

Los avances y resultados de la Nueva Escuela Mexicana necesitan también un enfoque de evaluación alternativo. Se necesita una evaluación en tiempo real, al menos cada año, para valorar las fallas y corregir el rumbo. Esperar hasta el fin del sexenio para evaluar los resultados es una forma de pasar la responsabilidad al siguiente gobierno. Esta es la historia de la educación pública en nuestro país.

[1] Ver tabla 7. PLANEA 2018, 6° de Primaria Resultados de logro para Lenguaje y Comunicación.

[2] Ver las páginas 56 y 11 en PISA 2018: Insights and Interpretations. https://www.oecd.org/pisa/PISA%202018%20Insights%20and%20Interpretations%20FINAL%20PDF.pdf

[3] SEP Principales cifras 2014-2015, 2016-2017 y 2018-2019.

[4] Education at a Glance 2019: OECD Indicators. Table C1.5 Total expenditure on educational institutions per full-time equivalent student, by type of institution (2016).

[5] Esta definición de rezago la discute Muñoz Izquierdo, C., Rodríguez, P. G., Restrepo, P., y Borrani, C. (1979). El síndrome del atraso escolar y el abandono del sistema educativo. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, IX(3), 1-60.

[6] Este tema lo discute Reimers, F. (2000). Educación, desigualdad y opciones de política en América Latina en el siglo XXI. Revista Iberoamericana de Educación, 23 (mayo-agosto), 21-50.

[7] Santizo, C. (2016). Condiciones institucionales del trabajo colaborativo como estrategia de cambio del sistema educativo. Perfiles Educativos, XXXVIII (153), 154-167.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-sigue-en-la-politica-educativa-despues-del-covid19/

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