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La fertilidad de la pobreza: de la indiferencia a la presencia del aula (II)

La fertilidad de la pobreza: de la indiferencia a la presencia del aula (II)

Repensar el aula como un espacio de dignificación 

Cristo I. Mahugo

 

(Continuación del artículo «La fertilidad de la pobreza: de la indiferencia a la presencia del aula [I]»)

 

1.- Un argumentario 

En términos teóricos, todo reflejo es un retroceso (reflejo = del latín reflexus, «volver hacia atrás [1]»). Aceptando la concepción de que en los centros educativos se reflejan las complejidades de la vida social, estaremos indirectamente consintiendo las ideas que subyacen a dicha concepción. A saber:

(a) Que el retroceso es algo que se vivencia a posteriori. Es decir, que la escuela [2] se encuentra situada (¿sitiada también?) justo detrás de «lo social», dándose a entender dos cosas (entre otras): la primera, que «lo social» y «lo escolar» se presentan como esferas autónomas pero que, a su vez, se comunican condicionadamente; como si lo escolar no fuese profundamente social; lo segundo, el aspecto de dependencia que se enraiza en esta premisa nos complace a pensar que todo aquello que se vive (se sucede) en la sociedad —aparentemente— determina todo aquello que se vive en los centros educativos. Esto implica acarrear con la aceptabilidad de que la escuela no posee capacidad de decisión, no puede «autonomizar» sus alegatos socioeducativos (o no se contempla el irremediable peso que tiene «el filtro profesoral») porque quien los determina es —supuestamente— esa abstracción llamada «sociedad». Acceder a la llamada de esta determinación puede tener una traducción implícita: la negación de toda posibilidad de transformación (lo que significa la anulación de la misma posibilidad, del mismo cambio). Sería interesante discutir —en futuros textos— la integración de esta premisa dialéctica de «no posibilidad de transformación social» en la discursiva normalizada de una parte del personal profesional de la educación y la docencia.

(b) Que la escuela pasaría a ser una estéril extensión instrumental del aparato político. Si abogamos por esta premisa («la escuela como reflejo de la sociedad política»), significaría que el aparato político o sociopolítico de una sociedad estaría gestionando, a modo de fría elongación instrumental, lo que denominamos «sistema educativo». Así, consideramos que «no existen modelos educativos al margen de la sociedad que los produce» (Beluche, 2019), pero no olvidemos que lo productivo no tiene que ser inequívocamente lo reproductivo. Es necesario defender una teoría de la escuela que «produzca» formas de procesar y abordar la realidad; engendrar producciones materiales (textos, revistas, cuadernos, blogs) y no materiales (pensamiento crítico, hábitos de convivencia, dinámicas comunitarias) que no solamente plasmen lo que se viva fuera de sus paredes, sino —sobre todo— que acuda de forma responsable y comprometida a defender una respuesta reflexiva sobre las injusticias que habitan y «se toleran» fuera de las citadas paredes. La intención del presente punto es recordar el valor de trabajar en una escuela politizada (en sentido de «inculcar conciencia política» y ciudadana; esto incluye producir nuevas formas de politizar las realidades).

¿Bajo qué preceptos tiene sentido abordar los puntos arriba mencionados con respecto a la dignificación de la pobreza? Nuestra interpretación lo justifica en un doble sentido: por un lado, la formación de ciudadanía (función indispensable de las escuelas) no puede distanciarse de «lo político», y lo político es aquello que menciona a la polis (πολις = ciudad = el conjunto de la ciudadanía). Es decir, al conjunto de personas —ciudadanas, ciudadanos— que la habitan o, dicho de otro modo, a la atención prestada que se hace sobre las vidas urbanas y no urbanas (entendamos —entre otras— rurales, por ejemplo; formas de vivir en sociedad) que habitan en dicha ciudad (lo que implica atender igualmente a lo que mora tanto en su centralidad como fuera de ella, su periferia). Por otro lado, si la escuela engloba una formación cívica y humanista (Cerini de Reffino, 2006) debe ser porque «atiende» (con las limitaciones que ello comporta pero procurando no restar ni equidad ni igualdad) a todas y cada una de estas formas de vivir o «estar» en sociedad («no soportando» la invisibilidad de ninguna de ellas); esto significa, irrevocablemente, que su atención debe ser más sensible sobre aquello que está fuera de la centralidad. Así, las personas pobres y la pobreza deben estar presentes en los espacios dignificatorios de las escuelas (sus aulas principalmente). Como guión pedagógico, cabe señalar que, desde dichas instituciones educativas, se debe evitar el anclaje de la visión asistencialista [3] de la pobreza; ésta debe enmarcarse, para acercarnos a textos propios de la teoría crítica y emancipatoria, a una vinculación entre la cotidianidad familiar y los contextos de pobreza (Eguía & Ortale, 2007: 205-218), la justicia social (Connell, 1997) y la igualdad de oportunidades (Aguado Odina, 2010).

2.- Una propuesta 

Más allá de mencionar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, 2015) —donde el primero de ellos es el «fin de la pobreza» [4]— y las investigaciones que se han realizado en torno a las dificultades y falta de oportunidades que se plasman en «las pobrezas» que habitan en la sociedad, una tramitación acorde y ajustada a las necesidades de dichos colectivos vivientes debe estructurarse, en los niveles educativos y escolares, desde una razonada y compartida proposición pedagógica. Nuestra propuesta aquí referenciada se articula sobre la noción normativa y práctica de una educación inclusiva (Rogero et al., 2016) que extienda sus teorías y consolide sus prácticas; esta propuesta la haremos sobre el eje de entender la pobreza desde una doble perspectiva (ambas indispensables de ser comprendidas conjuntamente): la política (la «actividad social en el mundo») y la existencial (la «estancia en el mundo»).

La perspectiva política nos define la obligatoriedad de atender los contextos y condiciones que se establecen en la pobreza y cómo afectan sobre el alumnado en sus diversas etapas educativas. Así, «la pobreza y la exclusión no solo se refieren a la carencia de ingresos económicos, sino que, […] presenta una multidimensionalidad de rasgos que hemos de tener en cuenta: la posición en el mercado laboral, la dificultad de acceso a los servicios y el descarte en el ámbito de las relaciones sociales» (Rogero et al., 2016: 76). Cuestiones, todas ellas, de necesaria estipulación política.

Por ello, es eminentemente vigoroso recordar —constante e implacablemente— la urgencia de atender, desde las esferas políticas y politizadas, la realidad marginalizada vivida (y viviente) de la pobreza. De hecho, se «exige también una respuesta sistémica y articulada por parte de las diversas políticas (educativas, de salud y sociales) para romper el círculo vicioso de la reproducción intergeneracional de la pobreza» (Rogero et al., 2016: 78). Destacamos la importancia de atender y sensibilizar sobre estas realidades basándonos en los siguientes puntos: la participación de la comunidad y el trabajo comunitario (Fernández, 1996); mayor inversión en políticas educativas, sociales y laborales, garantizar el derecho a la educación en todos los niveles educativos y reforzar las políticas de educación compensatoria y las medidas de discriminación positiva destinadas al alumnado más vulnerable (Rogero et al. 2016); y la defensa de un «paradigma biocéntrico» y del desarrollo centrado en la ética (Hernández Acevedo, 2014).

La perspectiva existencial nos define los planteamientos relacionales que vertebran las «formas de estar» entre nos(otros); las maneras en que se presenta la estancia en el mundo [5]. Así, es atributo sociohistórico, político y cultural «estar» integrado/a en un grupo o colectivo (con sus concepciones valorativas, sus ideas y sus comportamientos). La pobreza, como conjunto de personas, no debe contemplarse pasivamente bajo la tutela de pensarse que «hay una parte de los pobres que no hacen nada para salir de ahí» (interpretación de la falsa meritocracia [Stiglitz, 2012] y olvido de las injusticias estructurales) o «el pobre debe ser asistido como ‘sujeto necesitado’» (interpretación asistencialista que —por sí sola— robustece la perpetuidad misma de las desigualdades). Ambas posturas interpretativas son insoportables (aborrecibles ambas) desde una lectura humanística y democratizante.

Por ello, nos gustaría cerrar este apartado haciendo referencia a dos observaciones —característicamente instructivas— a valorar por las personas implicadas, directa o indirectamente, en el mundo educativo: la persona pobre negada como «sujeto de intercambio (de comercio)» y la persona pobre negada como «deseo no deseado». La primera observación se relaciona con la idea de que la pers. pobre, como sujeto improductivo e infértil, no posee algo valorativo (recursos materiales y no materiales) con el cual se pueda entablar una relación con ella; al poseer nada, no puede darme algo (sin embargo, me solicita algo. Es decir, «no entra» en el juego comercial de las relaciones [Cortina, 2017]). La segunda observación se relaciona con la visión explícita de que la pers. pobre «nos despierta» la imagen de un deseo que no deseamos; representa aquella figura en la cual no nos gustaría convertirnos, vernos en reflejo. Así, ambas observaciones, de no ser visibilizadas y, por tanto, comprendidas desde el amparo educativo, podrían trasladarse cómodamente a las vidas ajetreadas, organizadas y relacionales de las escuelas. Lo que se traduce —fácilmente— en la falta de tacto ético para censurarlas por deshumanizantes («te doy porque me das») y en la falta de tacto pedagógico para intervenirlas educativamente («trabajar sobre el reconocimiento de los deseos que no deseamos» en las relaciones).

Notas [n.] 

[1] Véase Enlace 2 (reflejo, refleja).

[2] No entraremos a debatir la adecuación terminológica de si corresponde llamar «escuela» a los centros educativos escolares o colegios; esta cuestión nos parece necesaria que sea abierta y debatida, pero consideramos —mismamente— que éste no es el espacio más propicio para ello. Nos acogeremos a la concepción socialmente aceptada de interpretar «la escuela», el colegio o el centro educativo como sinónimos (véase Enlace 3 y Enlace 4).

[3] Dice Gastón Vigo (2019) al respecto: «El asistencialismo perpetuo es un engranaje del atraso. No sólo no combate la miseria sino que la estimula. […] A la luz de los datos, nos dimos cuenta de que el asistencialismo no saca a la gente de la pobreza.» (ver Enlace 5).

[4] Ver Enlace 7: Nueva Agenda de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (25 de septiembre de 2015).

[5] Nos parece importante distinguir entre «tierra» («planeta que habitamos») y «mundo» («conjunto de todo lo existente», «conjunto de todos los seres humanos») [Ver Enlace 2: https://dle.rae.es].

Referencias 

Aguado Odina, T. [coord.] (2010). Diversidad e igualdad en educación. Editorial UNED (350 págs).

Aguiar Baixauli, N. & Breto Guallar, C. (2005). La escuela, un lugar para aprender a vivir. Experiencias de trabajo cooperativo en el aula. Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE), Ministerio de Educación (162 págs.).

Beluche, O. (2019). La sociedad y los modelos educativos. Sin permiso (en http://sinpermiso.info/textos/la-sociedad-y-los-modelos-educativos [Publicado 07/12/2019]).

Carda Ros, R. M. & Larrosa Martínez, F. (2012). La organización del centro educativo. Manual para maestros. San Vicente (Alicante): Editorial Club Universitario (428 págs, 2ª edición).

Cerini de Reffino, A. L. (2006). El humanismo pedagógico en el debate pedagógico contemporáneo. Buenos Aires: Editorial Dunken (360 págs.).

Checa, F. (1995). Reflexiones antropológicas para entender la pobreza y las desigualdades humanas. Gazeta de Antropología, 1995, 11, artículo 10 · http://hdl.handle.net/10481/13616 [consultado en diciembre de 2019].

Connell, R. W. (1997). Escuelas y justicia social. Madrid: Ediciones Morata (182 págs., 3ª edición).

Cortina, A. (2017). Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia. Barcelona: Paidós (196 págs).

Eguía, A. & Ortale, S. [coords.] (2007). Los significados de la pobreza. Buenos Aires: Biblos (264 págs.).

Fernández, G. (1996). Superación de la pobreza y educación: Una mirada desde lo local Ultima década, ISSN-e 0717-4691, Nº. 5, 1996.

Gallino, L. (2005). Diccionario de sociología. México: Editores Siglo XXI (1003 págs.).

Giroux, H. (2001). Cultura, política y práctica educativa. Barcelona: Editorial GRAÓ (141 págs.).

Hernández Acevedo, A. (2014). Pobreza y educación: retos para la teoría del currículo. Revista Entramados – Educación y Sociedad, Año 1, Nº 1 (pp.203-209) [en línea].

Llano Ortiz, J. C. (2019). El estado de la pobreza: seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España 2008-2018. Madrid:  EAPN-ES (17 págs.).

McLaren, P. (1995). La escuela como un performance ritual. Hacia una economía política de los símbolos y gestos educativos. Mexico: Siglo XXI Editores (307 págs.).

Moas Arribi, J. (2018). La explicación del hambre en una sociedad capitalista globalizada. El Salto (Alkimia) [en https://www.elsaltodiario.com/alkimia/la-explicacion-del-hambre-en-una-sociedad-capitalista-globalizada- (consultado en diciembre de 2019)].

Referencias electrónicas/digitales (webs):

Enlace 1: http://etimologias.dechile.net (consultas realizadas en noviembre de 2019).

Enlace 2: https://dle.rae.es 

Enlace 3: https://difiere.com/diferencia-entre-escuela-y-colegio/ (¿Cuál es la diferencia entre Escuela y Colegio?).

Enlace 4: https://diferencias.info/diferencia-entre-escuela-y-colegio/ (Diferencias entre Escuela y Colegio [fecha de publicación: 9 de agosto de 2019]).

Enlace 5: https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/217352-el-asistencialismo-le-rompe-la-dignidad-a-la-gente-segun-el-referente-de-akamasoa-argentina-area-metropolitana.html (El asistencialismo perpetuo es un engranaje del atraso. No sólo no combate la miseria sino que la estimula [fecha de publicación: 08 de diciembre de 2019]).

Enlace 6 (Save the Children): https://www.savethechildren.es/trabajo-ong/pobreza-infantil/pobreza-y-educacion-inclusiva (Pobreza y educación inclusiva [consultado en diciembre de 2019]).

Enlace 7 (Nueva Agenda de Naciones Unidas: Objetivos de Desarrollo Sostenible): https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/ [consultado en diciembre de 2019].

Rogero, J. et al. (2016). Pobreza infantil y educación. Cuadernos de Pedagogía, publicado en septiembre de 2016, 470, pp. 74-79.

Saavedra, M. S. (2001). Diccionario de pedagogía. México: Editorial Pax (171 págs.).

Stiglitz, J. E. (2012). El precio de la desigualdad. Madrid: Taurus (504 págs).

Tortosa, J. M. (2001). El juego global: maldesarrollo y pobreza en el capitalismo mundial. Barcelona: Editorial Icaria (248 págs.).

Autor: Cristo I Mahugo

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Pobreza y educación: ¿quién gana la batalla?

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

Se cuenta con admiración la hazaña del indio oaxaqueño analfabeta que cuidaba ovejas en un pueblo miserable y después de estudiar leyes llegó a ser presidente del país. Más recientemente, se narra con asombro la historia de la niña de origen precario que tomaba clases al lado de un basurero y maravilló al mundo con sus aptitudes matemáticas, siendo catalogada como la sucesora de Steve Jobs. ¿Por qué estos dos hechos, tan distantes en el tiempo, son recordados con tanta fascinación? ¿Son su admiración un reconocimiento a que, generalmente, la pobreza a impide la trascendencia a través de la educación? Los discursos oficiales no dudan en presentar a la educación como el principal factor de cambio para el logro del bienestar individual y colectivo. Es indiscutible tal afirmación, sin embargo, los discursos soslayan una situación adversa: es la misma pobreza la que impide que los individuos puedan acceder a oportunidades educativas que les permitan superar la miseria; desafortunadamente, casos como los mencionados son excepciones a una generalidad confirmada por los principales indicadores educativos. Tal vez por eso llegan a ser noticia y hasta proezas legendarias que trascienden los siglos.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, realizada por el INEGI en el 2016, las tres entidades con mayor pobreza en el país son Guerrero, Oaxaca y Chiapas, en las que más del 40% de su población se encuentra ubicada en el nivel más bajo de ingreso, es decir, con un paupérrimo promedio de $825 mensuales per cápita. Lo anterior contrasta radicalmente con entidades como Nuevo León, Baja California o Ciudad de México, en las que más del 30% de su población se encuentra en el nivel más alto de ingreso ($10,542 mensuales, per cápita) (INEE, 2018, pp. 53-54). Las adversidades económicas de las primeras entidades mencionadas se trasladan, también, a la realidad educativa. Para confirmar que la pobreza es el principal impedimento precisamente para que los habitantes de estos gocen cabalmente de su derecho a la educación basta observar algunos indicadores: años de escolaridad, extraedad grave y abandono.

En cuanto a la escolaridad de personas mayores de quince años, Guerrero, Oaxaca y Chiapas tiene un promedio de 7.6 años, es decir, si se considera que se estudia al menos un año de preescolar, las personas de estas entidades federativas apenas estarían rozando la educación secundaria. Por el contrario, la media nacional es de 9.2 años de escolaridad (INEE, 2018, p. 126) PANORAMA. Otro indicador que refleja las penurias de las entidades pobres mencionadas es la presencia de alumnos con extraedad grave, es decir, aquellos que tienen dos o más años de edad que la edad idónea para el grado escolar que cursan. En ese sentido, la media de porcentaje de alumnos con extraedad grave en primaria, secundaria y media superior es de 1.4%, 2.8% y 12.3%, respectivamente. En el caso de la media de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, los porcentajes se incrementan considerablemente: 3.6%, 6.6% y 12.5%. Se observa entonces que el fenómeno de la extraedad grave en las escuelas se duplica en los niveles de primaria y secundaria, mientras que es prácticamente el mismo en bachillerato, quizá explicado esto último debido a la falta de cobertura generalizada en toda la geografía del país.

En lo referente al abandono, a nivel nacional, el porcentaje es de 0.7% para educación primaria y 4.4% para educación secundaria. Al igual que en los casos anteriores, las tres entidades a las que se ha aludido sobrepasan los niveles nacionales promedio: en educación primaria, el nivel de abandono es del doble con respecto a la media nacional, situándose en 1.5%, mientras que en secundaria el abandono tiene un porcentaje de 5.7%. De esta forma, se observa una coincidencia en los indicadores analizados: tienden a ubicarse en niveles desfavorables cuando se trata de entidades pobres, como las que se han analizado.

Se observa pues que la pobreza es un mal que impide el goce a plenitud del derecho educativo. Su erradicación es una condición esencial para que los individuos puedan asistir a una escuela y cosechar frutos a partir de esta experiencia. La pobreza, al igual que otras condiciones como la discapacidad o el origen étnico, constituyen obstáculos que propician que la marginación y las desigualdades no puedan ser superadas a través de la educación. El mismo indio oaxaqueño al que se hacía alusión al inicio de este texto, Benito Juárez, emblema de la superación de condiciones adversas a través de los libros, reconocía que “el hombre que carece de lo preciso para alimentar a su familia, ve la instrucción de sus hijos como un bien muy remoto, o como un obstáculo para conseguir el sustento diario” (Salmerón, 2015, p. 40). Incluso, señalaba que la educación “no resolvería los problemas del pueblo, si no se atendía antes a la miseria pública” (Salmerón, 2015, p.39), dejando así en entredicho la tan aceptada idea de que, por sí sola, la educación representará el detonante del bienestar entre los pueblos. Las estadísticas demuestran pues que casos como el del pastor indígena que llegó a ser presidente o “la próxima Steve Jobs” desafortunadamente no son generalizables: las oportunidades educativas son difíciles y de menor calidad para quienes provienen de estratos sociales bajos, siendo esto una expresión más de la lamentable vocación discriminatoria de nuestro sistema educativo. 

Twitter: @proferoger85

REFERENCIAS

INEE. La educación obligatoria en México. Informe 2018. México: autor, 2018a.

INEE. Panorama educativo de México 2017. Indicadores del Sistema Educativo Nacional. Educación Básica y Media Superior. México: autor, 2018b.

SALMERÓN, Pedro. Juárez. La rebelión interminable. México: Para Leer en Libertad, 2015.

Imagen: https://3.bp.blogspot.com/-ysBVN5EvCnw/XHcTkxWUJqI/AAAAAAAAdvo/0BeUADjKnTIBt3Wt2as6mZw0fG_G3O5hwCLcBGAs/s320/istockphoto-465496623-612×612.jpg

Fuente: http://proferogelio.blogspot.com/2019/02/pobreza-y-educacion-quien-gana-la.html

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EEUU: Up to 14% of community college students are homeless, new study says

América del Norte/EEUU/College.usatoday.com

Resumen: Un nuevo estudio de la fundadora del laboratorio de Wisconsin HOPE Sara Goldrick-Rab y dos coautores descubrieron que miles de estudiantes universitarios comunitarios de todo el país no tienen hogar o están al borde de la falta de vivienda. El Wisconsin HOPE Lab dice que es «el primer laboratorio nacional para la investigación traslacional dirigido a mejorar los resultados equitativos en la educación postsecundaria». El estudio encuestó a más de 30.000 estudiantes en 70 colegios comunitarios en 24 estados. Se encontró que el 13-14% de los estudiantes estaban sin hogar y alrededor de la mitad eran inseguros de vivienda, lo que significa que han perdido los pagos de alquiler o sofá-surf de un lugar a otro. La encuesta también encontró que dos tercios de los estudiantes universitarios de la comunidad no cuentan con sustento alimentario seguro, lo que significa que carecen de los recursos para alimentarse adecuadamente.

At the age of 35 and caring for her 9-year-old son, Mary Baxter found herself without a place to live last summer. Forced from her apartment because of unlivable conditions and her landlord facing foreclosure, Baxter knew she needed to go back to school.

“For me, it wasn’t an option,” says Baxter, who received a two-year art and design degree from Community College of Philadelphia in May 2016.

Unable to afford the art schools she had been accepted to, like NYU and University of Chicago, she returned to Community College of Philadelphia in Fall 2016. Baxter wanted to further her education for a better job that would allow her to escape poverty.

“How can you feed yourself on $8 an hour with a kid and pay rent?” Baxter says. “There’s no way.”

Baxter’s predicaments are not uncommon among community college students.

new study by Wisconsin HOPE Lab founder Sara Goldrick-Rab and two co-authors found that thousands of community college students nationwide are homeless or on the verge of homelessness. The Wisconsin HOPE Lab says it’s “the nation’s first laboratory for translational research aimed at improving equitable outcomes in postsecondary education.”

The study surveyed more than 30,000 students at 70 community colleges in 24 states. It found that 13-14% of students were homeless and about half were housing insecure, meaning they’ve missed rent payments or couch-surf from place to place. The survey also found that two-thirds of community college students are food insecure, meaning they lack the resources to properly feed themselves.

Another recent survey found 20% of  Los Angeles community college students are homeless and nearly two-thirds are food insecure. Past studies have found similarly high numbers when it comes to college homelessness across the country.

 And Goldrick-Rab noted homeless students’ commitment to their education.“Despite being homeless, students spend as much time in class and on school topics as other non-homeless students,” she wrote. “They are clearly committed to their education; their homelessness isn’t due to a lack of effort or commitment.”

Baxter and her son currently sleep on her cousin’s couch while she works on finishing her degree. She’s five credits away from a behavioral health degree but continues to struggle with the cost, lacking a steady source of income.

“I’m an ex-felon. I have two felonies,” says Baxter, who was recently awarded a fellowship for formerly incarcerated artists. “It’s kind of hard for me to get employment, even after all my academic accolades.”

Goldrick-Rab’s study estimates only 5% of student parents like Baxter receive any child care assistance.

She says many things can be done to help struggling students. “If college prices were lower, if the minimum wage were higher and/or if colleges offered affordable housing and food options, this situation wouldn’t be so bad,” she wrote. “It would also help if students could receive the same supports for food and housing in college that they receive in (K-12) education.”

Some states, like Michigan and Florida, have organizations that help students afford housing. Florida has the Southern Scholarship Foundation, which provides rent-free housing for students across the state with limited financial means who maintain at least a 3.0 GPA. They award 470 rent-free scholarships to students at seven community colleges and universities across the state.

Woodin says although there seems to be a sudden interest in college homelessness from the community, the problem has always been there.

“We were created in 1955 because the dean of education at (Florida State University) came across students who had full scholarships, but their families didn’t have the money to send them away to college,” he says. “I think we’re starting to get good data on just how pervasive it is.”

Baxter, who’s working toward her dream of helping underprivileged youth tell their life challenge stories through multimedia, wants people to simply have compassion and empathy for people in her situation.

“I don’t think people really know how devastating it can be,” she says. “Just having a conversation is a starting point.”

Fuente: http://college.usatoday.com/2017/06/30/up-to-14-of-community-college-students-are-homeless-new-study-says/

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¿Es posible educar en cualquier contexto?

Por Xavier Bonal

La educación no tiene capacidad para cambiar cualquier circunstancia, y hay que tener en cuenta cómo estas influyen en la posibilidad de que menores en contextos de pobreza aprovechen el tiempo de aprendizaje.

La pregunta es, por supuesto, provocadora, pero no afrontarla supone dar la espalda a un problema real al que se enfrenta nuestra sociedad y, en especial, las escuelas y los docentes en los entornos más vulnerables.

Vayamos por partes. Sabemos que la educación constituye, desde hace muchos años, la inversión considerada más necesaria para conseguir el desarrollo económico y la ruptura con la reproducción intergeneracional de la pobreza. Discursos, políticas y presupuestos han coincidido muchas veces en la misma dirección: más y más educación para generar las oportunidades necesarias que terminen con la injusticia que supone la inmovilidad que es consecuencia del origen social. Sabemos sin embargo, que después de tantos años de discursos, políticas y presupuestos, sigue siendo más probable que un niño pobre experimente una trayectoria educativa limitada, interrumpida o, en muchas ocasiones, de fracaso. Sabemos incluso que la globalización y la devaluación de las credenciales educativas reducen las posibilidades de movilidad social aún cuando se obtengan niveles educativos superiores a los de las generaciones precedentes y observamos también trayectorias educativas relativamente largas que no tienen traducción en mejoras significativas de inserción laboral y social.

Está menos explorada, sin embargo, otra cuestión importante. ¿Por qué el propio proceso de aprendizaje de los niños pobres está sujeto a tantos más obstáculos que el de un niño que no es pobre? ¿Cuál es la causa? ¿Es la escuela? ¿Es la familia? ¿Son los niños pobres más limitados para aprender? En definitiva, ¿es posible educar en cualquier contexto?

La pregunta la realizan Néstor López y Juan Carlos Tedesco para llamar la atención sobre la necesidad de interrogarnos por los efectos de la pobreza sobre la educación y no solamente sobre las virtudes de la educación para erradicar la pobreza. En escenarios cada vez más devastados por la pobreza y la desigualdad, la pregunta se convierte en fundamental. Supone alertar sobre necesidades fundamentales del niño en el terreno material, afectivo, psicológico o normativo. Supone cuestionar si el hambre, la violencia o el desafecto son factores fundamentales que pueden impedir que un niño, aunque esté físicamente en la escuela, sea incapaz de concentrarse o le resulte imposible asimilar las explicaciones de su maestra. Es legítimo preguntarse, como hacen estos autores, sobre las condiciones de educabilidad de los niños, esto es, sobre los factores ajenos a sus capacidades individuales que limitan injustamente sus posibilidades de aprendizaje y de éxito escolar. En las posibles respuestas a esta pregunta puede que residan buena parte de las razones por las que las nuevas reformas y prácticas educativas ofrecen resultados tan pobres para modificar la educación de los niños pobres.

La consideración de la educabilidad constituye un elemento muy valioso para analizar las relaciones entre educación y pobreza, puesto que pone el énfasis precisamente en aquellos factores asociados a la pobreza que impiden el aprovechamiento de las oportunidades educativas. No se puede obviar que la asistencia escolar y el aprovechamiento educativo implican unas mínimas condiciones materiales, afectivas y culturales que aproximen al alumnado a los mínimos exigidos por la institución escolar. Y las condiciones de pobreza, precisamente, tienden a dificultar la garantía de estos mínimos. Hablar de educabilidad, por tanto, hace referencia a la necesidad de disponer de unas mínimas condiciones materiales, tan básicas como la posibilidad de disfrutar de alimentación, ropa y material escolar; a la necesidad de un entorno familiar que no suponga obstáculos para las prácticas educativas; un entorno escolar con capacidad para aceptar diferentes ritmos de aprendizaje; un alumnado que haya interiorizado un conjunto de representaciones, valores y actitudes que lo disponga favorablemente para el aprendizaje escolar; un profesorado que confíe en las capacidades de su alumnado; unas condiciones sociales que permitan a las familias asistir a la escuela con regularidad. En definitiva, unos mínimos sociales, familiares y escolares para el desarrollo y el potencial éxito de las prácticas educativas. Tal como señala Tedesco, “por debajo de la línea de subsistencia, los cambios institucionales o pedagógicos tienen un impacto muy poco significativo en los resultados escolares de los alumnos”.

La reflexión sobre el concepto de educabilidad abre el campo para preguntarse por lo tanto si es posible garantizar el desarrollo de la educación en cualquier contexto social y educativo, o por qué una misma inversión educativa puede generar impactos completamente diferentes incluso en individuos del mismo entorno socioeconómico y cultural y con un nivel idéntico de renta. Pensar en términos de las condiciones de educabilidad de la infancia invita a pensar en qué factores pueden incidir en las posibilidades de aprovechamiento de la inversión educativa o en cómo interaccionan pobreza y educación en las prácticas cotidianas de los alumnos, en sus expectativas. La educabilidad, en definitiva, nos sugiere no ignorar una omisión que demasiado a menudo ha caracterizado a la política educativa: cuánta equidad social es necesaria para conseguir la equidad educativa. Lejos de cuestionar las potencialidades de aprendizaje de la infancia o su capacidad de resiliencia, estudiar las condiciones de educabilidad de los niños y niñas pobres es precisamente lo que nos puede ayudar a no reducir la interpretación de su experiencia escolar a una reflexión sobre sus capacidades.

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En un momento en el que el concepto de “oportunidades de aprendizaje” está cogiendo fuerza para interpretar las desigualdades educativas (más allá del acceso a la escolarización formal), merece la pena tener en cuenta que entre esas oportunidades debe haber algo más que el tiempo de exposición del niño o niña a situaciones de aprendizaje. Las oportunidades de aprendizaje deben considerar las condiciones materiales, de socialización familiar, de entorno comunitario, de desarrollo psicológico y de todo aquello que identifiquemos relevante para asegurar la educabilidad. Trasladar la mirada pedagógica desde el modelo de transmisión a las condiciones de recepción es una tarea fundamental si queremos asegurar oportunidades de aprendizaje, aspecto sobre el que conviene insistir en un momento en el que la moda de la “innovación educativa” parece otorgar un poder ilimitado a los modelos de organización escolar, de formación de competencias y otras estrategias de transmisión como mecanismos con el poder suficiente para asegurar el éxito de la educación. La pedagogía no es transferible si no se considera el contexto social en el que se desarrolla, y especialmente si se ignoran las condiciones de educabilidad del alumnado más vulnerable.

En resumen, la heroica no existe cuando hablamos de pobreza. La respuesta a la pregunta es pues negativa. No, no es posible educar en cualquier contexto, especialmente si no se hace nada para cambiar ese contexto.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/02/16/es-posible-educar-en-cualquier-contexto/

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Argentina. Pobreza y educación: Breve excursión sobre ciertos mitos

Por Andres Sarlengo

El 48 % de los niños en el país pervive en la pobreza. Y con el macrismo se redoblan estos índices: 297 pobres se suman cada hora. Varias preguntas nos interpelan como docentes y educadores: ¿Qué hacer? ¿Puede la educación librarnos de este “flagelo”? ¿Cómo enseñar entre tanto empobrecimiento humano? ¿Qué papel le queda a […]

El 48 % de los niños en el país pervive en la pobreza. Y con el macrismo se redoblan estos índices: 297 pobres se suman cada hora. Varias preguntas nos interpelan como docentes y educadores: ¿Qué hacer? ¿Puede la educación librarnos de este “flagelo”? ¿Cómo enseñar entre tanto empobrecimiento humano? ¿Qué papel le queda a la escuela pública frente a esta situación oprobiosa? ¿Cómo fomentar el aprendizaje y el pensamiento crítico en aulas que se parecen más a “galpones digitalizados”?

Veamos que dicen los “oficialistas”, porque decirle burgueses, puede sonar irrespetuoso. Para Manuel Álvarez Trongé, presidente de Educar 50, se deben implementar “tres ideas para la acción: 1) Declaración de emergencia educativa. 2) Las mejores escuelas entre los más necesitados 3) Tecnología y educación” (…) así (…)”la buena educación es el mejor camino para erradicar la pobreza si se hace planificada e integralmente con otras asistencias como la social, de salud y de empleo joven” (1).

Seamos contundentes a modo de intento de respuesta: nadie es pobre por su “baja” educación (en sí mismo) sino como resultado de las relaciones sociales de producción que nos explotan. El historiador Alejandro Belkin recuerda algunas cifras: “Hay 628.000 patrones en Argentina y 16.548.000 de trabajadores a su servicio (2)”. Se es pobre o no en ese entramado de relaciones de poder; entre el capital y los trabajadores surge la miseria colectiva de los laburantes y la riqueza de un grupúsculo que como afirma Darío Balvidares “traman el destino de los demás”. La plutocracia en definitiva nos domina.

¿Los poderosos quieren en verdad las “mejores escuelas públicas” para los niños necesitados, hijos de trabajadores?
En vez de “Más educación, menos pobreza (1)” hay que desentrañar la conexión plutocracia –educación o cuál es la pedagogía del capital.

Hasta ahora podríamos decir que el sistema educativo argentino contribuyó a la “modernización dependiente” del país, como si la educación fuese una variable más en la producción de mercancías, en busca del “desarrollo”. La “tres ideas para la acción de Trongé “–modernización tecnológica con cambio social planificado y las mejores escuelas para los niños pobres- en ningún momento y sentido cuestionan el origen del problema: la estructura socio económica producida por el capitalismo. Tomando a Martín Almada, abogado y pedagogo paraguayo, y vía metodología comparada “para esta concepción (de Trongé y el macrismo) la educación se justifica en cuanto habilitación de recursos humanos para aumentar la productividad de la mano de obra. Enarbolarán la bandera de que “la educación es la base del desarrollo”, frágil argumento de los reformadores de la educación, inspirados en los principios conservadores de tipo pedagogista, modernizante, es decir, desarrollista”. De ahí, las declaraciones frente a empresarios e industriales del Esteban Bullrich: “No les hablo como Ministro de Educación, sino como gerente de Recursos Humanos (3)”. También el Ingenieros en Sistemas espetó el 20 de enero pasado: “Estamos convencidos de que la pobreza tiene raíz educativa, igual que los problemas de terrorismo e inmigración (4).

Cabe insistir: no es la escuela quién genera pobres sino el sistema productivo que a la vez que produce mercancías nos forma alienados y cuasi indigentes. En todo caso, las aulas son símil de “galpones” donde los alumnos y docentes sufrimos nuestra pobreza por unas horas.

Y no es casualidad que Trongé, Sánchez Zinny (Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica) y Bullrich cuasi coincidan. Las provincias en la Argentina –dice el Ministro Nacional- llegaron a un acuerdo “en los valores, competencias y habilidad que deben tener los jóvenes para salir del secundario (4)” mientras que Sánchez Zinny en su artículo “Para el nuevo mundo, nueva educación” subraya: “Esta realidad se percibe todavía más en los institutos terciarios y en las universidades: están muy lejos de las demandas laborales, con carreras largas en años y horas, y poco relacionadas con las competencias y los escenarios del dinámico mundo productivo de las próximas décadas. Además no ponen el énfasis en habilidades socioemocionales, sino en otras que rápidamente se vuelven obsoletas en la actual economía del conocimiento (5)”. El titular del INET quiere una escuela más “productiva” aún, en otras palabras, más ganancia empresarial.

En síntesis, encubiertamente o explícitamente, los discursos emergentes del poder de la plutocracia le dan a “la educación el poder de sacarnos de la pobreza hacia el desarrollo”; aunque en verdad vienen a ocultar la relación que determina nuestro presente: 628.000 patrones definen -con el Estado y el gobierno a su favor- el porvenir de 16.548.000 de trabajadores”. Y si uno hilara más fino no son más de 500 corporaciones quienes someten nuestros cuerpos.

Como sostiene León Rozitchner: “El propietario del Todo está determinando, con su figura y su poder, la subjetividad de cada súbdito”.

Y Trongé, Bullrich y Sánchez Zinny escriben para esos propietarios, y para colmo lo hacen de nosotros, los “pobres”. Es hora de otra escuela pública donde la burguesía, sus corporaciones y sus amanuenses ya sean el pasado. Una escuela de los trabajadores será así cuando derrotemos a la plutocracia.

Notas:
1. Más educación, menos pobreza. Clarín. 04-02-2017
2. Situación ocupacional de la población urbana total. 4º trimestre de 2010. Fuente: TEL en base a datos del Ministerio de Economía y procesamientos propios de la EPH-INDEC
3. Página 12. 23-11-2016
4. Argentina impulsará un acuerdo en el G 20 para crear una formación docente global. Télam.
5. La Nación. 21-01-2017

Fuente: http://kaosenlared.net/argentina-pobreza-y-educacion-breve-excursion-sobre-ciertos-mitos/

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Ecuador: «Somos el país que más avanza en educación» afirma Correa

América del Sur/Ecuador/10 de febrero de 2017/Fuente: eltelegrafo

Una sorpresiva visita a Guayaquil realizó ayer el presidente de la República, Rafael Correa. Su recorrido se desarrolló por las obras emblemáticas, en la ciudad más poblada del país, como la unidad del milenio Ileana Espinel y el hospital Monte Sinaí. Pasado el mediodía llegó a la parroquia Tarqui, específicamente al sector conocido como Chemise, para inspeccionar la construcción del establecimiento educativo que recibirá a más de 2.200 alumnos en dos jornadas. El lugar brindará una oferta educativa completa, desde la inicial hasta el bachillerato, con una inversión de $ 4’194.430.      La obra civil está avanzada en un 90% y aunque la lluvia complica los trabajos, estará lista para el próximo año lectivo 2017-2018. La viceministra de Gestión Educativa, Valentina Rivadeneira, explicó que el objetivo es agrupar a los estudiantes de 3 escuelas pequeñas del sector, así como descongestionar a los colegios. Este establecimiento es uno de los 6 de iguales características que se construyen en la ciudad.

Rivadeneira indicó que el objetivo es entregar 357 instalaciones entre unidades del siglo XXI, del milenio y escuelas normales. Hasta ahora hay 72 unidades del milenio en funcionamiento. “No más ofertas demagógicas” Ecuador es uno de los países que más crece en educación en el continente. “Antes estábamos en el último lugar; ahora estamos en la mitad, pero hemos avanzado a pasos agigantados”, dijo el Jefe de Estado. Correa recordó que la mejor manera de superar la pobreza es con educación. Pidió rechazar las propuestas demagógicas de candidatos que ofrecen reabrir las escuelitas de zonas rurales, que impedían tener educación de calidad.

“Ya basta, no permitamos que nos regresen al pasado”. Explicó que las unidades del milenio son parte del ‘Programa de ordenamiento de la oferta educativa’. Si bien es cierto, aclaró, las instalaciones no son lo más importante, sino la calidad de los docentes, pero ayuda tener las herramientas necesarias. La viceministra de Gestión Educativa informó que la semana pasada se entregaron más de 1.000 nombramientos a los primeros ganadores de los concursos de mérito y oposición, para dejar institucionalizados los departamentos de consejería estudiantil. Los departamentos serán una herramienta para fortalecer el seguimiento a las enfermedades del presente, muchas de las cuales son mentales, indicó Correa. “Nuestros jóvenes necesitan un acompañamiento en cuanto a su sexualidad o para tratar enfermedades como la depresión. Para eso son los centros de consejería”, dijo. En escuelitas de 30 y 40 personas no se puede poner este servicio, recalcó el Mandatario.

Criticó las ofertas de candidatos para quienes “el gran avance es volver a las escuelitas dispersas, del campo. Esa es una de las peores rémoras en la educación”. Esas precarias infraestructuras obligarían a los pobres a la peor educación, enfatizó, y señaló que resultaría imposible atender con tecnología, laboratorios y bibliotecas en escuelitas dispersas en el campo y normalmente unidocentes. También explicó que la existencia de las escuelitas dispersas respondía a la falta de vías y a medios de transporte, como en el siglo XVIII, cuando no había carreteras. “En el siglo XXI eso es una locura (…) no permitan que volvamos al pasado. Esa es una de las principales causas para la mala educación sobre todo en lo sectores rurales”, aseveró. También visitó el hospital público en Monte Sinaí, donde hizo énfasis en la diferencia entre la megainfraestructura moderna que construyó el Gobierno y la pobreza de la zona, que tiene carencias de servicios básicos, que son competencia del Municipio de Guayaquil. Esta es una de las zonas más pobladas y con mayor incidencia de pobreza en la urbe. (I) Fiscalía adelanta un acuerdo con Odebrecht En una entrevista en el canal TC Televisión con el periodista Carlos Rabascall, el presidente Rafael Correa se refirió a los avances en las investigaciones del caso Odebrecht en Ecuador. Dijo que se han allanado las oficinas de la empresa, se ha pedido la asistencia penal a Brasil y que el fiscal General del Estado, Galo Chiriboga, está adelantando un acuerdo con funcionarios de Odebrecht, como lo hacen Perú, Colombia y República Dominicana.

“Apenas ellos contactaron a la Fiscalía para llegar a un acuerdo, se respondió. Se está construyendo ese acuerdo, lo debe aprobar el Procurador. Son cosas que la opinión pública no sabe, pero se avanza”. En la entrevista, el Primer Mandatario afirmó que a diferencia de lo que dice la oposición, ya hay por lo menos un detenido. “Pero como no es de Alianza PAIS, entonces no existe nada”. Y señaló que se deben dar nombres de implicados, pero con las respectivas pruebas.

Correa reiteró que las entrevistas de 3 medios con Carlos P. Y. fueron una campaña de los hermanos Isaías para desprestigiar al Gobierno. Insistió en dar las garantías a Carlos P. Y. para que regrese al país y diga todo lo que sabe. En temas económicos defendió la obra pública en el país porque “invirtiendo adecuadamente en lo público se atrae la inversión privada nacional y extranjera… una buena carretera, un buen aeropuerto, un buen puerto, atraen la inversión”. Sobre la capacidad de pago del país, dijo que la deuda está en 3.4 o 3.5% del PIB en 2016. “Para 2017 puede subir un poco más, pero hasta 5% es una cifra bastante razonable”. Finalizó reiterando que en mayo dejará una economía en crecimiento y estabilizada. “Así el próximo gobierno podrá renegociar esa deuda”. (I)

DATOS El hospital que se construye en Monte Sinaí estará listo en abril, anunció el Presidente de la República durante un recorrido por la obra. El nosocomio será uno de los  hospitales más grandes del país, con capacidad para 400 camas. El objetivo es que sea un hospital de especialidades para atender a más de un millón de pobladores de ese sector de la ciudad. La vía de acceso al lugar fue entregada al Municipio y no la ha querido aceptar, denunció el Mandatario. Por ello será el Gobierno quien retome los trabajos de reconstrucción. Cuestionó al alcalde Jaime Nebot porque uno de los argumentos es que está fuera de los límites de la urbe. “Si fuera un barrio pelucón sí hubiera hecho algo”, dijo. Etiquetas:

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Que todas las verdades se toquen

Por: Manuel Rosenbluth y Valentina Zúniga

Se dice que la educación es el espacio donde todas las verdades se tocan. Sin embargo, vemos como la mercantilización de nuestra educación ha producido una segregación socioeconómica que no permite que las instituciones de educación superior puedan ser un punto de encuentro para las diferentes verdades que componen nuestro país.

Este año, tuvimos la oportunidad de trabajar en conjunto con Madres y Padres Universitarios de la U. de Chile (MAPAU). En conjunto con la vicepresidencia de la FECh y MAPAU, participamos de la organización del II Congreso Nacional de Madres y Padres Universitarios, trabajo que aportó en la discusión de problemáticas comunes y que acordó la presentación de un proyecto de ley sobre protección y no discriminación a la maternidad y paternidad estudiantil.

Así, con mucha alegría de poder haber sido parte de este proceso, vemos con esperanza que la entrega de este proyecto de ley pueda cambiar las condiciones en las cuales deben desenvolverse miles de estudiantes que hoy se encuentran realizando labores múltiples: criar, estudiar y luchar día a día por poder construir un camino que permita un futuro mejor.

El trabajo apunta al reconocimiento de dichas labores por parte y como responsabilidad de las instituciones educativas.

Hay quienes podrían decir que es un proyecto menor, que es dirigido solo a un porcentaje de los estudiantes. Sin embargo, creemos que este proyecto no sólo viene a abrir un espacio a un grupo de estudiantes que presentan mayores tasas de deserción sino que abre un espacio para todos los estudiantes que por diferentes razones, no son estudiantes el 100% de su tiempo. En el caso de los estudiantes madres o padres, termina prácticamente siendo dicotómico el terminar de buena forma los estudios y ser una madre o padre presente.

Este proyecto de ley viene a poner sobre la mesa el modelo de estudiante que hoy tiene mayor probabilidad de éxito por los criterios de mercado que rigen a las instituciones educativas: un estudiante que sale a los 18 años de la enseñanza media, que entra a la universidad, que se dedica solamente a sus estudios, que egresa, posteriormente trabaja y comienza el desarrollo de la opción de vida que este desea.

Creemos que esta es una barrera que debe romperse: estudiantes que son madres o padres o que legítimamente quieran desarrollarse como estos durante su periodo de estudios, estudiantes que tienen el cuidado de otras corresponsabilidades (familiares, parientes u otros), estudiantes que trabajan tanto por necesidad como por opción, deportistas, líderes sociales no pueden estar decidiendo entre llevar adelante sus estudios y desenvolverse legítimamente en otras áreas de su vida.

Es por esto que creemos que las instituciones educativas deben comenzar a dar un giro en torno a cómo se materializa el derecho a la educación con realidades que hoy son parte de nuestra sociedad, no desde el punto de vista de brindar ayuda sino desde el punto de vista del ejercicio del derecho y de la no discriminación a realidades que son distintas.

El modelo neoliberal de educación no solamente arrasó con la educación pública ni se quedó en la mera segregación económica: hay alternativas de vida que difícilmente pueden encontrar un espacio para el desarrollo digno de los derechos que todos y todas deberíamos tener, en este caso, el derecho a la educación.

Seguiremos incansablemente trabajando por dar este primer paso respecto al proyecto de ley de protección y no discriminación de la maternidad y paternidad estudiantil, porque sabemos que su significado y también estamos conscientes de que avanza en cambiar la forma en la que entendemos el modelo educativo chileno.

Invitamos a todas y todos los parlamentarios a pronunciarse y a aprobar este proyecto de ley. No aceptaremos un rechazo como respuesta desde ningún sector, porque creemos que hoy los estudiantes padres y madres deben tener igualdad de oportunidades y porque la forma en que se ha llevado adelante este proceso es un ejemplo.

Un proyecto creado desde la organización estudiantil es muestra de que los estudiantes no estamos para dejar todo igual sino que estamos para cambiarlo todo. Avanzamos con proactividad, trabajo y propuestas concretas. Construyamos esa universidad donde todas las verdades se tocan.

Fuente: http://www.eldinamo.cl/blog/que-todas-las-verdades-se-toquen/

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