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«Pluriverso»: hacia horizontes postcapitalistas

Por: Alberto Acosta 

“Hablar del pluriverso significa: revelar un espacio de pensamiento y de práctica en el que el dominio de una modernidad única haya quedado suspendido a nivel epistémico y ontológico; donde esta modernidad haya sido provincializada, es decir, desplazada del centro de la imaginación histórica y epistémica; y donde el análisis de proyectos descoloniales y pluriversales concretos pueda hacerse honestamente desde una perspectiva des-esencializada”. (Arturo Escobar (2012) )

La actual crisis mundial es sistémica, múltiple y asimétrica, con claros alcances civilizatorios. Nunca antes tantos aspectos cruciales de la vida fallaron simultáneamente, y las expectativas sobre el futuro son tan inciertas. Los problemas ambientales ya no pueden ocultarse por más poderosos -y torpes- que sean los negacionistas. Tampoco pueden ocultarse las abismales desigualdades, que van en aumento a medida que la sombra del “desarrollo” cubre todas las partes de la Tierra. Cual virus mutante, las manifestaciones de la crisis se perciben en todos los espacios: ambientales, económicos, sociales, políticos, éticos, culturales, espirituales…

Dejar de buscar al fantasma del “desarrollo” es difícil . Su retórica seductora, a veces llamada “mentalidad de desarrollo” o “desarrollismo”, se ha internalizado en prácticamente todos los países. Sobre todo en aquellos que sufren las consecuencias del crecimiento industrial en el Norte Global. Norte Global que, por cierto, fue el primero en aceptar un camino único de progreso, sin aceptar su responsabilidad en la grave crisis socio-ambiental global . De hecho, hasta parte del Sur no asume el reto ambiental al acusar al Norte de impedirle alcanzar el “desarrollo” (inspirado en el mismo estilo de vida del Norte).

Casi siete décadas después de que la noción de “desarrollo” [1] se extendiera por todo el mundo, la verdad más bien parece indicar que el mundo vive un “mal desarrollo” . Dentro de ese “mal desarrollo” están inclusive los países llamados industrializados o “desarrollados”. Es paradójico, pero el discurso del “desarrollo” en términos vitales solo lleva a la consolidación de la crisis sistémica actual.

Dicha crisis no es coyuntural ni manejable desde la institucionaliad existente. Es histórica y estructural, y exige una profunda reorganización de las relaciones tanto dentro, como entre las sociedades de todo el mundo, como también entre la Humanidad y el resto de la “Naturaleza”, de la cual formamos parte. Y eso implica, evidentemente, una reconstrucción institucional a escala mundial, algo inviable desde las actuales instituciones de alcance planetario e inclusive desde los estrechos márgenes estatales.

Tal como sintetiza el libro Pluriverso – Diccionaro del Postdesarrollo [2], nuestra lección más importante como Humanidad es reencontrarnos con la Madre Tierra para garantizar una vida digna para todos los seres (humanos y no humanos). En todas partes, cada vez más personas buscan satisfacer sus necesidades afirmando los derechos y la dignidad de la Tierra . Esas búsquedas responden al colapso ecológico, al acaparamiento de tierras, a las guerras destadas para controlar las reservas petroleras y mineras, así como a otros extractivismos (agroindustria, plantaciones agroexportadoras, incluso con cultivos genéticamente modificados) que casi siempre destruyen los medios de vida rurales y generan pobreza urbana. A veces, el “progreso” occidental se vuelve el principal causante de que nuestro mundo esté enfermo de opulencia, alienación y desarraigo. Ante ello, los movimientos de resistencia popular se encuentran extendidos en todos los continentes.

A medida que la globalización del capital desestabiliza las economías regionales y nacionales, dejando a su paso poblaciones enteras de refugiados -incluso dentro de sus propios países-, algunos sectores de la población afrontan la situación identificándose con el poder machista de la derecha política, con su promesa de “quitar empleo” a los migrantes, artificialmente señalados muchas veces como causantes de las crisis… A menudo, las clases trabajadoras inseguras también adoptan tal postura. El resultado es una peligrosa derivación global hacia el autoritarismo.

Por su parte, la -privilegiada- tecnocracia promueve el neoliberalismo con ilusiones de democracia representativa y trayectoria de innovación para el crecimiento perpetuo. Algo perverso, pues denota que hasta la diferencia derecha-izquierda ortodoxa es difusa en cuanto a modernización y progreso. Además, cada una se basa en valores eurocéntricos y machistas.

Karl Marx nos recordó que, cuando una nueva sociedad nace desde adentro de la vieja, esta arrastra muchos defectos del sistema antiguo. Más tarde, Antonio Gramsci observaría: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas morbosos.” Lo notable es que ahora -algo no anticipado por estos intelectuales europeos- las alternativas emergen sobre todo desde los márgenes políticos de ambas periferias del capitalismo, tanto desde su periferia colonial como de superiferia doméstica . Basta anotar los esfuerzos de los grupos decrecentistas que avanzan desde la academia a la configuración de un vigoroso movimiento social .

Por cierto, el análisis desde Marx es necesario, pero no basta; debe complementarse por otras propuestas, incluidas las que emana del Sur global como las perspectivas del sumak kawsay o Buen Vivir, del eco-svarag, del ubuntu, del comunitarismo; incluyendo las versiones críticamente reflexivas de las principales religiones y, por supuesto, los aportes de la convivialidad de Ivan Illich para construir una sociedad que permita a todos sus miembros la acción más autónoma y creativa posible, usando herramientas controlables por ellos mismos. En una transición como ésta, crítica y acción requieren nuevas narrativas imaginativas, combinadas con soluciones materiales prácticas. Tejer resistencias y sumar proyectos alternativas potenciará el tránsito por senderos pluriversales.

Ya no podemos hacer lo mismo, aunque lo hagamos mejor. Ya no podemos confiar en crear “corporaciones más responsables” o “burocracias reguladoras eficientes”; ni siquiera basta con reconocer la ciudadanía plena para los “de color”, “viejos”, “discapacitados”, “mujeres” o “queer” dentro del pluralismo liberal. Del mismo modo, no bastan los parches “prístinos” de la Naturaleza, de poco efecto sobre el colapso de la biodiversidad. Ninguna opción basta si no se ataca el corazón de la crisis sistémica mundial: el capitalismo y sus ansías infinitas de poder expresadas en una acumulación depredadora tanto de la vida humana como de las demás formas de vida.

En aquellos esfuerzos parciales que no cuestionan al capital, el fantasma del “desarrollo” se reencarna de infinitas maneras, pues los remedios de corto plazo desde el poder solo sostienen el statu quo Norte-Sur, el patriarcado, la colonialidad y el divorcio Humanidad-Naturaleza. Por supuesto, incluso las mejores intenciones –carentes de horizontes postcapitalistas- pueden llevar, sin quererlo, a soluciones superficiales, falsas y hasta agravantes de los problemas globales. Eso sí, es difícil distinguir las iniciativas “convencionales”, “falsas” o “superficiales” de aquellas “transformadoras radicales”. Además, en el proceso de transición muchas propuestas hoy innovadoras irán perdiendo su vigencia en el camino. Pero justamente tendremos que aceptar esta dialéctica en donde hasta las propuestas más potentes deberán reemplazarse por propuestas superiores, aunque la superación no provenga desde nuestra cosmovisión.

Aquí caben las palabras del notable sociólogo alicantino José María Tortosa en su libro “Maldesarrollo y malvivir – pobreza y violencia a escala mundial” (2011):

“La tarea es enorme y, precisamente por ello, no hay por qué hacerle ascos a compañeros de viaje, compañeros de marcha que no compartan otras variables. Los ateos podrían trabajar con los agnósticos y los creyentes, los budistas con los cristianos, los católicos con los protestantes. Los que pueden tener motivaciones para alterar el funcionamiento del sistema las tienen originadas en religiones o en ideologías bien concretas y comparten una cierta idea de la justicia aunque no compartan la cosmovisión. No importa. De lo que se trata desde esta perspectiva es ponerse a marcar el paso en una misma dirección: la de una sociedad más justa y, por tanto, menos empobrecida y violenta. La acumulación de pequeñas reformas podría ser, entonces, revolucionaria. Por eso ninguna de éstas tiene que ser despreciada si, unidas a las demás, puede producir el salto cualitativo: aislada puede tener sentido, ligada a las demás lo puede tener con mucha más razón ya que ya no sólo se tratará de afrontar necesidades locales sino que puede coadyuvar en el cambio de las reglas del juego.”

Inpulsando el cambio del juego mismo, cabría anotar.

Las alternativas transformadoras -como sinetizan más de cien aportes en el libro mencionado- difieren de las “soluciones convencionales” de varias maneras. Como se resume en la introducción de dicho libro, primero, idealmente van a las raíces de al menos un problema. Segundo, cuestionan las características centrales del discurso del “desarrollo”: crecimiento económico, retórica del progreso, racionalidad instrumental, mercados, universalidad, antropocentrismo, sexismo, etcétera. Tercero, abarcan una ética radicalmente diferente a la del sistema actual, reflejando valores basados en una lógica relacional; un mundo donde todo está interconectado; y con sociedades que abarcan valores como: diversidad y pluriversalidad; autonomía y autosuficiencia; solidaridad y reciprocidad; bienes comunes y ética colectiva; unidad con la Naturaleza y sus derechos; interdependencia; simplicidad y suficiencia; inclusión y dignidad; justicia y equidad; sin jerarquía; dignidad del trabajo; derechos y responsabilidades; sostenibilidad ecológica; no violencia y paz. Cuarto, a medida que avanzamos, la agencia política pertenecerá a los marginados, explotados y oprimidos. Y, quinto, la transformación debe integrar y movilizar múltiples dimensiones: política, económica, social, cultural, ética, espirituales, aunque no necesariamente de golpe. Hay varios caminos hacia una socio-bio-civilización, donde el único centro sea la vida misma.

Muchas cosmovisiones y prácticas radicales hacen ya visible al pluriverso. La noción de pluriverso cuestiona a la “universalidad” propia de la modernidad eurocéntrica. Como dirían los zapatistas de Chiapas, el pluriverso representa “un mundo donde caben muchos mundos”: un mundo en donde todos los mundos conviven con respeto y dignidad, sin que ninguno viva a costa de otros. Esta es la definición más sucinta y adecuada del pluriverso.

El camino es largo para que la multiplicidad de mundos se vuelva totalmente complementaria, pero ya hemos tomado rumbo: los movimientos por la justicia y la ecología encuentran cada vez más puntos comunes. Igualmente, las luchas políticas de mujeres, indígenas, campesinos, así como de pobladores urbanos a lo largo y ancho del planeta, están convergiendo.

Si bien las transiciones son complejas y no completamente radicales, son “alternativas” si al menos tienen potencial para la transformación sistémica. Dada la diversidad de visiones imaginativas, permanece abierta la creación de sinergias entre ellas. Habrá reveses; unas estrategias se desvanecerán otras será cooptadas por el poder del capital, y otras surgirán. Las diferencias, tensiones e incluso contradicciones existirán, pero esa es la esencia misma de un intercambio constructivo. Intercambio en donde todas las visiones tienen un espacio para expresarse e intercambiar experiencias, críticas y sobre todo sueños.

Los caminos hacia el pluriverso –sustentados en las reflexiones del post-desarrollo y la post-economía – son múltiples, abiertos y están en continua evolución. Una evolución que demanda siempre más democracia, nunca menos; más libertad, nunca menos; más vida, nunca menos.

Notas:

[1] Para comprender este proceso de discusiones múltiples se recomienda el libro de Koldo Unceta: “Desarrollo, postcrecimiento y Buen Vivir”, Abya-Yala, 2014 .

[2] Editado por Ashish Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria, Alberto Acosta; con su primera edición en la India (estará publicado en octubre del 2018). Este artìculo se inspira en la introducción de ese libro, que sirvió de base para el texto publicado en la Revista Ecuador Debate 103 del CAAP (2018): “Encontrando senderos pluriversales”, de los mismos autores . La idea de armar tal compilación fue discutida por primera vez por Alberto Acosta, Ashish Kothari y Federico Demaria, en la Cuarta Conferencia Internacional sobre el Decrecimiento en Leipzig, 2014. Un año después, Ariel Salleh y Arturo Escobar se unieron al proyecto y la planificación comenzó en serio. El libro cuenta con 110 entradas, de diferentes temáticas, como aportes de 120 autores y autoras de todos los continentes.

Alberto Acosta, economista ecuatoriano. Profesor universitario. Exministro de Energía y Minas. Expresidente de la Asamblea Constituyente. Excandidato a la Presidencia de la República.

*Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=243929

Imagen: Internet

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Lo que los medios ocultan cuando solo le hablan del cambio climático

Por: Silvia Ribeiro

«La manera en que describimos un problema determina el tipo de respuestas que se plantean». La devastación ambiental que caracteriza nuestro tiempo no tiene precedente en la historia del planeta ni las culturas. Los problemas ambientales son graves, con fuertes y desiguales impactos sociales y el cambio climático – escribe la investigadora Silvia Ribeiro – es uno de los principales.

La devastación ambiental que caracteriza nuestro tiempo no tiene precedente en la historia del planeta ni las culturas. Ha habido civilizaciones que han provocado desastres ambientales, pero nunca antes se habían mundializado, desequilibrando los propios flujos y sistemas naturales que sostienen la vida en el planeta. El capitalismo y su civilización petrolera, el modelo de producción y consumo industrial y basado en combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) provocó este desastre en poco tiempo, acelerado en las últimas décadas.

Los problemas ambientales son graves, con fuertes y desiguales impactos sociales y el cambio climático es uno de los principales. Pero no son causados por toda la humanidad. Más que la era del antropoceno, como algunos la llaman, vivimos la era de la plutocracia, donde todo se define para que los muy pocos ricos y poderosos del mundo puedan mantener y aumentar sus ganancias, a costa de todo y todos los demás. Esta absurda injusticia social, económica, ambiental, política, requiere de muchas armas para mantenerse y una de ellas es la guerra conceptual. Inventar conceptos que oculten las causas y características de la realidad, que desvíen la atención de la necesidad de cambios reales y profundos y mejor aún, que sirvan para hacer nuevos negocios a partir de las crisis.

En este contexto, el ensayo La métrica del carbono: ¿el CO2 como medida de todas las cosas?, de Camila Moreno, Daniel Speich y Lili Fuhr, editado recientemente por la Fundación Heinrich Böll, es un aporte importante. (http://mx.boell.org/es/metrica-del-carbono)

Muestra cómo ante la convergencia de graves crisis ambientales locales, regionales y globales, junto a las crisis económicas y financieras, se echa un fuerte foco de luz sobre el cambio climático –que Nicholas Stern llamó la mayor falla de mercado que el mundo ha atestiguado, al tiempo que se posiciona las unidades de CO2 (dióxido de carbono) como medida para definir tanto la gravedad del problema. Así, otros temas quedan en la oscuridad del contraste de ese rayo de luz y todo se reduce a contar emisiones de CO2 a la atmósfera. Las autoras no dejan duda de que el cambio climático es real y grave, pero cuestionan ¿es más importante y más urgente que la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo cultivable, el agotamiento del agua dulce? ¿Acaso es posible considerar cada uno de estos fenómenos como algo independiente y separado de los otros? La manera en que describimos y enmarcamos un problema, determina en gran medida el tipo de soluciones y respuestas que podemos considerar, plantean.

Justamente debido a la gravedad de la crisis ambiental, tenemos que evitar el epistemicidio ecológico en curso que reduce la óptica, elimina conocimientos y destruye alternativas.

Aunque se sabe bien cuáles son las causas del cambio climático, y los principales rubros industriales que lo provocan: alrededor de 80 por ciento se debe a la explotación y generación de energía, al sistema alimentario agroindustrial y al crecimiento urbano (construcción, transporte), basados en el uso y quema de petróleo, gas y carbón. Todo esto emite CO2 y otros gases de efecto invernadero (GEI) como metano y óxido nitroso.

Se sabe también que lo necesario son reducciones reales, en su fuente y en la demanda, de todos esos gases y cambiar lo que las originan. Y se sabe que existen alternativas reales, diversas, descentralizadas y viables; quizá el ejemplo más fuerte es que 70 por ciento de la humanidad se alimenta de agricultura campesina y agreocológica, pescadores artesanales y huertas urbanas, que no son los que emiten gases de efecto invernadero.

Pero las propuestas dominantes –de instituciones y gobiernos– no son éstas, sino otras principalmente basadas en mercados de carbono y altas tecnologías que permitirían supuestamente seguir emitiendo GEI como siempre, pero compensarlos absorbiendo el carbono emitido y almacenándolo en fondos geológicos, es decir, formas de geoingeniería.

La propuesta de compensación (offset en inglés) se viene desarrollando hace años, asociada a los esquemas de pagos por servicios ambientales, por biodiversidad, etcétera, componentes esenciales de la llamada economía verde. Se trata de justificar la destrucción en un lugar, mientras en otro otros se supone la compensan con algún pago, como si fuera lo mismo dejar sin bosques o agua a un pueblo entero en un país o región, porque hay una comunidad que los cuida y en otro. Esos pagos generan bonos, instrumentos financieros especulativos que son comerciados en mercados secundarios.

Ahora, para que todo pueda ser medido en unidades de CO2, todos los gases se traducen a la abstracción de “CO2 equivalente”, sin considerar si se trata de gases emitidos por una trasnacional minera que devasta ecosistemas y pueblos, por la quema de un bosque o el estiércol de algunos animales de un pastor. El concepto de que lo necesario son cero emisiones netas, no reales sino compensadas, completa esta operación (http://tinyurl.com/jssokpr). De esta forma, la economía del carbono podría englobar todos los rubros anteriores, para convertirse en la nueva moneda de cambio, que justifica la contaminación y produce ganancias para quienes la causan.

No solamente se pierden de vista las causas del cambio climático, también de esta forma se simplifica burdamente la consideración de los otros graves problemas ambientales y las interacciones entre todos ellos y se eliminan del campo de análisis y acción los impactos sociales, el sistema que los provoca y las verdaderas soluciones.

Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC

Fuente: La Jornada

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La basura sigue siendo un problema en el año 2017

Por: Cristián Frers

Las quejas de los vecinos por el tema de la basura se replican todos lados: micro basurales, camiones tirando basura en sectores no permitidos y problemas con la recolección de residuos son algunos de los temas señalados.

Cada barrio tiene su patio trasero, ese lugar que jamás le mostrarías a tus visitas y que ojala no tenga mucha luz, porque allí nada tiene buen aspecto.

La molestia de los vecinos se trasluce en las redes sociales: problemas con la recolección, basura en las calles y micro basurales creciendo en diferentes puntos de las ciudades son las observaciones más frecuentes.

Los incendios en los basurales a cielo abierto donde se deposita la basura de las ciudades también merecen especial atención, ya que las Autoridades Municipales quedan obligadas a clausurar dichos basurales, conforme a los principios establecidos en la Ley Nacional N° 25.675, la Ley N° 11.723 de la Provincia de Buenos Aires y la reglamentación de la Ley  N° 13.592 de la misma Provincia, donde queda prohibida la quema a cielo abierto o cualquier sistema de tratamiento no autorizado por la Autoridad Ambiental Provincial, es decir, del Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible (OPDS).

Durantes años, ambientalistas y especialistas profesionales en Medio Ambiente han venido expresando que Los basurales a cielo abierto y los micro basurales son un foco constante de contaminación y de riesgo sanitario.

Entre las principales causas de la existencia de estos basurales pueden consignarse: la ausencia de recolección de residuos en algunas zonas, muchas veces por la imposibilidad de acceso; la  descarga debasura sin control que realizan la mayoría de los municipios (justificándose principalmente razones económicas), y el vertido ilegal de ciertas empresas e industrias y ciudadanos desaprensivos, ya que la gente es la que genera esta basura.

Entre sus consecuencias pueden enumerarse: la contaminación del suelos, aire y agua (subterránea y superficial), la presencia de animales transmisores de enfermedades (roedores, insectos, microorganismos) a lo que se suman los efectos adversos derivados de la quema incontrolada, deliberada o espontánea de la basura.

¿Cuál seria la solución? Se debe entender que reciclar basura, es crear trabajo. Se debería aprovechar la caducidad del actual sistema de recolección de residuos para transferir parte del servicio a micro emprendimientos y cooperativas.

El reciclaje de basura en Argentina se hace, y mueve mucha plata, por ello, como muchas otras cosas, se hace de forma clandestina. Es debido a esto que se necesita urgente un debate sobre proyectos de reconversión del sistema de recolección de residuos.

El basural es un problema que afecta a todos los vecinos; de allí que todos los actores que intervienen en la gestión de los residuos deban tomar conocimiento y conciencia para aportar cada uno desde su lugar.

Somos los primeros generadores de este problema. Hay una responsabilidad directa en primera instancia de todos nosotros. Pregunto siempre cuál es el motivo de dejar los residuos en cualquier lugar de la ciudad ¿Cuál es el problema? En principio, hay una irresponsabilidad manifiesta que tenemos TODOS los ciudadanos, los funcionario públicos y los políticos por la falta de control y de hacer cumplir las leyes tanto a nivel nacional, como provinciales o las ordenanzas municipales.

Ecoportal.net

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Ofensiva contra la ciencia

Por: Javier Sampedro

El rechazo a las vacunas, el ataque a los transgénicos o la negación del cambio climático son la nueva versión del viejo ataque a la ciencia.

Desde el tribunal eclesiástico que juzgó a Galileo para hacerle desistir de sus conclusiones experimentales, la ciencia lleva más de cuatro siglos dándose de bofetadas con los señores del lado oscuro. Visto desde hoy, cuesta imaginar por qué las teorías de Copérnico, Kepler y el propio Galileo no fueron aceptadas de inmediato por su inmenso poder explicativo. Como decía el astrofísico Carl Sagan: “Me pregunto cómo es que apenas ninguna religión ha mirado a la cienciay ha concluido: ‘¡Esto es mejor que lo nuestro! ¡El universo es mucho mayor de lo que dijeron nuestros profetas, más sutil y elegante!”.

Por ejemplo, Dawkins desarrolló en los años ochenta un argumento chispeante contra el “diseñador inteligente” de los nuevos creacionistas, que deducen la existencia de Dios a partir de la complejidad de sus criaturas. Pero un diseñador inteligente, aduce Dawkins, debe ser aún más complejo que las criaturas a las que pretende dar explicación, luego no les da ninguna. Es un razonamiento brillante, a la altura de su autor.

El problema con todo esto, naturalmente, es que un individuo irracional no atiende a razones. Las personas religiosas se basan en la fe, no en el argumento. Y este mismo es el problema con las otras religiones, las creencias modernas que han sustituido la catequesis por una serie de credos laicos, como la fe en la madre naturaleza, el repudio a la tecnología opresora y los hechos alternativos que emanan de la Casa Blanca como versículos del Evangelio. Los meros argumentos racionales no van a parar esto. No lo han hecho nunca, y no lo van a hacer ahora.

“Os metéis con la homeopatía cuando no le ha hecho nada a nadie”, decía un whatsapp que circulaba el otro día. No sé quién es su autor, pero tiene una exquisita mala uva. La homeopatía, en efecto, no le ha hecho nada a nadie, ni podría hacérselo. Un producto homeopático, según los textos fundacionales de esta sandez, no es más que agua pura y cristalina, con algo de cloro si sale del grifo. Esta religión moderna consiste en diluir una sustancia dañina en tantos órdenes de magnitud que al final no puede quedar una sola molécula de ella. Es increíble que una idea tan estúpida se haya generalizado de tal forma. Pero así es (véase artícu­lo adjunto).

La homeopatía no es más que una estafa. Una cuestión más grave, por supuesto, es que el chamán convenza al paciente de que tiene que dejar su tratamiento médico para abrazar el elixir fraudulento. Ahí muere gente, y los tribunales pueden actuar. Pero, cuando no se llega a esos extremos, o no muy frecuentemente, los productos homeopáticos seguirán gozando de una estantería vistosa en la farmacia. Es avalar una estafa, pero los políticos parecen estar acostumbrados a esa práctica, a juzgar por sus (nulas) iniciativas para erradicarla. Fácil: la mayoría de los españoles creen en la homeopatía, y no están los tiempos para perder votos.

Vacuna experimental contra la gripe aviar desarrollada en la Universidad de Maryland en 2005. ampliar foto
Vacuna experimental contra la gripe aviar desarrollada en la Universidad de Maryland en 2005.  GETTY
 El rechazo a las vacunas es a la vez más complicado y más grave. Hace décadas que los abogados de colmillo más aguzado aguardan apostados a la salida de los hospitales norteamericanos a que salgan los familiares de los pacientes que han muerto. Una vacuna puede proteger al 80% o al 90% de quienes la reciben, y eso deja un margen jugoso del 10% o el 20% al que los letrados pueden agarrarse para plantear una demanda. Contra el médico, contra el hospital o contra la empresa farmacéutica que ha descubierto la vacuna.

Si nada de eso funciona, el abogado siempre puede aducir cualquier falacia que circule por la Red o sus alcantarillas, como por ejemplo que la vacuna que le han puesto a tu hijo causa autismo. Es mentira, y de la peor clase —ignorante e interesada—, pero ha causado unos daños profundos al sistema global de salud. En los años 2000, estas prácticas de leguleyos llegaron a vaciar a Estados Unidos de las firmas farmacéuticas que, como Pasteur o Glaxo, habían apostado por las vacunas. Esto fue un desastre que todavía no hemos superado del todo.

La esperanza media de vida de los países occidentales se duplicó en el siglo XX (de los 45 a los 90, redondeando un poco) debido a las tres patas esenciales de la lucha contra la infección: el alcantarillado, los antibióticos y las vacunas (hoy habría que añadir los condones, seguramente). Las zonas deprimidas de África y Asia siguen necesitando esos avances, contra las enfermedades antiguas y contra las que puedan surgir, y sin la investigación privada no parece posible.

Además, los gestores de la salud pública coinciden en que sin medicina preventiva no hay futuro. La esperanza media de vida occidental sigue aumentando a un ritmo lento pero constante de un par de años por década, pero la razón principal es la mejora en el tratamiento del infarto (que sigue siendo el gran matarife en el mundo desarrollado, por encima de todos los cánceres juntos). Esos sistemas son caros e imperfectos, pues rara vez devuelven al paciente su calidad de vida anterior. El sistema sanitario actual, sea público o privado, no es sostenible. Hay que apostar a fondo por la medicina preventiva.

Y las vacunas son medicina preventiva por definición. Se las pinchas a la población de riesgo y evitas que desarrollen unas enfermedades que, de haberse producido, habrían supuesto un tormento para el paciente y una sangría para los presupuestos sanitarios. Las artimañas jurídicas de los tiburones significarán a la larga un horrible aumento del gasto público y un estorbo para el avance de la investigación biomédica. Es obvio que los políticos pueden hacer mucho para animar a la Big Pharma a investigar en vacunas. También lo es que no está en su agenda de prioridades.

Lo que hasta ahora está salvando a estos abogados, y a los padres que se niegan a vacunar a sus hijos, de un buen embrollo civil o incluso penal es un efecto estadístico bien conocido de los epidemiólogos. Frenar la propagación de un virus no requiere vacunar a toda la población. Basta con vacunar a tres de cada cuatro. Lo que haga el cuarto individuo da igual a efectos epidemiológicos. Así que los hijos de los antivacunas están protegidos contra las principales enfermedades infecciosas gracias a los demás padres, los que sí vacunan a sus hijos. Puede parecer una paradoja, pero no son más que matemáticas.

El rechazo a los alimentos transgénicos —otra de las religiones de nuestro tiempo— plantea cuestiones aún más complejas e interesantes que el creacionismo, los pseudofármacos y las vacunas. Es curioso que una humilde semilla sea más importante que Dios padre, pero así son las cosas.

La mayor parte de la gente cree que hay una polémica científica sobre la seguridad para la salud de los transgénicos. No la hay. Todos los científicos y biotecnólogos de plantas coinciden en que los transgénicos son seguros para la salud, y también para el medio ambiente. Si llevan décadas investigando en ellos es porque, además de haber descartado esos riesgos, están convencidos de que los transgénicos son el mejor modo de incrementar el contenido de vitamina A del arroz — la base de la alimentación de media Asia, pobre en ese compuesto esencial—, crear variedades de las principales plantas de cultivo tropicales que sean resistentes a la sequía, y que por tanto gasten menos agua, ralentizar la oxidación que arruina la fruta, para una gestión más eficaz y sostenible de muchas plagas, sobre todo las enfermedades virales que arruinan las cosechas de varios países africanos, en fin.

En el caso del rechazo irracional a los transgénicos, los grandes responsables han sido los grupos ecologistas, con especial mención a Greenpeace, que lleva décadas poniéndolos entre sus tres o cuatro líneas estratégicas, a la altura de los residuos nucleares o el cambio climático. “Los ecologistas se oponen a los transgénicos porque tienen la panza llena”, me dijo en una entrevista el padre de la revolución verde, Norman Borlaug.

Tenía razón. Greenpeace ha conseguido intoxicar (ideológicamente) a la población occidental, y que Europa tenga una legislación absurda y retrógrada sobre los transgénicos. En el fondo eso da igual. Los países que verdaderamente los necesitan, como China y varios de África tropical, llevan años investigando en sus propios transgénicos. El largo brazo de Greenpeace no llega allí. Malo para la contaminación, bueno para la ciencia.

El negacionismo climático no es muy distinto de las religiones anteriores. Todas consisten en cegarse a la evidencia, inventar una realidad paralela e infectar a la mayor parte posible de la población con ella. Todas acabarán fracasando —la realidad es tozuda—, pero nadie sabe cuándo. Nuestro cerebro no está hecho para el pensamiento científico: pensar así nos cuesta Dios y ayuda, y poca gente está dispuesta a esa tortura. Habrá que inventar algo.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/06/16/ciencia/1497616571_649155.html

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Libro: La política del ambiente en América Latina

La política del ambiente en América Latina

Una aproximación desde el cambio ambiental global

María Griselda Günther. Ricardo A. Gutiérrez. [Coordinadores]

Gustavo Blanco Wells. María Griselda Günther. Ricardo A. Gutiérrez. Javier Gonzaga Valencia Hernández. María del Pilar Bueno. Angélica Rosas Huerta. Suzana Cristina Lourenço. Bruno Fornillo. Julián Zicari. Alicia Foxley Valdivieso. [Autores de Capítulo]

Secretaría Ejecutiva.
ISBN 978-607-28-0932-1
Universidad Autónoma Metropolitana. CLACSO.
México.
Junio de 2017

Este libro aborda el estudio de políticas ambientales de distintos países latinoamericanos desde el enfoque del cambio ambiental global, es decir, a partir de las transformaciones de ecosistemas como resultado de la acción de los seres humanos, quienes modifican los entornos globales y configuran, individual y colectivamente, el rumbo del planeta y de la sociedad. La forma como se entiende y aborda la crisis ambiental global está vinculada con la atención que se presta a las políticas ambientales locales, nacionales e internacionales orientadas a combatir sus causas y efectos. Esto implica traer a las ciencias sociales al primer plano del campo científico con el doble objetivo de desentrañar las causas antrópicas más profundas de los problemas ambientales y de evaluar las posibilidades de su transformación a partir de la acción del Estado.
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1240&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1178
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Consumo responsable: la clave para revertir el problema de la basura

Por: Ecoportal/17-02-2017

Sin lugar a dudas, uno de los problemas ambientales más serios de la sociedad actual es la disposición de los residuos sólidos. La gran producción de basura doméstica sigue aumentando conforme crece la población y el consumo. Si bien las comunidades buscan soluciones en cuanto a generar más centros de reciclaje y mejorar la recolección y almacenamiento de los desperdicios, la realidad es que muchos de éstos se siguen vertiendo al río o se acumulan en basurales a cielo abierto, ocasionando así un serio impacto ambiental.

De acuerdo a una declaración oficial de Naciones Unidas una de “las principales causas de que continúe deteriorándose el medio ambiente mundial son las modalidades insostenibles de consumo y producción, particularmente en los países industrializados”. En este sentido Naciones Unidas hace un llamado a revisar estos modelos insostenibles, recurriendo a modelos de consumo responsable.

Por Consumo Responsable se entiende la elección de los productos y servicios no sólo en base a su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social, y por la conducta de las empresas que los elaboran.

Este hábito de consumir menos se puede aplicar a muchos productos y no solo a los alimentos. ¿Realmente necesitamos tener 20 pantalones o 20 pares de zapatos en el closet? ¿Por qué los estoy comprando? ¿Estoy satisfaciendo una necesidad o un mero deseo? Si nos podemos contestar estas preguntas sinceramente tal vez encontraremos una buena respuesta para consumir menos. Otra acepción de consumo responsable podría entenderse como consumir menos,  eligiendo consumir sólo lo necesario, y estando atentos a cómo nos influye la publicidad en la creación de necesidades superfluas. No es lo mismo consumo que “consumismo”, por lo tanto es necesario rever nuestros hábitos de consumo.

Exigir una moral del negocio

Otro concepto que está muy en boga últimamente es el de responsabilidad social empresarial (RSE), que comprende un compromiso por parte de las empresas para lograr mejoras en el ámbito social y ambiental.

Más allá de un concepto -que hasta puede resultar beneficioso para las empresas que adquieren ese sello- lo importante es que realmente se adopten acciones concretas, no solo en el tratamiento de los residuos sino en lo que respecta a la moral del negocio, es decir comerciar en forma justa y no engañar a través de las publicidades.

“Un empresario con responsabilidad social no puede estar ofreciendo lo que sabe que es dañino, entonces ahí empieza la cosa, exigir una moral del negocio”

El premio Nobel de la Paz Osvaldo Canziani explicó que un principio fundamental para reducir el consumismo es restringir la propaganda fraudulenta. “Para reducir el consumo hay que empezar por ahí, que la propaganda sea honesta… Hay que hacer lo posible para evitar que la mentira convenza a la gente y lo lleve al error”. Por este motivo destacó la ética y la responsabilidad social que deben adoptar las empresas, jugando un rol muy importante a la hora de comercializar sus productos.

“Un empresario con responsabilidad social no puede estar ofreciendo lo que sabe que es dañino, entonces ahí empieza la cosa, exigir una moral del negocio”, enfatizó el experto.

Consumo responsable de alimentos: La comida no se tira

En la cultura tradicional china los abuelos les decían a sus nietos que si desperdiciaban la comida en la próxima vida reencarnarían en un cerdito. Algo que parece anecdótico o gracioso en realidad creó una cultura del “no desperdicio de alimentos” en la antigua china. Sin embargo, hoy ya no existe esa cultura y tampoco existe –en general- una conciencia sobre este asunto.

Un dato alarmante a saber es que 1.300 millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente sin ser consumidos

Un dato alarmante a saber es que 1.300 millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente sin ser consumidos, en todos los países, por distintas razones se pierden entre un 30% y un 50 % de los alimentos que se producen. En relación a esto tendríamos que formularnos: ¿Estoy comprando de más? ¿Estoy cocinando de más? ¿Cómo puedo reutilizar esta comida? Si llegamos al menos a cuestionarnos esto quizás ya estemos en un buen camino y más alineados al paradigma del consumo responsable.

Según el cocinero Martiniano Molina, el concepto de consumo responsable abarca no solo la compra sino que continúa luego de ella y del consumo del alimento, “¿Qué va a pasar con ese residuo que generaste? Es considerar toda la cadena de producción en la que obviamente se ve influenciada nuestra salud y la del medio ambiente”, expresó en un diálogo con el periódico La Gran Época.

En síntesis, el consumo responsable se relaciona con estar comprometidos con lo que sucede con ese alimento o elemento que compramos desde su concepción hasta que pasa a ser desecho, además de interesarnos en si el productor lo hizo responsablemente y en consonancia con el medio ambiente, porque de alguna manera con la compra que uno realiza hace una elección y “apoya” al productor. También encontramos casos de muchos productos que se importan desde oriente y que desde acá ciegamente consumimos sin preguntarnos en qué condiciones fueron elaborados y sin tener en cuenta que hay muchas denuncias sobre China por trabajos forzados, entonces ¿sabemos a quién le compramos? ¿Se puede llamar a eso consumo responsable?

El que avisa no traiciona

Hay hechos que desde hace tiempo nos están avisando que el ser humano no está haciendo las cosas bien: el cambio climático, los desastres naturales, la contaminación ambiental, la falta de oxígeno en los océanos, etc. Ya no son solo signos, sino que hay estudios científicos concretos que nos indican que si el ser humano no cambia en un sentido positivo el planeta ya no va a ser un buen lugar para vivir o, peor que ello, ni siquiera va a ser un lugar habitable.

Hay que comenzar por cada uno y por acciones que aunque parezcan mínimas son muy importantes como por ejemplo reciclar la basura, consumir responsablemente, etc.

Es por ello que consideramos necesario cambiar el paradigma de consumo y otros hábitos nocivos para el planeta. Hay que comenzar por cada uno y por acciones que aunque parezcan mínimas son muy importantes como por ejemplo reciclar la basura, consumir responsablemente, ahorrar energía eléctrica, cuidar el agua, etc.

Ecoportal.net

Worms Argentina

http://www.wormsargentina.com/

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España: Diputación lleva su programa de Escuelas para la sostenibilidad a 13 centros de Palencia

Europa/España/24 de enero de 2017/Fuente: cadena ser

Dos centros más se suman al proyecto de motivar e implicar a los escolares en la investigación y mejora del medio ambiente.

El programa de Escuelas para la Sostenibilidad afronta el nuevo año con energía y con más ilusión que nunca, apuntan los responsables técnicos del programa desde el de Servicio de Infraestructuras Urbanas y Ambientales de la Diputación, para facilitar la formación en valores de respeto ambiental en las aulas. Un proyecto educativo, promovido por la Diputación de Palencia, que cuenta con la colaboración de la Dirección Provincial de Educación.

Tras la experiencia gratificante de acudir a la Conferencia Estatal Cuidemos el Planeta, celebrada el pasado mes de noviembre en Logroño, la red palentina de Escuelas para la Sostenibilidad comprueba con ilusión cómo se incrementa el número de centros que la integran. Dos centros más se suman a la promoción del protagonismo de los escolares en la investigación y mejora del medio ambiente de sus escuelas y sus entornos, el IES Guardo de la citada localidad y el CEIP Villa y Tierra de Saldaña. En total trece centros educativos de la capital y provincia, ubicados en una decena de localidades.

Así, la red está integrada en el 2017 por los centros educativos de Primaria y Secundaria, ubicados en Ampudia, Baltanás, Buenavista de Valdavia, Fuentes de Nava, Grijota, Guardo, Palencia capital, Villalobón, Villamuriel de Cerrato y Saldaña. Cada centro marca su propio ritmo en este proceso de investigación-acción, y así algunos se encuentran en los momentos iniciales, abordando, por ejemplo, un diagnóstico de la contaminación acústica de su centro (qué cantidad de sonidos diferentes que se escuchan dentro y fuera del aula, cuáles son las diferentes fuentes de contaminación acústica, qué intensidad tienen los distintos sonidos, cuáles se pueden considerar como ruido…); otros en los momentos finales, llevando a cabo propuestas de mejora en sus patios como poner una compostadora, papeleras… y pensando cómo animar a toda la comunidad educativa al buen uso de estos elementos; y otros se centran precisamente en eso, en la comunicación de todo el proceso, en cómo llegar, durante todo el proceso en conjunto, a familias, entorno inmediato, alumnado, etc., valorando si para ello sería bueno organizar, por ejemplo, una ‘fiesta sostenible’. Así lo expresan la asesora del programa, Raquel Bustos y la técnico del Servicio en la Diputación, Beatriz Román.

Sobre los temas de trabajo, apuntan que también son variados: el patio, el ruido, los residuos, el agua, etc., hasta algunos novedosos, como los espacios de ocio infantojuvenil en el exterior del centro y los residuos que se generan en ellos o el almuerzo escolar y sus repercusiones ambientales y saludables. El tema o temas son elegidos directamente por el centro escolar y, además, el programa cada vez tiende más a que éste también sea elegido por los propios escolares. Para ello se recurre a la Comisión Ambiental, el foro que centraliza el programa en el centro. Cuando se convoca esta Comisión, niños, maestros y padres discuten, por ejemplo, hacia dónde dirigir sus esfuerzos, sobre cómo están las cosas alrededor del tema elegido, o sobre cómo mejorar y cómo organizar el empuje de cada aula en este proyecto compartido.

En definitiva, un programa de interés para promover la participación de toda la comunidad escolar en la tarea de conseguir que el centro escolar y su entorno sean más ecológicos. Trece centros, sus profesores y sus dos mil alumnos embarcados en esa tarea: hacer el mundo un poquito más habitable, y conseguir un planeta Tierra más cuidado.

Los trabajos quedan reflejados y se pueden consultar en el blog del programa http://escuelasparalasostenibilidad.blogspot.com.es (público).

DÍA MUNDIAL DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL. El próximo jueves 26 de Enero se celebra el «Día Mundial de la Educación Ambiental», que tiene su origen en 1975, año en que se celebró en Belgrado (capital de la República de Serbia), el Seminario Internacional de Educación Ambiental, donde participaron expertos de más de 70 países. En este evento se establecieron los principios de la Educación Ambiental en el marco de los programas de las Naciones Unidas. Como resultado se publicó la Carta de Belgrado, en la cual se plasman las reivindicaciones fundamentales de la Educación Ambiental.

La Educación Ambiental es un proceso dinámico y participativo, que busca despertar en la población una conciencia que le permita reconocer la problemática ambiental tanto a nivel general (mundial), como a nivel local (medio donde vive).

También busca identificar las relaciones de interacción e independencia que se dan entre el entorno (medio ambiental) y el hombre, así como también se preocupa por promover una relación armónica entre el medio natural y las actividades humanas a través del desarrollo sostenible, todo esto con el fin de garantizar el sostenimiento y calidad de las generaciones actuales y futuras.

La Educación Ambiental, además de generar una conciencia y soluciones pertinentes a los problemas ambientales actuales causados por actividades humanas y los efectos de la relación entre el hombre y el medio ambiente, es un mecanismo pedagógico que además infunde la interacción que existe dentro de los ecosistemas.

Fuente: http://cadenaser.com/emisora/2017/01/23/radio_palencia/1485162546_201959.html

Imagen: cadenaser00.epimg.net/emisora/imagenes/2017/01/23/radio_palencia/1485162546_201959_1485162661_noticia_normal.jpg

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