Page 3 of 7
1 2 3 4 5 7

La escuela del yo cuantificado

Por: Julio Rogero

El espacio y el tiempo de una escuela descuantificada y asentada en los procesos educativos más cualitativos nos enseñan a vivir con dignidad y respeto a nosotros mismos.

En la sociedad digital en que nos movemos se mide casi todo, se cuantifica con mayor frecuencia e intensidad. Aunque no lo percibamos, se hace al servicio del poder y de sus sirvientes. Vivimos en la sociedad del cálculo para aumentar el rendimiento y mejorar las cuentas de resultados. Los rastros y las huellas digitales que vamos dejando constantemente son cuantificados por los algoritmos que se asientan en las grandes infraestructuras de las bases de los big data. Son caminos trillados de los residuos que creíamos insignificantes, pero que son tenidos muy en cuenta por el mercado para estimular nuestros deseos, porque han llegado a conocernos a través de ellos mejor que nosotros a nosotros mismos.

Pero gran parte de estos datos son producidos y proporcionados a través de prácticas inconscientes y constantes de medidas de nosotros mismos. Así se está asentando lo que se va conociendo como el “movimiento del yo cuantificado” que, como dice Domonique Cardon, nos muestra un estilo de vida dirigido a conocerse a uno mismo cada vez mejor a través de la monitorización constante de la vida cotidiana.

Hoy los sensores digitales nos permiten medir cualquier actividad habitual que se convierte en el espejo de lo hacemos con la disculpa de conocernos mejor y controlar nosotros nuestras vidas: actividades deportivas, andares y movimientos, pasos dados y calorías consumidas, tiempos de sueño, estado de salud del cuerpo, compras, ubicación, hábitos de vida… Casi todo va dejando rastros de nuestro comportamiento, que otros van a poner a su servicio para controlarnos mejor con nuestro consentimiento y la justificación de la satisfacción de nuestros deseos casi siempre provocados. Esto suele ser ambivalente. En unos casos puede ayudar a mantener un control y una “racionalidad reflexiva” de nuestras prácticas como herramientas de autocontrol y construcción de la propia identidad y, en otros, cada vez más, para confiarlos a otros servicios y bases de datos en los que se pierde ese control sobre sí mismos, generalmente al servicio de los mercados.

El cuantificador que nos proporciona los datos, con la excusa de conocernos mejor, lo llevamos instalado en nosotros y en nuestros bolsillos. Transmite datos constantemente. Además lo hemos hecho parte de nosotros mismos y ya no sabemos vivir sin él. Igual que ya no podemos vivir sin la pretensión de optimización de sí mismos para alcanzar el éxito cueste lo que cueste. Así en la empresa y sus nuevos discursos con frecuencia tratan a los trabajadores como activos y datos que deben optimizarse. Este ambiente de rendimiento basado en datos está teniendo efectos en su salud produciendo trastornos como depresión, fatiga o ansiedad.

El esfuerzo requiere, como gratificación y expectativa positiva, nuestra propia cuantificación para poder tener un exhaustivo catálogo de los logros conseguidos y plasmados en un currículo brillante capaz de hacernos ascender en la escala social. Esto está en perfecta consonancia con la consolidación de la sociedad del rendimiento y del cansancio en la que, según Byung Chul Han, nos vamos convirtiendo en el animal laborans que se explota a sí mismo, de forma voluntaria y sin coacción externa.

En nuestro sistema educativo, el correspondiente a la sociedad del rendimiento y del cálculo, también se está asentando el “movimiento del yo cuantificado”. Todo esto también forma parte de las nuevas violencias sociales que se configuran en la escuela como lo que denominé las violencias invisibles que van configurando en ella el “nuevo sujeto neoliberal”. Posiblemente sea el primer lugar de nuestra vida en sociedad en que, como escolarizados, todos seamos medidos, contados y calculados como objetos comparables, a los que se les asigna un número en función de las adquisiciones de saberes académicos y comportamiento social. En la escuela las exigencias actuales de éxito llevan con frecuencia a que la infancia y la adolescencia sean tratadas, como en la empresa, como activos y datos que han de optimizarse lo más posible, con efectos en la salud similares a los que se dan en las empresas como estrés, cansancio, depresión, hiperactividad.

A eso llevan las evaluaciones de cada alumno y alumna tal como con frecuencia se entienden ahora mismo los exámenes, notas, expedientes académicos, informes varios. Hay una relación directa de esta escuela resultadista del capitalismo total con ese movimiento descrito como naciente, que parece cada vez más consolidado desde hace tiempo en nuestro sistema educativo. Estos procesos evaluadores van modificando nuestra subjetividad para que pidamos ser continuamente medidos, tasados y evaluados por otros. Eso tiene un correlato posterior en los currículum vitae con los que nos vendemos en el mercado laboral y por los que adquirimos mayor o menor prestigio social. Así se asientan, cada vez con más fuerza, en el sistema educativo los medios de control de las vidas de los educandos y de los docentes a través del incremento de las medidas de resultados y de la eficacia de una evaluación puramente funcionalista para ponerlo al servicio del sistema económico. Se va configurando su subjetividad para que se sepan a sí mismos como cuantificadores de sus propias vidas para que compitan en el mercado laboral y de consumo con garantías de éxito.

Para salir de esas dinámicas infernales hemos de dejar espacio al tiempo no cuantificable y no competencial, al no hacer, al aburrimiento, a la calma, al tiempo familiar y amigable, tiempo de atención, cuidado mutuo y de cuidarse, tiempo para acompañar, para escuchar, tiempo para pensar, sentir y ser, tiempo para vivir como cada uno quiere vivir…

Cuantificar constantemente nuestras vidas va en detrimento de vidas de calidad asentadas en la dignidad humana. Si, además, somos nosotros los que nos optimizamos y cuantificamos para ofrecernos ya al mercado como desechables (fracasados) o exitosos (excelentes), ya no necesita aparecer el poder como el que nos clasifica, selecciona o humilla. Por eso aprender y practicar la racionalidad reflexiva y cordial (la que nace del corazón) sobre nuestras vidas es cada día un mayor desafío a la sociedad del rendimiento. Este aprendizaje y esta práctica educativa los hemos de realizar y consolidar en la escuela desde procesos de reflexión compartida que cuestionen radicalmente los actuales modelos de medida y evaluación del rendimiento académico y de todo nuestro quehacer como docentes y como alumnado. No podemos seguir sosteniendo desde la educación este sistema deshumanizador que nos reduce, a través de la cuantificación de nosotros mismos, a objetos útiles o inútiles para el mercado de producción y consumo.

Sabemos que se planifica la imposibilidad de dar otras respuestas que las que nos imponen el poder y sus expertos. Quieren hacernos incapaces de salir de los modelos educativos que siguen ahondando en las propuestas y prácticas de sumisión, obediencia, docilidad y control de los ciudadanos. Por eso hemos de seguir proponiendo otras formas de educar y, sobre todo, de evaluar más acordes con los desafíos que se nos plantean cotidianamente en las aulas y los centros educativos. El espacio y el tiempo de una escuela descuantificada y asentada en los procesos educativos más cualitativos nos enseñan a vivir con dignidad y respeto a nosotros mismos y hará posible otra realidad en la que seamos los sujetos de nuestras vidas. Por suerte hay escuelas que caminan en esta dirección y cuestionan radicalmente la ‘datología’ cuantitativa y la tecnolatría que nos atrapa, utilizando formas de reflexión compartida alternativas a las evaluaciones actuales como cuantificadoras de las vidas del alumnado.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/12/18/la-escuela-del-yo-cuantificado/

Comparte este contenido:

La educación intercultural en contextos de diversidad con Elizabeth Martínez Buenabad (Vídeo)

Por: TEDxTalks.

«La educación intercultural debería tener como objetivo fundamental educar a un sociedad con miras a formas ciudadanías interculturales».
Elizabeth Buenabad nos habla de la interculturalidad y su importancia en los procesos educativos y su valoración en los procesos sociales cotidianos y las renovaciones educativas actuales.
Doctora en Antropología, Profesor-Investigador Asociado «B» Tiempo completo, línea de investigación: antropología de la educación. Sistema Nacional de Investigadores NIVEL I, Perfil PRODEP 2012-2015. Cuerpo Académico Consolidado: “Desarrollo de habilidades discursivas y cognitivas” (responsable).
Padrón de investigadores de la VIEP, Temas de in vestigación: Educación intercultural, educación indígena, sociolingüística y antropología educativas, políticas del lenguaje y educativas.
Proyecto de investigación actual: 1) Proyecto (MABE-EDH13-I) Etapa III-VIEP-BUAP, “Retos de la educación intercultural en contextos escolares y extra-escolares”; 2) Proyecto “La Interculturalidad en espacios universitarios”. (PROMEP-SEP).
Formación académica: Estancia posdoctoral. El Colegio de Michoacán (COLMICH), 1º de septiembre del 2009 al 31 de agosto del 2011. Docttora en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)
Fuente del vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=UBo5YpxfPZE
Comparte este contenido:

México: Es necesario que toda la población ejerza de manera efectiva su derecho a la educación: CONEVAL

México/19 de Mayo de 3018/El Heraldo

En la población indígena, los niveles de educación son bajos, 50.3% de este grupo poblacional contaba como máximo con primaria completa en 2016, condición que se convierte en un obstáculo por sí mismo para acceder a mejores oportunidades laborales.

El Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2018, publicado recientemente por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), destaca que la condición económica es un factor que determina diferencias en el acceso al derecho a la educación, en ese sentido, la gratuidad de la educación pública obligatoria no es suficiente, es necesario garantizar que toda la población pueda solventar los costos extras de la educación (transporte, comidas, actividades extracurriculares, entre otros) y que toda la población, particularmente la que está en situación de pobreza, tenga acceso efectivo al derecho a la educación.

De esta manera, el Informe de Evaluación 2018 señala que la carencia por rezago educativo disminuyó de 2008 a 2016, al pasar de 21.9% a 17.4% pero persisten dificultades económicas y condiciones que generan diferencias en las oportunidades de educación de la población.

Gasto público en educación

En 2016 el gasto federal en educación representó 4.3% del Producto Interno Bruto (PIB), este se concentró en la educación básica (56.4%), seguido de la educación superior (23.2%), la media superior (12.3%) y otros rubros (8.1%), incluyendo capacitación para el trabajo, la educación para adultos, la cultura y el deporte, así como los gastos de administración central. Esta inversión permitió que para el ciclo 2016-2017 la tasa neta de escolarización alcanzara 98.4% en primaria y 86.2 en secundaria.

Avances y retos en educación

A pesar de los avances en el rezago educativo, en 2016 poco más de un millón de menores de edad, que viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de bienestar mínimo, no asistieron a la escuela.  En el mismo año se identificaron 444,275 menores indígenas con rezago educativo y 543,936 que no asistían a la escuela. En relación con los espacios educativos, en el ciclo escolar 2014-2015 más de 21% de los grupos de alumnos de 4°, 5° y 6° de primaria no contaban con mobiliario para sentarse ni materiales para escribir.

Población indígena

En lo referente a la población indígena, los niveles de educación son bajos, 50.3% de este grupo poblacional contaba como máximo con primaria completa en 2016, condición que se convierte en un obstáculo por sí mismo para acceder a mejores oportunidades laborales.

Además, se identificó que los materiales didácticos son escasos en los salones de clases de las escuelas primarias y casi inexistentes para la atención a estudiantes con alguna discapacidad o hablantes de lengua indígena

Población con discapacidad

Otro de los sectores que enfrenta obstáculos para acceder a la educación es la población con discapacidad, ya que en 2016 presentó mayores porcentajes de rezago educativo y menores de asistencia escolar para todos los niveles educativos en comparación con las personas sin discapacidad (48.8 y 9.3 por ciento, respectivamente). En este sentido, el Informe de Evaluación 2018 reconoce que existen pocos incentivos para que las personas con discapacidad asistan a la escuela, como lo son el bajo porcentaje de becas para esta población, la infraestructura que no se adapta a sus necesidades de movilidad, la poca o casi nula capacitación de adolescentes de acuerdo con los distintos tipos de discapacidad y la discriminación a la cual pueden ser sujetos.

Jóvenes

Respecto a la población joven, el Informe de Evaluación 2018 destaca que es necesario explorar si factores como el deterioro de la calidad de la educación media y superior, el desfase entre la oferta y la demanda de competencias profesionales, la falta de valoración de las competencias adquiridas o a la ausencia de empleos de buena calidad que puedan ajustarse a los altos niveles de calificación y aspiraciones de los jóvenes, pueden explicar el desempleo, el subempleo, los bajos salarios y la escasa participación de los jóvenes con mayores niveles educativos en el mercado laboral.

Además, para las mujeres en edad normativa escolar, que se encuentran en situación de embarazo y maternidad, la educación obligatoria no se ha vuelto accesible a sus circunstancias por lo que resulta necesario generar políticas que faciliten la continuidad o reinserción social de las madres adolescentes e implementar medidas especiales que ayuden a disminuir el embarazo en menores de edad.

Por último, el Informe de Evaluación 2018 resalta que el derecho a la educación conseguirá la eficacia si los estudiantes logran adquirir, con un nivel suficiente de dominio, los conocimientos y habilidades que se esperan de acuerdo con los planes, objetivos y contenidos planteados por el Sistema Educativo Nacional o por evaluaciones internacionales.

Recomendaciones

De acuerdo con esta situación, el CONEVAL hace las siguientes recomendaciones para lograr un acceso efectivo al derecho a la educación:

  • Incrementar la disponibilidad de instituciones públicas que ofrecen educación media superior en regiones con poca oferta de servicios y alta concentración de población potencial.
  • Mejorar la focalización de la población a la que se le otorgan becas, distintas de las del Programa de Inclusión Social Prospera, midiendo mejor el grado de vulnerabilidad o necesidad económica de quienes la solicitan.
  • Explorar otros mecanismos de apoyo a la inclusión educativa (educación gratuita, becas de manutención de amplia cobertura) destinados específicamente a jóvenes de bajos ingresos en educación media y superior.
  • Construir inmuebles para fines educativos con todos los servicios y con materiales duraderos para los alumnos que actualmente asisten a clases en espacios construidos con materiales precarios o con otro tipo de insuficiencias, así como proveer mobiliario suficiente y los recursos pedagógicos necesarios a todas las escuelas.
  • Garantizar que las instalaciones cuenten con mobiliario y materiales para personas con discapacidad, así como explorar alternativas para incrementar su inclusión escolar y la conclusión de sus estudios.
  • Reforzar la evaluación de los procesos educativos.

(CONEVAL)

Fuente: http://www.elheraldodesaltillo.mx/2018/05/14/es-necesario-que-toda-la-poblacion-ejerza-de-manera-efectiva-su-derecho-a-la-educacion-coneval/

Comparte este contenido:

La neurociencia como llave del aprendizaje

España / 8 de abril de 2018 / Autor: Milagros Rubio Pulido / Fuente: emtic

El prefijo «neuro» ha contaminado amplias y diferentes disciplinas, tanto relacionadas con el mundo científico como con el de las humanidades: neurogenética, neuroanatomía, neurotecnología, neuroeconomía, neurolingüística, neuropsicología, neuropolítica y un largo etcétera. La neurociencia, en general, facilita que entendamos mejor lo que hacemos y por qué; te muestra prácticas más o menos eficaces para tu bienestar, te habla de ti y de los demás.

A nosotros nos interesa especialmente la disciplina de la neuroeducación, una rama del conocimiento que trata de comprender cómo funciona nuestro cerebro a la hora de aprender. Debemos entender la neuroeducación aplicada a cualquier relación entre enseñanza y aprendizaje, ya sea en la educación formal o informal, en casa o en la escuela, en la enseñanza intencional o accidental, en el currículo explícito u oculto, en menores o adultos, en personas con o sin dificultades de aprendizaje… ¿Podemos mejorar los procesos educativos gracias a lo que nos aporta la neurociencia? Descúbrelo en este artículo.

Un cerebro cambiante

Nuestro cerebro es el principal responsable de nuestro aprendizaje. Gracias a las técnicas no invasivas de neuroimagen se puede mostrar qué actividad cerebral existe cuando estamos aprendiendo; esto es, qué áreas y estructuras del cerebro están más activas, con qué intensidad y la interrelación entre ellas.

Sabemos que las células nerviosas, también llamadas neuronas, se comunican entre sí mediante la sinapsis y que nuestro cerebro puede crear nuevas neuronas durante su existencia (neurogénesis). Esta es la base de la afirmación siguiente: tenemos un cerebro tremendamente plástico, siempre en continua evolución, capaz de aprender a lo largo de TODA LA VIDA, gracias a nuevas células nerviosas y conexiones sinápticas que modifican su estructura y funcionamiento. Esa modificación es la forma en que reacciona nuestro cerebro ante los estímulos del entorno, y en el ámbito escolar, ante las experiencias de aprendizaje que proporcionamos a nuestros alumnos y alumnas.

cerebro conectado

¿Genética o ambiente? Esta dualidad, omnipresente en las ciencias, supone admitir que nuestra forma de ser y de actuar está condicionada por la herencia genética y por el ambiente que nos rodea, y con el que interaccionamos. También nuestro cerebro tiene esta influencia genético-ambiental, por supuesto. La pregunta que debemos plantearnos los docentes es: ¿qué podemos hacer para ofrecer experiencias de aprendizaje que permitan que todos los alumnos aprendan en la escuela, independientemente de su herencia genética? Es evidente que la genética no la podemos manipular, pero sí el ambiente escolar que ofrezcamos.

Una inteligencia holística

¿Cuán inteligente eres? Qué gran error cometemos si asociamos la inteligencia al cociente intelectual que miden pruebas estandarizadas basadas principalmente en los aprendizajes instrumentales relacionados con lo verbal (lengua) y lo numérico (matemáticas). Pruebas que se aplican muchas veces en situaciones descontextualizadas, pruebas sesgadas, reduccionistas y administradas a niños que emocionalmente no están en su mejor momento. Esa práctica es un atentado contra el potencial humano.

La inteligencia es mucho más que eso. Implica el funcionamiento integrado de todo nuestro cerebro, participando de forma interrelacionada los hemisferios derecho e izquierdo. Tiene que ver con nuestra capacidad de adaptación y acomodación al medio:adaptación para saber procesar los cambios (de todo tipo) que nos llegan y acomodación para integrar esos cambios en los patrones mentales ya existentes.

¡Ponte a prueba! ¿Cuán inteligente serías tú, lector o lectora, si mañana viajaras solo a un país extranjero, desconocido por ti en cuanto a idioma, cultura, costumbres, horarios… y tuvieras que dar una conferencia, ante una gran audiencia, sobre las ventajas que tiene la variedad Caprinus Comatus para la dieta de los asistentes? 

Está claro que este es un ejemplo extremo. Mi intención ha sido provocarte una disonancia entre lo que serías capaz de hacer aquí y lo que serías capaz de hacer allí. Es para que entendamos que nuestra inteligencia depende, también, del contexto, de los recursos a nuestro alcance, de los apoyos necesarios, de las experiencias previas, de los intereses y preferencias que tenemos, y de la EDUCACIÓNque recibimos, en mayúsculas.

desorientada

Gardner propuso la teoría de las Inteligencias Múltiples, muy socorrida para contextos educativos que quieren innovar. Esta teoría choca, en cierto modo, con la inteligencia holística de la que hablamos, pero también la respalda. Lo que Gardner quiere poner de manifiesto es que existen diferentes formas de mostrar que somos virtuosos, ya sea a través del lenguaje, de las matemáticas, de la música, del dibujo, de la expresión corporal, de la orientación espacial, de las habilidades sociales… o combinando varias virtudes; y que cada persona muestra de forma preferente unas habilidades con respecto a otras. Si Gardner hubiera hablado de “habilidades preferentes” y no de “inteligencias múltiples”, su teoría no hubiera tenido el mismo impacto.

Con un enfoque similar, son numerosos los artículos que hablan del predominio del hemisferio derecho o del izquierdo en nuestro cerebro: en las personas en que predomina el hemisferio derecho se antepone la fantasía, la creatividad, la emoción; y en las que predomina el hemisferio izquierdo prevalece la lógica, el orden, la razón. Si consideramos el constructo del cociente intelectual tradicional, esto puede llevarnos a deducir que el hemisferio izquierdo es el listo y el derecho el tontoNo lectores, no puede ni debe ser así.

Cierto es que se activan, en menor o mayor medida, regiones cerebrales concretas cuando realizamos unas tareas u otras, pero necesitamos el funcionamiento del cerebro al completo, la integración de diferentes redes neuronales, es decir los dos hemisferios trabajando conjuntamente. Por ejemplo: en una tarea lingüística, no solo se activa el hemisferio izquierdo, también determinadas zonas del derecho. Incluso cuando una región cerebral está dañada, otras pueden asumir su función.

Jesús C. Guillén nos aclara en su blog «Escuela con cerebro» por qué NO debemos considerar a la teoría de las Inteligencias Múltiples como una teoría científica, sino más bien como una forma de aceptar la diversidad del aula, de entender la gran potencialidad que tiene el cerebro para manifestarse con múltiples y variadas formas de expresión. Dicha potencialidad debemos aprovecharla para brindar ambientes ricos y multimodales de aprendizaje en la escuela y fuera de ella.

Esto sí, esto no: principios y neuromitos

La repercusión que desde hace unos años están teniendo las investigaciones en neurociencia ha facilitado que proliferen preceptos, pautas o principios que no siempre están sujetos a evidencias científicas ni contrastadas, sino que en ocasiones forman parte de la literatura popular y/o de metodologías de enseñanza no evaluadas desde un punto de vista neuroeducativo. Un neuromito es una falsa creencia o mala interpretación de la neurociencia.

A continuación, se muestran los principios y neuromitos que nos indican los profesionales dedicados a la neurociencia en general, y a la neuroeducación en particular, teniendo en cuenta aquellos donde mayor acuerdo existe.

Cada llave, un nuevo color

Siguiendo los principios del apartado anterior, podemos conocer las llaves que abren al cambio, al aprendizaje, a la transformación inteligente de nuestro cerebro. Entendemos que estas llaves, en educación, posibilitan nuevas y cuantiosas conexiones sinápticas, aumentan las áreas cerebrales interconectadas; en definitiva: dan más color a nuestra paleta plástica (el cerebro). ¿Cuáles son esas llaves?

1. Aceptar la neurodiversidad y darle respuesta: no existen cerebros normales y anormales. Cada cerebro es singular, es como nuestra huella digital. Todos y cada uno de los alumnos deben tener un sitio en el aula, no solo desde su presencia física, sino desde la participación y la acción. El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) es la mejor respuesta a esa escuela inclusiva, un diseño que proporciona múltiples formas de representación, acción, expresión e implicación.

2. Cultivar las emocionesSin emoción no hay aprendizaje dice Francisco Mora (doctor en Medicina y Neurociencia). No debemos entender esta afirmación de un modo reduccionista, porque emocionados estamos siempre, ya sea de una forma positiva o negativa. Se trata de entender que debemos ofrecer un clima emocional positivo en el aula, para que haya predisposición del alumnado hacia el aprendizaje. Esto supone: creer en las personas, partir de sus fortalezas, favorecer su autoestima y autoconocimiento, entrenar la empatía, enseñar al alumnado a canalizar sus sentimientos, etc. ¡Practicar la educación emocional!

cerebrocorazon fundidos

3. Interacción social en el aula: ofrecer oportunidades paras aprender de y con otros, especialmente entre iguales. Gracias a las neuronas espejo, tenemos la capacidad de aprender por imitación, por observación de los demás. Estas neuronas permiten reflejar la acción que realiza otra persona en nuestro cerebro, contribuyendo también a la capacidad empática. El aprendizaje cooperativo genera sinergia (1+1=3). Cuando aprendemos en colaboración liberamos más dopamina, un neurotransmisor que reduce la ansiedad y favorece la memoria a largo plazo.

4. Entrenar la creatividad: solemos limitar esta habilidad en la enseñanza. Suele ser un elemento secundario, a pesar de que todos tenemos la capacidad de desarrollarla. La creatividad favorece la flexibilidad de pensamiento, la generación de nuevas ideas y podemos trabajarla con estrategias de pensamiento divergente en cualquier materia. No olvidemos que gracias a las mentes creativas tenemos los grandes inventos.

5. El poder de las artes: las actividades artísticas (música, poesía, teatro, artes visuales…) fomentan la creatividad y la imaginación, actúan como una recompensa natural para nuestro cerebro, contribuyendo a nuestro desarrollo personal y social.

6. Más ejercicio físico: la actividad física no solo redunda en el bienestar de nuestro cuerpo, sino también de nuestra mente: reduce la ansiedad, libera tensiones, aporta autoconfianza, favorece la autodisciplina, mejora la concentración, etc. En resumen, influye en nuestra capacidad para aprender más y mejor.

7. Metodologías proactivas: emplear estrategias didácticas que potencien el papel activo del alumnado, su implicación como aprendiz. Hay que posibilitar que los alumnos tengan iniciativa para anticiparse a los problemas en contextos significativos y reales de enseñanza-aprendizaje. Eso implica trabajar mediante la interdisciplinariedad, integrando las diferentes áreas del conocimiento. Algunas de esas metodologías son:

  • Aprendizaje basado en proyectos, en preguntas o en problemas.
  • Aprendizaje basado en el pensamiento.
  • Aprendizje cooperativo.
  • Aprendizaje Servicio.
  • Clase invertida (Flipped Classroom)
  • Cultura eduMaker.
  • Gamificación.
  • Design Thinking.

Por supuesto que estas metodologías pueden combinarse entre sí; y por supuesto que NO debemos concebirlas como la losa que entierra a la clase magistral del docente. La exposición clásica es útil para introducir un nuevo tema, centrar el objeto de aprendizaje que es relevante, aclarar conceptos, resolver dudas… pero de ninguna manera debería utilizarse de forma exclusiva ni predominante.

8. Práctica repetida: la repetición consolida los aprendizajes, los lleva a nuestra memoria a largo plazo; e incluso es la base de los aprendizajes que debemos automatizar (por ejemplo: la lecto-escritura). La práctica sistemática fortalece las conexiones sinápticas, consolida nuestros patrones mentales; de ahí la necesidad de que los aprendizajes nuevos tengan que tener una asociación con los conocimientos previos del aprendiz y un significado relevante para él, en relación a sus experiencias, intereses, etc.

9. Evaluación para la acción (EvaluAcción): en muchos casos entendemos la evaluación como una calificación, una nota obtenida al final de un proceso didáctico. Debemos reflexionar sobre la utilidad de esta práctica, dado que aporta poco o nada para saber si un aprendizaje ha sido generalizado, es decir si realmente se pone de manifiesto en el contexto real donde debe utilizarse. Por eso, la evaluación debe ser formativa, reguladora de nuestras acciones didácticas y ante todo contrastada en diferentes momentos, con diferentes instrumentos y llevada a cabo por diferentes evaluadores. Entre esos evaluadores, los estudiantes, como sujetos reflexivos de lo que aprenden y de cómo lo hacen. Esto favorecerá en ellos la metacognición, la autorregulación, es decir el desarrollo de funciones ejecutivas.

10. Rol docente. ¿Cuál es el papel del profesor?

  • Alguien que se convierte en un modelo de referencia para sus alumnos (recordemos el poder de las neuronas espejo).
  • Alguien que suscita la motivación hacia el aprendizaje. Por ejemplo, mediante el efecto sorpresa y la novedad.
  • Alguien que adapta la situación didáctica a cada alumno, a sus aptitudes y actitudes, expectativas e intereses, conocimientos previos y potenciales.
  • Alguien que ofrece un contexto donde los estudiantes pueden equivocarse y aprender de sus errores.
  • Alguien que da feedback al esfuerzo de cada alumno y alumna según sus posibilidades, utilizando el efecto Pigmalión a favor y no en contra.
  • Alguien que actúa como coach, ayudando a otros a descubrirse a sí mismos, para que pasen del pensamiento a la acción.
  • Alguien que investiga sobre su propia práctica docente y que se actualiza constantemente para dar lo mejor.
  • Y mucho, mucho, muchísimo más: un docente ayuda, asesora, orienta, reconduce, facilita, anima, organiza, coordina, etc.

llaves solas             pose3

La maldición del currículum

Utilizo esta expresión del profesor Joselu, en su artículo con el mismo nombre “La maldición del currículum”, porque muchos lectores docentes se sentirán limitados por los preceptos legales que impone la Administración educativa, ya sea estatal o autonómica.

El currículo recoge lo que se debe enseñar y evaluar (competencias, objetivos, contenidos, criterios de evaluación y estándares) pero también cómo debemos hacerlo. La mayor parte de nosotros nos quedamos en el “QUÉ” y no en el “CÓMO” cuando interpretamos la normativa educativa.

Si hacemos una lectura optimista del currículo actual, también encontramos algunas coincidencias con lo que prescribe la neuroeducación. Por ejemplo: el currículo contempla objetivos relacionados con la creatividad, el emprendimiento, la convivencia, el ejercicio de la ciudadanía activa, el respeto por las diferencias, la expresión artística, etc.; entre los elementos transversales se incluyen la actividad física y la educación en valores; prescribe una evaluación continua y formativa; aconseja un tratamiento globalizado de las áreas curriculares en algunas etapas educativas, etc.

Incluso tenemos una norma, a nivel estatal, que apuesta por las metodologías activas y contextualizadas. Es la Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la Educación Primaria, la Educación Secundaria Obligatoria y el Bachillerato. Entonces… ¿debemos o no utilizar las llaves del aprendizaje? ¿Podemos o no hacerlo? ¿Queremos o no? Supongo que se trata de confiar más en nuestra autonomía como docentes.

El Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte ya ha propuesto un Plan de Neurociencia aplicada a la Educación, plan que actualmente se encuentra en su primera fase de desarrollo: formar a los docentes, equipos de orientación y equipos directivos. En abril de 2017 se celebró el I Congreso Nacional, cuyos materiales pueden consultarse en este enlace: documentación del I Congreso Nacional de Neurociencia aplicada a la Educación.

Quizás el candado más robusto para practicar la neuroeducación lo encontramos en la distribución de materias y horarios escolares, en el exceso de funciones burocráticas en los centros, en las exigencias de la Inspección, en la falta de coordinación y colaboración entre docentes en particular, y entre agentes de la comunidad educativa en general.

Retroceder para avanzar

Estamos asistiendo a una crisis del sistema educativo actual, crisis que podemos apreciar en señales como: estrés docente, aumento de fracaso y abandono escolar, movimientos de protesta de colectivos sociales, cambios continuos en leyes educativas por falta de consenso político, nuevas demandas del mundo sociolaboral que no se cubren desde la educación formal, etc.

Es el momento de la reflexión, de hacer una mirada retrospectiva para analizar qué ha cambiado entre la sociedad del siglo XX y la sociedad actual. Entre esos cambios que contrastemos, deberíamos reflexionar especialmente sobre los cambios referidos al sistema educativo: ¿Ha evolucionado la escuela? ¿De qué forma?¿Necesitamos una escuela diferente? ¿Reinventamos la escuela?

No podemos elegir nuestro pasado, pero sí nuestro futuro.
No podemos elegir de dónde venimos, pero sí hacia dónde queremos ir.

cerradura

Referencias

Fuente del Artículo:

https://emtic.educarex.es/230-emtic/orientacion/3048-la-neurociencia-como-llave-del-aprendizaje

Comparte este contenido:

Entrevista a Pau Mari-Klose: “La escuela ni es el instrumento meritocrático que se presupone ni de inclusión eficaz”

29 enero 2018/Fuente: El Diario de la Educación

La pobreza infantil es el campo de estudio de Pau Mari-Klose. Una pobreza que tiene enorme incidencia en los procesos educativos, también en los posteriores, en hábitos de vida en la edad adulta, por ejemplo.

Pau Marí Klose es toda una autoridad cuando se habla de pobreza infantil. Aunque empezó estudiando a los jóvenes, este profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza rápidamente pasó a los más pequeños. Se le nota la pasión y el conocimiento al contestar las preguntas. Enlaza temas, ofrece datos, cita estudios. En los más de diez años que ha dedicado al tema, ha averiguado que la pobreza es mucho más que falta de dinero, que es una situación de la que es difícil salir y que, desde luego, la escuela no acaba de ayudar.

Para fijar el marco, ¿qué es ser pobre?

Son las familias con ingresos equivalentes inferiores al 60% de la mediana de ingresos. Eso se ajusta por la composición del hogar (número de miembros y edades). Esta es la definición convencional de pobreza, que da un número, que en España es el 28%. Hay otros indicadores que dan otros números. La pobreza refleja situaciones de privación material que van asociadas a otros déficit (educativos, de capital social, es decir, la capacidad de tener entornos sociales donde puedes encontrar recursos o información). Estas situaciones en algunos casos son transitorias, pero en muchas son bastante permanentes. Esto no quiere decir que no se pueda escapar de la pobreza, muchas familias pasan vaivenes en su vida, pero buena parte del tiempo se encuentran en situación de desventaja económica, estén por debajo del umbral de la pobreza o justo por encima.

La pobreza no solo es problemática porque afecte a bienestar o rendimiento educativo de un niño o genere un problema sanitario, sino porque cuando ese niño sea adulto arrastrará problemas originados por la pobreza que vivió en la infancia. La probabilidad de que ese niño tenga problemas laborales o sanitarios es mayor. Un ejemplo muy ilustrativo es la obesidad infantil. Parece mentira, pero ahora los pobres son gordos en la infancia. La obesidad infantil puede ser un problema infantil —te llaman “gordo”, no puedes jugar al fútbol—, pero es fundamentalmente un problema porque es el principal indicador de la obesidad en la vida adulta. Y en la vida adulta es la causa de todo tipo de problemas sanitarios e influye mucho en la esperanza de vida. Aunque después de ser niño gordo en la infancia te vaya bien en la vida adulta, muchos no habrán dejado de ser adultos obesos que arrastran problemas ocasionados por la pobreza infantil. Podríamos pensar en otros ejemplos. A nivel educativo es muy descarado el tema: el fracaso educativo te condiciona la vida en los puestos de trabajo a los que vas a optar, los ingresos que vas a tener, etc.

Buena parte de sus estudios son sobre los procesos que llevan a situaciones de desventaja educativa, muchas veces relacionada con la pobreza. ¿Cuáles son estos procesos?

Un primer factor fundamental es la pobreza de las familias, que tiene efectos desde distintas perspectivas. Vivir situaciones de pobreza está asociado a privación económica que a su vez tien efectos sobre otras dimensiones del bienestar infantil. Pobreza significa, por ejemplo, viviendas inadecuadas, que muchas veces están relacionados con problemas sanitarios (humedades, malos aislamientos y riesgos sanitarios en forma de infecciones, hacinamientos, incremento de los días que pueden estar hospitalizados), que pueden estar en el origen de problemas educativos.

¿La escuela está cumpliendo su papel de eliminar estas diferencias de origen y compensar las desventajas?

El sistema educativo en abstracto no lo está consiguiendo. Toda la evidencia señala que las brechas sociales al final del proceso educativo obligatorio son muy similares a las que se observan al principio. Los países que pueden seguir a los niños durante todo su recorrido educativo lo observan muy claramente. Aquí, con menos información, también lo vemos. La escuela ni es el instrumento meritocrático especialmente eficaz que se presupone (la idea de que en el sistema educativo avanzan los mejores) ni es un instrumento de inclusión eficaz. Más bien, reproduce las diferencias de origen. Eso no quiere decir que no haya escuelas o docentes que puedan tener ese efecto corrector. Pero hay estudios anglosajones que dicen que incluso las diferencias se amplían a lo largo del periodo escolar, de modo que los niños de origen desfavorecido que lo hacían bien en las primeras etapas, tras el ciclo educativo lo hacían peor, mientras los niños acomodados que lo hacen mal al principio a los diez años se han recuperado bastante. Es decir, la escuela rescata a los niños acomodados y perjudica a los que provienen de entornos desfavorecidos.

Voy a hacer un pequeño matiz. No necesariamente el efecto es de la escuela. También hay evidencia que muestra que más horas en la escuela ayuda a los niños desfavorecidos. O que estar fuera del periodo escolar los perjudica (los veranos, por ejemplo). El problema no es estrictamente la escuela sino que la escuela no opera sola. Determinadas influencias del entorno empujan a la escuela a ser productiva para los niños acomodados, pero cercena la posibilidad de que niños de entornos desfavorecidos salgan adelante.

Menciona aspectos que pueden corregir estas deficiencias. No vamos a hacer un plan director aquí, pero, ¿puede esbozar alguno?

Un niño en situación de pobreza vive en desventaja. En ese sentido, un elemento clave de inicio es corregir las situaciones de pobreza en la infancia, o atenuarlas al menos. Cuando tienes un país con un 28% de niños en situaciones de pobreza no puedes pretender los mismos resultados educativos que otro como Finlandia, que tiene menos del 10%. Un primer elemento entonces es atender estas situaciones con políticas de lucha contra la pobreza infantil o incluso ayudas directas. Un segundo elemento son escuelas infantiles de calidad y políticas que posibiliten el acceso a estas escuelas de colectivos desfavorecidos. España ha sufrido una gran explosión de la escuela infantil, el 0-3, pero no ha llegado a las familias que más se podrían beneficiar de ellas, las más desfavorecidas. Y más si son escuelas de calidad que producen lo que estos niños no tienen en casa, que es la estimulación cognitiva. Un tercer elemento es contener la segregación escolar. Hay efectos concentración de la pobreza que se producen en el barrio. También en la escuela, sobre todo si los centros no cuentan con suficientes recursos para hacer frente a estos retos. Una política en esa dirección también sería ayudar más generosamente a las escuelas que afrontan situaciones socioeconómicas más dificultosas: asegurar que el personal docente sea experimentado, que se pueda centrar en la atención específica a las situaciones sociales problemáticas que pueda encontrarse, que conozca dinámicas pedagógicas que ayuden a estos estudiantes (competencias no cognitivos: cómo inculcarles motivación, perseverancia, paciencia). Otro elemento obligatorio que mencionar porque las brechas son enormes a nivel socioeconómico es la repetición. Somos un país que hace repetir mucho, esto es conocido, pero no repite todo el mundo, repiten los estudiantes desfavorecidos. A los 15 años ha repetido un 53% de los estudiantes del cuartil más desfavorecido mientras solo lo ha hecho un 8% de los acomodados. Acercar estas cifras es imperativo, somos una anomalía total. Hay todo tipo de intervenciones, a nivel pedagógico también.

¿Nos estamos preocupando poco como sociedad del fenómeno de la pobreza infantil?

El gran salto es entre la preocupación y poner los medios. La preocupación que aparece en los medios de comunicación acaba incluso expresándose en los programas políticos o hasta en los pactos que firman los partidos. En las últimas dos negociaciones entre PSOE-Cs y entre PP-Cs para presentar una alternativa de Gobierno, en los dos casos se reconoció el grave problema de pobreza infantil y se comprometió una gran cantidad de recursos para hacerle frente. El problema es que cuando llega el momento de negociar los Presupuestos Generales del Estado esto no acaba de concretarse. Los 2.000 millones de euros que comprometieron el PP y Ciudadanos al final se quedaron en ciento y pico, que desglosados ni siquiera van a la infancia y acaban en los refugiados, por ejemplo. En el último momento los actores que tienen que negociar los presupuestos se olvidan de la importancia del problema y atienden otras consideraciones, quizá a quién pueden contentar y a quién descontentar y con esto de los niños quizá te puedas permitir el lujo de no ponerlo en primera línea porque en el fondo no vas a descontentar a mucha gente.

Sorprende esta afirmación, porque uno diría que un 28% de las familias con hijos sí es mucha gente.

Suena a mucha gente, pero esa gente no se identifica como familias con niños pobres. Se identificarán como catalanes, trabajadores, como consumidores o como familias con un dependiente en casa, pero no con familias con niños que necesitan una determinada atención hacia los niños. Son grupos que no tienen a nadie que les defienda como colectivo. Los trabajadores tienen a los sindicatos, los independentistas a los partidos políticos nacionalistas… El tema de los niños queda más relegado porque no tienen esas asociaciones bandera que puedan defenderlos. Esta situación está mejorando bastante porque hoy en día sí hay un Save the Children o Unicef que pueden jugar ese papel, pero aún quedan relegados en el último momento, en el proceso de negociación. Todos los partidos se apuntan al “hay que ocuparse de los niños” a nivel programático, pero no parecen traducirlo después.

Publicidad

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/01/18/la-escuela-ni-es-el-instrumento-meritocratico-que-se-presupone-ni-de-inclusion-eficaz/

Comparte este contenido:

Ucrania y Rumanía acuerdan implementar de forma conjunta la ley de enseñanza

Ucrania/22 de Enero de 2018/La Vanguardia

 Ucrania y Rumanía elaborarán un documento conjunto para la implementación de la nueva ley de enseñanza introducida por Kiev, que el pasado año generó el rechazo del país vecino por considerar que limita los derechos de las minorías, informó hoy el Gobierno ucraniano.

Los titulares de Exteriores de ambos países han coincidido en la necesidad de consensuar ciertos aspectos de la aplicación de esta ley, en una reunión mantenida en la ciudad ucraniana de Chernivtsi, importante enclave de la comunidad rumana en este país.

«Las partes llegaron a un acuerdo para desarrollar un documento conjunto sobre la aplicación de la nueva ley ‘Sobre la educación’, en particular su artículo 7, en relación con el uso de las lenguas en el proceso educativo», explica el comunicado del ministerio de Exteriores de Ucrania.

La polémica ley, que se aprobó en septiembre del pasado año en la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania, causó el descontento de países como Rumanía y Hungría porque, entre otras, establece la obligatoriedad de usar el ucraniano como idioma vehicular en todas las escuelas públicas del país a partir de quinto de primaria.

Ucrania defiende que no pretende implantar el monolingüismo en el país, sino que todos los ciudadanos tengan un buen conocimiento de la lengua ucraniana y, al mismo tiempo, que las minorías nacionales establezcan y administren sus propias instituciones educativas.

Por ello, aseguró que la implementación de la ley estará basada en «una discusión e interacción» entre los Gobiernos que tome en cuenta la visión de los ciudadanos de origen rumano.

«Los parámetros de aplicación de la Ley serán determinados por los Ministerios de Educación de los dos países en el marco de un diálogo con la comunidad», aseguró el ministro de Exteriores ucraniano, Pavlo Klimkin.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/politica/20180112/434243146528/ucrania-y-rumania-acuerdan-implementar-de-forma-conjunta-la-ley-de-ensenanza.html

Comparte este contenido:

Tendencias de las políticas educativas en Centroamérica

Centroamérica / 17 de diciembre de 2017 / Autor: Luis Armando González / Fuente: Radio La Primerisima

Imitando a las universidades privadas y a las escuelas de administración de las empresas estadounidenses en particular, los burócratas y los políticos de Gran Bretaña y de la Europa continental han adoptado una jerga empresarial que recuerda a la neolengua orwelliana para la gestión universitaria modelaba según el patrón de una corporación empresarial; y los más triste de todo, con ello respaldan la lógica de los resultados y logros rápidos”

Zygmunt Baumann y Leonidas Donskis, Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida.

No cabe duda que los conceptos científicos, particularmente los muy extensos, sí ayudan a cambiar las ideas extracientíficas”.

Thomas Kunh, La tensión esencial.

Introducción

Se ofrecen aquí algunas hipótesis y orientaciones metodológicas generales en torno a las tendencias de las políticas educativas en Centroamérica. La indagación acerca de las tendencias de las políticas educativas en la región exige el examen, como punto de partida, del contexto económico en el cual se gestaron las políticas educativas vigentes en la actualidad, lo mismo que el estudio del paradigma economicista del cual se nutrieron los gestores de aquéllas.

La hipotesis general que se propone en estas páginas es que lo específico de las reformas y políticas educativas de los años ochenta y noventa es su carácter fuertememente economicista, no sólo por su finalidad –hacer de la educación un soporte del modelo económico terciarizado que despuntaba en el marco de la globalización neoliberal—, sino por su filosofía educativa –una filosofía educativa inspirada en conceptos, hábitos y valores de cuño economicista neoliberal— y por sus consecuencias –dar pie a una privatización y mercantilización de la educación que debilitó extraordinariamente la educación pública.

Se trata, obviamente, de un planteamiento polémico. Pero en ningún ámbito como en el educativo es necesaria la polémica y el debate, especialmente cuando las fallas saltan a la vista. Hemos dado demasiadas cosas por supuestas en educación; por ejemplo, que hay conceptos, creencias y valores que deben aceptarse sin hacerse cuestión de ellos. Nada más contrario a la educación que la aceptación acrítica de lo dado. El acomodamiento a las modas educativas se ha convertido en cómplice de burocracias que, trabajando en función de un capitalismo rentista1, han convertido en dogmas educativos “respetables” lo que no son si no nociones tomadas de un economicismo, muy cuestionable desde criterios científicos y éticos, que se han integrado en un “constructivismo” igualmente débil en sus fundamentos filosóficos2.

Comenzamos, pues, con un planteamiento acerca de la necesidad de reflexionar sobre las tendencias de las políticas educativas en Centroamérica, para luego hacer una valoración sobre la relación entre reformas económicas neoliberales, economicismo neoclásico y educación. Cerramos en el documento con discusión acerca de las tendencias que se pueden identificar, en estos momentos, en las políticas educativas en la región.

  1. La necesidad de reflexionar sobre tendencias de las políticas educativas en Centroamérica

 

En el momento actual, el examen de las tendencias de las políticas educativas en Centroamérica se impone como una necesidad imperiosa. Los modelos educativos implementados después de la salida de las crisis y conflictos de los años ochenta han revelado, a estas alturas, severas deficiencias no tanto en cobertura, sino en la calidad de la educación3en todos sus niveles. Es evidente, en algunos países, la debilidad de la educación en los ámbitos científicos y técnicos, pero también en sus fundamentos filosóficos, éticos y humanistas. Lo mismo que es evidente el deterioro de la profesión docente, comenzando con una formación inicial docente poco sólida, hasta llegar a procesos de formación continua sumamente laxos y fuertememente orientados hacia un didactismo al que le es ajena la reflexión crítica sobre los dinámicas sustantivas de la realidad natural y social.

En algunos países, esas deficiencias han sido analizadas (o lo están siendo) de forma sistemática, y se han impulsado (o se están impulsando) cambios en orden a corregir sus fallas más significativas, por ejemplo en la formación docente4, en los contenidos y metodologías curriculares, y en el acceso a las tecnologías de la información y comunicación.

En otras naciones, reconociendo algunas falencias en los modelos educativos vigentes, los diagnósticos no son todo lo sistemáticos y realistas que debieran, y en consecuencia se introducen mejoras, según criterios de ensayo y error, que no tocan lo medular de aquéllos. En estas últimas naciones, hace falta una reflexión crítica sobre el conjunto de los procesos educativos y la lógica que los gobierna; hace falta una valoración –y no sólo un análisis— de los cambios educativos5, y las políticas a que los mismos dieron lugar, fraguados en los años ochenta y noventa, a la luz de su impacto no sólo en la calidad de la educación, sino también en la dinámica cultural y social.

Como quiera que sea, lo que no se puede negar es que las reformas educativas (y las políticas educativas) realizadas y ejecutadas en la era del postconflicto regional están siendo puestas en cuestión desde diferentes flancos y con distinta profundidad en cada una de las naciones centroamericanas.

Hay un importante debate educativo, ahogado muchas veces por otros debates –por ejemplo, el suscitado por la violencia y la inseguridad—, del cual se están generando diagnósticos, planteamientos críticos y propuestas de acción que, cabe esperar –no sin una gran dosis de optimismo—, den lugar a una reforma educativa (y las políticas educativas pertinentes) de nuevo calado, que permita superar lo que es para muchos una crisis educativa de enormes proporciones en países como El Salvador, Guatemala y Honduras.

2. Transformación económica y reforma educativa

Así las cosas, preguntarse por las tendencias de las políticas educativas en la región centroamericana supone, ante todo, reflexionar sobre las características de los modelos educativos que se diseñaron e implementaron al calor de la gran transformación económica inciada, con variantes nacionales, a finales de los años ochenta y principios de los noventa6, y que, consolidada como un modelo de acumulación centrado en la apertura comercial, la liberalización de los mercados financieros y el turismo –con una extraordinaria dependencia de las remesas y las maquilas en el caso salvadoreño7—, subordinó a sus necesidades el quehacer educativo, impregnándolo de una lógica privatizadora y mercantil.

La tesis de la mercantilización de la educación –que no sólo se escucha en Centroamérica8—es incomprensible sin hacerse cargo, por un lado, de la redefinición de los modelos económicos tradicionales –centrados en la agricultura y la industria— a partir de las exigencias de la terciarización de los aparatos económicos impulsada en el marco, y según los criterios y reglas, del neoliberalismo9. Y, por otro, de la ofensiva economicista de los años ochenta y noventa que permeó no sólo el quehacer económico y político, sino el conjunto de las prácticas, hábitos y creencias populares.

2.1. El economicismo de las reformas y las políticas educativas

El paradigma neoliberal10, con sus nociones del éxito fácil, consumismo, privatización, individualismo, acumulación, rendimiento, emprendedurismo, competencia…, y toda la gama de conceptos, palabras, creencias y estilos de comportamiento que son propias de ese paradigma se introdujeron con fuerza inusitada en la vida social y cultural (no sólo económica y política), impactando con particular eficacia el quehacer educativo en prácticamente todos sus componentes y niveles.

La tesis de la ofensiva de la economía neoclásica de los años ochenta sobre las ciencias sociales, planteada por Adam Przeworski11, se debe extender al pensamiento y a las prácticas educativas: la educación cayó en las redes de un economicismo de cuño neoliberal –del que por cierto aún no sale— no sólo por la lógica de rentabilidad que la terminó por caracterizar, sino por la “contaminación” de la filosofía de la educación (fines de la educación, contenidos curriculares, metodologías y didácticas de enseñanza, conceptos y valores educativos) de nociones, objetivos, propósitos y aspiraciones provenientes de la concepción económica que se erigió en dominante a lo largo de las décadas de los años ochenta y noventa.

Quizá el concepto de mayor influencia educativa desde los años noventa sea el de “competencia”, cuya carga economicista es indiscutible, como también es indiscutible el modo cómo intelectuales de las más diversa procedencia, incluidos figuras de izquierda, le han rendido un culto que ha resultado, en algunos contextos, verdaderamente vergonzoso. Una de las deudas pendientes del pensamiento crítico latinoamericano es el examen riguroso de la visión educativa sustentada en el “enfoque por competencias”, sus supuestos filosóficos y sus repercusiones en la educación.

Es un enfoque que no sólo se ha naturalizado, sino que se ha convertido en criterio de validación del ejercicio docente en todos los niveles del sistema educativo. Asimismo, el “enfoque por compencias” se ha convertido en un mecanismo para excluir del sistema a quienes o no lo conocen o se resisten al mismo por considerarlo insuficiente para apuntalar un proceso educativo sólido en lo congnoscitivo y éticamemente comprometido con la solución de los problemas sociales, económicos y culturales más graves.

En virtud de las exigencias planteadas por la transformación de los aparatos económicos y por el predominio creciente del paradigma neoliberal en el pensamiento social, político y cultural, en los años ochenta y noventa, se impulsaron reformas educativas encaminadas a articular de mejor manera el quehacer educativo con el modelo económico emergente.

El estudio a fondo de cada experiencia nacional seguramente arrojará modulaciones a la afirmación anotada; pero cabe sospechar que, en términos generales, se la pueda seguir sosteniendo como criterio de interpretación de la lógica de fondo de las políticas educativas emanadas de las reformas realizadas –a veces de forma abierta, como en el caso de El Salvador en los años 1996-1997, y a veces sin anunciarlas como tales— en el contexto, por un lado, de la transformación económica de los años ochenta y noventa, y, por otro, de la hegemonía del paradigma económico neoliberal.

2.2. La lógica neoliberal en la educación: la experiencia salvadoreña

En general, en los años noventa, la lógica neoliberal se impuso no sólo en el ámbito de la economía, sino también en el conjunto de la vida social y cultural. ¿En qué consiste esa lógica?

a) En la sujeción de las prácticas sociales a las reglas del mercado, con la subsiguiente mercantilización de la vida social. O sea, en virtud de esa sujeción, todo queda convertido en una mercancía que puede ser comprada o vendida.

b) En la privatización de todo, es decir, la conversión de bienes y prácticas sociales en propiedades individual o corporativa. La consecuencia de ello es que, por un lado, todo debe tener dueño y, por otro, los bienes públicos tienden a desparecer, siendo sometidos a una proceso de privatización.

El caso de El Salvador es extremo en el predominio de este espíritu privatizador en la vida social: desde el fin de la guerra civil (1992) ha sido indetenible la práctica de convertir en espacios privados espacios públicos (como calles, avenidas, pasajes, parques y zonas verdes) que, de la noche a la mañana, aparecen con verjas y portones por decisión de grupos de vecinos que habitan en las inmediaciones de los mismos12.

c) El debilitamiento del Estado, al cual se le van restando no sólo capacidades económicas, sino responsabilidades sociales, que precisamente se descargan en cada individuo del cual depende su propio bienestar y su propia seguridad13. En virtud de la lógica neoliberal, cada individuo es dueño de su destino, mismo que depende de lo que le haya tocado en suerte en esa rueda de la fortuna que es el mercado. Es problema de cada cual resolver las dificultades y trampas que la vida le depare, aunque estas sean generadas por un ordenamiento económico excluyente y empobrecedor.

d) La desaparición del ciudadano y el surgimiento del consumidor. El primero tiene derechos y deberes; el segundo capacidad o incapacidad de comprar o de vender algo. Si no tiene capacidad de compra, queda fuera del mercado y de los bienes que el mercado ofrece. Si tiene capacidad de compra, tiene “derechos de consumidor”: puede consumir las mercancías que se le ofrezcan y puede reclamar si las mismas no tienen la calidad debida o fallan en algún aspecto.

e) Consumismo extremo: el neoliberalismo alienta una cultura de consumir para llevar una vida fácil, ligera, cómoda, light,  sin más límite que la capacidad de compra al crédito o al contado. Si se paga un precio por un bien o un servicio, la idea es que el “cliente” gane en disfrute y en comodidad. Es un consumismo que, alentado por una cultura de marcas, atenta contra la ciudadanía, tal como lo hizo notar Naomi Klein en su libro No logo. El poder de las marcas14.

¿Cómo operó esta lógica en El Salvador, en el plano educativo?

En el caso de El Salvador, en los años noventa se realizó una proceso de reforma educativa inserto en el esquema neoliberal. Los gestores de esta reforma buscaron poner al sistema educativo en función de un modelo económico terciarizado y maquilero, y lo hicieron imbuidos, consciente o inconscientemente, del paradigma económico neoclásico. Para realizarla, había que formular una filosofía educativa que marcara el horizonte de la reforma que se estaba impulsando.

Esta nueva filosofía educativa –que se empapó del economicisimo predominante—, se caracterizó  por lo siguiente:

  1. El cambio del docente formador (del profesor) al docente facilitador, lo cual se hizo a partir de una “crítica” aparentemente sólida a las debilidades del docente tradicional. Junto con un rechazo a la educación bancaria y memorística (no se dudó en recurrir a Paulo Freire para sostener esta crítica), se desvirtuó el rigor, esfuerzo y disciplina intrínsecos a cualquier proceso de conocimiento (científico, literario o filosófico), cayendo en un facilismo poco propicio para el cultivo de las destrezas intelectuales superiores. La arremetida contra la “memorización” lo fue en contra de uno de los fundamentos de la identidad individual y colectiva: la capacidad de recordar. También se puso en jaque esa conquista humana sin la cual no hay educación: la palabra dicha y la palabra escuchada, la palabra escrita y la palabra leída (en una pizarra o en un libro). El diálogo socrático, pilar esencial de cualquier proceso educativo, fue ahogado por el practicismo didáctico y el uso de recursos tecnológicos en los cuales al profesor sólo le correspondía ocupar el lugar de “facilitador”15.
  2. La potenciación de la didáctica en detrimento de los contenidos cognoscitivos y críticos, bajo el supuesto de que había que orientar la educación hacia la práctica, o como se dice en la jerga didactista prevaleciente hacia el “saber hacer”, el “saber aprender” y el “aprender a aprender”. Se cayó en un “didactismo” de graves consecuencias para la educación, pues en virtud del mismo se dejaron de lado contenidos científicos, literarios y filosóficos sustantivos, lo mismo que se ahogó la reflexión crítica sobre la realidad y el compromiso con un conocimiento orientado a su transformación.

 

  1. El énfasis en hacer de la educación un proceso “suave”, “amigable”, light, en el que todos pueden construir el conocimiento en igualdad, pues nadie sabe más –y el facilitador menos que nadie—. Esta visión de la educación se nutrió de (y a su vez reforzó) la cultura de la globalización16 que se impuso con contudencia a lo largo de los años noventa y primeros años del 2000. Este trasiego de conceptos, valores, creencias, aspiraciones y hábitos desde la cultura globalizada hacia la educación, y viceversa, es algo a lo que no se le ha dado la debida atención, pero que reclama un examen detallado.

 

 

  1. Los estudiantes y sus padres, madres o tutores vistos como clientes, como consumidores individuales de bienes educativos, que les servirían para su éxito individual. Obviamente, ello dependiendo de su capacidad de pago, pues cada cual recibe la educación que pueda comprar.

 

  1. La implantación, como creencia compartida socialmente, de la que la educación que se paga (privada) es mejor que la gratuita (pública), y que entre más costosa es la mensualidad de mayor calidad y prestigio es la educación recibida. No sólo se introdujo una tajante separación entre la educación pública y privada, sin igualdad posible entre ambas en prestigio y reconocimiento social, sino una jerarquía entre las instituciones privadas, de la más cara a la más barata, y una competencia entre ellas por asegurarse las clientelas estudiantiles que hicieran rentable el negocio educativo.

 

 

  1. El deterioro de la educación pública que, de ser el principal foco de la educación en el pasado, se convirtió en el espacio para quienes no podían tener un lugar en el mercado educativo, es decir, para quienes no podían comprar los servicios ofrecidos por las empresas educativas privadas. Se dio por descontado que quienes no pudieran acceder a estas últimas no podrían presumir jamás de la educación recibida en las instituciones públicas, pues haber estudiado en ellas no sólo revelaba su situación de precariedad socio-económica (o sea, su condición de “perdedores”), sino la imposibilidad de salir de ella por no haber accedido a los conocimientos y habilidades –y también las relaciones y prestigio que dan las instituciones caras— que se requieren para triunfar en el mercado.

 

El deterioro de la infraestructura escolar pública, el descuido de la formación profesional docente, el ahogo presupuestario y la presión gremial en torno a demandas económicas, reforzaron en el imaginario social la idea de la inferioridad de la educación pública respecto de la privada, reforzando las ansias de las familias por buscar a toda costa alejarse de la posibilidad de enviar a sus hijos e hijas a escuelas públicas. Son los sectores medios los que más eco han hecho de esta visión, creyendo con los ojos cerrados que el éxito en la vida de sus hijos e hijas está en función de la inversión realizada en las colegiaturas escolares.

 

Se cayó en un círculo vicioso, del cual no sólo ha salido perdiendo la educación pública, sino la educación en general: el mito de que la educación privada es de calidad, y la pública no, ha impedido caer en la cuenta de que la primera, pese a las cuotas altas y a los lujos y comodidades en sus edificios, no ha escapado al empobrecimiento científico, filosófico y ético de la educación.

 

Antes bien, la educación privada ha sido una de sus generadoras, pues el facilismo, la falta de rigor académico y la implantación de valores consumistas, competitivos y poco críticos, han emanado de quienes la han auspiciado. Y lo que es peor, la visión educativa privada y privatizadora contagió el quehacer de la escuela pública, que no sólo fue vista y entendida como un instrumento que debe estar al servicio del mercado, sino que asumió, además de sus conceptos, palabras, creencias y hábitos, sus propósitos: en primer lugar, forjar consumidores y clientes de las empresas establecidas; y, en segundo lugar, crear una mano de obra lista para integrarse a las empresas que así lo demandaran en el marco de la transformación económica de los años noventa (maquilas, call center, comercio, servicios financieros).

2.3. Educación y economía: la particularidad del cambio educativo de los años ochenta y noventa

La subordinación de los sistemas educativos a las exigencias de los aparatos económicos no es un invento de los promotores de las reformas económicas neoliberales17. El modelo agroexportador dio pie a un quehacer educativo que le era funcional, y lo mismo sucedió con el modelo agroindustrial18. Desde las materias y las carrerras técnicas profesionales, pasando por los contenidos curriculares, hasta el calendario escolar y académico, no se entienden sin hacer referencia a los modelos económicos vigentes o emergentes en cada época histórica particular.

Sin embargo, lo singular de las reformas educativas y las políticas educativas de los años ochenta y noventa es su filosofía y orientación marcadamente economicista, lo cual las distingue de otros procesos de cambio educativo en los que los propósitos económicos coexistían e incluso se subordinaban a propósitos políticos e incluso culturales y religiosos.

Se trata, en las reformas y políticas educativas de los años ochenta y noventa, de un proceso de cambio educactivo no sólo orientado casi exclusivamente por objetivos económicos, sino embuido de un paradigma economicista que, como se dijo arriba, ha contaminado el quehacer educativo de una manera extraordinaria. Hablamos, pues, de reformas y políticas educativas de carácter economicista en sus objetivos, en su conceptualización y en su ejecución. Esa es la gran novedad del cambio educativo de los años noventa, respecto de otras reformas y transformaciones edicativas del pasado.

Es decir, en el pasado de la educación en Centroamérica, si bien es cierto que ella tenía un eje que la subordinaba a los aparatos económicos prevalecientes o emergentes, también tenía anclajes en exigencias políticas y culturales emanadas de los grupos de poder, especialmente en la línea asegurar la sumisión a la autoridad y el mantenimiento del orden establecido, que muy probablemente tenían la primacía respecto de las exigencias económicas.

Parte del éxito del economicismo y el mercantilismo predominantes es hacernos creer que han existido en todos los tiempos y lugares, con lo cual logran imponerse como algo “natural”.

El análisis histórico nos enseña que, si bien nuestro tiempo es fuertemente economicista y mercantilista, en otras épocas fueron otros los paradigmas (creencias, nociones, valores y aspiraciones) que prevalecieron. Se trató de paradigmas políticos y culturales en los que la nación, la patria, el orden, la autoridad y las jerarquías sociales eran lo esencial, y la educación bebió de ellos y se puso en función de sus objetivos.

Hasta las transformaciones economicas de los años ochenta y noventa, y la hegemonía creciente del economicismo y el mercantilismo en la cultura colectiva –incompresibles sin la globalización neoliberal y su cultura—, fueron otras las matrices conceptuales (no economicistas, no mercantilistas y no privatizadoras) y otros los objetivos (no principalmente o exclusivamente económicos) que sustentaron las reformas y las políticas educativas19.

De tal suerte que sin entender los fines (casi) exclusivamente económicos y el predominio del paradigma neoliberal en las reformas y políticas económicas de los años ochenta y noventa no se las pueda explicar a cabalidad en su singularidad y novedad. Tampoco se podrán entender los efectos negativos que ello ha tenido no sólo en la calidad de la educación, sino en la integración social y cultural. Al convertir a la educación en instrumento expreso de un modelo económico emergente, el economicismo y el mercantilismo vulneraron su anclaje social, cultural y político, erosionando sus capacidades como mecanismo de integración.

3. Reflexión final: el estudio de las tendencias de las políticas educativas

En síntesis, es ineludible el examen a fondo de la dinámica económica prevaleciente o emergente en una época determinada para entender las políticas educativas, lo mismo que los procesos de reforma educativa.

Y ello porque, en general, los sistemas educativos se han configurado históricamente a partir de un anclaje con los modelos económicos prevalecientes, lo cual es particularmente evidente en el contexto de la emergencia y consolidación de los modelos económicos de carácter neoliberal y globalizado.

Así, en el caso de las tendencias de las políticas educativas en Centroamérica es de rigor analizar, como punto de partida, el contexto económico de las reformas educativas de las que emanaron las políticas educativas vigentes en la actualidad. Y, a partir de este análisis, se debe hacer el esfuerzo por vislumbrar las dinámicas futuras de la educación en la región centroamericana.

También es ineludible el examen de los paradigmas predominantes (económicos, políticos, culturales) pues las matrices conceptuales –la filosofía educativa— de las reformas y las políticas educativas se nutren de ellos, lo mismo que sus fines y objetivos fundamentales. Así, es imposible entender a cabalidad las políticas educativas operantes en el presente sin hacerse cargo del predominio del paradigma neoliberal y del modo cómo este contaminó la filosofía de la educación que sostiene las políticas educativas vigentes.

¿Cuáles són, pues, las dinámicas de las políticas educativas de cara al futuro en Centroamérica? O sea, ¿cuáles son las tendencias de las políticas educativas en la región?

Para responder a esa pregunta se debe reconocer, ante todo, la existencia de un incipiente replanteamiento de los modelos económicos establecidos, los cuales han comenzado a revelar algunas de sus fisuras más profundas. Tanto del lado de determinados grupos empresariales como del lado de determinados actores políticos (de distinta filiación ideológica) se hace patente la preocupación por los límites de unos modelos económicos estancados productivamente, dado su anclaje en los servicios financieros, el comercio, el turismo, las maquilas y las remesas.

La crisis financiera de 2007-200820 sacó a relucir, de manera dramática, la inviabilidad de unas economías que descansan en la intensificación del consumo de servicios financieros, sin atender a la inversión productiva y a la innovación científica y tecnológica.

Hay grupos empresariales que han comenzado a presionar a los gobiernos para apuntalar un giro educativo que posicione, como algo central del quehacer educativo, a la ciencia y a la tecnología. Aquí, de nueva cuenta, lo que predomina es la visión economicista de la educación, tanto por los objetivos que se buscan con ella como por las matrices conceptuales que deben orientarla. En el caso de El Salvador, el modelo económico terciarizado está en crisis y las formas emergentes de actividad económica que vislumbran algunos de los grupos de poder exigen un replanteamiento de la educación, en función de una nueva agenda económica21.

Desde la derecha política vinculada a los grupos empresariales emergentes se suele respaldar esta demanda de una reforma educativa que se traduzca en una potenciación, desde la educación, del giro económico que aquéllos están promoviendo. En algunas instituciones educativas privadas, creadas expresamente para articularse con el aparato económico predominante, ya se realizan las adecuaciones pertinentes para dar respuesta a estas nuevas demandas empresariales.

Por su parte, la educación pública no sólo está sometida a la tensión que le provocan esa demandas, a las que de alguna manera intenta dar respuesta, sino que también está sometida a otras tensiones surgidas de objetivos que, desde una visión política de izquierda o de centro izquierda, se le imponen ahí donde las derechas políticas no gobiernan (o temporalmente dejaron de hacerlo).

Es decir, los gobiernos progresistas de la región, sin romper totalmente con el marco de políticas educativas fraguadas en los años ochenta y noventa –y sin renunciar a responder, desde los sistemas educativos, a las demandas de los grupos empresariales emergentes— han intentado generar enfoques, marcos conceptuales, objetivos y políticas educativas de un carácter distinto al de los vigentes, pero sin romper totalmente con ellos.

Entre los aspectos novedosos de estos enfoques, marcos conceptuales, objetivos y políticas destacan la apuesta por la inclusividad educativa; la visión de que la educación debe estar en función de la humanización y dignificación de niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres, y no en función de un modelo económico o de la reproducción de relaciones sociales y políticas de desigualdad; la idea de que el conocimiento científico (y sus implicaciones tecnológica) es esencial en el proceso educativo, pero que este es incompleto sin los saberes humanísticos y sin una ética de compromiso por parte de alumnos, profesores y padres de familia; la exigencia de apuntalar, desde la educación, los derechos humanos, la democracia y la participación ciudadana; la preocupación por articular al sistema educativo con las dinámicas de integración social y cultural22; y por último, el cultivo de un saber comprometido con la solución de los graves problemas de la realidad nacional. Como se ve, se trata de una visión de la educación no sólo distinta, sino contraria a la fraguada al calor de las reformas económicas neoliberales y del predominio del paradigma economicista.

Lo que sucede es que se trata de una visión de la educación que no ha sido traducida en un conjunto de reformas que las conviertan en un cuerpo de políticas educativas que le cambien el rostro a los sistemas educativos establecidos. Éstos, en lo fundamental, siguen operando según el marco de políticas fraguadas en las reformas educativas de los años ochenta y noventa.

De lo anterior, se pueden identificar tres grandes tendencias en las políticas educativas en Centroamérica: a) la primera es la de la continuidad de las políticas diseñadas en los años ochenta y noventa; b) la segunda, la del diseño e implementación de nuevas políticas educativas, coherentes con la filosofía y objetivos de las vigentes, pero orientadas a potenciar las áreas científico-técnicas, a tono con la emergencia de dinámicas empresariales vinculadas a la producción y no a los servicios; y c) una tercera, que apunta a un conjunto de acciones animadas por una nueva visión de la educación –no economicista, sino humanista, crítica y con sólidos fundamentos científicos, filosóficos y éticos— que pueden dar lugar una reforma educativa de envergadura, con el subsiguiente cuerpo de políticas educativas que le de viabilidad. Esta última tendencia está fuertemente condicionada por la contituidad de las gestiones de gobiernos progresistas que son las que han promovido cambios educativos desde una nueva visión de la educación.

Estas tres tendencias, al estar presentes en los sistemas educativos en estos momentos, tesionan a los ministerios de educación de la región. Por supuesto que el carácter de cada una de ellas es distinto en cada nación, lo cual depende de, al menos, estos factores: a) la manera como se concretó la reforma económica neoliberal y se instauró el modelo económico nacido de ella en cada país; b) la irradiación del paradigma economicista en el quehacer educativo; c) la forma cómo desde las reformas y las políticas educativas se encararon las dos dinámicas anteriores; d) las tradiciones institucionales y educativas propias de cada nación; e) la naturaleza de los gobiernos que administraron las reformas económicas y las reformas educativas de los años ochenta y noventa (y las políticas educativas surgidas de estas últimas); f) los movimientos docentes y su resistencia –o su no resistencia— a las reformas educativas de carácter neoliberal; y g) la naturaleza de los gobiernos que en el presente tienen que hacer frente, por un lado, al deterioro de los aparatos económicos terciarizados, por otro, a las deficiencias educativas (calidad de la educación, debilidades en la formación docente inicial y en servicio, deterioro de la infraestructura) y, por últlimo, a la erosión de la convivencia social no sólo por razones de inseguridad y violencia, sino por desigualdades socio-económicas de larga data.

Sin duda alguna, el estudio de cada uno de los casos nacionales enriquecerá, con evidencia firme, lo que aquí se ha esbozado de forma sumamente genérica. Como resultado de ello, seguramente contaremos con elementos de juicio más fundamentados para defender y proponer una reforma educativa de envergura (de la cual emanen las políticas educativas correspondientes), en la cual los sistemas educativos de la región –anclados en el cultivo de un conocimiento científico y filosófico, crítico y emancipador—, se pongan en función de la dignidad, bienestar y felicidad de sus ciudadanos.

San Salvador, 13 de octubre de 2017

Texto de la ponencia para el “Primer Congreso latinoamericano y del Caribe sobre metodologías para el análisis de reformas y políticas educativas”, realizado en Xalapa, Veracruz (México), del miércoles 29 de noviembre al sábado 2 de Diciembre del 2017.

1 L. A. González, “Capitalismo rentista”. En https://www.alainet.org/es/articulo/186841

2 L. A. González, “Educador: ¿facilitador o problemarizador?” En Educación, conocimiento y emancipación. San Salvador, EDIPRO, 2014.

3 L. A. González, “Una reflexión sobre la calidad de la educación”. http://www.contrapunto.com.sv/archivo2016/columnistas/una-reflexion-sobre-la-calidad-de-la-educacion

4 Por ejemplo, en El Salvador desde 2009, con el gobierno de Mauricio Funes, se inició un trabajo de largo aliento en la potenciación de la formación docente, efuerzo que ha continuado a partir de 2014, con el triunfo electoral de Salvador Sánchez Cerén. No se ha resuelto en este país el gran desafío de contar con una institución formadora de docentes de carácter público, pese que el tema ha estado presente desde 2011, cuando se ensayó la creación de la Escuela Superior de Maestros, proyecto que por diversas razones no prosperó. Una nueva iniciativa, en la misma dirección, es la creación del Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) que, cabe esperar, prospere en la dirección deseada.

5 Fueran calificados esos cambios o no como “reformas educativas”.

6 Cfr., E. Ganuza, R. Paes de Barrios, L. Taylor, R. Vos (Eds.), Liberalización, desigualdad y pobreza: América Latina y el Caribe en los 90. Buenos Aires, Eudeba, PNUD, CEPAL, 2001; L. A. González, “Exclusión versus inclusión: democratizaciòn y reforma económica cen Centroamérica”. En Sociedad y política. Reflexiones desde El Salvador.San Salvador, UDB, 2015, pp. 210-227.

7 Cfr., L. A. González, “El círculo vicioso de las remesas”. ECA, No. 684, 2005, pp. 997-999.

8 Cfr., Cfr., L. A. González, “El problema del mercantilismo de la educaciób superior”. http://www.contrapunto.com.sv/archivo2016/opinion/tribuna/el-problema-del-mercantilismo-en-la-educacion-superior

9 Cfr., N. Klein, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Buenos Aires, Paidós, 2007.

10 Cfr., L.A. González, “Globalización y neoliberalismo”. ECA, 1999,pp. 53-67.

11 Cfr., Adam Przeworski, “Marxismo y elección racional”. https://es.scribd.com/document/206479827/Marxismo-y-eleccio-n-racional-Przeworski-docx

12 Cfr., L. A. González, “Defensa de los espacios públicos”. https://www.alainet.org/es/articulo/185223

13 Cfr., L. A. González “Responsabilidades del Estado ante la sociedad”. http://www.contrapunto.com.sv/archivo2016/opinion/columnistas/responsabilidades-del-estado-ante-la-sociedad

14 Barcelona, Paidós, 2001.

15 Cfr., L. A. González, “Educador ¿faciltador o problematizador?”.http://abacoenred.mayfirst.org/wp-content/uploads/2015/10/educador_-_facilitador_o_problematizador.pdf

16 Cfr., L. A. González, “Implicaciones culturales de la globalización”. ECA, No. 703-704, 2007, pp. 377-396.

17 L. A. González, “Educación y modelo económico”. http://www.contrapunto.com.sv/archivo2016/columnistas/educacion-y-modelo-economico

19 Incluso en als reformas impulsadas al calor de los proceso de industrialización por sustitución de importaciones, de los años 50 y 60, del siglo XX, los objetivos económicos, con todo y ser esenciales, no fueron los únicos, pues estuvieron acompañados de propósitos políticos y culturales (por ejemplo, a los objetivos de la modernización autoriraria de los gobiernos militares salvadoreños de la época).

20 L. A. González, “Crisis financiera muncial: su impacto social y político en Centroamérica”. En Sociedad y política…, pp. 228-257.

21 L. A. González, “Educación y modelo económico”. http://www.contrapunto.com.sv/archivo2016/columnistas/educacion-y-modelo-economico

22 L.A. González, “Cultura, educación e integración social en El Salvador”. San Salvador, CENICSH, Cuaderno de Trabajo, No. 1, junio de 2009.

Fuente del Artículo:

http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/7406

Fuente de la Imagen:

Comparte este contenido:
Page 3 of 7
1 2 3 4 5 7