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José María Toro: “Hay que trabajar por una pedagogía del encuentro entre enseñanza y aprendizaje”

Por BlogTiching

Maestro de Primaria y autor del libro ‘Educar con co-razón’

José María recuerda hacer muchas caminatas al día, de casa al cole y del cole a casa. Eran paseos largos en los que le daba tiempo de merendar (bocadillitos de queso que le preparaba su madre), de jugar, entretenerse y charlar con los amigos. Una vez llegaba  a casa “soltaba” la mochila en cualquier esquina y entonces sí, empezaba el tiempo del libre albedrío.

Lo que nos define es nuestra identidad esencial. Las emociones que mejor nos definen son aquellas que pueden expresar mejor y más adecuadamente dicha identidad esencial. La mayor parte de la literatura sobre emociones habla de las emociones básicas: el asco, el miedo, el llanto, etc. Las plantean como una respuesta del propio cuerpo ante un estímulo de cara a la supervivencia.
Pero el ser humano ha evolucionado y con nosotros nuestro entorno social, por lo tanto los estímulos ante los que respondemos también han cambiado. Ahora no salimos de casa por la mañana con el miedo de que nos vaya a atacar una fiera. Tenemos, por norma general, las necesidades básicas cubiertas. Todas esas emociones, siendo básicas, no nos definen, son emociones fundamentales pero no esenciales, en el sentido de que no expresarían nuestro ser más profundo, nuestra identidad más esencial.

¿Y cuáles nos definen?
Nos define, por ejemplo, el gozo, para nada la tristeza, aunque en algún momento pueda sentirme así.  Por otro lado, forma parte de mi identidad la paz, y no la ira o la rabia, aunque las sienta en un momento determinado, Por eso yo planteo la necesidad de derivar un poco el discurso, pasar de la inteligencia emocional a la identidad esencial. Ahora hemos descubierto el mundo de las emociones y estamos muy focalizados a ello, pero tenemos que estar alerta porque olvidamos que en el centro está la identidad, con la parte vital, energética y la inteligencia de cada persona.

¿Los niños y las niñas saben reconocer sus emociones?
A veces no saben reconocer las propias pero sí reconocen las de los otros. A los pocos meses los bebés ya reconocen el gesto alegre o enfadado de sus madres. Viven este reconocimiento pero no lo entienden. El entorno adulto es el que debe acompañar esta toma de conciencia de aquello que se siente. Poner nombre a las emociones ayuda a este proceso para que a medida que se desarrolle pueda comunicar esa emoción.

En este apoyo a descubrirse, ¿qué papel juega la escuela y qué papel juega la familia?
Lo vamos a resumir en qué papel debe jugar el adulto. Sea cual sea la relación que tiene el adulto con el niño, lo fundamental es que nosotros mismos seamos capaces de reconocer nuestras propias emociones. No podemos enseñar a otros lo que no sabemos ver en nosotros mismos. Este trabajo previo es importante.

¿Y sabemos hacerlo?
Nosotros no hemos sido educados en esta clave, incluso algunas generaciones han sido educadas en la represión de determinadas emociones. Tenemos unos deberes pendientes aquí por hacer y es importante que seamos conscientes de esto. Cuando yo me formé como maestro nunca me hablaron de las emociones. El papel fundamental es abordar la identidad esencial y esto pasa porque el adulto haya hecho previamente este auto-reconocimiento.

¿Ahora sí se forma a los docentes en el aspecto emocional?
Yo creo que estamos empezando. También corremos el riesgo de que esto se convierta en una moda y que en pocos años lo abandonemos para ponernos con otra cosa. Antes la formación de los docentes estaba centrada en el proceso de enseñanza. Pero en realidad es el alumno el que aprende, ése es el foco.

¿No hemos puesto bien el foco hasta ahora?
Yo creo que no. No porque yo enseñe a hablar a un perro, aprenderá. La neurociencia ahora nos está orientando a una formación basada en el aprendizaje, poniendo la atención en el que aprende, no en el que enseña. Cuando hay un encuentro profundo entre el adulto y el niño, se produce un aprendizaje completo y perdurable. Tenemos que trabajar por una pedagogía del encuentro en la que enseñanza y aprendizaje se integran, se interrelacionan adecuadamente.

Más allá de la tarea educativa y de los procesos de aprendizaje. ¿Qué impacto tiene en el desarrollo personal de los alumnos trabajar el ámbito emocional?
Es curioso porque en todas las leyes de educación hablamos del desarrollo integral del alumno, pero hasta ahora no se había contemplado la dimensión emocional y afectiva. Podemos observar cuando trabajamos en este campo que hay una mejora en el alumno en sus conductas personales y en su rendimiento académico. Hay algo relevante que cada vez observan más docentes y es que los niños de hoy en día están muy rotos, hay una gran cantidad de adaptaciones curriculares, diversidad, necesidades especiales, etc. Muchos profesores señalan que nunca habían tenido tan pocos alumnos en el aula pero tampoco habían estado nunca tan agotados.

¿Y a qué se debe?
Los niños, en una sociedad tan cambiante, con un impacto tecnológico tan grande, donde lo que ayer servía hoy ya no, van muy perdidos. Antes, todos los mensajes que llegaban al niño iban en la misma dirección. Hoy los valores que recibe en el colegio no siempre son los mismos que recibe en casa. Todo esto hace que el alma del niño esté quebrada. Tenemos que enseñar a los niños a navegar por ese espacio exterior tan inestable. Suelo decir que cuando los adultos “perdemos el norte” los niños terminan “desnortados”.
Pero no hay mayor rentabilidad que construir seres humanos que sean capaces de gestionar su vida.

¿Los docentes tienen espacio donde acompañar sus propios procesos emocionales?
Es obvio que deberían tenerlos. Es la presencia del adulto lo que finalmente va afectando al niño, es el aroma que derrama delante de los alumnos lo que éstos respiran y van incorporando lenta, sutil e inevitablemente. Me preocupa que cedamos tanto espacio a la tecnología, que absoluticemos los medios y los recursos, el qué y los cómos y no prestemos atención al quién, al porqué y al desde dónde de cada gesto pedagógico. La presencia, el ejemplo, la esencia del docente es irremplazable. Y esta persona debe estar en condiciones de ejercer su profesión con su mejor versión y en las mejores condiciones posibles.

Ponemos énfasis en el reconocimiento de las emociones pero, ¿Qué importancia tiene saberlas comunicar?
La expresión es una forma de sacar la presión de nuestro propio cuerpo. Cuando comunicamos tenemos una voluntad consciente de hacerlo, de mover esa emoción. Podemos saltar de alegría, pero también podemos expresar alegría cuando saludamos a alguien, si es que esta emoción nos representa. Cuando algo activa la rabia, por ejemplo, es muy saludable saberla manejar y expresarla de forma consciente y adecuada al momento o situación.

¿Cómo podemos expresar una emoción como la rabia de forma controlada? ¿Reprimiéndola?
Cuando no hay expresión lo que hay es represión, por lo tanto, la presión circula por dentro. Podemos trabajar la inhibición, que es otra manera de manejar las emociones. Una cosa es la expresión abierta, pero en algunos casos es mejor inhibir una emoción para externalizarla después de forma conveniente y adecuada, en otro contexto mucho más propicio y pertinente.

¿Nos pone un ejemplo?
Hay muchas maneras de expresarse. Por ejemplo escribiendo un texto, una carta a alguien con quien tenemos un asunto emocional pendiente. No hace falta que esta carta llegue al destinatario, pero hacer el ejercicio de escribir lo que sientes hacia esa persona es positivo para el individuo que tiene la emoción. El objetivo de la expresión no es que el otro cambie, sino que nosotros podamos recuperar nuestro propio equilibrio. La comunicación sí que requiere este feedback, ésta implicación de la otra parte. Pero tu te puedes expresar aunque no haya nadie, puedes ir a expresarte con gritos en medio del campo mientras estás solo y quedarte la mar de bien.

¿Qué podemos enseñar a los niños en este sentido?
¡Muchísimas cosas! En los centros educativos se hace mucho hincapié en el respeto en la expresión y en la comunicación: respetar el turno de palabra, escuchar, argumentar, etc. Sin embargo, cuando pones la televisión pocas veces llegas a sentir vergüenza de lo que ves: nadie se escucha, se chillan, se desacreditan, no se comunican. Es vital que los niños tengan capacidad crítica para darse cuenta de esto y que sean conscientes que lo que aprenden en el aula es lo realmente útil para vivir.

Fuente: http://blog.tiching.com/jose-maria-toro/#more-21146

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Los abuelos, esos “magos” que crean recuerdos maravillosos para sus nietos

Por: Jennifer Delgado Suárez

El amor perfecto a veces no llega hasta el primer nieto”, dice un proverbio galés. Y lo cierto es que cuando un abuelo o una abuela ve por primera vez a su nieto experimenta una serie de emociones indescriptibles.
El amor tiene muchas facetas y es fantástico descubrir en esa etapa de la vida que todavía se pueden experimentar nuevas emociones con gran intensidad. Ese descubrimiento les infunde nueva energía. Y muy pronto ese pequeño niño descubrirá que tiene en su abuelo o abuela su mejor aliado y maestro de vida. Entonces se crea una relación muy especial que deja huellas que marcan para siempre.

Entusiasmo, agradecimiento y una pizca de preocupación

Cuando los abuelos tienen en sus brazos por primera vez a su nieto, lo primero que suelen experimentar es una profunda gratitud. Gratitud porque todo haya salido bien y porque pueden abrazar a esa pequeña criatura que ya saben de que revolucionará su mundo.
Con la sabiduría que les ha dado la vida, saben que deben mantenerse en un segundo plano porque para los padres la llegada del bebé también es un momento muy especial. Pero aún así se las ingenian para estar disponibles por si les necesitan, para apoyar cuando haga falta y aconsejar cuando sea necesario.
Con la alegría y el entusiasmo también llega una pizca de preocupación. Los abuelos son conscientes del desafío que representa criar a un niño, por lo que es normal que se preocupen por todos los retos que tendrán que afrontar los recién estrenados padres. Sin embargo, también les tranquiliza saber que sus hijos pueden contar con su apoyo, guía y sabiduría.
De hecho, se ha apreciado que la relación madre-hija mejora cuando nace un bebé ya que la abuela deja un poco de lado su papel como madre para asumir un nuevo rol, el de amiga y mentora de su hija, lo cual lleva la relación a otro nivel de intimidad. De repente, la hija comienza a darse cuenta de todos los sacrificios que ha hecho su madre, y comprende el enorme amor que experimenta, por lo que normalmente su relación mejora, se vuelve más estrecha y se consolida.

Tendrán que reinventar su identidad

La nueva generación de abuelos se aleja bastante de la clásica imagen de la abuela que se queda en casa horneando y el abuelo que recoge a los nietos en el colegio. Los abuelos de hoy son mucho más activos, pero aún así este nuevo rol les plantea la necesidad de reconstruir su identidad.

La llegada del primer nieto supone que a partir de ese momento también serán abuelos, lo que conlleva a una reestructuración de su “yo”. Algunas personas pueden sentirse más “viejas” de repente y pueden tener dificultades para asumir su nuevo papel.

No obstante, aquellas que asumen ese cambio de manera positiva reconstruyen una identidad más rica, de manera que tienen una mayor sensación de bienestar, desarrollan un nuevo propósito en sus vidas y comienzan a experimentar una mayor sensación de autorrealización. Incluso hay muchos abuelos que se sienten renovados con la llegada del nieto, sienten que tienen más fuerza y energía.

De hecho, hoy la mayoría de las personas se convierten en abuelos cuando están cerca de los cincuenta años, un momento de la vida en el que muchos han dejado atrás la “tiranía del deber” que describió Karen Horney para seguir sus deseos. En esta etapa normalmente ha quedado atrás el deseo de impresionar a los demás y se comienza a vivir con mayor plenitud, por lo que muchos abuelos asumen de buena gana su nuevo rol, con una actitud mucho más relajada, sabia y abierta que cuando fueron padres.

Los nietos, una segunda oportunidad que se disfruta con calma y a conciencia

La magia de los abuelos consiste en que no necesitan asumir el rol de padres. Saben lo que significa criar a un niño, pero también son conscientes de que su rol es el de acompañar a los pequeños durante el crecimiento, transmitiéndoles su sabiduría y apoyándoles en los momentos más complicados.
Los abuelos escuchan y dan buenos consejos, siempre tienen tiempo para escuchar los problemas de los nietos, les permiten ser ellos mismos sin castigarles, cultivan la ilusión y alimentan la complicidad. Su tarea es construir un vínculo afectivo que le sirva de ancla a los nietos, por lo que a menudo también interceden ante los padres, sabiendo que no hay nada tan grave que no se solucione con amor y comprensión.
Los abuelos saben que cada momento cuenta, son conscientes de que el tiempo que pasan con sus nietos es limitado, por lo que intentan que sea lo más agradable posible. Los abuelos saben, como nadie más, aprovechar el aquí y ahora. Y los niños lo perciben, por lo que también disfrutan de esa presencia plena.

Abuelos y nietos: Un vínculo beneficioso para ambos

El contacto de los abuelos con los nietos es muy beneficioso para los ancianos ya que no solo disminuye el riesgo de sufrir depresión sino también enfermedades neurodegenerativas como las demencias. Un estudio desarrollado en la Cowan University en el que se analizaron a 500 adultos mayores descubrió que los abuelos que se involucraban activamente en el cuidado de sus nietos solían vivir, como media, cinco años más que quienes no tenían nietos.
Esto se debe a que los nietos no solo mantienen activos físicamente a sus abuelos sino también mentalmente. Además, el hecho de tener que “ocuparse” en determinados momentos de sus nietos también les anima a cuidarse a sí mismos.
Por supuesto, los nietos también se benefician de esta relación tan especial. Una investigación desarrollada en la universidad de Oxford descubrió que de los 1.515 niños y adolescentes encuestados, quienes tenían tienen una relación cercana con los abuelos reportaban una mayor sensación de bienestar.
Los psicólogos descubrieron que la clave era que los abuelos en muchos casos amortiguaban el impacto de los sucesos negativos en la vida de sus nietos, ayudándoles a calmarse y ver los problemas desde otra perspectiva. Esto nos india que los abuelos son una fuente de estabilidad y resiliencia, que los niños y adolescentes no siempre encuentran en sus padres.
Fuentes: 
Hilbrand, S. et. Al. (2017) Caregiving within and beyond the family is associated with lower mortality for the caregiver: A prospective study. Evolution and Human Behavior; 38(3): 397–403.
Moorman, S. M. & Stokes, J. (2016) Solidarity in the Grandparent–Adult Grandchild Relationship and Trajectories of Depressive Symptoms. Gerontologist; 56(3): 408-420.
Burn, K. F. et. Al. (2014) Role of grandparenting in postmenopausal women’s cognitive health: results from the Women’s Healthy Aging Project. Menopause; 21(10): 1069–1074.
Buchanan, A. et. Al. (2009) Grandparenting and adolescent adjustment in two-parent biological, lone-parent, and step-families. J Fam Psychol; 23(1): 67-75.

Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2017/07/abuelos-crean-recuerdos-nietos.html

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Entrevista a Carlos González: (Entre maestros): “Nuestra educación es aún una analfabeta emocional”

27 marzo 2017/Fuente: Educacion Tres Punto Cero

Autor de la película-documental “Entre maestros” y del libro “23 maestros, de corazón – un salto cuántico en la enseñanza”, Carlos González reflexiona en esta entrevista sobre la necesidad de educar desde el autoconocimiento del alumnado y anima a los docentes a convertirse en maestros de corazón.

Carlos González

Es necesario despertar al maestro de corazón que todos llevamos dentro

¿Qué es un maestro/a de corazón?

Un maestro, de corazón, es alguien que pone por delante de las exigencias de sistemas educativos y de clanes culturales, familiares o ideológicos su sentir profundo; con sentir profundo quiero decir que su sentir no esté dirigido por estados de necesidad causados por creencias limitantes o desequilibrios interiores, este punto es importante porque se suele en determinados ambientes contraponer el sentir al pensar, cuando en realidad se han de complementar y ayudar entre sí para que podamos lograr mayor discernimiento. Un pensar libre, es decir consciente de los límites desde los que estamos pensando, nos ayuda a entender el nivel de la profundidad de nuestros sentimientos, un sentimiento profundo a su vez nos puede ayudar a salir de laberintos mentales o de pensamientos esclavizantes, de hecho no hay intuición que no requiera de una combinación de nuestro sentir y de nuestro pensar, y llegando aún más lejos: no hay sabiduría propia si pensar y sentir no están armonizados.

Nuestra educación es todavía una analfabeta emocional, de hecho lo es en todo lo relacionado con el autoconocimiento

Entre maestros¿Se habla de emociones en la escuela?

Para empezar depende de las escuelas. En España tenemos cada vez más escuelas en las que se trabajan las emociones, si bien son aún una minoría, para conocer a algunas de ellas recomiendo el libro de César Bona: “Las escuelas que cambian el mundo”.

Es evidente que si miramos el tema desde el punto de vista estadístico nuestra educación es todavía una analfabeta emocional, de hecho lo es en todo lo relacionado con el autoconocimiento, por eso creo que es necesario fomentar la idea de una Segunda Alfabetización basada esta vez no en conocer nuestra cultura y el mundo, sino en  conocernos a nosotros mismos, es un tema pendiente y fundamental para acabar con los grandes conflictos de la humanidad; la educación no ha de servir sólo para mantener lo que hay, tiene también que imaginar futuros con los cuales ayudar a crear una humanidad con mayor nivel de conciencia.

¿Qué necesita un maestro para mostrar a sus alumnos a vivir desde el corazón? ¿Tiene que empezar por él mismo?     

El ejemplo es la lección que todo el mundo puede entender, de hecho educamos mucho más con nuestro ejemplo que con nuestros discursos sobre la vida. José María Toro, un claro maestro de corazón, dice que el mayor recurso educativo es el maestro, es pues en su formación en donde hay que centrar cualquier avance educativo de verdad: es necesario despertar al maestro de corazón que todos llevamos dentro. Para ello como dije antes hay que lograr un exquisito equilibrio entre razón y corazón en nuestro interior y en la relación con nuestros alumnos e hijos, como indicación de cómo dar los primeros pasos en este importante camino hacia la armonía entre la mente y el corazón recomiendo  el libro de José María Toro: “Educar con co-razón”.

¿Qué ingredientes conforman a un buen maestro?

Creo que la mejor respuesta a esta pregunta es dejar hablar a mi libro “23 maestros, de corazón – un salto cuántico en la enseñanza”:

En primer lugar, amarse a sí mismo. No se puede ayudar a otro incondicionalmente sin haber conquistado esta necesidad interior. Tenderíamos, sin ser conscientes de ello, a utilizar al otro para que hiciese la conquista por nosotros; el “victimismo” sería una tentación constante, y tarde o temprano, sentiríamos el mordisco de la decepción, al no poder darnos la otra persona lo que le demandamos.

Segundo: Amar a la vida sin reservas. ¿Cómo puedo preparar para la vida si no la quiero…? Sentirla como un misterio a desvelar, como una oportunidad para crear, como un camino hacia el corazón del otro, como un espejo de mi propia belleza interior…

Tercero: Amar también sin reservas a la persona que pretendemos enseñar.

Cuarto: Provocarla. Este paso es imprescindible si queremos ser matrona de los potenciales que encierra el educando – dice esto clavando su mirada en Verchia y sonriéndole.

Quinto: Es el ingrediente que permite integrar todo lo anterior, se llama confianza. Esta es la base de la amistad junto con el amor. Un verdadero maestro es amigo, en su sentido más profundo, de su alumno. Algunos compañeros tienen pavor a emplear esta palabra en el contexto educativo. Para mí, si no se atraviesa este puente, habrá siempre una zanja que impedirá una educación radical, en el sentido bello de la palabra. Este pensamiento camina a la par con la idea de que no se puede enseñar, si a la vez, no se está aprendiendo; lo cual implica ver al educando también como educador, y por lo tanto, como un igual. La amistad puede tomar infinitas expresiones, siempre habrá algunas, que lejos de menoscabar la autoridad del profesor, la reafirme.

Educamos de una manera que nos desconecta de nuestra propia esencia y nos somete a las creencias y mitos de nuestra cultura y de nuestra familia

¿Qué mensaje quiso transmitir a los educadores con Entre maestros?

Entre maestrosLa película-documental “Entre maestros” es una experiencia pedagógica que pone en marcha y a la vista del espectador la mirada educativa que fui creando a lo largo de los años: “Educar Empoderando”. Esta mirada está basada en llevar el autoconocimiento a clase desde la perspectiva de los Nuevos Paradigmas del Conocimiento, que empezaron a desembarcar con la física moderna, una ciencia que no es consecuencia de la física anterior, sino que nace sin precedentes, es el fenómeno que se conoce con el nombre de “salto cuántico”, de ahí el subtítulo de mi libro: “un salto cuántico en la enseñanza”.

Mi preparación como físico fue esencial para poder crear mi mirada pedagógica: necesitaba pensar en un nuevo paradigma. También lo fue mi inquietud por el autoconocimiento. Junté ambas cosas descubriendo que nuevo paradigma y autoconocimiento se potenciaban mutuamente, de hecho no se puede entender en profundidad el uno sin el otro. Mis veinticuatro años como profesor de secundaria me permitieron observar cómo estábamos educando, ver qué creencias limitantes estábamos introduciendo sin querer en nuestros alumnos, creencias con las que la humanidad ha creado su historia conocida, que incluye dramas y tragedias tan devastadoras como las guerras.

Empecé a darme cuenta que no podríamos entender en profundidad esa historia sin saber cómo somos por dentro; de hecho, comencé a conectar los típicos conflictos de clase y los dramas personales de mis alumnos con la historia de la humanidad, y de ahí llegué a la conclusión que la clave de todo estaba en que educábamos de una manera que nos desconectaba de nuestra propia esencia y nos sometía a las creencias y mitos de nuestra cultura y de nuestra familia, llamé a esta educación limitada “educación en autoridades”. En ella el conocimiento se proporciona siempre acabado, sin posibilidades de contrastarlo con conocimientos alternativos a los de los libros de texto y, desde luego, con prohibición sumarísima de poderlo recrear en clase, todo esto hace que el alumno se sitúe siempre por debajo del conocimiento y que aprenda sin la presencia de su espíritu crítico y creatividad. El resultado es una sociedad que consume creatividad de unos cuantos, los genios, y que por ello tiende en gran medida a los victimismos.

Con el tiempo fui desarrollando técnicas para ir creando un clima de autoconocimiento en clase y también fui remodelando los temarios de mis asignaturas, física y matemáticas, para que se convirtieran en herramientas de autoconocimiento, era mi forma de honrar a Sócrates y su “conócete a ti mismo”. La educación en autoridades curiosamente explica en filosofía la importancia del principio socrático, pero sin dar ninguna herramienta a los alumnos para poder aplicarlo en sus vidas: es el sinsentido de una educación que no cuenta con la sabiduría interior de las personas y que las sitúa siempre por debajo de las autoridades que ha construido.

“Entre maestros” recoge todo lo anterior con alumnos que desconocen lo que me propongo, de hecho, antes de empezar la primera clase ni siquiera me conocían personalmente. La idea fue ver con un grupo reducido de alumnos  y en tan sólo doce días de clase qué efectos producía en ellos este tipo de educar. El docente que vea la película ha de contemplarla como una experiencia destinada a inspirarle en el arte de educar desde el autoconocimiento; no ha de verla como un conjunto de recetas, sería de nuevo una educación en autoridades, sino como una invitación a despertar su propia creatividad en las condiciones en las que él tenga que enseñar.

Entre maestros

¿Por qué en la escuela no se enseña autoconocimiento?

Este déficit educativo es debido a que los maestros hemos sido formados, desde prácticamente que nacimos, en una educación en autoridades: ésta crea como un punto ciego en nuestra mirada que impide darnos cuenta de que sin conocernos nunca podremos ser verdaderamente libres, incluso los maestros de filosofía en general no han desarrollado el autoconocimiento ni en sus vidas ni en sus clases. No se trata pues de un problema de sistema educativo, sino de una forma de ver, de un paradigma global en el que hemos estado pensando la humanidad sin darnos cuenta de ello, ahora se desvela todo este proceso porque está desembarcando un nuevo paradigma que nos da la suficiente perspectiva como para que podamos percibir lo que estaba pasando.

¿Está a favor de introducir la Educación Emocional como asignatura obligatoria en las escuelas? ¿Alguna alternativa?

No tiene sentido introducirla meramente como asignatura, el principio socrático ya está en los temarios oficiales de filosofía y sin embargo este hecho no ha enseñado a ningún alumno a conocerse a sí mismo. Partimos de un analfabetismo emocional, por eso la mayoría de las veces no sabemos ni cómo originamos los conflictos; para resolverlo es necesario empezar a plantearse lo que ya comenté anteriormente: una Segunda Alfabetización basada en el autoconocimiento, en la que estaría incluida la educación emocional. De momento lo que propongo es incrementar los cursos de formación que enseñen a los maestros autoconocimiento sobre ellos mismos y también cómo hacer posible su desarrollo en el aula, de forma que los alumnos puedan ir eliminando su analfabetismo sobre sí mismos. Todo lo que sea aprender sobre educación emocional en esta formación de los docentes bienvenido sea.

Por último un pequeño test. ¿Qué te sugieren las siguientes palabras?:

Autoconocimiento: dejar de vivir con un desconocido: nosotros mismos

Inteligencia emocional: saber de nosotros más allá de las mentiras de nuestras creencias limitantes: las emociones no mienten

Evaluación: el concepto clásico de evaluación es la subjetividad de un sistema educativo disfrazada de objetividad

Juego: la mejor forma para conocer, para investigar, sin necesidad de que intervengan autoridades.

Tecnología: un gran avance si la aplicamos con sabiduría, una razón más para que nuestras escuelas inicien el camino del mero conocimiento a la sabiduría (sabiduría = conocimiento para ser feliz, para saborear la vida).

Deberes: la consecuencia lógica de una educación en autoridades, de un aprendizaje no basado en la curiosidad y el disfrute. De hecho hemos sido educados en el sentido del deber en lugar de hacerlo en el sentido de la felicidad.

Creatividad: no creo, como dice Ken Robinson, que las escuelas maten la creatividad, lo que hacen es ponerla al servicio de la cultura y sus mitos, del Paradigma de la Dualidad; la evidencia de ello es que somos muy creativos creando conflictos y dramas a partir de pequeñas cosas. Se trata de educar en la creatividad libre, lo cual nos lleva de nuevo al autoconocimiento, si no sé lo que me influye, lo que me limita: ¿cómo voy a ser un creador libre …?

Metodología: la metodología te limita cuando sometes tu creatividad a ella, cuando quedas encerrado en tus propios métodos, y te libera cuando la ves como mero andamio para construir algo y que cuando acabes la obra puedas desmontar.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/carlos-gonzalez-entre-maestros-nuestra-educacion-analfabeta-emocional/45162.html

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Los hijos y su manual para entender a los padres

Por: Luis Bonilla-Molina

Pequeña carta a mis amigos que se inician en el oficio de ser padres

El hecho de ser padre de siete hijos, en edades pertenecientes a los distintos ciclos escolares, quizá inspira a muchos colegas y amigos a preguntarme cómo encarar la crianza de sus hijos, cuando se  inician en el oficio de la paternidad responsable. Quizá piensan que debo haber recibido algún curso especializado, o  que tal vez mis maestros colegas me dieron una formación deontológica en el tema y, en última instancia que seguramente he escrito algún manual de fácil uso. Nada más alejado de la realidad.

La realidad es que, al escuchar por años que “los niños nacían con un pan debajo del brazo“, lo primero que hacía cuando veía a uno de mis hijos, era de manera muy disimulada,  mirar si en vez de pan, traían un manual de uso y recomendaciones. La primera vez hasta le di la vuelta completa al pobre y le pregunté a su madre ¿qué tengo que hacer?.

Entonces era biológicamente muy joven -cómo lo sigo siendo en espíritu- y la ternura del primer encuentro venía acompañada de mucha angustia.  Los abuelos, tíos, hermanos, primos y muchos amigos, con voz solemne aumentaban mi desasosiego, al decirme: “es una enorme responsabilidad la que tienes ahora, la de formar a este niño (o niña), educarlo con el ejemplo y hacerla una mujer (u Hombre)  de bien“.  Tamaña responsabilidad para quien desde muy temprana edad había cuestionado conceptos como el bien, el mal,

Peor aún, cuando en medio de esa turbulencia cognitiva, con cara de “ponchao” le pedía a mis padres consejos acerca de cómo encarar la “tarea”, sus amorosos aportes eran una larga lista de cosas por hacer y cosas que ahora no podría hacer. Hoy diría mi hijo Ernesto, que mis allegados me “troliaron“, ante mi manifiesta inexperiencia en la génesis de mi ejercicio de rol de padre.

Pero con todo y ello, había que armarse de valor, con la curiosidad como estilo de aprendizaje y asumir la “tarea”. Lo primero era garantizar que vivieran. Pero no era fácil, muchas veces me desperté sobresaltado, porque me parecía que ya no respiraban; los sacudía levemente y eso significaba que se despertaran y tardaran, en medio de la madrugada, por lo menos un par de horas para volver a dormirlos.  Hacer teteros era mucho más agradable que cambiar pañales. Cuidar que no se cayeran cuando aprendían a caminar o que no dijeran la palabra “incorrecta” enseñada por algún travieso familiar, era toda una odisea; al final siempre se raspaban y se les salía la “palabrota” cuando un amigo visitaba la casa. Pero, cuando comenzaron a reírse, llorar y más aún a hablar comprendí, que eran ellos lo que traían en su memoria, el manual que era -y es- el auténtico libro de la vida. Y aprendí que de manera humilde debería “írselos sacando” poco a poco, para beber en la sabiduría que trae consigo cada hijo.

Y fue entonces cuando el mundo se iluminó, porque fui entendiendo que el proceso era al revés. Y entonces los vi como una flor de la vida, como los responsables de abrir alguna puerta que había tenido cerrada o como los portadores de la melodía para eclosionar la semilla de la planta que siempre soñé. Eso hizo que mi amor por ellos se multiplicara exponencialmente, porque sentía que se aprendíamos a la par los oficios de ser padres y el de ser hijos.

A los hijos nos los presta la vida para cuidarlos, protegerlos, amarlos, mientras ellos nos enseñan todo aquello que los libros, las academias y la experiencia no ha logrado hacerlo Los hijos son unos espíritus sabios que tienen la fusa, semifusa y corchea para despertar nuestra conciencia dormida. Los hijos son como una tormenta tropical que destruye todo lo aprendido en una tarde, pero que al día siguiente, desafían nuestra tenacidad y capacidad creativa, para hacer y emprender todo de nuevo, aún teniendo la certeza que otro día volverá su fuerza creativa devastadora para borrar paradigmas, enfoques epistemológicos y la propia teleología de la vida. Los hijos son nuestra escuela más importante de aprender que hacer, haciendo.

Muchos dicen que es nuestro deber enseñarlos, pero poco a poco fui aprendiendo la importancia de escucharles con atención, mirarlos con detenimiento en los detalles y maravillarnos mientras les acompañamos en su recorrido.  Los hijos nos enseñan a ser humildes y a ver la vida en el planeta como un todo.

La aventura de aprendizaje guiado que se inició con el acompañar a mis hijos, me hizo un mejor ser humano y eso se los agradeceré eternamente. Con ellos, he aprendido a respetar y amar por siempre, aún en la distancia, a quienes acompañé, en la labor de abrir puertas a esos espíritus rebeldes, caóticos y amorosos que han sido mis hijos.  Cada vez que uno de ellos nació, como lo estás hoy por el nacimiento de tu hijo, el universo, se despierta de fiesta porque ustedes recibieron a una maestra, a un maestro de la vida.

Por ello amigo, amiga, que me preguntas como asumir el desafío de ser padres, lo que te digo, te invito y te agradezco es a que juntos, día a día, escribamos el manual para que nuestros hijos logren entender el caos que implica ser padres y, en consecuencia, puedan sonreír como preámbulo a lo que será en el mañana la continuación del ciclo.  En vez de buscar  el manual para entenderlos, debemos entregarles a ellos el manual para que perdonen nuestros errores y nos amen con la ternura de nuestro aprendizaje haciendo.

Finalmente debo decirles a mis amig@s que se inician en el oficio de ser padres, que yo he sido tan torpe en mi aprendizaje, y que requería aprender tanto, que necesite 7 maestr@s Espero que tú aprendas más rápido que yo !

Fuente: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2017/03/02/los-hijos-y-su-manual-para-entender-a-los-padres/

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¿Qué es la pedagogía del amor?

31 de enero de 2017/Fuente y autor/el nuevo dia/ Josefina Barceló Jiménez

El maestro debe ser imparcial, no tener consentidos, ser estricto, jovial y justo.

Con frecuencia, muchos docentes se preguntan qué más pueden hacer para motivar a sus alumnos a aprender.

“La formación educativa del siglo XXI debe invitar al estudiante a alcanzar un mayor nivel de descubrimiento de la identidad personal, vinculada con la producción de formas constructivas de vida, a través de las relaciones sociales”, explica el doctor Gilvic Carmona De Jesús, psicólogo en consejería, consultor y diseñador de programas académicos.

Para lograrlo, Carmona recomienda a los maestros utilizar la “Pedagogía del amor” como una herramienta poderosa para el enriquecimiento del proceso de enseñanza-aprendizaje.

“La Pedagogía del amor promete un efecto motivador en los estudiantes como resultado de la transformación en la coexistencia maestro-pupilo”.

Dice el experto que, los docentes que se ocupan de atender empáticamente las necesidades de sus estudiantes, provocan que estos tengan una mayor confianza en sí, una autodeterminación y la formación de una autoimagen sólida, que redundará en beneficio individual y se verá reflejado en una meta colectiva de aprendizaje.

Consejos a los maestros para implementar la Psicología del amor: 

1. Tiene que reconocer que fue estudiante y recordar cuál fue su experiencia en ese entonces, para extrapolar esa experiencia a su salón.

2. Tiene que conocer a sus estudiantes; sus preocupaciones y qué es o no es, pertinente para ellos.

3. Los lineamientos educativos tienen que estar a la par con el desarrollo psicoafectivo de los estudiantes.

4.  Mostrar genuino interés por el estudiante. Demostrarle que nunca dejará de tener fe en él.

5. Tiene que ser empático con ellos y, enseñarles a ser empáticos con los demás.

6.  Debe ser desprendido con su conocimiento y compartirlo con sus estudiantes. Debe ser honesto.

La disciplina del salón

En cuanto al proceso disciplinario, señala el psicólogo, que un maestro siempre tiene que disciplinar con su ejemplo. “Las reglas tienen que estar siempre claras y justas.

Para promover el empoderamiento de los estudiantes esas reglas deben hacerse en conjunto y democráticamente entre maestro y estudiantes, desde el inicio de clases”.

Además, “el maestro tiene que mostrar respeto a las opiniones de sus estudiantes y no imponer las suyas”.

En cuanto a lo académico. “La tarea debe ser proporcional al conocimiento que se pretende medir. Debe ser una educación basada en el constructivismo, en el cual los estudiantes sean partícipes de la construcción del conocimiento”, expresa Carmona.

Herramienta que funciona

La Pedagogía del amor es vista como una herramienta de trabajo, propuesta por la filosofía oriental y la teoría de la educación psicoafectiva de Daniel Goleman. Se ha probado en países como Finlandia y Suecia. En Puerto Rico se está proponiendo para aumentar la motivación, tanto en maestros como en estudiantes, ya que trae consigo cambios de actitud en ambos.

Según Carmona, en las escuelas donde se utiliza, los estudiantes se sienten seguros y amados en éstas, independientemente de la situación que vivan en sus hogares, y logran un mayor conocimiento de sus emociones, por lo que la deserción escolar se ve reducida.

Plantea el consultor académico que los estudiantes de maestros que utilizan esta herramienta, al terminar la escuela, se van con una visión de la vida sólida, con un conocimiento propio extraordinario, siendo mejores personas con ellos y con los demás, y sirviendo a los que lo rodean.

Fuente: www.elnuevodia.com/noticias/ende/nota/queeslapedagogiadelamor-2284153/

Imagen: rec-end.gfrcdn.net/images/tn/0/106/1970/1820/900/789/2017/01/24/97a77b0d-eda0-421f-ada6-a54074a5ac87.jpg

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