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Andre Perry: Es hora de que los blancos tengan ‘la conversación’ con sus hijos

Cada padre negro tiene numerosas conversaciones continuas sobre racismo con sus hijos. Nada cambiará hasta que los padres blancos también comiencen a hablar con sus hijos sobre el racismo todo el tiempo.

El mariscal de campo Drew Brees, de los New Orleans Saints, sale del campo al medio tiempo durante el partido de fútbol americano de la NFL Pro Bowl en enero de 2020. Brees ha sido criticado recientemente por su comentario sobre los jugadores que se arrodillan en apoyo de Black Lives Movimiento de la materia, que él «nunca estaría de acuerdo con nadie que no respete la bandera de los Estados Unidos de América». La declaración, dice el columnista de Hechinger Andre Perry, demuestra la ceguera deliberada de muchos en la comunidad blanca ante el sufrimiento que los rodea. Crédito: AP Photo / Steve Luciano

Todos los padres negros, en algún momento, tienen que tener «la charla», la reunión proverbial donde involucramos a nuestros hijos en una discusión seria sobre cómo la policía trata a las personas negras. Explicamos cómo conversar con la policía, cómo hacer contacto visual, cómo o cuándo mostrar respeto, cómo, cuando es necesario, a veces deben hacer una genuflexión ante una autoridad injusta para protegerse.

Inevitablemente, no es solo una charla. Las circunstancias nos obligan a tener una serie de conversaciones a lo largo de la vida de nuestros hijos, porque el racismo es una presencia constante.

Si solo tiene «la conversación» con su hijo por primera vez esta semana para explicar las protestas que están viendo en la televisión o fuera de sus ventanas por la muerte de George Floyd, Breonna Taylor y Ahmaud Arbery, tiene un problema . Probablemente significa que no estás hablando regularmente con ellos sobre eventos actuales y que no están recibiendo una buena educación sobre la historia estadounidense en la escuela. También significa que intencionalmente has enterrado tu cabeza en la arena ante las marcadas injusticias que no respetan la noción misma de nuestra democracia estadounidense y sobre el papel que puedes desempeñar en esas injusticias con tu silencio.

Ante los hechos casi cotidianos de violencia racial contra personas negras, no debería haber una sola conversación sobre la policía cuando eres padre, de ninguna raza. Enseñamos a nuestros hijos todos los días para ayudarlos a navegar por las comunidades en las que viven. Deberíamos estar hablando con los niños sobre el racismo en este país todo el tiempo.

Al principio, les enseñamos a no jugar con enchufes eléctricos y a tener cuidado cerca de la estufa. Les enseñamos a decir por favor y gracias, y a ser amables y compartir. Del mismo modo que enseñamos a nuestros hijos a mirar a ambos lados cuando cruzan la calle, deberíamos darles lecciones regulares y apropiadas para el desarrollo sobre la raza y el racismo. Como hemos visto, un mal encuentro con un policía puede ser tan fatal como un accidente automovilístico. No tener una conversación sobre los asesinatos de la policía, las protestas subsiguientes y el dolor, la ansiedad y la ira que causan es ignorar voluntariamente los autos que vienen de ambos lados de la calle.

No, no le mostré a mi hijo el video del asesinato de George Floyd, pero sí hablamos de ello en el contexto del racismo y la supremacía blanca que lo condujo. Esas lecciones ordinarias preparan a nuestros hijos para los desafíos inevitables que enfrentarán directamente.

No imagine que evitar estas conversaciones protegerá a su hijo de los horrores del racismo; absorberán esta información de alguna manera. Y si lo ignoras, esa es la lección que aprenderán de ti.

Relacionado: No hijo, la guerra no es necesaria

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Los manifestantes protestan el jueves 4 de junio de 2020 cerca de la Casa Blanca en Washington por la muerte de George Floyed, un hombre negro que estaba bajo custodia policial en Minneapolis. Floyd murió después de ser retenido por agentes de policía de Minneapolis. Crédito: AP Photo / Evan Vucci

La gran cantidad de ejecuciones extrajudiciales de personas negras a manos de la policía en los últimos nueve años me obligó a dar numerosas charlas a mi hijo sobre las imágenes y palabras que invariablemente ve y escucha. Cuando tenía 4 años en 2014, hablé con él sobre cómo Michael Brown había sido asesinado por la policía. Le expliqué por qué veía la televisión con tanta atención y cuán enojada estaba la gente porque una persona había muerto innecesariamente. Cuando mi hijo tenía 5 años, Freddie Gray murió de las heridas que sufrió mientras estaba bajo custodia policial. A medida que Roby crecía, las muertes de  Eric GarnerPhilando Castile, Alton SterlingSandra Bland , Breonna Taylor y George Floyd incitaron a conversaciones apropiadas para su edad.

Estas conversaciones son tan desgarradoras como necesarias, especialmente cuando tocan la vida de un niño directamente. Al crecer en Nueva Orleans, le enseñamos la tradición del Mardi Gras de extender sus brazos mientras pasan los flotadores y gritar: «¡Tírenme algo, señor!» En 2006, durante un desfile de Mardi Gras, Roby , de 5 años, extendió la mano y atrapó un collar de cuentas que le arrojó alguien que viajaba en una carroza. El collar estaba tachonado con banderas confederadas de plástico. Teníamos que tener otra charla.

Afortunadamente, mi esposa y yo le dimos lecciones tempranas sobre figuras como Martin Luther King, Jr., Malcolm X y Rosa Parks y la historia de la esclavitud y el Movimiento por los Derechos Civiles. Afortunadamente, su escuela en ese momento enseñaba lecciones similares. Entonces, cuando le expliqué a Roby que las personas que apoyaban las banderas confederadas también apoyaban la esclavitud, y que no podíamos mantener las cuentas, entendió. Me permitió tirar las cuentas racistas. No se derramó una lágrima.

Esta última semana, tuvimos que tener una nueva conversación, sobre un héroe que lo había decepcionado. Cuando mi hijo nació, le regalé una camiseta de fútbol de los New Orleans Saints, inscrita con el nombre de Drew Brees. Ese mismo año, los Saints ganaron un Super Bowl con Brees como quarterback. Como soy originario de Pittsburgh, mi lealtad pertenecía a ese otro equipo en negro y dorado, los Steelers. Pero el surgimiento de los santos después del huracán Katrina simbolizó el surgimiento de la ciudad. La compra de una camiseta de Brees fue un pago inicial por mi creencia de que Brees y los Saints se preocupaban por los residentes de Nueva Orleans.

No es sorprendente que se convirtiera en su camiseta favorita. Luego, la semana pasada, Brees respondió a la muerte de George Floyd y las protestas que siguieron con estas palabras: «Nunca estaré de acuerdo con nadie que no respete la bandera de los  Estados Unidos de América o de nuestro país «.

Le expliqué a mi hijo que tendríamos que deshacernos de su camiseta Brees porque simplemente no podemos representar a alguien que ignora voluntariamente el sufrimiento infligido a las personas en su propia ciudad, en su propio equipo y en los millones de personas en todo el mundo que están cansados ​​de la violencia policial. Mi hijo no derramó una lágrima cuando tiré la camiseta porque le di lecciones que lo prepararon para momentos como este; no solo una «charla», sino muchas conversaciones grandes y pequeñas sobre el aterrador mundo que lo rodea.

Brees finalmente se disculpó por su declaración. Pero está claro que si alguien necesita «hablar», son Drew Brees y los muchos blancos cuyas opiniones representa. Las lecciones sobre la violencia policial, los derechos constitucionales y el privilegio blanco no deberían ser temas que solo se discutan en hogares negros: esta es información que las personas blancas también deben impartir a sus hijos. Todo el tiempo. Poner fin al racismo requiere que los blancos lo reconozcan y lo aborden con sus hijos. Ignorar la política y la política anti-negras no respeta nuestra humanidad compartida, y mucho menos la bandera estadounidense.   

Esta historia sobre la enseñanza a los niños sobre el racismo fue producida por  The Hechinger Report , una organización de noticias independiente y sin fines de lucro centrada en la desigualdad y la innovación en la educación. Regístrese para recibir  el boletín de Hechinger .

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Racismo y educación superior

Por Daniel Mato

El 21 de marzo de 1960, la policía de Sudáfrica mató a 69 personas que manifestaban pacíficamente contra las leyes del apartheid. En 1966, la Asamblea General de Naciones Unidas resolvió que el 21 de marzo de cada año se conmemore el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.   En América Latina, el racismo afecta especialmente a las personas y los pueblos indígenas y afrodescendientes. Este problema, originado en el período colonial, continúa vigente. Si bien en algunos países los comportamientos abiertamente racistas hacia estas personas y comunidades son menos habituales, existen desventajas históricamente acumuladas, mecanismos institucionales, prejuicios y prácticas que continúan reproduciendo inequidades. Las expresiones “racismo oculto”, “estructural” o “sistémico” permiten llamar la atención respecto de estos problemas. Las instituciones y políticas de educación superior no escapan a estos problemas. Ellos se expresan no solo en prejuicios y descalificaciones, sino también en la exclusión de las historias, lenguas y conocimientos de esos pueblos en los planes de estudio. También lo hacen en la escasa participación de personas indígenas y afrodescendientes entre el estudiantado, docentes, autoridades y funcionarios. Recientemente, en una prestigiosa universidad brasileña un estudiante “blanco” depositó agresivamente una banana en el pupitre en el que estaba estudiando un estudiante “negro” y le espetó: “Macaco cotista”, es decir: “Mono de cuota”. Con esta expresión hacía referencia a los programas de cupos reservados a estudiantes indígenas, negros y otros de sectores sociales excluidos. Este es un ejemplo de racismo abierto, pero abundan los de racismo oculto. A pocos sorprende que aunque según el Censo de 2010 la población indígena de Argentina represente casi el 2,5% del total nacional haya tan pocos estudiantes indígenas y aun menos los docentes y directivos. O que en Brasil, donde la población afrodescendiente supera el 50%, sea tan baja su proporción entre estudiantes, docentes y directivos. A nadie sorprende que en las facultades de Farmacia no se estudien los conocimientos de pueblos indígenas acerca de aplicaciones terapéuticas de especies vegetales, pero que los laboratorios farmacéuticos se ocupen de obtenerlos y patentarlos en su propio beneficio. Hay numerosos ejemplos para todos los campos del saber.

El racismo no solo afecta las posibilidades de que personas indígenas y afrodescendientes accedan a la educación superior y logren graduarse en los lapsos esperables. También afecta la calidad de la formación que las universidades ofrecen, la investigación que realizan y su papel en la formación de ciudadanos y de opinión pública. Las ideologías y prácticas racistas también impregnan la formación de docentes y así se irradian hacia todo el sistema educativo.  Todo esto perjudica no solo a las personas y comunidades de esos pueblos, sino a cada sociedad en su conjunto, que se priva de sus conocimientos, lenguas y contribuciones a la solución de importantes desafíos ambientales y sociales.

En vista de estos problemas y de lo establecido en varios convenios internacionales la 3ra. Conferencia Regional de Educación Superior, realizada en Córdoba en junio de 2018, entre otras recomendaciones enfatizó que las políticas e instituciones de educación superior deben contribuir proactivamente a desmontar todos los mecanismos generadores de racismo. El reto es llevar esta recomendación a la práctica.

*Director de la cátedra Unesco Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina de la Untref y director adjunto del Centro Interdisciplinario de Estudios Avanzados (CIEA) de la Universidad. (Fuente www.perfil.com).

Fuente remitida por el autor del articulo: https://www.perfil.com/noticias/columnistas/racismo-y-educacion-superior.phtml

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Democracia racial todavía es mito en América Latina

Por:

En América Latina y el Caribe, unos 200 millones de personas se autoidentifican como descendientes de africanos, lo que representa más de un tercio de su  población. Sin embargo la “democracia racial” sigue siendo un mito. 

En países como Brasil, República Dominicana, Haití y otras islas del Caribe, la población afrodescendiente es mayoritaria. Según la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas Afrocaribeñas y de la Diáspora, y si se suma la población indígena, asciende regionalmente a casi la mitad.

“Sin embargo existe un énfasis en hacernos parecer como minoría. No permitir acceso a condiciones de vida digna, solo se explica por el racismo que continúa siendo una ideología relevante”, destacó a IPS su coordinadora, la nicaragüense Dorotea Wilson.

«Existe un énfasis en hacernos parecer como minoría. No permitir acceso a condiciones de vida digna, solo se explica por el racismo que continúa siendo una ideología relevante”: Dorotea Wilson.

Según la lideresa de la red que articula a las organizaciones regionales de mujeres afrodescendientes, “aún hay países donde siendo la mayoría, la población negra o indígena no es partícipe de la vida económica ni política”.

De hecho, en algunos países ni aparecen en  censos o estadísticas. “Cuando no se reconocen los problemas y necesidades de un sector de la población, no se diseñan políticas públicas para mejorar su situación”, señaló Wilson desde la sede de la red en Managua.

Según la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), la población afrodescendiente de la región representa 30 por ciento de su población total de 625 millones de personas, mientras en los países caribeños sube a 70 por ciento.

Pese a eso, es la que más sufre por la discriminación y violación de sus derechos. La pobreza los afecta en 92 por ciento y las desigualdades se acentúan en las mujeres negras.

“La ausencia de políticas públicas que favorezcan la situación de las mujeres afrodescendientes ayuda a que los problemas que se relacionan con la incidencia de la pobreza en los grupos étnicos se agudicen”, remarcó Wilson, una de las luchadoras por los derechos de los afrodescendientes y de las mujeres más reconocidas de la región.

Problemas como la inseguridad sobre sus tierras; la deficiencia de servicios básicos de salud, educación, agua potable, alcantarillado, electricidad y caminos; la elevada tasa de enfermedades contagiosas e infecciosas; el escaso apoyo para programas de empleo productivo y la defensa de su patrimonio cultural, especificó.

Desde el 21 de marzo, Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, y hasta el martes 27, en el mundo se celebra la semana de solidaridad con los pueblos que luchan contra el racismo y la discriminación racial.

Democracia racial todavía es mito en América Latina

La nicaragüense Dorotea Wilson, coordinadora general de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. Crédito: Cortesía de la Red.

“Las Naciones Unidas, producto del debate y la presión de los movimientos afrodescendientes del mundo, aprobó la Declaración y el Programa de Acción de Durban, reconociendo así la situación de los afrodescendientes, la historia de la esclavitud, y contribuyó a que los Estados empiecen a identificar la situación y diseñar políticas públicas”, recordó Wilson.

Sin embargo “falta muchísimo por hacer”, dijo. “Es fundamental” que los Estados incluyan en los censos la variable étnico racial y de género, y en función de eso y otros aspectos diseñar e implementar políticas públicas contra la pobreza, y que la población afrodescendiente sea parte de la ciudadanía de nuestros países y del continente”, exhortó.

“La democracia racial fue denunciada como mito y transformada en los años 80 como principal blanco de los ataques del movimiento negro, como una ideología racista”, explicó a IPS la abogada y activista de derechos humanos Anhamona de Brito,  de Brasil, el país del mundo con la mayor población de origen africano fuera de Africa.

Sin embargo “falta muchísimo por hacer”, dijo. “Es fundamental” que los Estados incluyan en los censos la variable étnico racial y de género, y en función de eso y otros aspectos diseñar e implementar políticas públicas contra la pobreza, y que la población afrodescendiente sea parte de la ciudadanía de nuestros países y del continente”, exhortó.

“La democracia racial fue denunciada como mito y transformada en los años 80 como principal blanco de los ataques del movimiento negro, como una ideología racista”, explicó a IPS la abogada y activista de derechos humanos Anhamona de Brito,  de Brasil, el país del mundo con la mayor población de origen africano fuera de Africa.

Brito fue también superintendente de Derechos Humanos del estado de Bahia, y secretaria de Políticas afirmativas del gobierno federal, entre otros cargos.

“La perspectiva de la democracia racial sirvió para inculcar una falacia en el imaginario colectivo: el de que en Brasil los blancos tenían una débil o casi ninguna conciencia de raza, donde el mestizaje era desde el período colonial, diseminado y moralmente consentido, donde los mestizos – mientras estuvieran educados- serían regularmente incorporados a las elites”, afirmó De Brito.

Democracia racial todavía es mito en América Latina

La brasileña Midiã Santana, con su reconquistado pelo afro, como una reafirmación de su identidad de mujer negra. La periodista ha creado el sitio Lista Negra, dedicado a promover a jóvenes emprendedores afrodescendientes en su estado, Bahia, donde 80 por ciento de la población tiene origen africano. Crédito: Cortesía de Midiã Santana

En consecuencia, “donde el prejuicio racial nunca fuese suficientemente fuerte como para crear ‘una línea de color’”, añadió. 

“Sabemos hoy que esa mezcla entre jóvenes blancos, negros e indígenas se dio a través de violaciones de mujeres negras e indígenas de parte de los colonizadores”, acotó a IPS la periodista y escritora Rosiane Rodrigues, investigadora del brasileño Instituto de Estudios Comparados en Administración Institucional.

“Por lo tanto podemos pensar que el ‘emblanquecimiento’ y mestizaje del brasileño se da en primera instancia a partir de violaciones. Es necesario que recordemos eso. Descender de un estupro no es un dolor fácil para nadie”, agregó.

Según Rodrigues, el mito de la democracia racial fue fundamental para enmascarar las relaciones de desigualdad, discriminación y exterminio de negros e indígenas, presuponiendo que ese mestizaje se dio “espontáneamente en condiciones de igualdad”.

En 2016,  una comisión parlamentaria de investigación concluyó que cerca de 30.000  jóvenes de entre 15 y 29 años son asesinados anualmente en Brasil, 77 por ciento de ellos negros, lo que equivale a un joven afrodescendiente muerto cada 23 minutos.

“Brasil es un país de proporciones continentales y hablar de una única forma de racismo es peligroso”, destacó Rodrigues.

“El genocidio que Brasil ha promovido contra jóvenes negros es la punta del iceberg de sus relaciones raciales. Por cierto el más cruel”, aclaró. 

Pero la discriminación se expresa también formas más sutiles como contó Midiã Santana, periodista, con maestría en Cultura y Sociedad por la Universidad Federal de Bahia, y creadora del sitio Lista Negra, que busca divulgar el trabajo de emprendedores negros de su estado, Bahia, con casi 80 por ciento de  población negra.

“Yo tenía el pelo ondulado y abundante y en la adolescencia lo sometí a una técnica que se llama alisamiento definitivo. Sabía que tenía un cabello bonito pero quería ser parte de un grupo que la sociedad considera como el más aceptado”, dijo a IPS.

Hace tres años Santana decidió experimentar la llamada transición capilar, una técnica que en tres años revierte el alisado químico, y que en Brasil y otros países de América Latina  refleja una nueva conciencia y resistencia afro.

“A partir de mi proceso de transición capilar conseguí reconocerme como la mujer negra que soy. Comencé a identificarme más conmigo misma y como bonita, a partir de que mi cabello volvió a ser lo que era”, relató Santana.

“Esto me hizo entender que el racismo en Brasil también está en la estética y que el empoderamiento negro también se da a través de la belleza. Entendí que mi cabello también era una cuestión de afirmación y representatividad”, subrayó.

En Brasil se ha avanzado en el combate al racismo con medidas como su reconocimiento como un problema, la implementación de cuotas raciales, y la inclusión de contenidos  sobre la historia de África y de los pueblos indígenas en los currículos escolares.

No obstante para Rodrigues aunque muy importantes para enfrentar el racismo, “fueron muy tímidas”, después de 380 años de esclavitud.

Brito destacó también que las políticas para reducir la pobreza extrema y aumentar el empleo contribuyeron indirectamente a mejorar la situación de los negros.

Algo para la abogada inclusive más efectivo desde el punto de vista de la justicia social, que la base legal creada para penalizar prácticas racistas en Brasil porque todavía hay mucha resistencia de las instituciones para implementarlas de manera certera.

Pero Rodrigues lamentó que el gobierno conservador de Michel Temer “está terminando o inviabilizando varias de esas iniciativas y haciendo retroceder el avance conquistado en las últimas décadas por relaciones raciales más justas”.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2017/03/democracia-racial-todavia-es-mito-en-america-latina/

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Francia: El exfutbolista que educa contra el racismo

Europa/Francia/22 Enero 2017/Fuente y Autor: SemanaEducación

Enseñar el respeto por las diferencias raciales se convirtió en el objetivo de la Fundación Lilian Thuram- Educación contra el racismo, creada por un exjugador de la Selección de Francia.

Dejó el fútbol en 2008 y decidió crear una fundación que lleva su nombre. Lilian Thuram, uno de los más grandes jugadores de la historia de la selección de fútbol francesa, aprovechó su su visibilidad como figura pública para llevar un mensaje social y de igualdad a diferentes rincones del mundo.

Es así como nació la Fundación Lilian Thuram- Educación contra el racismo. No es casual que el ex deportista decidiera enfocar la actividad de su organización a erradicar este tipo de discriminación: de nacionalidad francesa, es originario de Pointe-à-Pitre, Guadalupe (una comuna francesa en el Caribe), donde llegaron sus ancestros esclavos durante la época de la colonización del país galo. Se mudó a Francia a los nueve años.

En la página de la fundación se puede leer: “No es que uno nazca racista, sino que uno se vuelve racista. Esta verdad es nuestra piedra angular. El racismo es una construcción intelectual y, sobre todo, política. Debemos tomar consciencia de que la historia nos ha condicionado durante generaciones a vernos antes que nada como negros, blancos, magrebíes, asiático”.

Para establecerla, Thuram se inspiró en líderes negros que influyeron en la sociedad y que han luchado para enfrentar el racismo. Entre ellos, Nelson Mandela, Martin Luther King y Barack Obama. De hecho, se inspiró en estos hombres para escribir el libro “Mis estrellas negras, de Lucy a Barack Obama” (prólogo de Eduardo Galeano), que ganó el Premio Seligmann contra el racismo en 2010.  «Fue muy especial para mí escribir ese libro, rindo homenaje a todos ellos, personas negras que han logrado ir superando barreras y haciendo ver que no somos tan diferentes», aseguró tras recibir el reconocimiento.

El exfutbolista es una figura reconocida en su país, no solo por su exitosa carrera en el fútbol, sino porque se erigió como un líder social que busca educar a los menores para que aprendan el respeto por el otro y la tolerancia por la diferencia racial. El ex presidente Nicolás Sarkozy le ofreció a Thuram ser ministro de la diversidad durante su administración, cargo que rechazó porque no se sentía listo para desempeñar un puesto en la política.

La fundación, en la que Thurman participa activamente, utiliza diversas estrategias para transmitir su mensaje: dictar clases y conferencias en colegios y universidades francesas y extranjeras; participar en programas de radio y televisión; crear torneos de fútbol y distribuir programas multimedia gratuitos para primaria en escuelas francesas.

Lilian Thuram decidió no continuar su carrera futbolística el 1 de agosto de 2008. Fue campeón del mundo con la selección francesa en el Mundial Francia 98 y campeón de la Eurocopa de 2010. Es el jugador que más partidos ha jugado con la selección de su país en toda la historia. Fue campeón con el Parma de la Copa Uefa en 1999, plantel que compartió con Faustino Asprilla.

Fuente de la noticia: http://www.semana.com/educacion/articulo/fundacion-contra-el-racismo/512533

Fuente de la imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2015/5/1/426041_103213_1.jpg

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«Hay que hablar de por qué la mujer negra es la mayor víctima de violación en Brasil» Entrevista a Djamila Ribeiro, investigadora y profesora de filosofía política en la Universidad Federal de São Paulo y Subsecretaria de Derechos Humanos en la ciudad de São Paulo

Brasil/06 Agosto 2016/Autora: Marina Novaes/Fuente: El País

La violación en grupo de una de 16 años en Río de Janeiro provocó un intenso debate acerca de la cultura de la violación y una serie de manifestaciones en todo el país contra el machismo y también contra el racismo. La razón: la violencia contra las mujeres negras se disparó y, a pesar de que hay quien quiere descalificar el debate (llamándolo cantinela[1] feminista), más allá de este hecho concreto (la víctima era una joven negra y pobre), los datos del Mapa de la Violencia (2015) confirman el problema. Para Djamila Ribeiro, de 35 años y una de las activistas más conocidas del movimiento feminista negro actual, solamente desconstruyendo el mito del país en armonía y libre de racismo será posible crear políticas eficaces para abordar la violencia de género.

Djamila es investigadora y profesora de filosofía política en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), blogger, madre de una niña de 11 años y, desde hace dos meses, Subsecretaria de Derechos Humanos en la ciudad de São Paulo. En una entrevista con El País, habló sobre las diferentes luchas dentro del movimiento feminista y el racismo enraizado en nuestra cultura.

-Marina Novaes: El caso de la violación colectiva en Río en el mes de mayo provocó una reacción muy fuerte entre las mujeres de este país. Además, planteó un debate sobre el tema del racismo y la cultura de la violación. ¿Cuál es la relación entre estas dos cuestiones?

-Djamila Ribeiro: La cultura de la violación era evidente porque se trataba de un acto brutal en Rio. Pero quedó claro que la mayor parte de la sociedad ve eso como un fenómeno, como algo puntual. Ese debate, desarrollado por el movimiento feminista es importante para demostrar que ese hecho no es sino parte de una cultura, una rama del machismo. En cuanto a la cuestión racial, tenemos que analizar por qué las mujeres negras son las que más sufren este tipo de violencia. La encuesta Violencia Sexual, realizada por UNICEF, muestra que las mujeres negras son las principales víctimas de este tipo de violencia. No es un fenómeno. Es parte de una estructura. Si consideramos el contexto histórico de Brasil, tenemos un país con una con herencia esclavista de más de 300 años de esclavitud. Y en el período esclavista las mujeres negras eran sistemáticamente violadas por sus dueños. Cuando hablamos de cultura de la violación es necesario establecer esa relación directa entre la cultura de la violación y la colonización. Todo está conectado, un grupo que combina la doble opresión: además del sexismo, sufre el racismo. Por supuesto, todas las mujeres son vulnerables, susceptibles de ese tipo de violencia sexual. Pero cuando hablamos de las mujeres negras existe ese componente adicional que es el racismo. También está el tema de la ultrasensualización de la mujer negra, haciendo de ella un objeto sexual lascivo… Están tan deshumanizadas que, de alguna manera, incluso se quiere justificar la violencia que se ejerce contra ellas. Si lucho contra el machismo, pero ignoro el racismo, sigo alimentando la misma estructura.

-MN: ¿Hay falta de diálogo dentro del movimiento feminista?

-DR: Dentro del feminismo, hay un tema que las mujeres negras tratan de poner encima de la mesa desde los años 70, referido al hecho de que las mujeres blancas, de alguna manera, universalizaron la categoría mujer, sin darse cuenta de que hay varias posibilidades de ser mujer: la mujer negra, la mujer blanca, la mujer indígena, la mujer lesbiana, la mujer pobre… No obstante, mientras no pensemos con esas categorías entre nosotras, dejaremos un gran grupo de mujeres fuera del debate. El movimiento feminista, durante mucho tiempo, no fue más que un movimiento de mujeres blancas de clase media que estaban preocupadas únicamente por las opresiones que les afectaban a ellas, haciendo caso omiso de las opresiones que sufrían otras mujeres en una posición más vulnerable. No tener esa perspectiva de que somos diferentes a menudo provoca que mujeres que han gozado de algún privilegio reproduzcan opresiones sobre quienes están en una posición más vulnerable. Esta es la cuestión que el movimiento feminista negro pone encima de la mesa. También queremos estar representadas en el movimiento. No se puede pensar sólo en lo que nos afecta, pues en ese caso acabaremos perpetuando el mismo poder que queremos combatir. En ese sentido, es necesario que las mujeres que tienen algún privilegio se abran a ese debate, no que lo vean como una afrenta o un insulto.

-MN: Usted escribió en uno de sus artículos sobre esas luchas diversas dentro del movimiento feminista, señalando cómo en el momento en que las mujeres blancas luchaban por el derecho al voto, las mujeres negras se esforzaban por ser reconocidas como seres humanos en la sociedad. Centrándonos en el momento actual, ¿cuáles son las principales diferencias entre bandos dentro del movimiento?

-DR: Creo que el diálogo ha mejorado bastante desde hace unos años. No obstante, detengámonos en el tema de la violencia doméstica. El estudio Mapa de Violencia 2015 demostró que en los últimos diez años, un período en el que estuvo vigente la Ley Maria da Penha[2], disminuyó un 9,6% el asesinato de mujeres blancas en Brasil y aumentó en un 54,8% de las mujeres negras. Es un número absurdamente alto. Si nos fijamos en el mercado de trabajo, por ejemplo, en el número de trabajadoras domésticas: las mujeres negras siguen siendo la mayoría. La cuestión del aborto: las mujeres negras son las más mueren porque, siendo el aborto un crimen, las mujeres que tienen una mejor condición económica abortan en unas condiciones de seguridad e higiene, por lo que no se .mueren al abortar… Es necesario comprender que las mujeres negras necesitan una mirada específica. Es necesario romper con esa mirada universal que a menudo alcanza solamente a un grupo específico. Si hay un grupo que es más vulnerable, ese grupo es el que necesita más atención. Es una minoría dentro de la minoría.

-MN: El hecho de que no reconocer que las mujeres negras son más vulnerables, ¿tiene su origen en la dificultad que el brasileño tiene para reconocer que es racista? ¿Viene de nuestra educación?

-DR: Esa es una buena pregunta. Brasil es un país de mayoría negra, pero la gente no debate con eficacia contra el racismo. Y creo que eso se debe, en parte, al mito de la democracia racial que se creó en Brasil. Un mito que nos hace pensar que aquí no hay racismo. Que racismo era lo que existía en los Estados Unidos o en Sudáfrica, porque allí el racismo estaba recogido en la Constitución, mientras que aquí, en Brasil, eso no pasa… No reconociendo que aquí hay racismo institucional. Siempre pongo el ejemplo de la Universidad de São Paulo, porque creo que es un clásico: si vas allí y ves, ¿cuál es el color de la gente que está limpiando y cuál el de las personas que están en clases? Además, en tanto que en Brasil la segregación es muy evidente, lo que necesitamos es discutir sobre el racismo de una manera más eficaz, porque hemos crecido en el mito armónico de las razas, de que la gente se lleva bien, de que somos un país de mestizaje, olvidando que el principal motivo de ese mestizaje fue la violación de mujeres negras, de mujeres indígenas… Se quiere alabar los puentes que existen, pero no se quiere hablar de las barreras que nos separan. Y eso, en gran parte, se debe a la dificultad de considerar a Brasil como un país racista. Tenemos que trabajar en ello de manera más efectiva en la educación.

-MN: ¿Cuál debe ser el papel del hombre para ayudar a terminar con el machismo?

-DR: Creo que sobre todo lo que hay que discutir es la cuestión de la masculinidad. La masculinidad hegemónica, tal y como está construido, está directamente relacionado con la cuestión de la violencia y la agresión. Desde muy pequeño los niños son educados para ser el macho, el proveedor, violento, agresivo. Si vivimos en una sociedad donde los hombres violan a las mujeres, es porque estamos creando hombres que piensan que pueden hacerlo. Este debe ser el punto principal: ¿cómo se deconstruye esa masculinidad violenta? Discutiendo entre ellos, creo que sería fundamental. Ellos pueden y deben ser compañeros y aliados apoyando nuestra lucha, dando visibilidad… Si usted es profesor, debatiendo sobre el tema en el aula. Si usted es empleador, pagando el mismo salario a hombres y mujeres por el mismo trabajo, creando alternativas para las madres trabajadoras. Si usted es un profesor de la universidad pública, apoyando la lucha de las estudiantes para que se abran guarderías en las escuelas, ya que la guardería es también residencia de estudiantes. Si está con amigos y un amigo acosó a una mujer, hable con él para decirle que eso es acoso, no una galantería. Si está en casa, divida las tareas del hogar, la responsabilidad de cuidar a los niños. Esa es una gran ayuda para el movimiento feminista, sin necesidad de tener que coger un micrófono y hablar por nosotros. Es mucho lo que los hombres pueden hacer, deben hacer, con esa acción concreta, ya que es la masculinidad hegemónica lo que nos está matando. Es importante que los hombres estén dispuestos a deconstruir.

-MN: Hay mujeres que tienen miedo a considerase feministas, que piensan que el feminismo es malo. ¿Cómo lo ve? DR: Nadie nace conociendo la opresión que sufre. Ahí se llega después de un proceso de toma de conciencia que adquirimos con el tiempo. Además, hay otra cuestión que el machismo sabe hacer muy bien: crear una serie de mitos en torno feminismo, que fue una forma más de evitar que las mujeres se unieran. De hecho, cuanto más se unan las mujeres, mejor se manifestará la ideología feminista. Por eso se inventaron los mitos de que la mujer feminista odia a los hombres, de que la mujer feminista es una mujer muy agresiva… como una forma de aparatar a las mujeres de esa acción. Cuando se entienda qué es el feminismo, no habrá ninguna razón para que no se quiera ser feminista. Si ser feminista es luchar por la igualdad de las mujeres, para que las mujeres sean tratadas como seres humanos, para que podamos vivir en una sociedad igualitaria y justa, no hay ninguna razón para no ser feminista.

-MN: ¿Qué es la interseccionalidad del feminismo?

DR: Los movimientos operan con la misma lógica que la sociedad. Excluyen y eligen su propio objeto de trabajo. En consecuencia, el movimiento negro que lucha contra el racismo, por ejemplo, tiene una mirada muy masculina; el movimiento feminista, tiene una mirada muy blanca; el movimiento LGBT privilegia al hombre gay blanco… En ese sentido, la interseccionalidad busca crear formas de orientar nuestras políticas de manera que nos demos cuenta de esa diversidad. De lo contrario, seguiremos eligiendo qué vidas son importantes y cuáles no. (…) En el momento de pensar políticas necesito tener una mirada interseccional para llegar a los grupos vulnerables, porque si universalizo un grupo o una lucha, no nombro el problema. Y si no lo hago así, esas personas permanecerán invisibles, sus problemas no serán nombrados y, si no nombro sus problemas, nunca seré capaz de pensar una solución.

-MN: Cambiando un poco de tema, ¿qué piensas del movimiento escuela sin partido [3]?

-DR: Es un retroceso. Me parece gracioso el argumento, pues no hay nada exento de ideología. Desde el momento mismo en que usan ese argumento, están hablando de una ideología, una ideología excluyente. Una ideología que supone el fortalecimiento del orden establecido, para conseguir que esas cuestiones permanezcan al margen. Debatir estas cuestiones es sólo para nosotros entender que estas personas existen, hasta qué punto es necesario educar en el respeto. No me gusta el término «tolerancia». Las personas tienen que ser respetadas. Es muy importante tratar esos temas en las escuelas, que pueden ser un espacio muy importante en la transformación mentalidad. Pero, de la manera en que, por lo general, se encuentra en la actualidad, acaba reproduciendo la violencia. Hay que enseñar portugués y matemáticas, pero se deben enseñar temas de género, temas raciales… porque todos esos temas son transversales y tienen que ser trabajados en todas las disciplinas. Cuando la gente empieza a estudiar estos temas, estamos emponderando a esos grupos, dando voz a los grupos que nunca la han tenido, y entonces la gente comenzará a reclamar sus derechos. Y todo eso significa la pérdida de privilegios de quienes están en el poder.

Traducción del portugués: Alfredo Iglesias Diéguez

Notas del traductor

[1] En el texto original la expresión usada es mimimi, una expresión usada de forma peyorativa para describir o imitar a una persona que reclama; es una onomatopeya que imita el sonido de un lloro quejumbroso.

[2] La Ley Maria da Penha, es la denominación popular de la Ley 11.340, de 7 de agosto de 2006 (bajo el mandato del presidente Lula da Silva y auspiciada por Jandira Feghali, del PCdoB), por la que se crean mecanismos para combatir la violencia doméstica y familiar contra la mujer. Su nombre procede de la farmacéutica Maria Penha, quien fue víctima de violencia de género durante los 23 años que duró su matrimonio.

[3] Escuela sin partido es el nombre que se le da al proyecto de Ley 193/2016 de la autoría de Magno Malta, representante de la bancada evangélica en la Cámara de los Diputados, aunque hay otros proyectos en tramitación con el mismo objetivo: lograr la aprobación de una ley inspirada en el movimiento fundado por Miguel Nagib, quien dice estar preocupado ‘por el grado de contaminación político-ideológica en las escuelas brasileñas’. Este proyecto es un elemento clave del gobierno ilegítimo de Temer para desmantelar la educación pública en Brasil y su objetivo es anular el carácter crítico de la formación académica, censurar toda discusión y posicionamiento político y cortar de raíz cualquier discusión que se pueda originar en las aulas sobre temas de género, racismo, políticas de igualdad…

Fuente: http://brasil.elpais.com/brasil/2016/07/14/politica/1468512046_029192.html

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País Vasco: SOS Racismo pide a Educación que vuelva al aula la niña excluida por llevar velo

País Vasco: SOS Racismo pide a Educación que vuelva al aula la niña excluida por llevar velo

País Vasco/ Junio de 2016/ Deia

SOS Racismo de Araba ha presentado hoy un escrito en el Departamento de Educación en el que pide que se restituyan de «manera inmediata» los «derechos educativos» de la menor musulmana que recibe clases separada de sus compañeros al negarse sus padres a que se quite el velo para entrar en el centro.
GASTEIZ. El escrito también se va a remitir a la Fiscalía provincial del menor de Gasteiz, al Ararteko, a la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, al centro escolar donde estudia esta niña en Gasteiz y al relator especial sobre el derecho a la educación de las Naciones Unidas, según ha informado a Efe el portavoz de esta plataforma, Fede García.
El objetivo, tal y como ha explicado García, es que la menor sea «reincorporada» con todos sus derechos al aula.
La inspección educativa ha tenido que intervenir por primera vez en un centro público de la capital alavesa, en el que el reglamento interno impide a los alumnos acceder al aula con cualquier tipo de prenda en la cabeza, medida ante la cual los padres de la menor se negaron a que su hija de cuarto curso de Primaria se quitara el velo para asistir a clase.
El sistema educativo vasco no cuenta con un protocolo de actuación generalizado sobre el uso del velo islámico, sino que deja en manos de los colegios la potestad de regularlo y de prohibir que las alumnas musulmanas accedan a clase con esta prenda.
Por ello, la inspección educativa intervino y se adoptó la medida transitoria de que la menor reciba la educación por separado de sus compañeros en las estancias de la dirección.
SOS Racismo considera que esta medida es «ineficaz, injusta y discriminatoria» y vulnera derechos fundamentales de la niña. En el escrito remitido a la consejería que dirige Cristina Uriarte se califica de una decisión «excesiva, contraproducente y abusiva».
También se estima «excesivo» que «una simple prenda de cabeza pueda ser objeto de una penalización escolar tan radical».
Por todo ello solicitan que se adopten las medidas que correspondan «a los efectos de normalizar el proceso educativo de la menor excluida, junto a la determinación de posibles amonestaciones, sanciones o requerimientos que procedan» por esa «exclusión».
García ha mostrado su deseo de que la polémica quede resuelta antes de que finalice este curso académico que está a punto de concluir.
También ha explicado que a partir del pasado lunes la menor puede acceder al patio del recreo con normalidad, aunque el centro mantiene la decisión de no permitir su entrada en el aula con el velo.
Foto: Tres escolares, una de ellas vistiendo velo, a la salida del colegio en Gasteiz (EFE)
Fuente: http://www.deia.com/2016/06/16/sociedad/euskadi/sos-racismo-pide-a-educacion-que-vuelva-al-aula-la-nina-excluida-por-llevar-velo-

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Youth Resistance Unleashed: Black Lives Matter

“Those who kill their own children and discriminate daily against them because of the color of their skin; those who let the murderers of blacks remain free, protecting them, and furthermore punishing the black population because they demand their legitimate rights as free men—how can those who do this consider themselves guardians of freedom?”

Che Guevara
Before the United Nations
12-11-1964

In my lifetime young people rose up to challenge and change the world in Little Rock and Birmingham, in Soweto and Tiananmen, in Palestine and Chiapas. In the last decade we saw the rise of Arab Spring and Occupy, and now we are in the midst of vivid mass resistance to the police killing of unarmed Black men and women spurred by the death of Michael Brown in Ferguson, Missouri. Now and historically, it is the youth who reject taken-for-granted injustices.[1] In this moment, young people are the social actors – the leadership, catalysts,  the activists, and the organizers – who seized and defined a continuing travesty of North American life: the police murder of Black lives. Rising up against the thickening layers of institutionalized white supremacy, young people are insisting that Black Lives Matter.

Black Youth Project 100 action to #DecriminalizeBlack (Photo Credit: Sarah Jane Rhee)

With their radical impulse to revolt, that spirit of hopefulness and possibility, the laser-like insight of adolescents into the hypocrisies of the adult world, propel youth to break the rules, resist together, and transcend the immoral status quo. Inspired by the courage and determination of Ferguson youth, young people across the nation walked out of schools, sat-in, died-in, blocked highways and bridges – becoming the fresh, searing forces for equality, racial justice, and dignity.

Youth were not unaware of the risks they were taking by challenging police violence. In fact, it is young people who were painfully and brutally aware of the police targeting of Black youth, and pervasive US institutionalized de-valuing of Black lives.

Though many young activists had already been challenging police violence and the criminalization of Black lives in their own communities, the harrowing, police stalking and shooting of unarmed teenager Michael Brown on August 9, 2014 in Ferguson, Missouri, became the spark that generated a fresh wave of youth uprisings. This new movement in the long struggle for racial justice brought young people together across the country to become more than the sum of their parts.

The activism of the Black Lives Matter movement not only illustrates the brilliance and clarity of young people, but also flies in the face of popular currency that children and youth are less competent, less thoughtful, less wise and more dangerous than adults. The continuing reality of young people as social actors stands in opposition to official policies of silencing, suppressing, expelling and punishing our youth, depriving them of an education and denying their creativity and right to be heard.

Think of young peoples’ loss of rights, for example, through truancy laws; school censorship of high school newspapers, email communication and graduation speeches; the banning of books; relentless harassment and violence against LGTBQ and trans youth; school locker searches and drug testing without reasonable suspicion or due process; school zero tolerance policies that include punishments, school suspensions and expulsions, gang terrorism profiling, stop and frisk, and the calling of police for minor misbehavior. Control, cameras, drug searches, testing, arrests, and school exclusion have replaced dignity.

Rights vs. protections and the myth of the “Superpredator”

Children and youth, in fact, are whole persons who bear human and constitutional rights. They are inevitably an active part of their time and place, their culture and community, their race, class, and ethnicity, and their extended family. Simultaneously, they may also be more vulnerable, more easily manipulated and used by adults, such that they must be, to the extent possible, protected, sheltered and insulated from serious harm, both from their own impulses, and adults who might prey upon them or use youth for their own purposes. This is why human rights activists, for example, advocate for children to be protected from the harshest consequences of war and hazardous labor and family violence.

Of course, young people are becoming-persons, not yet fully adults; but what kind of a person is a child? In considering children as social actors, this contradiction is worthy of continuing deliberation and nuance. How can society heed this paradox – rights versus protections – and tilt toward children as bearers of rights while taking the responsibility for providing youth with equal access, due process, Constitutional rights, economic rights, and human rights? Are youth not right to see the adult world as compromised, duplicitous, and worst of all—indifferent to the crimes and suffering around them?

Children were acknowledged as Constitutional persons almost fifty years ago in the landmark U.S. Supreme Court case of In re Gault.  Yet the with the subsequent repressive wave to restrict their active whole personhoods, U.S. courts and legislators have shrunken the Constitutional rights of children by constricting or eliminating their rights to speech and expression, association, action, education, privacy, health care, due process, equal protection, and their right to liberty (by depriving them of liberty). This has been done in the name of either protecting them and “saving” them from themselves, or by constructing some children as superpredators, fearful, larger- than-life monsters, wolf-packs and gangs out to rob, rape and even kill (white) adults. Consequently, specific populations of children are seen as dangerous and capable of destroying civilization.

The diabolical invention of the 1990s youth predator by law enforcement, academics, and the mass media resulted in the harsh criminalization of youth of color– subjecting them to arrests, incarceration, trials in adult criminal courts, and extreme sentencing. The profound echo of young Black men as “superpredator” would arise again with the Ferguson grand jury testimony of Officer Darren Wilson, who saw in Michael Brown someone enormous, looming up and becoming larger even after being stalked and shot by Wilson six times.

It looked like a demon,” Wilson told the grand jury.

Fully 75% of youth who are locked up are confined for non-violent offenses. Racial and ethnic disparities are unconscionable, but the naked disproportion of who is arrested, beaten, and killed characterize the entire youth justice system.[2]

At its best, contemporary analysis of children and adolescents recognizes the dialectical nature of youth: being and becoming, categorically less culpable than adults, and with enhanced prospects for recovery, rehabilitation, and “attaining a mature understanding of [one’s] humanity.”[3]  Diminished culpability is not, however, the same as lesser competence or capacity.  Culpability is commonly misunderstood, and the current conversations about adolescent development research frequently becomes an imprecise discourse that easily collapses into language of lesser adolescent competence or moral action.

Military arsenal deployed against Ferguson protesters

The story of the Aug. 9, 2014 police killing of Michael Brown stayed in the news because the young people in Ferguson refused to leave the streets. And although the protests there and nationally was one of the broadest and most sustained radical coalitions in decades, the protesters themselves were largely young, black, queer, poor, working-class, secular, women and trans.

The young people of Ferguson did not back down in the face of a highly militarized small town police force armed with federally-funded Kevlar helmets, assault-friendly gas masks, combat gloves and knee pads, woodland Marine Pattern utility trousers, tactical body armor vests, some 120 to 180 rounds for each shooter, semiautomatic pistols attached to their thighs, disposable handcuff restraints hanging from their vests, close-quarter-battle receivers for their M4 carbine rifles and Advanced Combat Optical Gunsights[4].

There are scattered reports of stun grenade use in Ferguson, also known as flashbangs or flash grenades. This weapon of choice for American SWAT teams (and Israeli soldiers) originated within British Special Forces more than four decades ago. Ostensibly less than lethal, stun grenades have been known to kill or severely injure numerous victims, and the device was recently in the news for burning a 19-month-old baby in Georgia, resulting in a coma, during one of the thousands of domestic police raids this year. They are designed to temporarily blind and deafen, thanks to a shrapnel-free casing that is only supposed to emit light and sound upon explosion

The grenade launchers used against unarmed youth in Ferguson included the ARWEN 37, which is capable of discharging 37mm tear gas canisters or wooden bullet projectiles. The police used tear gas unsparingly in Ferguson. The Chemical Weapons Convention of 1993 actually bans the gas as a permissible means of warfare. Then again, it is allowed for domestic riot control, and nations like Turkey, Bahrain, Israel and the United States who have exploited the loophole to great avail. Tear gas sucks out your organs, hogs your oxygen and burns you inside and out. Interim blindness and extended coughing fits are common, as well as an overall sense that you are dying or dead. These are police weapons against an unarmed, Black, civilian, domestic population.

The use of “pepper balls” is lethal; the Boston Police Department banned them after a young woman was killed by one which passed right through her eye and skull to the brain. She was guilty of being present in a rowdy crowd after a Red Sox/Yankees game in which the former won. The same goes for the rubber bullets, wooden bullet projectiles, and beanbag projectiles on view with the police in Ferguson

Contemplate the Ferguson police department’s possession of the BEARCAT G3, the SWAT team’s version of the military’s Mine Resistant Ambush Protected (MRAP) vehicle, or its MRAP All Terrain Vehicle. This armored tank was donated to the Ferguson police by the US Department of Homeland Security.  There are no known mines or IEDs in Ferguson, an ambush is unlikely, so the decision of the St. Louis County Police Department to roll out (or even own) one of these tanks is apparently the contemporary version of fire hoses and dogs.

K-9 dogs. Yes, the 2014 St. Louis County and Ferguson Police Departments also used growling German shepherds to threaten demonstrators. In addition, these police forces had access to the Long Range Acoustic Device (LRAD), which emits a sound so pain-inducing that is causes bleeding from the ears. LRADs were also on display (though not used) during the Chicago anti-NATO demonstrations in 2011. On top of all this, the police department of Ferguson – a police force that is 94% white, in a town that is 67% Black – not only possessed an armored personnel carrier and weapon loads to intimidate demonstrators, carried out surveillance of the protesters from an MD Helicopter 500 Series in the sky above Ferguson.

Vibrant transformation of the possible

The fierce young, unarmed and highly disciplined young people who dared to stand up against police violence are to thank for revealing to the US public that the war-making hardware, paid for by our tax dollars, is coming home to police forces for use against the Black, Latino, indigenous communities and to patrol US borders.

This military-grade weaponry of the police in Ferguson was not about riot control during the long months leading up to the grand jury verdict in the murder of Michael Brown. It was the arsenal of white supremacy and racial oppression.

In the face of this violent intimidation, young people continued to peacefully demonstrate in Ferguson and to document their struggle at websites like Ferguson Action and using Twitter hashtags like #SHUTITDOWN.

Created in the crucible of Black Lives Matter is a new generation of young, African American organizers and activists, with experience in strategy development, tactics, decision-making under pressure, coalition building, and clarity about long range, radical goals, about their vision. They are savvy and wise, filled with love and caring for each other and for everyone who has suffered the terror of police violence: youth, their families and loved ones, allied people of color, trans and LGBTQ youth, native and Palestinian people, victims of police violence and whole communities.

Thus the Chicago struggle for city reparations for those who suffered police torture and subsequent decades on death row or juvenile life without parole before they were exonerated utilizes art, performance, persistence and unlikely allies. New York activists agitate for divestment from corporation that construct and operative for-profit prisons. There are movements to end solitary confinement from California to Rikers Island, and renewed efforts to commemorate and open old cases of lynchings across the nation.  The struggle for dignity and justice continues in immigrant rights struggles and the fierce, elegant courage of the youth and dreamers who have seamlessly embraced their queerness, their multiple heritages, and their human rights.

All this indicates a vibrant transformation of the possible. Police torture and killing of African Americans is visible, no longer background normal, as Black youth resist being branded as criminals at birth. Their resistance is communal, shared, and collective.

Can we hold the moment? Do we have the knowledge that young people are capable of seeing and seizing what adults cannot imagine?  In the uncertainty and complexity of civil strife and disciplined rebellion, shall we see children and young people capable of being agents of their own liberation?


[1]   Sources for the Ferguson story include: Darryl Pinckney, Ferguson and Resistance Against the Black Holocaust, © 2015 The New York Review of Books, Distributed by The New York Times Syndicate;Chris Crass, SpeakOut | Op-Ed; Kevin Zeese and Margaret Flowers, Ferguson Exposes the Reality of Militarized, Racist Policing, Popular Resistance | News Analysis; Adeshina Emmanuel, Ferguson Case Highlights Need for National Data on Police Shootings, The Chicago Reporter .

[2]  See the website of the W. Haywood Burns Institute, at www.burnsinstitute.org for racial and ethnic disparities at every stage of the youth justice system.

[3] See the trilogy of U.S. Supreme Court cases and the accompanying Amicus briefs: Roper v. Simmons(2005) , Graham  v. Florida (2010), and Miller v. Alabama (2012).

[4] See Radley Balko’s Rise of the Warrior Cop: The Militarization of America’s Police Forces (2013) for this research, photos, and the following details of Ferguson police weaponry.

 

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