¡Los podcast!. Este (¿recurso?) está por todo Internet y tú no lo estás aprovechando

Redacción: El Definido

Joaquín Barañao descubrió una herramienta que le permite aprender utilizando varios momentos muertos de su rutina, pero sin sacrificar otras actividades. Lo disfruta al máximo y nos regala sus mejores consejos para sacarle el jugo.

Lo que el mundo tiene para ofrecer es inagotable. Cada mañana es una oportunidad para aprender a tocar un instrumento, leer un libro, escalar una montaña, degustar un nuevo tipo de cerveza o conocer a un nuevo ser humano rebosante de vivencias e historias personales. El inconveniente, desde luego, es que cada día tiene 24 horas y cada vida no mucho más que 80 años.

A medida que envejecemos, vamos consolidando en nuestra agenda aquellas cosas que sabemos que nos hacen felices y descartando aquellas que no fueron capaces de probar su valía. La invitación a un curso de cueca brava o a un taller de fotografía, es difícil que caiga en terreno fértil porque sabemos que será a costa de algo. ¿Recomiendan 30 abdominales y media hora de yoga al día? Pfff, es gratis decirlo, pero para implementarlo hay que evaluar qué vamos a dejar fuera. Por eso es difícil que esos consejos resuenen. Es como cuando se sugiere “en los colegios se debiera enseñar actualidad” (ya, pero ¿qué excluimos a cambio?) o “hay que aumentar el presupuesto de la DIBAM” (ya, pero a quién se lo quitamos).

¿Qué tal si te dijera que hay una maravilla que no compite por tiempo adicional, sino que se infiltra en intersticios disponibles de la agenda como el agua en la arena?

Aquí voy.

(Redoble de tambores).

¡Los podcast!

Yo sé, yo sé, no hay novedad en esto. Después de semejante introducción esperabas algo más bombástico. Pero, a juzgar al menos por lo que he observado, existe una altísima probabilidad de que no hayas bebido realmente de este cáliz. Procedo a explicar.

Los podcasts ofrecen la magnífica oportunidad de sacarle lustre a trozos de la rutina que muchos desaprovechan: caminatas breves, aseo doméstico, compras en el supermercado, etc. Dado que ya debes lavar los platos, en el intertanto puedes aprender si el alcohol o la marihuana es más peligrosa sin invertir ni un minuto adicional. Dado que ya debes pelar papas, puedes aprovechar cada minuto para conocer la revolución económica que provocó la invención del alambre púas. Y, dado que ya debes gastar una hora diaria arriba de la micro, puedes aprovechar para entender cuáles son los límites del humor hoy en día.

¿Sacrificamos algo?

Varias preguntas rápidamente saltan a la vista.

“Dices que es gratis en términos de tiempo, pero ¿acaso no es a costa de la música y/o espacios de reflexión personal?”.

En efecto, si eres de quienes escuchan música cada minuto y lo disfrutan intensamente, los podcasts no son para ti. Ningún consejo es para todos. En lo personal, como tantos, amo la música (de hecho, me pasé un año entero abocado a un libro de su historia). Mientras escribo esto escucho The Lumineers y bamboleo la cabeza solo. Pero, como tantos, la escucho mientras trabajo, por lo que son ya muchas las horas diarias. Si haces como yo, o si por alguna razón escuchas ya volúmenes cuantiosos de música, y/o si eres de quienes les cuesta ya encontrar nuevas canciones que le pongan la piel de gallina y termina recurriendo una y otra vez a los grandes éxitos de siempre, los podcasts son una oportunidad.

Con los espacios de reflexión personal, es exactamente lo mismo. Si aprovechas cada minuto, incluso cuando lavas platos, esto no es para ti. En mi experiencia, muy pocos son así de disciplinados con el uso de su tiempo. La inmensa mayoría más bien dejamos vagar nuestra mente sin ningún objetivo sustancial ante la ausencia de un estímulo externo.

O sea, ¿me estás hablando de radio?

“¿No es podcast un anglicismo innecesario y más bien pretencioso para algo que conocemos hace décadas bajo el nombre de radio?”.

No. Esto es una distinción importante por varias razones.

Primero por la postproducción. En un país como Chile, con una población demasiado pequeña para financiar el tipo de programación que uno encuentra en los grandes polos industriales, casi la totalidad de la producción radial es en vivo, sin postproducción. La diferencia con un episodio cuyo guion ha sido pulido al infinito y que ha sido editado y enriquecido con posterioridad, es GIGANTE. Es como la diferencia entre los noticieros y las películas del cine, o entre una tocata en un bar y un disco masterizado en Abbey Road.

La edición es tan importante que un crítico llamó a Érase una vez en América de Sergio Leone, la peor película de 1984, pero tras ver el corte original la recategorizó como la mejor de la década. El primer corte de Star Wars era tan nefasto que Coppola, de Palma y Scorsese le auguraron lo peor a George Lucas. Luego entró a escena su esposa, Marcia Lucas, y superó a El padrino como la más taquillera de la historia a la fecha (Marcia ganó el Oscar a mejor edición; George sigue sin ganar ni uno).

Luego, el tipo de contenido es diferente. A mi juicio, las radios chilenas son fuertes en actualidad, con excelentes entrevistadores y entrevistados relevantes para entender la contingencia. En el resto, aunque en esto ya hay mucho de gustos personales, ofrecen mucha chacota y conversación suelta, pero pocos programas de contenido macizo, de “aprendizaje sexy”. El dial cumple para enterarse de política o la semana futbolística, y un podcast rara vez dispondrá de contenido igual de actualizado, pero ¿cuántos programas permiten conocer en detalle la historia de la creación de Instagram o entender por qué los Duty Free empezaron en Irlanda?

En tercer lugar, lanzándote al océano del podcast, pescas en el mercado mundial de talento, en lugar de hacerlo solo en el local como permite el dial. Y no es que en Chile seamos menos talentosos. Es que en un conjunto de 17 millones siempre habrá menos que en uno de 7.400 millones, y que en países como Estados Unidos o Reino Unido hay mucho más recursos para la producción de calidad (fíjate en la cantidad de personas que se nombran en los créditos de un programa de NPR, por ejemplo). Hay excelentes astrofísicos aquí, pero nadie conjuga la erudición con el talento para comunicarla como Neil deGrasse Tyson en su podcast. Son las mismas razones por las cuales quizás 29 de cada 30 películas que vemos, son extranjeras.

Cuarto, los podcasts permiten aprender, perfeccionar o conservar una lengua extranjera (inglés, para la inmensa mayoría de los casos). Si estás en esa etapa de tu vida, no lo desaproveches. Es gratis, no compite por tu tiempo (con la salvedad ya tratada de la música) y es de verdad entretenido. Avanzar en un idioma aprendiendo sobre el misterioso banco mundial de semillas que Noruega mantiene en el Ártico en vez de repasando insulsas reglas gramaticales, es invaluable.

Suma que tú eliges cuándo escuchar qué. En radio, buscas de entre lo que sea que haya disponible cuando llegó la hora de planchar las camisas. Peor, la publicidad te puede ocultar temporalmente lo que habría sido de tu preferencia. Con podcasts, le pones play exactamente a lo que más te interesa del universo entero en el instante en que resulta que tienes tiempo para ello. Es una de las principales razones de por qué tantos prefieren Netflix a la televisión abierta.

Por último, y esto no es despreciable, los podcasts ofrecen la posibilidad de pausar y retroceder. Las aplicaciones permiten retroceder de un clic una cantidad preconfigurada de segundos. En el dial, si lo perdiste, lo perdiste: si te llaman por teléfono, llegaste a la caja del supermercado o entraste al ascensor, dejarás el programa inconcluso. De nuevo, parte del éxito de Netflix yace en este atributo, que permite que la familia o los teléfonos interrumpan sin hacer rabiar a nadie.

¡Iluminando el camino!

“Supongamos que quiero darle una oportunidad (¡no digo que me hayas convencido, pedazo de vende-pomadas!) ¿Cómo sigo?”.

Es muy común que la gente no se abra a nuevas categorías de actividades por cierta renuencia/aversión al paso inicial, pero que una vez que se deciden a darlo (o que son forzados a ello por una razón externa), se destapa la bola de nieve. Soy un convencido de que en el hábito del podcast, hay mucho de esto. La gente no sabe exactamente cómo funciona ni dónde descargar los capítulos, y se imaginan sumergiéndose a diario en un laberinto abrumador en busca de contenido.

Pues bien, excelentes noticias. La dinámica es la siguiente:

  • 1. Descargas alguna de las muchas aplicaciones gratuitas disponibles. La más popular es posiblemente Stitcher. Yo uso Podbean. Google acaba de lanzar una aplicación propia. La verdad es que cuál elijas, no es muy relevante.
  • 2. Eliges un conjunto de programas a los cuales suscribirte. Cuando haya un episodio nuevo, se descargará automáticamente (salvo que optes por algo muy atípico en el paso 3). Hecho eso, no gastarás ni un segundo adicional en buscar contenido.
  • 3. Configuras la modalidad de descarga que te acomode en tu aplicación. Lo normal es escoger que descargue automáticamente solo cuando el teléfono esté conectado a Wi-Fi (los capítulos son más bien pesados, del orden de 0,75 MB por minuto) y que se borren de manera también automática tan pronto termine de escucharse, para no sobreexigir la memoria del aparato.

Los pasos 1 y 3 son triviales. La clave está, por supuesto, en el paso 2. Aquí hay dos mundos: si entiendes bien inglés, o si te interesa perfeccionar tu nivel actual y estás dispuesto a no captar el 100%, podrás acceder a lo mejor de lo mejor. Algunas recomendaciones personalísimas:

  • 1. Freakonomics. Mi favorito. Explora temas inusuales a la luz de evidencia científica, como cuán estúpida es nuestra obsesión con el césped. Su eslogan es “el podcast acerca de la faceta escondida de todo”. <3 <3
  • 2. 50 things that made the modern economy. Reseñas históricas brevísimas de por qué la economía moderna no podría entenderse sin avances como el contenedor o el código de barras.
  • 3. How I built this. Entrevistas en profundidad a los fundadores de empresas como Airbnb o Lonely Planet. Describen la génesis de sus imperios y la etapa en que eran pequeños emprendimientos de garaje.
  • 4. TED radio hour. Para quienes no tienen tiempo de ver las charlas TED (dado que eso, a diferencia de los podcasts, no se puede hacer mientras se saca a pasear al perro) aquí encuentran una versión adaptada para este medio, con entrevistas en mayor profundidad con los expositores.
  • 5. Star Talk. Dado que lo protagoniza Neil deGrasse Tyson, nada más que agregar.

Si lo tuyo no es el inglés o no tienes conocimiento alguno del idioma, algunas opciones:

  • 1. Relato nacional. Testimonios humanos, historias sobrecogedoras. Es el podcast chileno con mejor postproducción que conozco.
  • 2. Radio ambulante. Historias humanas, muchas de ellas relacionadas con el mundo de la migración, muy bien hiladas. Es producido por la misma NPR estadounidense antes mencionada.
  • 3. Las buenas primero. El podcast de El Definido (un diario electrónico… no sé si les suena), donde varios de sus colaboradores han sido invitados para disfrutar de una conversación liviana sobre sus temas de interés (y no, no corrió dinero bajo la mesa para incluir esta recomendación).

Por supuesto, es solo un ramillete de opciones, expuesto solo para que seas picado por el bichito. Si te dejas picar, con el tiempo irás descubriendo tus propios programas. Y, si todo sale como maquiné desde un comienzo, la próxima vez que en tu casa se quejen de que hay que ordenar la bodega, te ofrecerás de voluntario, irás a buscar tus audífonos y te ganarás el favor de todos cuando secretamente lo que querías, era conocer el idioma de los perros de la pradera.

Fuente: https://www.eldefinido.cl/actualidad/plazapublica/10286/Este-recurso-esta-por-todo-internet-y-tu-no-lo-estas-aprovechando/
Comparte este contenido:

El ir y venir de las modas educativas

España / 13 de enero de 2019 / Autor: Marta Ferrero / Fuente: Cuaderno de Cultura Científica

Las modas educativas han existido siempre. Por moda educativa se entiende aquí a cualquier propuesta metodológica o recurso educativo que, en un momento dado, se cuela con furor en un determinado distrito escolar y, transcurrido un tiempo más o menos extenso, desaparece sin dejar prueba sólida alguna de haber contribuido al aprendizaje de los alumnos.

No todas las modas educativas son iguales. Hay modas “inofensivas”, ya que no implican cambios ni medidas significativas de ningún tipo, como aquella que introdujo la música de Mozart en las aulas para mejorar el rendimiento cognitivo de los alumnos. Y hay modas claramente perjudiciales, bien porque suponen un gasto sustancial de tiempo y dinero que pueden dedicarse a metodologías con eficacia probada (Busso y Pollack, 2014), bien porque pueden dificultar o impedir el aprendizaje de todo el alumnado o, como mínimo, de una parte del mismo (Carnine, 2000). Un ejemplo del primer caso, en referencia a las modas perjudiciales, es la aplicación de la teoría de las Inteligencias Múltiples en las aulas (Hodge, 2005). Mientras que un ejemplo del segundo caso es (o, quiero pensar, fue) la adopción del método global para la enseñanza inicial de la lectura (Stahl, 1999). Son estas últimas modas las que centran el contenido de este post.

Antes de continuar, conviene aclarar que el término moda educativa no es irremediablemente sinónimo de innovación educativa. Una moda educativa no se apoya en ninguna teoría válida ni está respaldada por estudios científicos que demuestren su eficacia. Habitualmente, su difusión viene de la mano de determinadas empresas o personas afines que logran popularizarla entre los responsables de la formación continua del profesorado, las autoridades educativas o los propios docentes a través de libros, publicaciones periódicas o estudios preliminares de baja calidad (Slavin, 1989). Por el contrario, una innovación educativa puede referirse a cualquier elemento novedoso que se introduce en un sistema educativo o colegio y conduce a un cambio en las ideas, prácticas, productos o servicios del mismo (Carrier, 2015). Este cambio puede estar o no respaldado por la evidencia.

¿Cómo se popularizan las modas educativas?

En el año 2017, Nathalie Carrier publicó un trabajo fruto de su tesis doctoral que tenía como objetivo determinar qué estrategias se habían utilizado para difundir siete modas educativas concretas y qué lugar ocupaba la evidencia en este fenómeno, aunque ella emplea el término innovación. Los medios que examinó para determinar cómo se difunden las modas educativas fueron revistas de divulgación educativa y comerciales, periódicos locales y blogs. Para analizar el contenido de estos medios, utilizó seis criterios de persuasión recogidos en la literatura sobre psicología social: Compatibilidad con las ideas previas, accesibilidad para su uso mediante explicaciones claras, practicidad para el trabajo en el aula, evidencia o calidad de la investigación que lo avala, credibilidad de las fuentes de las que procede la información y atractivo, referido a si la innovación resulta profesional, personalizada y/o divertida. Para ser consideradas populares, las modas analizadas tenían que cumplir al menos cuatro de un total de seis requisitos como, por ejemplo, poseer una entrada en diez blogs diferentes, contar con un hashtag en Twitter o una página en Facebook o haber sido empleadas por 10.000 individuos, 10 colegios o 5 distritos escolares.

A continuación, se presentan las conclusiones principales de su trabajo. En general, las dos estrategias más utilizadas para promocionar las modas educativas fueron, en primer lugar y a gran distancia del resto, el atractivo y en segundo lugar la credibilidad percibida, por delante de la evidencia, la practicidad, la accesibilidad y la compatibilidad. Junto a esto, los medios recurrían a un lenguaje emotivo o descriptivo, más que a uno basado en la evidencia disponible, para publicitar la moda en cuestión. Además, apenas unos pocos documentos citaban estudios de investigación sobre las modas anunciadas para determinar la efectividad de las intervenciones y ninguno de ellos describía o exploraba en profundidad dichos estudios. Más bien, el tipo de evidencia en la que se apoyaban los documentos consultados eran estudios informales, anécdotas basadas en experiencias personales o datos estadísticos generales sobre los problemas que abordaban las modas o sobre su uso.

La información sobre un determinado método educativo puede sonar convincente al mostrarse adornada con historias y anécdotas emotivas o referencias a fuentes afines creíbles. Pero, a la vez, esta información puede no estar corroborada sino simplemente basada en argumentos incorrectos y rudimentarios. Por esta razón, la autora recomendaba a los docentes estar alerta ante las influencias y sesgos que pueden producir las estrategias usadas para difundir las modas educativas. Junto a esto, les aconsejaba ser prudentes y formular preguntas críticas sobre dichas modas como, por ejemplo, qué estudios cuestionan su eficacia o, al menos, cuestionan los inconvenientes potenciales de la misma. Para terminar, Carrier sentenciaba que las estrategias detectadas a través de su trabajo de investigación pueden conducir a la difusión de modas ineficaces, inútiles e incluso perjudiciales para los alumnos.

En 1989, Robert E. Slavin describía las etapas por las que pasan las modas educativas hasta popularizarse dentro de la comunidad educativa. A modo de resumen, este investigador situaba como primera etapa la publicación de un método concreto en un libro, publicación periódica popular o evento educativo, seguida por la presentación de resultados preliminares y prometedores, aunque frecuentemente con pruebas muy deficientes. A pesar de ello, el método se expande entre algunos distritos escolares, más tarde entre otros colegios entusiastas de la innovación para hacerlo más tarde entre los responsables de la formación del profesorado, inspectores de educación, etc. Por último, el método termina expandiéndose rápidamente al resto de colegios a través de breves talleres impartidos o bien por los propios creadores del método o bien por formadores profesionales o bien por personal del centro formado ex profeso para ello. Desafortunadamente, solamente cuando el programa ya está de moda y muchos profesores lo están aplicando en sus aulas, comienzan a hacerse evaluaciones rigurosas de su eficacia. De hecho, para cuando comienzan a publicarse estudios de calidad y revisiones, con resultados a menudo negativos, ya es tarde. También ocurre con frecuencia que, a estas alturas, el interés por el método ya ha disminuido y es otra moda la que ha comenzado a despertar entusiasmo entre el profesorado.

¿Qué se puede hacer para evitar que las modas educativas se cuelen en los colegios?

La forma de frenar este péndulo, este ir y venir de las modas educativas, sostiene Slavin (1989), es cambiar las reglas del juego bajo las que las innovaciones educativas son elegidas, implementadas, evaluadas e institucionalizadas. El autor afirma que la comunidad educativa tiene que demandar evaluaciones rigurosas sobre las propuestas educativas que se ofertan antes de adoptarlas. También subraya la necesidad de reemplazar los cursos y talleres de formación breves por otros más extensos que incluyan un seguimiento a medio y largo plazo para comprobar si una determinada propuesta educativa está funcionando o no. Este seguimiento, esta evaluación de la eficacia de la propuesta, ha de incluir grupo experimental y control, con medidas de pre y postest (a poder ser estandarizadas) y garantizando que la aplicación de la propuesta en el aula se ha evaluado bajo condiciones reales y durante períodos de tiempo realistas. Además, sería recomendable que esta evaluación se hicieran primero a pequeña escala y después a gran escala.

Ya en el año 2006, Ben Goldacre, científico y divulgador, advertía de la necesidad de dotar al profesorado de las herramientas y autonomía suficientes para juzgar críticamente si un método educativo dispone o no de pruebas suficientes y válidas para su implementación en las aulas, lo cual favorecería que los docentes dejaran de depender de las injerencias externas (opiniones de expertos, ideologías de uno y otro color, etc.). Sin embargo, son varias las señales que ponen de relieve que aún estamos lejos de este objetivo. Por poner solamente algunos ejemplos, los profesores tanto en formación como en activo, dentro y fuera de nuestro país, albergan hoy en día un elevado número de ideas erróneas sobre teorías y métodos educativos (Cunningham, Perry, Stanovich & Stanovich, 2004; Dekker, Lee, Howard-Jones, & Jolles, 2012; Echegaray-Bengoa & Soriano-Ferrer, 2015; Ferrero, Garaizar, & Vadillo, 2016; Fuentes & Risso, 2015; Tardif, Doudin, & Meylan, 2015; Washburn, Mulcahy, Musante, & Joshi, 2017). Además, consultan más revistas divulgativas que científicas (Ferrero et al., 2016), a las que por cierto consideran menos fiables, accesibles y útiles que los talleres y cursos de formación (Landrum, Cook, Tankersley & Fitzgerald, 2002). Por último, la formación que reciben los estudiantes de educación en métodos de investigación, estadística, búsqueda en bases de datos o lectura de artículos científicos es insuficiente (Ferrero, 2018) y puede impedir que los futuros maestros puedan beneficiarse de los avances científicos en materia educativa.

Si nuestra sociedad aspira a una educación basada en las mejores pruebas disponibles y no en modas que vienen y van, es fundamental mejorar la cultura científica de todos los agentes de la comunidad educativa. Mientras esto ocurre, se presentan a continuación diez señales de alerta que pueden emplear los docentes para detectar prácticas educativas sin pruebas válidas sobre su eficacia (Lilienfeld, Ammirati & David, 2012).

Fotograma de “The Simsons”, serie creada por Matt Groening para Fox Broadcasting Company

Diez señales de alerta para detectar prácticas pseudocientíficas

1. Falta de falsabilidad y uso excesivo de hipótesis ad hoc

La falsabilidad se refiere a la capacidad de refutar una teoría con la ayuda de la evidencia. Una forma de convertir una teoría en irrefutable es usando hipótesis ad hoc. Esto es, invocando nuevas hipótesis sobre un determinado fenómeno a los resultados obtenidos para explicar por qué no se han confirmado las predicciones de la teoría. Por ejemplo, ante la inferioridad del método global frente al alfabético en la enseñanza de la lectura, los defensores del primero podrían alegar que las tareas empleadas para medir la velocidad y precisión lectoras no son las adecuadas.

2. Falta de autocorrección

Frente a las correcciones graduales que se hacen constantemente a las afirmaciones científicas, las pseudociencias tienden a mantenerse estancadas a pesar de que cada vez haya más evidencia en contra de lo que defienden. Un ejemplo de esta falta de autocorrección se puede observar en torno a la teoría de los estilos de aprendizaje. A pesar de la cada más abundante y sólida evidencia sobre su invalidez, su uso está aún muy generalizado en las escuelas.

3. Énfasis en la confirmación

El sesgo de confirmación consiste en buscar únicamente evidencia que apoya las hipótesis propias a la vez que se ignoran o reinterpretan de forma selectiva aquellas que van en contra. Este sería el caso, por ejemplo, del método Berard, Para defender su eficacia ante múltiples problemas de aprendizaje y conducta (ver la última señal de alerta), sus creadores aportan en la web oficial diversos testimonios de clientes que afirman que el método ha cambiado sus vidas. Sin embargo, esta web no contiene ninguna mención sobre la posibilidad de que el método puede no funcionar en todos los niños.

4. Evasión de la revisión por pares

Aunque no es perfecta, la revisión por pares proporciona cierta protección frente a la investigación de baja calidad. Brevemente, ésta consiste en la revisión de los trabajos de investigación por parte de varios investigadores independientes, a menudo tres o más, antes de su publicación. Sin embargo, no todas las revistas exigen una revisión por pares para publicar un trabajo de investigación. Este es el caso, por ejemplo, de Brain Gym. Este método de gimnasia cerebral, que llegó a utilizarse en más de 80 países (Hyatt, 2007), incluye en su web oficial una pestaña con un extenso listado de estudios de investigación que supuestamente demuestran su eficacia. Sin embargo, la mayoría son estudios cualitativos. Y, entre los que son experimentales, solamente dos han sido publicados en revistas de revisión por pares.

5. Confianza excesiva en pruebas basadas en anécdotas y testimonios

La suma de anécdotas no equivale a hechos. Las anécdotas son difíciles de verificar, tienen una representatividad muy cuestionable y siempre son muy vulnerables a múltiples explicaciones alternativas. Un claro ejemplo del uso de anécdotas aisladas para defender la eficacia de una intervención la encontramos en torno al método Doman. No hay estudios empíricos válidos sobre su eficacia pero sí múltiples testimonios de usuarios particulares, normalmente familias, que defienden el “a mí me funciona” y que son presentadas por los promotores del método como pruebas irrefutables de su éxito.

6. Ausencia de conexión

La conexión se refiere a si un conjunto de afirmaciones están edificadas sobre o conectadas con afirmaciones o hallazgos previos válidos. Las pseudociencias a menudo carecen de esta conexión. Un ejemplo de ello es la idea de que las diferencias en el hemisferio dominante (cerebro izquierdo, cerebro derecho) pueden ayudar a explicar las diferencias individuales entre estudiantes. Los defensores de esta idea ignoran la gran cantidad de investigación que muestra que los dos hemisferios cerebrales siempre trabajan juntos así como que ambos hemisferios son mucho más similares que diferentes a la hora de procesar la información.

7. Afirmaciones extraordinarias

Las afirmaciones extraordinarias requieren de hechos extraordinarios. Sin embargo, muchas pseudociencias no cumplen esta premisa. Un ejemplo de ello lo encontramos en los llamados niños índigo, de los que los creadores del método Asiri (que ha aterrizado en nuestro país) hacen bandera. Según ellos, estos niños irían más allá en la evolución humana desde el punto de vista espiritual y mental. Sin embargo, no aportan ninguna prueba que demuestre esta sorprendente afirmación.

8. Falacia ad antequitem

Consiste en apelar a la antigüedad, al “se ha hecho siempre”, para defender la validez de una práctica concreta. Esto sucede en muchas escuelas de educación infantil de nuestro país que llevan décadas empleando el método Doman y el método patterning (del mismo autor) en las aulas. Otro ejemplo claro es el uso de ciertas pruebas proyectivas, como el dibujo de la figura humana, en el ámbito de la psicología escolar a pesar de la falta de pruebas sobre su validez.

9. Uso de un lenguaje hipertécnico

Dentro de la comunidad científica, con frecuencia es preciso introducir nuevos términos para describir un hallazgo reciente. Sin embargo, desde el campo de las pseudociencias, se hace un abuso de la jerga técnica para dotar de mayor credibilidad a sus afirmaciones. Por ejemplo, los partidarios de las terapias auditivas, como el método Tomatis o Berard, recurren a menudo a un lenguaje hipertécnico, con expresiones como “hipersensibilidad al sonido” o “interferencia con un procesamiento eficiente de las señales sonoras” a la hora de describir los problemas que supuestamente remedian.

10. Ausencia de condiciones límite

En contra de lo que hacen los científicos, los defensores de prácticas pseudocientíficas no definen los límites de las prácticas que defienden. Esto es, no especifican en qué casos es o no eficaz una intervención. De hecho, defienden su uso para un abanico excesivamente amplio de condiciones. Este es el caso por ejemplo del método Irlen, cuyos promotores defienden su utilidad para innumerables problemáticas tanto físicas (por ejemplo, confort y sensibilidad a la luz) como psicológicas (por ejemplo, atención y concentración).

Nota: Aunque para cada alerta se han aportado uno o dos ejemplos concretos, prácticamente todos ellos podría utilizarse para ejemplificar muchas de las diez alertas.

Referencias:

Busso, D. S., & Pollack, C. (2014). No brain left behind: Consequences of neuroscience discourse for education. Learning, Media and Technology, 1-19. doi:10.1080/17439884.2014.908908

Carnine, D. (2000). Why education experts resist effective practices (and what it would take to make education more like medicine). Recuperado de http://www.wrightslaw.com/info/teach.profession.carnine.pdf

Carrier, N. (2017). How educational ideas catch on: The promotion of popular education innovations and the role of evidence. Educational Research, 59, 228-240.

Carrier, N. (2015). What catches on? The role of evidence in the promotion and evaluation of educational innovations (tesis doctoral). Universidad de Toronto, Ontario, Canadá.

Cunningham, A. E., Perry, K. E., Stanovich, K. E., & Stanovich, P. J. (2004). Disciplinary knowledge of k-3 teachers and their knowledge calibration in the domain of early literacy. Annals of Dyslexia, 54,139-167.

Dekker, S., Lee, N. C., Howard-Jones, P., & Jolles, J. (2012). Neuromyths in education: Prevalence and predictors of misconceptions among teachers. Frontiers in Psychology, 3, 429.

Echegaray-Bengoa, J., & Soriano-Ferrer, M. (2016). Conocimientos de los maestros acerca de la dislexia del desarrollo: Implicaciones educativas. Aula Abierta, 44, 63-69.

Ferrero, M. ¿Qué saben los estudiantes de educación sobre métodos de investigación? Un estudio de los programas docentes españoles (en preparación).

Ferrero, M., Garaizar, P., & Vadillo, M. A. (2016). Neuromyths in education: Prevalence among Spanish teachers and an exploration of cross-cultural variation. Frontiers in Human Neuroscience, 10, 496.

Fuentes, A., & Riso, A. (2015). Evaluación de conocimientos y actitudes sobre neuromitos en futuros/as maestros/as. Revista de Estudios de Investigación en Psicología y Educación, 6, 193-198.

Goldacre, B. (2006). Brain Gym – Name & Shame [Blog post]. Recuperado de http://www.badscience.net/2006/03/the-brain-drain/

Hodge, E. E. (2005). A best-evidence synthesis of the relationship of multiple intelligence instructional approaches and student achievement indicators in secondary school classrooms (tesis doctoral). Universidad Cedarville , Ohio, Estados Unidos.

Hyatt, K. J. (2007). Brain Gym®: Building stronger brains or wishful thinking? Remedial and Special Education, 28, 117-124.

Landrum, T. J., Cook, B. G., Tankersley, M., & Fitzgerald, S. (2002). Teacher perceptions of the trustworthiness, usability, and accessibility of information from different sources. Remedial and Special Education, 23, 42-48.

Lilienfeld, S. O., Ammirati, R., and David, M. (2012). Distinguishing science from pseudoscience in school psychology: science and scientific thinking as safeguards against human error. Journal of School Psychology, 50, 7-36.

Tardif, E., Doudin, P-A., & Meylan, N. (2015). Neuromyths among teachers and student teachers. Mind, Brain and Education, 9, 50-59.

Slavin, R. E. (1989). PET and the pendulum: Faddism in education and how to stop it. Phi Delta Kappan, 752–758

Stahl, S. A. (1999). Why innovations come and go (and mostly go): The case of whole language. Educational Researcher, 28, 13-22.

Washburn, E. K., Mulcahy, C.A., Musante, G., Joshi, R. M. (2017). Novice teachers’ knowledge of reading-related disabilities and dyslexia. Learning Disabilities: A Contemporary Journal, 15, 169-191.

Fuente del Artículo:

https://culturacientifica.com/2018/05/17/el-ir-y-venir-de-las-modas-educativas/

ove/mahv

Comparte este contenido:

El cine como recurso educativo

Europa/ España/ 20.12.2018/ Fuente: masdearte.com.

Encuentro para profesores en el Museo del Prado. Envío de propuestas hasta el 19 de diciembre de 2018

Un año más, el Área de Educación del Museo del Prado abre un espacio para que los docentes compartan sus proyectos educativos centrados en la relación entre el cine y el Museo. Se buscan docentes de todos los niveles educativos y de todos los ámbitos del conocimiento que utilicen el cine, la animación, los documentales o cualquier creación audiovisual como recurso para adentrarse en el Museo del Prado y acercarse a la colección permanente y a las exposiciones temporales con una mirada diferente.

El lenguaje del cine y su manera de narrar nos abren nuevas posibilidades a la hora de acercarnos a las obras de arte, en el aspecto formal y en el contenido. Nos acercan a territorios, idearios, personajes y culturas a veces distantes y otras no tanto; pero también nos permiten trabajar sobre valores y pensamiento crítico con los estudiantes.

Durante cuatro jornadas se presentarán en el Auditorito del Museo una selección de todas aquellas propuestas recibidas. Será el momento de transferencia por parte de los autores de sus proyectos, de cómo y desde dónde han sido concebidos, cuáles son sus objetivos, cómo se han desarrollado en el aula y cuál es la evaluación de los resultados obtenidos.

DESTINATARIOS:
Profesorado en activo de cualquier nivel o especialidad de enseñanza reglada.

FECHAS Y HORARIO:
Sábados, 19 y 26 de enero, 9 y 16 de febrero de 2019, de 10:00 a 14:00 horas.

REQUISITOS DE LAS PROPUESTAS:
La presentación del proyecto ha de contener:
Propuesta audiovisual.
Objetivos a cubrir con la propuesta audiovisual.
Niveles educativos de aplicación a los que se dirige.
Vinculación con el Prado, colecciones o exposiciones temporales.
Propuestas y recursos didácticos.
Los proyectos se pueden enviar hasta el día 19 de diciembre a la siguiente dirección de correo electrónico: profesores.formacion@museodelprado.es

INSCRIPCIÓN:
Actividad gratuita con inscripción previa hasta completar aforo (se tendrá en cuenta el orden de recepción).

PLAZO DE INSCRIPCIÓN:
Para el envío de propuestas: hasta el 19 de diciembre de 2018.
Para asistir a las ponencias: hasta el 8 de diciembre de 2019.

Fuente de la noticia: http://masdearte.com/convocatorias/el-cine-como-recurso-educativo-museo-del-prado/

Comparte este contenido:

El puzzle: un recurso ideal para trabajar dentro y fuera del aula

Por Blog Tiching

Los juegos son un buen material para gamificar el aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas y que aprendan conocimientos, habilidades y valores de forma divertida y sin apenas darse cuenta. Por ello, es importante que elijas recursos educativos que tengan una finalidad pedagógica y no gamifiques por gamificar.

Niños jugando con el puzzle en el aula

Cuando quieras introducir un juego en tus clases, debes plantearte algunas cuestiones: ¿Qué utilidad tiene? ¿Puede ayudar a los niños y niñas a aprender mejor? ¿Qué puedo trabajar o qué beneficios puedo extraer? Existen juguetes educativos muy interesantes, pero en este caso vamos a analizar el puzzle como una herramienta pedagógica dentro y fuera del aula. Si te interesa conocer sus beneficios y su aplicación…¡no dejes de leer!

La historia del puzzle

¿Sabes que el primer rompecabezas fue creado casi de forma accidental? En 1762, John Spilsbury, un experto en el diseño de mapas, colocó uno de sus mapas en un tablero que posteriormente recortó cuidadosamente siguiendo las fronteras de los países. Desde entonces se convirtió en una herramienta educativa para enseñar geografía. La idea de su uso exclusivo para la enseñanza perduró hasta 1820 que empezó a fabricarse en serie por Milton y McLaughlin Bradley.

Tipos de puzzle

Cuando pensamos en puzzles, nos aparece la imagen de una pieza de cartón con diferentes formas y con un fragmento de la imagen que se creará finalmente. Sin embargo, existen muchos tipos de puzzles con los que podemos trabajar en el aula y fuera de ella:

  • Cubo de Rubik: se inventó en la década de 1970 por un docente de arquitectura que quería explicar a su alumnado cómo resolver un problema estructural que lograra mover las partes de forma independiente, sin destruir la parte central.
  • Cubo de Somaeste rompecabezas tridimensional fue diseñado por el poeta, matemático y escritor Piet Hein en 1936. Es un cubo formado por 7 policubos irregulares, y es un material magnífico para trabajar conceptos matemáticos como el volumen, las equivalencias o la geometría.
  • Pentominó: este recurso creado por Solomon W. Golomb en 1975 consta de 12 pentominós. Cada uno de estos se compone de 5 cuadrados unidos por sus lados y nos permiten crear diferentes figuras. Con este recurso, años más tarde, Alekséi Pázhitnov creó el conocido videojuego “Tetris”.
  • Sokoban: este sencillo videojuego, creado en Japón en 1980, consiste en empujar un objeto hasta el lugar correcto dentro de un reducido espacio, intentando dar el mínimo número de pasos y de empujes. ¡Uno de los juegos de ingenio más populares!
  • Tangram: este puzzle procedente de China que se compone de 7 piezas (un paralelogramo, un cuadrado y cinco triángulos) es uno de los más conocidos y más utilizados en las escuelas, ya que permite introducir conceptos de geometría plana mediante la manipulación de materiales con formas abstractas.

Estos son solo algunos tipos de puzzles que podemos utilizar, pero existen muchos otros con diferentes materiales, metodologías, soportes y que se dirigen a personas de distintas edades. ¡Una cosa está clara, y es que los puzzles, además de divertidos, tienen grandes beneficios! ¿Ya los conoces? ¡A continuación te explicamos algunos de ellos!

Beneficios de utilizar el puzzle con fines educativos

  • Mejora la memoria visual: hacer un puzzle implica tener un esquema previo de la imagen que se quiere construir y recordar en qué lugar se tiene que colocar la pieza. Con lo cual, la observación será una capacidad necesaria que también se desarrollará con este juego.
  • Desarrolla la concentración: en relación al punto anterior, tener que fijarse en una determinada pieza que se debe encajar en un lugar concreto, requiere que el alumno o alumna preste cierta atención.
  • Estimula la inteligencia espacial y lógico-matemática: los rompecabezas permiten la representación mental de los espacios bidimensionales y tridimensionales, además de comprender, manipular y modificar las configuraciones de un espacio determinado. A la misma vez, también se pueden trabajar conceptos matemáticos de menos a más abstractos (figuras geométricas, permutaciones, estadísticas, algoritmos…), analizar problemas y resolverlos de forma lógica, etc.
  • Mejora la psicomotricidad: cuando son pequeños, la manipulación de las piezas de un puzzle y encajarlas en un espacio determinado supone un gran trabajo de motricidad fina y de coordinación óculo-manual importante. Estas dos habilidades serán imprescindibles para, posteriormente, aprender a escribir.
  • Enseña a autocontrolarse, a reflexionar y a tolerar la frustración: el puzzle es un recurso que requiere ser preciso, tener mucha paciencia, y pensar antes de actuar. En este desafío es fácil fallar o no encontrar la pieza deseada, sin embargo, en este momento es importante motivar a tus alumnos y enseñarles a tolerar la frustración.
  • Potencia la relajación y la gestión del estrés: la realización de un puzzle libera endorfinas, una sustancia que aumenta el estado de bienestar, y dopamina, una hormona que genera placer. Así pues, con un ambiente de tranquilidad y concentración, podemos ayudar a los alumnos y alumnas a relajarse y disfrutar del juego a la vez que aprenden.
  • Permite el ensayo-error: esta técnica deja al alumnado equivocarse y darse cuenta del error para volver a intentarlo hasta realizarlo correctamente.

¡El puzzle, aunque sea un juego que se realiza en solitario, no significa que no pueda emplearse para jugar en familia o con amigos, pues de este modo se derivarán otros beneficios como el trabajo colaborativo y además pasarán un rato muy divertido!

En definitiva, el puzzle es un recurso ideal para trabajar tanto dentro como fuera del aula a cualquier edad y que se convierte en un juego educativo para los niños y niñas que fomenta el desarrollo de varias competencias. ¿Te animas a utilizar este recurso en tus clases?

Fuente: http://blog.tiching.com/el-puzzle-recurso-ideal-aula/

Comparte este contenido:

La tecnología como recurso.

Apostar al desarrollo científico para crear nuevas y mejores formas de enseñanzas en el nivel superior. Llegó la hora de las super-especializaciones técnicas, que sostengan la reproducción del desarrollo.

América del Sur/Argentina/05.12.2017/Autor y Fuente: http://www.perfil.com/

El año que viene se cumplirán cien años de la Reforma Universitaria que cambió para siempre la organización de nuestras universidades, que se transformaron en instituciones más democráticas. Esta transformación propició, a la vez, que las entonces “verdades reveladas” den paso al método científico como modo de explicar los fenómenos del mundo.

Nuestro mejor homenaje a aquellos reformistas de 1918 será el resultado de las propuestas que ofrezca el sistema universitario argentino a las próximas generaciones.
El contexto actual de las actividades educativas es el de la “sociedad del conocimiento”. Una sociedad basada en crecientes volúmenes de información que se movilizan a gran velocidad y requiere habilidades específicas para comprenderla: no es suficiente estar alfabetizado, es determinante tener la posibilidad de discernir la relevancia de los contenidos a los que accedemos. Por lo tanto, la democratización de la sociedad tiene como insumo básico una educación inclusiva y de calidad.

La sociedad argentina acaba de ratificar en las últimas elecciones, la necesidad del apego a la ley en el ejercicio de las responsabilidades públicas y privadas. Con un claro reclamo de transparencia en la gestión de los intereses de la sociedad, todos los que trabajamos con presupuestos públicos debemos dar cuenta de nuestros resultados.
Durante la modernidad el modelo económico suponía la formación de trabajadores que, con distintos niveles de preparación técnica, se incorporaban a los procesos productivos. A través de los sistemas educativos, el Estado propiciaba la formación de ciudadanos que daban entidad y sentido de pertenencia al desarrollo de la sociedad.
En la actualidad, el impacto de las nuevas tecnologías nos plantea, por un lado, la formación en superespecializaciones técnicas que sostengan la reproducción del desarrollo tecnológico, y, por otro, el rol de consumidores para quienes conocimos en el pasado como trabajador y ciudadano.

De esta manera, el Estado-nación cedió espacio a la internacionalización de la economía y con él se disipó la idea de ciudadanía en el ámbito del consumo. Como advierte el profesor Michel J. Sandel: “Debemos debatir el significado moral de los bienes y la manera adecuada de valorarlos… es el debate que no tuvimos durante la era del triunfalismo del mercado. Y el resultado fue que, sin darnos cuenta, sin decidirlo, pasamos de tener una economía de mercado a ser una sociedad de mercado”. En consecuencia, esa lógica, terminó invadiendo dimensiones de la vida antes regida por normas y valores ajenos a la economía.

Esta crisis de identidades e incertidumbre impacta particularmente en los jóvenes, a quienes debemos involucrar fuertemente con la educación y la cultura, herramientas con las que podrán enfrentar los desafíos que ofrece el futuro. Como sostiene Vicente Verdú: “La imagen ha ganado mucho terreno a la imaginación. La emoción ha robado prestigio a la reflexión. Lo instantáneo, el suceso puro, vence al proceso y a la reflexión, prevalece la cultura de la imagen que apela a la emoción, en un mundo instantáneo de sucesos puros”.

Nuevas formas. En este contexto, la tecnología se debe utilizar a favor de nuevas y mejores formas de enseñanza, no sólo en su faceta de “consumo tecnológico”, sino como una herramienta al servicio educativo. La educación es la herramienta idónea para vencer la instantaneidad, resaltar los valores de la creación y la innovación. Es la llave que conduce a la reflexión, al pensamiento crítico y la valoración del esfuerzo por el conocimiento. Es por ello que resaltamos el invalorable sentido contracultural que ha adquirido la educación en este tiempo.

Desafío. Nuestra apuesta, debe ser al conocimiento y a la educación, la creatividad, la innovación y la ciencia, porque el capital humano y social son y serán la frontera que separe a los países desarrollados de los que no lo son. Estos cambios impactan en la manera de relacionarnos, en la comunicación, en el acceso a la información, en el trabajo, en la salud y, por supuesto, en las modalidades de enseñar y de aprender. También a gran escala: en los países, sus sociedades y sus economías. Es difícil anticipar qué forma tendrán los trabajos de las próximas generaciones. Sabemos que serán otros, aunque no sabemos cuáles.

De acuerdo con los especialistas, 5 millones de puestos de trabajo desaparecerían en 2020 a manos de la tecnología. La inteligencia artificial, a la vez que creará entre 50 y 60% de nuevas actividades laborales, hará crecer en forma exponencial la productividad. La mano de obra como fuerza motriz será desplazada e influirá relativamente en la generación de riqueza. El impacto previsto de la inteligencia artificial en el modo de producción es equivalente a 3 mil veces el que tuvo la Revolución Industrial.

Ya conviven con nosotros parte de estas transformaciones. En el caso de las ofertas educativas, la posibilidad de enseñanza personalizada a través de tutores inteligentes, la robótica educativa, los desarrollos en neurociencia cognitiva, entre otros ejemplos.

También sabemos que aquellos países que inviertan en el capital social contarán con una ventaja competitiva: podrán preparar a sus jóvenes en las habilidades necesarias para crecer y responder a las demandas económicas, sociales y políticas del siglo XXI.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología como política de Estado debe llevarse adelante en colaboración con empresas e instituciones de la sociedad civil, en la búsqueda de promover la innovación para la inversión productiva, dar impulso al desarrollo de la infraestructura, con instituciones sólidas y transparentes y con respeto al medio ambiente. Sólo así se pueden delinear estrategias a largo plazo que permitan imaginar acciones concurrentes que dejen atrás los ciclos de frustración que han caracterizado a la Nación.
Hoy, los países desarrollados y aquellos que aspiran a serlo apuestan a consolidar sociedades del conocimiento, a partir de valores como la verdad, la creatividad, la transparencia, el apego a la ley, la Justicia y la democracia.
Las sociedades integradas, que comparten una visión de futuro común, tienen mejores oportunidades para su desarrollo. Y una educación superior inclusiva, de calidad y gestionada en forma transparente, debe ser la agenda del “Centenario de la Reforma Universitaria” y el punto de partida para enfrentar los desafíos de la sociedad del conocimiento.

Fuente: http://www.perfil.com/universidades/la-tecnologia-como-recurso.phtml

Imagen: https://iugt.com.ve/wp-content/uploads/2016/08/VSU073102c-Ingenieria-1024×759.jpg

Comparte este contenido:

Jaume Cela: “La escuela es el lugar donde vamos a equivocarnos”

31 de mayo de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Afirma que la educación empieza con una pregunta: “¿me ayudas?”.
Sí, así el educador moviliza las competencias para poder atender las necesidades de esta persona. Tenemos que saber escuchar al alumnado para poder percibir cuáles son las necesidades que nos plantean. Esto se resume en algo muy fácil de definir pero muy difícil de hacer. El maestro tiene que manifestar que se siente atraído por su alumno y que quiere establecer con él un vínculo que le permita desarrollar al máximo esas competencias, y que también le permita decirle adiós cuando llegue el momento.

Decía justo ahora que el docente debe aparentar cariño por todos los niños. Incluso para aquellos que no le caen tan bien como otros. ¿Tiene que hacer teatro?
Sí. Tiene que hacer teatro, y del bueno.

¿Por qué?
Sabemos que todo lo que es cognitivo pasa por la vía emocional. Así que si no sale espontáneamente este cariño, el maestro tiene que teatralizarlo. Dentro de su trabajo tiene que asegurar esa parte emocional, que el niño esté a gusto con él. Porque sin esto no se asegura que lo cognitivo pueda funcionar.

Usted utilizaba el cine como recurso educativo, ¿no es cierto?
Sí. Tanto en la formación de niños como todo lo que pudiera ser para la formación de maestros.

¿Y es útil como recurso?
Sí, utilísimo. Tiene un lenguaje propio. Y si hablamos de que al niño debemos ponerle en contacto con todos los lenguajes, el cine también es imprescindible. En este momento hay verdaderas obras de arte que el alumno debe conocer o debe poder posicionarse delante de ellas. Y se puede utilizar para muchísimas cosas, como ilustrar aspectos del currículum.

Volviendo a eso que comentaba de que el maestro debe saber decir adiós. ¿Es importante que el docente sea reconocido por su labor?
Esa es una de las máximas expresiones que puede recibir el maestro, cuando te reencuentras con un alumno y podéis establecer un diálogo sobre lo que habéis compartido. Esta experiencia que te devuelve el alumno es interesantísima. Es difícil expresarla con palabras.

¿Y cree que este reconocimiento es necesario?
Necesario no, parto de la base de que el alumno a mí no me debe nada. Si acaso, yo le debo a él el sentido de mi profesión, porque yo existo como maestro porque hay alumnos que me necesitan. Pero soy una persona humana que necesita también ser reconocida. Si este reconocimiento se da, es un acto de una gratitud impresionante.

Según usted, los niños no sólo aprenden del maestro, sino de sus compañeros y su entorno. ¿Cuál debe ser la función del docente en ese entorno?
La función principal es la de acompañar. Hay muchas imágenes que ilustran la acción educativa en las que el maestro señala con el dedo el objeto de conocimiento que el alumno mira, pero la mirada del maestro se dirige al alumno. El maestro acompaña en este proceso de descubrimiento del mundo, que puede plantear cosas agradables o desagradables. Les va ayudando a que se planteen preguntas, a que descubran sus respuestas.
Y esto está muy ligado a lo que te formula el niño. Sabemos que una criatura necesita ser acogida. Necesitan de adultos que estemos ahí, a su lado. Y ahí viene una de las dificultades: el maestro tiene que precisar a qué distancia hacer ese acompañamiento, porque no todos los niños necesitan que nos situemos en el mismo lugar.

En el proceso, el profesor también aprende, no solo el estudiante.
Sobre todo el profesor. Es el que aprende más. Tengo un libro cuyo título es Tú me aprendes. Esto vino porque en mis primeros años, los niños me decían “Tú me aprendes muy bien”, y yo les corregía: “No, yo te enseño”. Y ellos tenían razón. Los verbos aprender y enseñar están tan íntimamente unidos que no se pueden separar.

Afirma que, igual que hay que acoger las diferentes maneras de aprender, también es importante acoger el error. ¿Es cierto?
¡Claro! Una de las cosas ahora que más predico es que la escuela no puede sancionar el error. Lo que es importante es que el error no nos derrote, que los niños en la clase puedan expresar sus opiniones y crear conversación alrededor de los temas que están trabajando. Es absurda una concepción de la evaluación que consista simplemente en sancionar el error y concretarlo con una nota. La escuela es el lugar donde los niños van a equivocarse. Y lo hacen en grupo, que para eso están los demás, para ayudarse los unos a los otros en la construcción de este conocimiento compartido.

Respecto al concepto de excelencia educativa. ¿Qué es la excelencia?
Para mí la excelencia es que cada persona llegue a desarrollar al máximo sus competencias, pero este punto de llegada no tiene que ser igual para todos.

¿Y cree que coincide con el concepto de excelencia que se está asentando en la comunidad educativa?
Si la excelencia no tengo claro para qué la quiero, no me interesa. Hacer según qué tipos de excelencias, sin definir el tipo de personas que aspiramos a crear, me parece equivocado.
Claro que quiero que mis alumnos sean excelentes. Pero, ¿qué quiere decir esto? Que desarrollen al máximo sus capacidades. Por ejemplo, no se habla de excelencia en el campo de las relaciones sociales, sino que cuando hablamos de excelencia predominan las cuestiones lingüísticas y matemáticas.

Entonces, ¿debemos cambiar este concepto?
Mientras esto no lo cambiemos, no iremos bien. Igual que tenemos que luchar para que la escuela sea inclusiva. Y esto quiere decir luchar para que la sociedad lo sea también. La escuela no crece aislada de su contexto social.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/jaume-cela-la-escuela-lugar-donde-equivocarnos/

Comparte este contenido: