Lectura: más allá de los clásicos infantiles y juveniles

Por: Sofía García-Bullé

Es necesario un currículum de lectura que conecte con la audiencia infantil y juvenil, aquí presentamos algunas opciones.

El rol de la lectura como herramienta didáctica y recreativa es indiscutible. En artículos anteriores hemos hablado sobre los beneficios de esta actividad, así como de la necesidad de estar atentos a la calidad de los contenidos que leen niñas, niños y la gente joven, además de mantener los currículums actualizados. Con respecto a esto último, una conversación útil sería la de conocer opciones que incentiven la lectura en los niveles de preescolar, educación primaria, secundaria y preparatoria. Cultivar el hábito de la lectura desde temprana edad favorece significativamente las posibilidades de que un estudiante continue leyendo en su juventud y vida adulta. Con esto en mente, hemos compilado varias recomendaciones de libros contemporáneos de calidad para considerar dentro de las bibliotecas escolares y domésticas.

Un buen inicio (3-7 años)

La edad preescolar es el periodo en el que muchas personas aprenden ideas básicas como la idea del yo, la autonomía corporal, los afectos o la higiene por ejemplo. La autora Patricia Arredondo contribuye a estos aprendizajes con Poemas para cuando se te caen los dientes. Un libro con estructura lírica tipo haiku que habla sobre la anatomía e higiene dental. La obra fue mención honorífica en el Certamen Laura Méndez de Cuenca 2018 y combina la experiencia como escritora de Arredondo con su contexto al pertenecer a una familia de dentistas. Este título se encuentra en el catálogo del Fondo Editorial Estado de México (FOEM) y no se distribuye en cadenas comerciales, pero la Secretaría de Educación del Estado de Guerrero (México) compartió en redes sociales un documento con la obra completa.

Para el mercado anglosajón o la enseñanza de idiomas, My Tree (Mi árbol) es una excelente opción. La autora Hope Lim, cuenta la historia de un niño inmigrante de Corea del Sur que se refugia en la sombra de un árbol por alivio y recuerdos de su hogar. También inmigrante, Lim toma la oportunidad de hablar sobre la experiencia de extrañar un lugar de origen y sanar para convertir en tu hogar el lugar al que has llegado. El libro cuenta con críticas positivas de diversos diarios, así como de medios especializados en educación y fomento de lectura.

Tomando camino (6 a 9 años)

Este rango de edad es el propicio para comenzar a fomentar el hábito de la lectura individual en las infancias. Las historias de desarrollo personal a través de aventuras o dificultades son especialmente efectivas para crear conexiones entre las obras y las experiencias de las infancias lectoras. Es el momento de entender que un libro es una jornada, el libro 9 kilómetros es un buen ejemplo de estas necesarias narrativas.

El libro del autor Claudio Aguilera cuenta la historia de un niño que atraviesa a diario grandes distancias para llegar a su escuela. A través de una historia de determinación y crecimiento, Aguilera realiza un atinado comentario social acerca de las desigualdades socioeconómicas y el derecho universal a la educación. El libro ha sido laureado con distintos galardones, como el premio White Ravens en 2021, y el Martha Brunet el mismo año.

La Giganta representa una de las pocas oportunidades literarias para que estas aventuras y ocasiones de crecimiento sean dimensionadas en la historia de una niña. La autora Anna Höglund nos introduce a un mundo de caballeros y ogros, en el que el padre de una niña desaparece en una misión y ella va en su búsqueda. El libro está disponible en inglés y en español.

Formando ideas y hábitos (10 a 12 años)

La pubertad es una etapa de transición importante para el estudiantado, es necesario rodearse de lecturas que les ayuden a contextualizar sus experiencias y que les acompañen durante su concurrir hacia la adolescencia. Luna de gatos, por el autor y dibujante Jis, ofrece apoyo a través de una historia que no es compleja ni difícil de leer. La obra es interactiva, ya que despliega también un álbum de estampa que hará cada relectura una jornada diferente. El libro maneja temas de definición de la identidad, el paso a un rango de edad diferente y lo que conlleva.

En esta etapa de vida, los niños y niñas comienzan a tener intereses propios, a generar un sentido de pertenencia e identidad grupal con sus pares. Jazz Santos vs. The World relata la historia de una niña que reúne un grupo de compañeras para crear un equipo de fútbol. El libro pertenece a una serie llamada Dream Team, en la que la autora, Priscilla Mante, explora los retos adolescentes al descubrir y perseguir actividades que los forman y apasionan. La serie incluye también el título: Charligh Green vs The Spotlight.

Hacia el universo de la palabra (12 años en adelante)

A partir de los 12, si a las niñas y niños se les formó el hábito de la lectura en edades tempranas, comienzan a gravitar hacia historias más complejas, con narrativas más ricas, estructura y un uso más variado de las palabras y estructuras de relato. Los libros que pongamos en sus manos durante este tiempo tendrán un gran impacto, en sí continuarán hacia una juventud y vida adulta en la que la lectura siga siendo una constante.

Entender el plano social en el que vivimos es un asunto importante para el desarrollo de las infancias de esta edad. El niño que vivía en las estrellas, nos hace partícipes de las dificultades de un niño que sostiene ser de otro planeta y cómo toman su caso los adultos y doctores a su alrededor. La obra del autor Jordi Sierra i Fabra recibió el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura en 2007 y en 2013 el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil. Sus cifras de ventas superan los 12 millones de ejemplares.

La enseñanza de la historia, la herencia cultural diversa y los idiomas son rubros educativos que pueden nutrirse mucho de los libros que familias y docentes eligen para sus bibliotecas. Soul Lanterns es una de esas obras que puede servir a los tres propósitos. Publicada solo en inglés, cuenta la jornada de tres niños de Hiroshima en los años setenta que realizan un proyecto escolar sobre las consecuencias de la bomba atómica en su ciudad. Las anécdotas recogidas por los protagonistas son una ventana no solo a un evento histórico de alto calibre, sino a las experiencias y emociones humanas ligadas a estos 27 años después del acontecimiento.

Como las anteriores hay cientos de obras de autores jóvenes con un sólido nivel literario para acompañar el aprendizaje de infancias y gente joven en el aula y la casa, solo es cuestión de buscar en medios que den espacio a autores contemporáneos. ¿Crees que incluir estas obras en los programas sería un paso adelante en la enseñanza y fomento de la lectura? ¿Prefieres los clásicos? ¿Te gustaría un balance entre ambos contenidos? Cuéntanos en los comentarios.

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Dislexia y disgrafía en la era digital

Por: Sofía García-Bullé

La dislexia y la disgrafía van de la mano para entender la dificultad de algunos alumnos para aprender a leer y escribir correctamente.

Los desórdenes de aprendizaje han representado un obstáculo histórico para la calidad de la experiencia educativa de millones de personas. Si bien hoy en día sabemos más sobre estas situaciones cognitivas y la tecnología nos ha llevado a favorecer el uso de computadoras y dispositivos electrónicos en vez de libreta y lápiz, problemas como la dislexia y la disgrafía no han desaparecido solo se hacen presentes en otro contexto.

Para fines explicativos, la dislexia se refiere a un trastorno la identificación de sonidos y su relación con las letras, a falta de esa conexión, la lectura se complica. La disgrafía, por otro lado, es un trastorno de escritura que complica el ejercicio motriz de manuscribir o el distinguir entre la forma de las letras al momento de leer o de escribir.

Para identificar a una persona como dislexia o disgrafía es necesario tomar en cuenta que estos obstáculos de aprendizaje están completamente desligados al nivel de inteligencia o cociente intelectual de los alumnos. ¿Pero cómo intersectan estas discapacidades en un contexto educativo en el que se teclea mucho más de lo que se escribe?

La dislexia y el teclado

El uso de libreta, lápiz y pluma ha decaído significativamente en el ejercicio de la educación, especialmente ahora que es a distancia, se ha vuelto un recurso eje para la continuidad didáctica en tiempos de pandemia.  Pensaríamos que esto pudiera jugar en contra en el aprendizaje para la lectura y escritura de alumnos con dislexia o disgrafía, porque no realizan con tanta frecuencia la actividad de escribir a mano, sin embargo, el uso inteligente del teclado puede hacer una enorme diferencia en su proceso didáctico.

El teclado ayuda a los estudiantes a visualizar un orden de la imagen de las letras, si tiene problemas para asociarlas con un fonemas y la memoria muscular que se desarrolla al practicar el uso del instrumento, el teclado les ayuda a formar la estructura cognitiva para procesar correctamente la escritura, la lectura, la comprensión y la comunicación. Cursos de mecanografía en computadora ofrecen recursos de apoyo como letras más legibles, colores para asociar diferentes secciones del teclado, sonidos para ir identificando la relación del ruido con las letras y palabras.

Cabe también la posibilidad de que el tipo de dislexia que un alumno experimenta obstaculice un uso óptimo del teclado para escribir, a esta clase muy particular de trastorno se le llama dystypia en inglés. Para este problema existen tanto teclados específicamente diseñados como aplicaciones para mejorar la habilidad del educando para la escritura, expresión y lectura.

La tecnología de revisión gramática y predicción de textos ha sido instrumental para completar palabras al momento de escribir. La mayoría de los recursos de apoyo para personas con dislexia y disgrafía parten de estas funciones.

¿Tienes alumnos con dislexia o disgrafía? ¿Has tenido estos problemas durante tu vida estudiantil? ¿Cómo ha sido tu experiencia? ¿Qué recursos has utilizado para superar las dificultades impuestas por esta situación cognitiva? ¿Crees que la tecnología ha hecho más fácil el aprendizaje con estas discapacidades? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/dislexia-era-digital

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¿Qué es la neurodiversidad?

Por: Sofía García-Bullé

Una intención educativa sin perspectiva de neurodivergencia carece de las herramientas para formar alumnos fuera de la normalidad neurológica.

La inclusión ha sido una preocupación patente para las instituciones educativas, sobre todo en la última década. La producción de conocimiento, visibilización y concientización acerca de la experiencia educativa de alumnos de minorías sociales o que simplemente son diferentes ha sido mucho mayor en periodos recientes. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer con respecto a la calidad de la educación que reciben las personas que no solo son diversas a un nivel social, sino que aprenden y procesan de manera diferente a nivel cognitivo, por ejemplo, los estudiantes que son neurodivergentes (algunas veces abreviado como ND).

La neurodivergencia es un término general para referirse a los individuos que viven con autismo principalmente, pero también abarca dislexia, dispraxia, déficit atencional con hiperactividad (TDAH), u otras condiciones que les llevan a navegar procesos cognitivos y emocionales de manera distinta a la norma. El término fue acuñado en los 90, cuando activistas por los derechos de las personas con autismo como Jim Sinclair, Kathy Lissner Grant y Donna Williams fundaron la Red Internacional del Autismo, bajo el principio de que esta condición no es una enfermedad, sino un estilo de procesamiento cognitivo. Dimensionar el autismo y otras diferencias de proceso mental en las personas es el primer paso para ofrecer una experiencia educativa realmente inclusiva para todos de acuerdo a su manera de aprender y percibir el mundo.

No son capacidades diferentes, son procesos diversos

Uno de los estigmas más persistentes con respecto a cómo consideramos las neurodivergencias es considerarlas enfermedades o discapacidades, que restan el potencial de los alumnos para adaptarse al estándar y desarrollar las habilidades que todos los demás trabajan bajo la norma impuesta.

La psicóloga clínica y maestra Elisa Luz Soto Ceballos, presentó para el periódico mexicano La Tribuna, una perspectiva fundamental para acercarse a las neurodivergencias en una forma efectiva. «No está mal ni es deficiente, sino que es una variedad del cerebro humano que tiene otras fortalezas y otros desafíos”. Este punto de vista si bien ofrece nuevos caminos para generar una experiencia educativa de calidad para las personas neurodivergentes, no es compartida por la comunidad científica completa, ni por las familias o personas afectadas por estas condiciones.

En un texto para el Washington Post, la periodista y editora Alisa Opar, habla sobre la diversidad de voces dentro de un movimiento para la visibilización de las neurodivergencias, específicamente sobre el autismo. Opar sostiene que existe una comunidad con opiniones diferentes sobre la base de cómo definir las neurodivergencias. Un lado serían los padres con los espectros más severos de las condiciones mentales, quienes realizan el acompañamiento y apoyo de niños con discapacidad intelectual, habilidades de lenguaje limitadas y que pueden ser un peligro para sí mismos cuando no se establece un sistema de cuidados y educación eficientes. Para ellos, problemas como el autismo de espectro más profundo son condiciones médicas, que normalmente necesitan tratamiento intenso y constante.

El otro grupo son personas con neurodivergencias funcionales, es decir, que pueden presentar condiciones que sean un obstáculo para la adaptación social o algunos aspectos del aprendizaje, pero estos retos no comprometen los aspectos básicos de su capacidad capacidad cognitiva, integridad física o dignidad humana.

Si bien las neurodivergencias pueden catalogarse en cualquier caso como el conjunto de procesos mentales y cognitivos diferentes, el dilema entre estas dos facciones sería definir si lo anterior representa solamente una divergencia o un desorden mental. Para esto habría que conocer los niveles de funcionalidad de las divergencias. Un individuo de alta funcionalidad puede hacer uso de recursos destinados al desarrollo de sus procesos cognitivos específicos y su integración social, bajo este contexto sería correcto referirse a las neurodivergencias como elementos fuera de la norma más no la capacidad de imposibilitar a los pacientes de no tratarse. La clave para descifrar en qué espectro está un estudiante y cómo se puede trabajar su caso, es un diagnóstico oportuno.

Educación integrada o educación especial

Para asegurar la calidad de la experiencia educativa en un salón de clases neurodiverso, el diagnóstico oportuno es clave. Bajo este contexto el rol de los psicólogos escolares debe expandirse, trabajar en equipo con las familias y maestros para evaluar las necesidades caso por caso y discernir si el carácter cognitivo atípico de los alumnos les permitiría sacar el mejor provecho de las clases dentro de una población estudiantil general.

El trabajo de psicólogos y maestros no debe tampoco restringirse a visualizar solo a los alumnos, la educación de los padres y madres sobre el tema así como el acompañamiento, es crucial para asegurar el bienestar emocional y acceso a la educación de los alumnos neurodiversos. Reconciliar las expectativas parentales con lo que se sabe de las neuropatías y el potencial futuro de sus hijos es una tarea en extremo compleja que a menudo se deja fuera de la óptica cuando hablamos de neurodiversidad en la esfera educativa. Es necesario considerar este aspecto para la elaboración de estrategias efectivas para la integración o educación especializada de los estudiantes con capacidades cognitivas diferentes.

Jim Sinclair engloba la idea de una existencia integrada y dignidad humana de las personas neurodiversas con un pensamiento concluyente, que si bien está enfocado en las personas con autismo, da una pauta trascendental de cómo empezar a dimensionar la neurodiversidad en espacios familiares y educativos.

“No pierdes a un hijo por causa del autismo. Lo pierdes porque te quedaste esperando la idea de otro niño que nunca existió” En su ensayo “Don’t mourn for us”, Sinclair resume en pocas palabras todo lo que se necesita para sentar las bases de un futuro educativo para el estudiantado neurodiverso: reconocer su existencia en sus términos, no los nuestros.

¿Tienes estudiantes con neuropatías en tu clase? ¿Qué estrategias implementas para la integración o educación especializada? ¿Eres un estudiante neurodiverso? ¿Cuál ha sido tu experiencia dentro del sistema educativo? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/neurodiversidad

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Repensando la educación para un modelo 100 % en línea

Por: Sofía García-Bullé

No hay tal cosa como resultados automáticos para afianzar el avance de la educación en línea, es necesario plantearnos una metodología.

El uso de la tecnología para impartir educación en línea, ha dejado de ser la respuesta a una situación de emergencia y se ha convertido en la nueva norma. Al pasar a esta segunda fase, nuevos retos se presentan para mejorar la experiencia en línea de alumnos y maestros.

En artículos anteriores hemos hablado sobre los aspectos teóricos, pedagógicos y prácticos para adaptarse a una educación que necesita ser online. Aspectos fundamentales como la forma de establecer comunicación con los alumnos y asegurar que se encuentren en buen estado de salud emocional han sido ampliamente tratados en diversos textos sobre los temas básicos y de periferia para avanzar a esta nueva normalidad educativa.

¿Pero qué hay de aspectos más avanzados como el diseño de cursos, las metodologías de evaluación o la brecha digital? Tratar estos temas ya no es cuestión del futuro, es más bien un presente urgente. Ahora mismo los maestros tendrían que estar aprendiendo a construir programas educativos y evaluaciones que sean en línea de inicio.

Con esto en mente, un grupo de profesores coordinado por Albert Sangrà, Catedrático de Educación y Profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), se dio a la tarea de condensar un compendio que cubriera los incisos necesarios para dar el siguiente paso en la clases en línea.

“No se trata de hacer de la misma manera la enseñanza que ya estamos haciendo, solo que digitalizándola, sino de adaptarla a un contexto distinto, que es ese contexto no presencial”.

Sangrà y otros nueve profesores con 25 años de experiencia en la educación online trabajaron en conjunto para ofrecer soluciones a los principales problemas para la continuidad de una educación 100 % en línea, en un libro titulado Decálogo para la mejora de la docencia online.

El catedrático enfatizó la importancia de cambiar las estructuras base con las que pensamos al producir y ejecutar programas educativos. “No se trata de hacer de la misma manera la enseñanza que ya estamos haciendo, solo que digitalizándola, sino de adaptarla a un contexto distinto, que es ese contexto no presencial”, explica el también Director de la Cátedra UNESCO en Educación y Tecnología para el Cambio Social.

El compendio puntualiza tres áreas principales en las que los maestros han de centrarse para continuar la transición hacia una mejor educación en línea.

1. Ubicarse en la situación y ayudar a los alumnos a entenderla

La primera idea a comprender para la continuidad de la clases online es que al tratarse de una solución de emergencia para resolver problemas de un estado crítico, no podemos esperar recetas ni metodologías con resultados automáticos. Lo construido hasta ahora en materia de educación online, lo hemos construido sobre situaciones emergentes.

Las emergencias son un proceso complicado, cada quien las vive diferente, por lo que en este momento solo podemos esperar aproximaciones y recomendaciones que nos lleven a la base de una metodología en un futuro cercano.

De acuerdo con Sangrà y sus compañeros investigadores, la capacidad de observar y reaccionar a las diferentes formas en las que los estudiantes interaccionan y se desarrollan en una dinámica online en comparación con la presencial es fundamental para establecer el discurso y organización de la clase.

Superar la distancia social a través de conocer a fondo a los alumnos, su conducta y sus patrones psicológicos en línea también es un punto clave para establecer una nueva normalidad educativa con la capacidad de evolucionar rápido.

2. Manejo de recursos y generación de estrategias

Los recursos han de entenderse de una forma diferente, ya no se tratará sólo de contenido, sino de plataformas de interacción y comunicación. Estar en un espacio presencial ofrece la ventaja de ofrecer horarios más definidos en cuanto a los horarios y los periodos de descanso.

Los espacios, en un esquema de educación presencial, cuentan con las capacidades para asegurar tanto un ambiente de clase, como uno de recreación, ambos en grupo. Enseñar desde casa no tiene este beneficio, por lo que es crucial que se incluya la flexibilidad para proveer a los estudiantes de los recesos necesarios en una situación de movilidad e interacción reducidas.

Los maestros deben acercarse al uso de recursos con un mindset diferente, más en tono con las necesidades de la educación en línea en situación de aislamiento, esto les permitirá generar estrategias certeras para lidiar con las problemáticas que marca este contexto.

3. Diseño de actividades y evaluación

Plantearse de forma diferente tanto la elaboración de actividades en clase como la evaluación, también es un paso crítico para establecer las nuevas reglas de una educación en línea a nivel global.

Para Sangrà y su equipo el principio es diversificar, contar con diversos mecanismos que nos den información y nos ayuden a tomar registro del proceso de los alumnos. La evaluación, más que un instrumento de medición deberá ser una experiencia formativa y continua, que permita a los maestros centrarse en el procedimiento evaluativo y valorar este como el eje, en vez de factorizarlo como un dato o un resultado. Esto con el objetivo de conocer el nivel de aprendizaje del estudiante, en vez de solo calificarlo.

¿Qué retos pedagógicos, de contenido o ejecución has encontrado en tu experiencia como maestro en este contexto de aislamiento prolongado? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e imagen:  https://observatorio.tec.mx/edu-news/decalogo-educacion-online

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¿Cómo hablar de racismo en clase?

Por: Sofía García-Bullé

Una conversación sana y bien guiada en el salón de clases es crucial para la visibilización del racismo sistémico.

 

El tema de la discriminación racial es especialmente difícil de tratar en las escuelas, existe una intención colectiva de crear espacios seguros para los niños mientras se les educa, temas tan complejos como el racismo pueden tocar sensibilidades, especialmente en los alumnos que han sido víctimas de discriminación.

Sin embargo, recientes eventos motivados por violencia racial llaman a un urgente cambio de enfoque y a cuestionamientos difíciles, ¿de qué sirve proteger a los niños de temas como el racismo en el salón de clases si fuera de este suceden instancias de violencia racial diaria? Algunas de ellas contra los mismos alumnos que enseñamos.

Hablar sobre racismo en clase aún no es una obligación legal para todas las escuelas, abordar o no el tema depende de la decisión de cada maestro, pero para aquellos docentes que reconozcan la necesidad social y ética de introducir a sus alumnos un entendimiento sobre el racismo sistémico, a continuación compartimos las siguientes recomendaciones.

Consejos para abordar el racismo en el aula

1. Generar un ambiente de honestidad y empatía

En artículos anteriores, hemos hablado sobre cómo cuando se educa  a los niños que el color de la piel no importa, este acercamiento  los priva de las bases para entender la raíz del racismo sistémico y los deja sin las herramientas para identificar injusticias sociales con base en el color de la piel o la etnicidad.

Sin embargo, antes de introducir el tema del racismo en clase, es necesario establecer una interacción que establezca un ambiente de respeto y soporte para los alumnos de minorías sociales que ya hayan tenido contacto con el racismo. De la misma forma, es importante ser honestos, certeros y empáticos con los alumnos que no tengan experiencia en el tema.

Cualquier instancia de educación antirracista en el aula debe tener clara la diferencia entre visibilizar en vez de traumatizar, y educar en vez de culpabilizar.

2.  Acostumbrarse a la incomodidad

Hablar sobre racismo en el aula es desafiante, especialmente en un grupo mixto en el que se encuentran minorías y mayorías sociales. Los alumnos de mayoría pueden presentar temor de ofender a alguien al hablar sobre el tema, y los alumnos de minoría podrían encontrar agotador relatar sus experiencias de vida para educar a personas que no las experimentan de la misma manera.

Pero que no las vivan de la misma forma no quiere decir que no estén abiertos a entenderlas o a comprender el concepto de desbalance social y cómo afecta a sus compañeros. El racismo no es un tema cómodo y es importante transmitir a los alumnos que está bien estar incómodos, mientras la conversación se dirija a un mejor entendimiento sobre cómo las distinciones sobre el color de la piel generan imbalance social y cómo podemos hacer nuestra parte para evitar este desbalance.

Más que hacer a los alumnos sentirse cómodos al entrar en una conversación sobre discriminación racial, es más valioso y productivo hacerlos sentir seguros para que se comuniquen en forma honesta, asertiva y empática.

Esto implica también la admisión de errores al momento de abordar una discusión, es necesario entender que el aula es un lugar para aprender y que nadie comienza una conversación sobre racismo para volverse experto en cinco minutos.

Si ya establecimos una base de comunicación sensible, es recomendable asumir que los comentarios de los estudiantes vienen de un lugar de buenas intenciones y deseo de aprender. Una conversación sobre el racismo también debe servir para establecer la responsabilidad sobre un discurso, sin deshumanizar ni destruir la voluntad de seguir aprendiendo sobre cómo abordar temas de injusticia social.

3. Partir de bases históricas y sociales concretas

Hablar de las experiencias de los alumnos de minorías puede ser esclarecedor para entender el tema del racismo a un nivel personal. Pero para entender el racismo sistémico, es indispensable recurrir a las bases históricas que lo documentan.

Existe un vasto registro histórico que visibiliza el racismo sistémico e incluirlo en el currículum previo a una discusión en clase sobre la discriminación racial es crucial para comprender no solo la existencia de la discriminación racial, sino cómo esta se ha invisibilizado y minimizado a través de la historia, haciendo posible que grupos de minoría la hayan experimentado por siglos, y que aún en nuestros días este tipo de discriminación siga presente.

4. Aclarar: el racismo es malo, no las personas 

Definir el racismo como un problema sistémico y no como una práctica personal es relevante para iniciar una conversación productiva sobre injusticia social con base en la raza o etnicidad. Esto no quiere decir que no haya personas que sean activamente racistas, pero también es necesario diferenciar entre este grupo y quienes incurren en patrones de racismo porque no fueron educados para cuestionar las diferencias sociales entre personas de distintas etnias y como estas generan injusticia social.

Sin duda, el racismo es una instancia de injusticia, y debe señalarse cada vez que se vea en el día a día, pero también es necesario saber que un problema sistémico no se resuelve sólo con señalar cada vez que lo vemos, sino reflexionando el cómo y por qué lo vemos, enfocando nuestra atención en el patrón de racismo, más que en la persona que lo reproduce porque no conoce otra cosa.

5. Promover las preguntas que llamen a la reflexión

Hablar de racismo en clase va a generar preguntas, el maestro deberá actuar como moderador para que la conversación se centre en las preguntas que ayudan a avanzar a un mejor entendimiento sobre cómo funciona el racismo sistémico, a quién afecta y por qué, cuáles son las instancias que practicamos sin darnos cuenta, cómo evitarlas, cómo señalarlas constructivamente cuando suceden en un espacio en el que podemos razonar con el otro y cómo desafiarlas o denunciarlas cuando no suceden en un espacio seguro.

Atender y poner enfrente de la conversación preguntas que intenten resolver estas cuestiones sentará las bases de una discusión productiva con potencial para ayudar a los estudiantes a comprender el racismo sistémico y cuál es su rol en el intento por desmantelarlo.

¿Has intentado hablar con tus alumnos sobre racismo? ¿Cuál ha sido tu experiencia?, Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-racismo

 

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