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Un acuerdo entre la UNESCO, el Congreso Judío Mundial y Facebook amplía a 12 idiomas la educación sobre el Holocausto. Alemania

Recientemente, la etiqueta #HitlerWasRight fue tendencia en las redes sociales. Un claro indicio de que a nivel mundial sigue existiendo una fuerte convicción de que el genocidio de más de seis millones de judíos por parte del régimen nazi alemán durante la Segunda Guerra Mundial fue lo correcto. Las narrativas antisemitas similares, tanto manifiestas como más insidiosas, se están extendiendo rápidamente en Internet. Un estudio reciente del Instituto Diálogo Estratégico encontró “#Holohoax”, que niega la verdad histórica del Holocausto, en 36 grupos de Facebook que sumaban más de 360.000 seguidores, así como referencias en Reddit, Twitter y YouTube, todas creadas entre junio de 2018 y julio de 2020.

Las plataformas de redes sociales se han convertido en imanes para las afirmaciones que niegan, distorsionan o glorifican la historia del Holocausto, como las comparaciones entre las restricciones debidas a la COVID-19 y la persecución de los judíos bajo el régimen nazi, y la renovada proliferación del hashtag “Hitler” durante el reciente conflicto entre Israel y Palestina. A menudo estas afirmaciones se basan en tropos y narrativas antisemitas muy arraigados y las redes sociales y la ciberesfera proporcionan un terreno fértil para propagar nuevos odios basados en la ignorancia y la desinformación deliberada.

Para hacer frente a este alarmante aumento y proporcionar acceso a información basada en hechos sobre el Holocausto, las empresas de medios sociales pueden marcar una diferencia inmediata cambiando sus condiciones de servicio y políticas. A partir del 8 de julio de 2021, Facebook conectará a la gente con el sitio web AboutHolocaust.org, desarrollado por el Congreso Judío Mundial en colaboración con la UNESCO como un recurso integral que proporciona información esencial sobre la historia del Holocausto y su legado. La iniciativa, que se puso a prueba en inglés en enero, se extiende ahora a 12 idiomas para personas de todo el mundo.

«La negación del Holocausto, la distorsión del Holocausto y la difusión de mitos conspirativos sobre el Holocausto se han convertido en piedras angulares de la viciosa incitación al odio antisemita por parte de los supremacistas blancos, los neonazis y otras fuerzas extremistas. Aprender los hechos del Holocausto es crucial para combatir a todos aquellos que profanan deliberadamente la memoria de los millones de personas que fueron asesinadas por la Alemania nazi y sus cómplices plurinacionales con el fin de promover su reprobable agenda. El Holocausto es el máximo ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se permite que prosperen el odio y las mentiras malintencionadas basadas en la desinformación deliberada».

Ronald S. Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial

AboutHolocaust.org contrarresta el aumento de la negación y la distorsión del Holocausto proporcionando respuestas sencillas a preguntas como “¿Qué fue el Holocausto?”, “¿Cómo explotaron los nazis a sus víctimas judías?” y “¿Fueron los judíos las únicas víctimas de la persecución nazi?”. El conocimiento de la historia del Holocausto es de relevancia mundial para contrarrestar el antisemitismo en la actualidad y prevenir el genocidio y los crímenes atroces en el futuro.

Estas lecciones son relevantes para las personas en todos los países y contextos, lo que hace que la expansión de Facebook en 12 de los 19 idiomas disponibles en AboutHolocaust.org sea aún más significativa, y un reconocimiento del papel global crucial y la responsabilidad que tienen las empresas de redes sociales en la era digital. La UNESCO está llevando a cabo consultas más amplias con Facebook y otras redes sociales para mejorar la transparencia de las decisiones en torno a la moderación de contenidos y otras cuestiones, garantizar la supervivencia de los medios de comunicación independientes y educar al público para que tenga un pensamiento crítico sobre la información.

«Es esencial que las personas de todo el mundo tengan acceso a información objetiva sobre el Holocausto. La negación y la distorsión son formas de antisemitismo contemporáneo, contra las que todos debemos adoptar una postura activa. En el contexto del aumento mundial de la desinformación, las plataformas de los medios sociales tienen un papel que desempeñar en la lucha contra las falsas narrativas y el odio, y en la reorientación de los usuarios hacia fuentes de información fiables».

Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO

La negación y la distorsión del Holocausto, y el antisemitismo en general, están profundamente relacionados con el aumento de la desinformación en línea en todo el mundo. La educación y la información y alfabetización mediática son aún más importantes a la luz de hallazgos como los de un estudio del MIT de 2018, que concluye que las falsedades se difunden significativamente más lejos, más rápido, más profunda y más ampliamente que la verdad, con historias de “noticias” falsas que tienen un 70% más de probabilidades de ser retuiteadas que las noticias reales.

Para comprender mejor la distorsión del Holocausto en línea y fortalecer las respuestas educativas, la UNESCO y el Departamento de Comunicación Global de las Naciones Unidas, con el apoyo del Congreso Judío Mundial, han encargado un estudio al Oxford Internet Institute sobre la distorsión del Holocausto en línea para informar sobre el desarrollo de una guía para profesores y recursos educativos digitales interactivos. La UNESCO también participa en la campaña de redes sociales #ProtectTheFacts, lanzada en enero de 2021 con la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto, la ONU y la Comisión Europea, para concienciar sobre los peligros de la negación y la distorsión del Holocausto mediante mensajes específicos en los medios sociales.

Fuente: https://es.unesco.org/news/acuerdo-unesco-congreso-judio-mundial-y-facebook-amplia-12-idiomas-educacion-holocausto

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España| Deporte con valores: Un balón de oxígeno para 300 menores en riesgo de exclusión social

Por: Fernando Morales

Un campamento les inculca valores a través del deporte y dota a los niños de cuatro comidas diarias durante tres semanas

Un campamento de verano no está al alcance de cualquier familia, ni tan si quiera muchas tienen la oportunidad de poder ofrecer a sus hijos una alimentación adecuada en el periodo estival, cuando muchos de los comedores de los colegios están cerrados. Es para ellos, menores en riesgo de exclusión social, para los que está dirigido la primera edición del programa Campus Social Basket Kellogg´s, un campamento de baloncesto por el que pasarán en tres semanas hasta 300 menores pertenecientes a familias con problemas socioeconómicos de Madrid.

El objetivo de este campus, que se presentó este martes aunque había dado comienzo el pasado lunes, es inculcar valores como el esfuerzo, el trabajo en equipo, el respeto, la deportividad y el juego limpio a través de la práctica del baloncesto. De esta forma se pretende que estos menores, procedentes de tres colegios públicos de la capital, vean que el deporte no es solo competir sino que se pueden «sacar lecciones y valores que les van a servir en su día a día», cuenta José Antonio Paraíso, exjugador profesional de baloncesto y director general de Gigantes, compañía que junto a Kellogg´s ha organizado este campus en el CEIP Eduardo Rojo de Vallecas.

Pero este campamento, en el que los menores no cuentan con una experiencia ni conocimientos técnicos previos sobre baloncesto, pretende que estos alumnos de entre 6 y 14 años se alimenten de manera «saludable y equilibrada» durante el verano.

Por ello, los pequeños pasan toda la jornada en las instalaciones del colegio y reciben hasta cuatro comidas diarias alternadas con las actividades que realizan enfocadas, asimismo, a que aprendan a utilizar de manera adecuada las redes sociales y a tener respeto por el medio ambiente. «Van a poder disfrutar de una semana de valores, alimentación y diversión», aseguró este martes en la presentación del campus Susana Entero, directora general de Kellogg Iberia.

Los menores aprenden a jugar al baloncesto con entrenadores federados, aunque para desarrollar las actividades lúdicas y de aprendizaje de otras materias el Ayuntamiento de Madrid ha puesto a su disposición a más de 70 voluntarios del programa Voluntarios X Madrid.

Un día después de que diera comienzo este campus, y con los pequeños ya disfrutando con las pelotas, los entrenadores y sus compañeros en el patio de un colegio de un distrito «tan vulnerable» como Puente de Vallecas, Borja Fanjul, concejal presidente del Distrito de Puente de Vallecas, consideró fundamental que a estos chicos puedan tener un verano como «el resto de menores de Madrid, de diversión una vez que ha acabado el periodo escolar».

Fuente de la información e imagen:  https://www.abc.es

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Redes sociales, espacios inseguros para las mujeres

Fuente: Humanidades/ Comunidad /UNAM

Las redes sociales están plenamente integradas a la cotidianidad de millones de mujeres en todo el mundo. Según Statista, portal alemán especializado en estadísticas y estudios de mercado, en el primer mes de este año las mujeres fueron las principales usuarias activas en Snapchat e Instagram.

De acuerdo con la agencia alemana, las principales actividades de las cibernautas en estos canales son la comunicación familiar y de amistad, observar videos y contenidos lúdicos, y la búsqueda de recetas e ideas para el hogar, invirtiendo un promedio de 2.08 horas al día en ello, en contraste con las 1.81 horas que dedican los hombres.

Al respecto, Jenny Teresita Guerra González, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI), explicó que el binomio redes sociales-mujeres entraña tanto posibilidades de desarrollo social, académico, político, cultural y laboral; a la vez que retos traducidos en términos de vulnerabilidad y riesgo a distintos niveles.

“El espacio digital suele percibirse en una primera aproximación como amable y lleno de virtudes, pero lo cierto es que puede transformarse en un entorno hostil en el que la censura, la violencia, el acoso y el linchamiento se vuelven norma”.

El caso de México

México —expuso la especialista— es un escenario importante en la escalada de violencia digital hacia las mujeres en redes sociales. Los casos de distribución de desnudos o videos de contenido sexual, la llamada pornovenganza a cargo de ex parejas sentimentales, condujo a una serie de reformas legislativas sintetizadas en la “Ley Olimpia”, que castiga hasta con nueve años de prisión a quien difunda contenido íntimo sin consentimiento de quien aparezca en la imagen.

“No obstante, los social media y la web en su conjunto no son espacios del todo seguros para las mujeres, por lo que aún queda un largo camino por recorrer en materia de educación y legalidad”, abundó la también integrante de la Comisión Interna para la Igualdad de Género del IIBI.

En defensa de sí mismas

Para Guerra González, a estas plataformas se les ve como los medios de infocomunicación más abiertos y plurales; sin embargo una radiografía sobre el universo agreste de las redes sociales patente en varios estudios científicos, ha revelado que las mujeres afrodescendientes e indígenas reciben el doble de agresiones cuando expresan sus opiniones políticas.

“Los algoritmos de reconocimiento en Facebook censuran imágenes de jóvenes con manchas de flujo menstrual en su ropa o suspenden cuentas a activistas promotoras del aborto que son denunciadas por grupos provida”.

La especialista señaló que contra este sistema de medios, son las mismas mujeres quienes crean resistencia abriendo cuentas que fomentan los derechos reproductivos, circulando toolkits y guías en materia de seguridad y cuidados digitales, haciendo movilizaciones virtuales contra agresores sexuales y organizando talleres y formación en temas de feminismo, salud, justicia y apoyo psicológico.

Vanidad, influencers y complejos

Jenny Teresita Guerra refirió también otro aspecto negativo de los medios digitales que afecta la salud mental e inclusive física de las chicas que frecuentan esas páginas: “Es manifiesta la influencia de las redes sociales en la autoimagen de las usuarias, el desprecio por un cuerpo que no se alinea con los estándares y recomendaciones de influencers y celebridades”.

El fenómeno “está forjando toda una generación de mujeres inseguras, ansiosas y deprimidas cuya solución inmediata es recurrir al retoque y a los filtros en sus fotografías o videollamadas. A esto se suma un incremento considerable de trastornos alimenticios, cosificación y discriminación”, finalizó.

Fuente de la información e imagen: Humanidades Comunidad UNAM

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Hijos gamers, youtubers y TikTokers: ¿profesiones con futuro o moda pasajera?

Por: ABC

El tiempo de uso de las redes sociales ha crecido un 76% entre los menores españoles y un 25% en plataformas de vídeo como Youtube, en el último año.

El mundo laboral ha vivido una auténtica transformación en la última década, en gran medida provocada por la digitalización. Las respuestas a la pregunta «¿Qué quieres ser de mayor?» son cada vez más variopintas y a las profesiones más tradicionales se han sumado otras muchas ampliamente ligadas con la tecnología como: programadores, analistas de datos, diseñadores UX/UI, pero también creadores de contenidos para plataformas como Youtube, Instagram, TikTok o Twitch, entre otras.

Desde Qustodio, plataforma de seguridad y bienestar para familias, han observado durante el último año un gran crecimiento del uso de redes sociales por parte de los menores, aumentando un 76% el tiempo empleado con respecto a 2019, datos que recoge su estudio anual «Aplicaciones y menores: un año atrapados detrás de las pantallas», y que también muestra que el uso de las plataformas de vídeo online como YouTube habría aumentado un 25%.

«Estos datos son una clara muestra de la situación actual. Los menores pasan más tiempo en las redes sociales consumiendo contenido que crean los influencers y estos se convierten en modelos a seguir», afirma Eduardo Cruz, CEO y co-fundador de Qustodio. «Es normal que nuestros hijos quieran este tipo de rol. La vida que se muestra en las redes es idílica y utilizada como anzuelo de marketing, que tu trabajo sea jugar a videojuegos o viajar alrededor del mundo motiva más que un trabajo de 8 a 5».

Al igual que en el pasado los niños soñaban con ser caballeros o guerreros porque encontraban en ellos inspiración y la exaltación de todos los valores que querían representar, en la actualidad, los jóvenes y menores aspiran a ser influencers, los nuevos referentes de las nuevas generaciones. De hecho, según datos de la XIII Encuesta de Adecco ¿Qué quieres ser de mayor?, la profesión de youtuber aparece como la cuarta más deseada para los casi 2.000 niños y niñas españoles de entre 4 y 16 años.

La realidad es que, el mundo evoluciona y con él, nacen nuevas profesiones. Tanto es así, que en España existen más de 7.500 personas dedicadas a la creación de contenido en las redes, convirtiendo su estilo de vida en un negocio de marketing. Una dinámica difícil de comprender para las generaciones mayores, pero muy admirada por los nativos digitales.

Es un hecho. La profesión de influencer existe y se ha convertido en uno de los trabajos mejor pagados de los últimos años. De hecho, según el informe Influencer Marketing Hub, el negocio de la publicidad en redes sociales creció en 2020 cerca de 8.200 millones de euros. Instagram ocupa la primera posición del ranking en el que un macro-influencer podría ganar entre 4.000 y 8.000 euros por post y un mega-influencer por un contenido promocional nunca aceptaría menos de 8.000 euros pudiendo llegar al millón de euros en casos de celebridades. En YouTube un nano-influencer puede ganar entre 16 y 160 euros y un mega-influencer puede llegar a ingresar más de 16.000 euros por mención. Mientras que el sueldo medio de un profesor de Educación Primaria está en torno a los 2.000 euros, según datos de la UGT y el de médico en unos 4.400 euros. Estos datos se convierten en una motivación más para los jóvenes.

La demanda de estos profesionales por las marcas ha sido tan alta que se han creado estudios para poder aprender a ejercer este puesto. En 2019, la Universidad Autónoma de Madrid decidió crear el curso «Intelligence Influencers: Fashion & Beauty», organizado por la Facultad de Psicología y la Escuela de Inteligencia Económica de la UAM, junto con la colaboración de la Ibiza Fashion Week para formar a los jóvenes en esta nueva profesión.

La figura del influencer no es otra cosa que una nueva herramienta de marketing que las marcas integran en sus estrategias para poder generar más ventas y mayor reputación de marca y funciona. El éxito del fenómeno se debe a la sensación de credibilidad que aportan hoy en día las opiniones de estos creadores de contenido. No se sabe cuánto va a durar, lo que sí que es una obviedad es que los influencers, tienen poder, y mucho, sobre los consumidores y sobre los niños.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-hijos-gamers-youtubers-y-tiktokers-profesiones-futuro-o-moda-pasajera-202106210101_noticia.html

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Telefonía celular y redes sociales: ¿vicio, problema, aporte?

Por Marcelo Coluss

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Hace algunos años, digamos una década y media atrás, se perfilaban ya los teléfonos celulares como un elemento que había llegado para cambiar la cotidianeidad de gran parte de la humanidad. Hoy, 2021, con el agregado de una pandemia que obligó a confinamientos y cuarentenas a nivel planetario, la cultura del uso de esos aparatos se disparó en forma absolutamente exponencial. En este momento, la era digital -de la que su nave insignia es la telefonía móvil- parece ya plenamente instalada y con miras a perpetuarse. El mundo, cada vez más en forma creciente, hace uso de lo virtual (“Virtual: Que tiene existencia aparente y no real”, según el Diccionario de la Lengua Española).

Sin que se haya buscado directamente, la pandemia de COVID-19 obligó a un uso sostenido de lo digital. Trabajo, estudio, comercio, actividades sociales y un complejo etcétera fueron cambiando en su modalidad. Lo presencial, no en todos los casos, pero sí en muy numerosos, fue cediendo su lugar a esto que ahora se popularizó y llamamos “virtualidad”. Es decir: se hace todo a través de una pantalla.

Lo real supera a lo virtual”, se ha dicho. Habrá que estudiar muy concienzudamente qué significa eso. ¿En qué sentido lo “supera”? Son cosas distintas, sin ningún lugar a dudas; tienen estatutos ontológicos diferentes, inciden diversamente en lo humano. De hecho, el ser humano es el único ser vivo que puede hacer uso de una realidad virtual. Y puede hacer uso de ella de muy distintas maneras: placenteramente, aterrorizándose, facilitándose la vida cotidiana. Pero para muchas personas, complicándosela. O incluso: empobreciéndola.

El uso de los teléfonos celulares (o móviles), ahora en su versión de “inteligentes”, donde lo primordial ya no es la comunicación oral a distancia (tal como nació con el italiano Antonio Meucci en 1854, formalmente patentado como “teléfono” por Graham Bell en 1876, a quien erróneamente se le tiene por padre de la telefonía), está revolucionando el día a día. Esos aparatos, entre otras cosas, también permiten llamadas de voz a distancia, pero lo fundamental no es eso, sino la interminable cantidad de otras funciones que logran (una computadora, sin más, con todas sus características, y además: grabadora de voz, cámara fotográfica y de video, GPS, escanear, tomar la presión, detectar metales, servir como nivel, etc.)

Definitivamente, desde hace algunas décadas, a nivel global, se asiste a una revolución comunicacional. Esto ha cambiado en muy buena medida la forma de relacionamiento humano. La presencialidad en muchas actividades va variando. Ahora hay formas de vida impensables décadas atrás, desde un sexo virtual a intervenciones quirúrgicas en línea, desde operaciones bursátiles en lugares remotos del planeta instantáneas a educación sin maestro de carne y hueso. Los campos de aplicación de estas nuevas tecnologías -y en consecuencia del uso de los smartphones– son enormes, interminables. Todo esto ¿trae beneficios para las grandes mayorías, o no?

Es ahí, entonces, donde comienza el debate: toda esta revolución cultural del uso de los teléfonos celulares, ¿es bueno o es malo? Así planteado, de esa forma maniquea, la discusión no tiene sentido. Como en todo complejo fenómeno humano, hay siempre un intrincado entrecruzamiento de variantes, de facetas, de posibilidades abiertas. Ninguna aproximación puede ser completa: la botella de un litro de capacidad conteniendo solo medio litro está, al mismo tiempo, medio llena o medio vacía, según quien la considere. Así sucede con esto de la telefonía móvil.

Es más que evidente que el uso continuo de estos nuevos ingenios tecnológicos ha venido a modificar nuestra cotidianeidad. Hoy por hoy dejaron de ser un lujo, y una amplísima cantidad de población dispone de algún equipo, en muchos casos, con acceso a internet. En estos momentos se considera que hay más de ocho mil millones de teléfonos en el planeta, es decir que cubren a un 103% de la población, con un promedio de 1.53 aparatos por persona. Es sabido que el dato puede ser engañoso, porque mucha gente dispone de dos teléfonos, y en las zonas más empobrecidas mucha gente no tiene acceso a ninguno. Pero es un hecho que la telefonía inteligente está esparcida universalmente, desde las más recónditas aldeas hasta las megaciudades más desarrolladas. Es sabido también que la fascinación que producen estos nuevos “espejos de colores” no tiene límites, pues no falta quien deja de comer o de pagar un servicio para comprarse su smartphone a la moda.

El siglo XX estuvo marcado por la entrada triunfal de la televisión. En muchos hogares de escasos recursos había una mala dieta alimentaria, pero había un televisor. Ese medio de comunicación vino a cambiar la historia: pasó a ser una nueva deidad intocable. Sus “verdades” pasaron a ser el fundamento mismo de la opinión pública. La población -en países ricos y pobres, en todas las clases sociales, hombres y mujeres- la adoró. El promedio de tiempo diario sentado ante una pantalla de televisión rondó las tres horas. Algo similar, pero potenciado, está pasando con las actuales redes sociales a las que se accede con un teléfono celular inteligente. En este momento se estima en cinco horas diarias promedio que un sujeto término medio puede estar consultando su móvil para mirar su pantalla.

El siglo XXI fue más allá de la televisión. La cultura de la imagen, de la virtualidad, está apabullando en forma aplastante a la presencialidad. Si la opinión pública durante el siglo pasado estuvo moldeada/dominada por los medios masivos de comunicación, en especial la televisión, la actualidad nos muestra un dominio cada vez más total de lo que se ha dado en llamar redes sociales. La relativa facilidad de tener hoy un teléfono móvil con acceso a internet ha potenciado esa tendencia en forma exponencial. Los obligados encierros que trajo la pandemia de COVID-19 llevaron eso a alturas estratosféricas. Pero hay una diferencia con lo acontecido en el siglo XX: allí había una dirección vertical de quien manejaba los mensajes -las empresas productoras, usinas ideológico-culturales de las clases dominantes- para mantener adormecidas a las grandes masas. Las redes sociales actuales abren otros escenarios: aquí se vale todo, y la sensación -muy engañosa, por cierto- es de absoluta libertad. Decir lo que cada quien quiera sin prácticamente controles no es libertad en sentido estricto; pero esa es la falacia en juego. Valga aclarar rápidamente que todo lo que circula en esas redes está rigurosamente observado, clasificado y aprovechado por grandes poderes (Estados nacionales, enormes megaempresas comerciales). Si con la televisión no había ninguna libertad, con estas nuevas modalidades comunicacionales, más allá de la ilusión en juego, no ha cambiado nada en lo sustancial, aunque podamos subir “lo que uno quiera” a la nube.

Sin entrar en profundidad en ese necesario, imprescindible debate, queremos ahora simplemente indicar que hay allí una temática que nos plantea preguntas impostergables. Se dice que “estar todo el día conectados al celular” nos “desconecta del otro real”. ¿Es cierto? ¿En qué sentido “nos desconecta”? Aparecen así, como mínimo, dos tendencias en la lectura del fenómeno: una de ellas mostrando lo pernicioso en juego en toda esta nueva cultura. De ese modo puede llegar a decirse que estamos haciendo un “mal uso” de estos adminículos, por lo que debe encausarse un “uso correcto” de ellos. No falta quien pide, incluso, legislaciones al respecto, controles estrictos. “Tener libre acceso a la pornografía es una aberración”, se dice. “Se está creando una generación de tontos”. Obviamente eso abre la discusión. La interrogante está en ¿cómo decidir lo correcto aquí?

No hay dudas que existen groseras exageraciones en el empleo de estos recursos: hay gente que murió por tomarse una selfie, por mencionar algunas de las estupideces/atrocidades a que la actual parafernalia puede dar lugar. Y en las redes sociales puede encontrarse la más completa colección de banalidades para todos los gustos. ¿Qué aporta mostrar con una foto lo que vamos a comer?, por ejemplo. Pero, ¿por qué no hacerlo? Sin dudas esto requiere forzosamente un debate. ¿Se pueden pasar mensajes revolucionarios gracias a las redes sociales? ¿Se puede luchar contra el racismo o contra el patriarcado utilizando estas tecnologías? ¿Por qué no? Ahora bien: si se afirma que nos torna más “tontos” esta cultura centrada en el celular, ¿con qué criterio certero puede afirmarse eso? Estupidez humana ha habido siempre, y seguramente seguirá habiéndola (debiendo precisarse primero qué es esa “estupidez”). Podría afirmarse que la facilidad de acceso a las redes sociales simplemente permite visibilizarla más. Es como la homosexualidad: siempre existió. Ahora simplemente se ve más, es más común “salir del closet”, se tolera más.

Junto al uso fabuloso que estamos haciendo de este nuevo recurso tecnológico, considerándolo críticamente se llega a decir que el apego a las redes sociales, al menos en muchos casos, ya constituye una psicopatología. “Adicción al internet”, “adicción a las redes sociales”, “dependencia enfermiza”, ya se acuñaron como términos que marcan estas conductas. No falta quien las considera un “vicio”, equiparándolas con el alcoholismo o la toxicomanía. Ahora bien: ¿eso es enfermizo? ¿Cuándo comienza a ser patológico y cuando hay un “uso normal”? En un grupo focal con jóvenes de ambos sexos de entre 17 y 24 años se preguntó si cuando estaban haciendo el amor, recibirían una llamada de su teléfono celular, y más de la mitad contestó que sí. Para gente que no se considera nativa digital, eso es incomprensible. ¿Dónde está lo “mórbido”? Un “viejo” utiliza el espejo para mirarse, un joven nativo digital se mira en el teléfono. ¿Cuál de ellos está en lo correcto?

No hay dudas que estamos ante un verdadero cambio civilizatorio, de profundidad aún desconocida. La invención de la rueda, la agricultura, el manejo de los metales, la navegación a vela, la máquina de vapor, la electricidad, son momentos que marcan la historia humana. Otro tanto sucede con la aparición del internet y la cultura virtual que va abriendo. Se reemplaza la realidad por una imagen. Ello, sin dudas, abre interrogantes. Estamos ante algo que no es poca cosa: no es una moda pasajera, un elemento aleatorio, un electrodoméstico más, que amén de facilitarnos el día a día -una licuadora, un horno a microondas- no cambia nuestra forma de estar en la vida. Esta cultura de la virtualidad, llegada para quedarse, altera sin retorno la cotidianeidad, nuestras relaciones interhumanas, nuestra relación con el mundo. En otros términos: nuestra relación con la verdad. De ahí que se puede llegar a hablar -noción que impone un muy profundo debate que supera grandemente este mediocre opúsculo- de post-verdad. ¿La vida pasa a ser lo que muestra una pantalla? ¿Quién lo muestra entonces? ¿La humanidad está atrapada en esto? ¿Es o no un beneficio esta situación?

Esto lleva a pensar en el mundo que se está construyendo. Es cierto que hay generaciones, los llamados “nativos digitales”, que van conociendo cada vez más una realidad dada crecientemente por lo virtual. “¿Qué significa un pulgar para arriba?”, pregunta un viejo a una joven: “Like”, responde la muchacha (por supuesto, tiene que ser en inglés, aunque se trate de un país con otra lengua). ¿Qué significa eso? Que la realidad está mediatizada/construida/significada por esta malla simbólica que ofrecen las pantallas. Y lo que ofrecen es un menú previamente preparado por ciertos grupos, los que dominan todo. De ahí que sea un mito que el internet sea libre. En relación a la post-verdad arriba aludida, se abre la inquietante pregunta sobre quién “construye” esas verdades. Hoy día, en las redes sociales ya no se sabe en absoluto qué es qué, qué cosa es una fake news o no. De hecho, los centros de poder destinan ingentes esfuerzos a falsificar informaciones, datos y percepciones a través de esos “ejércitos modernos” que son los net centers. Lo que consumimos en cantidades industriales en las pantallas de los smartphones ¿quién lo pone ahí y para qué?

Para graficar esa confusa Torre de Babel a que está dando lugar esta nueva cultura, ya impuesta hoy sin posibilidad de marcha atrás, véase este simpático ejemplo: vez pasada apareció un relato en un blog, punzante denuncia escrita con un nombre ficticio: Abunda Lagula, y eso provocó un increíble desconcierto. Muchos lectores protestaron porque pensaron que se trataba de una noticia falsa. ¿Ya no sabemos qué es cierto y qué no? Pareciera que el holograma va superando a la materialidad. ¿Qué significa entonces aquello, dicho más arriba, de lo real supera a lo virtual?

Lo que inaugura esta tecnología da para todo. No está claro -imposible decirlo- qué futuro habrá de generar. A quien dice que todo esto nos adormece, podría respondérsele que las actuales movilizaciones que vemos en el mundo están convocadas, en muy buena medida, por vía de smartphones. Pero no hay que dejar de considerar que el panóptico global sabe todo de nosotros -y nos controla- también a través de estas vías. En la República Popular China sirvió para detener la pandemia, mientras que al mismo tiempo se monta la popular plataforma para videos Tik Tok (propiedad de la empresa china ByteDance), red adalid de la superficialidad. Con un teléfono celular en la mano y conexión a internet se puede acceder a todo el conocimiento universal, hacer una tesis doctoral, pasar proclamas revolucionarias, encontrar solución a muchas penurias, buscar pareja afectiva, visitar cualquier lugar del mundo, tener sexo, o también “perder el tiempo”. Aunque…, ¿quién pone el criterio para decir que se pierde tiempo? ¿Con qué opción nos quedamos?

Insistamos: hay aquí un debate de proporciones gigantescas. Quedarse con la idea que ahora vamos hacia un mundo de “tontos adormecidos” es, como mínimo, muy pobre. Quienes crean estas tecnologías (desarrollos científico-técnicos fabulosos que, hoy por hoy, solo muy pocos países pueden tener) no parecen muy tontos; y los poderes que se valen de ellas -para hacer negocio o para control social- tampoco lo parecen. No hay dudas que se está produciendo un gran cambio en la dimensión cultural de la humanidad, la forma en que establecemos nuestra civilización: hace unos años atrás, ¿quién remotamente hubiera pensado interrumpir un coito para atender el teléfono? ¿Son más “tontos” quienes ahora lo hacen? Hay una transformación profunda en juego, que no está claro hacia dónde nos llevará. La estructura de base, apoyada en la explotación de una clase social sobre otra, no ha cambiado. El sujeto humano en cuestión -producto de una historia subjetiva y social que no domina, que en todo caso nos domina- sigue siendo el mismo, transido por los miedos, por el terror a la finitud, con un malestar intrínseco a su especie que no desaparece nunca (aunque se llene de oropeles, espejitos de colores y ya estemos pensando en viajar a Júpiter). Está por verse si esta herramienta, igual que la conquista del fuego en su momento, o la domesticación de animales -para mencionar algunos hitos de la historia- contribuye a un cambio significativo. Si levanta tantas olas -“todo esto nos embrutece” o “es una revolución tecnológica que nos facilita la vida”- es porque estamos ante algo muy grande. ¿Servirá para mantener las injusticias, inequidades y atrocidades humanas, o podrá contribuir a liberarnos de ellas?

Telefonía celular y redes sociales: ¿vicio, problema, aporte?

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España: Movimiento contra la Intolerancia detecta 59 incidentes de delito de odio racial, xenofobia y otras formas en 2020 en Castilla y León

El Informe Raxen critica que el año pasado «no se avanzó» en la leyes ni planes de acción contra el racismo y la intolerancia por un Gobierno «escasamente proactivo»

El Informe Raxen elaborado por Movimiento contra la Intolerancia ha detectado en 2020 en Castilla y León 59 incidentes de delitos de odio racial, xenofobia, racismo, antisemitismo, islamofobia, antigitanismo, homofobia y otras formas de intolerancia, discriminación y violencia. Entre otros, en esta ocasión destacan casos de estigmatización por haber padecido el coronavirus o ejemplos de ‘madrileñofobia’ cuando esta Comunidad contaba con altos índices de COVID-19. Este informe, que se publica anualmente desde 1995, se ha consolidado y ofrece datos para «investigar, analizar incluso proponer políticas de prevención criminal y de apoyo a las víctimas».

A su juicio, durante el año pasado «no se avanzó» en objetivos como la Ley de Igualdad de Trato ni la Ley contra los Delitos de Odio, ni en un Plan de Acción contra el Racismo y la Intolerancia, todo ello a causa de un Parlamento y un Gobierno «escasamente proactivos al respecto». Estas reivindicaciones «no encontraron eco, pese a las advertencias de los organismos europeos que detectan como factores inquietantes en toda Europa: la xenofobia, el antisemitismo y la polarización ideológica».

El Informe Raxen admite que en España la situación relativa es «mejor» que en otros países europeos, pero sin embargo la monitorización realizada la sitúa en el entorno de los 700 incidentes o hechos relacionados con este tipo de delitos en 2020. Persisten signos «inquietantes», señala el documento, al que tuvo acceso Ical. La Comunidad con mayor cifra es Cataluña, con 129 incidentes, seguida de Andalucía (88), Madrid (85) y Valencia (70). Posteriormente, Castilla y León, con 59, País Vasco, con 46, Navarra, con 37, Baleares, con 30, Aragón, con 27, y Murcia, con 21. El resto suman en torno al centenar, si bien se observan casos en todas las autonomías. Movimiento contra la Intolerancia lamenta que «solo se denuncia entre un 10 y un 15 por ciento de los hechos», con lo que se estiman entre 4.000 y 6.500 en España al año.

Como conclusión, el Informe Raxen advierte de que a esta situación «no se está prestando la debida atención social e institucional», con lo que «aumenta la presencia del discurso de odio en internet y redes sociales; el mensaje xenófobo y de las organizaciones extremistas europeas se difunde en España; y se constata el crecimiento de odio ideológico y de hispanofobia».

Fuente: https://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-movimiento-contra-intolerancia-detecta-59-incidentes-delito-odio-racial-xenofobia-y-otras-formas-2020-castilla-y-leon-202106101736_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F

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