Es tiempo propicio para retar a la burguesía

Por: Manuel Humberto Restrepo Dominguiez

La sentencia del manifiesto de 1848 respecto de que “el gobierno del estado moderno, no es mas que una junta que administra los negocios comunes de toda la burguesía”, no deja lugar a equivoco. Efectivamente es así la cruda realidad que tiene sometido al país a la mas aguda degradación política. La guerra solo había dejado al descubierto las cifras de la tragedia, pero había ocultado los móviles, los modus operandi y los centros de decisión y responsables de las prácticas de poder tan descompuestas como criminales, que se concretaban en la venta de fallos judiciales, compra venta de resultados electorales, financiación de campañas electorales con recursos ilícitos, asesinato sistemático de opositores, desaparición forzada por odio político y racial, legalización del despojo de tierras y bienes ante jueces y notarios, entre muchas actuaciones que han puesto al descubierto que la iniciativa histórica de la burguesía no era la búsqueda del progreso y felicidad del colectivo humano llamado Colombia, si no su propia felicidad completada sin escrúpulos con saqueo e ingenio para detener los repetidos avances armados y desarmados por la emancipación.

De repente ante los vientos de cambio las partes en descomposición de la burguesía son de tal magnitud, que anuncian que es la totalidad del sistema político y del control del estado el que esta mal y que la concepción, métodos y medios que utiliza son incompatibles con el propósito de construcción de paz estable y duradera, a la que no quieren dar crédito y tienden a enredar en su propio entramado. El momento oportuno del pueblo bien puede ser ahora, de inmediato, sin alargues, ni demoras por tratar de completar un programa político único o rediseñar la ruta social mas adecuada.

Las elecciones de 2018 serán la ultima oportunidad política de encuentro entre la generación naciente de milenios y jóvenes que crecen en una sociedad de cansancio en la que se creen en libertad aunque aparezcan encadenados como prometo y de otra la generación que esta de salida, que trae las experiencias de sus luchas civiles y armadas, las batallas callejeras de los años 70, la capacidad de sobrevivencia ante el asedio paramilitar de los años 80 y 90 y las desesperanzas del fin del siglo. La organización política y social popular sabe bien que sus grandes activos son su capacidad de resistencia por la dignidad y su convicción ética y de respeto por la vida y tienen claro que habrá que ejercitar el poder de otra manera, que esta vez no podrá buscar su independencia con la misma brújula que le ofrecen los ladrones y que habrá que confluir y promover el ascenso al control del aparato de estado y sus instituciones, salir de la pura agitación y entrar al trasfondo de tomar el poder como objetivo de inmediato plazo, sin distraer la atención ni dispersar el foco entre incontables tareas.

La burguesía herida de muerte trata de encontrar un referente para completar el ideal democrático, pero sus modos de acción coherentes con un solido sistema de corrupción y clientelismo, le resultan incompatibles con el estado de derecho y la sociedad de derechos. La burguesía, encarnada en las elites en el poder, políticamente esta asociada a los dos partidos tradicionales: liberal y conservador, y una lógica de centro derecha orientada por no mas de 200 familias que actúan juntas o por partes para eternizar su existencia, mantener vigente su electorado regional y nacional, mantener el control de las fuentes de riqueza en bienes y poderes y, sostener vivos los contenidos patriarcales, la interdependencia con la iglesia y la fuerza militar. Su poder le permite decidir totalmente desde los mínimos detalles para la construcción de una vivienda hasta la destrucción planificada de un pueblo entero, con todas sus consecuencias de terror y sufrimientos porque “ha hecho de la dignidad un simple valor de cambio” y sigue a la letra los mandatos del capital trasnacional, recitando sin pudor el consenso de Washington, los mandatos de la OCDE, la OEA y la OTAN, y aplaudiendo los TLC y el éxito de los mafiosos que legalizan capitales porque “sustituyo las numerosas libertades conquistadas por la única y desalmada libertad de comercio”, sin importarle que donde la gente clamaba por comida quemó el arroz y contaminó las aguas y donde escaseaba la salud cerró hospitales para refinanciar bancos y donde había miseria instaló batallones que convirtieron a los hambrientos en bajas en combate. “En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación descarada, directa y brutal”

La burguesía define entre los suyos a los que habrán de gobernar, desde niños identifica quienes serán presidentes, cancilleres, ministros, candidatos, empresarios o destacados militares. Padres, hijos y parientes se turnaron los cargos de poder del ejecutivo, el legislativo y judicial, durante el medio siglo de guerra, se casaron entre sí, formaron empresas familiares, contrataron o se independizaron, para en todo caso, reproducir poder y capital, repartido entre sonoros apellidos como Pastrana, Gaviria, Galán, López, Lleras, Santos, Holguín, Uribe, Samper, Valencia, que hace tiempo dejaron claro que no tienen contradicción insalvable para asegurar en la paz lo que la guerra les dio.

La burguesía también “ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al medico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus servidores asalariados”. La ciencia ya es otra mercancía y los científicos simples adjetivos al servicio de la nueva colonización, alejados del ímpetu por una epistemología del sur y exaltados por su capacidad para abrir nuevos mercados. De las vacunas importa que sean rentables, de los agroquímicos aunque maten humanos, suelos o aguas que se vendan. De la riqueza minera que se extraiga lo que no pudo el genocidio de hace 500 años y que sus migajas en regalías financien mas investigación aunque esta produzca humillación. Del derecho no importa la justicia, importa el temor a la ley que revalorice el trafico de decisiones judiciales.

A la burguesía le interesa inmovilizar las resistencias, las indignaciones, las rabias contenidas y las emancipaciones que vienen desde abajo, pero también destituir intelectuales y posicionar académicos que no hurguen en las estructuras del poder, y reproduzcan el sistema aniquilando toda posibilidad de acción y degradando al ser humano a su condición de animales trabajadores. Es momento político para entender en colectivo que “ser libre no es otra cosa que realizarse mutuamente y que mientras se compite, cada uno en lo suyo, el capital crece, gana, disuelve la multitud” y elimina la posibilidad de distinguir entre los que tienen el poder gracias a la guerra y los que dejan la guerra para hacerse al poder y sobre todo tiempo para comprender y sumar fuerzas en unidad para que el país empobrecido no sega teniendo a sus hijos como única posesión ni que su existencia política se reduzca a seguir perpetuando con su indiferencia o interés propio el poder de quienes apenas históricamente se encargan de garantizar su reproducción biológica negando la posibilidad de vivir libres de carencias y humillaciones.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231027&titular=es-tiempo-propicio-para-retar-a-la-burgues%EDa-

 

 

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Argentina: El fantasma de Marx sigue recorriendo la Universidad de Salta

América del Sur/Argentina/01 de octubre de 2016/www.laizquierdadiario.com/Por: Josefina Cárdenas

El Jueves 29 en el aula FH3 de Humanidades a las 17:30 h será el último encuentro del taller Marx ha vuelto, donde estudiantes continuarán el debate sobre las ideas de Marx.

Este taller, nace como una manera de desarrollar las ideas presentes en el Manifiesto Comunista junto con explicar su vigencia, se acerca a su final en la UNSa.

Hacemos un repaso por el tercer encuentro denominado «El Estado y la Revolución».

Marx nos dice: «La burguesía, después del establecimiento de la gran industria y el mercado mundial, conquistó finalmente el dominio exclusivo del poder político en el Estado representativo». Esta frase indica el eje en torno al cual se debatió en este encuentro: ¿Cómo consiguió la burguesía conquistar el poder político? A modo de grandes procesos revolucionarios encabezados por la burguesía, encontramos la Revolución Inglesa y Francesa (1789/1793). En estas revoluciones, la burguesía incrementó su poder económico, conquistando también el poder político; así, con enfrentamientos entre facciones minoritarias de la sociedad, logró conquistar la hegemonía en el Estado. Estos enfrentamientos que fueron útiles al control y dominio burgués; a su vez, permitieron el desarrollo económico capitalista. Además, concentraron el poder del estado a través de leyes y el uso de las fuerzas represivas. Como diría Engels, «el Estado es una banda de hombres armados». El poder político entonces, entendido como el poder organizado para explotar una clase sobre otra, fue conquistado por la burguesía en estos dos hechos históricos para poder reivindicar y defender sus propios intereses, que se veían desfavorecidos por la monarquía reinante. Es decir, que la burguesía organiza el poder del Estado absolutista para sus propios fines

Es así que para Marx los burgueses se ubicaron en un lugar revolucionario porque consiguieron la sustitución de las viejas formas de producción por otras que le posibilitaron lograr sus objetivos productivos. De este modo, junto con la conquista del poderío económico y del poder político, también la burguesía «revoluciona» el campo de las ideas, y pone en eje nuevas ideas. «Libertad, igualdad y fraternidad» decían en Francia. Claro que detrás de esta supuesta libertad para el pueblo francés se escondía un verdadero objetivo burgués: libertad para comerciar, libertad para los negocios, libertad para hacerse de riquezas. Tampoco le era funcional a la burguesía seguir manteniendo la esclavitud, ya que necesitaba «hombre libres», trabajadores asalariados. A través de esa acumulación de riquezas, la burguesía se reordena y va adquiriendo más poder, y es en definitiva lo que le permite ubicarse como una fuerza política cada vez más fuerte, aunque verdaderamente le lleva 500 años establecerse definitivamente en el poder. Ahora bien, habiendo afirmado el papel revolucionario que llevó a cabo la burguesía en estos procesos históricos, Marx también asegura que hay un momento donde los burgueses dejan de ocupar ese lugar: «La burguesía no puede ya reinar porque es incapaz de asegurarle a su esclavo su existencia dentro de la esclavitud, porque se ve obligado a degradarla hasta el punto tal de tener que alimentar, en lugar de ser alimentada por él. La sociedad ya no puede vivir bajo su dominio, lo que equivale a decir que la existencia de la burguesía es en lo sucesivo incompatible con la sociedad».

Las crisis económicas que desata el capitalismo, las miserias y las hambrunas que acarrean las guerras, llevan a las masas a una situación límite, en la que se alzan con sus demandas. Entra en escena ahora una nueva clase revolucionaria: el proletariado. La Comuna de París (1870/1871), es el ejemplo claro de que ninguna clase dominante abandona su condición social, su poder en definitiva, sin ofrecer resistencia. “El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos.

La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”, define magníficamente el revolucionario ruso, León Trotsky. Y Marx también afirma que el pueblo trabajador debe llevar a cabo su propia revolución contra la burguesía.

Pero, a diferencia de la revolución burguesa que cambió a una minoría por otra minoría en el poder; la irrupción de las masas proletarias y explotadas, dan lugar a la primera revolución llevada a cabo por las mayorías en beneficio de las mayorías. Por todo esto es que en el final de este tercer encuentro nace la pregunta acerca de cuál es la posición de los comunistas con respecto al proletariado. Y Marx nos contesta: «Los comunistas afirmamos en el Manifiesto Comunista que, aunque luchamos para alcanzar los objetivos inmediatos y defendemos las posiciones cotidianas de la clase obrera, debemos representar a la par, y dentro del movimiento actual, su porvenir».

Tomado de: http://www.laizquierdadiario.com/El-fantasma-de-Marx-sigue-recorriendo-la-Universidad-de-Salta

 

 

 

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