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Mejores maestros, mejores estudiantes

Por Idel Vexler

«En el transcurso del presente año, la meritocracia se promoverá con mayor convicción y amplitud para fortalecer la profesión docente». (Ilustración: Jhafet Ruiz)

Por ello, el Ministerio de Educación (Minedu), en correspondencia con los actores políticos, sociales y educativos, tiene la certeza de que la mejora de la calidad del talento docente y directivo en las instituciones educativas, en el marco del fortalecimiento de una consistente reforma magisterial, es una política pública prioritaria.

Así, uno de los ejes estratégicos de nuestra política educativa, en la perspectiva del proyecto educativo al 2021, es “Mejores maestros, mejores estudiantes”. Lo que reitera el valor que tiene el magisterio nacional en el desarrollo de una educación inclusiva y de calidad. 

En los últimos meses, una especial preocupación del Minedu ha sido concretar los compromisos del gobierno del presidente Kuczynski. En tal sentido, se ha incrementado el piso salarial mínimo a 2.000 soles para profesores nombrados y contratados, se ha establecido el pago de beneficios por CTS y sepelio para los contratados, así como el pago de bonificaciones a los directores encargados. A esto se suma el pago por recuperación de clases al 92% de docentes, a enero del 2018.

No se ha dejado de lado a otros actores educativos en cuanto a mejoras salariales. Por eso, y a partir de marzo, tendremos aumentos para auxiliares de educación, profesores de institutos pedagógicos y promotoras de educación inicial. Adicional a ello, hemos constituido una comisión sectorial para elaborar un estudio de viabilidad financiera, a fin de ver posibles incrementos progresivos al 2021. Además, presentaremos próximamente un proyecto de ley para la jubilación docente anticipada a los 55 años.

Por otro lado, en una reforma basada en capacitaciones, evaluaciones y el reconocimiento de méritos con aumento de sueldos diferenciados, en marzo de este año ingresarán 11.000 profesores nombrados a la primera escala, mientras que 27.000 serán ascendidos de la segunda a la séptima escala con las bonificaciones adicionales que correspondan.

En el transcurso del presente año, la meritocracia se promoverá con mayor convicción y amplitud para fortalecer la profesión docente. Desarrollaremos nuevos concursos de nombramiento (si el Congreso los autoriza) a la primera escala magisterial, y de ascensos de la segunda a la séptima escala. Igualmente, continuaremos con las evaluaciones de desempeño a 17.500 profesores de educación inicial. Es importante anotar que el 99% de profesores de este nivel educativo aprobó de manera satisfactoria la evaluación de desempeño 2017.

Uno de los temas que preocupa a los docentes es el sistema de fiscalización, soporte, monitoreo y acompañamiento realizado por personal profesional contratado por el Minedu, direcciones regionales de educación y las unidades de gestión educativa local (UGEL) que –en muchos casos– se ha desarrollado de manera vertical y burocrática, sin valorar la experiencia de los educadores profesionales. Este sistema se halla en pleno proceso de reestructuración para convertirlo en un acompañamiento efectivo, amable y pertinente.

En el Minedu nos interesa la capacitación de los maestros. Desarrollaremos un programa de formación en servicio para un promedio de 40.000 maestros que les permita estar en condiciones de aplicar el Currículo Nacional de la Educación Básica en el 2019. Así, impulsaremos, entre otras medidas, la calidad educativa de la educación secundaria en el país. No menos importante, por cierto, es el relanzamiento de la tutoría y orientación del educando para acompañar a nuestros estudiantes en su desarrollo socioemocional y cognitivo-intelectual con tutores actualizados.

Estamos seguros de que los colegas maestros, conjuntamente con los padres de familia, alcaldes, comunicadores y otros actores sociales y educativos, así como con los gestores y especialistas de las UGEL, direcciones regionales de educación y el Minedu, trabajaremos juntos para tener un buen año escolar 2018. Nuestros niños y jóvenes se lo merecen.

Fuente: https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/minedu-ugel-educacion-mejores-maestros-mejores-estudiantes-idel-vexler-noticia-496766

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“Un maestro que lucha es un maestro que educa”: ¿Estamos educando?

Hoy 15 de enero de 2018 es  día del Maestro. Otro, en el que no faltarán los discursos sobre la “vocación” o sobre el “apostolado que significa ser maestro”.  Sin embargo vale recordar el origen de esta fecha, que tiene que ver con quienes siendo maestros de primaria, aprovecharon las pocas libertades democráticas durante la dictadura para organizarse como gremio docente y luchar por las deficiencias del sistema educativo de la época.

Una ojeada por el origen del día del maestro

A pesar de las diferencias que puedan separar a una gran parte del magisterio venezolano con la Federación Venezolana de Maestros (FVM) en la actualidad, es justo reconocer la relación entre el origen de esta Federación y la “celebración” del día del maestro, sobre todo hoy, en tiempos en que el magisterio venezolano está siendo víctima y testigo de una crisis que orada todo el proceso educativo y  en que el fantasma del totalitarismo nos acecha. Es necesario, entonces, voltear a ver la historia y recordar cómo los maestros actuaron en tiempos de ostracismo y dictadura.

Ampliamente documentado está que el 15 de enero de 1932, un grupo de educadores fundó la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP). Lo rescatable de esta acción es que estos maestros lo hicieron en medio de las duras y difíciles condiciones que imponía la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Así, la primera junta directiva de la Sociedad quedó integrada de la siguiente manera: presidente, Miguel Suniaga; vicepresidente, Víctor Manuel Orozco; secretario José Antonio López; subsecretaria, Isabel Delgado Sarmiento; tesorera, Ana Gertrudis Ohep; bibliotecaria, Virginia Martínez. Y fue Luis Beltrán Prieto Figueroa quien propone el nombre de la naciente sociedad, amén de la participación de otros integrantes del magisterio venezolano.

Posteriormente, lanzan la publicación de una revista de educación que se llamó Revista Pedagógica, lo que significó que se colocara en las manos un primer instrumento que logró propagandizar y difundir la recién fundada Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP) a nivel nacional e internacional, desde la perspectiva de los temas sobre problemas, innovaciones y métodos educativos, como una forma de contribuir al mejoramiento de la calidad en la enseñanza.

Y dando pasos hacia la consolidación de la recién creada organización de maestros, en 1934, se realizó un Seminario Pedagógico para efectuar investigaciones educativas, las conclusiones de este seminario puso en evidencia a través de los docentes de la época las serias deficiencias de la gestión del Ministerio de Instrucción Pública. En 1935, como es de esperarse en una dictadura, el Ministro Rafael González Rincones fue la cara de la censura y emitió un decreto ordenando a los maestros renunciar a la sociedad, bajo pena de perder sus cargos. Las persecuciones, el acoso y la acechanza  no se hicieron esperar, no obstante el trabajo prosiguió con menos intensidad en lo público y con las limitaciones que impone la clandestinidad.

Al morir Juan Vicente Gómez y asumir la Presidencia de la República Eleazar López Contreras, en medio del nuevo clima político y abierto un clima de libertades democráticas se funda la  Federación Venezolana de Maestros, el cambio de nombre se realizó luego que la SVMIP, encabezada por Luis Beltrán Prieto, convocara la Primera Convención Nacional del Magisterio el 29 de julio de 1936, a realizarse en Caracas el 25 de agosto de ese año. Comenzaba de esta manera la historia de la organización magisterial llamada Federación Venezolana de Maestros.

La Primera Convención del Magisterio produjo interesantes documentos como fueron: la Tabla de los Derechos del Niño, la Situación Económica del Magisterio Venezolano, en el que por primera vez se planteó el aumento salarial para los docentes y se propuso declarar el 15 de Enero como Día del Maestro en reconocimiento al génesis de la SVMIP. Esta propuesta entró en vigencia oficialmente años después por Decreto presidencial de Isaías Medina Angarita.

Y no se pudo vaciar de contenido el día del maestro

En el año 1945, justo antes de la Revolución de Octubre, el mismísimo  presidente de la República, Isaías Medina Angarita,  en el mes de  junio a través del proyecto de Ley de Fiestas Públicas que se debatía en la Cámara Legislativa se pretendía cambiar la efeméride para el 29 de noviembre, con motivo del natalicio del maestro Andrés Bello.

Luis Beltrán Prieto Figueroa, defendió con argumentos que el 15 de enero se debía rendir honor a la lucha emprendida por organizaciones de maestros que surgieron en el país tras años de represión gomecista, a través de una carta enviada al historiador, escritor, abogado y político trujillano Mario Briceño Iragorry, para ese momento, presidente de la comisión redactora de dicho proyecto de ley, en la que el maestro Prieto Figueroa narró la historia de lo que había significado la federación del Magisterio Venezolano.

«Nada se ha hecho en Venezuela en materia de educación y acaso nada se hará que no tenga raíz en aquel movimiento. El magisterio surgía como organización de solidaridad y responsabilidad. Con nuestras escasas cuotas contribuíamos a la formación del fondo común para la ayuda mutua, para socorro de los compañeros enfermos, destituidos, perseguidos. Iba creciendo el espíritu gremial y con él nuestra decisión de no volver al coloniaje, a la barbarie»…»Los maestros venezolanos, veneramos a Bello, el maestro del Libertador, el sabio, el investigador forjador de cultura, pero para nosotros su día natalicio no significa nada organizativamente (…) Espero que con la vieja cordialidad de nuestra amistad esta carta sirva para que usted rectifique, no su fervor bellista, que comparto, sino en el propósito de hacer la tolerancia una virtud venezolana, comprendiendo y haciendo comprender a los demás que la opinión de los otros, que la opinión popular tiene un sentido, tiene unos derechos que deben ser respetados”,afirmo Prieto Figueroa en su carta.

Así es que cada 15 de enero se celebra el día del maestro en Venezuela.

El magisterio hoy después del “aumento salarial del 900%”

Los retos del gremio magisterial hoy son insoslayables. Esta afirmación se hace desde el punto de vista de la educación como hecho pedagógico  y del ejercicio de la profesión docente como un constructo humano y social.

Los maestros somos asalariados, trabajadores que también debemos luchar por nuestras reivindicaciones laborales, y tenemos todo el Derecho de hacerlo con los métodos de quienes vivimos únicamente de nuestro trabajo. Hoy, nos encontramos desprotegidos, ni la FVM ni ninguno de los sindicatos y organizaciones gremiales voltean hoy sus ojos a los maestros que ganan salarios de verdadera miseria.

Los maestros hoy trabajamos en condiciones deplorables:  sin recursos, sin protección social ¿se preguntará el ministro actual y las organizaciones gremiales cómo llegamos los maestros todos los días a la escuela con los altos costos de pasajes y con la grave situación de transporte? ¿Se preguntarán si comemos y nos alimentamos con un salario que no cubre la canasta alimentaria mensual? ¿Se preguntarán cómo hacemos con la salud cuando en el país no hay medicinas? ¿Se preguntarán cómo hacemos con la salud cuando el IPASME  «atiende» con todas las precariedades? ¿Qué pensarán que hacemos ante una emergencia de salud cuando nuestro HCM cubre la irrisoria cifra de lo que cuesta un examen de rutina básico en cualquier laboratorio? ¿Cómo piensan que enterramos a nuestros muertos o como nos entierran a nosotros mismos cuando nos vamos de este mundo si el seguro funerario no alcanza ni para un ramo de flores? ¿Sabrán que no podemos pagar talleres, posgrados de actualización docente? ¿Sabrán que el salario que ganamos no nos permite comprar libros? ¿se enterarían que muchos maestros ni siquiera cuentan con una computadora?¿cómo pensarán que serán las experiencias pedagógicas entre niños mal nutridos y maestros con hambre?.

Hace poco salía el flamante Ministro de Educación, Elías Jaua afirmando que nos había aumentado el salario el 900%,  además que era mucho más de lo que nos correspondía por contrato colectivo. Propaganda oficial que deja por fuera el alto índice de inflación (2660%) y que también desconoce que  quienes estamos subsidiando la educación pública en este país, en gran medida somos los maestros. Cuando sacamos de otros ingresos (sí, debemos trabajar, en otros lugares. El doble o triple de lo que nos corresponde) para costear el pasaje para llegar al colegio o comprar ese marcador de pizarra, esa tiza que no la provee el ministerio de educación, estamos subsidiando la educación pública de hecho.

La inevitable pregunta: ¿qué hacer?

Es por ello, que requerimos de organizarnos. De aprovechar también las libertades democráticas que nos quedan para que en el seno del magisterio venezolano renazca el espíritu de lucha colectiva, el espíritu de organización y que salgamos de esta camisa de fuerza que ha significado salarios indignos, condiciones materiales de existencia deplorables, pero además el total maltrato al maestro quien le está siendo violada de manera sistemática su autonomía de la práctica docente y que hoy es interceptado por colegas que en nombre de la secuestrada “revolución” se han convertido en policías del pensamiento.

¡Es hora que este gremio alce la voz! Que  nos organicemos, que comencemos por escucharnos, que intervengamos esos sindicatos y que usan nuestras cotizaciones para afianzarse como una exqusita aristocracia gremial y que actúa a espaldas del maestro y de la maestra.

¡Queremos y debemos celebrar el día del maestro luchando, no obedeciendo!,  ¡queremos celebrar el día del maestro con niños y niñas que puedan comer tres veces al día!,  ¡queremos que nuestros muchachos en las escuelas se les abra el mundo de oportunidades que hoy tienen prohibido! ¡que nuestros muchachos en las escuelas tengan la oportunidad de obtener las herramientas necesarias para aprender y aprehender el mundo!

Solo así lograremos grandes saltos en la tan pregonada y propagandizada conciencia. No hay saltos en la conciencia magisterial si no hay lucha contra el hambre. No hay saltos en la conciencia magisterial si no luchamos contra condiciones de vida miserables a las que nos somete este gobierno. No hay saltos en la conciencias de nuestros chamos, de nuesrro pueblo si no luchamos en contra de los responsables de las políticas hambreadoras y autoritaristas.

Algunas veces he escuchado a nuestros colegas maestros en Argentina y Brasil, que luchan en sus países,  gritando una consigna que dice que un maestro que lucha es un maestro que educa.

Podemos comenzar a re-unirnos y dignificar el ejercicio de la profesión docente. La invitación es a conocernos y  reconocernos de manera autónoma. Por fuera la de la burocracia ministerial y de la burocracia sindical a quienes le podemos disputar las direcciones de nuestras herramientas de organización y lucha.

¡Celebremos el día del maestro auto-convocándonos! ¡Salud!

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a257891.html

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Finlandia basa su modelo de sistema educativo en la alta preparación de los maestros

Finlandia/30 octubre 2017/Fuente: El Deber

Finlandia, un país de cinco millones de habitantes situado en el noreste de Europa, está exportando su modelo educativo reconocido por ser uno de los mejores del mundo. Tres profesores finlandeses, Ellimaija Ahonen, Elina Harju y Jukka Miettunen, todos máster en educación de Learning Scoop (cucharada de aprendizaje), llegaron a Santa Cruz para dictar una serie de conferencias sobre el ‘milagro’ de su calidad educativa.

Learning Scoop es una organización que trabaja en la formación del profesorado, el desarrollo del liderazgo y la construcción de lazos comunitarios en Finlandia y hace algún tiempo comparte estos conocimientos en otros países.

En un encuentro realizado ayer en la radio Santa Cruz, los expertos explicaron algunas de las fuentes del éxito educativo, empezando por  instalaciones escolares excelentes para el aprendizaje, cuyo rasgo principal es que son públicas (no hay educación privada); los profesores son altamente capacitados y, para ejercer en primaria deben tener una maestría y otras especialidades que generan competencia.

“La profesión de profesor es muy valorada en Finlandia. La carrera de profesor en las universidades es tan demandada como las de abogado, médico, etc. No es la última opción. Muchos niños sueñan con ser profesores en la adultez”, manifestó Elina Harju, quien señala que los maestros participan en la política. “Cada partido tiene profesores. Son personas muy activas, con mucha educación e intervienen en todos los procesos”. No por nada un profesor llegó a ser presidente del país.

Solo nueve años en la escuela
A decir de los expertos, en Finlandia se le da mucha importancia a la educación inicial y al cuidado de la primera infancia, pues están convencidos de que es la base para el buen desarrollo de los niños en toda la etapa educativa.

“Nuestros niños empiezan a leer y a escribir cuando tienen siete años. Antes de eso tratamos de despertarles la curiosidad en las matemáticas, se juega bastante desde nidito hasta el segundo grado. Basados en esta técnica el cerebro de los niños se desarrolla a su propio ritmo y en el momento en que están listos empiezan a leer y les gusta, lo disfrutan y no pueden parar de leer”, indicó Elina Harju.

Los visitantes explicaron que los estudiantes permanecen nueve años en las aulas de manera obligatoria y al ingresar en el nivel secundario se bifurcan dos corrientes de educación: la formación en humanidades y la formación vocacional, que está en el mismo nivel y promueve el egreso de técnicos, por ejemplo, en corte y confección, en plomería, etc. Todos con sus respectivos certificados que los habilitan para trabajar.

Para seguir a la vanguardia, el sistema educativo finlandés ha renovado, hace 10 años, su currículo que cuenta con el apoyo de los padres de familia.

Fuente: http://www.eldeber.com.bo/tendencias/Finlandia-basa-su-modelo-de-sistema-educativo-en-la-alta-preparacion-de-los-maestros-20171025-0077.html

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La importancia de ser docente

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

El Día Mundial del Docente es una fecha para reivindicar la labor diaria de cientos de miles de docentes en miles de centros educativos. También lo es para recordar los motivos que les hacen ir cada mañana a las aulas.

“Yaiza fue la primera persona de su familia en ‘sacarse el graduado’, como ella llamaba al título de la ESO. Dos años después, me contactó para decirme que por fin se había decidido a hacer aquel ciclo de Farmacia que no empezó en su momento. Tehreem me escribe desde Londres y me dice que este año entra en la Universidad. Noor publica desde Birmingham una foto del primer vestido que ha cosido y yo la veo con 10 años, recién llegada de Pakistán, diseñando “looks para mujeres modernas” en un aula de Barcelona. Por las mañanas le enseño catalán; por las tardes, dibuja a lápiz el vestido que ahora, 5 años después, lleva puesto. Ali vive en Dinamarca por fin. Dice que me echa de menos. Yo también a él. No sospecha que conocerlo me cambió la vida. Mónica me envía por whatsapp su boletín de notas de 1º de Bachillerato. Lleva el membrete de un prestigioso colegio de la ciudad: Mención de Honor en Lengua y Literatura y 9 de media global. Claudia me cuenta por Instagram que escribe, que no para de escribir, que en mis clases empezó (guardo sus poemas) y seguirá ‘hasta que se me sequen las palabras’, y me manda un vídeo de su primer recital. Podría haber sido otra maestra, pero fui yo. Tan obvio como suena, mi vida sería otra sin cada uno de mis alumnos  y alumnas”.

Hoy es el Día Mundial de los Maestros, de las Maestras… una fecha para celebrar el tremendo trabajo que hacen. Para que los sindicatos reivindiquen una mayor consideración hacia la labor que realizan,y la mejora de las condiciones de trabajo (horas, bajas, plazas, ratios, espacios, estatuto…).

Por supuesto es el momento en que las Administraciones aseguran que no hay que olvidar nunca a los docentes, piedra angular del sistema educativo. Por no hablar del informe McKinsey y de su consabido: “La calidad del sistema educativo no puede ser mejor que la calidad de sus docentes”.

Hoy, desde El diario de la educación, queremos ser más que nada altavoz de un colectivo sobrecargado de trabajo, con una pierna siempre en el aula y la otra en la labor social. Un oficio que, según las encuestas, es de los mejor valorados por la sociedad, aunque es uno de esos que no les recomendaríamos a nuestros hijos e hijas que ejercieran.

Por qué ser maestra, maestro

Porque “me siento partícipe de la construcción de un nuevo mundo. Siempre llego a casa habiendo aprendido mucho más de lo que enseñé”. En todo el país hay más de medio millón de docentes no universitarios. Atienden a más de 8 millones de niñas, niños y adolescentes. Los instruyen, los educan, los aprecian y les ayudan a crecer, en el amplio significado de la palabra.

Hemos contactado con algunas de estas personas, de diferentes partes de la geografía: Catalunya, Castilla y León, Valencia, Madrid, Ceuta, Galicia. Lupe, Dolores, Patricia, Sotarreña, Verónica, José Antonio, Alba. Cada cual con años de experiencia diferentes, en etapas educativas distintas (desde primaria hasta la FP).

La vocación es el punto de inicio, aunque no el único para elegir la profesión. El compromiso social, más allá de la transmisión de conocimiento, más cerca de la creación de valores, del acompañamiento en el crecimiento, en la formación de la personalidad, en la capacidad de la toma de decisiones.

“Fomentar la creatividad y la imaginación, (…) forjar su carácter y proporcionarles herramientas para desenvolverse en la vida y tomar sus propias decisiones”. “Ser un eterno estudiante”.

“Educar es la mejor herramienta de transformación social”, de manera que ser docente “es tener la oportunidad de contribuir al cambio en la sociedad”. Pero también tiene que ver con cosas más terrenales, menos grandes, si se quiere. “Es una gran oportunidad de aprender de la sabiduría de los niños y las niñas; cuando se les escucha tienen mucho que decir. También es un oportunidad de bajar el ritmo frenético al que estamos acostumbrados”.

Es “notar cómo se implican más y aprenden por ellos mismos. Escapar de la rutina, no hay un día igual a otro en nuestras aulas o, al menos, así debería ser. Y, por supuesto, una dosis diaria de humor. Nuestras alumnas y alumnos nos proporcionan siempre, cada día, una razón para sonreír”.

“Mi razón particular para ser maestra es que ningún alumno o alumna crea que no es bueno. Intentar darle a cada uno las herramientas adecuadas para que aprendan. Lo que quieran, como quieran”.

Escuela Josep Carner de Badalona / Enric Catalá

No todo son unicornios

Desde luego, la de docente es una profesión que mucho tiene que ver con mejorar las condiciones de vida y de posibilidad de toda la sociedad. Es, esencialmente, una bonita profesión. Pero no todo son unicornios y buenos sentimientos. Son muchos los puntos complicados.

“Si no tienes vocación, si solo te preocupa tener un puesto y sueldo fijos; si piensas en las vacaciones, porque la formación te parece relativamente fácil o si piensas que educar es solo transmitir conocimiento y normas, no debes ser maestro”.

Las razones que empujen a alguien a las aulas deben ser más o menos fuertes porque “nadie que no haya pasado por las aulas puede entender la ingente carga de trabajo que el profesorado se echa a los hombros. Hasta que no tienes frente a ti a 70 u 80 niños y adolescentes no descubres la extenuante inversión emocional y exigencia física” que supone.

“La profesión duele. Entramos pensando que podremos contribuir a mejorar el mundo y crecemos aprendiendo que lo que desde la escuela podemos hacer es muy poco, y que además a menudo nos equivocamos”. “Una profesión en la que siempre tienes la sensación de no estar haciéndolo bien o de no cerrar las cosas: es imposible abordar todo lo que tenemos que abordar con los recursos humanos y materiales que tenemos”.

Ser docentes es estar “obligado a llevar un corsé asfixiante: currículum inabarcable y mal enfocado, burocracia excesiva, pruebas estandarizadas (…). Al final de la jornada, los problemas sistémicos persisten. De ahí nace una frustración con la que a veces es difícil convivir”. “Estoy cansada de los resultados. En primaria no deberían existir”.

Estar en las aulas todos los días es también “ver a niñas y niños en situación de vulnerabilidad y sufrimiento a los que la ignorancia, la insensibilidad y la falta de voluntad política están abandonando a su suerte”.

“Se nos culpa de todo lo malo y no se nos ‘atribuye’ nada de lo bueno. Y las instituciones y políticos no tienen ningún reparo en convertirnos en los ‘chivos expiatorios’, cuando muchas veces, la mayoría, hacen que perdamos el tiempo, la fuerza y la paciencia en temas burocráticos”.

Las niñas y los niños

Frente a las dificultades, de nuevo “el cariño de tus alumnos, el trabajo con las y los compañeros y la sensación y el compromiso de contribuir, aunque solo sea un poquito, a conseguir un mundo mejor”. “Cada paso que han dado, yo los he seguido. Cada acto de valentía, cada reto que han aceptado, yo he tenido la oportunidad de admirarlo”.

Niñas y niños se convierten, sin duda, en una de las mejores cosas que tiene ser maestra, ser maestro. “Los críos y las crías. Poder compartir un tramo de sus vidas y de las nuestras. Mirar el mundo por sus ojos. Pensar que en algún momento hemos podido echar una mano”.

Cambiar algo de las vidas de estas niñas y niños es importante, al punto que “ver que un alumno/a con dificultades o con bajas expectativas supera sus dificultades o miedos y se siente fuerte y capaz”, justifica en buena medida los esfuerzos y las dificultades que trae consigo una profesión poco considerada socialmente.

“Que una alumna o un alumno te salude por tu nombre y te dé un abrazo de manera espontánea; ver a un estudiante leyendo el libro del que has hablado o escuchando a Glenn Gould porque has hablado de tu admiración por él”.

Toca redefinir parte del papel del maestro, de la maestra. “Ahora los niños llegan hartos de mil noticias y mil visiones que hasta han recibido sin darse cuenta.Tenemos que ayudarles a organizar esa información, a seleccionar la útil, combatirla en parte y darle las herramientas necesarias para hacerla provechosa”.

¿Y qué hay de la consideración?

“La consideración social no es más que el deseo de ser visto y aclamado. Eso no me interesa”. Y aunque esta podría ser la utopía, mientras tanto, hay quienes esperan que los medios de comunicación les miren de una manera diferente, más amable y ajustada a lo que hacen a diario. O que se tengan presente, por ejemplo, “los viajes que hacemos costeados por nosotros para formarnos en tiempo libre”.

Aunque “la consideración como logro, se lo gana cada una en su entorno, con su trabajo, profesionalidad y respeto”. “La consideración social es algo que construimos cada día con nuestra forma de actuar y con la manera en que hacemos nuestro trabajo”.

Pero esto no quita para que sea necesario, dicen algunas, que las familias entiendan la importancia de la educación de sus hijas e hijos “por el bien individual y el común”. O que la sociedad vea la educación un derecho fundamental que hay que defender y “que debe tener el presupuesto necesario y leyes independientes al gobierno de turno”.

“La consideración social que me importa no es la del profesorado, sino la de niñas y niños, la de todos los niños y niñas. Me enfurece que se asuma -tácitamente, nadie se atrevería a ponerlo en palabras- que el azar de la cuna dicte aún hoy, y también en la escuela, la consideración que merecen”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/05/la-importancia-de-ser-docente/

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Valentía para educar

Por 

No es cierto. Nadie se hace a sí mismo, como si pudiéramos construirnos al margen de nuestro entorno. Esa es una de las falacias de una sociedad individualista que requiere de la escuela una respuesta contundente: somos seres sociales, y debemos buena parte de quienes somos a los demás, especialmente a nuestras familias. Por eso, las escuelas y los docentes tenemos tanto que aprender de ellas, porque en ellas podemos encontrar los esquemas de nuestro alumnado, sus culturas de pertenencia, sus dificultades y retos… sus mochilas experienciales.

Sin embargo, a menudo lo que hacemos es robar el lenguaje y el discurso al alumnado y a sus familias:

“Aquí no se viene a jugar. Aquí se viene a aprender”, escuché en una ocasión.

Sustituimos el movimiento por psicomotricidad, y le damos unas horas a la semana; así hemos convertido el movimiento en excepción.

La comunicación la cambiamos por una asignatura que llamamos Lengua, y que a menudo impide hablar. Y comunicarse, de paso, queda prohibido.

Los aprendizajes los cambiamos por notas, y al conseguirlas obviamos el valor de lo aprendido, que se convierte en la anécdota.

A un niño lo convertimos en un autista, y le obligamos a serlo mientras decimos sin pudor que su madre no lo acepta. Y lo que no acepta es que su hijo esté en otro mundo, porque ella quiere que esté en el nuestro, pero los profesionales ya le hemos robado el lenguaje.

Esta forma de proceder desarma al alumnado y sus familias ante prácticas que conducen a muchos niños y niñas a itinerarios excluyentes, a la cosificación y a la muerte social y educativa. Se trata de una realidad que recorre a diferentes colectivos: inmigrantes, poblaciones empobrecidas, alumnado de clase trabajadora, colectivo LGTB+,  niños y niñas estigmatizadas con la discapacidad… Todos ellos son definidos por las escuelas, y el lenguaje de las escuelas les obliga a abandonar sus demandas. Estos colectivos, uno a uno, van siendo desarmados y desmovilizados, en buena medida a través del poder de la normalidad; sus diferencias son transformadas en identidades definidas por el poder.

Todo esto, aunque pueda no parecerlo, no es algo ajeno al profesorado. Los maestros y maestras, el profesorado de cualquier materia, orientadores, especialistas… Todos ellos fueron objeto en su día de una gran transferencia de poder que les convirtió en docentes: el poder de  definir al otro. Los docentes nos hacemos agentes de un proceso en el que se obliga al alumnado a conformar un esquema dicotómico: camuflarse en la norma renegando de las diferencias o convertirse en lo contrario, en lo anormal. En esta situación nos encontramos, aunque no nos guste pensarlo y mucho menos decirlo.

Hay que revolver las aguas mansas de la escuela segregadora y homogeneizadora, y eso tiene que nacer de las experiencias de la gente. De experiencias reales, que duelen en los cuerpos y las mentes de personas que tenemos alrededor, a pesar de que no queramos verlas. Como cuando un estudiante de Magisterio de Infantil lloró mientras hablábamos en clase de las historias de vida de niños en desventaja sociocultural. Hace unos días, en su trabajo final escribió:

“Algunos días me lo has hecho pasar regular -me decía- pero lo que no imaginas es cuánto te lo agradezco. Eso sí, confieso que en algún momento hubiera corrido como un niño pequeño a que me abrazaras, y es que al final, lo que vives en la infancia te marca, es algo que va intrínseco contigo, algo de lo que no te puedes separar aunque duela.”

Un niño herido en el interior de mi alumno. ¡Qué etapa sensible es la infancia! El daño, pero también los cuidados y el afecto, nos acompañan para toda la vida y pasan a formar parte de nosotros mismos. ¿Cómo podemos obviar esto, que es lo sustancial, para dedicar nuestros esfuerzos a lo anecdótico?

Tengo una gran esperanza depositada en la educación, como la tengo en los lenguajes amorosos de las madres. Los docentes tenemos que aprender de ellas a vincularnos con cada uno de nuestros alumnos y alumnas de forma incondicional, y a asentarnos en los sueños, que pueden trascender la realidad actual. El mundo es así hasta que decidamos que cambie, y cada día puede constituir una fiesta para que esas transformaciones necesarias se produzcan. Como maestros una gran responsabilidad para alimentar las necesidades educativas reales de los niños y las niñas, que no las dicta ningún informe internacional. Muchas de esas necesidades son emocionales, otras tantas requieren un desafío al poder, y todas ellas requieren un profundo respeto al ser humano.

Tengo esperanza en la educación, sí, como un proceso esencialmente humano y que trasciende enormemente el rendimiento. Pero por encima de todo tengo esperanza en las personas, y en especial en aquellas que ejercen el magisterio. He conocido a maestros y maestras excepcionales, y a futuros docentes dispuestos a subvertir el poder que se les transfiere para devolver el lenguaje y la palabra a los niños y sus familias. Se necesita valentía para hacerlo. A veces, esa valentía se manifiesta con un abrazo, como decía mi alumno. Quizás la mejor herramienta con la que prepararnos sean las actitudes y los lenguajes de nuestras madres y de las madres de nuestro alumnado. Porque no, nadie se hace a sí mismo. Y no es fácil aceptar nuestras limitaciones.

Se necesita valor porque es una compleja tarea la de educar, y porque la verdadera educación es un acto revolucionario que anida dentro de las personas y en el espacio que hay entre ellas. Se necesita valentía para educar de verdad hoy, y la determinanción a valorar las diferencias. Adelante.


Este texto contiene algunas de las ideas del Discurso del Acto de Graduación del Grado en Educación Infantil (Universidad de Málaga, Promoción 2013/17, Grupo A), que tuve el honor de hacer el 17/06/2017. Vaya hacia todo mi alumnado mi eterna gratitud por su aprecio, por sus cuidados y por su disposición a seguir cambiando El mundo junto a mí, empezando por nosotros mismos.

Fuente: http://www.ignaciocalderon.uma.es/index.php/valentia-para-educar/

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La Carta a una maestra cincuenta años después

Por Xavier Basalú

¿Qué podemos aprender hoy de la Carta? Que necesitamos sujetos maduros, independientes, celosos de su intimidad y de su libertad, capaces de hacer lo correcto aunque todo nos arrastre a subir al carro del que más grita, de la mayoría…, personas auténticamente soberanas.

En mayo de 1967 la Libreria Editrice Fiorentina publicó un libro de título más bien inocuo (Lettera a una professoressa) y de autoría extraña (Scuola di Barbiana), una escuela alegal de un pueblo recóndito y prácticamente desconocido. A pesar de ello, su radicalidad, la frescura y la franqueza de su lenguaje, por una parte y, por otra, el hecho de aparecer en el momento álgido de la contestación social y cultural contra el capitalismo triunfante y un entramado institucional (entre ellas, la familia y la escuela) constreñidor de la libertad individual y colectiva, lo convirtió en un auténtico revulsivo, cuyas denuncias, interrogantes, dilemas y propuestas han llegado hasta hoy.

Sabemos que detrás de la Carta había un cura singular, Lorenzo Milani, convencido de que solo una escuela profundamente clasista (con conciencia de clase) y el dominio del lenguaje -de todos los lenguajes- podrían garantizar la libertad y la capacidad de ejercerla a los pobres, a los últimos, a los oprimidos, en lenguaje freireano.

Un cura incómodo, marginado por la jerarquía eclesiástica de aquellos años, que acaba de ser rehabilitado públicamente por el papa Francisco, y que murió a las pocas semanas de su publicación. Había también, detrás de la Carta, una técnica humilde al servicio del arte de escribir, la escritura colectiva, un proceso de selección, discusión, análisis y redacción extraordinariamente riguroso, reflexivo, lento, austero, sincero y eficaz.

Cincuenta años después es llegado, tal vez, el momento oportuno de que quienes no hayan leído la Carta lo hagan: no les ocupará mucho tiempo y seguro que no les dejará indiferentes, y de que quienes la leyeron hace tiempo la lean de nuevo: comprobarán como los clásicos siempre tienen algo que decirnos y como los años nos han hecho, a lo mejor, más lúcidos… o más escépticos…

¿Qué podemos aprender hoy de la Carta? ¿Cuál es su lectura del mundo, cuáles son sus interpelaciones?

La adherencia a la realidad: a la más cercana y concreta, la que viven los propios aprendices y sus familias, pero también la más remota, la que entra en nuestro mundo a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, siempre desde la perspectiva de las víctimas, de los últimos, porque nada de lo que es humano nos es ajeno.

Un currículum competencial, sí, que señale cuales son las competencias básicas que debe tener todo ciudadano, pero con un contenido surgido de la actualidad para lograr comprenderla, analizarla desde distintas perspectivas, contrastarla con distintas fuentes, hoy que la tecnología nos lo pone tan fácil, desde criterios claros, desde el respeto inalienable por la dignidad de todos los seres humanos.

Una escuela problematizadora, estrictamente instrumental, lejos de su tradición bancaria, porque no se trata de depositar en los alumnos ninguna cultura concreta, sino de utilizar diestramente el material técnico disponible, los lenguajes, el diálogo, para fabricar una cultura nueva, despojada de los sesgos clasistas, sexistas, homófobos y etnocéntricos que todavía tiene la cultura dominante.

Una escuela que reivindique la política, porque política es trabajar para formar personas libres e independientes, que asuman la tarea de construir un mundo más humano y más justo. En palabras de Francuccio, un alumno de Barbiana: “¿Cómo quieres amar al prójimo si no es con la política?”. Una escuela de donde no salgan ciudadanos que abominan de lo político, como ocurre ahora, sino al contrario: capaces de hacer frente a unas élites insensibles al dolor y a la desigualdad, seguros de sí mismos para no caer en manos de antisistemas de salón o de charlatanes cínicos y mal educados.

Una escuela que eduque, al servicio de todos y cada uno de los alumnos, con un profesorado que genere la confianza suficiente como para conocerlos, amarlos, ayudarles, detectar sus debilidades y potencialidades para compensarlas o impulsarlas, que ese es el sentido profundo de la evaluación pedagógica. Una escuela y un profesorado que se niegue a seleccionar, a clasificar y a poner notas, porque esta no es su misión y, además, el hacerlo pervierte todo lo que toca, las relaciones, los saberes, las actividades, los valores.

Una educación que apueste por todas las tecnologías disponibles, abierta a todos los recursos que posibiliten un conocimiento más eficaz, más informado, más complejo y más interdisciplinar. Las tecnologías son vehículos que facilitan las tareas y expanden las posibilidades: el problema no está en ellas, sino en su manejo y en el sentido de su uso, que justamente demanda sujetos sólidamente entrenados, conscientes y responsables de sus decisiones y acciones.

La necesidad imperiosa de ampliar y aprovechar el tiempo educativo que pasa, por un lado, por planificar adecuadamente el tiempo escolar, por dedicar el horario de la escuela a aquello realmente relevante y que difícilmente pueda aprenderse fuera de ella, en definitiva, por no perder el tiempo. Y, por otro, por convertir la ciudad en un espacio cultural y educativamente poderoso, de forma que el tiempo no lectivo, los fines de semana, los veranos, no se conviertan en momentos de empobrecimiento o embrutecimiento cultural, sino en un campo abierto de posibilidades vinculadas a las artes, al deporte, a las relaciones, al estudio, y eso implica que las instituciones locales surtan una oferta suficiente y barata para que no se convierta en lo que desgraciadamente suele ocurrir: en un territorio que incrementa las desigualdades y priva a los pobres de oportunidades educativas.

Una escuela que, en un mundo sin referentes indiscutibles, donde parece que todo vale y todo tiene justificación, donde la libertad individual y la tolerancia han hecho avances significativos, fortalezca a los sujetos, les haga conscientes de que ellos son los únicos responsables de sus actos y de sus decisiones, que si quieren pueden ampararse en alguna narrativa de salvación –política o religiosa-, pero que ello no les libera de su responsabilidad. Porque, somos seres esencialmente ambiguos y vulnerables, capaces de lo mejor y de lo peor, extraordinariamente influenciables por las presiones o los condicionamientos de nuestro entorno: por eso necesitamos sujetos maduros, independientes, celosos de su intimidad y de su libertad, capaces de hacer lo correcto aunque todo nos arrastre a subir al carro del que más grita, de la mayoría…, personas auténticamente soberanas.

Xavier Besalú es profesor de Pedagogía de la Universidad de Girona

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/07/13/la-carta-una-maestra-cincuenta-anos-despues/

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Entrevista a Pablo Pérez: El profesor está más solo que nunca, en su tarea de educar

08 junio 2071/Fuente: webdelmaestrocmf

En el conversatorio “Ser profesor hoy”, el filósofo y educador mencionó tres aspectos preocupantes sobre la tarea docente y dejó claro que el rol del maestro es enseñar la verdad.

El doctor Pablo Pérez, exdecano de la Facultad de Ciencias de la Educación de UDEP, especialista en temas de Filosofía y Psicología, afirmó que el profesor está más solo que nunca, en su tarea de educar, pues antes “también lo hacían la familia y la sociedad.

Sin embargo, hoy, la mayoría de las primeras no educa y la sociedad, engaña. Tenemos que enseñar nosotros solos (los maestros) y, además,  compitiendo con lo que se dice fuera. Por ello, debemos estudiar mucho más”, dijo a los más de 150 estudiantes y docentes que asistieron al conversatorio.

Durante su exposición, mencionó otros dos aspectos de su especial preocupación respecto a la tarea que le corresponde cumplir al maestro, actualmente.  Dijo que el profesor “debe ponerse en contacto con la verdad, pero esta escasea mucho en el mundo. Por ello, tenemos que dedicarnos a encontrarla o nos quedaremos sin profesión; no tendremos qué enseñar”. Educar, recalcó, es enseñar verdades claves que le sirvan al hombre como guías para siempre.

Anotó que si la tarea del filósofo es buscar la verdad, la del educador es enseñarla. El hombre, dijo, “está hecho para buscar la verdad; y, al hallarla, alguien tiene que decirla y enseñarla; para lo cual,  hay que conocerla muy bien”, concluyó.

En otro momento de su exposición, recomendó a maestros y alumnos no adaptarse a la forma ‘líquida de la sociedad’ (que supone adaptarse a todas las ideologías, al individualismo, al consumismo y las modas, etc.) que es contraria a la búsqueda y enseñanza de la verdad. “Adaptarse a cualquier cosa no es el fin de la Educación”, subrayó.

Asimismo, se refirió a otra cuestión importante: “Es preocupante que la educación se preocupe más por los métodos que por el conocimiento de la verdad. El método no nos dice cuál es la verdad, solo se adapta a lo que la sociedad quiere en un determinado momento. Hay que preocuparse de que el maestro sepa cuál es la verdad; si la conoce bien siempre encuentra la forma de enseñarla”.

Si queremos que el profesor sea cada día mejor ha de ser más sabio, anota el doctor Pérez, “debe darse cuenta de que tiene que saber mucho sobre el hombre y el mundo. Esto le permitirá poder orientar a los educandos en los problemas de su vida diaria”.

Falta humanidad en el mundo

El docente universitario también recomendó a los maestros respetar cada etapa de formación: nido, inicial, primaria, secundaria universitaria. Explicó que cada una tiene su porqué, su objetivo. Son etapas distintas del desarrollo humano en la que los estudiantes deben aprender y desarrollar aspectos imprescindibles para su vida futura que no se pueden dejar para después. Una etapa, expresó, no debe ser la mera preparación para la etapa siguiente, de lo contrario lo que dejaron de aprender no lo aprenderán nunca. ¡No descuiden esto, profesores!, exhortó.

Reiteró que lo fundamental es que sepan sobre sí mismos, pues al mundo le falta humanidad y no técnica, por lo que “debemos hacernos sabios en humanidad”. Y, además, recordar siempre que “el maestro debe ser un maestro de verdad y del amor, pues no hay nada mejor que formar con amor a la gente”, puntualizó.

Fuente:http://webdelmaestrocmf.com/portal/profesor-esta-mas-solo-nunca-tarea-educar/

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