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Mi experiencia con las progresiones de aprendizaje y el premio ABC 2022

Por: Maricruz Peralta Santos

“Para ser docente se necesita vocación” es una frase que escuchamos desde nuestra formación. Añadiría que ser docente también requiere de pasión y amor al servicio pues cuando están presentes podemos hacer que lo que está a nuestro alrededor sea mejor y se transforme. Durante la pandemia como docentes tuvimos que vencer muchos temores, entre ellos el uso de la tecnología, aplicaciones y plataformas; la planificación a través de nuevas metodologías buscando otras formas de enseñar; la adaptación de los procesos de enseñanza a diversas modalidades, la implementación de modelos híbridos de aprendizaje, entre otros. Parte de lo que es el reto de cualquier docente es esa capacitación constante y arriesgar, en ocasiones, para poder innovar. Innovar para mí significa desaprender para poder aprender de aquello que pueda transformar la labor docente. Después de la pandemia la intervención docente no puede ser la misma. Ha sido un periodo de aprendizaje, de lecciones, de búsqueda de soluciones reimaginando la forma de organizar el propio currículo escolar, de hacer adaptaciones pedagógicas creativas, para lograr el compromiso y atención de los y las estudiantes.

Durante el proceso aprendí y desaprendí, me reinventé. Incorporé recursos para mediar el aprendizaje descubriendo nuevas herramientas tecnológicas y usarlas de manera provechosa. Desaprendí que el currículo escolar debe cumplirse en un plazo y dejé de ser esclava del orden ahí propuesto, pues fue necesario priorizar, organizar y dosificar aprendizajes esperados, plantear objetivos claros y pensar en nuevas formas de enseñar contextualizando el aprendizaje. Comprendí que para contextualizar se requiere conocer el entorno, sus beneficios, sus aportes a la comunidad, las necesidades y las problemáticas que enfrentan las personas, y a partir de ello brindar oportunidades de aprendizaje para nuestros alumnos y alumnas, que sea situado y pertinente. Contextualizar requiere valorar aquellos saberes que se encuentran tan cercanos a los y las estudiantes como la lengua maya, las costumbres y tradiciones locales, el papel de hombres y mujeres de la comunidad, el cuidado de sí mismos, del entorno y de los que lo rodean. Las “progresiones de aprendizaje” que emanan del proyecto CARE (que en inglés que significa “cuidar”) precisamente permite brindar una enseñanza significativa, pertinente y situada.

Mujeres extraordinarias de mi comunidad. Narrativas sobre la igualdad de género”, “Parcelas- maíz-tortillas, la historia de Anita la tortillera” y “El Hetzmek (jèets méek) ritual maya: rompiendo estereotipos de género” son títulos de progresiones de aprendizaje que parten de historias de invención propia abordando temáticas relevantes de la comunidad y de preocupaciones sociales como la desigualdad de género. Los niños y las niñas a través de entrevistas a mujeres de su entorno reconocieron los aportes y su  contribución a su localidad,  identificaron a aquellas que han hecho historia en el país y  en el estado de Yucatán en ámbitos como el social, económico, político, científico, artístico, cultural,  literario, y otros. A partir de esas historias se pudieron abordar temas del currículo conectándolos con saberes locales; los y las estudiantes realizaron actividades extraúlicas investigando en casa y  en  la comunidad. El aula se volvió un espacio para compartir y analizar sus hallazgos, además para aprovechar al máximo esa vinculación con el currículo escolar y las asignaturas haciendolas más situadas y significativas, además de que se avanzó a los ritmos de los y las estudiantes y considerando sus estilos de aprendizaje.  En los retos para el cambio que nos planteamos, los y las estudiantes fueron transformando y utilizando los conocimientos abordados al ir reflexionando sobre el papel tan importante que tienen las mujeres. Esto  fortaleció el vínculo con la comunidad. El planteamiento de esta estrategia contribuyó a disminuir el abandono escolar, ya que su desarrollo depende del apoyo de los padres y las madres de familia que aportan sus saberes locales para su conexión al currículum, haciéndolos partícipes del proceso de aprendizaje de sus hijos y sus hijas. Por ejemplo, es importante también que la escuela contribuya a transformar la relación con la naturaleza y que los y las estudiantes conozcan y valoren lo que sus madres, padres, abuelos saben sobre la tierra, sobre cómo establecer una relación sustentable con su entorno físico, así como también sobre el cuidado de sí mismo, por ejemplo en torno a la alimentación y el cuidado de su salud.

La escuela puede ser un espacio de reflexión y transformación de patrones limitantes, por ejemplo en torno a roles de género. Los tiempos avanzan y, actualmente saber cómo explicar la igualdad de género a los niños y niñas es una labor que no solo debe tenerse en cuenta en los hogares, sino también en las escuelas para contribuir a eliminar prácticas normalizadas como la discriminación por género, que en muchos casos desemboca en violencia. Evitar la censura de ciertas temáticas desde la infancia, rompiendo estereotipos asociados a colores, juguetes o disfraces asociados tradicionalmente a cada género, por poner un ejemplo, es un primer paso para promover la igualdad entre niños y niñas, sin distinción de sexo, permitiendo que desarrollen su potencial y personalidad sin ningún tipo de traba.

Ante la pandemia me he dado cuenta que como docentes necesitamos hacer cambios que mejoren no sólo nuestra intervención, sino que transformen y motiven a nuestros alumnos y alumnas a hacer de este mundo uno mejor. La escuela es ese espacio crucial para lograrlo y nuestra intervención es el medio que junto con las familias puede apoyar a ese cambio.  Diseñé e implementé estas progresiones de aprendizaje con el objetivo de reflexionar sobre la igualdad de género en nuestra comunidad y hacerlo en articulación con el currículum que he debido conocer a mayor profundidad.  El haber sido reconocida con el premio ABC en la categoria Ser maestra 2022 hace reafirmar mi compromiso como docente para generar oportunidades y  garantizar el regreso presencial de los niños y las niñas a las aulas, con un aprendizaje situado y significativo, propiciando que un mayor número de estudiantes concluyan sus estudios para aspirar a un nivel escolar superior sin que sus oportunidades de seguir estudiando se limiten por pertenecer a una comunidad pequeña.

Fuente de la información e imagen: https://revistaaula.com

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Elisa Araya, primera rectora de la UMCE: “La educación neoliberal, de competencia, estandarizada, no sirve”. Chile

En conversación con El Desconcierto, Elisa Araya Cortés fue crítica del modelo educativo chileno, de los roles de género en la docencia del país, y del falso “discurso de las oportunidades” de la sociedad de mercado.

Su historia se hizo viral, compartida como un relato de esperanza, de superación, casi como vivo ejemplo de un cuestionado refrán: “el pobre es pobre porque quiere”. Lo anterior puede ser explicado por la lógica de la meritocracia vigente en nuestro país, analiza Elisa Araya Cortés, primera rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE).

La profesora de educación física, psicomotrista y doctora en ciencias de la educación se convirtió hace unos días en la primera mujer en ser electa para la rectoría de la UMCE, la cual asumirá el próximo 7 de julio. En conversación con El Desconcierto, Araya fue crítica del modelo educativo chileno, de los roles de género en la docencia del país, y del falso “discurso de las oportunidades” de la sociedad de mercado.

Por otro lado, la docente abordó también la importancia de que dos rectoras hayan sido electas en importantes universidades del país, con Marisol Durán en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), y Natacha Pino en la Universidad de Aysén.

Elisa Araya, quien ha estado en contacto con las docentes, releva que desde sus posiciones buscarán “representar a las mujeres académicas, a las mujeres científicas, a las mujeres que se dedican a las artes, a la cultura en general, que tienen menos accesibilidad, que nos cuesta mucho más lograr puestos de toma de decisiones, porque se nos han endosado históricamente otras funciones, como el cuidado de la familia”.

-¿Por qué cree que a tantas personas les sorprende su historia?

Lo he pensado harto, he reflexionado harto sobre el asunto. Yo creo que, por una parte, está la lógica de la meritocracia que nos han metido a fuerza casi, esta idea de que ‘si tú eres pobre, y te esfuerzas, puedes salir adelante’. Esa lógica del esfuerzo individual, que por cierto tiene un asidero, niega que para que hayan posibilidades de que alguien se desarrolle, necesita al colectivo, a la comunidad, una sociedad que lo acoja y que le dé oportunidades.

A mí eso me ha sorprendido, porque me miran como un ícono, casi diciendo “miren, aquí está la pobre, aquí hay una pobre, miren, si se esfuerza uno sale adelante”, como si fuera por sí mismo, y sin contexto. Lo otro, es que ha sorprendido porque devela que todavía la gente que tiene orígenes populares, de más pobreza, de más precariedad económica, en este país no logra metas importantes, si es que llamamos importante tomar cargos de decisión. Es lo mismo que pasó con los constituyentes, con la Tía Pikachu, por ejemplo. Todo el mundo se sorprende, porque en general nosotros, los que venimos desde abajo, estamos relegados al segundo plano, y yo creo que eso ha sido impactante.

Eso muestra que el discurso de las oportunidades, de la sociedad de mercado, es falso. No hay oportunidades. Si hubieran oportunidades para todos, este país estaría mucho más mezclado y no sería novedad que yo dijera que mi mamá no fue a la escuela, y que pertenecemos a una generación que está dejando atrás la pobreza, pero no es así.

-¿Cuándo quiso ser profesora?

La profesión docente era algo que siempre me ha gustado, me gustaba jugar a la profesora cuando era chica. Me acuerdo que mi mamá nos retaba, ella era modista y tenía tiza en la casa para marcar las telas, entonces rayábamos la puerta con la tiza como pizarrón, y ponía mis muñecas y les hacía clases. Pero en realidad, como la educación siempre fue tan valorada en mi casa, fue siempre un camino que me parecía normal tomarlo. Tuve mucha influencia también de Gabriela Mistral, en algunas lecturas que hice de ella, sobre todo de la ‘Oda al Servicio’… Siempre pensé que era un buen desarrollo, digamos, para mí.

-¿Le sorprendió ser elegida como rectora de la UMCE? ¿Cómo se sintió?

No me trajo sorpresas, porque una candidatura a rectoría es una candidatura que se prepara con otros, fueron otros los que me propusieron y nosotros armamos un proyecto de trabajo que tiene que ver con las ideas que nos interesa como universidad, que es una universidad pública, una universidad que se dedica a la formación de profesores, es una universidad diversa, y nosotros creemos en esos valores. Es una universidad que tiene una visión nacional de lo que debe ser la educación para el país que viene. Una educación gratuita, de calidad, que le entregue las herramientas a todos y todas para realizar sus proyectos de vida, y que la educación sea un proyecto social, sea un proyecto compartido.

Lo que sí sorprende es que a una la voten, finalmente votaron por mí, pero votaron por mi con ese proyecto, que fue un proyecto escrito por un grupo de académicos, que estuvieron conmigo.

-¿Qué piensa del modelo educativo en Chile?

El modelo educativo, la educación subvencionada, la educación neoliberal, la educación de competencia, estandarizada, no sirve. Se ha demostrado que no sirve porque nosotros tenemos malos resultados educativos, porque la población chilena tiene déficits importantes en materias de comprensión lectora, de habilidades matemáticas básicas, tiene poca formación científica. De hecho, lo hemos visto ahora durante la pandemia, como la gente ha tenido dificultades para comprender algunas orientaciones, porque hemos reducido al mínimo la educación científica, por ejemplo. No tenemos educación ciudadana, no tenemos filosofía.

Una educación mercantilista nos ha privado, por ejemplo, de herramientas de pensamiento para ser críticos. Si tuviéramos información científica, si nuestros estudiantes tuvieran información científica, comprenderían qué es una pandemia, qué es un virus, y podríamos debatir en otro nivel las medidas sanitarias que nos han impuesto. O no tenemos ciudadanía, entonces la gente cree, nos hacen creer, que ser ciudadano, o la democracia, es ir a votar y no, ese es un acto más de la vida en sociedad.

La verdadera ciudadanía, la verdadera democracia es cotidiana. Es cuando se me toma en cuenta respecto de lo que yo quiero con mi barrio, o la responsabilidad que yo tengo con mi territorio, para cuidar de cosas tan cotidianas como el aseo, no botar basura en la calle, cuidar a mi mascota. Esas cosas son ciudadanía en lo cotidiano, que no entendemos, porque nos privaron de eso.

O por ejemplo, lo que ha pasado con la pandemia. En la pandemia la gente ha estado más angustiada, ha tenido problemas de salud mental, y el currículum ha reducido actividades como las artes, o la educación física, que son herramientas de vida que te ayudan a gestionar el estrés.

Nosotros tenemos una hipertrofia de matemáticas y lenguaje en la escuela básica, y resulta que no tenemos ni más lectores ni más matemáticos. En el currículum escolar se ha confundido el remedio con el veneno, y eso tiene que ver con las dosis. Nos han intoxicado con cantidad de horas lectivas de currículum, pero no son mejores ni son más pertinentes. Tenemos una educación “competitiva” que finalmente no entrega herramientas sólidas para el momento que estamos viviendo.

-Cerca de cuando usted salió electa, también salió Marisol Durán, en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), y Natacha Pino, en la Universidad de Aysén. ¿Cómo ve usted que se hayan elegido tres mujeres rectoras en cargos/universidades tan relevantes?

Nosotras ya nos habíamos visto con Natacha y Marisol, nos habíamos visto en un debate, justamente previo a las elecciones, un conversatorio que Natacha organizó, para mujeres líderes. Nosotras hemos estado en contacto porque creemos que es muy importante este paso que estamos dando, porque tenemos, yo diría, otra manera de trabajar, otra perspectiva, y tenemos también mucho interés de representar a las mujeres académicas, a las mujeres científicas, a las mujeres que se dedican a las artes, a la cultura en general, que tienen menos accesibilidad, que nos cuesta mucho más lograr puestos de toma de decisiones, porque se nos han endosado históricamente otras funciones, como el cuidado de la familia.

También pensamos que es importante que esto haga reflexionar, para que los hombres también puedan avanzar en otro tipo de dominios, como el dominio familiar y el dominio doméstico, porque así como nosotras queremos ir hacia lo público, y tenemos que atrevernos, los hombres también se tienen que atrever a ir hacia otros dominios que ellos han explorado menos, y de los cuales también a veces han sido excluidos, como el cuidado de los hijos.

Fíjate como en la función docente hay más mujeres que hombres, pero hay más directivos hombres que directivas mujeres en esas mismas tareas. Ahora, también hay que ser cuidadosos porque yo no creo en un mundo binario, hombres-mujeres, yo creo que hay más diversidades sexuales y de género, y esas también tienen que estar incluidas, yo creo que ese es el paso que viene.

-También esta tendencia se pudo observar durante las mega elecciones de mayo, con muchas mujeres electas…

Sí, y yo creo que esa es una buena noticia. Si nosotros hemos reflexionado sobre nuestra condición, y la condición de desarrollo del género humano, podemos ser un aporte. Cuando tu miras desde el margen hacia el centro ves otras cosas distintas, miras hacia los lados, puedes mirar de otra manera los problemas que te acogen, que te aquejan, y en ese sentido puedes aportar perspectivas nuevas.

-Sobre estas perspectivas nuevas, a usted o a la UMCE, ¿les gustaría tener algún tipo de incidencia en el proceso constituyente?

Lo queremos tener, estamos decididos a participar. Nosotros hemos comprometido en el programa la realización de un gran Congreso Nacional para pensar la educación que viene, y estamos pensando en realizarlo en territorio, con alcaldes, con apoderados, con estudiantes, con gente del mundo político, y con las organizaciones de bases y territoriales. Poner el tema a discusión, la educación que queremos como país, que necesitamos como país, y levantar esas actas y ese conversatorio grande para entregárselo a nuestras constituyentes y nuestros constituyentes. Junto a Natacha y la Marisol, liderados por la UMCE porque nosotros somos la universidad pedagógica, vamos a realizar ese ejercicio.

Fuente: https://www.eldesconcierto.cl/reportajes/2021/06/09/elisa-araya-primera-rectora-de-la-umce-la-educacion-neoliberal-de-competencia-estandarizada-no-sirve.html
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Opinión: Educación y roles de género

Por: Sofía García-Bullé

 

La inclusión de roles de género tradicionales en edad temprana podría estar afectando la libertad de elección de los niños al momento de elegir un interés académico o futuro profesional.

 

Los roles de género forman parte de los primeros aspectos que aprendemos en las fases más tempranas de la socialización. Vemos este proceso como algo completamente inocente e inherente a la forma en que integramos a los niños a la sociedad, pero la forma en la que los introducimos a los roles de género podría estar influenciando significativamente no solamente en las relaciones de convivencia entre niños y niñas, sino en la visión a futuro sobre qué trabajos son propios para hombres y mujeres.

Recientes estudios demuestran que niños y niñas entre cuatro y nueve años ya presentan una percepción diferenciada entre atributos profesionales que se atribuyen a hombres y a mujeres. Los resultados del artículo académico “Socialization of Gender Stereotypes Related to Attributes and Professions Among Young Spanish School-Aged Children”, confirman que los niños y las niñas que participaron en este estudio tenían interiorizados de forma generalizada los esquemas de género, y los aplicaban de forma clara cuando debían asignar atributos personales o roles profesionales.

Como ejemplo, durante el estudio se pudo ver que los chicos asocian más la fuerza y la inteligencia a los varones, mientras que a las mujeres se les asociaba con la amabilidad y la vocación del cuidado de otras personas.

Esto también impacta el punto de vista de los niños con respecto a las personas que usualmente tienen las posiciones laborales más altas o quien percibe mayores sueldos. Los niños y niñas participantes relacionan instantáneamente a los hombres con trabajos que implicaban mayor liderazgo y responsabilidades más valoradas, por ende, mejores posiciones y sueldos. Mientras que a las mujeres se les colocó en posiciones laborales más bien relacionadas con el soporte, que no se valoraban tan alto en el esquema de poder o agencia, tampoco en los sueldos.

El estudio encontró una relación directa en cómo la socialización de género contiene un sesgo que puede afectar seriamente las opciones laborales disponibles para las niñas en un futuro, así como su futuro económico y oportunidades. ¿Cómo se puede empezar a combatir este sesgo al momento de hablar del género y sus roles?

La conversación no llama propiamente a redefinir de base lo que entendemos por femenino y masculino, pero sí revalorizar y permitirnos ser más flexibles con las líneas entre ambos espectros.

La arbitrariedad de los valores de género

El primer paso se trata de entender que el sexo es una cuestión biológica y el género es un constructo social. Como todo constructo social, este implica valores arbitrarios que pueden ser manipulados, alterados o intercambiados fácilmente. Por ejemplo, algo tan simple como los colores rosa y azul, que hoy en día asociamos con atributos femeninos y masculinos respectivamente, se aplicaba completamente a la inversa hasta principios del siglo XX.

Tradicionalmente, el azul se asociaba con la delicadeza, la amabilidad y la templanza, características que inclusive hoy en día consideramos dentro del espectro femenino, mientras que que el rosa se percibía como una versión diluida del rojo, que proyectaba poder, dominancia y proactividad, atributos que asociamos con la masculinidad.

De acuerdo con Gavin Evans, catedrático en la Universidad de Birckbeck y experto en la historia del color, el cambio que nos llevó a ver el rosa como un color exclusivamente femenino no se dio hasta la década de los 50 en la que una campaña de cosméticos usó el rosa como el color primario de sus gráficos. La campaña fue tan exitosa que ya no podemos pensar en el color rosa sin asociarlo inmediatamente con todo lo que entendemos por femenino.

Pero estos valores pueden ser cambiados fácilmente. Un estudio realizado en China en 2018 en el que participaron 120 niños, descubrió cualquier color puede ser femenino o masculino dependiendo de la instrucción que se le de al menor de edad.

El estudio encontró que los niños varones tendían a escoger juguetes de color verde si se les decía que el verde era un color masculino, y las niñas tendían a usar juguetes amarillos si les decían que el amarillo era un color femenino. Los colores y objetos que asociamos a lo femenino y masculino son completamente arbitrarios, pueden cambiar con el tiempo, o ser manipulados, pero lo que se ha mantenido estable es la percepción de lo femenino como adjunto y secundario a lo masculino, esta es la noción que es importante trabajar desde la educación temprana.

Medidas para una valorización balanceada

Existen recomendaciones básicas que se pueden aplicar en las escuelas para reducir tanto la severa división social entre géneros como la sobrevaloración de los atributos masculinos por encima de los femeninos.

Algunas de las acciones que se pueden tomar incluyen la abolición de espacios educativos exclusivos para niños o para niñas, así como los contextos segregados que marcan actividades diferentes y restringidas a cada género. La eliminación de mensajes que defienda una diferencia jerarquizada entre hombres y mujeres; una intención educativa integral hacia el análisis crítico de mensajes y costumbres sociales sexistas, especialmente los que no son explícitos y se asumen como parte fundamental de la cultura y la socialización.

Es crucial que los espacios e instancias educativas den a niños y niñas exactamente las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Para lograrlo, no es necesario destruir lo que entendemos por género, pero sí realizar los ajustes necesarios para que los roles que se desprenden de este, estén balanceados y que uno no tenga más valor social que el otro.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-genero

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Confinamiento y roles de género

Por: Leonardo Díaz

En mi artículo, “Estado de excepción y actitud crítica”,  afirmé que uno de los problemas del confinamiento, en el marco de la pandemia del COVID- 19, es el hecho de que, además de la naturaleza informal de la vida económica de millones de personas en República Dominicana, la calle constituye un medio de reafirmación de la masculinidad.

La sociedad dominicana, como las sociedades latinoamericanas en general, son comunidades donde impera la inequidad de género asignando unos roles sociales muy rígidos, en función de si una persona es hombre o mujer. La asignación de roles de género implica una distribución rígida de los espacios. Si la mujer debe realizar las actividades domésticas, entonces la casa es su espacio, el lugar donde ella rige en términos operacionales. Si el rol del hombre es proveer, especialmente en estratos sociales donde no existe la nueva tendencia del teletrabajo, su espacio es la calle, allí impone su señorío.

En función de esta demarcación estricta se evalúan las competencias “naturales” de las personas. La mujer será una auténtica fémina en la medida que cumpla con eficacia los oficios domésticos. El hombre, en la medida en que sea capaz de sustentar a la familia. El vínculo entre rol y espacio hace que la masculinidad y la feminidad se realicen y reafirmen, en la calle, para los hombres; en la casa, para las mujeres.

Si esto es así, el confinamiento de los hombres en los barrios dominicanos constituye una “afrenta a su masculinidad”. En la casa se quedan las mujeres y los niños.

Tahira Vargas ha señalado, en su último artículo, “Masculinidad y cuarentena”,  que el confinamiento dentro de una sociedad con nuestras características produce un conflicto entre el imaginario donde han sido formados los hombres y la normativa que ahora se les exige.

En los hogares de clase media moderna donde se han transformado los roles de género tradicionales y las parejas han sido educadas con sensibilidad hacia el problema de la equidad de género, la desdibujación de esos roles desdibuja la demarcación estricta de los espacios. La calle y la casa son dominios de co-gobierno si los roles son compartidos. Esto no ocurre en los barrios marginales.

Lo señalado no solo aplica para fines de la administración del trabajo, sino también, del ocio. Los roles de género de una sociedad donde impera la inequidad asigna de modo estricto los espacios del entretenimiento, precisamente allí donde se realizan las actividades de trabajo. La mujer se divierte en la casa, o en casa de una amiga. Solo sale a divertirse en la calle si está acompañada, sea de amigas, familiares o una pareja, y durante un tiempo condicionado por el padre o el esposo.

Por su parte, el hombre se entretiene en la calle, sin tiempo asignado. Allí socializa con los amigos, flirtea, “habla de asuntos de hombres y hace cosas de hombres”. Por tanto, en la calle se reafirma como tal.

Todo esto debe ser entendido en términos no intelectuales. No se trata de que el hombre, de modo racional, se dice a si mismo que saldrá a la calle para reafirmarse, ni que las mujeres interpretan de modo racional que la casa es su espacio.

Hablo de unos modelos, imaginarios, patrones culturales que, como tales, son asimilados desde muy temprana edad e incorporados, de modo inconsciente, como hábitos de pensamiento y conducta. Por ello, cuando se establece una norma de confinamiento, el individuo, aunque no salga a trabajar, educado para no quedarse en casa, se rebela, no de modo intelectual, sino visceral, impulsivamente, aunque intelectualmente sepa que existen unas acciones de represalia si decide violentar la normativa.

Así, los discursos ideológicos que han perpetuado la inequidad de género en tiempos de normalidad, atentan contra las políticas del Estado en tiempos de excepción. La inequidad de género no es solo una situación que perjudica a las mujeres, aunque en efecto, sean las más afectadas. Es una situación que lacera todo el entramado social y dificulta la resolución de las nuevas situaciones sociales problemáticas, porque estas requieren, para su solución, de nuevas formas de pensar, así como presuponen espacios de diálogo y cooperación.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8803327-confinamiento-y-roles-de-genero/

Imagen: https://pixabay.com/photos/chance-equality-equal-opportunities-3335805/

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La lucha por un «internet feminista»

Por: Tamara Pearson

México debate una nueva legislación para lograr un internet libre de acoso y de sexismo. La Ley Olimpia, una de las pocas iniciativas parlamentarias de origen popular, pone en discusión el poder de las redes, el patriarcado y las relaciones sexistas en un medio que muchos consideran la panacea de la democracia.

Cuando Patricia Azcagorta se presentó como candidata a la alcaldía de Caborca (en el estado de Sonora) en 2018, circuló en las redes sociales un video de una mujer bailando en ropa interior, junto con fotos de Azcagorta. Además, había mensajes acusándola de ser stripper.

El uso de imágenes íntimas -reales o falsas- para atacar la credibilidad de una mujer, avergonzarla o silenciarla, es uno de los diversos tipos de violencia contra las mujeres a través de internet que el gobierno de México formalizará como delito en los próximos meses.

La llamada Ley Olimpia es una modificación de una ley existente sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Y es, además, una de las pocas iniciativas jurídicas mexicanas que tiene origen popular. Fue aprobada por unanimidad por el Congreso Nacional en noviembre del año pasado tras una fuerte campaña de Olimpia Coral Melo y varios grupos feministas. Ahora es necesario que sea aprobada por el Senado.

Coral Melo tenía solo 18 años cuando un video de ella desnuda fue difundido en WhatsApp. Como resultado, fue insultada por la prensa local, que utilizó sus imágenes en sus portadas para vender y se la conoció como «la gordibuena de Puebla» (una referencia sexista a la forma de su cuerpo). Recibía numerosas peticiones de sexo por parte de los hombres. Ella contó que se encerró en su casa durante ocho meses e intentó suicidarse tres veces. Cuando intentó finalmente denunciar lo sucedido en la oficina del Fiscal, se le informó que no se trataba de un delito. Así que se organizó con otras mujeres para crear una propuesta de enmienda o una ley. Pero la enmienda que se está aprobando ahora tiene limitaciones y muchos activistas, basados en su experiencia en el sistema legal mexicano, dudan que sea implementada justamente. De hecho, México tiene la tasa de impunidad más alta de América.

En el mundo de internet, los hombres dominan los medios de comunicación (como expertos y periodistas) y la sección de comentarios. Ahora, la pregunta es si esta enmienda es un paso inicial positivo para crear un internet libre de violencia basado en principios de respeto e igualdad para las mexicanas o si es más bien un obstáculo.

Tipos de violencia digital cometidos en México y su impacto

Según la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones de México, más de 9 millones de mujeres del país se han enfrentado a algún tipo de agresión tecnológica. Luchadoras, un colectivo feminista mexicano que pasó dos años acompañando a mujeres que experimentaron violencia en línea, identificó 13 tipos de agresión. Entre ellas se encuentran el acecho y la vigilancia constante, las amenazas, la expresión discriminatoria, la difusión de información personal o íntima, el lucro por explotación sexual a través de imágenes, el acoso y la extorsión.

Un ejemplo común de aprovecharse de las imágenes son las cuentas como la ya borrada @quieromipack, que venden o intercambian «paquetes» de fotos o videos íntimos o sexualmente explícitos. Un tuit de esa cuenta decía: «Cientos de fans están recibiendo sus paquetes. Si tienes packs de tus amigas, ex novias, o tomas packs o tienes los tuyos propios… contáctanos y te lo cambiaremos por un pack de nuestra página o por una membresía». Tenga en cuenta que cuando se refiere a «amigas» y «novias», las palabras son femeninas, y que no se requiere consentimiento en esta página web para enviar fotos de otras personas.

Luchadoras también realizó un estudio sobre la violencia digital contra las mujeres durante las elecciones de 2018 (en las que se disputaron 18.299 cargos desde el nivel nacional hasta el local) y encontró que las agresiones online más comunes contra las mujeres durante el período electoral fueron expresiones discriminatorias, amenazas y campañas de descrédito. Además, demostraron que había cinco patrones clave subyacentes a las agresiones: juzgar el carácter sexual del candidato, la objetivación sexual, los ataques a la familia, los roles de género y la apariencia. Lucía Rojas, por ejemplo, era una joven feminista que se presentó como candidata independiente y ahora es diputada federal. Ella dijo que, durante la campaña, su imagen, los tatuajes y los piercings fueron atacados y que fue injuriada por ser mujer, lesbiana y joven. «Mi credibilidad, conocimiento y experiencia fueron cuestionados», aseguró.

El impacto de la violencia en línea para las mujeres, tanto en el nivel individual como colectivo, suele considerarse menos significativo porque tiene lugar en un espacio de naturaleza virtual. Pero «lo que es virtual también es real, y eso significa que los efectos de este tipo de violencia son reales, se sienten en el cuerpo, en el espíritu y en los derechos de la mujer», señaló Lourdes Barrera, de Luchadoras.

La doctora Emma Short, psicóloga e investigadora de psicología cibernética de la universidad de Bedforshire, piensa que el impacto del abuso en línea es mayor «porque su condición de víctima se difunde para que todo el mundo la vea. A menudo se une un tercero por lo que la multitud o la manada va tras de ti. Así que muy rápidamente, se siente como si el mundo entero estuviera detrás de ti». Luchadoras habló con mujeres que habían experimentado violencia en línea e identificaron los impactos que éstas habían tenido, incluyendo náuseas, dolores de cabeza, falta de apetito, estrés, ansiedad, rabia, depresión, paranoia, miedo, confusión e impotencia. También hablaron sobre la autocensura y el abandono de la tecnología.

La violencia pública, como la violencia en línea, es una táctica para ejercer poder sobre las mujeres. Afecta nuestra capacidad de expresarnos libremente, mientras que el discurso de odio y el abuso de los trolls es tolerado.

México hace cambios

La enmienda al artículo 6 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia define a la violencia digital como «cualquier acto a través de las tecnologías de la información y la comunicación, las plataformas de internet, las redes sociales o el correo electrónico que atente contra la integridad, la dignidad, la intimidad, la libertad o la vida privada de las mujeres, o que cause daños o sufrimientos psicológicos, físicos, económicos o sexuales». Esta enmienda, conocida como la Ley Olimpia, enumera este tipo de violencia incluyendo el acoso, las amenazas, los insultos, la violación de datos y los mensajes de odio.

La sentencia señala la necesidad de campañas de educación, programas de prevención y capacitación. Los delitos pueden ser denunciados a la Fiscalía, que puede ordenar a las empresas que están detrás de las plataformas que bloqueen o eliminen las imágenes o vídeos implicados. Las penas varían según el estado, pero incluyen hasta seis años de prisión o multas de hasta 4.600 dólares.

Hablé sobre la enmienda con Isabel Portillo, una psicóloga que se ha enfocado en la violencia y en la capacitación sobre el acoso cibernético en la fundación En Movimiento. Ella argumentó que la Ley Olimpia era necesaria, y que «los esfuerzos de Olimpia han comenzado a tener un impacto. Sin embargo, es necesario tomar más medidas para eliminar la violencia que hay en las redes sociales». Dijo que era importante dar a conocer la enmienda para que las víctimas puedan denunciar el ciberacoso y que quienes lo practican sean conscientes de las consecuencias.

Sin embargo, también hablé con Martha Tudón, coordinadora de derechos digitales de Articulo 19 México, una organización centrada en la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información. Ella sostuvo que la enmienda era problemática. «Las definiciones son muy generales. Por ejemplo, ¿qué es la intimidad? Podría ser mi cuello, mi cabello. Lo que hemos visto con este tipo de leyes ambiguas es que todo puede caer en su ámbito y se utilizan para atacar a los periodistas. Las personas que más se aprovechan de estas leyes son las autoridades que ven algunas noticias en internet y quieren que las eliminen», apuntó. «Tales leyes terminan siendo usadas para el populismo, para que los políticos puedan lavarse las manos y no mejorar las cosas de raíz. La enmienda es muy cosmética. Además, el árbitro es el Estado. ¿Realmente quieres darle a un Estado patriarcal la capacidad de decir qué contenido debería estar en internet?».

Desde Luchadoras dicen que la Ley Olimpia corre el riesgo de quedarse solo en el papel. Reclaman procesos de denuncia adecuados que sean sensibles a las necesidades de las mujeres y que las protejan en lugar de revictimizarlas. Dicen que más allá de multas o la prisión, son importantes las acciones que ayuden a las mujeres a recuperarse, así como las garantías de que los delitos no se repitan.

La desigualdad es inherente a la arquitectura de internet

Internet está jugando un papel en «la estructuración de nuestras identidades y la organización de nuestras interacciones sociales», dijo la doctora Charlotte Webb, cofundadora del «internet feminista». Además, aseguró que internet también se basa en las mismas estructuras económicas y de poder que el mundo real.

La dominación de los hombres sobre el sector tecnológico se expresa en tanto usuarios y en tanto propietarios. Sus prejuicios de género se reproducen en la tecnología como Alexa y Siri -asistentes personales con voces femeninas-. El contenido de internet, desde el porno hasta los medios de comunicación, también está dirigido en gran medida por hombres. En Wikipedia, por ejemplo, más del 80% de los editores son hombres. Esa falta de diversidad se traduce en el hecho de que sólo el 17,7% de las biografías en la Wikipedia en inglés son sobre mujeres.

En México, «a menudo los hombres son los que (en su familia) son dueños de los aparatos electrónicos». Es un mecanismo de poder. Le prestan el suyo a su pareja por un tiempo. «Así que controlan cómo accedemos a él y eso significa nuestro acceso a la educación, a la cultura, a la información sobre temas como la salud», afirmó Tudón.

Además, internet está «colonizado por hombres de Estados Unidos», argumenta. «Y cuando hay mujeres, son blancas y privilegiadas. Creo que internet será más inclusivo cuando las comunidades tengan sus propias herramientas de información y difusión. En México, utilizamos principalmente Facebook, Twitter, Google, WhatsApp, lo que significa que estamos utilizando herramientas hechas en los Estados Unidos que responden a un contexto diferente».

Tudón afirma que espera que llegue el momento en que las comunidades puedan crear su propio contenido en sus propios idiomas, en sus propios términos. Isabel Portillo tiene una apuesta similar. Alienta a las mujeres de México a que presten apoyo mutuo a otras mujeres en internet que estén siendo atacadas. «Tenemos muchas posibilidades de mostrar solidaridad», concluyó.

Fuente e imagen: https://nuso.org/articulo/el-internet-feminista-por-el-que-luchan-en-mexico/

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Las creencias con las que se fabrica el techo de cristal

Por: Alejandra Aguado 

No hay una sola mujer que habite hoy el planeta que vaya a conocer la igualdad de género. Al menos, no de continuar el ritmo actual de progreso hacia tal objetivo. Una niña nacida hoy tendría que vivir más de 202 años para experimentar qué significa tener las mismas oportunidades, salario, derechos, poder, voz… Que los hombres. Pese a los avances conseguidos desde la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995 en la lucha contra la violencia de género, la reducción de la mortalidad materna o garantizar la educación para las niñas, los prejuicios representan un lastre que ha ralentizado el paso. Todavía en 2020, un 47,4% de la población del mundo dice que los varones son mejores líderes políticos y un 41,4% cree que son más idóneos para mandar en los negocios. Es lo que ha encontrado un estudio del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicado este jueves.

«Es inaceptable e insatisfactorio. Los cambios no suceden a la velocidad y escala necesarias», opina Raquel Lagunas, asesora para cuestiones de igualdad de género en el PNUD, sobre los dos siglos que llevará cerrar la brecha de género. «Las normas sociales, las expectativas, los prejuicios, los sesgos de género, el sistema de creencias son los mayores obstáculos para seguir progresando», explica por teléfono. Para Pedro Conceição, director del equipo encargado del Informe sobre Desarrollo Humano, un ejemplo claro se ve en la participación política. «Las mujeres no tenían derecho al voto a principios del siglo XX. Ahora sí, es un progreso básico. Pero si miras a los jefes de Estado, ellas apenas representan un 5%», apunta desde su despacho en Nueva York.

El techo de cristal no solo impide el ascenso de las mujeres en la esfera del poder político, sino también económico y social. Mientras que algunas leyes y programas han abierto algunas grietas, esta barrera se mantiene fuerte a base de ideas contrarias a la igualdad de género. De acuerdo con el estudio, el 91% de los hombres y el 86% de las mujeres de los 75 países (81% de la población global) en los que se han realizado encuestas tienen al menos uno de esos pensamientos machistas. Aparte de los ya citados sobre la capacidad para ser líderes, un 30% cree que está justificado que un varón pegue a su pareja y el 50% de los hombres cree que ellos tienen más derecho a un trabajo.

Estos prejuicios no son solo cosa de hombres. De hecho, las mujeres también tienen incorporadas estas ideas machistas en sus pensamientos que acaban paralizando el progreso de todas y también de ellas mismas. «Los sesgos de género son inhibidores de oportunidades. Por ejemplo, a partir de los 12 años, las niñas empiezan a levantar menos la mano en clase; con lo que se restan posibilidades de expresar sus ideas. Es tres veces más difícil para las mujeres llegar a ser políticas por barreras externas, pero también por sesgos propios», apunta Lagunas.

Esto se traduce en una sobre representación de la población femenina en trabajos informales y precarios, así como no remunerados en el hogar. Pero apenas un 21% son empleadoras y un 12% millonarias. «Las mujeres hoy son las más cualificadas de la historia (…) Pero parece que eso no es suficiente para conseguir la igualdad en la edad adulta», escriben los autores. La elección de las opciones educativas también están condicionadas por los prejuicios. Así, solo un 15% de las graduadas en carreras relacionadas con la ciencia, tecnología y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son chicas.

En la esfera privada, las normas sociales también tienen un impacto negativo sobre la vida de las mujeres. Cada año, 12 millones de niñas son víctimas de matrimonios forzados, lo que en la mayoría de los casos significa que tienen que dejar sus estudios, quedan embarazadas a muy temprana edad y están expuestas a un mayor riesgo de sufrir complicaciones en el parto. «Por regiones, las mayores tasas se dan en África con un 36% de mujeres enlazadas antes de cumplir los 18, y el sur de Asia con un 29%», destaca el estudio del PNUD. Además, cuatro millones están en riesgo de ser sometidas a la mutilación genital femenina anualmente. El 70% de las víctimas de trata detectadas en todo el mundo son niñas y mujeres, la mayoría de ellas con fines de explotación sexual. «Es sorprendente que una de cada 20 niñas de 15 a 19 años —alrededor de 13 millones— haya sufrido un acto de violación en su vida, una de las formas más violentas de abuso sexual que pueden sufrir», denuncia un informe lanzado por Unicef en el marco de la campaña Generación Igualdad.

«El sistema de normas y creencias lo incorporamos desde que somos pequeños; son sesgos inconscientes de género sobre lo que significa ser hombre y mujer», analiza Lagunas. En general, la sociedad espera que ellas sean las encargadas del hogar y ellos lleven el pan a casa, detalla el informe. «Trabajar esto requiere una nueva metodología», anota la experta. «Tiene que haber un cambio sistémico en la familia, que es la institución más resistente al cambio porque se considera privada, y también en la escuela, la religión, los medios de comunicación, la cultura… En definitiva en los espacios de socialización».

El documento del PNUD insta a los Gobiernos a tomar una batería de medidas en esta línea. Dar un salto de lo tangible —leyes, políticas, compromisos y declaraciones públicas— a lo invisible. Cambiar mentalidades requiere de intervenciones «más complejas», reconoce Lagunas. «Pero se puede conseguir cerrar la brecha», comenta positiva. «Ahora se necesitan otras políticas. Lo más efectivo en este sentido es crear conciencia, un sistema de incentivos y más inversión en educación», enumera Conceição. Una vía es, por ejemplo, impulsar los permisos de paternidad. «Esto cambiará la expectativa de que siempre será la madre quien cuide del bebé», explica. Lagunas propone «conversaciones significativas» como se trabaja en algunos programas sobre igualdad de género del PNUD. «Es una cuenta pendiente cómo trabajar con hombres y niños», añade.

Además de la complejidad, este tipo de intervenciones enfrentan otros retos. Uno de ellos es que los resultados se observarán en el largo plazo y los mandatarios suelen buscar resultados rápido. La igualdad de género tiene que convertirse en un «compromiso de país», afirma Lagunas. La calle, tomada por una marea morada de mujeres a nivel global, lo está reclamando. El movimiento feminista ha tomado fuerza en los últimos años; fenómenos como el Me Too, el Ni una menos y más recientemente la expansión del himno Un violador en tu camino dan cuenta de ello. Pero algunos líderes no solo son cortoplacistas, sino que no creen que la igualdad de género sea un objetivo a perseguir, como establece la Agenda 2030 de desarrollo sostenible que acordaron todos los países miembros de las Naciones Unidas. «La sociedad tiene sesgos de género, no es sorprendente que se reflejen en sus líderes», opina Conceição.

Otra piedra en el camino hacia la igualdad de género es el surgimiento de nuevas discriminaciones. El director del informe de desarrollo humano del PNUD apunta dos. Las que generan el cambio climático y las nuevas tecnologías.  Ellas son «más vulnerables» al primero pues son quienes mayoritariamente desempeñas labores relacionadas con la naturaleza, como la agricultura. En cuanto a la brecha digital, Conceição subraya cómo los algoritmos y la inteligencia artificial «restan oportunidades de trabajo a las mujeres pues los sesgos de género hacen que se oferten las opciones mejor remuneradas a los hombres».

El horizonte dibujado en la Declaración de Beijin, «el plan más progresista que jamás había existido para promover los derechos de la mujer», según ONU Mujeres, sigue lejos. “Hace 25 años, los gobiernos del mundo asumieron un compromiso con las mujeres y las niñas, pero solo han cumplido parcialmente su promesa. Aunque la comunidad internacional ha demostrado la voluntad política necesaria para enviar a muchas niñas a la escuela, ha fracasado vergonzosamente a la hora de dotarlas de las aptitudes y el apoyo que necesitan no solo para labrarse su propio futuro, sino para vivir con seguridad y dignidad”, afirma en un comunicado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. “El acceso a la educación no es suficiente, debemos también cambiar los comportamientos y las actitudes hacia las niñas. La verdadera igualdad solo llegará cuando todas las niñas estén a salvo de la violencia, sean libres de ejercer sus derechos y puedan disfrutar de las mismas oportunidades en la vida”, zanja.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/26/planeta_futuro/1582741781_843286.html

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Las africanas de verdad sufren y tienen curvas

Reseñas/África/05 Marzo 2020/elpais.com

La ciberactivista marfileña Bintou Traoré provoca un debate en redes sociales cargado de enfado e ironía sobre los roles de género con el hashtag #VraieFemmeAfricaine

Una africana de verdad luce orgullosamente la cicatriz de una quemadura de la sartén, como si se tratara de una honorable herida de guerra. Cuando las contracciones la atenazan, no deja escapar un grito y encima, sonríe. Lo único que la pone al borde del ictus son los disgustos que le da su familia, a la que se consagra en cuerpo y alma. Engendra hijos varones, deja los estudios para el hombre, sobrelleva dignamente las infidelidades, soporta sin quejarse los golpes y las humillaciones. Es una virgen irreductible hasta la noche de bodas y después, de la noche a la mañana deviene una consumada experta en las artes del porno. Sabe cocinar, mantener la casa impoluta, educar a los hijos y tener siempre satisfecho a su marido. Es una mujer entrada en carnes, con curvas apetitosas. No ignora que todos los hombres son infieles por naturaleza, pero se culpa y mima a su pareja cuando le crecen los cuernos.

La ciberactivista marfileña Bintou Mariam Traoré recoge testimonios de este tipo etiquetados con el hashtag #VraieFemmeAfricaine (africana de verdad, en francés), que comparte y difunde desde el pasado 25 de febrero con mucha ironía. No llega al millar de seguidores en Twitter, pero ha logrado una enorme repercusión en las redes sociales de su país y sus vecinos en África occidental. Las ondas expansivas de esta campaña han provocado el desahogo de muchas mujeres en Twitter y Facebook, la ira de algunos hombres y la adhesión de otros, así como una réplica, #VraiHommeAfricain, que también carga las tintas de la ironía. Esta campaña de sensibilización, armada de sarcasmo y sororidad, se volvió viral en apenas 24 horas y alcanzó el clímax el 28 de febrero, aunque continúa dando guerra. El objetivo es deconstruir los estereotipos vinculados a la noción de «mujer africana», burlándose de ellos.

«Vi un informe sobre el tratamiento a las mujeres negras que dan a luz en Europa y había mucha violencia», explica Traoré en un audio desde Francia, donde vive. «También hay mujeres de mi entorno que quisieron utilizar epidural o hacerse una cesárea y les dijeron que eso no lo hacía una verdadera mujer africana, porque una africana de verdad sufre. A mí misma me han dicho que no soy una verdadera africana porque soy feminista. Todo eso me hizo pensar. La mujer africana sufre constantemente», dice.

Las respuestas a esta campaña han sido viscerales en algunos casos, sobre todo entre hombres que se sintieron atacados. En otras ocasiones, el sarcasmo pasó desapercibido y tanto hombres como mujeres se sumaron a ella con sinceridad, añadiendo el hashtag a situaciones no siempre agradables para las mujeres, pero que a veces se normalizan en nombre de la tradición o la identidad. El feminismo africano se situó en el punto de mira, como una amenaza más a la sociedad africana y la forma de organización familiar y así lo reflejaban algunas respuestas a la iniciativa: «Una africana de verdad es inteligente y, por lo tanto, está en contra del feminismo, porque comprende que el feminismo es, en realidad, una trama de los blancos para crear conflictos entre la mujer negra y el hombre negro», “Una verdadera africana se encarga de su trabajo, su esposo y sus hijos y no del hogar de los demás», etc.

Traoré afirma que hay hombres que las apoyan, pero admite también que la mayoría no aprecia la campaña «porque son los que se benefician del patriarcado». «Creo que los privilegiados ven siempre la igualdad de derechos como el odio», precisa ella. «Cada vez que se libera la palabra femenina o que hay una acción feminista o femenina, la reacción que recogen los medios es el odio de los hombres. No están contentos». También afirma que le gustaría que las mujeres del país se agruparan alrededor del hashtag para llevar adelante acciones, que espera que tenga un efecto federador y que las ayude a darse cuenta de que hay algo que no funciona en sus sociedades.

#VraieFemmeAfricaine es heredera de otras campañas previas, como #LasRobeuses, otra acción viral iniciada en redes en 2017, también desde Costa de Marfil. En aquella ocasión, fueron Laure Blédou del colectivo Abidjan Lit, la bloguera Saraounia, la escritora Edwige Dro y Yoyo la Jolie, del blog cultural Jolieville, las que invitaron a mujeres y hombres a compartir las reflexiones sexistas que escuchaban cada día en los restaurantes, las oficinas, las casas, los transportes públicos y hasta los talleres. Las redes sociales se inundaron de ellas, demostrando que hay mucho trabajo por delante.

El debate continua tres años más tarde y levanta ampollas. Además, Bintou Traoré ha lanzado otro hashtag, #JeSuisVictime, casi pisando los talones del anterior y dedicado a denunciar a agresores sexuales y violadores. Esta segunda campaña tiene un tono más combativo, en la onda de #BalanceTonPorc o #MeToo ,y está incendiando redes y conversaciones. Las redes sociales están revueltas, sueltan chispas y se sublevan. Acaba de comenzar apenas el mes de marzo, el mes de las mujeres, y las africanas de verdad se dan codazos entre risas y afilan sus lenguas.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/02/africa_no_es_un_pais/1583182644_583751.html

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