Colombia: La Ley de Comida Chatarra: ¿qué falta para que finalmente sea aprobada?

América del sur/Colombia/Octubre 2020/semana.com

Aunque esta semana se aprobó en segundo debate la ley que busca que los alimentos que impactan de manera negativa la salud de las personas tengan un sello que indique sus componentes, el artículo que buscaba prohibir la publicidad de comida chatarra para los niños se cayó. Este es el panorama.

Con frecuencia se utiliza el término comida chatarra para referirse a alimentos no saludables. Pero la línea que determina qué es saludable y qué no, muchas veces es difusa. Por eso es importante saber exactamente cuáles alimentos se consideran chatarra y qué se puede hacer cuando ese tipo de comida predomina en nuestra dieta.

Pero, ¿qué es exactamente la comida chatarra? Es la que incluye todos aquellos alimentos que no aportan valor nutricional, pero que sí suman calorías, azúcar, sal y grasa saturada, además de conservantes como las sales de nitro y nitritos.

Sin embargo, esto no es un tema fácil de entender. Por esta razón, el proyecto de Ley 167, también conocida como la Ley de Comida Chatarra, de autoría de la bancada parlamentaria por la salud pública, busca que los productos que impactan de manera negativa la salud de las colombianas y colombianos porten un sello que indique los componentes que pueden causar enfermedades a largo plazo, para que los consumidores, y especialmente los padres, puedan tomar una decisión informada.

Esta iniciativa no es nueva. Desde hace varios años asociaciones de padres como RedPapaz han luchado por sacar adelante esta iniciativa en el Congreso, pero no han tenido éxito. En junio de 2019, tras años de lucha por poner en la agenda legislativa esta ley de etiquetado, el proyecto se hundió sin haber pasado el primer debate.

Hoy la industria de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas usan la tabla nutricional para mostrarle al consumidor la cantidad de grasas, azúcar, sodio y calorías que contienen sus productos. Sin embargo, para Red PaPaz este etiquetado no es suficiente, ya que el promedio de los colombianos no sabe qué porcentaje es dañino ni cómo funcionan estos nutrientes.

La columna vertebral del proyecto propone exigir a las industrias revelar el contenido real de los productos que consumen, en su mayoría los niños, mediante sellos frontales en los empaques. Es decir, que las industrias informen si el producto ultraprocesado es “alto en azúcares”, “alto en sodio” o “alto en grasas saturadas”.

Más de un año después del naufragio del primer proyecto, la iniciativa por el etiquetado frontal recibió la aprobación de la mayoría de los representantes, con lo que la Ley de Comida Chatarra pasa a tercer debate y queda a dos de volverse ley. Nunca antes el proyecto había llegado tan lejos.

“Siempre es bueno avanzar en la discusión y más cuando es en favor de la salud pública. Debemos ahora en el Senado lograr las mejoras que protejan la salud de las niñas, niños y adolescentes», fueron las palabras con las que el senador Juan Luis Castro, uno de los ponentes, destacó la aprobación del proyecto.

Sin embargo, tanto Castro como algunos congresista del Partido Verde, como Juanita Goebertus, señalaron que en este debate se modificaron y suprimieron algunos artículos de la versión original del proyecto, como lo es el artículo 9, el cual prohibía la publicidad de comida chatarra para niñas, niños y adolescentes.

En 2010, la Organización Mundial de la Salud emitió un conjunto de recomendaciones sobre la promoción de alimentos y bebidas dirigida a los niños, estableciendo que “la publicidad y otras formas de mercadotecnia de alimentos y bebidas dirigidas a los niños tienen un gran alcance y se centran principalmente en productos ricos en grasas, azúcar o sal. Muchos datos muestran que la publicidad televisiva influye en las preferencias alimenticias y las pautas de consumo de la población infantil. Además, para promocionar esos productos se recurre a una amplia gama de técnicas que consiguen llegar a los niños en las escuelas, las guarderías y los supermercados, a través de la televisión y de Internet, y en muchos otros entornos”.Por esta razón, en el Congreso avanza el paquete de ‘proyectos saludables’, una serie de medidas con las que la bancada parlamentaria por la salud busca generar políticas de promoción de hábitos saludables y prevención de enfermedades. Carolina Piñeros, directora de Red Papaz, explicó que dentro de estas medidas se encuentra la Ley de Escuelas Saludables, la cual busca prohibir la venta de estos productos en las instituciones educativas.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/la-ley-de-comida-chatarra-que-falta-para-que-finalmente-sea-aprobada/202004/

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No desperdiciemos el potencial educativo de los comedores escolares

Por: Luis González Reyes

No solo es un momento y lugar en el que aprender elementos del currículo, también de convivencia, de cómo funciona la industria agroalimentaria y cuáles son las alternativas de futuro.

¿Qué tiene de extraña la fotografía que ilustra el artículo?, ¿qué elemento no encontraríamos nunca en un comedor escolar tal y como se está produciendo en esta imagen?

Efectivamente, el profesorado (o las familias) y el alumnado están comiendo juntos. Uno se puede imaginar que ese comedor, a diferencia de la mayoría de los comedores escolares, al menos ese día, está aprovechando al máximo las potencialidades didácticas de algo tan importante como la alimentación. No solo están reponiendo fuerzas, sino que están usando ese momento clave de nuestra cotidianidad con una mirada pedagógica. Pero, ¿cuáles son esas potencialidades?, ¿por qué es importante la alimentación como vector educativo? El modelo alimentario es fundamental en una educación emancipadora por, al menos, cuatro razones.

La primera surge del propio sistema agroalimentario industrial, que es uno de los principales agentes de la crisis ambiental y social en curso. En lo que concierne al impacto ambiental, el agronegocio usa una cantidad creciente de recursos (tierra, agua, derivados del petróleo, etc.), que además degrada (pérdida de fertilidad, contaminación difusa, extinción de especies agrícolas y ganaderas, etc.). Otro de los impactos del modelo es que es uno de los principales causantes del calentamiento global. Todo esto se agrava por dietas fuertemente carnívoras en las poblaciones enriquecidas.

Desde el punto de vista social, la destrucción del campesinado, en definitiva, de un mundo rural vivo, sigue siendo sistemática. El modelo alimentario dominado por las grandes multinacionales y fondos de inversión ha producido una pérdida de poder adquisitivo de las/os agricultoras/es, lo que las/es fuerza al desarraigo, la proletarización o el hambre. Además, la agricultura industrial utiliza mano de obra en condiciones de hiperexplotación. El siguiente eslabón, el pequeño comercio, termina teniendo un final similar. En el otro lado de la cadena productiva, las grandes corporaciones determinan el tipo y la calidad de los alimentos, su coste, y cómo y dónde se producen bajo la única guía del beneficio monetario. Esto genera que los descartes alimentarios sean brutales y el hambre en el mundo esté lejos de resolverse. Además, el modelo facilita los brotes infecciosos y la baja calidad de los alimentos. Los impactos sobre la salud también son por dietas fuertemente calóricas y carnívoras (obesidad, diabetes, cáncer, etc.).
Por ello, un sistema alimentario basado en la agroecología y en dietas equilibradas es fundamental para abordar los desafíos del siglo XXI. La agroecología conjuga el cultivo ecológico, la persecución de condiciones sociales y económicas dignas para todos los agentes del proceso alimentario, y la lucha por una transformación colectiva hacia modelos justos, sostenibles y democráticos. Este modelo responde a los retos que tenemos porque tiene una productividad a corto plazo similar a la industrial y mayor que la tradicional, permite mantener la fertilidad de la tierra, y contribuye a “enfriar el clima”. Y lo hace sosteniendo un mundo rural vivo. A todo esto ayudaría una dieta menos carnívora. Finalmente, consumir alimentos ecológicos es más saludable.

De este modo, la primera potencialidad es que la alimentación nos sirve para explicar elementos fundamentales del (des)orden del mundo y, al tiempo, de las alternativas que ya están floreciendo.

El segundo elemento por el que la alimentación es un buen vector educativo es porque permite abordar temas importantes en la formación escolar. La comida es un espacio predilecto para trabajar la psicomotricidad, la potenciación de los sentidos, las normas de convivencia, etc. Pero no solo, también la modificación del paisaje, los equilibrios ecosistémicos, el comercio mundial o la perpetuación de las desigualdades en el mundo. Es decir, que nos permite abordar elementos centrales del currículo escolar de todas las etapas educativas.

A esto se le suma que la mayoría de las personas van a tener que volver a participar directamente en el sistema alimentario. No hay espacio aquí para justificar esta afirmación, pero la crisis múltiple en curso (energética, material, climática, de biodiversidad, económica, cultural, política), está suponiendo un gran cambio civilizatorio. Solamente por el hecho de no disponer de fuentes fósiles en abundancia en el futuro cercano, será inevitable una re-ruralización social.

Si uno de los objetivos fundamentales de la escuela es ayudar al alumnado a comprender el mundo en el que viven y a desenvolverse satisfactoriamente en él, no podemos afrontar esta gran competencia como si el futuro fuese a ser similar al pasado. Pero deberíamos aspirar a más. No solo a dotar de herramientas al alumnado para comprender y estar en el mundo, sino también para que se convierta en un agente de cambio activo. Un agente que sea capaz de ayudar a que la sociedad salga de este momento histórico siendo capaz de articularse de forma democrática para satisfacer universalmente sus necesidades sin depredar el entorno. Es decir, que enseñar a cultivar, a procesar los alimentos y a distribuirlos será una habilidad básica en los escenarios por venir. En realidad, probablemente ya lo es para tener una buena calidad de vida hoy en día.

Finalmente, la cuarta razón por la que la alimentación es un buen vector educativo es que la comida es algo muy importante en nuestra vida. Lo es desde el punto de vista de la salud, pero también desde la perspectiva vivencial. Alrededor de la mesa, pasamos momentos fundamentales y una parte central de nuestras conversaciones versan sobre el placer o el sufrimiento relacionado con la comida. No podemos desperdiciar este potencial porque sabemos que aprendemos mucho mejor lo que sentimos, lo que vivimos en primera persona. Por eso son importantes momentos como el de la foto que ilustra el artículo.

Ya existen numerosos proyectos que intentan aprovechar estos vectores educativos. Por ejemplo, en Cataluña Menjadors Ecologics y Ecomenja integran esta visión global de la alimentación escolar con una perspectiva didáctica transformadora. En Madrid, Garúa apoya a proyectos ambiciosos en la proyección pedagógica de la alimentación en centros públicos (La Jara, Zofío), y concertados (colegios de FUHEM y Ponce de León). Pero también hay iniciativas desarrollándose en Andalucía, Aragón, País Valenciano o Cantabria.

Además, para ayudar a aprovechar al máximo las potencialidades docentes de la alimentación hay varias guías como “Alimentar otros modelos”, “Agroecología en el currículo de hostelería de FP”, “Yo consumo con conciencia, siembro esperanza” o “Alimentar el món per transformar el planeta”. Recursos accesibles que nos pueden servir de ejemplo en este particular aprendizaje, el de comer de forma más sana, justa y sostenible.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/01/09/no-desperdiciemos-potencial-educativo-los-comedores-escolares/

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Nueva Zelanda: Needs of children, not Big Food, must win out

Nueva Zelanda/Enero de 2017/Autor: Darren Powell/Fuente: NZ herald.com

RESUMEN: Parece que nuestra Autoridad de Normas Publicitarias, una vez más, no puede adoptar un código estricto de publicidad de alimentos para niños y jóvenes. Esto no es sorprendente. En las sociedades neoliberales como la nuestra, las necesidades del sector privado suelen tener prioridad sobre las necesidades de los ciudadanos, incluidos los niños. Esto es especialmente cierto para la industria de «Big Food». Que incluye a los productores multinacionales de alimentos y bebidas con poder de marketing masivo. Una serie de expertos en salud pública, periodistas, investigadores y el público culpar a los productos Big Food, el cabildeo y las prácticas de marketing para la obesidad infantil «crisis». Sin embargo, la industria de alimentos y bebidas refuta estas afirmaciones (notablemente, al argumentar que sus campañas publicitarias multimillonarias, enfocadas a los niños, no afectan el consumo de los niños) y ahora se reinventa con éxito como parte de la solución.

It looks as though our Advertising Standards Authority will, once again, fail to adopt a strict code of food advertising to children and young people. This is hardly surprising.

In neoliberal societies such as our own, the wants of the private sector frequently take priority over the needs of citizens, including children. This is especially true for the «Big Food» industry. which includes the multinational food and drink producers with massive marketing power.

A raft of public health experts, journalists, researchers and the public blame Big Food products, lobbying and marketing practices for the childhood obesity «crisis».

However, the food and drink industry refutes these claims (remarkably, by arguing that their multi-million dollar, child-focused advertising campaigns do not affect children’s consumption), and is now successfully re-inventing itself as part of the solution.

One so-called solution is a «commitment» (a concocted, self-regulated, non-binding commitment) to the World Health Organisation and various governments to restrict the marketing of junk food to children and to promote healthy lifestyles.

We see these «solutions» at work in multiple ways.

McDonald’s, for instance, sponsors numerous sports events, provides meal vouchers at junior football games and now advertises «healthy» products to children, such as wraps, sliced apples and bottled water – obviously the three most popular choices for a Happy Meal.

Nestle New Zealand provides free «health education» resources to schools. It has also marketed Milo, a recent «winner» of Consumer NZ’s Bad Taste Food Awards, as the «official drink of play».

Fuente: http://www.nzherald.co.nz/lifestyle/news/article.cfm?c_id=6&objectid=11776254

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EE.UU: Forks over Knives

EE.UU./16 de septiembre de 2016/www.recurso-adventista.com
Tenedores sobre cuchillos parte de una investigación que realiza Lee Fulkerson, siguiendo de cerca las trayectorias personales de dos investigadores pioneros, los doctores Colin Campbell y Caldwell Esselstyn. Estos dos profesionales formados en universidades diferentes, uno en la Universidad Estatal de Pensilvania y el otro en la Universidad de Yale, respectivamente, sin conocerse, comparten similares ideas sobre la alimentación.

También se presentan opiniones sobre la alimentación y los hábitos alimentarios, a través de reflexiones de diferentes pacientes, expertos y médicos. La película describe la importancia y relación de la comida en nuestra vida, cotidianidad y tradiciones. Nos presenta como la dieta de Estados Unidos ha cambiado en las últimas décadas, aumentando el consumo de carne,azúcar y lácteos; además de cómo se define para ese país qué es bueno, o conveniente, en la alimentación tanto de las familias como de los militares o los niños en las escuelas: dos de cada tres estadounidense padece de sobrepeso.

Para su director hay una constante relación entre la alimentación y la posterior necesidad de medicamentos. Enmarca los beneficios de una dieta vegetariana, y nos muestra la opinión de expertos sobre los beneficios de comer una dieta basada en alimentos de origen vegetal y la relación que hay entre lo que comemos con las diferentes enfermedades como diabetes,cáncer e infartos. Participan en el documental Joey Aucoin, Neal Barnard, Gene Baur, San’Dera Brantley Nation, Junshi Chen, Mac Danzig, Connie Diekman, Caldwell Esselstyn, Rip Esselstyn, Ruth Heidrich, Matt Lederman, Alona Pulde, John Mc Dougail, Pam Popper.

Recorre estudios alimentarios y de salud de lugares como Filipinas, Kenia, Noruega, Japón, Hawái. El documental fue filmado en Canadá, China y Estados Unidos.

¿Qué nos ha pasado? A pesar de la tecnología médica más avanzada en el mundo, estámos mas enfermos que nunca en casi todas las medidas.
Dos de cada tres de nosotros tienen sobrepeso. Los casos de diabetes se han disparado, sobre todo entre la población más joven. Alrededor de la mitad de nosotros estamos tomando al menos un medicamento con receta. Las principales operaciones médicas se han convertido en rutina, lo que ayuda a reducir los costes de atención de salud a niveles astronómicos. Las enfermedades cardíacas, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares son del país las tres causas principales de muerte, a pesar de que miles de millones se gastan cada año para “batalla” estas mismas condiciones aun continuan. Millones de personas sufren de una serie de otras enfermedades degenerativas.
¿Podría ser que hay una única solución para todos estos problemas? Una solución tan completa, pero sencilla, es alucinante que muchos de nosotros no lo hemos tomado en serio.
FORKS OVER KNIVES examina profundamente la mayoría, si no todas, las enfermedades degenerativas que afectan a nosotros y que pueden ser controladas, o incluso invertirse, rechazando nuestro menú actual de los alimentos basados en los animales y procesado.
Tomado de: http://www.recurso-adventista.com/2013/03/tenedores-sobre-cuchillos-esta-pelicula-puede-salvar-tu-vida-documental.html
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