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Chile de duelo: no sabe cuántos muertos hay por coronavirus. Un presidente que no respeta protocolos, cifras contradictorias y 7 mil fallecidos en camino

América/Chile/24/06/2020/Autor: Juan Carlos Ramírez Figueroa/Fuente: www.pagina12.com.ar

Este domingo murió el tío sacerdote de Piñera y éste pidió que abrieran el ataúd. Mientras el gobierno entrega distintas cifras, los hospitales colapsan y las sirenas son el sonido más reconocible de la ciudad de Santiago.

Y finalmente, la covid-19 tocó  a un familiar del presidente chileno Sebastián PiñeraSu tío, el sacerdote Bernardino Piñera (104 años), ex arzobispo emérito de La Serena e investigado por el Vaticano por denuncias de abuso sexual en 2019. El tema fue evitado incluso por los medios chilenos, como el diario derechista La Tercera que borró un posteo en Twitter que aludía el tema, algo que generó de inmediato sospechas de censura, incluyendo memes sobre una supuesta llamada telefónica del presidente que hasta diputados como Renato Garín viralizaron.

Aunque medios como radio Biobío aseguraron —basándose en fuentes reservadas del gobierno y el certificado de defunción— que el sacerdote falleció por una neumonía vinculada al coronavirus, que lo afectó en mayo tras un brote en la Casa de Acogida Hermanitas de los Pobres en Santiago Centro donde residía, la vocera del gobierno Karla Rubilar se apresuró a aclarar que fue por su avanzada edad.

Todo indica además que el funeral pasó por alto los protocolos sanitarios tanto de distancia social como por medidas como abrir el féretro para ver el rostro del fallecido tío del presidente. En el audio de la ceremonia transmitido online— se escucha en medio de la música de Bach, una voz femenina diciendo: “Sebastián (Piñera) lo quiere abrir”, aunque los funcionarios explican que no se puede hacer, finalmente acceden. De forma previsible, el nuevo ministro de salud Enrique Paris y la subsecretaria de la cartera Paula Daza, salieron en defensa del presidente y su entorno, asegurando que “se cumplió el protocolo”.

Es que las contradicciones y falta de transparencia son, a esta altura, la marca registrada del gobierno chileno al punto de no saberse hoy la cantidad de muertos por covid-19. Recordemos que la semana pasada se reveló que el gobierno tiene dos conteo s: uno que se entrega al público y otro, a la OMS y que incluye casos de sospechosos o atribuibles a la pandemia.

 De hecho, se tomó la particular decisión de entregar el “informe epidemiológico” sólo los sábados y seguir contabilizando las muertes de forma “tradicional” durante la semana. Así, en la primera lista Chile ya suma 7.144 muertes y en la segunda, al día de hoy van 4.502. Y aunque el informe de 77 páginas esté disponible online , la información resulta innecesariamente confusa y poco amigable para la ciudadanía.

Esta confusión no sólo está presente en las conversaciones por Whatsapp o Zoom, los posteos en redes sociales o las llamadas telefónicas, sino que también recorriendo un Santiago que ya entró en invierno y parece nunca haber entrado en confinamiento. De hecho, las calles están repletas de repartidores en moto o bicicleta, carabineros desganados revisando el celular y a veces controlando a los numerosos autos (a pesar de que el gobierno aumentó las multas a quienes salgan sin autorización).

Pero lo más inquietante son las sirenas de ambulancias, hospitales y postas con carpas repletas de indigentes o de personas esperando atención o sectores como Plaza Yungay donde había personas sin mascarilla conversando entre ellos, a pasos de bancos y restaurantes reinventados como delivery. También se vio a un anciano subiéndose a una ambulancia mientras la calle era desinfectada en un operativo que tenía a todos los vecinos mirando con espanto la situación.

Todo esto mientras ya se reportan colapsos en las morgues, se dio a conocer una carta firmada por un grupo de cuarenta científicos, médicos, académicos e investigadores donde reconocen que el país “está de duelo” pero que aún es posible evitar unas siete mil muertes más según sus cálculos que, además, se relacionan con un problema estructural y económico de la sociedad chilena. “Las cifras conocidas del impacto del coronavirus en Chile nos indican que esta se convirtió́ en la peor crisis humanitaria del país de los últimos 80 años, superando la epidemia de influenza de 1957, en la que se estima, murieron 5.400 personas. ¿Habrá́ que sobrepasar la pandemia de Gripe Española de 1918-1920 donde murieron 37 mil personas en Chile para cambiar de estrategia?” .

El gobierno fiel a su estilo de bonos y cajas de alimentos que no duran más de una semana, no ha dicho nada hasta ahora.

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/273891-chile-de-duelo-no-sabe-cuantos-muertos-hay-por-coronavirus

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Chile: Declaración en apoyo al conjunto de las y los estudiantes secundarios del territorio y de todas/os las/os perseguidos por el gobierno de Piñera tras la suspensión de la Prueba de Selección Universitaria en todo el país.

Como Foro por el Derecho a la Educación Pública FODEP, y en conjunto con distintas organizaciones de actores educativos, manifestamos nuestro más profundo apoyo y solidaridad a los y las estudiantes secundarias/os quienes se han movilizado representando valientemente el sentir de amplios sectores de pobladoras, estudiantes y trabajadores para impugnar la realización de la Prueba de Selección Universitaria. Y que por estas acciones han sido objeto de acusaciones y posibles querellas por parte del gobierno, así como de hostigamientos, amenazas virtuales y ataques en contra de su integridad física y psicológica, particularmente hacia los y las compañeras de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios ACES, miembros de nuestra coalición, quienes durante años protagonizan, entre otras organizaciones, las movilizaciones por el derecho a la educación en Chile.

La PSU se ha convertido en un instrumento evaluativo clave de la mantención del modelo educativo chileno neoliberal, por su rol en la segregación social y económica de la población chilena. Por ello, no vacilamos en rechazar la intensa represión sufrida por los y las estudiantes que se opusieron valientemente a una nueva aplicación de la prueba en todo el país. Jóvenes que representan las frustraciones y luchas de sus padres y familiares por no haber podido sortear con equidad este formidable escollo de desigualdad educativa y de involución social, tal como el sistema de universidades chileno, de implacable sentido mercantil, a pesar de los intentos de cambios cosméticos y de falsa gratuidad hechos entre los años 2015 y 2017.

Por estas razones, decimos fuerte y claro: No a la criminalización de los y las dirigentes secundarias de ACES y de todos las y los jóvenes, apoderadas/os y profesoras/es que se han movilizado en rechazo a la prueba segregadora. Exigimos al Estado y los organismos correspondientes la protección para sus vidas y de su integridad, no queremos más hostigamientos y amenazas, arriba los y las que luchan por una educación pública comunitaria, inclusiva, gratuita y plurinacional para todas y todos en todos sus niveles, incluida la Educación Superior.
¡No más segregación en la Educación!
¡No más PSU!

*Fuente: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfua20Pu8lzQbJqd3obI7GSel5L21dET54dxe1WZgiTs5KagQ/viewform

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Se endeudan 30 años para estudiar la universidad en Chile

América del Sur/ Chile/ 26.11.2019/ Fuente: www.excelsior.com.mx.

Miles de universitarios chilenos se han endeudado con créditos equivalentes, incluso, a una hipoteca, para poder cursar sus estudios superiores. Muchos se sumaron a las protestas contra el presidente Sebastián Piñera.

La educación en Chile fue dejada a manos de los bancos, lo que ocasionó que se matara financieramente a toda una generación de jóvenes, que hoy en día tenemos deudas de miles de dólares a las espaldas”, lamenta Juan Pablo Rojas, portavoz de Deuda Educativa, organización que exige cambios en las políticas educativas.

Es una condena, porque salimos al campo laboral a buscar trabajo ya con un crédito millonario que pagar. La problemática afecta a dos millones de jóvenes”, añade.

Estudiar en Chile es caro, incluso en los centros públicos, que deben autofinanciarse.

Cursar biología en una universidad pública cuesta, por ejemplo, más de 25 mil dólares. Un grado de magisterio en Educación Infantil, unos 24 mil dólares. Odontología, más de 50 mil dólares o hasta 62 mil dólares si se cursa en una escuela privada, según un estudio de la Fundación Sol, que analiza la educación en Chile.

Por eso, miles de estudiantes se ven obligados a pedir un crédito para estudiar. “Dedico 50% de mis ingresos para pagar la deuda. No es un gasto menor. Hay que afrontar, al mismo tiempo, pagar ese préstamo, la salud, que también está precarizada, y todo lo demás. Vivir en este país es complicado”, asegura Tomás Ahumada, un joven con estudios de Arte Dramático que debe el equivalente a más de 9,900 dólares en créditos de estudio.

El actor es uno de los más de 870 mil beneficiarios del Crédito con Aval del Estado (CAE), el préstamo más popular en Chile, creado durante el gobierno de Ricardo Lagos y establecido durante la administración de Michelle Bachelet, a partir de 2006.

Es un crédito que nació con un interés de 6%. Después de grandes protestas universitarias, se redujo esa tasa a 2%, pero las entidades financieras siguen cobrando lo mismo.

El Estado chileno paga la diferencia con dinero de los contribuyentes.

 

DÉCADAS DE DEUDAS

 

Las grandes deudas afectan especialmente a personas que han cursado estudios con pocas oportunidades laborales, como es el caso de Ahumada. “Mi sector, el de la actuación y la cultura, está precarizado. No hay contratos. No hay remuneraciones regulares. Entonces, tengo que trabajar en otras cosas, y en la medida que puedo, voy pagando. Voy a tardar 30 años en desembolsarlo todo. Terminaré de pagar a los 50, y entonces ya tendré que estar pendiente de la jubilación, pero el sistema de pensiones privado también está podrido. No hay por dónde afrontar este país”, lamenta.

Unas 397 mil personas estudian actualmente con el CAE. De ellas, 40% es morosa, según la Fundación Sol.

Sebastián Figueroa no está pagando su CAE. Estudió magisterio de educación física entre 2009 y 2014 y debe el equivalente a unos 21 mil 249 dólares, que no puede desembolsar.

No me da para vivir. Tengo mi familia, otros gastos, y no lo puedo desembolsar”, señala el joven.

No pagar la deuda coloca a los jóvenes en una lista de morosos, conocida como Dicom. “Si yo quiero alquilar una casa, no puedo hacerlo por estar en Dicom. Estoy obligado a vivir de prestado con amigos o vivir con mis padres”, revela Figueroa.

ALTO COSTO DE VIDA

Daniela Monsalve estudió Administración Pública, debe el equivalente a unos 18 mil 700 dólares, y tampoco está abonando al crédito. Gana 582 dólares al mes, y asegura que, si pagara la deuda, no llegaría a fin de mes.

El costo de vida en Chile es tan caro que los sueldos no dan ni siquiera para pagar lo que nos comprometimos. Además, tenemos que pagar la salud, porque no tenemos previsión social”, asegura.

Los bancos suelen amenazar con embargos a quienes no pagan el crédito.

Proponemos que se detengan esos créditos, que nos condonen las deudas y que Chile tenga una política pública que apunte a la gratuidad total del sistema educacional, tal y como se ha comprometido en varios tratados internacionales”, pidió el activista Juan Pablo Rojas.

Fuente de la noticia: https://www.excelsior.com.mx/global/se-endeudan-30-anos-para-estudiar-la-universidad-en-chile/1349507

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Convocan a huelga general para este martes en Chile

América del Sur/ Chile/ 11.11.2019/ Fuente: www.telesurtv.net.

Previo a la huelga general del próximo 12 de noviembre habrá un paro de docentes. Las medidas de presión al Gobierno de Sebastián Piñera se mantienen desde hace 21 días.

Los más importantes sindicatos de Chile convocaron a una huelga general para el próximo 12 de noviembre como parte de la agenda de protestas contra el modelo neoliberal impuesto en la nación suramericana. Las medidas de presión al Gobierno de Sebastián Piñera cumplen este viernes 21 días.

El Comité de Huelga Nacional, integrado por los sindicatos portuarios, de minería, construcción, industria, comercio, educación, salud, agricultura y servicios públicos, anunció la jornada de paro que, además, recibió el respaldo de la Mesa de Unidad Social, movimiento con más de 70 organizaciones sociales.

Previo a la huelga general, los docentes chilenos también realizarán un paro el próximo 11 de noviembre.

Trabajadores asistentes de la educación del sector municipal y particular subvencionado Ver imagen en TwitterVer imagen en TwitterVer imagen en TwitterVer imagen en Twitter

Los trabajadores chilenos se suman a la protesta con un pliego de demandas que incluyen la negociación colectiva de sus derechos y un salario mínimo de 500.000 pesos líquidos.

Asimismo, instan a mantener las movilizaciones hasta obtener respuestas a sus demandas por el Ejecutivo, entre ellas la creación de una nueva Constitución.

Fuente de la noticia: https://www.telesurtv.net/news/chile-huelga-general-12-noviembre-protestas–20191108-0005.html

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El Versailles chileno

Por: Ernesto Garratt.

Leo los titulares de matutinos chilenos con la noticia de que a excancilleres les preocupa la imagen país después de la cancelación del Apec, donde se anticipaba acabar la guerra comercial entre EEUU y China, y la Cop25, con Chile liderando la lucha ambiental.

A esta élite política parece preocuparle un espejismo fabricado solo para el exterior y lejos de la realidad. Este no es un oasis en Latinoamérica, solo hablamos de un excelente slogan publicitario que se está cayendo a pedazos frente a nuestros ojos desde hace 14 días: desde que comenzó el feroz estallido social de un país OCDE, en vías de desarrollo y con cifras envidiables para cualquier vecino de la región: casi 25 mil dólares per cápita, crecimiento constante en las últimas décadas y una postal que ha sido imán para inmigrantes con tal alcanzar el sueño chileno.

Pero no hay tal sueño chileno. There is no Chilean dream. ¿Lo entienden o lo digo en ruso? Esto es y ha sido más una pesadilla para una gran mayoría desde que los Chicago Boys* instauraron a la fuerza en los años 70 su feroz modelo de capitalismo salvaje y privatizaron nuestros derechos. Un estado de las cosas que la democracia solo siguió aplicando con escasísimas correcciones hacia las necesidades sociales.

Mi origen es de la pobreza extrema. Mi madre, una madre anciana, fue soltera. No se casó, ergo, soy huacho, no tengo padre. Hace unos años, el actual ministro de Justicia defendía a brazo partido la legislación que me dejaba a mí y a todos los hijos ilegítimos sin los mismos derechos que un hijo nacido dentro del matrimonio. Esos mismos ministros que ahora son parte de un gobierno que dice que ha escuchado el mensaje de las manifestaciones, defendían públicamente y sin vergüenza la desigualdad.

Con mi madre enferma vivimos 20 años de allegados, es decir, de casa en casa, de techo en techo. ¡20 años sin casa propia! Repito: mi origen es de la pobreza extrema y tuve que endeudarme con el llamado crédito fiscal de mi tiempo para pagar mi educación universitaria en una institución pública como la de la Universidad Chile.

El multimillonario Sebastián Piñera pudo estudiar gratis en la universidad en el Chile de su tiempo. En el país que destruyó el golpe de Pinochet en 1973 y en el país que gente como su hermano José Piñera (inventor de las cuestionadas Administradoras de Fondos de Pensiones) ayudó a levantar para la conveniencia de los grupos económicos mas no de la población, yo terminé de pagar mi educación recién a los 43 años. Estoy endeudado para pagar un departamento y acabo de pagar con mucho esfuerzo, como todos los chilenos, las contribuciones de este año. Persigo mis deudas para aniquilaras con ansiedad, mientras que Sebastián Piñera no ha dado ni una disculpa pública por adeudar 30 años de contribuciones tributarias. ¡30 años!

Para qué hablo de mi pensión. No pienso en ella porque soy realista. Como están las cosas, no hay futuro en Chile para los viejos: la tasa de suicidios más alta se encuentra en el rango de los adultos mayores. Con un promedio de 256 mil pesos (US$ 344) mensuales de jubilaciones, no se puede vivir, solo morir lentamente.

Este cruel modelo le da privilegios casi monárquicos solo al 1% de la población, un grupo demillonarios y de súper millonarios (once de ellos en la lista Forbes) que se convirtió en dueño de casi el 30% de nuestra riqueza. El resto, la gran mayoría, vive con sueldos míseros del tercer mundo con un costo de vida europeo. Por eso bastaron solo 30 pesos en el alza, una nueva alza del metro de Santiago, para trizar y romper el hechizo.

Chile despertó. Abrió los ojos enojado, hastiado de aguantar la corrupción de esta élite política, económica y militar: colusiones de privados, leyes dictadas desde las gerencias de las empresas, miles de millones de pesos en fraudes en el ejército y carabineros. Súmele décadas de maltrato, desactivación del tejido social y la construcción de un ethos individualista, explican el gran descontento, la rabia y la explosión de violencia.

¿Y cuál fue la respuesta de Piñera? Comer pizza en un restaurante pituco mientras Santiago ardía. Y luego, desesperado, sacar a los militares a las calles y hacer el mejor cosplay de la dictadura jamás organizada por un presidente en democracia. Las cifras de abusos de derechos humanos suben día a día y la brutal represión de carabineros cuenta estadísticas que incluyen ¡abusos sexuales! y que además consideran más de 100 personas con daños oculares producto del baleo de la policía. Inexplicable me resulta que usaran de blanco e hirieran con siete balines en su cuerpo a un observador del INDH (Instituto Nacional de Derechos Humanos).

No justifico los saqueos ni la destrucción de bienes públicos como el metro. Son actos de barbarie condenables. Solo trato de explicar la brutal violencia expresada en un escenario apocalíptico en el que estamos y donde la élite dice haber escuchado el mensaje que la ejemplar y pacífica marcha de un millón doscientas mil personas envió desde la calle: “no más abusos”, “no más privilegios”.

Ya hubo grandes protestas sociales estudiantiles en 2006 y 2011. El mensaje se está enviando desde hace rato. Pero este pequeño Versailles que nos gobierna y rige desde todos los pilares de la vida, este Versailles que dice que nos está escuchando, sigue sin escuchar. Para aplacar tres décadas de abusos no basta un discreto perdón presidencial, ni migajas económicas ni menos disfrutar una pizza sentado en la cumbre y con el infierno social ardiendo bajo sus pies. Mucho menos ayuda un cambio de gabinete improvisado: ¡El ministro del Interior entrante se eligió a último momento y durante la transmisión televisada!.

A los excancilleres y miembros de la élite les propongo esta otra imagen en vez de la imagen país. ¿Listos? Enfóquense en esto: Una anciana enferma y que trabajó toda su vida y que luego solo obtuvo una jubilación miserable, agonizando en el servicio de atención pública. Esta viejita es mi madre. Ella, detrás de su máscara de oxígeno, está llorando porque sabe que se va a morir y me va dejar solo en este Chile cruento y espartano que pertenece al 1%. No puede decírmelo con su voz. Apenas puede respirar. Me lo escribe temblorosa en un cuaderno verde con su último aliento.

“Cuídate hijito que nadie más te va a cuidar aquí”.

Eso pasó hace 20 años, yo era pobre y a pesar del paso del tiempo, constato tristemente que nada ha cambiado. Nada.

Fuente del artículo: https://cnnespanol.cnn.com/2019/11/01/el-versailles-chileno-opinion-garratt/

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Toque de queda, toque de queda, toque de queda

Por: Alejandra Costamagna.

 

Hay que retroceder hasta la mismísima dictadura y a su Constitución política que aún nos gobierna para acordarnos que en esa transición pactada a la democracia estuvo todo. O casi todo

No sabíamos lo que era el toque de queda. Era 1973 y nuestras mentes de tres y cinco años no comprendían el significado de esas tres palabras juntas. Sabíamos, supongo, que no era algo bueno. Sabíamos, supongo, que era una especie de castigo. Y quizás por qué vaga asociación mi hermana y yo veíamos a las hormigas como a las víctimas de ese castigo. La escena del recuerdo es esta: estamos en la cocina, una fila de hormigas sube por el muro y mi hermana las va aplastando una a una con su dedo índice mientras murmura “toque de queda, toque de queda, toque de queda”. El dedo le va quedando negro, afuera ya está el pudridero.

Conté ese recuerdo años después, varias veces, cuando tuve conciencia de lo que había detrás del inquietante juego infantil. Lo conté y lo escribí, incluso. Lo escribí como quien repasa una anécdota trágica de la que ya está a salvo, como si creyera en la linealidad y la progresión de la historia. Pero ya vemos, a golpe de evidencias, que la historia es porfiada y vuelve como un huracán para sacudirnos y recordarnos la fragilidad de lo que creíamos más o menos firme. Nunca pensé que cuarenta y seis años después de la escena de las hormigas estaría escribiendo “golpe de Estado” para referirme al presente de Chile. Pero ese es el escenario hoy, 23 de octubre de 2019.

Si esto que escribo ahora mismo, con la urgencia del presente, fuera una historia lineal, una historia redondita, con principio, clímax y desenlace, debería partir con Juan Andrés Fontaine, el ministro de Economía del presidente Sebastián Piñera, quien a comienzos de octubre anunció el incremento en las tarifas del Metro y llamó a la población a levantarse más temprano para aprovechar una tarifa más baja. La historia lineal seguiría con la ola de críticas a sus palabras y haría foco puntualmente en la indignación de los estudiantes de enseñanza media. El clímax llegaría con la imagen de cientos de escolares saltando barreras, echando abajo rejas, rompiendo torniquetes al ritmo de la nueva consigna: “Evadir, no pagar, otra forma de luchar”. Y con una multitud de jóvenes, adultos y ancianos apoyándolos, porque en un país donde las familias de menores ingresos gastan cerca del treinta por ciento de sus sueldos en transporte y donde el salario mínimo es de 301.000 pesos (equivalente a 373 euros), el anuncio de alza fue una bofetada en la cara. Entonces si esta fuera una historia redondita, con principio, clímax y desenlace, debería terminar con el Gobierno reestudiando la medida y echando pie atrás. O buscando una forma, un sustituto, cualquier salida política para aplacar el descontento.

Pero ya vemos que en esta historia real el clímax no hace sino superarse y superarse y parece nunca acabar desde el minuto en que el viernes 18 de octubre las autoridades decidieron cerrar las estaciones de Metro y custodiarlas con policías para evitar las evasiones. Y dejaron así a los ciudadanos que dependen del transporte público sin medios para regresar a sus hogares. Horas y horas de caminata, una ciudad después de una catástrofe: eso parecía Santiago aquel eterno atardecer de viernes. Pero el clímax todavía no llegaba. Porque luego vendrían el masivo cacerolazo ciudadano, las protestas, los disturbios en las zonas periféricas, las calles repletas de manifestantes y, como si viviera en otro país o habitara en una dimensión paralela, el presidente de la República cenando pizza con su familia en un restaurante del barrio alto de Santiago. Alguien capturó la escena y subió la fotografía a redes sociales. Las cacerolas retumbaron con fuerza, el malestar se multiplicó. Y entonces vino la reacción de Piñera: desplazarse al Palacio de Gobierno y, pasada la medianoche, decretar Estado de Emergencia. Como si esto fuera una catástrofe natural y no un sismo político.

A esas alturas la demanda ya no era por los treinta pesos de alza en el Metro, sino por los treinta años de implementación de un modelo neoliberal extremo, cuyo germen estuvo en la dictadura, precisamente. Un país con una desigualdad social abismante, con los derechos sociales mercantilizados y un sinfín de prácticas de abuso normalizadas. Un país con un malestar demasiado tiempo acumulado, en el que la elite política y empresarial evade impuestos, evade sanciones por colusión, evade responsabilidades por fraude al Fisco, evade multas e intereses millonarios, mientras el resto de la población vive rasguñando para llegar a fin de mes, endeudado hasta sus últimos días, esquilmado por un sistema de pensiones inmoral, con una salud y una educación cada vez más inaccesibles. La demanda se resume en una palabra que vimos proyectada en un edificio céntrico, como un gran recordatorio que iluminó la protesta: “DIGNIDAD”. Así, con mayúsculas, en una intervención urbana a cargo de los mismos artistas que hace unos meses proyectaron el rostro del comunero mapuche Camilo Catrillanca, asesinado por Carabineros de Chile.

El caso es que a partir del Estado de Emergencia la progresión dramática de la historia no hizo sino aumentar: las calles se repletaron de manifestantes, la protesta se extendió a regiones, empezaron las barricadas, los infiltrados, el fuego. Y el designado jefe de Defensa Nacional en Santiago, el general Javier Iturriaga, decretó toque de queda. “Tienen dos horas para llegar a sus hogares. Los invitamos a que, por favor, vayan y disfruten de este sábado en la noche, que se protejan como familia, que estén en sus casas y mañana podamos tener un mejor día”, ordenó Iturriaga. Hormigas subiendo por el muro: la escena se repetía. Militares en las calles, golpeando y disparando a la gente, carabineros lanzando bombas lacrimógenas al cuerpo de los manifestantes, miles de detenidos, denuncias por vejaciones, torturas y abusos sexuales en centros de detención, cientos de heridos a bala y una cifra de muertos que al momento de escribir esto que escribo va en los dos dígitos. Los noticieros de la televisión, en su gran mayoría, apuntaban durante estas primeras jornadas a los desmanes y los saqueos más que a la brutalidad de la represión.

Nuevo clímax: Sebastián Piñera habla de enemigos organizados, dice que estamos en guerra, que los vándalos, que los delincuentes, que la seguridad del país, que nos cuidemos. Se filtra un audio de la primera dama, Cecilia Morel, de un supuesto diálogo con una amiga en el que dice que esto “es como una invasión extranjera, alienígena” y se lamenta de que “vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás“. Y la sensación de esta historia abierta, con un clímax infinito, sin un desenlace visible, es que es imposible contarla de acuerdo con el libreto que se origina con el ministro invitándonos a madrugar, porque el principio es muy anterior y hay que retroceder hasta la mismísima dictadura y a su Constitución política que aún nos gobierna para acordarnos que en esa transición pactada a la democracia estuvo todo. O casi todo. Hormigas caminando laboriosamente por un muro sin mirar hacia atrás ni hacia el costado ni hacia arriba. Sobre todo hacia arriba, donde el dedo amenazador puede aplastarnos con un clic, clic, clic. Toque de queda, toque de queda, toque de queda.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/10/25/opinion/1572029826_094816.html?prod=REGCRART&o=cerrado&event=fa&event_log=fa&event_log=fa

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Estibadores del mundo expresan solidaridad con el pueblo de Chile

América del sur/Chile/24 octubre 2019/Prensa Latina

El Consejo Internacional de Estibadores (IDC), que agrupa a más de 120 mil trabajadores y 93 sindicatos afiliados en todo el mundo, expresó su más absoluta solidaridad con el pueblo chileno y sus justas demandas.
A través de un comunicado el IDC repudió las medidas dictatoriales impuestas por el presidente chileno, Sebastián Piñera.

‘Hemos visto con horror cómo la intervención de policías y Fuerzas Armadas’ han dejado muertos, cientos de heridos y detenidos; ‘una tragedia que se vuelve a repetir después de 46 años en un Estado democrático’, señaló en el texto.

Añadió la organización internacional que conoce ‘las demandas del pueblo chileno, totalmente legítimas, especialmente aquellas de reivindicación social, previsión, jubilaciones, salud, educación, servicios básicos como electricidad, agua, y un largo etcétera’.

El Consejo aseguró que le resulta ‘impresentable que Chile, siendo unos de los países con una economía estable a nivel latinoamericano, tenga a sus habitantes obligados a salir a las calles a enfrentarse con las fuerzas policiales para pedir soluciones’.

Además, para ‘hacerse escuchar, frente al abuso excesivo del Gobierno, quien encarece día a día la vida de los ciudadanos.’

Para el IDC la organización social y la protesta son acciones legítimas en un Estado de derecho, el cual debe velar por otorgar las condiciones adecuadas para que estas no terminen con muertos y heridos, como ha visto en estos días de movilización.

Indicó de forma enérgica que las medidas de control aplicadas son inaceptables al tiempo que reiteró su total apoyo a todos los chilenos movilizados por sus justas y legítimas demandas.

Hizo un ‘fuerte llamado’ al presidente Sebastián Piñera para terminar con las medidas de control, dar fin al toque de queda y el retiro inmediato de los militares de las calles y también medidas iniciales para comenzar un diálogo constructivo, ‘sin el cual tendremos que seguir sumando muertos y heridos’.

El pasado viernes comenzaron las protestas en Chile por el aumento del precio al pasaje del metro en 30 por ciento, pero a pesar de la derogación del alza, el pueblo se mantiene en las calles en protesta permanente contra el modelo económico imperante en el país, a pesar de la represión.

Cientos de miles de personas en esta capital y el resto del país exigen el fin de la represión que ha dejado ya 23 muertos, del estado de emergencia decretado por el gobierno, el regreso de los militares y carabineros a sus cuarteles y el cese de los sucesivos toques de queda.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=315294&SEO=estibadores-del-mundo-expresan-solidaridad-con-el-pueblo-de-chile
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