Autopsias semióticas

También las tácticas y estrategias narrativas del cine fallecen, aunque una industria voraz, infestada por intereses mercantiles e ideologías chatarra, se empeñe en mantener a sus “muertos” semióticos como la leyenda de un “Mío Cid” cabalgando las estepas del mercado audiovisual. Y sus muertos no gozan de “buena salud”. Esos “muertos” semióticos pueden provenir de fallecimiento reciente o añejo, en 126 años de historia. (28 de diciembre de 1895 – 28 de diciembre de 2001) Veamos.

Entre las causas de muerte están los estereotipos narrativos desplegados en movimientos de cámara repetitivos, musicalizaciones sensibleras, gesticulaciones y poses mezcladas con la lógica de la secuencialidad rutinaria, los planos y contra-planos simplones y la pobreza argumental en los guiones, “scrips” o libretos… intoxicados por maniqueísmos, mojigaterías y moralismos doctrinarios, pergeñados desde la ideología de la clase dominante que hizo del cine, también, una máquina de guerra ideológica disfrazada de “entretenimiento”. Cadáveres discursivos que contrastan su entidad funeraria con las realidades humanas cada día más vivas, complejas y marcadas por la lucha de clases que, pertinazmente, en el cine se in-visibilizan por razones de renta y desmoralización inducida. En más de un sentido esto es parte de la lógica y la retórica de la “posverdad”. Sin atenuantes.

No falta un conservadurismo pelele que se empeña en llamar “clásicos” a sus refritos fílmicos. A fuerza de imponer su modo de interpretar (enmascarar) la realidad y “divertir” a los pueblos con una farándula banal, ególatra y cipayo de los intereses hegemónicos industriales cinematográficos. Demasiados jóvenes realizadores han sido ya colonizados por el facilísimo del éxito repetitivo. Y sus profesores se vanaglorian y les aplauden. Y entregan premios de todo tipo demagógico.

No se niega la audacia y la (ocasional) fuerza seductora de algunos casos que hicieron historia en una industria rabiosamente monopolizada y frente a la que, durante mucho tiempo, no ha habido posibilidad real de comparación o competencia porque, entre muchas causas, fue impedido el desarrollo de otras industrias y otros modos de producción, distintos y distantes de las fórmulas del “éxito” hegemónico de los monopolios fílmicos, tanto como de los monopolios publicitarios y los monopolios de distribución. Ellos sólo admiten la “creatividad” que es capaz de vender más (y mucho) de lo mismo.

Con el paso de las décadas, algunas realizaciones fílmicas lograron exhibir lo distinto en la narrativa fílmica, que fue impulsado por la fuerza natural de las diversidades culturales, socioeconómicas y estéticas; y por intereses no subordinados, exclusivamente, por las “taquillas”. Y entonces, hemos podido experimentar la narrativa distinta generada por pensamientos, sensibilidades y emociones irreductibles al efectismo simplón de los clichés “exitosos”: balaceras, trompadas, vociferaciones, desnudez, histrionismo repetitivo y cursilería melódica a todo pentagrama. Bálsamos fílmicos que son los menos.

Es indispensable una rigurosidad crítica de nuevo género que detecte, con autocrítica, hasta dónde la crítica que conocemos, incluso la mas “independiente”, ha sido contaminada por los baluartes del estereotipo narrativo dominante. Su ética y su estética. Aunque el poder mercantil, que secuestró al cine, llame a su panteón “superproducciones” estamos llamados a reconfigurar instrumentos científicos para una crítica de nuevo tipo que, en simultáneo, enriquezca la autocrítica y sirva para producir, en tiempo real, dictámenes sobre el carácter complejo del cine que nunca ha sido una diversión inocente.

Así será desactualizado, desacralizado, el panteón fílmico dominante y dejará de ser, para bien de todos, el fardo obligatorio que cargan los estudiantes de cine en todas sus especialidades. Basta ya de planos obsecuencia, de diálogos previsibles y simplistas. Basta de iluminación decorativa y de escenografías, vestuarios y maquillajes serviles del culto a la personalidad y el fanatismo de “star sistem”. Basta de narrativas disecadas. Basta del espectáculo exhibicionista que manosea dramas personales descontextualizándolos. Basta de soldaditos heroicos y gánsteres filantrópicos que aman a sus familias y odian a su clase. Basta de historias legalistas en un “mundo perfecto” donde su idea del bien prima sólo para los ricos y para los blancos. Basta de la retahíla audiovisual imperial que se rinde culto a sí misma imponiéndonos su bandera, literalmente, hasta en las escenas más aparentemente inocuas. Urge aniquilar el esnobismo y la suntuosidad con que se parlotea de cine haciendo pasar por hondura teórica cualquier paparruchada ideológica tan estereotipada como el objeto del pretendido “análisis”.

Pero será imposible profundizar la crítica contra el arsenal simbólico de la industria fílmica, sin un reposicionamiento epistemológico con instrumentales multidisciplinarios de estudio crítico y autocrítico, en “tiempo real”. Será superflua y efímera toda iniciativa crítica a fondo sin redefinir, con marcos históricos-económicos, éticos y estéticos correctos. Sin consolidar un método semiótico emancipador, capaz de enfrentar al rol alienante de una maquinaria de significación que transita y habita, cómodamente, bajo la sombra de cierto “sentido común” que lo hace parte del entretenimiento o el esparcimiento inicuos e inocuos.

Eso no se logrará con (sólo) uno o varios cursos teóricos reducidos a una cuántas semanas de claustro académico, es preciso ascender a una práctica científica política, militante de la verdad contra el ilusionismo hegemónico que invierte fortunas en sus armas de guerra ideológica mientras muchos de nosotros seguimos empantanados en juicios de “gusto”, tecnológicos o aritméticos de taquilla. El “séptimo arte”, la “fábrica de sueños”, la “magia fílmica” … y su “valor” museístico reverencial.

Nos urge una revolución narrativa. Han muerto muchas de las instituciones simbólicas burguesas, aunque las hermoseen los taxidermistas sabiondos. Es preciso ventilar las habitaciones para disparar los hedores de una morgue cinematográfica que sigue repitiendo y repartiendo su relato mortuorio como discurso fílmico embalsamado y único mientras un mundo lucha, denodadamente, por liberar sus fortalezas expresivas de las morgues semánticas y de los clichés de pantalla. Y si alguien piensa que aquí se exagera, habrá que desplegar investigaciones profundas para que, con una ciencia semiótica emancipadora, se demuestre que la exageración verdadera ha sido infestar al planeta con el modo de producción fílmica estereotipada y sus relaciones de producción cinematográfica esclavistas. Semiótica emancipadora para hacer y mirar el cine de otros modos. Por un nuevo orden cinematográfico mundial. Un solo mundo, muchas películas, diversas.

Fuente: https://rebelion.org/autopsias-semioticas/

Comparte este contenido:

OVE reseña: Fernando Buen Abad «Semiótica de la Semiótica»

Mundo/América Latina/14-03-2021/Autor: Carlos A. Reyes*/Fuente: OVE

Este lunes 01 de marzo tuvo lugar un nuevo encuentro en el Seminario Internacional el ciclo de debate denominado «La Otra Educación Posible». Estos Seminarios son posibles gracias al trabajo de la Alianza Pedagógica Social Internacional CEIP-Histórica de Argentina, MAEEC-CLACSO de México; KAVILANDO de Colombia; MASA CRÍTICA de Panamá; RED GLOBAL GLOCAL por la Calidad Educativa de América Latina; SAVIA de Paraguay; Universidad de Panamá; CIPCAL de América Latina; KAICHUK MAT DHA de México; EMANCIPACIÓN de Chile; Organización Social, Feminista, Pedagógica Mujer-Pueblo-Magisterio CNTE Durango, el Centro Martin Luther King de Uruguay y CII-OVE de Venezuela

En esta oportunidad la exposición estuvo a cargo de Fernando Buen Abad sobre «Semiótica de la Semiótica». La moderación de la actividad estuvo a cargo de Tomás Paredes Duque y Elpidio Gónzalez del colectivo Masa Crítica.

Para Freire (2013), la pregunta es una forma de construir nuestra realidad, pues permite edificar a partir de la pregunta, proponer ideas, alternativas y posibilidades de dialogo, sin embargo, también es la pregunta, una posibilidad de romper los esquemas hegemónicos que gobiernan en una realidad incuestionable, de lo que se nos ha dado y dicho como parte de esa realidad. Así entonces, estamos frente a un ejercicio dialéctico, entre el sujeto y el objeto, donde los significados y significantes de tal relación, permite asociar múltiples lecturas de esa realidad. En este sentido, Fernando Buen Abad nos exhorta a pensar el campo de la semiótica como un campo de estudio propio de sí, es decir, a cuestionar la semiótica de la semiótica.

Pero, ¿qué es la semiótica? Buen Abad nos propone en inicio, diferenciar entre semiótica y semiología. La primera, nos dice que dada su origen en la Escuela Norteamericana con Peirce (considerado el padre de la semiótica), alude a una cuestión de estudio teórico metodológico, orientado a las relaciones lógico matemáticas y, la segunda, desde una tradición francófona, con un estudio más particular en la lingüística, sin embargo, ambas aluden al estudio de los signos: de su conocimiento, las experiencias y expresiones cotidianas.

El estudio de los signos a partir de su conocimiento, las experiencias y expresiones cotidianas, derivan en la forma de comunicar, comunicar para “sí” y para el “otro”, lo que ha establecido que todo objeto sea objeto de un significado y significante, pues la comprensión e interpretación del mismo objeto por el sujeto, está determinado por un contexto que responde a las esferas de lo político, lo económico, lo social, lo cultural… Por tanto, el signo, es una forma de comunicación que establece dominios de pensamiento y que son arraigados sin que eso conlleve a preguntarse el ¿por qué? Y el ¿para qué? Pues ese signo, es y forma parte de ese contexto normalizado históricamente.

Así entonces, el signo se articula por su significado y significante, atributos que el hombre le da a través de la historia. En este sentido, el hombre todo el tiempo trata de nombrar al objeto, buscándole un sentido de ser, de existir, de pertenencia para comunicar(se). De modo que el hombre, en todo momento comunica a través del signo, pero también, sigue produciendo signos en la medida de encontrar históricamente vida a lo que le rodea. Entender esto en la propia historia del hombre, nos advierte que lo que hoy somos, no es más que el producto de la manera de comunicar. Y esta advertencia, hoy en día forma parte para establecer una hegemonía y dominio en la individualidad y la colectividad del sujeto social.

En términos históricos, el hombre, siempre ha producido signos y seguirá produciendo: esta producción de signos ha sido por la inmediatez de encontrar el sentido a todo lo que nos rodea. Desde la búsqueda de un origen de la existencia de la humanidad, hasta la conceptualización de su devenir como animal en sociedad. Esta producción de signos, viene acompañado de conceptos de orden global, como el consumismo, la manipulación y la (de)formación de identidades de apropiación. Desde esta lectura, el signo conlleva a situar un dominio por lo que es y no lo que debería de ser, en sentido estricto, si somos un producto cultural de los signos, ¿qué signos gobiernan nuestra cultura?

Atender y ocupar el estudio del signo en nuestra cultura, conllevaría a pensar no solo el signo, sino las prácticas determinadas de ese signo, de su estrategia y su dinamización social. Pues un signo, puede estar en contextos ricos de diversidad pero pobres de autenticidad, significando y siendo significante plural para los sujetos sociales pertenecientes a esos grandes sistemas hegemónicos. De modo que, la semiótica, responde a una idea propia de estudio, un análisis que no puede ser fuera de la semiótica, sino todo lo contrario, desde dentro de la misma, generando así, su propia edificación epistémica.

El signo entonces, tiene un sitio abstracto, pero también indeterminado, que no solo tiene idea de figura, forma y fondo, pero sí de representación simbólica. Por tanto, la semiótica de la semiótica, conlleva a una resistencia cognitiva y conductual, de asumir esquemas de los que históricamente el hombre ha sido parte. Preguntarse por el signo y su coproducción, es hasta cierto punto una forma de ir en contra de la historia misma. Ejemplo de esto, es la definición conceptual de sujetos, procesos, contenidos y que recientemente ha derivado en expresiones simbólicas, teniendo como objetivo transitar “nuevas formas de pensamiento”.

Finalmente, los ejemplos que Buen Abad nos pone en la mesa de debate, alude a cuestiones propias de cotidianeidad, de ese momento tan común, de aceptación y de participación, pues pensar la forma en que pensamos y del porqué pensamos esa forma de pensar, es un ejercicio que quizá supera nuestras propias condiciones de sujetos sociales; Giroux (1999) llamaría a lo anterior, como el pensamiento dialectico, el pensamiento de pensar la forma en que pensamos, aunque, estamos dispuesto a ¿pensar la forma en que pensamos nuestro pensamiento?

A continuación, el video completo del debate:

 

Referencias:

Freire, P. y Faundez, A. (2013). Por una Pedagogía de la Pregunta. México: Siglo XXI Editores.

Giroux, H. (1999). Teoría y resistencia en educación: una pedagogía para la oposición. Ed. en español. México: Siglo XXI Editores.

Otras Voces En Educación. (2021, marzo 1). Fernando Buen Abad: Semiótica de la Semiótica [Archivo de video]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=0f7X32Aae4Q

 

*Colaborador de OVE. ITESM | MÉXICO.

Fuente del Video: https://www.youtube.com/watch?v=0f7X32Aae4Q

Imagen: Alianza Pedagógica Social Internacional

Comparte este contenido:

Signos vitales

Mientras tengamos las cabezas humanas convertidas en millones de campos de batalla, necesitamos un cuerpo científico, de nuevo género, para intervenir críticamente en la producción de los signos y solucionar, de raíz, muchos problemas semióticos impuestos a nuestros pueblos. Eso implica una tarea dialéctica que mientras desactiva la maquinaria sígnica hegemónica, contribuya a gestar un “nuevo orden mundial” en la producción de sentido. Necesitamos un instrumental científico capaz de impulsarse con la vanguardia del pensamiento descolonizado y descolonizador; que tenga el “don” de la ubicuidad y de la velocidad; que interpele todo y se interpele, a sí mismo, en la praxis que moviliza la nueva producción social del conocimiento. Ciencia contra la dictadura del mercado y contra los vicios más odiosos en los campos de la investigación. Ciencia del movimiento general de los procesos de significación y sus metabolismos. Ciencia semiótica emancipadora al servicio de las luchas sociales. Estamos bajo peligro si permanecemos como un archipiélago inmenso de semiósferas inconexas. Basta de ilusionismo.

“Semiótica” aquí, significa: ciencia para la praxis que interviene en los procesos de producción, distribución y consumo de “sentido”, en sus causas y en sus fines, en las redes de signos y los procesos dialécticos de significación, decodificación y transmisión. Que evidencie los fondos y trasfondos de toda significación, de sus raíces económicas y de los mecanismos sígnicos que las expresan. Que analice y denuncie las técnicas de la “manipulación simbólica” y produzca, críticamente, hipótesis, tesis y movilizaciones con modelos para un “nuevo orden mundial” de la semántica, la sintaxis y la dialógica emancipadoras contra el contexto de hegemonía económica e ideología opresora.

Es una trampa separar la economía de la ideología, la infraestructura y la superestructura. Entre la infraestructura y la superestructura existe una relación dialéctica, desigual y combinada, caracterizada por tensiones y luchas complejas que no admiten simplismos ni linealidades bobas ante el amasijo de intereses, objetivos y subjetivos. Esas tensiones y contradicciones -de la lucha de clases- producen también “signos” que son productos sociales determinados históricamente para “representar” intereses, hechos, fenómenos o acciones concretas. Muy pocos objetos, naturales o culturales, (y sus mezclas) han quedado, en su desarrollo histórico, exentos de significados (directos o indirectos).

Quizá el ejemplo más acabado de nuestro tiempo, donde se ejemplifica mejor la convergencia sígnica de todas las tensiones de clase en disputa, sea la mercancía. En toda mercancía habita un corpus de “sentido” ideológico que ha sido convertido en mercancía, incluso el Trabajo ha sido convertido en mercancía y en signo. Y también las materias primas que se han convertido en mercancía, han sido tocadas por la producción hegemónica de sentido que, a u vez, también se ha convertido en mercancía. “La devaluación del mundo de los hombres”, pensaba Marx “está en proporción directa con el creciente valor del mundo de las cosas”.

Que la Semiótica no se reduzca a mercancía ella misma porque la necesitamos “emancipada” y capaz de revelar la trama ideológica que es nervadura de las mercancías bajo el capitalismo. No una semiótica para la ocultación. Si la ideología de la clase dominante se basa en adoctrinar al mundo bajo el dogma de “acumular” mucho, a bajo costo y con poca ética, acumular con base en el trabajo de otros y hacer que crean que es por su bien; nuestra Semiótica debiera ser ciencia de la producción de sentido emancipador, de sus medios y de sus modos. Semiótica que desmonte los comunes denominadores ideológicos (falsa consciencia) de las máquinas hegemónicas de producción de sentido: religión, familia, estado, derecho,  educación, moral, filosofía, ciencia, arte, etcétera… impuestos por el capitalismo, porque no son más que modos especiales de la producción y reproducción del sistema sujetos a la ley general de producir plusvalía para unos pocos, cada vez más pocos y más poderosos. “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” Einstein

Sabemos bien que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”. Sabemos que no existe una ciencia inmune a las ideologías que la rodean. Que no hay ciencia “inmaculada”. Por eso aquí preferimos que identifique y declare sus marcos filosóficos, esta vez humanistas de nuevo género y emancipadores, en oposición al viejo método de traficar ideologías “bajo la mesa”. Necesitamos una Semiótica emancipadora que asuma su responsabilidad de dirección y de fuerza social para intervenir en el modo de producción y en las relaciones de producción del conocimiento científico, también, porque en el presente el modo de producción dominante del conocimiento científico ha sido reducido a símbolo del conocimiento-mercancía.

Es un error creer que para superar al capitalismo es suficiente con desactivar sus resortes económicos y es falso que sólo combatiendo las ideas de la clase dominante se debilita la estructura de la contradicción capital-trabajo. Necesitamos una instrumental científico que no sólo sirva para analizar sino que, también, sirva para transformar. Ciencia incubada por la praxis dialéctica del pensamiento y la acción críticos. Ciencia emancipadora y emancipada de la dictadura del mercado. Ciencia interdisciplinaria, multidisciplinaria, trans-disciplinaria capaz de nutrirse con los problemas objetivos y producir soluciones para el corto, mediano y largo plazo. Desmontar los anti-valores del consumismo, del individualismo, de la moral burguesa basada en la hipocresía que hace pasar por filantrópica su pulsión alevosa por la plusvalía y la alienación.

Ciencia, además, que desactive la historia, el desarrollo y las consecuencias de la guerra psicológica desatada para intoxicar la mente de los pueblos con dispositivos ideológicos esclavizantes. Miedos, anti-política, odios, banalidades, vulgaridades, mentiras, complejos, adicciones…Ciencia parida por la Filosofía de la Praxis (Sánchez Vázquez). Explicación objetiva del universo, sus formas y procesos, sus enlaces internos y sus conexiones, sus acciones recíprocas y la intervención humana posible en las condiciones y medios necesarios. (Eli de Gortari). Necesitamos una Semiótica emancipada y para la emancipación, que entienda que la base económica no determina mecánicamente a la superestructura pero que son indisociables y eso importa mucho porque la vida simbólica de la sociedad, sometida a los procesos acelerados de monopolización de “medios” y de discursos, ha convertido las cabezas humanas en millones de campos de batalla. La Guerra Simbólica.

Fuente: https://rebelion.org/signos-vitales-2/

Comparte este contenido:

Libro: Semiótica y Discursos de la Descolonización (pdf)

Reseña: Rebelión

Prólogo:

Los procesos de construcción cultural en nuestras sociedades modernas se han cimentado en principios ideológicos que responden al modelo capitalista, base de una cultura del consumo. Bauman lo afirma: “Nuestra sociedad es una sociedad del consumo” (s/f, p.106). Estamos hablando de una práctica discursiva de mecanismos de construcción semiótica de la sociedad industrial que conduce al
sujeto a insertarse en prácticas culturales donde los signos están meditados en términos de control social con fines eminentemente ideológicos. Desde el ejercicio del poder hegemónico, las sociedades llamadas desarrolladas imponen valores, creencias, formas de pensar, conocer; convirtiendo a los llamados países subdesarrollados en territorio colonizado desde la dependencia cultural mediante
prácticas simbólicas que involucra sujetos, contextos y discursos en función de principios ideológicos e intereses hacia un determinado fin; obviamente centrado en la reproducción y acumulación capitalista. Por lo que estaríamos hablando de prácticas colonizadoras que se han impuesto a través de distintos mecanismos discursivos en las construcciones culturales de diversas regiones-naciones.

Luis Javier Hernández Carmona
José Javier Capera Figueroa
Arturo José Bastidas Delgado
Eduardo Andrés Sandoval Forero
Lucía Andreina Parra Mendoza
Compiladores

Descarga en: https://rebelion.org/download/semiotica-y-discursos-de-la-descolonizacion/?wpdmdl=598717&refresh=5e62aa0c484cd1583524364

Comparte este contenido: