Entrevista a: Sofía Rutenberg, impulsora de una teoría feminista desde el psicoanálisis

Por: SicologiaSinP  

Hacía un tiempo que seguíamos su trabajo, la idea de una entrevista llegó a su clímax cuando supimos del lanzamiento de su libro, Hacia un feminismo freudiano. Es así como decidimos contactar a Sofía Rutenberg.

Nuestra entrevistada de esta ocasión es Licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además es psicoanalista y coordinadora del área “Feminismo y Psicoanálisis” en “Hacer Clínica”.

Las principales motivaciones para realizar esta entrevista se derivaron gracias a su trabajo como investigadora en temáticas de género, diversidad, violencias y psicoanálisis. Sus trabajos de investigación hacen una relectura crítica y clínica de conceptos psicoanalíticos desde el feminismo, lo cual es un interesante punto que hace converger dos teorías muy significativas como el psicoanálisis y el feminismo.

A continuación la entrevista a Sofía Rutenberg

¿Cuáles fueron las principales motivaciones para que Sofía Rutenberg se convirtiera en psicoanalista? 

Freud. La primera vez que lo leí fue en la escuela; me fasciné con la teoría sobre los sueños y el deseo inconsciente. Luego lo estudié en la universidad. Recuerdo haber sentido una profunda angustia. Por esa época comencé a analizarme porque me identificaba con todo lo que leía. ¿Estaré loca? Esa pregunta insolente que nos hacemos casi todos los seres humanos en algún momento de la vida, me rondaba día y noche. La primera sesión, mi analista me preguntó por qué estaba ahí: “Porque estudio psicología”, le respondí. No sabía en ese momento lo que significaba eso. Terminé hablando de la locura y el enorme fantasma que gracias a Freud empezaba florecer. Sé que suena absurdo lo que digo, pero ¿quiénes somos sin la locura, sin nuestros fantasmas? Freud decía: “nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza”. Lo que más le agradezco es haberme hecho pensar. Freud causó mi deseo de volverme psicoanalista, que se concretó con mi propio análisis. Hoy puedo decir que la sensación que tuve aquella vez que comencé a leerlo fue la de sentirme viva, y creo que ser psicoanalista es despertar en los pacientes ese deseo de sentirse vivos y vivas, que cada uno pueda descubrir qué los hace sentirse vivos y vivas. Para estar viva hay que entrar en los conflictos de la vida, deshibibirse: “Soy afortunado, nada me resultó fácil”, escribió Sigismund Schlomo Freud. Me generan una profunda admiración las personas que escriben no para agradar sino que se la juegan. ¡Sólo creo en un dios que se equivoca!

Psicoanálisis Freudiano o Psicoanálisis Lacaniano, hacia dónde se dirige la labor de Sofía Rutenberg.

Soy lacaniana porque soy freudiana. Estudié a ambos autores pero sin leer en sus teorías estándares para “ser” psicoanalista o pertenecer a una Escuela o institución. Por eso los leo y estudio no sin (¡decir no sin es muy lacaniano!) el Feminismo y los Estudios Queer. No hay Lacan sin Freud, como tampoco hay Freud si no nos tomamos el trabajo de releerlo, no como dogma o verdad absoluta, sino como la puerta que abre a nuevos pensamientos, nuevos enfoques. No me interesa ser jueza para decir ¡qué es psicoanálisis y que no! Mi única certeza es que hablar produce efectos y ser escuchado o escuchada del modo en que los y las psicoanalistas lo hacemos, cura. Muchas personas no se animan a hablar porque tienen miedo de ser juzgadas, como tampoco abundan quienes quieran escuchar.  Cuando se imita, cuando se imposta a Freud o a Lacan, se psicopatologiza, se buscan diagnósticos. 

¿Qué significa el psicoanálisis y por supuesto ser psicoanalista?

El psicoanálisis es un tratamiento a través de la palabra, que permite gozar menos del sufrimiento y más de la vida. Tiene la fama de ser pesimista o negativo, en parte es cierto: ¡para hacer una tortilla hay que romper varios huevos! Un psicoanálisis despierta los demonios más oscuros que habitan en todo ser humano. Ser psicoanalista es saber que no se sale indemne de esa lucha. Las personas que atraviesan un psicoanálisis se vuelven más fuertes en los lugares rotos, se amigan con la vida y con lo que les tocó. Por eso el psicoanálisis resiste a lo new age y a todas las propuestas del mercado de resolver ¡ya! el dolor de la vida. Mi definición favorita es la de Freud: el psicoanálisis devuelve la capacidad de amar y producir. Lo que no nos dice es cómo ni a quién amar. Nos da el indicio de que sólo se produce desde el deseo.

Háblanos sobre este espacio que tienen Julián Ferreyra y tú, Hacer Clínica Psicoanálisis. ¿Cómo surgió, cuáles son los objetivos de este multiespacio?

Hacer Clínica es un espacio de formación en psicoanálisis diverso al universitario. Nuestro deseo es interrogar el propio saber del psicoanálisis. El diálogo crítico, con colegas y personas con otras trayectorias nos parece importante y necesario. Pensamos el espacio como la posibilidad de una transmisión de la clínica psicoanalítica de un modo que no se sustente -ni emule cual sucursal- la modalidad universitaria o de la “escuela”. Siempre odié la escuela, la recuerdo como un lugar en el que se intentan apagar las diferencias, lo único y singular de cada niño y niña. Por eso una buena maestra o maestro potencia las diferencias ¡pero no las anatómicas! Nos interesa la articulación con otros discursos y saberes. Ejercitar la formación del psicoanalista -oficio por estructura imposible- con un horizonte clínico, en busca de una ética.

El feminismo ha sido un tema controversial desde hace mucho tiempo. En la actualidad se puede decir que ha tomado cierto auge y Argentina ha estado en el punto de mira con temas como el aborto legal y los feminicidios. Dentro de Hacer Clínica eres la encargada de coordinar el área de Feminismo y Psicoanálisis, ¿qué significa para ti llevar a cabo esta tarea?

Es una tarea magnífica que me acerca a la realidad. Hace 4 años que coordino un grupo de estudio sobre psicoanálisis y feminismo, en el cual comencé una lectura psicoanalítica de diversas autoras del feminismo, principalmente de Simone de Beauvoir, por el que pasaron y pasan muchas mujeres que trabajan desde el psicoanálisis y están incómodas, molestas, enojadas con la repetición y reiteración de teorías que dejan a las mujeres en un lugar inferior e infantil. El trabajo desde Hacer Clínica es un desafío constante, porque se trata precisamente de sostener y transmitir un psicoanálisis a la altura de la subjetividad de nuestra época. Hacer oídos sordos cuando las mujeres mueren en abortos clandestinos y la violencia machista mata a 1 mujer cada 18 horas en mi país, me parece aberrante. Mi propuesta es no escindir esos problemas de la propia práctica como analista, porque son nuestras y nuestros pacientes los que tienen también esos problemas. No me interesa practicar un psicoanálisis despolitizado.

Sofía Rutenberg, impulsora de una teoría feminista desde el psicoanálisis

Sofía Rutenberg, por: Raúl Rodríguez

Hace poco tiempo presentaste un libro, solo de leer el título este puede crear cierta controversia, Hacia un feminismo freudiano. Pudieras explicarnos un poco qué sería o cómo sería un feminismo desde la teoría psicoanalítica de Freud.

Hacia un feminismo freudiano es un libro en el que discuten varios autores y autoras. No creo que haya que degradar a Freud, como piensan algunas feministas, ni que haya que degradar al feminismo, como hacen algunas y algunos psicoanalistas. Lo más interesante es el conflicto y la tensión que genera ese diálogo. No estoy de acuerdo con la idea de un “psicoanálisis feminista”. El psicoanálisis tampoco es machista, lo son muchas personas que lo practican. Por eso el título del libro contiene la palabra “hacia”, porque es una dirección: no desechar las teorías de Freud, sino restituir la potencia del síntoma. Freud es el problema y la solución al mismo tiempo; como el síntoma. Ir hacia un feminismo freudiano quiere decir: ir hacia una contradicción. Tanto el psicoanálisis como el feminismo están en permanente conflicto, ambos causan el deseo de saber, y dan lugar a la rabia, el enojo y la indignación. Mi propuesta es no rechazar ninguno, eso ya lo hace el patriarcado: rechazar lo disidente. 

Colette Soler, Marie Glas de Langer, Elizabeth Goode, Melanie Klein, Anna Freud, son algunas de las mujeres que han sido paradigma dentro de la teoría psicoanalítica, qué representan estas mujeres y cuánto de ellas hay en tu formación como psicoanalista que al mismo tiempo es impulsora de una teoría feminista desde el psicoanálisis.

Me parece muy bella esa definición: una formación impulsora de una teoría feminista desde el psicoanálisis. Tengo una biblioteca únicamente con libros escritos por mujeres. Admiro a las mujeres que se toman en serio la escritura. La forma en la que ejerzo el psicoanálisis no es únicamente desde la lectura de psicoanalistas, también leo teoría feminista, queer, literatura, poesía y filosofía. En la UBA, donde me formé, no se estudian autoras mujeres. Para leer a Melanie Klein o Anna Freud es necesario anotarse en alguna materia optativa, que además, se leen para explicar la teoría lacaniana pero nunca (o casi nunca) por el contenido en sí mismo. La palabra de una mujer sigue estando deshabilitada, los que saben son los hombres y muchas mujeres del psicoanálisis escribieron lo que los hombres dijeron sobre las mujeres, o sea, sobre ellas mismas. ¡Como si no fuera suficiente la propia experiencia o el pensamiento propio! No olvidemos que Melanie Klein o Anna Freud ingresaron a la práctica desde la clínica con niños, único lugar posible que tenía una mujer que quisiera trabajar: la analista mujer como sustituto de la madre. Ser mujer no es ser feminista. Una se hace, si así lo decide, feminista. Es un devenir que requiere compromiso y trabajo: revisar y releer teorías, conceptos, metapsicologías y ¡diagnósticos! Extraer su carácter dogmático, ortodoxo, machista, cerrado a verdades absolutas, biologicista, heteronormativo… para transformarlo. Cuando comencé a estudiar psicoanálisis lo hice desde El segundo sexo de Simone de Beauvoir. Una filósofa existencialista que me advirtió de algo desapercibido ¡y bien escondido! dentro del psicoanálisis: la sexualidad de las mujeres está calcada del modelo masculino, reproduce un paradigma de mujer castrada, frustrada, envidiosa, histérica e insatisfecha. Las mujeres psicoanalistas no podemos seguir reproduciendo como propia la mirada que tienen ciertos hombres machistas sobre nosotras mismas. 

¿Cuánto hay de la Sofía Rutenberg psicoanalista y la Sofía del día a día alejada del análisis en este libro?

No sé si hay alejamiento del análisis. Pienso que un psicoanálisis es una experiencia tan singular que no se replica afuera. Eso es un mito. En todo caso, tiene efectos afuera, en la vida cotidiana. No soy psicoanalista todo el día porque me volvería loca en el lugar de analista las 24hs. Pero el psicoanálisis es mi gran pasión. Me fascina. Atraviesa mi vida. Actuar también, por eso me gusta tanto esa frase de Lacan: “Actuar es arrancarle a la angustia su certeza”; la tomo literal. El teatro también es parte de mi vida. La transferencia se parece mucho al teatro, porque como analista podés ocupar lugares impensados. Ser la tía muerta, por ejemplo. El libro es sobre psicoanálisis y escribirlo me conmovió, me sacudió; fueron casi dos años de pensar escribiendo. Clarice Lispector decía que escribir es una maldición que salva. Esas palabras las siento como una verdad, y como toda verdad es ambigua, a medias. Justamente creo que psicoanalizar me permite escribir, y es porque escribo que psicoanalizar me resulta una búsqueda sin certezas. El acto de psicoanalizar conlleva una pequeña gran enseñanza: nadie sabe lo que va a pasar mañana porque somos capaces de desviar el destino, de elegir. Cuando alguien no puede elegir es porque sus derechos están vulnerados. El miedo a desear es porque todo deseo es desviado. Hacia un feminismo freudiano es un libro de psicoanálisis escrito por una psicoanalista que recoge preguntas sobre su práctica cotidiana para politizarlas, desde una posición que tiene en cuenta las consecuencias del punto de vista machista de los hombres.

Fuente e imagen:  https://www.sicologiasinp.com/entrevistas/sofia-rutenberg-impulsora-de-una-teoria-feminista-desde-el-psicoanalisis/

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La curiosa vida de Sigmund Freud a 164 años de su natalicio

Mundo/06/05/2020/Autor y fuente: telesurtv.net

Sigmund Freud nació el 6 de mayo de 1856, en la ciudad de Príbor, por aquel entonces perteneciente al Imperio Austriaco, hoy República Checa.

Freud impulsó una de las más sólidas y controversiales revoluciones del siglo XX en la psicología moderna hasta el día de su muerte en Alemania, el 23 de septiembre de 1939.

Hasta comienzos del siglo XIX los problemas mentales eran tratados solamente por especialistas en medicina. Fue precisamente un médico austriaco, Sigmund Freud, quien se dispuso a indagar en las profundidades de la mente y lo hizo de una forma muy particular: a través de la palabra.

Sigmund Freud nació el 6 de mayo de 1856, en la ciudad de Príbor, por aquel entonces perteneciente al Imperio Austriaco, hoy República Checa. A temprana edad sus padres, de origen judío, se mudaron a Viena y desde pequeño mostró un gran interés por saber cómo funcionaba la mente humana. Estudió Medicina, tenía aspiraciones de convertirse en un científico y dedicarse a la neurofisiología. Sus primeras investigaciones se centraron en las células nerviosas y fueron decisivas para su futuro trabajo.

Sus conocimientos de neurología lo llevan a trabajar en la prestigiosa clínica psiquiátrica del doctor Theodor Meynert, donde se especializa en las enfermedades del sistema nervioso y descubre que escuchar a sus pacientes lo llevaba a las palabras y estas, a su vez, constituían las llaves de acceso al inconsciente. Así nació el psicoanálisis y Freud es reconocido como el padre de esta especialidad.

Sin embargo, la comunidad médica de aquel entonces se resistía a aceptar que los problemas podían curarse solamente hablando. Los resultados del psicoanálisis fueron tan contundentes que no tuvieron más alternativas que aceptarlo como parte de la medicina. Sin proponérselo, Freud impulsó una de las más sólidas y controversiales revoluciones del siglo XX hasta el día de su muerte en Alemania, el 23 de septiembre de 1939.

Algunas curiosidades acerca de la vida de Sigmund Freud

Tengo que leer El Quijote

El padre del psicoanálisis no resistió la tentación de leer la obra literaria cumbre de Miguel de Cervantes, «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha» y para ello aprendió español. Al doctor le interesaba cómo Cervantes plasmó los personajes y la profundidad psicológica de estos, así como su evolución. Se cree que pudo influir en su obra en conceptos tan importantes como el súper yo.

Siempre una mente brillante

Desde muy pequeño, Freud demostró su inteligencia y curiosidad, siendo capaz de leer en alemán, francés, italiano, español, inglés, hebreo, latín y griego. Luego estudió Derecho, Filosofía y Zoología fuera de la universidad, y finalmente se dedicó a la dermatología y la psiquiatría.

En su etapa de estudiante Freud escribía y sus textos destacaban por la elegancia y profundidad, lo que al mismo tiempo era una clara demostración de sabiduría que fue reconocida y premiada. Ganó, entre otros galardones, el premio Goethe de Literatura del año 1930, por su aporte a la ciencia y al conocimiento del ser humano.

marie bonaparte
Marie Bonaparte, amiga y discípula de Freud | Foto: RTVE

La mente de una mujer

Marie Bonaparte, princesa de Grecia y Dinamarca, quien ademas fuera escritora y psicoanalista, en 1925 recibió una carta de Freud, en la que le confesaba: «La gran pregunta sin respuesta a la cual yo mismo no he podido responder a pesar de mis treinta años de estudio del alma femenina es la siguiente: ¿Qué quiere la mujer?».

Finalmente, la francesa saldó su eterna deuda con su maestro cuando lo protegió de la irracionalidad de las autoridades nazis alemanas.

Epistolario relativo y psicoanalizado

En 1932, Albert Einstein envió una carta a Freud preguntándole «¿Por qué la guerra?», por considerarle el científico mejor dotado en el conocimiento de la psiquis humana. Este demoró un mes en contestarle, pero sus palabras dejaron bien claro su posición ante la guerra como expresión de un instinto y, por lo tanto, su erradicación era punto menos que imposible.

El perro de Freud
Freud con su perro Topsy | Foto: Psychology Today

La mascota de Freud

«Topsy» era el nombre de uno de los perros chow-chow que tenía Freud, un can que se convirtió en una especie de asistente para el doctor en sus sesiones de trabajo con los pacientes.

Tanta compenetración tenía con su mascota que en 1936 escribió a su amiga y discípula, Marie Bonaparte: «Los motivos por los que se puede querer tanto a un animal como quiero a Topsy, con tanta intensidad; se trata de un afecto sin ambivalencia, de la simplicidad de una vida liberada de los insoportables conflictos de la cultura, los perros son más simples, no tiene la personalidad dividida, la maldad del hombre civilizado, la venganza del hombre contra la sociedad por las restricciones que ella impone».

Anna, una «paciente» más

Muchos desconocen que Freud psicoanalizó a su hija, Anna. En su texto «Pegan a un niño» escrito en 1919, el médico austriaco expone cuatro casos o perfiles de mujeres, uno de los cuales hace referencia explícita a su propia hija. Décadas después, Anna Freud, quien se convirtió en la asistente, representante y mano derecha de su padre, explicó en un artículo titulado «Relación entre fantasías de flagelación y sueño diurno» algunas conclusiones sobre su propia persona, tal vez, derivados de las propias sesiones de psicoanálisis con su padre.

Freud y su hija
Freud y su hija Anna | Foto: Pixabay

¿Austeridad o aversión?

Freud no destacaba ante el sexo femenino por ser un hombre presumido, sin embargo, era una persona pulcra, cuidadoso con su cuerpo y con su ropa. Se duchaba todas las mañanas con agua fría y pareciera que el número tres marcaba su relación con la ropa: poseía tres trajes, tres mudas de ropa interior y tres pares de zapato. Detestaba comprar vestimenta nueva y solo poseía dos corbatas.

Un tabaco en la mano y una penosa enfermedad

De las imágenes que podemos rescatar de Freud, es probable que en la mayoría aparezca con un puro en la mano. Y es que fumaba más o menos 20 puros diarios de su marca favorita, «Don Pedro».

A sus 62 años se le descubre una enfermedad premaligna, leucoplasia, que con el tiempo derivó en un cáncer bucal y lo llevó más de 30 veces al quirófano. Se le colocó una prótesis mandibular y palatina, que fue mal tolerada por Freud y le impedía hablar con normalidad.

Freud en su despacho
Freud trabajando en su despacho | Foto: Magnet

Un lugar en la Luna

En honor a la memoria del sabio psicoanalista, un pequeño cráter lunar descubierto poco después de la muerte de Sigmund recibió el nombre de «Freud». Es un pequeño cráter de impacto que se encuentra en una meseta dentro del Oceanus Procellarum, en la parte noroeste del lado visible de la Luna.

Está ubicado a unos pocos kilómetros al oeste de Vallis Schröteri, un valle largo y sinuoso que comienza en el norte del cráter Herodotus, y luego forma un meandro hacia el norte, luego hacia noroeste y finalmente hacia el suroeste, donde alcanza el borde del mar lunar.

Psiconalista y coleccionista

Freud era todo un coleccionista. Entre las cosas que guardaba, sus preferidas eran las estatuillas antiguas. También le gustaba pasear y recoger setas en el bosque, y jugar a las cartas. El médico afirmaba que los objetos de su colección le servían para «concretar mis ideas volátiles o preservarlas de la desaparición». En 1899 escribió: «Mis viejos y sucios dioses colaboran en mi trabajo como pisapapeles».

Acostados en el diván, sus pacientes se veían rodeados de 3.000 estatuillas, jarrones, escarabajos, anillos y otros objetos de la antigua Roma, de Grecia y Egipto, así como de algunas piezas chinas, indias y precolombinas. La sala de consultas, que parecía un caprichoso museo de provincia, contrastaba con el estilo conservador burgués de los demás aposentos del apartamento de Viena donde Freud vivió y trabajó durante 40 años.

El psicoanálisis se volvió parte central de la cultura de occidente en siglo XX, atravesando en gran medida todos los aspectos más importantes de la vida humana. Influyó en la crianza, la educación, la publicidad, los movimientos sociales, en las luchas contra el racismo, en la política, en la aceptación de la diversidad sexual y en todas las artes.

Fuente e imagen: https://www.telesurtv.net/news/curiosidades-vida-sigmund-freud-aniversario-natalicio-20200505-0041.html

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