Cinco síntomas que avisan del acoso escolar y cómo prevenirlo

Por: Cristina Pinto

Una de las mayores expertas en la lucha contra el ‘bullying’, Carmen Cabestany, muestra la realidad del maltrato en la Escuela de Familia de SUR.

Un encuentro y un tema que son más que necesarios: la Escuela de Familia de SUR y el acoso escolar. Esa fue la cita de la tarde de este miércols a la que acudió una de las mayores expertas del país en la lucha contra el ‘bullying’, Carmen Cabestany. Y esa fue la cita en la que pudo aprenderse mucho sobre cómo detectar este tipo de maltrato y cuáles son los mejores métodos para poder prevenirlo a tiempo. Unas medidas que deberían aplicarse de forma urgente en familias, colegios y administraciones públicas porque los datos asustan por sí solos: «Más de dos millones de niños sufren acoso escolar en España», aseguró Cabestany, docente y presidenta de la Asociación No Al Acoso Escolar (NACE), en este encuentro patrocinado por Fundación Unicaja. Ella se sentó en el salón de actos de Unicaja para vivir esta charla junto a la periodista de SUR Rossel Aparicio para, en una conversación más que interesante, mostrar la realidad y las claves para erradicar el ‘bullying’. Tanto para detectarlo como para prevenirlo.

  1. Los síntomas para detectarlo

Mirada perdida y postura

Desde el inicio de este diálogo, Rossel Aparicio incidió en la pregunta: «¿Cómo se sabe que tu hijo está sufriendo acoso escolar? Porque lo normal no es que vengan a contarlo». Y rápidamente contestó Carmen Cabestany: «En la asociación nosotros tenemos una chuletita muy potente que enseguida nos da la pista y son ‘Las tres C’. En este caso, la primera es la de ‘cuerpo’: el niño acosado tiene los hombros hacia adelante, la mirada perdida o al suelo, arrastra los pies y se tapa mucho con la ropa para pasar desapercibido. Ni quiere ver a nadie ni quiere que le vean los demás», aseguró la experta.

«Incluso el enrojecimiento de los ojos, algo que a veces tiene que ver con el ciberacoso», matizó Cabestany, que explicó la segunda ‘C’ con la de ‘campana’, que significa «hacer pellas o novillos».

El carácter con la familia

La tercera ‘C’ es la de los ‘cambios’. «Si bajan las notas… Aunque esto no siempre es al 100% porque los niños con altas capacidades no bajarán sus notas. También se nota en el cambio de amigos o carácter; se vuelve muy irritable, sobre todo con la familia, porque en el colegio no puede defenderse», apostilló Carmen Cabestany.

Espacio emocional en redes

«Cuidado porque para los niños las redes sociales son un espacio emocional, para ellos no estar ahí es como no existir. Pero darle un móvil a un niño es poner un arma en sus manos», confesó la presidenta de la Asociación No Al Acoso Escolar en esta cita de la Escuela de Familia de SUR. «Hay padres y madres que piensan que sus niños no son capaces de decir cosas malas pero mandan mensajes como ‘¿Todavía estás viva?’, ‘Mátate ya, anda’ o ‘Cómprate una vida’. Incluso cuando eso se repite es muy difícil para ellos salir de las redes sociales, hay que tener mucho cuidado con el ciberacoso porque las redes sociales se extienden mucho más y más de un caso de suicidio ha tenido que ver con esto como gota que colmó el vaso».

Material escolar perdido

La típica regañina por perder las cosas en el colegio. Eso a veces puede que no sea despiste del niño o la niña. «Hay criaturas que sufren el maltrato de los compañeros que les roban su material y luego, además, está la bronca de la profesora que le dice que por qué hoy ha ido a clase sin el compás. O los padres, que suelen decir que no ganan para tanto material, que ya han comprado muchos estuches… Pero claro, el niño no les va a decir qué es lo que ha pasado en realidad», detalla la experta.

Cambios en el sueño y apetito

«Otro síntoma son los cambios en el sueño con pesadillas o que no pueda dormir y se despierte mucho por las noches», apuntó Cabestany. «Pasa también con la comida cuando le dicen ‘gordo’ o ‘gorda’ y acaban en casos de anorexia y bulimia o, todo lo contrario, que comen compulsivamente», añadió.

  1. Cómo prevenirlo

Hablar del acoso en casa

«Pero voy a ir hacia la prevención», señaló Carmen Cabestany durante el encuentro. Y ahí empezó por el diálogo en las familias: «Sería conveniente que los padres abordasen el tema del acoso igual que se habla de drogas o alcohol. Y ya, a partir de ahí, darles recomendaciones por si les pasa o si lo hacen. Porque claro siempre pensamos que la nuestra va a ser la víctima, pero… ¿Y si es la acosadora?».

Apoyar y dar credibilidad

«Hay que acoger, apoyar y actuar. Acoger es sentarse con los hijos e intentar comenzar la conversación con un tono más desenfadado: ‘Mira, me he enterado de que hay problemillas en el cole’. Y mantener una escucha activa en la que le demos credibilidad para conseguir que no se atasquen al contarlo», puntualizó Cabestany.

Saber el estado emocional

«Es importante saber cuál es el estado emocional e intentar obtener toda la información posible en el caso de saber que nuestro hijo sufre acoso. No hay que perder de vista sus emociones, incluso si hay que incluir que durante un tiempo no asista al colegio si hay intención suicida. ¿Nos la jugamos con servicios sociales? Sí, pero esa situación es muy grave», certificó la experta.

La cita de la Escuela de Familia de SUR concluyó lanzando algunas medidas para actuar: no ocultarlo, formar al profesorado, hacer campañas de sensibilización y educación emocional.

https://www.diariosur.es/sociedad/educacion/cinco-sintomas-avisan-acoso-escolar-prevenirlo-20231108224606-nt.html

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Opinión | ¿Qué nos falta saber sobre las vacunas?

Por: Sofía García-Bullé

El índice de protección contra síntomas severos, hospitalización y muerte es el criterio más importante para determinar la eficacia de una vacuna.

A poco más de un año del inicio de la pandemia y con el surgimiento de una nueva variante del COVID-19, para muchos la sensación general es la de haber regresado al punto de partida. A pesar del esfuerzo mundial para la producción y distribución de vacunas, el rango de la infección parece no disminuir y se perfila un repunte de la enfermedad para este mes a nivel global.

Ante una eventualidad como esta siempre hay dos lados de la conversación: quienes cuestionan y desestiman la efectividad de las medidas preventivas y, sobre todo, de las vacunas, y quienes atribuyen la causa de que la pandemia no haya cedido a las acciones de las personas que no atienden las medidas y que no se vacunan. ¿Quién tiene razón? Si esta es la primera pregunta que nos hacemos, la manera de aproximarnos al tema quizás no sea la correcta, más bien habría que preguntarnos ¿qué nos falta saber?

Sobre la eficacia de las vacunas

El primer argumento en los casos en los que se contrae COVID-19 aún después de haberse vacunado es que “no funciona”. A través de los meses en los que miles de personas han salido positivas a pesar de haber recibido la vacuna, las redes sociales se han inundado de cibernautas compartiendo testimonio acerca de cómo la vacuna no hizo su trabajo pero, ¿tenemos claro cuál es el trabajo de la vacuna?

La vacuna cuenta con dos números que son importantes para definir si sirve o no a su propósito: la tasa de eficacia y el índice de protección a síntomas severos, hospitalización de cuidados intensivos y muerte. La tasa de eficacia, indica el nivel de protección en contra de un contagio. Este número no es un absoluto que asegurará no contraer la enfermedad. Que la tasa de una vacuna sea mayor a la de otra no quiere decir que automáticamente es una mejor vacuna, o que las de tasa más baja sean deficientes o inseguras. La ventana de tiempo y espacios geográficos en los que se probaron influyó significativamente en el porcentaje final asignado.

Por ejemplo, la Pfizer y la Moderna, que tienen una eficacia del 95 % y 94 %, respectivamente, se probaron exclusivamente en Estados Unidos durante el verano del año pasado, cuando las medidas de prevención y el encierro estaban en un punto alto a nivel global. Las pruebas de Johnson & Johnson, si bien iniciaron también en verano, se extendieron hasta el otoño y abarcaron otros países, principalmente Sudáfrica y Brasil. Durante el periodo en que se realizó el estudio, la exposición de los participantes al virus era mayor, y ya existían variantes en las regiones consideradas.

Las circunstancias en las que se probó la Johnson & Johnson impactó seriamente su porcentaje final de eficacia, pero sería un error asumir que se trata de una vacuna insegura o inservible, se trata más bien de una vacuna probada en un ambiente más complicado. Si esta vacuna hubiera sido probada en las mismas circunstancias que la Pfizer o la Moderna, quizás tendría cifras más altas, o viceversa.

Sin embargo, podríamos decir que este no es el mejor número para decidir si vacunarse o no y con cuál opción. Evitar la hospitalización y la muerte por contagio es la prioridad de cualquier vacuna. Si movemos el medidor a ese criterio, los números son mucho más alentadores. Todas las vacunas reducen al 99.9 % la mortalidad por COVID-19 y el ingreso a cuidados intensivos.

Sobre el tiempo y desarrollo de las vacunas

Una inquietud presente en las personas que están renuentes a vacunarse es el tiempo tan expedito en la que estuvieron listas para el público. No son pocos los que piensan que podrían estar formando parte de un grupo de prueba y no estar recibiendo una prevención efectiva. A este cuestionamiento habría que completarlo con otro: ¿Conocemos los tiempos en los que una vacuna confiable es producida?

La primera vacuna contra la gripe española o influenza, se autorizó en 1945, veintisiete años después del brote que inició la primera gran pandemia de infecciones respiratorias en el mundo moderno. Hoy en día se sabe que existen cuatro tipos de influenza, y que los cambios estacionales producen nuevas cepas constantemente por lo que las vacunas también cambian cada año para adaptarse a estas alteraciones. Todo esto es producto de décadas de investigación, que continúa hasta la fecha, e implica que cuando los especialistas en la comunidad científica comenzaron el esfuerzo por desarrollar una vacuna contra el COVID-19, no estaban empezando desde cero. Los coronavirus son un tema largamente estudiado por los responsables detrás de las soluciones médicas. Gracias a todo este fondo epistémico,  la vacuna contra la gripe porcina, la pandemia más reciente antes de esta, tomó menos de cinco meses.

Sobre los efectos secundarios de las vacunas

El miedo a reacciones adversas a la vacuna ha sido un motivo poderoso en el pensamiento colectivo de las personas que no se deciden a recibir su dosis. Aún si síntomas como dolores de cabeza, fiebre, alergia, fatiga y demás dolencias son, para algunos, un deterrente para no vacunarse, se podría argumentar que aquellos pertenecientes al cuadro del COVID-19 como la inflamación pulmonar, la fiebre severa, la dificultad para respirar, la necesidad de cuidados intensivos, entubación, las complicaciones cardiacas y la muerte, serían una razón aún más contundente como para elegir hacerlo.

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La cuestión con los efectos secundarios es que son, en la mayoría de los casos, algo positivo. Para explicarlo de manera simple, la vacuna contra el COVID-19 (y todas las demás vacunas)  funcionan así: Los malestares que sentimos posterior a la inyección no significa que estemos enfermos, por el contrario, son las señales de que el sistema inmune está trabajando para combatir los patógenos debilitados o muertos de los que se compone la vacuna y que no pueden hacernos daño. Ayudan a nuestro sistema inmune a aprender cómo pelear contra una infección real de COVID-19. Por eso es que después de la vacuna hay de 65 % a 97 % de disminución de la probabilidad de contagio y un 99.9 % de protección contra síntomas que provoquen hospitalización de cuidados intensivos y muerte.

Dicho esto, existen personas con afecciones subyacentes y el sistema inmune comprometido que constituyen casos especiales, no porque la vacuna pudiera tener un impacto negativo en ellos sino porque la eficacia de la misma podría reducirse debido a una respuesta débil del organismo.

Desarrollar trombosis es otra de las preocupaciones principales de quienes no encuentran aún confianza para vacunarse. Esta posibilidad es real, pero también mínima. En España, por ejemplo, se presentaron de 2 a 3 casos entre cada millón de personas vacunadas, reportó Juan Carlos Reverter, presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) en entrevista con La Vanguardia. Para poner este número en contexto veamos otras cifras, la trombosis también puede presentarse como síntoma de COVID-19. “Del total de pacientes que ingresan en el hospital, un 20 % sufre trombos. En las UCIs, el porcentaje sube hasta el 40”. Explicó el también Jefe de servicio de hemoterapia y hemostasia del Hospital Clínic de Barcelona. En España, actualmente mueren 190 de 10,000 pacientes de COVID-19, en Estados Unidos 250 de 27,19, en México 371 de 6,543, en Reino Unido 174 de 30,838. La posibilidad de presentar trombosis como síntoma del COVID-19 es mil veces mayor a desarrollarla como efecto secundario de la vacuna.

Sobre el derecho y la responsabilidad de decidir

Más allá de las dudas y temores que experimentan miles de personas que no consideran la vacuna como una opción viable, la decisión de aplicársela o no sigue siendo un tema de libre elección, pero también de responsabilidad personal, ambas van de la mano. La libertad representa la facultad de poder actuar sin control externo, de acuerdo con nuestra voluntad y con lo que consideramos nuestros mejores intereses. La responsabilidad personal significa considerar cuidadosamente nuestro proceder, tomando en cuenta cómo puede afectarnos a nosotros en un futuro o a otros.

Cuando se trata de una crisis de salud como la que enfrentamos desde hace más de un año, cualquier ejercicio de la libertad debe pasar por el filtro de cuestionar cómo nuestras decisiones pueden impactar a otras personas igual o más susceptibles de contraer el virus y/o presentar síntomas severos o morir.

El ex-gobernador de California y actor Arnold Schwarzenegger ofrece un ejemplo categórico pero simple, para comprender las implicaciones éticas ligadas a la decisión de no vacunarse por dar crédito a la desinformación o caer en la falsa percepción de que nuestras libertades están siendo violentadas por la insistente convocatoria a las medidas preventivas y protocolos. “No es diferente a los semáforos, ponemos semáforos en las intersecciones para que nadie mate a otra persona por accidente, no puedes decir:  «Nadie me va a decir que me tengo que parar aquí, la voy a atravesar». Así es como matas a alguien debido a tus acciones”, expresó duramente el republicano en conversación con el coronel y autor Alex Vindman con la moderación de la periodista Bianna Golodryga. Reiteró también la necesidad de confiar en los expertos y creer que los años de investigación y conocimientos recaudados por la comunidad científica son la mejor opción para aproximarse a soluciones reales.

La decisión de vacunarse es y sigue siendo una elección personal en la mayor parte del mundo, pero este panorama está cambiando rápido ante la imposibilidad de erradicar la pandemia antes de que surjan más olas y variantes. Independientemente de las dudas o certezas que puedas tener acerca de la vacuna, es indispensable consultar con tu médico de confianza, la mejor respuesta para ti siempre vendrá de alguien que conozca tu historial médico y pueda generar recomendaciones personalizadas ya sea para la opción de una primera dosis o un refuerzo. Para más información sobre recursos educativos y buenas prácticas frente al COVID-19 visita la sección especializada del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación del Tec de Monterrey.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx/edu-news/opinion-vacunas

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¿Qué hacer cuando surge un caso de Covid en el colegio? Guía de actuación del Ministerio de Sanidad

Dunia A. Amar/educaciontrespuntocero

¿Qué pasa si hay un caso confirmado en el aula? ¿Qué hacer si los síntomas aparecen cuando se está en el centro escolar? ¿Qué plan de actuación hay que seguir si se da un brote? Sanidad ha presentado un escrito con las medidas que deben llevarse a cabo en caso de que surja algún caso de coronavirus en la escuela.

El Ministerio de Sanidad ha publicado el documento ‘Preguntas y respuestas sobre la vuelta al cole’ con el objetivo de facilitar pautas de prevención y actuación para la gestión de contagios en los centros educativos. Cómo se comporta el virus, cómo detectarlo, saber cuáles son los síntomas o qué hacer en caso de transmisión del Covid son algunas de las cuestiones que aclara esta guía.

¿Cuáles son los síntomas?

guía de actuación del Ministerio

Los indicios más comunes que indican la infección del virus son: fiebre, tos y sensación de falta del aire. Otros síntomas pueden ser: la pérdida del olfato o gusto (anosmia o ageusia), dolor de garganta, dolor torácico, diarrea y dolores musculares.

¿Qué hacer si aparecen síntomas?

Si un alumno/a o personal del centro presenta síntomas compatibles con la Covid-19 es importante que no acuda al centro educativo. Se debe contactar telefónicamente con el centro de salud o con quien la comunidad autónoma haya designado, o con el teléfono de referencia de la comunidad autónoma, para que evalúen si los síntomas son compatibles con la Covid-19 y si es necesaria la realización de un test diagnóstico.

¿Qué hacer si los síntomas empiezan cuando se está en el cole?

guía de actuación del Ministerio

Si un alumno/a empieza con síntomas mientras se encuentra en el centro educativo, se contactará con la persona responsable del manejo de la Covid-19 en el centro y con la familia o tutores legales en caso de ser menor de edad. Hasta que se le pueda recoger, se le colocará una mascarilla quirúrgica y esperará en una sala bien ventilada (Sala Covid), en la que pueda estar tranquilo y separado del resto de alumnos, acompañado siempre por un trabajador del centro.

En el caso excepcional de que el estudiante que ha iniciado los síntomas no pueda ponerse la mascarilla quirúrgica por cualquier motivo (por ejemplo: niños/as menores de 6 años que no la toleren, personas con problemas respiratorios, que tengan dificultad para quitarse la mascarilla por sí solas o que tienen alteraciones de conducta que hagan inviable su utilización) la persona que lo acompañe para atenderle se colocará una mascarilla FFP2 sin válvula, además de una pantalla facial y una bata desechable.

¿Qué pasa si hay un caso confirmado en la clase?

El servicio que la comunidad autónoma haya designado, en coordinación con el centro educativo, establecerá quienes son las personas que han sido contacto estrecho y se pondrán en contacto con ellas. El alumnado y profesorado que resulte ser un contacto estrecho deberá permanecer en el domicilio en cuarentena. Si no se es un contacto estrecho, se podrá seguir acudiendo a las clases.

¿Quién es un contacto estrecho?

contacto estrecho civid

En los grupos de convivencia estable, los contactos estrechos son todos los que forman parte del grupo, tanto el alumnado como el tutor/profesor que está con ellos.

Si la clase no está organizada como grupo de convivencia estable, se considera contacto estrecho a cualquier persona que haya compartido espacio con el caso confirmado a una distancia menor de 2 metros durante más de 15 minutos, salvo que se pueda asegurar que se ha hecho un uso adecuado de la mascarilla. La evaluación del uso adecuado de la mascarilla será realizada por el profesor/tutor de la clase o por la persona que ha sido designada como responsable COVID-19 en el centro. Los convivientes del caso también son siempre considerados contactos estrechos: hermanos/as, progenitores y cualquier otro familiar.

¿Qué deben hacer los contactos estrechos?

Las personas que se consideran un contacto estrecho deben permanecer en el domicilio y realizar cuarentena durante 14 días. Durante este tiempo deberán vigilar la aparición de síntomas. Si estos aparecen deben consultar por teléfono a su centro de salud o teléfono de referencia de la comunidad autónoma. Todos deben realizar cuarentena durante 14 días, independientemente del resultado de la PCR. El virus tiene un periodo de incubación de hasta 14 días. Si se ha estado en contacto con un caso recientemente y la prueba es negativa, podría estar incubando el virus y convertirse en positiva en los días posteriores.

¿Qué tiene que hacer un caso confirmado de COVID-19?

covid-19

Se deberá permanecer en el domicilio en aislamiento y no debe acudir al centro escolar hasta transcurridos 3 días desde que se acaban los síntomas y un mínimo de 10 días desde el inicio de los síntomas. Es importante permanecer en el domicilio, a poder ser en un cuarto separado del resto de la casa. Se deben extremar las medidas de higiene en zonas comunes y utensilios de cocina. Cuando la persona diagnosticada de Covid-19 entre en contacto con algún conviviente, ambos deben llevar mascarilla quirúrgica y extremar la higiene de manos.

¿Qué se hace si hay un brote?

guía de actuación Ministerio

Se considerará brote cualquier agrupación de 3 o más casos con infección activa en los que se haya establecido una relación entre ellos.

La actuación frente a un brote engloba diferentes medidas según las características del brote. El centro educativo y las autoridades sanitarias se coordinarán para la valoración de la situación. Será la unidad o servicio que la comunidad autónoma haya designado quien valore las características y las medidas necesarias.

Estas decisiones pueden variar: desde extremar las medidas de prevención e higiene en el centro educativo (distancia física, uso de mascarillas, lavado de manos) e indicar el aislamiento de los casos y la cuarentena del grupo de convivencia estable o de los contactos estrechos; hasta extenderse al cierre de las clases afectadas, el cierre del curso o nivel, el cierre de un ciclo o, en última instancia, el cierre del centro educativo.

Fuente e imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/guia-de-actuacion-del-ministerio/

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Los pediatras apuestan por un sistema de «burbujas socializantes» en la vuelta de los menores de 6 años a las aulas

Por: ABC

Se propone también un compromiso o acuerdo firmado por los padres de que el niño no irá a la escuela si tiene > 37,5ºC, fiebre, tos, diarrea u otras manifestaciones que sugieran enfermedad.

La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha actualizado sus recomendaciones para la reapertura de centros educativos de edad infantil (menos de 6 años) en la que se incluyen medidas específicas a considerar en relación con la vuelta a las aulas de los más pequeños. Esta actualización, que se redacta acorde a las nuevas evidencias científicas, así como a la evolución en nuestro medio de la pandemia y a la situación epidemiológica en el momento actual de la epidemia COVID-19 en nuestro país, pone el acento en la importancia de la socialización en la enseñanza en los más pequeños y en que también ellos puedan volver a su «nueva normalidad», lo que incluye la vuelta a las escuelas infantiles. Este documento complementa a la propuesta anteriormente elaborada por la AEP en el mes de mayo 2020, que incluía pautas para la vuelta al colegio en todos los niveles educativos.

La nueva sociedad en la que vivimos, con la incorporación muy temprana de las mujeres tras la maternidad al trabajo y los amplios horarios laborales, ha propiciado la necesidad de muchas familias de incorporar a los niños muy tempranamente a la Escuela Infantil. Por ello debe considerarse, como un entorno educativo prioritario que debe prevalecer al aspecto puramente de guardería o cuidado como se entendía clásicamente. Pero, además, la Escuela infantil, nos ofrece la oportunidad de detectar y compensar posibles carencias de las familias en relación con la estimulación de los aspectos del desarrollo del niño, así como otro tipo de necesidades de carácter nutricional, afectivas o sociales. «La edad comprendida entre los 0 y 6 años es extremadamente vulnerable y sensible a los cambios, además de ser una etapa fundamental para el desarrollo emocional, educativo y la implantación de hábitos de vida saludables. Muchas familias, por diversas circunstancias familiares, económicas, sociales o formativas, no pueden ofrecer a los pequeños los estímulos adecuados para este desarrollo», asegura la doctora María José Mellado, presidente de la AEP.

« La evidencia científica, más reciente, nos ha demostrado que los pequeños no son los “grandes contagiadores” como se pensaba al inicio de la pandemia y, como ya sabíamos, la COVID-19 representa en los niños alrededor de 1% de los casos globales y cursa en la inmensa mayoría de los casos de manera leve en la edad pediátrica. Otro aspecto determinante para esta nueva directriz, es el momento epidemiológico, en el que se propone la reapertura que es claramente favorable en cuanto a número de casos de nuevos diagnósticos», explica la doctora Mellado.

Desde la AEP se considera que las propuestas generales emitidas anteriormente se mantienen válidas, en los menores de 10 años. En este sentido, la AEP propone, que, si se mantiene en el aula la distancia entre alumnos al menos de entre 1,5 metros como recomienda la OMS, puede contemplarse la retirada durante la clase de las mascarillas, que en muchos casos serían desplazadas del lugar óptimo y manoseadas; perdiendo así su efecto preventivo y flexibilizar los horarios de entrada y de salida de forma que se permita una mejor distancia física entre alumnos y se eviten aglomeraciones en la puerta de la escuela.

Para las entradas y salidas, estancia en las aulas, y, sobre todo; para las pausas de recreo y de comidas, nos planteamos crear grupos fijos de compañeros de un número reducido de niños, una especie de «burbujas socializantes» con un mismo profesor que facilite el contacto mínimo con otros grupos. Estos grupos facilitarían también el aislamiento posterior y trazabilidad de la infección en caso de aparición de algún caso. La burbuja debe ser lo suficientemente pequeña para que puedan observarse una normas claras de comportamiento. Esta medida posiblemente sea más efectiva cuanto más se complemente con medidas de higiene. Es recomendable también la actualización del calendario vacunal antes de la reincorporación a las aulas.

No llevar al niño a la escuela con fiebre

Se propone un compromiso o acuerdo firmado por los padres de que el niño no irá a la escuela si tiene > 37,5ºC, fiebre, tos, diarrea u otras manifestaciones que sugieran enfermedad o que ha estado en contacto con algún familiar enfermo o personas posiblemente infectadas, en cuyo caso debe ser atendido por el pediatra para que valore el aislamiento. Es importante tener en cuenta que este grupo de edad es el que presenta una mayor frecuencia de procesos febriles, y una menor capacidad de comunicar sintomatología, por lo que el profesor debe estar atento a inicio de fiebre en la escuela y a cuadros compatibles con la enfermedad.

Para el personal que trabaja en la escuela debe seguirse el mismo protocolo de vigilancia de temperatura, síntomas y aislamiento si ha contactado con personas sospechosas de enfermedad, además de asegurar el uso de mascarillas y todas las medidas de prevención rigurosas entre el personal educativo. Debería habilitarse una zona de «aislamiento» por si la aparición de la fiebre ocurre una vez los niños o los profesores ya están en la escuela.

Otro aspecto clave es maximizar el tiempo en el exterior, al aire libre, dado que la transmisión del virus es claramente más frecuente en ambientes interiores o cerrados, y relativamente infrecuente en el exterior. Se recomienda, por tanto, que aquellos centros que dispongan de espacios al aire libre trasladen una parte o la totalidad de actividades docentes al exterior. En cuanto a la comida, lo ideal sería que cada grupo pudiera comer en la propia aula, minimizando así el contacto con otros niños y el de compartir superficies o material de comedor. Los comedores, si se utilizan, deberán ser muy rigurosos en cuanto a la higiene, uso individual de utensilios y mantener la distancia de seguridad (puesto que no se puede usar mascarilla comiendo). La alimentación debe ser sana, adecuada a la edad y con nutrientes de alto valor biológico. En los centros en los que sea jornada continua se podría recomendar que, en la medida de lo posible, coman en sus domicilios, al igual que en guarderías.

Se deberán articular protocolos para trabajar conjuntamente con los equipos de Pediatría de Atención Primaria y con los Servicios Sociales Comunitarios de referencia, para atender de forma integral y prioritaria a los niños con necesidades especiales y apoyar a sus familias. También habría que tener implantados canales de evaluación del funcionamiento adecuado del centro, la implantación en el inicio de tareas en casa mediante la tecnología digital (dibujos, letras etc.); así como valorar ayudas a las familias más vulnerables (maternidad reciente, monoparentales, extensos horarios laborales, cambios de horario en jornada de trabajo etc.) que precisen ayuda concreta en este periodo de reincorporación de los más pequeños a las escuelas infantiles.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-pediatras-apuestan-sistema-burbujas-socializantes-vuelta-menores-6-anos-aulas-202006161318_noticia.html

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