Colección por la Transformación Universitaria. Luis Bonilla-Molina: Compilador

Reseña:

Las Instituciones de Educación Universitaria (IEU) de Venezuela tienen la responsabilidad de formar integralmente personas dignas, y ciudadanas y ciudadanos con sentido de país; generar, sistematizar y socializar conocimiento científico, tecnológico, social, humanístico y artístico; realizar proyectos dirigidos al desarrollo socioeconómico, ambiental, cultural y educativo de las comunidades y revitalizar el pensamiento latinoamericano.
Para lograr este proceso de despliegue del debate sobre la trasformación universitaria se requiere un proceso socio-político que trasciende al de la Ley de Educación Universitaria. Se trata de un proceso de apropiación colectiva que permita crear condiciones para profundizar un proyecto educativo pertinente, enmarcado en el proyecto de país planteado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) y en la unión latinoamericana y caribeña; comprometido con la transformación de la sociedad venezolana y con la creación de una cultura democrática y
participativa, que amplíe el horizonte del estado de derecho y de justicia, y la configuración política que nos corresponde como pueblo.
De allí que el proceso de transformación universitaria se coloca en el centro de la relación entre universidad, sociedad y saber. Desde allí se define el debate sobre el rumbo de la transformación. En esta concepción de la transformación universitaria, la educación no sólo cumple su papel estratégico en la formación socio-política y tecno-productiva, sino que participa en la construcción y consolidación de un modelo de sociedad que proporcione felicidad a sus ciudadanos. Los forma e incorpora para lograr igualdad entre regiones y grupos sociales, para que participen en el cambio
radical de sus condiciones de vida, desde una perspectiva integral de la vida colectiva.
La invitación es a unir voluntades y sumarse de manera individual y colectiva a esta construcción compartida de una agenda de transformaciones para la educación universitaria en Venezuela.

Link de descarga: http://209.177.156.169/libreria_cm/archivos/pdf_201.pdf

Comparte este contenido:

Latinoamérica necesita espacio de educación superior para fomentar movilidad

Redacción: La Vanguardia

América Latina necesita un «espacio latinoamericano de enseñanza superior» para armonizar los distintos sistemas educativos de la región y fomentar la movilidad de los estudiantes, afirmó hoy el catedrático de Sociología español Manuel Herrera.

El experto, director académico de Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR, España), consideró en una entrevista con Efe en Chile que se podría tomar como modelo el Espacio Europeo de Educación Superior que funciona en la Unión Europea (UE) desde 1999.

Santiago de Chile, 25 sep (EFE).- América Latina necesita un «espacio latinoamericano de enseñanza superior» para armonizar los distintos sistemas educativos de la región y fomentar la movilidad de los estudiantes, afirmó hoy el catedrático de Sociología español Manuel Herrera.

El experto, director académico de Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR, España), consideró en una entrevista con Efe en Chile que se podría tomar como modelo el Espacio Europeo de Educación Superior que funciona en la Unión Europea (UE) desde 1999.

«Eso permitiría que estudiantes colombianos empezaran la carrera en Colombia, la continuaran en Ecuador y pudieran terminarla en Chile. O que chilenos pudieran ampliar sus estudios en Argentina y los terminaran en México», señaló Herrera.

 

 

En su opinión, para concretar un proyecto de esta envergadura se necesita «generosidad» de los países para armonizar los sistemas universitarios, algo que por ahora no ha ocurrido en Latinoamérica.

El catedrático ha mantenido esta semana reuniones en Santiago con representantes de ministerios y de universidades de Chile, país en el que la UNIR, que ofrece una propuesta educativa íntegramente en línea, tiene varias decenas de alumnos de posgrado.

La presencia de esta universidad española en Chile es aún escasa si se compara con otros países de la región como Colombia, México y Ecuador, o en menor medida, con Perú, Paraguay, Argentina y Bolivia.

A diferencia de los otros países, Herrera explicó que la educación ‘on line’ tiene en Chile una percepción negativa y se considera «de segunda división».

Esto se debe, explicó, a que las experiencias que ha habido hasta ahora han sido de mala calidad y no han cuajado en el modelo educativo chileno, aunque consideró un imperativo que Chile, como el resto de la región, apueste por la educación en internet.

«La enseñanza ‘on line’, especialmente en América Latina, es un instrumento clave para la cohesión social, la corrección de desigualdades sociales y la formación de capital humano», señaló el responsable de Relaciones Internacionales de la UNIR.

 

 

Herrea afirmó que el desarrollo de avances tecnológicos ha introducido la educación en línea en el sistema universitario europeo y de varios países latinoamericanos, aunque este modelo está llamado a convivir con la enseñanza presencial tradicional.

«La educación tradicional seguirá existiendo pero se empieza a desarrollar la enseñanza ‘on line’ a través de la tecnología para caminar hacia modelos mixtos que combinan lo virtual con lo presencial», concluyó el experto.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20180925/452037866505/latinoamerica-necesita-espacio-de-educacion-superior-para-fomentar-movilidad.html

Comparte este contenido:

Brasil ya duplica a la Argentina en cantidad de graduados universitarios por habitante

América del sur/Brasil/13 Septiembre 2018/Fuente: Infobae

Las universidades argentinas tienen más estudiantes en términos relativos, pero se recibe la mitad que en las brasileñas. Remarcan que hay diferencias importantes entre los dos sistemas

Entre los sistemas universitarios argentino y brasileño, hay una fuerte asimetría. En la Argentina hay más estudiantes por habitante: 443 contra 384 cada 10.000 personas. Pero es Brasil quien gradúa más, incluso el doble: 55,8 nuevos profesionales versus 28,6 en 2016.

Los datos surgen de un nuevo informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), perteneciente a la Universidad de Belgrano. El boletín muestra distintas disparidades entre los dos sistemas. Por caso, en Brasil la tasa de graduación, que cruza la cantidad de ingresantes con los egresados seis años después, es de 49,8% mientras que en Argentina es 30,3%, de acuerdo a los últimos registros disponibles.

Claro que los sistemas presentan la gran diferencia del ingreso irrestricto. «En la Argentina no rige ningún tipo de examen de evaluación de conocimientos al final del secundario ni tampoco exámenes generales de ingreso a la universidad, debido a que están prohibidos por la Ley 27.204, que los considera ‘restrictivos’. Pero al comparar nuestras cifras sin restricciones de ingreso con las de un país ‘restrictivo’ como Brasil, se observa que, en realidad, su sistema es mucho más eficaz, con mayor graduación anual y mayor crecimiento en cantidad de graduados en los últimos años», planteó Alieto Guadagni, director del CEA.

El informe grafica esa diferencia. Los próximos domingos 4 y 11 de noviembre, más de 6 millones de estudiantes brasileños a punto de terminar la secundaria rendirán el Examen Nacional de Enseñanza Media (ENEM). En el primer día tendrán cinco horas y media para responder preguntas sobre lengua, inglés o español, arte y computación. En el segundo contestarán sobre matemática, ciencias naturales, química, física, biología, geografía, historia, filosofía y sociología.

La participación en el examen no es obligatoria, pero se necesita para recibir el título de culminación de la secundaria. Para lograrlo, los alumnos necesitan al menos 450 puntos en cada área y 500 en escritura. Desde 2009, los resultados obtenidos en el ENEM se utilizan como filtros para acceder a algunas universidades. Otras instituciones, incluso, emplean sus propios exámenes de ingreso.

«No hay mayor restricción que la falta de estímulos a la dedicación al estudio en la propia escuela secundaria, ya que lo que no se estudia como corresponde en esa instancia resulta muy difícil de recuperar en la universidad. No existen restricciones, pero el abandono y la deserción son muy elevados. La ausencia de pruebas como el ENEM brasileño es una clara desventaja para nuestros alumnos secundarios», consideró Guadagni.

La discusión por el ingreso irrestricto en las universidades es interminable y las posturas, entre detractores y defensores, casi irreconciliables. El dato curioso de las cifras no pasa por la tasa de graduación, que con lógica es más baja en el país, sino por la cantidad de egresados por habitante. Sobre todo, si se considera que Argentina supera ampliamente en cantidad de estudiantes por pobladores -justamente por el ingreso irrestricto- pero apenas recibe la mitad que Brasil cada año.

Diferencias entre los sistemas

Para Marcelo Rabossi, especialista en educación superior de la Universidad Torcuato Di Tella, la comparación no es del todo precisa: «Si bien es cierto que nuestro sistema universitario, el argentino, se muestra ineficiente – pocos graduados en relación a los ingresantes- e ineficaz -bajos graduados en relación a la población- no lo es tanto si se toman en cuenta las diferencias que lo distinguen del brasilero», le dijo a Infobae.

Es que, además del examen de ingreso, hay otras características que distinguen a los sistemas de educación superior. Argentina se presenta como un modelo de fuerte presencia pública: casi el 80% de los alumnos concurren a instituciones nacionales. Brasil, en cambio, es dominantemente privado, con casi el 75% de los estudiantes en esas instituciones. Y de esas casas de estudios, casi el 80% son con fines de lucro.

«En la Argentina lucrar con la educación universitaria está prohibido por ley. Para gran parte de las instituciones brasileñas brindar educación es un buen negocio y, por lo tanto, la calidad impartida ha sido cuestionada. No me sorprende, entonces, ver más altas tasas de graduación en este tipo de modelos de perfil mercantilista», consideró Rabossi.

A su vez, en Argentina aparece un fuerte subsector: el terciario, que entre futuros docentes y técnicos, tiene 900 mil estudiantes y una eficiencia en la graduación mayor. En Brasil, en cambio, las instituciones no universitarias también entregan títulos de grado y posgrado.

«Si comparamos sector universitario contra sector universitario puro, es cierto que Brasil muestra ciertas ventajas. Sin embargo, y dada las particularidades que presenta en su morfología estructural, creo que para sacar conclusiones debería evaluarse el sistema de educación superior -el universitario y el no universitario- como un todo», concluyó el especialista.

Fuente: https://www.infobae.com/educacion/2018/09/12/brasil-ya-duplica-a-la-argentina-en-cantidad-de-graduados-universitarios-por-habitante/

Comparte este contenido:

Y después de los rankings universitarios, ¿qué?

Por: Alejandro Tiana

Tras la publicación de los rankings universitarios es habitual la aparición de análisis que llaman al cambio del sistema. Pero no hay que creer en recetas mágicas, pues no existen. El cambio o es incremental o no lo será.

Fotografía: Andrew Tan / Pixabay

Hace un año publicaba un artículo en esta misma página, tras la aparición de las ediciones correspondientes a 2016 de los tres rankings universitarios más populares: Academic Ranking of World Universities (ranking de Sanghai), Times Higher Education World University Rankings y QS World University Rankings. Ahora acaba de publicarse la nueva edición del primero de ellos y han vuelto a reproducirse los debates, los lamentos, los reproches y las justificaciones habituales. Decía entonces que considero importante llevar a cabo un debate riguroso y crítico en torno a los rankings y que aquella no era más que una primera entrega. Así que ahora vuelvo sobre el tema, con el propósito de aportar algunas nuevas reflexiones.

La pregunta que en esta ocasión me inquieta es la que se refiere a qué podemos y debemos hacer una vez que tenemos publicados los rankings. Se supone que son instrumentos que nos aportan información fiable acerca de nuestras universidades, de los que deberíamos poder extraer lecciones y adoptar medidas de mejora. ¿Es así? Para dar respuesta a esta pregunta podemos adoptar una triple perspectiva: individual, institucional y sistémica. Vamos a ello.

Como recordaba hace un año, los rankings nacieron con la intención de proporcionar información a los estudiantes y a sus familias acerca de la calidad de las universidades, a fin de que pudiesen elegir plaza con conocimiento de causa. Pero, aunque esa haya sido su intención primigenia, el objetivo se ha cumplido solo parcialmente. En efecto, la lectura de los rankings se detiene muchas veces en el nivel macroscópico, esto es, en las clasificaciones de las universidades consideradas en su conjunto. Sin embargo, cuando se desciende a la información menos consultada de los rankings, la relativa a las titulaciones que cada una de ellas imparte, se aprecia una notable dispersión de valoraciones. Mientras que algunas titulaciones de una determinada universidad ocupan posiciones destacadas entre sus pares, no sucede lo mismo con otras. La diversidad es la norma. Por lo tanto, la información que suele llegar al gran público (la relativa a las universidades en su conjunto) resulta insuficiente para poder decidir bien. Por otra parte, los indicadores habitualmente utilizados para clasificar a las universidades derivan mayoritariamente de su investigación, incluyendo aspectos como los Premios Nobel recibidos por sus profesores o estudiantes. Pero, ¿es cierto que dicha información sea concluyente? Por ejemplo, saber que determinados científicos fueron docentes o alumnos de determinada universidad, ¿de verdad resulta concluyente para que un estudiante elija estudiar allí? Y por si fuera poco, estos rankings no incluyen apenas indicadores de calidad docente, que es lo que más influye en la formación del alumnado. En suma, si un estudiante se fija en los rankingslo que más puede determinar su elección es realmente el prestigio, la consideración social que tiene la universidad, lo que resulta ser una información limitada respecto de su calidad real.

Los responsables universitarios también tenemos complicado extraer conclusiones nítidas de la consulta de los rankings para mejorar nuestras universidades individualmente consideradas. En efecto, muchas de las condiciones que determinan nuestra actuación vienen fijadas por normativa externa, por marcos de acción prefijados, por tradiciones arraigadas. ¿Cómo puede, por ejemplo, decidir una universidad pública española contratar a un Premio Nobel como docente, si el sistema de acceso y las condiciones laborales vienen fijadas por normativas estrictas? Es evidente que tenemos margen de mejora, pero no tan amplio como para adoptar por nosotros mismos determinadas acciones, ya que muchas están condicionadas externamente. El margen real de autonomía de las universidades españolas es ciertamente reducido. Entiéndase que con ello no quiero evadir ninguna responsabilidad, pero tampoco asumir las culpas que muchas veces se nos echan encima.

Y en tercer lugar, los rankings son muchas veces considerados radiografías de los sistemas universitarios nacionales, que supuestamente pueden y deben orientar para la mejora colectiva. Este suele ser el enfoque más habitual en muchos comentarios y opiniones expresadas en los medios de comunicación y en las redes sociales. Este año, como en los anteriores, no han faltado análisis que hablan de una situación insostenible, una inercia insalvable, un sistema aquejado de una gangrena que requeriría una actuación quirúrgica. No voy a entrar a debatir sobre si situarse en estos rankings en la novena posición por número de universidades incluidas en el top-800 es un fracaso, cuando España ocupa la posición 14 entre las economías nacionales. Ni seré yo quien niegue la existencia de problemas en nuestras universidades que requieren tratamiento y solución. Se han hecho análisis rigurosos y concienzudos de aquellos  y vamos sabiendo por dónde deberíamos avanzar. Y de hecho lo estamos haciendo.

Desgraciadamente, estos análisis precipitados, interesados y falsos, suelen ir acompañados de llamadas a la intervención radical con objeto de promover un cambio profundo e inmediato de modelo. Son cantos de sirena que pueden sonar bien a quienes no hayan reflexionado en profundidad sobre los problemas de la universidad y sus posibles soluciones, pero que inducen a llevar a cabo actuaciones milagrosas… y generalmente equivocadas, que pueden generar más problemas de los que resuelven. Demuestran un desconocimiento grave de las dinámicas de cambio en instituciones y sistemas, que suelen ser reacios al cambio instantáneo. Nos lo ha enseñado la historia de las reformas educativas y de sus fracasos.

Entonces, ¿no se puede hacer nada para mejorar nuestras universidades? Pues claro que se puede. Contamos con buenos diagnósticos, que nos pueden dar pautas sólidas de actuación. Conocemos la etiología de muchos de esos problemas e, incluso, hemos ensayado soluciones. Lo que nos hace falta es, por una parte, la voluntad de buscarles solución, cosa que, aunque algunos lo duden, no falta en nuestros medios universitarios, y por otra parte, aceptar que los cambios no se producen de la mañana a la noche, requieren tiempo, constancia y medios (no solo económicos). Cuando se trata de mejorar sistemas educativos o universitarios avanzados, como son los nuestros, no hay que creer en recetas mágicas, pues no existen. Todos intentamos mejorar a partir de la situación en que estamos. El cambio en este tipo de sistemas o es incremental o no lo será. Personalmente, me adhiero a quienes así piensan.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/09/11/y-despues-de-los-rankings-universitarios-que/

Comparte este contenido:

España: Un informe aboga por contratar más profesores no funcionarios en las universidades públicas

España/03 de Julio de 2017/El  Español

El secretario de Estado de Educación, Marcial Marín, informa de que el 25% de los profesores universitarios se jubilará en cuatro años y apuesta por sustituirlos con colaboración público-privada.

Más flexibilidad en la contratación, menos profesores funcionarios. Uno de los puntos clave para la modernización del sistema universitario español es romper con la restricción de tener que ser funcionario para trabajar en una universidad pública. Así se ha asegurado en la presentación del estudio La reforma de la gobernanza en los sistemas universitarios europeos, que se ha presentado este lunes en la Cámara de España.

Marcel Marín, secretario de Estado de Educación, ha anunciado que en los próximos cuatro años un 25% de los profesores universitarios se jubilará, un reto que ha dicho, constituye una oportunidad para reformar el estatuto del personal docente.

 «Creemos que el actual marco por el que se obliga a que la mayoría de profesores sean funcionarios públicos se podría flexibilizar», ha manifestado Javier Monzón, presidente del Comité Ejecutivo de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD). Y ha añadido: «Defendemos que no tenga que ser obligado que sean funcionarios públicos. Que cada universidad decida su política».

A día de hoy las universidades públicas pueden contratar a personal docente que no sea funcionario para labores de sustitución y para contratos por obra o servicio como proyectos de investigación científica. «Es una situación muy endogámica, que no es bueno», ha asegurado Daniel Samaoilovich, coordinador del estudio.

Comparación con otros países de Europa

Esta propuesta se enmarca tras haber analizado las reformas educativas en los últimos 15 años en seis países europeos, Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Países Bajos y Portugal. El estudio muestra una tendencia hacia una mayor autonomía de las universidades y flexibilidad, sin un marco rígido que permita la competitivad entre instituciones.

«Las universidades en Portugal han votado y algunas han preferido estabilidad y otras diversidad salarial», ha dicho Samaoilovich. «La posibilidad de atraer profesores de fuera, que haya movilidad, es muy importante para que la universidad pueda ser competitiva».

El coordinador ha asegurado que de todos los países estudiados Francia es el único que no ha contemplado la contratación de profesores que no sean funcionarios, pero que está previsto en la nueva ley de educación que impulsará Emmanuel Macron.

Financiación pública basada en rendimiento

Otro de los puntos más llamativos del estudio es la propuesta de asignar una gran parte de la financiación pública en base a criterios de rendimiento. Antonio Abril, vicepresidente de la Conferencia de Consejos Sociales de Universidades Españolas, ha puesto de ejemplo el sistema gallego: «Se pretende llegar en 2020 a un 60% de financiación fija que garantice el funcionamiento y el resto por objetivos, de calidad y resultados».

Esta doble vía de financiación, básica y por méritos, perjudicaría a instituciones y grados con peores resultados académicos. Para evitarlo, habría que controlar los criterios a tener en cuenta, según ha asegurado Martí Parrillada, otro de los coordinadores del estudio. «No se debe incluir el grado de inserción laboral, pero sí aquello que puede controlar la universidad, como la tasa de graduación o de abandono».

Situación de la universidad española

El secretario de Estado de Educación ha dicho que es optimista en cuanto a la reforma del sistema universitario español, tras alcanzar un acuerdo con todos los partidos en una proposición no de ley.

Marín ha informado de que en cuarenta años de democracia se ha multiplicado por tres el número de estudiantes universitarios y que España cuenta con la mayor tasa de universitarios de la historia -un 31.5% de los jóvenes entre 18 años y 24 años-, con un 87% matriculados en 50 universidades públicas.

Además, Marín ha recordado que España es el país que más estudiantes de Erasmus+ acoge y que hay un promedio de universidades por habitante similar a la media europea.  «Hay grandes oportunidades: es el momento de abordar una reforma universitaria con colaboración público-privada», ha finalizado.

Fuente: http://www.elespanol.com/espana/educacion/20170626/226727527_0.html

Comparte este contenido: