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Entrevista a Peter McLaren: «La pedagogía crítica no es una metodología, es una filosofía de vida y una manera de vivir”

El Doctor en Pedagogía Crítica y Educación Popular, Fernando David García Culebro, comparte para Otras Voces en Educación una entrevista que le hizo al Doctor Peter McLaren.

Por: Fernando David García Culebro

«La pedagogía crítica no es una metodología, es una filosofía de vida y una manera de vivir».

El profesor, filósofo y escritor Peter McLaren es considerado como uno de los principales propulsores de la pedagogía crítica. Sus obras poseen un potencial crítico hacia el capitalismo en todas sus expresiones. Los aportes teóricos de McLaren han trascendido las fronteras norteamericanas llevando su pensamiento a diversas regiones alrededor del mundo. Sus aportes permiten el descubrimiento de nuevas formas de abordar el proceso educativo. McLaren, es autor y co-autor de varios libros y monografías, su libro “La vida en las escuelas” ha sido nombrado como uno de los 12 escritos más significativos a nivel mundial en el campo de la Teoría Educativa, la Política y la Práctica, por un panel de expertos reunidos por la Escuela de Ciencias Económicas y Sociales de Moscú. Dialogamos con él, en el marco del conversatorio internacional del Instituto McLaren de Pedagogía Crítica, en la ciudad de Ensenada, Baja California, México.

En la charla nos contó acerca de lo que para él significó el encuentro con  su mentor Paulo Freire, el Dr. Peter, considera que actualmente existen muchas interpretaciones del trabajo del pensador brasileño, y nos dio algunos ejemplos:

 “Unos enfatizan la crítica que Freire hace al capitalismo,  otros en la cuestión de identidad, cuestionando quién es el oprimido y quién es el más oprimido, preguntándose si la liberación es lo que realmente nos lleva a dar con nuestra identidad; sin embargo, muchos profesores parece ser que prefieren la postura liberadora de Freire en un círculo, discutiendo eventos cotidianos de liberación, de libertad, un tiempo para compartir historias”. Todo ello es algo bueno, pero Peter piensa que “la parte fundamental de la pedagogía crítica se ha perdido” y en las lecturas que él hizo de Freire y otros pensadores críticos, observó la lucha de clases de la sociedad socialista.

En ese sentido, cuando le preguntamos ¿por qué replanteo  la pedagogía crítica y propuso una pedagogía crítica revolucionaria?,  nos respondió: – “En el año  1995, mis colegas estaban escribiendo sobre posmodernidad y en ese año reconocí que tenía que enfocar mi énfasis en un análisis marxista de las clases sociales y una comprensión profunda del racismo y la lucha contra el racismo, porque el capitalismo estuvo fundamentado y construido en el racismo”.

Acerca de ello, agregó: “Frantz Fanon, es el autor  que mejor explica la relación que existe en la construcción del capitalismo y el racismo”. Dicha respuesta nos da un hito del legado de Karl Marx y Freire en el pensamiento de McLaren, porque además agregó que “todo ello influyó a que su trabajo  se centrara en los antiguos y primeros fundamentos de la lucha marxista, para comprender los fenómenos que ocurren en la actualidad y, al estar haciendo ese análisis constructivo descubrió que se sentía mejor llamándole no solo pedagogía crítica, sino pedagogía crítica revolucionaria”. Además, en ese tiempo fue invitado por el gobierno de Venezuela, donde conoció a Hugo Chávez y Luis Bonilla-Molina y, dice Peter: “quedé impresionado en la revolución bolivariana, por lo que decidí participar en ella”. Para ese entonces, ya  lo acompañaban las enseñanzas de su mentor Paulo Freire (como él lo llama) y, comenta que siempre recuerda las palabras de su maestro: “Peter, tú no puedes trasplantar mis ideas en otra cultura y en otro país”.

Aunque Freire se refería en esos momentos a Estados Unidos y Canadá, Peter, lo recuerda en todas partes, junto a otro comentario del pensador brasileño: “reinvéntame en un contexto donde las especificaciones históricas sean las luchas de clases las que tomen lugar”.  Por lo tanto, todo ese legado del gran educador popular está presente en la vida del doctor McLaren, y durante su llegada a Venezuela comenta que “llegué ahí como un aprendiz más que como un enseñante,  a compartir y aprender, con la idea de Paulo Freire y Simón Rodríguez el maestro de Simón Bolívar”.

Durante la conversación, también nos compartió la difícil situación que él vive en los Estados Unidos a raíz de la elección del presidente Donald Trump y al respecto nos dijo: “Considero que soy identificado en ese país como un marxista, socialista, comunista y he tenido represalias en contra de mi persona, ataques de la supremacía blanca porque mi esposa es China y, entonces, el país se ha vuelto cada vez más polarizado, por lo tanto, la pedagogía crítica la han tipificado  como para odiar a los Estados Unidos y, yo les digo que no, que no se vayan con la finta, esa es una forma crítica de patriotismo, tenemos que entender y comprender las consecuencias políticas extranjeras de los Estados Unidos, especialmente después de la segunda guerra mundial, después de la depresión.  Además, es muy chistoso cómo ahorita el tema principal en los Estados Unidos es la intromisión de los Rusos para la manipulación de las elecciones, la pregunta aquí es ¿cómo es posible que los Estados Unidos van a ser tan vulnerables  para que otros países los manipulen?, si los que han hecho intromisiones han sido ellos, en Chile y Venezuela y, no olvidemos el apoyo al régimen de Somoza en Nicaragua. Entonces,  la gente requiere que se le recuerden todos esos factores, todos esos hechos. A mí me gustaría, un Museo de las Victimas del imperialismo norteamericano, con Vietnam y Corea, pero no para que los odien más, sino para hacer un país mejor; lo que más me está frustrando es ver la actitud en cuanto se ha comenzado a criticar  en los Estados Unidos, porque quien lo hace, es acusado de antiamericano”.

En tono amigable, el Dr. Peter, nos contó además, sobre su afinidad por la teología de la liberación, y agregó lo siguiente: «Paulo Freire era católico, era un hombre espiritual y yo me volví un hombre católico, muy crítico de la iglesia, encontré un refugio en la teología de la liberación, que con el aporte marxista están muy cercanos. Hay un brillante mexicano, teólogo, José Porfirio Miranda, él escribió muy importantes libros: “Marx y la biblia”, “comunismo en la biblia” y, a muchos de  sus trabajos los considero muy trascendentales».

En ese sentido, el Dr. McLaren, nos compartió que ha estado escribiendo acerca de las enseñanzas de Jesús, muy comparativas con las enseñanzas de Marx, un capítulo que denominó “Camarada Jesús” y nos explicó sobre ello: “la razón por la que hice eso, es porque el evangelismo cristiano de Estados Unidos lo han llevado para hacerse ricos y, los evangélicos, tienen muchas interpretaciones de la biblia y tienen una agenda política muy conservadora, muy apoyados por Donald Trump y acorde a su agenda política, en contra de todo feminismo, en contra de las construcciones políticas que le quieran proponer, están en contra del multiculturalismo y, entonces, hay un grupo muy fuerte en crecimiento y ante ello, quiero desafiar a esa teología con la teología de la liberación, porque en el Salvador el cura Oscar Romero fue asesinado al igual que un número de Jesuitas en la Universidad Central  y, quienes les dieron alojamiento e incluso la hija del que les rentaba la casa, también fue asesinada. Estos intelectuales Jesuitas de la teología de la liberación, estaban a favor de los pobres. El gobierno los vio como que estaban apoyando al comunismo y con la cooperación de los Estados Unidos fueron asesinados, fue preparado todo. La teología de la liberación  tiene dos fuertes oponentes: el presidente Donald Reagan y Juan Pablo Segundo. Éste último, porque fue muy anticomunista,  muy en contra de la teología de la liberación, incluía a todos aquellos que leían a Marx. Por su parte Ronald Reagan, muy en contra de la teología de la liberación por el marxismo, entonces básicamente ellos se infiltraron, mandaron gente y apoyaron a programas televisivos en América Latina con pastores predicando sobre la prosperidad, alabanzas de la prosperidad, querían imponer entonces, más la visión conservadora que la cristiana”.

Del mismo modo, acerca de su nuevo libro “Pedagogía de la Insurrección”, Peter McLaren nos compartió lo sucesivo: “he escrito capítulos dedicados a Hugo Chávez,  Paulo Freire y a mi camarada Jesús, además de reflexiones sobre el primer ministro de Canadá y Fidel, porque cuando el primer ministro  falleció, tenía 6 cargadores de su féretro, uno era Jimmy Carter y el otro era Fidel y, es muy difícil encontrar fotografías de ese escenario, pero el más interesante capítulo de ese libro es el último, porque trata del rasgo de la pedagogía crítica, lo recio de la pedagogía crítica, su bravura. Este capítulo final es para ser desarrollado, ejecutado y,  junto a mi editora estamos creando un escenario para ello. Esto es algo que todavía puede pasar, pero básicamente en él,  arremeto mi enojo esencialmente en Estados Unidos y en las dificultades, en el dolor y el sufrimiento, para que de alguna manera, Estados Unidos tenga la oportunidad de redimirse a sí mismo, la redención no puede venir sin el reconocimiento de los crímenes hechos a la humanidad”. Con estas palabras el Dr. McLaren, nos transmite su indignación contra las injusticias del imperialismo, pero también la posibilidad que la pedagogía crítica ofrece  para reconsiderar el camino por el bien del mundo.

Del mismo modo, a la pregunta ¿cómo debe ser el pedagogo crítico con los retos actuales?, el doctor Peter respondió amablemente lo siguiente:   «Actualmente hay muchos desafíos  y, no obstante,  hay muchos libros publicados sobre pedagogía crítica, incluso podemos asistir a clases a la universidad y puede que siendo suertudos llevemos unas tres lecturas de pedagogía crítica durante todo el curso de universitario, pero no lo vemos sistemáticamente, no hay una introducción sistematizada, presentada con la intención que sea realmente comprendida, si realmente queremos comprenderla tenemos que asumir los desafíos y las consecuencias de lo que ello significa, los desafíos por ejemplo de las privatizaciones de las escuelas. Nuestro secretario de educación quiere privatizar toda la educación y, dicha privatización, excluye todos los sindicatos, por ejemplo, solo el 12 por ciento de los maestros contratados en Estados Unidos son sindicalizados y, claro, son estudiantes conservadores, muchos de ellos blancos,  quienes objetan a la pedagogía crítica, porque habla de los privilegios de los blancos y no los hace sentir a gusto. Por ejemplo cuando tenemos los noticieros de los FOX, que es el noticiero que tiene más números de audiencias en Estados Unidos, lo que hay en ellos es corrupción política, entonces ellos en pocas palabras, apoyan la postura de la etnia blanca y los estudiantes asumen una postura muy resistente ante  la pedagogía crítica. Lo paradójico, es que los estudiantes blancos son los más deprimidos de los estudiantes en Estados Unidos. Muchos de mis amigos latinoamericanos, africanos y asiáticos, siempre me están contando historias donde los norteamericanos les dicen a ellos que se regresen a su país y ellos dicen: “pero si yo fui nacido aquí o yo vine cuando tenía 5 años, no tengo culpa de estar aquí, yo soy un ciudadano norteamericano” y, ellos les contestan, “pues entonces pruébalo”». En ese sentido, el Dr. Peter, plantea un desafío mayor para la pedagogía crítica “en las entrañas de la bestia” (como él nombra a los Estados Unidos), pero a su vez, hace notar la necesidad de ella en un contexto tan excluyente.

Acerca del mismo tema, el doctor Peter, agregó: “incluso en China, donde trabajé, al noreste del país y donde además, tengo un maestro becado y han traducido mis libros al mandarín,  los comerciantes más poderosos todavía tienen temores contra mis libros, entonces pienso, que esto de la pedagogía crítica puede ser muy riesgosa para quienes pretenden usarla”. 

Posteriormente, el doctor McLaren envió el siguiente mensaje a los compañeros y compañeras que luchan, resisten y construyen las alternativas educativas en el mundo:

«Si bien es cierto, que la mayoría de los jóvenes apoyan al socialismo y ven al capitalismo de manera crítica, el problema está que el lenguaje del socialismo es mucho más difícil de articular, es más difícil hablar el lenguaje del socialismo que el del capitalismo y una de las razones es porque no hay país que haya sido creado realmente en sus relaciones como un estado socialista. En la Unión Soviética, centralizaron todo cuando la economía estaba controlada por el gobierno, ellos entonces imitaron el modo del capitalismo y eso básicamente ha sido la historia. El caso China, muestra la peor manera de cómo se forma el capitalismo, (tal cual,  en los términos hegelianos-marxistas) la producción de todos los agricultores y ganaderos fue recabada por el estado, fue la primera negación, es decir, a la negación de la negación y cuestionar la idea del patrimonio, la idea de propiedad, esa es la única manera de negar, la negación de la negación, para crear algo opuesto a ello, Spinoza dijo que “toda determinación es una negación”, tú tienes lo positivo en lo negativo, lo cual ocurre cuando tú niegas la negación. Entonces lo que necesitamos preguntarnos aquí es lo siguiente ¿por qué muchos revolucionarios se han vuelto sus opositores?, ¿tenemos diferentes opiniones?, ¿no tenemos la idea correcta?, ¿el liderazgo correcto? y, entonces se abre el debate; Pero fíjense, que para la gente joven, hoy día, lo importante es empezar por ver y crear una idea sobre lo que pasa una vez que tomamos el poder del estado, ¿qué pasaría después de la revolución? Preguntarnos eso antes de que pase. Muchos revolucionarios tienen unas cuestiones complejas para comprender pero nunca han escapado de la lógica del capitalismo planteada por Marx y,  Marx no nos ofreció ningún programa, ninguna metodología, ni un seguimiento, ni una ruta,  sin embargo, nos dio las ideas para sacar hebra, pero el marxismo no es algo para aplicar en una situación, sino una forma de leer la realidad. De igual modo entonces, la pedagogía crítica no es una metodología, es una filosofía de vida y una manera de vivir».

Para finalizar y considerando los comentarios del Dr. McLaren, en la construcción de los Proyectos de Educación Alternativa no existen programas que puedan ser replicados tal cual en lugares y momentos distintos, al contrario, dicha construcción debe partir desde lo propio, reinventándose  en cada contexto, cultura, sociedad y tiempo histórico. Por lo tanto, la Pedagogía Crítica Revolucionaria, en el sentido de manera de vivir, nos ayuda a la lectura entre líneas y tras las líneas de las realidades que se nos presentan, imponen y normalizamos en nuestra cotidianidad, con el hito de construir entre todos y todas alternativas educativas que nos lleven al proceso de conciencia y transformación para un mundo mejor, más justo, más humano y humanizante.

Colaboración: Luis Miguel Alvarado Dorry

Imagen: http://fundacionmclaren.com/fundacionmclaren/peter-mclaren/303/

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Entrevista a Miguel Ángel Forte: “Estar en la educación pública implica militarla”

Redacción:  Perfil

El suplemento Educación dialogó con el sociólogo y profesor universitario, Miguel Ángel Forte, para profundizar sobre las manifestaciones y los reclamos que se dan en esta sociedad convulsionada.

A nivel mundial, nuevas oleadas de manifestaciones, reclamos y protestas tienen  a los jóvenes como sus actores más efusivos. Frente a este escenario, el suplemento Educación dialogó con Miguel Ángel Forte, una voz autorizada para analizar las transformaciones que se dan en esta sociedad convulsionada.

Sociólogo, profesor titular de la materia Sociología General en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la Maestría en Ciencia Política y Sociología en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Forte es además autor de Modernidad: tiempo, forma y sentido (EUDEBA), un libro donde establece que el hombre moderno, a diferencia del héroe trágico, solo cuenta consigo mismo para entender las consecuencias de sus actos. Para ello analiza, desde el punto de vista de la sociología, los posibles significados de la idea de la modernidad, al tiempo que plantea y examina, mediante la aplicación de conceptos sociológicos, un problema bastante intemporal: el poder.

“Nos sentimos muy felices de que existan les jóvenes de hoy, que hayan recogido parte de aquellas utopías. Es como siempre digo, un gol sobre la hora de los viejos socialistas”.

Desde tu labor como sociólogo y educador tenés una posición privilegiada para analizar el rol que los jóvenes están teniendo en la sociedad a nivel mundial. Cada vez con mayor frecuencia, a raíz de una desigualdad creciente en el mundo, los jóvenes parecieran ser los que no se callan, los que se manifiestan, los que están convencidos de que no solo se puede cambiar la realidad, sino que hay que hacerlo. ¿Coincidís con este diagnóstico? ¿Cómo analizás las movilizaciones de jóvenes en el mundo?

Coincido plenamente con este diagnóstico. Barcelona, Chile, Hong Kong, Puerto Rico y EEUU demuestran que hoy las mujeres y la juventud pasaron a ser sectores que impulsan grandes transformaciones. Es más, el socialismo ha ingresado en el lenguaje de les jóvenes de manera intensa. Estamos viviendo en tal sentido. A pesar de las reacciones de ultraderecha, se da una nueva versión de los setenta y los jóvenes de aquel tiempo. Nos sentimos muy felices de que existan les jóvenes de hoy, que hayan recogido parte de aquellas utopías. Es como siempre digo, un gol sobre la hora de los viejos socialistas.

¿Cómo considerás que coexisten la educación y una “sociedad de rendimiento” (en palabras de Byung Chul Han)?

La sociedad de rendimiento se expresa fuerte en el ámbito educativo, si recordamos cuando Byung nos dice que nuestra vida está atravesada por el éxito o por el fracaso. El sujeto de rendimiento expresa que en nuestros cuerpos portamos el campo de trabajo forzado, expresado bajo la forma de la ortopedia curricular al que los docentes de la universidad le rendimos homenaje de manera cotidiana. A saber, lo que hacemos vale, en tanto acredita. Esto es la sociedad positiva  que expulsa a lo distinto.

Das clases de Sociología en la UBA, FLACSO y otras instituciones. A partir de esta experiencia, ¿qué despierta en los estudiantes la curiosidad por la Sociología? ¿Cuál es el “poder” que tiene esta disciplina?

Tengo la suerte de ser profesor de la universidad pública y lo primero que les digo a les estudiantes en su primera materia Sociología General, es que estar en la educación pública implica militarla, es decir, luchar por su defensa contra todos los proyectos privatistas que nunca faltan. En el mismo sentido, el mayor poder de la Sociología son las herramientas que brinda para luchar contra el sentido común, que en política, como militante socialista del Nuevo MAS, implica enfrentar las posiciones posibilistas a los efectos de encarar proyectos revolucionarios.

Anteriormente hemos apelado al filósofo surcoreano Byung Chul Han y su talento para poder pensar. Sos uno de los grandes divulgadores de este autor en Argentina, combinando su producción con tus propios temas abordados. ¿Qué encontraste en él y por qué creés que Han es un aliado en el  pensamiento sociológico?

Lo primero que encontré en Byung -y por eso lo doy en el seminario “Carlos Marx y Byung-Chul Han, las cadenas radicales del panóptico digital” en la Maestría de Ciencia Política y Sociología de FLACSO- es la posibilidad de que un sujeto explique el padecimiento del individuo, en tanto entorno del sistema a la manera de Luhmann. Autor que enseño también en la carrera de Sociología de la UBA. Es así, una suerte de sujeto, tipo ideal de padecimiento. Al transcurrir su lectura encontré que también el coreano empalmaba con el marxismo de la escuela crítica, enfocada sobre los escritos juveniles de Marx, a propósito de la alienación y la explotación, que en el capitalismo contemporáneo es autoalienación y autoexplotación. A saber: “Nos autoexplotamos y sentimos que nos estamos realizando”.

Fuente: https://www.perfil.com/noticias/educacion/estar-en-la-educacion-publica-implica-militarla.phtml

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Venezuela: Desafíos de la mujer venezolana ante el cerco económico

América del Sur/Venezuela/10-11-2019/Autor(a): Dailyn Ruano Martínez/Fuente: www.prensa-latina.cu

Por: Dailyn Ruano Martínez*

La guerra económica y política de Estados Unidos contra Venezuela causa hoy un impacto directo e intencional, dirigido a crear una situación de inestabilidad y despolitización en los sectores más sensibles de la sociedad.

Tras el proceso de ganancias políticas y culturales dirigido al empoderamiento de las mujeres venezolanas durante 20 años, el movimiento que las respalda se vio obligado a ‘ajustar su agenda basada en el objetivo estratégico por la igualdad de género, y priorizar la lucha básica por la sobrevivencia’, destacó la militante feminista Rebeca Madriz.

Entrevistada por Prensa Latina, la abogada e investigadora explicó que el activismo feminista en Venezuela pasó de un proceso de ascenso, conquistas y fortalecimiento a un estadio de lucha por las necesidades más urgentes de la población.

‘Ninguna guerra es neutra, siempre expresa una carga y un efecto diferencial sobre las mujeres, y en el caso venezolano se manifiesta de forma muy clara debido a las medidas coercitivas y unilaterales impuestas por Estados Unidos’, aseveró la exviceministra de la Mujer y la Igualdad de Género.

En un escenario de guerra no convencional como el impuesto a la nación suramericana, se sacrifican las banderas y reclamos específicos de los diversos sectores sociales por aspectos fundamentales como la defensa de la soberanía de la patria, del proyecto histórico del socialismo bolivariano -proceso de un marcado carácter feminista-, acotó Madriz.

Subrayó que existe un objetivo visible dirigido a desmovilizar y despolitizar las fuerzas sociales afines al gobierno para mellar la unidad de los distintos frentes, crear una crisis social y justificar un cambio de régimen por vías antidemocráticas.

‘Cuando la urgencia por satisfacer las necesidades básicas obstaculiza el activismo, cuando las mujeres deben poner en un segundo plano su militancia para correr a una cola en el mercado, evidentemente existe la intención de golpear a la principal fuerza política de la Revolución; no lo han logrado, pero sí impacta en la cotidianidad’, precisó.

Como consecuencia del cerco impuesto a Venezuela para asfixiar la economía nacional, el acceso a necesidades básicas como agua, luz, comida y medicamentos -derechos humanos fundamentales- se erigen prioridades para las mujeres, en gran mayoría jefas de hogar, amas de casa y trabajadoras. La militante feminista indicó que las voces del movimiento feminista condenan en la actualidad las medidas coercitivas y unilaterales que persiguen las finanzas y restringen el acceso del país a los mercados internacionales, para impedir la compra de medicinas y alimentos.

RETOS IMPOSTERGABLES

La ofensiva económica dirigida a crear una situación de inestabilidad, frustración y confusión en la cotidianidad del pueblo venezolano genera la aparición y agravamiento de fenómenos sociales, retos impostergables para el movimiento feminista venezolano.

Aspectos neurálgicos como la violencia de género, la migración, la mortalidad materna, el embarazo en la adolescencia y la trata de personas sobresalen en una agenda de luchas de demandas históricas y actuales como consecuencia del sabotaje económico y asedio político.

Algunos elementos como el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos -situados en la agenda feminista en el camino hacia la igualdad de género- son vulnerados actualmente, lo cual constituye ‘una de las más grandes preocupaciones para la sociedad y mujeres en particular’, aseveró Madriz.

La significativa democratización en el nivel de acceso a métodos anticonceptivos, alcanzada hace algunos años, deviene en la actualidad otra de las causales del contexto dados sus elevados costos, detonante para el incremento de embarazos no deseados, sobre todo en edades tempranas.

De los partos que se producen anualmente en el país, precisó Madriz, el 22 por ciento son de menores de 19 años y de ellas el 15 por ciento menores de 13 años; cifras alarmantes que sitúan a Venezuela como uno de los países con altos índices de embarazo en la adolescencia.

‘Debemos incorporar a todos los actores sociales en el debate por la vía de las causales y el análisis de casos reales para convidar a la reflexión, porque tenemos la responsabilidad como nación de respaldar derechos y proteger a las mujeres afectadas con estas realidades’, insistió.

Como parte también del impacto del bloqueo económico y financiero y su incidencia en el sistema de salud pública se agrava el tema de la mortalidad materna cuyas cifras se acrecientan anualmente, una de las deudas históricas del movimiento feminista por erradicar ese flagelo. FORTALEZAS PARA EL AVANCE

A las mujeres venezolanas les ha tocado constatar cómo las demandas del movimiento feminista en las últimas dos décadas se tradujeron en políticas públicas para el bienestar del pueblo.

Desde el ascenso al poder político en 1999 del líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez (1954-2013), se configuraron elementos de carácter legislativo y jurídico favorables para el proceso de empoderamiento de la mujer.

El dirigente socialista abrazó el feminismo y las distintas banderas de los sectores oprimidos y explotados en un loable esfuerzo para acompañar a las mujeres en sus luchas por la igualdad de género, contra la violencia y cualquier forma de discriminación.

Sin embargo, el principal desafío parte de lo cultural, de la erradicación de principios conservadores, estereotipos tradicionalistas, machistas y patriarcales que refuerzan sus bases en los tiempos difíciles de crisis económica, exacerbada por los efectos de las medidas coercitivas aplicadas por Washington.

El activismo feminista en Venezuela cuenta con fortalezas para superar las circunstancias, aseveró Rebeca Madriz al valorar el momento histórico actual como propicio para la sistematización de los avances alcanzados en materia de derechos en las últimas dos décadas y para la proyección de los retos más urgentes.

*Periodista y Msc. en Género y Comunicación

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=319624&SEO=desafios-de-la-mujer-venezolana-ante-el-cerco-economico
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Las luchas por el feminismo campesino y popular

Por: Francisca Rodríguez

La evolución en la participación política de las mujeres del campo en América Latina está íntimamente relacionada con la rebeldía expresada en el levantamiento indígena, campesino y popular y la unidad de lucha que se construye para hacer frente al intento de celebrar, por los conquistadores, los gobiernos aliados y/o sometidos, los 500 años del descubrimiento y saqueo a nuestra América.

Durante los cinco años en que se lleva a cabo la campaña de resistencias y unidad continental de los sectores del campo y los pueblos indígenas, las mujeres marchamos a la par en este proceso que nos convocó a mirar en la historia el camino recorrido en las luchas y resistencias de nuestros pueblos, por la defensa de la tierra y los territorios como un baluarte esencial para el desarrollo de nuestra vida campesina. Esta gigantesca travesía fue ganando y levantando el espíritu de rebeldía para hacer frente a los críticos momentos que vivíamos en cada uno de nuestros países; las organizaciones fueron recuperándose y ganando la conciencia, lo que elevó su capacidad organizativa y con mayor fuerza enfrentaron la arremetida fascista de la época, que pretendía avasallarnos bajo la bota militar.

Esta etapa del proceso de lucha cuenta con el pleno accionar de las mujeres, que marcan una ruta que se va potenciando y que conlleva a que, en el segundo Congreso de la CLOC, nuestra participación y acción se hacen más visibles y nuestra voz se eleva con mayor fuerza, y adquiere mayor relevancia política, nuestras demandas y propuestas que son claras y certeras. En justicia demandamos una mayor participación en los espacios de dirección, estábamos ciertas que a esta coordinación de los movimientos del campo la paridad de género le daba una mayor connotación política y a la vez se enlazaba al proceso internacional de la Vía Campesina que se iba constituyendo como el mayor referente de sectores campesinos y de las y los trabajadores del agro.

La eficacia mostrada en la acción política de las mujeres en todo el ámbito va dando una dinámica mayor a su actuar, y no solo de las organizaciones nacionales. También se va expresando en el surgimiento de nuevas organizaciones de mujeres, que buscan desde nuestra identidad actuar conjuntamente con el movimiento campesino, generando una nueva cultura organizacional que, dando pasos significativos, vaya rompiendo con las antiguas estructuras masculinizadoras y machistas del movimiento.

El elevar la participación de las mujeres al ámbito dirigencial del movimiento en igualdad de condiciones marca un hito en la historia de los procesos organizativos. Esto nos llevó a avanzar en la construcción necesaria de una articulación continental de las mujeres del campo, con apuestas propias que se articulan con las luchas campesinas y van desarrollando y visibilizando todas sus capacidades para actuar en la política y en el ejercicio de nuestros derechos. Los procesos de formación política que hemos desarrollado desde nuestras escuelas continentales y subregionales nos han allanado el camino de la comprensión más amplia y hemos ido desde lo simple a los más complejo, en esta construcción propia de una propuesta feminista, campesina y popular encaminada a la lucha por una sociedad socialista.

Muchas y muchos aún se preguntan ¿por qué esto del feminismo campesino y popular? Para la elaboración y formulación política de nuestra concepción feminista, no podríamos afirmar que hay un convencimiento unánime en todo el movimiento, aun cuando es un acuerdo de congreso que nos compromete a todas y a todos. Pero es importante señalar que en la medida que vamos avanzando en esta construcción política, han sido muchos más los compañeros y también las propias mujeres campesinas y hermanas indígenas que van validando este pensamiento, encaminando la lucha por alcanzar una sociedad entre iguales, una sociedad sin violencia, donde la exclusión, la sumisión, la discriminación y la pobreza sean cosas del pasado y podamos vivir este paso por la vida en plenitud transitando por los caminos del buen vivir.

Nuestra identidad de mujeres del campo

Ya se cumple una década que la CLOC, el 30 de abril 2009 en Cuba, asumió que nuestra ruta política avanza por la construcción de una sociedad socialista, y nuestra advertencia desde las mujeres fue que “Sin feminismo NO habrá Socialismo”. El reto era cómo esta concepción feminista emergería desde un sector de mujeres que históricamente nos situábamos tan lejos de las posiciones feministas pero al mismo tiempo tan interpretadas por ellas.

De este modo, nuestro feminismo campesino popular se va impregnando de nuestras historias y vivencias, dándole sentido a todo el acumulado político que las mujeres hemos desarrollado y, como lo señalara en nuestra escuela continental de mujeres la compañera Iridiani Seibert, “no estamos inventando algo nuevo, sino reafirmando y profundizando nuestro caminar, el accionar histórico político, social y cultural desde nuestra identidad, desde la realidad de vida y de trabajo para la construcción de una nueva sociedad, rescatando y valorizando nuestra identidad de mujeres del campo, indígenas, afrodescendientes, pescadoras, trabajadoras rurales. Identidad que ha sido negada y desvalorizada histórica y socialmente por el patriarcado y el capitalismo”.

Desde esta mirada, vale significar estos años de debates y estudio que han sido prácticos y teóricos, donde hemos reflexionado sobre cómo el desarrollo de la conciencia social en este sistema económico, patriarcal, opresor, violento y explotador, va debilitando en todos los aspectos la conciencia de los pueblos para impedir que la luchas de clases y de masas, como un principio histórico conductor de las luchas anticapitalista y de liberación de los pueblos, sea el eje principal que una la lucha política y social de los movimientos por una sociedad solidaria, con justicia social e igualitaria, una sociedad socialista. Buscamos que los diferentes aspectos, que van rodeando nuestras formulaciones políticas y que nos van devolviendo identidad, nos lleven a valorarnos como mujeres con derechos; y ello también implica la valorización de nuestro trabajo, de nuestros saberes y cultura y del valor social y económico que esto significa para el desarrollo y el bienestar en la sociedad.

Nuestra apuesta feminista campesina y popular tiene, por tanto, una clara identidad de clase; emerge de nuestras raíces históricas y culturales, de nuestra identidad de mujeres del campo ligada profundamente a la tierra; de ahí hemos hecho el caminar trayendo al presente las luchas y a las luchadoras que nos han precedido, la elaboración teórica de las pensadoras socialistas de ayer y su acervo emancipador, antesala del feminismo histórico, de los procesos acumulados en las innumerables luchas feministas en la región y en el mundo. Se ha ido también forjando la apuesta política de la Vía Campesina por la Soberanía Alimentaria de nuestros pueblos y el pensamiento socialista con miras a las nuevas relaciones que conllevan la construcción de esta propuesta feminista desde nuestra diversidad e identidad de mujeres del campo, que es de clase y de carácter popular enfocada a la sociedad socialista a la que aspiramos.

Recorrer la historia y descubrirnos en ella desde el surgimiento de la agricultura nos ha ido entregando los elementos necesarios para el juicio político del actuar histórico del capitalismo y su instrumento clave, “el patriarcado”, cuyo poder sobre nuestras sociedades y los elementos perversos que va poniendo para obstaculizar e interrumpir los avances en la luchas de los pueblos y particularmente las luchas de las mujeres, hoy vivimos momentos intensos. Nos animan y regocijan las grandes movilizaciones de las mujeres, de las que somos parte, y que bajo las banderas feministas van ampliando el camino de las luchas emancipadoras. Nuestro reto es no perder la ruta ni nuestra identidad de clase. Derribar el capitalismo, acabar con el imperialismo ciertamente es una larga lucha que nos llama sin desmayo a continuar avanzando en la propuesta política e ideológica por un feminismo campesino y popular que nos lleve a conquistar esa sociedad socialista que anhelamos, con la certeza de que con feminismo construiremos socialismo.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/200518

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Entrevista a Luis Bonilla-Molina: “No hemos desarrollado aún una pedagogía socialista, ni siquiera en la experiencia soviética”

Por: Luz Palomino

Exclusivo para el portal “Otras Voces en Educación”

En esta oportunidad entrevistaremos a Luis Bonilla-Molina, una de las figuras más importantes de la pedagogía crítica latinoamericana, para conocer sus impresiones y análisis respecto a los retos y desafíos de la educación en la región. Esta entrevista forma parte de un libro que contendrá un diálogo amplio con este importante educador, respecto a los retos y desafíos de la educación alternativa en la región. Iremos publicando fragmentos de este trabajo en las próximas semanas

LP: Luis ¿Es usted un pedagogo de izquierda?

Desde los doce años soy un militante de las izquierdas. Fíjate que lo digo en plural, porque lo que para muchos es una muestra de inconsistencia, para mí ha sido una maravillosa experiencia, la de conocer desde adentro, los paradigmas de los distintos enfoques de lucha del campo revolucionario. Eso me ha permitido tener un enorme respeto por cada uno de ellos y una aproximación a sus aspectos convergentes.

Soy un marxista crítico, quien considera importante, en esta etapa de las luchas sociales, rescatar aspectos de todo el espectro teórico y práctico de los socialismos.

A riesgo de herir susceptibilidades, considero que aún no hemos desarrollado una pedagogía socialista, ni siquiera en la experiencia soviética. Construir una propuesta pedagógica socialista es una tarea colectiva pendiente, que tenemos que asumir en el presente los educadores, estudiantes, padres y militantes revolucionarios.

Por ello, prefiero decir que soy un pedagogo crítico en el marco de las resistencias anticapitalistas. Y por supuesto, ello implica el desafío de revisar, analizar y discutir todo lo actuado en materia educativa en el campo socialista, sin llegar a considerar que hay un lugar “sagrado” que no se deba tocar, discutir, examinar.

El pensamiento socialista “oficial” del siglo XX construyó la noción de “revisionista” como una etiqueta negativa, cuando ser pedagogo crítico es en realidad atreverse a construir una mentalidad, una perspectiva analítica, que revisa todo de manera permanente, que piensa cada aspecto de la teoría y la praxis realizada y en marcha.

Soy un hombre de izquierdas, reivindico el marxismo libertario y formo parte de lo que genéricamente se denomina como izquierda pedagógica. Trabajo de manera incansable tratando de aportar a la construcción de nuestra identidad como sector educativo, más allá de enunciados que complazcan a muchos. Tengo una posición crítica respecto al estancamiento de buena parte de la teoría marxista, pero eso es tema para otra entrevista.

Ser pedagogo crítico no es un ejercicio de auto afirmación, al estilo de las escuelas dogmáticas. Ser pedagogo crítico implica estudiar el pensamiento y las políticas públicas de las derechas, de las llamadas Bancas de Desarrollo, del FMI, de la UNESCO, del G8. No se pueden desarrollar alternativas si no estudiamos a fondo la dominación.

Por ello, la dificultad de algunos pedagogos de izquierdas para reconocer, por ejemplo, la marcada influencia que tuvo en insignes pedagogos soviéticos como Makarenko, el pensamiento liberal burgués de John Dewey y la mirada religiosa conservadora de Pestalozzi,.

Subrayo la necesidad de evitar caer en la actitud panfletaria, propagandista que ilusiona a los incautos pero que no contribuye a la construcción de un proyecto emancipador serio académicamente hablando, comprometido políticamente y comunicacionalmente sencillo, que pueda ser comprendido por todos y todas.

Ser pedagogo crítico es un compromiso continuo con el análisis de la dialéctica dominación-resistencias en cada momento histórico. No basta llamarse pedagogo crítico, para serlo.

Menciono esto porque de vez en cuando me encuentro con sectores académicos o grupos gremiales ultra radicales, que asumen que ser pedagogo crítico consiste en citar a McLaren, el Che, Marx, Giroux o Bonilla, al estilo de letanías religiosas.

Los pedagogos críticos analizamos la lógica del capital en cada etapa del desarrollo de la sociedad y somos cuestionadores de nuestra propia producción teórica y praxis, que las entendemos en el marco del cambio incesante. Usamos las referencias como eso, nunca como recetas.

Ser pedagogo crítico es también, la más hermosa experiencia al formar parte de la corriente histórica por el cambio educativo radical. Ello nos coloca al frente del torbellino de rebeldías y nos sumerge en experiencias creativas de resistencia, de insubordinación contra cualquier forma de dominación, que son en realidad nuestra fuente de aprendizaje.  Un pedagogo crítico es un aprendiz permanente del oficio de la subversión, del arte liberador de la revolución humana.

LP:¿Es la pedagogía crítica un campo teórico unificado?

Para nada. Existen por lo menos tres o cuatro corrientes dentro de las pedagogías críticas que son complementarias, algunas de ellas con ontologías diferenciadas. Ello no significa que una sea mejor o menos válida que la otra, por el contrario, muestra la riqueza de las resistencias a la lógica del capital desde lo educativo.

No existe una pedagogía crítica de derechas ni neutra, la pedagogía crítica es de izquierdas o no es.

Una de las corrientes de las pedagogías críticas se fundamenta en toda la narrativa oficial de la experiencia educativa soviética, el marxismo ortodoxo y algunos referentes de la llamada Escuela de Frankfurt, hibridando su accionar con los aportes de la Teología de la Liberación. Allí podemos encontrar a los colegas Peter McLaren y a latinoamericanos como Pablo Imen de Argentina, Herman Van de Velde en Nicaragua y Sergio Quiroz en México.

También están las corrientes más ubicadas en las educaciones populares representadas por el colombiano Marco Raúl Mejía, el peruano Oscar Jara y la experiencia colectiva del Movimiento Sin Tierra en Brasil, la Red Alforja en Centroamérica, Marcel Arvea en México, Laura García Tuñón y Fernando Lázaro en Argentina, entre otros. Estas expresiones no son lo mismo, pero comparten un horizonte epistemológico.

Están todos los grupos de crítica a la cultura capitalista y que trabajan temas como ciudadanía, democracia, subjetividades, escuela o reformas educativas desde una lógica anticapitalista, como Henry Giroux, Michel Apple, Bill Ayers, Rubén Reinoso Ratjes, Marianicer Figueroa, Daniel Libreros, Roberto González Villareal, Marcelino Guerra, entre otros.

Otra de las corrientes de este campo tienen sus raíces en las pedagogías nuestro americanas (especialmente Simón Rodríguez), la revisión crítica de los planteamientos educativos soviéticos (Makarenko, Kruskaya, Pistrack, Vitgotski), las disputas marxistas y su correlato en lo educativo a partir de los planteamientos de los “renegados” (Luxemburgo, Marcuse, Lukács, Trotsky y otros), la escuela de Frankfurt, los debates sobre tecnología, cultura y dominación (escuela latinoamericana de la comunicación impulsada por Mattelart, Kaplún y otros), la polémica sobre cultura digital y complejo industrial cultural, así como los aportes de la teología de la liberación (especialmente Freire).  Allí están ubicados Lev Moujahid Velásquez, César Valdovinos, Mauro Jarquín, Luis Miguel Cisneros, Lupita Luquin, Miguel Saldivar, Faustino Martínez y los colegas del CINPECER (Rius) de Michoacán, Zamora, México, y por supuesto yo, entre otros.

Considero que hay que trabajar una hibridación subversiva de estas corrientes; esa es mi apuesta de construcción. Solo si se cruzan estas miradas y experiencias tendremos unas pedagogías críticas potentes y disparadoras de la transformación radical.

Esto es solo una muestra de la diversidad de miradas de un campo de abordaje educativo que crece de manera muy acelerada en la región: las pedagogías críticas.  No es un campo unificado, si por ello entendemos una sola manera de entender lo que se hace, pero todas estas vertientes promueven otro mundo posible, libertario y anticapitalista.

Considero que buena parte de lo que en la academia circula como pedagogías críticas, alejada de la militancia anticapitalista, es solo estética crítica, muy distante de lo que son en realidad las pedagogías críticas. Resultan útiles para el esnobismo de las tesis de grado y trabajos de ascenso, pero tienen un precario impacto en el cambio radical de la sociedad. O como diría mi amigo César Valdovinos “muchas están solo en el mapa, pero no en el terreno real de la disputa educativa” por lo que no inciden realmente en el cambio.

LP: ¿Para usted cuál es el mejor marco para entender lo que está pasando en educación?

La dinámica educativa es posible entenderla con claridad, si la relacionamos a las correlaciones de fuerzas existentes en la lucha de clases en cada coyuntura histórica y territorio, y si, además, vinculamos lo educativo con las tareas que le impone a la escuela, el liceo y la universidad el formato del modo de producción dominante en cada etapa del capitalismo y, por supuesto, si valoramos el impacto de las revoluciones industriales en los procesos económicos, políticos, culturales, sociales y educativos.

La visión romántica y seudo liberal de una escuela neutra, donde se va solo a aprender la cultura universal no existe, es solo un eufemismo para adornar los salones donde se hacen las ruedas de negocio de lo educativo.

La escuela es un espacio de disputa, donde se expresan con fuerza la dominación, pero también las resistencias anticapitalistas. Cada contenido, cada metodología, cada propuesta pedagógica expresan esta tensión.

Por ello, reivindico lo que hacen los compañeros de los sindicatos docentes combativos de la Rioja y los colectivos insumisos en la CTERA de Argentina, la Asociación de Educadores (ADE) de Bogotá y el magisterio agrupado en FECODE, la ASOPROF en Panamá, la CNTE en México, el SUTEP en Perú, el SNTE de Chile y los nuevos colectivos de profesores en Venezuela, al vincular reflexión teórica con militancia activa contra la lógica del capital en la enseñanza.

Son lucecitas que luchan las reivindicaciones propias de su condición de trabajadores de la educación, a la par que intentan construir alternativas pedagógicas. Es un comienzo positivo y me gusta verlas (a estas lucecitas) como posibilidades de convergencia en una plataforma mínima que pueda permitir abrir un debate colectivo regional, para entender de manera compartida, lo que está pasando en educación; no como una preocupación teoricista, sino para guiar la acción, las luchas del magisterio que resiste, estudia y plantea elementos para otra educación posible.

LP: ¿Cuál es el formato de la privatización neoliberal de los sistemas educativos en la segunda década del siglo XXI?

El capitalismo del siglo XXI, en los albores de la cuarta revolución industrial, coloca en un segundo plano la privatización, tal y como la conocimos en las décadas de los ochenta y noventa de la centuria pasada; aunque no por ello abandonan su ofensiva al respecto.

Para el capitalismo cognitivo del siglo XXI, la prioridad no está en cobrarle a las familias por ingresar y mantener a los estudiantes en las escuelas.

Los capitales en materia educativa se están concentrando en privatizar el saber y el conocimiento científico de punta, el cual se sube encriptado a la nube digital.

El conocimiento que circula libremente como “sociedad de la información”, son las ideas que ya están en la periferia de uso de las grandes corporaciones, aunque tengamos la ilusión de tener acceso a las novedades.

El capitalismo trabaja para que al conocimiento de punta solo acceda un limitado grupo de individuos. Para las mayorías ciudadanas impulsa el modelo educativo en casa o de escuelas científica y culturalmente atrasadas, de aprendizajes virtuales sin ninguna interacción social o de repeticiones de saberes inherentes a la primera y segunda revolución industrial, prácticamente inútiles en el presente. Y que, en cualquier caso, se pague por obtener la información necesaria para construir nuevos aprendizajes, no importa si se hace desde las aulas o la casa.

Estructuran lógicas de éxito y calidad educativa, que borran cualquier identidad de clase social.

El capitalismo actual reestructura las profesiones, al estilo de lo que está planteando “Singularity University”, que busca convertir a los aspirantes a profesionales en eternos aprendices de los requerimientos de la relación entre la aceleración tecnológica y el modo de producción.

Los nuevos profesionales en los cuales está pensado el capital, parecieran ser piezas holísticas del engranaje digital, transdisciplinarios instrumentales, pero sin pensamiento crítico, incapaces de cuestionar el orden existente.

La tendencia del sistema capitalista dominante es a orientar los aprendizajes hacia áreas altamente tecnologizadas, con el desarrollo de habilidades que permitan producir abundantes mercancías inmateriales, que sostengan ideológicamente al sistema, mientras una élite trabaja en las nuevas armas de la dominación: biología molecular, big data, inteligencia artificial, robótica, ingeniería genética, entre otras.

En este diseño que opaca a las proyecciones de “Black Mirrow”, los servicios públicos serían atendidos por los profesionales del pasado, aquellos que no logran reestructurar sus carreras para sumarse a la competencia por recomponer permanentemente las habilidades y destrezas laborales, como si se tratara de juntar de manera indefinida piezas de un “lego”. Ya no serán solo abogados y médicos convertidos en taxistas, sino una pléyade de viejos profesionales cumpliendo el trabajo que otrora ocupaban quienes no habían pasado por las escuelas.

Para el capitalismo digital la escuela que no acceda a información “de punta”, pareciera ser un simple espacio de contención social, para entretener y mitigar las posibilidades de conflicto, mientras el mundo de la democracia digital y el show mediático permanente, terminan de ocupar el espacio de los sistemas escolares. Es la expansión del modelo netflix.

El capitalismo del siglo XXI aspira a robotizar e imponer la inteligencia artificial en la producción de las mercancías materiales. Piensan que diluyendo al proletariado conjurarán el riesgo de una revolución social. Confían demasiado en el poderío de mezclar desarrollo tecnológico con armas, e industria cultural con colonización biológica del cerebro.

Los señores del dinero en el siglo XXI aspiran mantener la apropiación del excedente de mercancías, reconfigurando el consumo, el trabajo y los tipos de mercancías. El mundo digital se está reconfigurando para ser otra “realidad” socialmente aceptada, que permita a los ricos ser cada vez más ricos.

Se están diseñando y construyendo puestos de trabajo que no había conocido la humanidad, generando nuevas formas de plusvalía y, una circulación y apropiación del dinero de nuevo tipo.

Si la neo privatización educativa llegara a imponerse, el acceso público o privado a las escuelas, liceos y universidades, solo sería otra forma de estratificación social para novedosas y terribles formas de expresión de la expulsión de millones de trabajadores y sus familias, al ejercito de “reserva industrial”, en un mundo que aspiran sean de fábricas 4.0 con un mínimo de personal humano en su funcionamiento.

Cuando hablo de estos temas me dicen que, si estoy intentando hacer de “futurólogo” y, les respondo, que todo de aquello que estoy hablando ya fue o está pasando, lo que ocurre es que la aceleración de la innovación dificulta seguirle el paso.

Pero una cosa quiere el capitalismo y otra los pueblos. Estoy convencido que este modelo no pasará si organizamos y entrelazamos las resistencias. Solo si resistimos juntos y juntas, en todos los rincones del continente podremos derrotar la iniciativa orwelliana que lideran nuevos teóricos de la actual “razón” capitalista como Ray Kurzweil.

Soy optimista, porque veo en todos los lugares que visito, formas crecientes de resistencia y toma de conciencia de los docentes. Y sobre todo veo una juventud y padres que entienden que la tarea de socialización de la escuela es insustituible. La tecnología y la innovación pueden ser usadas para mejorar la calidad de vida de las mayorías, pero ello demanda una revolución.

Los pedagogos críticos tenemos que tener un pie en los territorios y sus realidades, luchando por romper la injusticia y la desigualdad; mientras colocamos el otro pie, en la vanguardia del desarrollo científico y la innovación, para encontrar formas y mecanismos para usarlos a favor de los proyectos de emancipación y liberación.

Estoy convencido de la potencialidad de la alianza estratégica para resistir que conforman maestros, estudiantes y padres. Para ello, el magisterio debe romper con el adultocentrismo y la separación de la actividad que realizamos respecto a las labores que hacen los padres de los chicos y chicas.

LP: ¿Es posible tejer resistencias continentales ante esta nueva ofensiva del neoliberalismo educativo?

Por supuesto. En ello estamos comprometidos los pedagogos críticos. Cada colectivo de educadores y maestras de las pedagogías críticas aporta una pequeña ventisca para la formación del huracán que disolverá la agenda neo privatizadora del neoliberalismo del siglo XXI. Pero ello no es un tema de deseos ni de simple voluntad. Debemos trabajar para conformar la coordinadora continental de docentes que luchamos contra el neoliberalismo educativo, la escuela latinoamericana y caribeña de pedagogos rebeldes y una potente red de comunicación alternativa que incluya toda la batería de páginas web que se han venido conformando, televisoras digitales y radios por internet, periódicos impresos y digitales, así como la conformación de una potente editorial pedagógica auto gestionada para toda la región. La otra escuela y educación posible no nos caerá del cielo, tenemos que construirla juntos y juntas.

Luz Palomino: Comunicadora social, Profesora universitaria e Investigadora. Directora Editorial del portal “Otras Voces en educación”.

 

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América Latina. Socialismo y feminismo en el horizonte estratégico de las luchas populares

Redacción: Kaosenlared

En las luchas de resistencia nos encontramos, y nos vamos reconociendo. No solo en los dolores y en las rabias. También en las esperanzas. Nos miramos primero con desconfianza, mientras las energías de nuestras batallas van permitiendo descubrirnos en la posibilidad de un horizonte que nos anime a marchar juntas. Mujeres trabajadores, campesinas, amas de […]

En las luchas de resistencia nos encontramos, y nos vamos reconociendo. No solo en los dolores y en las rabias. También en las esperanzas.

Nos miramos primero con desconfianza, mientras las energías de nuestras batallas van permitiendo descubrirnos en la posibilidad de un horizonte que nos anime a marchar juntas.

Mujeres trabajadores, campesinas, amas de casa. Mujeres indígenas, mestizas, negras. Mujeres sin trabajo, sin tierra, sin educación. Mujeres sin derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Mujeres migrantes estigmatizadas por la xenofobia. Mujeres condenadas por la lesbofobia y por las muchas discriminaciones que se ejercen hacia quienes se apartan de los modelos de familia impuestos. Mujeres pobres, mujeres maltratadas. Mujeres olvidadas, negadas, prostituidas, traficadas, asesinadas… por ser mujeres.

Mujeres del pueblo que cotidianamente somos parte y víctimas de la producción y reproducción del capitalismo, del racismo y del patriarcado, en un continente marcado por la historia colonial.

Nuestro horizonte estratégico en América Latina es –necesitamos que sea– una acción cotidiana que apunte a cuestionar y a terminar con todas las opresiones. No con una primera y otra después. Desaprender la dominación en sus distintas maneras de expresarse (ya sabemos que un cambio en la estructura económico-social no determina un cambio mecánico en las maneras de relacionarnos, aunque puede favorecerlo… Y también aprendimos que no hay socialismo sin un profundo trastocamiento de las conciencias, de las subjetividades, de las maneras de sentir y desear, de vivir cada día).

Socialismo y feminismo son, en esta perspectiva, proyectos que integran en un mismo sueño la posibilidad de que nuestras vidas pasen a ser plenamente decididas por nosotras mismas, terminando con la enajenación, que es producto de más de 500 años de imposición de un sistema que estableció a sangre y fuego el dominio del capital y de la cultura patriarcal –propios de la mal llamada “civilización”–.

La propiedad privada de la tierra, de los medios de producción, de las riquezas generadas por el trabajo, se estableció en América Latina como parte de los mecanismos de saqueo, de devastación de la naturaleza. Si los invasores se pudieron establecer en estas tierras, negando y aplastando a las culturas pre-existentes, fue a costa de una enorme violencia, de crueles genocidios, de la esclavización y el sometimiento a servidumbre de miles de hombres y mujeres.

Genocidio e impunidad son las cartas de presentación de la “civilización” occidental en Nuestra América, que hoy continúan con las políticas imperialistas de militarización del continente, de establecimiento de bases militares en nuestros territorios, con la criminalización de la pobreza y la judicialización de la protesta social.

En pleno siglo 21 volvemos a tener en el continente golpes de Estado y dictaduras, como la hondureña, que busca ser “legitimada” por gobiernos que se dicen “democráticos”, en el marco del Sistema de Integración de Centro América (SICA) o en la OEA. Sufrimos también desgobiernos como los de Colombia, elegidos en procesos fraudulentos, financiados por los fondos norteamericanos y europeos. Sigue habiendo intervenciones militares, como en Haití, que profundizan las políticas de pobreza y de represión, e incluso articulan respuestas militares frente a las catástrofes naturales. El colonialismo no sacó la bota de América Latina, que continúa aplastándonos en el imperialismo y en los mecanismos renovados de saqueo y de violencia.

Hace más de 500 años la extracción de las riquezas en el continente, mediante el trabajo esclavo, fue una de las fuentes decisivas para sostener y enriquecer al capitalismo naciente en Europa, y una clave fundante de los procesos coloniales. Su legitimación implicó una operación cultural de “naturalización” de estos mecanismos brutales, que requerían la inferiorización de las mujeres y su domesticación. Se estableció así una íntima conexión entre el patriarcado, como sistema de opresión de la mujer, y el capitalismo, como sistema de explotación de los trabajadores y trabajadoras por el capital.

La cultura patriarcal contribuye a mantener a la gran mayoría de las mujeres en una situación de desvalorización social, de marginación económica, de “invisibilidad”, de negación de su lugar en la historia, de mercantilización de sus cuerpos. Esto está ligado tanto a la necesidad de mantener bajo control la propiedad, como a la de vigilar la sexualidad de las mujeres, y así la “herencia” patrimonial. La forma de organización familiar compatible con ambos objetivos es la familia monogámica, cuyo “par complementario” es la prostitución.

La familia monogámica está organizada sobre la base de la opresión patriarcal de todas las mujeres, que impone sobre unas –las mujeres destinadas a esposas– control y vigilancia sexual, a la vez que destina a las otras a la prostitución pública.

Los cuerpos de las mujeres, en esta historia, han sido y siguen siendo parte del botín colonial. Apropiados salvajemente, avasallados, violados, torturados, secuestrados, no solo en los marcos de las invasiones, de las guerras, de las dictaduras, sino incluso como parte la “normalidad” del sistema en el que los femicidios, la trata de mujeres, la sobre-explotación de las mujeres, la división sexual del trabajo, son parte del cotidiano que sufrimos.

Situaciones constitutivas de las súper ganancias de los poderosos, y del “plus” que es plusvalía –explotación del capital al trabajo–, y también es plus de opresión en el hogar, donde las mujeres gastamos nuestras energías y nuestro tiempo “al servicio de…”, siempre para otros, en nombre… “del amor”.

La dominación de las mujeres no ha sido, ni es solamente producto de la subordinación a los hombres colonizadores, sino también a los hombres colonizados.

La cultura de los violentos vencedores se volvió dominación, pero también sentido común entre los vencidos y vencidas.

Cuando denunciamos la marca colonial de esta dominación, tenemos en cuenta que la “civilización” occidental, que sojuzgó –y continúa sojuzgando– a las mujeres, tiene como antecedente histórico directo el feminicidio –a través de la caza de brujas– a lo largo de varios siglos en Europa, ordenada por la “Santa Inquisición”. Cuando en la actualidad los sectores hegemónicos de las Iglesias reaniman el fundamentalismo como doctrina de guerra contra las mujeres, están actuando en continuidad con aquellos antecedentes.

El proceso de acumulación primitiva del capital se produjo a partir de la expropiación violenta de los campesinos en Europa, de la conquista y el saqueo del Tercer Mundo, y de la ruptura de la propiedad –el quiebre de la relación directa entre el ser humano y la tierra–.

En este proceso se desposeyó a la masa campesina de la tierra y de su relación histórica con ella, y simultáneamente se separó a las mujeres de la esfera productiva, convirtiéndolas en amas de casa –cuyo aporte al trabajo doméstico es negado– o en obreras sobreexplotadas.

La división sexual del trabajo fue la primera forma de la división social del trabajo.

Federico Engels analizó que el tránsito del matrimonio por grupos hacia la organización de la familia monogámica implicó, por parte de las mujeres, la pérdida del valor social de su trabajo: productoras de bienes de uso, las mujeres quedaron recluidas en el espacio doméstico.

En los últimos años, como consecuencia de la profundización de la crisis capitalista y de su impacto en el Tercer Mundo, se acentuó la “feminización de la pobreza”, que ha tenido como contrapartida, la “feminización de la resistencia”.

El concepto de “feminización de la pobreza” se refiere no solo a las diferencias objetivas existentes entre hombres y mujeres en lo que se relaciona con el acceso al trabajo, el salario, a los derechos laborales, sino también a las distintas maneras en que hombres y mujeres experimentan la pobreza.

En las mujeres esos efectos se agravan, tanto por el rol social que se nos asigna en el plano de la vida privada, como por la amplia gama de discriminaciones y estereotipos a los que estamos sujetas. En el contexto del ajuste neoliberal, las mujeres funcionamos como fuerza laboral secundaria y marginal, utilizada por el sector empresario para bajar los costos de producción.

El retiro del Estado de los servicios sociales de salud, transporte, educación, etc., ha significado un incremento del trabajo doméstico y de los trabajos “flexibilizados”, sin cobertura social, a través de los cuales las mujeres tratamos de compensar estas carencias. Las dobles y triples jornadas, la extensión e intensificación del trabajo femenino, sigue siendo la base para la acumulación y ganancia capitalista.

La inserción de las mujeres en el mercado de trabajo, sin superar la división sexual del trabajo, ha llevado a ubicar a las mujeres en las áreas de peor calidad de empleo, manteniendo brechas de ingresos, con tasas de desempleo que son el doble de las masculinas, y sin protección social. Hay una avalancha de mujeres jóvenes en el mercado laboral. Las economías volcadas a la exportación reprimarizada –como lo son la mayoría de las economías latinoamericanas–, incluyen cada vez más la “exportación” de seres humanos. Es el fenómeno de las migraciones masivas, que en el caso de las mujeres vienen marcadas por la migración para el servicio doméstico, la trata de personas y la explotación sexual.

La situación actual aumenta la vulnerabilidad de las mujeres campesinas e indígenas, expulsadas a diario de las tierras por las políticas de concentración y destrucción, llevadas a cabo por las transnacionales, en convivencia de los gobiernos nacionales y locales. Frente a esto crecen las organizaciones campesinas, y el lugar en ellas de las mujeres que defienden la soberanía de los bienes naturales como la tierra, el agua, los territorios, la soberanía alimentaria, revalorizando la agricultura campesina, y denunciando las destrucción de las tierras, de vida de los pobladores y pobladoras por el uso del monocultivo, y por los daños que causan las transnacionales en nuestros países.

Estas iniciativas son parte de una cultura socialista y feminista, que va creciendo en la práctica social concreta, apuntando a recrear los vínculos solidarios entre hombres y mujeres, y de estos y estas con la naturaleza.

El encuentro del socialismo y del feminismo es fundamental a la hora de pensar, en nuestro continente, la interacción de las diferentes opresiones: clase, raza, género, y para poder proyectar tanto las alianzas necesarias, como una teoría de la transformación social que permita constituir un sujeto colectivo que abra caminos emancipatorios, y que conjugue a un mismo tiempo la lucha por todas las libertades.

Socialismo y feminismo son parte del horizonte estratégico de las luchas de las mujeres, pero podrían y sería interesante que se volvieran parte también de los objetivos de todas las organizaciones emancipatorias, volviéndose una meta también de los hombres, de las diversidades sexuales, es decir, de todos y todas las que pretenden crear una nueva sociedad, un nuevo mundo en el que quepan todos los mundos, todas las sensibilidades, todas las subjetividades históricamente oprimidas.

La experiencia anticolonial en América Latina, los cinco siglos de resistencia indígena, negra, feminista, popular, se vuelve así un camino para inventar nuevas relaciones entre los seres humanos, y de los seres humanos con la naturaleza, superando las visiones occidentales de dominación y explotación, en todas las dimensiones vitales.

Hablamos de un feminismo popular, insumiso, socialista, que cuestiona a las concepciones patriarcales de ciertas izquierdas, y también a las perspectivas domesticadoras de un feminismo burgués, funcional a las políticas de explotación capitalista.

Hablamos también de un socialismo construido desde abajo… que cuestiona las concepciones que en nombre del socialismo sostuvieron y reprodujeron opresiones.

Un socialismo que, al decir de Mariátegui, no será calco ni copia, sino creación heroica de los pueblos.

Feminismo y socialismo de los pueblos, como parte del desafío de unir en un mismo cuerpo colectivo las rebeldías frente a la explotación capitalista, a la violencia imperialista que mata/ invade/ destruye en nombre de la absurda racionalidad occidental; para desafiar la opresión patriarcal, el racismo, la xenofobia, el neocolonialismo transnacionalizado.

Es imprescindible asumir todas las dimensiones de esta batalla cultural, como un gesto cotidiano de descolonización, como una creación que se reconoce en cada cicatriz, en la que nuestros cuerpos se vuelvan los territorios complejos de los que partimos para el amor y para la rebeldía, y en los que la revolución no quede inscrita como un sueño eterno, sino como una vivencia permanente y cotidiana, como una revolución en las revoluciones conocidas y en las revoluciones que seguimos inventando, con voluntad, trabajo, imaginación, y el deseo liberado de cambiar al mundo.

Fuente: https://kaosenlared.net/america-latina-socialismo-y-feminismo-en-el-horizonte-estrategico-de-las-luchas-populares/

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Educación y socialismo1 (I)

Por: Luis Bonilla-Molina

Ensayos sobre las similitudes y diferencias entre el pensamiento pedagógico liberal y el socialista.

 

En este ensayo y las sucesivas entregas de esta serie, utilizaré la interrogante respecto a si se deben o no colocar tareas escolares para que los estudiantes las realicen en casa, como un «pretexto» para revisar la relación de las teorías pedagógicas con el pensamiento capitalista y/o las resistencias anticapitalistas.

Continúa abierto el debate respecto a la pertinencia o no, de colocar tareas a los y las estudiantes para que estos las realicen en casa. Esta no es una discusión solo sobre corrientes pedagógicas, sino que contiene en sí elementos de tres asuntos convergentes. El primero, el rol de los padres y/o la familia en el trabajo educativo; segundo, la eficacia pedagógica de la extensión del trabajo del niño, niña o el adolescente fuera del contexto escolar; y tercero, sobre el uso del tiempo libre de los y las estudiantes. Todo ello en el marco de la tercera revolución industrial y los anuncios del cuarto giro global de innovación tecnológica. Por supuesto que estos elementos no son neutros, están mediados por posiciones ideológicas. En este artículo, trataremos de hacer una apretada síntesis de los entretelones que giran alrededor de este asunto.

Aclaro que este trabajo no tiene pretensiones de neutralidad epistémica, por el contrario, es un esfuerzo desde las pedagogías críticas por reconstruir parte de nuestra historia, utilizando para ello la resolución de una interrogante que surge en la cotidianidad de la acción educativa. La intención no es otra que tratar de avanzar en la comprensión de la complejidad que tiene en el presente responder cualquier asunto pedagógico, en medio de la actual crisis civilizatoria derivada del impacto de la revolución científico-tecnológica en el sistema capitalista dominante y su modo de producción. Crisis que nos afecta a quienes reivindicamos un cambio estructural de la sociedad, en la medida que no desarrollemos una teoría revolucionaria para los nuevos tiempos. Estamos hablando de la necesidad de reactualizar el pensamiento de izquierdas y con ello a las propias pedagogías críticas.

A partir del texto de Friedrich Engels (1820-1895) «El origen de la propiedad privada, la familia y el Estado» (1884) y otros aportes del marxismo clásico ubicados en esa misma perspectiva, se desarrollaron líneas de trabajo que planteaban que la educación era una tarea exclusiva del Estado mediante la escuela única2 y que la familia cumplía un rol accesorio en los procesos educativos. Progresivamente, el pensamiento socialista se distanció de estas posiciones, ubicando la disolución de la familia burguesa en el horizonte comunista, no en la transición socialista y mucho menos en el capitalismo. Las «Cartas a sus hijos desde la cárcel» (1928-1934) de Gramsci (1891-1937), muestran el compromiso del revolucionario italiano y su esposa rusa, Julia Schucht (1894-1980), en la educación de ellos, mostrando que la formación de los niños es una labor que la escuela socialista comparte con la familia.

También encontramos vertientes de la educación popular que niegan toda forma de escuela y mucho más de sistema escolar, pero no por ello dejan fuera de la estrategia pedagógica a las familias. Sin embargo, el eje central de este ensayo es sobre sistemas escolares y escuelas, razón por la cual en este momento solo les mencionaremos. Estas vertientes están asociadas a epistemologías que van desde los arquetipos protomarxistas, anarquistas hasta algunas expresiones de la teología de la liberación. En este último caso, las manifestaciones de pensamiento conservador o anti escuela, están muy asociados a la caracterización que históricamente hace la iglesia católica respecto al papel jugado por la escuela moderna, con su actitud científica y anti dogmática, en la pérdida de influencia y liderazgo social de la institución religiosa. Para esta última variante, los pedagogos pueden ser sustituidos por «gente de buenos principios morales», con vocación de servicio y capacidad «innata» para enseñar, que trabajen las necesidades educativas del lugar y la gente, para quienes la docencia sea un apostolado y no un trabajo; la escuela es útil si es controlada por las jerarquías religiosas, directamente o a través de laicos comprometidos con la fe. Su ataque a la escuela, al estatus científico de la pedagogía y a los profesionales de la docencia, es formulada desde un lugar epistémico restaurador, en contraposición a las expresiones revolucionarias del grueso de educadores pertenecientes a la teología de la liberación. En realidad, las propuestas de los conservadores religiosos pretenden ocultar que su propósito real es restituir la influencia de la teología en la reproducción del conocimiento y la generación de conciencia.

Las pedagogías críticas deben trabajar para la alianza entre escuela, familia y movimiento social en la educación de los niños, niñas y adolescentes. Buena parte de las resistencias anticapitalistas en el siglo XXI tienen como lugar de enunciación lo comunitario, cuyas bases están conformadas por familias que hacen de la lucha, la solidaridad y la ayuda mutua, herramientas para la construcción de otro mundo posible. Desde esa mirada, nos aproximamos a la respuesta de la interrogante que motiva este artículo, desde una perspectiva histórica con las herramientas epistémicas de la dialéctica fenomenológica.

  1. Eficacia pedagógica de las tareas

La educación clerical, impulsada en occidente por siglos, fundamentalmente por la iglesia católica, entendía la enseñanza de la lectura, escritura, literatura, ciencia de la vida y cálculos básicos como un medio para reproducir la cultura dominante durante un periodo que abarcó siglos. Esta enseñanza fortalecía el dogma y contribuía a construir y consolidar la moral necesaria para mantener el estatus quo. En ese sentido las tareas educativas para la casa estaban asociadas a la repetición para garantizar la consolidación de los aprendizajes, la búsqueda controlada de nuevos referentes del paradigma teológico y el monopolio del tiempo del infante, visto éste como el ser que no piensa por sí mismo y a quien hay que «tener ocupado» para limitar sus posibilidades de «mal comportamiento». Muchacho no es gente y hay que tenerlo ocupado para evitar que invente cosas inaceptables y se comporte mal, reza el dicho popular que resume este paradigma.

Como las letanías, la repetición una y otras veces de normas, procedimientos y contenidos, hasta que se lograra memorizar el conocimiento, constituía el indicador claro de aprendizaje. No importaba que se comprendiera como se llegaba a la cosa, si éramos capaces de describir y hablar de ella. El conocimiento era visto como un objeto del cual había que apropiarse. Los bordes, el contorno, el contenido y el envase eran más importantes que comprender la esencia y las causas de la cambiante forma. Las planas para aprender por reiteración, los problemas matemáticos para fijar las reglas, los dictados para verificar el correcto uso de la ortografía, la lectura mecánica para memorización, la descripción de los personajes y sus historias eran desprovistas de las reales contradicciones de su tiempo histórico. La indagación sobre términos y expresiones de la ciencia «buena» servían para aprender del mundo sin disgustar a Dios y, los cuestionarios que se debían responder eran para evidenciar los aprendizajes alcanzados en los distintos temas; todo ello constituía la expresión y corpus de las tareas que se debían realizar en el hogar, como complemento de la labor del o la maestra(o), bajo este paradigma. El pasado y el presente se presentaban como categorías estáticas y amigables en una misma construcción narrativa; el futuro ya estaba escrito. Por supuesto, había resistencias y fugas permanentes a este modo educativo, pero no eran lo hegemónico.

Se pedía el involucramiento de los padres en el acompañamiento a los deberes extra escolares para que la familia se apropiara de las líneas gruesas del conocimiento impartido en clase, construyendo hegemonía cultural y como generalización del protectorado permanente de una niñez que era vista como quienes no pensaban por cabeza propia, los infantes. El Estado y la familia se complementaban en el orden social y la gobernabilidad del sistema. Cuando por diversas razones los padres no podían cumplir esta labor, ya les había quedado claro que la educación clerical enseñaba el vivir el conocimiento en «correcta moral». En ese periodo, el empleo de especialista en tareas dirigidas emergió como un oficio que resolvía las limitaciones de acompañamiento por parte de la familia.

Si hacemos antropología pedagógica encontraríamos que en este periodo la pedagogía científica en construcción se centraba en las formas didácticas y la autoridad del conocimiento que residía en el educador. Fue un periodo de abundantes tareas para la casa, básicamente de carácter mecánico para afirmar y consolidar lo aprendido que era una verdad inamovible.

    1. La escuela moderna

Con el surgimiento del sistema capitalista emergen dos metarelatos, el liberal burgués y el socialista; ambos coinciden en el potencial de la escuela y la educación para el desarrollo de su horizonte estratégico. Ambos también comparten la preocupación respecto al rol regresivo de la iglesia católica en cualquier empresa reformadora.

Por ello, la hibridación y el eclecticismo que encontramos en muchas propuestas pedagógicas que se abordan carentes de historicidad y epistemología de origen, donde se pretenden fusionar el agua con el aceite educativo; incluso algunos erróneamente llegan a decir que hay una u otra propuesta educativa sin trasfondo político, que por su carácter «humanista» se pueden aplicar en el capitalismo o en el socialismo más allá de la ideología.

En la mundialización desde Cristóbal Colón y Vasco da Gama hasta nuestros días (2018) de Eric Toussaint (1954- ) se muestra como la conquista de América fue parte del proceso que posibilitó la eclosión del sistema capitalista a escala planetaria. En nuestra américa antes de la llegada de los colonizadores, existían modelos educativos propios, en los cuales las familias jugaban un rol central, incluso, en lo que hoy denominados desde la lógica de sistemas escolares, como tareas para el hogar. El carácter de reproducción cultural y de sostenimiento de la hegemonía de las formas de poder existentes antes de la conquista eran el núcleo del mundo educativo en todo el territorio que fue conquistado.

Los proyectos de independencia nacional y de construcción de Repúblicas en América Latina y el Caribe fueron parte de la dinámica de restructuración y expansión del capitalismo a escala planetaria. A partir de las explicaciones de Ernest Mandel (1923-1995) podemos entender de manera clara los rasgos del capitalismo tardío en América Latina, el cual tuvo un ciclo largo de hegemonía monárquico-girondina que hizo parecer exageradamente progresista el desembarco de las ideas liberales en el continente.

Ya en el siglo XIX e inicios del XX encontramos que en la región las ideas liberales y socialistas no siempre tuvieron claras sus fronteras. En la obra del uruguayo José Enrique Rodó (1871-1917), especialmente en su libro Liberalismo y Jacobinismo (1906) encontramos pistas al respecto. Rodó fue considerado como uno de los maestros paradigmáticos de la juventud que llevó adelante la «reforma de Córdoba», hecho que marcó un punto de inflexión en el debate respecto a la universidad que necesitaba el capitalismo liberal y la revolución socialista en la América Latina y el Caribe del siglo XX, en el marco de la primera y segunda revolución industrial2.

El surgimiento de los Ministerios de Educación, las leyes de Educación y el nacimiento de los centros de formación docente en el continente, fueron vistos con buenos ojos tanto por liberales como por socialistas. El trabajo de Anibal Ponce (1898-1938), especialmente en «Educación y Lucha de clases» (1934) marca una necesaria inflexión al respecto en la región, en lo que se refiere a la definición de los campos ideológicos en materia educativa, pero lamentablemente su obra fue ampliamente difundida en nuestros países solo décadas después.

La escuela republicana sería una mixtura de lo viejo con lo nuevo, que no terminó de liquidar la herencia pero que tampoco se negó al encuentro con lo nuevo que hegemonizaba lo educativo. Por ello, la escuela capitalista en América Latina no fue nunca una copia precisa ni un calco perfecto de las visiones española, francesa, anglosajona o portuguesa, sino que fue adquiriendo una identidad propia que era el reflejo de su adaptación contingente al capitalismo y la lógica del mercado.

La escuela moderna es una estructura organizativa que evidencia la hegemonía del paradigma positivista. Su lógica evolutiva, escalar, segmentada, replicable, verificable, estandarizada, homogénea en cada uno de los grados escolares y estos a su vez en niveles y modalidades, es un espejo en el plano educativo del mundo de la ciencia, la fábrica, la producción. Es esta lógica lo que hace posible que contemos con un modelo de sistemas escolares más o menos homogéneos en el mundo, que hoy posibilite la normalización capitalista de las políticas educativas3.

Con la escuela moderna la pedagogía adquiere el nivel de actividad científica4, al ser definidos y estructurados los principios, rituales, componentes, protocolos y procedimientos que le eran propias, profesionalizándose la docencia y adquiriendo el plantel escolar un papel central en la gobernabilidad del mundo político, económico y social que le había resultado esquivo en el pasado. Ahora la escuela estaba en el centro de la reconfiguración económica, política y social del mundo. Surgía la sociedad capitalista y con ella la escuela adquiría nuevos encargos que demandaban su adscripción al paradigma científico. Dinámicas éstas que en buena medida vinculaban a la escuela a las premisas del emergente modo de producción capitalista: insumos, procesos y productos, pero también a la construcción de mentalidad civilizada, indispensable para la gobernabilidad.

Esta nueva lógica educativa tenía tres grandes expresiones. La primera, conocimiento ilustrado, asociado al método científico. Segunda, lo que genéricamente se denominó desarrollo integral de la personalidad de los y las estudiantes, que en realidad está asociado al concepto de civilizado, ilustrado, en la cultura occidental. Desde la perspectiva capitalista, la mentalidad de consumo, la cultura del consumo, aparece vinculada a la noción del ser civilizado. La tercera, se generaría en un último momento, derivada de la construcción de un modelo ideal de gobernabilidad, la democracia liberal o representativa burguesa, que requeriría la confluencia de múltiples institucionalidades, en este caso la escuela, para la construcción de ciudadanía.

Las izquierdas pedagógicas siempre problematizaron estas tres dimensiones del quehacer de la escuela moderna. En la primera, vinculando el conocimiento a su utilidad en la justicia social y la distribución equitativa de la riqueza. La valoración de los otros conocimientos, las integraciones de los múltiples referentes del saber con las nociones derivadas del mundo de las ciencias surgen como otros caminos posibles del método científico. Luego se abriría un debate, aún en curso, sobre las formas descoloniales del saber, que desde las pedagogías críticas expresan una hibridación entre verdades científicas y saberes, en una nueva forma de conocimiento territorializado, enunciado y construido desde el lugar. En la segunda dimensión, la construcción de pensamiento y perspectiva crítica como único antídoto real al consumismo. Se trataba de crear las condiciones cognitivas para que los estudiantes no solo se apropiaran del mundo en su real expresión como un lugar que es posible cambiar, sino que a partir de ello fuera posible iniciar la transformación de su realidad como punto de partida en la construcción de otro mundo posible. Sin embargo, en algunos casos el pensamiento crítico llegó a ser visto como un producto y como un proceso, sufriendo este una especie de metamorfosis en mercancía cultural que inducía a una especie de consumo del pensamiento crítico para ser civilizado. En la tercera expresión, se plantea la importancia de una personalidad colectivista y un desborde creativo de la ciudadanía, en la construcción compartida de conciencia crítica. Efectivamente la escuela contribuía a modelar el comportamiento social, pero no solo para el orden, sino que desde las izquierdas se asume la rebeldía como anti normatividad y camino disolutivo de las reglas del poder dominante. La idea civilizada del proceso guiado del buen salvaje al buen revolucionario orientaba a una parte importante de la acción educativa de izquierdas.

La expansión y construcción de hegemonía de la pedagogía moderna en los procesos educativos, está profundamente asociado a los requerimientos que derivaban de la primera y segunda revolución industrial, tanto para la dominación como para la liberación. La pedagogía se convierte en una síntesis epistémica respecto al cómo educar ya sea para la lógica del mercado o de la sociedad de hombres libres, en la futurica social que emana del liberalismo y/o del socialismo.

Por ello, la pedagogía se ha visto tensionada de manera permanente entre los campos del poder establecido y de las revoluciones. La burguesía y el proletariado industrial son hijos de las dos primeras revoluciones industriales y sus narrativas, imaginarios e ideología terminan aflorando de una u otra manera en los enfoques pedagógicos de la escuela moderna, hecho que si lo descuidamos puede terminar confundiendo a los educadores desprevenidos, que se aproximen a la teoría educativa con una lectura despolitizada. Las ideas liberales y socialistas, asumidas por clases sociales diferenciadas respecto a su relación con los medios de producción capitalista, se disputan el control del Estado y es precisamente ese Leviatan moderno quien ahora regenta la educación mediante la figura de sistemas escolares, razón por la cual es imposible la existencia de una neutralidad pedagógica en medio de campos opuestos y en disputa por el control del Estado Moderno.

En lo que sí coinciden liberales y socialistas es en la potencialidad de la ciencia, la innovación y el campo tecnológico para el desarrollo de la sociedad. Sin embargo, el impacto negativo sobre la naturaleza, la vida humana y la sociabilidad de una ciencia orientada fundamentalmente por el lucro, la ganancia y el consumo generó desde muy temprano serios cuestionamientos sobre los referentes éticos, ontológicos, epistemológicos y paradigmáticos de esta ciencia. La fe en la ciencia comienza a ser superada por una visión más relacional del conocimiento, que reconoce las tensiones entre poder y ecología en detrimento de la segunda, entre felicidad y opresión, igualdad y libertad, que fueron nociones menos trabajadas en los originales desarrollos del materialismo histórico.

Las carencias en esta problematización de la ciencia, fundamentalmente en lo referido a su impacto en la reintegración de los hombre y mujeres a la naturaleza, impactaron al propio campo marxista que en un primer momento tenía una mirada positivista, cientificista del mundo y la educación. Evidencias de estas perspectivas abundan en los prolegómenos teóricos y prácticos de la revolución de octubre y en su devenir. El humanocentrismo socialista constituyó un desarrollo opresor que impedía la relación armónica e integrada de los seres humanos con el resto de la naturaleza, solo posible por la hegemonía de la fe en la ciencia, vista ésta como una entidad éticamente auto referenciada en su utilidad y para el bienestar de los hombres y mujeres. Una vertiente de la modernidad construyó un imaginario de la naturaleza según la cual ella era un recurso, inagotable o sustituible, cuyo destino estaba supeditado al bienestar de la «externalidad» humana. Ello conspiraba incluso contra otras aproximaciones racionales al tema, derivadas de la propia episteme moderna, liberando de frenos sociales al uso de la ciencia y las tecnologías de gran escala, lo cual desde la experiencia del socialismo real acarreó perversos impactos en el conjunto de la vida en el planeta, de lo cual Chernóbil () o la presa de las tres gargantas () fueron solo expresiones. La fragmentación de los hombres y mujeres como entidades abstraídas de la naturaleza tendría serias repercusiones en el campo de las ideas socialistas, con ecos aún en el siglo XXI.

Los cuestionamientos al uso incontrolado de la ciencia y las innovaciones tecnológicas, también estuvieron mediados por algunos paradigmas e ideologías de carácter pre moderno, que no siempre estaban liberados de su carga opresora. Una vez que se asoman los primeros cuestionamientos al impacto del positivismo científico en la naturaleza, la mirada religiosa se apresuró a construir una narrativa «actualizada» que cuestionaba el método científico y buscaba legitimar toda «verdad» subjetiva como otra ciencia posible, pero que sin embargo no rompía con su tradición de legitimar las rentables lógicas del mercado, incluida la explotación indiscriminada de la naturaleza, siempre y cuando sus promotores contribuyeran al esquema de financiamiento del poder clerical. Además, en el plano educativo el debate sobre el positivismo y el método científico, que no fue planteado como una agenda para su eliminación sino para su revisión crítica, le sirvieron de punto de partida a miradas neo metafísicas para generar argumentos sobre una «ciencia» de las especifidades, de cada uno, que colocaba la transformación social nuevamente en el plano del «cambio personal», admitiendo todo como «conocimiento válido» y planteando la relatividad de replicar conocimientos5. Para este enfoque, eran igualmente válidos y tenían el mismo estatus epistemológico, si alguien se sanaba después de una operación efectuada mediante un protocolo replicable, de otra persona que lo hacía mediante la intervención espiritual «milagrosa» de un santo o mediante la «imposición de manos» y, ambos casos, eran considerados desde esta posición, como hechos irrefutables, colocando al campo de la ciencia en un nuevo terreno teológico.

Otros, cuestionaron el método científico, abriéndose a otros protocolos para llegar a generar conocimiento verificable y repetible, admitiendo la singularidad y expresión contextual de los resultados. Esto último posibilitó el desarrollo de otras metódicas para avanzar por caminos distintos en los campos de la química, la física o la biología. La evolución de la física cuántica, por ejemplo, es un resultado de esta otra lógica científica. En el campo de las ciencias sociales se tuvieron que romper los paradigmas del evolucionismo histórico, el historicismo lineal, el determinismo funcionalista, los condicionantes predeterminados del comportamiento social, los restos de las consideraciones referidas a la supremacía de la teoría sobre la práxis social y la separación del hombre respecto al resto de las formas de vida, para poder avanzar en su redimensionamiento. De este giro provendrían los métodos de investigación acción participativa, los estudios comparados de carácter dialéctico, entre otros muchos.

Como veremos más adelante, el propio campo del materialismo histórico debió reconfigurarse para empalmar con los nuevos desarrollos de las otras miradas emancipatorias en las ciencias. En el caso de la educación, los avances para su tiempo histórico realizados por Jean Piaget6(1896-1980), Lev Vytgoski (1896-1936), la neurociencia especialmente los procesos de construcción de consciencia, la plasticidad del cerebro y la cognición con sus procesos de toma de decisiones, así como los trabajos de Howard Gardner (1943- ) con los estilos de aprendizaje, plantearían desafíos interesantes para el marxismo. El desarrollo de la física cuántica incita a nuevos retos para la fenomenología dialéctica, tarea aún pendiente para las ideas socialistas-

La rápida burocratización de la experiencia bolchevique posibilitó el emerger de lecturas problematizadoras en el campo socialista que están en los orígenes de la pedagogías críticas, especialmente los trabajos de Marcuse (1928-1929), respecto precisamente a la importancia de lo fenomenológico, la superación del mecanicismo histórico, el problema de los imperativos morales kantianos en la visión marxista del hombre nuevo, la filosofía concreta y la necesidad de considerar al pensamiento socialista como un campo abierto, en permanente construcción y actualización; así como los desarrollos de la Escuela de Frankfurt en distintos campos pero en especial sobre las subjetividades, la importancia de las singularidades en los recorridos colectivos y la noción de justicia social.

De especial importancia para la educación y los orígenes de las pedagogías críticas resultó el desarrollo marcusiano de la fenomenología dialéctica, que dicho sea de paso nada tiene que ver con mucho de lo que hoy conocemos como fenomenología educativa, que esconde su despolitización, en una lectura de Edmund Husserl (1859-1938) sin vínculo con su tiempo histórico y descontextualizada con el presente, así como en un seudo debate de lo cualitativo como superación de lo cuantitativo, cuando en realidad estas dos dimensiones están dialécticamente integradas. Sobre ello volveremos más adelante.

Con el capitalismo avanzado, la mujer se incorpora de manera más decisiva al mundo del trabajo asalariado, eso sí en condiciones laborales discriminatorias, sin que ello implique el abandono de sus oficios y responsabilidades en el hogar, expresándose redobladas formas de explotación. El patriarcado es inmanente a la lógica del capital y aunque en la sociedad capitalista ambos padres trabajen, las mayores cargas de tareas en el hogar continúan recayendo sobre las mujeres trabajadoras. En la medida que se profundiza la sobre explotación laboral, los padres de familia deben extender las horas extras o redoblar los turnos en las fábricas y lugares de empleo para alcanzar salarios de sobrevivencia; hecho que cada vez más les aleja del hogar. En ese contexto el debate sobre las tareas de los estudiantes en casa, las cuales implicaban un acompañamiento por parte de los padres, ha resultado a través del tiempo un tema sustantivo, de interés generalizado. Desde las pedagogías críticas hemos subrayado que la familia trabajadora es parte del proyecto emancipatorio, razón por la cual cualquier estrategia educativa tiene que contar con la vinculación y participación de los padres, para lo cual es fundamental incorporar esta aspiración a las luchas reivindicativas que se presentan en la disputa entre capital y trabajo.

La escuela moderna, desde distintos lugares de enunciación ideológica y paradigmática es homologada con el performance de la fábrica. Ello llevaba implícita una concepción del docente como «obrero» intelectual, quien debería cumplir labores específicas (insumos) y estructuradas (procesos) en la «fábrica escuela» para obtener el producto esperado, que para la ideología liberal burguesa estaba asociado a habilidades para la vinculación con el mundo de las mercancías, el consumo y la ciudadanía mientras que, para las ideas socialista se asocia a teoría crítica, transformación de la realidad y desborde de la ciudadanía. El perfil del egresado se convierte en el lente ajustable de la actividad educativa, que tanto a liberales como a izquierdistas les permite afinar la mirada cuando se trata de dibujar la agenda educativa en cada coyuntura histórica.

A pesar de los determinismos en cada uno de los campos socialmente enfrentados, rápidamente en la escuela moderna y las corrientes pedagógicas de este periodo, tanto liberales como socialistas, se comienza a dudar de la eficacia de la enseñanza exclusivamente repetitiva y memorística inherente a la epistemología dogmática. Esto se debe a la evidencia empírica respecto a las limitaciones o precaria utilidad para el modo de producción capitalista pero también para la revolución, de una escuela sin capacidad de pensar y actuar en lo nuevo.

El debate sobre las ciencias llega de manera tardía al campo educativo, impactado en el momento de estructuración de los sistemas escolares en América Latina y el Caribe, por las ideas de Henri de Saint-Simon (1760-1825), Auguste Comte (1798-1857) y John Stuart Mill (1806-1873) como lo podríamos observar en las apuestas educativas de Lancaster. Para el positivismo educativo la experimentación era el camino para alcanzar un conocimiento replicable, objetivo, que pudiera en un momento dado colocarse en los circuitos de producción y circulación de mercancías en cualquier espacio y tiempo, pero también para trabajar la transformación a partir de un programa mínimo que contuviera en su interior las claves replicables de la ideología socialista.

El positivismo educativo se centró en hechos y leyes que permitieran la reproducción de todos los resultados y conocimientos considerados de rango y valor científico. De allí, que necesariamente surgiera un punto de bifurcación epistémica con esta premisa desde las pedagogías socialistas, las cuales se centran en conocer las causas que originan el hecho y los principios replicables para generar la contradicción que posibilite romper con esas causas y abrirle paso al nuevo incluido revolucionario. Esta ampliación del horizonte epistémico no significa necesariamente una ruptura con el positivismo sino una derivación.

Bajo el paradigma positivista en educación, el tema de la enseñanza-aprendizaje en los sistemas escolares tiende a adquirir una lógica pedagógica que lo estructura en los distintos campos disciplinares de enseñanza de la siguiente manera: conceptos, subconceptos, procedimientos, comparaciones y pensamiento relacional, aplicabilidad del conocimiento, experimentabilidad y verificación de la repetitividad del aprendizaje. Desde el liberalismo educativo la secuencia y el producto son parte de la reingeniería social que promueve el capitalismo para asegurar la optimización del funcionamiento del sistema. Desde el pensamiento socialista esta epistemología se amplía llevándola a las formas y expresiones que garanticen utilidad para la transformación social y construcción compartida del conocimiento, construyendo mentalidad colectiva.

Inicialmente las pedagogías enmarcadas en la mirada del mercado se concentran en la competitividad y el individualismo dentro de las dinámicas de aprendizaje, mientras que, en las pedagogías socialistas en la cooperación, la solidaridad y el trabajo en equipo. Individualismo versus colectivismo son los dos grandes campos paradigmáticos que enfrentan a las pedagogías liberales y socialistas, en el marco del desarrollo de la primera y segunda revolución industrial en el siglo XIX. Ambas comparten el paraguas del paradigma positivista.

Para garantizar el logro de esta secuencia, sincronización y complementariedad de procesos educativos se estructura una mecánica de lo pedagógico, que se fundamenta en desarrollos que habían sido logrados en distintos momentos históricos, asociados ahora a los procesos de enseñanza-aprendizaje. La visión de engranaje de piezas y de funcionamiento sistémico resultan fundamentales en las expresiones de lo educativo de ese momento, cuya teleología pasa a ser determinada por el Estado como garante de la orientación estratégica de la escuela y del oficio del educador.

(Continuará……)

1 Maestro e investigador desde el enfoque de las pedagogías críticas. Sus trabajos contienen un enfoque comparativo.

2 Mi planteamiento es que debemos superar la aproximación a las contradicciones capital-trabajo como un todo petrificado y analizar la movilidad de estas contradicciones en la medida que se desarrollan las revoluciones industriales.

1 Escrito a solicitud del portal de los maestros «Otras Voces en educación» en el marco de su tercer aniversario.

2 La escuela única merece un artículo separado solo para analizarlo en detalle. En este artículo solo le mencionaremos.

3 Educación Para Todos (EPT) de la UNESCO; las pruebas PISA y las orientaciones de las OCDE y más recientemente el ODS4 son algunas evidencias de ello.

4 En este artículo no entre en la polémica respecto a si la pedagogía es una ciencia o una confluencia de ciencias. Lo que subrayo es el carácter científico de la profesión.

5 Esto está en la génesis del pensamiento neo autoritario en la escuela que analizaremos en otro artículo.

6 Nahuel Moreno, un destacado dirigente del trotskismo latinoamericano, expresó un interés especial en buscar puntos de encuentro entre Marx, Trotsky y Piaget en su libro: Moreno, Nahuel (1973). Lógica marxista y ciencias modernas. Editorial Pluma. Buenos Aires.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a276606.html

 

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