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Educar para la sociedad humana

Adriana Puiggrós

A pocos días de la tremenda masacre efectuada por terroristas islámicos en la redacción del periódico francés Charlie Hebdo, es necesario afirmar que no hay ninguna justificación que le reste inhumanidad. En cambio debemos ahondar en las condiciones de producción de hechos de esta naturaleza, en cuya serie debemos incluir la reciente matanza de 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, México. Es bien sabido que el terrorismo lleva agua a molinos diversos que no se agotan en sus ejecutores o inspiradores directos; se engarza en la compleja trama del mundo financiero-narcotraficante-racista-expulsivo-armamentista, que expresa al capitalismo de la nueva y peligrosa etapa que está avanzando.

Los protagonistas más visibles son jóvenes, su carne, su sangre, su percepción brutal de la imposibilidad de un porvenir viable, atractivo, que conecte con la vida. Las inscripciones de los jóvenes en las sociedades encuentran profundas diferencias y distinciones, pero son extremadamente escasos los que tienen alguna libertad para elegir, o de ser conscientes de que no está necesariamente inscrito en sus biografías ser instrumentos antes que humanos. Las personas son sensibles a los atractivos de su entorno. El fútbol socializa: agrupa, educa, entusiasma. También hay barras bravas futbolísticas que convocan a jóvenes y adultos desesperados por ser grupo, por pertenecer. Se incluyen en un lema, comparten un cántico, pero también suelen construir un enemigo mortal en el club rival, o en cualquier otra entidad, inasible, una entidad que les permita recortar un “nosotros”, poner un cerco subjetivo que los saque del llamado a la individualidad absoluta que tienta en este siglo.

La cultura hegemónica no proyecta al ambiente más propuestas que la subsistencia, el consumismo y la lucha por “being someone”, la tremenda frase anglosajona. Descalifica y desgaja la pasión colectiva. La pasión misma ha perdido actualidad y prestigio; afortunadamente subsiste en los deportes. La oferta repetida, y repetida, de cerveza o de Nike, habilita a los chicos a decir ¿por qué yo no? o bien a tomar por sí mismos lo que sea, incluso la vida de los otros por mano propia y a vivir peligrosamente. La opción por la violencia es desprecio por la política y desaliento por la vida social. El estímulo del peligro o la muerte misma alientan a jóvenes que están hartos de la oferta del mundo capitalista yanquizado, de la rutina publicitaria que les exhibe objetos inalcanzables y de la falta de empleo y de oportunidades de estudio. De la ausencia de sentido histórico en la sociedad pragmática. Siniestro destino.

¿Es posible revertir esta situación? En el devenir inmediato de la peligrosa situación mundial, es la política la que tiene capacidad de incidencia directa, no la educación. Pero toda política está cargada de enunciados político-pedagógicos. En la Argentina miles de jóvenes testimonian en las redes sociales y en actos políticos su adhesión y entusiasmo por la realización de los juicios a los responsables del genocidio y la política de derechos humanos de los gobiernos kirchneristas.

Nuestro gobierno, junto a los gobiernos populares de América latina, juega un papel importante a favor de la paz mundial, basado en la firme defensa de la autodeterminación nacional y regional. En esa postura hay un mensaje pedagógico implícito, una invitación a soñar con la Patria Grande. Como lo hay en el aumento del empleo (miremos la situación de una década atrás), como lo encuentran quienes ahora pudieron terminar su secundaria y los millones de adolescentes que fueron incluidos en el mundo digital desde la escuela pública. Lo hay en la apertura de universidades en los lugares más desfavorecidos. La etapa preelectoral de la Argentina es un momento adecuado para pensar en grande, para habilitar el “inédito viable” del que hablaba Paulo Freire, para embarcar a los jóvenes en proyectos que creen en la posibilidad de una sociedad humana.

Fuente del articulo: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-263801-2015-01-13.html

Fuente de la imagen:http://www.periodicodecrecimientopersonal.com/wp-content/uploads/2014/04/o_DSCN1001-400×300.jpg

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El Pequeño Salvaje

EducaciónTresPuntoCero/01 de julio de 2016

El Pequeño Salvaje es un clásico de François Truffaut estranado en 1970 transmite de un modo conmovedor el amor y la confianza que está en la base de la educación. Permite reflexionar sobre las relaciones entre adiestramiento y aprendizaje significativo sobre un caso real ocurrido en 1800, cuando un niño de once años es encontrado en un bosque francés donde había vivido y crecido entre animales, sin ningún contacto con la civilización, y que no sabía hablar.

El doctor Jean Itard intentará educarlo y socializarlo, algo que pasa por cierta pérdida de la ingenuidad y la pureza. Kant estaría encantado con la demostración de su aserto: “Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”.

Tomado de: http://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/peliculas-figura-del-docente/17274.html

Imagen: https://www.google.com/imgres?imgurl=https://lh4.googleusercontent.com/-F27RzR_YZVU/TW-fTQ1LVuI/AAAAAAAAAFk/RFEwN_8ickw/s1600/El_Pequeno_Salvaje_Caratula.jpg&imgrefurl=http://enticine.blogspot.com/2011/02/el-pequeno-salvaje.html&h=1426&w=1009&tbnid=fnxKlkCkUZwk0M:&tbnh=186&tbnw=131&docid=KFbfk8FJ9JjDFM&itg=1&usg=__Y2jAOfRVGpqOnu7ZPnwBMeRjTqw=

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Propuesta para resolver el abandono adolescente en la escuela secundaria

Por Cristián Parodi*

Wilfredo Pareto (1848-1923) fue un economista, matemático y filósofo italiano que describió la existencia de dos grandes grupos que explican hechos sociales y económicos de manera práctica. Esos grupos se definen en “los pocos de mucho” y los “muchos de poco”. Este principio – que se conoce como la Ley de Pareto o la Ley del 20/80 – dice, muy resumidamente, que el 20% de “A” se explica por el 80% de “B” (y viceversa). Por ejemplo, el 20% de un territorio concentra el 80% de la población; el 80% de las personas compra el 20% de los libros que se publican; el 20% de los proyectos requieren el 80% de los recursos.

¿Qué tiene que ver Pareto con la educación? En este post me gustaría explicar cómo podemos utilizar este concepto para mejorar el desempeño escolar de los alumnos y de las escuelas en general, proponiéndonos una meta concreta: que haya menos repitencia y abandono, y que más adolescentes terminen sus estudios con título (y con los conocimientos que necesitarán para continuar su vida post secundario).

¿Por qué es importante que nos fijemos esos objetivos? Porque en nuestro país el abandono escolar del secundario es una de las crisis sociales más graves y silenciosas que avanza sostenidamente. Se estima que alrededor de 500.000 adolescentes dejan sus estudios cada año. No hay manera de  proyectar futuro en una sociedad que tiene en su núcleo la imposibilidad de construir caminos para el desarrollo de sus jóvenes. El sistema educativo no cuenta con la agilidad necesaria para solucionar este problema rápidamente. Necesita que nosotros, la comunidad, despleguemos nuestra inteligencia, apoyos y recursos para que los adolescentes permanezcan en las escuelas adquiriendo conocimientos y desarrollando su potencial.

El abandono empieza por darnos señales claras: jóvenes que se llevan varias materias y que a partir de segundo año – o tercero – la sumatoria de las previas provoca su abrupta salida del sistema. El desafío consiste en abordar el problema antes que esas señales surjan. Si podemos monitorear el desempeño de los alumnos desde el primer día de clase, podremos desplegar a tiempo los apoyos que esos jóvenes necesitarán para aprobar y continuar con sus estudios.

¿Cómo podríamos activar ese seguimiento?. Retomemos a Pareto. Aplicando su principio podemos decir que el 20% de las materias que se dictan en un curso generarán el 80% de los aplazos. Esta hipótesis, que se puede validar con las estadísticas que registra la escuela y que deberían ser difundidas por cada institución, es un punto de partida muy importante para poder concentrar y orientar a tiempo – es decir antes que finalicen los trimestres – los acompañamientos y apoyos que necesitará un amplio grupo de alumnos para aprobar las materias más difíciles.

Las redes de apoyo de la escuela

Nuestros esfuerzos y recursos se tienen que concentrar en ese 20% de materias críticas. El siguiente paso consistirá en diseñar cómo instrumentaremos los  acompañamientos que nos ayudarán a aumentar la cantidad de aprobados.

Una idea válida es acudir a las “redes de apoyo” de la escuela. ¿Qué son esas redes? Son grupos de afinidad interesados en sumar su tiempo, recursos e inteligencia para complementar los esfuerzos que la escuela necesita. Esas redes pueden ser de ex alumnos, ex docentes y la comunidad de padres, que están dispuestos a asistir y apoyar a los grupos más vulnerables. La participación del docente en este proceso será esencial, a partir de su diagnostico y recomendaciones para reforzar el desempeño de esos grupos. Será quien informará las calificaciones cuando sucedan, requisito fundamental para desplegar los acompañamientos.

Implementando la idea

Como todo proyecto colaborativo, esta iniciativa se puede poner en marcha por el impulso de algunas de las partes que lo conforman.

Si los docentes ven que esta idea es potable, que será un apoyo esencial para el dictado de sus clases y para mejorar el desempeño de su sus alumnos, serán ellos los que presentarán la iniciativa al equipo directivo de la escuela.

Si los padres, que sí están interesados en que sus hijos aprendan y terminen sus estudios, que viven la etapa del secundario con mucha preocupación y temores respecto del futuro de sus hijos,  tuvieran la oportunidad concreta de sumar sus esfuerzos para ayudarlos – y a sus compañeros – a entender lo que les resulta más difícil, también llevarán esa iniciativa a la escuela.

Si los ex alumnos y ex docentes, que tienen un fuerte sentido de pertenencia con la institución que los formó, o en la que estuvieron trabajando durante años, vieran que esta propuesta es un aporte concreto para que haya más egresados y menos abandono, comenzarán a compartirla con ex colegas y ex compañeros para que tome impulso y se pueda poner en marcha.

No esperamos que todos los miembros de esos grupos sumen sus apoyos, bastará con que el 20% se involucre genuinamente para conseguir un aumento del 80% en el desempeño escolar de los alumnos. En otras palabras, que más estudiantes aprueben las materias difíciles, y que menos adolescentes abandones sus estudios. Así iremos impulsando este proyecto curso por curso, año tras año, provocando mejoras sustanciales en los procesos de aprendizaje de los adolescentes.

El drama del abandono escolar dejó de ser únicamente un desafío de la educación pública. Es un problema de nuestra sociedad que tiene la responsabilidad de desplegar el potencial de sus jóvenes en la etapa más importante de sus vidas: la escuela secundaria.

Nota: Escuelas interesadas en poner en marcha esta iniciativa les ofrecemos nuestra colaboración para concretarla. Invitamos a escribirnos por email a porlaeducacionhoy@gmail.com o por mensaje interno en Hagamos algo por la educación

Publicado originalmente en: https://laescuelacolaborativa.com/2016/03/22/propuesta-para-resolver-el-abandono-adolescente-en-la-escuela-secundaria/

Imagen: http://www.monografias.com/trabajos99/desercion-educativa/image001.jpg

 

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La inseguridad. La necesidad de un Shock

Por: Esteban Valenti

Esta nota ha sido redactada luego de conocer en primera persona ciertas situaciones territoriales, que se reflejaron en la nota anterior, de conversar con diversos actores importantes del tema del combate a la delincuencia y de analizar otras experiencias nacionales, considerando que hay países de la región donde la situación de la inseguridad es muy mala, mucho peor que la nuestra y hay otros en el mundo que han logrado invertir la tendencia al crecimiento de la delincuencia y mejorar su seguridad.

No soy un experto y no pretendo serlo. Soy un observador político y periodístico.

Hablar de shock de seguridad es fácil, hacerlo es muy difícil. Están dadas las necesidades y las condiciones. Se ha consolidado un nivel y un tipo de delincuencia que hay que frenar e invertir la tendencia al crecimiento y su consolidación. Hay condiciones políticas, sociales y materiales para adoptar en forma simultánea una serie de medidas y para sostenerlas en el tiempo.

La inseguridad es hoy en el país el punto en el que se encuentran los principales problemas que debe resolver la sociedad uruguaya actual, por lo tanto el gobierno y el Estado y, es el factor que más ha influido para empeorar la vida de los uruguayos, que en otros aspectos ha mejorado de forma muy importante en la última década.

En la inseguridad confluyen factores materiales y culturales. Primero la profundidad de la fractura que divide socialmente a los pobres e indigentes del resto de los uruguayos. Esa brecha es hoy muy profunda no solo materialmente sino culturalmente. Y el que diga que la situación social no tiene nada que ver con la inseguridad, lo hace desde la ignorancia o desde la mala fe. Es la base de todo el proceso de crecimiento y consolidación de una masa de delincuentes muy importante. Así como el que diga que resolviendo esa «causa» de la inseguridad, resolveremos el problema, no aprendió nada en los últimos 11 años. Y los hay y son persistentes.

El último informe del INE establece que la pobreza se estancó luego de 11 años de bajar, en el 9.6% del total de la población, mientras que la indigencia es del 0.2%. Siguió bajando. En cuanto a los hogares el total nacional es que el 6.4% viven en la pobreza.

En Montevideo es la región con mayor incidencia de la pobreza el 8,7% de los hogares eran pobres, esto es 0,2 puntos más que en 2014. En las localidades del Interior de 5.000 habitantes o más, la incidencia de la pobreza alcanzó al 5% de los hogares, frente al 4,9% en 2014, en las localidades del Interior de menos de 5.000 habitantes, los hogares pobres eran el 5,6% del total, frente al 6,4% que eran en 2014. En las zonas rurales, la pobreza bajó de 2,2% de los hogares en 2014 a 2% en 2015.

En la inseguridad confluye la presencia y el control del estado en todo el territorio nacional, no con la policía solamente ni principalmente, sino en sus diversas estructuras, educativas, sociales, culturales, sanitarias. La batalla por la seguridad es una batalla social, cultural y territorial.

En la inseguridad confluyen los actuales niveles, limitaciones y problemas que tiene la educación pública, asumiendo que no habrá solución de fondo y sostenible en el tiempo sin educación, educación, educación. Pero que también hay que asumir que es una solución que requiere de tiempo, de varios años y la inseguridad no admite la menor demora y si esperamos el impacto de la educación en la inseguridad sin actuar en todos los otros terrenos simultáneamente, perderemos la batalla, nos cambiará el país, para mal, para mucho peor.

En la inseguridad, confluye el funcionamiento adecuado de los diversos niveles del combate del estado contra la delincuencia, la prevención, la inteligencia, la represión, la investigación, el papel de los fiscales, el poder judicial, las cárceles y su capacidad de rehabilitación, la reincidencia y el fracaso de la rehabilitación.

En la inseguridad, confluyen las capacidades numéricas, profesionales, técnicas, de armamento, comunicaciones y transporte, operativas y la capacidad de liderazgo y de compromiso de las fuerzas policiales y de inteligencia del país. Uno de los principales errores es el ping-pong que se ha instalado de pasarse las responsabilidades entre la policía y los jueces. La seguridad no es solo responsabilidad de la policía, ni mucho menos. Es una responsabilidad política central. Y si me dijeran cual es el error principal que hemos cometido, además de pretender socializar exclusivamente la lucha contra el delito, fue policializar el Ministerio del Interior cada día más.

Voy a decir algo que no es un «empate», y es duro, pero lo he visto con mis propios ojos, tenemos un proceso de burocratización extendido y muy peligroso en las dos estructuras, en la policial y en la judicial. Y eso no se arregla con más policías, con mejores armas, ni siquiera con mejor entrenamiento etc etc, ni con jueces y fiscales mejor pagos. Hace falta, es imprescindible un fuerte liderazgo, una épica de la lucha contra el delito que no tenemos y transformaciones en los procedimientos. Cambios radicales.

En la inseguridad confluye las leyes obsoletas, superadas absolutamente por los cambios operados en la delincuencia y en particular por el cambio más importante, la droga como base de la delincuencia organizada y como columna central de la delincuencia en el país y en la región.

En la inseguridad confluye la incapacidad manifiesta del Código del Proceso Penal viejo  para asegurar los derechos básicos de las víctimas, de la sociedad en su conjunto, e incluso de los propios acusados. Todo esto es inseparable.

Pero también se expresa algo que considero muy importante de acuerdo al trabajo que realice con diversos especialistas, el nuevo Código del Proceso Penal tiene un aspecto muy mal resuelto que es la discrecionalidad de los fiscales que puedan determinar que por el «principio de oportunidad» que algunos delitos «menores», considerando la gravedad de la ola delictiva y la violencia sus presuntos autores no sean acusados y eso sería grave. El nuevo Código del Proceso Penal no tiene previsto mecanismos alternativos, incluso sin penas de prisión, pero que demuestren que la sociedad persigue, repudia todos los delitos, manteniendo naturalmente las debidas proporciones.

Para lograr un shock de seguridad hay que incluir el concepto que incluso esos delitos menores, son perseguidos y reciben una sanción, porque esa es una experiencia unánime a nivel de los países que han triunfado o fracasado en bajar los niveles de inseguridad. En la carrera delictiva se comienza muchas veces por esos delitos menores y se sube por una escalera que llevan al hurto, a la rapiña y a cosas peores, en particular cuando la droga tiene una red tan extendida de captación para sus diversas actividades.

En la inseguridad confluyen las capacidades y limitaciones de toda la sociedad civil uruguaya de actuar en un terreno clave y donde su aporte es insustituible.

En la inseguridad confluye la cultura social, la violencia creciente que existe en nuestra sociedad, que a su vez es influida por la propia inseguridad, que despierta y aviva al pequeño enano fascista que todos, absolutamente todos llevamos dentro. Hasta San Francisco de Asis, que por algo predicaba su amor irrenunciable, también se lo predicaba a sí mismo. Violencia en el tráfico, en los barrios, en el deporte, en la educación. La política es hoy uno de los terrenos menos violentos de la sociedad uruguaya.

Si en la inseguridad confluyen tantos factores, no habrá manera de resolverla si no los afrontamos todos, de manera inteligente, profunda, simultánea y oportuna. Es decir ya e integralmente.

Si los partidos blancos y colorados se siguen concentrando en pedir la renuncia del ministro Eduardo Bonomi y determinando la reacción casi obligada del gobierno de negarse a esa posibilidad, el que va a perder es el país, somos todos. Seis años al frente de esa tarea policial en estos tiempos, partiendo de una policía en la ruina, debe haber sido lo más ingrato que le tocó a un gobernante desde la salida de la dictadura. Es demasiado, pero no es lo principal.

Si efectivamente asumimos la gravedad de la situación, y voy a reiterar un criterio que utilicé en el artículo anterior, 22 mil rapiñas anuales y más de 300 asesinatos, una parte de los cuales son ajustes de cuenta, para 3.300.000 habitantes, podrá resultar explicativo compararlo con otras cifras de países de la región, pero para los uruguayos que hace 20 años teníamos 12 mil rapiñas para la misma cantidad de habitantes y con muchos menos policías y en pésimas condiciones operativas, es una barbaridad. Los porcentajes de crecimiento del delito, no deben compararse solo con el pasado, ni con la región, sino con la base de la que partimos y su proporción con los habitantes y el impacto en sus vidas.

Esto no es una justificación, fue en la década del 90 – gobierno de Luis. A. Lacalle – donde en base al desmoronamiento del instituto policial (huelga incluida), a la miseria, la indigencia de los policías, y los problemas sociales, el delito tuvo un  crecimiento exponencial, lo mismo sucedió luego en la crisis del 2002 -2004 y siguió de largo. Pero si nos vamos a dedicar a tironearnos las responsabilidades el delito se va a divertir de lo lindo.

Hay que asumir otro aspecto clave, el tiempo juega un papel fundamental en la batalla por la seguridad. Y aquí voy a reiterar una frase de mi anterior artículo, que no fue pronunciada por ningún pensador de «izquierda», dijo Benjamín Franklin: «Cualquier sociedad que renuncie a un poco de libertad para ganar un poco de seguridad, no merecen ninguna de las dos cosas»

Todo depende de que es lo que consideremos libertad y seguridad y como lo veamos en el tiempo. Si renunciamos a priori a considerar los cambios en las leyes necesarios para no perder una supuesta «libertad», lo que estamos confundiendo es el concepto. Una libertad fundamental que debemos preservar es la de los ciudadanos honestos que sufren la acción de la delincuencia y deben replegarse y empeorar sus condiciones materiales y espirituales de vida, incorporando el miedo como un factor permanente en su existencia y la de su familia.

La izquierda nos comprometimos a bajar en un 30% el número de rapiñas al final del periodo. Es un objetivo muy ambicioso y que representaría un cambio cualitativo más que cuantitativo. No lo estamos logrando.

Los cambios imprescindibles en un abordaje integral al tema de la inseguridad, una propuesta de shock.

Hay que reducir el número de delitos y por lo tanto de delincuentes en las calles, no desplazar los delitos geográficamente y socialmente. Para ello hay que resolver un tema clave, no puede ser que el 94.5% de los delitos queden sin resolver (cifras del Fiscal General de la Nación Jorge Díaz). Esto implica revisar críticamente donde están las bases de esta situación. Si esto persiste, la inseguridad seguirá creciendo, inexorablemente.

En mi opinión, pero hay que admitir que en este sentido que luego de un breve, intenso debate a nivel político institucional, donde hay diversas opiniones, hay que llegar a conclusiones, lo que es claro es que estos problemas dependen de la capacidad de investigación. Si no mejoramos urgentemente este aspecto, no habrá cambios importantes. Creo que los fiscales deben pasar en forma urgente a ser los titulares de la investigación, lo han reclamado la propia Fiscalía y esa sola actitud, de reclamar una tan grande responsabilidad, refuerza la idea de que es un cambio fundamental. Además es la experiencia de todos los países que mejoraron su investigación y su seguridad.

Hay que cambiar partes importantes del Código Penal, adecuarlo en forma urgente a las nuevas formas delictivas, en particular dos que me parecen claves: aumentar las penas en forma muy importante para los diversos niveles del narcotráfico, para lo cual importa que  la investigación no se detenga o concentre en los autores materiales de los delitos, sino en los mandantes, en las organizaciones, incluyendo en el hurto y la rapiña a las estructuras de comercialización, los ganglio vitales de esos delitos. Ya no son las ferias periféricas, son el nudo del delito. En especial en la droga. Y estoy hablando de penas muy, muy duras, ejemplares en América Latina, para los traficantes, los lavadores de dinero de la droga, los contratantes y los sicarios. No creo que debamos esperar la actualización total del Código Penal  completo, que es de 1934 y reclama una urgente reforma. Llevará su tiempo.

El combate al sicariato, un fenómeno nuevo, no puede limitarse a aplicar el viejo código, necesita una respuesta actual, en especial para los menores. Milité con todo entusiasmo en la batalla contra la «baja», eso no quiere decir que mantengamos las condiciones para que los menores de edad sean la mano de obra preferida para el sicariato y para formar parte de organizaciones criminales. No pueden ir a las cárceles de mayores, pero no puede ignorarse que el sicariato ha cambiado muchas cosas.

El otro aspecto que hay que considerar es la reincidencia. Lo fundamental sigue siendo construir, gestionar cárceles donde los delincuentes: a) no esperen durante años sus condenas, eso lo asegura el nuevo Código del Proceso Penal, b) haya un real proceso de rehabilitación. Llegado un momento, van a salir de la cárcel y está demostrado a través de experiencias concretas y actuales que se puede contar con cárceles que rehabiliten. Esto vale para mayores y menores. Y c) No puede ser que alguien que tiene decenas de antecedentes penales, siga reincidiendo sin casi consecuencias. Eso llevará durante un tiempo a aumentar el importante número de presos por habitante que tenemos (320 por cada 100.000 habitantes). Sus condenas en tiempo y forma a través de nuevo código, deberían cambiar toda la situación penal, pero habrá un periodo en el debemos reducir drásticamente, con todas las garantías, pero drásticamente los delincuentes sueltos.

Los cambios en las leyes deben incluir necesariamente acotar la discrecionalidad de los jueces en particular en el tema de las libertades anticipadas.

Junto con los cambios operativos que se anuncian en el Ministerio de Interior, principal preocupación se le debe brindar a construir a todos los niveles liderazgos importantes, ejemplares en la batalla contra el delito. No tenemos como en otros países una policía de gatillo fácil. En absoluto. las cifras son muy elocuentes y positivas. Pero la contracara no puede ser burócratas con pistolas 9mm, sub fusiles y escopetas.

Comencé por lo más polémico, porque lo que viene a continuación, con matices es compartido por todos, pero…el problema es actuar en todos los planos.

La planificación del desarrollo de escuelas y centros de estudio debe tener una especial atención en cubrir en calidad, en la tipología de esos centros las zonas más vulnerables del territorio metropolitano, donde se concentra notoriamente la mayor cantidad de menores en situación de pobreza y de indigencia. Solo el estado no lo logrará. La inversión social en niños y menores de edad debe aumentar y mejorar substancialmente su calidad y sus resultados medibles.

Hay que rever y reforzar la presencia permanente del estado en todo el territorio, disputar y ocupar ese territorio a las bandas que se han instalado en algunas zonas, no solo ni principalmente con la policía, sino con los diversos instrumentos que dispone el estado, escuelas, centros educativos, Mides, policlínicas. Algunos proyectos, hay que revisarlos en su estado actual y en su rápido deterioro. Y en esas zonas requiere políticas concentradas y especiales. Políticas sociales con una propia épica de la labor de sus educadores, de sus profesionales, de sus trabajadores.

He visto y he conocido por relatos experiencias de acciones concretas de instituciones de la sociedad civil, construyendo centros, gestionándolos en combinación y con el apoyo de instituciones del estado, que son muy importantes y en barrios con situaciones de gran fragilidad y que logran resultados muy buenos. Medibles, concretos. Sacan a los pibes de la calle y le construyen en conjunto hábitos de estudio, de trabajo, de convivencia, de higiene diferentes. Sin integrar a esta batalla madre al conjunto de la sociedad civil, no ganaremos esta batalla. No voy a dar uno o más nombres, pero sin esos centros la situación social de esos sectores sociales, sería mucho más grave y comprometida. Hay que integrar, no disputar. No todo la va a poder resolver el estado.

Cada vez que queremos abordar en algún debate un tema escabroso, complicado hay caminos difusos, uno es depositarlo en alguna comisión por tiempo indeterminado, otro más fumoso aún es ponernos a hablar del cambio cultural. En esa definición puede caber todo y el contrario de todo. Y sin embargo hace falta un cambio cultural en la sociedad uruguaya.

En un plano logramos un gran cambio cultural en estos 11 años, erradicamos la pregunta de si el Uruguay era viable. ¿La recuerdan? Ahora se trata de dar la batalla por mejorar substancialmente los niveles de convivencia entre los uruguayos, entre la gente, la sensibilidad frente a los que menos tienen, a los más débiles, y querernos un poco más, respetarnos bastante más y debemos derrotar la resignación de que el proceso actual de la inseguridad es inexorable. Es una gigantesca tarea que involucra todo, el principal obstáculo en ese horizonte es precisamente la inseguridad, la sospecha, el miedo. Voy a hablar de una nimiedad, tenemos que recuperar que cuando suba al ómnibus una embarazada, alguien con un bebé en brazos o una persona mayor, le cedamos el asiento…¿Estos muy despistado o los detalles son pinceladas de un clima de convivencia?

Las batallas culturales se nutren no solo de ideas, de diálogos, de arte, de cultura, también de hechos, de actos, a veces duros y firmes. Y hoy necesitamos una gran firmeza, una gran responsabilidad republicana, un reforzado sentido de la democracia y de la libertad. La libertad de todos. Y no tenemos mucho tiempo.

Publicado originalmente en: http://www.uypress.net/uc_67945_1.html

Información de la imagen:  http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/03/150227_uruguay_mujica_vazquez_herencia_vs

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La líder de Malawi que ha logrado anular 850 matrimonios infantiles y dar una educación a las niñas.

www.abc.es/11-04-2016/

En los tres años que lleva como jefa del Distrito Dedza, Theresa Kachindamoto ha roto 850 matrimonios de menores y prohibido las prácticas de iniciación sexual en niñas

La Jefa Theresa Kachindamoto ha hecho en tres años lo que la mayoría no ha conseguido en toda una vida. La líder del Distrito Dedza, en la zona central de Malawi, no solo ha abolido cientos de matrimonios infantiles, ha usado su autoridad para mejorar la vida de miles de personas.

Según un informe de 2012 de las Naciones Unidas, más de la mitad de las niñas menores de 18 años están casadas en Malawi. Además, el país ocupa el puesto número ocho entre los 20 con el más alto porcentaje de matrimonios infantiles. La Jefa Kachindamoto está cambiando estas cifras, anulando 850 matrimonios y enviando a los menores de nuevo a la escuela.

Aunque los matrimonios de menores de 18 años son ilegales desde 2015 en Malawi, los niños siguen casándose por «cutomary law», es decir, con consentimiento paterno y con el apoyo de líderes tribales, explica la cadena Al Jazeera.

 Kachindamoto cree que con una educación la mujeres pueden tener mejores vidas. Las medidas que ha adoptado han contribuido a conseguir un cambio positivo en su región, y solo es el comienzo.

En palabras de Kachindamoto: «Si ellas reciben una educación, pueden tener todo lo que quieran».

Kachindamoto, nunca quiso ser la jefa de 900.000 personas, pero según el Huff Post se le ofreció este puesto porque «es buena con las personas».

«Hablo con los padres», explica Kachindamoto. «Les digo: si dais educación a las niñas tendréis todo en el futuro».

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Uruguay: Según estudio revela que apenas el 12,4% de mayores de 25 años terminó la universidad.

www.elpais.com.uy/11-04-2016/

El máximo nivel educativo alcanzado es posgrado, dice INE.

Apenas 12,4% de las personas mayores de 25 años declaran que lograron terminar los estudios terciarios, según la Encuesta Continua de Hogares 2015 publicada por el Instituto Nacional de Estadística.

El relevamiento consultó sobre el nivel educativo máximo alcanzado por las personas de 25 años o más. Un 10,1% afirmó que puede incorporar en su currículum un título terciario ya que culminó la universidad. A estos se le suma un 2,3% que sostiene que el máximo nivel educativo alcanzado fue el de posgrado ya sea completo o incompleto (paso para el cual es necesario haber terminado la universidad). De la suma de los dos es que surge el 12,4%.

Al 10,1% que terminó la universidad se le suma un 7,2% de la población que dice que comenzó estos estudios, pero no logró completarlos.

En medio del cruce de críticas entre autoridades y sindicatos de la educación, y la demanda de los empresarios por personal más capacitado, las nuevas cifras del INE agregan información al debate.

Según la Encuesta Continua de Hogares, la mayor parte de la población con más de 25 años sostiene que su nivel educativo máximo alcanzado es Primaria. Más precisamente, un 21,6% sostiene que Primaria (completa) es su máximo nivel educativo alcanzado. Hay departamentos como Colonia y Tacuarembó donde ese guarismo llega a 33% y 31,5%, respectivamente. Esto es, tres de cada 10 habitantes mayores de 25 años sostienen que su máximo nivel educativo alcanzado es Primaria completa.

Pero a los que terminaron el primer ciclo se le suma un 9,6% que no logró completar hasta sexto año de escuela. En este caso, a nivel departamental, por ejemplo, en Rivera un 17,9% de los mayores de 25 años sostiene que su máximo nivel educativo alcanzado es Primaria incompleta, mientras que en Cerro Largo es 16% el que lo afirma.

Secundaria básica completa, como un nuevo mojón educativo, solo es declarado por el 9,6% de las personas de 25 años o más (hay un 13,8% que sostiene que no la completó). En Soriano ese guarismo es del 12,5%, mientras que en Colonia 12,4%.

En tanto, hay otro 9% de los mayores de 25 años que sostiene tener Secundaria superior completa (y un 15,8% incompleta). Analizado por departamentos, los únicos tres en donde más del 10% de los consultados lo afirma es en Montevideo (10,7% de los mayores de 25 años terminó), Maldonado (10,4%) y Paysandú (10%).

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Sociedad, Escuela y Pedagogía Maldita

Otra Forma de Entender algunos Fenómenos Educativos del Siglo XXI

Dra. María Guadalupe Barradas Guevara

(SEGUNDA DE SEIS PARTES)

Continuando la reflexión del artículo anterior, la Pedagogía Maldita es una forma de deshumanización del hombre propiciada por la irracionalidad y la codicia de ciertos grupos, de ciertos personajes que apuestan por formas de convivencia basadas en la sumisión, la sinrazón, la violencia, la “conquista” y, el “poder”, pero nunca en un saber que lleve al hombre a la constante búsqueda de la perfección de su propio ser.

Partiendo de lo anterior, podríamos observar que existen diferentes escuelas, con desiguales objetivos y por lo tanto, modelos educativos referidos a la construcción de las personas y de los estados. Por ejemplo, en la Paideia, Werner, nos menciona la descomposición “interior” de la sociedad y de todas las relaciones humanas, incluso de la familia, a consecuencia de la disgregación política cada vez más profunda; que a través de la acción de los sicofantes (impostores), se acentúa lo insoportable: la inseguridad del individuo, como un ente aislado. Lo cual no está alejado de las actuales sociedades. Sociedades corrompidas, dirigidas por políticos o ciudadanos sicofantes a merced de la ignorancia, que refleja un sistema conformista que produce, un hombre que vive en mediocridad.

¿Y a qué nos lleva todo ello?, Pues, aunque la respuesta sea obvia, nos lleva a puntualizar una sociedad concreta, en donde la escuela está en función de la idea que se tenga de la sociedad, como apunta Lonergan en su libro de Filosofía de la Educación. Pero, ¿si esto es cierto? Si la escuela está en función del desarrollo ideal del hombre, ¿en dónde quedan estas escuelas o empresas de instrucción, que capacitan a hombres y mujeres para la construcción o utilización de bombas, de armas, de substancias químicas, que sirven para dañar a los demás?, o, ¿en dónde podríamos ubicar estas escuelas regidas por la Ley de Talión en donde no existe el hombre racional y bondadoso?

Recordemos que en la Edad Media, la mayoría de las personas no sabían leer y escribir, a diferencia de los sacerdotes y monjes, y que fue con Carlomagno que dio inicio la Escuela Palatina, que tenía como objetivo hacer renacer la cultura, para fortalecer su imperio, por lo que las escuelas eran consideradas como cuerpos militares de élite (Frank, R. I., 1969).

Por lo tanto, hablar de los males crónicos de las sociedades es hablar de diferentes tipos de escuelas y sociedades que se han dado a través de los años: de diferentes pedagogías que no sólo remiten al orden, como búsqueda ideal del bien; sino, al desorden, al caos, en manos de estructuras organizadas que se fundamentan en la destrucción.

Actualmente, nuestras sociedades están inmersas antes los males de la humanidad, males que propician la existencia del terrorismo y el antiterrorismo, en donde las primeras se legitiman a través de los argumentos religiosos. En ellas el requisito es tener un líder carismático que defienda los “valores de la sociedad” al enseñar a niños a matar, como apunta el Instituto de Investigación sobre los Medios de Oriente Medio (con sede en Washington), quien denuncia que uno de los últimos libros de textos elaborados por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), para los estudiantes palestinos, incita a la “Guerra Santa” y al “Martirio” (MENRI, 2015). En el segundo caso, se puede leer en Internet noticias como esta:

AUTODEFENSA: Clases de “emergencia” con armas de fuego.

Primero fueron las maestras las que empuñaron fusiles de asalto y aprendieron a usarlos. Ahora les toca a los estudiantes. La campaña de Pakistán para reforzar la seguridad de las escuelas pasa por enseñar a los menores cómo disparar armas de fuego. Las autoridades ofrecen clases de entrenamiento para que estén preparados ante posibles ataques terroristas. Son lecciones «de emergencia» (…) (El Mundo, 2015).

Para finalizar esta segunda parte, cito el siguiente pasaje de “Emilio” de Rousseau:

Sepa que, naturalmente, es bueno el hombre; siéntalo en sí y juzgue de su prójimo por sí mismo; pero vea cómo deprava y pervierte la sociedad a los hombres; encuentre en las preocupaciones de éstos la causa de todos sus vicios, tenga consideración a estimar a cada individuo, mas desprecie a la muchedumbre; vea que todos llevan casi una misma máscara, pero sepa que hay rostros más hermosos que la máscara que los encubre (2000, p. 303).

Las sociedades han sido el reflejo de sus instituciones educativas, escuelas con premisas platónicas, aristotélicas, rousserianas, marxistas, deweynianas, skinnerianas, cristianas…, que siempre han remitido al ideal de la construcción de una sociedad concreta. Pero, también han existido escuelas con programas nazis, y actualmente la de Al Qaeda, ambas basadas en una “Pedagogía Maldita”.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE

Referencias

El Mundo. (2015). Entrenamiento antiterrorista para escolares en Pakistán. Recuperado de: http://www.elmundo.es/internacional/2015/02/21/54e8664eca47416d228b4572.html

Jaeger, Werner. (1985). Paideia. México: Fondo de Cultura económica.

Lonergan, Bernard. (2006). Filosofía de la educación. México: Universidad Iberoamericana.

MENRI. (2015). Un libro de texto para niños palestinos incita a la «guerra santa» y al «martirio». Recuperado de: http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=2078

Rousseau, Juan Jacobo. (2000). Emilio o la educación. Editado por elaleph. Com. Recuperado de: http://escritoriodocentes.educ.ar/datos/recursos/libros/emilio.pdf

R. I., Frank. (1969). Scholae Palatinae. The Palace Guards of the Later Roman Empire Rome. Recuperado de: http://en.wikipedia.org/wiki/Scholae_Palatinae

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