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El rodillo totalitario y la Educación sexual

Por: Pedro Trevijano

Hace pocos días leía un artículo en el que su autor se quejaba del déficit que acumulamos en materia de educación y civismo, en lo que puedo estar de acuerdo, pero no en la conclusión final que decía: «Y pensar que cuatro integristas se cargaron la Educación para la Ciudadanía». Ya me gustaría que el articulista tuviera razón y que realmente en nuestro país nos hubiésemos cargado la Educación para la Ciudadanía, pero ésta y la ideología de género siguen más vivas que nunca, como lo prueba el que estos mismos días, concretamente el 14 de Enero, se haya publicado en el Boletín Oficial andaluz la «Ley para garantizar los derechos, la igualdad de trato y no discriminación de las personas LGTBI y sus familiares en Andalucía». Si a esto añadimos que sigue avanzando en el Parlamento español la «Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales, y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales» nos daremos cuenta que el problema no es que haya desaparecido, sino todo lo contrario, está más vivo que nunca.

Detrás de estas leyes están las ideologías laicistas, relativistas, de ideología de género, marxistas y nacionalsocialistas. A quien le parezca demasiado osada esta afirmación le ruego que me enseñe donde están las discrepancias entre los principios educativos nazis rechazados por Pío XI en su encíclica «·Mit brennender Sorge» y los principios relativistas y laicistas. Es cierto que éstos hablan de democracia, diálogo, tolerancia, respeto a las minorías pero a quienes se atrevan a discrepar les caen unos multazos impresionantes, como les sucede a los médicos que intentan ayudar a un homosexual a llegar a la heterosexualidad, aunque sea a petición de éste, o a los Colegios que intentan que se respete el ideario del Centro. Estamos ante el pensamiento único y políticamente correcto, y como además es lo científico lo que tiene que acomodarse a la ideología y no al revés, ya pueden decir los libros de Ciencias o de Medicina lo que quieran, que son obsoletos y anticuados. Hace pocos años se pensaba que sólo había dos sexos, varón y mujer, hoy ya debemos andar por los cien géneros.

En la Exposición de Motivos III de la futura Ley española leemos: «El 4 de Febrero de 2014, el Parlamento Europeo aprobó por amplia mayoría el informe Lunacek, una hoja de ruta para acabar con la discriminación por orientación sexual o identidad de género o sexual». Esta Lunacek es una conocida defensora de la pederastia (ver Internet). Confiarle a ella la educación sexual europea y española no me parece de recibo e indica lo bajo en que muchos han caído.

Y es que, tal vez por primera vez en la Historia de la Humanidad, hay una ideología que intenta destruir la familia, destruyendo los valores en los que se sustenta, incluso en lo que es puro sentido común. Para poder realizar esta subversión, es necesario iniciarla cuanto antes, ya en la escuela y cuanto antes mejor, a ser posible desde la más tierna infancia. Para conseguir este objetivo se establece que sea el Estado y no los padres quienes deben dar las pautas educativas, aunque ello vaya contra la Declaración de Derechos Humanos y la Constitución, que establecen que son los padres los que tienen derecho preferente a escoger qué tipo de educación habrá de darse a sus hijos.

Hablar de derechos humanos significa, ante todo, para nosotros los creyentes, proponer la centralidad de la dignidad de la persona, en cuanto que ha sido querida y creada por Dios a su imagen y semejanza, derechos que tienen su fundamento en la naturaleza humana. Sin embargo, actualmente están surgiendo presuntos y falsos nuevos derechos, en contraposición con los anteriores derechos humanos, por ejemplo, el aborto ha pasado de ser un crimen horrendo a derecho humano, o el derecho a ser asesinado por la eutanasia, incluso contra la voluntad del paciente, como nos indica lo que sucede en los países donde es legal, o la educación afectivo sexual de acuerdo con la ideología de género, aunque ello signifique la disparatada libre elección del sexo y los libros de Ciencias sigan hablando de órganos masculinos y femeninos, o enseñar a masturbarse y que la fornicación y la promiscuidad pasen a ser prácticas recomendables. No nos extrañe por tanto que empiece a haber padres, como señaló el Papa Francisco ya en el 2015, que cuando llegan los niños de la escuela les pregunten de qué les han hablado los profesores, por si tienen que hacer una contraenseñanza.
como la principal fuerza de oposición a estas barbaridades es la Iglesia Católica, se le combate por considerarla retrasada y se trata de aterrar a profesores y centros educativos con amenazas de durísimas sanciones, porque la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión, de expresión, de enseñanza, no valen nada ante el rodillo totalitario de las leyes LGTBI.
Quiero terminar con una palabra de esperanza: espero que muchos padres no permitirán que delante de sus narices se corrompa a sus hijos, ni muchos homosexuales que no se les permita intentar salir de la homosexualidad, cuando cada vez hay más en todo el mundo que lo consiguen, o muchas mujeres que no van a permitir con los brazos cruzados que los hombres les roben sus medallas olímpicas. Y sobre todo Dios y el Bien son más fuertes que el Diablo y el Mal.
Cuando tenía este artículo escrito y a punto de mandarlo, me encuentro el comunicado de los Obispos andaluces sobre la Ley de Ideología de Género aprobada por la Junta de Andalucía. Si esa Ley sale adelante se acabó la democracia en España. Es difícil cargarse más derechos humanos, los de verdad, los que están en la Declaración de 1948, en una sola Ley. O reaccionamos, o pasamos a ser un país totalitario.

Fuente: https://www.portaluz.org/el-rodillo-totalitario-y-la-educacion-sexual-2631.htm

 

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Turquía retrógrada

Turquía/15 de Enero de 2018/El país

La defensa del matrimonio infantil por la Dirección de Asuntos Religiosos enciende las alarmas.

La deriva autoritaria que vive Turquía desde que accedió al poder el partido islamista del presidente Recep Tayyip Erdogan ha tenido en los últimos días un nuevo e inquietante episodio: la Dirección de Asuntos Religiosos (Diyanet), la autoridad que gestiona la vida religiosa del país, ha defendido que las niñas puedan casarse a los nueve años y los niños a los doce.

Aunque la declaración de Diyanet fue retirada a la vista de las reacciones y el Gobierno ha desmentido que proyecte cambios legales, muchos observadores lo han considerado un globo sonda destinado a evaluar la resistencia que encontraría permitir el matrimonio infantil, algo que una parte de la doctrina islámica no solo tolera sino que alienta. Sería un nuevo e intolerable paso atrás por parte de un Estado cada vez más dominado por la estructura religiosa.

En 2008 Diyanet declaró inmoral el feminismo y hace dos años sostuvo que “no es necesariamente pecado que un padre tenga deseos lujuriosos por su hija”. Recientemente se cambió la ley para rebajar las penas a los adultos que tuvieran relaciones sexuales con menores de 15 años y se llegó a presentar un proyecto de ley, que la oposición logró frenar, por el que el violador de una menor podía eludir la cárcel si se casaba con ella.

El matrimonio infantil es una lacra que aboca a muchas niñas al abuso sexual, les impide el acceso a la educación y las condena a una vida de dependencia y sumisión. Es de esperar que la sociedad laica turca tenga la vitalidad suficiente para detener la erosión democrática y la involución que alienta el proyecto político de Erdogan.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/01/05/opinion/1515168471_445875.html

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Navidad, nacer de nuevo

Por: Frei Betto

“No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración”, dice Frei Betto. 

La Navidad es un tiempo de desazón. Apremiados por la publicidad que cambia a Jesucristo por Papá Noel, se nos desdeña como ciudadanos y se nos seduce como consumidores.

Aunque tengamos dinero en el bolsillo, se instala un hueco en nuestro corazón. Aumenta la temperatura de nuestra fiebre consumista y, discípulos fundamentalistas de una secta extravagante, nos adentramos mediante una procesión motorizada en las catedrales de Mamón: los shopping centers.

En esas construcciones imponentes, brillantes falsos de la escenografía cosmopolita, nos aguardan las ofrendas de la salvación, premisas y promesas de felicidad. Exhibidas en elegantes anaqueles y vitrinas relucientes, escoltadas por bellas ninfas, las mercancías son como imágenes sagradas dotadas del milagroso poder de hacernos ingresar en el reino celestial de quienes hacen de todo para morir ricos.

Libres de las figuras profanas que contaminan el exterior, como los niños que transforman las ventanillas de nuestros carros en cuadros de pavor, recorremos silenciosos las naves góticas, elevados por la música aséptica y el aroma achocolatado de exquisitas golosinas.

Con ojos ávidos, inclinamos el espíritu de capilla en capilla, atendidos por solícitas sacerdotisas que, si bien no pueden ofrecer gratis el manjar de los dioses, al menos nos lo brindan con sus trajes de vestales romanas condenadas a la belleza obligatoria.

Es el altar de nuestros sueños, el Cielo anticipado en la Tierra en forma de joyas, aparatos electrónicos, ropas y productos importados que nos redimen del pecado de vivir en este país cuya miseria arruina el paisaje.

No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración. Tómense vinos y castañas, panetelas y pavos, y un puñado de regalos: he ahí la receta para disfrazar una fecha. Y ahogar emociones y sentimientos. Pero no es Navidad.

La mercancía se convierte en la "diosa" de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

La mercancía se convierte en la “diosa” de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

Para festejar la Navidad se necesita avivar los afectos y servir a la mesa corazones y solidaridad, destapando el alma y convirtiendo el espíritu en pesebre donde renazca el Amor. Darse en vez de dar, estrechando lazos de familia y vínculos de amistad.

Urge abrir el diccionario impreso en los dobleces de nuestra subjetividad y sustituir competencia por comunidad, envidia por reconocimiento, resentimiento por humildad, yo por nosotros.

En estos trópicos calientes, mejor que con nueces conviene gratificar la lengua con prudencia, privándose de hablar mal de la vida ajena.

Un poco de silencio, una oración, la retracción del ego favorecen el encuentro con uno mismo, sobre todo de quien se reconoce alienado de Dios, de los otros y de la naturaleza. Nada cuesta pisar el freno en la atropellada carrera de quien, en el afán de superar el ritmo del tiempo, corre el riesgo de abreviar la vida por el agotamiento del cuerpo y la confusión de la mente.

Antes de los brindis, se recomienda llenar el corazón de ternura hasta que se desborde por los ojos y se derrame en caricias y besos.

Porque ¿de qué vale la Navidad si no tenemos el valor de regalarnos la decisión de nacer de nuevo?

 

Imagen: Folhox.

Fuente del Artículo:

Navidad, nacer de nuevo

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España: Rechazo o Aversión a los Pobres ‘Aporofobia’, historia de la palabra que acuñó la valenciana Adela Cortina

España/06 de enero de 2018/Por: EFE. JAVIER LASCURÁIN/ Fuente: http://www.lavanguardia.com

La filósofa lo utilizó por primera vez en 1995 porque veía que el racismo no discriminaba por país de origen, sino por riqueza.

Lo que no tiene nombre no existe. Por eso es necesario buscar palabras que nos ayuden a definir realidades sociales innegables y cotidianas como el miedo, el rechazo o la aversión a los pobres. Solo así, dando nombre a esa realidad, podremos hacerla presente en el debate social, conocer sus causas, enfrentarnos a ella, buscar soluciones… Eso es lo que pensó la filósofa valenciana Adela Cortina cuando en 1995 preparaba una columna para ABC Cultural en la que denunciaba que, bajo muchas de las actitudes racistas xenófobas que vemos cada día a nuestro alrededor, late una fobia distinta: la que nos producen los pobres, aquellos que en esta sociedad del intercambio, del dar y recibir, no parecen tener nada que ofrecernos.

Como ella misma explica en su libro “Aporofobia, el rechazo al pobre” (Paidós, 2017), “no repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de traer lo que en algún tiempo se llamaban ‘petrodólares’, ni los futbolistas de cualquier etnia o raza que cobran cantidades millonarias pero son decisivos a la hora de ganar competiciones”. “Por el contrario -explica Cortina-, lo cierto es que las puertas se cierran ante los refugiados políticos, ante los inmigrantes pobres, que no tienen que perder más que sus cadenas. (…) Las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad”. “El problema no es entonces de raza, de etnia ni tampoco de extranjería. El problema es de pobreza”, concluye.

No repugnan los futbolistas de cualquier etnia que cobran cantidades millonarias, pero las puertas se cierran ante los refugiados políticos y ante los inmigrantes pobres”

ADELA CORTINA

La existencia de esa “lacra sin nombre” llevó a la catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universitat de València a rebuscar en sus diccionarios escolares de griego hasta encontrar el término “áporos” (‘pobre’, ‘sin recursos’) y construir, a partir de él, el neologismo “aporofobia”. Volvió a emplearlo en otros artículos y conferencias, en libros de texto… y pronto la palabra fue ganando terreno entre las organizaciones sociales y los defensores de las personas sin recursos. Por fin había un término capaz de señalar una realidad lacerante, de hacerla visible.

La Fundación del Español Urgente le dedica una de sus recomendaciones diarias sobre el buen uso del idioma, en la que explicábamos su significado, su utilidad y su formación válida. Varias personas y colectivos pidieron, siguiendo una propuesta de la propia Cortina publicada en el año 2000 en El País, la incorporación de esa voz al Diccionario de la Lengua Española, que se ha producido finalmente hace unas semanas. El término llegó incluso a las instituciones: el Senado español aprobó el pasado mes de septiembre una moción en la que pide la inclusión de la aporofobia como circunstancia agravante en el Código Penal.

Aporofobia en el DRAE
Aporofobia en el DRAE (LVD)

Todo ello hizo que esa voz fuera desde el primer momento una de las candidatas del equipo de la Fundéu BBVA para ser palabra del año 2017. Como en ocasiones anteriores, tratamos de poner en la balanza el interés lingüístico del término y su presencia y utilidad desde el punto de vista informativo.

En el primer aspecto, “aporofobia” es el sueño de todo estudioso del idioma: una voz con autor conocido y fecha de nacimiento, una “rara avis” en el análisis del origen de las palabras. En el ámbito informativo parecía en cambio evidente que otras de las candidatas han tenido mayor proyección y presencia en los medios (“bitcóin”, “turismofobia”, “superbacteria”…). Sin embargo, no es tan seguro que la aporofobia como concepto, las actitudes personales, políticas y sociales de rechazo al pobre no estén marcando cada vez más el devenir del mundo.

Poner esa realidad sobre la mesa, ayudar a que las palabras nos permitan entender y mejorar nuestro entorno es igualmente un buen objetivo para este galardón con el que cada doce meses pretendemos reflexionar sobre las palabras y el mundo que con ellas construimos.

El Senado aprobó en septiembre la inclusión de la aporofobia como agravante en el Código Penal

Fuente de la Noticia:

http://www.lavanguardia.com/local/valencia/20171229/433939190707/aporofobia-palabra-adela-cortina.html

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Cuba: Logros de Cuba en Educación Especial son cada vez mayores

Cuba / 31 de diciembre de 2017 / Fuente: http://www.cubadebate.cu/

La formación de niños y jóvenes capaces de vivir en una sociedad bajo los principios de equidad e igualdad de posibilidades, es una de las máximas de laEducación Especial en Cuba.

En este sentido, pedagogos cubanos coinciden en que toda la educación ha de ser especial, adaptarse al ritmo individual de cada educando, abierta a quienes la necesiten, que sea incluyente, asuma las diferencias como valor y sea más justa y solidaria.

En la actualidad, la Educación Especial cubana está orientada hacia la solución de aquellos problemas que emanan de las necesidades sociales, y para tal empeño cuenta con más 12 mil profesores, más de 500 máster y de 120 doctores en Ciencias Pedagógicas, cifra que avala los avances en este campo.

También dispone de más 370 escuelas especiales con un personal docente que rebasa la cifra de 15 mil 700.

De acuerdo con información del Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Especial, no existe la pretensión de alinear el pensamiento en una sola dirección, es vital el análisis permanente de las prácticas educativas y de las reflexiones teóricas que deriven del perfeccionamiento educacional cubano, y ningún hombre está condenado por las leyes de la genética a no desarrollarse.

De ahí que cada día deja de tener sentido hablar de ‘niños diferentes’ por lo que hay que centrarse en el déficit que presentan.

El concepto inclusión en Cuba reconoce el derecho de todos a una educación de calidad, independientemente de sus particularidades y características que condicionan las variabilidades en su desarrollo.

También propicia la integración a la sociedad como individuos plenos en condiciones de poder disfrutar las posibilidades que ella ofrece y contribuir a su perfeccionamiento.

Más que asegurarle la educación a quienes poseen algunas deficiencias, reconocidos aún como los que tienen Necesidades Educativas Especiales, su objetivo debe tener un mayor alcance: la incorporación a la vida socio-laboral y estar preparados para contribuir a su transformación.

La inclusión educativa no está centrada en el tipo de escuela, especial o regular, sino en el alcance de objetivos socioeducativos.

Fuente noticia: http://www.cubadebate.cu/noticias/2017/12/30/logros-de-cuba-en-educacion-especial-son-cada-vez-mayores/#.WkgjrNR97eQ

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La actualidad en las aulas

Por: Xavier Besalú

Probablemente sea la actualidad el mejor recurso para aprender a vivir juntos personas diferentes, uno de los pilares de la educación, según la Unesco, y uno de sus mayores retos.

En agosto fueron los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils; en octubre, la plaga de incendios de Galicia; desde mediados de septiembre, el llamado desafío soberanista en Cataluña, por poner solo tres ejemplos de hechos cercanos en el tiempo y en el espacio que han inundado las redes sociales, han llenado horas y horas de radio, han aparecido repetidamente en las portadas de los periódicos y han sido protagonistas de múltiples programas y tertulias de televisión.

La actualidad se nos cuela por todas partes, es prácticamente imposible aparentar que ni nos importa, ni nos conmueve. Sin embargo hay quien todavía sostiene que eso –la actualidad, la vida, lo que ocupa y preocupa a los humanos, próximos o lejanos– debe quedar fuera de la escuela, que no debe perturbar el discurrir cansino, ordenado y previsible del currículum escolar. Que eso es meterse en camisa de once varas, porque el riesgo de caer en el adoctrinamiento o en la manipulación es más que evidente, que no es materia susceptible de ser evaluada ni en los exámenes internos, ni en las pruebas estandarizadas y, en consecuencia, no debe usurpar ni un minuto del precioso tiempo escolar, que el análisis y la valoración de temas abiertos y controvertidos, cargados de valores y de ideología –la educación moral, en definitiva–, en las sociedades democráticas y pluralistas, es más propio de las familias que de los centros educativos.

Pero resulta que el propio Parlamento Europeo, en una Resolución sobre la prevención de la radicalización de los jóvenes, ante el auge de los extremismos y su reclutamiento por parte de organizaciones fundamentalistas o terroristas, aprobada en 2015, alerta de la función esencial e irrenunciable de la educación para incrementar las competencias sociales, cívicas e interculturales de la ciudadanía, para garantizar la alfabetización mediática y el pensamiento crítico ante lo que acontece y es susceptible de ser representado, interpretado y valorado desde múltiples enfoques, intereses y afectos, para debatir sin prisas, explorar a fondo y posicionarse con argumentos sólidos ante cuestiones relevantes, controvertidas y sensibles, y así reforzar la capacidad de resistencia de los estudiantes a la radicalización.

¿Es posible la adquisición de competencias interculturales en abstracto, sobre controversias del pasado, sobre hipótesis imaginarias? ¿En qué se traduce esa pretendida alfabetización mediática más allá de los mensajes de móvil, sin mediación, ni reflexión, ni contextualización? Ciertamente la actualidad no puede aparecer en los libros de texto, ni en las programaciones de principio de curso, pero ¿no estamos en la era de la información? ¿No hemos dado por sentado que el problema de los niños y jóvenes de hoy no es el acceso a la información, sino su traducción en conocimiento? Cuando la sociedad nos exige a voces que las escuelas se ocupen en serio y con eficacia de la educación en valores, justamente porque vivimos en sociedades extraordinariamente plurales, atravesadas por tantas diferencias y por insufribles desigualdades, ¿vamos a hacerlo mediante prédicas moralizantes, memorizando machaconamente el listado de los derechos humanos universales o de las virtudes formateadas por la religión de que se trate, celebrando “días o semanas de”?

Ciertamente llevar la actualidad a las aulas plantea como mínimo dos problemas: el de la neutralidad y el de la verdad. En cuanto al primero, hay que decir de entrada que, según nuestro ordenamiento jurídico, la educación española no es en absoluto neutral, pues debe orientarse –entre otros– a la consecución de los fines siguientes: el respeto de los derechos y libertades fundamentales, el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia, la resolución pacífica de los conflictos, la paz, los derechos humanos, la cooperación y solidaridad entre los pueblos, el respeto hacia los seres vivos y el medio ambiente, la equidad, la no discriminación, etc. Y que la docencia, sobre todo en la educación básica, supone por principio un compromiso moral, por la autoridad con la que ha sido investido el profesorado, por su condición de adulto entre menores de edad, por su bagaje intelectual y cultural, por lo que su capacidad de influencia debe estar siempre enmarcada en un férreo código deontológico.

Pero dicho esto, probablemente sea la actualidad el mejor recurso para aprender a vivir juntos personas diferentes, uno de los pilares de la educación, según la Unesco, y uno de sus mayores retos. Porque la neutralidad no es ni olvido, ni ignorancia, sino que la neutralidad obliga a la participación de todos, a escuchar todas las razones y todas las voces y, si no aparecen espontáneamente, ahí debe estar el docente para introducirlas, como principio y como método, acudiendo si cabe al saber científico.

En lo relativo a la verdad, aquí está otro de los aprendizajes más poderosos que puede propiciar la actualidad: los problemas a los que nos enfrentamos casi nunca son simples, ni de solución fácil; todos pueden ser vividos desde lógicas e intenciones distintas y ninguna debería ser descartada por la fuerza de la imposición o por una supuesta superioridad moral o intelectual. Hay que enfrentarse a los hechos desde todos los prismas posibles, con un punto de incredulidad, porque sabemos a ciencia cierta que las apariencias engañan, que los poderes de la seducción y la propaganda son enormes y que el poder tiene múltiples caminos para llevar el gato al agua, y sin a priori, ni dogmatismos, una actitud por lo demás estrictamente científica y éticamente respetuosa. Por lo demás, la actualidad puede ser un instrumento inmejorable para educar para la prevención, la gestión, la resolución si es posible, o la conllevancia si no hay más remedio, pacífica de los conflictos, que forman parte de la cotidianidad de la vida en libertad y del discurrir de las sociedades complejas y abiertas.

Como escribieron los alumnos de la escuela de Barbiana (Italia), en el periódico viene la historia que vivimos en primera persona. Por eso se leía cada día en Barbiana, en voz alta y de arriba abajo, constituyendo el punto de partida de todo el quehacer escolar. Porque la escuela existe para comprendernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo, al planeta entero. Pero… con los exámenes encima cualquiera pierde dos horas de clase para leer el periódico. Y es que en el periódico no hay nada que sirva para vuestros exámenes. Es la prueba más evidente de que en vuestra escuela hay poca cosa que sirva para la vida.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/12/13/la-actualidad-en-las-aulas/

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Entrevista: Adela Cortina. “El cerebro humano es xenófobo y aporófobo, recela del pobre»

España/ 28 de noviembre de 2017/Fuente: http://www.eldiario.es

La filósofa asegura existe en la sociedad un miedo «biológico» al pobre y que es necesario acabar con ese prejuicio que considera «transversal».

La filósofa Adela Cortina, Premio Nacional de Ensayo 2014, plantea en su libro “Aporofobia, el rechazo al pobre” que el miedo al diferente es un prejuicio “biológico”. Por suerte, apunta, el cerebro “es plástico y se puede educar”. Para Cortina esas sospechas sobre el distinto se convierten en “transversales” cuando el individuos es pobre. Recibe a eldiario.es en  l a Fundación Ética de los Negocios y las Organizaciones (Étnor)  que preside.

-“No tenemos fobia al extranjero, tenemos miedo al pobre”, asegura en “Aporofobia”. Esta reflexión denota que en la sociedad más que racismo existe clasismo.

-La tesis de Aporofobia se centra en que existen muchas fobias, muchas prevenciones, recelos o miedos en las sociedades a los que ya se les ha puesto nombre: islamofobia, cristianofobia, homofobia, xenofobia… Siempre son el recelo o la sospecha frente a alguien. Pero yo pienso que no es tanto el recelo frente al extranjero, frente al diferente. Sólo hay que ver a Donald Trump bailando la danza del sable con los jeques árabes. No parece que le moleste tanto que sean árabes. Efectivamente existe ese miedo transversal, cuando el extranjero es el inmigrante pobre. O cuando es un homosexual pobre y no el gran productor de Hollywood al que todo el mundo alaba por salir del armario. A mí siempre me llamó la atención esa prevención con las personas de etnia gitana mientras se visibilizaba el amor por la familia Flores.

-El Gobierno de Mariano Rajoy concede el visado de residencia en España a los extranjeros que inviertan en una propiedad inmobiliaria superior a los 500.000 euros mientras cierra la puerta a los refugiados sirios o a las personas que llegan en patera. ¿Se evidencia por rango de ley esa aporofobia?

-Es evidente. Pasa también con el turismo, que parece que tampoco nos importa la nacionalidad del visitante. En cambio, los extranjeros que vienen con las pateras parte de la ciudadanía sí que lo rechaza.

-Alemania ha aceptado un millón de refugiados. Se fijó un cupo para el resto de países pero en España se ha incumplido flagrantemente pese a que la sociedad parecía que sí que estaba abierta al acogimiento. ¿Van por delante los ciudadanos a los políticos en esta apertura?

-En el acogimiento de los refugiados la sociedad va muy por delante. Demuestra que existe una gran hospitalidad, de hecho el último capítulo del libro va sobre ese concepto. Hay mucha gente que reclama que se sea hospitalario porque debe ser una palabra que reivindique la Unión Europea. En el Mediterráneo la hospitalidad la aplicamos desde la Iliada o la Odisea de Homero. Ser hospitalario era un signo de civilidad. Quien no acogía al extranjero, al pobre o a la viuda era el incivilizado. Era un tradición muy cultivada en España y ahora se observan unas actitudes hostiles que no son propias de nuestra cultura. Los partidos políticos deberían ponerse manos a la obra en este tema y si es necesario un impuesto para acoger al que viene de fuera.

-¿Un impuesto para obtener más recursos?

-Claro, si se dice que se debe acoger a quienes vienen de fuera existe la posibilidad de que alguien diga que no hay medios suficientes. Pues propongamos un impuesto para acoger a los que vienen de fuera porque estamos convencidos de que somos hospitalarios. O, fijar una partida en los presupuestos del Estado. Si no estamos hablando por hablar. Si fuera política y quisiera ganar las elecciones lo propondría. Aunque no sé lo que pasaría, porque Angela Merkel perdió muchos votos por abrir las puertas a los refugiados.

Adela Cortina, filósofa y autora del libro "Aporofobia, el rechazo al pobre", durante la entrevista.
Adela Cortina, filósofa y autora del libro «Aporofobia, el rechazo al pobre», durante la entrevista. JESÚS CÍSCAR

-O el ascenso de la extrema derecha en Austria, donde ha sido clave su discurso antiinmigración.

-Son tremendos. Y ahora los liberales alemanes no quieren acoger inmigrantes porque han perdido muchos votos por poner una cara amable a los que vienen.

-Ante este ascenso de la extrema derecha en Francia, Austria, Hungría… ¿Cómo pueden los demócratas frenar este crecimiento alimentado por esa aporofobia?

-Hay que ponerle nombre al problema. El término aporofobia debería estar en los diccionarios de todas las lenguas para que la gente sepa que, frente a los pobres hay una prevención. Las sociedades tienen que decirse a sí mismas si están dispuestas a acoger a los más desfavorecidos. Ese sí que es el gran tema del siglo XXI, si tenemos suficientes recursos para ello. Y tenemos el deber de ayudar a todo el mundo a salir de la pobreza. Esa obligación social y de justicia a ayudar a todo el mundo, a salir de la pobreza, nos la impusimos cuando firmamos la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.

-En España algunos partidos y medios de comunicación ponen el grito en el cielo por ciertos países donde existe desabastecimiento o la población tiene problemas de alimentación mientras nuestro país es el tercer Estado de Europa en pobreza infantil. ¿No queremos reconocer o ver nuestros problemas?

-Tenemos que ver nuestros problemas y contarlo en los medios de comunicación para despertar la conciencia social. Los políticos que quieran dirigir esta sociedad deben tener como prioridad acabar con la pobreza y las desigualdades. Son dos temas que tendrían que estar en cualquier agenda política de sentido común.

-¿Pero eso sería bien recibido por la sociedad?

-Ahí es donde veríamos qué somos y qué pensamos realmente. Espero que una gran mayoría estuviera de acuerdo, pero hay que verlo y ponernos a prueba.

-Plantea que la aporofobia es un prejuicio biológico, consustancial al ser humano y a su organización en sociedad. ¿Tiene cura?

-Me pareció muy interesante investigar por qué existe esa especie de prevención y recelo. Parece ser que nuestro cerebro tiene una tendencia que se ha ido desarrollando biológicamente a estar en ambientes que nos resultan agradables, cómodos y a poner entre paréntesis todo aquello que nos molesta. Es lo que lleva a decir a algunos autores que nuestro cerebro es xenófobo, porque nos gusta estar con los que son parecidos a nosotros, con los que son de la misma raza, etnia o hablan la misma lengua. Nos gusta estar con lo familiar, lo extraño lo ponemos entre paréntesis porque nos molesta.

-Por lo tanto hay que educar al cerebro.

-Y tanto, yo voy más allá y no solo digo que el cerebro es xenófobo sino aporófobo. No solo ponemos entre paréntesis o recelamos del que no es familiar, sino además del pobre porque es alguien que no nos va a dar ventajas ni nos va a dar nada a cambio. La buena noticia es que el cerebro es flexible, si fuera rígido no tendríamos solución. La pregunta que nos tenemos que hacer como sociedad es si podemos comportarnos de una manera xenófoba y aporófoba. Queremos cambiar esa tendencia y cultivar otras como la simpatía, la empatía y ponerse en el lugar del que sufre o no? Podemos elegir, eso es el ser humano.

Adela Cortina, filósofa y autora del libro "Aporofobia, el rechazo al pobre".
Adela Cortina, filósofa y autora del libro «Aporofobia, el rechazo al pobre». JESÚS CÍSCAR

-¿Qué debería hacer un ciudadano ético cuando va por la calle y una persona le pide dinero para comer o ve a ciudadanos buscando comida dentro del contenedor?

-La primera persona que se ocupó de la pobreza en las ciudades fue Luis Vives. Y a Vives le encargaron que hiciera un estudio de la situación y que propusiera soluciones. Fue la primera persona que dijo que tenía que ser el ayuntamiento el que interviniera. Es decir, hasta entonces quienes habían actuado eran instituciones privadas por caridad. En este caso las administraciones son las que deben actuar ante estas situaciones porque es una cuestión de justicia. El ciudadano, cuando ve estas situaciones, debe informar y acompañar a estas personas sobre dónde están los lugares donde pedir ayudas. Porque no se puede alimentar a mafias que explotan a niños o discapacitados como pasa. Los responsables políticos se deben dar cuenta de que es su obligación atender a estos ciudadanos.

-Siempre generalizar es malo y nos puede inducir al error, pero, ¿esa hospitalidad intrínseca de la cultura latina del sur de Europa es menos habitual en los países del norte de Europa?

-Nuestra cultura latina es radicalmente hospitalaria. Alguna superioridad tendríamos que tener ante otros países -ríe- que no han resultado ser tan hospitalarios. Pero también hay que tener en cuenta que una cosa es ser hospitalario acogiendo a una persona en casa y otra cuando el problema es tan grande que se debe articular una estrategia de Estado. Institucionalmente hay que organizar esa hospitalidad.

Fuente de la Entrevista:

http://www.eldiario.es/cv/cerebro-humano-xenofobo-aporofobo-recela_0_711479576.html

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