Uruguay, el suicidio como derrota social. Estudio

Sin bordear ni barrerlo bajo alfombra, el tema del suicidio se visualiza en Uruguay e inclusive se le dedica cada año un día en el mes de julio para reflexionar sobre semejante dolorosa problemática.

 

Tanta atención merece al tratarse del país con mayor tasa de autosupresión de la vida, 20 de cada 100 mil habitantes, en la región de pertenencia.

De acuerdo con integrantes del grupo de especialistas en comprensión y prevención de la conducta suicida de la Universidad de la República (Udelar), Uruguay viene registrando un incremento sostenido en los últimos 30 años.

En los 1990 eran cerca de 500 personas por año las que acometían esos actos extremos, en los 2000 más de 600 y en la actualidad sobrepasan los 700.

Las cifras que registra el Ministerio de Salud Pública y que sigue de cerca el fenómeno apuntado muestran que la incidencia masculina es mucho mayor, con tres de cada cuatro suicidios, pero en una reversión de tendencia el 75 por ciento de los intentos corresponden a mujeres mientras los hombres superan en los consumados.

En el marco del Día Nacional de Prevención del Suicidio de 2020, el ministro del ramo, Daniel Salinas, catalogó esta problemática como ‘una pandemia que se lleva muchas vidas’, que corre pareja a la de Covid-19.

Agregó que parece necesario tratar este tema, en especial, en momentos de pandemia de virus, en los cuales se acentúan sentimientos como soledad, angustia y depresión, y por tal motivo, explicó, se reforzaron las líneas de contención telefónica y otras medidas específicas ‘que tienen impacto significativo en la receptividad por parte de la población’.

A propósito un estudio de la Facultad de Psicología de Udelar señaló que en la pandemia en curso la salud mental de los uruguayos ‘se deterioró, afloró la depresión y la ideación suicida’.

Por lo menos 37,8 de quienes participaron lo manifestaron y aunque los investigadores advirtieron que la cifra ‘hay que tomarla con pinzas’, dejó ‘una pista de que ese malestar es muy alto’.

Pero el profesor adjunto de Psicología Clínica, Hugo Selma, admite que ‘la salud mental, en general, es un agujero negro y no se le da el énfasis merecido’, y reflexiona que ‘se ha paralizado un país por 34 muertes (y probablemente muchas más que se evitaron), pero por año mueren más de 700 por suicidio y el dato nos pasa desapercibido’.

Para el psiquiatra Ricardo Bernardi el virus en sí, las muertes y la pérdida de un familiar describe una primera ola de afectación, le sigue una segunda del miedo a la recesión y el impacto económico y una tercera ola que involucra a la postergación de proyectos o incluso de consultas médicas que no fueran de urgencia.

Y todo esto, dice, va sedimentando para una cuarta ola que es la repercusión mental.

La Organización Mundial de la Salud estima que el 4,4 por ciento de la población padece depresión, y de ahí que según Selma, ‘en Uruguay estamos ante un problema grave’.

Desde el Área de Salud mental del ministerio se registró en 2019 un total de 723 suicidios, un guarismo bastante superior al de las muertes provocadas por siniestros de tránsito, que sumaron 422 en el mismo período.

Otro dato más lamentable refiere a que en los jóvenes menores 29 años, se percibe son unos 150 por año los que se suicidan.

Una de esas prematuras muertes motivó entre otros jóvenes en 2017 un especial movimiento que bajo el nombre de Te veo mañana (TVM) busca hablar del tema de forma más real y cercana con las personas, a partir de interrogantes como ¿estamos haciendo algo para prevenir?

El objetivo de TVM es lograr una prevención en primera instancia, a través de la concientización y desmitificación de todo lo referido a la salud mental, especialmente del suicidio.

Uno de los principales fines es empoderar a las personas, para que sepan que ellas también pueden ser agentes del cambio poniendo el tema sobre la mesa en un espacio libre de prejuicios.

Suele hacer talleres a demanda, en instituciones tanto públicas como privadas en Montevideo y el interior del país, y si bien se apunta primariamente a adolescentes y jóvenes, se realizaron también para personas mayores, e incluso en una oportunidad a profesionales de la salud.

En el enfoque del sociólogo, investigador y docente en la Udelar, Pablo Hein, se debe tratar el suicidio como ‘derrota social’, y que no hay nada que festejar en la tradicional jornada de los 17 de julio en el décimo país con las peores cifras al respecto y el segundo en América Latina.

Durante una reciente entrevista con el semanario Caras y Caretas se mostró profundamente preocupado por ‘esa curva de suicidios que -con algunos altibajos- sube ininterrumpidamente en Uruguay’.

Sostuvo que se cayó en un enfoque cuantitativista y frívolo del tema que ‘nos permite sentirnos más cómodos y golpearnos el pecho un momento y después proseguir sin sacar conclusiones de la enormidad de los que perdemos, que un compatriota se nos vaya cada 11 horas por esa causa’.

El crítico académico aboga por copiar lo que se está haciendo en países de Europa que tuvieron éxito en sus estrategias de contención y les fue bien con el manejo de lo que llaman el ?currículum emocional’ de las personas, en lugar de remitir el tema al ámbito sanitario, a la psiquiatría sin percibir que es un problema de todos.

Con firmeza expuso que ‘si hiciéramos una autopsia psicológica de los procesos que conducen al suicidio, siempre llegaríamos a un fondo social y cultural’ y ante una persona cercana que se suicida ‘siempre hay una claudicación de la solidaridad y de los afectos y debemos sentirlo como una derrota social que nos involucra a todos’.

Sin embargo una reciente encuesta promovida por el Sindicato Médico ante un proyecto de Ley de un diputado del oficialista Partido Colorado para legalizar el suicidio asistido arrojó un 62 por ciento de opinión ciudadana a favor.

¿Otra señal de derrota social?

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=385359&SEO=uruguay-el-suicidio-como-derrota-social
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