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UNICEF: Informe Estado Mundial de la Infancia 2017 sobre la Niñez en un Mundo Digital

¿Recuerda la primera vez que se conectó a internet?

Puede que usted conociera la vida antes de la llegada de internet, pero para los niños que crecen en un mundo conectado, sería inimaginable vivir sin la red.

La tecnología digital ha transformado el mundo en el que vivimos: ha cambiado industrias enteras y ha alterado el paisaje social.

La infancia no es la excepción. Uno de cada tres usuarios de internet de todo el mundo es un niño, y los jóvenes representan el grupo de edad más conectado.

Desde las fotos que comparten hasta el historial médico que se guarda en la nube, la huella de muchos niños está presente en el mundo digital antes, incluso, de que aprendan a andar o a hablar.

La tecnología digital puede ser un punto de inflexión para los niños desfavorecidos, pues les ofrece nuevas oportunidades de aprender, interactuar y hacerse escuchar. Sin embargo, también puede convertirse en una brecha divisoria: millones de niños se encuentran aislados en un mundo cada vez más conectado.

Jóvenes con acceso a internet

 Además, la brecha de género de los jóvenes conectados está aumentando: en todo el mundo, hay un 12% más de hombres que de mujeres en línea, y la brecha es mayor en los países de bajos ingresos.

A la misma velocidad a la que se desarrolla la tecnología digital, aumentan los peligros a los que se enfrentan los niños cuando se conectan: desde el acoso cibernético hasta el uso inadecuado de información privada, la explotación y el abuso sexual en línea.

Ya sea para bien y para mal, la tecnología digital ocupa, irreversiblemente, el centro de nuestras vidas. El modo en que minimicemos los riesgos al tiempo que ampliamos el acceso a sus beneficios contribuirá a configurar la vida y el futuro de una nueva generación de nativos digitales.

El objetivo de UNICEF es desvelar cómo internet y la tecnología digital están facilitando y entorpeciendo al mismo tiempo el aprendizaje, el bienestar y las relaciones sociales de los niños.

Explore estas historias y descubra la urgente necesidad de hacer de internet un lugar más seguro para los niños y, a la vez, de ampliar el acceso a la tecnología digital para cada niño, especialmente para los más desfavorecidos.

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Didáctica de la innovación

Argentina / 24 de septiembre de 2017 / Autor: Mario Dehter / Fuente: Mariodehter.com

Los agentes del ecosistema educativo en Iberoamérica padecemos divergencias conceptuales entre “educar para la innovación” y la “innovación educativa” confundidos por la tendencia a sobredimensionar el papel de lo que la tecnología digital puede y debe lograr en las escuelas.

Si bien los estudiantes incapaces de navegar en el paisaje digital no son capaces de participar en nuestra vida social, económica y cultural, tenemos que poner a cada cosa en su lugar. En caso contrario, llenaremos al concepto de la “didáctica para la innovación” en una serie de declaraciones rimbombantes, vacías de sentido e inútiles.

Confieso que yo no comprendo “ni j” a la gran mayoría de los “speakers” cuando en “estado TED-style relatan, en menos de 20 minutos, conceptos “raros” que no funcionan para la instituciones y estudiantes que conozco; aseguro que estoy hablando de decenas de instituciones y de varios miles de estudiantes en Iberoamérica.

En el pasado, la educación consistía en enseñar “algo” a la gente; explicar qué era y mostrar cómo se gestionaba. Eso ha sido operativo mientas que ese “algo” no sufría modificaciones y siempre estaba en un mismo escenario estable. Ahora, se trata de ayudar a los estudiantes a desarrollar competencias para trazar su propio camino a través de escenarios socioeconómicos inciertos, tecnológicamente volátiles y políticamente ambiguos.

Para lograr una didáctica de la innovación que sirva a la gente y enriquezca a la sociedad tenemos que innovar en la educación: crear nuevas metodologías, innovar en los diseños instruccionales y desarrollar nuevos contenidos que resuelvan a las necesidades que sabemos que están por llegar a mediano y largo plazo. Para ello, no es suficiente por sí misma la “tecnología digital”.

En estos días, ya no sabemos exactamente cómo se desarrollarán las cosas, a menudo nos sorprendemos y necesitamos aprender de lo extraordinario, y a veces cometemos errores en el camino. A menudo, serán nuestros errores y fracasos los que permiten entender adecuadamente lo que sucede, los que crean el contexto para aprender y crecer. Esto sería, desde mi punto de vista, la base de la didáctica para la innovación.

El mundo contemporáneo ya no recompensa a las personas sólo por lo que saben, sino que las personas triunfan por lo que pueden hacer con lo que saben y por la velocidad con lo que pueden encontrar dónde y cómo aprender lo que deben saber.

Este es el principal factor diferenciador de la didáctica para la innovación: la educación se está transformando en aplicar el pensamiento crítico, solucionar problemas bien diagnosticados y tomar decisiones en escenarios inciertos o cuando no se dispone de toda la información necesaria para elegir la mejor opción posible.

La didáctica para la innovación no se limita a instruir sobre las formas eficaces de trabajar con eficiencia, sino que, además, incluye el aprendizaje de colaborar y cooperar para diseñar y usar herramientas que se pueden compartir en diferentes trabajos.

El ecosistema educativo en Iberoamérica debe perder el miedo a la irrupción de la tecnología digital que los estudiantes esconden entre los cuadernos y los libros; debemos evitar que nuestros estudiantes se sientan obligados a apagar todo lo que tiene un botón de encendido.

Hay que lograr que la “tecnología digital” sea un instrumento para facilitar a la didáctica para la innovación y abandonar la fantasía que saber usar el Word para copiar información de Wikipedia, o elaborar una planilla de Excel para trazar un poliedro es “educación para la innovación”.

La tecnología digital proporciona excelentes plataformas para la colaboración en la creación de conocimiento donde los profesores pueden compartir y enriquecer los materiales de enseñanza. Y, de hecho, si nos fijamos en los países con los estudiantes más expertos en el uso de la tecnología digital, ellos suelen establecer más conexiones con sus profesores incluso en tiempos y espacios ajenos a las aulas.

El uso de la tecnología digital para apoyar a la educación para la innovación debe facilitar metodologías didácticas basadas en la investigación y espacios de trabajo colaborativos.

La tecnología digital es nuestra mejor apuesta para mejorar el aprendizaje experiencial, fomentar procesos de aprendizaje basados en proyectos y la investigación, facilitar las actividades prácticas y el aprendizaje colaborativo, ofrecer una evaluación formativa en tiempo real y favorecer a la integración de toda la comunidad regional e internacional en los procesos educativos que tienen lugar en la institución educativa.

Tenemos muchísimos buenos ejemplos tales como los laboratorios remotos y virtuales, los cursos online interactivos, software para la experimentación y la simulación, las redes sociales y los “juegos serios”.

Ahora bien, aunque podamos definir de varias maneras qué es la educación para la innovación, para cumplir sus propósitos es necesario desarrollar las competencias didácticas de los instructores y estrategias que aseguren su perfeccionamiento continuo.

Los responsables de la formulación de políticas educativas necesitan mejorar sus propios conocimientos y la manera de apoyar a la “didáctica de la innovación” sin obnubilarse porque simplemente facilitan el acceso a la tecnología digital.

Nada de esto va a funcionar sin que los instructores se conviertan en agentes activos de cambio, no sólo implementando innovaciones tecnológicas, sino también que sean capaces de diseñarlas.

Una cosa es clara: la tecnología digital puede amplificar una gran enseñanza, pero una gran tecnología digital nunca reemplazará la enseñanza deficiente.

Fuente del Artículo:

Didáctica de la innovación

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La postfotografía y la desilusión de la imagen.

Por: Francisco R. Pastoriza. Periodistas. 15/09/2017

La irrupción de la tecnología digital en el mundo de la fotografía ha supuesto una verdadera revolución icónica. Hay ahora una desbordante inflación de imágenes fotográficas, un extraordinario caudal que se emite incesantemente a través de nuevos medios, fundamentalmente internet, la telefonía móvil y las redes sociales, cuya principal propiedad es su accesibilidad universal.

La nueva mediasfera ha venido a imponer un nuevo orden, cambiante, en el mundo de las imágenes. A esa nueva situación algunos autores la llaman postfotografía. Entre ellos el español Joan Fontcuberta, cuya última aportación teórica en forma de libro acaba de publicarse bajo el título de “La furia de las imágenes” (Galaxia Gutenberg).

La nueva mediasfera ha venido a imponer un nuevo orden, cambiante, en el mundo de las imágenes. A esa nueva situación algunos autores la llaman postfotografía. Entre ellos el español Joan Fontcuberta, cuya última aportación teórica en forma de libro acaba de publicarse bajo el título de “La furia de las imágenes” (Galaxia Gutenberg).

La-furia-de-las-imagenes-Galaxia-GutenbergDesde las primeras páginas de este ensayo Fontcuberta señala cuáles son las características del nuevo orden visual: la inmaterialidad y transmitabilidad instantánea de las imágenes, su profusión y disponibilidad global y su aporte a la enciclopedización del saber y de la comunicación. Estas características va desarrollándolas el autor a lo largo de un texto de lectura amena a través del que nos conduce a descubrimientos que auguran un futuro inquietante.

La postfotografía significa, entre otras cosas, que la fotografía ha dejado de estar vinculada a la verdad y a la memoria en un mundo en el que ya no pertenece a especialistas o a profesionales y en el que todos somos productores de imágenes. Ahora ya no importa tanto la calidad de las imágenes (incluso se valora una cierta estética de la imperfección) como su circulación y sobre todo su oportunidad, una propiedad facilitada por la ubicuidad de las cámaras, su facilidad de manejo y la gratuidad de los procedimientos, que ha propiciado el nacimiento de un nuevo Homo photographicus en el que se eliminan las fronteras entre el profesional y el amateur, entre el fotógrafo y su modelo.

Ciertamente la postfotografía ha promovido una mayor cultura democrática, pero a costa de su vulgarización. Entre las muchas polémicas que plantea está la de la autoría de las imágenes y, correlativamente, el público que las consume. Ya no existe un autor hegemónico ni un público pasivo consumidor de imágenes sino una interactividad autor-consumidor que alternan sus roles. Como la fotografía se hace ahora para transmitir un estado, un “instante hiperdecisivo” (frente al “instante decisivo” de Cartier-Bresson), una vez cumplida esta misión comunicativa ya no se siente la necesidad de guardarla, de conservarla. Las fotos son mensajes para enviar e intercambiar y esta voluntad lúdica prevalece sobre la memoria. De ahí la eliminación del soporte material, que ha desritualizado el acto fotográfico y eliminado la solemnidad del momento, culminando el proceso de secularización de la imagen. Hoy el nuevo Homo photographicus invierte más tiempo en hacer fotografías que en contemplarlas. El álbum familiar ha desaparecido para dar paso a migraciones de imágenes a otros soportes y a las redes sociales.

La postfotografía es la fotografía adaptada a la actual vida on line. A su desarrollo se han venido a unir fenómenos como los selfie, sucesores del autorretrato, cuya justificación es la de certificar la presencia del Homo photographicus en el acontecimiento o en el escenario de la fotografía, expresión de una sociedad vanidosa y egocéntrica.

La desilusión de la imagen

desilusion-imagen-GedisaDice Walter Benjamin que el mundo de las imágenes no es sólo un mundo material sino que está atravesado por la imaginación, los sueños, el espectáculo y la fantasmagoría. En un libro reciente, “La desilusión de la imagen” (Gedisa) el profesor Víctor Silva critica que en la sociedad actual se apliquen análisis de la imagen sólo en el marco de la comunicación audiovisual, pues también el escritor, el fotógrafo o el cineasta son creadores de imágenes. Añade que el estudio de la imagen no se puede reducir a la visualidad dejando al margen otras concepciones, como las relaciones entre las imágenes de diferentes culturas y épocas.

De las imágenes de esos mundos trata también el libro del profesor Silva, un ensayo que, más allá de la historia, aborda la antropología de la imagen en los medios de comunicación, para la que reclama un nuevo tratamiento conceptual y metodológico. El título alude también al hecho de que en la era del capitalismo mediático las imágenes están siendo reducidas a formas sin contenido, degradadas por la cultura digital.

Para Víctor Silva el concepto de imagen en los medios sólo se enriquece si se trata de ambos como caras de una misma moneda. De la misma manera que los Estudios Culturales analizan el fenómeno de la cultura desde una óptica transversal, los nacientes Estudios Visuales (véanse las obras de Gottgried Boehm y WJT Mitchell) trabajan ya no sólo sobre la imagen sino también sobre elementos relacionados con ella, materiales estéticos, mediáticos, publicitarios, cinematográficos, fotográficos… y aquellos procedentes de nuevas fuentes como internet, las webcam y las cámaras de vigilancia.

En el libro se hace asimismo una crítica de la influencia de la política sobre el universo mediático de las imágenes. Así, mientras el neoliberalismo ejerce sobre la imagen un tejido de poder político, económico y visual, el filósofo Slavoj Zizek identifica a todos los populismos con el fascismo y traza un paralelismo entre el mercado y la democracia donde, dice, en las elecciones compiten diferentes partidos-mercancía para atraer los votos de los consumidores (antes ciudadanos), votos que son “el dinero que se entrega para comprar el gobierno que se quiere”.

*Fuente: peiodistas-es.com/la-postfotografia-la-desilusion-la-imagen-87386

Fotografía: pinterest

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UNESCO: La tecnología digital es un instrumento para la alfabetización

UNESCO / 10 de septiembre de 2017 / Autor: Laura Quiñones / Fuente: Radio ONU

Tradicionalmente la alfabetización ha sido considerada como un conjunto de habilidades de lectura, escritura y conteo, pero el mundo digital exige nuevas competencias de nivel superior, aseguró la directora general de la UNESCO este viernes.

En el Día Internacional de la Alfabetización, Irina Bokova inauguró la conferencia internacional sobre este tema que se celebra en París, que este año se centra en el mundo digital.

El encuentro reúne a más de 200 líderes mundiales para discutir sobre cómo la tecnología puede ayudar a aumentar los niveles de alfabetización y fomentar la formación de habilidades requeridas en el siglo XXI.

Actualmente, 750 millones de personas son analfabetas, 63% de ellos son mujeres que todavía carecen de las habilidades básicas de lectura y escritura.

La Conferencia General de la UNESCO declaró el 8 de septiembre Día Internacional de la Alfabetización, durante su 14ª sesión celebrada el 26 de octubre de 1966, con el fin de recordar a la comunidad internacional la importancia de la alfabetización de las personas, las comunidades y las sociedades, así como de la necesidad de intensificar los esfuerzos para lograrlo.

Este viernes también se entregó el Premio Confucio para la Alfabetización de la UNESCO a cinco países, uno de ellos de América Latina.

La iniciativa «AdulTICoProgram» del Departamento del Quindío en Colombia, recibió el galardón por sus esfuerzos de alfabetización digital para adultos mayores.

Producción: Laura Quiñones

Duración: 1’32”

Fuente de la Noticia:

http://www.unmultimedia.org/radio/spanish/2017/09/la-tecnologia-digital-es-un-instrumento-para-la-alfabetizacion-dice-la-unesco/#.WbMktrKLTct

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Castigar, premiar, educar

Por: Juana M. Sancho

La transgresión de las normas puede ser utilizada para avanzar en algunos saberes necesarios en el mundo de hoy. Pero normalmente es castigada y reprimida. ¿Debe cambiar este papel de la educación?

A comienzos del siglo XXI Raphael Gray, un joven de 19 años, con un ordenador portátil y acceso a Internet, logró saltar el sistema de seguridad de Microsoft y usó la tarjeta de crédito de Bill Gates para enviarle un frasco de Viagra. El joven le había escrito al fundador de esta empresa informando de los fallos de seguridad de su sistema, sin obtener respuesta. La broma cibernética, que salvó a la compañía de problemas mayores, le costó al joven un arresto por parte del FBI y, tras declararse culpable, dos años de trabajo comunitario. Creía recordar que al final el joven había sido contratado por la empresa, para ayudar a mejorar los sistemas de seguridad, pero hoy, al revisar la información disponible no lo he podido confirmar. En todo caso, quizás se lo merecía.

Recientemente llegó a mis oídos el caso de un estudiante de secundaria que con su teléfono móvil entró, sin mayor problema, en la intranet de su centro, y accedió a toda la información. Hasta aquí no hay historia. Pero se le ocurrió compartir su hallazgo con los compañeros y algunos le convencieron para que les dijese cómo hacerlo, cosa que finalmente hizo.

A partir de aquí, algunos estudiantes que solían sacar malas notas en los exámenes comenzaron a mejorar “sospechosamente”. No era el caso del hacker, con un excelente historial académico. El profesorado comenzó a investigar, porque no confiaban en la repentina mejora de algunos estudiantes y, los propios implicados, descubrieron a quién les permitió “mejorar sus resultados de aprendizaje”. (Aquí podríamos introducir una importante discusión sobre si los exámenes de papel y lápiz o digitales, con preguntas de respuesta prefijada, son la forma más adecuada para pronunciarnos sobre el aprendizaje del alumnado).

Una vez identificado el “culpable” (aquí podríamos abrir otra discusión sobre el posible sentimiento de “humillación” del profesorado y la institución frente a la habilidad del estudiante) ¿cuál fue la reacción? ¿Aprovechar la circunstancia para ir más allá del uso de la tecnología digital? ¿para plantearse lo que significa la ciudadanía digital, como posibilidad de entender los asuntos humanos, culturales y sociales relacionados con la tecnología digital y practicar un comportamiento legal y ético? No, la decisión fue expulsar al estudiante.

Quizás, por haber conseguido que algunos de sus compañeros contestasen de forma adecuada a las preguntas de los exámenes, el MIT le hubiese dado un premio. Porque el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha lanzado una iniciativa para premiar la “desobediencia productiva” dado que, en ocasiones, solo es posible avanzar rompiendo algunas normas. Para su director, Joi Ito, “no puedes cambiar el mundo siendo obediente”. Así que han creado el premio MIT Media Lab Disobedience Award (250.000 dólares) al entender que la “desobediencia constructiva” es la que “se realiza de manera ética y responsable y conlleva un impacto social positivo”.

Y aquí viene el tema principal de discusión que esta columna quiere proponer. ¿Cuál es el papel de la educación formal en el mundo contemporáneo? Las instituciones educativas siguen centradas en la transmisión de conocimiento factual y declarativo y en garantizar que el alumnado sigue las normas. En el mundo “real” niños, niñas y jóvenes tienen acceso a un volumen de información sin precedentes y a contextos, recursos y experiencias que sobrepasan el marco escolar. En este contexto ¿Quién les enseña o guía en la jungla de información? ¿Quién les ayuda a interpretar las dimensiones de lo legal y lo ético y las implicaciones de sus decisiones y actuaciones en estos marcos? Porque, como he argumentado en diferentes foros, la formación del profesorado se centra en su capacidad para “transmitir el pasado”, pero ahora su papel principal parece estar en entender y transitar con el alumnado por el presente y el futuro. ¿Estamos preparados para afrontar este desafío?

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/05/castigar-premiar-educar/

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¿Qué nos trae el Mobile World Congress?

Por: Juana M. Sancho

La cita anual con la tecnología en Barcelona es un buen momento para preguntarse y poner en duda algunas de las «verdades» sobre los intereses y el impacto de las tecnologías y quienes las fabrican.

Para los interesados en la educación de todas las personas y en un mundo menos desigual, más armónico y empático, muchas más cosas en las que pensar y decisiones que tomar. La carrera olímpica (¡Más rápido, más alto, más fuerte – o ¡Más poder, más dinero!) de las empresas de tecnología digital, ha vuelto a dejar grandes números. Más de 100.000 asistentes (77% hombres, 23% mujeres, no todos con el mismo papel). 3.500 medios de comunicación y analistas del sector. Un impacto económico de 465 millones de euros y 13.200 puestos temporales de trabajo. Unas cifras que satisfacen a los organizadores, apabullan al público en general y chocan a quienes vivimos la falta de inversión y deterioro en los sistemas públicos de educación. Aquí surge el primer punto de reflexión.

En los últimos años este encuentro se había convertido en la “caja de las sorpresas”. Lo importante no era el análisis profundo y complejo de las aportaciones reales de las nuevas invenciones a la vida de la mayoría de las personas, ni sus limitaciones y peligros, sino ser el primer consumidor de lo nuevo, estar más al día que nadie y vender más que nadie. En esta ocasión, ha habido cierto desencanto, al no presentarse nada espectacular. De aquí nace la segunda reflexión.

Como es sabido, las grandes corporaciones de tecnología digital: Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Facebook y Amazon, están en este momento entre los 10 primeros puestos del mundo, y varias de ellas parecen poner especial atención en evitar pagar impuestos. En el encuentro, una de las pocas preocupaciones sociales surgió en el debate –ya propuesto en otros foros–, de si las máquinas programadas para aprender deberían pagar impuestos al sustituir a trabajadores. Y aquí viene la tercera reflexión.

mSchools, un programa de mEducation desarrollado por el Mobile World Capital, con apoyo público y privado (Ayuntamiento de Barcelona y Generalitat de Cataluña) en Barcelona, Cataluña y España, ha estado a cargo de la organización del Youth Mobile Festival con la participación de 11.000 estudiantes.

En definitiva, lo que nos trae el MWC a los que pensamos que la educación no consiste en adaptar y adaptarnos a las estructuras de la vida creadas por los poderosos es: (1) La necesidad de entender el mundo de intereses y lógicas que subyacen al impulso de unas tecnologías en detrimento de otras y las consecuencias educativas, sociales, económicas y políticas de la creciente brecha entre lo privado y lo público y entre diferentes grupos sociales. (2) La importancia de analizar el sentido de la innovación, de cuestionar la premisa de que “lo nuevo” es “mejor” y situar, educativamente hablando, la adicción a la novedad. (3) La “obligación”, como educadores, de desvelar las condiciones de todos los trabajadores (no solo los de Silicon Valley) que hacen posible el desarrollo de la industria digital, la ética medioambiental de las empresas y las consecuencias socio-económicas de un mundo de trabajo robotizado sin regulación económico-político social. (4) La necesidad de ir más allá de pensar en los estudiantes como consumidores o prosumidores para contribuir a formarlos como ciudadanos globales en un mundo digital.

El MWC también ha traído el encuentro alternativo Mobile Social Congress. Sin publicidad, pero con la participación de unas 20.000 personas que: por una mejora de las condiciones de trabajo en las fábricas de electrónica, proponen la compra pública socialmente responsable. Para acabar con la extracción ilegal peligrosa, apuestan por el comercio justo de minerales. Para reducir el impacto ambiental y el exceso de residuos, luchan contra la obsolescencia programada. Por el progreso del conocimiento, la cultura y la tecnología, apuestan por el dominio público y un modelo de producción común. Por una comunicación segura y respetuosa, promueven el software libre y la soberanía tecnológica. Por una telecomunicaciones libres y accesibles, apuestan por el trabajo cooperativo. Todo un programa tecno-social con muchos puntos en común con las implicaciones educativas apuntadas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/05/que-nos-trae-el-mobile-world-congress/

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La solución está en la democracia y en la educación

Por: Mundiario

La democracia genuina brilla por su ausencia. Pretenden basarla exclusivamente en las urnas en lugar de hacerlo en los valores éticos esenciales de la igual dignidad de todos los seres humanos, la justicia, la libertad y la solidaridad.

Se había advertido por numerosos “vigías” y desde múltiples ángulos de observación que una unión sólo basada en el dinero y en el poder excesivo del “mercado”, sin balizas éticas, desembocaría en el fracaso más estruendoso. No fueron capaces de alcanzar más unión que la monetaria cuando debía ser una unión política, económica, cultural y social. Quienes soñaban con la Europa unida por “principios democráticos” –como establece el preámbulo de la Constitución de la UNESCO- se han visto defraudados. Quienes, como Robert Schumann y Jean Monnet en 1949, proclamaron que “hay que inventar Europa”, no han sido tenidos en cuenta por los políticos del siglo XXI, incapaces de contener el aluvión dinerario.

¡La excelente Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea!, aprobada en el año 2000, ha sido relegada por los gobernantes y parlamentarios actuales, en lugar de situarla como eje fundamental de sus brújulas, de sus “hojas de ruta”.

Y así, nos hallamos inermes ante unos hechos socialmente intolerables –el Informe de OXFAM-INTERMON sobre la concentración del poder financiero en muy pocas manos es desolador- y con inadmisibles -e inimaginables, en el caso de España- muestras de insolidaridad y, lo que es más angustioso todavía, con rebrotes de racismo, fobias y fanatismo. La solución está en la democracia y en la educación. La democracia genuina brilla por su ausencia. Pretenden basarla exclusivamente en las urnas en lugar de hacerlo en los valores éticos esenciales de la igual dignidad de todos los seres humanos, la justicia, la libertad y la solidaridad. Así lo propusimos hace ya algún tiempo en un proyecto de Declaración que abarca la democracia ética, social, política, económica, cultural e internacional.

La educación –para forjar ciudadanos del mundo “libres y responsables”- debe estar orientada para “ser” y no para “tener”. Ser plenamente para ejercer sin cortapisas las facultades distintivas de la especie humana: reflexionar, imaginar, innovar, ¡crear! Y actuar en virtud de las propias decisiones y nunca más al dictado de nadie ni de dogma alguno.

La tecnología digital debe hallarse al servicio de los seres humanos y no al contrario.

Sí: cada ser humano libre y responsable, capaz de crear y de llevar en sus manos las riendas de su destino, nuestra esperanza. La única esperanza para esclarecer horizontes hoy tan sombríos.

Fuente: http://www.mundiario.com/articulo/politica/solucion-democracia-educacion/20170305024456081214.html

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