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Entrevista a Gioconda Belli: Teletrabajo permanente para cuidadoras/es: sus riesgos para el avance en los derechos de la infancia y de las mujeres

“Creer que solo sobre la madre descansa esta responsabilidad es la primera injusticia de la que hemos sido víctimas las mujeres” –Gioconda Belli.

La crisis sanitaria de los últimos años, trajo consigo un avance forzoso en cuanto a los medios tecnológicos en el ejercicio laboral. A raíz del encierro obligatorio debido a los riesgos del Covid 19, se instaló temporalmente el teletrabajo en los sectores laborales posibles, considerando a la vez, el cierre de los establecimientos educacionales y la emergencia que esto desató en las familias respecto al cuidado de niñas y niños.

Si bien esta medida favoreció la posibilidad de mantener las funciones laborales desde los hogares, y asegurar, por tanto, la productividad y el ingreso de un salario, innumerables son los estudios que arrojaron elevados montos de angustia y estrés en quienes ejercían estas tareas de manera simultánea al cuidado de otras personas, principalmente niñas y niños menores de 12 años.

Lo anterior, dejó brutalmente en evidencia la crisis de los cuidados y el lugar de las mujeres como principales responsables y protagonistas de dobles y triples jornadas que comenzaron a vivirse de forma simultánea, los horarios se difuminaron y las mujeres se vieron crudamente atravesadas por el aislamiento. El resultado es conocido, mujeres cargando con trabajo doméstico, de cuidado y laboral remunerado al mismo tiempo, sin límite de espacio ni horarios. Sin embargo, como contingencia, la prioridad se acentuaba en el cuidado inmediato de la salud y de las vidas, debiendo todas y todos adaptarse en la medida de lo posible, en situaciones más y menos favorables, a estas nuevas condiciones de trabajo, de crianza y de existencia en su totalidad.

Imprescindible no hacer alusión, también, a la violencia de género a nivel intrafamiliar que agudizó el confinamiento, mujeres y niñas/os que quedaron recluidas/os con sus agresores, perdieron espacios de protección, de resistencia y redes de apoyo.

Que la demanda por el derecho al apego con los y las hijas/os se levante desde la alternativa de un teletrabajo permanente, excluye entonces a la mayoría de las mujeres e invisibiliza otras realidades, obstaculizando la posibilidad de construir políticas públicas que aborden el problema de manera integral y equitativa. El apego con sus cuidadoras/es un derecho de toda la infancia.

 

La pandemia y sus efectos visibilizaron ferozmente las violencias e inequidades de género en la esfera privada, y los peligros, entonces, de la privatización de la vida, vale decir, de relegar solo al mundo privado dimensiones de la vida como los cuidados y el trabajo remunerado. Ahora bien, en cuanto a este último, hay quienes tras volver a la presencialidad, continúan optando y/o solicitando una modalidad online. No resultando extraño que se trate de agrupaciones de mujeres, pues como se ha mencionado, sobre nosotras recae la responsabilización de los cuidados y trabajo doméstico.

Esta demanda de teletrabajo permanente para quienes cuidan, se ampara justamente en el supuesto de que la medida favorecería el ejercicio de los cuidados. En virtud de esto cabe preguntarse como punto de partida:

¿Por qué habría que pensar los cuidados como una tarea que puede realizarse de manera simultánea al trabajo remunerado? La idea deja entrever otra, que los cuidados no serían un trabajo en sí mismo. Esta lógica contraviene la lucha feminista por el reconocimiento de la crianza y cuidados como un trabajo que requiere alta e incluso, en ocasiones, absoluta dedicación en el momento en que se realiza, que desgasta, cansa e implica no solo despliegue físico sino que mental y emocional. La organización que concierne a la logística del día a día, es también, una carga que ha sido depositada en las mujeres. Así las cosas, un teletrabajo permanente para cuidadoras podría estar reproduciendo el estereotipo que el feminismo ha combatido desde hace años, el de la Mujer Pulpo que puede con todo y al mismo tiempo, la Súper Mamá que estaría entonces, también presente mientras ejecuta su jornada laboral remunerada. ¿Queremos seguir enalteciendo la productividad por sobre los cuidados? ¿O bien queremos medidas y flexibilidades laborales que permitan disfrutar de esto último?

El foco puesto en las infancias, en la línea de “la teoría del apego” y la eventualidad de que niñas y niños pequeñas/os estén con sus madres y/o cuidadora/es por periodos más prolongados antes de la escolarización o en otras circunstancias, requiere una madre psíquicamente presente. Una madre realizando funciones laborales, presionada por trabajos demandantes y exigentes, incluso desgastante en términos emocionales (como trabajadoras de la salud mental, entre muchos otros) ¿se encontraría emocionalmente en condiciones “óptimas” de, al mismo tiempo, cumplir con ese rol de cuidadora que favorece un apego saludable, al que se aspira con esta propuesta? ¿No podría esto, incluso, agudizar los niveles de estrés de cuidadoras a raíz de frustraciones propias por las expectativas que esta idea porta respecto al “apego”? A lo que apunta esto, es a que presencia física no garantiza un apego “saludable”. En situaciones de emergencia es suficiente, pero ¿cómo se sostiene en el tiempo?

En la misma línea de la teoría del apego y los múltiples argumentos que la promueven  en cuanto a la demanda de teletrabajo permanente, basados en la necesidad de conciliar la maternidad con trabajo remunerado, resulta peligroso que sea una medida como esta la que emerja como respuesta al problema. Pensarlo desde ahí, pareciera denotar tintes de privilegios, toda vez que la mayoría de las mujeres no realiza trabajos que puedan realizarse de manera virtual, mujeres trabajadoras en casa particular, mujeres que realizan funciones de aseo, comida rápida, faenas, cosechas, y tantas otras, con jornadas generalmente más extensas, ingresos mínimos y varias horas de traslado.

Que la demanda por el derecho al apego con los y las hijas/os se levante desde la alternativa de un teletrabajo permanente, excluye entonces a la mayoría de las mujeres e invisibiliza otras realidades, obstaculizando la posibilidad de construir políticas públicas que aborden el problema de manera integral y equitativa. El apego con sus cuidadoras/es un derecho de toda la infancia.

Las mujeres hemos estado por siglos relegadas a lo familiar, lo privado, mientras que el lugar de lo público ha quedado permitido para los hombres. Nuestro ingreso al mundo laboral no ha estado exento de obstáculos y dificultades, partiendo por trabajos que venían a reproducir las funciones de lo privado, se nos asociaba a asuntos de cuidado y domésticos y en consecuencia, menos valor, peor pagados.

Menores salarios, dobles o triples jornadas de trabajo, toda vez que el ingreso al campo laboral no ha ido de la mano con la corresponsabilidad en lo privado ni el avance de políticas públicas en materias de la socialización de los cuidados. Validar y reconocer el trabajo de las mujeres en lo público ha sido otro avance feminista, disputar espacios en que nuestras voces sean escuchadas, ocupar cargos de liderazgo y no vivir discriminación por tener hija/os o encontrarnos en edades fértiles. La lucha contra la violencia de género en este contexto público, también implica una de las violencias más normalizadas y continuas en nuestras vidas, el acoso y violencia sexual.  ¿Qué podría significar que muchas mujeres / cuidadoras desocuparan, de manera literal, determinados espacios en sus lugares de trabajo?

El teletrabajo permanente para cuidadoras podría configurarse como contraproducente a la bandera feminista por los cuidados como un bien público, ya que retorna esta responsabilidad al espacio doméstico reproduciendo la feminización de los cuidados. Los últimos años han develado la crisis de los cuidados con las mujeres como protagonistas, la corresponsabilidad no es aún una realidad, mientras así sea, puede ser que el teletrabajo permanente para cuidadoras/es enmascare y reproduzca una lógica sexista.

Se requiere de políticas públicas que garanticen la equidad y redistribución social y de género en esta tarea. El gobierno actual ha desarrollado un plan de Sistema Nacional de Cuidados poniendo la centralidad en la responsabilidad social, para ello urgen medidas como el avance de la ley de las 40 horas laborales o la mejora en los sistemas de pre y post natal, así como el énfasis en el acceso a jardines infantiles de calidad en cuanto espacios seguros.

Este texto no pretende, bajo ningún punto de vista, negar la crisis de los cuidados y la urgencia por asentar normas que salvaguarden la compatibilización de la crianza y el trabajo, considerando la salud mental de cuidadoras, niñas y niños y la vida familiar. Por el contrario, busca problematizar la cuestión en función del riesgo de una propuesta en particular y la premura por considerar una serie de factores y dimensiones a la hora de su abordaje y análisis político y social.

Mientras los cuerpos dóciles de las mujeres sean solo un engranaje condenado ahora no solo a la reproducción sino también a la explotación, la virtualidad solo seguirá siendo el anverso de un espejismo que trae en su reverso, volver a velar lo que por toda la historia, una y otra vez, volvemos a denunciar.

Fuente: https://www.elmostrador.cl/braga/2022/09/22/teletrabajo-permanente-para-cuidadoras-es-sus-riesgos-para-el-avance-en-los-derechos-de-la-infancia-y-de-las-mujeres/

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Coronavirus: China vuelve a los confinamientos «como hace dos años» y pone en cuarentena a más de 36 millones de personas

Por: Zubaidah Abdul Jalil y Annabelle Liang/BBC News

 

Escuelas cerradas, teletrabajo y paquetes rociados con desinfectante a las puertas de casa.

Las escenas que se sucedían hace dos años en China, en el periodo más duro del confinamiento que trató de frenar la expansión de la covid-19, han vuelto a algunas grandes urbes del gigante asiático.

Millones de personas en todo el país se enfrentan ahora a duras restricciones por el repunte de los casos de coronavirus.

Entre las zonas afectadas por nuevas medidas se encuentran algunos puntos neurálgicos del país como el centro tecnológico Shenzhen y la megaurbe de Shanghái.

Toda la provincia de Jilin

China informó el martes un récord de más de 5.000 casos, la mayoría en la provincia de Jilin, lo que ha llevado a las autoridades a cerrar por completo el área.

Los 24 millones de residentes de esta provincia nororiental recibieron órdenes de cuarentena el pasado lunes.

Es la primera vez que China restringe una provincia entera desde el cierre de Wuhan y Hebei al comienzo de la pandemia.

A los residentes de Jilin se les ha prohibido moverse y cualquiera que quiera salir de la provincia debe solicitar un permiso policial.

Las medidas se producen un día después de que impusiera un bloqueo de cinco días a los 12,5 millones de residentes de la ciudad sureña de Shenzhen, donde todos los servicios de autobuses y metro están suspendidos.

Hombre con mascarilla

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

El martes, las autoridades de la ciudad de Langfang, que limita con la capital, Beijing, así como de Dongguan, en la provincia sureña de Guangdong, también impusieron cierres de forma inmediata.

Se ha dicho a las empresas en muchas de las regiones afectadas que cierren o que sus empleados trabajen desde casa, a menos que proporcionen servicios esenciales como alimentos, servicios públicos u otras necesidades.

Foxconn, que fabrica iPhones para Apple, detuvo sus operaciones en Shenzhen el lunes y dijo que la fecha de reanudación de sus actividades «será informada por el gobierno local».

Algunos áreas residenciales están aplicando reglas estrictas sobre quién puede entrar.

Los paquetes se están rociando con desinfectante nuevamente a las puertas de las casas.

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Análisis de Robin Brant, corresponsal de la BBC en Shanghái

Parece que China ha retrocedido dos años. Ha vuelto a los primeros días del brote que surgió por primera vez en el gigante asiático.

De nuevo se están imponiendo medidas drásticas y a gran escala para intentar contener el virus. Toda una provincia ha sido sellada.

El cierre de Jilin es similar en muchos aspectos al de Hubei a principios de 2020, el área de China donde comenzó todo.

Shenzhen, el centro tecnológico de importancia mundial, también es una ciudad confinada.

Shanghái, desde donde escribo esto es el hogar de 24 millones de personas y un importante centro global.

Todas las escuelas están cerradas, los niños han vuelto a las clases online y cada vez más personas trabajan desde casa.

Todo esto forma parte del esfuerzo de China para mantener/retener/recuperar la estrategia de «covid cero».

Este objetivo se ha visto impulsado por el despliegue masivo de vacunas de producción china y por el cierre efectivo de fronteras.

Sin embargo, ese objetivo está siendo significativamente socavado por la variante ómicron.

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Hombre desinfectando

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

China ha visto relativamente menos casos de covid gracias a su estricta política de «covid cero», que le permite llevar a cabo cierres rápidos, pruebas masivas y restricciones de viaje cada vez que surge un brote.

Sin embargo, la rápida transmisibilidad de la variante ómicron ha hecho que apegarse a ese enfoque sea cada vez más desafiante.

Desde principios de año, China ha notificado más casos de transmisión interna que en todo 2021.

El principal experto chino en enfermedades infecciosas, Zhang Wenhong, calificó los brotes recientes como «el período más difícil en los últimos dos años de lucha contra el covid».

Y afirmó en una publicación online de amplia difusión que todavía estaban en «la etapa inicial de un aumento exponencial».

Pero agregó que aunque era necesario que China mantuviera su estrategia de «covid cero» para controlar los brotes por ahora, «esto no significa necesariamente que continuaremos implementando la estrategia de bloqueos y pruebas masivas para siempre».

Fuente de la información e imagen:  https://www.bbc.com

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Textos escogidos sobre teletrabajo

Por: Mario Hernández

En esta tercera y última entrega sobre el teletrabajo seleccionamos textos de la Asociación de Abogados Laboralistas de Mar del Plata; de Pablo Marrero, secretario de prensa de bancarios (CTA-A) y de la periodista española, Sabela Rodríguez Alvarez, sobre cómo afecta el teletrabajo a las mujeres. Además, analizamos una encuesta de la consultora Adecco

Teletrabajo: Beneficio obrero o ganancia del empleador

Reproducimos documento de la Asociación de Abogados Laboralistas de Mar del Plata: 

La actual pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud a causa del virus COVID 19, trajo a colación un sistema de trabajo que ya se venía implementando en diferentes sectores, pero ahora con la clara intención de ampliar su espectro a diversas ramas de la economía. Estamos hablando del teletrabajo – trabajo a distancia – trabajo remoto y/o home office.

En primer lugar, debemos señalar que los términos utilizados no son sinónimos, veamos pues, en qué consisten las principales diferencias:

Teletrabajo, trabajo remoto o a distancia, es el trabajo que una persona realiza para una empresa determinada, desde un lugar alejado de las oficinas centrales o del establecimiento de producción, para realizarlo habitualmente desde su propio domicilio, por medio de la utilización de las nuevas tecnologías de telecomunicación. La clave para entender este concepto es el “control”. Así, el teletrabajo es un proceso donde el operario realiza un trabajo fuera de la sede de la empresa, bajo el control y tutela del empresario.

El espacio donde se realiza el teletrabajo puede ser un domicilio particular, otra oficina, un coworking remoto o cualquier lugar que permita la conexión entre empresario y trabajador. De este modo el empleador cuenta con el control total de los procesos de producción; estén donde estén sus trabajadores. Pese a no estar en la oficina, lo que consigue el teletrabajo es trasladar todos los procesos rutinarios al lugar donde se encuentre el trabajador, manteniendo así todas sus responsabilidades y tareas.

Por su parte, el Home Office o trabajo a domicilio, es el modelo de negocio que utilizan la mayoría de los freelancers. Un freelance es una persona que trabaja por cuenta propia para una empresa determinada, facilitándole un servicio a cambio de una compensación económica. Muchas empresas subcontratan servicios a través de los freelancers, resultando trabajadores de la compañía, que brindan sus tareas en la mayoría de los casos por medio de contratos, especificando el tiempo que trabajarán para el empleador y bajo qué condiciones.

Analizando este concepto, a su vez nos encontramos frente a otro flagelo que afecta a los trabajadores como son los casos de fraude laboral, donde se encubre la verdadera naturaleza del vínculo bajo la apariencia de figuras ajenas al derecho laboral.

En resumen, el teletrabajo, es una forma de organizar el sistema laboral, basado en que el trabajador desempeñe su actividad sin la necesidad de presentarse físicamente en un lugar de trabajo específico. Este tipo de organización de trabajo es posible ya que los métodos utilizados implican el procesamiento electrónico de información y la utilización de un sistema de telecomunicaciones, para poder compartir información entre el trabajador y la empresa.

Existen tres tipos de teletrabajo que son los siguientes:

  • Domicilio: aquel en donde el trabajo es realizado desde la casa o domicilio del empleado.
  • Móvil: aquel caso de teletrabajo en donde el empleado suele trabajar algunos días desde su domicilio y otros en la oficina.
  • Telecentro: aquel en donde la institución o empresa destina una oficina para que los empleados desarrollen determinado tipo de actividades, fuera de su oficina central.

Luego del breve análisis realizado, debemos preguntar ¿es el teletrabajo un beneficio para mejorar la calidad de vida de los trabajadores o más bien resulta un modelo de trabajo forjado en pos de las ganancias del capital? Adelanto la respuesta a favor de la segunda opción.

El trabajo a distancia no es un tema nuevo en el ámbito laboral, sino que hace tiempo que se venía discutiendo, siendo actualmente visto con agrado por parte de la patronal, bajo el pretexto del aislamiento social, preventivo y obligatorio.

Este modelo de trabajo forma parte del plan de “modernización” que tenía el anterior gobierno de Mauricio Macri, que con el resultado de las últimas elecciones creíamos olvidado, pero lamentablemente hoy no es así.

Como todo sistema novedoso, el trabajo a distancia tiene sus amantes y detractores, quizá entre la población joven -más ligadas al uso de la tecnología- y claro está, entre los grupos empresarios, podemos encontrar a los principales defensores del modelo, sin embargo, la realidad indica que el dicho “se trabaja mejor en casa” es un mito, siendo las principales críticas las siguientes:

1) El trabajador o trabajadora pierde vínculo y comunicación con sus compañeros, los aísla socialmente reduciendo la posibilidad de organización en defensa de sus derechos.

2) Altera los períodos de descanso.

3) Modifica la jornada laboral.

4) Desestabiliza los horarios de los trabajadores.

5)  Afecta el pago de las horas extra.

6) Hay un mayor agotamiento del trabajador ya que el mismo no se desconecta totalmente de sus labores para descansar. Al no existir un horario laboral establecido se ilimita la jornada de trabajo a las 24 horas del día.

7) Afecta las relaciones personales y familiares de los trabajadores, al penetrar el trabajo dentro del ámbito más íntimo como el hogar del obrero.

8) Favorece la precarización y la tercerización laboral.

9) Impide acceder a normas de higiene y seguridad en el trabajo.

10) Afecta en sobremanera a ya que a raíz del modelo social que aún nos domina, en la práctica las mujeres mayormente se encuentren ligadas a realizar actividades domésticas y de crianza de los hijos, hecho este que agudiza el estrés generado por el teletrabajo.

La realidad indica que el teletrabajo implica un “ahorro” para las empresas, para quienes siempre resulta rentable tener personal laborando desde su casa. Los ahorros no solo se dan porque se deja de designar un espacio físico para el personal, sino también por el ahorro en los servicios básicos como agua, luz, gas, internet, insumos, etc., reduciendo de este modo los costos de producción y aumentando la rentabilidad de la empresa.

Como regla fundamental, para implementar este sistema el empleador debería otorgar al obrero la totalidad de los medios tecnológicos, informáticos, digitales, insumos y costos que requiere la implementación del teletrabajo. En muchas ocasiones esto no sucede, y son los trabajadores quienes tienen que asumir esos costos como por ejemplo conexión a internet.

No podemos soslayar un caso puntual como resulta el de los docentes, donde solo un cierto porcentaje tiene acceso a una computadora y conexión de internet, no brindando el empleador las herramientas necesarias para que realicen el trabajo a distancia.

En tal sentido, no todos los trabajadores y trabajadoras están en condiciones de realizar el teletrabajo, por ejemplo, quienes viven en una zona rural o semi rural o con deficiente conexión a internet, quienes comparten el uso de una única computadora con el resto del grupo familiar, como ser hijos en edad escolar, o están al cuidado de otras personas, etc.

Chile se convirtió en el primer país latinoamericano en adoptar el teletrabajo de manera legal con la Ley de Trabajo a distancia y Teletrabajo, propuesto por el ministerio de Hacienda el 10 de marzo de 2018 y decretado oficialmente el 26 de marzo de 2020, resultando las principales críticas un “menor descanso y falta de pago de horas extras para los trabajadores/as”.

Esta fue una iniciativa empresarial que tiene por finalidad dotar de una regulación flexible a los trabajadores para que puedan desempeñar sus labores en el domicilio.

La legislación permitiría que, si un trabajador ya tiene una relación laboral, de carácter presencial en la empresa, pueda acordar con su empleador el cambio total o parcial a la modalidad de trabajo a distancia.

Es sabido que las negociaciones entre empleador y trabajador son asimétricas por naturaleza y no significan otra cosa en la realidad que imposiciones patronales sobre los empleados. La ley de teletrabajo aprobada “aseguraría” 12 horas de descanso entre jornada y jornada, lo que significa una precarización en las condiciones laborales, con jornadas que podrían extenderse más de lo legal.

El año pasado en el ámbito Judicial recientemente la AJB acaba de firmar un acuerdo paritario con la SCBA para regular el teletrabajo en el contexto del aislamiento social, destacando que el teletrabajo debe ser una opción y no una obligación para los trabajadores.

Concluyendo, hoy es el momento de avanzar en la búsqueda de más y mejores derechos laborales y no retroceder. En consecuencia, si bien el aislamiento social, preventivo y obligatorio y las limitaciones a la circulación dispuestas por el PEN hicieron que las modalidades habituales de trabajo se hayan visto modificadas, el teletrabajo solo puede ser admitido por los trabajadores y trabajadoras como una herramienta excepcional para superar la actual crisis económico-sanitaria, pero nunca podrá ser convalidado como un método normal, habitual y efectivo de trabajo, toda vez que el mismo no implica un real beneficio para la clase obrera sino más bien un incremento de  ganancia para la patronal.

Asociación de Abogados Laboralistas (AAL) de Mar del Plata. 

Teletrabajo: con todos los derechos y cuidando la salud

Por Pablo Marrero (Red Eco Alternativo) 

En estos días de pandemia y cuarentena se ha avanzado con la puesta en práctica del llamado “teletrabajo”. Es importante detenerse a pensar en esta modalidad laboral que parece destinada a quedarse y a crecer en el mundo laboral.  

Más allá de lo atractivo que puede ser trabajar en casa, pensar que no tenemos que viajar, en que podemos regularnos los tiempos, prepararnos un mate o un café cuando queramos, convocamos a reflexionar sobre las consecuencias a largo plazo de esta modalidad. Entre estas, profundizar sobre el significado de la pérdida de la colectivización que da el compartir con los compañeros y compañeras cuestiones que hacen al ámbito laboral, como así también, otras más vinculadas a la vida social de las personas. El otro elemento en el que hay que detenerse es en la delimitación de los espacios entre lo que es la actividad laboral y la vida privada y un tema muy importante es ver qué condiciones tenemos en nuestro hogar para realizar una actividad propia de una oficina y lo que significa esto para nuestras vidas y la de nuestra familia.

Muchas de las experiencias que se están llevando adelante no son tan idílicas y el trabajador en esta modalidad realiza jornadas mucho más extendidas, dependiendo todo el día del celular o la computadora y en condiciones paupérrimas para su salud. Sin contar que los gastos de luz, internet y otros, corren por su cuenta.

Al respecto, Luis Campo, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, plantea: “Es muy claro que se desdibuja la idea de una jornada laboral limitada. Esa idea de que con el teletrabajo podríamos organizar el trabajo, administrarlo y distribuirlo a lo largo del día como mejor me convenga, puede en un principio aparecer como una ventaja real. El problema es que, a medida que pasa el tiempo, esa jornada de trabajo se va desdibujando y dejamos de saber cuánto tiempo estamos trabajando. Es decir, experimentamos una jornada laboral continúa, donde la lógica empieza a ser el trabajo a demanda. El teletrabajo permite que se generalice o extienda el trabajo a destajo sobre actividades que hasta hace poco nos parecían impensadas”.

Yendo más a lo concreto, es importante evaluar en qué condiciones se realiza la actividad laboral bajo esta modalidad: ¿se respetan los Convenios Colectivos?, ¿cuáles son los derechos y cómo se reclaman? Y, fundamentalmente, ¿se cumplen las condiciones para el cuidado de la salud del trabajador y la trabajadora?

En Argentina el Ministerio de Trabajo emitió en su momento el “Manual de Buenas Prácticas en Teletrabajo”, que fue elaborado bajo la supervisión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y que establece la voluntariedad del teletrabajo, la reversibilidad del teletrabajo, la compensación de todos los gastos directos e indirectos que ocasione tele trabajar por parte del empleador y la inclusión en el Convenio Colectivo de Trabajo.

La situación actual de emergencia sanitaria pone en discusión la “voluntariedad del teletrabajo” y por otra parte, la observación del Manual de Buenas Prácticas de Salud y Seguridad en el Teletrabajo de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, fue suspendida en la emergencia sanitaria.

Este Manual ordena que debían ser provistos al trabajador todos los elementos necesarios para que éste realice su trabajo con las condiciones ergonómicas adecuadas, como ser teclados y pantallas a las alturas correctas, sillas con las características ergonómicas que hacen falta, apoya pies, etc. Se le deberán proveer además los elementos de seguridad, como ser matafuegos, necesarios. Todas estas condiciones de trabajo deberán tener el visto bueno de los representantes sindicales de los trabajadores (Comisiones o Secretarías de Higiene y Seguridad, etc.)

Es prioritario que lo que indica este manual se restablezca en forma inmediata cuando concluya la emergencia sanitaria.

En esta modalidad de trabajo es fundamental respetar la jornada establecida por los respectivos convenios, así también el descanso, tener una delimitación clara de la tarea a cumplir y ejercer el derecho de la actividad sindical. Se deben mantener los mismos derechos que el trabajador habitual -en particular las licencias médicas (no se debe trabajar “medio enfermo” desde casa)-, así como la ART y el seguro.

Tomamos la palabra de Luis Campos cuando nos dice: “Tenemos que volver a pensar en aquella lucha histórica por las 8 horas de trabajo. Esta no era sólo para limitar el tiempo de explotación de nuestra mano de obra, sino por un tiempo de descanso y esparcimiento por fuera del ámbito laboral. El teletrabajo está desdibujando ese derecho”.

La imposición de una nueva modalidad de trabajo por parte de las empresas debe ser pensada y debatida colectivamente por parte de las organizaciones de trabajadores y trabajadoras. De ninguna manera puede aplicarse unilateralmente y, fundamentalmente, debe respetarse todos los derechos adquiridos referenciados en los respectivos Convenios Colectivos.

El teletrabajo, una «trampa mortal» sobre todo para las mujeres, trabajadoras y cuidadoras las 24 horas

Por Sabela Rodríguez Alvarez  

  • Las expertas señalan las «contradicciones» del trabajo a distancia y demandan medidas específicas: «Sin una regulación se convierte en una trampa mortal»
  • Beatriz Gimeno defiende un cambio cultural profundo, una acción política que «mejore la responsabilidad institucional en los cuidados» y una toma de conciencia en la economía para resolver los problemas de conciliación

Primero, el cierre de las escuelas. Después, el de los centros de trabajo. Y entretanto, las mujeres han tenido que lidiar con las muchas dudas en torno a la conciliación, el trabajo a distancia y una realidad completamente alterada por la pandemia. El teletrabajo se tejió como respuesta inmediata a las preguntas sobre el cuidado, pero pronto degeneró en una «trampa mortal» para las mujeres. Sin mecanismos que garanticen los derechos laborales de las trabajadoras y sin políticas de corresponsabilidad efectivas, la carga continúa recayendo en sus espaldas. El problema amenaza con echar raíces no sólo durante la excepcionalidad: el después preocupa también a las expertas.

El informe La perspectiva de género, esencial en la respuesta a la covid-19, elaborado por el Instituto de la Mujer, subraya la necesidad de «conocer el alcance del impacto de género que produce e incorporarlo en la respuesta a una crisis que, por sus propias características, afecta de manera diferente a mujeres y hombres«. La situación de emergencia, añade el texto, tiene además «una dimensión social importante en el ámbito privado que actúa como amortiguador de aquélla y que nuevamente coloca a las mujeres al frente de la respuesta a la enfermedad, ya que son las que realizan la mayor parte del trabajo doméstico: el 70% de las tareas de cuidado recae en las mujeres«.

Ellas, recuerda el análisis, siguen realizando «la mayor parte del trabajo doméstico y cuidado de personas dependientes, remunerado y no remunerado, asumiendo también una mayor carga mental derivada de la misma». En añadido, remarca, muchas mujeres se ven «abocadas a no poder seguir trabajando por tener que hacer frente a las tareas de cuidado al encontrarse los centros escolares cerrados».

En la esfera laboral, las mujeres «sufren mayor precariedad y pobreza laboral, lo cual las sitúa en un peor lugar para afrontar un nuevo periodo de crisis». En ese sentido, parte de los sectores que asumirán mayores secuelas tras la crisis, como el comercio, turismo y hostelería, «están altamente feminizados». El estudio apunta que en sus últimas proyecciones la OCDE prevé que el turismo tendrá una reducción de actividad del 70%. En la misma línea el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la ralentización de la economía en España en 2020 estará determinada por las dificultades para continuar la actividad en la cadena de suministro, el comercio, el turismo y el consumo interno.

Las sociólogas de la Universitat de València (UV) Cristina Belloch y Empar Aguado han trazado también algunas conclusiones relativas al peso del trabajo productivo y reproductivo durante la pandemia. Las consecuencias no sorprenden: ellas asumen un mayor grado de estrés. Las mujeres que están teletrabajando con sus hijos en casa, exponen las expertas, no sólo tienen que trabajar y a la vez realizar tareas de cuidado, sino que en ocasiones deben intentar facilitar que sus parejas trabajen. Muchas «están trabajando y a la vez cuidando», pero además cargan con el «seguimiento escolar de los hijos» en edad educativa, un «elemento de ansiedad y estrés añadido». Como resultado, las mujeres tienden a buscar su propio espacio de concentración y silencio «durante la madrugada, bien sea retrasando el momento de ir a la cama o levantándose antes que el resto de miembros de la familia». La desconexión se torna tarea imposible.

Las sociólogas se preguntan si se trata de una situación excepcional o bien la «nueva normalidad» amenaza con convertirse en una regresión para las mujeres. «¿Qué ocurrirá cuando la ciudadanía tenga que dar respuestas a la potencial crisis de cuidados que ya se deja entrever?, ¿cómo se resolverá la situación tras el confinamiento sin los servicios educativos esenciales que permitan el desarrollo de las jornadas laborales presenciales?, ¿seguirán siendo las mujeres las que con mayor frecuencia se constituyan como el eslabón flexible cuando el requerimiento en cuidados se vuelve rígido y exigente?», plantean. Los anuncios relativos a la «nueva normalidad» no entretejen respuestas que calmen la inquietud de las mujeres. Sin planes relativos a la conciliación –en Santander el Partido Regionalista de Cantabria ya ha reclamado medidas específicas–, con las aulas a la mitad de su capacidad y la actividad productiva a medio gas, las dudas emergen y las soluciones están lejos.

Las contradicciones del teletrabajo

Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación Progresista de Mujeres, no resta valor al teletrabajo como herramienta efectiva, pero insiste en que «debe estar regulada y debemos vigilar las condiciones». De lo contrario, advierte, «se convierte en una trampa mortal para no despegarnos del rol de cuidadoras«, lo que supone un «peligro para la promoción personal y laboral de las mujeres, pero también para su propia salud». El teletrabajo es un instrumento que «debe abordarse y analizar, pero no llevarse a cabo en exclusiva como alternativa al trabajo presencial, sino como algo complementario para hacerlo factible».

Ana Gálvez, profesora de Psicología Social del Trabajo y las Organizaciones en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica a infoLibre que el teletrabajo «muchas veces se presenta como una modalidad laboral que permite conciliar la vida laboral y familiar de manera fácil y exitosa», pero recalca que no siempre es así. La relación entre teletrabajo y conciliación está «plagada de contradicciones, paradojas y tensiones«. Un estudio elaborado por Gálvez hace dos años evidencia que el teletrabajo implica, para muchas mujeres, «una enorme carga de trabajo tanto laboral como doméstico y familiar, pero a la vez también les supone una enorme sensación de liberación por la autonomía y libertad que les proporciona a la hora de organizarse el tiempo». El trabajo a distancia, por tanto, «puede ser una trampa en algunas ocasiones» pero a la vez «es en la mayoría de las ocasiones la única manera para poder desarrollar el rol de madre y el de profesional».

Sobre este extremo se expresa también Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT. «Al final vamos a ser nosotras las que paguemos, esa es la sensación», lamenta en conversación con este diario. El teletrabajo, sostiene, se conjuga como una opción «importantísima» pero se está demostrando como una «trampa pura y dura». Recuerda, en esa misma línea, que sólo entre «un 3% y un 4% de los convenios de nuestro país lo regulan» y únicamente «el 20% o el 25% de los empleos del país puede implementar el teletrabajo». Pero además, la desconexión digital «es imposible», de manera que las trabas a la conciliación son mayores.

El teletrabajo, estima la sindicalista, no puede ser entendido como una «herramienta de conciliación» en exclusiva porque entonces las mujeres «perderán el contacto con sus compañeros, la relación presencial con la empresa y se quedarán encerradas en sus casas». Por otro lado, apunta Antoñanzas, su sindicato ha tratado de que «la posibilidad de reducción de jornada viniera aparejada, excepcional y temporalmente, de una prestación», pero no ha sido posible. «Estamos seguros de que son las mujeres las que están solicitando esas reducciones«. En 2018, el 92,2% de las reducciones de jornada para el cuidado fueron solicitadas por mujeres y el 87,1% de las excedencias las demandaron también ellas.

Beatriz Gimeno, directora del Instituto de la Mujer, subraya a preguntas de infoLibre que la situación actual no ha sido «programada ni planificada», sino que se trata «prácticamente de una improvisación» ante la emergencia. En ese escenario –altamente condicionado además por las circunstancias de cada familia o las características de cada hogar– las mujeres «se están sintiendo sobrecargadas, estresadas y perciben que no pueden afrontar las dos responsabilidades a la vez, la familiar y la laboral». No obstante, destaca Gimeno, «no es cuestión de descartar la opción del teletrabajo», que en una «situación normalizada puede tener aspectos positivos». En todo caso, estima, «lo que es incuestionable es que no podemos hablar de conciliación sin hablar de corresponsabilidad», ya sea con trabajo a distancia o presencial, «hay que repartir de forma equilibrada la carga de cuidados entre mujeres y hombres, y también las instituciones, la sociedad en su conjunto, tiene que hacerse cargo de una parte».

En ese recorrido, reflexiona la responsable de la institución, «hay que evitar que el teletrabajo se convierta en una opción para madres, y acabe devaluándose laboralmente». Esto se logra, perfila, fijando bien «las condiciones, posibilitándolo y promoviéndolo tanto entre hombres como mujeres, incluso para quienes no tienen responsabilidades de crianza». Sobre todo, añade, dando con «los instrumentos adecuados» e impidiendo que «se convierta en una jornada laboral de 24 horas al día y 7 días a la semana».

Gálvez va directa a la raíz del problema: «Las mujeres se han incorporado al mundo laboral pero no ha habido una redistribución del trabajo doméstico y de las responsabilidades familiares«. El modelo de familia tradicional «todavía funciona bajo la presunción de que existe una separación entre quien genera los ingresos familiares y quien se encarga del cuidado», una noción que debe ser superada para caminar hacia una igualdad verdaderamente efectiva. En ese sentido, para que el teletrabajo se consolide como herramienta exitosa «hay que solventar graves problemas», tales como «una cultura organizacional donde las jornadas laborales dan sentido y satisfacción a una estructura social patriarcal», pero también un «cambio social que todavía no contribuye a distribuir de forma equitativa el trabajo de los cuidados y las responsabilidades familiares y domésticas».

Problema público

Más allá de la esfera estrictamente laboral, Besteiro recuerda la necesidad de «abundar en la corresponsabilidad y en la necesidad de que toda la sociedad se implique a la hora de arbitrar medidas para que las mujeres puedan conciliar». Uno de los grandes problemas, sostiene, es que «todavía no se considera la falta de corresponsabilidad como un problema público de primera magnitud» y por tanto no toda la sociedad se siente implicada. No es algo privado, reitera, «es una tragedia para nuestro país que además tiene repercusión en cuestiones como el retraso en la edad de maternidad».

¿Va a suponer la nueva normalidad un retroceso para las mujeres? «Yo espero que no, pero tengo la sensación de que sí», reconoce Antoñanzas. Por el momento, esgrime, sobre la mesa quedan todavía «demasiadas cuestiones por las que seguir peleando». Para Gálvez el nuevo escenario puede derivar en serios riesgos para las mujeres. «Hay que estar alerta y diseñar e implantar medidas para frenar que esto ocurra», esgrime, pero no aparta la vista de la oportunidad que cree también se puede abrir, mediante la pedagogía y la evolución hacia un paradigma corresponsable.

Coincide Gimeno en entrever los riesgos y dar la voz de alerta. «En crisis anteriores ya se ha visto que el empleo de las mujeres es el que más tarda en recuperarse», expone, pero también la corresponsabilidad puede sufrir las consecuencias. «Sin un cambio cultural profundo que modifique la asignación de roles por sexos, o la división sexual del trabajo, sin una acción política que mejore la responsabilidad institucional en los cuidados y sin una toma de conciencia en la economía y las empresas de que la vida productiva no puede anular a la reproductiva, los problemas para las mujeres seguirán, o incluso se agravarán».

Aumento de la productividad y nuevos problemas laborales

Una reciente encuesta de la consultora Adecco señala que sólo el 25% de las personas que debieron pasar al “home working”preferirían pasar a esa modalidad de forma permanente. La tendencia, además, es mundial y grandes empresas están confirmando el ahorro que les genera, por lo que se espera que con el fin de la pandemia haya un fuerte crecimiento de este tipo de modalidad laboral, que si bien viene creciendo paulatinamente hace años ahora dará un fuerte salto.

El relevamiento de Adecco sobre 4.500 trabajadores que pasaron a cumplir sus tareas online desde sus hogares muestra que para el 56% de los encuestados este tipo de modalidad es una novedad, mientras que el resto ya la aplicaba eventualmente. Un 56% del total sostuvo que preferiría hace home office sólo algunos días de la semana, un 25% optaría por un esquema permanente y otro 19% sigue quedándose con el trabajo en la oficina o lugar habitual de desempeño.

En cuanto a la comodidad del trabajo hogareño, un 68% confirmó que se cambia de ropa para empezar a trabajar, dejando de lado el pijama o la ropa de dormir, mientras que un 18% reconoció que se queda con esas prendas y un 14% afirmó cambiarse como si fuera a trabajar a la oficina. El 47% de los encuestados señaló que cuenta con un espacio de trabajo cómodo, como un escritorio preparado a tal fin, mientras que un 31% utiliza alguna mesa donde haya espacio, un 17% usa cualquier espacio de la casa que le resulte útil y el 4% trabaja desde la cama o un sillón.

En lo que hace a la productividad, un 42% afirmó dedicar más horas al trabajo en la modalidad hogareña, otro 40% asegura cumplir la misma cantidad de horas y sólo un 18% dice trabajar menos horas. El 60% de los nuevos trabajadores a distancia está conectado con su equipo de trabajo habitual durante esta cuarentena, el 31% se conecta con ellos solo cuando es necesario y un 2% no logra mantener una buena comunicación a distancia. 6 de cada 10 encuestados manifiestan trabajar más relajados desde su casa, para el 28% es lo mismo y un 11% cree que trabajar desde el hogar es más estresante.

Casi la mitad de los encuestados (45%) reconoció comer más durante el trabajo en casa, pero el 75% sostiene que puede implementar una alimentación más sana. El 40% afirma sostener sus rutinas de actividad física, mientras que un 38% las abandonó (el 22% ya no las hacía previamente). El 48% considera haber logrado un equilibro entre su trabajo y la vida familiar, un 31% afirma que esto depende del día y un 21% considera casi imposible hacerlo.

A nivel internacional algunos estudios señalan que la productividad aumentó un 28% con el home office, un escenario en el que las empresas globales anticipan que podrían reducir en hasta un millón de metros cuadrados sus espacios de oficina, lo que les permitiría ahorrar millones en infraestructura, servicios, seguridad, limpieza o amenities.

En contraste, los servicios hogareños de los trabajadores a distancia aumentan en promedio un 30%. Pero el problema no está sólo en el nivel de gastos, sino que la tendencia consolidada por la pandemia también favorecería una precarización laboral en la que la relación de dependencia quedaría más diluida y fomentaría la facturación como freelance en una uberización laboral generalizada donde las empresas no reconocen responsabilidades.

Otro tema es el del impacto psicológico para los teletrabajadores, por la imposibilidad de separar las horas de trabajo de las hogareñas en un desdibujamiento de los turnos laborales que lleva a estar pendiente de las exigencias de trabajo las 24 horas.

Fuente: https://rebelion.org/textos-escogidos-sobre-teletrabajo/

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El 80% de los españoles considera que tener su hogar limpio ayuda a los niños en sus estudios

Por: ABC Sociedad

Otras cualidades como ser más responsables, ser más sociables o traer amigos a casa con mayor frecuencia también aumentan cuando se tiene la casa más limpia y recogida

Tal y como afirmaba el reciente estudio “Limpieza y felicidad” realizado por una consultora independiente para la compañía española Las 3 Brujas, a mayor limpieza en el hogar, mayor felicidad. Sin embargo, este mismo estudio corrobora que la limpieza y el orden en casa benefician de forma específica a los más pequeños en aspectos tan importantes como ser más responsables, ser más sociables e, incluso, a obtener mejores notas en el colegio.

Precisamente, ahora que comienza el curso escolar, es importante destacar que, en los hogares más limpios, los hijos sacan mejores notas. Así, si bien un 38% de los encuestados declara que sus hijos btienen “Muy buenos resultados”, en los hogares “Muy limpios” el porcentaje sube 24 puntos, situándose en un 62%.

De igual manera, mantener la casa más limpia también implica una mayor predisposición a recibir clases de forma telemática. De hecho, casi una cuarta parte de los hijos/as españoles se ha sentido muy a gusto dando clases desde casa, una cantidad que sube hasta el 43% en los hogares “Muy limpios”.

Otras de las cualidades en las que la limpieza en el hogar tiene un efecto positivo son la responsabilidad y la sociabilidad de los más pequeños. De esta manera, un 27% y un 44% declara que sus hijos son “Muy responsables” y “Muy sociables”, respectivamente, pero en los hogares “Muy limpios” el porcentaje se dispara, subiendo hasta el 53% y el 67%, en cada uno de los casos.

Por último, tener un hogar libre de suciedad aumenta la frecuencia con la que los hijos traen amigos a casa. En concreto, casi 4 de cada 10 encuestados declara que a sus hijos “Les gusta mucho traer amigos a casa”, mientras que en aquellas casas “Muy limpias” el porcentaje sube hasta casi el 60%.

Y es que tener el hogar sin suciedad tiene muchos beneficios, entre los que destaca por encima de todos que es un buen ejemplo para los niños (95%). De igual manera, el 90% de los españoles también se enorgullece de tener su casa limpia, al 88% los anima a invitar a sus seres queridos e incluso el 80% considera que ayuda a los niños en sus estudios.

El teletrabajo

El informe también destaca que tener la casa limpia no solo es beneficioso para los estudios de los niños, sino también para aquellas personas que teletrabajan. De esta forma, si bien el 37% se siente “Muy a gusto” teletrabajando en casa, el porcentaje sube hasta el 56% en los hogares que están “Muy limpios” y al 42% en aquellos que limpian más semanalmente (+10h).

Con respecto a la productividad, el teletrabajo se impone. De hecho, hay un empate (37% ambos) entre quienes piensan que se es más productivo en casa y quienes creen que, directamente, no hay diferencia de productividad entre casa y la oficina. El empate se reproduce en los distintos segmentos sociodemográficos, pero sí que varía el peso de quienes creen que en la oficina se es más productivo (25%). En concreto, desciende hasta el 22% entre las mujeres y sube al 29% entre quienes no tienen hijos.

Reflejo del bienestar emocional

Tal y como demuestra el estudio cuando a uno le preguntan qué es lo que le aporta tener la casa limpia y ordenada, la mayoría de los españoles afirma que es más cómodo (71%), seguido de relajante (59%), feliz (37%) y en cuarta posición, seguro (29%). A tenor de estos resultados, no es de extrañar, por tanto, que los españoles se sientan más tristes, más solos y tengan más estrés a medida que disminuye el nivel de limpieza en el hogar.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-80-por-ciento-espanoles-considera-tener-hogar-limpio-ayuda-ninos-estudios-202109030122_noticia.html

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España: El 57% de las familias ha echado en falta recursos educativos durante la pandemia

Un estudio indica que casi el 68% confiesa que su mayor conflicto fue gestionar las emociones, ante la falta de tiempo para dedicar a sus hijos en las horas de trabajo

El 57 % de los españoles opina que durante la pandemia han carecido de los recursos adecuados para hacer frente a problemas educativos, según la encuesta ‘Pandemia, Familia y Educación’ realizada por Educar es Todo.

La encuesta refleja que las familias con mayores dificultades son aquellas formadas por dos hijos (47,91 %) y con pequeños de edades comprendidas entre seis y doce años.

La investigación ha hecho que los padres reflexionen acerca del valor de la actividad docente, afirmando el 64,92% que la crisis del Covid ha cambiado su concepción sobre esta labor y el 76,47 % que aprecian el trabajo de los profesores durante este período. «La pandemia nos ha servido a todos para  darnos cuenta de la importancia de la figura docente y del contacto presencial con este y los compañeros de clase», indicaba uno de los participantes en el sondeo.

Un 67,74% confiesa que su mayor conflicto fue gestionar las emociones, ante la falta de tiempo para dedicar a sus hijos en las horas de trabajo. En la misma línea, el 67,5 % resalta que el teletrabajo ha entorpecido la conciliación laboral, familiar y personal y les ha llevado a “hacer malabares para llegar a todo”, ya que, entre otros motivos, ha prolongado la jornada laboral.

El confinamiento ha implicado, también, el aumento del uso de tecnologías en las casas, admitiendo el 88,83 % de los encuestados llevar a cabo esta práctica debido al teletrabajo y las clases online, entre otras razones. A pesar de esto, el 47,67 % puso barreras y condiciones para no exceder el tiempo de uso de los dispositivos electrónicos, señalando el 86,52 % que las alternativas que llevaban a cabo eran actividades como juegos, cocinar o ver películas juntos.

Ha habido un gran cambio al pasar todo el peso educativo a casa. Por eso, los encuestados señalan lo necesario que es que los hijos tengan un bienestar psicológico en el hogar. El ejemplo como padres y madres y el “testimonio de vida que les damos” es lo que más les educa, apuntan.

Para llegar a este bienestar, hemos intentado hacer de las situaciones de adversidad momentos en los que unirnos más como familia. Así, para un 43% de las familias el confinamiento forjó mayores lazos de unión, frente al 47% que señala que la pandemia provocó momentos con discusiones, aunque el 26% supo cómo gestionarlas como familia.

Alejando el foco de la educación, seis de cada diez personas opinan que se recriminó de forma injusta a los jóvenes durante la pandemia, calificando de ejemplar el comportamiento de la gran mayoría.

Fuente de la información:  https://www.abc.es/familia

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Reciclaje tecnológico, un desafío de talla para el movimiento obrero

En el peor momento de la crisis pandémica, en el segundo trimestre de 2020, unos 23 millones de personas transitaron hacia el teletrabajo en América Latina y el Caribe, según estimaciones preliminares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo que ha posibilitado la continuidad de negocios y empleos.

Al igual que en otros lugares del mundo, el teletrabajo irrumpió en los mercados laborales de América Latina y el Caribe como una manera de enfrentar las consecuencias de la pandemia COVID-19, permitiendo la continuidad de actividades en algunos sectores en el contexto de una caída devastadora de la actividad económica, con pérdida de empleo, caída de los ingresos y cierre de empresas.

Según algunos expertos fue un salto inesperado hacia el futuro del trabajo que deja abierto un escenario de oportunidades y desafíos para la región, destaca el informe de la OIT.

El Director de OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, señalo que “El teletrabajo ayudó a amortiguar los impactos negativos de la crisis en los mercados de trabajo contribuyendo a la preservación de millones de empleos. Tras la recuperación seguramente seguirá siendo una opción y generando nuevas oportunidades, aunque está claro que aún está pendiente responder a desafíos tanto para los trabajadores como para las empresas que debieron implementarlo rápidamente”,

El informe destaca que aunque es muy temprano para predecir el alcance efectivo del teletrabajo, será necesario que los países y las sociedades estén preparados para asumir que esta modalidad llegó para quedarse, ya sea como una solución conveniente para algunas personas y empresas, o a través de la proliferación de formas híbridas que combinen trabajo en el establecimiento con trabajo desde el hogar.

El análisis de la OIT dice que, si bien ya antes de la pandemia existía el trabajo desde el domicilio, este abarcaba principalmente a trabajadores por cuenta propia, o en situaciones especiales se combinaba con trabajo en el establecimiento, “pero en el contexto de cuarentena pasó, en muchos casos, a ser la modalidad exclusiva de trabajo”.

Sin embargo, no todos los trabajadores pudieron hacer uso de esta modalidad. Fueron principalmente las personas asalariadas formales, con alto nivel educativo, con relaciones de empleo estables, en ocupaciones profesionales, gerenciales y administrativas, y por supuesto con acceso a las tecnologías necesarias para llevar a cabo sus tareas.

Estos fueron quienes registraron los mayores aumentos del teletrabajo, explicó Roxana Maurizio, especialista regional en economía laboral de la OIT y autora de la nota técnica «Desafíos y oportunidades del teletrabajo en América Latina y el Caribe» (https://www.ilo.org/americas/publicaciones/WCMS_811301/lang–es/index.htm).

El informe destaca que tuvieron mucho menor acceso al teletrabajo “los trabajadores informales, cuentapropistas, jóvenes, de menores calificaciones y de bajos ingresos laborales, quienes experimentaron las mayores pérdidas de empleo y de horas trabajadas, especialmente en la primera mitad de 2020”.

De acuerdo con Maurizio también es importante considerar que en una región caracterizada por estructuras laborales con baja intensidad global en el uso de TICs y con elevadas brechas tecnológicas “era esperable que la difusión de la modalidad de trabajo a domicilio y, en particular del teletrabajo, no fuera homogénea entre los diferentes grupos de trabajadores”.

La especialista de OIT agregó que antes de esta crisis el teletrabajo era considerado como una alternativa para lograr mejor conciliación entre la vida familiar y la laboral, pero durante el cierre provocado por la pandemia la situación fue compleja pues además cerraron las escuelas y se incrementaron las demandas de cuidado. “Esto afectó en forma especial a las mujeres, dado que las responsabilidades familiares siguen recayendo mayormente sobre ellas”, precisó Maurizio.

La región ha reportado avances en materia de regulación del teletrabajo. Sin embargo, el aumento sin precedentes de esta modalidad de trabajo expuso una multiplicidad de desafíos que deben ser abordados”, dice el análisis de OIT.

“Sin controles adecuados, el trabajo desde el domicilio podría derivar en relaciones laborales que no reconozcan la dependencia y, por lo tanto, en aumentos del trabajo independiente o en relaciones laborales encubiertas”, añade.

Los temas de la seguridad social, del cumplimiento de las jornadas, de libertad de asociación, de acceso a la formación laboral, de salud y seguridad en el lugar de trabajo, entre otros, forman parte de los temas a considerar.

“Resulta fundamental considerar las lecciones aprendidas durante la pandemia”, dice la nota técnica de la OIT, pero también indica que para futuros análisis sobre este tema “se requiere contar con estadísticas oficiales que brinden información adecuada, comparable y actualizada” sobre el teletrabajo en América Latina y el Caribe.

El teletrabajo, ¡un viejo cuento reciclado!

Hay una amplia bibliografía existente en la materia; en una primera instancia la definición operativa se considero al teletrabajo como el desempeño laboral, sin la presencia física del trabajador en la empresa. Por su parte la OIT, define el teletrabajo como» una forma de trabajo que se realiza en un lugar alejado de las oficinas centrales o de las instalaciones de producción, mediante la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación.

Un sistema de comunicación que puede ser en tiempo real o diferido, y con una forma de organización que puede ser individual o colectiva y ser llevada a cabo por trabajadores independientes o asalariados».

Como toda visión que se propone ser hegemónica, la perspectiva empresaria presenta sus intereses como si fueran los del conjunto de la sociedad. Es así como en los diferentes informes disponibles sobre el teletrabajo hacen hincapié destacando las supuestas ventajas de su implementación tanto para los trabajadores como para la sociedad, a la vez que se mencionan los beneficios que generaría para el medio ambiente.

Sin embargo, uno de los problemas con los que nos hemos encontrado es que una gran cantidad de materiales, no fundamentan ni explicitan cómo llegan a una determinada conclusión. Pero si, se encuentran afirmaciones de carácter axiomático como que con el teletrabajo se logra un “aumento general en la calidad de vida».

Desde esta visión, los teletrabajadores se beneficiarían con múltiples ahorros,  en la reducción de tiempos y gastos en el transporte hacia el lugar de trabajo. También se menciona que el teletrabajador ya no necesita comprar una vestimenta para utilizar en un lugar público como puede ser una oficina, ni tampoco gastar en alimentos fuera de su vivienda. Aquí se mencionan gastos que en realidad en muchos ocasiones se tratan de conquistas del movimiento obrero, como el comedor/refrigerio y la ropa de trabajo.

Se sostiene que con esta modalidad laboral se logra una mejor interacción con la familia, en la medida que “se gana en libertad” y “se produce un mayor equilibrio entre el tiempo dedicado a la vida familiar y el tiempo dedicado al trabajo”.  También se nos argumenta que se puede complementar el trabajo con el cuidado de niños y/o adultos mayores.

Con relación a este punto, algunos informes especifican que “los teletrabajadores varones, manifiestan un mayor grado de satisfacción sobre todo porque las relaciones con sus hijos son mejores que las de los padres que trabajan fuera del hogar, juegan más con ellos, disponen de mayor tiempo libre y sufren menos de estrés que antes de comenzar a teletrabajar”.

Asímismo se dice que gracias al teletrabajo se incrementan las posibilidades de conseguir o mantener el empleo. El trabajador no depende del lugar de residencia y puede mantener su trabajo, aunque cambie de ciudad e incluso de país. A la vez se sostiene que el trabajador se va a sentir más a gusto porque tiene una “posibilidad de elección del lugar independientemente del trabajo”.

Interesa destacar un aspecto de las distintas estrategias utilizadas: no se trata de un puro engaño, sino que éstas se sustentan sobre problemas y necesidades reales que tienen los trabajadores. Por esta razón es que muchas veces las empresas encuentran tanto eco en los trabajadores cuando pretenden imponer esta nueva forma de trabajar.

Desde la visión empresarial, se afirma que el teletrabajo contribuye al cuidado del medio ambiente, ya que posibilitaría la solución de algunos problemas urbanos. Principalmente contribuiría a la descongestión del tráfico en las grandes ciudades, al generar una menor contaminación ambiental.

Una panacea ¿para quién?

Parece de rigor, que el teletrabajo debe ser analizado como una nueva herramienta empresarial, y no como el simple resultado del desarrollo tecnológico, aunque éste lo posibilite. Su desarrollo y difusión sólo puede ser entendido en el marco de la relación capital-trabajo y de la fuerte ofensiva neoliberal de las últimas décadas.

No obstante, la mayor parte de la literatura en la materia habla (en abstracto) de sus beneficios. Como en tantos otros temas, el discurso hegemónico –incluyendo sectores progresistas– presenta al teletrabajo como beneficioso para todos, como una panacea más allá de los intereses en juego.

Por el contrario, la realidad parece mostrar otra cara: una tendencia a la flexibilización de las condiciones de trabajo, encubrimiento de la relación de dependencia, aumento de la jornada de trabajo, además de los perjuicios que pueda implicar el aislamiento. Toda una nueva estrategia empresaria que desarrolla el trabajo en un ambiente no diseñado para eso como es el hogar en el caso del teletrabajo domiciliario.

A pesar, que impresione el carácter propagandístico que adquiere la difusión del teletrabajo, las virtudes potenciales que podría tener esta forma de trabajo (para segmentos muy específicos de trabajadores), se ven anuladas por completo por su uso capitalista. En este sentido, podemos  afirmar que no es un tema menor ya que afecta sustantivamente a segmentos del movimiento obrero, aunque aún no se tenga estricta idea de cuántos trabajadores están involucrados.

Debemos destacar al teletrabajo como una estrategia empresaria en el marco de la creciente internacionalización del capital, caracterizado como la constante extensión de los mercados y de las fronteras en las que el capital se valoriza. El teletrabajo se apropia de los profundos cambios generados en la rama de las telecomunicaciones a partir del desarrollo de las nuevas tecnologías.

El movimiento obrero quedó frente a una nueva estrategia empresaria información (NTI), que le permiten a las empresas no depender de las distancias geográficas, donde se realiza la producción ni de donde vive el trabajador, por lo que se produce una ampliación significativa de la oferta de la fuerza de trabajo.

Frente a esta herramienta patronal el movimiento obrero –como siempre– debe construir nuevas respuestas. En América Latina  –a diferencia de los países desarrollados– es un tema muy nuevo, en el cual los sindicatos no tienen mayor experiencia ni una posición determinada.

Será necesario recopilar información que, basada en experiencias nacionales e internacionales tome distancia de los discursos instalados y parta de las experiencias concretas de trabajadores y sindicatos de países y empresas donde el teletrabajo se haya implantado.

Al analizar algunas experiencias de los muy pocos materiales en las que se detallan estudios de caso, encontramos que en muy contadas ocasiones la relación asalariada se mantiene, en otras oportunidades los trabajadores pasan a depender de una empresa subcontratista a partir de la tercerización del servicio, o también la empresa desvincula directamente al trabajador.

Con el teletrabajo, a la vez que se pretende cambiar la forma de contratación, se busca modificar la forma de pago al trabajador, mediante la imposición de la flexibilidad salarial. En la perspectiva de los trabajadores se debe estar muy atento a los cantos de sirena y analizar cuáles son los riesgos que éstos corren con la implementación de esta estrategia empresarial.

Fuente: https://rebelion.org/reciclaje-tecnologico-un-desafio-de-talla-para-el-movimiento-obrero/

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OIT: Al menos 23 millones de personas han transitado por el teletrabajo en América Latina y el Caribe

América Latina y el Caribe/16-07-2021/Autor(a) y Fuente: www.ilo.org

Durante la pandemia el teletrabajo ha posibilitado la continuidad de negocios y empleos. Fue un salto inesperado hacia el futuro del trabajo que deja abierto un escenario de oportunidades y desafíos para la región, dijo hoy la OIT.

El teletrabajo irrumpió en los mercados laborales de América Latina y el Caribe como una manera de enfrentar las consecuencias de la pandemia COVID-19, permitiendo la continuidad de actividades en algunos sectores en el contexto de una caída devastadora de la actividad económica, con pérdida de empleo, caída de los ingresos y cierre de empresas.

Las estimaciones preliminares de la OIT indican que en el peor momento de la crisis, en el segundo trimestre de 2020, unas 23 millones de personas transitaron hacia el teletrabajo en la región. Al igual que en otros lugares del mundo, esta modalidad surgió como un mecanismo para garantizar la continuidad de ciertas actividades económicas y, con ello, de la relación laboral.

Una nueva nota técnica de la OIT difundida este martes, dice que en los países de la región donde existen datos disponibles entre el 20 y 30 por ciento de los asalariados que estuvieron efectivamente trabajando lo hicieron desde sus domicilios durante la vigencia de las medidas de confinamiento. Antes de la pandemia, esa cifra era inferior al 3 por ciento.

“La crisis causó una aceleración de tendencias en los mercados laborales, lo cual deja la sensación que junto a la situación dramática de la pérdida de empleo el futuro del trabajo se estuviera manifestando antes de lo esperado”, dijo el Director de OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.

“El teletrabajo ayudó a amortiguar los impactos negativos de la crisis en los mercados de trabajo contribuyendo a la preservación de millones de empleos. Tras la recuperación seguramente seguirá siendo una opción y generando nuevas oportunidades, aunque está claro que aún está pendiente responder a desafíos tanto para los trabajadores como para las empresas que debieron implementarlo rápidamente”, agregó Pinheiro.

El informe destaca que aunque es muy temprano para predecir el alcance efectivo del teletrabajo, será necesario que los países y las sociedades estén preparados para asumir que esta modalidad llegó para quedarse, ya sea como una solución conveniente para algunas personas y empresas, o a través de la proliferación de formas híbridas que combinen trabajo en el establecimiento con trabajo desde el hogar.

El análisis de la OIT dice que si bien ya antes de la pandemia existía el trabajo desde el domicilio, este abarcaba principalmente a trabajadores por cuenta propia, o en situaciones especiales se combinaba con trabajo en el establecimiento, “pero en el contexto de cuarentena pasó, en mucho casos, a ser la modalidad exclusiva de trabajo”.

“Sin embargo, no todos los trabajadores pudieron hacer uso de esta modalidad. Fueron principalmente las personas asalariadas formales, con alto nivel educativo, con relaciones de empleo estables, en ocupaciones profesionales, gerenciales y administrativas, y por supuesto con acceso a las tecnologías necesarias para llevar a cabo sus tareas, quienes registraron los mayores aumentos del teletrabajo”, explicó Roxana Maurizio, especialista regional en economía laboral de la OIT y autora de la nota técnica “Desafíos y oportunidades del teletrabajo en América Latina y el Caribe ”.

El informe destaca que tuvieron mucho menor acceso al teletrabajo “los trabajadores informales, cuentapropistas, jóvenes, de menores calificaciones y de bajos ingresos laborales, quienes experimentaron las mayores pérdidas de empleo y de horas trabajadas, especialmente en la primera mitad de 2020”.

De acuerdo con Maurizio también es importante considerar que en una región caracterizada por estructuras laborales con baja intensidad global en el uso de TICs y con elevadas brechas tecnológicas “era esperable que la difusión de la modalidad de trabajo a domicilio y, en particular del teletrabajo, no fuera homogénea entre los diferentes grupos de trabajadores”.

Por otra parte, la especialista de OIT agregó que antes de esta crisis el teletrabajo era considerado como una alternativa para lograr mejor conciliación entre la vida familiar y la laboral, pero durante el cierre provocado por la pandemia la situación fue compleja pues además cerraron las escuelas y se incrementaron las demandas de cuidado.

“Esto afectó en forma especial a las mujeres, dado que las responsabilidades familiares siguen recayendo mayormente sobre ellas” , precisó Maurizio.

El informe destaca algunos aspectos relevantes que deben ser abordados para enfrentar los desafíos del teletrabajo:

  • Principio de voluntariedad y acuerdo entre las partes
  • Organización y tiempo de trabajo
  • Seguridad y salud en el trabajo
  • Equipamiento y elementos de trabajo
  • Protección del derecho de privacidad de los trabajadores
  • Dimensión de género y teletrabajo
  • El papel de los actores sociales
  • Relación laboral y cumplimiento de la legislación

La región ha reportado avances en materia de regulación del teletrabajo. Sin embargo, el aumento sin precedentes de esta modalidad de trabajo expuso una multiplicidad de desafíos que deben ser abordados”, dice el análisis de OIT. “Sin controles adecuados, el trabajo desde el domicilio podría derivar en relaciones laborales que no reconozcan la dependencia y, por lo tanto, en aumentos del trabajo independiente o en relaciones laborales encubiertas”.

Los temas de la seguridad social, del cumplimiento de las jornadas, de libertad de asociación, de acceso a la formación laboral, de salud y seguridad en el lugar de trabajo, entre otros, forman parte de los temas a considerar. La nota técnica destaca que para abordar estos temas es clave el diálogo entre gobiernos, empleadores y trabajadores.

“Desde la perspectiva de las empresas, la modalidad de teletrabajo también representa desafíos para garantizar la continuidad de las operaciones y mantener los niveles de productividad requeridos para su supervivencia” , agrega.

“Resulta fundamental considerar las lecciones aprendidas durante la pandemia”, dice la nota técnica de la OIT, pero también indica que para futuros análisis sobre este tema “se requiere contar con estadísticas oficiales que brinden información adecuada, comparable y actualizada” sobre el teletrabajo en América Latina y el Caribe.

Fuente e Imagen: https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_811302/lang–es/index.htm

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