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“Así hemos logrado evitar 314 bodas infantiles en India”

Asia/India/24 Diciembre 2018/Fuente: El país

Una línea telefónica ayuda a niños y niñas a escapar de un matrimonio temprano en Anantapur, explica Doreen Reddy, directora del Sector Mujeres de la Fundación Vicente Ferrer

Doreen Reddy (Madanapalle, India, 1950) recuerda muy bien cuando de pequeña su madre la vestía con ropa bonita, pero la obligaba a permanecer sentada en la puerta de casa. En ese momento, la actual directora del Sector Mujeres de la Fundación Vicente Ferrer no entendía por qué no podía salir sola, sin la protección de su hermano, ni para ir a comprar algo a la tienda de la esquina. Sin embargo, después de más de 40 años de trabajo al lado de “las más pobres entre las pobres”, Reddy admite que estas pequeñas limitaciones no son nada frente a los abusos que padecen día tras día la mayoría de las mujeres indias.

Falta de acceso a la educación, trabajo infantil, matrimonios tempranos, trata, malos tratos físicos y psicológicos… A Reddy le faltan dedos de la mano para enumerar las vulneraciones sistemáticas de los derechos de las mujeres y niñas en su país natal.

Cuando le ofrecieron la primera vez trabajar en la Fundación, Reddy contestó con un no rotundo. Nacida en una familia católica, estudió Secretariado y Gestión en Bangalore. Con poco más de 20 años, viajó a Anantapur, en el sur del país, sede de las actividades de la organización dirigida por Vicente Ferrer, para cuidar a su tía, que se había roto una pierna. Lo que tenía que haber sido una estancia de unos días acabó cambiando el rumbo de vida.

“Mis tíos vivían en la Fundación y sentían una profunda admiración hacia Ferrer. Me insistieron tanto que finalmente acepté”, explica entre risas desde la sede de la organización en Barcelona. “Si no hubiera dicho sí, mi vida habría sido muy distinta. Supongo que habría sido un ama de casa”.

Empezó en 1975 como secretaria de Vicente Ferrer y poco a poco se fue acercando a las cuestiones de género. Se implicó en las actividades del Sector Mujeres desde su creación en 1982 hasta convertirse en su directora durante los últimos 23 años. Un cargo que está a punto de dejar para dedicarse a otras tareas de asesoramiento y evaluación.

“La independencia económica de las mujeres y el acceso a la educación de las niñas son los pilares de nuestra acción”, señala. “Mi trabajo puede ser duro a veces, pero hace que me sienta muy satisfecha cuando puedo ayudar a los demás. Nunca pensé en dejarlo”.

“Cada tres minutos una mujer en India sufre algún tipo de acoso por parte de un hombre. Nosotras tenemos la responsabilidad de levantar la voz y denunciar los abusos”, dice con voz firme.

Criar a una niña es como regar el jardín del vecino, reza un proverbio hindú. Sucumben a la discriminación ya antes de nacer, víctimas de abortos selectivos. Las familias priorizan la nutrición y el cuidado de los niños varones. Ellas no heredan la tierra. Para casarlas, los padres tienen que pagar una dote que en muchos casos endeuda los hogares de por vida. La Fundación Vicente Ferrer ha puesto en marcha varios programas para ofrecer a las niñas, por ejemplo, becas, bicicletas —para desplazarse de manera más rápida hacia la escuela y evitar las agresiones—, apoyo escolar, centros educativos con programas específicos para alumnos con discapacidad, servicios nutricionales y de salud, sistemas de microcréditos para el emprendimiento y formación profesional.

“Siempre me pregunto por qué los hombres quieren tanto a su madre, pero luego no quieren tener hijas”, se pregunta Reddy. “Entiendo que en parte es por la pobreza. Las bodas son muy caras y la dote —que formalmente fue abolida en 1961— les puede arruinar”. Entre 2017 y 2018, más de 27.000 personas participaron en los talleres contra la discriminación y la violencia de género organizados por la Fundación.

15,5 millones de niñas esposas

Una de las principales iniciativas de la Fundación, explica Reddy, es un servicio telefónico de ayuda contra los matrimonios infantiles, una lacra que afecta a 15,5 millones de niñas indias obligadas a casarse antes de los 18 años, según Unicef. “Son los mismos niños y niñas que llaman a un número gratuito para evitarlo”, cuenta. “Desde que se puso en marcha el proyecto, en colaboración con el Gobierno y otras ONG, hemos logrado detener la celebración de 314 bodas en Anantapur”. Solo en el último año, los matrimonios evitados fueron más de 100.

A pesar de estar prohibido por ley, el matrimonio infantil aún es muy frecuente en India, sobre todo en las regiones centrales y occidentales del subcontinente, en particular en las zonas rurales (48%). Las chicas, sobre todo las más pobres, son las más afectadas. Aunque a escala nacional esta práctica se ha reducido del 54% en 1992 al 27% en 2016, el ritmo de cambio sigue siendo lento. Entre las causas, según Unicef, está pensar que las chicas valgan menos que los varones, además de un acceso limitado a la educación y la vulnerabilidad económica. Una chica que ha asistido a clase durante 10 años, sostiene el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, tiene una probabilidad seis veces más baja de casarse antes de los 18.

La Fundación también trabaja para rescatar a víctimas de trata, menores abandonados por sus familias o implicados en trabajo infantil. Se estima que en India hay 10 millones de niños que trabajan, el 0,7% de la infancia entre 5 y 14 años. Más de la mitad de ellos no recibe remuneración, según datos de la plataforma Understanding Children’s Work.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/12/16/planeta_futuro/1544955803_140915.html

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3,7 millones de niños afganos carecen de acceso a escuela: Unicef

Afganistán – UNICEF / 25 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Xinhua

La oficina en Afganistán del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dijo hoy que cerca de 3,7 millones de niños afganos no tienen acceso a la escuela debido a la inseguridad y a la pobreza en el país.

«Alrededor de 3,7 millones de niños carecen de acceso a la escuela en Afganistán, de ellos 60 por ciento son niñas», dijo Ahmad Jan Nawzadi, un funcionario de la oficina de Unicef en Kabul, a los reporteros en una ceremonia para celebrar el Día Universal del Niño, que se celebra el 20 de noviembre.

Durante la celebración del Día Universal de la Niñez en Kabul, funcionarios de Unicef expresaron preocupación por la situación de los niños afganos, su falta de acceso a la escuela, el trabajo infantil y el reclutamiento de niños soldados.

En Afganistán afectado por el conflicto, muchos padres, en su mayoría de zonas rurales, se muestran renuentes a enviar a sus hijas a la escuela debido a preocupaciones de seguridad y a barreras culturales.

Sin embargo, alrededor de 9 millones de niños afganos, entre ellos 40 por ciento niñas, están asistiendo a la escuela regularmente.

Ante la actividad en el país de grupos armados, incluidos el Talibán y el Estado Islámico (EI), cientos de escuelas han permanecido cerradas, en su mayoría en zonas rurales.

«Con el fin de preparar el acceso de los niños a la escuela, Unicef y el gobierno afgano han establecido más de 5.000 escuelas comunitarias en áreas rurales, donde pueden estudiar 176.000 alumnos», dijo Nawzadi.

Fuente de la Noticia:

http://spanish.xinhuanet.com/2018-11/19/c_137617936.htm

Fuente de la Imagen:

ove/mahv

 

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Día Universal del Niño, 893 mil trabajan en Turquía

América del Sur/ Argentina/ 21.11.2018/ Fuente: www.youtube.com.

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Pakistán: las niñas se ven privadas de la educación

Pakistán / 18 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: HRW

Los obstáculos incluyen la falta de inversión, tasas altas y discriminación

El gobierno de Pakistán no está brindando educación a una gran proporción de las niñas del país, dijo Human Rights Watch en un informe publicado hoy.

El informe de 111 páginas “‘Shall I Feed My Daughter, or Educate Her?’: Barriers to Girls’ Education in Pakistan” (“‘¿Debería alimentar a mi hija o educarla?’: Barreras a la educación de las niñas en Pakistán”) concluye que muchas niñas simplemente no tienen acceso a la educación, debido a distintas razones como la escasez de escuelas públicas, especialmente para niñas. Casi 22,5 millones de niños de Pakistán, un país con una población de poco más de 200 millones de habitantes, no asisten a la escuela, la mayoría niñas. El 32 por ciento de las niñas en edad escolar primaria no están escolarizadas en Pakistán, en comparación con el 21 por ciento de los niños. En noveno grado, sólo el 13 por ciento de las niñas todavía asisten a la escuela.

“El hecho de que el gobierno de Pakistán no esté proporcionando educación a los menores está teniendo un impacto devastador en millones de niñas”, dijo Liesl Gerntholtz, directora de derechos de la mujer de Human Rights Watch. “Muchas de las niñas a las que entrevistamos están desesperadas por estudiar, sin embargo están creciendo sin la educación que les ayudaría a tener opciones para su futuro”.

Human Rights Watch entrevistó a 209 personas para el informe, la mayoría de ellas niñas que nunca asistieron a la escuela o que no pudieron completar su educación, y a sus familias, en las cuatro provincias de Pakistán: Beluchistán, Khyber Pakhtunkhwa, Punjab y Sindh. Human Rights Watch también entrevistó a padres, educadores, expertos y activistas, y visitó varias escuelas.

Entre los factores que impiden que las niñas vayan a la escuela, Human Rights Watch descubrió los siguientes: la falta de inversión del gobierno en las escuelas, la escasez de escuelas, los precios prohibitivos de las matrículas y los costos relacionados, el castigo corporal y el hecho de que no obligar a implementar la educación obligatoria. Human Rights Watch también detectó problemas de calidad tanto en las escuelas públicas como privadas de bajo costo, así como una falta de regulación gubernamental de las escuelas privadas y altos niveles de corrupción.

Además de estos factores dentro del sistema educativo, las niñas también se ven excluidas de la educación debido a factores externos que incluyen el trabajo infantil, la discriminación de género, el matrimonio infantil, el acoso sexual, la inseguridad y los ataques contra la educación.

El gobierno de Pakistán ha invertido consistentemente mucho menos en educación de lo que recomiendan los estándares internacionales. En 2017, Pakistán estaba dedicando menos del 2,8 por ciento de su Producto Interno Bruto en educación, muy por debajo del cuatro a seis por ciento recomendado, lo que deja al sistema educativo del gobierno con una financiación muy limitada. Las escuelas públicas son tan escasas que incluso en las principales ciudades de Pakistán, muchos niños no pueden llegar a una escuela a pie de manera segura en un tiempo razonable. La situación es mucho peor en las zonas rurales. Y hay muchas más escuelas para niños que para niñas.

Aisha, una madre de unos 30 años, vive con su esposo y sus seis hijos en un área de Peshawar donde la escuela pública para niños más cercana, que ofrece desde guardería hasta décimo grado, está a menos de cinco minutos a pie. La escuela pública para niñas más cercana está a 30 minutos caminando y sólo llega hasta quinto grado. La hija de Aisha dejó de ir a la escuela a los nueve años debido a la preocupación de sus padres por su seguridad a la hora de caminar a la escuela.

“Incluso los padres que no tienen educación propia entienden que el futuro de sus hijas depende de que vayan a la escuela, pero el gobierno está abandonando a estas familias”, señaló Gerntholtz. “El futuro de Pakistán depende de la educación de sus menores, incluidas las niñas”.

Existe un “cuello de botella ascendente” a medida que los niños, especialmente las niñas, se hacen mayores. Las escuelas secundarias son más escasas que las escuelas primarias, y las universidades tienen incluso menos capacidad, especialmente para estudiantes femeninas. Muchas niñas que completan el nivel superior en una escuela no tienen acceso a una escuela donde podrían pasar al siguiente nivel. A falta de un sistema adecuado de escuelas públicas, ha habido un crecimiento masivo en el número de escuelas privadas, muchas de ellas de bajo costo. Pero las familias pobres a menudo no pueden pagar las tasas de matrícula y el fracaso casi total del gobierno para regular y supervisar estas escuelas significa que muchas son de baja calidad.

El manifiesto del partido político del nuevo primer ministro Imran Khan promete importantes reformas al sistema educativo, incluso para la educación de las niñas. “Daremos prioridad al establecimiento y la mejora de las escuelas para niñas y proporcionaremos una ayuda económica a las niñas y mujeres para que continúen su educación”, dice el manifiesto. Además, se compromete a “implementar la agenda educativa más ambiciosa de la historia de Pakistán, que abarca la reforma de la educación primaria, secundaria, terciaria, profesional y especial”.

“El gobierno reconoce que la reforma educativa es desesperadamente necesaria y promete convertirla en una prioridad, especialmente para las niñas, lo cual es un paso positivo”, dijo Gerntholtz. “Esperamos que nuestros hallazgos ayuden al gobierno a diagnosticar los problemas e identificar soluciones para darles a todas las niñas paquistaníes un futuro brillante”.

Estudiantes de la escuela secundaria estatal Behar Colony para niñas durante sus ejercicios matinales. La escuela está ubicada en el barrio de Lyari, en Karachi, Pakistán.

 © Insiya Syed para Human Rights Watch, Septiembre 2018

Selección de testimonios de personas entrevistadas

Falta de inversión y escasez de escuelas públicas

“Les podría llevar si hubiese una escuela pública”
—Akifah, 28 años, madre de tres hijos de 10, 8 y 7 años. La familia se mudó desde una aldea cerca de Multan a Karachi hacía tres años, en busca de trabajo. No tuvieran otra opción que asentarse en un área donde sólo había escuelas privadas que la familia no podía permitirse y no había escuelas públicas al alcance.

“Mis padres dijeron ‘si te interesa lo suficiente puedes ir caminando’. Quien quisiese ir, iba. A mí me parecía demasiado lejos. El camino era solitario y aislado y ha habido casos de dos o tres secuestros en esa áreas (…) Pero entonces me di cuenta de que necesitaba estudiar así que convencí a mis padres y me hice amigos para poder ir juntos caminando a la escuela”.
—Asifa, 20 años, en Punjab, no fue a la escuela hasta los 9 o 10 años porque tenía que caminar 45 minutos desde su casa. La escuela sólo iba hasta octavo grado así que después de terminar se fue a vivir con su hermana en la ciudad donde podía cursar noveno y décimo grado.

“El Estado nunca se ha tomado en serio la educación; nunca se le ha adjudicado recursos adecuados en ningún estado. El problema son las prioridades del gobierno: la educación no es una prioridad y no le dedican el presupuesto necesario”.
—Director de una organización no gubernamental dedicada a los derechos de las mujeres, en Punjab.

“[T]odas las madres quieren que sus hijos reciban una educación, pero no hay un sistema público que proporcione los servicios”.
—Directora de una organización comunitaria, en Karachi.

Discriminación de género en la provisión gubernamental de escuelas

“Si hay 10 escuelas para niños, sólo hay 5 para niñas”.
—Un experto en educación de Pakhtunkhwa.

Pobreza y costo de la educación

“El gobierno no ayuda a los pobres. No podemos educar a nuestros hijos, no tenemos ni para comer nosotros mismos”.
—Rukhsana, 30 años, madre de tres niños sin escolarizar cuyo marido apenas puede trabajar debido a una enfermedad. La familia no puede pagar la matrícula escolar y demás costos relacionados, en Karachi.

“La escuela puede ser gratuita pero siempre hay necesidad de dinero para alguna cosa u otra. Copias, libretas, cada día hay un gasto nuevo. Sólo una mochila escolar ya cuesta 500 rupias [US$4,76]…. Cada día, cada día hay algo.
—Zarifah, una madre de cinco hijos sin escolarizar, en Beluchistán.

“Quería que mis hijas recibiesen una educación pero no pude ofrecérsela porque somos pobres. El salario de mi marido es de 12.000 rupias [US$114] al mes. A final de mes, siempre nos quedamos sin [dinero] y nos preguntamos qué hacer – ya no queda nada. Quiero una escuela para niñas de familias pobres.

—Halima, 38 años, en Karachi, madre de cinco hijas de 13 a 19 años. Ninguna ha estudiado durante más de uno o dos años. Su marido trabaja en una fábrica de chicles.

Cuestiones de calidad y corrupción

“Muchas veces el maestro llegaba tarde o ni siquiera se presentaba. Nos quedábamos allí sentados y luego nos íbamos a casa”.
—Hakimah, 17 años, en Karachi, describe su escuela primaria.

“Desde hace cinco años, todo el mundo tiene que pagar [para obtener un puesto docente en una escuela pública]. Vale la pena aunque sea sólo por el salario: es una inversión. Esto tiene un impacto sobre la calidad de la enseñanza: no hay enseñanza”.
—Director de una organización comunitaria, en Karachi.

“[Los inspectores] venían una o dos veces al año, sin avisar. Se quedaban más o menos media hora. Quieren te y que los entretengas. Tienes que complacerlos o dirán que tu escuela no es buena. Una vez hice esperar al inspector y se enfadó y se marcho y dijo: “Redactaré un informe negativo”. Mi colega fue a su casa y le dio 25.000 rupias [US$239] y nos dio un informe favorable”.

—Directora de una escuela privada describe la supervisión gubernamental de la escuela en Punjab.

Fuente de la Noticia:

https://www.hrw.org/es/news/2018/11/12/pakistan-las-ninas-se-ven-privadas-de-la-educacion

ove/mahv

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Argentina: Sesgo de género en el trabajo infantil, sexismo desde la infancia

Redacción: Página 12

El trabajo infantil y adolescente está atravesado por los mismos sesgos de género que los mercados formales e informales del trabajo adulto. La Encuesta relevó que “mientras que los varones se encuentran más vinculados con el desarrollo de actividades mercantiles y de autoconsumo, las niñas y adolescentes participan en mayor medida de las actividades domésticas intensivas, reflejando patrones culturales de división sexual del trabajo que tienden a replegarlas” en el ámbito doméstico. Estas tendencias se registraron en todas las regiones del país.

En entornos urbanos, niños y adolescentes suelen estar involucrados en actividades “relacionadas con el trabajo en negocios, talleres u oficinas por dinero (para el 39,9 por ciento de los niños y niñas y el 37,9 por ciento de los adolescentes que trabajan) y la construcción y reparación de viviendas entre los varones más grandes (el 29,5 por ciento de los adolescentes)”. Entre las adolescentes urbanas, “se destacan el cuidado de niños y personas mayores o enfermas, la limpieza de casas y la elaboración de comidas o productos para vender, concentrándose en estas actividades cerca del 40 por ciento de su trabajo”. El 12,5 por ciento de las niñas urbanas “cuidan a niños, personas mayores o enfermos fuera de su hogar por dinero, asumiendo responsabilidades que no son acordes a la etapa del ciclo de vida por la que transitan”.

Los datos dicen que “las brechas de ingresos laborales entre mujeres y varones adultos comienzan en la niñez y se profundizan en la adolescencia: mientras que las niñas –tanto urbanas como rurales– ganan un salario medio 22 por ciento inferior al de sus pares varones, entre las adolescentes la brecha salarial se intensifica. El salario medio de una adolescente urbana es un 40 por ciento inferior al de los varones, mientras entre sus pares rurales la brecha alcanza al 58 por ciento”.

A la vez, chicas y chicos parecen imaginar de maneras diferentes sus futuros. En entornos rurales y urbanos, “las niñas y adolescentes tienen mayor propensión a solo estudiar y sus pares varones a solo trabajar al cumplir los 18 años de edad”.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/152611-sexismo-desde-la-infancia

 

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Líbano: Forzadas a casarse, las novias menores de edad en Siria recurren cada vez al suicidio

Redacción: Israel Noticias

Salwa, de catorce años, tragó la lejía todo el tiempo que pudo. Ignoró la agonizante quemadura que iba de su garganta al estómago. Ella desconectó el sonido de disparos afuera de la ventana de su cocina. No era la guerra siria de la que estaba intentando escapar. Fue su matrimonio.

Su marido de 27 años estaba borracho otra vez y quería tener relaciones sexuales. Si ella decía que no, él la golpeaba, la arrastraba por el suelo por el pelo, le golpeaba la cabeza contra la pared o la azotaba con su cinturón. Entonces ella dijo que volvería y se envenenó a sí misma.

“Regresé a la habitación y pensé: esta será la última vez”, dijo Salwa. Pero ella no murió. “Cuando me desperté a la mañana siguiente, dije, ‘F * ck, Dios’”.

Salwa, cuyo nombre ha sido cambiado para su protección, ahora tiene 20 años. Ella es una refugiada y una de las más del 40 por ciento de las niñas sirias en el Líbano obligadas a casarse temprano debido a la guerra civil siria, según UNICEF. Eso es casi el doble de la tasa de matrimonio temprano en el Líbano desde que comenzó la crisis.

El matrimonio es visto como una forma de proteger a las niñas de las agresiones sexuales, y les da a los padres una boca menos para alimentar. De hecho, la economía en dificultades del Líbano, junto con la falta de ayuda de las Naciones Unidas, puede dejar a los refugiados desesperados por una dote.

Salwa muestra la cicatriz en su muñeca. Es un recordatorio de una de las muchas veces que ha intentado suicidarse desde que la obligaron a casarse con un hombre físicamente abusivo a la edad de 14 años. (Lisa Khoury / Times of Israel)
Salwa muestra la cicatriz en su muñeca. Es un recordatorio de una de las muchas veces que ha intentado suicidarse desde que la obligaron a casarse con un hombre físicamente abusivo a la edad de 14 años. (Lisa Khoury / Times of Israel)

“En muchos aspectos, se considera a las niñas como una mercancía”, dijo Fiona Carr, vocera de Girls Not Brides, una ONG internacional dedicada a acabar con el matrimonio infantil. “Es como, ¿dónde puedo colocar esto? Para algunos padres, obtener una dote es un bien alto, por lo que la colocarán con el mejor postor”.

Sin embargo, lo que los padres no se dan cuenta es que las novias menores tienen mayor riesgo de ser violadas, contraer el VIH, abandonar la escuela y continuar una vida de pobreza, de acuerdo con Girls Not Brides. Y muchas se deprimen o, como en el caso de Salwa, son suicidas.

El 3 de julio, el gobierno sirio hizo un llamamiento a los refugiados para que regresen, diciendo que ha limpiado con éxito grandes áreas de “terroristas”. Pero para muchas niñas refugiadas en el Líbano, el daño ya está hecho. La crisis los ha obligado a casarse, y no hay marcha atrás.

La economía del matrimonio precoz

Zeina, de 14 años, temía al hombre libanés de 53 años, que tenía el pelo blanco y una barriga grande. Pero él estaba a punto de convertirse en su esposo.

Ella solo lo había visto una vez, mientras ambos visitaban a su vecina en West Bekaa, un área del Líbano donde el 47% de las niñas sirias están casadas. Zeina sirvió el té para adultos, él la miró de arriba abajo, y una semana más tarde apareció en su departamento pidiéndole su mano. Zeina rogó a sus padres que dijeran que no. Pero ofreció una vida mejor y una dote de $ 5,000.

Nueve meses después, un jeque entró mientras ella estaba lavando los platos. Él le preguntó si se casaría con el extraño. A regañadientes, ella dijo que sí. Su esposo estaba esperando en el auto. Condujeron a su casa en silencio. Él la violó esa noche, y todas las noches posteriores.

Zeina se encuentra fuera del asentamiento informal en el que vive con su hija de 7 meses. A la edad de 14 años, la obligaron a casarse con un hombre de 53 años, que la abandonó. Ella ahora cría a la niña sola. (Lisa Khoury / Times of Israel)
Zeina se encuentra fuera del asentamiento informal en el que vive con su hija de 7 meses. A la edad de 14 años, la obligaron a casarse con un hombre de 53 años, que la abandonó. Ella ahora cría a la niña sola. (Lisa Khoury / Times of Israel)

“No vivía en un matrimonio”, dice Zeina, no es su nombre real, ahora tiene 17 años, mientras amamanta a su hija de 7 meses. “Siempre tuve miedo de lo que sucedería cuando llegara a casa por la noche. Siempre estuve impactada, estresada y esperando algo malo”.

Pero su familia, como muchos refugiados en apuros, necesitaba dinero.

Zeina es uno de aproximadamente 1,5 millones de sirios, según el gobierno libanés, que han huido al Líbano desde que comenzó la guerra en 2011. Han encontrado seguridad en el país del tercer mundo, pero también una economía en aprietos.

El desempleo es tan malo que el Líbano ha creado una regla: los sirios solo pueden trabajar en la agricultura, la construcción y la limpieza, trabajos temporales de bajo salario. Como resultado, el 76% de los refugiados registrados en las Naciones Unidas viven debajo de la línea de pobreza, con menos de $ 3.84 por día.

Suzanne Farrah tenía 14 años cuando su familia huyó al Líbano. Su padre había sido asesinado por el grupo terrorista Estado Islámico en Siria, lo que significa que su fuente de ingresos había desaparecido. Entonces ella hizo lo único que sabía que ayudaría a su familia a sobrevivir: se casó.

“Mi madre no tenía suficiente dinero para mantener a la familia”, dijo Farrah, que ahora tiene 17 años. “En mi corazón, no quería casarme. Pero cuando miré nuestras circunstancias, pensé que sería lo mejor”.

Los refugiados tienen una gracia salvadora: la ayuda del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Pero la organización no puede mantenerse al ritmo de la abrumadora cantidad de refugiados, por lo que está haciendo recortes.

En este momento, está brindando apoyo mensual en efectivo (alrededor de $ 175) a 198,000 refugiados. Eso es solo el 13% de los sirios en el Líbano. Este año, el llamamiento de ACNUR para Líbano es de $ 462 millones, y solo está financiado en un 10%.

Suzanne Farrah lava los platos dentro de la casa de su familia. Al igual que Halima, se considera una pena por dejar a su marido y apenas sale de la tienda. (Lisa Khoury / Times of Israel)
Suzanne Farrah lava los platos dentro de la casa de su familia. Al igual que Halima, se considera una pena por dejar a su marido y apenas sale de la tienda. (Lisa Khoury / Times of Israel)

“Si la ayuda humanitaria está disminuyendo, las familias se vuelven más vulnerables”, dijo Jihane Latrous de UNICEF. “Y luego se encuentran en situaciones en las que tienen que enviar a sus hijos al trabajo, o niñas para casarse, o sexo de supervivencia”.

Una elección entre violación o violación

Irónicamente, es el miedo al asalto sexual lo que a menudo lleva a los padres a casar a sus hijas.

Cuando los soldados sirios ingresaron en Idlib, Siria, en diciembre de 2016, el padre de Fadia Ammar Al Mohamad no pudo esperar más. Firmó documentos para casar a la niña de 14 años con un primo en el Líbano que nunca había conocido.

“Escuchamos que el ejército estaba violando niñas frente a sus padres y luego matando a toda la familia”, dijo Al Mohamad. “Mis padres temían que me violaran”.

Ahora, más que nunca, las niñas sirias son vulnerables a la agresión sexual. En algunas culturas del Medio Oriente, las niñas que tienen relaciones sexuales antes del matrimonio son avergonzadas, incluso si son violadas. Entonces el matrimonio puede salvar la virginidad de una niña y, por extensión, la reputación de su familia.

En Siria, los grupos armados utilizan la violación como arma de guerra para aterrorizar e intimidar a las personas. Y en el Líbano, los refugiados son más propensos a ser acosados ​​sexualmente.

“Un propietario, por ejemplo, ve a las familias que no pueden pagar el alquiler y puede decidir decir, ‘OK, no puede pagarme el dinero por el alquiler, pero puede entablar relaciones sexuales conmigo’”, dijo Latrous. “Como una forma de proteger a sus hijas, es una elección por desesperación que algunas familias elijan casarlas”.

Pero una vez que una niña está casada, a menudo tiene experiencias sexuales traumáticas dentro de su propio matrimonio.

La vulnerabilidad de las novias jóvenes

Halima Ali Al Hussein, de 17 años, evitó tener relaciones sexuales con su esposo de 42 años durante un mes y medio. Para él, fue un mes y medio demasiado largo.

Tenía esposa e hijos en Siria, pero quería una segunda esposa para hacerle compañía en Dubai, donde acaba de comenzar un nuevo trabajo. Así que visitó un asentamiento de refugiados en Taanayel, Líbano, vio a Al Hussein y le pidió la mano a su padre.

En ese momento, Al Hussein era el sostén de su familia. Su madre había muerto recientemente, y su padre no podía trabajar debido a una lesión. Así que recogió papas en el campo 10 horas al día, a veces siete días a la semana, para mantener a sus ocho hermanos.

Ella pensó que casarse con el extraño haría la vida más fácil. Pero ella terminó entrando en una vida de abuso mental y sexual.

“La primera vez, me forzó”, recuerda Al Hussein, ahora de 21 años. “Fue como una pelea entre nosotros”. Gritaba, ‘¡Déjame!’ Él dijo: ‘Eres mi esposa. Lo harás porque esperé un mes y medio’”.

Las niñas menores de 18 años tienen más probabilidades de ser víctimas de violencia doméstica que las mujeres. Y cuanto más amplia sea la diferencia de edad, mayor será la probabilidad de que sean abusados, según Observador de Derechos Humanos.

Las nueve chicas entrevistadas para esta historia dijeron que habían sido forzadas o se sintieron presionadas para tener relaciones sexuales con sus maridos.

Halima Ali Al Hussein se encuentra fuera de la cabaña de su familia, a la que apenas se le permite irse. Después de divorciarse, se considera una vergüenza para la comunidad. (Lisa Khoury / Times of Israel)
Halima Ali Al Hussein se encuentra fuera de la cabaña de su familia, a la que apenas se le permite irse. Después de divorciarse, se considera una vergüenza para la comunidad. (Lisa Khoury / Times of Israel)

“Durante las relaciones, no hubo amor”, dijo Al Hussein. “Solo cerraba los ojos. Hasta ahora, tengo miedo al matrimonio”.

Entonces, hay abuso psicológico.

Al Hussein dijo que su esposo la encerraría en el apartamento todos los días mientras trabajaba. Luego, venía a casa y hablaba por teléfono.

“Me gustaría hablar y preguntar: ‘¿Cómo estuvo tu día?’”, Dijo. “Él decía: ‘No hables hasta que te diga’”.

Al Hussein pensó que tener un bebé podría resolver sus problemas. Cuando lanzó la idea, él dijo que no, que se había casado con ella únicamente por entretenimiento.

En ese momento, Al Hussein decidió dejarlo. Se sintió fortalecida, fuerte y libre. Sin embargo, no se dio cuenta de que divorciarse de su marido arruinaría su reputación.

Culpar a la novia que se va

Cuando Al Hussein, ahora de 21 años, cuenta su historia, se sienta en la cabaña de su familia en Taanayel. Su padre dice que solo puede salir de esta habitación congestionada, hecha de paredes de tela, cuando tiene que trabajar. De lo contrario, porque ya no es virgen, la gente puede pensar que va a hablar con hombres.

“Mis hermanos me preguntaron, ‘¿Por qué volviste? Porque eras una mala esposa, es por eso”, dijo. “Mi papá me estaba culpando, diciendo que debería haber resuelto el problema y me quedé con él”.

Zeina, la siria que se casó con un hombre de 53 años, está lidiando con un problema similar.

Dos años después de su matrimonio, ella quedó embarazada. La familia de su esposo estaba furiosa porque no querían que un niño sirio heredara su tierra, dice ella. Entonces su esposo le dijo a su padre que ella hizo trampa y que el niño no era de él.

“Me golpearon con un cinturón mientras estaba embarazada”, dice mientras señala los verdugones en sus brazos y espalda.

Zeina dio a luz a la niña el año pasado, y su esposo, que se niega a divorciarse legalmente de ella, aún no la ha visto. Con la ayuda de una ONG local, Zeina hizo una prueba de ADN y descubrió que el bebé es suyo.

Sin nadie para ayudar a la madre soltera de 17 años, se esfuerza por alimentar a su hija. Recientemente acudió a la corte, diciendo que necesita que su esposo pague por los pañales.

“Después de ir a la corte, sus amigos amenazaron a mi madre”, dijo Zeina. “Dijeron que si iba a la corte una vez más, lastimarían a toda nuestra familia”.

Y luego está Salwa. Cuando le dijo a su esposo que quería el divorcio, él se llevó a sus cuatro hijos, se mudó y apenas le permite verlos.

Suicidios y encubrimientos

El certificado de defunción de Halima dice que ella se cayó por las escaleras. Pero de acuerdo con SB Overseas, una ONG que trabaja con refugiados sirios en todo el Líbano, incluido el campamento de Halima, la niña de 13 años de hecho se suicidó.

Comenzó una noche en octubre, cuando escapó de su abusivo esposo en un campo de refugiados a las afueras de Beirut. Ella huyó a su familia y le preguntó si podrían ayudarla a divorciarse de él. De ninguna manera, era su respuesta, ella tenía que quedarse con él. Entonces, esa noche, Halima tomó una sobredosis de pastillas.

SB Overseas ha notado cuán común se ha vuelto el suicidio entre las novias menores de edad, y con qué frecuencia las familias mienten al respecto.

“No pueden admitir que la decisión que tomaron llevó a este resultado”, dijo Veronica Lari, ex vocera de SB Overseas. “Lo que ocurre a menudo es que las chicas desaparecen por completo”. Sabemos que es una consecuencia del matrimonio, pero no tenemos datos ni noticias de ella. Y la familia dice que no saben nada”.

Fadia Ammar Al Mohamad, que no conoció a su marido hasta el día de su boda, se encuentra junto a la cama en la que duermen en su tienda de campaña. (Lisa Khoury / Times of Israel)
Fadia Ammar Al Mohamad, que no conoció a su marido hasta el día de su boda, se encuentra junto a la cama en la que duermen en su tienda de campaña. (Lisa Khoury / Times of Israel)

Aunque el matrimonio prematuro ha existido durante siglos, pocos estudios muestran su impacto psicológico. Eso no se debe a que las novias infantes no estén profundamente deprimidas y solas, es porque no están hablando de eso.

“Si te obligan a un matrimonio que no quieres, y una vez que estás en el matrimonio, te obligan a tener relaciones sexuales cuando no quieres tener relaciones sexuales, es posible que no le des voces a ningún sentimiento”, Dijo Carr. “Porque, por lo que usted sabe, a nadie le importa lo que piense”.

Hasan Arfeh, un periodista sirio, ha notado la misma tendencia en Siria.

Cuando se supo que una joven novia en la zona rural de Idlib, Siria, se ahorcó en febrero de 2017, Arfeh inició una investigación. Descubrió que otras cuatro niñas se habían suicidado en esa zona desde que las obligaron a casarse.

También se dio cuenta de por qué el suicidio se denuncia tan raramente entre las novias infantiles sirias: el estigma a su alrededor.

“Los padres saben que su hija se suicidó, pero en pequeñas comunidades en Siria, ocultan el problema”, dijo Arfeh. “Se sienten avergonzados de la comunidad que los rodea. No ofrecen el cuerpo al médico forense, alegando que es el cuerpo de una niña y tienen derecho a no mostrarlo”.

Layal, cuyo nombre también ha cambiado, llevaba seis meses en matrimonio cuando intentó suicidarse. La refugiada siria de 16 años saltó a un río en Baalbak, Líbano, sabiendo que no podía nadar. Pero su hermana la salvó.

“Pensé, ‘quiero morir. Es mejor que vivir esta vida miserable’”, dijo.

Su padre huyó al Líbano con 17 niños y no pudo atenderlos a todos. Entonces la casó con un hombre de 31 años que era financieramente estable, pero también abusivo.

Layal dice que un día usó una escoba para golpearla en la cabeza. Él la golpeó tantas veces que se desmayó, despertando en el piso horas después, sangrando por su cráneo. Fue entonces cuando decidió intentar acabar con su vida.

Esperanza en escasez

Layal a veces no puede recordar dónde vive ni cuántos años tiene. Su esposo, que desde que se divorció, la golpeó tantas veces en la cabeza que ahora sufre de pérdida de memoria a corto plazo, dice su madre.

En octubre, Layal tuvo una rara oportunidad de ver a un psicólogo.

Una mañana, Amira Deeb, una trabajadora social del Encuentro Democrático de Mujeres Libanesas (RDFL), una ONG financiada por UNICEF, fue al campamento de Layal en busca de refugiados que necesitaran apoyo emocional.

Layal inmediatamente pidió consejería. Pero su madre dijo que no, temía que su hija abandonara el campamento sin un hombre.

La mayoría de las organizaciones de ayuda internacional se enfocan en conseguir alimentos, refugio y ropa para los refugiados, no apoyo emocional. E incluso los que tienen problemas para alcanzar novias infantiles.

UNICEF tiene 10 socios en todo Líbano que se dirigen a mujeres y niñas en riesgo de violencia de género. En 2017, esos socios ayudaron a llegar a más de 60,000 mujeres y niñas, dice Latrous. Pero Deeb dice que eso no significa que las chicas se están abriendo tanto como quieren.

“Sí, tenemos este programa, ofrecemos educación, actividades, psicólogos e incluso ayuda legal, pero no son útiles”, dijo Deeb. “Si tratamos de sacar a las niñas de su lugar de residencia, sus maridos o hermanos o padres o madres representan un gran problema. Estas chicas no pueden ser salvadas”.

Ilustrativo: niños refugiados sirios juegan en un campamento de refugiados no oficial en la ciudad de Bar Elias, en el Líbano, valle de Bekaa, el 13 de mayo de 2016. (AFP PHOTO / JOSEPH EID)
Ilustrativo: niños refugiados sirios juegan en un campamento de refugiados no oficial en la ciudad de Bar Elias, en el Líbano, valle de Bekaa, el 13 de mayo de 2016. (AFP PHOTO / JOSEPH EID)

Además, las ONG solo pueden lograr muchas cosas sin la ayuda del gobierno libanés.

Líbano no tiene una edad mínima para contraer matrimonio. En cambio, el país deja que las partes religiosas lo decidan.

Además, el Líbano no tipifica como delito la violación conyugal. De hecho, un esposo solo puede meterse en problemas si su esposa está físicamente herida durante una violación y necesita 10 días para recuperarse. En ese caso, enfrenta una multa de entre $ 6.66 y $ 33, o un máximo de seis meses en prisión.

Por ahora, las ONG como RDFL continúan yendo a los campamentos e intentan hacer lo que pueden: ofrecer a las niñas, que obtienen el permiso de sus maridos y padres, la oportunidad de simplemente hablar.

“Cuando vamos al campo, veo algo en los ojos de estas chicas”, dijo Deeb. “No lo dirán, pero cuando miro a los ojos de cualquiera de estas chicas, veo que nos dicen: ‘Por favor, ¿puedes ayudarnos y sacarnos de esta vida para siempre?’”.

 

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Documental: La escuela del silencio

Presenta: Youtube

Documental que evidencia las dificultades de niñas en escuelas rurales.

Proyecto presenta la problemática de las niñas en las escuelas del Perú. … Además, señaló que “La escuela del silencio” representa el silencio social de ser niña en comunidades quechua-hablantes o aymara-hablantes con bajos recursos; por lo que existe un tema cultural que hay que abordar y transformar.

“Hoy las niñas y los niños acuden a la escuela primaria en similares porcentajes. Lo hacen en condiciones distintas que sus congéneres de las zonas urbanas. Conforme crecen las brechas se acentúan, y las niñas rurales y de barrios periurbanos van quedando rezagadas, con menos posibilidades de hacer realidad su proyecto de vida”, comentó.

El documental que ha sido producido por César Hildebrandt Chávez por encargo de UNICEF y con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Comercio y Desarrollo de Canadá, relata la historia de niñas que a pesar de vivir en entornos muy distintos – comunidades amazónicas, alto andinas y un asentamiento humano de Ventanilla – tienen un sueño común y enfrentan similares barreras para cumplirlos.

Ellas anhelan culminar la escuela y convertirse en profesionales. Estas niñas a su corta edad deben asumir el cuidado de sus hermanos menores y labores domésticas propias de una persona adulta; además deben trabajar para colaborar con la economía familiar; y día a día soportar la discriminación de género y la violencia en sus casas y colegios.

Miles de niñas y adolescentes están asumiendo responsabilidades que no les corresponden. Son niñas cuidando a otros niños y alejándose de la escuela; niñas trabajando para contribuir a la economía familiar. Deserción escolar, repitencia, bajos logros de aprendizaje y maternidad precoz suelen ser el resultado de esta situación.

Al referirse a “La Escuela del Silencio” la Embajadora de Canadá comentó “el video que comparte hoy UNICEF ayuda claramente a asegurar el derecho a la educación de las mujeres, desde un enfoque que articula género y diversidad cultural, reconociendo que la pobreza es un factor que dificulta fuertemente este ejercicio”.

Finalmente el representante de UNICEF señaló la necesidad de que Estado, cooperación internacional, sociedad civil y comunidad educativa aborden este problema con enfoque de género para garantizarles a las niñas el derecho a culminar su educación secundaria. Puntualizó que sólo así ellas podrán incorporarse en mejores condiciones al mercado laboral y romper con la cadena de pobreza que arrastran sus familias de generación en generación.

A tomar en cuenta:

  • Según el MINEDU el promedio urbano femenino de conclusión oportuna de la secundaria es superior al masculino. Sin embargo, se mantiene una brecha importante de más de 30 puntos, entre lo urbano y rural. El 76.9% de las adolescentes entre 17 y 18 años del área urbana han culminado la secundaria. En el área rural lo han hecho el 42.5%.
  • En el área urbana el 8.5 de las niñas que culminan sexto grado y el 9% de las adolescentes que culminan secundaria tiene atraso escolar. En el área rural ocurre lo mismo con el 28.9% y 26.8 % de las escolares, respectivamente. En el caso de la población indígena el promedio de atraso es de 33.4% al concluir la primaria y el 35.5% al terminar la secundaria.
  • El embarazo adolescente aumenta cuando menor es el nivel educativo. El 34,9% de las adolescentes que solo cuenta con nivel primaria está embarazada. Entre las adolescentes que tienen estudios superiores el porcentaje de embarazadas es de 4,5%.

Para mayor información en UNICEF, por favor contactar a Marilú Wiegold teléfono 613-0706 celular 99757-3218, e-mail mwiegold@unicef.org y Sandra Esquén, celular 99901-7866, e-mail sesquen@unicef.org  

Link. https://www.youtube.com/watch?v=wBG3jUvTMCs

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