UNICEF: La salud mental también es prioridad

La salud mental también es prioridad

KARLA MELGAREJO

Mi experiencia con la ansiedad

Cuando pensamos en la salud es probable que pienses solo en los malestares físicos, ¿verdad? Pues en realidad también deberías pensar en los malestares mentales. El problema es que desde tiempos antiguos se ha estigmatizado la salud mental dejándola en segundo plano, porque claro, la depresión se cura pensando en positivo, la ansiedad es solo para llamar la atención y el no saber controlar tus emociones está bien – espero se notara el sarcasmo. Lo verdadero aquí es que los problemas mentales se han dejado siempre como algo de personas débiles o incluso se le ha atribuido a lo femenino.

En una edad antigua es hasta comprensible que se le diera más importancia a la salud física, ya que si se rompían un brazo o se enfermaban perdían la capacidad de hacer cosas para sobrevivir como cazar, cultivar, o buscar un nuevo hogar caminando horas. En la actualidad sí que es un serio problema que se mantenga este pensamiento, puesto que se debe entender que sin una buena salud mental no vas a poder llevar una vida sana. Vivir con depresión, ansiedad o demás problemas te va a dar como resultado una vida infeliz donde no vas a poder desarrollarte de la mejor manera, tal es así que miles de personas en el mundo que actualmente no han atendido su salud mental llegan a quitarse la vida; vivir con un problema mental sin tratamiento no te dejará vivir sanamente.

Quisiera contar mi experiencia desde la ansiedad. A mediados de pandemia yo cursaba mi cuarto y quinto semestre de preparatoria y gracias a las clases online, la carga de trabajo aumento exponencialmente y con ello también aumento la presión por querer mantener mis notas altas. Pasaba más de la mitad de mi tiempo útil tras un computador tomando clases o haciendo tareas, el tiempo que me quedaba disponible lo repartía en comer o ir al baño.

Al inicio no me costaba tener todo mi día ocupado pero con el pasar de los meses me fui alejando de las cosas que me gusta hacer como leer, dibujar, tocar mi guitarra o perder un tiempo en redes sociales libre de culpas. Incluso me aleje de mi familia por estar atendiendo los deberes de la escuela, llego un punto en el que me obsesione tanto con la productividad y cumplir con los deberes que desarrolle trastornos de ansiedad.

Me preocupaba excesivamente por mi futuro y siempre me surgían ideas de metas que quería lograr pero me preocupaban al grado de pasar todo mi tiempo pensando en qué hacer para lograrlas, incluso queriendo hacer más cosas de las que podía al mismo tiempo. Tan pronto como surgía una meta y ponía todo mi interés en ella, surgía otra y olvidaba lo anterior para enfocarme en la nueva y después volver a las que ya tenía en mente. Sé que suena muy confuso, y es que realmente lo era. Era un ciclo continuo de pensamientos ansiosos sobre preocuparme por algo, proponer una solución, enfocarme en ella, olvidarla por una nueva, sentirme culpable por qué no cumplí ni una meta, volver a preocuparme por perder el tiempo y generar estrés excesivo sobre mis pensamientos.

Aunado a esto estaban mis deberes escolares, así que ya se imaginan como continuo por meses esto, afortunadamente me di cuenta que algo andaba mal en mí y trate de buscar ayuda para poder salvarme y así lo hice. Actualmente puedo decir que soy consciente de cuando comienzo a recaer y puedo manejar mis pensamientos la mayoría de las veces.

Con esto quiero dejar en claro que la salud mental no es un juego, como víctima de un problema mental puedo decir que cuando lo tienes no puedes vivir en paz sin tratamiento. Todo el tiempo estás pensando en cosas que no deberías y muchas veces las personas que te rodean no se dan cuenta y algunas otras si se percatan de esto, pero pensarán que exageras o que no es nada grave porque «hay cosas más importantes» o porque «así es la vida». Quiero decirte que no es así, no estas exagerando, la vida no debe ser así y claro que debes atender el problema y si conoces a alguien que lo tiene puedes tratar de empatizar para ayudarnos a mejorar y dejar de ver a la salud mental al final de nuestra lista de pendientes.

Fuente de la Información: https://www.voicesofyouth.org/es/blog/la-salud-mental-tambien-es-prioridad

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Los ‘millennials’, una generación que ya tiene sus propios males

Por sus características, los adultos jóvenes de hoy padecen enfermedades con rasgos específicos.

Por: eltiempo.com/Carlos Francisco Fernández
Los ‘millennials’, nacidos entre 1980 y el 2000, también llamados generación Y o Peter Pan, han sido centro de estudios de corte antropológico que los categorizan, sin generalizar, dentro de unas características específicas que los diferencia de sus antecesores (generación ‘baby boomers’), criados en medio de conflictos bélicos e inestabilidad económica.

A decir de los expertos, los ‘millennials’ son nativos digitales que dominan la tecnología como una prolongación de su cuerpo, aptos en el uso de dispositivos y en ese comportamiento ‘multitasking’ que los transforma en nomófobos; además de adictos a las aplicaciones, en un entorno de sociabilidad extrema y competitividad creciente, al parecer, también son presa de enfermedades y alteraciones en la salud que parecen ser diseñadas para ellos.

En otras palabras, esta generación que demanda personalización y nuevos valores se convierte en elemento interesante desde el plano epidemiológico, al tenor de algunos estudios que evidencian que hay males propios que, a la par de una hipersensibilidad hacia el mundo, los afectan de manera silenciosa. Y en ese contexto, vale la pena mirar algunos de ellos.

Ansiedad

Si bien esta preocupación excesiva y persistente nos afecta a todos, según un estudio de la BDA Morneau Shepell, estos jóvenes son proclives a desarrollar ansiedad un 30 por ciento más que la generación anterior. De acuerdo con el psiquiatra Rodrigo Córdoba, esta conducta empieza a hacerse notoria. Mientras la ansiedad puede manejarse en otros de forma sencilla, en algunos de estos jóvenes se convierte en barrera para la vida cotidiana y profesional. De ahí que el especialista recomiende estar pendiente de rasgos como irritabilidad, preocupación excesiva e insomnio, que al volverse permanentes, exigen intervención específica.

Estrés

Encuestas realizadas por la Asociación Americana de Psicología (APA) han demostrado que los ‘millennials’ son una generación más comprometida con este padecimiento, a tal punto que alteraciones en la presión arterial, algunas enfermedades gástricas y la baja tolerancia a la frustración –crecientes en este grupo– se han identificado como consecuencia directa del estrés. Según la APA, desde el 2007 las preocupaciones más relevantes en estas edades están relacionadas con el dinero.

Distimia

Es un trastorno caracterizado por ser una forma leve pero crónica de la depresión prolongada. Según un análisis de la Asociación Psiquiátrica de América Latina (Apal), la distimia cada vez es más frecuente en menores de 30 años. “Es una condición relacionada con la alta exigencia, la necesidad imperiosa de aceptación grupal y una frustración permanente por las metas no cumplidas”, dice la Apal. Estos adultos jóvenes, en razón a este trastorno, presentan fatiga, disminución en la autoestima, malos hábitos alimentarios y frecuentes manifestaciones de desesperanza. Son elementos que, de prolongarse –dice la psicóloga Sandra Herrera–, ameritan manejo desde el plano terapéutico.

Fatiga visual

Es claro que el contacto permanente con pantallas y dispositivos, sostenido casi desde la niñez, ha hecho que en esta población el síndrome de fatiga visual sea constante. Según un estudio de Vision Council of America, asociación de la industria óptica de Estados Unidos, el 73 por ciento de los ‘millennials’ presenta esta alteración, consistente en molestias oculares, como cansancio, sequedad, visión borrosa, lagrimeo, además de dolores en la espalda, la cabeza y el cuello, que tienden a volverse crónicos y es claro que se producen tras dos horas o más de utilizar dispositivos electrónicos de pantalla.

De acuerdo con el oftalmólogo Orlando Ustariz, estas alteraciones exigen intervención y pautas para tratar de atenuar los efectos de las pantallas sobre los ojos, que comienzan con pausas específicas y, en casos extremos, restricciones.

Cáncer de colon y recto

Llama la atención que un estudio realizado por el Instituto Nacional de Cáncer de EE. UU. demostró que los tumores malignos en colon y recto se han incrementado significativamente en población joven. Según el análisis, esta situación estaría ligada a los cambios en los estilos de vida en los que el elevado consumo de carnes rojas y de alcohol son determinantes, además del bajo consumo de fibra, el sedentarismo, la obesidad y el tabaquismo. El estudio evidenció que los nacidos después de 1989 duplican el riesgo de padecer cáncer de colon y cuatro veces más de sufrir cáncer rectal, al compararse con los nacidos en años anteriores, específicamente con la incidencia de estos males en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta.

También demostró que la incidencia de cáncer de colon ha aumentado cada año casi el 2 por ciento en adultos de 20 y 39 años, desde 1980 para acá. Con el agravante de que el incremento anual de los tumores de recto fue del 3 por ciento en adultos menores de 30 años desde 1974. Curiosamente, estos males disminuyeron en mayores de 55 años. Con estos datos, el gastroenterólogo Ángel Alberto Castro destaca que en jóvenes que presenten cambios en hábitos intestinales, diarreas o estreñimiento, sangrados rectales o dolor, se hace necesaria una valoración y, en casos específicos, un complemento con examen endoscópico.

*Fuente: http://www.eltiempo.com/vida/salud/enfermedades-asociadas-a-los-millennials-186826

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El amor materno protege el cerebro

Por Pilar Quijada

Los cuidados inadecuados hacen a los niños propensos a la ansiedad y les impide regular bien sus emociones de adultos

Un estudio publicado en el último número de PNAS revela que el estrés en los primeros años de vida tiene efectos adversos sobre el comportamiento y el desarrollo del cerebro que se mantienen después en la vida adulta. De hecho se sabe que detrás de más de la tercera parte de los trastornos de ansiedad se esconden factores estresantes como la falta de cuidados o los abusos físicos o de otro tipo, que en la vida adulta se traducen en alteraciones emocionales y de conducta. Aunque se había relacionado las pautas de crianza inadecuadas y la falta de atención con una mayor propensión a las alteraciones de conducta y trastornos como la depresión y la ansiedad, hasta ahora se desconocían sus bases neurobiológicas. Tampoco estaba claro si las alteraciones emocionales y conductuales eran el resultado de las experiencias vividas por los pequeños o se debían a trastornos congénitos u otros factores preexistentes como malnutrición materna o exposición prenatal a sustancias nocivas.

Ahora un trabajo llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Weill Corner (Nueva York) y la Universidad de California muestra que el cuidado inadecuado de los pequeños altera de forma permanente los circuitos cerebrales que procesan las respuestas de temor, haciéndolos emocionalmente más reactivos. En el trabajo, cuyo primer autor es Mattew Malter Cohen, se destacan las alteraciones persistentes en el circuito y función de la amígdala, la estructura cerebral encargada de procesar el miedo y las emociones. Además, estos efectos no son reversibles cuando se elimina la causa del estrés ni disminuyen al desarrollarse otras áreas del cerebro implicadas en la regulación emocional, como la corteza prefrontal.

Adopciones

Para su estudio, los investigadores estudiaron a 16 niños menores de once años criados en un orfanato y los compararon con un grupo control de diez niños criados con su familia. Según los autores las atenciones recibidas por estos pequeños en el orfanato son un buen modelo para estudiar la influencia del estrés en las primeras etapas de vida sobre el desarrollo posterior. Para controlar los factores genéticos y ambientales mencionados, los investigadores crearon un modelo de roedor. Simularon los escasos cuidados recibidos por los niños en el orfanato en los ratones previamente destetados limitando a las madres el material disponible para hacer el nido e interrumpiendo el cuidado materno a las crías. El estudio con roedores se limitó al periodo de destete, para equipararlo a la estancia temporal de los niños en el orfanato antes de ser adoptados. El estudio en roedores se llevó a cabo en edades equivalentes a la preadolescencia, adolescencia y etapa adulta de los seres humanos.

Los autores señalan que se produjeron cambios tempranos y de larga duración en el comportamiento ansioso y la función de la amígdala en los ratones expuestos a un cuidado parental desorganizado, que podría equipararse a la mayor reactividad emocional y los cambios en la amígdala observados en los niños criados en orfanato. Comprobaron que el estrés temprano modifica la regulación del miedo cuando se quiere lograr algún objetivo. Es decir, la posibilidad de que la motivación pueda ser mayor que el miedo y ayude a alcanzar un objetivo propuesto. En este sentido, la psicología evolutiva ha demostrado que la capacidad exploración de los bebés desde que gatean está relacionada con un apego seguro a los padres. Cuanto más confiados son respecto al afecto y cuidado de la figura de referencia, paterna o materna, más se aventuran a alejarse de su proximidad para explorar cosas que les interesan.

Efecto irreversible

Además, estos rasgos ansiosos observados tanto en ratones como en algunos niños criados en instituciones públicas no parecen corregirse a lo largo del desarrollo evolutivo, como muestran los autores. Lo esperable sería que al desarrollarse la región de la corteza prefrontal implicada en la regulación del miedo, la corteza infralímbica, los efectos del estrés temprano disminuyeran, cosa que no ocurría ni en el modelo de roedor ni entre los niños criados en orfanatos que fueron adoptados comparados con sus iguales que crecen con su familia.

Según los investigadores, sus resultados corroboran los hallazgos previos, que indican que recibir cuidados en los primeros años de vida de forma desorganizada e imprevisible puede alterar la regulación emocional de forma permanente con independencia de los factores genéticos y ambientales.

Según los autores, sus resultados están de acuerdo con lo observado en niños adoptados en países donde se dispensan escasos cuidados, y sugieren que podrían beneficiarse de programas de intervención temprana.

No está claro si los efectos de del estrés temprano mejoran tras adopción, ya que pocos estudios siguen a los niños adoptados más allá de la adolescencia. Lo que parece evidente de estos estudios es que cuanto antes se produce la adopción, mejor es el resultado. Este efecto puede ser atribuible a una ventana para el desarrollo emocional y que pasado ese periodo crítico los circuitos cerebrales implicados son menos plásticos (moldeables) o más resistentes al cambio.

Fuente:http://www.abc.es/sociedad/20131022/abci-estres-infantil-cambios-cerebro-201310211856.html

Imagen: www.abc.es/Media/201310/22/Fotolia_42511900_Subscription_Monthly_XL–644×362.jpg

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