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Libro: Las estructuras elementales de la violencia de Rita Segato (PDF)

Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos.

Introducción: 

Los nueve ensayos aquí reunidos analizan aspectos diferentes de la estructura patriarcal que conocemos como “relaciones de género” y apuntan a un modelo de comprensión de la violencia. De toda violencia. Aun admitiendo que se trata de un proyecto osado, no desisto de someterlo al juicio del lector, pues las tesis que le dan unidad, y que acabo recogiendo sintéticamente en el capítulo final, son el resultado de cerca de dos décadas de elaboración y exposición, sobre todo frente a la siempre atenta e inteligente audiencia estudiantil en mis clases de la Universidad de Brasilia.

La obra avanza a través de los siguientes pasos. En el capítulo 1 -“La estructura de género y el mandato de violación”-, analizo Jas dinámicas psíquicas, sociales y culturales que se encuentran por detrás de la violación y sobre las cuales ésta, abordada como un enunciado, da testimonio. En la perspectiva que defiendo, ese acto -que no todas las sociedades contemporáneas ni todas las épocas de nuestra historia perciben o percibieron como un crimen- no es sencilla­ mente una consecuencia de patologías individuales ni, en el otro extremo, un resultado automático de la dominación masculina ejercida por los hombres, sino un mandato. La idea de mandato hace referencia aquí al imperativo y a la condi­ ción necesaria para la reproducción del género como estructura de relaciones entre posiciones marcadas por un diferencial jerárquico e instancia paradigmática de todos los otros órdenes de estatus -racial, de clase, entre naciones o regiones- . Esto quiere decir que la violación, como exacción forzada y naturalizada de un tributo sexual, juega un papel necesario en la reproducción de la economía simbó­ lica del poder cuya marca es el género -o la edad u otros sustitutos del género en condiciones que así lo inducen, como, por ejemplo, en instituciones totales- Se trata de un acto necesario en los ciclos regulares de restauración de ese poder. El análisis del dispositivo de la violación identifica dos ejes que serán fundamentales para la formulación de mis tesis finales, recogidas en el capítulo 9.

Descárgalo aquí: Segato-Rita.-Las-Estructuras-elementales-de-la-violencia-comprimido

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Honduras: La violencia, los conflictos por la tierra, la corrupción y la impunidad desafían los derechos humanos

La violencia persistente, incluida la violencia de género, los conflictos por la tierra y la impunidad, son algunos de los desafíos de derechos humanos más graves de Honduras, ha asegurado este viernes el Alto Comisionado para los Derechos Humanos al presentar su último informe sobre el país.

“Si bien observo una reducción de los homicidios, la violencia y la inseguridad siguen estando profundamente arraigadas y son comunes, afectando particularmente a las mujeres y a las personas LGBTQ+”, dijo Volker Türk.

El año pasado se registraron 380 muertes violentas de mujeres, así como 47 asesinatos de personas LGBTQ+. Mientras siguen faltando protocolos especializados para que las instituciones de justicia penal puedan abordar las altas tasas de violencia contra las mujeres, según el informe.

Para que el Estado pueda asegurar un entorno seguro y libre de crimen organizado, necesita los recursos y políticas necesarios para abordar las enormes desigualdades en el país, los flujos financieros ilícitos, impuestos y corrupción, recomienda Türk.

“También es importante desarrollar una política de seguridad nacional coherente basada en los derechos humanos que incorpore medidas de prevención”, asegura.

El Alto Comisionado se dice preocupado por el incremento de la militarización de la seguridad pública y el sistema penitenciario.

“Por dar un ejemplo, tras el trágico ataque ocurrido en junio en la prisión de mujeres de Támara, en el que murieron 46 mujeres privadas de libertad, el Gobierno devolvió la administración del sistema penitenciario a la policía militar. Desde entonces hemos recibido información de que algunas de las acciones de la policía militar pueden llegar a constituir malos tratos”, indicó Türk.

Además, se mostró especialmente preocupado por el actual estado de emergencia, que ha estado vigente desde hace más de 15 meses, y que otorga a la policía nacional y a la policía militar poderes para implementar detenciones y allanamientos sin órdenes judiciales.

Discriminación de pueblos indígenas y afrodescendientes

En todo Honduras persisten los conflictos vinculados a la tierra, el territorio y los recursos naturales, siendo los pueblos indígenas, los pueblos afrohondureños y los campesinos los más afectados por la violencia, la apropiación de tierras y los desalojos.

“Me preocupa mucho el hecho de que Honduras siga siendo uno de los países más peligrosos del mundo para las personas que defienden la tierra, el territorio y el medio ambiente”, dijo Türk.

Los ataques contra personas defensoras de derechos humanos y periodistas aumentaron el año pasado, con unas 561 personas víctimas de agresión. Al menos 15 personas defensoras de los derechos humanos y dos periodistas fueron asesinadas.

“Mi Oficina alienta firmemente a las autoridades a fortalecer el Mecanismo Nacional de Protección y a implementar todas las medidas institucionales necesarias para proteger a las personas defensoras de los derechos humanos”. agregó.

Por otro lado, Türk saludó la derogación y reforma de Decretos del llamado “Pacto de Impunidad” por parte del Congreso Nacional, así como la voluntad del Gobierno de abordar la corrupción.

La corrupción drena el país

Sin embargo, los altos niveles de corrupción e impunidad continúan agotando los recursos disponibles para el país, así como erosionando la confianza en las instituciones públicas.

“Insto a Honduras a que adopte medidas para garantizar transparencia y rendición de cuentas, incluidas aquellas para fortalecer el poder judicial, el Ministerio Público y otras instituciones nacionales claves contra la corrupción, y garantizar su independencia”, añadió.

También saludó el nuevo proceso de elección de la nueva Corte Suprema de Justicia, y el énfasis en la transparencia, la rendición de cuentas y la paridad de género: “Esto representa una oportunidad concreta para que Honduras fortalezca el estado de derecho y el acceso a la justicia”.

Al mismo tiempo, dijo que su Oficina continúa instando a realizar progresos en las investigaciones de las graves violaciones cometidas en la década de 1980, el golpe de Estado de 2009 y la crisis postelectoral de 2017.

“También doy la bienvenida al histórico proyecto de ley recientemente aprobado que protege los recursos naturales y las áreas protegidas en favor de los derechos de las comunidades afectadas. Esta ley, junto con el decreto ejecutivo para garantizar los derechos ancestrales y de propiedad del pueblo garífuna, son cruciales para avanzar en el disfrute de los derechos de los más vulnerables”, aseguró

https://news.un.org/es/story/2024/03/1528062

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Orar es barato, pensar cuesta un poco más

Por: Jorge Majfud

El migrante se había endeudado por diecisiete mil dólares para que un coyote lo pasara por la frontera. Una visa legal hubiese sido cien veces más barata, pero las embajadas de Estados Unidos no le dan visas a los pobres.

Un atardecer, en un estacionamiento de Jacksonville Beach, un policía me preguntó por qué estaba caminando sin dirigirme a ninguna parte. Lo miré y pensé en la justificación puritana del sexo: es solo para reproducir feligreses.

Because I feel like it (Porque se me antoja) ―le contesté, y continué caminando.

En realidad, yo estaba molesto por otra razón. Tal vez el policía había preguntado con intención de ayudar en algo. Debió pensar unos segundos y, finalmente, se volvió al patrullero. Pensé: ¿qué hubiese pasado si yo fuera un joven centroamericano y con miedo a ser deportado? Habría contestado las preguntas del policía, intimidado y revelando que tal vez estaba allí de forma ilegal,»robándole» el trabajo a alguien que no quería o no podía hacer mi trabajo. Habría terminado detenido.

Unos meses después, desayuné con otra de esas historias que le quitan a uno las ganas de hacer nada por un día. El día anterior, un viernes a las 9:00 de la noche, Virgilio Aguilar Méndez volvía a su modesta habitación del Motel Super 8 de Jacksonville que compartía con otros tres trabajadores, cuando un oficial de la policía lo detuvo.

El sargento Michael Kunovich entendió que el joven de 18 años, quien iba hablando por teléfono con su madre, era sospechoso y decidió interrogarlo, aunque no había recibido ninguna denuncia contra él.

Los guatemaltecos sin papeles son bajitos y hablan mam o alguna otra lengua ancestral. Pocos hablan español con fluidez. Menos inglés, por lo que Aguilar no contestó las preguntas ni se tiró al suelo a tiempo, como se lo había ordenado el sargento. Se limitó a repetir la frase que mejor sabía decir: “I am sorry”.

―¿Dónde vives? You, where…?

Aguilar le señaló la puerta de la habitación que compartía con sus amigos.

―¿Qué estás haciendo?

Eating ―dijo Aguilar, cuando logró entender los gestos.

―¿Y por qué no estás comiendo dentro del motel? ―insistió el sargento.

―No understand. I’m sorry.

―¿Llevas armas? ¿Guns?

―No. No. I am sorry.

A pesar de que Aguilar no había reaccionado con violencia, el sargento usó su pistola eléctrica para inmovilizar al sospechoso. Lo mismo hicieron los otros tres oficiales que arribaron minutos después.

El joven obrero, que puso nerviosos a los cuatro corpulentos oficiales, tenía 18 años, medía 1,65 metros y pesaba 52 kilogramos. Luego de la violenta detención, los oficiales decomisaron un cuchillo en posesión de Aguilar (que el joven llamaba family), pero no encontraron ni drogas ni armas en la modesta habitación de los cuatro trabajadores.

Poco después, el sargento Kunovich colapsó por una arritmia cardíaca y murió en un hospital. Aguilar fue acusado de homicidio, mientras una multitud acudía a la iglesia Joseph Catholic Church al sur de Jacksonville.

―Nuestra hermandad estará siempre con cualquier oficial que haya sido asesinado de forma violenta en el cumplimiento de su deber ―dijo Brian Briska, quien viajó desde Nueva York en representación de la Hermandad de los Caídos.

En su cuenta oficial de Twitter, el gobernador libertario de Florida, Ron DeSantis, publicó:

El sargento Michael Kunovich fue asesinado en cumplimiento de su deber por un inmigrante ilegal que se aprovechó de nuestras fronteras abiertas. Oramos por la familia Kunovich y por toda la comunidad”.

Orar es barato; pensar cuesta un poco más. Las cámaras policiales y la investigación revelaron otra cosa, pero Aguilar continuó preso.

Unos meses después, llamaron a Hortensia Salcedo, una de mis colegas de la universidad, para otro de sus trabajos habituales. Hortensia es de Venezuela y una amiga muy cercana. La suelen llamar como traductora en los hospitales, cada vez que un inmigrante indocumentado se mete en problemas y no sabe de qué se trata.

―Siempre salgo llorando de allí ―me dijo una vez―, pero, al menos, ayudo a esa gente.

Renunció a un trabajo mejor pago en uno de los hospitales más prestigiosos del país, al cual la recomendé, porque descubrió que la tarjeta de identificación que debía llevar era un GPS.

La última vez, le pidieron que ayudarse con el caso de otro guatemalteco, llamado Pascual. Seguramente no por casualidad, otro viernes de noche Pascual había salido con sus compañeros de trabajo a relajarse, luego de una semana intensa, una de esas rompe-hombres con rutinas que pocos aquí aguantarían por las dos primeras horas del lunes. Como Pascual y sus amigos no pueden conducir, tampoco pueden ir muy lejos.

Esa noche cenaron en un almacén hispano y bebieron unas cervezas. Como estaba cansado, Pascual decidió irse antes a dormir, pero equivocó la calle y se perdió. Para peor, había dejado su teléfono en la habitación.

Alguien notó que había un hombrecito de aspecto extraño que iba de un lado para el otro sin dirección precisa y llamó a la policía. Cuando llegó el patrullero, Pascual no supo qué decirles. ¿Cómo decirles que estaba perdido? Lost? Pascual no parecía una amenaza. Caminaba como si tuviera una pierna rota.

El patrullero lo llevó a un hospital. Al día siguiente llegó Hortensia. De inmediato se dio cuenta que Pascual hablaba mam y apenas entendía castellano.

―¿Usted sabe dónde está? ―le preguntó.

―No ―dijo Pascual.

Hortensia lo miró a los ojos y recordó otros casos, en los cuales las enfermeras le habían dicho que el internado tenía Síndrome de Down, pero ella sabía que no, que era un maya quiché sin dominio del inglés.

―Usted está en un hospital psiquiátrico.

―Es que yo camino así porque nací con un defecto en la rodilla ―dijo Pascual―. No puedo quedarme aquí. Si no voy a trabajar el lunes, pierdo el trabajo y mi familia en Guatemala me necesita. Si no le pago al coyote, la van a visitar.

Pascual se había endeudado por diecisiete mil dólares para que un coyote lo pasara por la frontera. Una visa legal hubiese sido cien veces más barata, pero las embajadas de Estados Unidos no le dan visas a los pobres. La legalidad es para gente bien.

―Usted está en un psiquiátrico.

―Es que mi rodilla no tiene arreglo.

―¿Por qué está aquí?

―Me perdí. Yo nunca tomo cerveza y una solita hizo que me perdiera.

―¿Dónde vive?

―No sé. Si veo la calle sé cómo llegar.

Hortensia llamó a Jesús, la esposa de Pascual en Guatemala, pero hablaba tectiteco.

―Tengo que trabajar el lunes ―se lamentó Pascual―. Si no envío el dinero, los coyotes van a ir por mi esposa.

Luego de una hora sin saber qué hacer con Pascual, Hortensia le preguntó:

―¿Recuerda algún comercio que esté cerca de su casa?

―Uno de colombianos…

Hortensia trató de recordar algún store colombiano en la zona. Recordó uno por Baymeadows. Buscó en Google Street View y le mostró una foto.

―Sí, es ese. Está cerca de donde vivo.

Hortensia habló con las enfermeras del hospital.

―Pascual no debe estar aquí. No tiene ningún problema psiquiátrico. Su problema es otro.

―Pero el doctor debe evaluarlo y eso lleva tiempo…

―Déjenlo ir. Llamen a un Uber. Aquí tienen la dirección.

Hortensia volvió el lunes.

―¿Y Pascual? ―preguntó.

―Pascual se fue ―dijo la enfermera en voz baja.

*Arte: Karina Perez

Orar es barato, pensar cuesta un poco más

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UNICEF: “No se puede normalizar que niños o niñas sean víctimas de la violencia que existe en sus entornos”

Organismo internacional pidió tomar acciones que permitan su protección y garanticen su seguridad.

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Comunicado de prensa

UNICEF: “No se puede normalizar que niños o niñas sean víctimas de la violencia que existe en sus entornos”

Organismo internacional pidió tomar acciones que permitan su protección y garanticen su seguridad.

06 Marzo 2024

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UNICEF Chile

SANTIAGO/CHILE, 6 de marzo de 2024 – El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, condenó los reiterados hechos de violencia en contra de niños, niñas y adolescentes, quienes han resultado muertos o heridos. Solo en esta última semana falleció un adolescente de 13 años y dos niñas, una de siete y la otra de dos, resultaron heridas.

 

En ese contexto, UNICEF solicitó adoptar a la brevedad acciones orientadas a la protección de niños, niñas y adolescentes y a reforzar la construcción de espacios protectores de la niñez. “No se puede normalizar la muerte de un niño o niña, producto de la violencia que existe en su entorno. El Estado debe ser efectivo en la protección de la niñez y ello también implica garantizar entornos libres de violencia».

 

De acuerdo con información oficial, durante este año han fallecido seis niños, niñas o adolescentes producto de la violencia ocurrida en sus entornos.

 

Según la encuesta CASEN 2022, un 43% (53% para el caso de la R.M) de los hogares con niños, niñas y adolescente en Chile han vivido o presenciado balaceras en su entorno residencial. “Esta información muestra el contexto de extrema vulnerabilidad donde muchos niños, niñas y adolescentes crecen y se desarrollan. Pero también evidencia la deuda que tiene el país con este grupo de la población, a quienes debe garantizar las condiciones para desarrollar sus proyectos de vida”.

 

La Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Chile en agosto de 1990, y la Ley que crea el Sistema de Garantías establecen que el Estado debe contar con mecanismos que permitan proteger de manera efectiva a niños, niñas y adolescentes de cualquier forma de violencia. “No es aceptable que niños, niñas y adolescentes resulten muertos o heridos en sus propias comunidades, en sus entornos, realizando actividades cotidianas”.

Fuente: https://www.unicef.org/chile/comunicados-prensa/unicef-no-se-puede-normalizar-ninos-ninas-victimas-de-violencia

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Los dibujos de la guerra de Ucrania

El refrán “una imagen vale más que mil palabras” puede aplicarse también a los dibujos de los más pequeños. Un dibujo puede evocar más de mil palabras y emociones. Las imágenes hablan y los dibujos también lo hacen. En un mundo en el que muchas veces los mayores hablan en nombre de los más pequeños, o en el que éstos todavía no tienen suficientes herramientas para expresar la complejidad de sus emociones, existen técnicas que ayudan a descifrar los sentimientos. Núria Casanovas, psicóloga especializada en infancia y familia, dedica su carrera a analizar e interpretar los dibujos de los niños. De hecho, también ha escrito un libro que funciona como pequeña guía de iniciación a esta rama de la psicología.

Habitualmente, los más pequeños cargan también con las consecuencias de los actos de los adultos, y muchas veces no somos conscientes de cómo pueden afectarles. En Ucrania, la guerra se inició hace ya casi dos años. Un conflicto armado que, de momento y según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se ha cobrado miles de vidas (hay 24.900 víctimas civiles registradas), ha causado una destrucción incalculable y ha dejado casi 18 millones de personas en situación de necesitar ayuda humanitaria.

Si estas cifras no fueran suficientemente abrumadoras podríamos añadir que, en la actualidad, hay 1.060 ataques verificados contra estructuras sanitarias, que el 30% de los puestos de trabajo anteriores a la guerra han sido suprimidos y que casi 10 millones de personas, incluidos 7,8 millones de niños, corren el riesgo de sufrir un trastorno de estrés post-traumático agudo.

Hemos tenido acceso a los dibujos de niños de distintas edades, residentes en Kiev, de antes y durante la guerra. Sus historias son distintas, pero comparten un rasgo común: están viviendo su niñez en guerra. En Kiev, las alarmas antiaéreas suenan a diario y forman parte de la banda sonora del día a día. Cuando saltan las alarmas se evacuan los centros comerciales de grandes superficies y los edificios administrativos, y los maestros llevan —obligatoriamente, en cumplimiento de la normativa— a los niños a los refugios del sótano de las escuelas, para resguardarse. Allí siguen con las clases hasta que suena la alarma de cierre, que indica el fin del peligro.

Estos niños, que no han abandonado Kiev en ningún momento, han vivido la guerra desde su inicio. Durante los primeros meses del conflicto no asistían a clase, porque las escuelas funcionaban como refugios para desplazados internos de las zonas más afectadas. Han vivido ataques aéreos, bombardeos masivos y las consecuencias de la destrucción de instalaciones eléctricas, que les dejaron sin luz, sin agua y sin calefacción.

Según Núria Casanovas, la guerra puede afectar a los niños a todos los niveles: emocional, neurológico o de relación con los demás, porque los lleva a vivir situaciones en las que pierden la sensación de protección y confianza, hecho que también puede influir en su aprendizaje.

“El cuerpo, a veces, prioriza la supervivencia, y por eso debe dedicar mucha energía a digerir y a gestionar el estrés vivido”, argumenta la psicóloga. “Esto interfiere en los procesos de aprendizaje y en las capacidades cognitivas; las situaciones traumáticas incluso pueden crear disociación”.

Pero, como todo, la situación de guerra puede afectar de forma diferente a cada niño, ya que son muchas las variables que hay que tener en cuenta, como el apoyo familiar, las capacidades en el ámbito de la inteligencia, los recursos emocionales o la historia precedente, alerta la psicóloga. “Sin embargo, lo que sí se observa a veces es que, a corto plazo, los niños pequeños parecen sufrir menos la guerra porque son más resilientes y en muchos casos siguen haciendo vida normal”. “Las consecuencias de estas situaciones traumáticas vividas en la primera infancia pueden convertirse en un factor de dificultad emocional a largo plazo, si no se trabaja posteriormente”. Es importante que los niños estén acompañados de profesionales para que, en un futuro, no sufran estas consecuencias. En este sentido, es necesario trabajar estos duelos, igual que la sensación de seguridad o de protección. En otros casos, también es necesario trabajar los traumas creados por la guerra, y éstos sí requieren profesionales especializados. No debe ser un tratamiento inmediato, porque hay niños que tienen una capacidad de resiliencia muy fuerte e incluso, con el apoyo del padre, de la madre o de la escuela, logran salir adelante.

Tal y como explica Casanovas, a pesar de que algunos niños son muy resilientes, los adultos pueden transmitirles la sensación de estrés. “Aunque no estén en la zona caliente de la guerra ni vean directamente una bomba, sí sienten ese estrés de su entorno, que les hace experimentar una sensación de sufrimiento”. “El niño lo vive de forma indirecta”.

Para poder ayudar a los niños a canalizar una situación como la guerra, Núria Casanovas explica que lo primero es detectar cómo les está afectando. Añade que, en edades en las que todavía no saben expresarse tan bien como quisieran, el análisis de los dibujos es una buena herramienta para conocer el estado de salud mental del niño o la niña.

1. Varia, 4 años

El primer dibujo es el de Varia, de 4 años. Después de analizarlo, Núria concluye que el tipo de gotas que hace denotan que es un niño muy sensible, muy emocional. La lluvia aparece en la esquina derecha, lo que significa que Varia se proyecta en el futuro; “significa que la solución para este niño, cuando se sienta mal o se estrese, será pensar en qué le irá bien en el futuro, pues eso le ayudará a sentirse mejor”, argumenta la psicóloga. “El otro dibujo, el de la casa, es positivo porque el sol está dibujado a la izquierda, y esto normalmente nos habla de resiliencia; al mismo tiempo, el tipo de casa que dibuja significa que mantiene mucha fuerza interior, por su temperamento, a pesar de los tiempos difíciles que le ha tocado vivir”.

2. Violetta, 4 años

Como podemos ver, el dibujo de la casa que ha hecho Violetta es parecido al de Varia, lo que denota mucha fuerza y ​​mucha resiliencia. “Además, la puerta —que tiene mucha presencia en la casa— habla de una buena capacidad de comunicación y de interacción con los demás”.

Violetta, por el contrario, no dibuja ningún paraguas para protegerse de la lluvia, y “esto indica que necesita algún recurso para hacer frente al estrés como, por ejemplo, relajarse o aprender a manejar sus pensamientos. Asimismo, esta proyección de la figura humana bajo la lluvia en el lado derecho de la hoja indica que presenta una tendencia a pensar en el futuro como recurso para sentirse mejor ante situaciones estresantes”.

3. David, 5 años

El siguiente dibujo, el de David, de 5 años, evidencia algo de malestar emocional. “Ya vemos que la figura humana está dibujada más con cuchillos. Esto habla más de una tensión a nivel emocional que está expresada desde el dibujo”. Las manos —que hablan de la relación con la familia— son rojas y están apretadas; por tanto, pueden expresar que hay tensión a nivel familiar o que los padres están más tensos”.

En el dibujo de abajo, el árbol de la derecha, que es muy grande, muestra una necesidad de apoyarse en la madre. Al mismo tiempo, tiene las orejas muy grandes, lo que indica que es un niño muy sensible a lo que siente, y por tanto, hay que decirle las cosas de una manera muy positiva. Al mismo tiempo, Casanovas señala que quizás se debería evitar decirle cosas que pretenden los mayores o cosas que le puedan preocupar demasiado.

4. Zlata, 4 años

Igual que el dibujo de David, el de Zlata denota una necesidad de la figura materna, que se representa mediante el árbol grande a la izquierda. La casa tiene una ventana en la parte de arriba, el tejado y la redonda, que está vinculada a una necesidad de conciencia. “Por tanto, Zlata necesita ser muy consciente del porqué de las cosas y de qué puede hacer y qué no. Sin embargo, dibuja la puerta alejada del suelo, y eso significa que siente que necesita protección”.

En la parte inferior del dibujo destaca un arco iris sobre la figura humana, y eso es un signo de transformación. “Este niño está viendo que las cosas están cambiando hacia mejor”.

5. Zoriana, 6 años

En el dibujo de Zoriana destaca una hierba muy larga, tan alta como las piernas, y eso significa que proyecta su necesidad de sentir ternura y mucho positivismo en la comunicación. La figura de abajo aguanta una especie de globo, que denota la necesidad de control, es decir, sería interesante dejar que esta niña decida cosas, para evitar que sienta esa impotencia. “El globo también hace referencia a la necesidad de reencontrar a la niña interior; indica que Zoriana tiene la necesidad de preservar esta vida de niña, que juega a pesar de lo seria que es la situación que la rodea”.

6. Orest, 6 años

El dibujo de Orest es bastante positivo, pues la figura humana es más grande que la casa. A la derecha del tejado hay dos líneas; una de ellas, distorsionada, puede indicar que el niño siente que se está fragilizando la protección. Normalmente, el lado derecho se vincula al padre, de modo que una posibilidad es que Orest sienta una potencial desprotección por parte del padre; puede que porque se haya ido a la guerra, o bien porque tema que deba marcharse en un futuro. Dibujar un árbol a cada lado de la casa explica que está desarrollando los recursos necesarios para sentirse más protegido.

7. Orest, 6 años

El otro dibujo de esta figura humana con la cabeza y los pies amarillos bajo la lluvia es interesante, porque contiene un muy buen paraguas, y por tanto, indica que Orest tiene la capacidad de poner en acción cosas con las que se siente protegido. Sí habría que destacar una nube, que denota la sensación del niño de “que todo me pasa a mí, todo dentro de mí se cae. También debe remarcarse que sus recursos son eficaces y el hecho de que el personaje no tenga cabello, indica que la situación que vive está afectando su autoestima”. También vemos que dibuja el sol a la derecha, junto a la nube. Esto significa que a pesar de la presencia de dificultades y el estrés que pueda estar viviendo, también es capaz de ver que hay cosas positivas.

8. Rita, 5 años

Por último, en el dibujo de Rita, de 5 años, destaca la falta de recursos: “la persona bajo la lluvia no tiene paraguas, y aunque parece una niña contenta y sensible —por las pestañas y ojos rosas que dibuja—, esta falta de herramienta de protección en el dibujo denota una necesidad de recursos para aferrarse a una situación difícil en la vida real”.

“En el dibujo del árbol destaca —por el tipo de copa y las tachaduras— que quizás sufre preocupaciones a nivel mental, ya que la copa está vinculada al nivel mental de la persona”. “La casa también es rosa, igual que la cara de abajo, por tanto, a pesar de las preocupaciones y tensiones, hay un aspecto dulce que es importante y eso sería positivo”, concluye la psicóloga.

“En estos dibujos, uno de los aspectos importantes en las representaciones de personas bajo la lluvia es ver si llevan o no paraguas. La mayoría de los personajes no lo llevan, o es poco funcional, y esto sugiere que los personajes no se acaban de sentir bien protegidos”. “Esto significa que son niños que no tienen recursos o defensas para protegerse de situaciones de dificultad”.

“Si son niños de la guerra, pese a su capacidad, han tenido una situación de la que no han podido escapar: están afectados sí o sí por situaciones estresantes”.

Sin embargo, Casanovas señala que los dibujos son bastante positivos, quizás por la zona donde residen estos niños. La psicóloga enfatiza que hizo un análisis de diferentes dibujos de niños provenientes de Ucrania que contaban con la ayuda de la Cruz Roja aquí, en Cataluña, y que “esos dibujos canalizaban situaciones extremadamente traumáticas”. “Se veían niños rotos, gente con sangre, gente muerta, cadáveres y metralletas. Y entonces es cuando el dibujo permite encauzar lo que a veces el niño no explica, porque no quiere o no puede”.

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Mantenme vivo

Por: Rodrigo Ayarza

La venganza profetiza más muertes. La humillación y el sufrimiento imploran dejarnos reducidos a polvo.”

Palabras que sobrevivieron.

Un puñado de minutos son suficientes para que conozcas mi historia.

El hombre que viaja a mi lado no deja de emitir sonidos desagradables; mueve su lengua con angustia y el frio intenso hace que su voz tiemble con aspereza ruda. Algunos dirán que está de-lirando, pero no creo que así sea (ustedes podrán juzgarlo). Por un instante olvido que lleva los tobillos y brazos atados, y olvido que aún no conozco su rostro. Sin embargo, no puedo evitar imaginar, con crueldad, cómo se retuercen sus míseros músculos por su cara, mientras su co-rrompida mirada irradia terror.
Intento apartar todo esto y concentrarme únicamente en lo que dice. Su sentencia me ate-rra: “Le disparé a un niño.” Llora y clama arrepentido a su dios por perdón. Traga saliva y re-tuerce con dolor su garganta; me lastima tener que oírlo: “Maté a un niño.” Además, cuenta ho-rrorizado que en sus pesadillas ve el rostro desesperado de esa abuela sosteniendo entre sus bra-zos a ese niño que imploraba que lo mantuviera con vida.
—Si hubieras estado en mi lugar, ¿habrías disparado? —me pregunta el hombre.
Sigo en silencio y no respondo. Pero no se rinde: “No podés esconderte en el silencio. Sa-bés bien que cumplía órdenes… Obedecí esas órdenes”. La presión aumenta e insiste:
— ¿Habrías matado a ese niño? …
No tuve necesidad de responder, el hombre cerró sus despreciables párpados y en ese instante dejó de respirar.
Quiero huir lo más lejos posible de este infierno pero va a ser imposible.
Son las seis de la mañana, y algo anda mal. Me prometieron que me sacarían de este territo-rio, pero parece que han cambiado de opinión. El camión en el que viajo apenas puede moverse entre la densa vegetación. Oigo voces, alguien da una orden y, para aliviar la carga, deciden tirar parte del cargamento, y por supuesto abandonarme. Intento torcer su decisión, pero estos tipos no se andan con vueltas: me advierten que no llegaré con vida a la frontera. Mi única oportuni-dad de sobrevivir es buscar medicinas en el poblado que acabamos de pasar. Forcejeamos, y fi-nalmente me arrojan del camión.
Apenas me puedo mover, unos vendajes cubren mis piernas heridas. En el horizonte surgen diminutos puntos estridentes de luces chocando entre sí y apenas percibo el sucio sonido de lo que está pasando a lo lejos.
A las 6:20 de la gélida mañana, me adentro en ese poblado cuando escucho el indescifrable sonido de una radio, un fffshhiiggg que se escapa entre las ondas. Observo cómo la mano de una mujer agita el dial, buscando sintonizar alguna transmisión, pero le es imposible hacerlo. Avanzo y me cruzo con ella y con otra más joven en la puerta de un hospitalillo improvisado, ambas se sorprenden al ver mi aspecto.
La tensión en el aire se puede respirar. Las voces de las mujeres se entrecruzan: “acá no hay medicinas, tampoco hay agua”.
En ese preciso momento, el cielo se quiebra. Un duro estruendo retumba, un sonido ensorde-cedor golpea en forma punzante mis oídos. Lo sé: el latigazo de un nuevo misil.
—¿Vienen por nosotros? ¿O van hacia las otras aldeas? —me pregunta la mujer con ansie-dad. Busca en mi mirada una respuesta que no puedo dar. —Vamos, ¿qué sabés? —insiste en forma desesperada. Algo aprisiona mi garganta, no sé cómo describirlo, pero sé que no puedo hablar.
—Si venís huyendo de las otras aldeas, al menos podrás decirnos si algunos sobrevivieron al ataque, seguro que lo sabés —insiste, su voz se quiebra. Las palabras se clavan en mi pe-cho. Pero no puedo responder. El agudo dolor que sube por mis piernas hiela mi lengua, y sigo en silencio.
La otra mujer, la más veterana, señala la radio con desprecio. “Este trasto viejo ya no sirve para enterarnos de nada. ¿Qué esperás para decirnos algo? Toda esta gente podrá salir de la al-dea o quedarse, según lo que nos digas”. Su mirada me perfora, exigiendo respuestas. Pero adopto un aspecto glacial, extremadamente rudo. No respondo. No puedo.
El mundo se desmorona a nuestro alrededor. Un misil impacta en el otro extremo del po-blado, y el suelo tiembla bajo nuestros pies.
La ansiedad, la desesperación, la búsqueda frenética de respuestas: todo se mezcla. Las pala-bras se quedan atrapadas en mi garganta, como los gritos de los que ya no están. Y mientras el mundo agoniza a nuestro alrededor, yo permanezco cargando con este silencio inservible, sin poder responder.
Comenzamos a movernos y vemos como la zona que dejamos atrás agoniza bajo las llamas.
—Si hubieras conocido a quienes lucharon por detener la guerra, quizás cambiarías tu silen-cio por una respuesta que nos devuelva la esperanza —dice la mujer, con voz pausada pero car-gada de urgencia.
—Estaban convencidos de que existía alguna oportunidad de cambio. Desarmaron a los pue-blos rivales. Lograron que sus jefes dialogaran. Negociaron con astucia e inteligencia. Y, a pesar de todo, quieren hacernos creer que fracasaron, que se vendieron —dice con rabia.
Hace lo que puede por respirar, está exhausta, pero igual así finaliza su idea: “Porque para muchos, obedecer, disparar y matar, es más fácil que lograr que los enemigos se entiendan. ¿No lo crees?”
Tengo la oportunidad de responder, pero elijo no hacerlo.
—Queremos saber qué les ocurrió, si siguen con vida o no —insiste. Su mirada es inque-brantable, como si pudiera leer mis pensamientos. ¿Viven o no? La pregunta resuena por todas partes, mi corazón late con fuerza, pero sigo eligiendo el silencio.
—Dejalo de una vez mujer, perdés el tiempo. No querrá estar envuelto en estos asuntos —comenta la otra.
—No han regresado, al menos no aún —agrega dolorida, con profunda nostalgia, justo cuando un nuevo estruendo asfixia el cielo. Nos tapamos los oídos, como si el sonido pudiera arrancarnos la cordura. Las llamas devoran lo poco que queda del poblado y nosotros, atrapados entre el pasado y el futuro, buscamos respuestas en un silencio que amenaza con consumirnos.
La condensación de vapores flota por todas partes invadiendo el territorio. Miramos el cielo con desconfianza. Al adentrarnos en un camino que promete liberarnos de este infierno, nos chocamos con un hombre semimuerto que yace inerte en el suelo. Las pupilas de la mujer se di-latan y contraen con energía al descubrir su uniforme. Es uno de los que atacaron nuestras al-deas. Con una vara larga, la mujer intenta moverlo. Cuando percibe que aún respira, comienza a interrogarlo.
—¿Qué aldea van a volar, cuál es la que sigue? —pregunta con urgencia.
El hombre intenta mover su mandíbula: “No tienen hacia donde huir.” Balbucea.
—No te creo nada. Hablá. ¿Qué sabés? —insiste la mujer, mientras aprieta desesperada con la vara las heridas que yacen en el brazo descubierto del hombre.
—Ya te lo dije, ninguna se salvará —el hombre escupe sangre al hablar.
—Vas a morir pedazo de mierda —escucho que le dice la mujer, cuando vemos que algu-nos sobrevivientes de lo que fue mi aldea se acercan por este camino. Me abrazo a este puñado de niños.
El tipo agonizante ignora a la mujer, esquiva su mirada y señala a los niños. “Estos vendrán por nosotros, son los que van a venir a matarnos en el futuro”, dice el hombre sin ocultar su odio.
La mujer se desploma. Sabe que sus líderes les han inculcado esta idea. Yo también lo sé, to-dos lo sabemos.
—¿Es esta la forma que eligen para vengarse? —pregunta aterrada la mujer, mientras con-templa el enorme charco de sangre que surge debajo del hombre—. Vienen por nuestros niños, Vienen por nuestro sufrimiento. Esta es la forma que eligen para humillarnos: ¡quieren dejarnos reducidos a polvo!
—¿Crees que estamos hechos para soportar esta violencia? —me pregunta la mujer.
Nunca vi un mundo sin violencia, solo este, tal como es. Pero, como ya saben, me trago estas palabras y no le respondo. Cuando escuchamos una detonación extrema, un golpe seco en la tie-rra, sabemos que viene al fin, de una vez por todas por nosotros. Viene a cazarnos, y sin pregun-tar si tenemos algo que ver en todo esto: nos da caza.

Fuente de la información e imagen:  https://lnkd.in/dKr4NmhF

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