Transgredidas, testimonios de sobrevivientes de la violencia de género

Ilka Oliva Corado

Transgredidas es uno de los libros que más me ha costado escribir,  me ha dolido,  lo he llorado y lo  he sentido en carne viva, porque son relatos de testimonios e historias de niñas, adolescentes y mujeres que sufrieron abuso sexual, ya sea en su camino como migrantes indocumentadas hacia Estados Unidos o bien fueron víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual.

Abusadas por familiares y desconocidos, no por su origen, no por su clase social,  pero por ser mujeres en una sociedad que irrespeta y desvalora a la mujer por su género, en una sociedad que mulita y la seca, estas son historias ocurridas en distintas partes del  mundo porque el abuso hacia el género femenino no tiene edad, color, religión ni nacionalidad.

Todo comenzó en noviembre de 2012, con un texto titulado Transgredida, al cual le siguieron  otros a medida que fui obteniendo testimonios para publicar en la serie Transgredidas de mi blog Crónicas de una Inquilina. Esta serie se ha convertido en libro.  Son testimonios de mujeres marcadas de por vida por el abuso, los golpes, mujeres violentadas en sus derechos, niñas a quienes robaron la niñez.

No es un libro dulce ni luce la perfección de la ficción, es un libro crudo, descarnado, como la realidad que le ha tocado vivir a sus protagonistas y a  miles de mujeres a través del tiempo y de la historia.

La violencia de género no es un asunto de ficción ni de literatura, es un problema real que nos está matando, nos desaparece y  nos estigmatiza. Todas hemos sufrido violencia de género en alguna de sus tantas formas, los relatos escritos en Transgredidas muestran los extremos de lo que es capaz de hacer una sociedad patriarcal y machista en la vida de niñas, adolescentes y mujeres en el marco de un sistema sociopolítico que nos trata como mercancía.

Las historias incluidas en este libro son reales, aunque los nombres de las protagonistas han sido cambiados y también algunas ubicaciones territoriales, para proteger sus identidades y su seguridad. Lo medular de este libro es contar las historias de abuso que han vivido mujeres anónimas, tan anónimas como cualquiera en cualquier lugar del mundo. Son historias que suceden todos los días, en todos lados, a todas horas.

Historias que en la mayoría de los casos nos llevamos hasta la tumba, porque contarlas significa perder familiares, ponerlos en riesgo, poner en riesgo nuestras propias vidas.  También en una sociedad estereotipada  guardamos silencio por temor a ser señaladas por la familia, amigos y sociedad. Porque ser abusadas nos marca y la misma sociedad nos señala y nos excluye.

El abuso emocional, físico y sexual  nos mutila en muchas formas, nos roba la vida de tajo, no seca por dentro, nos invisibiliza. Transgredidas son las voces de miles de mujeres que han sido silenciadas a través del tiempo.

Fuente del articulo: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/04/26/transgredidas-testimonios-de-sobrevivientes-de-la-violencia-de-genero/#more-6551

Fuente de la imagen:

https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/04/unadjustedraw_thumb_11e4d.jpg?w=584&h=380

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México: Mujeres el 75% de las que presentan exámenes en el ICHEA

América del Norte/México/27 Noviembre 2016/Fuente y Autor: frontenet

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, el Instituto Chihuahuense de Educación para los Adultos (ICHEA), informó que los servicios educativos que presta han logrado reducir la brecha de género con una participación de mujeres que se han acercado a presentar exámenes en casi 75 por ciento del total.

Eberto Javalera Lino, director general de la institución, informó que de enero a noviembre en curso, 26 mil 89 jóvenes y adultos mayores de 15 años presentaron exámenes dentro del Programa Especial de Certificación (PEC) en el estado de Chihuahua, siendo de esta cifra 73 por ciento mujeres, dando un total de 19 mil 158; mientras que hombres fueron 6 mil 931, el 27 por ciento.

El funcionario apuntó que el Programa “PEC”, una herramienta de evaluación y certificación que implementó la Secretaría de Educación Pública a través del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), permite acreditar en un examen los niveles primaria y secundaria aprovechando los conocimientos y saberes de la vida de las personas.

Dijo que si bien el PEC, así como el Modelo Educación para la Vida y el Trabajo (MEVyT), sistema de educación a través de módulos educativos aprovechados en asesorías para jóvenes y adultos están dirigidos a toda la población, la respuesta de las mujeres fue más elevada.

Destacó que algunos de los temas o títulos que se ofrecen en el ICHEA son “La educación de nuestros hijos e hijas”, “Un hogar sin violencia”, “Hágalo por su salud sexual y reproductiva”, “Embarazo, un proyecto de vida”, “¡Aguas con las adicciones!”, cuyos contenidos educativos están relacionados con situaciones con las cuales crecen y se enfrentan en la vida las mujeres.

Con estas acciones el ICHEA participa en la reducción de la brecha de género, sumándose a las metas propuestas que dan origen al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999, y que se celebra de manera oficial cada 25 de noviembre.

A nivel estatal, la dependencia participa en la campaña “Yo me uno para poner fin a la violencia contra las mujeres” y en sus redes sociales adopta las etiquetas o hashtag #YoMeUno y #PonFinaLaViolenciaContraLasMujeres, además de realizar pláticas entre el personal administrativo.

Fuente de la noticia: http://www.frontenet.com/_blog/Mujeres-el-75-de-las-que-presentan-exam-1

Fuente de la imagen: http://www.frontenet.com/img/thumbnails_m/1_d__a_no_violencia_Educacion_mujer.jpg

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“Profe…” e inclusión educativa

Por: Pablo Romero

Hace pocos días, nuevamente una profesora fue agredida por un alumno, esta vez en el liceo 49 (Uruguay). El chico en cuestión fue el mismo que muy poco tiempo antes había cometido una agresión similar en el liceo 25. La docente debió soportar toda clase de agresiones verbales, sumado a que fue empujada y acorralada contra una pared mientras el alumno discurría en sus groseros insultos. Violencia física y verbal.

El caso se hizo público a partir del paro convocado por los docentes, a partir de la resonancia mediática que suelen tener los paros. Por supuesto, algunos prefirieron cuestionar la medida y no debatir lo importante del asunto, que es la violencia que se vive a diario en nuestras instituciones educativas y que sufren tanto los alumnos como sus educadores.

El sistema educativo público uruguayo es el epicentro de distintas formas de violencia, que reproducen y canalizan, por supuesto, la violencia que circula a raudales en nuestra sociedad. Se sabe: el sistema escolar es atravesado por todos los hilos sociales. Pero en tal sentido, y aunque la violencia allí presente sea cometida y padecida tanto por hombres como por mujeres, debemos ser claros en un punto: son en particular las mujeres (y eso más allá de la evidente feminización del sistema educativo) las permanentemente agredidas en nuestras instituciones escolares.

Desde hace ya unos cuantos años asistimos a situaciones en las que maestras son golpeadas por padres (y, en la mayoría de los casos, madres, que atacan a la referente educativa de sus hijos), y venimos asistiendo también desde hace un buen tiempo a una realidad aun más desoladora, que es la del ciclo básico, en donde no sólo se producen casos de alumnos que golpean a profesoras, sino que se ha convertido en moneda corriente la agresión verbal.

Nuestras educadoras suelen ser insultadas de manera denigrante, sobre todo en el ciclo básico, en donde es habitual escuchar a alumnos (justo en esa edad en que se están construyendo como sujetos que valoran) que tratan de “putas” y “zorras” a sus profesoras, amén de recurrir a otros adjetivos que responden a ciertos códigos contrarios a toda forma de autoridad y puesta de límites por parte del mundo adulto. Así, el docente con frecuencia es tildado de “alcahuete”, botón”, “ortiva” y calificativos similares.

Para ejemplificar esta situación contaré un caso ocurrido hace poco en el liceo de ciclo básico en el que ejerzo mi tarea docente. Con motivo de las primeras reuniones docentes de evaluación, los profesores de un grupo particularmente complicado del liceo tuvimos la oportunidad de evaluar en equipo la situación de cada uno de los alumnos y del grupo en general. Al llegar el momento de detenernos en un alumno particularmente violento, que viene generando problemas graves dentro de la institución, una de las colegas narró lo que le había tocado vivir con él recientemente. Contó que en una de sus clases lo tuvo que “invitar” a salir del salón, para poder seguir con la clase sin que siguiera agrediendo física y verbalmente a otros alumnos que intentaban ejercer su derecho a ser educados en un clima adecuado. Tras el pedido de la profesora, el alumno se retiró, insultándola, pero se colocó luego con la cabeza atravesando la ventana (que no tiene vidrio) de la puerta del salón de clases, y allí permaneció, repitiendo una y otra vez la misma frase, “profe puta, profe prostituta”, a la que sumaba otras referencias de tono sexual referidas a la docente. Todo esto ocurrió ante la mirada del resto de los alumnos, que reclamaban “que se hiciera algo” para terminar con el violento espectáculo que estaban padeciendo.

Frente a una situación que no sólo constituía un ataque a su dignidad y era motivo de un estrés emocional marcado, la profesora trató de no responder a la provocación, quizá por miedo, quizá para evitar males mayores. Lo cierto es que se mantuvo estoica. Justamente, cuando terminó de contar lo que le había sucedido, fue esto último -su estoicismo frente a una situación absolutamente violenta- lo que motivó la primera reacción de las autoridades presentes (una representante de la dirección, una adscripta y la psicóloga de la institución), que atinaron a felicitarla por no haber reaccionado, por haber permanecido en su rol de “profesional”, en su rol de “adulto”, y no haber siquiera pestañeado. A su vez, la invitaron a escribir un papelito en el que debía contar el hecho, y le dijeron que luego lo juntarían con otros papelitos que narraran casos similares en los que estuviera involucrado ese alumno y los elevarían, finalmente, al Consejo de Educación Secundaria, para ver si en un futuro próximo se podía lograr que comenzara a asistir sólo medio turno. Eso sí, el alumno involucrado no sería nuevamente suspendido -a esa altura, las observaciones de conducta se contaban en números de dos cifras: acumula agresiones y faltas de todo tipo dentro de la institución-, porque, según indicaron las mencionadas autoridades presentes, “no es la solución”. Cuando se lo ha suspendido “vuelve peor”, dijeron, y además remarcaron que “se lesionan” los “derechos educativos” del estudiante cuando se le suspende su concurrencia al liceo. La cuestión, según parece, es apelar a incluir a toda costa, aunque sea fomentando -sin que sea la intención, pero sí la consecuencia- la cultura de la impunidad con que estamos educando a muchos de nuestros adolescentes en los liceos.

En lo esencial, son las mismas explicaciones que brindó por estos días la directora general de Secundaria frente al caso de agresión ocurrido en el liceo 49: minimizar los hechos de violencia, pensar las agresiones bajo parámetros de una supuesta inclusión, educar a los gurises en la lectura de que no hay consecuencias punitivas frente a los actos de violencia cometidos contra otros, frente al no respeto a las reglas, incluyendo las no escritas sobre lo que implica la mínima convivencia social. El ejercicio de la autoridad es visto como un ejercicio autoritario que lesiona derechos. Confundir autoridad con autoritarismo o con insensibilidad ante alumnos en situaciones vulnerables termina por resultar un combo explosivo que afecta negativamente a todos los involucrados.

Por supuesto, este caso narrado no es el único dentro del liceo; hay casos aun más graves de conducta violenta, casi todos vinculados a alumnos con variadas patologías psiquiátricas que están sufriendo esta concepción errónea de lo que, efectivamente, implica incluir. Son, a la vez, víctimas y victimarios del sistema educativo.

¿Se entiende la gravedad de esta lógica? ¿Se entiende lo que están padeciendo nuestros alumnos y lo que estamos viviendo los educadores y, en particular, las mujeres que ejercen la docencia en nuestro país?

Los profesores, viene bien recordar, también somos personas, más allá de que seamos profesionales de la educación. Muchos colegas terminan padeciendo problemas de salud mental a causa del estrés laboral y del desamparo que vivimos a diario frente a situaciones que nos violentan desde lo emocional hasta lo estrictamente profesional.

Y la tan mentada inclusión no deja de ser una farsa de consecuencias nefastas, porque para incluir tienen que darse las condiciones adecuadas, que son justamente las que hoy no tenemos ni por asomo. La amplia mayoría de los liceos no cuenta con equipos multidisciplinarios ni con personal docente e infraestructura adecuada que permita apelar a estrategias pedagógicas y de salud mental que, al menos, hagan visualizar formas mínimas de integración. Por el contrario, en este panorama que tenemos estamos simplemente generando formas permanentes de estigmatización y discriminación, de exclusión dentro de una supuesta inclusión. O sea: obtenemos exactamente lo contrario de lo que se busca.

Porque es fundamental cuidar a nuestros adolescentes y a nuestros colegas, es clave enterar a la población de las situaciones que se viven a diario en la educación. Alcanza, en tal sentido -sin detalles de nombres particulares y con referencias generales a roles y situaciones, para proteger la identidad de todos-, con narrar los casos particulares y colectivos que a diario vamos viviendo, para trascenderlos y exponer un tema que va más allá de nombres y rostros. Sería un primer paso para dejar de ser cómplices involuntarios de la violencia, para dejar de enmascararla y justificarla en nombre de “derechos” sin responsabilidades y teorías psicológicas que, paradójicamente, generan instituciones vulneradas en las que se lesionan derechos más amplios de alumnos y educadores y en donde se patologizan los vínculos, generando problemas de salud mental aun mayores que los que ya estamos padeciendo.

No permanecer estoicos frente al “profe puta”, y cuestionar el patológico modo de inclusión que estamos amparando, es socialmente vital y éticamente imprescindible.

Fuente: http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/6/profe-puta-e-inclusion-educativa/

Fuente de la imagen: http://1.bp.blogspot.com/-CR4lctb4zYE/UGnVX9wJ1WI/AAAAAAAACQ4/Ut6peB_uzj8/s1600/gokusen+1.jpg

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Argentina:Debates sobre la violencia hacia las mujeres en escuelas de Córdoba

América del Sur/Argentina/26 Junio 2016/Fuente: Laizquierdadiario/Autor:Cecilia Ruíz

El miércoles pasado se realizó una charla taller sobre violencia de género en el Centro educativo de nivel medio para adultos (CENMA) 71 Anexo en barrio Parque República. Fue en el marco de las “Jornadas #NiUnaMenos para trabajar en las escuelas” que impulsa la Agrupación Docentes D-Base y Pan y Rosas. Alumnos y docentes debatieron y reflexionaron en la institución donde dio su última clase Lis Funes, docente de la escuela primaria Atilio Argüello que funciona en el mismo edificio que el CENMA.

“¿Dónde se puede hacer la denuncia cuando uno es testigo de violencia de género?” fue la pregunta que abrió el debate luego de que Julia, trabajadora despedida en lucha de la Secretaría de lucha contra la violencia hacia la mujer y trata de personas realizara una breve introducción. En la misma presentó algunos conceptos acerca de la violencia de género y la responsabilidad del Estado, tanto por sus políticas de vaciamiento de la asistencia pública para las víctimas, como por su complicidad por acción u omisión en casos de violencia hacia las mujeres, femicidios y redes de trata.

Opiniones, preguntas, posiciones y mucha reflexión, colmaron el aula donde más de 30 alumnos y alumnas de distintas edades, entre ellas mamás con sus niños, debatieron junto con docentes y una estudiante de la Agrupación Pan y Rosas alrededor de ejes como el rol de la mujer en la sociedad, la naturalización de la violencia simbólica que sufrimos las mujeres y el rol del Estado y la Justicia en los casos de femicidio.

Al finalizar la charla, el balance fue muy positivo. “Estuvo buenísimo, te interioriza mas en el tema”, decía una alumna. “Yo digo que a las mujeres hay que respetarlas, así me enseñaron en mi casa”, opinaba un joven. “Estuvo muy buena porque hay muchos casos y ojala que esto se pare, porque todos nacemos con una madre”.

Esta charla, junto a las jornadas #NiUnaMenos que trabajaron decenas de escuelas en Córdoba, muestran que el flagelo de los femicidios atraviesa de lleno a la comunidad educativa, como en el caso de esta escuela donde docentes y alumnos fueron testigos de la violencia machista que llevo a Lis Funes a engrosar la terrible lista de mujeres asesinadas por el sólo hecho de serlo.

Desde la Agrupación Docentes D-Base y Pan y Rosas, impulsamos estas actividades en las escuelas y nos organizamos para enfrentar todo tipo de violencia hacia las mujeres, para que no tengamos que seguir contando entre nosotras #ni una menos, porque nos siguen matando. Porque si tocan a una, miles nos organizamos, en las escuelas, en las casas, en el trabajo: #NiUnaMenos.

Fuente de la noticia: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Debates-sobre-la-violencia-hacia-las-mujeres-en-escuelas-de-Cordoba

Fuente de la imagen: http://www.laizquierdadiario.com.ve/local/cache-vignettes/L653xH368/arton42660-ab72b.jpg?1466876758

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Nueva York: Prevenir la violencia contra las mujeres

Nueva York/30 de Mayo de 2016/ONUMujeres

Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en su vida, una cifra abrumadora que refleja una pandemia de proporciones mundiales. Sin embargo, a diferencia de una enfermedad, agresores e incluso sociedades enteras eligen cometer actos de violencia, y también pueden decidir ponerles fin. La violencia no es inevitable: se puede prevenir. Aunque no es algo tan fácil como erradicar un virus. No hay una vacuna, no hay un medicamento, no hay una cura. Tampoco hay un único motivo por el que ocurre.

Por ello, las estrategias de prevención deben ser holísticas, y deben incluir múltiples intervenciones realizadas en paralelo para lograr efectos duraderos y permanentes. Es preciso involucrar a muchos sectores, actores y partes interesadas. Cada vez se cuenta con más pruebas sobre las intervenciones que funcionan para prevenir la violencia: desde la movilización comunitaria hasta el cambio de las normas sociales, desde intervenciones escolares exhaustivas centradas en el personal y el alumnado hasta el empoderamiento económico y los complementos a los ingresos junto con capacitación sobre la igualdad de género.

 La prevención es el tema de 2015 para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra el 25 de noviembre, y del llamado a favor de la acción que se lleva a cabo durante 16 días de la campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres. Este año, en la conmemoración oficial de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, se presentará y debatirá el primer Marco de las Naciones Unidas para prevenir la violencia contra las mujeres (Cámara del ECOSOC; de 10 de la mañana a 12 del mediodía). Este documento surge de la colaboración de siete entidades de las Naciones Unidas: ONU Mujeres, OIT, ACNUDH, PNUD, UNESCO, UNFPA y OMS. El marco establece una visión común para el sistema de las Naciones Unidas, las personas encargadas de formular políticas y otras partes interesadas respecto a prevenir la violencia contra las mujeres y proporciona una teoría del cambio para respaldar la acción.

– See more at: http://www.unwomen.org/es/news/in-focus/end-violence-against-women#sthash.NUmYK8fg.dpuf

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