Educación: ¿es momento de reflexionar sobre su finalidad esencial?

Por: Luis Armando González

Es casi que un cliché decir que las modalidades virtuales de educación llegaron para quedarse. Con altibajos, desde 2020 distintas fórmulas de educación virtual se han implementado en El Salvador, con resultados que todavía queda por evaluar de manera fría y objetiva. Antes de 2020, como lo sabe cualquiera que esté familiarizado con la educación salvadoreña, lo predominante era la presencialidad educativa, aunque algunas instituciones estaban avanzando, y alguna de ellas con una claridad extraordinaria, en la implementación de carreras totalmente virtuales o en estrategias que combinaban lo virtual con lo presencial. La emergencia suscitada por el coronavirus, al dar pie a la prohibición de las relaciones personales directas fuera de los hogares, condujo a la suspensión abrupta de las actividades educativas presenciales y a la adopción, también abrupta, de estrategias educativas que descansaban, en su totalidad, en la virtualidad.

No es un secreto para nadie que El Salvador, al igual que –quizá— muchos otros países, no estaba preparado para trasladar su educación, de manera global y sin excepciones, de lo presencial a lo virtual. Era razonable hacerlo, o intentar hacerlo, como una respuesta temporal a una situación crítica en la cual era importante, en la medida de lo posible, no desatender a la población estudiantil. Sin embargo, lo que era, o parecía ser, una respuesta temporal se fue convirtiendo, para distintos gestores educativos, en una estrategia definitiva –la estrategia por antonomasia para quienes son más optimistas— para estructurar y desarrollar el quehacer educativo salvadoreño en todos sus niveles.

Dos años y medio (desde marzo de 2020 hasta junio de 2022[1]) de virtualización educativa casi total –ya que en 2022 la presencialidad se abrió espacio en algunos ambientes educativos— han generado la sensación de que lo normal es la no presencialidad y de que la presencialidad es algo extraño e incluso anómalo. En realidad, sólo es una sensación, pues lo excepcional fue (y ha sido) enmarcar la totalidad de la educación (en 2020 y, prácticamente, 2021) en estrategias virtuales. Eso que fue excepcional se está normalizando y es probable que se consolide de aquí en adelante, marcando los derroteros futuros de la educación nacional.

Ahora bien, cualquiera sea la modalidad educativa que se convierta en dominante –puede ser la modalidad virtual, una combinación de ésta con una modalidad presencial, o un retorno (que muchos ven como imposible) a lo presencial como estrategia predominante— lo importante es tener en cuenta los fines de la educación, mismos que tienen que ver con el tipo de persona y de personalidad que se pretenden formar a lo largo de las distintas etapas educativas.

¿Será un ciudadano ilustrado, con sólidos conocimientos filosóficos y científicos, con valores humanistas y con habilidades para desempeñar unas actividades productivas y creativas según las condiciones propias de la realidad salvadoreña y el entorno mundial? ¿Será una persona oportunista, competitiva y eficientista? ¿Será una persona sumisa, dependiente e infantilizada? Y las preguntas pueden seguir; pero ese a partir de ese perfil deseado de persona y personalidad que deben determinarse las estrategias y modalidades educativas a implementar, ya que las mismas deben ser coherentes con aquél.

Por supuesto que se pueden diseñar y ejecutar distintas modalidades educativas sin preguntarse sobre los fines educativos que se persiguen, es decir, sin cuestionarse sobre el tipo de persona y personalidad que se pretende formar en los educandos. Cuando esto sucede, los efectos en los estudiantes son inciertos, o lo que es lo mismo, lo que resulta no obedece a ningún diseño previo, sino a una combinación de circunstancias específicas de cada alumno y alumna. Es como si quienes diseñan vehículos no tomaran en cuenta, previamente, el tipo de vehículo que desean lograr y se dedicaran a usar las mejores tecnologías disponibles para su ensamble… podría resultar un vehículo capaz de todo, pero también un vehículo inservible en la práctica.

O sea –y esto vale para el diseño de vehículos, para el diseño de políticas públicas y para el diseño de estrategias educativas— no se trata sólo de usar los mejores recursos tecnológicos disponibles para ensamblar distintos componentes, sino de usar aquellos –sean recursos tradicionales o de última generación— que se contribuyen a alcanzar una meta ideal previamente establecida. En el caso de las metas educativas, es preciso un debate reflexivo y crítico en el que se ponga en el centro el tipo de persona y personalidad que se pretende lograr como fin último de todo el quehacer educativo. Este es un debate que El Salvador actual no se ha realizado y que urge realizar, sobre todo cuando se está impulsando, con fuerza, una modalidad educativa –la modalidad virtual— que, en algunos casos, se abre paso como la exclusiva, anulando la otra modalidad que hasta hace poco fue la predominante –la modalidad presencial—. Decir cuál es la mejor o más idónea sólo por sus atribuciones intrínsecas es perder de vista lo que se pretende como propósito educativo fundamental; este propósito debe ser debatido con la profundidad y el rigor necesarios, para desde ahí determinar cuál modalidad educativa (o combinación de modalidades) es la más idónea en sintonía con dicho propósito.

Como quiera que sea, una vez definida la finalidad fundamental de la educación –una finalidad que debe ser especificada en cada nivel educativo, cada plan de estudios y cada asignatura— se debe definir la modalidad (o combinación de modalidades) que sea coherente con aquélla, tomando la precaución de no apostar a priori por una determinada modalidad (virtual o presencial) sólo porque en sí misma se la considera autosuficiente e insuperable. Se debería estar dispuesto a renunciar a apuestas en las que, además de compromisos intelectuales, hay fuertes compromisos emocionales. Claro está, lo planteado requiere de una reflexión colectiva seria, honesta y rigurosa. Una reflexión que quizá sea oportuno realizar cuanto antes en nuestro país. Pero quién sabe: a lo mejor ahora no es el mejor momento ¿o lo es?


[1] Es seguro que todo el 2022 continuará con una mezcla de virtualidad y presencialidad.

Fotografía: Luis Armando González


Fuente de la información: https://insurgenciamagisterial.com

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Reflexiones sobre la enseñanza de las matemáticas en bachillerato en tiempos de virtualización educativa.

Autor: Saúl Elizarraras Baena

Resumen

Se presentan reflexiones y aportaciones para desarrollar el pensamiento crítico y reflexivo en el marco de la pandemia actual, misma que ha traído como consecuencia que se cierren las escuelas y con ello, se ha instrumentado la virtualización educativa para dar continuidad al proceso educativo con todo y las limitaciones en infraestructura tecnológica.

Se introduce una descripción general de las acciones que se llevaron a cabo por parte de las autoridades educativas de todo el país (locales y federal); principalmente, se enuncian sus efectos en los procesos de gestión educativa, así como de la enseñanza y del aprendizaje de las Matemáticas en función del sentir de la comunidad estudiantil y del propio magisterio.

A continuación, se presentan algunas reflexiones sobre la experiencia de enseñanza, así como testimonios de un reportaje periodístico y resultados de investigación educativa bajo la modalidad de aula invertida.

Posteriormente, se describen algunos referentes teóricos que permiten la advertencia de los usos perniciosos que se puede hacer con la tecnología educativa, así como aportaciones teóricas pertinentes para conceptualizar el pensamiento crítico y la educación popular con fines de transformación social.

Finalmente, se interpretan las respuestas proporcionadas en un cuestionario aplicado a un grupo de treinta y dos estudiantes, quienes enviaron sus respuestas vía correo electrónico.

Los resultados obtenidos apuntan a la necesidad de garantizar las condiciones mínimas para el adecuado desempeño de estudiantes y docentes, también es imprescindible que haya acuerdos y compromisos compartidos de parte de autoridades educativas, administradores escolares, docentes, padres de familia y estudiantes, con la finalidad de que el proceso educativo pueda mejorarse.

Palabras clave: pensamiento crítico, virtualización educativa, aprendizaje, enseñanza, matemáticas, bachillerato.

Introducción

La pandemia actual, obligó a las autoridades educativas de México a poner en práctica acciones que permitieran salvar el ciclo escolar 2019-2020. Así, la dinámica del trabajo docente se vio irrumpida por la necesidad de hacer uso de diversas plataformas tecnológicas para mantener contacto con la comunidad estudiantil.

En particular, al principio se pidió que se diseñarán por lo menos dos actividades semanales con la finalidad de garantizar los aprendizajes de los estudiantes; tal parecía que lo preocupante era que las (os, es) docentes mostraran evidencias de trabajo, pues su salario estaba garantizado.

Paralelamente, desde los mandos medios de las autoridades educativas de varios estados de la República Mexicana, por ejemplo, se promovía el uso de Google y sus aplicaciones para mantener comunicación con la comunidad estudiantil.

Martínez (2020a) describía algunas de las vicisitudes que se presentaban tanto para estudiantes como para docentes, aludía a las carencias económicas de las familias y de infraestructura en regiones rurales en las que no se contaba con acceso a internet, esto propiciaba que se acrecentara la desigualdad social.

Al regreso del periodo vacacional del mes de abril, las autoridades de salud del gobierno federal declaraban estado de emergencia por la pandemia y con ello, la imposibilidad de regresar a clases presenciales.

Muchas voces se manifestaban para criticar lo que estaba haciendo el gobierno federal para que el proceso educativo no se viera interrumpido. Por ejemplo, mexicanos primero a través de David Calderón decía entre otras cosas que los maestros no sabían aterrizar contenidos en un aula digital (Martínez, 2020a).

Curiosamente, la preocupación de las autoridades educativas se había convertido en garantizar la acreditación y erradicar la deserción escolar.

Al mismo tiempo, el Secretario de Educación Pública se presentaba ante los medios para defender la educación en línea y para dar palabras de aliento tanto a estudiantes como a docentes. Este tipo de reportajes en los periódicos de circulación nacional eran acompañados de críticas y poniendo en entredicho la educación en línea en función de la voz de algunos expertos (Velázquez, 2020).

Los colectivos docentes también se manifestaban en las redes sociales y solicitaban la clausura anticipada del ciclo escolar por no contar con la infraestructura necesaria y, sobre todo, porque consideraban que la crisis económica derivada de la contingencia sanitaria impedía a los estudiantes el cumplimiento de las tareas.

Posiblemente, estos acontecimientos hayan sido la causa por la que la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunciaba la terminación del ciclo escolar 2019-2020 antes de lo establecido en el propio calendario escolar. No obstante, seguía permeando en el ambiente la idea de que debía asignar calificaciones aprobatorias.

Con base en lo expuesto, nuevamente las críticas de Mexicanos Primero se escuchaban, ahora tocaba el turno a Ruiz (2020), quien ponía en duda la efectividad de la educación en línea y anticipaba que la mayoría de los docentes optarían por liberarse de la presión y calificar de forma inercial para encubrir el rezago educativo.

Así, el autor demandaba que se extendiera el calendario escolar para que cada docente pudiera tener un contacto personalizado con cada estudiante, tomaba en cuenta que cada docente atendía 30 estudiantes (promedio por grupo), en alusión a lo que constantemente declaraba el secretario de educación pública.

De forma complementaria, demandaba a la SEP que planteara con mayor claridad la acreditación universal y que incorporara en los lineamientos normativos medidas para que los maestros valoraran las necesidades reales de la comunidad estudiantil antes que asignar una calificación.

Casualmente, para darle mayor formalidad al cierre del ciclo escolar, la SEP publicó el acuerdo número 12/06/20 de fecha 5 de junio de 2020, en el cual se precisaron disposiciones para evaluar el ciclo escolar 2019-2020 en los niveles de Educación Básica, Media Superior y para las Escuelas Normales Públicas.

A pesar de que la propia SEP había dado a conocer el éxito de la educación en línea, cuyo soporte eran los resultados de una encuesta (Unión, 2020), en el acuerdo 12/06/20 se anunciaba la impartición de un curso remedial para el mes de agosto, muy probablemente por las presiones recibidas de parte de los empresarios.

Antecedentes

Sin duda que los retos y desafíos educativos para esta década se han incrementado significativamente debido a que se encuentra en marcha la Cuarta Revolución Industrial; por lo que las acciones de parte de los sistemas educativos de los países de América Latina se deberán enfrentar con mayor voluntad (Elizarrarás, 2020a).

Se reconoce la importancia de la sistematización de la planificación docente o bien, de modo específico para el diseño de situaciones de aprendizaje que puedan resultar del interés de los estudiantes y a la vez, que les permitan interactuar con otras disciplinas científicas sin menoscabo de la interacción con su entorno social.

Sin duda que las TIC representan una gran oportunidad para explorar y comprender los fenómenos sociales y naturales en función de la modelización matemática. En este sentido, es imprescindible el análisis permanente de los contenidos y sus propósitos que se deben incluir en los programas oficiales (Elizarraras, 2020a).

Elizarraras (2020b) considera trascendental la incorporación de la tecnología en el proceso educativo y de modo particular, para desarrollar el pensamiento crítico en aras de la constante transformación de la sociedad y la erradicación de las desigualdades e injusticias sociales.

El autor precisa que, el planteamiento de alternativas debe ser en función de la praxis de cada docente, es decir, a partir de los resultados obtenidos de investigación educativa y de experiencias de enseñanza, sólo así se podrán dimensionar sus alcances y limitaciones.

Martínez (2020a) recabó testimonios de estudiantes que reconocían mayores dificultades para aprender matemáticas en línea en comparación a otras materias. Por ejemplo, una estudiante de la Preparatoria 3 de la Universidad Nacional Autónoma de México manifestó que la maestra les facilitó unos apuntes que ella hizo con ejemplos para los ejercicios, pero que, si con la explicación de la maestra no entiende, en forma escrita menos.

Por su parte, un estudiante del Instituto Superior de Huichapan (Hidalgo) de la carrera de Ingeniería en energías renovables anticipó que sufrirá el semestre venidero con Cálculo vectorial, pues su aprendizaje depende de Cálculo Integral, cuya materia está llevando en el presente semestre.

No obstante, Benítez y Grajeda (2020) reportaron el impacto favorable con la metodología pedagógica denominada aula invertida en un curso de Matemáticas II para estudiantes de licenciatura del Tecnológico de Monterrey, la cual consiste en que los estudiantes estudien un tema previo a la clase y socializa sus saberes bajo la guía del docente. Su trabajo de investigación lo llevaron a cabo conforme a los pasos siguientes:

  1. Creación de material audiovisual. Los videos fueron subidos a la plataforma de YouTube y consistían en explicar la resolución de ejercicios diversos sobre Matemáticas.
  2. Implementación del aula invertida en un grupo experimental. Las (os, es) estudiantes consultaban los videos, tomaban notas, hacían resúmenes. En clase, se atendían dudas y se les resolvían ejercicios complementarios. El tiempo restante, las (os, es) estudiantes practicaban lo aprendido y profundizaban en el tema.
  3. Contraste entre el aprovechamiento del grupo experimental frente al grupo de control. Se utilizó un examen de conocimientos cuyo rango era de 0 a 100 y la calificación mínima aprobatoria era de setenta puntos porcentuales.

Los resultados obtenidos por parte de los estudiantes fueron los siguientes:

  • 50% de las mejores calificaciones obtenidas por los estudiantes en el grupo experimental son mejores que el 50% de las mejores calificaciones obtenidas por los estudiantes en el grupo de control quienes aprendían en forma tradicional.
  • 39% de los alumnos del grupo experimental llegaron aprobados al examen final mientras que en el grupo de control tan solo del 21%.

En términos generales, los autores refieren que los resultados no fueron muy significativos, lo cual se pudo deber a que el examen final representaba el 20% de la calificación y, por lo tanto, se presentaron actitudes de relajamiento o desconcentración en quienes ya habían obtenido una calificación aprobatoria.

Estas reflexiones y aportaciones teóricas permiten tener una idea sobre el balance que se hace sobre las expectativas y limitaciones que se tienen sobre la tecnología educativa en tiempos de pandemia e incluso, sobre los alcances que en algunos casos se han logrado con este tipo de modalidad educativa en instituciones educativas de alto prestigio y con la infraestructura idónea para tal efecto.

Con base en lo anterior, se hace necesario el planteamiento de una perspectiva teórica que permita dar luz a las posibilidades reales de la virtualización educativa y sobre todo, cuáles deberían ser los usos que se le pueden dar desde la postura de la Educación Popular para el desarrollo del pensamiento crítico.

Perspectiva teórica

Para Bonilla-Molina (2020a) la escuela es un espacio para el desarrollo de la educación integral y para cumplir con este propósito de hace necesario reformarla. En este sentido, la prioridad son las escuelas encargadas de la formación docente, alimentadoras de la máquina capitalista, toda vez que forman administradores del currículo con funciones de supervisión y fiscalización.

El autor señala que la escuela como máquina capitalista ha fracasado al resolver los problemas de desigualdad social, por lo que es insostenible continuar utilizándola con fines de control de los sujetos de aprendizaje.

Por su parte, Huerta (2020) refiere que las escuelas no son solo lugares para aprender a leer, escribir y hacer matemáticas, sino que en estos se debe aprender a ser activistas por la justicia social. También considera importante que se puedan ofrecer elementos para la formación docente sobre el desarrollo del pensamiento crítico y el despliegue de la praxis respectiva.

Bonilla-Molina (2020b) considera que la virtualización educativa tiene como pretensión la eliminación de los recesos que son tan necesarios para reflexionar sobre el propio ser y hacer de la práctica educativa, para el esparcimiento y el encuentro con la familia.

Estos cambios implican el planteamiento de alternativas contrahegemónicas al capitalismo cognitivo del siglo XXI que se basan en teorías del capital humano y de las competencias. en este sentido, se hace necesario conceptualizar el pensamiento crítico porque su desarrollo en el aula debe permitir el desarrollo integral de la comunidad estudiantil.

Martínez-Escarcega (2020) enfatiza que la práctica del educador debe ser predominantemente política y, en consecuencia, enfocar todo su trabajo y esfuerzo en conseguir que la educación sea un acto político con sentido ético, esto significa quitarse la idea de que el marxismo es la única perspectiva teórica, ya que de no hacerlo se estaría adoctrinando a las personas.

El autor argumenta que Marx tenía la pretensión de liberar al ser humano de las nuevas formas de esclavitud. Por el contrario, el pensamiento crítico no sabe lo que quiere y desde una perspectiva de lo complejo, se debe considera que el mundo diferente al que se aspira deberá ser producto de lo dialógico, es decir, una construcción de todos y no de uno sólo.

Ahonda sus reflexiones en cuanto al pensamiento de Freire a quien concibe como un cristiano pacifista y puntualiza que tampoco debe ser el único pensamiento que prevalezca en la búsqueda de la conformación del pensamiento crítico. De forma complementaria, Martínez-Escarcega (2020) refiere que la educación popular tiene un papel destacado para lograr su propósito, a saber:

  1. Problematiza para transformar condiciones y situaciones injustas y opresoras que impiden la vida digna de las personas y comunidades.
  2. Sus perspectivas políticas son emancipadoras (anti-capitalistas, ecologistas, feministas, decoloniales, interculturales, …).
  3. Reconoce a los estudiantes y educadores como sujetos (personas y colectivos).
  4. Contribuye a la formación de conciencia, pensamiento y subjetividades críticas.
  5. Utiliza metodologías y didácticas, contextuales, dialógicas, participativas, inter-activas que articulan, acción, conocimiento y emocionalidad.

Por su parte, Mejía (2020) señala que son muchas educaciones populares y no sólo una, todas en constante construcción. Se les define por la condición ética política y, por ende, su pretensión es la transformación de las condiciones de dominación, exclusión y abandono.

El autor, puntualiza que los seres humanos son diferentes, por lo que plantea de forma alternativa un horizonte ético, es decir, se opone a lo patriarcal, a lo colonial y al clasismo. Establece mediaciones como el diálogo de saberes y la interculturalidad; no obstante, requiere la confrontación y la conversación para construir proyectos de transformación social.

Argumenta que estamos viviendo un cambio de época, es decir, estamos transitando de la tercera a la cuarta Revolución Industrial. En este sentido, se debe considerar que las tecnologías convergentes funcionan en la Física cuántica o en la Microbiología, por tal razón, sugiere algunas pistas que pueden ser estudiadas en el marco de la Cuarta transformación de la vida, a saber:

  1. a) Conocimiento, información y tecnologías de la inteligencia artificial. En este sentido, debe coexistir una integralidad entre lo humano y el conocimiento e incluso, una valoración flexible del aprendizaje entre teoría y práctica
  2. b) Nuevos lenguajes de la tecnología. Su propósito es la construcción de un lenguaje muy diverso e incluyente para nuevas culturas.
  3. c) Innovación. Se debe distinguir del emprendimiento, pues le quita el aspecto político y se promueve lo miserable del capitalismo cognitivo. Además, la necro política incide en el patrón de acumulación económica
  4. d) Comunicación y currículo disciplinario. Se debe estudiar el discurso del capitalismo cognitivo para comprender su fundamento antropocéntrico, colonial, racista y patriarcal. Indudablemente, la disputa es contra la producción con fines de explotación laboral, por lo que se debe cambiar el enfoque de las competencias por capacidades ya que estas últimas se encuentran más cercanas a lo humano.
  5. e) Cultura del trabajo colaborativo. El conocimiento es de comunidades interdisciplinarias y transdiciplinarias. Por ejemplo, los premios nobeles se han otorgado en forma conjunta.

Mejía (2020) refiere que la crisis sanitaria puso en evidencia la crisis educativa, misma que se quiso ocultar con la virtualización educativa. La causa principal fue el efecto ideológico de las teorías del capital humano y de las competencias como única alternativa. En suma, la virtualización educativa ha visibilizado lo invisible.

Agrega que la realidad virtual se soporta a través de imágenes, pero esto no significa que la educación digital se reduzca a dar un seminario con zoom o meet. Se deben construir nuevas mediaciones, reinventar el mundo y la escuela. El maestro debe hacer política de la pedagogía, construyendo alianzas con los padres de familia.

El autor refiere que nativos de redes sociales no es lo mismo que nativos digitales, los primeros sólo son consumidores de información, por lo que es menester desintoxicar a la juventud de ahora de las redes sociales y que la comunidad docente no asuma el papel de modernizadores del capitalismo con tecnología, sino que utilice la tecnología para la transformación social.

Enfoque metodológico

Torres (2020) enfatiza que la investigación social debe instituir el cuestionamiento de las injusticias y de la opresión social, de tal manera que se pueda responder a las necesidades de los más vulnerables. Hasta ahora lo que se ha visto es la subordinación al sistema capitalista, colonial y patriarcal, carente de toda visión política con sentido ético.

Además, en toda investigación, se debe asumir que el investigador produce conocimientos en un diálogo de saberes, esto implica la consideración como sujetos en lugar de objetos tanto a los investigadores como a los investigados, por ser estos últimos, poseedores de saberes.

Sin duda que, la investigación educativa debe dar fundamento a toda idea o intento de transformar la realidad social. Las prácticas educativas deben incorporar tanto las experiencias como las teorías, toda vez que la praxis le permite al profesor comprender la realidad educativa en la que se desenvuelve para que pueda incidir en la transformación social.

Torres (2020) propone algunos principios metodológicos que deberían ser considerados o tomados en cuenta cuando se lleva a cabo una investigación participativa en el contexto latinoamericano y en el marco de las pedagogías críticas y las educaciones populares:

  • Asumir de manera auténtica el compromiso de transformar la realidad de los sujetos populares con quienes dialoga.
  • Sensibilizarse ante los problemas que viven los sujetos investigados para que, en el diálogo de saberes, puedan disponer de otros elementos que les permitan dar respuesta a sus problemas.
  • Reconocer saberes, sentires y pensares. Esto significa que el investigador debe ser empático con los sujetos investigados y sobre todo, respetar sus posturas, pues son ellos quienes han padecido los estragos de las condiciones de desigualdad y pobreza en la que el Estado los tiene inmersos.
  • Asumir una posición liberadora y emancipadora libre de todo tipo de dogmas.
  • Llevar a cabo la investigación participante debido a que también influyen las creencias y las vivencias del propio investigador, esto implica que se incluya la auto investigación, la reflexividad y el control colectivo.
  • Reconocer que las técnicas de investigación cuando son sencillas también permiten la recolección y análisis de información, su validez no se encuentra en su grado de dificultad ni necesariamente tienen que apegarse al método científico.
  • Considerar al informante con sentido de igualdad y pertenencia, dado que el investigador se realimenta de los propios hallazgos y es en ese momento cuando se presenta una devolución sistemática, dialogo y comunicación simétrica.

Por su parte, Camacho (2020) describe las características de una metodología enmarcada en la teoría fundamentada cuya didáctica debe ser con enfoque crítico para construir educación propia y sistematizar las experiencias. Como resultado de sus hallazgos pudo dar cuenta de resistencias que son manifestadas por los distintos sujetos que intervienen en el proceso educativo.

En este sentido, enfatiza que una primera dificultad a la que se enfrentó fue que el alumno está condicionado a ser enseñado y se niega a documentarse para informarse. Otra de las dificultades a las que se enfrentó fueron las resistencias que los maestros ponen de manifiesto para desarrollar su proceso de enseñanza, mismas que se describen a continuación:

  1. a) Racionalidad instrumental. Se niegan a abandonar el libro de texto o a planificar sin los programas de estudio.
  2. b) Fragmentación del conocimiento en disciplinas. Tienen la creencia y el mito de que el conocimiento es universal, es decir, prevalece su visión eurocéntrica.
  3. c) Baja expectativa sobre las capacidades de los estudiantes. Consideran demasiado complicado que la comunidad estudiantil pueda aprender bajo las condiciones que institucionalmente son normalizadas.

Para contrarrestar estas dificultades, la autora junto con sus colegas, propusieron un elemento clave para lograr el cambio en el marco de una educación alternativa, tal es el caso de un tópico generador, conceptualizado como una idea que desequilibre lo que se sabe de algo y movilice o detona la heurística del aprendizaje en términos de la contradicción (explícita o implícitamente).

El tópico debe ser abarcador y considera al aprendizaje crítico como disruptivo y transdisciplinario para preservar la vida en el marco de una cultura hibrida. En este sentido, permitieron a la comunidad estudiantil elegir libremente un tema y desarrollarlo en ambientes de colaboración, haciendo uso de sus conocimientos previos y mediante la búsqueda de información fidedigna.

De forma complementaria, la perspectiva tomó en cuenta que la evaluación es un proceso formativo de cavilación que debe tomar en cuenta la respuesta a las preguntas siguientes: ¿qué se aprendió? ¿para qué aprende? ¿cómo aprende? Esto implica una deliberación argumentativa de lo que ha realizado el estudiante.

La experiencia con la virtualización educativa: la voz de los estudiantes

Durante la contingencia sanitaria se propusieron diversas actividades en forma virtual para dar continuidad al proceso de aprendizaje de las matemáticas de estudiantes de bachillerato general del municipio de Chicoloapan, Estado de México; de igual manera, se utilizaron distintos medios de comunicación para establecer contacto con la comunidad estudiantil.

Las actividades propuestas se apegaron a los contenidos que se estaban tratando antes de iniciado el confinamiento. Se les pidió la entrega de una actividad por semana y la contestación de cuatro cuestionarios. El primero tuvo la finalidad de mejorar la calificación del primer parcial que se había concluido antes de iniciada la contingencia sanitaria.

Luego de doce semanas de trabajo continuo, se pidió a los estudiantes que manifestaran su opinión respecto a los recursos de internet que fueron utilizados para mantener comunicación. De modo específico, se les solicito que de forma complementaria a una actividad extra que se les propuso con el uso de juegos de azar disponibles en internet, describieran su experiencia con cada uno de los recursos y enunciaran algunas propuestas para mejorar la práctica educativa.

Este cuestionamiento, tenía dos intenciones: por un lado, que se pudiera conocer el sentir y pensar de cada uno de los integrantes de la comunidad estudiantil ante la virtualización educativa debido a la contingencia sanitaria y, por el otro, valorar su impacto con fines de mejorar la praxis en caso de que la pandemia se prolongara o incluso, de forma posterior a la pandemia.

Debido a que se requería disponer de conexión a internet, la actividad fue opcional y con valor de hasta un punto extra para su calificación final. La actividad citada fue enviada por cuarenta estudiantes de un total de doscientos, pero sólo se tomaron en cuenta las respuestas de treinta y dos estudiantes dado que se pudieron identificar respuestas repetidas en el caso de las ocho restantes.

Como se indicó en párrafos precedentes, las actividades de aprendizaje retomaban de forma predominante los temas que ya se habían visto antes de iniciada la contingencia, cuya finalidad era su reafirmación para avanzar gradualmente al estudio de otros, siempre relacionando con lo aprendido.

En la secuencia didáctica, en principio, se movilizaban los conocimientos previos de los estudiantes; después, se sugería la visualización de videos en YouTube y finalmente, se proponía la resolución de otros casos para evaluar el aprendizaje. A este respecto, veinte estudiantes manifestaron su aceptación y doce su rechazo.

En el caso de los videos de YouTube, veintiún estudiantes manifestaron que fueron favorecidos y once que no les ayudó. Mientras que, para el caso de los interactivos de internet, la mitad manifestó su aceptación y la otra mitad, su desacuerdo.

Cabe señalar que los interactivos recomendados tenían como finalidad que los estudiantes pudieran explorar las propiedades de las funciones en forma gráfica. Por su parte, los cuestionarios en línea fueron avalados por doce estudiantes y rechazados por veinte.

Se utilizó un micrositio de Google para mantener comunicación con los estudiantes (treinta lo consideraron adecuado y sólo dos dijeron lo contrario), el cual ya era del conocimiento de los estudiantes desde que inicio el ciclo escolar.

Adicionalmente, se creó una página de Facebook para subir la actividad semanal y sobre todo para que la comunidad estudiantil estuviera informada haciendo uso de su teléfono sin necesidad de salir de su casa. En este sentido, veinticuatro lo consideraron de mucha ayuda y ocho opinaron lo contrario.

Adicionalmente, se les pidieron comentarios generales para que manifestarán en forma libre, su sentir sobre la experiencia que tuvieron con la virtualización educativa a causa del confinamiento voluntario. Tal petición se enmarcaba en la indicación inicial de mejorar la práctica educativa en función del uso que hicieron con los medios de comunicación.

Al igual que, como sucedió en muchos lugares de la República Mexicana, hubo quienes manifestaron de manera implícita o explícita las inconformidades que les había ocasionado el trabajo escolar a distancia. Muy parecido a una investigación periodística que se había publicado en un periódico de circulación nacional (Educación en línea, llena de obstáculos).

E5: Uno como alumno investiga por su cuenta y adquiera un poco más de conocimiento, los videos de YouTube me parecen una forma fácil de enseñar ya que es un lugar donde todos no la pasamos. A mí me pareció que se excedían en trabajos y tareas.

E7: Pues esto va para largo, las “clases en línea” es mandar trabajos sin explicar el tema, es un medio para que los estudiantes puedan seguir aprendiendo pues lo único que existe. Es complicado, es difícil organizarse bien, las actividades con fechas distintas y diferentes horas.

E19: En lo personal casi no me gustó esta manera de enseñar en línea ya que casi muchos de nosotros no aprendimos como cuando tienes clases normales, porque así el profesor nos aclara nuestras dudas y nos la repite otra vez para que quede claro el tema.

En los comentarios generales proporcionados, se podía identificar la dependencia al maestro que suele ocurrir en el aula física. A continuación, se muestran algunos ejemplos de este tipo de manifestaciones, se destaca el caso de E4 que, de forma adicional, externó la falta de concentración debido a la crisis sanitaria y económica.

E1: Pues fue un buen intento de clases en línea ya que no entendimos muchas cosas como en las clases presenciales ya que ahí el profesor nos explica una y otra vez hasta aclarar todas nuestras dudas …

E2: Sin duda es más complicado estudiar y llevar a cabo tus actividades en línea, ya que no cuentas con esa asistencia de un profesor que te pueda explicar detalle a detalle.

E4: Es demasiado complicado estudiar así para empezar de ver videos te quedas con varias dudas y no hay quien te las resuelva, me parecieron complicados porque aun así no entendía o no explicaba lo suficiente. Además, con esta crisis es difícil concentrare para poder realizar las tareas.

También hubo comentarios que reconocían las oportunidades de aprendizaje que se les habían brindado habían sido las adecuadas, pero al mismo tiempo, también manifestaban un posicionamiento de solidaridad para aquellas (os) compañeras (os) que carecieron de conectividad o de los recursos necesarios para realizar los trabajos solicitados.

E11: Durante esta cuarentena fue muy cómodo trabajar con su micrositio y su página de Facebook, son buenas herramientas de divulgación que sin duda recomiendo seguir utilizando durante los ciclos escolares que vienen.

Como propuesta seria buscar la forma de apoyar a aquellos compañeros que por diversas situaciones no pueden tener acceso a internet o poder realizar las tareas por situaciones externas a él, también determinar un listado de sitios web para la realización de tareas y búsquedas de información.

Hubo casos que también aludieron, a título personal, a las complicaciones que se generaron para ellos, simplemente por carecer de los recursos tecnológicos

E32: Fue dinámico, pero es algo estresante ya que no todos tenemos las herramientas necesarias, es mucho más entretenido en físico.

E35: Mi comentario de esta contingencia y como estamos trabajando yo siento que es algo incompleto ya que no sé cómo hacer algunos documentos… en mi casa no tengo las posibilidades de Internet no tengo ni computadora entonces se me complica lo único que si estoy dispuesta a entregar todo y hacer mucho esfuerzo.

Una situación que no se puede negar es el hecho de que hubo quienes reconocieron de forma indirecta la falta de honestidad y compromiso con su propio (o ajeno) desempeño académico; principalmente, mediante los exámenes que se aplicaron en línea. En este sentido, se debe señalar que es una debilidad de la virtualización educativa.

E17: Realizar exámenes en línea me parece una buena opción, pero es fácil distraerse y es sencillo copiar. Por lo que los resultados no pueden ser fidedignos.

En menor medida, hubo dos estudiantes quienes pidieron la impartición de clases en línea o previamente grabadas, pues de esa manera podían compensar el apoyo que recibían en forma presencial antes de iniciada la contingencia.

E34: Que de vez en cuando mande clase en video o que de clase en línea como algunos otros maestros. Los trabajos que entregamos son temas de la rúbrica, pero es mejor aprender físicamente.

A modo de conclusiones

Es indudable que esta experiencia educativa ocasionada por la pandemia del COVID 19, debe servir de punto de partida no sólo para la continuidad de la educación en línea que se avizoraba para el inicio del ciclo escolar 2020-2021 sino también para que se puedan realizar los ajustes correspondientes.

Es urgente que los gobiernos locales y federal puedan dar todos los apoyos para que estudiantes y docentes puedan desempeñarse disponer de las condiciones mínimas.

Uno de los aspectos que debe garantizar la parte gubernamental es la conectividad para todos los mexicanos independientemente de que haya o no confinamiento, sólo así se podrán contrarrestar la desigualdad social.

Estipulación de reglas claras para la evaluación de los aprendizajes desde antes de iniciado el ciclo escolar 2020-2021 con la intención de que se cuidara la dignidad del magisterio, aunque lo más recomendable es que se suspendiera la evaluación con fines de acreditación en tanto la virtualización educativa se mantuviera.

Instrumentar acciones tendientes al verdadero acompañamiento pedagógico en el marco de una flexibilidad curricular versus fiscalización educativa. Sin duda que el compromiso de estudiantes y docentes depende en gran medida del nivel de responsabilidad y formalidad que emana de las autoridades educativas.

Referencias

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Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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El estudiantado: ¿protocolo de una agonía?

Por: Ilán Semo 

Una vez más, Giorgio Agamben ha despertado el asombro, el encono y, hasta cierto punto, un sentimiento de extrañeza en la opinión pública del viejo continente. Se trata de un texto publicado en el sitio del Instituto Italiano per gli Studi Filosofici el pasado 23 de mayo bajo el título: Requiém por los estudiantes. Con las medidas de confinamiento impuestas para impedir la diseminación del Covid-19, las universidades de todo el mundo –y no sólo ellas, también los sistemas escolares básicos– optaron por trasladar el conjunto de sus actividades –clases, seminarios, exámenes, congresos, conferencias– a las plataformas privadas en línea. En su mayor parte, las que vuelven disponibles los grandes conglomerados estadunidenses de las industrias de la hightech y los bigdata (Google, Facebook, Hotmail, Gmail, Whatsapp, etcétera).

Al principio se trataba de una respuesta imaginativa y llena de voluntad para no dejarse abatir por las condiciones del aislamiento impuestas por la epidemia. Las universidades se revelaron como una de las fuerzas que, en el momento más álgido del confinamiento, decidieron optar por otro camino para mantener en vida la reflexión colectiva, incluso sobre la sociedad que deberá emerger de la situación actual de crisis.

Pero lo que apareció como una solución de emergencia –sustituir la universidad presencial por un cúmulo de actividades educativas y administrativas virtuales suplementarias (en su mayor parte inconexas y rudimentarias por la prisa impuesta por el momento)– ha devenido gradualmente un esquema que muchas universidades en el mundo, como Harvard, por ejemplo, han empezado a adoptar como un formato que llegó para quedarse. Asistimos probablemente a una mutación de consecuencias aún impredecibles en el ámbito de la educación superior, y que habrá de transformar a la Universidad de una vez y para siempre. Esta es la primera tesis del texto de Agamben, a la cual respaldan muchos de los debates actuales que se desarrollan, no por casualidad, en la intimidad de las cerradas cúpulas administrativas y tecnocráticas que dirigen los centros de estudio o los ministerios de educación nacional. Algunas universidades han anunciado que permanecereran en el modo virtual hasta 2022, ya sin importar las constricciones que imponga o no el Covid-19.

Lo que hoy ya podría empezar a llamarse la agonía de la universidad presencial marca el fin gradual de la universidad tal y como la conocimos, tal y como aparece en una larguísima historia que se remonta al siglo X.

¿Cuál fue la función que cumplió la universidad en esa longeva historia? Antes que nada fue una institución que congregó bajo un solo techo la formación de estudiantes, propició las con-diciones elementales para el desarrollo de la investigación y los nuevos saberes –seminarios, bibliotecas, laboratorios, etcétera– y, sobre todo, emergió como un poder propio capaz de proteger la capacidad crítica y reflexiva de una sociedad sobre sí misma. Fue en el seno de las universidades teológicas de París y Amsterdam en los siglos XVI y XVII donde surgió el cartesianismo como una de las críticas más formidables a la concepción teológica del mundo. Las universidades ilustradas de los siglos XVIII y XIX harían posible la proliferación de teorías y críticas a las desigualdades sociales y la arbitrariedad del poder político características del mundo moderno. Y la universidad de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI se convirtió en el centro por excelencia de visiones críticas de las experiencias totaltarias, el capitalismo, la desigualdad de géneros, el racismo y ahora la amenaza del higienismo.

La condición esencial de esta autonomía relativa de la universidad con respecto a los poderes fácticos –fundamento de lo que llamamos la autoreflexividad de las sociedades occidentales– fue la transformación del estudiantado en una forma de vida. Un extenso grupo de jóvenes dedicando una parte de la primera parte de su vida no sólo a estudiar y formarse, sino a convertir a su propia comunidad en la franja central de la re-flexividad, la rebeldía y la crítica que requiere toda sociedad para atenuar sus peores males. A la universidad se acudía también a formar grupos intelectuales y políticos, a promover innovadoras vanguardias artísticas y filósoficas, a tratar de vincular lo aprendido con una praxis inmediata o a emprender iniciativas de investigación científica impensables en las normas de cada época. De ello resultaba frecuentemente que esa comunidad se enfrentara a los requerimientos del mercado y el Estado para domesticar las mentes de una sociedad.

Con la universidad virtual nada de esto sucederá. No habrá más estudiantado como forma de vida. Dejará de existir esa comunidad crítica que en muchos momentos atenuó los lados más lúgubres de la vida moderna. Los estudiantes se convertirán en átomos aislados a merced de la tecnocracia educativa, absortos en sus pantallas individuales sin capacidad alguna para constituirse en un poder propio: el poder de la reflexión que da una colectividad basada en las relaciones que permiten su propia sobrevivencia como comunidad. La universidad virtual no será una voz en el horizonte de la sociedad, sino una institución sin alma, desalmada, dedicada a producir el nuevo proletariado que ya caminaba en los últimos años por sus pasillos. En ella se educarán técnicos y fuerza dócil de trabajo, ya no pensadores.

Sólo las universidades que se alejen de la tentación de la virtualización total, lograrán preservar la encomienda que dio vida (y seguirá dando) al espíritu de la universidad.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/30/opinion/020a2pol

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Argentina: La pandemia nos enfrenta al desafío de resguardar la inclusión, la equidad y la calidad de nuestro sistema universitario. FEDUN

Redacción: FEDUN

Antes que nada, desde la FEDUN destacamos las medidas tomadas por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, frente a la pandemia de Covid-19, mediante las que priorizan el cuidado de la vida y la salud de los argentinos y luego se ocupan de la economía, la educación y otro ámbitos de la vida social de la nación. Hoy, para cuidarnos entre todos, lo más efectivo es que nos quedemos en casa y respetemos las medidas impuestas por las autoridades de la Salud para la cuarentena. Una vez que la amenaza  a la vida pase, será el momento de la reconstrucción.

El sistema universitario argentino tiene la gran virtud de ser masivo y, a la vez, reconocido mundialmente por su calidad. Los indicadores muestran que año tras año acceden a nuestras casas de estudios gran cantidad de estudiantes de diversos grupos etarios, sobre todo jóvenes, y las cifras siguen en un franco ascenso que debemos mantener, para que cada vez sean más los que puedan estudiar y capacitarse en el nivel universitario. Más graduados universitarios significa más profesionales capacitados para el mundo laboral, más ciencia y técnica, y más desarrollo para la Argentina toda.

Otra aspecto que caracteriza a nuestro sistema es el fuerte apoyo orientado a la inclusión que brinda a través de medidas concretas. La más significativa es sin dudas la gratuidad de la universidad pública argentina, libre de aranceles, a la que le sigue el sistema de becas que ayudan a solventar los gastos que implican las cursadas, para que las personas de sectores sociales de menores recursos puedan acceder a la educación superior. Históricamente, desde desde los gobiernos populares se luchó por la inclusión.

Lamentablemente, la crisis generada por la pandemia hizo que se debieran suspender las clases presenciales en todo el país. A raíz de ello, se buscó sostener el ciclo lectivo mediante la implementación de estrategias de virtualización de las cursadas. Hoy la realidad nos muestra que, por diversos motivos, esto se cumple de manera parcial.

Si bien la virtualización fue pensada en el marco de un plan de contingencia para continuar con los calendarios académicos y ofrecer contención y acompañamiento a los estudiantes, creemos que de ninguna manera sustituye -ni podrá hacerlo- la interacción persona a persona del docente con el grupo en la dinámica de las aulas que implica la cursada presencial.

El pasaje de la presencialidad a la virtualidad en tan poco tiempo, sin la infraestructura y los recursos necesarios, tanto a nivel académico e informático como en cuanto a la capacitación técnica y pedagógica adecuada en el cuerpo docente, generó y sigue generando innumerables problemas. Todo esto más allá del enorme e invaluable esfuerzo que estamos haciendo los docentes para sobrellevar la situación lo mejor posible.

Pero el gran problema, quizá el principal, se impone al estudiantado. Encontramos que, en muchísimos casos, el nuevo escenario genera severas desigualdades entre los estudiantes, ya que no todos cuentan con las mismas posibilidades de acceder a las clases virtuales, y de realizar de los trabajos solicitados por no contar la tecnología ni la conectividad adecuadas.

El porcentaje de accesibilidad de los estudiantes a las clases virtuales varía drásticamente según el estrato socioeconómico del que provengan – o sea, que cuenten o no los medios económicos para costear la tecnología y la conectividad necesarias- y el momento de la carrera en que se encuentren. Así, vemos que mientras en los últimos años el número de los que puede acceder a la modalidad virtual es alto, ocurre lo opuesto en los grandes grupos de los ingresos y de los niveles iniciales de las carreras de grado. Y la situación de desigualdad se acentúa en las poblaciones estudiantiles de bajos recursos. Por supuesto que, como defensores de la universidad pública, gratuita, inclusiva y de calidad, se nos hace muy difícil soslayar esta inequidad.

En momentos en que la sociedad toda está haciendo un enorme esfuerzo para enfrentar la pandemia y morigerar su impacto negativo, muchos trabajadores continúan en sus puestos para que los servicios básicos y algunos rubros esenciales sigan funcionando. De entre ellos, queremos destacar el rol de los trabajadores de la salud, en especial a los que también son nuestros colegas docentes, porque les toca poner el cuerpo en los lugares de mayor peligro.

Como docentes universitarios somos conscientes de que desde nuestro rol debemos hacer el mayor esfuerzo en aportar alternativas y soluciones en esta difícil coyuntura. Por eso, debemos darnos el lugar para debatir sobre qué conviene que hagamos hoy para mejorar nuestro aporte a la sociedad.

Pero debe quedar claro que lo dicho hasta aquí no implica que debamos permitir que sean vulnerados nuestros derechos como trabajadores. La virtualización no debe alterar la carga horaria establecida en las normativas laborales, así como tampoco interponerse con las otras ocupaciones que la mayoría de la planta docente tiene, por tratarse de dedicaciones simples o semiexclusivas.

En este sentido, un dato no menor a tener cuenta es que una parte importante de la comunidad docente universitaria se cuenta hoy entre la población de riesgo antes el Covid-19, y que seguramente seguirá en situación de aislamiento luego de la eventual flexibilización de la cuarentena. Además, hay que respetar las licencias dispuestas por el gobierno nacional para todos los trabajadores que tengan a su cargo el cuidado de hijos en edad escolar, personas con discapacidades y ancianos. Todo esto no deberá implicar una sobrecarga en el trabajo del resto de los docentes.

Desde la FEDUN entendemos que cuando la pandemia permita regularizar la situación y volver a las clases presenciales uno de los primeros desafíos que tendremos los sindicatos docentes, junto a las autoridades gubernamentales y universitarias, será recuperar a todos los estudiantes que no pudieron acceder a la virtualidad. El desafío será mantener intacta nuestra población de estudiantes, y seguir garantizando un sistema universitario público gratuito, inclusivo y de calidad.

Fuente: https://fedun.com.ar/la-pandemia-nos-enfrenta-al-desafio-de-resguardar-la-inclusion-la-equidad-y-la-calidad-de-nuestro-sistema-universitario/

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IESALC insta a los Estados a asegurar el derecho a la educación superior en igualdad de oportunidades ante el COVID-19

Redacción: IESALC.UNESCO

  • En el Día Mundial de la Salud UNESCO lanza documento sobre la educación superior y el COVID-19
  • El cese temporal de las actividades presenciales de las instituciones de educación superior a escala global ha operado como un enorme disruptor sobre su funcionamientocon impactos que dependen de su capacidad para mantenerse activa y su sostenibilidad financiera.
  • Estudiantes y profesorado se han visto afectados ante el cierre indefinido de las IES y sin claridad sobre la duración del cese de actividades.
  • Ante el supuesto cese de actividades presenciales equivalente a un trimestre o más, es probable el retraimiento de la demanda a corto plazo y un repunte al alza ya donde las tasas son bajas o inexistentes.
  • En el contexto de la progresiva salida de la crisis, los gobiernos deberían contar con la educación superior para su recuperación económica y social y las IES asegurar la continuidad con equidad.

La pandemia del COVID-19 añade un grado más de complejidad a la educación superior en América Latina y el Caribe, que viene de enfrentar retos no resueltos, como son el crecimiento sin calidad, inequidades en el acceso y en los logros, y la pérdida progresiva de financiamiento público. Así lo indica el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, IESALC en su más reciente trabajo titulado COVID-19 y educación superior. De los efectos inmediatos al día después. Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones (IESALC, 2020), un documento en proceso que busca servir de referencia a los decisores políticos de la educación superior en la región en medio de la disrupción causada en el sector por el COVID-19.

El informe inicia con los impactos inmediatos, a mediano y largo plazo de la pandemia sobre los distintos actores del sector: los estudiantes se han visto forzados a entrar en una dinámica no planificada de clases a distancia, que afecta su vida cotidiana, los costos y sus cargas financieras así como la continuidad de sus aprendizajes y la movilidad internacional. Quienes no hayan contado con una oferta de continuidad de calidad y con seguimiento individualizado, probablemente se irán desvinculando del ritmo académico y aumentando su riesgo de abandono del sistema. En el caso de América Latina y el Caribe, entrar en una fase de estudios a distancia requiere de una alta tasa de conectividad de calidad. Sin embargo, tan solo uno de cada dos hogares está conectado. “La paradoja es que, a pesar de que las tasas de conectividad en los hogares son muy dispares, las tasas de líneas móviles son extremadamente elevadas y superan, en muchos casos, la cifra de una línea por persona. Esto es, sin duda alguna, una oportunidad que las instituciones de educación superior (IES) deberían aprovechar, centrando sus esfuerzos en soluciones tecnológicas y contenidos para su uso en teléfonos móviles.“

El acceso de los estudiantes a las tecnologías y plataformas requeridas para la educación a distancia (76%) y la propia capacidad real de las instituciones, en términos tecnológicos y pedagógicos, de ofrecer educación online de calidad (75%), deja por fuera a un 25% de estudiantes e instituciones. Muchas autoridades admiten que “el cambio de modalidad se hizo en una situación de urgencia imprevisible y que deberían, desde ya, planificar un próximo trimestre en docencia online con mayores apoyos pedagógicos y recursos, anticipando que la duración de la crisis vaya más allá de un trimestre.“ En este contexto, los profesores se constituyen como sector vulnerable, sobre todo en el caso de los contratados temporalmente o para materias prácticas, quienes corren el riesgo de quedarse sin trabajo por las características de sus empleos. Además, la brecha digital atenta contra la estabilidad de una mayoría que no cuenta con las herramientas y recursos para continuar con las clases en modalidad virtual.

En este entorno crítico entra en juego la sostenibilidad financiera de las IES privadas: “Los flujos de caja podrían no llegar, generando problemas de supervivencia financiera. Esto puede ser crítico para las universidades privadas que no puedan garantizar la continuidad docente en modalidad virtual. Es probable que estas deban suspender temporalmente el cobro de aranceles y que algunas cierren“.

Respuestas institucionales ante el COVID-19
Las respuestas institucionales se han centrado en cubrir el frente sanitario, ajustar calendarios, contribuir desde la investigación y el desarrollo a mitigar la pandemia, garantizar la continuidad de actividades formativas por medio de la educación a distancia, y en apoyar con recursos bibliográficos y tecnológicos y también socioemocionales a la comunidad universitaria. Es decir, en atender la emergencia inmediata con miras a garantizar el bienestar de la ciudadanía. En Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Honduras, México y Uruguay, universidades nacionales han comenzado a prestar servicios y producir bienes necesarios para afrontar el impacto de la pandemia, por ejemplo, produciendo alcohol en gel, barbijos y respiradores, además de desarrollar campañas de promoción de medidas de prevención.

Recomendaciones de la UNESCO
El informe del IESALC recomienda a todos los actores de la educación superior prepararse cuanto antes para la reapertura de las instituciones de educación superior, que probablemente se de en un contexto de recesión económica con recortes en la inversión pública en educación. En este contexto, la UNESCO hace un llamado a los Estados para que aseguren el derecho a la educación superior de todas las personas en un marco de igualdad de oportunidades y de no-discriminación como primera prioridad, a través de marcos regulatorios, de financiamiento y de incentivos adecuados, así como de impulsos a iniciativas inclusivas, pertinentes y de calidad para “no dejar a ningún estudiante atrás“, en línea con el propósito principal de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Esto implica atender las necesidades pedagógicas, económicas y también socioemocionales de aquellos estudiantes con mayores dificultades para continuar su formación en modalidades no tradicionales.

A los gobiernos e IES se les recomienda generar mecanismos de concertación que permitan avanzar conjuntamente en la generación de mayor capacidad de resiliencia del sector de la educación superior ante futuras crisis. Esto exige por parte de los gobiernos: contar con la educación superior en los planes de estímulo para la recuperación económica y social; forjar un consenso nacional para una estrategia de fomento de la recuperación y de la innovación de la educación superior; dotarse de un entorno normativo claro en la reapertura de las aulas que genere seguridad; y comprometerse con la cooperación internacional.

A las IES se recomienda anticiparse a una suspensión de larga duración, centrando los esfuerzos en asegurar la continuidad formativa y garantizar la equidad, generar mecanismos de gobierno, monitoreo y apoyo eficientes; diseñar medidas pedagógicas para evaluar formativamente y generar mecanismos de apoyo al aprendizaje de los estudiantes en desventaja; documentar los cambios pedagógicos introducidos y sus impactos; aprender de los errores y escalar la digitalización, la hibridación y el aprendizaje ubicuo; así como promover la reflexión interna sobre la renovación del modelo de enseñanza y aprendizaje.

Descargue al informe aquí el Informe COVID-19 070420 ES

Fuente: http://www.iesalc.unesco.org/2020/04/07/iesalc-insta-a-los-estados-a-asegurar-el-derecho-a-la-educacion-superior-en-igualdad-de-oportunidades-ante-el-covid-19/

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Colombia: «Gobierno tiene que asumir el pago de matrículas»: representante estudiantil de la UIS

Redacción: Semana

La Universidad Industrial de Santander da plazo hasta el 20 de abril para que el alumnado pague el valor del próximo semestre, pero la comunidad asegura no tener los recursos para hacerlo debido a la crisis económica derivada de la cuarentena.

El numeral #TodosONingunoUIS fue la primera tendencia en Twitter durante algunas horas en Colombia, este martes. La frase correspondía a la protesta de los estudiantes de la Universidad Industrial de Santander (UIS), quienes no están de acuerdo con la realización de las clases virtuales decretadas por el Ministerio de Educación en medio de la crisis por el coronavirus.

El movimiento Frente Amplio Estudiantil lideró la iniciativa digital debido a que la universidad pretende que se continúe con lo que resta del calendario académico en condiciones que, según los alumnos, no son óptimas.

«Hay tres elementos principales; uno es la financiación, la calidad y el bienestar universitario», explicó a SEMANA José Hilario Arguello, representante estudiantil ante el consejo académico de la UIS.

Arguello señala que los alumnos de la institución no tienen los recursos económicos para pagar la matrícula del siguiente semestre, puesto que muchos están pasando por dificultades en sus hogares. Millones de colombianos dejaron de trabajar durante la cuarentena y otros tantos vieron reducidos sus ingresos por la incapacidad de las empresas para proporcionar un salario; por lo que hay familias que se debaten entre comer o aportar económicamente al proceso formativo de sus hijos.

El representante asegura que este panorama no es exclusivo de la UIS y por tanto «los pagos de la matrícula se han vuelto un elemento central de la discusión» en esta y otras universidades del país.

Según el calendario académico de la UIS, los estudiantes tienen hasta el 20 de abril, como fecha límite, para pagar el valor de la matrícula ordinaria del nuevo semestre que comenzaría el 4 de mayo. Teniendo en cuenta que la medida de aislamiento preventivo obligatorio va hasta el 13 de abril -y puede extenderse- es casi imposible que en siete días las familias logren reunir el dinero necesario para pagar.

«El Gobierno tiene que asumir el pago de matrículas», asegura el representante, ya que considera que la crisis económica que dejará el coronavirus en el país perdurará durante lo que queda del año.

Mejor pedagogía para garantizar la educación virtual de calidad

Laura Sánchez, estudiante de Filosofía de la UIS, dice que el Ministerio de Educación no tuvo en cuenta la capacidad técnica y tecnológica real de las universidades y de los estudiantes, antes de decretar las clases de manera virtual.

«Muchos estudiantes no son de Bucaramanga ni de su área metropolitana, sino que vienen de sectores rurales donde no tienen computador o internet, o donde la señal es muy mala», afirma Sánchez.

Estas limitaciones implican que no se puedan desarrollar a cabalidad todas las actividades propuestas por los docentes para continuar con la formación académica desde casa. Además, a este punto se une el tema de la calidad de los contenidos difundidos por los profesores a través de las plataformas de comunicación.

Como es sabido, Colombia todavía está atrasada en la implementación de otras formas de enseñanza como las que implica la educación virtual. Por ende, no basta con que los docentes dicten una clase por videollamada si no se implementa una pedagogía adecuada a las necesidades de los alumnos. Que el Gobierno se viera obligado a imponer la modalidad virtual, desde primaria hasta la educación superior, trajo consigo un duro choque para los docentes, directivos y estudiantes de todo el país porque no estaban preparados.

Hace unos días, la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles (Acrees) pidió al Gobierno que no se cancele el semestre de las universidades, pero no descartan la posibilidad si no se garantiza que todo el alumnado pueda acceder a las clases virtuales. Como petición final, Acrees reclama que se modifique el calendario académico para «permitir culminar el semestre en condiciones de calidad», una vez pase la emergencia del coronavirus.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/gobierno-tiene-que-asumir-el-pago-de-matriculas-representante-estudiantil-de-la-uis/660641

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