El contenedor virtual de los aprendizajes plásticos

La web del centro puede ser un buen lugar en el que tener un «contenedor virtual» en el que el alumnado, aunque no solo comparta información sobre los plásticos, para reciclarla y compartirla con otras personas.

Por la escuela también pasan los plásticos. ¿Cuántos? Muchos, en realidad demasiados cada día. Seguramente, el alumnado sabría nombrar de carrerilla 20 o más cosas plásticas que se aprecian a simple vista en cualquier clase. A la vez, nuestros chicos y chicas, que han vivido en un mundo plastificado, en contadas ocasiones se han planteado que una buena parte de esas cosas que en un momento les son útiles acabarán como basura. Normal, pues ellos, como también muchos adultos, desconocen si tal o cual objeto podría ser o no un residuo aprovechable. Hay que reconocer, mal que nos pese, que todavía fallamos en esto del pensamiento plástico, jóvenes y mayores. Por eso, nos queda mucho trabajo por delante en las escuelas, sin tener seguro el éxito.

Algunos centros ya han repartido contenedores amarillos para depositar objetos plásticos y otros recogen materiales diversos como el papel. ¡Enhorabuena! Pero no se queden ahí: desde aquí proponemos que se abran recipientes virtuales en la web del centro. En esos espacios cabrían muchas cosas plásticas propias que el alumnado, también el profesorado y las familias, iría depositando en forma de ideas y prácticas para su posterior reutilización o reciclaje. Cabrían también ejemplos vistos por España y el mundo; de todas actuaciones se puede recuperar algo.

No se trata solamente de amontonar cosas y hechos para sentirse bien o para el conocimiento de quienes visiten esos contenedores. La web del centro debería estar preparada para que quienes la visiten se lleven “productos” de los que extraigan aprendizajes plásticos, o los compongan a partir de hilos que se habrán encontrado entremezclados con objetos, o dejen constancia escrita y gráfica de lo que han hecho para reducir su consumo plástico.

Lo que allí cabe es un gran documental que proporciona imágenes de la vida cotidiana de chicos y chicas del siglo XXI. Pero cada contenedor debe ser dinámico en lo personal y colectivo. Alguien acudirá a él para dejar algo, convencido de que no conviene perder nada plástico; acaso buscará mejorar la gestión de los plásticos, la propia y la de los demás. Seguro que habrá mensajes de quienes sienten el compromiso de que se puede usar menos y mejor lo que tenemos. Por eso, antes o después de poner en marcha el recipiente, dependiendo de los escolares con quienes se trabaje o de lo adelantado que esté el centro educativo en su gestión plástica, se podría empezar en cada clase anotando todos los materiales y objetos que se usan habitualmente. Después clasificarlos con atributos: imprescindibles o no; de un solo uso o varios; recuperables en todo o en partes; de uso individual o colectivo;  para llevarlo al contenedor amarillo o dejarlos en otro sitio; de mayores o de pequeños; feos o bonitos, etc.

Entérese el profesorado, y comente con el alumnado, de qué va la iniciativa “Zero Waste”, y reflexione si vamos hacia ella, y con qué velocidad y grado de compromiso. Una idea sencilla para comprometerse ya: separen diez plásticos/objetos de los que podrían prescindir ahora mismo, otros diez a corto plazo y algunos que costaría mucho.

Estos contenedores virtuales no reciben la visita los camiones de recogida de residuos para llevarlos a una planta; por el contrario, son muchas las personas que reciclan y recuperan. Dediquen un tiempo en sus clases a cuestionar si funciona bien o no el sistema de recogida de los contenedores amarillo del centro y quienes llevan a cabo la gestión, también si se vacía a menudo el contenedor amarillo que tienen más próximo a su domicilio.

No está de más recordar, y a la vez lamentar, que algo tan sencillo como que nos digan con claridad qué depositar en los contenedores amarillos que hay distribuidos por los pueblos y ciudades no está resuelto. Busquemos información. Quizás una llamada al servicio municipal de recogida del ayuntamiento o a la empresa que lo gestiona, sirva. Aunque no quedaría de más que desde los centros educativos se presionase para que en el contenedor amarillo figurasen pegadas las instrucciones sobre lo que va allí y lo que no. Incluso los consumidores bien “desplastificados” se despistan ante estos fallos de gestión.

Ante todo, quienes lancen a la Red los contenedores virtuales escolares deben hacer ver que no solo tienen una función de recogida. Antes bien, son cofres donde se guardan materiales, ideas, ejemplos y dudas que en sí son un tesoro, pues permiten ser reutilizadas o recicladas en experiencias nuevas. Sí, dudas o realidades, deseos o compromisos, aciertos o errores, cosas grandes y pequeñas, actuaciones individuales y colectivas, que depositan quienes las tienen y, principalmente, las quieren resolver para sí mismos o para los demás. Si bien, debemos aprender que lo primero es reducir consumos plásticos o plastificados. Por eso, los recipientes en red deben estar activos y ser retroalimentados periódicamente.

No se olviden de dar las gracias a la comunidad educativa por acercar a la sociedad local al “Zero Waste”. Mientras llega, únanse a las acciones que demandan a los supermercados la gradual eliminación del sobreempaquetado plástico; como ejemplo puede servir esta que promueve Greenpeace.

¡Ah, un consejo práctico: inciten al compromiso ambiental, pero no se agobien ni persigan a los escolares poco activos!

Carmelo Marcén Albero

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2019/10/18/el-contenedor-virtual-de-los-aprendizajes-plasticos/

Comparte este contenido:

“La sostenibilidad debería enseñarse como una asignatura más”

Por: Educación 3.0.

Ally Vispo es escritora, divulgadora y uno de los principales referentes del movimiento Zero Waste en España; una filosofía de vida que defiende el ‘residuo cero’ o la reducción máxima de la cantidad de basura que generamos los seres humanos en los hogares. Acaba de publicar ‘Zero Waste para salvar el mundo’, una guía ilustrada en la que aporta algunas claves para conseguirlo. ¿Cómo puede trasladarse al aula? ¿Debería enseñarse la sostenibilidad como una asignatura más? ¿Por qué es importante educar en el respeto al medioambiente desde la infancia? Responde en esta entrevista.

Pregunta: ¿Qué significa llevar un estilo de vida sostenible?

Respuesta: Para mí, significa hacer todo lo que puedes en tu día a día por tomar las mejores decisiones de consumo y estilo de vida, mientras luchamos por crear un sistema más respetuoso con el medioambiente, los animales y las personas. Se trata, desde mi punto de vista, de combinar las acciones individuales diarias con la responsabilidad que todos y todas tenemos de exigir a las instituciones los cambios necesarios.

P: ¿Por qué considera importante concienciar desde edades tempranas sobre ello?

R: Si se hubiera invertido en educación y concienciación desde siempre, no habríamos llegado a este punto. Tenemos poco tiempo para evitar una catástrofe climática y esto ha ocurrido porque todos y todas lo hemos permitido; en mayor parte, porque no estábamos informados ni concienciados sobre el tema (yo incluida). Cuando educamos desde edades tempranas, estamos creando personas responsables, cívicas, éticas, concienciadas y compasivas, y un mundo lleno de personas así no puede ir mal.

Conciencia ecológica

P: ¿Cómo se puede concienciar desde los coles a generar menos basura o fomentar una conciencia ecológica?

R: Para empezar creo que la sostenibilidad debería incluirse de alguna forma, ya sea como asignatura individual o como parte del temario, porque es algo igualmente (o más) importante que muchas cosas que nos enseñan. Es, literalmente, de importancia vital. Hablar a los estudiantes de cómo funciona el mundo, cómo pueden realizar acciones divertidas que pueden ayudar al planeta, y cómo pueden crear un mundo mejor, les enseña el valor de la responsabilidad y a entender que tienen el poder de crear un mundo mejor para todos y todas.

P: Movimientos como el iniciado por Greta Thunberg nos ha hecho darnos cuenta de la importancia de cuidar el planeta de cara a las futuras generaciones pero, ¿qué podemos hacer para combatir el cambio climático desde las aulas?

R: Sobre todo, los docentes tienen la responsabilidad de enseñar e inculcar unos ciertos valores y actitudes necesarios a sus alumnos (e idealmente, involucrar a los padres también) para que sean conscientes de que somos, al mismo tiempo, el problema y la solución a la situación medioambiental en la que nos encontramos. Informar a las familias sobre la importancia de reducir la utilización del plástico de un solo uso, de la alimentación libre de productos animales y de las acciones individuales diarias que son posibles, al mismo tiempo que les animamos a alzar la voz frente a las instituciones para exigir lo que creen correcto. De hecho, me escriben muchos profesores y profesoras enseñándome proyectos que están intentando integrar en sus clases y colegios. Me da mucha esperanza.

P: ¿Y desde casa?

R: Desde casa podemos tomar acciones individuales muy sencillas, como evitar el plástico de un solo uso comprando a granel, llevando nuestras propias bolsas reutilizables al supermercado, con una alimentación libre de productos animales (podemos reducir nuestro impacto medioambiental hasta en un 73% llevando este tipo de dieta), utilizando transporte público, reduciendo el consumismo y dando nuestro dinero a empresas que comparten nuestros mismos valores.

Pero, sobre todo, me gusta recalcar que las acciones individuales deben combinarse con una exigencia a las instituciones de que tomen las medidas pertinentes para cambiar el sistema, ya que son los únicos que pueden hacerlo. Esto puede hacerse concienciando, informando, dando ejemplo, escribiendo correos y realizando llamadas.

P: ¿Qué supone la filosofía Zero Waste?

R: Me gusta siempre recalcar que el ‘Zero Waste’ o ‘Residuo Cero’ es simplemente un concepto. Es imposible no crear ningún tipo de residuo, y mucho menos, en el actual sistema que se centra alrededor de la conveniencia, el beneficio y el usar y tirar. Se trata simplemente de vivir con consciencia y hacer lo que podemos en cada situación, sin aspirar a ser perfectos (ya que es imposible), pero al mismo tiempo tomando acciones constantes para reducir nuestro impacto medioambiental. El residuo va mucho más allá del plástico.

P: En su libro ofrece trucos y consejos sencillos para poner en práctica en todos los ámbitos del día a día. ¿Qué medidas considera imprescindibles en el entorno educativo?

R: La verdad es que creo que algo interactivo, como aplicaciones, juegos o incluso programas de televisión aptos para todas las edades, sería muy útil para todo el mundo, pero sobre todo para las aulas. Debería crearse algo así cuanto antes.

“la empatía está directamente relacionada con las actitudes respetuosas con el medioambiente”

P: ¿Están conectadas la educación emocional con el reciclaje y el estilo de vida saludable?

R: Considero que la empatía está directamente relacionada con las actitudes respetuosas con el medioambiente. Cuando educamos a nuestros hijos en la empatía, son capaces de ver cómo sus acciones siempre tienen un efecto en las demás personas, los animales y la naturaleza, les enseñamos a ver el mundo desde la perspectiva y los ojos de otros seres vivientes, y a darse cuenta de que tienen la responsabilidad moral de tratar a este planeta con respeto. Cuando crías desde la empatía, creas mentes maravillosas y responsables que solo pueden crear un mundo mejor.

Fuente de la entrevista: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/sostenibilidad-asignatura-mas/114990.html

Comparte este contenido: