Amor, ternura y docencia

Por: Fernando García.

“La  vida se disfruta más cuando amas lo que haces”. Con esta frase concluyó una  reflexión mi estimado estudiante Javier Alejandro Morales Silvano en el trabajo final de la materia comunicación y dinámicas de grupo, en la maestría de Ciencias de la Educación y, realmente es así, amar lo que uno hace o hacer lo que uno ama  da sentido a nuestras vidas y no es un hacer por hacer, sino es un hacer por amar, pero también un amar haciendo. “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”, dijo alguna vez Confucio y, en verdad poco se nota el transcurrir del tiempo cuando en lo que hacemos hay pasión, hay entrega, hay un dar buscando un bien en el  destinatario, no es un dar cualquiera, ni un dar que busque beneficiar al dador, es un dar con toda la intención de hacer crecer al que recibe, el beneficio del dador llega en el acto mismo como un efecto colateral, pero no como fin de la acción. “El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito”, alguna vez nos dijo Facundo Cabral y, me gusta más esta relación entre amor y éxito, en vez de la relación que muchas personas encuentran en dinero y éxito, para estos últimos, quien tiene dinero es exitoso, pero es perder el rumbo y entender al éxito, en términos neoliberales, capitalistas, que lo ven sólo en la acumulación de bienes materiales, es decir, en la lógica del consumismo y posesión de objetos, se han ido moldeando las subjetividades de los seres humanos con una idea de éxito que beneficia a la lógica  capitalista. Por el contrario, pensar al éxito en relación con el amor a lo que uno hace, es pensarlo, desde la trasformación y el bienestar que estimula en sus destinatarios y dadores.

Del mismo modo, en la hermosa labor de la docencia, educar con amor está muy lejos de aquellos que entienden al trabajo reducido a un mero compromiso y, es que, en estos últimos  hay  enajenación y una pérdida de sentido de su labor, de tal manera que sus prácticas educativas son pensadas desde un programa y no desde sus destinatarios, las acciones no están pensadas para transformar vidas, sino para cumplir estándares y planes de estudios. Contrario a ello, está educar con amor y, como dice el gran Biólogo Humberto Maturana: “cuando hablamos del amor en el acto educativo […], hablamos de acoger y dejar aparecer  al otro, […] a través de un espacio donde se escucha a  los estudiantes,  sin negar sus voces desde un prejuicio, supuesto, o teoría” (EligeEducar, 2017) .   Sin duda, aquel que ama, tiene oídos abiertos que saben escuchar, porque ¿cómo es posible buscar el bien para los educandos, si desconocemos a los destinatarios y no damos voz a los y las estudiantes? En el hecho educativo de un o una docente que ama lo que hace, el amor va acompañado de algo más, según Maturana: “Para que el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar aparecer. Darle espacio al otro, para que tengan presencia nuestros niños, amigos y nuestros mayores” (EligeEducar, 2017). Cuando leo o escucho la palabra ternura, inevitablemente viene a mi pensamiento la imagen de una madre cuidando a su bebé, eso es quizás, porque yo asocio, ternura y cuidado, pero en el blog de reflexiones de un filósofo cotidiano encontré que la ternura, hace surgir dentro nuestro el sentimiento hacia los demás, que hila el delicado tejido de la confianza y la intimidad” (Cyrano, 2007) y, entonces, es ir más allá del cuidado,  es generar confianza, intimidad y yo agregaría, empatía por el otro o la otra.

Al entender el hecho educativo desde la perspectiva de Maturana:

 “Educar es un fenómeno biológico fundamental que envuelve todas las dimensiones del vivir humano, en total integración del cuerpo con el espíritu, recordando que cuando esto no ocurre se produce alienación y pérdida del sentido social e individual en el vivir” (citado en Moraes, 2001).

En ese sentido, es pensar al ser humano de manera holística, que integra emociones, espíritu y mente (senti-pensante). Por tanto, alguien que ama lo que hace, trasmite ese amor a través de la expresión de sus emociones, no solo en lo que dice, sino en cómo lo dice. Un maestro o una maestra que ama a su trabajo, no solo enseña lo que libros y programas de estudios le indican, también enseña a vivir en armonía con lo que hace. En relación a esto, Moraes (2001, pág. 1) menciona que “es a partir de la convivencia que las dimensiones del SER y del HACER se van moldeando mutuamente, junto con el emocionar y, a cada momento, influyen en las acciones, los comportamientos y las conductas de los aprendices”. Por ello, amar la docencia, significa una búsqueda constante del bienestar de los y las estudiantes y eso, sólo se logra, conociéndolos, escuchándolos y permitiéndoles ser y estar de manera auténtica.

Referencias

Cyrano. (10 de enero de 2007). Filosofía Contracorriente. Recuperado el 22 de diciembre de 2019, de Reflexiones de un filósofo cotidiano: https://blog.nueva-acropolis.es

EligeEducar. (27 de Julio de 2017). EligeEducar. Recuperado el 22 de Diciembre de 2019, de https://eligeeducar.cl/

Moraes, M. C. (2001). Educar y aprender en la biología del amor. PUC/SP/BRASIL, 5.

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Fernando David García Culebro

Investigador y Editor del Centro Internacional de Investigaciones "Otras Voces en Educación" (CII-OVE), Profesor Universitario y Asesor pedagógico, estudió doctorado en pedagogía crítica y educación popular, maestría en Pedagogía Crítica y Proyectos Educativos, maestría en Psicología Infantil; es Magíster en educación y diversidad cultural, y licenciado en Pedagogía.

11 comentarios en “Amor, ternura y docencia”

    1. Felicitaciones para usted mi estimado y gran educador, siempre haciendo lo mejor para la mejora de la educacion. Admiro su trabajo

  1. Felicidades profe David. Nadie mejor que Usted para hablar del amor a lo que hacemos. Admiro su congruencia entre lo que dice y hace.

  2. Mi querido amigo es grato apreciar este hermoso articulo, los docentes somos como unas velas, que permiten brindar luz para nuestros pequeños niños, ayudamos a guiar sus pasos, pero en ocaciones pueden existir muchos factores que pueden apagar nuestra llama (fuerza y amor a nuestro trabajo), pero agardezco que existan personas como tu, que brindan el cuidado necesario para sentirte vivo en la docencia. Gracias por tu escrito mi buen amigo.

  3. Realmente estoy muy agradecido por ese gran detalle, por que realmente es asi en esta vida si amas lo que haces siempre lo aras con mucho entusiasmo las cosas y que siempre emerja la motivacion en las personas siempre sonreir le a la vida es lo mejor a los demas saludos a todos y que Dios los bendiga por siempre

    1. Apreciable Dr. Gracias por compartir este artículo, sin duda es algo que usted aplica en la docencia y que disfruta de eso no me queda duda ya que pude comprobarlo como estudiante. Felicidades, un abrazo cordial.

  4. Excelente artículo. Felicidades Dr. Fernando David.
    Durante iba leyendo, recordé sus clases, la emoción que siempre le daba. Es por mucho el mejor maestro que he tenido. Ojalá su ejemplo contagie a muchos docentes.

  5. Ohhh, interesante texto, me parece un artículo de mucho provecho para reflexionar sobre la hermosa labor de la docencia. Existimos muchos maestros que damos clases sin tomar en cuenta lo que los alumnos opinan del proceso Enseñanza-aprendizaje.

  6. Muy buen artículo. Tiene implícita una definición de amor muy interesante.

  7. Nunca dejes de aprender, por que aprender es mas valioso que enseñar, y nosotros nos encontramos en un espacio donde continuamente estamos aprendiendo, y es ahí donde se demuestra el amor a la docencia, la paciencia y la entrega, muy acertado mi estimado amigo David en todas tus citas y reflexiones, amamos lo que hacemos por eso no trabajamos.

  8. Sin duda, el amor a lo que hacemos, marca diferencia en cómo lo hacemos. Interesante artículo. Muy bueno para comenzar la reflexión en los Consejos Escolares.

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