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Computadores e Internet para garantizar el derecho a la educación

Por: Ángel Pérez Martínez. 

 

Sin estos dos bienes no se garantizará el derecho a la educación y se ampliará la brecha social. 

Con la pandemia, las escuelas cerradas y el confinamiento, el peso de la familia y las condiciones donde viven y estudian los niños cobró renovada importancia. La riqueza material e inmaterial (cultura, formación, tipo de trabajo e intercambios sociales) de la familia y el tiempo que puedan destinar los padres de familia, la calidad de estos acompañamientos y las capacidades para involucrarse en el proceso educativo de los hijos en la casa, ahora, resultan imprescindibles. 

Desde los años setenta del siglo pasado Pierre Bourdieu y otros señalaron que gran parte de la vida y de la forma como nos involucramos en la sociedad, así como las oportunidades de desarrollo de las personas dependen del capital económico, el capital cultural y el capital social de las familias (entorno) en el que nacen los seres humanos y transcurre su vida.  

Esta es una de las razones por la que sociólogos, economistas y educadores han insistido que en el ordenamiento social los niños con desventajas económicas, culturales o sociales tienen menos oportunidades educativas que su contraparte, los niños que nacen o provienen de familias con mayor riqueza.

Luego, en países como Colombia, donde existe una altísima concentración de los ingresos y de la riqueza, no hay nada nuevo cuando se afirma que una minoría de niños tienen mayores recursos (materiales e inmateriales) para aprender, y que, si la sociedad y el Estado no buscan compensar estas inequidades con los otros niños, a través, por ejemplo, de un sistema educativo de buena calidad para todos, estas desventajas se ampliarán en el tiempo.

Estas desventajas de los niños, a futuro, se legitimarán por la vía del mérito, porque en aparentes condiciones de igualdad, competirán unos y otros para acceder a instituciones educativas de educación superior de calidad o para acceder al mercado laboral, mediante concursos, donde se vincula el conocimiento con habilidades profesionales o personales.  

El sociólogo y pedagogo Emile Durkheim, desde comienzos del siglo pasado, sustentó la necesidad de considerar la educación como un hecho social, donde la escuela es una institución que permite a la humanidad un método privilegiado de integración, de socialización y de aprendizaje. En este proceso, los países desarrollados, de manera especial los europeos, después de la segunda guerra mundial, enfatizaron en la inversión y calidad de los sistemas educativos, como una forma de cerrar brechas sociales y de luchar contra la pobreza y las inequidades que producen no solo la riqueza material, sino la pobreza cultural y las interacciones sociales de las familias.  

La cantidad y calidad de los recursos materiales que los hogares destinen para apoyar el proceso educativo en casa del niño o adolescente pasan por: destinar un lugar y un escritorio o mesa donde el estudiante pueda concentrarse y realizar las labores educativas, con o sin virtualidad; contar con libros y otros utensilios educativos, de acuerdo con el grado escolar y las necesidades que determine el docente y; tener acceso a Internet y a un computador, por lo menos. Los padres que trabajan en casa y tienen un hijo, o más, saben que un solo computador no resuelve el problema. 

Sobre los recursos materiales en casa para estudiar, diversos estudios muestran que los niños con desventajas económicas durante el encierro están muy afectados. Como lo mencioné en el artículo anterior, una encuesta aplicada en Inglaterra por investigadores del Institute for Fiscal Studies a 4.000 padres de familia de estudiantes entre 4 y 15 años encontró que los niños, ubicados en la quinta parte de ingresos más altos de las familias pasan 5,8 horas al día en actividades educativas, 75 minutos más que sus pares, en el quinto más pobre de los hogares 4,5 horas al día.

También, el estudio señaló que 58% de los niños más pobres, de primaria, no cuentan con un espacio donde estudiar en casa. En Chile otra encuesta del proyecto Educación 2020 encontró que el 67% de los estudiantes no tienen materiales para realizar tareas y el 63% no tienen un espacio cómodo para estudiar.  

En Colombia los datos del DANE señalan que mientras el 97% de las familias estrato 5 y 6 tienen conexión a Internet, solo el 17% de las familias que pertenecen al estrato 1 acceden a este servicio. Además, se conoce que cerca de 5 millones de estudiantes de los colegios oficiales no tienen en sus casas ni conexión a Internet, ni computadores. Este dato nos permite afirmar que más del 60% de los estudiantes más pobres hoy no tienen posibilidades de recibir de los colegios oficiales y de sus maestros enseñanza en línea, de manera virtual. 

Con pandemia o sin pandemia, la sociedad y el Gobierno deben reconocer que sin computadores y sin Internet de buena velocidad no existen posibilidades reales de educación de buena calidad para los niños más pobres.  

Por fortuna el país empieza a reaccionar para solucionar este problema de inequidad y de exclusión. En el último mes el MEN anunció la compra de 101.771 portátiles a $526.416 cada uno. La ministra de las TIC sostuvo que el país comprometerá recursos en los próximos 10 años por $2,1 billones para lograr conectar a 10.000 sedes educativas rurales, con la ventaja adicional que se beneficiarán las familias que viven en el entorno. Además, varias secretarías de educación ya anunciaron esfuerzos similares. 

Destaco el caso de Bogotá que adquirió 100.000 computadores con su respectivo acceso a Internet para suplir las necesidades de 300.000 estudiantes en la ciudad, y lo más importante, de manera complementaria, convocó a una Donatón (entre el 29 de junio y el 31 de julio) a los empresarios, a las cooperativas y en general a los ciudadanos que estén en capacidad de hacerlo, para que donen dinero, o computadores nuevos o usados (en buen estado), de tal manera que se puedan entregar equipos a una mayor parte  de los 200.000 niños de la ciudad que aún no cuentan con computador. ¡Invito a ser solidarios en favor de los niños de la ciudad!

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/computadores-e-internet-para-garantizar-derecho-a-la-educacion-por-angel-perez/292420

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¿Cuándo y cómo reabrir el sistema educativo en Colombia?

Por: Ángel Pérez.

Una de las decisiones más difíciles que tendrá que tomar el Gobierno nacional, así como los alcaldes y gobernadores, en el proceso de desconfinamiento, será cuándo y cómo garantizar la reapertura de las instituciones escolares, para reanudar las clases.

Para entender la complejidad de la decisión, en términos de impacto poblacional, abrir el sistema de la educación básica, media y superior significa que más de 13 millones de personas saldrán de sus casas, el 26% del total de la población de Colombia; 12 millones de estudiantes y cerca de un millón de personas entre docentes, personal de apoyo a las labores educativas y administrativas, más quienes trabajan con las empresas del sector y son proveedores del transporte escolar, alimentación y otros servicios, anexos al funcionamiento de las instituciones educativas.

En Colombia tenemos la fortuna de ir un mes, o más, atrás de otros países, con respecto al proceso de encerramiento y de desconfinamiento, este tiempo nos permitirá evaluar la decisión que ya tomaron otros países de empezar la reapertura del sistema educativo. No tenemos afán, podemos seguir funcionando durante este semestre con los estudiantes en casa: en condiciones normales los estudiantes del calendario A de la educación básica y media estarán finalizando el primer semestre a la mitad del mes de junio, igual ocurre con los estudiantes del calendario B y de la educación superior, quienes terminan año escolar o semestre.

En el mundo se planteó la necesidad de abrir el sistema educativo por lo menos por tres razones: la primera por el indudable retraso que sufrirán en el proceso educativo los estudiantes más pobres, quienes viven en peores condiciones de hacinamiento, sin acceso a las TIC; segundo, la salud, el estado emocional de los estudiantes y hasta problemas nutricionales se pueden afectar por las condiciones de encierro en las que permanecen algunos niños y adolescentes y; tres, una vez se reabran otros sectores de la economía los padres deben salir a trabajar y la mayoría de niños tendrán escaso soporte, o con quien estar en casa, una parte de los padres coordina su trabajo de acuerdo con el horario escolar.

En el mundo algunos países ya reabrieron las escuelas, por etapas, y se proyecta en diferentes países continuar este proceso durante el mes de mayo. En este sentido y de acuerdo con lo que está pasando en otros países propongo los siguientes pasos para reabrir el sistema educativo de manera planeada y con gradualidad:

  1. Gobierno nacional (Ministerio de Educación Nacional, MEN) debería crear un grupo asesor donde estén expertos en salud, en manejo emocional de los niños y representantes de las entidades territoriales, así como docentes y rectores para que determinen lineamientos y acciones de corto plazo, que preparen al sistema educativo para su reapertura.
  2. De manera inmediata, el MEN, las secretarías de educación y los equipos directivos de los colegios deben preparar las sedes educativas, donde sea posible empezar clases (no en todas se podrá): arreglar baños, equiparlos con elementos de aseo, y hasta modificar aulas especiales, auditorios, bibliotecas y el mobiliario, si es necesario, para mantener el distanciamiento entre los niños y los docentes. Propongo que para los colegios públicos los recursos para estas reparaciones locativas se distribuyan de manera directa a las instituciones escolares, además se otorguen facultades especiales a los rectores para contratar los ajustes y arreglos de los baños, así como la dotación de dispensadores de jabón y otros elementos para la higiene y seguridad de la comunidad educativa. Acá se genera empleo y no se requerirá personal muy calificado
  3. La nación y las entidades territoriales deben respetar la autonomía de los colegios y confiar en sus directivos y maestros, ellos definirán los grupos, prioridades y formas de regresar a los colegios, de acuerdo con unos plazos razonables, que decidirá, según las circunstancias de la pandemia, el grupo asesor del gobierno nacional: Por ejemplo, empezar con gradualidad la primera semana de agosto.
  4. Para arrancar las clases se pueden dividir en subgrupos, como lo hizo Dinamarca, pueden ser grupos de 5 a 7 niños por día, para atender 35 niños en promedio a la semana, insisto dependerá del tipo de colegios y del número de sedes, estudiantes, maestros y cantidad de grupos; durante un tiempo el sistema funcionaría de manera presencia uno o dos días a la semana, combinando educación en casa y a distancia, con las TIC o con guías. Propongo que empiecen con los estudiantes sin acceso a las TIC.
  5. Los estudiantes deberán tener su propio escritorio o pupitre, todos ubicados a dos metros de su vecino más cercano.
  6. Los maestros trabajarán con el mismo grupo de estudiantes durante el día y no cambiarán de aula, ni de estudiantes.
  7. Los niños utilizan tapabocas y solo juegan con niños de su clase, en grupos pequeños.
  8. Hasta donde sea posible, los maestros no se reúnen en la sala de profesores;
  9. Todos (niños y profesores) deberán lavarse las manos al menos una vez por hora, durante las 5 o 6 horas de duración de la escuela.

Además, el pediatra y epidemiólogo Quique Bassat, que formó parte del grupo de expertos de la Asociación Nacional de Pediatría que asesoró al Gobierno español sobre cómo debe ser el desconfinamiento de los niños, afirmó que «los requisitos dependerán del punto en que se encuentre la pandemia, adelanta cuatro elementos: distancia social; lavado de manos con gel hidroalcohólico al entrar y salir de clase, posible uso de mascarillas, y turnos en la hora del comedor, un momento que resulta especialmente delicado, y también en la llegada y salida de los centros educativos».

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/columna-angel-perez-11-de-mayo-cuando-y-como-reabrir-el-sistema-educativo/286113

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En la crisis todos perdemos, pero más los niños

Por: Ángel Pérez.

 

  • Quienes trabajamos en educación debemos reconocer que ni el Ministerio de Educación, ni las secretarías y menos los colegios públicos estaban preparados para una situación como la que el covid-19 produjo en la vida humana y en el desarrollo de los sistemas educativos.

Eso de tener a los niños encerrados, que se prohíba durante meses, como ya ocurre en la ciudad China de Wuhan, el encuentro escolar en el aula y en el colegio, es difícil de digerir. Con seguridad miles de niños y adolescentes que asisten a la educación pública (y a la privada) requerirán apoyo socio emocional y esfuerzos especiales para recuperar el atraso escolar, al que estarán sometidos por la precariedad económica y las condiciones de vida de sus familias.

Tomar la decisión, en menos de una semana, como ocurrió en Colombia, de parar los sistemas educativos, en todos sus niveles  y pretender pasar, en tan solo dos o tres días, a operar de manera virtual los procesos de aprendizaje y enseñanza, con estudiantes y docentes desde sus casas, y además, afirmar que eso puede ser exitoso, es llegar a imaginar o soñar, que en Colombia de manera maravillosa las sedes educativas y los hogares de todos los estudiantes están conectados a internet, gozan de soporte técnico y cuentan con la velocidad suficiente para permitir la interacción educativa virtual;  además que la riqueza de la sociedad y del sistema educativo garantiza que los docentes y los estudiantes cuenten con computadoras, o un buen teléfono móvil; y, con todos los profesores formados y entrenados para usar las TIC y funcionar mediante la educación virtual.

No, lo anterior es de ficción, en la educación pública estamos lejos, tanta maravilla junta solo ocurre en muy pocos colegios públicos y en las instituciones escolares privadas de buena calidad, para las familias que pueden pagar más de un millón de pesos mes por la educación de sus hijos, donde, además, de ñapa existen padres o familiares o amigos profesionales que pueden ayudar a los niños y adolescentes a resolver problemas elementales relacionados con el uso de las TIC, con los programas educativos o con las conexiones de los equipos y apoyar la labor de los docentes, en estos días de coronavirus.

La ministra de Educación y de ahí de para abajo (secretarios de educación y rectores de colegios públicos) deben actuar de acuerdo con la evidencia sobre lo que ocurre en las regiones y en cada colegio y hasta de pronto con cada niño. Lo real: según el Laboratorio de economía de la educación, de la Universidad Javeriana, sólo el 4 por ciento de los municipios de Colombia pueden implementar lecciones virtuales en colegios oficiales, ante una posible suspensión de clases, es decir 44 municipios de 1003 (32 capitales de departamentos y 12 municipios más). Además, dicho Laboratorio encontró que el 63% de los bachilleres del año 2018 que contestaron los formularios del ICFES afirmaron que en sus casas no tenían conexión a internet, ni computadores, igual sucede con 665.409 estudiantes de primaria, solo el 37 % tiene acceso a internet y computador en su casa. Además, pensemos que hoy los locales de los barrios donde se alquila el wifi y los computadores están cerrados, ¿así cuál educación virtual? Las guías y las tareas a las que recurrieron algunos docentes para trabajar en casa durante una o dos semanas dejan a los niños y a las familias, encerradas, en el camino de cada uno defiéndase como pueda.

Otros datos alarmantes son los del Dane, en el informe sobre educación formal, encontró que para el 2018, el 7% de las sedes educativas de los colegios públicos no tenían energía, el 62% no poseía televisores y el 63% no accedía a internet. Esta situación es más grave en las sedes educativas rurales, el 73% no tenía conexión a Internet. Esta lamentable situación de las sedes educativas es comprensible para un sistema educativo cuyas sedes, en la mayoría de los municipios, no cumplen los estándares básicos para desarrollar los procesos educativos y, en algunos casos, estas sedes se están cayendo o amenazan ruina. Tal y como lo afirmó un directivo del sector educativo: cuando se está ante problemas no resueltos como la necesidad de mejorar la infraestructura, o en incrementar la alimentación o el transporte escolar o cómo conseguir recursos para financiar 10 docentes extras que se requieren con urgencia ¿quién piensa en computadores, en internet, en equipos y en programas para la educación? en un país donde no hay currículo único y se supone que cada colegio tiene su propio proyecto educativo.

Sin olvidar que la educación virtual con los niños de preescolar y primaria requiere el total apoyo de los padres de familia quienes no están entrenados para la interacción educativa virtual. Aclaro que la educación virtual en los colegios privados fue creada para apoyar el proceso educativo, pero no para remplazar el aula escolar durante meses, como todo indica que ocurrirá este año, sin embargo, dada la emergencia estos colegios de manera rápida y eficiente ajustaron sus programas, plataformas y empezaron a operar sin mayores contratiempos de manera virtual, con padres entrenados para ello.

Colombia no puede tener dudas, de acuerdo con los datos anteriores, se puede afirmar que los más afectados serán cerca de 5 millones de estudiantes de la educación pública, de un total de 8 millones de niños y adolescentes matriculados; situación más grave para cerca de 1,8 millones de estudiantes de la zona rural y para los hijos de las familias con menores ingresos o de quienes trabajan de manera informal, donde además de las necesidades básicas para alimentarse, no aseguradas, deben agregar a sus hijos baja calidad de vida, escasa riqueza cultural y en algunos casos violencia intrafamiliar o hacinamiento en casa. Así es muy difícil la educación virtual, a pesar del esfuerzo de secretarías de educación como la de Bogotá y de otras, de los rectores y de miles de docentes que están haciendo esfuerzos extraordinarios, para superar semejantes obstáculos, a ellos felicitaciones, ¿y el resto de los niños?

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/en-la-crisis-todos-perdemos-pero-mas-los-ninos-por-angel-perez/283519

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Jornada única o cómo improvisar en política educativa

Por: Ángel Pérez. 

 

La jornada única, proyectada como una posibilidad para mejorar la calidad y las condiciones materiales en las que estudian los niños pobres en Colombia, se desarrolla de manera improvisada, con obstáculos normativos y financieros, y lo peor con enfrentamientos permanentes entre rectores y maestros que dañan el clima laboral y escolar de los colegios públicos.

La propuesta de avanzar de la media jornada a la jornada única surgió como una posibilidad para mejorar la educación pública. El sistema educativo en Colombia segrega entre colegios privados de buena calidad para los niños de familias ricas y colegios públicos para niños pobres. También, el sistema discrimina entre niños y colegios por el tipo de jornada escolar que tienen unos y otros, por los días al año que asisten a clases, por la calidad de los aprendizajes, por ser o no bilingüe y por las acciones de formación cultural, recreativa, física y hasta de apoyo emocional y de orientación que brindan unos colegios y otros no.

El investigador Eduardo Lora en Revista Dinero señalaba que: “Como los colegios segregan socialmente y además la movilidad social entre generaciones es casi nula, la mayoría de los colombianos pueden pasar toda la vida sin haber conocido de cerca a nadie de una clase social distinta a la de su propia familia”. Él reconoció que, aunque la segregación social es indeseable, tiene la ventaja de lograr que el gasto público en educación básica sea muy redistributivo, pues todo el gasto que se realiza en los colegios públicos se concentra en los pobres.

Los colegios a donde asisten los niños de estrato 0 o 1, ofrecen media jornada escolar, están ubicados en los barrios más pobres o en las zonas rurales más alejadas y abandonadas por la acción del Estado;  el resto de los colegios oficiales atiende una combinación de estudiantes que provienen de familias de estratos 2 y 3; mientras los de estratos 4, 5 y 6 van a colegios privados, y en ciudades como Bogotá incluso parte del estrato 3 asiste a estos últimos, el 40% de la educación básica y media de Bogotá es privada y cuenta con jornada única.

Con la media jornada escolar, los profesores de preescolar tienen la obligación de trabajar con los estudiantes 20 horas a la semana; conclusión, en la mayoría de colegios públicos los niños entre 3 y 5 años ingresan a las 7 a.m. y los adultos responsables los deben recoger a las 11 a.m. Imaginen una madre cabeza de hogar que trabaja (según Dane el porcentaje de hogares con jefatura femenina, en cabeceras alcanza el 40 %), no puede recoger a su hijo, ella debe buscar otra opción para su hijo, dejarlo con una vecina o un familiar. Igual sucede en primaria, los profesores están obligados a trabajar con los estudiantes solo cinco horas diarias. Según la encuesta de calidad de vida del Dane 2018, solo el 39,9% de los niños entre 0 y 5 años son atendidos en establecimientos tales como hogares comunitarios, jardines, centros de desarrollo infantil o colegios, el 14,4% de los niños queda al cuidado de personas diferentes a los padres.

Conocemos que en condiciones normales mientras más disfuncional es la familia y existe mayor pobreza y problemas tales como embarazo juvenil, violencia y otros desafíos sociales, los padres de familia colaboran menos con los colegios y los maestros; al contrario, los colegios se desgastan enfrentando entornos violentos, padres o cuidadores maltratadores y en mejorar el clima escolar. El efecto familia y entorno social es muy negativo para los niños y adolescentes, ellos necesitan más colegio, mejor educación, mejores maestros, eso lo sabemos desde el siglo pasado, por eso bienvenida la jornada única.

Con la jornada única el Gobierno pretende que los docentes pasen de seis a ocho horas diarias en los colegios e incrementen la cantidad de horas efectivas con los estudiantes en aula, sin embargo, no existe un acuerdo de salario, ni de prórroga del tiempo laboral en el colegio y en el aula con los 320.000 docentes de la educación oficial.

Para poder funcionar con la jornada única, algunas secretarías autorizan horas extras, otras tienen poder económico y contratan docentes provisionales, sin concursos, en algunos colegios los rectores negocian (o imponen)  con los docentes para que trabajen tres días seguidos ocho horas y un día seis, así completan las 30 horas a la semana, lo que significa que no van un día entre semana (todos se pelean el lunes o el martes); en otros colegios los docentes están trabajando en diferentes horarios durante el día hasta completar las 30 horas a la semana y a otros docentes, de manera especial los provisionales, los obligan a permanecer hasta 40 horas a la semana. Esta falta de normatividad y de recursos para la jornada única conlleva a la guerra entre docentes y rectores y explica por qué la mayoría de los directivos de los colegios no quieren comprometerse con la jornada única y los que ya están funcionando en jornada única, cerca del 15% del total de la matrícula, exigen su revisión o devolverse a la media jornada escolar.

Al final de estas lamentables discusiones y desencuentros entre adultos, están los 7,5 millones de niños de Colombia que requieren una mejor educación, pero que no tienen a nadie para que luche por ellos, a las familias más pobres no les interesa la calidad, por eso no protestan para mejorar la calidad, con el hecho de que exista colegio y puedan matricular a sus hijos basta.

Fecode no se opone, existe un acuerdo con el MEN para que la jornada única avance, previo cumplimiento de requisitos (condiciones de infraestructura, bienestar de los estudiantes y aprobación del nuevo plan de estudios por parte de los consejos directivos) y respeto por la jornada laboral de los docentes. En el fondo el problema es de recursos, por qué no lograr un acuerdo para que el incremento de los recursos del Sistema General de Participaciones acordado con Fecode, por este gobierno, se destine de manera exclusiva a hacer viable, con gradualidad, la jornada única.

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/jornada-unica-en-colombia-o-como-improvisar-en-politica-educativa-por-angel-perez/281610

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La educación pública necesita del apoyo de los alcaldes y gobernadores

Por: Ángel Pérez. 

  • De acuerdo con Martha Nussbaum sigue siendo un deber del Estado proporcionar a todos sus ciudadanos oportunidades para el desarrollo humano, tales como una educación integral, que ella considera esenciales para alcanzar una vida en libertad, donde se pueda elegir y actuar para conseguir objetivos y metas que permitan una vida digna.

En Colombia el compromiso político y social con la educación pública sigue siendo débil, sin desconocer los notables avances en cobertura escolar, bienestar de los estudiantes y disminución de la deserción, durante los últimos veinte años. Es evidente, no hemos sido capaces de construir un sistema educativo que ayude a cerrar brechas, como las diferencias entre los costos de la canasta educativa que tiene la educación pública y la privada de buena calidad, y más grave, cuando se comparan los resultados de calidad que logran unos y otros en la educación básica y media y el posterior destino de los estudiantes; brechas que se agravan cuando se compara entre regiones o entre la educación rural y urbana.

Para solo mencionar el caso de Bogotá donde la matrícula en el sector privado representa el 40% del total de los estudiantes de la educación básica y media. En el año 2017 de 34.986 estudiantes que terminaron el grado once, en los colegios privados, el 60% ingresó en el año 2018 a la educación superior; esta cifra disminuye para quienes terminaron el bachillerato en los colegios oficiales, para los mismos años, egresaron 46.237 bachilleres y solo el 40% de ellos fue a la educación superior, con énfasis en el Sena. Estos datos demuestran que en la capital la condición de ser bachiller no ayuda a disminuir brechas entre los jóvenes; en el resto del país esta situación es más crítica.

Por fortuna, las grandes ciudades y los departamentos con mayor población estudiantil eligieron alcaldes y gobernadores comprometidos con la educación; además, ciudades como Bogotá, Cali, Cartagena, Cúcuta, Barranquilla, Santa Marta y otras cuentan con secretarios de educación y equipos directivos que conocen el sector, ellos tendrán cuatro años para ayudar a cerrar las brechas que promueve el sistema educativo, de manera especial el bajo acceso de los niños más pobres a la educación inicial, la exigencia de incrementar la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo público hasta la educación superior y el reto de cerrar las brechas de calidad.

Contar con alcaldes y gobernadores comprometidos con la educación por todo el país es un hecho nuevo y sin duda puede ser una oportunidad para millones de niños y adolescentes que asisten o están por fuera de la educación básica y media, niveles educativos donde los nuevos gobernantes son responsables de la gestión educativa e inciden de manera directa. De entrada, va a ser interesante observar su comportamiento frente a reformas acordadas por el gobierno nacional con Fecode, como el ajuste al Sistema General de Participaciones, fuente principal de los recursos para financiar la educación pública; hacen falta recursos, pero también se requieren acciones para mejorar las decisiones de gasto y los resultados.

Lo anterior no soslaya la responsabilidad que tienen las entidades territoriales para destinar recursos propios para subsanar debilidades del sistema educativo oficial, por ejemplo, los programas de inclusión para estudiantes con discapacidades, o reconocer que en preescolar y en primaria los niños no reciben clases de inglés y luego cuando llegan a secundaria tienen solo 2 o 3 horas a la semana, en algunas ocasiones con docentes sin la preparación adecuada; resultado: el bilingüismo o el fortalecimiento de un segundo idioma es otra brecha que se genera entre los estudiantes la educación pública y la educación privada de buena calidad.

Alcaldes, gobernadores y secretarios de educación deben ser conscientes de que el país requiere valorizar la educación pública; los colegios públicos no pueden ser referentes de mal clima escolar y de mala calidad, además de sitios con entornos inseguros y hasta ilegales (el microtráfico acecha las instituciones escolares en las grandes ciudades), donde algunos profesores son víctimas de amenazas, extorsiones y hasta de traslados obligatorios por seguridad. Los nuevos gobernantes tienen cuatro años para cambiar esta situación, los colegios oficiales deben ser bonitos, aseados, con accesos pavimentados y con infraestructuras seguras y diseñadas para el proceso educativo, donde no existan excusas para promover y desarrollar un ambiente educativo para la calidad, pero sobre todo deben contar con los maestros suficientes y en el aula; es increíble que por temas normativos y exigencias sin fin, para remplazar en un colegio a un maestro incapacitado, una secretaría se puede demorar hasta 3 meses o más en proveer el remplazo ¿y los niños qué? Bien gracias, sin maestro, rector defiéndase como pueda. Al final le caemos a los colegios y a la educación oficial por no producir los resultados esperados, por favor ¿cuánto daño causa que un niño esté un mes o más sin profesor?

En este sentido, recomiendo que la gestión de las secretarías de educación se diseñe y se enfoque en apoyar a los colegios, en atender sus necesidades y en fortalecer sus prioridades de cambio e innovación, esta decisión debe producir mejores resultados que políticas de intervención hechas desde los despachos gubernamentales, sin ninguna consideración con la cultura institucional de los colegios y sus demandas.

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/la-educacion-publica-necesita-del-apoyo-de-los-alcaldes-y-gobernadores-por-angel-perez-martinez/281173

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Escuela y segmentación social

Angel Pérez Martínez

Señores políticos, felicito a quienes proponen y se comprometen con la educación, eso ya es un liderazgo diferente, pero no olviden, en educación se requieren soluciones estructurales.

La organización del sistema escolar en Colombia conduce a la inmovilidad social, al desencuentro entre sectores sociales y a otros males, que, en tiempos electorales, adquieren visibilidad porque la educación no cumple su rol integrador, no ayuda a consolidar una apuesta común de ciudadanía entre los colombianos y no impacta la tradición clientelar y corrupta de las formas de hacer política, en la mayoría de los casos.

Tampoco los políticos, en campaña, logran trasladar el sueño de un mejor porvenir para la población más necesitada. La evidencia indica que los habitantes con menores ingresos (los estratos 1, 2 y 3 representa más del 90% de la población) optan por excluirse y no participar. Los más pobres no eligen, no votan, para ellos la posibilidad de un mejor futuro no existe. Ellos, a su manera, son los primeros en comprender que una sociedad sin soluciones estructurales y que nos involucre a todos, no puede ofrecer a golpes de gobierno, opinión o engaño, ese mundo mejor que siempre proponen los políticos.

Una solución estructural para lograr que los más pobres sueñen con un mundo mejor, en términos reales, lo constituye la calidad del sistema educativo y su organización. Sin embargo, la realidad es que en Colombia el sistema educativo discrimina y consolida diferencias sociales y de ingresos entre las familias. El país no ha logrado comprender que solo una educación pública de calidad puede ayudar a mejorar la movilidad social y a resolver problemas centrales en la construcción de sociedad, ciudadanía, crecimiento económico y posibilidades de mayor igualdad.

En la sociedad colombiana nunca existió un sistema educativo público de buena calidad, como sucede en Canadá y otros países europeos. En los países desarrollados, que cuentan con sistemas educativos de calidad y más equitativos, los políticos pueden proponer con bases más reales, proyectos de vida para los más jóvenes, quienes, además, tienen ejemplos en sus familias y en entornos escolares cercanos, de cómo la educación contribuyó en las pasadas generaciones al ascenso y a la movilidad social.

Recordemos que los sistemas educativos públicos de países más desarrollados ubican las escuelas públicas de preescolar y primaria, muy cerca al lugar donde viven los niños. Por esta razón, algunas de esas escuelas se encuentran en sectores donde estudiantes y familias comparten ingresos altos, un mayor nivel educativo y riqueza cultural. Igual sucede con las escuelas ubicadas en los barrios pobres o en comunidades marginadas, a donde asisten los niños que provienen de familias con bajos ingresos y menor nivel educativo alcanzado, para no mencionar diferencias en idiomas, religión o cultura.

A partir de este proceso de segmentación inicial, el sistema educativo se organiza en escuelas de bachillerato, middle school (grados sexto a noveno) y escuelas de educación media, high School (grados décimo y once) a donde son trasladados los adolescentes: En estas dos modalidades de escuelas se encontrarán toda clase de estudiantes, ricos, pobres y descendientes de sectores con ingresos medios de la población.

A manera de ejemplo, un municipio o distrito escolar con una población de 100.000 habitantes, que cuenta con el 17% de su población en edad escolar, tiene cerca de 25 escuelas de prescolar y primaria (400 estudiantes en promedio), que se reducen a 8 escuelas de secundaria (600 estudiantes en promedio) y a 3 escuelas de media (800 estudiantes en promedio). Este proceso logra que en la educación media se encuentren adolescentes normales, o con desarraigo familiar, o con problemas de drogas o con atrasos de tipo educativo (el mundo real no es perfecto). Acá lo importante es que el sistema educativo y sus profesores está preparado para afrontar este tipo de dificultades.

Un padre canadiense o finlandés puede presumir que no importa donde esté ubicada la escuela pública o a donde vaya su hijo a estudiar, esta será pública, gratuita y de buena calidad. Además, con seguridad esas escuelas estarán concentradas en trabajar y dedicar más tiempo escolar a los estudiantes con dificultades, a los más pobres y a los que menos soporte familiar tengan; la educación se desarrolla con equidad.

La educación pública organizada de esta manera, en los países desarrollados contribuye a evitar la segmentación de la sociedad. A este hecho de encuentro y de equidad social en la escuela, entre niños de diferentes estratos para educarse, es necesario agregar otras acciones como el transporte público o propuestas culturales, de todo tipo, financiadas por las entidades territoriales locales, que se presentan en diversos escenarios urbanos y rurales. De nuevo, en el transporte público se encuentran ricos, pobres y sectores de ingresos medios de la población. Ojo, no olvidar, estas acciones de desarrollo social se pagan con impuestos.

Las sociedades que valoran la educación como un bien público, igual y de calidad para todos, van más allá del derecho a la educación, esos sistemas educativos logran que su población se odie menos, sus ciudadanos confíen más en los otros y que las personas sean más solidarias. También, desde por lo menos mediados del siglo pasado, varios países desarrollados (por ejemplo Corea del Sur) entendieron que el crecimiento económico, la movilidad social y el desarrollo humano pasan por contar con sistemas educativos de calidad, donde los docentes, los equipamientos escolares y el gasto por estudiante, hacen parte de las prioridades de la sociedad y de sus gobiernos.

En contraste, en Colombia un estudio de la Universidad de los Andes encontró que nacer de una madre sin educación es una condena al estancamiento educativo. especialmente para los más vulnerables: “mientras que el 93 por ciento de los individuos cuyas madres tienen educación superior han logrado alcanzar este nivel educativo, tan solo el 19 por ciento de los individuos cuya madre tiene educación primaria han logrado alcanzar una educación superior”. Otro estudio encontró que Colombia comparado con otros países de América Latina tiene los niveles más bajos de movilidad social.

Señores políticos, felicito a quienes proponen y se comprometen con la educación, eso ya es un liderazgo diferente, pero no olviden, en educación se requieren soluciones estructurales; si como sociedad nos proponemos revertir la pobreza y otros males que han padecido, por generaciones, la mayoría de las familias colombianas.

Fuente: https://www.dinero.com/opinion/articulo/escuela-y-segmentacion-social-por-angel-perez-martinez/277694

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Candidatos: ¿y la viabilidad de las propuestas de política educativa?

Por: Ángel Pérez Martínez.

Quienes están en campaña para alcaldías, gobernaciones y corporaciones elaboran y realizan toda clase de propuestas en materia de Educación. ¿Quién analiza la viabilidad y los recursos? Las necesidades en educación son tantas, que cualquier oferta populista de los políticos suena bien, sin importar prioridades, efectos, costos ni la financiación de largo plazo.

Del lado del elector, la educación importa poco, según las encuestas preelectorales. Los principales problemas que les preocupan a los colombianos son: seguridad, empleo, corrupción, violencia y por allá en el quinto o sexto puesto aparece educación. Los estratos 4, 5 y 6, a quienes con seguridad les interesan las condiciones en las que estudian los niños y los jóvenes y, sobre todo, la calidad de la educación, resuelven el problema pagando por este servicio, para sus hijos, en colegios privados que, además, pueden seleccionar.

Los electores más pobres oyen las propuestas de política pública educativa de acuerdo con sus necesidades, sin grandes expectativas. En el entorno de los colegios oficiales se modificó la extraordinaria frase: “a mi hijo no le dejo riqueza, pero le dejo educación”, ahora se oye decir: “da igual ser bachiller o no”, o esta: el muchacho obtuvo su título, es profesional, pero su trabajo sigue igual: mensajero o rappitendero, por ejemplo.

En el caso de los padres de familia más jóvenes, las propuestas para incrementar la matrícula en educación preescolar se ajustan a sus penurias: ¿dónde conseguir jardín infantil privado? y, además, tener con qué pagarlo. De igual manera, la oferta electoral mejora cuando les ofrecen a las familias construcción de nuevos colegios, alimentación, transporte, bilingüismo y hasta uniformes para este nivel educativo. Dato: para universalizar los 3 grados de prescolar se requiere crear y financiar cerca de 1‘500.000 cupos; en el país los niños pobres no asisten al preescolar de dos o tres grados, como manda la Ley 115 de 1994.

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Para los padres con hijos adolescentes, nada mejor que candidatos que ofrecen jornada única (la escuela como guardería). La jornada única parece servir para todo, para incrementar permanencia, disminuir la tasa de deserción escolar (alta entre los grados sexto a décimo), evitar que los estudiantes consuman drogas. O, para mejorar la calidad se proponen colegios oficiales bilingües, donde, además, se trabaje en artes y cultura. La jornada única se presenta como la panacea donde se incrementarán resultados en pruebas SABER 11, por fin sus hijos pasarán a la universidad, sostienen. De nuevo suena bien, pero ¿cuánto van a poner gobernadores y alcaldes? La jornada única incrementa el valor de la canasta educativa en un 20% o más; ¿cuántos maestros adicionales se necesitan y con qué recursos se van a financiar? ¿Cuántos colegios nuevos? y ¿la alimentación qué?, para solo mencionar unos de los sobrecostos de la jornada única.

A los padres con hijos en educación media o bachilleres sin educación superior, nada les suena mejor que la oferta de cupos, por montones, que se están ofreciendo en universidades, sí en universidades. Formación en centros técnicos o tecnológicos no se plantea, la tribuna no aplaude, esa es una educación de segunda, con baja valoración social. Varios grupos políticos llegan hasta a advertir: “peligro: la educación técnica o tecnológica es educación para formar obreros y hace parte de las demandas del mercado de trabajo”. Eso no es bueno; así que vamos con toda: todos universitarios y profesionales, el paraíso y el cielo a dos manos, diría mi abuela. Además, acá hay una ganancia electoral, cuando se ofrecen nuevos cupos en preescolar, los niños entre 3 y 5 años no votan (¿a ellos quién los defiende?), en cambio, sí el ¡buen candidato! propone universalizar la matrícula en la educación superior en universidades, los jóvenes entre 18 y 24 años, a lo mejor votan.

También existen candidatos que proponen educación a distancia o virtual, no en miles, en cientos de miles, claro se olvidan de que se requieren buenas conexiones a internet, computadores, programas, diseñadores y profesores expertos e idóneos, para que desde el otro lado del computador estén soportando al estudiante. Tampoco tienen en cuenta que los países que cuentan con educación a distancia o virtual, como en Europa, lo primero que hicieron fue garantizar una educación básica y media de calidad, con jóvenes lectores (más de 20 libros por año), con comprensión de lectura, sentido crítico frente a lo que leen y, sobre todo, con una pasión y cultura del esfuerzo por estudiar, que nuestros jóvenes lamentablemente no tienen, pero la educación virtual o a distancia es barata y se pueden entregar diplomas por montones.

¿Por qué amenazan y callan a los maestros oficiales?
En esta feria electoral, donde se ofrece de todo en educación y para todos los gustos, retomo a la experta y exministra de educación de Ecuador, Rosa María Torres, a quien le preguntaron a través de su cuenta de Twitter: ¿qué tan útil es la investigación educativa para la definición de políticas? Ella contestó: a) hay mucho conocimiento desaprovechado, sobre el cual no se actúa; b) hay cuestiones claves del cambio educativo que ya sabemos y no requieren investigación; c) hay un largo historial de desencuentro entre investigación y políticas.

Por brevedad solo me detengo en tres temas de política educativa que considero prioritarios, a partir de lo que sabemos:

Diversos estudios, empezando por los del premio Nobel James Hekman, demostraron que no hay mejor inversión del Estado que la realizada en la educación inicial, ahí arranca todo: la calidad de la educación; a futuro menor deserción y repitencia; permanencia hasta la educación superior; el fortalecimiento de la economía y, sobre todo, menos criminalidad cuando esos niños llegan a la adolescencia. Señores candidatos: mesura, por favor, ponderar en qué nivel educativo deben priorizan los recursos de las entidades territoriales para educación: ¿en preescolar o educación superior?
Otros estudios, entre ellos el de la Fundación Compartir, Tras la excelencia docente, demostraron que los docentes son el soporte y el fundamento de la calidad de la educación, de manera especial de los niños más pobres, por este motivo los países hoy se preocupan por formar a los docentes y por su bienestar. En este caso los candidatos a alcaldías y gobernaciones no proponen recursos adicionales para invertir en las facultades de educación regionales, con el propósito de mejorar la formación en pregrado y en postgrados, tampoco existen programas para acompañar la formación y las prácticas escolares en el aula o la formación en la institución escolar.
Por último, existe evidencia de que las condiciones en las que estudian los niños (infraestructura, dotaciones, áreas recreativas) y su bienestar (alimentación, transporte, acceso a útiles escolares), el clima escolar y la participación e involucramiento de los padres en el proceso educativo son inherentes y fundamentales para lograr la calidad de la educación.
Demagogia: Propuesta de crear 250.000 cupos en la Universidad Distrital en cuatro años
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Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/candidatos-y-la-viabilidad-de-las-propuestas-de-politica-educativa-por-angel-perez-martinez/277358

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