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Educación y problemas complejos: sobre los límites del design thinking

Juan Freiré

Educación y problemas complejos

Tal como plantea Peter Senge la mejor forma de aprender, en el sentido de generar  aprendizaje significativo y profundo, es trabajar sobre “lo que nos afecta” mediante procesos situados que enfrentan problemas complejos. Este tipo de problemas se oponen a los que podríamos denominar como “problemas agudos”, bien definidos y que admiten una solución basada en la aplicación de un conocimiento técnico disciplinar. Por el contrario los retos más urgentes y relevantes para nuestra sociedad son crónicos o complejos:

… tenemos dificultad incluso para definirlos y no admiten una solución disciplinar… [son] problemas difíciles o imposibles de resolver dado que no se pueden formular por completo y a la vez cualquier solución es siempre parcial dado que las condiciones son cambiantes y/o la misma solución implica también impactos negativos

… este tipo de problemas … solo se pueden comprender mediante la inmersión y por tanto solo cuando nos afectan porque somos parte activa del propio proceso. Los expertos y planificadores abordan los problemas bien definidos mediante diagnósticos basados en conocimiento “profesional”. Los problemas complejos y crónicos requieren de escucha. Comprender las diferentes perspectivas y ángulos de un contexto requiere de diversidad en las voces participantes. Esta diversidad no se restringe solo al conocimiento profesional ni es suficiente la multi- o inter-disciplinariedad. Se necesitan las voces de los afectados, de la ciudadanía, que construyen (la percepción, la definición) del problema junto con las de los expertos y los responsables de su gestión….

Podríamos por tanto concluir que el abordaje de los problemas complejos, precisa de innovación ciudadana, que “entiende la innovación como un proceso colectivo que forma parte de la propia naturaleza humana y que se asienta sobre la capacidad de escucha y sobre lo indisciplinar y que actúa siempre de modo situado. Esta innovación es la que puede abordar los problemas crónicos de una forma orgánica”. Este enfoque es el núcleo central de un aprendizaje activo, colectivo y orientado al desarrollo de capacidades de innovación y creación.

Educación y design thinking

Como pone de manifiesto este reciente artículo en The Atlantic, How design thinking became a buzzword at school, el pensamiento de diseño o design thinking (DT) provoca hoy en día fascinación entre estudiantes y profesores e incluso se está haciendo en si mismo sinónimo de transformación pedagógica. Pero el mismo artículo refleja la enorme confusión sobre lo que realmente es el DT. Neil Stevenson, de IDEO, explica porque es tan difícil tener una definición única y clara dado que el DT sería:

… a bundle of mindsets and philosophies all wrapped up in one term, which obviously has the potential to lead to ambiguity and misunderstanding. …

The design-thinking philosophy requires the designer to put his or her ego to the side and seek to meet the unmet needs, both rational and emotional, of the user…

La consecuencia de esta obsesión por el uso educativo del DT es el nacimiento de numerosos proyectos impulsados por consultores, empresas, fundaciones o instituciones educativas que crean kits prêt-à-porter de implementación de estas técnicas en programas educativos. Pero, ¿qué hay realmente útil y transformador en esta forma de innovar en educación? Para contestar debemos regresar al enfoque de Senge y entender que el DT es un enfoque adecuado para abordar problemas agudos o técnicos:

Los expertos … se han especializado en la resolución de lo que podríamos denominar problemas agudos. Aquellos problemas bien definidos y que admiten una solución basada en la aplicación de un conocimiento técnico normalmente disciplinar.

El DT es un proceso, en su fase de investigación, de diagnóstico por expertos. Los usuarios aportan información pero no son parte del proceso. Y aunque el objetivo tal como lo define el DT es “generar empatía”, la realidad es que en un proceso de diagnóstico donde el experto no es realmente afectado por el propio proceso y los afectados no pueden construir el problema, esa empatía es cuando menos superficial y genérica.

Por tanto la aplicación de DT en el ámbito educativo implica que o bien se concentre en problemas agudos (o sea tomaría un papel secundario) o bien en trivializar los problemas complejos para convertirlos en agudos. La realidad es que se tienden a trivializar los problemas y retos que motivan el aprendizaje. Por ejemplo procesos de aprendizaje basado en proyectos en que el resultado esta ya predefinido y se convierten en una tarea rutinaria equivalente a lo que sucede con la educación convencional. Simplificar los problemas no es la vía, acompañar o facilitar el aprendizaje si.

¿Cómo abordar los problemas complejos?

Los problemas complejos requieren de inmersión y escucha, de un colectivo que construye el problema y en el que todos a así vez son expertos, afectados y activistas. Este artículo en FasCoDesign, Want to fight inequality? forget design thinking, aporta argumentos claros sobre las limitaciones del DT para abordar problemas complejos a partir de la práctica del Creative Reaction Lab (CRL) que aborda la desigualdad y exclusión social en el sur de EEUU:

… holds workshops and pursues other projects that address several areas affecting marginalized communities, such as education, employment, and gun and domestic violence. And the workshops aren’t just for designers; they also bring together policy experts, speakers, community partners, and citizens working in different fields. Importantly, they look and sound nothing like a design event. You will not hear Carroll preaching about “design thinking” or solutionism. Rather, the Creative Reaction Lab starts from the premise that design’s greatest value is in exposing the invisible mechanisms of inequality, many of which were by design themselves…

El CRL identifica dos aspectos esenciales en el abordaje de procesos comunitarios que pretenden enfrentarse a retos complejos. El primero es el problema de exclusión: “The people who are being designed for are invited to give their perspective and to give their feedback, but are otherwise left out of the design process”. El segundo es enfocarse en las aproximaciones, no en las soluciones: “These systems are so embedded into history and society they are invisible to many, meaning there’s no one simple thing to solve for. That’s why Carroll prefers to use the word “approaches” rather than “solutions” … because it shows this is not a finite type of solution—it’s flexible, it’s agile”.

¿Qué aporta de bueno el DT a la educación?

Regresando al artículo en The Atlantic:

At its best, design thinking incorporates proven-effective teaching techniques such as self-directed inquiry and collaborative problem-solving, and dovetails nicely with social-emotional learning curricula that emphasize interpersonal skills such as collaboration and empathy.

En mi opinión el DT no puede ser el marco de actuación donde se desarrollen los procesos de aprendizaje, y menos aún el marco único donde se diseñen e implementen esos procesos. Pero el conjunto de herramientas y actitudes que forman parte del DT si pueden ser parte de los métodos que se utilicen en el abordaje de los problemas complejos.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/educacion-y-problemas-complejos-sobre-los-limites-del-design-thinking/

Fuente de la imagen: http://juanfreire.com/wp-content/uploads/2017/04/qmdap1tau0g-patrick-tomasso.jpg

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Algunas reglas y herramientas para la nueva educación

Juan Freire

Existe un, quizás aparente, consenso sobre la necesidad de cambio educativo … pero el debate suele terminar en la crítica de lo existente. Necesitamos ir más allá y explicitar, diseñar, experimentar y confrontar alternativas; debatir sobre el futuro y no más sobre el pasado (por mucho que siga siendo presente). Peter Senge describe de forma clara las que creo que deben ser las reglas de juego de la nueva educación en esta entrevista de El País aprovechando su paso por la Universidad Camilo José Cela, sobre el presente y futuro de la educación:

  • Comunidades de aprendizaje intergeneracionales e “indicisplinares”
  • Aprendizaje significativo y profundo basado en el trabajo sobre “lo que nos afecta”. Procesos situados que enfrentan problemas complejos
  • Tecnología al servicio de los procesos y de las personas
  • Transformación desde la escuela, liderada por pequeños equipos de profesores y directivos

No son las palabras de Senge, es su traducción a los términos y conceptos que hemos manejado en los proyectos que estoy implicado en los últimos tiempos. Son reglas que en realidad abren múltiples oportunidades porque la nueva educación es y será diversa y adaptada a las necesidades y deseos de personas diversas.

Lograr ese cambio será consecuencia de múltiples acciones, complicidades y alianzas. Es un cambio en marcha, aunque menos público que la crítica del problema y el debate sobre leyes y políticas, tan largo como poco efectivo.

La entrevista a Senge aparece casi a la vez que se hace público un proyecto que ofrece algunas herramientas para el cambio. La Aventura de Aprender  ha compartido sus guías didácticas; un proyecto coordinado por Antonio Lafuente y Patricia Horrillo que ofrece prácticas y herramientas para que las comunidades de aprendizaje puedan convertir sus problemas en proyectos. En síntesis para para trabajar y aprender sobre “lo que nos pasa”

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/algunas-reglas-y-herramientas-para-la-nueva-educacion/

Fuente de la imagen:http://juanfreire.com/wp-content/uploads/2017/01/guias_LADA.jpg

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La emergencia de los laboratorios ciudadanos

Juan Freire

Los laboratorios ciudadanos son la denominación que están recibiendo los entornos (una combinación de diferentes métodos, dispositivos e infraestructuras) puestos al servicio de la innovación ciudadana. Un laboratorio está diseñado para la escucha y la producción a través del prototipado, entendiendo además que los prototipos son a su vez dispositivos de escucha. Su enfoque es indisciplinar (lo amateur, lo interdisciplinar y las minorías son parte esencial), colaborativo y basado en comunidades de práctica. Por tanto podemos considerarlos como infraestructuras para que las comunidades puedan abordar retos de innovación y a la vez dispositivos que en su propia acción ayudan a visibilizar esas prácticas y por tanto a que los ciudadanos tomen conciencia de su papel, capacidad y responsabilidad en el abordaje de los problemas complejos que nos afectan.

Un laboratorio ciudadano utiliza diferentes dispositivos de escucha y prototipado y herramientas de interacción con las comunidades. En palabras de Antonio Lafuente podemos identificar 4 herramientas principales:

  • La convocatoria pública, como un mecanismo de comunicación de la misión del propio laboratorio, de atracción de personas interesadas, de conexión con comunidades ya existentes y, especialmente de escucha de las diferentes voces y sensibilidades que existen en la ciudadanía.
  • El prototipado, como proceso de producción experimental que constituye una poderosa herramienta de escucha dado que permite poner a prueba hipótesis e ideas y comprender en profundidad las perspectivas de los “afectados”.
  • La documentación, como parte esencial del proceso de trabajo y como forma fundamental de transferencia de conocimiento. Asegurar el código abierto tanto de los procesos como de los productos es la vía para asegurar el impacto futuro y el carácter recursivo y generativo del laboratorio y de lo que allí sucede (un recursive public en palabras de Christopher Kelty).
  • la mediación, un mecanismo amplio que opera de muchas formas, entre otras ayudando a incubar comunidades de práctica que nacen de forma orgánica o impulsadas por el propio laboratorio. En este sentido la función de mediación abarca roles diversos que van desde la acción pedagógica para hacer comprensibles los prototipos y proyectos al público en general, a coordinar y gestionar los trabajos que tienen que ver con los cuidados y lo reproductivo, o liderar procesos de investigación y producción.

Sin embargo, aunque el término laboratorio ciudadano es relativamente nuevo refleja prácticas y modelos institucionales que se han desarrollado en diversos contextos y que reciben nombres muy diversos. Una parte de los laboratorios ciudadanos nacen en el ámbito de la cultura digital y de las prácticas de las comunidades hacker. En este contexto nos encontramos hackerspaces, hacklabs, makerspaces, fablabs, medialabs … entornos donde las comunidades de práctica experimentan con las tecnologías digitales con reglas de juego que favorecen lo abierto y colectivo. Estas comunidades ha ido pasando progresivamente de tener un foco eminentemente tecnológico (el artefacto técnico como objetivo en si mismo) a centrarse en problemas “sociales” que requieren para su solución un desarrollo tecnológico (la tecnología como un medio y no como un fin en si mismo). Fenómenos similares, que podríamos definir como laboratorios ciudadanos, han sucedido y suceden en otros ámbitos del activismo y movimientos sociales, en colectivos artísticos y culturales o en comunidades científicas, por citar solo algunos casos.

Desde una perspectiva de políticas públicas, los laboratorios ciudadanos permiten abordar problemas con enfoques que no son posibles dentro de los marcos de actuación convencionales. Su carácter abierto, exploratorio y experimental los convierte en formas de 1) identificar problemáticas y procesos ciudadanos emergentes, y 2) producir nuevos marcos de actuación y herramientas para el abordaje y la solución de los problemas sociales. Pero esta doble función solo puede cumplirse si se preservan las características esenciales que describimos anteriormente; para ello el laboratorio debe ser protegido de presiones finalistas que amenacen la creatividad de los colectivos involucrados en la producción. En otras palabras, un laboratorio debe ser entendido como un contexto de aprendizaje y este debe ser el objetivo principal de sus actividades. La acción de prototipar tiene el propósito de colocar a los participantes ante la tesitura de obligarse a entender bien los problemas y, por tanto debe favorecer los equipos heterogéneos capaces de conectar con los afectados y las soluciones de bajo coste que antepongan el beneficio de la comunidad sobre cualquier otra circunstancia. Un laboratorio ciudadano o de prototipado es por tanto un espacio para la crítica donde los participantes son impelidos a explorar las consecuencias potenciales de lo que producen y donde necesariamente se dedica mucho tiempo a desplegar habilidades de escucha.

Este post es la continuación de La crisis de las políticas públicas tradicionales e Innovación social vs. Innovación ciudadanaEste texto fue parte de mi aportación al proyecto CO-LAB, Laboratorio de Innovación Ciudadana del Concello de A  Coruña y como el anterior está basado en las aportaciones de Marcos García y Antonio Lafuente.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/la-emergencia-de-los-laboratorios-ciudadanos/

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Innovación social vs. Innovación ciudadana

Juan Freire

La innovación social, como concepto, se ha popularizado a remolque del crecimiento en el mundo empresarial de la importancia de la innovación. En su fase inicial la innovación empresarial se concibió siempre como innovación tecnológica y como parte de un proceso lineal y ordenado, conocido con I+D+i, donde tras un proceso de investigación básica se da el desarrollo de una solución técnica que finalmente se convierte en una innovación cuando se impacta a la sociedad al ser comercializada. La innovación social venía a reclamar la existencia de procesos de innovación que no tenían un objetivo comercial, al menos principal, y que buscaban sobre todo el impacto social (o sea la resolución de problemas que afectan a personas y colectivos).

Esta visión de la innovación social tuvo la virtud de reconocer formas de innovación que hasta ese momento eran invisibles dado que no generaban rentabilidad económica directa. Sin embargo, siguió manteniendo un marco de actuación lineal y en el que son los expertos los que buscan soluciones para los afectados. Este enfoque ha recibido recientemente la denominación de solucionismo tecnológico referido en concreto a las prácticas propias de los entornos de élite tecnológica y empresarial, y en particular a su máximo exponente Silicon Valley, que desarrollan soluciones generales y genéricas que imaginan que pueden resolver problemas sociales globales de una forma sencilla y meramente tecnológica. Esta exacerbación de la ingenuidad tecnológica entiende el mundo poblado de problemas agudos y sencillos que admiten soluciones técnicas pero a su vez su propia acción va generando nuevos problemas derivados. Pero este “solucionismo” no es nuevo ni patrimonio del mundo de la tecnología, el mundo de la cooperación internacional ha estado asentado sobre el modelo “do-good” en que las soluciones “occidentales” se implementan en los países en desarrollo sin atención a la comprensión de lo local y la participación activa de las comunidades de afectados. Pero esta forma de actuación no solo sucede en la cooperación internacional, algo similar puede observarse en todas las escalas geopolíticas, incluso cuando analizamos la actitud de nuestros “centros de innovación”, aquellos que se sitúan en el mundo desarrollado (como universidades, centros tecnológicos etc), respecto a los problemas de la sociedad de la que forman parte.

En paralelo, las corporaciones han desarrollado su propio enfoque social, que han denominado Responsabilidad Social Corporativa, y que sigue los mismos criterios que la innovación social tradicional además de desconectar por completo los objetivos de negocio con los sociales de la organización, lo cual ha sido el caldo de cultivo de incoherencias constantes y una forma de preservar un status quo más que trabajar por la transformación social.

Frente a este concepto de innovación social, se sitúa con fuerza creciente la innovación ciudadana o cívica. No se trata de un simple cambio de etiqueta sino de un enfoque diferente para la generación de innovación con impacto social.

Por una parte, mientras la innovación social se sitúa en los márgenes de la innovación principal (empresarial o comercial), la innovación ciudadana reconoce que innovar es una parte de nuestra idiosincrasia humana y por tanto toda la ciudadanía puede y debe estar implicada. Y dentro de este marco de una sociedad innovadora una parte se realiza con un objetivo empresarial, pero la mayor parte de la innovación no se organiza por razones comerciales (ni por eso mismo es registrada en la mayor parte de métricas convencionales).

Por otra parte la innovación ciudadana opera de otro modo y cuenta con dos ingredientes básicos:

  • Frente al solucionismo basado en enfoques genéricas y en colocar a la tecnología y algoritmos en en el centro de las cadenas de valor, la innovación ciudadana desarrolla enfoques locales o situados que diversifican la innovación al adaptarla a las condiciones locales y colocan a las personas en el centro de las cadenas de valor.
  • Frente al enfoque basado, casi en exclusiva, en expertos disciplinares, la innovación ciudadana trabaja con enfoques inclusivos en que los afectados trabajan de forma activa con expertos de diversas disciplinas (lo que ha venido a llamarse el enfoque “indisciplinar”) en la producción de soluciones. Por tanto, mientras la innovación convencional utiliza métodos de diagnóstico basados en expertos para la comprensión de los problemas que aborda, la innovación ciudadana desarrolla mecanismos de escucha basada en la inmersión y participación activa.

En síntesis la innovación ciudadana entiende la innovación como un proceso colectivo que forma parte de la propia naturaleza humana y que se asienta sobre la capacidad de escucha y sobre lo indisciplinar y que actúa siempre de modo situado. Esta innovación es la que puede abordar los problemas crónicos de una forma orgánica. Por tanto la innovación ciudadana no es algo susceptible de ser planificado ni forzado pero si existen mecanismos que pueden impulsarla por medio de su visibilización, de la toma de conciencia de las personas y de la creación de infraestructuras a su servicio.

Este post es la continuación de La crisis de las políticas públicas tradicionales y ambos introducen a los laboratorios ciudadanos que abordaré en futuros textos. Este texto fue parte de mi aportación al proyecto CO-LAB, Laboratorio de Innovación Ciudadana del Concello de A  Coruña y como el anterior está basado en las aportaciones de Marcos García y Antonio Lafuente.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/innovacion-social-vs-innovacion-ciudadana/

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La crisis de las políticas públicas tradicionales

Juan Freire

Todas las señales apuntan a que nos encontramos en el medio de una profunda crisis social y política con consecuencias aún por comprender y que impactan desde la escala global a la más local. Las disrupciones continuas provocadas por la tecnología digital; la creciente brecha entre políticos, gobernantes y gobernados; la emergencia de nuevas voces y activismos; los problemas emergentes que no se pueden clasificar en las categorías sectoriales a las que está acostumbrada la tecnocracia … Todos estos son componentes de esa crisis que contiene elementos dramáticos dado que afecta a nuestra sostenibilidad como sociedad y también a nuestra capacidad de mantener la esperanza. Pero quizás, en lo que nos sucede esté también la semilla de una nueva esperanza que nos hace seguir trabajando por un futuro diferente: los ciudadanos ya no aguardan pasivamente el cambio y, a la vez que reclaman, han aceptado su papel protagonista y actúan para ser ellos mismos el propio cambio.

En este contexto incierto, abierto, complejo y paradójico existen dos preguntas esenciales cuya respuesta definirá la razón de ser de las instituciones públicas en los sistemas democráticos:

  • ¿cómo se puede escuchar de modo efectivo las innumerables voces de personas y colectivos diversos que reclaman su derecho a participar activamente en la vida pública?
  • ¿cómo se desarrollan políticas públicas para afrontar los nuevos, y viejos, retos que no admiten soluciones simples ni solamente técnicas?

Los instrumentos tradicionales utilizados por las instituciones públicas parecen incapaces de hacer frente a esos retos, e incluso en ocasiones pueden ser considerados parte de la causa de los problemas a que nos enfrentamos:

1. La planificación

La planificación tuvo su razón de ser en un mundo estable en que un grupo de expertos dotados de conocimiento técnico y de la información necesaria eran capaces de realizar predicciones y diseñar acciones para moldear el futuro de acuerdo con ciertos objetivos. En un mundo incierto el valor de la predicción se reduce drásticamente conforme sus resultados se hacen menos fiables. Si planificar ya no es el camino, la alternativa es laexperimentación continua. Donde no llegan los planes precisamos modelos que planteen hipótesis sobre la realidad y permitan ser sometidos a prueba mediante experimentos. Las prácticas habituales de la ciencia, el diseño de productos o el desarrollo de software se han convertido en el marco general de intervención. Experimentar es aprender y solo un aprendizaje institucional continuo puede permitir hoy en día encontrar soluciones reales a los problemas.

2. Los expertos

Los expertos, que configuran la tecnocracia al servicio de las instituciones públicas, se han especializado en la resolución de lo que podríamos denominar problemas agudos. Aquellos problemas bien definidos y que admiten una solución basada en la aplicación de un conocimiento técnico normalmente disciplinar. Sin embargo, en las últimas décadas estamos tomando conciencia de que la mayor parte de problemas que nos afectan como sociedad sonproblemas crónicos y complejos; problemas que tenemos dificultad incluso para definir y que no admiten una solución disciplinar. Se ha acuñado el término “wicked problem” (problema retorcido) para identificar estos problemas difíciles o imposibles de resolver dado que no se pueden formular por completo y a la vez cualquier solución es siempre parcial dado que las condiciones son cambiantes y/o la misma solución implica también impactos negativos. Los problemas complejos o “retorcidos” son en este sentido crónicos, precisamente por no contar con una única solución o más bien porque cualquier solución resuelve ciertos aspectos pero genera otros impactos negativos.

Por otra parte este tipo de problemas plantean retos metodológicos dado que, al no estar definidos por completo, solo se pueden comprender mediante la inmersión y por tanto solo cuando nos afectan porque somos parte activa del propio proceso. Los expertos y planificadores abordan los problemas bien definidos mediante diagnósticos basados en conocimiento “profesional”. Los problemas complejos y crónicos requieren de escucha. Comprender las diferentes perspectivas y ángulos de un contexto requiere de diversidad en las voces participantes. Esta diversidad no se restringe solo al conocimiento profesional ni es suficiente la multi- o inter-disciplinariedad. Se necesitan las voces de los afectados, de la ciudadanía, que construyen (la percepción, la definición) del problema junto con las de los expertos y los responsables de su gestión. Además la comprensión del problema ya no puede ser un proceso únicamente de reflexión intelectual; no lo hacemos solo recopilando la información disponible que es sometida a análisis. Dado que el conocimiento tácito y las cuestiones subjetivas y emocionales son partes esenciales solo pueden ser aprehendidas desde la acción. Por tanto la experimentación, el prototipado, ya no es solo una herramienta para encontrar soluciones efectivas, es a la vez un proceso de escucha activa.

3. Las mayorías

Las instituciones públicas han trabajado habitualmente para las mayorías, pero ¿cuáles son las mayorías hoy en día en un mundo en que las personas ya no pueden ser clasificadas en categorías sencillas? El reconocimiento de las múltiples minorías y de la enorme diversidad de nuestra sociedad es una obligación ineludible. Pero además, la alteridad es una herramienta fundamental para un abordaje inclusivo y efectivo de los problemas. No se puede comprender lo que nos pasa como sociedad  sin escuchar activamente la diversidad de voces afectadas y la diversidad de saberes relacionados. Por tanto,  los problemas y puntos de vista de las minorías deben ser incorporados tanto por razones, esenciales, de justicia social como para lograr la mejora del propio proceso de diseño e implementación de políticas públicas (y podríamos decir que de cualquier tipo de “política”, también las estrategias empresariales o las de comunidades y organizaciones cívicas).

En este sentido la aportación del feminismo no se restringe solo a defender los derechos de las mujeres como un grupo social (en este caso además mayoritario) sino que la aplicación de sus valores genera una sociedad más justa e inclusiva para todos sus miembros. Del mismo modo, por poner solo otro ejemplo, el diseño urbano pensado para los colectivos con diversidad funcional produce ciudades más habitables de las que se benefician todos sus habitantes, más allá de su situación particular.

4. Lo público y lo privado

El contexto socio-económico y político en que hemos habitado en las últimas décadas se basa en asumir la existencia de dos únicos entornos complementarios de propiedad y gobierno de los recursos y de las personas: el público y el  privado. Paradójicamente este marco mental que nos ha guiado ha olvidado el entorno común o pro-común, el de las formas de gobernanza y gestión que se desarrollan, o pueden desarrollarse, de forma autónoma y colectiva por la ciudadanía sin necesidad de intervención de lo público ni de privatización. Desde la década de 1990 el desarrollo de Internet, debido en buena medida a recursos e infraestructuras comunes, ha revitalizado este modelo que poco a poco ha ido resurgiendo y expandiéndose a ámbitos no digitales. El pro-común no es una forma alternativa de gobernanza que se opone a lo público o a lo privado sino un sistema complementario que se desarrolla en diálogo, y fricción, continuos con los otros entornos.

Abandonar el marco simplista público-privado implica una devolución de capacidades de gestión y gobierno autónomos a la ciudadanía y de la reinvención de las relaciones y reglas de juego para la convivencia fructífera de los tres entornos. Las políticas públicas, en este contexto, deben pasar de ser únicamente finalistas y atentas a la “resolución” efectiva de necesidades y problemas para convertirse en posibilitadoras a modo de infraestructuras que empoderen individual y colectivamente a los ciudadanos para que puedan decidir y actuar sobre sus propios problemas. Este cambio no está exento de riesgos importantes. Quizás el mayor es que sea utilizado por la política para justificar reducciones de inversiones y del propio papel de lo público trasladando responsabilidades a la ciudadanía sin ningún tipo de contrapartida. Bien al contrario, asumir el papel del pro-común y los nuevos roles de la ciudadanía implica un cambio en las funciones de las instituciones públicas que no necesariamente implican una reducción de su tamaño, pero si una mayor agilidad, flexibilidad y eficacia.

Podríamos resumir que las políticas públicas tradicionales basadas en la planificación, los expertos, las mayorías y una estructura público-privada han mostrado su utilidad pero también sus limitaciones que se han hecho aún más evidentes en el nuevo contexto social. Sin entrar a debatir si estas políticas tradicionales deben seguir existiendo y cual debe ser su alcance, el nuevo marco hace necesario al menos que surjan nuevas políticas públicas, y nuevas formas de hacer políticas públicas, que pasan por un enfoque experimental que permita trabajar de forma horizontal a ciudadanos, expertos y técnicos abordando problemas complejos y reconociendo la diversidad social como una oportunidad para generar políticas más inclusivas y sostenibles, en resumen para construir realmente una sociedad en común.

La innovación ciudadana y los laboratorios ciudadanos (como dispositivos para promoverla) emergen como una forma de hacer operativa la esperanza en ese futuro y sobre los que hablaremos en próximos textos.

Este texto fue parte de mi aportación al proyecto CO-LAB, Laboratorio de Innovación Ciudadana del Concello de A  Coruña. El texto no es original, posiblemente tampoco un plagio en sentido estricto, dado que vuelca, posiblemente de forma torpe e imperfecta, lo que he aprendido durante años de muchas personas y en especial de Marcos García, Director de Medialab Prado (MLP), y Antonio Lafuente, coordinador del Laboratorio del Procomún de MLP y científico de Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/la-crisis-de-las-politicas-publicas-tradicionales/

Fuente de la imagen: http://juanfreire.com/wp-content/uploads/2017/02/umncjq4kpca-chuttersnap.jpg

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La transformación provocada por lo digital

Juan Freire

“Transformación digital” se ha convertido en el concepto de moda entre consultoras y corporaciones en los últimos tiempos. Cuando escarbamos un poco en lo que se propone detrás de esta idea, nos encontramos muchas veces con cambios básicos que aluden más a cuestiones instrumentales que a transformaciones culturales. Al final se propone que las organizaciones de hoy asuman prácticas que son ya habituales en las vidas y relaciones personales, y para muchos profesionales y pequeñas organizaciones desde hace bastantes años. Por poner solo un ejemplo ya en 2010 discutíamos algunas cuestiones, Escenarios de un futuro postdigital, que ahora solo se vislumbran como una futura “fase 2” de los procesos de transformación digital que están en marcha.

Es evidente que “transformación digital” es el nuevo servicio estrella que comercializan un sinnúmero de consultoras de todo tipo, como las que se dedican a estrategia e innovación pero también aquellas otras que hacen comunicación, marketing o incluso liderazgo o coaching. Esta tendencia comercial refleja una realidad que no podemos obviar: que muchas organizaciones están aún en una fase de cambio digital incipiente y por el camino han dejado pasar quizás 10 años de oportunidades.

Las consultoras abordan esta oportunidad con su modelo de negocio convencional. Bajo un discurso de transformación, ofrecen en realidad cambios pequeños e incrementales fáciles de afrontar por sus clientes. La contrapartida es que esas organizaciones que contratan sus servicios se hacen dependientes y necesitarán (o creerán necesitar) su acompañamiento durante un proceso muy largo. Esta “propuesta de valor” además encaja perfectamente con la posición conservadora de muchas organizaciones que esconden el miedo o la incapacidad para transformarse detrás de un discurso público que abraza la innovación .

Si una organización se plantea como retos en 2017 eliminar papel, gestionar sus datos y documentos en la nube, utilizar aplicaciones colaborativas o abandonar el correo electrónico, por poner solo algunos ejemplos, está en realidad muy lejos de incorporar la realidad post-digital en la que debe vivir para ser realmente competitiva. No es que estos retos instrumentales no sean necesarios … pero no son ni mucho menos suficientes y por tanto deben ocupar solo una pequeña parte de la agenda de transformación.

La “transformación digital” esconde el verdadero reto que tiene que ver más con la “transformación provocada por lo digital”. En este contexto y como parte del trabajo que estamos realizando en el equipo de EduCaaS, y en especial con David Lareo, abordamos la cuestión de la transformación digital de la educación planteándonos si necesitamos nuevos entornos digitales. Este posicionamiento tiene aplicación directa más allá del ámbito educativo dado que, si pensamos en un aprendizaje activo y en equipo, la educación busca ser tan real como la vida misma y por tanto no existen demasiadas diferencias en lo que necesita una persona y un equipo que aprenden y lo que necesita cualquier profesional y organización. Nuestra perspectiva plantea la hipótesis de que:

… si los necesitamos [nuevos entornos digitales] siempre que promuevan la independencia, “libertades”, y capacidad de acción de los que aprenden y siempre que su diseño esté pensado desde la perspectiva de que las prácticas mediadas digitalmente se modifican, a veces radicalmente, respecto a sus versiones completamente analógicas.

En nuestra opinión deberíamos redefinir la transformación digital en términos de soberanía y autonomía digital de personas, equipos y organizaciones. Este objetivo pasa porque los individuos y colectivos tengan capacidad de control sobre sus aplicaciones, sobre sus infraestructuras y sobre sus datos. Es casi imposible lograrlo moviéndose solo en un entorno extraordinariamente complejo de proveedores que ofrecen servicios asimétricos donde ellos saben que hacemos nosotros, pero nosotros no sabemos buena parte de lo que ellos hacen … con nuestros datos y contenidos y con sus algoritmos y su código. La tecnología si importa y, por tanto, debemos retomar el control, elegir proveedores, infraestructuras y aplicaciones abiertos que nos permitan conocer y manejar algoritmos y código, y producir contenidos y datos sobre los que mantenemos ciertos controles. En los casos en que necesitemos seguir trabajando con proveedores asimétricos debemos plantearnos que cesiones y bajo que reglas de juego lo haremos.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/la-transformacion-provocada-por-lo-digital/

Fuente de la imagen:http://juanfreire.com/wp-content/uploads/2017/01/postDig_COMBO2.jp

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Las máquinas inteligentes, los bárbaros y la educación

Juan Freire

1. Máquinas inteligentes y el fin del mundo que conocemos

Los anuncios del “final del trabajo” son cada vez más frecuentes y las evidencias que lo demuestran más sólidas y preocupantes. Nos encaminamos a un futuro muy próximo donde el trabajo será escaso, lo cual nos sitúa ante al menos dos retos enormes: como afrontar la desconexión entre trabajo y sostenibilidad económica de las personas y que funciones continuaremos desarrollando los humanos en ese mundo.

Sobre el primer reto, debemos empezar a pensar en marcos diferentes dado que para entender el nuevo escenario muy probablemente ya no valen los enfoques ideológicos y éticos tradicionales. A modo de ejemplo la renta básica se ha convertido en bandera de Silicon Valley, aunque la iniciativa presenta muchos matices.

En lo que respecta al papel de las personas, nos lleva a pensar sobre la educación como la única solución: es esencial entender qué, cómo y para qué aprender en la era de las máquinas inteligentes. Existen múltiples respuestas que en todos los casos intentan identificar lo que nos hace únicos como humanos y por tanto definir cuales serían las funciones que no pueden ser reemplazadas por máquinas y algoritmos. Un reciente libro propone un espacio de humanidad en el trabajo muy sugerente: “Work that involves courage and counterintuitive ideas won’t be taken away from humans”.

Daniel Goleman y Peter Senge, en The Triple Focus, describen con claridad los nuevos perfiles profesionales destinados a liderar el futuro de las organizaciones:

Las empresas necesitan personas que piensen por sí mismas, que se automotiven, sean autodidactas y que puedan trabajar en equipo de forma efectiva, especialmente cuando se enfrentan a problemas realmente complejos.

En este momento de cambio, es una buena noticia que empresas y sociedad necesiten personas equipadas con las mismas competencias y valores. Por supuesto, siguen existiendo empresas que buscan perfiles técnicos muy específicos destinados a cumplir funciones concretas que probablemente sean reemplazadas por máquinas en breve. Pero más allá de esta necesidad coyuntural, que no debería ser la referencia a la hora de rediseñar la educación, la sociedad y las organizaciones precisan ahora de nuevos líderes capaces de trabajar al servicio de lo colectivo y de afrontar retos en un entorno de incertidumbre.

2. La falsa modernidad del status quo

Por tanto, como sociedad debemos repensar modelos y actuar construyendo nuevas propuestas para el aprendizaje de forma quede ciudadanos y profesionales sean realmente útiles y además se sientan motivados en su trabajo y en su papel cívico.

Quizás por esta razón vivimos en los últimos meses dos obsesiones paralelas de los medios de comunicación: por el fin del trabajo y por el cambio educativo. Una burbuja mediática que no se acompaña de propuestas realmente diferentes; mas bien branded content de los agentes convencionales que quieren aprovechar la oportunidad para vender y venderse como una apariencia de cambio. Un cambio cosmético que resulte cómodo para todos y en realidad deje las cosas como siempre pero con nuevos nombres, mobiliarios diferentes … apariencia de cambio para evitar que los verdaderos “bárbaros” transformen la realidad.

La portada de El País del 29 de Mayo es un buen ejemplo al anunciar que “La educación vive una revolución que exige consenso y cambios en la organización de los centros y la formación de los docentes”. Consenso, centros y docentes se anuncian como las bases del supuesto cambio. Pero en realidad resulta muy difícil construir algo verdaderamente nuevo a partir de esas bases. Se puede cooperar con el sistema, y ayudar a su transformación, pero desde la disrupción (no desde el consenso), la autonomía (y no desde los centros) y con nuevos agentes (y no sólo ni principalmente los docentes actuales). Otra cuestión es si docentes y centros son capaces de cambiar radicalmente; pero esto afecta mas a su propio futuro que al de la educación.

De hecho, más allá del bullicio mediático, existen en realidad poco modelos realmente nuevos y su impacto es por el momento muy limitado. Incluso algunos de esos “nuevos modelos”, como la finlandesa Team Academy, llevan ya casi 25 años de práctica … casi tres décadas en que el mundo se ha transformado de manera dramática

3. Emprendimiento y pensamiento crítico

En nuestra opinión la verdadera transformación nace de la interacción de dos mundos aparentemente alejados: el emprendimiento y el pensamiento crítico. El emprendimiento ha vivido quizás su burbuja, pero llega el momento de la madurez donde debe demostrar su verdadero valor y potencial como herramienta de cambio. Hemos de reivindicar el emprendimiento como herramienta de aprendizaje y actitud ante los desafíos y no solo como un objetivo final. Más allá del emprendedor como creador de startups, Goleman y Senge definen un perfil más interesante: personas con actitud y competencias emprendedoras capaces de convertir ideas en realidad liderando equipos. Del mismo modo, el Presidente delTecnológico de Monterrey, Salvador Alva, iniciaba su conferencia en el Congreso Internacional de Innovación Educativa explicando como el pensamiento crítico es la competencia más apreciada por las organizaciones más innovadoras.

Los problemas realmente complejos, aquellos en que las relaciones causa-efecto solo se pueden comprender retrospectivamente y que solo pueden ser abordados desde las prácticas emergentes, seguirán siendo un ámbito reservado a la inteligencia y acción humana. Y su abordaje solo puede darse con la mezcla de pensamiento crítico y actitud y habilidades emprendedoras.

4. Los bárbaros y la educación post-digital

¿Quiénes son los bárbaros? los destinados a transformar el mundo en que vivimos desde la irreverencia y propuestas disruptivas. La denominación de bárbaros proviene del libro deAlessandro Baricco, donde defendía la tesis de que “estamos asistiendo a una transformación de la cultura y de los valores que hasta ahora marcaban las pautas de las sociedades desarrolladas”. Y efectivamente, sucesivas “hordas” de bárbaros, impulsados desde la disrupción digital, han ido desbaratando diferentes sectores, desde la cultura o los medios de comunicación a la política o el transporte público. La educación ha salido, hasta el momento, aparentemente indemne. Posiblemente su resistencia se deba a sus barreras de entrada y a las dificultades que oponen superestructuras muy tradicionales y fuertemente atrincheradas en su status social y político. Pero hace poco se anunciaba que la mitad de las universidades desaparecerán en 10 años. Nuevos bárbaros llegan para desbaratar la educación convencional y provocar una transformación radical. ¿Desde dentro o desde fuera? Eso dependerá de la capacidad de entender la inevitabilidad de este futuro inmediato por parte de las instituciones tradicionales.

Como en ocasiones anteriores, los bárbaros deben trabajar desde una comprensión profunda del presente y desde la irreverencia. Tomar todo lo bueno del pasado y hackearlo con lo nuevo para crear modelos y procesos radicalmente diferentes y por tanto adaptados a un mundo que tiene poco que ver con el de hace 10 años, no digamos ya con el del siglo pasado.

Los bárbaros, el libro de Alessandro Baricco, será por todas estas razones una lectura esencial del área de pensamiento crítico de XTribe.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/maquinas-inteligentes-barbaros-educacion/

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