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Chile debe educar a Chile

Por: María Victoria Peralta.

En estas últimas semanas con motivo de la cuarentena que deben mantener las familias chilenas para el resguardo de su salud, una nueva situación se ha presentado a nivel nacional: el desarrollo del año escolar en los hogares.

No es menor el tema, cerca de 4 millones de párvulos, escolares y jóvenes están en sus viviendas y bajo variadas condiciones tratando de realizar algún tipo de actividad que no los lleve a perder el año de estudios.

Por supuesto, las diferencias y las enormes brechas se presentan una vez más.

Unos están en cómodas casas, con buenos computadores y conexiones, pudiendo recibir clases on line casi igual que de manera presencial y siendo parte de todo tipo de plataformas y experiencias virtuales que enriquecen su formación.

Otros, la mayoría del país (municipales y particulares subvencionados 88%), están en estrechos hogares, con familias muy comprometidas por el sustento diario, con alguna forma precaria de equipamiento y conexión  en el mejor de los casos, tratando de subirse a la plataforma del MINEDUC  “Aprendo en línea” o comunicándose con algunos de sus profesores o compañeros para tratar de hacer alguna actividad escolar. Y ya llevamos un mes así.

Esta situación ha llevado a que diversas organizaciones sociales lideradas por el Colegio de Profesores, impulsemos una petición nacional para que la televisión abierta, pública y privada, se ponga al servicio del país, y realice televisión educativa en algún horario adecuado.

Todos los hogares tienen televisión, por lo que se puede llegar a todos los estudiantes por este medio.  Ello, es un tema “ético” ha dicho el profesor Aguilar, y en efecto, lo es.

El Mineduc, el Consejo Nacional de TV y algunas organizaciones han estado trabajando en iniciativas que se valoran, pero es necesario un impulso mayor y sistémico por parte de todos quienes tenemos responsabilidades para que esta iniciativa se haga realidad.

Sabemos las dificultades que tiene la televisión comercial en estos momentos y los problemas que están pasando muchas empresas, pero qué buen rating e inversión es la de 4 millones de espectadores y sus familias. Hay que pensarlo.

Ya es hora de que Chile, dentro de toda esta tragedia que estamos viviendo ponga al centro de su quehacer la educación de las nuevas generaciones, que es en definitiva la razón para la cual queremos salud, vida y sustento. Es el “para qué” de todo nuestro actuar.

Por cierto, los objetivos y contenidos oficiales priorizados para cada nivel educativo deben estar en esta propuesta, aprovechando mucho de las clases que ya están hechas televisivamente en el país y en el extranjero, pero también debemos avanzar para realizar ese gran cambio que deseamos hace mucho de la educación y que no hemos logrado instalar.

Es central propiciar una formación más humana, centrada en valores, en el bien común, en formación ciudadana, en el desarrollo sostenible o en estilos de vida saludable, que es todo lo que nos está fallando en nuestra sociedad.

Por eso, nuestra propuesta es organizar un “Chile Educa a Chile”, donde en un diseño sistémico y articulado, se integren en torno a una televisión educativa en los canales abiertos y de cable, los diversos agentes educativos y se ofrezca a la comunidad en forma generosa, sin personalismos que es lo que nos divide, sino como una tarea social de todos.

Por supuesto que los responsables “oficiales” deben encabezar esta red, y abrirse a los otros protagonistas, los que están en la realidad del diario vivir, y a su vez el mundo empresarial, debe disponerse a ceder espacios televisivos y patrocinar otros nuevos, que pueden ser muy vistos.

Por eso, el Chile debe Educar a Chile como título de esta columna, tiene que transformarse a la brevedad en el “Chile Educa a Chile”, sin más dilaciones.

Podemos hacerlo dejando ciertos protagonismos y uniéndonos en esta causa por nuestros niños, niñas y jóvenes, el Chile de hoy y del mañana, que no puede farrearse una mejor educación.

Fuente del artículo: https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/chile-debe-educar-a-chile/2020-04-13/112734.html

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Las desigualdades del sistema educativo

En estos días con motivo de la rendición de la que es la última PSU, ha vuelto a la discusión los cuestionamientos sobre la segregación que existe en el sistema educativo chileno y las situaciones desiguales que enfrentan los estudiantes al someterse a esta prueba, lo que es efectivo, asumiendo además que ya quedaron muchos en el camino y otros quedarán después de darla.

Ello, porque muchos no pudieron incorporarse a un pre-universitario pagado que trate de “tapar” los muchos hoyos que ha tenido su formación en educación básica y media, lo que les ha impedido tener una verdadera progresión en los estudios, y también por las muchas necesidades que el medio familiar, comunitario y escolar no siempre ha podido compensar.

¿Y cuáles son estas necesidades o carencias que el sistema educativo debe hacerse cargo y que no lo hace, en especial, en los sectores más desventajados?

Los problemas empiezan en el hogar y en la educación parvularia. Sin desear estigmatizar las dificultades que existen en las familias de escasos recursos materiales, en las cuáles hay muchos ejemplos de superación, lo cierto es que sabemos que la mayoría de ellas están encabezadas por una jefa de hogar que es la proveedora, y, por tanto, tiene que trabajar todo el día.

A sus 8 horas laborales externas, debe agregar las de desplazamiento que hacen sumar 2 más, y todo el trabajo en el hogar.

¿Cuánto tiempo le queda para tener momentos de esparcimiento con sus hijos, regalonearlos, jugar con ellos y “hablarles”?  Por todo ello, es que la jornada laboral de 40 horas era importante.

Pareciera extraño, resaltar el “hablarles”, pero múltiples investigaciones en Chile y en todo el mundo muestran que aquellos niños y niñas cuyas madres les hablan de asuntos que tienen interés para ellos, tienen mayor lenguaje y les va mejor en el rendimiento escolar.

Se ha medido también que párvulos de sectores populares tienen un tercio de las palabras de niños de sectores acomodados, que tienen un medio más letrado y oportunidades de todo tipo en sus familias y/o sustitutos que les cantan, leen, los sacan a pasear y conversan con ellos.

En este contexto la educación parvularia debería compensar algunas de estas carencias y lo hace, pero en parte. Las condiciones no siempre son las mejores como lo hemos señalado muchas veces en este espacio.

La posibilidad de interacciones afectivas y cognitivas de calidad que son las instancias donde se favorecen los aprendizajes valiosos  de los niños y niñas, están limitadas en los jardines infantiles – entre otros – por el inadecuado coeficiente existente de adulto-niños que se acrecienta por las licencias médicas del personal.

A ello se suma  la enorme burocratización en que se ha convertido la práctica docente y también por la equívoca sobreescolarización del nivel, que lleva a favorecer aprendizajes limitados, y no los valiosos:  el pensamiento, la creatividad, el trabajar con otros, el resolver problemas, entre otros, siempre acorde a su ser de niños y niñas.

Si la vida de un estudiante comienza así, ¿cómo sigue en educación básica y secundaria? Las discontinuidades en áreas como matemáticas, física o química, por ejemplo, son frecuentes.

“Mala base” dicen los padres y así continúan año tras año y llegan a dar la PSU. Pocos se preocupan de cambiar la metodología y superar estos aprendizajes, “Hay que pasar los contenidos de cada año”, dicen, los no logrados anteriores parece que no importan.

Por lo dicho y mucho más, urge no sólo una reforma del sistema educativo; ello no es suficiente, es un repensar e instalar un sistema más humano de educación donde los aprendizajes y necesidades de cada niña y niño, sean el eje del quehacer familiar y escolar, implica formar una sociedad educativa.

En este Chile de hoy que tenemos que reconstruir, la educación debería ser uno de los pilares centrales de instalar, y debiera ya empezar a trabajarse, y no sólo frente a los estallidos de diverso tipo que hemos tenido y que vamos a tener posiblemente en este sector, que no da más en su forma y fondo actual.

Hay que revisar todo: fines, principios, instituciones, agentes, normativas, coordinaciones, insumos, etc., con participación de todos los sectores con capacidad de diálogo y altura de miras.

Ojalá que aprovechemos este momento histórico para hacerlo, es la única forma de tener un Chile mejor.

Fuente del artículo: https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/las-desigualdades-del-sistema-educativo/2020-01-08/114512.html

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Para el nuevo Chile, una mejor educación

Por: María Victoria Peralta. 

En estos complejos días aún de incertidumbres y de búsqueda de las mejores propuestas y caminos para avanzar en justicia social en nuestro país, han tenido lugar diversas formas de recibir la opinión ciudadana tanto en encuentros reales como virtuales. Cabildos, asambleas, encuestas diversas, se han realizado tratando de recoger el sentir y pensar de las chilenas y los chilenos.

Los temas han surgido de diversas formas: unos han sido propuestos y otros han emergido de los propios autoconvocados, conociéndose resultados aún parciales y difíciles de sistematizar en un corpus común dadas las diversas metodologías empleadas y su extensión nacional.

En estos primeros intentos de síntesis, se observan ciertas tendencias: los temas salariales, previsionales y de salud, parecen puntear las inquietudes ciudadanas. Los referidos a educación también aparecen, pero en menor grado y centrados básicamente en cómo superar problemas económicos como el CAE, o los sueldos de los profesores. (ver Chilecracia.org)

Pero la educación chilena tiene muchos problemas que resolver en términos de cobertura, equidad, gestión, calidad, pero sobre todo en los temas de fondo, qué tipo de educación deseamos favorecer para propiciar una mejor sociedad, más justa, más humana y que aporte al bienestar de todos.

En estas columnas, hemos sido reiterativos a lo largo del tiempo, de la necesidad de repensar la educación, los hechos producidos son una muestra más de lo urgente que ello era y es.

Si bien hay sectores importantes de jóvenes y adultos que han demostrado actitudes ciudadanas de participación, solidaridad, responsabilidad, respeto a las diversidades, cuidado de los bienes públicos, entre otros, también observamos otros grupos menores, pero con mucha fuerza, en los cuales estos valores no se observan mayormente cayendo en la anarquía, en la insensibilidad o en la desidia.  Y todo ello, no es producto de un actuar aislado y tampoco es unicausal; estos jóvenes y adultos también han tenido una familia que se supone que ha sido la formadora y orientadora principal en sus vidas y han pasado por diversas “escuelas” como instituciones educativas extrafamiliares que se supone que aportan también en lo formativo.

Señalamos esto, porque las injusticias y estancamientos sociales no existen per se, aunque sea de perogrullo decirlo; los generan condiciones, personas e instituciones en los diferentes ámbitos del quehacer perpetuando intereses o visiones de ciertos grupos, que no siempre tienen presente el avance social y el bien común.

Por lo expresado, se hace necesario revisar profundamente el sistema educativo que tenemos y sus múltiples actores, expresiones y extensiones políticas, leyes, normativas, Consejos, Agencias, Intendencias, Centros, etc., junto con los sistemas de financiamiento, monitoreo y evaluación, y lo más de fondo, las definiciones curriculares.

Estas últimas expresadas en bases, programas, recursos didácticos, conllevan visiones sobre el tipo de sociedad y de las personas que son muchas veces parciales y restrictivas y que se contradicen con las grandes aspiraciones que pretendemos.

Sin la revisión del aparataje educativo en su conjunto, seguirán perpetuándose las inequidades, la pasividad, la falta de diálogo y reflexión, la educación sesgada y discriminatoria; en fin, todo lo negativo de lo que hemos sido testigos desde hace décadas y que hoy aflora brutalmente.

Chile necesita una mejor educación acorde al proyecto país que queremos, y si bien es cierto que hay urgencias para muchos en el plano del diario vivir, no puede quedarse la revisión del nuevo Chile, sólo en eso.

Por ello, con el pensar de todos, incluyamos en la nueva Constitución y en sus derivados a elaborar, la educación como un Derecho social con cualidades realmente humanas en todos los niveles del sistema educativo, como eje central de las aspiraciones ciudadanas, para un Chile mejor.

Sólo así, podrán las nuevas propuestas sociales sostenerse y desarrollarse en su plenitud.

Fuente del artículo: https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/para-el-nuevo-chile-una-mejor-educacion/2019-11-15/085121.html

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Los modelos extranjeros en educación parvularia que realmente inspiran

Por: María Victoria Peralta

Frecuentemente las columnas de opinión y diversos rankings educacionales, dan cuenta de apreciados países extranjeros que son “modelos en educación”, resaltando sus logros e invitando a reproducirlos para obtener resultados exitosos.

De esta manera personeros de centros de investigación de Singapur, Corea del Sur, Australia, E.E.U.U. (Harvard en especial) y hasta ciertos países europeos, desfilan con sus modelos o programas, dándolos a conocer y – en muchos casos- acompañándolos de asesoramiento, capacitación y materiales específicos, para alcanzar los deseados resultados.

Estos casos dan cuenta -por lo general -de modelos muy estructurados, hechos en contextos y realidades diversas a las nuestras. En este sistema a los educadores sólo les cabe aceptar y adoptar, no dando espacio al pensamiento propio, ni al desarrollo de la creatividad nacional, ni a diferenciaciones culturales y personales de las comunidades y de los niños.

Sin desconocer que de todo conocimiento o experiencia siempre se aprende y se sacan lecciones, cabe revisar la validez de esta actitud acrítica ya tradicional en Chile.

Ello, porque una premisa básica de la educación en períodos de “posmodernidad”, época en que se supone estamos, plantea la relevancia de la contextualización de los proyectos educativos y el desarrollo de currículos “situados”.

Este criterio es básico en la educación en general, porque en el fondo lo que se señala es que se debe responder a los contextos humanos y culturales, considerando las características, necesidades, fortalezas e intereses de las comunidades educativas.

En lo que se refiere a la educación parvularia es esencial, porque los niños y niñas en su primera etapa de vida están estrechamente vinculados -mediante sus familias-a sus culturas de pertenencia, las que les ofrecen recursos y sentidos que son cruciales en esta fase.

Importantes autores extranjeros como Peter Moss, Helen Penn, GunillaDahlberg- quien estuvo en enero en Chile- y latinoaméricanos, como el gran Pablo Freire, Vital Didonet, nuestra Premio Nacional de Educación, Viola Soto, Orlando Mella, Rolando Pinto o Juan Casassus, señalan que la calidad educacional es relativa y que no puede trasplantarse indiscriminadamente de un contexto a otro. Los principios o criterios generales aportan, pero el currículo debe construirse asumiendo lo que somos y lo que aspiramos a ser, a partir de los propios actores o sujetos educativos involucrados.

Recientemente la ministra de Educación de Finlandia señaló en la Casa Central de la Universidad de Chile, que lo medular de su propuesta es la confianza en sus profesores y niños, conceptualizando a los primeros como profesionales de la educación capaces de saber qué es lo más adecuado para sus comunidades educativas, a partir de un currículo oficial amplio, flexible que deja muchos espacios de libertad y decisión a los educadores.

Acorde con ello, las propuestas más avanzadas en este campo-de tipo posmodernas- son las de los municipios europeos tales como Reggio Emilia y Pistoia en Italia, o Barcelona en España, los cuales hacen currículos a partir de sus maravillosas ciudades, en los que toda la comunidad educativa, empezando por sus niños y niñas, observan, crean e inventan desde sus contextos e intereses.

Si quisiéramos considerar modelos extranjeros para orientar nuestros trabajos, los principios y criterios de estas experiencias serían las adecuadas, pero habría que recordar que Chile ha sido referente en la región en propuestas educativas interesantes y pertinentes, potencial que se ha perdido en gran parte por esta desvalorización del saber y de la experiencia nacional.

Ojalá que en esta Reforma Educacional que se pretende, se vuelva la dignidad a nuestros educadores y valoremos la construcción de currículos autodeterminados, como se ha estado trabajando en educación parvularia en la Municipalidad de Santiago y más recientemente en la comuna de Castro.

Hacer diagnósticos, propuestas pertinentes y desafiantes, debe ser nuestro gran modelo si queremos llegar a ser un país verdaderamente desarrollado.

Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/educacion/20140528073223/los-modelos-extranjeros-en-educacion-parvularia-que-realmente-inspiran/

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Tareas que se requieren en educación parvularia.

Por: Maria Victoria Peralta.

En esta etapa, en que un gobierno cierra sus actividades y uno nuevo prepara sus inicios, diversos columnistas como José J. Brunner, Juan Cristóbal Romero, entre otros, han planteado su postura en función a las futuras metas en educación parvularia. Junto con ello, habría que tener presente la propuesta programática del Presidente electo S. Piñera en esta área, los  avances alcanzados en el actual gobierno de M. Bachelet, y la historia evolutiva del nivel para identificar los consensos e ir perfilando y afinando las tareas a implementar desde el próximo marzo.

Sin duda que uno de los consensos más evidentes, es el continuar aumentando la cobertura de atención para que se pueda avanzar a un acceso universal y gratuito para todos los niños y niñas, sustentado en que la educación es un derecho para todos desde que se nace.

Mientras se avanza en ese sentido, la prioridad a  los sectores más desfavorecidos debe mantenerse y agregarse claramente a la  clase media.

Pero cuidado, ello no implica sólo construir más salas cunas y jardines infantiles, sino también actualizar y crear algunos programas no-formales que permitan llegar a poblaciones infantiles donde los establecimientos no dan solución a ciertas comunidades específicas como es el caso de los párvulos de sectores rurales, o de zonas de población dispersa, o los  niños hospitalizados, que  junto a otros grupos tienen características diferentes.

A ellos, habría que agregar los bebés cuyas familias acceden al permiso pos natal, para potenciar los importantes aprendizajes de los primeros meses de vida. Para este grupo, debería ofrecerse un programa  familiar en el hogar,  promovido y resguardado  desde una institución especializada que asegure criterios de calidad educativa, lo que debería ser común para todos los programas formales y no-formales.

La política de calidad, es la más difícil de implementar pero “es urgente y posible”, como decía Pablo Freire, sobre todo a nivel de escuelas que es donde está la mayor atención del sector.

Ya existen suficientes instituciones, orientaciones  y dispositivos para fiscalizar indicadores básicos de calidad, pero el problema está en que la calidad educativa se construye y es necesario implementarla en forma sistémica con un conjunto de criterios condicionantes esenciales, para poder avanzar efectivamente en este ámbito.

Algunos de estas medidas serían.

Mejorar las condiciones básicas  referidas al ratio o relación de adultos- niños por sala. En especial, no puede seguir la situación actual del nivel de transición mayor de 45 niños por educadora. Ello, es lo que genera la  base  de un trabajo directivo, pasivo  y sobre escolarizado.

Ampliar y/o mejorar las salas de muchas escuelas y antiguos jardines infantiles para equiparar las condiciones de espacio educativos adecuados para los párvulos.

Adelantar aspectos de la carrera docente de las educadoras en JUNJI e Integra, para que puedan contar con tiempos no-lectivos en su jornada de trabajo, para estudiar y planificar con los tiempos necesarios que requieren los desafíos pedagógicos actuales.

Crear una red de asesorías de  acompañamiento y apoyo, en especial en escuelas para ayudar a la transformación de las prácticas pedagógicas.

Generar un proceso de apropiación de los desafíos que involucra la actualización de las Bases Curriculares en etapas y con diversos niveles de profundización, para lograr la comprensión cabal de los desafíos que involucra una pedagogía del siglo XXI.

Facilitar el trabajo con los niños y niñas en diferentes espacios educativos, tanto en sus contextos de cotidianeidad como en otros que requieren desplazamientos, que son relevantes para sus aprendizajes en el mundo actual, museos, bibliotecas, mercados, etc.

Valorar explícitamente  el estatus de profesionales y técnicos del sector, con muestras de innovaciones interesantes realizadas por ellos, reconocimientos,  participación en Congresos de la especialidad, entre otros.

Podríamos seguir con otras medidas, pero en función a instalar en terreno la Reforma Educacional que se pretende desarrollar, estas acciones, son las fundamentales de implementar desde el inicio  en forma procesual y técnica. Recetas fáciles para mejorar la calidad no hay. Los educadores necesitan apoyos diversos,  pero a la vez, respeto, confianza  y valoración de su rol profesional.

Ojalá no se caiga una vez más en darles  “partituras hechas” como decía un ministro de Educación, ello no genera transformaciones de verdad sino “maquillajes” o impactos efectistas.

El país, nuestros niños y niñas, sus familias, educadores y comunidades, están en condiciones de avanzar significativamente en este campo, pero hay que hacerlo basado en el conocimiento transdisciplinario y lo que es fundamental,  muy humanamente.

Fuente: http://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/tareas-que-se-requieren-en-educacion-parvularia/2018-01-06/064307.html

Imagen: http://www.ucentral.cl/prontus_ucentral2012/site/artic/20131021/imag/foto_0000000420131021164923.jpg

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Una ciudad amable, lugar de aprendizaje para los párvulos

Por: María Victoria Peralta

Un nuevo verano ha llegado a nuestro país y junto con ello las vacaciones de los niños y niñas que asisten a jardines infantiles y escuelas generándose un período de potenciales e interesantes actividades a realizar con sus familias.

Decimos “potenciales actividades”, porque los padres continúan trabajando en su gran mayoría y los supuestos tiempos a compartir, se convierten muchas veces en problemas al tener a los niños en casa y no poder atenderlos adecuadamente. En este escenario, las ciudades a las que concurren las familias en estos períodos estivales, se convierten en espacios de exploración, juego y descubrimiento que -con los niños y niñas- podrían aprovecharse.

¿Y qué les ofrecen nuestras ciudades? Muchas oportunidades: todas tienen plazas de juegos, parques, museos, salas de exposiciones, centros de diversión a los cuales se les agregan en verano actividades que ofrecen algunos municipios en piscinas, estadios deportivos o espacios naturales.

No obstante mirando más fino, permítanme dos observaciones obtenidas en las calles de Santiago.

En Santa Isabel con San Isidro, una madre va con su hijito de unos 4 años en un coche de bebé.La cara de ambos es de aburrimiento, no hay diálogo. Pasan frente a la escultura “El caballo negro” de la plaza Stuttgart, compuesta además por otros dos equinos más coloridos.Súbitamente el niño los descubre, sonríe y les hace adiós con la mano a esos grandes caballitos. La madre no se da cuenta. Me detengo a mirar la plaza y noto que la escultura está llena de rayados, el suelo sucio con los restos de la noche anterior y además, hay un “homeless” que se ha instalado con sus “enseres”. En realidad no es un lugar muy favorable para que el niño camine, como sería lo deseable a esa edad.

Otro día, cerca del Parque Almagro, una madre peruana con una guagua en coche, una niña de dos años y un niño de cinco, me detienen y preguntan si hay algún parque donde los niños puedan jugar. ¡Claro! les digo indicándoles cómo llegar. La madre me vuelve a consultar si hay juegos y pasto, le confirmo animadamente. El niño da un grito de alegría, aplaude y parte rápido y ansioso en la dirección indicada.

Los alcanzo al poco rato. Están en la zona de juegos donde el sol de este cálido verano hace que los metales y el plástico estén a una temperatura que imposibilita subirse a jugar. Además el pasto cercano está bastante seco y ¡lo están regando a las 3 de la tarde!, se quemará más.  No les queda más que sentarse más  lejos y ¡al fin! retozan al menos en un poco de verdor bajo los árboles.

Más allá de estas experiencias que muestran la relación poco amable de las ciudades con los niños, en especial en los sectores populares, cabe preguntarse si nuestras urbes son como en los países realmente desarrollados: espacios limpios, estéticos, con zonas especiales e interesantes para los niños pequeños.

Esos lugares permiten que los párvulos en compañía de sus padres o cuidadores gocen, disfruten, se relajen, jueguen y sigan aprendiendo en forma refleja de todo: de otras personas, de la diversidad de plantas,  árboles y animales; de personajes ilustres representados de diversa forma, de construcciones muy distintas en estilos y materiales; y del verdadero arte popular que hay en las calles. A ello se agregan museos, bibliotecas y centros de exploración especialmente adecuados para niños pequeños. Al parecer, contrastando, bastante tenemos que hacer aún en este campo.

Pero además de estas adaptaciones, el problema mayor pareciera estar en los adultos que no “ven” la ciudad, que no se dan los tiempos suficientes en el diario vivir para descubrirla  y por tanto, no asumen la actitud necesaria para que los niños y niñas se re encanten  con sus espacios cotidianos.

Si los padres deambularan en un afán “expedicionario” y exploratorio con sus hijos, descubrirían que, a pesar de ciertas falencias, hay tantos detalles y rincones de nuestros escenarios habituales de los cuales asombrarse y a través de ellos, empezar a amar nuestras ciudades. De esta manera, las nuevas generaciones podrían aprender a tener una actitud diferente de valoración, cuidado y desarrollo de nuestros medios urbanos, para eventualmente constituir mejores escenarios de vida.

Por tanto en esta temporada de verano la invitación es a descubrir nuestras ciudades junto a los niños y niñas. ¡Es una actividad gratis y muy entretenida!

Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/educacion/20150120110253/una-ciudad-amable-lugar-de-aprendizaje-para-los-parvulos/

Imagen: http://www.guiadelnino.com/planes-para-ninos/turismo-familiar/15-parques-nacionales-para-visitar-con-ninos

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Buscando un jardín infantil de calidad

Por: María Victoria Peralta

En esta época del año una de las preocupaciones centrales de muchas familias, es la selección de un jardín infantil supuestamente de “calidad” para sus niños y niñas. En tiempos de Reforma Educacional el calificativo “de calidad” se ha agregado a lo que era la tradicional búsqueda, lo que esperamos amplíe el ámbito de exigencias.

Cuando se les pregunta a los padres qué entienden por un “jardín infantil de calidad”, la gama de respuestas es muy amplia y variada.

Hay familias que visualizan establecimientos con una gran parafernalia en la infraestructura, imaginando palacios de princesas tapizados por sus rincones con todo tipo de personajes que van desde Blanca Nieves y los siete enanitos, hasta las últimas versiones de la animación actual, donde “El Hombre Araña”, “Shrek” y “Frozen” llevan las de ganar.

Si bien es cierto que todo ello se hace para hacer más “atractivo el lugar” para los párvulos, lo concreto es que no se  justifica como tal, ya que se supone que el jardín debe entregar algo más que lo que aporta un parque de entretenciones comercial.

Otro grupo de padres, muy interesados en el rendimiento académico de sus hijos, busca jardines infantiles que, en lo posible desde la sala cuna, muestren que la iniciación a la lectura, escritura y matemáticas empieza tempranamente. Ello se expresa en paredes y móviles llenos de letras, números, figuras geométricas y muchos textos de trabajo para hacer actividades de “lápiz y papel”.

Así los niños rellenarán interminablemente figuras estereotipadas y harán diversos trazos según se les solicite. No está demás señalar que todo ello, no favorece ningún aprendizaje aportador en estos ámbitos y que los niños por lo general se aburren y terminan rechazando este tipo de actividades.

Por el contrario, otros padres se preocupan por los proyectos educativos que se desarrollan en estos establecimientos. Corroboran que haya profesionales y técnicos especializados en educación parvularia, que el jardín cumpla con las normativas del sector como su patente comercial y el empadronamiento de JUNJI, lo que asegura criterios de seguridad y cantidades adecuadas de niños y niñas por educadores (ratio) acorde a los espacios que se dispone.

De igual manera, observan los espacios internos y externos donde se van a realizar las actividades de los niños, constatando que hayan zonas y materiales diversos e interesantes para su desarrollo integral. Estos deberán además estar seleccionados y organizados para el acceso con los párvulos, acorde a sus características de desarrollo y a la modalidad curricular de que se trate.

Este último aspecto quizás resulte más técnico para los padres y por tanto difícil de aplicar, pero para una mejor compresión, tiene que ver con las diversas formas en que puede desarrollarse el proyecto pedagógico, que debe responder en lo general a las orientaciones básicas que se tienen para el país desde el ministerio de Educación y  a ciertos énfasis teórico-prácticos más específicos.

Entre estas modalidades curriculares algunas de las más conocidas son el “Método Montessori”, el  “Currículo Integral”, el “Curriculum Cognitivo, el Currículo Personalizado”, el “Método Steiner” u otros de propia elaboración de las comunidades educativas en respuestas a sus concepciones de la educación de la primera infancia (artísticos, ecológicos, interculturales, etc).

En esta diversidad está la riqueza de la educación parvularia. Todas estas modalidades seriamente seleccionadas y desarrolladas con alta participación de la familia, le aportarán a los niños y niñas un desarrollo integral y una experiencia gozosa, que les fomentará la curiosidad, su afán exploratorio, la imaginación, su inventiva y el cuestionarse todo dentro de una concepción activa y respetuosa de lo que significa ser un párvulo en estos maravillosos primeros años de vida.

Por ello es fundamental que las familias hagan una cuidadosa búsqueda y selección de la sala cuna, jardín infantil o grupo de párvulos en escuelas a los que se integrarán sus niños. Los que deberán ser amables en todo aspecto y de puertas abiertas para un trabajo conjunto de educadores y familias en esta etapa formativa tan delicada.

Recordemos que los primeros seis años de vida es el período donde se establecen las bases afectivas, cognitivas y sicomotoras propias de lo que significa “ser humano” en un marco de valores y principios compartidos. Ello es lo que se debe resguardar en lo esencial, un “jardín infantil de calidad”.

Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/educacion/20150310124246/buscando-un-jardin-infantil-de-calidad/

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