Page 933 of 2447
1 931 932 933 934 935 2.447

La grieta evangelista: un grupo marcha contra el aborto y otro que está a favor pide más educación sexual en la escuela

Por: Mariana Iglesias.

Mientras un sector se mete en política y hace campaña con la “ola celeste”, desde la Federación aseguran que son más progresistas y liberales.

Un año atrás, el Senado se preparaba para debatir sobre la legalización del aborto, que ya había conseguido media sanción en Diputados. Pero el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) no logró convertirse en ley. Quienes más presionaron para que se impusiera el sector «celeste» antiaborto fueron los evangelistas, que días antes habían llevado casi medio millón de personas al Obelisco. Este jueves volverán a reunirse frente al Congreso para conmemorar aquel «8A» al que nombraron «Día de las 2 Vidas». Pero no todos los evangelistas se oponen al aborto. Otro grupo organizó para hoy una mesa de Colegios Evangélicos por la Educación Sexual Integral.

«A un año de la histórica y multitudinaria concentración que organizaron las iglesias de todo el país, sobre la 9 de julio, donde junto miles de familias y ciudadanos gritaron al pie del Obelisco “con aborto no te voto”, hoy católicos y evangélicos unidos presentan candidaturas en todas las provincias y para todos los cargos», dice un comunicado del Frente NOS «cuya fórmula presidencial se presenta como la favorita de la Ola Celeste, y que tendrá como uno de sus cierres de campaña una jornada con mil pastores que vienen de todo el país para acompañarlos».

Avanzada de grupos "pro vida": ahora se oponen a la educación sexual y a los anticonceptivos

El encuentro es este jueves a las 15 en el teatro Metropolitan y «luego, todos juntos participarán del 8A, la marcha a favor de las dos vidas que proclama ‘con aborto no te voto’. Saldrá una columna con todos los representantes del Frente NOS para estar a las 18 frente al Congreso Nacional y celebrar el Día de las 2 vidas». Uno de los candidatos por CABA es el médico Leandro Rodríguez Lastra, condenado por haberse negado a realizar una Interrupción Legal del Embarazo a una joven violada.

Aborto: la legalización será realidad en un futuro cercano

Raúl Magnasco es el presidente de Pro-Vida y uno de los organizadores de la jornada de hoy. «Queremos conmemorar el rechazo a la ley del aborto, fue muy esperanzador para muchos países que ven que quieren imponerlo», dice a Clarín. Magnasco admite que «los evangelistas son fundamentales en la lucha provida. Ellos tienen claro que hay que involucrarse en la política para que estemos representados. Hoy no lo estamos. Y yo estoy seguro que el proyecto del aborto va a volver a presentarse en el Congreso, por eso tenemos que estar».

Marcha Pro Vida al Congreso
Manifestantes en contra de la ley de despenalizacion del aborto marchan desde Plaza de Mayo al Congreso
Foto Guillermo Rodriguez Adami

Marcha Pro Vida al Congreso Manifestantes en contra de la ley de despenalizacion del aborto marchan desde Plaza de Mayo al Congreso Foto Guillermo Rodriguez Adami

Magnasco habla de ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina), que pregonan que «el aborto es una práctica criminal y de tortura a un niño por nacer y no es –como se intenta instalar- una política de salud ya que no persigue curar, sino causar la muerte. Quieren imponer la idea de que un embarazo es una enfermedad y que un aborto es un tratamiento».

Tras el rechazo de legalizar la Interrupción Voluntaria del Embarazo, quienes se opusieron al aborto también levantaron la voz contra la Educación Sexual Integral, dispuesta por ley desde 2006.«No estamos de acuerdo con que a los chicos se les hable del autodescubrimiento del cuerpo, ni que se les diga que pueden elegir de qué sexo son… Se nace varón o mujer, es algo científico y biológico», opina Magnasco.

CORDOBA 28 de octubre 2018 15 mil personas la primera manifestación federal contra ideología género y en rechazo al proyecto modificación Ley Educación Sexual Integral

CORDOBA 28 de octubre 2018 15 mil personas la primera manifestación federal contra ideología género y en rechazo al proyecto modificación Ley Educación Sexual Integral

ACIERA rechaza «el intento de obligar a las instituciones a enseñar lo que no concuerda con sus idearios», «el intento totalitario de excluir a los padres a la hora de elegir la educación sexual de sus hijos», «el intento de introducir, dentro de la educación sexual, contenidos sin base científica que responden a una construcción ideológica, sin contar con la participación de los padres y actores sociales en su elaboración».

«Vemos con preocupación que en los últimos años los medios informativos han destacado, no siempre con acierto, la actuación de algunos personeros o entidades evangélicas que han expresado sus posiciones en materia relativas a género y aborto, seguridad y otros asuntos mayormente en términos absolutos y polémicos, obviando la realidad que no todos los evangélicos sostenemos las mismas opiniones en estos temas«, escribió Néstor Míguez, presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE).

«Hay un sector de los evangelistas que está tratando de instalar una agenda pública que tiene que ver con su comprensión de los evangelios ¿qué intereses persiguen? Va en consonancia con el crecimiento de los fundamentalismos en América Latina y la consolidación de estados religiosos. Brasil es el ejemplo más claro. Cuando Bolsonaro (Jair, el presidente) dice que la Biblia es más importante que la Constitución es para que nos preocupemos todos», asegura a Clarín el Pastor Leonardo Schindler, al frente de la Asamblea de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP).

«Este evangelismo surgió en Estados Unidos en los 80, es una religiosidad de consumo, individualista, emotiva, y lo que busca es la anulación de la discusión política. En un estado religioso no se discute, quizás el interés mayor sea eso, la disolución de la política para instalarse en el poder sin cuestionamientos», agrega Schindler.

¿Por qué los grupos que se oponen a la educación sexual hablan de "ideología de género"?

El Pastor explica que desde la FAIE apoyaron la promulgación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo: «No es que estamos a favor del aborto porque sí, pero el Estado debe garantizar a una mujer que decide terminar con un embarazo que pueda hacerlo en condiciones seguras para que no haya más abortos clandestinos ni más mujeres pobres muertas por abortar porque no pudieron acceder a un aborto privado». Schindel agrega que también apoyan la Educación Sexual Integral.

Este jueves organizan la Mesa de Colegios Evangélicos por la ESI en la sede de la IERP, convocada por la Fundación Protestante Hora de Obrar, que capacita y promueve el acceso a los derechos y el respeto por elecciones sexuales y reproductivas. Hora de Obrar integra el Colectivo de Juventudes junto con Fundación Huésped, Amnistía Internacional, Casa FUSA, FEIM y RAJAP. La IERP, además, apoyó el matrimonio igualitario, y está a favor de la separación de Iglesia y Estado.

Manifestantes participan en una protesta a favor del aborto el 28 de mayo en Buenos Aires. Por octava vez, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito presentó esa tarde el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Foto: EFE/JUAN IGNACIO RONCORONI

Manifestantes participan en una protesta a favor del aborto el 28 de mayo en Buenos Aires. Por octava vez, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito presentó esa tarde el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Foto: EFE/JUAN IGNACIO RONCORONI

La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito sacó un comunicado: «Insistimos, como hace un año, en el reclamo histórico por el reconocimiento del derecho al aborto, que convocó a toda la sociedad. Fuimos protagonistas y vimos cómo, un proyecto de ley de la ciudadanía, el de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), llevó al Congreso de la Nación las voces y los argumentos que hicieron propios los y las representantes de una lucha que pertenece al movimiento de feministas, mujeres, lesbianas, bisexuales, personas no binaries, travestis, trans y maricas. El debate duró meses y fue inédito».

«Logramos la despenalización social y seguimos haciendo historia con nuestra construcción colectiva. Un año después del rechazo del Senado de la Nación a la sanción del consenso político surgida en la Cámara de Diputados de la Nación, nos encontramos ante nuevos desafíos y en un escenario electoral donde hay fórmulas, candidatos y candidatas presidenciales que se han posicionado a favor de la legalización y despenalización del aborto», sigue.

28/5/2019. sociedad. por octava vez se presenta en el Congreso Nacional proyecto de ley IVE. cientos personas empiezan a juntarse los alrededores del Congreso. que están favor y contra la legalización aborto. (Foto Lucía Merle)

28/5/2019. sociedad. por octava vez se presenta en el Congreso Nacional proyecto de ley IVE. cientos personas empiezan a juntarse los alrededores del Congreso. que están favor y contra la legalización aborto. (Foto Lucía Merle)

Y concluye: «Los pañuelos verdes son una contraseña de encuentro y acompañamiento, una mano extendida hacia otra como resultado de una genealogía de respeto por nuestras autonomías, libertades y derecho a decidir. El slogan “salvemos las dos vidas” resulta inverosímil cuando al menos dos de nosotras muere por mes, en las sombras, sin datos oficiales ni políticas públicas, consecuencia de la clandestinidad del aborto. Por eso decimos que #LaClandestinidadNoSeFesteja».

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/sociedad/grieta-evangelista-grupo-marcha-aborto-favor-pide-educacion-sexual-escuela_0_SAJhg9iLY.html

Comparte este contenido:

La Cultura Escolar ¿Escenario de la crisis?

Por: Elisabel Rubiano.

Resumen
La crisis fue la excusa para la permanente necesidad de reforma y revolución en el ámbito educativo. Sin embargo, el plantear la cultura escolar siempre como en déficit o crisis, parece una trampa. En principio, supone que alguna vez estuvo bien la escuela y ahora está mal, todo tiempo pasado fue mejor. Pero resulta, que lo que encontramos fue continuas invariantes que nos muestran que la escuela es lo que es de acuerdo al devenir de su historia. No está en crisis la escuela, es lo que se le designó que fuera. Por tanto, resulta conveniente reflexionar sobre la cultura escolar preguntándose si realmente es un ¿escenario de la crisis?
Palabras clave: cultura escolar, escuela, educación, crisis, complejidad

The crisis was the excuse for the permanent need of reform and revolution in the educational field. However, stating school culture always in deficit and crisis seems like a scam. Firstly, it is assumed that at some point the school was fine but now it is not, every past time was better. But it turns out that what we found were continuous invariables that show us that school is what it is according to the future of its history. The crisis is not in school, it is what was assigned to it from the outside. Hence, it is convenient to reflect on school culture asking ourselves if it really is a, crisis scenario?
Key words: school culture, school, education, crisis, complexity

A crise foi a escusa para a permanente necessidade de reforma e revolução no âmbito educativo. Não obstante, colocar a cultura escolar sempre como em déficit ou crise, parece uma armadilha. Em princípio, supõe que alguma vez esteve bem a escola e agora está mal. Todo tempo passado foi melhor. Mas acontece que só achamos contínuas invariantes que nos mostram que a escola é o que é segundo o devir da sua história. Não está em crise a escola, é o que ela foi designada para ser. Por isso, resulta convenente refletir sobre a cultura escolar perguntando-nos se realmente é uma ¿cena da crise?
Palavras chave: cultura escolar, escola, educação, crise, complexidade

Nos encontramos en una época en la que prevalece un espíritu de derrota que se une al fracaso de los modelos que sustentaron por mucho tiempo la ilusión de un mejor vivir. La violencia explícita y encubierta que se hace presente en nuestra sociedad, instituciones educativas, de salud y en la familia es una muestra de la tan llamada “crisis”.

Cualesquiera actitudes, incluso aquellas que se presentan como bondadosas, pueden ser violentas si no parten de un respeto a la singularidad humana. La escuela es violenta cuando se niega a reconocer que existen procesos de aprendizaje divergentes que chocan contra la estandarización que se exige a los estudiantes. Habrá violencia educativa siempre y cuando sigamos perpetuando un sistema de enseñanza que obliga a homogeneizar los niños en el aula, a negar las singularidades, a tratar a los alumnos como si tuvieran las mismas características y debieran por eso responder a nuestras exigencias con iguales resultados. La familia es violenta cuando impone a los hijos o a uno de los miembros de la pareja un modelo de comportamiento que no responde a sus exigencias más íntimas y a sus más sentidas urgencias. Y una sociedad es violenta cuando no reconoce las diferencias que animan a grupos e individuos, tratando de imponer a todos la misma normatividad, sin aceptar la existencia de casos singulares que obligan a reconocer modos distintos de convivencia. (Restrepo, 1994. p. 107).

Todo está en crisis, la escuela particularmente, en tanto “ahora” no es lo que era; “ahora” violenta, ineficiente, por tanto en déficit. Entonces, todo lo que ella y su cultura implica se le debe a la CRISIS. Nótese que en el discurso histórico, siempre se han anunciado descontentos en torno a los resultados de las políticas implementadas en todo el país a la luz de los avances que paralelamente se iban desarrollando en las ciencias de la educación y en las teorías relativas al desarrollo curricular. Críticas profundas acerca de la escuela se tejen entre sus líneas discursivas. Sin embargo, todas las razones y los rasgos por los cuales se le adjudica la crisis a la escuela, resultaron propios de la historia, de su complejidad.

Tal concepto frecuentemente adjudicado a la escuela como causa y consecuencia está atado a diferentes variables o factores que se hacen presentes en la escuela; ligado a una necesidad de revolución permanente; y como producto de la crítica a algunas de sus prácticas y ligada a su ineficiencia, está presente siempre.

El punto es que, como hemos visto, deja de ser un estado transitorio deficitario: es decir, la cultura escolar y su crisis tienen una razón histórica. Así, la escuela ha entrañado en su cultura la función de entrenar respondiendo a contenidos y valores que le resultan ajenos. Si ésta es la razón de lo que pasa, el término crisis es una máscara con intención esperanzadora ilusoria, una clave que supone cierta expectativa por su carácter transitorio. De lo contrario, estamos refiriéndonos a algo estructural, un estado perenne que altera el significado que previamente habíamos referido en torno a la crisis. Es decir, la escuela lo que hace ahora, lo ha hecho siempre, y lo seguirá haciendo si no se demanda un proceso de transformación cultural.

En el discurso histórico, recursivamente se anuncia la crisis y el descontento en torno a los resultados de las políticas implementadas, no se detuvo el deterioro de nuestra educación. Según este discurso, la cultura escolar está impregnada de la sensación de crisis, observada en la historia de la educación venezolana debido a la perenne crítica en cuanto a su proceder y a la austeridad de recursos. A partir de allí, ya podemos hacer una conclusión importante. En primer lugar es evidente que las fatalidades y las fortunas de nuestro devenir político, determinantes a su vez en el desarrollo económico del país, han influido en la marcha de nuestro proceso educativo, tal como las marcas epocales en el ámbito mundial fueron prescribiendo la historia universal de la escuela; en consecuencia las escuelas, como parte integrante del sistema educativo, terminaron revelándose como lo que siempre ha sido: un aparato burocrático del Estado. Apenas por aquí vamos descubriendo la procedencia de esas profundas heridas que han aquejado nuestro sistema educativo, al que alegremente se le han adjudicado las utopías colectivas e individuales, sin tomar en cuenta su real capacidad para dar respuestas a tan altas exigencias sociales y humanas.

A su vez, esa falta de concreción de las ilusiones cifradas en la escuela, no han logrado fraguar los proyectos políticos e ideológicos para los cuales se supone destina sus servicios. Los mayores o menores esfuerzos políticos que se han desarrollado a lo largo de la historia con el fin de incrementar los índices de escolarización y actualizar las ideas educativas suponían, indudablemente, además de hacer gala del ejercicio del poder, de la satisfacción de intereses personales y politiqueros, aprovechando la importancia que todos saben tiene la educación en el desarrollo humano. De seguro, no es posible pensar en la política, como la búsqueda de bienestar común, sin pensar en la educación, porque a mayor y mejor educación se esperan más y mejores condiciones de vida; pero justo saber esto implica un compromiso que debió trascender lo electoral, las promesas y la planificación para que realmente se realizara esta relación interdependiente.

De igual forma, en una lógica contraria, un alto índice de educación es, a la vez, una de las consecuencias de un país con mejor desarrollo humano, por lo que todas las apreciaciones que sobre la educación se hicieran a lo largo de la historia, nos dejan también indicios sobre las condiciones de vida que se han generado en el país en los diferentes períodos socio-políticos desde los mandatos coloniales, los gobiernos postindependentistas, los caudillistas, las dictaduras y las democracias teñidas de diversos ideales y valores.

Obviamente encontramos una razón que justifica en forma ineludible la presencia permanente de la educación en todos los programas y planes de gobierno que ha tenido este país, pero lamentablemente no ha sido el objetivo, el norte, sino el fundamento de la campaña publicitaria preelectoral para la venta del “líder” o del partido político que luego, por no ser capaz de asumir esta complejidad social, opta por medir la superficie: el incremento de presupuestos, de escolarizados, de escuelas, etc., amén de que para la conciencia colectiva esto es mejor que nada. La evaluación de esta situación escapa de los alcances del presente trabajo, no obstante el alto índice de escolarización sería directamente proporcional con significativas mejoras en las condiciones de vida, no sólo individuales sino sociales, que debieran reflejarse en los valores colectivos hacia el trabajo, la honestidad, el ambiente, la nación, etc. Sólo así se evidenciaría la mejora en la calidad de la educación, de lo contrario estaríamos en presencia de un sofisma.

Me temo que el hecho de que el discurso histórico se refiera preponderantemente a cifras de acceso a las escuelas, nos llevaría a creer que en Venezuela estamos muy bien porque los éxitos logrados respecto a la masificación de la “educación” en los últimos años, muestran cifras realmente halagadoras que pueden verificarse; a pesar y sin atender los fracasos en la prosecución escolar, el logro de una “alfabetización” centrada en la decodificación me
cánica y superficial, la mayor importancia que se le dio a la acumulación de información que a la construcción de sentidos, al desarrollo del pensamiento y a la formación integral del individuo. Sin embargo, a pesar de esta mirada, nunca se abandona en el discurso la referencia a la crisis: por un lado, se mostraban las estadísticas consoladoras y, por el otro, se penaba por ella, tras un espíritu de sanción engañosa e incoherente.

Otro significado fácilmente deducible que alivie el pesar de la crisis, es que ante la violenta masificación de nuestro sistema educativo, notado en el incremento de matrícula y en vertiginosos aumentos financieros que se anunciaban destinados a la educación, se generaron multitud de problemas cuyo conjunto constituye lo que se denomina crisis de nuestra educación, por su magnitud, complejidad y por la proyección que esto tiene para todos los ámbitos de la vida del país. Carlos Andrés Pérez en 1989, expresa una frase representativa, de esta interpretación
Tenemos que hacer de la crisis una oportunidad. El fruto más importante de nuestra democracia ha sido el empeño por educar a nuestro pueblo y en la realización de ese propósito el crédito principal corresponde a nuestros educadores. Sin embargo no debemos sentirnos satisfechos. (Ministerio de Educación, 1989, p. 33)

Muchos personajes pronunciaron su voz en este sentido a lo largo de la historia. Sin lugar a dudas, la expansión educativa ha implicado un gigantesco esfuerzo y una continuidad en los ocho presidentes que hemos tenido e indudablemente han generado beneficios en el ascenso y la movilidad social, puesto que el sistema social en el que se encuentra inmerso el sistema educativo se encarga de crear mecanismos de inclusión poco exigentes, acordes con parámetros de mediocridad ya identificados en los egresados de la educación formal.

El mayor indicador de crisis lo representa la tendencia a la privatización que desde el año 1983 se exacerbó, paralela al abandono a la educación pública, expresado en algunos de los problemas críticos medulares “deficientes índices de cobertura y baja calidad, falta de capacidad física instalada para atender la demanda requerida; deterioro acusado de la infraestructura escolar; deficiencia de dotación, carencia de textos…” (Ministerio de Educación, 2006)

Por otra parte, la prohibición, el disciplinar del alma de los ciudadanos y los saberes muertos, sin pertinencia social ni significación personal que se imparten en la escuela. Todas aparecen como razones de la crisis. Las escuelas intentan socializar, pero al parecer exaltan las diferencias, por tanto masifican la escolarización, mientras excluyen.

Mostramos que la cultura escolar desde el discurso artístico, revela de manera contundente los juegos de poder del pensamiento moderno, el mismo pensamiento que cifró en la escuela la esperanza de la ilustración y de una mejor calidad de vida. Terreno epistemológico que además queda destacado en el hecho de que la escuela sólo certifica y legitima al hombre en un juego de artificios, justo los artificios que comentábamos anteriormente, el discurso histórico nos mostró. En suma, la caracterización de la cultura escolar, según los diferentes discursos, no han sido producto de la crisis, sino de las tradiciones y herencias que anteceden y han construido la cultura escolar.

A lo largo del tiempo va en incremento un cierto malestar hacia la escuela, y la vía más expedita para explicar y resolver la incógnita que se genera en torno a esta situación, es decir, que todo lo que pasa es porque la “escuela está en crisis”. De allí, que resulta necesario seguir interrogándola, descubrir los sentidos que refiere esta palabra cuando se le adjudica a la cultura escolar. Hasta ahora se refiere a déficit, a algo que falta, que está incompleto, que debe avanzar.
En otro orden de ideas, resulta conveniente focalizar la atención en algunos de los signos que en forma clave muestran a la escuela como un contexto vulnerable ante la incomprensión de la complejidad, ellos son: el conocimiento escolar, el currículo y la didáctica, por ejemplo, tres macroconfiguraciones complejas ligadas a la escuela, las cuales han sido comúnmente resignificadas bajo los criterios de una crisis desesperanzadora.

Ello ha resultado más cómodo que ponerlos a la luz de la relación entre crisis y complejidad. Resulta muy complejo lo que se espera que la escuela haga con el conocimiento, el currículo y la didáctica, pero resulta más fácil ponerse el traje de la crisis cómo déficit antes de generar la discusión, la reflexión del necesario juego teórico-práctico. Así, la escuela siempre estará en situación crítica, porque nunca alcanzará la altura de las exigencias teóricas que de estas configuraciones se han hecho.

Pensar la crisis desde la complejidad, implica una red de diferentes elementos interrelacionados que trascienden lo sistémico. Es dejar de pensar en lo complicado para pensar en lo compuesto. La complejidad significa lo que está tejido junto, lo que quiere decir que las partes no pueden ser aisladas del todo, ni las partes unas a las otras, más bien están en permanente interrelación, interdependencia e interretroacción. Así, “la complejidad es la unión entre la unidad y la multiplicidad” (Morin, 2000a, p. 42) y la crisis, de acuerdo a estas características se constituye en un macroconcepto ligado a las realidades complejas.

Según Morín (1994), los principales elementos que forman parte de la crisis son:
a. Perturbación: las perturbaciones se clasifican como externas e internas. Las externas son aquéllas ajenas al sistema, como las ecológico-naturales. Pueden ser rupturas de alianzas o nuevas alianzas políticas o sociales, guerras, invasiones, etc. Las internas, las más interesantes para Morin, porque emergen de procesos aparentemente no perturbadores, se refieren a los fenómenos de sobrecarga y double-bind. Cuando irrumpe la crisis, el sistema entra en una fase en la que crece la tendencia al desorden, la tendencia a la muerte o la posibilidad evolutiva de una nueva morfogénesis.

De lo anterior se deduce como segundo principio, que en un sistema en crisis el desorden y la incertidumbre se acrecientan y llevan a la regresión de determinismos. c. Bloqueo: la irrupción de la crisis es la ruptura de la regulación del sistema. Ella implica la parálisis, el bloqueo de los elementos que constituyen la flexibilidad organizacional del sistema.

Las complementariedades se transforman en antagonismos, se da un acrecentamiento y manifestación de caracteres polémicos. d. Desbloqueo: la crisis provoca, a su vez, la búsqueda de soluciones, de decisiones, de abandono de programas-estereotipados y la búsqueda de estrategias. Es el momento del desbloqueo, de la capacidad creativa e inventiva de los sujetos, de los individuos. Es el momento en que se efectúa el diagnóstico de una situación dada. e. Soluciones míticas e imaginarias: al lado de las soluciones crítico-racionales se constatan soluciones neuróticas, es decir, mágicas, religiosas y rituales. En el hombre, no es fácilmente separable lo racional de lo imaginario. Toda construcción de la realidad contiene elementos imaginarios y mitológicos.

Así, la crisis se produce porque todos los aspectos se enlazan en forma compleja, es decir, complementaria, concurrente y antagónica. De acuerdo a ello, en ese estado se puede llegar al restablecimiento del orden existente. Pero la crisis también es momentos de innovación, de emergencia de cualidades, sentidos y significados nuevos. Para intentar actuar en ella, se necesita una teoría y un método que permitan ver la complejidad de la realidad y la realidad de la complejidad. La crisis, desde esta perspectiva, no es sólo bloqueo, es también creación de condiciones nuevas para la acción.

Las ideas de la crisis y de la sociedad o de la escuela como parte de ella, como sistema complejo, conducen a complejizar la idea de progreso seguro, irreversible y necesario. En un contexto tal no existe ninguna ley de progreso y nada asegura que un progreso no comporte regresiones. En este sentido, la crisis es heurística como revelación del funcionamiento y la naturaleza de la sociedad, la cual es estructura y sistema a la vez, en progreso dialógico. Mirar la cultura escolar desde esta dimensión la despojaría de esa sensación aniquiladora de que lo que sucede en ella es “malo” o “negativo”, la descargaría del juicio moral para invitarla a que se asuma como una identidad compleja, la cual siempre tendrá la oportunidad de revisarse y probar nuevas realizaciones.

En la sociedad, el evento y el ruido son necesarios para la comprensión del sistema. Trabajar con el azar, el desorden y el mito, implica que la estructura mental acceda a un modo de pensar complejo, dialógico, que abra la mente al juego de lo posible, más que anular lo posible en la dictadura del orden y la simplificación. Se trata de un desafío al pensamiento, pero también de la acción, el abandono, el sociocentrismo, la retroacción puramente negativa y la ideología del orden.
Todas las crisis y complejidades nos plantean el desafío de reimaginar una escuela (con minúscula) que definitivamente tendrá que abandonar el poder de adiestrar y de enseñar, porque tal como sabiamente lo expresa Freire (1990), nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo. Los hombres se educan entre sí, mediatizados por el mundo. Sin embargo, nadie puede asegurar que ese sea el devenir, ni que se esté gestando otra sensibilidad acorde con esa forma de pensar la escuela.

La escuela, pese a la bandera de la crisis, en el fondo ha permanecido igual, pareciera que por una especie de contenido invariante que habita su inconsciente colectivo y que coexiste con los contenidos variantes, aquellos que dinamizan la escuela de acuerdo a su particularidad, su comunidad y cultura local. Es frecuente oír en los dichos populares que los tiempos pasados fueron mejores, a pesar de las críticas que se puedan hacer respecto al ejercicio del poder y la poca consideración en la valoración del ser del estudiante. En definitiva, se dice que “antes se aprendía más”, “los maestros eran mejores” porque enseñaban verdaderamente, pero lo que no se considera en este argumento cuánto se ha complejizado la sociedad y el saber, ni el poco alcance que tenía la democratización de la educación en tiempos pasados. En todo caso, la sociedad critica a la escuela. Es constante decir que está en crisis pero la avala en sus aspectos determinantes, que justo permanecen inalterables: la existencia de programas curriculares, de la organización escolar, de reglamentos estudiantiles, de las prácticas pedagógicas y de evaluación, de los libros textos usados, de la violencia y resistencia mostrada por los educandos, de la homogenización en grados, uniformes, horarios, etc.

Las escuelas esperan socializar, pero al parecer exaltan las desigualdades no para darles respuestas, sino para desconocerlas, en el rechazo a las variantes dialectales de los alumnos, en las diferencias que se establecen entre las escuelas de acuerdo a su ubicación en los diferentes estratos, descalificando siempre a los más pobres y en las frecuentes clasificaciones que se dan en el aula peores y mejores estudiantes. Mientras teóricamente se propone una escuela justa y democrática que debería constituirse en un agente de integración con respecto a la comunidad y a la sociedad, en la praxis persiste la autocracia, la dominación, discriminación, el castigo y la condena.
Otra crítica permanente la constituyen los resultados estadísticos de los índices de deserción, repitencia y rendimiento escolar. Los indicios de fracaso, como ya lo hemos referido son claros, respecto a lo que siempre se ha esperado de ella. A pesar de todo lo que nos dijo el discurso histórico, acerca del incremento de presupuesto y de la masificación, y el teórico, de los avances científicos en las disciplinas relacionadas con la escuela: la pedagogía, las didácticas generales y las específicas según cada objeto de conocimiento, la psicología, entre otras, la escuela nunca presenta un balance favorable en términos de inversión y producto.

El asunto, mas allá de un balance favorable o desfavorable, de la crisis por perturbación o bloqueo, es que estamos hablando de una crisis por años que no ha generado movilizaciones importantes. De lo que se trata es de asumir la escuela en su devenir, construir los caminos que reclame cada escuela, al fin y al cabo, la educación escolar a lo largo de la historia se ha anunciado necesaria para sobrevivir, para funcionar en sociedad, para alcanzar un recto proceder, como garantía en la transmisión de una cultura a las generaciones futuras de determinadas clases sociales, como prioridad para alcanzar una mejor calidad de vida, para batallar con la pobreza, para abrir las ventanas del mundo y mirarlo más allá de los ojos, para optimizar la condición humana y para la realización social.

La escuela es la concreción de una imagen en la que se deposita mayormente lo que se espera de la educación y por tanto del país, en ella se debe realizar la ciencia y el arte de formar seres humanos. No sabemos qué tan oscuro resulta el panorama, qué tan efectiva puede significar una voluntad de servicio que cree condiciones permanentes para una educación anticrisis que asuma las relaciones educación-sociedad, que comprenda los procesos sociales y que cree las condiciones socio-culturales propias en los actores del proceso. Lo que si aupamos es el desbloqueo, la crisis que aunque dolorosa nos mueva de la inercia. Morin (2000b) nos advierte que la crisis no sólo representa el sentido de que “todo va mal”, ella puede transformarse en una oportunidad reveladora y realizadora, puede develar lo que en condiciones normales permanece oculto o poner en movimiento fuerzas de transformación.

Krisis: el término griego significa decisión. Su utilización inicial en medicina ha conservado

este sentido: la crisis es el momento decisivo, el punto de inflexión que permite el diagnóstico. Ahora bien, en su sentido moderno el concepto de crisis ha pasado a ser de incertidumbre. Tal como hemos dicho, la crisis aporta una relativa indeterminación allá donde imperaba un determinismo aparente garantizado y, en este sentido, debilita la posibilidad de previsión. Pero hay que comprender que no se trata aquí de un cambio del significado del concepto de crisis sino de un paso de un sentido simple a un sentido complejo. En la medida en que hay incertidumbre, hay, desde ese momento, la posibilidad de acción, de decisión, de cambio, de transformación. El momento de la indeterminación y el de la decisión se confunden en la medida en que la decisión y la incertidumbre son interdependientes. La crisis es un momento indeciso y decisivo a la vez. (Ob. Cit., p. 160)

Según estos planteamientos, este hecho puede transformarse en una oportunidad reveladora y realizadora. Cuando “todo va mal”, puede develar lo que en condiciones normales permanece oculto o poner en movimiento fuerzas de transformación. Hasta ahora hemos evidenciado aquí que este término transporta el sentido de déficit sobre otros criterios distintos a los intervenidos en la acción y de estados pasajeros o efímeros de las deficiencias emergentes. Sin embargo, debe ser a partir de este principio propio de la naturaleza de la crisis, es decir, como oportunidad, que tras cada declaración de “crisis” emitida en los discursos se anuncian acciones, transformaciones y “revoluciones”.

De tal manera, que podemos asumir la cultura escolar como escenario de la crisis, pero con el propósito de movilizarla, desde ese contexto podemos partir a la hora de la acción que día a día nos toca desarrollar en las escuelas, de las investigaciones que ahora se gestan desde el paradigma critico, desde el compromiso político y ético que tenemos con el país.

Freire, P. (1990). Pedagogía del oprimido. Montevideo: Siglo XXI. Ministerio de Educación (1989).

Programas y Manuales. Caracas. Ministerio de Educación y Deportes. (2006). Escuelas Bolivarianas. Caracas.

Morin, Edgar (1994). El método. El conocimiento del conocimiento. Madrid: Cátedra.

Morin, Edgar (2000a). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Caracas: Ediciones Universidad Central de Venezuela.

CIPOST. UNESCO. Morin, Edgar (2000b). Sociología. TECNOS. En dossier del Dr. Alejandro García Malpica.

Universidad de Carabobo. Área de Estudios de Postgrado. Doctorado en Ciencias Sociales. Valencia, Venezuela.

Restrepo, L. (1994). El derecho a la ternura. Bogotá: Arango.

Fuente del artículo: http://www.saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/31251/articulo11.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 

Comparte este contenido:

La importancia de la enseñanza de la Historia para el futuro de los estudiantes

Por: Naomi Schallit.

 

Cuando hablamos de investigación histórica nos vienen a la mente varios conceptos como el pasado, la historia y una serie de imágenes y nociones sobre lo que, supuestamente, ha sucedido tiempo atrás. Dicha percepción lineal, rígida, objetiva y monolítica de la historia que, a menudo, se confunde con el pasado es la introducción para este artículo. Y decimos esto ya que el pasado no se entiende en singular, sino en plural. La enseñanza de la historia en la actualidad forma parte de la enseñanza de “un pasado” específico: la historia-nación.

Tres ejes fundamentales

Se trata de un asunto que nos remonta al siglo XIX y principios del siglo XX. Para empezar a desgranar esta problemática de la historia escolar debemos señalar tres ejes fundamentales:

  1. Historia o narrativa histórica. Se trata de una dimensión que está reservada recelosamente a un pequeño colectivo intelectual (historiadores profesionales). A pesar de ello, estamos ante una dimensión académica muy influyente en el que será nuestro segundo eje.
  2. La educación. Esta situación es fruto de una especie de simbiosis política, intelectual e ideológica producida a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en la Europa occidental y el continente americano. ¿Entre quiénes exactamente se produjo esta simbiosis más allá de los conceptos abstractos “historia” y “educación”? Pues nos referimos específicamente al Estado-nación, recientemente configurado, pero todavía neonato en materia de desarrollo político, y también al colectivo académico de historiadores.

¿Qué sucederá entre el Estado y los historiadores? Nacerá la profesionalización de la historia de la mano del Estado, pero sobre todo de la nación, un concepto problemático, incluso, hasta nuestros días.

¿Entonces, por qué el Estado-nación necesita del colectivo de historiadores? Para no extendernos demasiado, esto lo resumiríamos de la siguiente manera: el Estado necesita de la nación para legitimarse como estructura de poder tras los procesos revolucionarios de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Pero, al mismo tiempo, la nación necesita de una historia, es decir, de un relato para construir una identidad nacional que sirva como verdadero pegamento social y cultural en prospectiva.

¿El resultado? La construcción de los relatos nacionales o historias generales de la nación que hoy en día conocemos como historias de países (de España, de Chile, de México, de Francia, de Marruecos, de China, de Japón y un largo etc.).

¿Pero, qué pasa con nuestro segundo eje, el de la educación? A esto se responde con una pregunta: ¿cómo hizo el Estado, y sigue haciendo, para construir ciudadanía?

Esto se llevará a cabo a través de un sistema educativo centralizado que gire, en última instancia, en torno a las naciones.

Y es aquí es donde entra nuestro tercer eje:

  1. La ciudadanía o formación ciudadana. El sistema educativo de cada país, de cada nación, de cada Estado, se encarga de construir planes educacionales-formativos en lo que se denomina escolarización. Así pues, desde la escuela, la niñez y la juventud temprana se edificará en torno a ciertos valores, conceptos, normas y percepciones.

Extensión de este sistema educativo

A lo largo del siglo XX lo que hemos podido comprobar es una evolución progresiva de la extensión y masificación de este sistema educativo en todo el mundo. Eso sí, a diferentes velocidades y con las particularidades pertinentes, pero con los mismos fines. Hoy en día nuestro mundo sigue siendo el regido bajo el ideal liberal-republicano de naciones.

Llevamos más de doscientos años bajo este modelo. Y todo ello muy a pesar de la globalización o de los procesos tecnológicos revolucionarios que avanzan a una velocidad vertiginosa sin que apenas nos demos cuenta.

¿Es la historia escolar importante en la formación de sociedades en la actualidad? Se habla mucho de la importancia de la historia ¿pero, sabemos realmente las consecuencias que tiene aquello en la construcción de percepciones de los jóvenes sobre lo que sucede en el mundo?

Hay un “gen profesionalizante” de la historia al cual todo historiador debe “lealtad académica”: la nación. Pero no solo la nación, también el Estado, e incluso el todopoderoso liberalismo republicano (o, dicho de otra forma, las repúblicas de gobierno representativo vigentes hoy en día).

¿Influye la historia escolar en la formación ciudadana de los jóvenes del siglo XXI?

La historia no solo importa en este ámbito, sino que es fundamental. Tal es su importancia que cuando un ministerio o gobierno la intenta eliminar del currículo, los profesores salen a la calle, tal y como está sucediendo hoy en Chile, por ejemplo.

Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile. Bombardeo del Palacio de La Moneda (palacio de gobierno)Biblioteca del Congreso Nacional de ChileCC BY

¿Pero, por qué defender la historia si lo que está haciendo es construir una ciudadanía con contenidos estancos y conceptos homogeneizantes y obsoletos?

El ejemplo de la guerra entre la ministra de Educación chilena, Marcela Cubillos, con el Colegio de Profesores de Chile y con una mayoría social bastante transversal y diversa, es una muestra empírica de que la historia es parte de la identidad chilena, de sus valores patrios, sus tradiciones, sus costumbres y, más importante, su pasado.

Es aquí cuando se establece lo que entendemos que es el primer error: el eje pasado-historia. La historia no es el espejo del pasado. Otra cosa es que las historias nacionales pretendan que así lo sea bajo un relato lineal, androcéntrico, blanco, occidentalocéntrico y que versa sobre la cronología del ejercicio de poder y los poderosos.

A pesar de que este relato ha sido objeto de críticas, no lo es en su principio fundacional. Autores como Frank AnkersmitGeorg G. IggersHayden White o Herman Paul se han dedicado a cuestionar el rol positivista e historicista de la historia, es decir, de una percepción objetiva y axiomática de la misma.

El problema que crea una historia objetiva en los estudiantes

En estudios de este tipo (Teoría de la Historia) nos encontramos precisamente con un reconocimiento literario y subjetivo de la historia. Lo que sucede es que finalmente los estudios e investigaciones acerca de la Teoría de la Historia no dialogan con los estudios sobre Didáctica de la Historia, y aún menos con estudios etnográficos acerca de lo que ocurre en la escuela y con los estudiantes. Por eso, faltan importantes esfuerzos interdisciplinares en este campo o problemática de estudio.

La historia en el sistema escolar no está creando niños, niñas y jóvenes reflexivos, creativos y pensantes. Y si lo hacen, lo harán dentro de unas limitaciones conceptuales como el liberalismo político, el republicanismo, la democracia, la ciudadanía, la nación y un largo etc.

¿Se puede ser reflexivo y crítico con estas categorías de modernidad y progreso? Sí, pero no es posible superar cognitivamente ciertas problemáticas políticas, sociales y culturales en la actualidad si no superamos este laberinto epistemológico, es decir, del origen del conocimiento enseñado.

Por esta razón, la pregunta que nos hacemos es qué se está enseñando y no tanto cómo se está enseñando. Autores como Juan Sisinio Pérez Garzón, Sebastián Plá, Joaquim Prats, Antoni Santisteban Fernández, Joan Pagès o Mario Carretero, entre otros, son protagonistas en los estudios de la didáctica de la historia. En ellos vemos una defensa generalizada de una historia escolar menos memorística y más reflexiva, sumado a una transformación al cómo ofrecer clases de Historia.

Retrocesos y limitaciones

Por esto es muy importante poner el acento en cómo muchos de esos conocimientos nos están provocando serios retrocesos y limitaciones de cara a la construcción de diferentes futuros posibles.

La historia no estaría ayudando a construir una ciudadanía verdaderamente libre, sino a seres pasivos ante lo que ocurre en el mundo, es decir ciudadanos espectadores y no activos en los principales problemas de nuestra sociedad.

Quizás parezca raro, pero hubo una vez que la historia sirvió para elaborar utopías. Hoy en día eso es sinónimo de debates metafísicos que, al final, no tienen ninguna transcendencia ni incidencia en nuestras vidas.

Finalmente, la esclavitud del siglo XXI parece no estar únicamente en lo material y financiero, sino también en lo intelectual. Estamos condenados socialmente si no logramos emanciparnos cognitivamente, ya que no podemos permitirnos como colectivo humano seguir encadenados a un pasado que nos limita, a un presente que cada vez nos oprime más y a un futuro inexistente y vacío de toda esperanza.

Fuente del artículo: https://theconversation.com/la-importancia-de-la-ensenanza-de-la-historia-para-el-futuro-de-los-estudiantes-121205

Comparte este contenido:

Educación de calidad

Por: José Martínez Olmos.

Conocimos hace unos días en la portada de Granada hoy que uno de cada cuatro alumnos de la provincia de Granada no completa la ESO, según el último informe del menor elaborado por el Defensor del Pueblo Andaluz; y, aunque señala una ligera mejoría sobre los datos de 2014, me parece que refleja una situación preocupante y un signo de mala calidad del sistema educativo.

Tengo que confesar que cada vez que conozco alguna información relativa a problemas del sistema educativo no me resisto a la tentación de hacer la comparación con el sistema sanitario. ¿Como actúa el sistema sanitario ante situaciones de fracaso similares a la del abandono escolar en el ámbito educativo? En la columna de hoy, para polemizar y generar debate, argumentaré que la sanidad reacciona mucho mejor y con más implicación profesional.

Imaginemos que en un determinado grupo poblacional socialmente deprimido y/o geográficamente definido, la cobertura del programa de vacunas o de un screening de cáncer de mama es notablemente inferior al deseable. Este ejemplo permite describir la respuesta típica del sistema sanitario: se elabora un programa de intervención específico que, en general, cuenta con la implicación y el liderazgo de los profesionales y, muchas veces, surge por iniciativa de los profesionales y de sus organizaciones.

De tal forma suele ser así, que es difícil encontrar que el sistema sanitario tenga déficits crónicos de calidad en aspectos de carácter poblacional o preventivos. No quiero decir con esto que no haya problemas e insuficiencias que resolver en la sanidad.

Desde mi punto de vista, la mejor estructuración de las profesiones sanitarias en organizaciones profesionales y la mayor tradición organizativa con una orientación de ética social en beneficio de pacientes y ciudadanos, marca la diferencia con el sistema educativo.

En esta diferencia puede radicar una clave importante que haga más débil al sistema educativo en comparación con el sistema sanitario. En sanidad, es el empuje profesional un elemento esencial que explica muchas de las iniciativas y de las respuestas a los problemas de calidad.

Por eso, me gustaría percibir una reacción del sistema educativo y de las organizaciones profesionales similar a lo que creo que ocurre en la sanidad, para resolver el problema del abandono escolar, que muchos consideramos como un fracaso inaceptable del sistema educativo y de la sociedad. Ahora, a polemizar.

Fuente del artículo: https://www.granadahoy.com/opinion/articulos/Educacion-calidad_0_1381061946.html

Comparte este contenido:

Argentina necesita un sistema de transición de educación al trabajo

Por: Jorge Colina Idesa.

Es común escuchar las preocupaciones por la falta de trabajo para los jóvenes. No son injustificadas. La tasa de desempleo urbana entre jóvenes con entre 15 y 24 años asciende al 27% de los que se deciden entrar el mercado laboral, cuando dicha tasa entre los que tienen edades centrales, 25 a 55 años, es de apenas 8%. Pero este no es un fenómeno argentino. En el mundo, los jóvenes sufren mayores tasas de desempleo.

Lo que sí es un problema puramente argentino es la falta de un sistema de transición de la escuela al trabajo. Esto es, el conjunto de instituciones educativas y laborales que condicionan el tránsito de los jóvenes al empleo. Específicamente, son las modalidades y contenidos educativos, la institucionalidad para que las escuelas se conecten con las empresas y las regulaciones que rigen las prácticas laborales y las primeras experiencias en el empleo. La carencia es tan grave en Argentina que los dirigentes del sistema educativo y de las políticas laborales siquiera tienen conocimiento o conciencia de que debe existir un sistema para la transición de la educación al trabajo.

Para dar un ejemplo de la importancia que tiene contar con este tipo de sistema sirve observa los países de la Unión Europea (futuros socios comerciales de Argentina). Allí se identifican dos estilos muy diferenciados. En los países de tradición germánica –como Alemania, Austria, Suiza– la educación secundaria contempla explícitamente modalidades que preparan a los jóvenes para su entrada al mercado de trabajo. Estas modalidades conviven con las académicas cuya orientación es la prosecución de estudios universitarios. En cambio, un esquema alternativo es la de los países de tradición latina –como Francia, Bélgica o España– donde el foco está de manera casi excluyente en la preparación de los jóvenes para continuar con los estudios universitarios.

¿Cómo les va con la tasa de desempleo juvenil? En Alemania, Austria y Suiza la tasa de desempleo de los adultos es del 4% mientras que la tasa de desempleo juvenil es de 8% haciendo una relación de 2. En Francia, Bélgica y España la tasa de desempleo de los adultos es de 10% mientras que la juvenil es de 27% haciendo una relación de 2,7. Es importante comparar la relación entre desempleo adulto y juvenil de cada país, y no la tasa de desempleo juvenil entre países, porque parte del alto desempleo juvenil en algunos países se debe a una escasez de empleo general. De eso surge con claridad que en los países de tradición germánica los jóvenes sufren relativamente menos las dificultades para entrar al empleo que los países de tradición latina.

 

Esto es producto de que en los países germánicos hay una histórica y robusta relación del sistema educativo en sus niveles medio y superior con las empresas. Los jóvenes de la escuela secundaria, que no van a proseguir estudios superiores, son preparados y hacen prácticas en empresas para emplearse terminada la secundaria. Los que siguen estudios superiores también interrelacionan con empresas cuando avanzan sea en sus tecnicaturas superiores y en sus carreras de grado. En los países de tradición latina, en cambio, se tiende a pensar que hasta incluso la universidad es un claustro de pensamiento filosófico con objetivos mucho más integradores y superadores que el mero fin de lucro empresario. Ninguna de las dos posiciones está bien o mal. Simplemente que el camino que cada país elige va determinando su destino.

Argentina tiene la visión de los países de tradición latina. La prueba está en que, tan frecuente como la preocupación por la alta tasa de desempleo juvenil, es escuchar argumento del tipo “las escuelas no están para formar gente para las empresas” o “las pasantías son una forma de precarización laboral”.

Por esta razón, en Argentina los contenidos de las escuelas secundarias para dar empleabilidad, a pesar de que la mayoría de los jóvenes no irán a la universidad, son marginales, hechos con esfuerzos individuales, de manera pecaminosa y motivadas más por cuestiones de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) que como estrategia de formación de los recursos humanos. Los resultados son contundentes: sólo el 40% de los jóvenes termina la secundaria en tiempo y forma y el 10% adicional la termina con retraso. Esto implica que la mitad de los jóvenes no termina la secundaria y tampoco tiene formación para el trabajo.

Las instituciones laborales, a su vez, se encargan de potenciar el divorcio de la educación con las empresas. Si bien se contempla el contrato de pasantía, los requerimientos administrativos son muy restrictivos y burocráticos. Esto lleva a que las pocas instituciones educativas y empresas que se atreven a usarlos asignan más esfuerzo al papeleo que a la formación del alumno. Pero lo más grave es que es un contrato de alto riesgo. Si algo del papeleo se entiende incumplido, la pasantía pasa a ser considerada como relación de dependencia no registrada. Esto implica severas sanciones para la empresa. No aprovechar las pasantías para formar jóvenes en el empleo tiene consecuencias con posterioridad: apenas 18% de los pocos jóvenes ocupados son como asalariado registrado en una empresa. El resto se ocupa en la informalidad.

Argentina necesita construir un sistema moderno de transición de la escuela al trabajo. Esto requiere una profunda revisión de la política educativa y laboral sacándose de encima el tan atávico como equivocado prejuicio de que las escuelas no están para formar gente para las empresas y que las pasantías son una forma de precarización laboral.

Fuente del artículo: https://www.eleconomista.com.ar/2019-08-argentina-necesita-un-sistema-de-transicion-de-educacion-al-trabajo/

Comparte este contenido:

Corrupción y educación

Por: Enrique Rojas.

 

Amanecimos con nuevos titulares sobre la corrupción del gobierno anterior, y aparecen estas preguntas: ¿Cómo no los descubrieron antes? ¿Cuánto se habrá llevado cada uno? ¿Cuánto nos va a costar a nosotros esa corrupción?

Preguntas cargadas de impotencia, enojo o frustración.

Pero existe la gran ausencia de otras preguntas que aborden el origen de esos problemas y que pudieran, si quisiéramos, generar un cambio: ¿Por qué somos corruptos como sociedad? ¿Por qué no nos preguntamos el porqué somos corruptos como sociedad?

Y me atrevo a decir que la corrupción está normalizada en nuestra convivencia, desde el momento que es más importante el saber cómo lo hicieron que por qué llegaron a hacerlo.

Pareciera más relevante descubrir a los que delinquieron y que “paguen” que preocuparnos de que esto no vuelva a suceder, de la sociedad que estamos generando.

De ninguna manera esta columna responderá a esas preguntas, pero quiero abonar al debate poniendo sobre la hoja ciertas reflexiones del recientemente fallecido Claudio Naranjo, uno de los pioneros y referentes de la psicología transpersonal, que con respecto a la educación aborda una mirada que ha sido poco difundida y merece ser revisada.

Naranjo cuestiona el modelo de sociedad y de educación actual, plantea que la educación está diseñada para tener trabajadores, no para tener desarrollo humano, y que lo que se necesita es una educación sanadora para una sociedad que no se sabe enferma, una educación para el desarrollo de competencias existenciales, más allá de las laborales o académicas.

La civilización supo autoidealizarse, se volvió rapaz y no se reconoce como tal.

La crisis que atravesamos es la crisis de hábitos que no son legítimos y que vienen de la mente patriarcal, de un modelo de gobierno jerárquico basado en la obediencia, la acusación y el castigo.

Para que una educación sea sanadora debe proponerse trascender esta forma de ser, esta neurosis universal que ha eclipsado nuestra parte solidaria, nuestra parte naturalmente amorosa a través de la fuerza de la competitividad rapaz. Se ha vuelto el ser humano contra su naturaleza.

No tenemos un amor verdadero propio, somos capataces duros de nosotros mismos, nos explotamos por nuestra vanidad o una promoción, nos culpamos. El papel de la sicología ha sido en parte desculpabilizar a las personas por sus deseos, para que puedan integrarlos en su vida.

El cambio en la educación sería la forma de salir de este modo de funcionar del mundo.

La pregunta ante ese cambio es: ¿quién va a educar a tales nuevos educadores? ¿Cómo educar educadores para una tarea tan diferente a la que han tenido hasta ahora?

Eso, plantea Naranjo, es la prioridad, la formación de formadores que sepan transmitir competencias existenciales como el amor al prójimo y el autoconocimiento, el sentido de los valores, la libertad y el desapego.

Tenemos una educación que viene modelada por la sociedad industrial, creada por el sistema económico. Es utópico pensar en un cambio absoluto, pero sí se puede integrar un modelo que rescate otra mirada, pero para eso hay que empezar por hacerse nuevas preguntas.

Como decía Oscar Wilde, “vivimos con respuestas a preguntas que nunca nos hicimos”.

Fuente del artículo: https://www.eluniverso.com/opinion/2019/08/08/nota/7461573/corrupcion-educacion

Comparte este contenido:

Siete propuestas para continuar cambiando la realidad educativa

Por: Edgardo Zablotsky.

 

La educación debe transformarse en un servicio público, ¿o acaso el derecho a la educación es secundario al de huelga? ¿Quién puede pensar que los días perdidos se recuperan?

 El 19 de octubre de 2011 el por entonces ministro de Educación Alberto Sileoni señaló: “hay miles de alumnos y educadores que prueban que la educación pública argentina está viva y en movimiento”. El 11 de septiembre de 2012 expresó que “un buen educador es un militante que está comprometido con su trabajo”. Un año después tuiteó: “No decimos que estamos en el paraíso, pero hemos reconstruido el sistema educativo y estamos construyendo un país distinto”.

Para plantearnos hacia dónde vamos es importante recordar de dónde venimos. En educación aún estamos muy lejos de aquella ansiada revolución educativa. Pero afortunadamente también lo estamos de aquel pasado que acabo de ilustrar. Esta nota enumera siete propuestas que pueden contribuir a esa revolución.

1) Es necesario que los padres comprendan la emergencia educativa. Las evaluaciones son clave para ello, pero los resultados a nivel de escuela deben ser públicos. Es imprescindible, tal como lo solicitó el presidente Macri al Congreso los dos últimos años, modificar el artículo 97 de la ley 26.206, que prohíbe la difusión de los resultados por escuela. Su modificación despertaría a los padres y le daría al Gobierno el apoyo para enfrentar a los sindicatos docentes, los más acérrimos defensores del statu quo.

2) Frente a la irresponsable utilización del paro, muchas veces motivado en fines políticos, la educación debe transformarse en un servicio público, ¿o acaso el derecho a la educación es secundario al de huelga? ¿Quién puede pensar que los días perdidos se recuperan? Por supuesto, los niños de familias humildes son los más perjudicados. Es claro que esta no es la única forma de defender el derecho a la educación de aquellos niños de familias económicamente desfavorecidas. Las próximas dos propuestas son ejemplo de ello.

3) En Uruguay el mecenazgo educativo es una realidad. Ello permite la existencia de escuelas gratuitas de gestión privada, religiosas y laicas, que se financian con aportes de empresas y brindan educación de excelencia a adolescentes en zonas carenciadas. La ley 18.834 del país hermano establece que por cada 100 pesos que empresas donan a escuelas en zonas carenciadas, el costo real para ellas es de 18,75, porque el 75% de lo que donan lo pueden aplicar directamente a impuestos y el otro 25% es un gasto deducible de la renta. El Gobierno incentivó fuertemente el mecenazgo cultural, una legislación como la uruguaya sería su lógica contraparte y contribuiría a generar la igualdad de oportunidades que merece todo niño independientemente de su cuna.

4) ¿No sería razonable que aquellas familias que optasen por retirar a sus hijos de una escuela de gestión pública y enviarlos a una de gestión privada reciban, por ejemplo, una reducción en su carga impositiva que represente un porcentaje del costo de educar un niño dentro del sistema público y se deposite dicho monto en una cuenta de ahorro, que tan sólo pueda ser utilizada para fines educativos? Ninguna familia estaría peor por tener la posibilidad de elegir y aquellas que optasen por hacer uso de esta prerrogativa estarían mejor por acceder a la posibilidad de decidir qué tipo de educación es más apropiada para la educación de sus hijos, en función de sus aptitudes, gustos y valores familiares.

5) Es bien sabido que la Argentina es un caso de estudio en virtud de la ley 27.204, que prohíbe cualquier tipo de evaluación para estimular un ingreso de estudiantes bien preparados a la universidad. Como señala Alieto Guadagni, no se conoce en el mundo otra ley universitaria de estas características. ¿Puede el resto del mundo estar tan equivocado? Es claro que no, la masiva deserción es evidencia de ello. La modificación de la ley 27.204 evitaría estafar a miles de jóvenes que pierden valiosos años de sus vidas realizando estudios que nunca habrán de concluir, en lugar de prepararse para desarrollarse plenamente en su vida adulta. Este hecho motiva la siguiente propuesta.

6) Adaptar el sistema de educación dual alemán a nuestra realidad, lo cual facilitaría incorporar a la sociedad productiva a miles de potenciales ni nis. En el sistema dual, los estudiantes adquieren experiencia laboral en empresas, aún antes de su graduación de la escuela secundaria. Conforme pasan los años, el joven incrementa el tiempo en la empresa y reduce el tiempo en la escuela. Las prácticas profesionalizantes de la Ciudad de Buenos Aires marcan un avance en la dirección correcta, pero aún resta mucho por recorrer para acceder a un real sistema de educación dual.

7) Incentivar la formación de capital humano de millones de adultos beneficiarios de planes sociales, muchos de los cuales conducen a la cronificación de la pobreza. En 2018 el Gobierno dio un importante paso al reemplazar tres programas por un nuevo plan que cuenta con dos ejes centrales:“Educación Formal Obligatoria”, mediante la cual los beneficiarios deberán finalizar sus estudios secundarios y“Formación Integral”, que los capacitará a través de cursos y prácticas profesionales. Es imprescindible generalizarlo. Nadie, en condiciones de trabajar, debería acceder al subsidio de no cumplir con este requisito. De lo contrario la Argentina se convertirá en una sociedad de clases donde una elite educada mantiene a una clase permanente de desempleados: un escenario fiscalmente insostenible y humanamente reprochable.

¿Se avanzó en el terreno educativo en estos cuatro años? Definitivamente sí, recordar el pasado es suficiente para afirmarlo. ¿Se llevó a cabo una revolución educativa? Es claro que aún no. Implementar alguna de estas propuestas contribuiría a ello.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/propuestas-continuar-cambiando-realidad-educativa_0_2MEL2jIw-.html

Comparte este contenido:
Page 933 of 2447
1 931 932 933 934 935 2.447